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See Barrl Biblioteca Breve Roberto Quesada Big Banana Sindee 01 © 99 Rabe Que onda Para el maestro Kurt Vonnegut, Race lS pr sus consejos y sus bros. same seomir YaMr. Chale Cohen, Dati ha el mejor gringo-manhateno. Odio « New York Telephone, la odo, odio a New York Telephone como nunca antes he podido odiar. Amo a New York pero adio a New York Telephone. Era como un dis: co rayado y un robot descompuesto: caminaba de un si- tio a otro y maldecia pared contra pared. Tenta un mo- mento de sosiego pero muy efimero, slo le bastaba mi- rar el recibo del teléfono y esos cuatrocientos veintidos dolares con cincuenta centavos le cafan como una lluvis de espinas: como si un erizo gigante lo tuviera en un ca- llej6n sin saida y a un buen ritmo le propinara réfagas de pias. Juraba no volver a lamar larga distancia, pror rmetia hacerse el més prolifico escritor de cartas del que el correo hubiese tenido noticia, gritaba a viva vor lo an terior y si alguien se hubiera escondido en algin rincot del apartamento para observarlo, se lo habria creido sit Ja menor duda. Y él también se lo creia algunas veces: ‘mas slo bastaba que el pensamiento lo traiconara unos segundos recordando ese rostro con esa vacecita come tun gusanito de seda saliendo del auricular y acariciindo le los timpanos; sentia que el interior de su oreja ert al como una miniatura de escalera en caracol, en es que el gusanito de seda redondeaba, ba) ° acaticiindolo, hasta que se iba hacia adentro, al fonda, al corazén, y una vez anidado el gusanito all, él no queria ue se fuera, el recibo de fin de mes dejaba de importar, se justficaba que de alguna manera pagaria, buscaria prestado, conseguiria otro empleo, reducirfa gastos, cual- ‘Quier cosa con tal de que el gusanito estuviera el mayor tiempo posible en su nido, denteo de él, con 6), por él y para él, entonces en esos momentos de insectodelirio amaba a New York Telephone mas que a nada en la faz de Ja Tierra, amaba esos cables, amaba la via satdite, amaba cualquier cosa que le transportara su gusanit. ‘Afuera, Queens se vestia de blanco, por la ventana pa saba la escarcha como lanzada desde un voleénlejano. Le ‘gustaba, por alguna razén inexplicable, la nieve. Crea que lob sarrollo humano en unas rincones de la Tierra mas que en ‘otros era un asunto estrctamente de condiciones climato- logias. Imagin6 Africa con ese calor abrasador, sofocante, _quign podia pensar en flosofiao literatura, en tecnologia © arte, en viajes espaciales o submarinos desde un lugar {an drido? Sin embargo, él tenia ya varios meses de haber legado al rio y las cosas no le resultabin para nada, Ha- bia jurado, eso si, que no clandicariaen sus aspiraciones Se retr6 de la ventana. Guard el recibo del telefono. Destapé una cerveza y se sent6 en la cama. Tomé el con- trol y pasé de canal en canal, de mimero en niimero; no cra televisién lo que necesitaba, la apagé: era la depre- sin, que tomaba forma de mando a distancia; eta la tris- teza de ver que los objetivos buscados no se visiumbra ban nia largo plazo. Ahora al menos tenta un empleo, y ‘ser més creaivo, algo le hacia suponer que el de- para salvarse del monstiuoso estrés que se anunciaba a veces en forma de control y otras en forma de lata de cer ve2a, pensé que vivia mejor ahora en Queens que apenas ‘unas semanas antes en uno de los proyectos del Sur del Bronx —esos edifcios donde se supone que vive la gen- te més pobre, desempleada 0 de infimos recursos eco- némicos, cuya supervivencia depende de cupones que les ‘otorga el gobierno para pedir comida en los supermerca- dos, En cada edificio habjtan trescientas o més familias, rmayoritariamente negras, dominicanas y puertorrique fias, yen menor medida, mexicanas y centroamericanas. Intentando escapar de a depresin, Eduardo realizé un viaje al pasado: Le pareié que de Manhattan al Sur del Bronx habia varios siglos de distancia. La semana gue vivid en Manhattan vio la vida con optimisma, Caminaba por la Quinta Avenida recoria Lexington Avenue, y paseaba por Broadway tertado por esos tents, por esas gentes de abigos gruesos que ingre- saban a una « ota sala. Lo destumbraba el ned, ls gigan- tescoscartelones anunciando productos, el edifci del Daily [News informando a través dela vie que mas amaba—a via satdlite—, instantdneamente, fo que ecurria en otros rinco- nes del globo. ¥ no silo pens® sino que sintib que habia na- «ido para habitar un lugar como Manhattan. Lamentable- mente todo fue fuga, horas después ruvo que enfentar la realidad de verse viendo em ol Sur del Brows, en casa de Mai- ‘rena, un negro de la costa norte de Honduras y amigo de in- fancia, quien le habia ofrecido una pequena habitacion ‘mientras se ubicaba mejor. Ya antes habla escuchado hablar del Brons, y no slo escuchado sino que lo habian estreme- ido unas cuantas peliculas rodadas en el Bronx donde se veian pardillas, drogadicion, prostitucion... En fin, sein las peliculas, era una zona inaccesible para quien nunca an- tes hubiese estado rlacionado com una de esas ramas de i= timo estato socal del planeta Tierra, Pero no fue eso lo que Te cre ta paranoia de que de al! no saldria vivo sino la mi- rade desconcerada de Javier, su amigo, cuando le cont que habla adqurido vivienda enol Sur del Bronx. Lo habia mi rado com oosdesesperades sn ning simul del terror gue e prod, le pregunts ds seguro que dese vive ah? El muds 0 menos habia advinado y respi fingiendo tranquil No sé. Pero no hay ugar par eleccién. Ee amigo me a tes meses de vivinda y alimentacion mientras me are i [No tengo alternativa ‘—jTenés la dreccin? Te voy air a dejar. Pero quiero que eps que no recomienco vivir all, Aqui podés quedar: fe unos dias més si necesitds para buscar un sitio mejor. El Bronx es malo, pero el Sur del Bronx es el inferno. ‘Tomaron el suberringo el miimero 5, que os dejabaen la 143 1 Tercera Avenida, De ahi habia que conseguir wt boleto a la salida del tren para tener acceso al bus 15K, que lo conducia hasta la 174 y Washington. No era necesrio que nadie conta a nada, 1 buscar Kibros de Historia, ni entrevista a alguien, i sigquiera ver par creer, era una cuestion de simplicidad ex traordinaria, Bastaba bajar del busy sentir toda la atmésfera que arrincona contra un muro indestructible einescalable, un muro gue ningin alpinista del universo se atrevera a desi, sun muro de restos descontentos, ojos desconcertados y pasos ‘presurados, como si un segundo de ritmo perdido bastara para decire adios a la existenca. ¥ él estaba ahi bajando de se bus, observando los edifiis semidestuides, de un amari- Ho erroso, ws amarilo de oro antigua en desusa, Eran muchos los edificios unas ceca de ots, tados con la misma aparien cia como si estuvieraruniformados. nla calles se vlan au- 1 completamente destrudos, tal parla el escenario de una guerra veciénterminada. Le lam a atencién que, a pear de todo, habia ninos jugando en la plaza. ;Serian nios ain? ‘Quedarla algo de infantil en ellstzNo ser algunos enaros ‘que fingen jugar para que yo me confe y luego comermez En qué pensds? —le pregunt6 Javier. Na, no es nada —sonrié—. Si hay ni os pura feed que exe lugar sea tan malo. “—Tal vez te dan oportunidad de que me contés como es cen realidad ete Lugar. Of algo una vez como que agit no hay _gente mala, sino que el aire esescaso,contrariamente a otras slo mejor partes del planeta, y vos sos un extra. g¥ qué harlas 0s si tun extra te viene a respirar tu aie sabiendo que es escaso? ‘Alo msjor no le haras dar, pero sf evitarias « toda costa que respinara. El no respond un temblor interno se lo impidis DDestapé la quinta cervezay regres6 del Sur del Bronx. Por Ja ventana se veia mo Queens continuabs vistiéndose de blanco, Recordé nuevamente New York Telephone. Rejurd aque no volveria a Tamar larga distancia y para tragarse st juramento se dio un trago largo, de media lata, Busco el recibo telefonico, Asintié. Tomé el teléfono y marcé un —Al6, Mirian, querida, soy yo, Te llamo para decirte ‘que no esperés mas lamadas mias. —Pero, qué pasa, car No, no, no es nada entre nosotros, lo que pasa es que el recibo sale muy alto, creo que es mejor idea escri birnos mis seguido. —Estoy de acuerdo, carino, yo te lo habia sugerido EI rostro se le torné de una dulzura inaudita: era ‘como si al avanzar la conversacién é se llenara de algo que lo revitalizara St. Ast es mejor. No he dejado de pensar en el dia en {que volvamos a estar juntos. —Si, ese dia sera maravilloso, YY el gusanito tocé la oreja. Ahora tiene que internarse en ella y bajar las escaleras de miniatura en forma de ca- aco, de espiral, suavecito, despacio, hasta llegar al centro del nido, tra ver lunes, ;Quién habrd inventado el lunes? Lo mds probable es que Satanas, porque Dios no podia ser tan cruel, Seguramente Dios hizo fa semana de martes a domingo, ysu enemigo perpetuo, come siempre, conspi- +6 se invents el lunes para que las cosas no le quedaran tan bien, Afortunadamente no era enero, otto de los i ventos satinicos. Eduardo se salié del sleeping bag y también de la cama, protestando. Por la ventana se vela Queens completamen te vestida de blanco, como una novia esperando a su p ‘metido, Esta vez cl principe azul era él, que estaba por enfrentarse ala niews, pero lt nieve no podia ser invento infernal, puesto que era blanca —y segin la tradi: el Cielo, sino es blanco, por lo menos es de un azul celeste ‘muy transpatente. A pesar de la superproteccion, el tf le llegaba mis alli de los huesos. ¥ si bien su nueva vivienda en muchos aspectos superabs a las del Sur del Bronx, tam- bign era cierto que algo fundamental fllaba en su. nuevo partamento: habia que caminar veinticineo minutos has- tala estacién del subway, Y de esto no se habla percatado sino hasta ahora, cuando el invierno arreciaba y se dirigia ala 74 y Broadway de Queens para tomar el F hasta la Se- sgunda Avenida, cerca de Chinatown, donde se encontea ban las oficinas de la constructora, Bsos veinticinco min fos del apartamento al subterraneo le parecian intermina~ bles. A veces creia que llegariaincompleto, por eso al in: aresar a uno de los vagones del subway se revisaba si ha bia llegado con las dos piernas, si no le fltaba un brazo, si ain era duefto de sus dos oreas. Después de la supervi- sidn podta senirse en paz, y quedarse de pie entre dormic ddo-despierto, entre la realidad-suefo, porgue el tren a las Scis de la matiana va repleto de gentes que no durmieron lo suficiente o no lo hicieron cémodamente, y los que lo- san asiento es como si s6lo se pasaran de una cama a otra, de las camas de sus casas a las camas que guardan en cl ten, pues dejan ir las cabezas contra las paredes y dser- ‘men sin preocupacién, sin temor a que el subterrineo los eve a otra estacion que no les pertenece. Han aprendido, 4 fuerza de costumbre, con precisién deslumbrante, el tiempo que el tren demora en llegar al destino de cada tuno y por ello duermen plicidamente: ellos saben que el sueiio sabe dénde detenerse, ‘A Eduardo la suerte de las eamas ambulantes nunca lo acompaiaba, En la 74 y Broadway de Queens es imposible obtener un asiento en horas de la maftana, la gente ter- ‘mina su sueto de pie: colgados en los agarraderos mantic ‘nen un vaivén muy parecido al de los murcilagos. —tBuenos dias, sefior Eduardo —le dijo Charlie, el jefo—. Lega tarde, pero no me digas nada porque ya sé lo que dicen los trabajanders, el subway, el subway, siempre l subway es el culpable por legar tarde —Se dice trabajadores lo corrigié. —Trabajanderos —inssti6 el jefe, quien no perma ‘que nadie lo corrigiera, mucho menos un extranjeo, Charlie era un gringo viejo, alto, y de poco hablar con los empleados. Para evitar el contacto con ellos tomaba el {eléfono y llamaba el tempo que fuera necesario a uno y ‘otto lugar Sabia manejar muy bien la situacién de Tos in= documentados, lo que le servia para darse la libertad de hhacerles bromas, muchas veces groseras, que los inmi- grantes soportaban sin protesta debido a sus condiciones. La compat se dedicaba a reparar inteiores de apat- tamentos, reconstruir eificios y pintar, uardo habia le- gado hasta alli por medio de un amigo guatemalteco, quien le presents a un amigo estadounidense, y éste lo le- va donde Charlie, |Aveces trabajaban a aire libre, es decir, al hielo libre tras, dentro de apartamentos sin calefacién. Y algunas veces, en apartamentos habitados, donde, de vez en cuan- do, las personas que en ellos vivian se apiadaban de. los ‘obreros les ofrecian café o chocolate caliente algo de comer. Eduardo habia encontrado un método que le est ba resultando cuando la adversidad lo sorprendia, bien se tratara del clima, de una labor may ardua 0 de algiin mal recuerdo: emprendia viaje al pasado o bien a futuro, Asi se libraba de estar donde estaba, Derrumbaba una pared y mientras golpeaba con la herramienta se iba para el Sur del Bronx en donde seguramente estaria peor, o se iba al faturo cuando triunfara en su carrera de actor y se viera en las paginas de The New York Times y en revstas espe- cializadas en las estrellas. El tiempo de trabajo se encogia de tal manera que Charlic habia empezado a ablandarse con 6), pues era el nico empleado al que habia que recor- darle Ia hora de salida, En cieta ocasién Charlie, para probarlo, no le avis6 que la hora cero habia legado, y él trabajé pintando una pared dos horas extra, hasta que Charlie se dio por venci —Vémonos, eres un buen trabajandero, —Trabajador. —Trabajandero —insisi. ” Por varios meses a vida de Eduardo fue una espanto- so ruins: trabaj-cas,casatrabajo. No tenia amigos los lugares que aspiraba a vista se le hacian cros. Ua dia de autocriia se enteré de que estaba resignindose la vida de bracero: trabajar, beber cerveray pagar telefono: sole faltaba enviar unos cuantos délaes a su pais. Sintié que perdia su objetivo principal y ante tl caos se preocups por infocmarse de dade presentaban obras teatales cee sible su economia, As visi el teatro dela iglesia Santa ‘Ana, en el Bron. fs se convito en su ugar de inde se- mana, La pease abria los sabados, desde que la descu- ‘bri no se perdié una. Asie osteo de Eduardo fue apr ido por los antiguas ciemes yl aprendi los rostos de algunos de ellos y de los artista. ‘Una noche de tantas, un hombre alto, de barbs, y cal vo del centro dela cabeza, quien westa siempre con un poncho mexicano negro, se le acres: —2bresartistat Te he Visto estos dias venir seguid, {le tomas una cervest Eduardo acept6. La conversacion se extends. Y des- és de a peda vstaron bares latinos en el Bronx. A dénde vives —En Quoens, en 74 y Broadway al cuanto pagas de alquler? _—rescients cincuent al mes. El grandulin se lev una mano ala cabeza ero, hucwin, ers hijo de rico! so esté casino, Qué comodiades tienes? —Ninguna, por el contaro, el subway me queda a media hora — Con este fro, huevo estés loco! Ni que hubieras nacido en Alaska. zE5 tan fio Hondurast Eduardo se ri —Tan fro que nadie cocina, Hace un calor dl demo- no, a tal grado que todos nuestros alimentos los comemos crudos por disposicin del gobierno. Es tan caliente que st cencendés un fosforo incendiss el pos ‘ieron a carcajadas, hecho que no escandaliz6 a nadie cen cl resturante dominicano, pues el silencio no ¢s preci- samente una de las vitudes de los caribefos. “Me caes bien, huevdn. Mira, donde yo vivo hay luna habitacién desocupeda. Si tienes interés, lmame, yo puedo hablar con los duefos para que te la alquilen, ‘Cuando liames pregunta por Casagrande, &¢ soy ye. ‘Ante los demds hombres era ciega, No tenia js para nadie. Amaba a James Bond. No recordaba dénde, es decir, cen qué pelicula, Solamente supo que desde que lo vio no vi virla para otro que no fuera su Agente 007, Se conocia muy bien todas las peliculas de dl. Por él habia tenido discordias familiares, pues para ella el VHS dejaba de tener importan- cia si no era para mostrarle a su James Bond esquiando, persiguiendo delincuentes a gran velocidad por las autopis. tas, pilotando aviones ultramodernes, desafiando cuanto ‘obsticulo aparecia. Lo tinico que detestaba de su agente era Ia promiscuidad, dl no podia ver una mujer regular o bon ta que no se la acostara. Cuando esto ocurrialloraba de ce- los, rabiaba, maldeci a televisién, ata extremo que un dia {que el James Bond se arrinconaha a una mujer contra una pared y le buscaba algo dentro de la mini, lanz6 tal zapata- 20 que la pantalla se hizo aaicos: un chispero desperts el ppinico de sus familiares y el humo inundé la sala iNecesta tratamiento psiquiitrico! —grit6 el paps, Pobre de mi hija! —Horiques la mam. YY Jos demas telespectadores se escondieron en sus res pectivos dormitorios, temiendo que futuros zapatazos no fueran para la pantalla sino para sus rostros. Sus padees decidieron Uevarla al psiquiatra. No la com- venciron sino hasta que les propuso que iia @ cambio de ‘que le compraran tun televisor con mando automtico para su cuarto con su VHS y las peliculas de James, como Jo tra- taba familiarmente. I padre se encargé de explicarle la situacién al psi- quiata, “ts deicado —se limite a responder et profesional de los desfasados dela cabeza amd aparte a los padres. Les hizo saber que se en- trevistaria con la enferma aparentemente en privado, y Jes mostré la ventaaita oculta desde donde podrian ob servar las teacciones de su hija y también les sefilé un Dotén rojo, el cual podian presionar en caso de que algu- ras de las respuestas no fueran verdaderas © Mirian se : El psiquiatra se sent6 frente a ella, teniendo el escrito- sicomo tinchera prs iterab aged fice, yoomen Caos ato tent Tine Tend maie ce Texel Tse Fenians T Ga la poten de Hondas? Letts miles sos ae maceton Sous del czas y menos los que murston despues Jl es ae =a = save Theda, Toate te ropa al ear promo? “Sondre de period — ar ut Fara continua estuiand, iQue hee condo ets grand —Wesoy gaa, igo endo eds mayor. stay mayor ya meen =cut nomi? Porque no me Tos pregunta bast sort Segin tengo ements simi de primero gue se pega nombre le lao Mina, Min uc rare quien los ped? Tow nol se, por qu pregunta? Digame Mian nada més, ees “Cet hoe —Mi ppt eran sm mam H medic sos svt ras Yn cca fos pres sont ahaa, pes no respons Io cxperndo por edn, Traut Pore i ppd me manien,y mi man ne po ge. Son ones ms sce pre? tet novia oe Segunda soni del mis ites numeral vet Si solamente un En ste momenta oe. abe gute ~beuted a era oni dl co no fen ama Deg simplemente ina sori in seid. Deas Je Invent celts no hbo sonia Por tet enamorda deat Es bastante ingenuo usted, verdad? No, le dije eso porque como dicen que cuando la paciente se enamora del psiquiatra 0 del psicélogo es que esta bien de salud, no necesita mas tratamiento. Pero sila medicina consiste ‘en enatnorarme de usted, creo que estaréeternamente en- ferma. Usted no es mi tipo. Yo estoy enamorada de James. El médico olvidé que alguna vez en la vida sonri6. De ‘tris de la ventanita oculta la pareja se abrazé més fuerte como protegiéndose ante la eventual caida de un mis anunciado. — Cul Jamest —James Bond, ud otro podria ser? —fee es un sueto tuyo. El sélo existe en la pantalla Qué poco informado esti usted! No, él es producto de la fantas —Presénteme al escrito, tal ver Io cambie por James. No, no sé si es uno solamente, creo que son varios. —alnsinia que me prosttuya en una orgia de escri- No, en absoluto. Lo que quiero decirte es que él no existe, ‘Hl escritors6lo era uno, lan Fleming, pero después de que él desaparecié lo continué John Gardner, y tam- bin con mucho éxito. Pero, aparte de eso, James Bond es real, s{ exist. Estoy enamorada de James Rond aunque sé aque él no se llama asi. El médico volvi6 a sonrer, Pens6 que ése era el cami ‘no a seguir. Dedujo que tenia un novio real al que disfra- zaba de James Bond por temor a los padres. Cuando que- ria hablar de él lo transformaba en el Agente 007 y esto la hacia sentirse con toda Ja libertad de expresar su pasin. Detris de a ventanita oculta, los padkes se regocjaban, es- pperaban que el otro James fuera alguno de los muchachos ‘que conocian. ¥ ya se habjan secreteado que, se tratase de de un escritor, 2 ‘quien se tratase, lo aceptarian. Lo més importante era la salud de su hija, AY cul es el nombre verdadero de tu James Bond? —iNo lo sabe? {Qué poco informado esta usted! Ro- ger Moore, Hubiese querido quedarse a vivir en Queens lf y la alta tarifa del alquiler se lo impidieron, Estaba de regreso en 1 Bronx. Casagrande hablé con los encargados del pis, les ‘inti es dijo que habia conocido ¢ Eduardo en San Fran- cisco hacta varios aos. La parea les crey6 y recibieron al ‘nuevo inquilino. Casagrande le ayuda reacomodarse. Des- pués de que las pocas cosas de Eduardo libros y ropa, estu- vieron en su sti, Casagrande llamé a los otros inguiinos para darle Ia bienvenida. Destapé un galén de vino de los mas baratos que se podian adquirir en ls Gudad y quizés en el mundo. Def6 otro intacto sobre la mesa: A José y a Rosa ya los conoces. Ahora, estos dos, Mauro y Alfredo, son vecinos inevitable, alqilan aqui. Los presentados intercambiaron apretones de ma- nos, Escucharon musica, bebieron, hablaron de sus pa ses, Y quedaron en que al dia siguiente, sabado, dia en que singuno trabajaba, se reunirian con Eduardo para especificarle los deberes y derechos de cada uno, Eduardo no estaba seguro de si era suefio relia el ui ddaje que recortia el pasillo. Entre el sueno y ls teaidad se 3 enteré de que el bullicio se producia por un maremoto {que se habia formado en un mar leno y el torrente de ‘agua caia nla ciudad de Nueva York era como un remo- lino que llevaba todo tipo de productos metilicos, ye pe netrante sonido se reproducia como una llama sobre gas volitil y ensordecta a todos los neoyorguines, muchos de los cuales corriantapéndose los okdos com la palmas de las manos; otros, introduciéndose los dedos indices dentro de las orejas hasta sangrar; algunos se desesperaban y to= ‘maban cualquier cosa punzante, desde cuchllos hasta pe- ddazos de objetos encontrados en la basura,y se los ensar- ‘aban con violencia en los oidos imploranda la sordera de ‘manera inmediata. El sonido llegs hasta su puerta y lo desperté la vor que gritaba: —iArriba, huevones, que es tarde! Era Casagrande, que recorria el pasillo de puerta en puerta Ievando una cacerola llena de instrumentos de co- cina y golpeando los laterales con un cucharSn, Eduardo se sintié molesto, pero valia mas llamarse al silencio y ha cerse el desentendido. Desde el cuatto de José, el subarrendatario, se oy6 un reclamo: —Puta, Casagrande, no joda, déjelo dormir a uno. ‘Como usted es un haragin que nunca trabsja,. Arriba, huewin —arremetié. Casogrande—, qué chingada es ésta que quieren estar empiermados hasta et mediodia ‘Todos se levantaron maldiciendo a Casagrande en vor. alta, a excepcidn de Eduardo, que lo hacia para sus aden ‘40s, pero con mucha més sinceridad, Se urnaron el bai. Despuds de estar bien vestides, peinados, impecables, se reunieron en la gran sala colectiva. Los esperaba un enor. ‘me tarro de café y un pichel de refreseo sudado por la ef cacia del hielo, Bueno —, una clavicula desnivelada y en cl pie derecho otra pronunciada cicari, lo que no daba Ingar a dudes. eo se divertia con cada mentra. Ella ¢ emociond cada vez mas. Yas\ hicieron el amor por algunos dias, has ta que le hizo la oferta de que se pasara a vivir @ su apar: tamento, pues estaba enterada de la pobreza en que vivia en un lugar lejano de Brooklyn, ¥ él aecedid, Los prime- ros dias le parecié maravilloso vivir en Manhattan con todo tan a la mano. Al correr de los dias lo invadia una sensacién de culpabilidad que lo hundia en el pantano de Ia tristeza, No estaba enamorado de Sandy y sabia que no lo estaria nunca. Habia mentido por un juego en el co- _mienzo, luego el juego se estaba haciendo serio y ya no se atrevia a destrurle el hétoe, {Como decirle que la opera- cidn de un brazo fue un accidente automovilistco, que la otra cicatriz se la produjo al caer de um techo que repara ‘ba, que la clavicula se la desprendis cuando hizo un clava- o en un rio de su pueblo, que el agujero cercano al om- blige fue una mordida de murcilago en su niien, que la cicatriz del pie se la hizo jugando por unos potreros, ¢o- rriendo descalzo hasta que su pie infantil cay6 en el cor tante vidrio de una botella de Coca-Cola? Su dignidad de hombre revolucionario, de seguidor ferviente de Francisco Morazdn, de principios fundamen- tados en el mutuo respeto entre los seres humanos, se de- srumbaba, y él no estaba dspuesto a que todo su interior se cayera a causa de un apartamento en el coraz6n de Man- bhattan, por todas as comodidades que habia dentro de élo por el salario de Sandy, que ya estaba aprendiendo a com partirlo con é, Por eso, un dia regresé a Brooklyn pero st apartamentito ya no estaba, alguno de sus compaferos lo alojé en Queens, y€l le dijo adiés a Sandy con una dima mentira: la guerra en su pais habia terminado, y era muy importante que regresara a contiauar luchando por su pueblo através de la via civlizada, la vie del diflogo, el ca ‘mino de la convivencia pacfica. Fla Te creyd,pese aque él, -apoyandose en la fama de sentimentales que tienen los la- tinos, no se dej6 acompanar al aeropuerto por no lorar ai verla llorar, Asi €l se libro de los padecimientos intriores de ella sin necesidad de desbaratarle el mito. ¥ fue mejor pare los dos. Algin dia que ella fuera a Nicaragua slo fe bastaria preguntar por et comandante Leo, uno de los hé- roes de Ia revoluciOn sandinista, un veterano de aquella guerra £1 Poe Park se llenaba de vagabundos, borrachos, dro- gadictos. Tambien de vecinos cercanos, lectores de perié- dicos. La casa de Poe estaba a un minuto de donde vivia Eduardo, quien no se explcaba emo no se habia entera- ddo antes. Destapaban la cuarta cerveza de cada uno, con las que tambign se abrian las pasiones eo hablaba de historia, # fue al mil achocientos y tantos, a principios de siglo, Vivié con Francisco Morazén las preocupaciones de esa Centroamérica convertida en tuna sola nacién, De la fortaleza que tomaria el istmo si Iegaban a concretarse los ideales morazanistas Eduardo viajaba al pasado sin escuchar lo que Leo de- cia a viva voz, Regres6 a su ninez cuando le asomaron los primeros destellos de su genialidad como actor: siempre andaba con la frente arrugada, arrugas que de tanto ha- cetlas se le fueron cifendo y que no estaria tan orgulloso de ella en el futuro, pues imitaba la frente de John Wayne en peliculas donde se aesinaban indios al por mayor y al detalle. Otra vez, con una hoja de afitar, se hizo dos en= ‘radas intentando simular a ack Nicholson. ¥ sus compa Aeros de escuela le preguntaban qué le habia sucedido y él fingia no comprender a qué se referian; mostraba orgullo: 50 y altivo su frente grande y metida hacia la cabeza a lo Nicholson y no le basté y se rasur6 las cejas también a lo Nicholson o a lo conde Drécula ‘Mientras Leo continuaba diciendo que el ideal de Mo- arin no se reali por causa de los costarricenses y que Costa Rica seria un bello pais si no exsteran costarrien- 5, porque ellos se creian europeos y siempre estaban en contra de uni fuerzas con los pulses centroamericanos, Eduardo salto del pasado al futuro, a una reunién de es- trellas donde se hacia acompafar de una bella mujer que, naturalmente, no era actriz Vestian muy elegastemente y Nick Nolte les hizo wn par de bromas, ald a su bella acompanante lo ms lejos que le {fue posible de Warren Beatty, quien ya le habla echado el ‘ojo. 8 eo saludabars todos sus colegas estrellas por su ac- tuacion en su raciénestrenada pelicula que habia dirigido su amigo y director favorito Woody Allen, Se quedé a conversar con Wiliam Hurt y a flicitarlo por el Brillante papel que hizo en El beso de la migerarafa. Hurt fue muy cores ein- tercambié el saludo flicisindolo y déndole la bienvenida al club dela estrellas. Hablé en espafol, ae ta envidia de los que no entendian, con Edward James Olmos. ¥ bailé wna vieja cancién con Sonia Braga. Danny DeVito lo saludé asintiendo com la cabeza y moviendo las ees; wna gigantes- ct hamburguesa le impedia cualquier comunicacion oral eo y Francisco Morazin habian ganado la guerra en Cen- troamérica, se clegiria un solo presidente y luego que todo cstuviese en orden se ivitaria a Panama y Belice a unirse a la Gran Repiilica del Centro de América Si estos paises ‘no accedian volun iamente, entonces se organizaria una invasién para los meses siguientes, todo por el bienestar de ‘30s dos pueblos. Baduardo se sentia realizado en la fiesta y sabia que algunos To querian y otros ya comenzaban a envidiarl, porque tarde (9 temprano seria rival de algunos de ellos cuando legara el momento de nominar a los acores para la estatuilla mis ‘maravillosa de la pantalla grande, el Oscar. La noche cay6 y las cervezas se acabaron en el Poe Park. Leo finalizaba su exposicion de cémo podria reactivars la lucha morazanica para esa Centroamérica unida. Eduardo contestaba si, claro, por supuesto, pero, en verdad, él no ‘de qué se trataba todo aquello, él recién regresaba de tuna maravillsa Best, En la 42 Street entraron en varios establecimientos, hojearon revistas pornogrificas desde lo inimaginable has- ta lo mis grotescoen lo que pus cere ser human Vi- sitaron clubes de bailarinas desnudas. Se metieron a cuar- tos privados en donde la mujer se desnuda y hace las po- ses que el cliente le pida, no importa lo que sea, la mujer lo hard mientras el deposite para cada nueva pose un bi- let, y si quiere puede masturbarse, pero nunea tocar, a ‘menos que se artiesgue a quebrar Ia viteina y arreglarse con la policia, Entraron en un segundo piso donde se anunciaba que l liente, silo deseaba, podia acariciar a las bailarinas. Era tuna especie de rodeo, de un citeulo grande donde baila- ban las mujeres desnudas. Alrededor del ciculo existian Dequefos cuartos como ataides de pie con una pequetia ‘ventana sin vidio, como un tren en un efrculo que slo posce ventanas hacia el interior, por las que los clientes podian sacar las manos y tocar las nalgas y las vaginas, dado que la pequesa ventana quedaba justo a esa altura del cuerpo. Los clientes sacan las manos y en ella evan de tun délar hacia arviba y dependiendo de la cantidad de di nero es la cantidad de tiempo que pueden tocar. La mayo- ria acaricia con una mano mientras com la otra se mastur- bb. Eduardo se asomé a su ventanita como quien se aso- sma a la de un tren y miré el ciculo de manos llamando a las nalgas y vaginas, el circulo de manos desesperadas como una multitud hambrienta 0 que pide auxilio para no ahogarse, Estaba alli quel citulo de manos de todos los tamafos y colores dando gritos desesperados como mi- ‘mos enloquecidos,y la cantidad de nalgas y vaginas eran insuficientes para multiplicarse entre tantas manos, y las nalgas y la vaginas corran de unas manos a otras como si fueran balones de voleibollanzadas de un lado de la malla lotro, y las manos que perdian el balén y no disfutaban exe fugaz: momento que lo twieron quedaban como retor- ciéndose por un ataque colectivo de epilepsia por la an- agustia de perder lo que se tuvo y no pudo retenerse. Eduardo se reti6 horeorizado de la ventanita, No po- dla creerlo, No podia pensar, a pesar desu aficién a flo- sofat, Buso6 en la ventanita contigua a Leo, para que se fueran, cambiaran de lugar. Lo invadia una especie de ver: ‘ghenza por ser humano, 26 Javier le habia prestado su apartamento del 91 del ‘West Side, pequetio pero cémodo. Asi que en esas dos se- ‘manas en que Javier estuviera en Boston tendria ese apat= tamento el principal objetivo de tenerlo a su disposicin se_llamaba Andrea. Sabfa que ella estaba dispuesta a inten tarlo el problema lo presentaba él por la inseguridad de si lograria provocar la exctacién perdida, Se le cruzs una idea fugaz que podia resultar efectiva. Se comunics eon sus amigos y pens6 que el asunto de a reexcitacién de An ‘rea tenia que ver con ef decorado del lugat Al séptimo dia de la ausencia de Javier, invté a An- drea a caminar por algunos lugares de Manksttan, Visita- ron el Museo de Arte Moderno, estuvieron en un espec- ticulo de patinaje sobre hielo en el Rockefeller Center, pasion por algunas galeria el Vilage, yearn enn itbreria, Después del maraténico tour por la ciudad, él le propuso conocer el nuevo apartamento al que se habla mudado en a 91 del WestSide. Ella acedié con una sonrisa de quien sabe hacia donde se va 6a lo que se va El estaba inseguro a de lograrto, pero decidide a intentarlo. ¥ tomaron el sub way hasta la 96 del West En el elevador la bess largo y profundo. Le acaricié las pieenas sobre el abrigo,logr6 Hevar la mano haste los pe thos, le esabotoné parte del abrigo y la blusa,y sintié su piel caliente. Ella Io acariié como pudo. El no le dabe po bilidad de que hiciera mayor cosa, la tenia maniatada, "Antes de abrir la puerta pidié al infnito universo que Te ayudara a cumplir con éxito su misin, Le atemorizaba {que se repitiera la misma historia que con Tos otros: An-

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