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Cinco textos procesuales 1 Hay un género de insectos, parecidos a los mosquitos, cuya vida es muy corta. Se llaman efimeras, que viene de “hemera’, dia en griego; lo que dura un solo dia. Efimero significa breve, pero puede que esto solo sea cierto a medias. Si el mismo griego que vio morir a las primeras efimeras pudiera haber observado con detenimiento debajo del agua, descubriria que sus mosquitos son sélo la Ultima transformaci6n, el Ultimo suspiro de una animal cuya vida transcurre durante mas de un afio, como larva y ninfa, en un turbio mundo subacuatico. 2cerrando un ciclo en el tiempo, Marguerite Yourcenar nos habla de un fragmento tallado en piedra del cuerpo humano. Fue primero un bloque compartido de piedra maciza, formalizado entonces por la mano del hombre. Después estatua admirada, adorada, despreciada, olvidada; de alguna manera, dislocada para, posiblemente, acabar siendo un guijarro, otra vez un bloque, sdlo 0 sobre todo piedra. Estas obras modificadas, o las nuevas esculturas como Marguerite las denomina, son tanto producto lento de la erosi6n, la corrosion del viento y el agua, “patina del tiempo” en suma, como producto directo, inmediato de la brutalidad de los hombres: la mano del cristiano que arranca los testiculos de un dios de una pedrada, el barbaro que devuelve a base de mamporros gratuitos la apariencia de calavera al rostro de un emperador, modifican las estatuas de un modo mas propio de la convulsién humana que de la naturaleza. Me llama la atencién la reflexién que hace Yourcenar sobre el patético intento de los primeros restauradores de devolver el lustre a la redescubierta estatuaria mutilada, mediante la reposicién piadosa y arbitraria de aquellas partes perdidas. Nuestra escritora es partidaria de la tendencia actual de dejar las cosas como estan. Incluso de desnudar las viejas esculturas restauradas de apésitos extemporeos. Es consciente de la imposibilidad de devolvernos al instante del Ultimo toque creador del artista. Ella asume con sensibilidad moderna -incluso cita la asimilacién cultural de la abstraccién como una de las consecuencias de esta nueva sensibilidad- el reconocimiento de la patina del tiempo, no como pérdida, sino como natural transformacién de las cosas. Sieo una crénica en un periddico bajo el titulo “El embarazo de Maxima en el museo”, En un pais europeo vive una princesa de cuento de hadas recientemente embarazada, que responde al espléndido nombre de Maxima. Naturalmente, el inevitable museo de cera de la capital disponia ya, desde hace tiempo, de una réplica de la princesa. El caso es que alguna mente preclara, con gran sentido de la oportunidad, ha tenido la feliz idea de contemporizar embarazando también a la réplica. Los responsables de! museo promete, incluso, revisar al alza el vientre gestante cuando la gravidez de la princesa real sea prominente. Concluyen que todo volvera a la normalidad después del alumbramiento Pienso que quizas, abierta una vez la caja de Pandora de la replicacion de momentos estelares de una vida, no tendran mas remedio, si quieren ser coherentes, que crear un grupo de especialistas dedicados a seguir modificando, ad hoc, la réplica de la princesa hasta que ésta ya no se encuentre entre los vivos y, tal vez, después también. 4uabia una vez una charca cuyos animales adoraban bailar a la luz de la blanca luna. Organizaban frecuentes saraos en los que siempre destacaba por su buen hacer un elegante ciempiés. Tal es asi, que venian animales de lejanas ciénagas a verle bailar. Pero habia un animal envidioso que no soportaba mas la popularidad de nuestro amigo y urdié un malévolo plan para destruirlo. En la siguiente fiesta le hizo llegar una carta que decia asi: “Querido rey de la charca, egregio bailarin, no puedo menos que demostrarte mi admiracién y, aunque nunca te llegaré a igualar, me gustaria conocer los entresijos de tus movimientos: glevantas primero el pie 55 antes de saltar sobre el pie 24? 4o empiezas moviendo el 44 para acabar situando el 93?. Esperando tu respuesta, sinceramente, EL SAPO. Ni que decir tiene que nuestro amigo jamas volvi6 a bailar. 5en la bahia de Ise, en el este de Japon, hay un santuario (mirando al sol naciente) que dispone de un templo cuya estructura ha suscrito un interesante pacto contra el paso del tiempo; podriamos decir que sus disefiadores idearon una suerte de “ametamorfosis”. Desde el afio 690 de nuestra era, el edificio era demolido cada 20 afios, para ser posteriormente sustituido, de cabo a rabo, en otro emplazamiento del recinto sagrado. Tres generaciones de artesanos comparten cada vez el trabajo de restitucién del templo, cuya forma no ha variado en esencia desde entonces. Desde que oj hablar de esta prueba tan civilizada de aproximacién a la imagen de lo eterno, me senti abrumado, envidioso, por tanta sofisticacién oriental. Hasta que lei un texto de Rosalind Krauss en el que recuerda una paradoja similar que ya habia sido concebida por el pensamiento griego: los dioses habian ordenado a los argonautas completar su viaje sin cambiar de nave, cuestién que, a priori, se hacia imposible dado el deterioro al que seria sometido el barco. La travesia llegé a buen puerto porque, a lo largo de sus aventuras, los marinos del Argos fueron sustituyendo lentamente todas y cada una de las piezas del barco por otras exactamente iguales. Los dioses no pudieron frenar la arribada de un barco completamente nuevo, pero que mantuvo <>

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