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a CARLOS MONSIVAIS Maria F la mujer y la leyenda, la belleza como una alianza entre 2 2 moment MARTA FELIX: Con motivo de la . aparicién del libro de 2 ee PABELLON mujer-mito, Carlos Monsivais nos smn DE LA IMAGEN comprender la magia y el misterio de los que Marfa Félix ha sabido rodearse. ‘CARLOS MONSIVAIS ESCRITOR. HA PUBLICADO, ENTRE OTROS LIBROS, AMOR PERDIDO, ENTRADA LIBRE, BSGENAS DE PUDOR Y LIVIANDAD. SU OLTINO TETULO ES EL GENERO ESPISTOLAR (MIGUEL ANGEL PORROA), [MIEMBRO DEL. CONSEJO EDITORIAL DE INTERMEDIOS. Las fotografi que lustan este texto fueron tomadas del bro Marta Félix, publicado por RTC, 1a ineteca Nacional y a Direccion General de Comunicacion Social de fa Presidencia de Ia Repablica México, 1992. toric Manet Mares rao, 1987 INTER MEDIOS 12 ri, canoes a le pes dea iis fre Ignacio Ramite. en el album de Rosario a Peta 0 Rosario la de Mee la hermosura afinada por el aracter: el cardcter que es un res ponsabilizarse a fondo de los rasgos. Ma- ria Félix: celebridad internacional. leyen- da del siglo mexicano, la titular de una filmografia signficativa y desigual, el anecdotario interminable, fruto del rumor © de los hechos, que se sustenta en la admiracion que arraiga en el pasmo. y en el pasmo que suscita tanta admiracion Maria Félix. sonorense, capitalina, part siense, madrilefa, romana, neoyorquina, la mujer circundada por adjetivos a mo- do de collares o lémparas votivas: bel sima, elegante, espléndida, cruel, seduc- tora, inesperadamente tierna, licida. Ma- tfa Félix, la mujer que ve en el lujo al lenguaje externo donde. en su caso. ha llan adecuado relieve sus fuerzas interio- res (el cardcter le da sentido al lujo: el Iujo interpreta algunas demnandas del ca- racter). Maria es —cémo evitar la pala: bra~ un mito, y esta vez el término, tan malamente prodigado, se justifica con amplitud, Ella impulsa y ordena suefios y fantasias colectivos: ella es el anuncio yel nacimiento de una psicologia distin- ta; ella proclama la singularidad desde e! temperamento: ella es el imperio que siembra a su paso sometimientos y ren- diciones de quienes, en la pantalla 0 en las butacas, quisieran decir con Gide ‘Solo amo lo que me devora”: ella es la forma plena del propésito tan pocas ve- ces cumplido: hacer de la persona una obra de arte (la autobiografia como pa- si6n estética) Recuerdo una escena de los afios se tenta, Acomparié a la sefiora Félix al ca baret King Kong en la calle Mina. Aguar- dabamos el show. y de pronto un hom bre joven se acerca a nuestra mesa y le declama a Marfa, queriendo imitar su voz sinica: “De mas alla del Cunaviche, de més allé del Cinacuro, de mas allé del Me- tal De més lejos de mas nunca, decian los llaneros del Arauca para quienes sin embargo, todo esta. Ahi mismito detrs de aquella mata”. Maria sonri6, y el me- morizador de las frases iniciales de Doria Barbara siguié desgajando parlamentos enteros de La diosa aroilada. Amok, La Cu INTER MEDIOS 13 caratha, y todavia all estuviera de no su- gertrsele, cortésmente, el silencio. La es- ‘cena me perturbs por ilustrativa. Si, en efecto, hubo una “religion del cine”, y los espectadores feligreses, regidos por las utopias complementarias del deseo inal- canzable y el modelo fecundador, se aduefiaron de imagenes, secuencias, didé- Jogos y case ups. con el énfasisdictado por las ensofiaciones. el carifo, las apeten-

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