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Las malas noticias es que no hay buenas noticias

Por: Juan Carlos Rivera

Reflexiones del Dr. Pedro Cahn, uno de los más reconocidos infectólogos mundiales,
donde alerta que el mundo está perdiendo la batalla en la lucha contra dicho flagelo

Obtuvo la especialidad en Enfermedades Infecciosas en 1978 y desde 1982, el Dr. Pedro


Cahn participa de la atención en el Hospital Fernández de los primeros casos de Sida
diagnosticados en la Argentina. En 1989 creó la Fundación Huésped, entidad pionera
dedicada a la investigación, la asistencia y prevención de dicho azote mundial.
Actualmente dirige la Sección de Infectología del Fernández, que atiende 200 consultas
diarias y realiza el seguimiento de 2.500 personas que conviven con HIV, y ha sido
designado Presidente de la Sociedad Internacional de Sida (IAS, siglas en inglés). El
diálogo tiene lugar en la sede de la Fundación, ubicada en la ciudad de Buenos Aires,
desde donde el experto pone toda su sabiduría, humildad y contención en función de los
enfermos.

Usted acaba de participar en la XV Congreso Internacional de Sida, realizado en


Bangkok, Tailandia, ¿cuáles fueron los principales temas discutidos allí?

Las malas noticias son que no hay buenas noticias en el sentido en que ha habido una
confirmación de la incapacidad que como planeta organizado tenemos para controlar la
marcha de la epidemia, que sigue su curso, sigue creciendo: 15 mil personas se infectan
cada día, han muerto 2 millones y medio de personas solamente en el 2003. La epidemia
sigue avanzando particularmente en los países más pobres, y en los sectores más pobres
de los países más acomodados; afecta crecientemente a las mujeres, hay un número
importante de niños que contraen la infección y estamos hablando de una enfermedad
prevenible y que tiene tratamiento. Las drogas antirretrovirales en los países donde se
aplican han logrado reducir la mortalidad en más de un 80 por ciento, sin embargo la
gente se sigue muriendo de esto. ¿Debería ser una sorpresa? No, porque en realidad si
nosotros vemos que vivimos en un mundo donde la gente sigue muriendo de
tuberculosis, paludismo, desnutrición, donde 2/3 de la población vive con menos de dos
dólares por día, entonces no puede sorprendernos que una epidemia como el Sida se
instale en este contexto.

¿Qué es lo que nos faltan: programas, declaraciones, propuestas?

No, en absoluto, tenemos hasta una organización de las Naciones Unidas de Lucha
contra el Sida, que es ONUSIDA, que agrupa a distintas instituciones, como la OMS, el
Banco Mundial, la UNESCO, la UNICEF, el Fondo de las Naciones Unidas para el
Desarrollo, tenemos hasta una Asamblea General de las Naciones Unidas dedicada
especialmente al HIV, que se reunió hace un año y medio. Tenemos un programa, que
es el llamado 3 x 5, es decir 3 millones de personas en los países en vías de desarrollo
que deben estar recibiendo tratamiento para el año 2005, pero para que ese fondo global
de la ONU destinado a combatir Sida, paludismo y tuberculosis pueda tener eficacia
hace falta que los países pongan el dinero y no se terminan de reunir los fondos.

¿Es mucha plata lo que hace falta?

Depende, para su bolsillo y el mío seguramente sí, son 10 mil millones de dólares por
año para dar un tratamiento apropiado a toda la gente que lo necesita. Eso es apenas la
mitad de lo que se fugó de los bancos argentinos en el 2001, eso es menos del 10 por
ciento de lo que lleva gastado el Presidente Bush en la guerra contra Irak. Así que no es
un tema de que la plata no esté sino de cómo el mundo se decide a gastarla.

Usted ha comenzado a hablar recientemente de un ‘genocidio por inacción’


referido a la lucha contra el Sida. Me gustaría una reflexión sobre este tema. ¿Qué
es el genocidio?

Es digamos la matanza masiva de personas. Se puede cometer un genocidio activo como


lo hizo Adolfo Hitler o como sucedió con los turcos y los armenios, pero también se
puede cometer un genocidio por inacción simplemente sabiendo lo que usted puede
hacer y no lo hace y deja que la gente se muera. Entonces en la práctica usted está
cometiendo un genocidio por inacción.

Recientemente ha sido nombrado Presidente de la Sociedad Internacional de Sida


(IAS), la organización científica más importante del mundo, con más de 10 mil
miembros en 132 países. ¿Qué representa para la organización más reconocida que
lucha contra este flagelo poner en su presidencia, por primera vez, a un
representante de un país en desarrollo, donde se concentran las naciones más
castigadas por la epidemia?

Sí, no sólo me toca ser el primer latinoamericano, sino la primera persona que proviene
de un país en vías de desarrollo. Hasta ahora los presidentes que tuvimos fueron todos
europeos, canadienses, norteamericanos y lo más al sur que llegamos fue a Australia
. Creo que por un lado ello habla bien de dicha Sociedad porque realmente pasa a
reflejar de una manera apropiada lo que es su carácter internacional, y en segundo lugar
tiene también una representación de lo que es uno de sus objetivos esenciales, que es
mejorar la situación de las personas viviendo con el virus de los países en vías de
desarrollo. El Consejo de Gobierno de dicha institución entendió que yo era la persona
para esta tarea en este tiempo.

En el tema prevención Sida mucho se habla de los cuestionamientos que se le hacen


a los dogmas religiosos, de la falta de educación sexual en la Argentina, de la falta
de presupuesto en este terreno para el combate. Se sabe, por ejemplo, que la
Argentina dedicará a la lucha contra el Sida 166 millones de pesos para el 2004 y
de ellos sólo corresponde a la prevención un 2 por ciento, (repartirá 20 millones de
profilácticos durante el año). ¿Usted cree que esto es suficiente?

Cualquier estrategia que apunte a fortalecer la prevención nunca puede ser errónea. Si es
suficiente o no yo no se lo puedo responder. Es evidente que lo que está claro es que no
alcanza con los esfuerzos que se hagan desde el nivel gubernamental, son
imprescindibles pero no alcanzan. Mientras la sociedad en su conjunto no tome el tema
en sus manos va a ser muy difícil poder abordar esto, mientras los padres no hablen el
tema con los chicos, mientras el tema no se trate en las escuelas primarias y secundarias,
mientras no lleguemos con la prevención a la gente que ni siquiera alcanza a completar
su escolaridad, entonces siempre vamos a estar dejando gente afuera que precisa
información y profilaxis. Lo que tiene que quedar claro es que tenemos que terminar
con la doble moral. Por un lado nos escandalizamos con la educación sexual en las
escuelas, pero usted prende la televisión a las tres de la tarde y hay telenovelas con sexo
semiexplícito, a donde ni por error aparece un preservativo. Es muy interesante ver que
algunos medios de comunicación gráficos publican editoriales muy pudorosos en
relación con el tema de la educación sexual, pero en páginas más allá usted puede
encontrar los avisos de prostitución que quiera. Entonces pareciera que no existe
coherencia interna dentro del mismo medio. Como el virus no tiene códigos morales, el
virus no ha leído ni la Biblia, ni el Talmut, ni el Corán, ni ninguna otra fuente religiosa,
ni tampoco conoce el Código Penal, el virus no elige a quien ataca, infecta a quien se le
pone delante. Y los que se le ponen delante son generalmente mujeres, jóvenes y
frecuentemente de los sectores más desfavorecidos de la sociedad. De modo tal que si
nosotros no hacemos algo la situación puede llegar a ser catastrófica. Para eso hay que
mirarse en el espejo de otros países, por ejemplo de lo que pasa en África. Allí hay
poblaciones que tienen ya crecimiento negativo: mueren más de los que nacen y
estamos hablando de que cerca del 40 por ciento de la población económicamente activa
en algunos lugares está infectada. Lo que estamos diciendo es que no es el 40 por ciento
general, estamos hablando del 40 por ciento de los médicos, de los maestros, de los
policías, de los bomberos, de los ingenieros, de la burocracia gubernamental; estamos
hablando y tal vez más importante que todo eso del 40 por ciento de los que recogen las
cosechas en países donde usted come lo que cultiva. Este es un tema que hay que
tomarlo con toda la seriedad del caso, porque pese a las reiteradas advertencias que se
vienen haciendo desde los ámbitos de la Epidemiología no tenemos todavía una
respuesta apropiada.

Doctor, usted hablaba de un proceso de feminización de la epidemia del Sida en el


mundo, ¿a qué usted lo atribuye?

Si el Sida es una enfermedad de transmisión sexual y la mayoría de las personas


preferimos tener relaciones sexuales con personas del otro sexo, esta enfermedad es
esencialmente una patología de transmisión heterosexual. La mujer está desfavorecida
en varios puntos. Está desfavorecida, por un lado, desde el punto de vista biológico
porque cualquier solución de continuidad en la superficie genital es rápidamente visible
en el hombre y no es tan visible en la mujer. Segundo, por razones anatómicas fáciles de
entender, las secreciones vaginales permanecen menos tiempo en contacto con el pene
que el semen en contacto con el epitelio vaginal. No menos importante que eso es que
las mujeres frecuentemente están sometidas desde el punto de vista sexual a los arbitrios
del hombre. Muchas mujeres no pueden decidir cuándo tener relaciones sexuales con el
hombre y mucho menos pueden decir cómo tenerlas. El planteo del indispensable uso
del preservativo puede llegar a ser una causal de grave conflicto en el seno de una
pareja. En eso creo que estamos hablando de sectores sociales en los cuales predomina
un bajo nivel cultural.

¿En las últimas reuniones en las que usted ha participado sobre el tema Sida se
han discutido nuevas terapias que le puedan dar un poco de esperanza a los
enfermos?

Sí, hay novedades terapéuticas de sumo interés, se siguen licenciando drogas que son
realmente muy efectivas y hacen más fácil el tratamiento para nuestros pacientes,
regímenes más compactos, más sencillos. Recientemente, la FDA, que es la
Administración de Drogas y Medicamentos de los Estados Unidos aprobó dos nuevas
fórmulas que combinan dos medicamentos: una que combina 3TC con Abacavir y otra
que combina Tenofovir con FTC. Acá en un solo comprimido usted ya tiene dos de los
componentes necesarios para combatir el mal, agréguele a esto el tercer componente y
ya tiene la triada necesaria, contra las 15 ó 20 pastillas que nuestros pacientes tenían que
tomar antes. La gente tiene que entender que el tema del Sida no se va a resolver
solamente con los médicos. Es claro que sin los médicos no se va a solucionar, pero en
esto necesitamos que se involucre, además, el sistema educativo formal y no formal, que
participe la familia, los medios de comunicación, las empresas, el Gobierno. Es decir,
que todos asumamos nuestra responsabilidad en este sentido. Si nosotros no logramos
que la sociedad tome conciencia y entienda que no es discriminando como se resuelve el
problema, no es persiguiendo a la gente que tiene HIV, obligándolas a clandestinizarse
que se va a acabar con el flagelo, estamos realmente muy errados. Me parece que en
este sentido las obras sociales, la seguridad social tiene una responsabilidad muy grande
porque poseen muchos millones de personas bajo su cuidado y no deben desentenderse
de esta cuestión.

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