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Este veneno que se llama “ansie- dad” es una especie de prisa interior permanente. La persona puede mos- trarse serena por fuera, pero por den- tro esté acelerada. Siente una necesidad imperiosa de resolver pronto todas las dificultades y de hacerlo todo inmediatamente, como si todo fuera urgente o indispensable. Es un problema relacionado con el tiempo. La persona quiere terminar rapida- mente todo lo que tiene que hacer, sin dejar nada pendiente. Entonces, su mente siempre va mas adelante que su cuerpo. Cuando est haciendo algo, esta pensando en lo que tendra que hacer después. No se detiene en nada con pro- fundidad, no esté con todo su ser en ninguna tarea y en ninguna cosa. Por esta misma ansiedad, no pue- de disfrutar plenamente de ninguna actividad, ni darle un sentido profun- doaloque hace. " Con el tiempo, la persona siente que no esta viviendo, y es como si pos- tergara la vida para el futuro. 9 Al no haber vida real, tampoco es real su relacién de amor con Dios y con los demés. No dedica toda su atencién a las personas que trata. Las escucha pensando en lo que deberd responder © en lo que tendré que hacer después. Asf, con el tiempo, las relaciones con los demas se lastiman y al final slo queda una triste soledad. Esa ansiedad es un veneno. La ten- sién psicoldgica termina afectando al cuerpo, que no puede resistir esa prisa permanente del sistema nervioso. En- tonces se producen enfermedades: aler- gias, problemas digestivos, palpitacio- nes, ademés del desgaste y del cansancio del sistema nervioso. Por todo esto es tan importante que nos detengamos a buscar motivaciones para que la ansiedad no domine nues- tras vidas. Muchas personas, cuando han comenzado a sanar la ansiedad, han empezado a liberarse de muchos males. 10 1, La gran sabiduria de aprender a detenerse La persona ansiosa quiere tener- lo todo, nunca le basta lo que posee, nunca esté conforme con lo que Dios le regala. Pero ya dice la Biblia que nadie puede tenerlo todo (Eclo 17, 30). Es una gran sabidurfa darse cuen- ta de eso. Muchas veces, luchando por el fu- turo, para alcanzar algo més, nos per- demos el presente que es regalo de Dios, y entonces la Biblia nos ensefia una clave de la vida verdadera: apren- der a detenerse. No sélo detenerse ante Dios, sino ante todos los dones que él nos conceda vivir. Comer, beber y disfrutar en medio de las fatigas, eso también es don de Dios (Eclo 2, 24). Cada vez que podemos disfrutar de una buena compafifa, de una rica comi- da, o de cualquier placer licito, es bue- no recordar que Dios nos da abundan- temente las cosas para que las disfrutemos (1Tim 6, 17). u La Palabra de Dios te invita a dete- nerte en cada cosa, en cada persona, en cada pequefio placer, en cada actividad. Si lo hicieras, para ser feliz te bastarfa el aire, la luz, una flor, un té, una sonrisa, una tarea cualquiera. Que no te parezca poco, si es regalo de un Dios de amor. Por eso dice la Biblia: Hijo, trétate bien con lo que tengas (Eclo 14, 11). ¥ tam- bién te invita con ternura: No te prives de pasarte un buen dia (Eclo 14, 14). ;Qué distinta seria la vida si escuchdramos cada dia esas carifiosas palabras de Dios! Aprender a detenernos no sélo nos libera de la ansiedad. Al ponernos en profundo contacto con la realidad, nos abre perspectivas luminosas, ofrece horizontes amplisimos y llenos de ri- queza, al mismo tiempo que la vida se simplifica, se libera de complicaciones, y deja de embrollarse en vericuetos que no llevan a ninguna parte. Cuando podemos detenernos, y un objeto o una persona ocupa todo nues- tro interés por un instante, ese momen- toes vividoa pleno. Cuando todo nues- tro ser se unifica en una sola direccién, entonces alcanzamos un verdadero en- cuentro, una fusién, una unién perfec- ta, aunque sea por unos minutos. 12 No se trata necesariamente de una quietud fisica, porque esta experiencia puede producirse también en medio del entusiasmo de una actividad muy in- tensa. Esto sucede, por ejemplo, en un orgasmo entre dos personas que se aman. Pero hay muchas otras formas de unin que la mayorfa de las personas experimentan pocas veces en la vida. Si pudieran multiplicarlas, encontrarian una existencia mucho més plena. Para que yo pueda detenerme en algo o en alguien, dedicdndole, por un instante, todas mis energias, mi inte- rés, mi atencién mental y afectiva, ten go que.apartar por ese instante todo lo demés, para que nada me distraiga, para que todas mis energias se unifi- quen sdlo en ese punto. De otra mane- ra, mis energias seguirén desconcen- tradas, dispersas, y no podré experi- mentar el encuentro pleno con esa realidad que tengo ante mi. Si hay al- guna urgencia que me Ilena de tensio- nes, no podré prestar una atencién se- rena y amorosa a esa persona 0 a esa cosa. Si hay alguna tarea, otras perso- nas, otros proyectos que me parecen absolutos, estaré con mi mente ansio- sa lejos de este presente, y no podré de- tenerme en él. 3 Es bueno pensar lo siguiente: Cual- quier cosa que me toque vivir es un de- saffo que Dios me ofrece, es mi realidad ahora, y por lo tanto merece ser vivida a pleno. Nada de lo que tenga que vivir deberfa parecerme insignificante. Todo es valioso, si es lo que me toca vivir. San Francisco de Asis vivia esto a fondo, porque a cualquier cosa 1a lla- maba “hermana”, y asf practicaba un precioso amor universal. Estaba siem- pre a pleno donde le tocaba estar. Go- zaba yendo donde le tocaba ir. Acepta- ba ser lo que le tocaba ser. Veamos un ejemplo concreto que nos muestre cémo se practica este arte de detenerse: Una tarde de verano iba caminando por los cerros, en un lugar simple pero muy bonito. Yo no disfrutaba del paisaje, de Ia brisa, del sol, porque estaba inmer- 0 en un mont6n de pensamientos, re- cuerdos, escenas que iban y venian por a mente. Y ast pasaba el tiempo, y se me escapaba el placer de aquella tarde. Has- ta que escuché interiormente un llamado de Dios que me decia: “No hables més. Deja que hable yo". Creé comprender ese mensaje. En- tendé que tenia que acallar esos pensa- “4 mientos iniitiles que me distraian, y que tenia que escuchar lo que Dios queria decirme. Entonces, cambié aquellos pen- samientos por otras reflexiones teolégi- cas y espirituales sobre la presencia de Dios en la naturaleza, y luego pasé a re- flexionar sobre otras cuestiones. Pero volvi a escuchar insistente- mente: “No hables mas, deja que hable yo”. Claro, yo no habia callado, no ha- bia permitido que Dios hablara. Sélo habia cambiado unos pensamientos por otros, unas palabras por otras, y no era capaz de disfrutar calladamente de aguella tarde. Palabras, palabras. Finalmente acepté que Dios me ha- blara, Simplemente dejé de alimentar los razonamientos, recuerdos y proyectos que atrapaban mi mente. Séio comencé a prestar atencién serenamente a los deta- Hes del paisaje, sélo empecé a percibir con gozo el calor del sol y le permité al aire que me acariciara, Contemplé agradeci- do los colores, las lineas, las formas, y escuché el rumor del paisaje. Sin pensar en otras cosas. Y cada piedra, cada hier- ba, cada nube, comenzaban a ser inmen- samente valiosas. Eran mi verdad, eran mi vida, eran mi presente, eran el men- saje de Dios. En cada recodo del camino, Dios me hablaba, pero no con razona- 15 mientos 0 reflexiones. En cada cosa, en- volviéndome con los colores, las sensa- ciones y los sonidos, Dios me amaba. Sim- plemente me hablaba de amor. Aquella tarde terminé mi paseo agradecido, sintiéndome amado por Dios. Esa era mi verdad mds importan- te, y por lo tanto, la palabra mas impor- tante que Dios me queria decir. Pero es necesario adquirir un habito de detenerse ante las personas, los acon- tecimientos, las tareas. Nosotros nos mo- ‘vemos por habitos, y algo se hizo habito cuando se hizo nuestro, cuando se hizo carne, cuando se ha vuelto esponténeo. Cualquier cosa que nos interese conseguir requiere detencién. Curarnos de una enfermedad, superar un defec- to, hacer una obra valiosa. Todo lo que sea importante para nosotros requiere que nos detengamos un poco. Por eso, esta actitud es indispensable. Si alcan- zamos a descubrir lo importante que es la detencién para vivir bien y sanamen- te, entonces tomaremos la decision de iniciar este aprendizaje. Todos sabemos que masticar lenta- mente y muchas veces cada bocado es una de las claves para la buena salud. Pero las personas ansiosas se lo repiten 16 a si mismas una y otra vez, y, sin em- bargo, siguen comiendo velozmente. Slo cuando se enferman y les angus- tia su enfermedad, puede suceder que tomen la decisin de masticar mas y con mayor lentitud. Es fundamental decidir “ahora” de- tenerme en este plato que tengo adelan- te, y masticar muchas veces cada boca- do, percibiendo el sabor de lo que como, degustando bien y advirtiendo los cam- bios del sabor mientras mastico; dejan- do los cubiertos a un costado mientras mastico un bocado y no volver a tomar- Ios hasta que haya masticado bien y tra- gado el bocado anterior. Si lo hago una vez, si lo hago esta vez, es posible que descubra lo bueno que es y luego lo re- pita y finalmente adquiera el habito de detenerme a masticar bien. Asf, ser po- sible que aprenda a detenerme también en otras cosas que me toque vivir. ‘También es importante ser capaces. de detenerse con todo el ser en cada acti- vidad, ser capaces de apasionarse y de entusiasmarse con toda el alma y todas Jas fuerzas en una tarea. Es vivir con to- tal intensidad lo que haya que hacer: Veo que no hay para el hombre nada mejor que gozarse en sus traba- jos, porque ésa es su paga (Eclo 3, 22). v7 Cuando alguien adquiere una ver- dadera habilidad que lo hace feliz, es porque ha dejado de preocuparse por lo que est alrededor, por el éxito, el fra- caso, la mirada de los demés, el aplau- so 0 los sentimientos de los demas. El artista ha logrado estar sélo en lo que hace, entregarse de Ileno a eso. Enton- ces, el cantante en lugar de cantar, es cantado por la cancién, el narrador es tomado por la historia o el poema que recita, un deportista se deja atrapar fas- cinado por el mundo de relaciones que se establece en el juego. Y entonces todo ‘ocurre de modo natural, todo fluye, sin dolor ni miedo. Es ese presente lo que cuenta, y nada més. Eso es vida. Y asf jeudnto vale cada momento! Cuando es asf, la persona confia en ese dinamismo que se ha apoderado de su ser y deja que todo ocurra. Eviden- temenie, cuando uno ha logrado deter- minada destreza, esto se hace mas fa- cil; pero también es cierto que la destreza sera mayor cuanto mas nos li- beremos del temor y de las distraccio- nes externas. Nunca terminaremos de desarrollar una habilidad, sino nos en- tregamos completamente a ella porque si, y nada mas que porque si. Es lo que sucede en varias formas de lucha orien- 18 tal, donde la persona pierde el temor cuando da todo de si, y,al mismo tiem- po, puede dar mas de sia medida que pierde el temor. Esto sucede cuando uno se olvida de todo lo que hay alrededor, y también del reloj, como si el tiempo no pasara, y no contara. Tampoco interesa si co- metimos errores; eso no nos perturba, ya que s6lo interesa lo que esté aconte- ciendo, y no lo que podria ser 0 lo que deberia haber sido. Las grandes obras, las genialidades del arte, las mejores creaciones del hom- bre, han surgido en momentos recepti- vos, cuando alguien se ha dejado tomar, se ha dejado poseer por algo bello, por algo noble, por algo sublime. Hay momentos en que una intensa actividad se vive con un sentido tan profundo, que esa misma actividad se convierte en una especie de descanso reparador. Vale la pena que recordemos unas palabras de Gandhi, donde él ex- presa el profundo sentido que hallaba en todas las actividades, en una suerte de contemplacién activa: Cuando uno mete Ia mano en una pa- langana o enciende el fuego, cuando es- cribe interminables columnas de cifras en 19 una oficina, cuando lo queman los rayos del sol medio hundido en el barro de un arrozal, 0 hunde la pala en la tierra, si en ese momento no vive plenamente, como si estuviera en un monasterio, entonces el mundo no tendria salvacién. Es un error creer que sélo es posi- ble detenerse ante la pura y bella natu- raleza: el sonido de un arroyo, los colo- res de un atardecer en el lago, el azul de las montafias. No. Eso es s6lo una parte de la realidad. Podemos detener- nos y tomar contacto con cualquier cosa, también con las calles de una ciu- dad, con los ladrillos, con las antenas. Podemos aprender a unirnos con la ciu- dad y dejar de sentirla como algo ex- trafio. No hay que contraponer la natu- raleza a la obra del hombre. Porque si existe en la tierra un ser que tiene una mente, una creatividad y una capacidad de construir, significa que eso también es bueno. Y también una ciudad desor- denada y pobre tiene su secreta hermo- sura y su atrapante misterio, si apren- demos a detenernos en ella, en sus detalles, en su vida. Ademés, toda la realidad puede ser aceptada con sere- nidad tal como es, y también los edifi cios de una ciudad. Si en lugar de des- preciarlos nos detuviéramos ante ellos 20 prestandoles un poco de atencién, apre- ciando sus formas y colores sin emitir juicios, poco a poco, lograrfamos sen- tirlos como parte de nuestra vida, y per- cibirfamos algo de belleza en ellos. Centrar la atencién apacigua la mente. En esta atencién, entran todos los sentidos. Mientras mas sentidos in- tervengan, menos posibilidades de dis- persi6n tendremos, y la experiencia sera mis integradora. En cuanto al tacto, lo que mejor podemos experimentar es nuestro propio cuerpo. De hecho, cuan- do estamos tocando un objeto, es im- portante tomar conciencia no sélo del objeto, sino también de la sensacién de nuestra piel al tocar ese objeto. Nues- tra fragmentacién no viene s6lo de per- der contacto con el mundo externo, sino también de perder contacto con nues- tras propias sensaciones y sentir al pro- pio cuerpo como algo exirafio. Un buen @jercicio es centrar la atencién en una zona concreta de nuestro propio cuer- po y en sus sensaciones. Si uno esté intentando relajarse, pero advierte prisas psicolégicas, debe ayudarse con la imaginacién o con la voz, y decirse a simismo con dulzura y mucho carifio: “Calma, calma”. En cam- bio, si uno se agrede a sf mismo por ese a nerviosismo, més incémodo e inquieto se pondré. El budismo ensefia que la medita- cién es una combinacién justa de repo- so y de tensién: el hilo no debe estar demasiado tenso ni demasiado flojo. No se trata de una relajacién total, que nos leva a dormirnos. Se trata de “soltar- se”, pero sin perder cierto control so- bre la mente y el cuerpo. En los momentos de oracién, tam- poco hay que obsesionarse por lograr una concentracién total, porque esa ob- sesin nos puede llevar a distraernos todavia mas y a confundir la oracién con un ejercicio de control mental. Hay que aceptar serenamente cierta dispersion, con el carifio y la calma de la madre que cuida a su hijo amado y cada tanto tiene que volvera traerlo cerca de sf, pero con ternura y delicadeza. Cuando la mente esté llena de pro- yectos y vive anticipandose a las co- sas, en esa multitud de pensamientos, reina una gran confusion, y nada se hace bien. Por eso es conveniente es- cribir las cosas que hay que hacer y subrayar las que son més importantes Lo que no sea realmente necesario pue- de quedar para después, cuando llegue su momento. 2 Aprender a detenernos es también aprender a detenernos ante los demés, amAndolos, percibiendo su inmenso y sagrado valor, y no sélo haciendo co- sas por ellos. Ser contemplativo es ser capaz. de reconocer esa inmensa digni- dad de todo ser humano y apreciar los destellos de Dios en cada persona. Cuando estamos hablando con al- guien, aunque no nos agrade su rostro, podemos detenernos a contemplar sus detalles, a escuchar el tono de su voz, a percibir sus cambios de facciones. De esa manera, en lugar de distraernos pensando en lo que tenemos que hacer después, toda nuestra atencién seré para esa persona, y sus defectos deja- rén de molestarnos. Pero si sdlo nos ejercitamos para detenernos ante lo que es armonioso y bello seguin los esquemas de la socie- dad consumista, slo seremos capaces de detenernos ante un cuerpo bello, proporcionado, limpio y sano. Nos convertiremos en seres selectivos, pre- tendiendo elegir a quién amar, y enton- ces seremos cada vez ms egoistas, cie- gos ¢ insatisfechos. Asf nunca seremos capaces de detenernos ante los pobres y de compartir con ellos nuestra vida. La sabiduria de la Biblia nos ensefia que 23 de esa manera nos privaremos de la fe- licidad més profunda, nos quedaremos en la superficie. Nos sentiremos misti- cos porque podemos detenernos ante la naturaleza o ante una mtisica relajante, pero en realidad nuestro interior segui- 14 alejado de la realidad, incapaz de detenerse ante el mundo verdadero. Ese engafio malsano queda al des- cubierto si leemos algunos consejos bi- blicos Cuando des una comida o una cena, no lames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos. Porque si luego ellos te invitan a ti, esa seré tu recompensa Cuando des un banquete, Hama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos, y serds dichoso (Le 14, 12-14). "GY serds dichoso!” dice Jestis. ;Qué misterioso secreto de felicidad hay aqui? Qué discreta y delicada luz nos quiere hacer descubrir este consejo del Sefior. En otro texto biblico, se nos narra que Jestis se arrodill6 lavar los pies de sus discfpulos, y después de hacer- lo, les pidié que aprendieran a lavarse Jos pies unos a otros, y concluye dicien- do: Sabiendo esto, serdn felices si lo cumplen (Jn 13, 17). Otra vez Jestis ofre- Pn ce un extrafio secreto de felicidad: ;Se- rén felices si lo cumplen! Ya enel Antiguo Testamento, se en- contraba esta misteriosa promesa. El profeta Isafas invitaba a compartir el pan con el hambriento, a recibir al po- bre en la propia casa, a cubrir al desnu- do, y luego hablaba de las consecuen- cias de todo eso: Entonces brillard tu luz como la aurora y répidamente se cura- rd tu herida (Is 58, 8). ¢En qué manual de autoayuda aparecen estos curiosos secretos de salud y de felicidad? En realidad, estos textos biblicos nos ayudan a desenmascarar las falsas técnicas de felicidad que no alcanzan a sanar de verdad los problemas del co- razén. La intimidad del ser humano s6lo madura en el amor generoso, y no es feliz mientras no aprende a amar en serio, deteniéndose ante los demas 2Cual es el engaiio de hoy?: Que para sobresalir en la sociedad competi- tiva hay que renunciar a considerar a los demas como una familia, y no hay que perder tiempo con los que no nos sirven para alcanzar poder, prestigio 0 satisfaccién del yo superficial. Este en- gafio nos lleva a renunciar a la amistad, porque “ser amigo es hacerse vulnera- ble, dejar caer las mascaras y las barre- 25 ras para acoger al otro tal cual es, con su belleza, sus dones, sus limites y sus sufrimientos”. Alli, en el encuentro ca- rifioso, sobre todo cuando el otro sufre o esté discapacitado, no se trata de “as- cender de grado, volviéndose cada vez més eficaz y buscando un reconoci- miento, sino de descender, de perder mi tiempo”. Se trata de aprender a dete- nerse, para que muera la ansiedad que nos separa y nos arranca del mundo verdadero. 1 J, VANIER, Amar hasta el extremo, Madrid, 1997, p25. 26 2. Que séle Dios sea Dios Hay que hacer un largo camino para liberarse de la ansiedad. Pero lo principal es renunciar a sentirnos dio- ses. Para ello hay que aceptar depen- der de Dios y darle a él los controles de nuestra vida. Que sélo él sea el Sefior de nuestro futuro: EQuién de ustedes puede dgregarle un solo minuto a su vida? Ast que no se preocupen por el mafiana (Mt 6, 27-29). Porque, en el fondo de la ansiedad, hay un deseo de ser dioses ilimitados, de hacerlo todo, de experimentarlo todo sin perderse nada, de tener todo bajo nuestro control sin que nada se escape de nuestra planificacién y de nuestra actividad. Es por eso que sufrimos tremenda- mente cuando aparecen imprevistos 0 cosas que no estaban en nuestros pla- nes. Muchas veces nos confundimos, nuestra mente es limitada y no alcan- zamos a ver lo que realmente nos con- 7

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