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ERIA PORRUA 'ESDE 1900 la par que singular historiador, tiene en La #igua_su obra mis conocid Esta ob Roma como de los. problema religion y del derecho. De Coulanges alcanza en el campo de los juristas una relevancia singular debido a la ag jones, a la profundidad con que analiza los an recedentes de la legislacién, por la concatenacién que encuentra entre los hechos y las creenci La lectura de esta obra es de enorme actualidad porque la profundidad con que calé en el mundo an- le permitié a su autor sentar principios validos para varias fe los libros més bel sentimiento, de em hacen que la lectura se deslice placenteramente, < 5 x E Z < a < A > o < 4 ®@ EDITORIAL PORRUA MERICO, FUSTEL DE COULANGES LA CIUDAD ANTIGUA ESTUDIO SOBRE EL CULTO, EL DERECHO Y LAS INSTITUCIONES DE GRECIA Y ROMA ESTUDIO PRELIMINAR ve DANIEL MORENO. EDITORIAL PORRUA AV. REPUBLICA ARGENTINA 15. MEXICO attr “SEPAN CUANTOS. Nom. 181 LA CIUDAD ANTIGUA ganz1912 FUSTEL DE COULANGES LA CIUDAD ANTIGUA ESTUDIO SOBRE EL CULTO, EL DERECHO Y LAS INSTITUCIONES DE GRECIA Y ROMA ESTUDIO PRELIMINAR DE DANIEL MORENO DECIMOTERCERA. EDICION EDITORIAL PORRUA AV, REPUBLICA ARGENTINA, 15. MEXICO, 2008 y Quat Primera edicién, 1864 Primera edicién en la Coleccidn “Sepan cuantos...", 1971 Copyright © 2008 La versién, el estudio preliminary las caracteristicas de esta edicién son propiedad de EDITORIAL PORRUA, 8.A. de C.V, — 2 ‘Av. Repaiblica Argentina, 15, 06020 México, D. F Queda hecho el depésito que marca la ley Derechos reservados ISBN 970-07-8779-9 Ruistica ISBN 970-07-3847-7 Tela IMPRESO EN MEXICO PRINTED IN MEXICO ESTUDIO PRELIMINAR La incomprensiOn del presente nace fatalmente de la igno- rancia del pasado. Pero no es, quizis, menos vano esforzarse por comprender el pasado sino Se sabe nada del presente. En otto lugar he recordado esta anéedota: en ciera ocasién acompana- ba yo en Estocolmo a Henri Penne. Apenas habiamos llegado cuando me pregunt6: "zQué vamos a ver primero? Parece que hay lun ayuntamiento completamente nuevo. Comeneemos por verlo.” Y¥ despoés atiadié, como si quisiera evitar mi asombro: “Si yo fuera un antiouario sélo me gustaria ver las cosas viejs. Pero soy historiadory por eso amo la vida” Esta facultad de eaptar lo vivo es, en efeeto, la cuslidad dominante del historiador. No nos ‘dejemos engaitar por ciertafraldad de estilo; los mis grandes ‘entre nosotros han poseido esa cualidad: Fustel o Maitland a su Tanera, que era mis austera, no menos que Michelet. Quizd esta facultad sea en su principio un don de las hadas, que nadie pretenderia adgurirs1 no lo encontré en la euna. (Bloch, nira- ducciin a la Historia) Haan transeurrido més de tres décadas desde que escuché, por vez primera, el nombre de Fustel de Coulanges: lo pronunciaba, con grandes clogios,el doctor Miguel Galindo, quien en 1937 nos exponia, en la Escuela Secundaria y Normal de Colima, la cétedra de Literatura Espaiiola e Hispa- noamericana. Adems de las explicaciones dedicadas a la preceptiva, buena parte de la clase estaba dedicada a lecturas y al conocimiento de autores clasicos, tinica forma —segiin el autor de una Literatura Mexicana y de ‘numerosas obras sobre Colima— de poder comprender las bellezas lite- rarias; también, procedimiento indispensable para llegar a escribir media- hamente, © aun Hlegar a ser un buen eseritor. Pocos afios después, en 1940, ingresé a la Facultad Nacional de Derecho yy Ciencias Sociales y nuevamente tuve oportunidad de escuchar las reco- mendaciones para la lectura de La ciudad antigua, recomendaciones que Partian de los labios de uno de los més ilustres maestros que ha tenido la Universidad Nacional: don Antonio Caso, quien en su clase de Sociologia afirmaba que uno de los grandes sociélogos, al par que singular historia- dor, era precisamente el autor de tal libro. En tales condiciones, del cono- cimiento de algunos trozos escuchados en las lecturas de Colima, pasé a | obra completa. En la propia escuela de Leyes, en mas de una ocasién ¥ A diversos maestros, entre los que recuerdo a Recaséns Siches y a don _ > ae vit LA CIUDAD ANTIGUA ‘Atenedoro Monroy, segui escuchando la recomendacién de egar a una fuente tan amena, al par que erudita, para conocer los sistemas sociales de los pucblos antiguos, tanto Roma como Grecia; y de paso, tener una nocién cabal de los problemas sociolégicos derivados de la religién y del Derecho. Los afios pasaron y ya, profesional del Derecho, tuve ocasién de saborear, con mayor cultura, os profundos estudios que contiene una obra que parece més bien literaria, debido a la singular calidad con que fue escrita, Fustel de Coulanges, Numa Denys, demuestra que se puede ser erudito y, sin embargo, manejar el lenguaje con a mayor elegancia lite- raria, Por ello, al entregar estas notas para la difusién masiva de su obra ‘més conocida, a través de la ya benemérita de la cultura popular Editorial Pornia, lo hago haciendo ahisién a las principales calidades del autor de La ciudad antigua, como socidlogo, como historiador y como jurist EL SOCIOLOGO Muy dificil resulta que alguien no pueda coincidir en los términos que hallamos en la Introduceién a La ciudad antigua. Estudio sobre el culto, el Derecho, las instituciones de Grecia y Roma, cuando el autor puntua- liza la necesidad de estudiar las mas antiguas creencias de los antiguos para conocer sus institucfones. A continuacidn precisa el famoso historia dor francés sus finalidades: “Nos proponemos mostrar aqui segrin qué principios y por qué reglas la sociedad griega y la sociedad romana se han gobernado. Asociamos en el mismo estudio a romanos y griegos, porque estos dos pueblos, ramas de una raza y que hablaban dos idiomas formados de una misma lengua, han tenido también un fondo de instituciones comunes y han soportado una serie de revoluciones semejantes.” Patrafos adelante examina la importancia de las nociones y las com- paraciones que realiza, al sostener que los errores sobre estos antiguos pueblos no carecen de peligro: “La idea que se han formado de Grecia y Roma ha perturbado frecuentemente a nuestras generaciones. Por haber observado mal las instituciones de la ciudad antigua, se Ia ha creido resu- citar entre nosotros. Se ha formado una ilusién sobre la libertad entre los, antiguos, y sélo por eso ha peligrado la libertad entre los modemos. Nuestros ‘ochenta jiltimos aiios han demostrado claramente que una de las grandes dificultades que se oponen a Ia marcha de la sociedad modema, es el habito por ésta adquitide de tener siempre ante Tos ojos lx antigtedad sriega y romana.” ESTUDIO. PRELIMINAR * No debemos olvidar que Fustel escribia en la séptima década de la pasada centuria, de manera que al referirse a los iltimos ochenta afios, €staba aludiendo a los tiempos inmediatos a la Revolucién Francesa, ala intensidad de ésta y a sus consecuencias: el imperio de Napoleén Bonaparte, Ja caida de la monarquia borbénica en Francia y la restauracidn; la llegada de Ia dinastia orleanista y, inalmente, la presidencia y luego el imperio de Napoteén III, bajo cuyo reinado escribia Fustel y en cuya época aparecie- ron sus primeros trabajos y su libro més lefdo. No es por demas que para 1864, fecha de aparicién de su obra bisica, ya habia comenzado Ia inva- sién napoleénica en México y las tropas francesas se hallaban enfrascadas en el establecimiento, al cobijo de las armas de Francia, de un imperio en ‘América, que seguramente para los sofiadores de aquella aventura, podrian set los polos, con el imperio de don Pedro en el Brasil, de una decisiva y defintiva influencia de Europa y el sistema monérquico en las tierras ‘de América. En esos mismos afis, los primeros de Ia séptima década, los Estados Unidos se habfan enredado en una terrible guerra, que ponia en peligro la unién norteamericana. Solamente la tenacidad de Lincoln y la industralizacién del norte de aquel pais, permitieron la subsistencia de tal nacién bajo una sola bandera Por tanto, los ochenta afios a que alude Fustel de Coulanges, y que de una manera tan répida se pueden mencionar, significan, para Ia Europa en la que se habia desarrollado la vida del historiador francés, una serie de cambios profundos en el devenir de aquellos pueblos, que hasta esa fecha eran los rectores de los destinos de la Humanidad, al punto que po- dian considerarse como amos absolutos de tales destinos, Los acontecimien- tos. de I segunda mia de I psada centura, demuestran que se habin equivocado, Aqui es pertinente sefialar que en el mismo aiio en que nacié Fustel de Coulanges, en 1830, el mundo pasaba por gravisimos trastornos poli- ticos y sociales. Sin hacer alusién mas que a los principales, es pertinente recordar que ese afio fue de luchas tremendas, con gran participacién del Pueblo, que hicieron temer a las clases burguesas de Francia una nueva revolucién, pues Paris, que era el corazén de esa gran nacién, padeci6 esas luchas populares, lo que produjo la abdicacién de Carlos X, de la antigua Casa de Borbén, para dejar el paso a Luis Felipe I, de Orleans, como rey de Francia. Mas los disturbios se presentaron no solamente en Paris, sino en los Principales paises europeos: hubo trastornos populares en Alemania, que none se enontraba atin lejos de su inegracion nacional, pero que ya habia dado muestas, aunque parezea contradictorio, bajo la influensi de las invasiones de Bonaparte a principios del siglo, de un anhelo por lograr by Quattrococodrilo x LA CIUDAD ANTIGUA Ja unidad, Por otra parte, hubo también graves levantamientos en Bruselas, que llegaron a producir la independencia de Bélgica. Carlos de Talleyrand, cl famoso diplomatico francés tanto de Napoledn como de los Borbones, ha dejado en sus Memorias testimonios indubitables de esos fenémenos politicos. Particularmente en la independencia de Bélgica, la mano del jus- tamente llamado “Mago de la diplomacia napoleénica” tuvo determinante participacién, En la misma fecha asciende al trono de Inglaterra Guiller- mo IV; se produce In famosa conferencia de Londres, que reconoce la Independencia de Grecia. De todos es conocida la romantica aventura de Lord Byron, como insurgente en las luchas libertarias de a antigua Hélade, que culminaron en este aflo con la libertad oficialmente reconocida Mas no solamente en Europa se producen graves acontecimicntos en el afio del nacimiento de Numa Denys, sino también en otros sitios del ‘universo: en Africa del Norte, ya en plena expansién imperialista la Europa Occidental, los franceses inician la conquista de Argel y parte del norte afticano, No hay que olvidar que apenas un aflo antes, Ia Rusia zarista se Tanzaba sobre Turquia, aunque en tal afio se concertaba la paz de Andriné- polis Por lo que se refiere a nuestra América, 1830 era también un afio clave, Lograda la independencia del Imperio Espaitol, nos hallamos en la caida de los grandes libertadores y de quienes intentaron construir una ‘América grande y unida, cuyas fronteras llegaran desde las Californias, tentonces todavia formando parte de México: Colorado, Arizona, Nuevo ‘México, Texas, hasta la Patagonia. Mas el proceso de disgregacién se i ciaba y en buena parte iba a quedar concluido en la propia década: inicia- 4a con la disolucién de la Gran Colombia, en la que los espariles de Ecua- dor y Venezuela cercaban su feudo, en tanto que el otro miembro de quella vigorosa entidad, 1a antigua Nueva Granada, se convertia en 1a ‘nueva Colombia, con Santander, el llamado “hombre de la Ley”, asi tuvie~ ra entre sus hazatias el intento de asesinato del gran Simén Bolivar. Esa mma década ocurririan las luchas fratricidas entre los miembros de la ‘antigua Capitania General de Guatemala, convertida en Republica Federal ‘de Centroamérica; mas el suefio de Morazén no se cumpli6, y os cons- tabularios de Carrera y sus secuaces dieron al traste con tan noble pro- yeoto, También la Confederacién Peruanoboliviana, que encabezd el ex- ‘waordinario mestizo, mariscal Andrés de Santa Cruz, heredeto cn buena parte de los suefios bolivianos, recibié golpes de muerte, infortunadamente Por aquellos que debieron haber luchado por su permanenci EI mismo afio del nacimiento, apenas precedido en escaso tiempo por la iniciacién de una de las grandes obras lterarias, la Comedia Humana, Yr ESTUDIO. PRELIMINAR x del fabuloso Balzac, que principia en 1829, nos encontramos la polémica cientifica entre el gran Cuvier y Saint-Hilaie, en tomo a las teorias tran formistas. También 1830 vio la aparicién de los Principios de Geologia, de Lyell; y algo de singular trascendencia para el mundo de las letras, la publicacién de Hernani, del novelist francés Victor Hugo, considerada por muchos como el inicio casi oficial de un capitulo fundamental de la literatura europea, que pronto se expandié por todo el mundo: el roman- ticismo. Tal vez seria pertinente afladir que al ao siguiente hay trastornos en Italia, Polonia, que es convertida en provincia rusa, en tanto que estalla Ia guerra egipcio-turca. La imagen intemacional se completaria si preci samos que en nuestro continente apenas si el Brasil tiene una continuidad relativamente institucional, pues en 1831 Pedro Il se convierte en empe- rador de la antigua gran colonia portuguesa. Solamente de paso apuntamos que nuestro pais se halla en plena anar- quia en estos afios, con las pugnas entre federalistas y centralistas, por un lado, y la de yorkinos y escoceses, logias masGnicas, por la otra. Si en 1823 habia sido fusilado Iturbide, el principal consumador de la Inde- pendencia mexicana, cuyo sesquicentenario parece que se va a celebrar en. este ato con cierta timidez; el afl de 1831 es asesinado el general Vicente Guerrero, quien como principal jefe insurgente intervino en nuestra inde- pendencia. Tal crimen fue resultado de la reaccién militarista de Jalapa, iriunfante el aio anterior, que habia derribado a Guerrero, presidente de Ja Repiblica Sefalados los principales acontecimientos histéricos y culturales en tomo a la fecha del nacimiento de Fustel, retornaremos a ubicar su perso- nalidad como socilogo. Nacido el aio en el que Augusto Comte comienza sus cursos de filosofia positiva, Fustel de Coulanges va a resultar uno de Jos més eminentes sociélogos de su tiempo; y sus libros pueden ser leidos todavia con provecho por los profesionales de esta disciplina. Sus campos ‘més importantes fueron la religién y el culto, las insttuciones familiares y de la propiedad. Pensamos que si nuestros idedlogos de la pasada cen- ‘uria hubieran tenido el conocimiento sociolégico que Fustel difundi6, pero 8 los que ya otros pensadores como Montesquieu habian hecho asedios, ro se hubiera producido un conflicto tan tremendo como el que ocurrié centre la Iglesia y el Estado mexicano, De la importancia de las creencias nos dejé paginas magistrales, de Jas que nos petmitimos recoger algunos parrafos para que los lectores de nuestros dias, aficionados o no a los problemas sociales, ubiquen el Pensamiento del gran historiador francés, que seguramente ain puede iluminar problemas; de otra manera nos parecerian abstrusos y oscuros. En la introduceién a La ciudad antigua nos dice oy Qua | xi LA CIUDAD ANTIGUA “Los grandes cambios que periédicamente se manifiestan en la cons- titucidn de las sociedades, no pueden ser efecto de la casualidad ni de Ja fuerza sola, La cause que los produce debe ser potente, y esa causa debe de residir en el hombre. Si las leyes de la asociacién humana no son las mismas que en la antigiledad, es que algo ha cambiado en el hombre. En efecto, tenemos una parte de nuestro ser que se modifica de siglo en siglo: es nuestra inteligencia, Siempre esti en movimiento, casi siempre en progreso, y, a causa de ella, nuestras instituciones y nuestras leyes estén sujetas al cambio”. Luego concluye en la siguiente forma: “Hoy ya no piensa el hombre lo que pensaba hace veinte siglos, ¥ por es0 mismo no se gobiema como entonces se gobernaba. He aqui, en unas cuantas lineas, una serie de definiciones doctrinales, de teflexiones de filosofia politica y de sociologia aplicada, que conside- ramos siguen teniendo validez. En ia continuidad de su propio pensamien- to, allade con agudeza: “La historia de Grecia y Roma es testimonio y ejemplo de la estrecha relacién que existe siempre entre las ideas de la inteligencia humana yy el estado social de un pueblo. Reparad en las instituciones de los an- ‘iguos sin pensar en sus ereencias, y las encontraréis oscuras, extravias, inexplicables. ;Por qué los patricios y los plebeyos, los patronos y los clientes, los eupétridas y los tetas, y de dénde proceden las diferencias nativas e imborrables que entre esas clases encontramos? {Qué signi- fican esas instituciones lacedeménicas que nos parecen tan contrarias 1 Ia Naturaleza? ¢Cémo explicar esos caprichos del Derecho privado: fen Corinto, en Tebas, prohibicién de vender a tierra; en Atenas, en Roma, desigualdad en la sucesién entre el hermano y la hermana? {Qué entendian los jurisconsultos por agnacién, por gens? {Por qué esas revoluciones en la politica? {En qué consistia ese patriotismo singular que a veces extinguia los sentimientos naturales?” “Todas estas interogantes tienen amplia respuesta en Ia obra de Fustel; explicaciones magistales. Si entre nosotros mismos, nos hubigramos acer~ cado a la instituciones de nuestros indios con espritu de honradez y con pleno conocimiento de sus costumbres y el por qué de ellas, no se hubie- ran cometido las aberraciones que, aun en un régimen como el revolucio- nao, surpido del movimiento democritico y amnado del sehor Francisco 1 Madero, y consolidado tal movimiento y las instituciones nuevas que de 1 surgieron; no se hubieran cometido los graves errores, aun con la mejor intencién, como en los gobiernos de Obregén y del radical general Car- denas, si se hubiera tenido un mejor conocimiento de la organizacién social y religiosa de las antiguas comunidades y seiorios indigenas. Por ello no ESTUDIO PRELIMINAR xm podemas menos de puntualzar el gran interés de Ins ideas del autor que prologamos. Por cierto que muchas de las insitaciones siguen siendo con- Figeradas, equivocadamente, de Roma y Grecia, aun por especialistas, {quienes carecen del conocimiento que, no obstante la difusién del manejo de as ideas, ereencias e instituciones de ellas, se ha hecho. Del propio Fustel son las siguientes palabras: “ {Qué se entendia por esa libertad de que sin cesar se habla? ¢Cémo ces posible que hayan podido establecerse y reinar durante mucho tiempo institueiones que tanto se alejan de la idea que hoy formamos de cllas? {Cuil es el principio superior que les ha otorgado su autoridad sobre el espiritu de los hombres?” “Pero, frente a esas instituciones y a esas leyes, colocad las creen- cias: los hechos adquiriran en seguida mas claridad, y la explicacién se ofiecerd espontineamente. Si, remontando a las primeras edades de esta, raza, es decir, al tiempo en que fundé sus instituciones, se observa la jdea que tenia del ser humano, de la vida, de la muerte, de la segunda cxistencia, del principio divino, adviértese una relacién intima entre estas opiniones y las reglas antiguas del Derecho privado, entre los ritos, que emanaron de esas creencias y las instituciones politicas.” Efectivamente, cuando se hace la comparacién de las creencias y de las leyes de los pueblos antiguos de la Hélade y de los primeros tiempos romanos, se advierte que fueron principios religiosos los que establecieron el matrimonio, los rangos de parentesco, la autoridad paterna, al mismo tiempo que consagraba plenamente los derechos de propiedad y de la herencia, “Muchos de los conceptos y de las instituciones de los antiguos sola- ‘mente se pueden explicar a través de las creencias y, ya mejor organizados, de la religién. Asi, cuando examinamos una de las instituciones fundamen- tales del mundo antiguo, que llegé casi inedlume hasta nuestros dias, como es el referente a la propiedad. Tal vez una buena explicacién de la crisis dela propiedad cn nuestros dias, tanto en los paises capitalistas como en los socialistas, através de diversos procedimientos, pero en todos gravan- do seriamente esta institucién, o limitindola por diversos caminos, se en- cuentre en la diversa aetitud que muestra el hombre modemo ante la reign. Por ello nada mejor que recordar lo que de manera indubitable puntualiz6 nuestro autor: “Fue la religién, y no las leyes, lo primero que garantiz6 el derecho de propiedad, Cada finca estaba al cuidado de las divinidades domés- ticas que la guardaban, cada campo tenia que estar rodeado, como hemos vvisto que sucedia con la casa, por una cerca que Ia separaba comple- by Quattrococodrilo TT xiv LA CIUDAD ANTIGUA tamente de las posesiones de las demés familias”. A continuaciOn, pera que se advierta que no se trataba de unos limites, precisa: “Ia eerea no era precisamente un muro de piedra; bastaba una zona de tierra de algunos pies de ancho que debia quedar inculia, sin que el arado la to- case. Este espacio era sagrado, y la ley romana io delaraba imprescrip- tible, porque pertenecie a la religién, En ciertos y determinados dias del res y del aio, el padre de familia daba la vuelta su campo siguiendo aquella finca; y Nevando delante las victimas y cantando himnos, ofre- cia los saerificios. Con esta ceremonia ereia atraer la benevolencia de sus dioses para su campo y su casa, y sobre Jodo, consignaba su derecho de propiedad paseando su culto doméstico por su predio.” Agui advertimos que no se trata propiamente de actos juridicos en el sentido modemo del Derecho positivo; no son actos apegados a la ley; sino «que fundamentalmente se atienen al concepto y a las pricticas re “De trecho en trecho colocaba sobre los limites de éste algunas piedras ‘grandes 0 troncos de arboles que se Ilamaban ¢érminos, y puede compren- derse lo que significaban aquellas sefales y las ideas que a ellas se aso- ciaban, por el modo con que le piedad de los hombres las colocaba.” Viene a continuacién la descripcién de las ceremonias, segtn el antiguo Siculo Flacco: “He aqui la préctica que seguian nuestros mayores: principiaban por hhacer un hoyo y, poniendo en su orilla derecha el rérmino, lo coronaban de guirnaldas, de hierba y de flores; después ofrectan un sacrificio inmo- lando la vietima y dejando caer su sangre en el hoyo; también echaban carbones, encendidos probablemente en el fuego sagrado del hogar; tortas, frutas y un poco de vino y miel. Cuando todo se habia consumido, intro- ducian ta piedra 0 trozo de madera sobre las cenizas calientes.” La conclusién de Fustel de Coulanges, respecto a estos ritos, es Ia siguiente: “Se comprende que esta ceremonia tenia por objeto hacer del 1érmino una especie de representante sagrado del culto doméstico, tanto mas que para seguir dndole este caricter, cada afto se renovaba la cere monia vertiendo libaciones y recitando preces. El término colocado en tierra era, por tanto, la religién doméstica implantada en el suclo para cor signar que este suelo constituia para siempre la propiedad de la famil Mis tarde, y con la ayuda de la poesia, se considers al término como un dios distinto.” Por lo demés, este uso de lindes sagrados 0 de términos, fue una costumbre generalizads entre los pueblos indoeuropeos, Ya otros autores han seftalado que en la India ocurtia un fendmeno parecido. En la propia Roma se encontraban los precedentes entre los sabinos y los etruscos; de ‘manera andloga ocurria entre los helenos. “Una vez colocado el linde ESTUDIO PRELIMINAR xv sd postr anal slog pt aman yl sl Se eo etemeni ene mismo lap Ba pls rl Mace se explicaba en Roma con una leyenda: habiendo querido Jipiter Bose ose uns en el monte Capioino par ene all un tempt, pre imposible desalojar al Dios Término, cuya vieja tradicién demuestra cui sagrada era la propiedad, porque la inamovilidad del Dios Término significaba, sin duda alguna, la inamovilidad de Ia propiedad, Datos semejantes se encuentran en el poeta Ovidio, segiin el cual, al acercarse en demasia a otra propiedad, roturando con el arado, el dios gritaba: “Detente, Este es mi campo y aquél el tuyo.” La ley etrusca era ferminante en esta materia; y anéloga situacién se encontraba en la Hé- fade. Las consecuencias y deduccién que saca Fustel, en unas cuantas fineas, revelan hasta qué punto habia calado en el conocimiento del mundo antiguo indoeuropeo; y constituyen la mejor explicacién de lo que fue la propiedad en la antigiedad, con el profundo sentido que adquirié: “-Resulta evidente que de todas estas creencias, usos y leycs, la reli- gin ensefié al hombre a apropiarse la tierra y a mantener su derecho de propiedad sobre ella. Se comprende que tal derecho de propiedad, concebido y establecido de este modo, fuese més completo y absoluto en sus efectos de lo que ha podido serlo en las sociedades modemas, en que se funda sobre otros principios exclusivamente materialista, En este capitulo, los antiguos han dejado testimonios indubitables. En Esparta se prohibia vender, a la familia, su lote de tierra. Platén lo esta blece en su tratado de las leyes, siguiendo el uso generalizado, Fenémeno parecido se encuentra en Leucades. Mas preciso es Fidén de Corinto, al prescribir que no se alterase el niimero de familias y propiedades, fundado en Ia prohibicién de vender tierras 0 dividirlas. En las leyes de Sol6n, si no existia esta prohibicién, si existia el castigo, para el vendedor, consis- tente en la pérdida de todos los derechos de ciudadano. También Aristételes precisa que en muchas ciudades antiguas las legislaciones prohibian la venta de tiers, Prokibicién perfectamente logica, si precisamos que los, tits, el culto, en fin, Ia divinidad, no son vendibles.. Por ello, afirma Fuste: “Tales eyes no deben sorprenderos, porque si se funda la propiedad on el dee de aaj, el hombre puede cee, peo ise funda en ta religion, no; porgue la une ala tcrra en vinculo mis fuerte que la voluntad humana, Perteneciendo al dios doméstico, a la familia toda y a los descendicntes de ella, el poscedor no la tenia sino en depésito.” xv LA CIUDAD ANTIGUA Las observaciones sociolégicas se repiten en tomo a la ley, las revo. luciones y otros temas. Mas dejemos que sea el lector quien las advierta, dedicéndonos nosotros al examen de otros aspect. EL HISTORIADOR Para comprender el sentido de la interpretacién histérica, segin nues- {ro autor, que generalmente ha sido unido a los positivstas franceses, como Hipélito Taine, es pertinente recordar una reflexién que hace en el capi- tulo IX del Libro Segundo, cuando nos habla de la antigua moral de la familia: “La historia no estudia solamente los hechos materiales, el ver- dadero objeto de su estudio es el alma humana, y él debe aspirar por lo ‘mismo a conocer lo que el alma ha pensado y sentido en las diferentes ctapas de la vida de la humanidad.” Esto nos leva a recordar lo que expresa Mare Bloch en su libro Introduceién a la Historia “Esta facultad de captar lo vivo es, en efecto, la cualidad dominante del historiador. No nos dejemos engatiar por cert frialdad de estilo; los mas grandes entre nosotros han poseido esa cualidad: Fustel 0 Maitland a su manera. Quizé esta facultad sea en wn principio un don de hadas, que nadie pretenderia adquirir si no la encontré en la cuna.” Quienquiera que haya recorrido las paginas de cualquier libro de Fustel de Coulanges, comprendera fécilmente lo que Mare Bloch ha expresado. Esta facultad de captar lo vivo se encuentra altamente desarroliada en La cludad antigua: e1 hogar, el culto, los rtos, las insttuciones politcas, todo el mundo antiguo circula ante nosotros como en una cinta cinematogré- fica; con un poder descriptive que ha hecho que Grimaud, el excelente bidgrafo y critico de Fustel, nos diga, cuando hace referencia al estilo: “Si se le juzga por su tesis doctoral sobre Polibio, suftié al principio la influencia de Montesquieu. Se advierte en cada pagina la imitacién del modelo.” Despues sefiala cmo el estilo se va tornando limpido, de gran precisién, aunque con cierta debilidad. Mas esto no duraré mucho, porque poco a poco se va vigorizando, y al escribir La ciudad antigua encontra- ‘mos a Fustel “en posesién de toda su originalidad. Yano estamos en presencia de un principiante, que intenta Ia basqueda de su propio cami- no”. Ahora el propio autor nos puede servir de guia y de modelo para otros escritores, Asi lo estima Giraud y ereemos que esti en Jo justo. El propio bidgrafo apunta cémo sus profundos conocimientos de! mundo ¢ldsico le prestaron un gran servicio, por lo que Se refiee al estilo: “Parece ESTUDIO PRELIMINAR xv jegos y los romanos, con quienes M. Fustel tuvo un comercio aro, le hayan legedo sus cualidades Ia mesura, I seneillez, la que Ios tan proiongado, a forma nitida y de rigor. : : Por su parte, Albert Sorel Hlegé a decir que no habia mejor escritor historia que Fustel de Coulanges. Se llegé a estimar que se convirtié de hii que no buscaba la ttorica nel rlegi, pero ue habia udquirido el lenguaje del sabio, entiquecido con una especie de elegancia distinguida, en la que campean Ia frescura y el encanto. IE] mismo Giraud estimaba que le distineién parecia dimanar de su presencia exterior: “en su cuerpo latgo y flaco; en su frente amplia y alta, fn su nariz afilada; en sus ojos pequefios y vivos, en su voz débil, pero clara y fina”. Esa distineién la llevé a la forma de escribir, por lo que La ciudad antigua es uno de los libros mas bello. ‘Uno de los mejores capitulos es el destinado al patriotismo y al des- tierro, donde al par que encontramos al historiador, se perfila ei hombre ‘modemo, tanto como jurista que como iedlogo politico. Al discern las formas que asumia el patriotismo en el mundo de los antiguos, afirma con toda precision: “La palabra patria significaba, entre los antiguos, la tierra de los padres, terra patria, La patria de cada hombre era la parte de suelo que su religién doméstica o nacional habia santificado, la tierra donde repo- ssaban los huesos de sus antepasados, y ocupada por sus almas. La patria cchica era el recinto familiar con su tumba y su ferritorio marcado por Ja religidn. ‘Tierra sagrada de la patria’, decian los griegos. No era ésta tuna vana frase, Este suelo era verdaderamente sagrado para el hombre, pues estaba habitado por sus dioses. Estado, Ciudad, Patria; estas pala- bras no eran una abstraceién, como entre los modernos; representaban con fidelidad un conjunto de divinidades locales, con un culto cotidiano y ereencias arraigadas en el alma.” No ha sido, pues, ociosa la afirmacién que hemos recogido de Fustel para conocer su interpretacién de la historia: el historiador debe “aspirar ‘conocer lo que el alma ha pensado y sentido en las diferentes etapas de la vida humana”. Por tanto, también io que apuntibamos de Mare Bloch: cualidad fundamental en la vida y en la obra del autor de Ia historia de las instituciones politicas de Francia, fue la de captar lo vivo. Por ello su obra esti impregnada de pasidn y sentimiento, de emocién, que hacen que la lectura se deslice placenteramente Lo que no hizo Fustel y nosotros puntualizaremos en unos pérrafos ‘vomplementarios, para mejor comprensin de sus ideas, es hacer referencia al nacionalismo y al patriotismo; mas no al nacionalismo agresivo, sino al oy Quattr cocodnio XVlL LA CIUDAD ANTIGUA constructivo, tal como cristaliz6 en la centuria pasada. Uno de los clési- cos, que no deja de tener ciertas afinidades con Fustel, es el famoso Renén, quien sostiene que Ia base de Ia nacién se encuentra en la voluntad. Expresa el famoso filésofo francés: “Una nacién es un alma, un principio espiritual, Dos cosas que, a decir verdad, no forman ms que una sola, constituyen esta alma, este principio espiritual. La primera se encierra en el pasado; la segunda pertenece al presente. La una es posesién en comiin de un rico legado de recuerdos; la otra es el consentimiento actual, el deseo que perma- nnezea intacta la herencia recibida con el caricter de indivisa..” Luego affade Io siguiente: “El culto de los antepasados es el més legitimo de todos, ya que ellos nos han hecho tal como somos. Su heroico pasado, sus grandes hombres; su gloria (la justa y legitima), tales el capital social con que se funda una nacionalidad. Poseer glorias comunes en el pasado y una voluntad comiin en el presente; haber realizado conjuntamente grandes empresas; querer seguir emprendiéndolas; he aqui las condiciones ese ciales que caracterizan a un pueblo...” Para concluir con sus més cono ddas expresiones: “La existencia de una nacién es un plebiscito ininte- rrumpido, del mismo modo que Ia existencia del individuo es una afirmacién perpetua de vida.” Lo anterior no significa que el patriotismo, en el antiguo sentido ex- presado por griegos y romanos, que tan bien ha puntualizado Fustel de Coulanges, no siga siendo valido en términos generales. Por su parte, un autor moderno, Del6s, que es quizé quien con mayor profundidad ha analizado esta cuestién, nos dice: “La nacién es una comunidad, y no una sociedad. Es una de las mis importantes, y quiza la ms acabada de las comunidades que hace nacer la civilizacién. El medio étnico y genético impone a los individuos men- talidad, costumbre, elementos de cultura, y éstos se imprimen como pro- yyecciones del medio sobre las conciencias individuales, despertindose Ja conciencia nacional como consecuencia de dicha aportacién histérica.” Mas volviendo a La ciudad antigua, ya encontramos el germen de sentimientos anélogos, que solamente habrin de aflorar casi veinte siglos después. En ella se dice: “Asi se explica el patriotismo de los antiguos, sentimento enérgico que era para ellos la suprema virtud, y en que venian a refundirse todas las otras. Cuanto habia de més querido para el hombre ESTUDIO. PRELIMINAR XIX a en la patria, en la cual hallaba su propiedad, su seguridad, su pete 1a fey su dog. Perdindola lo perdi todo, y ea casi imposible recy joterés privado se encontrase munca en oposicién con el piblico, Fatén dice: “La patria nos engendra, nos eria y nos educa”; y Sofoeles: La patria es la que nos conserva. ‘a pag jemplo que hemos tomado, de 1o que es el anilisishistrico- sociolégico de una institueZén 0 de un sentimiento, ya que en ocasiones te casi imposible seguir una sola clasificacién, es un indicio de la forma fn que analizaba Fustel ls instituciones. Y afirmando sus ideas de sent miento-religién, sostiene: “La patria tenia al individuo sujeto con un vinculo sagrado; debia amarla como se ama a la religion y obedecerla como se obedece a Dios. Debe uno entregarse a ella por completo, dedicarlo todo a ella, consagra doselo todo, Habia que amarla gloriosa u oscura, feliz 0 desgraciada; amar sus beneficios y hasta sus rigores. Sécrates, condenado sin razén por ella, no estaba dispensado de amarla; habfa que quererla como Abraham a su Dios, hasta sacrificare su propio hijo. Bra necesario ante todo saber morit por ella; y tanto el griego como el romano no se sentian inclinados a mo- rir por adhesin a un hombre © por punto de honor, pero por la patria daban con gusto la vida, porque atacar a su patria era atacar a su religin.” ‘De cémo nuestro autor podia analizar con toda precision cl verda-

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