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Boletin del Instituo de Historia Argentina y Americana “Dr. Enulio Ravignani’ ‘Tercera serie, nim. 24. 24" semestre de 2001 NOTAS Y DEBATES EL DEBATE SOBRE LA FRONTERA A PARTIR DE TURNER. LA NEW WESTERN HISTORY, LOS BORDERLANDS Y EL ESTUDIO DE LAS FRONTERAS EN LATINOAMERICA. Sitvia RATTO* LOs ESTUDIOS DE TURNER Y SUS REPERCUSIONES MAS TEMPRANAS En 1893, el profesor de Historia de la Universidad de Wisconsin Frederick Jackson ‘Turner pronuncié en la Universidad de Chicago y en el marco de las celebraciones por el cuarto centenario del “descubrimiento de América” un discurso sobre el signi- ficado hist6rico de la expansién americana hacia el oeste. Esta presentacién marcé el nacimiento del mito de fa frontera.! Desde entonces mucha tinta se ha vertido en tor- no a fa frontera americana, en enfoques que aceptaban y remozaban la tesis tumeria- na o, por ef contrario, mostraban un modelo totalmente diferente. Turner planteaba que la frontera norteamericana, escenario de la lucha de los pio- heros contra una naturaleza hostil, habia coniribuido al desarrollo del individualismo, Ia iniciativa personal y la capacidad de improvisacién en la organizacion de la nue- va sociedad. Segtin esa tesis, el continuo avance de los colonos sobre las tiertas apa- rentemente baldias del oeste habria jugado un rol crucial en el desarrollo del sistema * cpa, "Pd. Turner, The Frontier in Americun History, Nueva York, Frederick Ungar Publishing Co., 1963 105 106 SILVIA RATTO democratico norteamericano y habria sido un factor determinante en la formacién del cardcter nacional? La frontera turneriana cobraba Ja imagen de un lugar de constan- te renacimiento, una “fuente magica de juventud” en donde América bebfa perma- nentemente y rejuvenccia.t Mas alld de la validez. hist6rica del modelo, las ideas de Turner fueron fundamentales para eldborar tesricamente la identiclad americana ba- sada en la existencia de un espiritu individualista que no encuentra barreras para su expansién y desarrollo+ La historiografia canadiense no escapé al influjo de la tesis turneriana para ana- lizar su propio proceso de ocupacién del espacio. Segin Richard Slatta, es posible encontrar tres interpretaciones sobre 1a expansidn fronteriza que se distinguen en funci6n de la especificidad que en ellas se le otorga a la experiencia canzdiense. De esa manera Satta describe una primera interpretacin basicamente tumeriana en donde el centro del anélisis se encuentra en reflejar lo distintivo de la experiencia ca- nadiense con respecto a su pasado europeo. La segunda posiciGn experimenta un pri- mer distanciamiento respecto del modelo norteamericano al tomar en cuenta en el anélisis. ademas det impacto que las fuerzas de la frontera tuvieron en la formacién del espacio, las influencias traidas por los mismos pobladores desde sus lugares de origen en Europa: de todos modes, el resultado tiende también a marcar la especifi- cidad de la frontera canadiense. Finalmente, el autor sefiala una dltima interpretacion que intenta borrar las diferencias entre los Estados Unidos y Canada hablando de un Unico proceso de expansién. La mayor parte de estos trabajos fueron escritos en las décadas de 1930 y 1940. A partir de 1970 comienza a producirse un distanciamien- to del modelo turneriano y empiezan a plantearse las caracteristicas propas det pro- ceso canadiense, entre las que se destacan el corto periodo de dos décadas en que funcion6 en el pais una frontera agraria, la existencia en ella de una estratificacién en clases y la permanencia de los valores culturales briténicos.S En la historiograffa norteamericana, la primera corriente revisionista de la “vieja historia del oeste” puede situarse a mediados del siglo xx. Figura pionera de este mo- vimiento fue Henry Nash Smith, con un trabajo publicado en 1950, donde sefialaba Los seguidores de Tuner intentaron aplicar su tesis a otras experiencias fronterizas. Asi, Waller Prescott Webb intenté extender el andlisis a Canadé, Australia, Suddfrica y Nueva Zekinda, Pero el avance mayor de Webb fue, indudablemente, situar esos procesos fronterizos en un contexte mnds glo~ bal que abarcara al Vicjo Mundo y en donde el continente americano (Is “gran frontera") aparecia co- to frontera de las metrépolis europeas (Walter Webb, The Great Frontier, Austin, University of Texas Press, 1952) 3 Alistair Hennessy, The Frontier in Latin American History, Albuquerque, University of New Me- sico Press, 1978 4 Femando Operg. Historias de ta fromtera: ef cautiverio en la América hispéinica, 3uenos Aires. Fee, 2001, p. 12 Richard Slatta, “Turner's impact in Canada and Latin America”, en: Revista Interamerican de Bi- bliograsia, vol, XUN, ntim, 1-4, 1997 EL DEBATE SOBRE LA FRONTERA EN LA HISTORIOGRAFIA AMERICANA 107 que la historia del oeste tat como se la conocia hasta ese momento descansana prin- cipalmente en Ja existencia de mitos. El mas enraizado de ellos era el mito agrario, que relataba la historia de un grupo de hombres que migraron hacia el oeste y crea- ron alli una vida pacifica y productiva. En ese “jardin” no existian los conflictos. Por el contrario, 1a sociedad fronteriza era una sociedad perfecta que crecia libre de los problemas que podian encomtrarse en el este y en Europa: para mantener esa situa cidn el oeste debia permanecer aislado de dichas contaminaciones.6 Ep 1961 los lideres de esta generacidn fundaron la Western History Asscciation, que tendria su propia publicacién, la Western Historical Quarterly. Para ellos la hi toria del oeste era fundamentalmente la historia de la empresa econémica americana escrita una y otra vez en un nuevo terreno. Las palabras clave para esta gereracién de posguerra fueron “expansidn”, “desarrollo” y “crecimiento”, palabras todas ellas que contradecfan 1a imagen turnetiana del pionero americano construyendo un mun- do mas primitive, un retorno a tiempos més antiguos. En relacién con este punto, dos autores de esta nueva corriente “descubrieron el siglo XX” en el oeste: Earl Pomeroy y Gerald Nash. Segun la tradicién turneriana, la frontera finalizé subitamente en 1890; para los nuevos historiadores ese momento sdlo indicé Ia finalizacién de la breve etapa del pionero y fue el inicio de un perfodo de expansiGn tecnolégica y em- prendimientos productivos que no tenia limites visibles. En conjuncién con esto la region recibia millones de nuevos inmigrantes de otras naciones. En un trabajo ilamado “Toward a reorientation of western history: continuity and environment”, Earl Pomeroy resumia todas las insatisfacciones que creaba en la épo- ca la tesis turneriana, y ofrecfa alternativas de andlisis. Pomeroy proponfa restable- cer las multiples conexiones cnire el este y el oeste demostrando que mucho de lo que pasaba en Ja historia del oeste seria mejor comprendido como una contiauacién del desarrollo del este. La esencia de su planteo estaba en reemplazar la posicidn del veste como un sendero de apertura por otro modelo que pensara la relacidn este-oeste en términos de dependencia coloniat.7 Desde 1955 este tipo de trabajos fueron nume- rosos y todos partian de la premisa comin de que el oeste no habéa sido en sus ini- cios econdmicamente autosuficicnte. Como balance, la generacién de posguerra logré despojarse del gran peso del mito agrario pero atin mantuvo algunos aspectos como “la doctrina del progreso, del gigantesco desarrollo econémico”. En sintesi: mantenia una mirada entusiasta sobre el oeste americano. La situacién varid en la década de 1970 en manos de una generacién sacudida por la guerra de Vietnam y por las discusiones en torno a la pobreza, el racisme y la de- gradacion ambiental. Esto se trasladé al planteo de que la historia del oeste no debia © Henry Nash Smith, Virgin Land: the American West as Symbol and Myth, Haryard University Press, 1950. 7 Bask Pomeroy. “Toward a reorientation of western history: continuity and enviroment”, en: Mississip- pi Valles Historical Review, nim. 41, 1955 108 SILVIA RATTO. mirar solamente ef lado del progreso sino que debia incluir lo que Hamaban el lado ‘oscuro de Ja expansién; el violento proceso de ocupacién que sustrajo el veste de sus originales poscedores y la violencia con la cual éste fue asegurado contra los recla- mos continuos de las minorfas. Era el inicio del movimiento que se conoceria como New Western History. La NEW WESTERN HISTORY Algunos de los historiadores que reaccionaron contra ta tesis de Turner se nuclea- ron a fines de la década de 1980 en una corriente que se denominé la New Western History (en adelante, NWH), Pocos afios después se resumfan los principales presu- puestos y lineas de investigacién de este movimiento historiogratico en dos libros colectivos que presentaban los objetivos fundamentales del grupo. Si bien ambos libros son compilaciones de distintos estudios sobre el oeste americano, existe una ligera diferencia en el tono de los trabajos compilados en ambas obras, Los ensa- yos reunidos en el primero de estos libros, Trails: Toward a New Western HistoryS tienen un objetivo de divulgacién general. orientado hacia un publico amplio, y su aspecto fundamental ¢s ta critica a [a tesis turneriana; en Under an Open Sky? se presentan una serie de trabajos de especialistas en distintas éreas de la historia del este americano. quienes luego de expresar una imprescindible toma de posicién con respecto a la tesis de Turner realizan una apretada resefia de sus prop.as inves- tigaciones. El momento que marca el nacimiento de la NWH puede situarse muy definidamen- te hacia fines del afio 1989. En esa fecha la Fundacion Nacional para las Humanida- des habia financiado Ia realizacin de un encuentro en Santa Fe, México, que versara sobre “Rutas y senderas a través del tiempo”. Una de las organizadoras, Patricia Li- merick, propuso lamar al simposio: "Senderos (Trails): hacia una nueva historia del este”, buscando con la particula “nueva” generar un debate acerca de lo mucho que se habia modificado la historia del oeste en los ultimos aiios. En el simposio, Lime- rick present6 un brevisimo texto en donde intentaba responder acerca de la esencia de las nuevas corrientes que estudiaban la historia del oestc. Este trabajo, llamado. “What on earth is the NWH”, fue considerado por la prensa y por el publicc en gene- Limerick, Milner y Rankin (comps.). Trails. Toward « New Western History, University Press of Kansas. 1991 5 W.Cronon, G. Miles y J. Gitlin (comps. }, Under ant Open Sky: Rethinking American's Western Past, ¥. W. Norton & Co., Nueva York, 1992 EL DEBATE SOBRE LA FRONTERA EN LA HISTORIOGRAFIA AMERICANA 109 ral un manifiesto en donde se explicitaban los presupuestos basicos de la nueva co- rriente historiogréfica.0 Ellos eran: —E] “oeste” es, en primer lugar, una regién. ~ La historia de esa regién es un proceso que afecta también a otras partes de la nacién, asi como a otras partes del planeta. Para caracterizar ese proceso es necesario utilizar términos como “invasin", “conquista®, “explotacién", “desarrollo™, “expan- sién del mercado mundial”. — Se rechaza el término “frontera” por sus connotaciones nacionalistas y frecuen- temente racistas,!! ~ A diferencia del modelo de progreso inherente a la visién turneriana, la NWH se plantea la posibilidad de que algunas vias de] desarrollo del oeste Hevaran al fracaso.!? Sintéticamente, las premisas basicas de este grupo se centran en dos ejes princi- pales: la necesidad de incorporar al andlisis el “lado oscuro” de la expansién al oeste y Ia definicién del ocste como una regién con caracteristicas propias y con diversas conexiones con el resto de la nacién y con Europa. Con respecto al altimo punto, se ha pianteado una discusién en torno ala defi- nicién misma del objeto de estudio, lo que se ha dado en lamar la “dicotom(a fron- tera-regidn”,:3 polémica que no sélo enfrenta a “viejos” y “nuevos” historiadores del oeste sino que ha provocado posiciones diferentes en el mismo seno de la NWH. En efecto, los distintos trabajos que abogan por considerar al oeste como una regién particular no logran acercar una definiciGn convincente sobre los aspeetos que per- mitirian tal caracterizacién. Creemos que esta dificultad no es exclusiva de los his- toriadores del oeste norteamericano y debe inscribirse en la problemética general sobre la dificultad para definir de manera precisa al término “region” dentro de la historiografia latinoamericana.+ 10 P Limerick, “The unteashing of the western public intellectual”, en: Limerick, Milner y Rankin (womps.). Trails 11 Bn un reciente trabajo, Kenwin Lee Klein rechaza esta imputaci6n al término “frontera” cnnsideran- do que el mismo tivo diferentes significados a Jo largo de! tiempo, que fueron variando en funcién de lo que denomina “aparaios conceptuales disponibles”, Asi. los avances realizados fundamentalmeste en tor- no a Ins estudios de aculturacksn y etnicidad permiten redefinic a la Frontera como “una zona ¥e interac cin cultural”, Por otra parte, Klein plantea que las connotaciones etnocéntricas de las que segtr, Limerick aubolece el término “frontera” son més apticables a la nocidn de “oeste”, ya que “the west is always west ofsomething”. (Kerwin Lee Klein, “Reclamning the *F’ word, or being and becoming postwestern”, en: Pa- cific Historia Reviews, vol. 65. mayo de 1996.) 12 P. Limerick, “What on earth is the New Western History?", en: Limerick, Milner y Rankin (comps.), Trails... pp. 81-88 13” Tomamos Ia expresisn de David Wrobel, para quien la dicotomia se expresa en el debatz historio- grafico entre la idea de un proceso fronterize transitorio y Ja nociGn del oeste como un lugar con limites gcogrificamente definidos (1D. Wrobel. “Beyond the frontier-regidn dichotomy”, en: Pacifie Hisioricail Re- view. alin. 65, agosto de 1996), 11” vase el trabajo de Eric Van Young. “Haciendo historia regional, Consideraciones metodoligicas y teé- ficas”, en: Anuar EHS. nin. 2, 1987, Alltel autor expresaba que la regis era una hipétesis por demostras 110 SILVIA RATTO En los trabajos de Malone y de White se plantea que la confusién existente entre cl ogste como frontera terminada o como regidn geografica de los Estados Unidos de- riva en gran medida de la tesis turneriana modificada luego por Webb, donde se de- fine indistintamente al Oeste como un lugar (una zona de tierra libre més alla del centro de asentamiento) y como un proceso (/rontering). Afinando un poco mas el andlisis podrfa puntualizarse que Turner cenira la atencién en el proceso de coloni- zacion (un enfoque “to-the-region”), en tanto Webb se centra en la evolucién social dentro de la regién misma luego del primer asentamiento (“in-the-region”).15 La preocupacidn basica de los “regionalistas” de la NWH es establecer cudles son los rasgos distintivos que hacen del oeste una regién. Algunos investigadores han planteado como caracteristicos del oeste los siguientes elementos:!5 1) la aridez: el agua como Ilave de los recursos, Ia obtencién de la misma y los sistemas de riego son todos clementos que conforman el “complejo cardicvascular” de la vida socioeconémica del oeste; 2) una excesiva presencia del gobierno federal; 3) Ja herencia cultural de su experiencia fronteriza; 4) su atin pesada dependencia en las industrias extractivas.!” Cronon, Miles y Gitlin intentan conciliar los dos términos (“frontera” y “regién”) planteando que ambos estén indisolublemente unidos y cada uno es mejor compren- dido en relacidn con el otro. En ese sentido los autores proponen situar una etapa a continuacién de la otra. De ahi que no interese tanto ver cudndo termina ua momen- to y comienza el otro sino analizar ef proceso que se inicia con 1a “invasién” de la frontera y la apropiacién de la tierra y sigue con el asentamiento y la formacién de nuevas comunidades en las que emerge gradualmente la identidad local y regional con sus propios problemas de reproducci6n. En relacién con esto, el tema clave de la historia del veste consistiria en explicar las diferencias regionales que emergen de procesos fronterizos comunes y que deben ser buscadas, para los autores, en las dis- tintas reacciones o cambios que se produjeron en relacién con cinco procesos: las 15” Richard White, “Trashing the trails”, en: Limerick, Milner y Rankin (comps.), Trails... pp. 26-39; M. Malone, “Beyond the last frontier: toward a new approach ty Westem American History”, en: Lime- rick, Milner y Rankin (comps.), Pratls..., pp. (39-160. 26M, Malone, “Beyond, 17 La inexistencia de un acuerdo generalizado entre estos investigadores sobre las caracteristicas in- trinsecas de la regién oeste lleva a que esta lista de atributos no sea considerada definitiva para todos ellos Asi, Michael Quinn propone rescatar la religién como elemento que ayude a definir ef regionatismo ame- ricano, ya que Ia balcanizacién religiosa que se produjo al oeste del Mississippi contribuys a distinguir al este como un todo del resto de la navin. Una explicacidn de ello se encuentza en el hecho de que el oes fe fue el lugar dominante para ta instalacisn de comunidades de Asia y Medio Oriente, el sitio donde se concentraron los seguidores de la iglesia nativa americana y el mayor porcentaje de judios :eformados. Por tal motivo seria esencial incluir el estudio de la dimensisn religinsa en la “nueva historia” del oeste y rescatarla del espacio de nota al pie u observacidn aislada, Michael Quinn, “Religion in the Amer West”, en: W. Cronon, G. Miles y J. Gitlin (comps.), Under an Open Sky... pp. 145-166. EL DEBATE SOBRE LA FRONTERA EN LA HISTORIOGRAFIA AMERICANA 111 modificaciones del entorno natural como consecuencia de la introduccién de nuevas especies animales y vegetales, la formacidn del mercado, la adquisicién de tierras, el asentamiento en los limites fronterizos (que constituye la verdadera esencia de la vi- da fronteriza) y la formacién del Estado.'8 Finalmemte, y a diferencia de Turner, consideran fundamental partir de la premi- sa de las vinculaciones que mantienen las areas fronterizas con otras partes cel mun- do. Los individuos que migran a la frontera llevan consigo un bagaje culiural que en cl momento mismo de transportarlo esta siendo modificado. Interesa entonces estu- diar las elecciones que se le presentan al habitante de reproducir patrones sociales an- tiguos o introducir nuevos y quizds, volviendo al tema del pase de frontera a region, cl mejor sintoma de la transiciGn es ¢t sentimiento de los habitantes de un siti de que ya no estan inventando un mundo sino heredandolo.1? . Los problemas principales de las investigaciones de la NWH pueden sintetizarse en tres grandes temas: los conflictos de clase, género y raza; el impacto de ta expan- sidn sobre el medio ambiente y los estudios culturales. Con respecto al primer tema, sila vieja historia del oeste tendia a idealizarlo co- mo un lugar de simple democracia, sin problemas internos de poder,20 la NWH sostic- ne que el veste fue escenario de intensos conflictos por el poder y la jerarquia no solamente entre razas sino también enire clases, géneros y otros grupos dentro de la sociedad blanca.2! 18 W.Cronon, G. Miles y J. Gitlin, “Becoming West, Toward a new meaning for western history”. en: Cronon. Miles y Gitlin (comps.), Under an Open Sky’... pp. 3-27. 19 Cronon, Miles y Gitlin, “Becoming west...”. Sobre este tema véase también el trabajo de Gitlin “On the boundaries of empire. Connecting the West to its imperial past". en: Cronon, Mites y Gitlin tcomps.), Under an Open Sky.... pp. 71-89. 20° Ray Allen Billington y sus seguidores se encargaron de rescatar la tesis turneriana y adaptarla intentando integrar al anzilisis otros grupos sociales y étnicos ausentes en 1a misma indies, mujeres, ete.), Sin embargo, para Limerick este esfuerzo dio por resultado una historia en donde “los 2tros” fue~ ron acreedares de un parigrafo 0 un capitulo aparte dentro de la historia general pero permaneciendo, en el fondo. como grupos periféricos. P. Limerick, “The unleashing, ..”. en: Limerick, Milner y Rankin (comps.i. Trails 21 Dentro de este planteo global los mayores avances realizadas se centran en los estudios sobre fa mujer ¥ los pueblos indigenas. Los estudios sobre la mujer pionera ponen en duda dos supuestos fuertes de la “Old Wevtern History”: la nocién de que el avance de la frontera fue Hevado a cabo exclusivamente por pioneros hombres y europeos, que crearon una sociedad ms libre, més demoerética, ms individualista y més iguali- taria que la del este. La incorporacién de la mujer en la historia del oste recién se logré a partir de tos esta ios ferninistas de la década de 1970, en los cuales no solamente se incompors el personaje feanenino sino que se distingui la perspectiva de la mujer como distinta de la del hombre, Si bien en estas trabajos el andlisis se sttingfa a la mujer blanca de raices europeas, en la década siguiente se comenzaron a incluir en los diferen- tes grupos énicos que habitaron Ja regidn (indias, negras, espaitolas, ctc.), Véase Peggy Pascoe, “Western wo- man at the cultural crossroads”, en: Limerick, Milner y Rankin (comps.), Trails... pp. 40-58 y Katherine Mornsey, “Engendering the west”, en: Cronon, Miles y Gitlin (comps.), Under an Open Sky.... pp. 132-144, Con respecto al estudio de los indigenas, si bien el interés por estos grupos habia comenzado a ser planteado ‘en la generacién de posguerra. fue en las décadas de 1970 y 1980 que los trabajos se pensaron desde una pers- 112 SILVIA RATTO Lo que subyace en estos planteos es la necesidad de estudiar la frontera-regidn como un espacio multicultural, entendido como un ambito de interaccién de culturas diferentes, en donde centrarse cn el andlisis de slo un grupo implicaria el riesgo de considerar una sola fase del proceso.22 En este sentido, John Mack Faragher propo- ne que un estudio mas integral del espacio fronterizo deberia centrarse en el andlisis de las comunidades. La comunidad es el grupo minimo capaz de desarrollarse en el presente y reproducir en el futuro sus “creaciones” institucionales y culturales.2 Pa- a este autor, la persistencia y la transitoriedad son las dos caras en la formacién de comunidades. Por un lado, existe un grupo de personas con altos niveles d= movili- dad, los transetintes, que trabajan un tiempo para luego trasladarse a otro silio, y por otro, un grupo mas permanente, los vecinos, aquellos que construyen las institucio- nes comunitarias basicas para el desarrollo de la comunidad. Estudiar una comunidad implica realizar una operacién analitica en cuatto etapas. En primer lugar, la comunidad es un sistema de relaciones con el medio ambiente, lo que implica indagar sobre los procesos de ocupacién y puesta en produccién de la tierra. En segundo lugar, es un sistema de relaciones reproductivas, lo que Hleva a co- nocer aspectos vinculados a la composicién de la poblacién: edad, sexo, composicién étnica, estratificacién social y las ¢isputas creadas entre esos grupos. En tercer lugar, es el campo para la accidn colectiva; la vecindad, el compadrazgo, las fuerzas de competencia y de colaboracién son elementos que deben ser analizados para com- prcnder las redes sociales que se crean en la zona. Finalmente, el estudio de una co- munidad debe tener cn cuenta cl conjunto de lazos afectivos que derivan en la creacién de una identidad local y regional.24 E] impacto de la expansion sobre el medio ambiente es otro de los temas desarro- llados por la NWH. Este problema no ¢s un planteo original de este grupo sino que puede encontrarse en el mismo Turner; lo que diferencia ambas posiciones es el rol que le han dado al medio cn la creacién de la region oeste. Si para Turner la hostili- dad del ambiente jugé el papel de un obstaculo que debié ser superado, vencide por los colonos, en estos trabajos se plantea como un elemento que interacta permanen- temente con los habitantes. En este sentido, Elliot West plantea que, si por un lado, el nuevo entorno refleja una plenitud de nuevas oportunidades, también involucra al- pectiva multicultural (George Miles, “To heard an old voice”, en: Cronon, Miles y Gitlin (comps. Under an Open Sky... pp. 52-70), 22 John Mack Faragher, “Americans, mexicans, metis. A community approach (o the comparative study of North American frontiers", en: Cronon, Miles y Gitlin (comps.), Under an Open Sky... pp. 90- 109. 25 No todos fos aventaunientos fronterizos forman una comunidad porel hecho de que alguros de ellos no son capaces de reproducitse por sf mismos. Es el caso de los campos mineros 0 los centres de pesca {que se mantienen en la medida en que son abastecidos por un centro 24 John Mack Faragher. “The frontier trail: rethinking Turner and reimagining the American West”, en: American Historical Review, mit. 98, febrero de 1993. EL DEBATE SOBRE LA FRONTERA EN LA HISTORIOGRAFIA AMERICANA 113 gunas limitaciones, en el sentido de que hay cosas que ef medio ambiente pernite ha- cer y otras que no.2 El autor critica ef papel esencialmente pasivo que se le da habi- tualmente a la naturaleza y por el contrario, propone que adquiera un rol tan protag6nico como el del mismo pionero. De manera que el estudio sobre una regin para West debe comenzar necesariamente con una descripcién de su entorno, de lo distintivo de! medio ambiente, pero alerta sobre el peligro de que esta tarea se litmi- te a.una simple “acumulacién de detalles sin orden, ni jerarquia, ni valores analfticos més alld de una mera descripcidn”. Las discusiones acerca del medio ambiente no de- ben ser relegadas a un capitulo inicial aislado sino formar parte integral de ia histo- ria de la regiGn, de manera que, describir el paisaje es s6lo la primera tarea. a la que debe seguir un anillisis sobre la relacién de éste con la gente que allf vive.26 Otro tema desarrollado por la NWH es el de los estudios culturales. Para E. West una regisn es, en parte, lo que la gente piensa y siente de ella; de ahf que, para el autor, un medio de llegar al entendimiento del oeste es el andlisis de la literatura de la regidn, de su iconografia, etc.2” Coincidiendo con este planteo, Patricia Limerick propone un acercamiento lingiistico, un estudio de lo que los “westerners” hicieron y c6mo trataron las palabras. Su propuesta para futuras investigaciones es la utiliza- cidn de perisdicos junto con leyes, Srdenes, tratados y las acviones de jucces y pre- sentaciones de abogados para ilustrar los conflictos centrales acerca de! poder y la propiedad en cl oeste.* Este proceso de seleccién de significados también puede en- contrarse en la construccién de la identidad regional. Clyde Milner propone una nueva indagaciGn sobre qué es el oeste, quiénes son los westerners, a través del es- tudio de sus propios recuerdos.” Dentro de esta linea se han estudiado la formacidn del mito fronterizo y su re~ percusién en Ja cultura popular. Para Ann Fabian el conflicto entre la erudicion y lo popular, entre la elite profesional y fas audiencias de masas, entre el intelectual Elliot West, The Way to the Wests Essays on the Central Plains, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1995 24 Un ejemplo del tipo de trabajo que se esta realizando alrededor de este problema es el de Cronon, “Kennecott journey. The paths out of town", que analiza el funcionamiento de un centro minezo que vio su esplendor en la década de 1930 y réipidaniente pasé al ocaso, Para Cronon, éste es el ejemplo de un pa- {ron caracteristico del asentamieoto del geste: una economia que denomina de “boom-and-bust "en el sen- tido de procesos en fos cuales se podian crear y destruit centros productivos de la noche a la manana Cronon, “Kennecott journey. The paths out of town”, en: Cronon, Miles y Gitlin (comps.), Under an Oper Sky pp. 2851, 27 Elliott West. “A longer. grimmer but more interesting story”, en: Limerick, Milner y Rankin (comps. Trails... pp. LORIN 28 P. Limerick, “Making the most of words, Verbal activity and western America’, en: Conon, Mi- les y Gitlin ¢eomps.), Ustder av Open Sky... pp. 167-184. 29°C. Milner Il. “The view form wisdom: four layers of history and regional identity”. en: Conon, Mi- les y Githin (comps.), Under ae Open Sky... yp. 208-222, 114 SILVIA RATTO y el antiintelectual continga problematizando a los historiadores del oeste america- no. Su planteo es que la historia del oeste, tanto la escrita por profesionales como la vivida por los westerners no puede presentarse pura, cientifica y libre de distor- siones de la imaginacién popular. Ambas estan entcramente unidas y no pueden ser separadas.% En ese sentido Martha Sandweiss indaga, en “Views and reviews: wes- tern art and western history”, sobre el rol cumplido por el arte del oeste en el siglo XIX; plantea que los significados de las fotografias y pinturas del oeste se alejan bastante de Jos paisajes y objetos que representan y el patronazgo cumple un rol central como creador de una imagen particular del oeste. En ocasiones, el signifi- cado de una misma representacidn se modifica en el tiempo, lo que puede darnos Ja pista para indagar sobre el sesgo 6 las necesidades del puiblico consumidor de ar- te: hasta 1890 el arte estaba caracterizado por un tono didactico y un estilo realis- ta. A partir de esa fecha se buscaron la visién imaginativa y la reconstruccién de una frontera que ya habia pasado a la historia! La repercusién de la Nie en el ambiente académico «Qué repercusién ha causado en la historiografia americana la produccién de este nuevo grupo de historiadores del oeste americano? En su contribucidn a fa discusin, John Matone planteaba que los principales temas de la NWH eran aquellos que tam- bién habfan renovado a la moderna historiografia norteamericana: la mujer, los in- dios, las minorias, la historia urbana, el medio ambiente. Sin embargo, consideraba que Ja NWH habia descuidado enfoques en los que se ha centrado aquélla: la politica y la economfa. Y concluia con un oscuro vaficinio al sugerir que, al estar centtada nas en To social que en lo politico y econémico corrfa el riesgo de perder su relevan- cia académica, ya que apelaba a un més amplio pablico, lo que era posible lograr por la fascinacién que ejerce el oeste como lugar tnico.? En general, las nuevas perspectivas de género, raza, clase y medio ambiente que sostienen estos estudios han sido bien recibidas en el dimbito académico; lo que se pone en duda es la novedad de los mismos. Algunos historiadores consideran que te- mas como la diversidad cultural 0 los conflictos de clases eran objeto de investiga- 28 Ann Fabian. “History for the masses: comercializing the western past. en: Cronon, Miles y Githio écomps.), Under an Open Ske... pp. 223-238 A Martha Sandweiss, “Views and reviews: western art and western history. en: Cronon, Miles Gi- Ulin (comps.), Under ant Open Sky 324, Malone, “The “New Western History’, an assessment”, en: Limerick, Milner y Rankin (comps.), Titty... pp. 97-102, EL DEBATE SOBRE LA FRONTERA EN LA HISTORIOGRAFIA AMERICANA 115 cidn en ta historia norteamericana desde hacia mucho tiempo.:3 Lo que no agregan estos trabajos es que la novedad consistia en aplicarlos a un modelo que basaba su peso en cl contenido ideolégico mas que en la evidencia empirica. De ahi que fa fuer- za de la tesis turneriana y el rechazo de nuevas corrientes que la cuestionaran de raiz produjeran criticas mucho més duras sobre la NWH. En efecto, en un debate organi- zado por la revista Journal of the West. el historiador Gerald Nash llegé @ comparar la forma de difusisn de los planteos de la NWH con el manejo propagandistico de los nazis y fascistas. Para Nash los historiadores de la NWH sostienen una ideclogia to- talitaria que se evidencia por la utilizacién de los medios masivos de comunicacién para difundir sus posiciones y por la exclusién, tanto en sus publicaciones como en sus presentaciones orales, de otros estudiosos que no pertenecen a su cerrado grupo cuyos integrantes, por el contrario, se citan mutuamente.*+ LA FRONTERA MEXICANA: LOS BORDERLAND. Asi como Turner “invent6” Ja frontera norteamericana, puede decitse que Herbert Eugene Bolton “invent6” la frontera mexicana, Bolton, disefpulo de Turner, planted desde muy temprano la posibilidad de aplicar la tesis de Turner al estudio de la fron- tera en ciertas zonas de la América espaiiola, concretamente, en las regiones de co- tonizacién espafiola que en el siglo XIX pasaron al dominio de los Estados Unidos, es decir, el surocste de Norteamérica, Pero si bien Bolton indicé el camino a seguir, en sus obras muy diffcilmente se encuentren ccos de la postura turneriana. A diferencia de su maestro, Bolton consideraba la frontera como un territotio poblado per indige- nas en donde determinadas instituciones coloniales como la misi6n, el fuerte y el pre- sidio jugaron un rol clave en la historia de Ja regién, Et resultado de sus trabajos es una tendencia a la glorificacin del papel hispdnico, y la produccién de una suerte de leyenda blanca que relataba la heroica epopeya de soldados y misioneros espafioles.** Estos trabajos iniciales mostraron un interés especial por marcar el impacto de es- las instituciones hispanas en la frontera dejando de lado el proceso inverso. es decir. si, y hasta qué punto, la frontera pudo haber modificado dichas instituciones, Bolton planteaba que cl absolutismo espaiol ahogé toda iniciativa individual y dejé poco es- pacio para desarrollar un sentido de autoexpresin o de autodeterminacién, lo cual M_ Forrest Robinson icomp.). The New Westera History. The Territory Ahead, University of Arizona Pross. 1997, pp. 89. Este libro retine trabajos de representantes de diferentes especialidades que coinci den en lo general con los nuevos enfoques de ka SWH M_ Gerald Nash, “One hundred years of Westem History”, en: Junanal of the West, vol, 32, enero de 1993. 88 HLE. Bolton, The Spuntish Borderlands: a Chronicle of Old Florida and the Sotthsces', New Ha- con. Yale University, 1921, 116 SILVIA RATTO alejé a esta corriente de tos planteos tumerianos.** Partiendo de estas premisas, un grupo de investigadotes conocidos historiogrficamente como los borderiands co- menzaron a estudiar la frontera norte de Nueva Espafia en el espacio comprendido entre California y Texas.7 A partir de las décadas de 1960 y 1970 algunos historiadores de los Borderland comenzaron a abandonar el énfasis puesto hasta el momento en lo institucional y en inica de la frontera en virtud de nuevas preguntas.** Hasta ese momen- to, y en té&rminos generales, los borderlands habian demostrado poco interés por la historia social. A partir de entonces ¢ influenciados por los estudios demcgraficos, Jos trabajos comenzaron a incluir en sus andlisis temas como la mortalidad infantil, Ta longevidad, la composicién y el tamafio de las familias, las tasas de ilegitimidad y Jos movimientos migratorios.” Con estas nucvas herramientas y con el conocimien- to mas profunde sobre la poblacién fronteriza que se obtuvo a partir de estos estu- dios, se volvis a plantear ta factibilidad de aplicar la idea de Turner acerca de la influencia de la frontera en la creacin de un creciente individualismo e igualitarismo que, a su vez, producirian condiciones para la movilidad social. Aunque estos tra~ bajos no hacfan una referencia explicita a Turner, coincidfan en que los podtadores, espafioles en algunas regiones fronterizas, tuvieron la posibilidad de lograr una mo- vilidad social ascendente y que, en general, vivieron cn una sociedad més igualitaria que los pobladores de las areas centrales de México.40 Mis recientemente. y en concordancia con los temas prioritarios de la NWH. los ¢s- ludios de los borderiands han avanzado fundumentalmente en tres campos: la ocupa- cidn de la tierra y los efectos de esa ocupacién en los hombres y en el medio ambiente: la familia y el rot de la mujer dentro de ella, y los estudios centrados en el enfoque en Jas comunidades.4! Estas nuevas preguntas fueron posibles y se vieron acompafiadas 86 Un diseipulo de Bolton, John Francis Bannon, profundizé esa idea planteando que les colonos espa- fioles carecieron de Ia autodeterminacign y la fibertad personal de que gozaron sus vecinos norteamecicanos: cf. David Weber, “Turner, the boltonians and the borderland, en: American Historical Review. 91:1, 1986, pp. 66-67. Sin embargo, la regién de Alta California era mencionada como una excepein debido a una se- rie de condiciones pariculares que habrfan permitido una mayor fibertad ¢ iniciativa de sus pobladores: la ad de suelo, la ubundancia de mano de obra indigena y su aislamiento de los centros imperiales. Para una sfotesis sobre la actividad de este grupo, vase también G. Poyo y G. Hinojos."Spanish “Texas and borderlands historiography in transition: implications for United States history”. En The Jour nal of American History. vol. 75:2. septiembre de 1988 38 V, Cummins y L Cuminins, “Building on Bolton: the Spanish Borderlands seventy-five years la- ter”. en: Latin Anterican Research Review. vol. 35, nim, 2. 2000, 29D, Weber, “Turner ...°.p. 78 49 Véanse los trabajos de Alicia Tjasks sobre Texas, “Evolucién urbana de Texas durarte el siglo XVII en: Revista de fudias, nim, 131, 1973-1974, y Leén Campheil sobre California, “Los primeros ca- liforios: una sociedad de presidio en la California espafiola”, en: Journal of the West, aim. 11, 1972. 41. Fernindez de Castro, “Historiografia norteamericana sobre la frontera norte”. en M. Ceballos Ramirez (comp.), De historia ¢ historiografia de la frontera norte, Nuevo Laredo, México, El Colegio de la Frontera Norte. 1996, EL DEBATE SOBRE LA FRONTERA EN LA HISTORIOGRAFIA AMERICANA 117 por la indagacién de fuentes no utilizadas hasta el momento, como censes, registros parroquiales y documentacion regional (testamentos, leyes).2 Dentro de las nuevas preocupaciones se dehe mencionar, asimismo, una perspectiva diferente sobre el pa- pel de los indigenas en estos espacios. En este sentido fueron fundamentales los apor- tes de etndlogos y arquedlogos, En virtud de ello y al igual que Jo que sucedia en la historiografia norteamericana, los indigenas dejaron de tener un rol pasivo en las in- vestigaciones. Todas estas modificaciones Ievaron a un giro desde el estudio de las institucio- nes al estudio de la vida cotidiana, de las formas en que la herencia cultural de los pobladores se fue modificando y adaptando a las nuevas condiciones de vida. El li- bro pionero de Oakah Jones sobre los pobladores del norte de México es un ejemplo de esta nueva perspectiva, Utilizando documentacién de archivos provinciales y re~ gionales y aplicando conceptos y metodologias de otras ciencias sociales, presenta un estudio centrado en la vida cotidiana de los habitantes de la frontera y en el papel que cumplieron en cl avance de la frontera espaitola hacia el norte entre cl siglo XVI y el fin del dominio de Espaiia sobre esas regiones en 1821.1% El andlisis sobre el papel de las misiones, en este contexto, sufrié un cambio significativo, ya que dejaron de ser analizadas desde la perspectiva de una cruzada protagonizada por misioneros que sactificaban su vida por salvar la vida de los indi- genas, se hizo mayor hincapié en la importancia geopolfiica de estas instituciones. Los estudios comenzaron a centrarse en Ja repereusin que tuvieron las misiones en Jos pueblos originarios, cémo atecté a su economia fa nueva organizacién misione- ra, los cambios sociales y culturales, la resistencia indfgena que se produja en algu- nos casos y el colapso demogrifico.4 Finalmente, en las dltimas décadas varios estudios se han centrado en el periodo de traspaso de estas regiones desde el dominio mexicano al norteamericano anatizan- do los cambios que produjo este traspaso en diversos aspectos. Por ejemplo, se plan- tea que las modificaciones realizadas al tradicional sistema agricola mexicano habrian significado 1a destruccién del medio ambiente y el deterioro de las condicio- nes de vida de los pobladores mexicanos. En relacién con ta historia de las mujeres y de la familia, los estudios coinciden en mostrar asimismo el deterioro de la condi- cin laboral de la mujer debido a los cdnones culturales norteamericanos que rech: zaban la conducta libre y autGnoma de las mexicanas. A diferencia de elas, las mujeres norteamericanas habfan perdido importancia econémica y muchos de sus de- +2 Un ejemplo de estos trabajos es el fibro de Charles Cutter, The Legal Culture of Northern New Spain, 1700-1810, Unversity of New Mexico Press, 1995, donde se analiza el funcionamiento legal de reas de [rontera en donde no existian (otalinente desastolladas Jas instituciones judiciales creadas por la Corona espatiala para sus dominios coloniales. 48° ©. Jones, Las Paisunos: Spanish Settlers an the Novthera Frontier of New Spain, W978, Para una perspectiva de este tipo. véase el reciente libro de Robert Jackson, Fram Saveges ter Sub- jects, Missions fa she history of the American Southsvest, Nueva York, M.E, Sharpe, 2000. 118 SILVIA RATTO rechos y su influencia se limitaban a las esferas moral y cultural. Con respecto a la familia, estas investigaciones comprobaron la modificacién de las estucturas fami- liares que pasan de nucleares a extendidas por la necesidad de incorporar a otros parientes como “una respuesta adaptativa a las presiones de la urbanizacién, la indus- trializacién y la discriminaci6n” #5 La interpretacién historiografica sobre los borderland Dentro de la historia de Jos Estados Unidos, cl estudio de las regiones de Florida, Mississippi y el Sudeste, regiones que fueron traspasadas desde el dominio mexica- no y de las que precisamente se ocupan los borderlands, ocupa un lugar subordina- do. El historiador Alfredo Jiménez en una imagen muy grdfica se refiere a esta situacién compardndola con el juego de mufiecas rusas, “esas figurillas huecas y en forma de huevo que se abren en dos por la mitad y aparece dentro otra mufieca, que también se abre y contiene otra mufieca, cada una necesariamente més pequeiia que la anterior”. En este esquema la historia de las regiones amadas borderland es- tarfa representada por la mufieca mas pequefia.*® La explicacién estarfa dada por un cierto prejuicio hacia las fronteras espafiolas que luego se incorporaron a los Estados Unidos: prejuicio que se relaciona con la exis- tencia de una tradicién historiografica que criticd fuertemente el modo de zoloniza- cidn espafiola en América y que dio origen a fa llamada “Leyenda Negra", por lo cual, todo lo que se reficre al periodo espafol es considerado un tema menor. Estas preven- ciones han Hevado a que en la historia de las Spanish borderlands se analicen los tres momentos més significativos de estas zonas (el per(odo colonial espafiol, el momen- to de independencia mexicana y la anexién norteamericana) sin formar parte de un. continuo hist6rico sino como momentos independientes en la vida de las regiones. Por otro lado, y siguiendo a Jimenez, existirfa ora raz6n més sociocultural para este relegamiento, que se evidencia en los estudios donde se plantea que estos espa- cios, ocupados por poblaciones hispano/mexicanas, fueron lugares marginales y po- bres incapaces de resistir el expansionismo norteamericano. Estas perspectivas estan siendo superadas en los tltimos tiempos. En efecto, las nuevas investigaciones cen- tradas cn el andlisis de las comunidades de frontera desde una perspectiva socioeco- némica han mostrado que muchas de ellas tuvieron un desarrollo exitoso en lo evondmico y sdlide en lo politico y que no sélo no fueron meros apéndices del Esta- 45 p. Femdndez. de Castro, “Historingrafia norteamericana...”.p. 140. 46 Aifredo Jiménez, “El lejano norte espaiol: cémo escapar del American West y de las Spanish bor- derlands", en: Colonial Latin America Historical Review, nim. 5, 1996. EL DEBATE SOBRE LA FRONTERA EN LA HISTORIOGRAFIA AMERICANA 119 do colonial sino que en ocasiones se rebelaron a sus directivas. En ese contexto, su final anexidn a Jos Estados Unidos no es analizada, en estos trabajos, come produc- to del fracaso de las comunidades sino en funcidn de las dindmtcas internas de cada una de estas comunidades. ‘Al centrarse el estudio en los desarrollos socioecondmicos particulares de las dis- tintas regiones del norte de México que pasaron al control de los Estados Unidos, pueden percibirse las continuidades que atraviesan las distintas soberanfas (espaho- la, mexicana y norteamericana) bajo las cuales se desarrollaron estos espacios. En ese sentido, e! estudio de temas tales come las vinculaciones comerciales con otras re- giones, los movimientos migratorios, las estructuras de clase y los objetives econ micos de las comunidades necesariamente debe recorrer un largo camino desde el origen de la comunidad hasta su situacién en Ja actualidad.4* LA HISTORIOGRAFIA SOBRE LA FRONTERA EN LATINOAMERICA No pretendemos en este acdpite hacer un recorride historiogréfico sobre los estudios fronterizos en América Latina; semejante tarea excederia los limites de este trabajo. Simplemente buscamos revisar de qué manera se ha planteado este interrogante en algunos trabajos comparativos sobre las experiencias fronterizas del norte y sur de ‘América para finalizar con un panorama sobre cl caso de ta frontera bonaerense, Las fronteras de Norteamérica y de Latinoamérica: un andlisis compcrative En los trabajos comparativos sobre ambas experiencia, luego de hacer un répido re~ corrido por los autores mas representatives de algunos paises latinoamericanos, se llega a ka conclusién de que las fronteras latinoamericanas presentan una mayor di- versidad de situaciones que la americana y que nv es posible encontrar en ellas una estructura social igualitaria y armdnica a la turneriana sino que, por el contrario, una de las caracteristicas intrinsecas en Latinoamérica es la violencia y la jerarquizaci6n; la frontera es el Ambito de los caudillos, los hombres fuertes que dominan a su séqui- to de hombres. Si tenemos en cuenta los avances historiograficos ya resefados, es di- ficil acordar con esta idea. En efecto, como hemos visto, los estudios sotre el oeste notteamericano han mostrado la existencia de apreciables diferencias regionales y 47 G, Poyo y G. Hinojosa. “Spanish Texas...” pp. 415-416. 120: SILVIA RATTO que. en la actualidad. no es posible sostener el modelo turneriano en su totalidad. Por otro lad, las investigaciones sobre espacios fronterizos latinoumericanos tienen una mayor riqueza de la que se observa en estos trabajos y. como veremos en el caso de fa frontera bonaerense, acusan cierta influencia turneriana. Alistair Hennessy presenta el tema de las diferencias/similitudes fronterizas en su Justo punto ai hacer referencia a los fundamentos ideolégicos que Hevaron en los di- ferentes paises a la construccién de mitos que explicaran la historia del pais. Ya he- mos visto que en los Estados Unidos la frontera identificaba el espiritu de avance continuo ¢ inacabado, el llamado “destino manifiesto” que buscaha legitimar un sen- Umiento fuertemente nacionalista de la nacién americana, basado en una estructura politica democratica*8 En Latinoamérica, cl‘proceso de conformacién de Estados nacionales fue mucho mas arduo y se caracteriz6 por la confrontacidn de facciones politicas opuestas y por la aparictén de caudillos hasta avanzado el siglo XIX. En ese contexto de inestabili- dad politica los mitos que se crearon estaban mas centrados en el enaltecimiento de figuras clave de las guerras revolucionarias y civiles. En telacién con el feaémeno del caudillismo, los dmbitos rurales y la frontera eran catalogades por los grupos do- minantes como la cuna de la “barbarie” que conspiraba contra el desarrollo de la “ci- Vilizacin” urbana que intentaba copiar modelos curopeos. Segtin Hennessy, esta ideologia comienca a cambiar en 1a década de 1920 cuando, por el distanciamiento que el fin de la Primera Guerra Mundial produce hacia ¢l modelo de sociedad curo- pea y por fos efectos de la Revolucion Mexicana, se produce una revalorizacion de las culturas autéctonas y surge, en un primer momento como movimiento litecariv, el indigenismo. Para Hennessy, aun cuando toma conciencia de la simplificacidn que se produce al hacer explicaciones generales, es tentador hablar de una reversion de la tesis tur- neriana en la experiencia latinoamericana. Si en la primera los valores basicos de la frontera eran la democracia y el igualitarismo. en la segunda es un ambito caracteri- vado por la anarqufa, la ilegalidad y el despotism. Y, a diferencia del esquema ame- ficano, donde esos valores “fronterizos” trascienden ¢ impregnan a la nacién, cn Latinoamérica las ciudades, asiento del poder y de la “civilizacién", terminan domi- nando y sofocando la barbarie rural. De todos modos. Hennessy no se limita a analizar las bases ideoldgicas que sos- tienen la creavién de explicaciones histéricas sino que intenta acercarse al andlisis concreto de los distintos procesos fronterizos. De igual manera que en la argumenta- cidn anterior, el autor presenta esquemas muy generales para toda Latinoamérica mostrando que alli, a diferencia de América del Norte, existieron una diversidad de lipos de fromtera -minera, agricola, ganadera, de plantacién, etc a cada una de Tas 4A. Hennessy. The fivatier EL DEBATE SOBRE LA FRONTERA EN LA HISTORIOGRAFTA AMERICANA 121 cuales corresponde un tipo diferente de sociedad que se explica, entre otros factores, por los sistemas de trabajo utilizados, por la propiedad de la tierra, ete. Otras diferen- cias importantes estarian dadas por et impacto diferente que tuve la inmigracién ex- tranjera y por la rclacién con la poblacion aborigen en una y otra experiencia. En este iiltimo punto, tipifica la frontera americana como “de exclusién”, en donde existia una escasa permeabilidad entre las dos sociedades al contrario de las fronteras lati- noamericanas que define como fronteras “de inclusién”, caracterizadas por la apari- cin de formas culturales hibridas. También aqui el autor reconoce las dificultades de realizar amplias generalizaciones agregando que asimismo en América hubo zonas en donde la frontera fue un ugar de conflictos sociales y/o de estrechos contactos in- terétnicos. A pesar de estas prevenciones hubo un intento concreto de aplicar el modelo tur- ncriano a la experiencia latinoamericana, En septiembre de 1968 se teatiz6 en Bloo- mington cl IV Congreso Internacional de Historia Econémica, que 1uvo una seccién especial dedicada a la “Ocupacién del suelo, poblamiento y frontera” en paises no americanos. Algunos de esos trabajos fueron publicados en la compilacién de Alva- ro Jara, Tierras nuevas.” En la introduccién al libro, Jara expresa que uno de los ob- jetivos del encuentro era que la tesis turneriana, aunque fuera como telin de fondo, cestuviera presente en el debate, De los trabajos publicados, sélo en los de Alvaro Ja- ray Rolando Mellafé se hace una referencia explicita a Turner. En el primero de ellos, Jara critica la imagen turneriana de la frontera como una region aislada y. por cl contrario, plantea la importancia de lo que Hama la base de sustentacién de la frontera. La sociedad no es solamente el pionero americano; ése es solo un elemento de fa misma, pero detrds de él hay una cantidad de circuitos econd- mnicos y sociales que condicionan o posibilitan la existencia misma de la frontera. Y para ejemplificar el caso fatinoamericano se centra en las caracteristicas de ocupa cidn y conquista del territorio en Chile. En su andlisis de la frontera agraria en el virreinato peruano, Rolando Mellafé apunta que en ese territorio existieron a lo largo del tiempo “todas las posibilidades de [rontera que hist6ricamente conocemos”, que identifica como una frontera bélica que avanza y retrocede a merced de las vicisitudes de la conquista, una frontera co- mo espacio de ocupacién reciente, en vfas de colonizacién, y una frontera como es- pacio geografico donde “los procesos de produccién, de estructuracién institucional y social no se han integrado adn en un continuo normal, pero estén en camino de for- macién ¢ de transformacidn sumamente drastica”. Y, dentro de esta dhtima acepeién, ‘Mellafé distingue entre frontera minera, agraria, comercial y demogrdfica, La pre- gunta que se presenta ante este planteo es si es licito utilizar el mismo concepto, fron- tera, para definir diversas situaciones analiticas. Si el limite militar, oficial, de 49 Alvaro Jara (comp.), Trerras suevas. Expansion territorial y ocupaciin del suelo en América (si- los XWE-XIN), México, Ei Colegiv de México, 1973, 122 SILVIA RATTO ocupacién es definido como frontera, resulta contradictorio otorgarle paralelamente el sentido de espacio social con caracteristicas sociales y politicas particulares. Cree- mos que no se trata, como plantea Mellafé, de un devenir histérico en donde una frontera como linea militar deviene en una frontera como espacio geografice, sino de detinir con mayor precisién conceptos que son clave en una investigacién. La frontera en el caso bonaerense Para dar un cierre al trabajo, nos preguntamos hasta qué punto el debate his:oriogra- fico que hemos rescfiado ha tenido repercusién en el Ambito tocal, fundamentalmen- te en las investigaciones mas recientes sobre ta expansi6n de la frontera boracrense Una répida mirada sobre ellas nos leva a plantear que si bien el debate no se hace explicito y que sdlo en unos pocos casos se puede registrar el eco de ideas turneria- nas, las investigaviones han avanzado sobre los mismos temas que han renovado la historiograffa de Ja frontera en Norteamérica y Latinoamérica, Deberiamos coinci- dir entonces con el historiador David Weber, quien plantea, en referencia al estudio de las fronteras hispanas, que a pesar det indudable valor de la idea de Turner sobre la creacién aulénoma de instituciones y sociedades en estas regiones, se hace evi- dente, en la produccién historiografica, que gran parte de los estudiosos de la fron- tera no ven la necesidad de referirse a los trabajos de Turner cuando afirman que ella modificé la sociedad y las instituciones de los espaioles.5° Veamos mas cn detalle este tema. En el caso de los trabajos mas actuales sobre la expansidn de la frontera en Ia regidn rioplatense hay un general consenso por definir estos émbitos como espacios de gran complejidad derivada, entre otros factores, de la diversidad de actores en escena (pobladores originales, migrantes, esclavos, indios), situacién que, como hemos visto, se halla practicamente ausente en la obre de Tur- ner. Sin embargo, a la hora de buscar un marco analitico que encuadre la investiga- cidn se apela, en general, a ciertos aspectos del modelo turneriano, como sucede en los trabajos de Juan Carlos Garavaglia y Carlos Mayo sobre la frontera bonaerense. En efecto, si bien Garavaglia reconoce el peso ideuldgico que subyace en Ja for- mulacién de Turner y que trasciende el anilisis histérico, toma ciertos planteos tur- netianos para aplicarlos a Ja frontera pampeana, como el concepto de apertura y cierre de la oferta de tierras fértiles. En ese sentido, el autor considera que existid una presidn social sobre las ticrras fronterizas al igual que en Norteamérica pero que el 501), Weber. “Los boltonianos y las tierras de frontera’, en F. Solano y S. Bemabeau (comps). Estudios (nuevos v viejos) sobre fa Frontera, Madtid, Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, 1991, pp. 61-84. DEBATE SOBRE LA FRONTERA EN LA HISTORIOGRAFIA AMERICANA 123 resultado fue diferente porque los valores imperantes en las sociedades detrés de las fronteras eran también diferentes.*! De igual mado, en los trabajos de Mayo sobre la frontera bonaerense la -eferen- cia a Turner es bien explicita. Mayo, apelando a los diferentes sentidos que en los es- critos turnerianos se le otorg6 a la frontera, define el concepto, a la manera de Meliafé, como limite geogrifico entre dos sociedades y, a la vez, como lugar de en- cuentro entre culturas. Esta doble definicién leva a que, al analizar la relacin con Jos indigenas, por momentos se caiga en un elato tradicional donde las sociedades se conectan en funcién de enfrentamientos bélicos, donde las politicas indigenas es- pafiolas se analizan solamente en funcidin de las estrategias blancas, y, finalmente, se mencione el comercio como dmbito casi exclusive de contacto.* En relacién con es- to, Carlos Mayo advierte en la introduceién a su dltimo libro que el indigena no apa- recerd en los tabajos compilados, no obstante lo cual debe entenderse que, como teldn de fondo, se cncuenira muy presente en el espacio fronterizo. De fos temas que, segtin hemos resefiado mas arriba, concentraron la atencién de los historiadores de la fromtera, los que mas han sido desarrollados por nuestra histo- riograffa fueron la influencia del medio ambiente en la ocupacién del espacio, el pro- ceso de poblamiento de estas regiones y el papel desempefiado por algunos sectores marginales. Con respecto al primer tema, el papel del medio ambiente es incluido como un elemento tan importante como la poblaci6n en la explicacién sobre los prozesos de ocupacién de la tierra; se hace referencia, por ejemplo, a las motivaciones econémi- cas que determinan e] ascntamiento en determinado lugar, la forma de distribucién de las unidades productivas en funcién de los recursos naturales, etc. De igual mane- ra se integra al andlisis la influencia de los ciclos climaticos sobre el desarrollo de la regidn.® En relacion con este mismo tema, los investigadores del mundo indigena han producido trabajos muy reveladores donde se analizan los cambios que experi- mentaron algunos grupos originarios en sus patrones de subsistencia, a partir de las modificaciones medioambientales que produjo 1a incorporacién de nuevas especies vogetales y animales.+ 51 J, C, Garavaglia, “Un siglo de estancias en la campafa de Buenos Aires: 1751-1853", en: Hispa- ica American Historical Review, aim, 79:4, 1999, y Pastures y labradares de Buenos Aires. Una histe vig agraria de fa cumpura bonaerense 1700-1800. cap. {. parte segunda, “La ocupacién del espacio! un anilisis general", Buenos Aires. Ed. dc la Flor, 1999. 52 Vase C. Mayo y A. Latrubesse, Terratenientes, soldados y cautivas: fa frontera (1736-1815), Uni- versidad Nacional de Mar del Plata, 1993, y C. Mayo. Vivir en la fiontera, Biblos, 2000, 53 Para un ejemplo del tipo de trabajos que pueden realizatse al incluir esta perspectiva, véase el }i- bro de Juan Carlos Garavagha, Pastures y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la cain: puiia bonwerense 1700-1830, Buenos Aites. Ed. de la Flor, 1999. Mt Los trabajos pioneros en esta perspectiva fueron los de Rail Mandrini, “La agricultura indigena en Ta region pampeana y sus adyacencias (siglos XVII-XIX)", em: Aawario 4645, oii, 1, Tandil, 1986: “Desa~ 124 SILVIA RATTO. Con respecto al segundo tema, los estudios demogrificos mas recientes han arro- jado luz sobre la estructura poblacional de la campana, y en eltos se destaca el pa- pel que tuvieron lus migrantes del interior en la ocupacién de algunas zonas de la campaiia bonaerense.s5 Algunos de ellos lograrian una insercién en la sociedad co- mo vecinos a través de distintos mecanismos, en tanto que otros, en la medida en que no lograran armar redes con los pobladores del lugar, permanecerfan como tran- setimtes.s¢ Asimismo, la produccién de las ultimas décadas sobre el mundo indigena ha si- do verdaderameme reveladora acerca de la complejidad de esta sociedad Muestra una realidad mucho mis rica que la que se tenfa hace poco sobre los circuitos de in- tercambio que atraviesan la zona de pampa-Patagonia a ambos lados de la cordille- ra, los conflictos y alianzas interétnicas protagonizados por diferentes parcialidades indigenas y los cambiantes acuerdos que éstas realizaron con los diferentes poderes regionales blancos. En estos trabajos hay, ademés, un general consenso acerca de la definicidn de la frontera como un Ambito de interaccién de sociedades*? que deriva- ria en la formacién de un espacio social particular, De todos modos, y a pesar de estos indudables avances en el conocimiento del proceso de ocupacién y desarrollo de la vida en 1a campafia bonaerense, aun faltan trabajos que logren desarrollar en su plenitud el estudio de la frontera como un 4m- bito multicultural que integre a los distintos grupos que vivian en la frontera, La au- sencia del indigena, en este sentido, es tal vez lo mds evidente. Una lectura mas atenta de las fuentes nos permitirfa ver al indigena no como un mero espectador ni un ‘objeto pasivo de las ucciones de los blancos, sino, por el contrario, lo encontrarfamos en la vida diaria fronteriza, intercambiando activamente sus productos con comer- ciantes de distintos puntos de la campaiia, trabajando junto a peones criollos y mi- grantes del interior ¢ intentando reproducir sus patrones culturales en un contexto social diferente que lo llevaria a modificar, en parte, esas précticas, rrollo de una sociedad indigena pastoril en el drea interserrana bonaerense”, en: Anuario iE41S, im. 2, Tan dil. 1988, y Miguel Angel Palermo, “La innovacidn agropecuatia entre los indigenas pampeano-patagéni- cos: genesis y procesos”” en: Amuarier £4. num. 3, Tandil, 1988, 8 Para una puesta al dia sobre ef tema, remitimos al trabajo de J. L. Moseno y J. Mateo, “El redescu- briniento de ta demografia histérica en la historia econdmica y social”, en: Anuerio HHS, nim. 12, 1997, Se Sobre la diferencia entre vecinos y transeiintes, véase Carlos Cansanello, “De siblitos a ciudada- nos. Los pobladores rurales bonacrenses entre el Antiguo Régimen y la Modernidad’, en: Boletin del Ins- ‘inita de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” tercera serie. asim. 11, 1* semestre de 1995, Un muy importante trabajo que analiza la conformacién de redes sociales en un drca te cainpatis es el de Jose Mateo. Pablacivin, parentesce y red social en la fronteva. Lobos en el sighs xox, Universidad Na- ional de Mar del Plata-cilakR, 2001 57 En su trabajo, “Indios y fronteras en el dea pampeana (siglos XVI-XIX), Balance y perspectivas” en; Anuario 1811S, olin, 7, 1992, RaGl Mandrini realiza un recorido sobre las modificaciones producidas cen la historiografia acerca de la definicién de frontera. EL DEBATE SOBRE LA FRONTERA EN LA HISTORIOGRAFIA AMERICANA 125 {De qué manera se podria superar esta division entre Jos estudios rurales y los estudios indigenas para dar pie al estudio de los espacios fronterizos como lugar de encuentro de culturas? Crecmos que los estudios microrregionales son escenarios privilegiados para levar a cabo este desaffo y que el marco de los estudios de co- munidad, en ef caso de que 1a disponibilidad de fuentes permita este tipo de acerca- miento, podria ser una valiosa herramienta para lograrlo. Asimismo, los estudios de comunidad permitirfan realizar dtiles comparaciones entre asentamicntos fronteri- zos de diferentes zonas. Para ello se deberian clegir comunidades con funciones si- milares y, como un modo de inicio, seleccionar determinados elementos que hacen ala vida de una comunidad, en busca de una mas fructilera comparacién de los asentamientes fromterizos.5* En la actualidad, se estén desarrollando nuevas investi- gaciones sobre distintos ambitos de fa campaiia bonaerense;* esperamos que estas reflexiones sirvan como un punto de partida para ampliar la perspectiva de andlisis. 5 Bate ejercicio esta presente en las reuniones académicas donde se debaten avances de investigacién sobre distintas regiones de la campafa, Seria deseable que las comparaciones y puntos de encwentro que alli surgen se plasmaran en trabajos de divulgacisn. 5 Ademas de los trabajos ya citados. debemos mencionar las investigaciones de Guilleria Banzato sobre Chascomis, Monte y Ranchos, de Alejandra Mascioli sobre Dotores, de Maria Sol Lanteri sobre Arol y de Eugenia Néspolo sobre Luin, entre otros. 126 SILVIA RATTO RESUMEN E] presente trabajo se acupa del debate sobre la historia de frontera en Buenos Aires. El estu- dio estd centrado en la transferencia y la articulaci6n de los conceptos de frontera en la histo- riografia norteamericana y la rioplatense durante el siglo XIX. “This article analyzes the history frontier debate in Buenos Aires. The study focuses the pro- cess of transference and articulation of frontier concepts in American and Rioplatense histo- riography during nineteenth century. Palabras clave: frontera, indfgenas, negociacién, economia rural, actores sociales. Boletin del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr, Emilio Ravignani™ Tercera serie, ntim, 24, 24 semestre de 2001 NORTH MEETS SOUTH: ARGENTINA Y LA “NUEVA ECONOMIA INSTITUCIONAL” JONATHAN C, BROWN* La Argentina sigue siendo un tema atractivo para aquellos académicos y analistas que tratan de comprender cémo su economia pudo suftir semejante debacle, ya que la nacidn parece haber ido de la pobreza a la abundancia, s6lo para volver a le pobre- za. Partiendo de unos origenes coloniales muy humildes, el puerto de Buenos Aires fue emergiendo a fines del siglo xvii como el puerto més importante de Sudaméri- ca. Los argentinos aumentaron su riqueza aun més en el siglo xIx al colonizar las pampas con grandes rebafios de ganado vacuno y bovino. La posterior llegada det tren y los barcos a vapor les permitis agregar el trigo y la carne congelada a su ven- aja competitiva. Para la década de 1920, la Argentina podia ser comparada de ma- nera favorable con la mayorfa de las naciones “modernas”. El producto bruto interno estaba creciendo a un indice anual del 6.7%.! La prosperidad también parecfa condu- cir hacia la estabilidad politica, ya que las elecciones nacionales Hevaban al poder a una nueva administracin civil cada seis aos. Pero en ese momento, las cosas empezaron a salir mal. La Depresi6n debilité la confianza de la nacién y provocé un golpe de Estado militar en 1930. El coronel Juan Perdn surgis quince aios después para conducir al pafs hacia un periodo de indus trializacidn nacional, reformas sociales redistributivas y una inflacién creciente. Si- guieron varias intervenciones militares adicionales, incluyendo uno de los peores casos de abuso de los derechos humanos de toda Latinoamérica en la década de 1970. ‘A pesar de una década de reformas y privatizaciones orientadas hacia el mercado, ac- tualmente la Argentina enfrenta su mayor crisis politica y econémica desde 1820. Este es 1 contexto en el cual todos se preguntan “qué es lo que salié mal?”. En el pasado, los historiadores se habian acostumbrado a nombrar a la Argentina como un caso ejemplar de los paises det Tercer Mundo que habfan podido utilizar sus ex- * Universidad de Texas en Austin, Traduccidn de Juliin A. Massaldi Fuchs. ) Carlos F. Diaz Alejandro. Essays on the Economic History of the Argentine Republic, New Haven, Connecticut, 1979. p. 52. 127 124 JONATHAN C. BROWN portaciones agricolas para lograr una industrializacién exitosa.2 En la década 1970, la inflacién en la Argentina legs a un nivel que significaba el final de su proceso de industrializacin por medio de sustitucién de importaciones. Esto permitié que los estructuralistas y dependistas ganaran consenso, Ells veian a la orientaciSn expor- tadora tradicional del pats como la culpable de haber impedido el desarrollo de la pe- riferia de una manera tal como sélo podrian desarrollarse las metrépolis industriales de Inglaterra y los Estados Unidos. El cambio mas reciente en Ja interpretacion do- minante ha aparecido luego de la crisis inflacionaria de 1989 y la reapertura de los mercados en la década de 1990. Ahora, los académicos estén cuestionande los lega- dos institucionales por los que la Argentina ha tlegado al estancamiento. Para David S. Landes, la Argentina se ha convertido en el caso arquetipico del proceso que He- va.a las naciones al empobrecimiento4 En la actualidad, los académicos estén intentando reinterpretar la historia econd- mica latinoamericana segtin la Nueva Economia Institucional (NE), El premio Nobel Douglass C. North es quien introduce ¢l punto de partida. Sus trabajos han s:do tradu- cidos al espafiol y distribuidos entre estudiantes latinoamericanos.5 Los académicos de la London School of Economics publicaron un grupo de ensayos sobre la Nueva Eco- nomia Institucional y e] Desarrollo del Tercer Mundo (New Institutional Economics and Third World Development). Dentro de los tltimos cinco afios, algunos de los aca- démicos mas renombrados reunidos en la International Economic History Association cn Madrid y luego en Buenos Aires dedicaron varias sesiones plenarias a la evalua- cidn del desarrollo Jatinoamericano (0 a la falta del mismo, en comparacién con otros 2 W.W. Rostow, The Stases af Econuntic Growth: « Non-Communist Manifesto, 2 ed,, Cambridge. Inglaterra, 1971. pp. 37-38; Guido Di Tella y Manuel Zymeiman, Las etapas def desurrallo econdmico ar gevino, Buenos Aires, 1967, Su éxito al abrir las praderas pampeanas para la agricultura entre 1879 y 1930 ‘hasta motiv6 a los hisioriadores a comparar a la Argentina con Canadsi y Australia, Véase Jeremy Adelman, Frontier Development: Land, Labour, and Capital on the Wheattands of Argentina and Canada. 1890- 19/4. Oxford, Inglaterra, 1994; Carl Solberg, The Prairies and the Pampas: Agrarian Policy in Canada and Argentina, 1880-19308, Stanford, California, 1987; Argentina, Australia, and Canuda: Snuties in Comparative Development, 170-1965, editado por D. C. M. Platt y Guido Di Tella, Londres, 1985: Ar- gentina y Austratia.editado por John Fogarty, Ezequiel Gallo, y Héctor Dieguez, Buenos Aires, 1979. 3 Radi Prebisch, Hacia ina dincimica del desarrotto latinoamericano, Mexico, 1963: Jose Maria Ro- sa, Anilisis histivico de ta dependencia argentina, Buenos Aires, 1974; Andsés M, Carretere. Origenes de la dependencia econdinica argentina, Buenos Aires, 1974 4 David S. Landes. The Wealth and Poverty of Nations: Why Some are so Rich and Some sa Poor, Nueva York, 1999, pp. 310-328, Para leer una historia del autoandlisis propio de los argentinos. véase Tu- lio Halperin Donghi, “Argentines potider the burden of the past”, en: Colonial Legacies: the Problem af Persistence in Latin American History, editado por Jeremy Adelman, Londres. 1999, pp. 151-174. 5 Douglass C. North, “Una teoria de la politica basada en el enfoque de costos de transaccion”, en: Mariano Tommasi y Sebastidn Saiegh, Le nueva economéa politica: racionulidad e instimtcumes, Buc- ‘nos Aires, 1990, pp. 97-112: North, dnstituciones, cambio institucional y desempeiia ecomdmive, Méxie co, 1995. ARGENTINA Y LA “NUEVA ECONOMIA INSTITUCIONAL” 129 continentes) segun la NEI. Otros han editado un volumen de ensayos sobre México y Brasil con el propésito de determinar cémo Latinoamérica qued6 rezagada (How La- tin America Fell Behind), una referencia a la dicotomfa, frecuentemente repetida por North, enire los sistemas institucionales [ingleses] que promovieron el crecimiento en sus colonias norteamerieanas y el legado burocratico que asfixiG las economias colo- niales de Espafia.* Ahora la NEI ha Hegado a la Argentina. En el libro Republic of Ca- pital: Buenos Aires and the Legal Transformation of the Atlantic World (Stanford University Press, 1999), Jeremy Adelman utiliza el marco del “nuevo institucionalis- mo" de manera inds rigurosa que ningdin otro historiador. Adelman se propone analizar emo la Argentina realiz6 la transformacién insti- tucional desde “una economia mercantil colonial” a fines del siglo xvii a una ceono- mfa de capitalismo comercial a fines det xix. Analiza cuestiones de economia politica tales como las ideas y Jos intereses en competencia, el impacto econdmico de las dis- putas internas y el proceso de construecién de la nacién. Adelman se interesa espe- cialmente en la evolucién de los arreglos institucionales con respecto a deudas, derechos de propiedad y emisién monetaria. E] autor utiliza el nuevo institucionalis- mo por su valor heuristico en la identificacién de problemas, la formulacion de pre- guntay y para sugerir la importancia de investigar el marco institucional del intercumbio econdmico. De hecho, Adelman sigue a otros bistoriadores que también ~reinstalan al Estado” dentro de Ia historia econdmica, y sin tomarlo totalmente co- mo un factor negativo para el desarrollo, La investigacién del estado como un agen- te de third party enforcement o coercién de un partido tercero imparcial (por ejemplo, un corte) en contratos comerciales se ajusta adecuadamente a las recetas de North.” Desde el principio, Adelman describe las caracteristicas institucionales de la eco- noma de la Argentina en el siglo xvi en términos mas bien desoladores de acuerdo con su cardcter mercantilista. El Buenos Aires de fines de la era colonial producia po- co. Mas bien, dependia de la plata de Potosf para Ia mayor parte de sus exportacio- nes. Las normas espafolas impedian el comercio con traficantes extranjeros, los mercaderes habian formado un gremio hermético con el objetivo de restringir los per- misos para comerciar, y los titulos de propiedad de tierras variaban entre “una canti- ® Douglass C. Noth y Robert Paul Thomas, The Rise of tie Wesiern World: A New Economic His- Cambridge, Inglaterra. 1973, cap. 10: The New lastitutioned Economies and Third World Bevelop- ment, editado por John Harris. Janet Hunter y Colin M. Lewis, Londres, 1995: Michael D. Bordo y Roberto Cortés Conde, “The legacy of western European fiscal and monctary institutions for -he new world: The 17th to the 1th Century”, en: Debates and Controversies in Economic History: Proceedings of the Twelfth International Economic History Congress, editado por Clara-Eugenia Néhez, Madris, 1997. pp. 177-217: How Latin America Fell Behind: Essays om the Economic Histories of Brazit and Mexico, J800-1914, editado por Stephen Haber, Stanford, California, 1997; Latin America and the World Economy Siuce 1900, editado por John A, Coatsworth y Alan M. Taylor, Cambridge, Massachusetts, 1998. T Douglass C. North, hrstitetions, Institutional Change and Econamie Performance, Cambridge, In- glaterra, 1990, p. 35, 130, JONATHAN C. BROWN dad innumerable de formas”. “En general, los mercaderes vendian sus bienes a pre- cios inflados en connivencia y compraban la produccién rural en las temporadas en que los precios descendian —un claro sistema de intereambio desigual enire el cam- po y la ciudad-." (p. 38) Para Adelman. Ia revolucién independentista de Argentina dio comienzo a la des- truccidn de las instituciones mercantilistas, y generé nuevas nociones sobre derechos de propiedad y politica monetaria. Adelman inicia su andlisis con las figuras que pro- movian reformas prerrevolucionarias, intelectuales criollos tales como Manuel Bel- grano, Manuel José Lavardén y Mariano Moreno. Ellos cuestionaban la politica comercial espafiola. Argumentaban a favor del “libre comercio”, el fin de los mono- polios, la creacién de riqueza a través de la produccién agricola, y Ja igualdad entre Jos comerciantes espaioles y criollos, Para Adelman, estos pensadores argentinos imaginaban un mundo en el que “los derechos eclipsarfan a los privilegios y la bi queda de plusvalfa deberfa desplazar a la busqueda de renta; los intereses debian obe- decer al mercado. no a las reglas politicas” (p. 74). Al rastrear cl surgimiento de instituciones modernas que favorec{an transacciones de bajo costo capaves de impulsar a expansion econémica, Adelman entrelaza su na- rraci6n de la revolucidn con la episédica aparicin de reglas de juego altemativas. El introduce a los lectores a los primeros experimentos en politica republicana: la Ley Electoral de 1815, que unfa el sufragio a Ja propiedad en lugar del derecho de n: micnio, y la Asamblea de 1824, cuyos representantes fueron elegidos por ciudadanos varones sin tener en cuenta requisitos de propiedad o alfabetismo. El autor destaca correctamente que ésta y otras reformas tempranas naufragaron en las turbias aguas de las disputas politicas internas. Sin embargo, segtin Adelman, la revolucién si des- truyé para siempre “el poder de la propiedad politica y la fortuna de los mercaderes buscadores de renta” (p. 106). Luego Adelman Ileva a sus lectores a través de la reaccidn termidoriana de los aios de Rosas. Si se puede decir que existen en este andlisis otros villanos ademas: de aquellos mercaderes coloniales buscadores de rentas, Juan Manuel de Rosi ge como uno de cllos. Adelman se refiere a quien fue gobernador de Buenos Aires entre 1832 y 1852 como “el poltergeist del poder” (p. 115). Describe el sistema po- Iftico rosista de Buenos Aires como un regreso al autoritarismo. El gobernador otor- gaba tierras a sus amigos politicos y sacrificaba los intereses comerciales de las provineias del interior (que Rosas no pod{a controlar) en favor de los de a provincia de Buenos Aires (que sf controlaba). Rosas emprendié guerras contra caudillos pro- vineiales rivales, socavando aun mas La estabilidad del nuevo peso de papel. Sin em- bargo, bajo Rosas, los comerciantes y terratenientes de Buenos Aires recibfan seguridad adicional para los derechos de propiedad, con los que podian explotar los precios de mercado favorables para el cuero y Ia lana. El autor concluye que la res- tauracién rosista del orden en Buenos Aires dio vida a formas anteriores de contra- tos comerciales, Adelman escribe que “Rosas era el criado de la nueva propiedad sur- ARGENTINA Y LA “NUEVA ECONOMIA INSTITUCIONAL” 131 pero se negaba a ser su guardidn” (p. 140). EJ cambio institucional es, después de to- do, gradual Segiin Adelman, las ideas tenfan gran importancia en esta transformacién, Dedi- ca varios capitulos a detallar la manera en quc los intelectuales y estadistas argenti- nos formaron nuevas concepciones de los derechos individuales y el orden politico, asi como del poder nacional y la reforma monetaria. El autor analiza en profundidad a Esteban Echeverria, Domingo F. Sarmiento, Bartolomé Mitre y, especialmente, Juan Bautista Alberdi, El derrocamiento de Rosas en 1852 abrié el camino para que sus ideas sobre la estabilidad politica y la propiedad privada se materializaran en la Constitucin de 1853. La resolucidn de las diferencias politicas entre los ciudadanos de Buenos Aires, con sus privilegios econémicos, y los caudillos que representaban a las provincias del interior finalmente se logré en 1880, cuando una rebelidn en el ejército federalizé a Buenos Aires y la convirtis en la capital de la nacién y no de la provincia, La antigua colonia espaiola se habfa convertido en la Republica del Capi- tal. La Argentina se encontraba ahora preparada para su extraordinaria expansién, sustentada en las exportaciones, que tuvo lugar entre 1880 y 1930, impulsada por ta construccin de lincas férreas, la navegacién a vapor, enormes corrientes inmigrato- rias de Europa ¢ instituciones econémicas efictentes. Para quien escribe estas lineas, Adelman se desempeiia de manera brillante en su anilisis del surgimiento de la Constitucidn de 1853. En su narracién, entrelaza los in- tereses provinciales rivales y las maniobras politicas llevadas a cabo por los titanes de la época —Alberdi, Sarmiento, Mitre, Rosas y el general Justa José de Urquiza-. Adelman explica como los objetivos de estos Liberales, tales como el orden politico y la unidad nacional, se priorizaron por encima de los objetivos revolucionarios ori- ginales de justicia social, federalismo y autonomfa provincial. Es més, la Constitu- in alenté la creacién de un segundo nivel de instituciones, particularmente los tribunales comerciales que adjudicaban contratos comerciales. En lo que respecta al proceso gradual de cambio institucional, tal vez el arquitecto de la Constitucién tw- vo Ja Ultima palabra. Citando a Adelman: “Alberdi argumentaba que ‘somos el pro- ducto’ de la ley publica espafiola, *y mientras que deberiamos buscar cambiar los fines, los medios deberdn ser, per mucho tiempo, aquellos en los que hemos sid edu- cadas” (pp. 212-213) Otra (esis que atraviesa todo el libro se relaciona con la maxima de North segiin Ja cual los movimicntos de precios conducen a cambios institucionales.8 Adelman ci- ta evidencia del crecimiento de mercados, el aumento en la Hegada de productos ex- tranjeros al Rio de la Plata a lo largo del siglo xix, la expansién de estancias a través de las praderas virgenes, y la respuesta ante la variabilidad de los precios por parte de los productores y comerciantes argentinos. Seguin sosticne, esta actividad mercantil agoté al antiguo sistema de derechos fiduciarios y de propiedad. Las nuevas nece- § Ibid. p. 83 132 JONATHAN C. BROWN sidades de capital motivaron la formacién de la Bolsa de Valores en 1854. El Bank of London and the River Plate abrié sus puertas en 1862. Otros bancos lo siguieron. EI Cédigo Comercial de 1862 y el Cddigo Rural de 1865 brindaron entonces un mar- co nacional para Jas transacciones crediticias y de propiedades. El ultimo factor fundamental en la construccién de la Repibtica de! Capital iegé con la reforma monetaria. Adelman describe como las interferencias politi- cay del siglo xix habian generado un revoltijo de escrituras inconvertibles emitidas por gobiernos provinciales. Finalmente, la unidad politica permitié el estableci- miento de una moneda nacional estable basada en los bancos nacionales auténo- mos que estaban “bajo el control del patriciado comercial-financiero de Buenos Aires” (p. 274). Adelman dice de fa reforma monetaria que “redujo el riesgo de utilizar moneda de curso legal, estimul6 un naciente sistema privado de crédito, y permitié que pasara a mejor vida la tradicién colonial de utilizar moneda de co- merciantes.” (p. 276). Desde el punto de vista de la historiograffa econémica latinoamericana, el libro de Adelman es un logro enorme. El autor ha aceptado el desafio de Ja NEI y realiza- do con éxito la investigacidn y el andlisis de las fundaciones institucionales de la eco- nomia moderna argentina. Evita la produccién de otra historia econdém:ca basada tanto en un andtisis neoclasico estandar de mercados y produccién como en una eva- luaci6n estructuralista de las deficiencias del “crecimiento hacia afuera” cel pais. Habiendo dicho esto, el estudio de Adelman no contribuye mucho a la resolucién del enigma de ta Argentina tal como se lo describié en et primer parrafo de este and- lisis -0 sea, qué es lo que salié mal-. Aquellas personas que estén familiarizadas con las dificultades econdinicas del pais en Ia actualidad podrian no reconocer a la Ar- gentina gue Adelman describe como la Republica del Capital, alrededor de 1880. Adelman escribe que “el formalismo legal -el compromiso de deducir soluciones le- gales a partir de principios abstractos y aparentemente neutrales- liber6 al proceso de decision sobre los derechos individuales y colectivos de cualquicr influenzia ideol6- gica. De esta manera, los mercados de bienes, mano de obra y especialmente de ca- pital podfan funcionar de acuerdo a sus propias leyes, mas alld de las clases sociales” (p. 281). Quien escribe concuerda con Adelman en que el siglo xix no fue el momen- to en que fa Argentina quedé rezagada, Pero tampoco fue cl perfodo de cambio ins- titucional que el autor sugiere. Como una explicacion alternativa, querfa proponer tres hipstesis interrelaciona- das. Primero, el perfodo colonial tardfo de la Argentina no fue tan mercantilista como Jo sugieren los institucionalistas. Segundo, los sistemas coloniales de crédito y propie- dad no necesitaban un cambio demasiado grande para que los empresarios argentinos pudieran responder a los mercados decimondnicos. Tercero, el verdadere problema sin resolver de la era poscolonial no fue ni econémico ni politico; fue social. Licgados a este punto, tenemos la necesidad de estudiar la NEI origina. en mayor detalle. La visi6n de las instituciones latinoamericanas que propone Douglass North ARGENTINA Y LA "NUEVA ECONOMIA INSTITUCIONAL” 133 proviene de tres libros y un articulo." Si North hubiese leido sobre la Argentira en & siglo Xix, quiz no habria arrojado a toda Latinoamérica tan displicentemente al ces- to de la ineficiencia institucional. Son pocos los latinoamericanistas -y merios atin Adelman- tos que suscriben a la caracterizacion descalificadora que hace North del legado espaiiol. Sin embargo, la NEI si logra atrapar a quienes la practican en [una path dependency 0] una “dependencia de! camino” que es de su exclusividad. EI mayor problema yace para Adelman en el retrato de la Argentina en el perfo- do colonial tardio como un ejemplo clésico de mercantilismo. La pregunta es: ,cuan efectiva era en la prictica esta teoria econémica del imperio? El mercantilismo im- plicarfa un sistema en el que los costos de transaccién se elevarian debido a las res- tricciones sobre el comercio, la busqueda de renta por parte de los mercaderes, las exportaciones de plata, los déficit comerciales, los impuestos excesivos y la probibi- cidn burocratica de industrias domésticas. Pero este tipo de mercantilismo ya no se encontraba en la Argentina desde el siglo xvil -si es que alguna vez existié alli El mercantilismo se habfa visto socavado en Buenos Aires por el constante aumento del comercio ilegal con barcos de Portugal, Francia e Inglaterra, El comercio de plata era supuestamente ilegal en Buenos Aires, pero Jo practicaban los funcionarios locales y hasta los jesuitas. ;De qué otra manera podria haber crecido el puerto “cerrado” de Buenos Aires desde una poblacidn de 4.600 habitantes en 1674 hasta mas de 22.500 en 177020 Las reformas horhénicas de fines del siglo xvit representaron, al contraric de co- mo las caracteriza North, el reconocimiento de parte ue 1a corona de que los colonos habian estado ignorando sus medidas mercantilistas.1! Aun después de 1778, cuando 9 Tid. pp. 108. 116-117; Douglass C, North, “Institutions and economic growth: an historical intro- duction”. en: World Development, vol. 17. nim, 9, 1989, p. 329, Las Puentes citadas por North son Clau- dio Voli, The Cenitrulist Tradition in Latin America. Princeton, Nueva Jersey. 1980; William P. Gade, The Latin American Economies: « Study of their lnstitutional Evolution, Nueva York, 1969: Hemandode Soto, The Other Pash: The hnvivible Revolution in the Third World, Nueva York. 1989; John Coatsworih, “Ohs- tacles ¢ Economic Growth in Nineteenth Century Mexico”. en: American Historical Review. vol, 83, nim. 11978. pp. 80-100, Otros autores han sefialado que North tiende a relegar i todas las instituciones del Ter- cer Mundo comm instituciones que son “eficientes para hacer mis improductivas a tas sociedades”. John Harris, Janet Hunter. y Colin Lewis, “Introguetion”, en: The New Justiautional Economies, p. 6 1 Acarete du Biscay, Account of u Voyage up the River de te Plata and Thence Overland to Peru. Lon- dres, 1698, reimpreso en New Haven, Connecticut, 1968; Juan Agustin Garcia, La ciudad indiana: Buenos Aires desde 1600 hasta mediadox del siglo x¥it, Buenos Aires, 1955, pp. 179-186: Jorge Comand:in Ruiz Evolucidn demogrifica argentine dirane el perivea hispano (1535-1810), Buenos Aires, 1969. pp. 43-4 11“ Auague los Borhones realizaron esfuerzos para revertir la politica burocratica centralizaua y (€80] condujo en algiin grado a la liberatigacion del comercio hacia dentro del imperio, el cambio fue parcial y rapidamente se vio negado.” Douglass C. North, dnstitutions, Jnstinutional Change, ob. cit. p. 102, No hay dudas de que las refurmas imperiales auaentaron la cantidad de comercio entre Buenos Aires y Espafi. ease especialinente John Fisher, “The imperial response to “free trade”: Spanish imports from Spanish America, 1778-1796". en: Journal of Latin American Studies. vol. 17, mim. 1, 1985, p. 63. Pero In verda- dera intencidn de tos Borbanes reformistas era elevar los ingresos por impuestos coloniales en Btenos Ai- U4 JONATHAN C. BROWN las leyes maritimas espafiolas abrieron a Buenos Aires como puerto legal, el aumento en cl trdfico de plata no inhibié la colonizacién de las praderas. La poblacidn de! Bue- nos Aires rural a fines del siglo xvut crecfa mas del 8% anualmente, a mayor veloci- dad que fa poblacin de la metrépoli comercial (2.2% anual).!? Ni siquiera las mayores restricciones imperiales de los Borbones podian eliminar ta ventaja compa- rativa. Las naves fordneas aumentaron su participacidn en el comercio entre Espafia y Latinoamérica, y cl contrabando continué floreciendo hasta cl punto en que hasta los privilegiados mercaderes espafioles debian practicarlo para mantenerse competiti- vos.!} El declive cconémico de Iberia, citado tan a menudo por North, no arrastré con- sigo a sus colonias americanas. La Argentina colonial del ultimo periodo ya exhibia las mismas tendencias de crecimiento impulsado por exportaciones que los historia- dores a veces atribuyen sélo a la era posterior a la Independencia. El pais no quedé atrapado en la red del mercantilismo espafiol. Una segunda objecién al enfoque de la NEI seguin como ha sido utilizada hasta ahora involucra ¢l presupuesto de que las transacciones financieras y de propiedades que sobrevivicron al periodo colonial en el siglo xix fueron ineficientes. John Coats- worth escribe que “los regimenes ibéricos y sus Estados sucesores impusieron un am- plio espectro de restricciones institucionales sobre la empresa productiva en el Nuevo Mundo. Estas restricciones distorsionaron jos incentivgs al elevar los costos y riesgos privados de fa empresa productiva, que podria haber contribuido al creci- miento econdmico” En realidad. es cierto que las economfas formales de varias ex colonias espafiolas cayeron en una depresién prolongada a principios del siglo xtx. Esto puede atribuirse mas al colapso de la industria minera en México, Peri y Boli- via que a cuellos de botella institucionales.!5 Se pueden encontrar desarticulaciones res “segdin los intereses de Ia inadre patria, " John Lynch, Spanish Colonial Administration, 1782-1810. The tntendant Svstem 0 the Vicerayality of the Rio de ta Plata, Londres, 1958. p. 148. 12 Susan M, Socolow. “Buenos Aires at the time of Independence”. en: Buenos Aires: 400 Years, edita- do por Stanley R. Ross y Thomas F McGann, Austin, Texas, 1982p. 22. Buenos Aires, 1800-1830, vol. §. Su xente, dirigide por César A. Garcia Belsunce, Buenos Aires, 1976, p. 17ff, Aun para el periode colonial, segdin sefiaia Samuel Antara, las propiedades rurales eran gerenciadas “con s6lidas bases econdmicas y en respuesta a las demandas del mercado y los margenes de ganancia™ (‘Samuel Amaral, The Rise of Capitatison un the Pampas: the Estancias of Buenas Aires, 1785-1870. Cambridge. Inglaterra, 1998, p. 34) 18 Susan M. Socolow. The Merchants of Buenos Aires, 1776-1810, Cambridge, Inglateva, 1978. p. 148: “Economie activities of the portefio merchants: the viceregal period”, en: Hispanic American Histo ricul Review. vol, 55, nim, 1, febrero de 1975, pp. 11-12; German O. E. Tjarks y Alicia Vidvarreta, EF ca- merviv inglés y ef contrabando: nuevos aspectos en el estudio de ta politica econdmica en et Rio de la Plata, 1807-1810, Buenos Aires, 1962, pp, 17-20. 14 Coatswonth, “Economie and institutional trajectories in nineteenth century Latin America”, en: Latin Amneriva aad the World Economy. 3%: Douglass C. North, dastinutions, Institutional Change. ab. cit. p. U6 15” Sobre este punto, creo que algunos mexicandlogos estarian dé acuerdo conmigo, Véanse Margaret Chowning. “Reassessing the prospects for profit in nineteenth-century Mexican Agriculture from a Regional petspective, Michoacin, 1810-60", en: How Latin America Fel Behind, p. 180; Richard J. Salvucci, “Mex can national income in the era of independence, 1800-1840", en: How Latin American Felt Belind, p. 216. ARGENTINA Y LA “NUEVA ECONOMIA INSTITUCIONAL” 135 similares en el interior de la Argentina cuando las cercanas minas de Potosf cesaron su produccién durante las guerras de independencia. Sin embargo, como lo indica Adelman, Buenos Aires y sus alrededores claramente no experimentaron una inte- rrupeisn prolongada de la economfa exportadora durante la Revolucién. En el Buenos Aires poscolonial, los empresarios respondieron con presteza a las nuevas oportunidades comerciales, Los comerciantes britdnicos, franceses y nortea- mericanos reemplazaron a los espafioles como eslabones esenciales con la demanda det Atlintico Norte: y los clanes mercantiles de origen espafiol ditigieron sus inver- siones hacia la ticrra, el ganado y el comercio doméstico. La cantidad de barcos que arribaban al puerto aument6 de un promedio anual de 107 en la década de 1810 a 208 en lade 1840, y 2 674 en la de 1850.16 Ya no venian por la plata sino en busca de pro- ductos ganaderos. Los rebafios domesticados se expandieron por las pampas, y al puerto llegaban partidas adicionales de cuero y otros productos desde las provincias mesopotimicas de Corrientes, Entre Rios y Santa Fe, Carlos Newland sefiala que el total de exportaciones argentinas estaba creciendo a casi el 6% anual, y las exporta- ciones per capita, a mas del 3%.!7 Los ganaderos desplazaron la frontera de 2oloni- zacién hacia cl sur hasta Bahia Blanca, y los estancieros més vecinos al puerto Henaron los terrenos con rebafios de ovejas Merino y Southdown, |8 Todos estos in- {ercambios ocurrieron sin una constitucién nacional y a pesar del efecto inflaciona- rio de las disputas internas Sin embargo, las disposiciones financieras y de tenencia de tietras del siglo x1x siguieron siendo las mismas que las del perfodo colonial. Los mercaderes y los te- rratenientes sc extendian entre si la antigua libranza colonial, la carta de crédito que siempre habia compensado la falta de moneda de plata. Segdn Juan Carlos Garava- glia, “los grandes propietarios rurales no despreciaban prestar dinero a interés, in- vertir en acciones 0 bonos y especular con onzas de oro".1° Compraron y vendieron estancias con gran facilidad. Aquellos que obtenfan usufructo de la tierra bajo regis- {ros tradicionales esperaban aprovechar sus frutos. Los terratenientes dividieron las propiedades extensas, vendiendo pequefias partes a recién Hegados para obtener ca- 6 Luis Alberto Romero, “Buenos Aires: la sociedad criolla, 1810-1850", en: Revista de Inala, vol 41, nuinis, 163-164, 1981. p. 146, Jonathan C, Brown. “A nincicemth-cemtury Argentine cattle empire”, en: Agricudtarad History. sol. 52. mim. 1, 1978, pp, 161-162: Jonathan C, Brown. A Sociveconamir History of Argenmiina, 1776-1860, Cambridge. Inglaterra, 1979. p. 78. 17” Newland, “Economie development and population change: Argentina, 1810-1870", en: Letinn Ame~ ricw and the World Economy, p. 207 18 §, Amaral, The Rise of Capitalism ..: Tulio Halperin Donghi, “Expansién ganadera en fa campatia de Buenos Aires (1810-1852)", en: Desurroito Econémico, vol. 3, nuims. 1-2, 1963, pp. 7-110, Brown, A Sociveconomic History, caps. 6-8 Juan Carlos Garavaglia, “Patrones de inversion y ‘elite econsmica dominante”: los empresarios ru- rales en la pampa honaerense a mediados del siglo XIX", en: Jorge Gelman, Juan Carlos Garavaglia y Blan- ca Zeberio. (comps.), Expanstdn capitulisia y transformaciones regionates: Relaciones sociales y euppresas agrarias en fa Argentina det siglo Xzx, Buenos Aires, 1999, p. 141 186 JONATHAN C. BROWN pital con vistas a mejorar la produccién vacuna y de lana. Estos contrates de venta se mantuvieron en manos de particulares, aparentemeate sin verse inhibidos por costos burecraticos, Samuel Amaral afirma gue el Cédigo Rural de 1865. en reali- dad, slo codificé “habitos y costumbres” practicados tradicionalmente”.2° Inclusi- ve los impuestos representaban castos muy bajos para los productores que evitaban pagar la contribucidn directa sobre la produccién rural (como demuestra Adelman) al igual que sus predecesores hab/an escapado a los aranceles coloniales. Quiz no- sotros los historiadores deberfamos tomar en cuenta ese legado colonial que todavia reduce los costos de transaccién en Latinoamérica —la evasién de impuestos Estas antiguas reglas de juego no impidieron el desarrollo capitalista en Jas estan- cias. La produccién rural de hecho se volvié nds eficiente en la primera mitad del si glo xix. En esto, los precios sf importaban. En el largo plazo, los precios de los productos del ganado vacuno y bovine en Buenos Aires descendieron lentamente, aunque esto no logré disminuir el crecimiento de Ia actividad agricola en Buenos Ai- res La razdn es simple: los estancieros podian trasladar el casto del procesamiento del ganado de sus propiedades situando los saladeros en las cercanias del puerto. En lugar de enviar cueros y came disecada a Buenos Aires, como To hacfan en 1810, los estancieros comenzaron a enviar ganado de pie. De esta manera, trasladaron el costo del procesamiento de la vaca al sector urbano, Las autoridades de Buenos Aires, pro- bando que el Estado también importaba, establecieron depésitos y corrales puiblicos para facilitar estas ventas privadas.%? La inflaciGn de la moneda de papel apenas afec- (6 estas transacciones locales, ya que todos haefan sus cuentas en pesos de plata, cu- ya estabilidad de valor igualaba a la de la moneda colonial. De hecho, segtin Marfa Alejandra Irigoin, “las politicas inflacionarias [del gobierno] terminaban subsidiando. la expansion de las exportaciones rurales,”2 Quizd carezcamos de las herramientas para medir los costos reales de las tansacciones que tuvieron lugar dentro de las in tituciones existentes en la Argentina del siglo xex. Pero si sabemos que no tajeron es tancamiento y decadencia antes de la Hegada de la Republica del Capital de Adelman. Queda una diltima advertencia con respecto a los tipos de “dependencia del cami- no” a los que la NEI nos podria llevar a los historiadores econémicos. Podria condu- cirnos a ignorar los costos de transaccién presentados por la organizacién social 2S, Amural. The Rise of Cupitatism.... p. 154, Véase tanibién Brown, A Secioecourmuie Histor 151-152; Juan Caslos Garavaglia y Jorge D. Gelinan, “Rural History of the Rio de ia Plata, 1600+ Resuks of a historiographical renaissasice”. en: Latin American Research Review, vol. 30. nim. 3, 1995, p. 87; Pedro M. Lopez Godoy, Histaria de le propiedad y prineros pobladwes det Parse de Pergerm no. 2 vols., Pergaming, Argentina, 1973, 2. pp. 449-450. 21 Julio Broide, La exofucién de fas precios exmopecuarios argentines en el pertude I83i-F850, Bue- nos Aires. 1951; S. Amaral, The Rise of Capitation... pp. 237, 286. 22 Brown. A Sociaecouontic History. .. pp. 109-114. 3 Maria Alejandra Irigoin. “Inconvertible paper money, inflation and economic performance in early hineteenth century Argentina”. en: Journal of Lasin American Studies, vol. 32, 2000, p. 359 ARGENTINA Y LA “NUEVA ECONOMIA INSTITUCIONAL” 137 neocolonial en Latinoamérica. Mientras Douglass North escribe de manera elccuente acerca del impacto saludable de a Ordinance of the Northwest Territory (Ordenanza del Territorio del Noroeste) (estableciendo un gobierno representativo y republicano en el tervitorio de Ohio en 1787), menosprecia el legado de la burocracia espafola en Sudamérica, ignorando las diferencias sociales mas obvias. En la composicién de la poblacién colonial de Norteamérica habfa mayoria de europeos blancos, aun si se cuentan los esclavos africanos. La Ordenanza det Noroeste especificaba que “habré un representante (legislative) para cada quinientos habitantes masculinos libres."™4 Por supuesto, el estatuto no inclufa esclavos africanos o indigenas entre estos S00 electores. Sin embargo, los colonizadores blancos eran clara mayorfa. En la Argentina, ef cambio, los blancos constitufan una minoria de Ia poblacién colonial. Los blancos eran duefios de la tierra, pero los negros y pardos y los migran- tes de color de las provincias del interior hacian el trabajo, Los estancieros de Bue- nos Aires también contrataban indigenas paraguayos como peones en las estanvias. GEn cual sociedad se esperarfa encontrar la distribucién de derechos y privilegios més desigual y las reglas mds injustas para la parlicipacién econémica? “[L]as posi- bilidades no [fueron] iguales para todos,” escribe Jorge Gelman, “sino que [estaban} determinadas en gran medida por una serie de Factores de partida, como la clase so- cial, la condicisn étnica, el sexo, et status juridico, etc."% Las instituciones econémi- cas de origen colonial continuaban facilitando las transacciones entre los mercaderes y lerratenientes blancos en la Buenos Aires del siglo xix, pero las practicas sociales no extendian estas mismas facilidades a la mayoria no blanca, La relacidn dentro de esta jerarquia multirracial tradicional era obviamente pa- ternalista, pero también inhibidora de intercambios econémicos. Los estancieros no toleraban libertad de empresa entre aquellos a quienes consideraban racialmente in- 24 Douglass C, North, “Institutions and economic growth”, ob, cit. p. 1.326. Para ver el teato de la ‘Ordemanza del Territorio del Noreeste, 1787, véase . 25 Afgunos de los primeros mercaderes britdnicos que Hlegaron a Buenos Aires calcularon que sto un quinto de los habituntes de la ciudad eran blancos, Véanse Alexander Gillespie, Buenos Aires v ef mtevior: ohservaciones reunidas durante una larga residencia, 1806 a 1807, raducid por Carles A, Aldao. Bue~ fos Aires, L921, p. 65:4. P. y W. P. Robertson, “Cartas de Sud-América”. en: Episedios histiricas, vide \ costumbres de Baenery Adres. editalo por José Luis Busaniche, Buenos Aires, 1950, vol. 2.p. 184. Los his: loriadores de la Argentina del siglo XIX suben que al menos un cuarto de la poblacidn de Buenos Aires (. 1810) estaba compuesta por esclavos africanos y personas de color libres. Pero no habia ninguna catego- ra para cuantificar a los mestizos en los primieros eensos de la provincia, de manera que todos fos mesti- 2098 se contabiligaban con blancos, Monica Quijada, Carmen Bemand y: Amd Schneider. Homugeneidad saacidn con wn estudia de vase: Argentina, siglos XIX y XX. Madrid, 2000, p. 126, Para una discusign mis completa, véase Jonathan C. Brown, “The bondage of old babits in nineteenth-century Argentina”. en: La- lin. Americun Rescasch Review. vol. 21, nin, 2, 1986, pp. 911 28 Jorge Gelian, Canypesinos x extuncieros: wna regién del Rio de la Plata u fines de fa époea cote nia, Buenos Aires. 1998. p. 102 138 JONATHAN C, BROWN feriores. La labor manual en sf misma qued6 identificada con la raza, de manera que. en este sentido, un pedn blanco no tenfa una posicidn mucho mejor que la de sus paisanos de raza mixta. La mano de obra escaseaba, aumentando los costos para los productores, en parte porque muchos trabajadores rurales preferfan una vida de independencia y movilidad mds que una relaci6n prolongada de inferioridad en las es- tancias.2” Como Adelman reconoce, habja una fuerte corriente de elitismo y de sos- pecha hacia el populacho de parte de los diberales que construyeron la nacién. Las cuestiones del contro! social lograban constantemente imponerse por sobre las que surgian de las transacciones econémicas. Mark D. Szuchman sefiala que “las tensio- nes sociales y raciales [...] constitufan la mayor preocupacién de los sectores urba- nos blancos de clase media y alta de Buenos Aires”.28 Entonces, gcémo Icgraron los productores expandir sus rebafios, contratar personal para realizar mejores, diversi- ficarse hacia la produccién de lana con mano de obra intensiva y mantener ta cre- ciente infraestructura rural de los pueblos, e] alquiler de 1a tierra, y los negocios rurales? Importaron imigrantes europeos. No se trataba de la inmigracién en masa de fines del siglo xtx; sin embargo, egaron inmigrantes irlandeses para cavar las fosas que en la pampa hacian las veces de alambrados. Los inmigrantes briténicos introdujeron sus conocimientos sobre pastoreo a cambio de una porcidn de la pro- duccién lanera. Los espafoles llegaron para alquilar tierras y establecer pulperfas rurales por medio de contratos (registrados a bajo costo en registros de escribanias de estilo colonial) con mercaderes y terratenientes locales. 27 Este es un argumento que desarrollo en mayor profundiad en Jonathan C. Brown, “Revival of the Rux ral economy and society in Buenos Aires”, en: Revolution and Restoration: the Rearrangement af Power in Argentina. 1776-1860. editado por Mark D. Szuchman y Brown. Lincoln, Nebraska, University of Nebras- ka Press, 1994. pp. 255-265, Véase tainbién Ricardo D. Salvatore. “Recluramiento militar. disciplinamiento ¥ proletarizaciGn en la era de Rosas”, en: Boletin del Instinito de Historia Argentina y Americana "Dy, Enii- io Rovignani”, tercera serie, nim. 5, 1% semestre de 1992, pp. 25-48. Otros historiadores han investigado os cambios en 1a mano de obra rural, CP. Richard Slatta, Gauchos and the Vanishing Frontier, Lincoln, 1983, pp. 32-33: Carlos A. Mayo, “Estancia y peonaje en la regién pampeana en la segunda ritad del sighs xvit", en: Desarmuite Econdmico, vol. 23 nin. 92. 1984, pp. 610-611 y 616. Es cierto que lanaturaleza del trabajo rural y los trabajadores es atin una cuestidn conflictiva entre los historiadores de Ia pampa. Véanse especialmente Lut historic agraria det Riv de ta Plata colonial: Los estabiecimientox productive, editado por Raul O. Fradkin. 2 vols.. Buenos Aires, 1993; S. Amaral, The Rise of Cupitatiso.... cap. 8 28 Mark D. Szuchtnan, Order: Famil\. and Community in Buenos Aires, 1810-1860, Starford, Califor- nia, 1988. p. 38. 29” Para estudiar ta presencia de irlandeses ¢ ingleses en Ia pampa de prineipios del siglo XIX, véanse William MacCann, Tie Thousand Miles’ Ride Through the Argentine Province, 2 vols.. Londres, 1853; Hilda Sabato, Agrarian Capizatise and the World Market: Buenas Aires in the Pastoral Age, 1840-1890, ‘Albuquerque, 1990, pp. 91-109. Otros también hacen nota del desplazamiento continuo de zitesanos nati- ‘vos por parte de artesanos extranjeros en ta Buenos Aires urbana de los siglos xvi y xix. Véanse Lyman L. Johnson. “Artisans”, en: Louisa Schell Hoberman y Susan Migden Socolow (comps.). Cities and Society in Colonial Latin America, Albuquerque. 1986, p. 237. Karl F. Gracber, “Buenos Aires: A social and eco- nomic history of a traditional spanish American city on the verge of change, 1810-1855”, tesis de doctor- ado, Universidad de California, Los Angeles, 1977, p. 21. ARGENTINA Y LA “NUEVA ECONOMIA INSTITUCIONAL” 139 Pero mais alld de estas cancesiones, la elite econdmica no compartié ta riqueza y las oportunidades de manera distributiva entre los esiratos sociales, En un estudio muy sugerente, Lyman L, Johnson compara la distribucién de ingresos en la expan- sién fronteriza de la pampa con la de los Estados Unidos, Mientras que ef mevimien- to de la frontera en los Estados Unidos promovié un patrn de distribucién mas igualitario, la colonizaci6n inicial de la Pampa de hecho aumenté la concentracién de la riqueza. “En pocas palabras”, concluye Johnson, “Ia frontera parece haber funcio- nado de manera muy diferente en la Argentina y en los Estados Unidos” 2 Es decir que la expansidn del mercado en Ia Argentina del siglo xix no trajo oportunidades econdmicas mds igualitarias entre los blancos y quienes no lo eran. Més bien, agre- 26 un nivel adicional de mediacién (los inmigrantes) para aumentar la desigualdad entre fa privilegiada elite blanca y todos los demas grupos. El crecimiento econémi- co marginalizé aun mas a la clase obrera criolla. En conclusién, Adelman nos ha mostrado los beneficios que puede brindar la in- vestigacién empirica profunda sobre la estructura institucional con la que América Latina continué participando en Jos mercados mundiales en el siglo xix. Sin embar- g0. si nos sentimos abligados a responder al interrogante de North, eémo fue que La- linoamérica qued6 rezagada, los historiadores deben mirar més alld de la NEI.

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