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Edward W. Said ORIENTALISMO Traducci6n de Marta Luisa Fuentes al. Qulble . ENSAYO IBN JALDUN SEDOL ibertaria s Conocer Io oriental El 13 de junio de 1910, Arthur James Balfour pronuncié un discurso ante la Cémara de los Comunes sobre “Los problemas a los que tenemos que enfrentamos en Egipto”. “Estos —dijo— per- tenecen una categoria que difiere completamente de la de los problemas que afectan a la isla de Wight y a la parte de West Riding de Yorkshire.” Hablaba con la autoridad que Ie daba haber sido durante muchos afios miembro del Parlamento, ex secretario particular de lord Salisbury, ex secretario de Estado para Irlanda, ex secretario de Estado para Escocia, ex primer ministro y testigo de numerosas crisis, éxitos y cambios en Ia politica exterior. Du- rante su participacién en los asuntos del Imperio, Balfour sirvié a una reina que en 1876 habfa sido proclamada emperatriz de In India; estuvo muy bien situado en puestos de gran influencia que le permitieron seguir de cerca las guerras contra los afganos y zuldes, Ja ocupaci6n briténica de Egipto en 1882,"la muerte dei general Gordon en Sudén, el incidente de Fasoda, la batalla de Omdurman, Ja guerra de los Boers y la guerra ruso-japonesa. Adem, su noto- ria posici6n social, la amplitud de sus conocimientos —podia es- cribir de temas tan variados como Bergson, Haendel, tefsmo y golf—, su inteligencia, su educacién en Eton y en el Trinity Colle- ge de Cambridge y su aparente dominio de los temas relacionados con los asuntos imperiales conferfan a lo que decia ante la Caimara de los Comunes en junio de 1910 una considerable autoridad. Pero todavia habia algo més en el discurso de Balfour o, por lo menos, en su necesidad de pronunciarlo de una manera didfctica y mora- lista. En efecto, algunos miembros del Parlamento estaban ponien- do en-duda la necesidad de “Inglaterra en Egipto”, tema de un libro 53 de,tono-entusiasta escrito por Alfred Milner en 1892, y con ello hracfan referencia a que, aunque la ocupacién de Egipto habia sido en algdn momento beneficiosa, ahora que el nacionalismo egipcio estaba en alza, se habfa convertido en una fuente de problemas, y la continua presencia briténica en Egipto no era ya facil de mantener. Balfour, pues, debfa informar y dar explicaciones. Recordando cl desaffo de J.M. Robertson, diputado por Tynesi- de, el propio Balfour reton6 la cuestiéa planteada por aquél: “ZQué derecho tiefien ustedes a adoptar esos aires de superioridad respec ito a la gente a 1a que deciden llamar oriental?”. La eleccién del témino “oriental” era canénica, lo habfan empleado Chaucer, Mandeville, Shakespeare, Dryden, Pope y Byron. Designaba Asia Este desde un punto de vista geogréfico, moral y cultural; se podfa hablar en Europa de una personalidad oriental, de un ambien- {e oriental, de un cuento oriental, de un despotismo oriental o de un modo de produccién oriental y ser comprendido. Marx habia uti zado el término, y ahora Jo hacia Balfour, su decisién era compren- sible y no suscitd el menor comentario, No quiero adoptar ninguna actitud de superiridad, pero les pido {a Robertson ya todos equellos)(..) que tengan algiin conocimiento dela historia, por Superficial que sea, que se enfrenten cara a cara con los problemas que s¢ le plantean a un estadista briténico cuando esté en una posicign de supremacia Sobre grandes razas como la de Egipto y las de los paises de Oriente. [Nosotros eonocemos la civlizacin egipcia mejor que la de cualquier otro pats. La conocemos desde sus inicls, de una manera més intima, subemos mucho sobre ella, Sabemos que rebasa los pequefos confines de ia historia ‘de nuestra raza que se pierd en el periodo prehistérco, cuando la civilizacién ‘egipcia habla pasado ya su época de esplendor. Miren a todos los paises dorientales, No hablea de superioridad o inferioridad. Dos grandes temas dominan sus puntualizaciones en éstas y en las siguientes lineas: el conocimiento y el poder, los temas baconianos. ‘A medida que Balfour va justificando la necesidad que Gran Breta- fia tiene de ocupar Egipto, la supremacta se asocia en su mente con “nuestro” conocimiento de Egipto y no principalmente con el po- der militar y econémico. Conocimiento, para Balfour, significa es- tudiar una civilizacién desde sus origenes hasta su época de esplen- dor y st declive, y, por supuesto, significa tener los medios para hacerlo. Conocimiento significa elévarse por encima de las contin- gencias inmediatas, salir de uno mismo y alcanzar lo extrafio y lo 54 distante. El objeto de un conocimiento asf esté expuesto por natura- Jeza a que se proceda a su verificacidn; es “una realidad” que, aunque se desarrolle, cambic o se transforme de a misma manera en que frecuentemente lo hacen las civilizaciones, es, fundamental ¢ incluso ontol6gicamente, estable, Conocer asf un objeto es domi- narlo, tener autoridad sobre él, y autoridad aqui significa, para “nosotros” negarle aulonomfa —ai pafs oriental—, porque nosotros Jo conocemos, y, en cierto sentido, existe tal-y como. nosotros lo ‘conocemos. Para Balfour, el conocimiento que Gran Bretaiia tiene de Egipto es Egipto, y la carga que este conocimiento supone hace que preguntas acerca de la inferioridad o superioridad parezcan ‘mezquinas. En ningdn momento Balfour niega la superioridad bri- ténica ni [a inferioridad egipcia; las da por supuestas a medida que describe las consecuencias del conocimiento. En primer lugar, examinemos las realidades del caso. Las naciones ‘occidentale desde el momento en que aparecen en Ia historia dan testimonio + de su eapacidad de autogobiero (..), que tienen por méritos propios. Pueden ‘ustedes revisar la historia compleia de los orientales, de las regiones que de juna manera general denominamos Este y nunca encontrarin rastros de utogobiemo, Todas sus grandes épocas (que realmente fueron grandiosas) ‘Surgieron bajo el despotism, bajo un gobierno absoluto; todas sus grandes contribuciones a la civilizacin (que fueron muy importantes) se realizaron bajo este sistema de gobierno, Un conguistador sucedié a otro, una ddominacién a otra, pero nunca, en ninguna de las revoluciones que han ‘cambiado su destino y fortuna, haben ustedes visto que alguna de estas rnaciones haya establecido por sus propios medios lo que nosotros, desde un ‘unto de vista occidental, llamamos autogobierno. Esta es la realidad: no es tina euestién de superioridad 0 inferioridad. Supongo que un verdadero sabio oriental dirfa que Ia labor de gobemar que nos hemos propuesio en Egipto, y en cualquier ov lugar, no es digna de un flésofo, es la tarea sueia e inferior de hacer lo que es necesario hacer, Como estas realidades son realidades, Balfour debe entonees pasar al siguiente punto de su argumentacién, {Es beneficioso para estas grandes naciones (admito su grandiosidad) que Ese gobiemo absoluto lo cjerzamos nosotros? Creo que sf. Creo que la » experiencia demuestra que con este gobiemo ellos han conseguido el mejor’ [Bobiemo de todos fos que han tenido alo largo de la historia del mundo; lo ual no es s6lo un beneficio para ellos, sino que , iadudablemente, lo es para todo el Oceidente civlizado. Estamos en Egipto, no simplemente por Elbien de los egipeios, aunque estemas alf por su bien; estamos allf también por el bien de toda Europa. 55 | Balfour.no presenta ninguna prueba dé que los epipcios o “las razas con las que mantenemos relaciones” aprecien © incluso en- iiendan el bien que la ocupacién colonial les esté haciendo. Pero tampoco.se le ocure,permitir hablar al egipcio por st mismo, ya que presumiblemente cualquier egipcio que esté dispucsto a hablar sed probablemente “el agitador que quiere causar dificultades", y seret buen indigena que cierra los ojos ante “las dificultades” de Ia Jominacién extranjera. Por tanio, después de haber presentado los problemas étcos, Balfour por fin, pasa‘a los préctios. “Si nuests Pijsign es gobemarfog, arto si'nos'lo agradecen como si no, tanto F reouerdan avténtica y verdaderamente todas las pérdidas de las Gue les hemos librado coimo si no (Balfour, sin duda, incluye den- 1 de estas pérdidas, la pérdida o, al menos, el aplazamiento inde- Finido de la independencia egipcial; y aunque no se imaginen todos igs beneficios que les hemos proporcionado; si ese es nuestro de- tbe gaémo debdemos llevarlo a cabo?” Inglaterra exporta “lo mejor que ene a estos pafses"; nuestros desinteresados administradores Gamplen con su trabajo “en medio de decenas de miles de personas _ ue pertenecen a un’ctedo y a una raza diferentes, que tienen Gistintas disciplinas y condiciones de vida”. Lo'que hace que su farea de gobiemo sea posible es que se sienten apoyados en su pals por un gobiemo que respalda sus acciones. Sin embargo, tas poblacignes indigenas tienen el sentimiento instintvo de que esis wer Bhar con las que deben watar no est respaldadss por Ia fuer, 3 peeetyad, 1a eomprcnsion y el apoyo completo y total del pals que los autor ali esas poblaciones pierden¢] sentido del orden que es el verdadero Fa santo de sy eivilizaciOn; del mismo modo, nuestros oficiales piewden cra Gel poder y de la autoridad que et cl fundamento principal de fads To que pueden hacer en beneficio de aquellos ene Ios que se les ha La légica de Balfour aquf es interesante, sobre todo porque es totalmente coherente con las premisas de su discurso. Inglaterra tconoce Egipto, Egipto es lo que Inglaterra conoce; Inglaterra sabe (Que Egipto no es capaz de tener un autogobiemo, Inglaterra confc- Ang que. al ocupar Egipto, Egipto es para los egipcios lo que inglar ‘ terra ha ocupado y ahora gobierna; la ocupacién extranjera se con- view, pues, en."el fundamento principal de la civilizacién egipci » Contemspordnea; Egipto necesita —de hecho, exige— la ocupacién “pritinica. Pero si la particular intimidad que existe entre goberna- 56 dor y gobernado en Egipto s¢ ve turbada por las dudas del Parla- mentor entonces “la autoridad de lo que (...) es la.raza dominante wy que, segiin pienso, debe seguir siendo la raza dominante— ha sido tminada”. Y no sélo sufre el prestigio inglés: “En vano puede {in putiado de funcinarios briténicos (por muy buenas cualidades de cardcter y talento que ustedes piensen que tienen) llevar a cabo fen Egipto ia gran misi6n que no s6lo nosotros, sino el mundo civilizado, les ha encomendado.”' ‘Si lo consideramos como un ejercicio de retérica, el discurso de Balfour es significativo porque en é1 desempefia y representa el papel de varios personajes. Esté, por supuesto, “el del inglés”, al ue se refiere con el pronombre “nosotros”, que. destaca su condi- cidn de hombre distinguido y poderoso que se siente representantc de lo mejor que ha dado la historia de su nacién, Balfour también puede hablar en nombre del mundo civilizado occidental y del Telativamente pequefio cuerpo de funcionarios coloniales que esté en Egipto. Si no habla directamente en nombre de los orientales es porque, después de todo, ellos hablan otra lengua; sin embargo, él abe Jo que sienten porque conoce su historia, 1a confianza que tienen en hombres como él y sus expectativas. No obstante, Bal- four habla por ellos, porque, quiz, 1o que ellos dirfan si se les preguntara y fueran capaces de contestar, confirmaria de manera Superflua lo que ya es evidente: que son una raza sometida, domi- nada por una raza que los conoce y que sabe mejor que ellos lo que Ies conviene. Tuvieron sus grandes momentos en el pasado, pero st utilidad en el mundo moderno se debe a que los imperios podero- 30s y modernos les han sacado de la miseria y del declive y les han convertido en habitantes readaptados de colonias productives. Egipto, en particular, ofrecia un excelente argumento, y Bal- four, como miembro del Parlamento de su pais, era perfectamente consciente de que tenfa derecho a hablar del Egipto modemo‘en nombre de Inglaterra, de Occidente y de la civilizacién occidental. Porque Egipfo no era una colonia como las otras: era Ia justificar cién del imperialismo occidental; habia sido, hasta su anexién por are de Inglaterra, un ejemplo casi clisico del retraso oriental ¢ iba 2 significar cl triunfo del conocimicnto y del poder inglés. Entre 1882, afio en que Inglaterra ocup6 Exgipto y puso fin a la rebelisn fa del coronel Arabi, y°1907, el representante inglés en 37 Egipto, el duefio de Egipto:fue Eveling Baring, lord Cromer (tam- bién conocido por “Over-baring”). El 30 de julio de 1907, Balfour apoyé en la Cémara dé los Comunes ol proyecto de conceder 50.000 libras a Cromer en el momento de su jubilacién como recompen por los servicios prestados en Egipto. Cromer ha hecho Egipto, dijo Balfour: Ca ‘Todo Jo que ha tocado ha sido un éxito (.). Los servicios prstados por Tord Cromer durante el pasado ‘cuarto de siglo han contribuido a sacar a Epipto de la profunda degradacién sbcial y econémica en la que se ‘cncontraba y a Hevarlo a 1a posicién que, reo, ahora mantiene enre las haciones orientales, psiciGn absolutamente dnica en cuanto a prosperidad financiera y moral’ Balfour no se aventuré a explicar ofmo se media la prosperidad moral de Egipto: Las-exportaciones briténicas a Egipto equivalfan a las que Gran Bretafa realizaba a toda Africa; eso verdaderamente indicaba una cierta prosperidad econmica para Egipto ¢ Inglaterra (aunque desigualmente repartida), Pero 1o que en realidad importa- tba era la tutela ininterrumpida y total que, sobre un pais oriental, cjereia Occidente, empezando por los eruditos, Ios misioneros, los hombres de negocios, los soldados y los maestros que prepararon y después llevaron a cabo Ia, ocupacién, y acabando por los altos funcionarios como Cromer y Balfour que se crefan que estaban creando, dirigiendo e incluso ‘a. veces impulsando el resurgir de Egipto desde su estado de abandono oriental hasta la preeminencia que entonces tenfa, _ Si-el éxito-briténico en Egipto fue excepcional, como dijo Bal- four, no fue, sin émbargo, algo inexplicable o irracional. Los asun- tos egipcios habfan sido dirigidos de acuerdo a una teorfa general contenida en las nociones generales que Balfour tenia sobre 1a civilizaci6n oriental y en la gestién de los asuntos diarios que Cro- mer llev6 a cabo en Egipto. Lo més importante de esta teorfa durante Ia primera década del siglo xx fue que funcions y, ademés, asombrosamente bien, El razonamiento reducido a su forma mas simple era claro, preciso y facil de comprender: hay ectidentales y hay orientales, Los primeros dominan, los segundos deben ser + dominados. Y esto normalmente significa que su territorio debe ser ‘ocupado, que suis asuntos intemnos deben estar férreamente contro- 58 lados y que su sangre y sus riquezas deben ponerse a disposicién de un poder occidental. El hecho. de que Balfour y Cromer hubic- ran sido capaces, como veremos, de déspellejar tan brutalmente a Ja humanidad hasta reducirla a esencias culturales y raciales, no :erayen absoluto, una muestra de su particular maldad; por el con- trario, indicaba con qué facilidad esa teorfa general, una vez puesta cn prictica, pas6 a formar parte de la corriente general de pensa- miento y hasta qué purto fue eficaz. ‘A diferencia de Balfour, cuyas tesis sobre los orientales preten- dian ser universales, Cromer habl6 sobre los otientales de una manera especifica, de acuerdo a su experiencia de gobemador y administrador primero en la India y después, durante veinticinco afios, en Egipto, periodo en el que leg6 a ser cénsul-general supre~ mo del imperio inglés. Los “orientales” de Balfour son las “razas sometidas” de Cromer, sobre las que escribié un largo ensayo pu- blicado en la Edinburgh Review de Enero de 1908. Una vez més, cl conocimiento que Gran Bretafia tiene de las razas sometidas o de los orientales es lo que hace que su administraciOn sea facil y provechosa; el conocimiento da poder, un mayor poder requiere un mayor conocimiento, etc, en una dialéctica de informacién y con- trol cada vez mas beneficiosa. La idea de Cromer es que el imperio inglés no se disolverd mientras se mantengan a raya el militarismo y el egotismo comercial en la metrépoli y se haga lo mismo con las *nstituciones libres” on la colonia (en tanto que opuestas al gobier- no britinico “de acuerdo al cédigo de moralidad cristiana”). Por due si, segin Cromer, la l6gica es algo “cuya existencia el oriental esta totalmente dispuesto.a ignorar", el método adecuado para gobemarlo no es imponerle medidas ultracientificas u obligarle a aceptar la I6gica a la fuerza; el método adecuado consiste en com- prender sus limitaciones y en “procurar encontrar, en la satisfac- ci6n de Ia raza sometida, un vinculo de unién més valioso y, si se puede, més fuerte entre los dirigentes y los dirigidos", Disimulada tras la idea de la pacificacién de la raza sometida, se esconde la potencia imperial; su eficacia es el resultado de su refinada aptitud para comprender y de sus escasas manifestaciones de poder; no es producto de sus soldados, de sus brutales recaudaciones de impues- tos ni de su fuerza sin Iimites. En una palabra, el imperio debe ser 59 prudente, debe templar su codicia con generosidad, y su impacien- ‘Ahora, después de una serie de aproximaciones, por fin llega- mos al niicleo del conocimiento esencial, académico y practico que tanto Cromer como Balfour heredaron de un siglo de orientalismo ‘occidental moderno: éI conocimiento acerca de los orientales, su cia con disciplina flexible. Para sér ds explicto, lo que se quiere decir euando se dice quel ex ei eta ct ci i etal ede taza, su earfeter, su cultura, su historia, us tradicfones, su sociedad adios, los eppcios fs silks o los zles, Ia primera cues es conser ¥ sus posibilidades. Este conocimiento era real y Cromer crefa que ies eee gn, een emcee ee a oct agems se tata de eae reeenb que merece urs ftenién masse, pues es eencal QU tin conocimiento que se habia llevado a fa prictiea y que era inimu- Cena dbsar ay lomen is decsioncr de seurdo, prineialnen, table ya que los “orientales”, para cualquier propésito préctico, Sho esr eine comin betel oe tran una esencia platGnica que todo orientalista (0 dirigente de stemperdos por algunas considencioes ct a oe otientales) podia examinar, entender y exponer. Asi, en el eapitulo Loe essen sin pensar en la vis Teles 0 Sopueis QUC ; ’ bas it rama someidysho Poste ace 34 de su obra de dos volimenes Modern Egypt, relato magistral de \ pag a aia acln 0 come fsuetrente suede ‘obra ! aaa a fcc representndos por urao mas ces nye 3a experiencia y de sus reaizaciones, Cromer expuso sus normas Ae ingleses, Si Ta nacl6n briténica, en su conjunto, conserva ct esprit de personales extrafdas de la sabiduria orientalista i tate principio y exige que se apliquerigorosamente, aunque nuncs podamos rear un patitisme semejant al que se basa oni affiad de raza o en Ia Sit Alfed Lyall me dijo una vers “La precsidn es incompaibte €00 Ia EGinunldtd Tinghstica, quied podaos fomentaralgdn tipo de fdeldad mente orenal."Fodo anglo-indio deberta recordar siempre es mixin” ‘ ‘cosmopolita fundameniada en el expeto que siempre se otorga 21s talentos «Laila de exactitad, que Feilmente degenera en fasta, es en realidad ka : Saperioresy a las conductas desinteresadas y on in grattud derivada de Principal earacterfstica dela mente orenal Et europeo hace raronanentos : favores concedidosy de los que se coneederé, Entonces, podremos esperar Concienzudos, y sus afirmaciones acerca de Ia realidad estén exentas de fue el eipeto dude antes de confar su destino a alg futuro Arabi (1). uslguier ambigiedad; es, por naurslera logieo, aunque no haya estdiado Thcluso el salvaje cenioafricano puede a fin de cuentas aprender a canay Togiea yes, también por natraleza, eseplco;exige pruebas antes Je aceptar tun himno en honor de Astrea Redux, representada por el oficial briténico Ia verded de cualquier proposciny su diestra inicigencia funciona como {que le nicga la gincbra pero le da justicia. ¥ ademés, ganar el eomercio.” cl engranaje de una méquina. La mente del oriental, por otro lado, iguat {que sus pintorescas calles, carece por completo de simeivi, y su manera de ‘Rvona et lena de deseripeones desordenadas. A pesar de que Tos antguos frabes desarrollaron considerablemente la ciencia ue la dialéetica, sus 1 descendientes tienen deficiencias en sus fecultades lpia, Con frecuencia, La medida én que un dirigente debe “considerar seriamente” las propuestas de la raza sometida queda muy bien reflejada en In Sposicién de. Cromer al nacionalismo egipeio. Las instituciones ioe Se ee eran eae paesusar ora fndfgenas libres, la supzesin dela ocupacign extranjeray la plena an ee ae do unas s coq eg a soberanfa nacional fueron exigencias constantemente rechazadas Sfrmacign clam sobre fos hochos; su explicacidn, en general, ser larga y por Cromer, que afirmé sin. ambigtedad que “el futuro real de arene de lucider, con toda probabllidad se coniradi media docens d= Beipte Co) aolpuede seguir las directrices de un nacionalismo e3- secre een ier male edema trecho, que s6lo contarfa con los nativos de Bgipto (..), sino més Car etic bien las de un cosmopolitismo més extenso”.* Las razas sometidas Después de esto, califica a los orientales y a los arabes de crédulos, no podian saber lo que era bueno para ellas. La inmensa mayoria “faltos de energia ¢ iniciativa’, muy propensos a la “adulacién eran orientales y Cromer conocfa muy bien sus caracteres ya que servil”, a la intriga, alos ardides y a la crueldad con Jos animales; habfa tenido'con ellos experiencias en la India y en Egipto. Para él, los orientales no son capaces de andar por un camino o una acera To més cémodo respecto a los orientales consistfa en que, aunque (sus mentes desordenadas se confunden cuando intentan compren- Jas circunstancias pudieran diferir levemente aqut y allt, gobemar- der Jo que el europeo licido entiende inmediatamente: que los Jos era en todas partes més © menos lo mismo? Porque, natural- | caminos y las aceras estn hechos para andar); los orientales son mente, los orientales eran en todas partes més 0 menos iguales. . unos mentirosos empedernidos, unos “letargicos y desconfiados” y ore 6 - 61 son en todo opuestos ala claridad, a Ia reetitud y a la nobleza de la raza anglo-sajona.® ‘Cromer no hace ning esfuerzo por disimular que para él los orientales no son més que el material humano que,gobiera en has Ssonias briténicas: "Como simplemente soy un diplomtico y un Séministrador que también estudia al ser humano, aunque siempre desde Ia perspectiva de'gobemarlo(...) —dice Cromer—. me con: cefo con observar el hecho de que el oriental, de un modo u otro, Rormalmente acta, habla y piensa de una manera completamen’s Gpuesta a la de un europeo.’ Las deseripciones de Cromen, Pot Supuesto, se basan parcialmente en la observaciGn directa, woods i StPHivercos lugares alude a las autoridades orientalistas ortodoxas fen particular, a Emest Renan y a Constantin de, Volney) Pits (or ar sus puntos de vista, También se remite a estas autoridades i wevorio explica por qué los orientales son como son. No tiene nin- 11 Guna duda acerea de que cwalguier conocimiento que se '6AB* sobre i ‘SiMbriental, confirmard sus puntos de vista que, a juzgar por s0 i Secenpelén del egipsio que se derrumba ante el interrogatorio, 1 consideran al oriental culpable; su crimen consiste en que el orien- ' aise oriental, ¥ esta tautologia debia de ser entonces muy acePtae dh, como lo indica et hecho de que se pudiera escribir esto sia ni | Siquiera apelar a Ja l6gica o a a simetria de la mente europes. Ast, i Suaiquier desviacién’ de lo que se consideraban Iss normas de Somyortamiento oriental era antinatural. El iltimo informe anual gue envi6 Cromer desde Egipto proclamabs, por consiguicnic, 1° ai ir naligmo egipelo era una “idea totalmente nueva y una plan fa que procedia del exterior y que no era indfgena”* 1a pique nos equivocariamos si menospreciéramos el cimle { de ccnscinientos recibidos y los eédigos de ortodoxia orientalista i ‘a los, que Cromer y Balfour sc refieren en todo momento en sus a Sitos y en su quchacer politico. Decir que el orientalistno ofa caer acionalizacién del principio colonial es ignorar hasta qué Punto ef principio colonial estaba ya justificado de anteman® por el orien- doers hombres siempre han dividida el mundo en regionss ‘que tienen diferencias reales o imaginarias; la demarcacién absolu- sd entre Oriente y Occidente que Balfour y Cromer acepraron oh £m complacencia habia estado formandose durante as, incluso { Yiglos. Hubo, por supuesto, numerosos viajes, descubrimientos, ‘Contactos comerciales y bélicos, pero, ademés, a partir de mediados rey 62. entos_ principales en las relaciones a adquirié unos conocimientos siste- Fiieos y erecientes acerea de Oriente que fueron reforzados por cl Choque colonial y por el interés general ante todo lo extraio © {fssual que explotaban las revas ciencias, como eran la etnologia, Ja anatom‘a comparada, la filosofia y la historia; ademés, a este onocimiento sistematico se le afadi6 una considerable cantidad de bras literarias, producidas por novelistas, potas, tradictores y iajeros de talento. El oro elemento que mares estas relaciones fue {que Europa mantuve siempre una posicign de fuerza, por no decir de dominio; y no se puede encontrar ningin cufemismo para ex- plicar esto. Es verdad que Ia relacin entre el fuerte y.el débil pox Efe disimularse 0 mitigarse —como cuando Balfour reconocié la ‘sgrandeza’ de las civilizaciones orientales—, pero la relacién eseh- chal on el terreno politico, cultural ¢ incluso religiosg se consiceraba sen Occidente, que es lo que nos preocupa aqui— una relacién entre un socio fuerte y otro débil. = ‘Se han utilizado muchos términos para describir esta relaci6n; Balfour y Cromer en conereto usaron algunos. El oriental es irra; Sonal, depravado (perdido), infantil, “diferente”; mientras que el uropeo es racional, viruoso, maduro, “normal”, La mancta dc Fomentar esta relacién consistia en acentuar el hecho de que el Sriental habfa vivido en un mundo propio, diferente, pero comple- famente organizado, un mundo con sus propias fronteras naciona- fes, culturales y epistemol6gicas, y con sus propios principios de cShorencia interna. Pero 10 que le daba al mundo oriental su inteli- sgibilidad e identidad, no era el resultado de sus propios esfuerz0s, Sino mis bien la compleja serie. de manipulaciones inteligentes que permitiah a Occidente caracterizar.a Oriente. ‘Asi, los dos elemen- perde la relacién cultural de los que he hablado se dan a la vez. Bl’ conocimiento de Oriente, porque nacié de la fuerza, crea en cierto Sentido a Oriente, al oriental y a su mundo, En el discurso de Cromer y Balfour, el oriental es deserito como algo que se juzga (Gomo en un tribunal), que se estudia y examina (como en un curriculum), que se corrige (como en una escuela o una prisién) ¥: Que se ilustra (como en un manual de zoolog(a). En cada uno de, estos casos, el oriental es contenido y representado pot Tas estrucé turas dominantes, pero ide dénde provienen éstas? 63 La fuerza cultural no es un concepto del que podamos tratar fécilmente, pero uno de los propésitos de este libro es enfocar y izar el orientalismo como un ¢jercicio de fuerza cultural y re~ flexiotiar sobre ello, En otras palabras, es mejor no aventurar gene- “faliZécignes sobre una nocién tan vaga,’ aunque tan, importante, ‘como la de. fuerza ‘cultural, mientras no se. haya. analizado primero una gran cantidad de material. Para empezar, puede de- cirse qué Occidente, durante los siglos xux y xx, asumié que Orien- te —y todo lo que en él habfa—, si bien no era manifiestamente inferior a Occidente, sf necesitaba ser estudiado y rectificado por 4. Oriente se examinaba enmarcado en un aula, un tribunal, una prisién o un manual ilustrado, y el orientalismo era, por tanto, una ciencia sobre Oriente que situaba-los asuntos orientales en una clase, un tribunal, una prisi6n ‘0 un’manual para analizarlos, estu- diarlos, juzgarlos, coiregirlos y gobematlos, ‘Durante los primeros afios del siglo xx, hombres como Balfour y Cromer pudieron decir lo que dijeron y de la manera en que Io dijeron porque uns tradicién de orientalismo que se remontaba a un periodo anterior al sigié ¥ix les habfa proporcionado un, yocabula- Ho, unas imAgenes, una retérica y una¥ figuras,con las que decirlo. Pero el orientalismo reforzé y —fue reforzado por— la certidum- bre de que Europa, u Occidente dominaba literalmente 1a mayor parte de la superficie de la Tierra. El periodo en el que se produjo el gran progreso de las instituciones y del contenido del orientalis- ‘mo coincidi6 exactamente con el periodo de mayor expansiGn eu- ropea; desde 1815 a 1914 el dominio ‘colonial europeo directo se amplié desde mso Thenos un 35 por 100 de la superficie de la ‘Tierra hasta un 85 por 1002 Todos los continentes resultaron afec- tados, pero, sobre todo, Africa y Asia. Los dos grandes imperios eran el briténico y el francés, aliados y socios en algurios momen- ‘Os y hostiles rivales en otrés. En Oriente, desde las costas orienta- lés del Mediterrineo hasta Indochina y Malaya, sus posesiones coloniales y sus esferas de influencia imperial eran,colindantes, frecuentemente rozaban entre sf, y, a menudo, habjan sido objeto de sus disputas. Pero fue en Oriente Préximo, en las tierras del Oriente Préximo frabe en las que se supone que el Islam define las, caradteristicas culturales y étnicas, donde briténicos y franceses se | 64 enfrentaron entre sf y con “Oriente” de una manera mis intensa, familiar y compleja. Durante 1a mayor parte del siglo xix, como lord Salisbury sefialé en 1881, sus perspectivas comunes sobre Oriente crearon complicados problemas: “Cuando cuentas con un fie] aliado, resuelto a entrometerse en un pais. en el que ti. ests profundamente ‘interesado, tienes tres caminos abiertos ante ti puedes renunciar a él, monopolizarlo, o compartirlo, Renunciar a él habrfa supuesto permitir que los franceses se interpusieran en nues- tra ruta hacia la India, monopolizarlo habria significado un riesgo importante de guerra; por tanto, resolvimos compartir”! Y, en efecto, compartieron; e6mo lo hicieron es lo que vamos a ver ahora. Lo que compartieron no fue sélo la tierra, los beneficios y la soberanta, fue también esa especie’ de poder intelectual que yo he denominado orientalismo, y que, en cierto sentido, constituy6 1a biblioteca o el archivo de las informaciones que fueron en comin e incluso al unfsono adquiridas. Lo que mantuvo el archivo unido fue tun parentesco ideol6gico" y un conjunto unificador de valores que habfan demostrado su eficacia de diferentes maneras. Estas ideas explicaban él comportamiento de los orientales, les proporcionaban una mentalidad, una genealogfa, una atmésfera y, lo més importan- te, permitian a los europeos tratarlos € incluso considerarlos como un fenémeno con unas caracteristicas regulires. Pero, como cual- quier conjuito'de ideas duraderas, las nociones orientalistas influ- yeron en aquellos a los que se denominaba orientales, asf como en Jos lamados occidentales o europeos. En resumen, el-orientalismo comprender mejor si se analiza como un conjunto de éSY-limitaciones mienialés ms que como” una simple doctrina positiva. Si la esencia del orientalismo es la distincién incuestionable entre la superioridad occidental y la inferioridad oriental, debemos estar dispuestos a observar cémo el orientalismo, a través de su evolucién y de su historia subsecuente, profungiz6 e incluso agudiz6 la distincién, Cuando durante el-siglo xix se hizo préctica comin que Gran Bretafia retirara a sus administradores de Ja India y de cualquier oiro lugar una, yez, que hubieran.llegado a los cincuenta y cinco aftos de edad, el orientalismo alcanzé un refinamiento complementario: ningin oriental tendria la posibili- dad de ver a un occidental envejecer'y. degenerarse, y de igual modo, ningiin occidental necesitarfa reflejarse eri los ojos de la raza 65 sometida, a no ser que fuera para verse como un joven representan- te del Raj, vigoroso, racional y siempre alerta.* ‘Las ideas orientalistas adoptaron diferentes formas durante los sighos xix y xx. En primer lugar, en Europa existia una gran cani- se fe literatura sobre Oriente que se habia heredado, del pasado, Lo que distinguié el final-del siglo xvut y los principios del 21%, ‘coando segdn nuestro’ planteamiento empez6 el orientalismo mo demo} es que se produjo un resurgir de lo ‘oriental, como expresé Edgar Quinet.!? De pronto, una amplia y variada gama de pensado- ts, politicos y artistas adquirié una nueva conciencia de Osienie, Gesde China al Mediterréneo, debido, en parte, al descubrimiento y ‘iin teaduccién de unos textos orientales del sdnscrito, del zendo y del arabe, y también a una percepci6n nueva de la relacién Orfente- Gacidente. Para mis propésitos aqui, el tono de esta relacién entre tl Oriente Préximo y Europa lo dio Ia invasién napoleénica de Egipto en 1798, invasién que fue, por muchas razones, un modelo Perfecto de lo que es uaa verdadera apropiacién cientifien de una Peitura por otfa apareatemente més fuerte. En efecto, con la ocupa~ Sign napoleSnica de Egipto, muchos procesos se pusieron en mar cRe entre Oriente y Ocoidente, procesos que todavia hoy dominan Guestras perspectivas culturales y polticas. Y la expedicién napor Inosiea, con su gran monumento colectivo de erudicién, la Des- cription de "Egypte, proporcion6 al orientalismo su escenario o su ceosrado, ya que Egipto y, & continuaci6n las demés tierras islimi- tas, se vieron como uf lugar de estudios experimental, un labora- forio, un teato para el conocimiento occidental efectivo sobre Orien- te. Volveré a la aventura napolednica algo mas adelante. Con experiencias como la de Napoleén, Oriente, en. tanto que ‘objeto de conocimientos para Occidente, se puso al dia_y.csta, se- gunda forma que adopté fue ‘cl orientalismo de los siglos 21x y. XX. Besde el principio del periodo que estoy examiinando, los orienta {istas tenfan la'ambicién de formular sus descubrimientos, sus ex periencias.y sus intuiciones de manera apropiada, en ié-mines Pevdernos, querfan poner en contacto las ideas sobre Oriente con tas realidades modemas. Las investigaciones lingUsticas de Renan sobre el semitico en 1848, por ejemplo, ‘Nota det traducior! Palabra hinds, introdida wi inglés, con cl sentido de sober. 66 estilo que pretendia demostrar su autoridad eng seomiparadas y en teor‘as.raciales; todo ‘alismo, pero la otra cara de la moneda consistfa en que el orjentaliso se hacia mis vulnerable que nunca a las modas y a las Corrientes de perisamieiito que tenfan una considerable influencia ‘en Occidente. Asf, el orientalismo estuvo sometido al imperialis- mo, al positivismo, a la utopfa, al historicismo, al darwinismo, al ~" racismo, al psicoandlisi al marxismo, a las teorfas de Spengler, tic. Pero, como muchas otras ciencias naturales y sociales, también tuvo sus “paradigmas” de investigacién, sus propias sociedades culturales y su propia organizacién interna, Durante el siglo xix, el prestigio de su actuacién crecié enormemente, auimient6 su reputa- Cién y la influencia de instituciones como Ia Societé asiatique, 1a Royal Asiatic Society, la Deutsche Morgentiindische Gesellschaft y la American Oriental Society. Con el auge de estas sociedades, aument6, también en’ toda Europa, el ndimero de, cdtedras de Estu- dios Orientales y, en.consecuencia, fi pansién de los neo he aifusiga dei orientalismo, Lag publicaciones orientalis- ! 7 : fi ! pensamiento que se refiriera 2 Oriente. Incluso los eseritores més tas que empezaron con Fundgraben des Orients (1809) contribuye- ron a inereméntar la masa de conocimientos y el mimero de sus especialidades.” ~~ No obstante, s6lo una pequefia parte de esta actividad y muy pocas de estas instituciones existieron y florecieron libremente, ya Que el orientalismo, en su tercera forma, impuso sus limites a todo imaginativos de la época, hombres como Flaubert, Nerval 0 Scott, estaban coaccionados a la hora de sentir 0 decir algo sobre Oriente porque el orientalismo era, en Giltima instancia, una visién politica de la realidad cuya estructura acentuaba la diferencia entre lo fami- liar (Europa, Occidente, “nosotros") y lo extrafio (Oriente, el Este, “Ellos"). Esta visién, en cierto sentido, creé y luego sirvié a los dos mundos asf concebidos. Los orientales vivfan en su mundo, “noso- tros” viviamos en el nuestro. Esta visién y la realidad material se apoyaban y se hacfan funcionar mutuamente, Tener una cierta Ii- bertad para relacionarse con el otro era siempre un privilegio del ‘occidental, porque Ia suya era la cultura més fuerte; é1 podia pene- trar, abarcar, dar forma y significado al gran misterio asidtico, como Disraeli lo Ilam6 una vez. Sin embargo, ‘hasta ahora, no hemos sefialado el restringido vocabulario de este privilegio ni las limita 61 | | | | ciones relativas de esta‘visi6n. Lo que quiero demostrar es que la fealidad orientalista es antihumana y persistente y que su campo de fecién asf como sus instituciones y su influencia universal se han mantenido hasta nuestros dias. 2 Pero, ge6mo ha funcionado y funciona el orientalisiio? ;Cémo describirlo en tanto que feriémeno histérico, modo de pensarnicnto, problema contempordnco y realidad material? Tengamos en cuenta Fe nuevo a Cromer, un hibil técnico del imperio, pero también un politico que se beneficié del orientalismo. EI puede proporcionar- Pos los rudimentos de la respuesta. En “The Government of Sub- ject Races” se enfrenta al siguiente problema: ,Cémo Gran Breia- ia, una naci6n de individuos, va a poder administrar un imperio tan vasto de acuerdo a una serie de principios directrices? Compara al “administrador local”, que’por un lado conoce ¢l mundo indfgena como un especialista y, por otro, posee Ia individualidad anglosajo~ ‘ha, con la autoridad centrat en la metr6poli. El primero puede Statar temas de interés local de una manera que tienda a dafiar © incluso poner en peligro los intereses imperiales: la autoridad ‘central est en una posicién que le permite evitar cualquier peligro gue surja por esta causa.” {Por qué? Porque esta autoridad puede gsegurar el funcionamiento armonioso de las diferentes partes de ta méquina” y debe intentar, en la medida de lo posible, realizar las ‘circunstancias que puedan surgir en el gobierno de 1a posesién"™, El lenguaje es vago y poco atractivo, pero el argumento no es diffcil de entender; Cromer imagina un centro de poder en Occ Gente desde el cual sale una gran méquina que se extiende hacia Oriente y que, aunque sostiene a la autoridad central, recibe érde- fnes de ella, Lo que los brazos de la mSquina le ofrecen de alimento fa ésia en Oriente —material humano, riqueza, conocimientos, etc. la maquina lo procesa y 1o convierte en' més poder. El espe- Gialista transforma de una manera inmediata lo que es una simple materia oriental en una sustancia stil; por ejemplo, el oriental se convierte en. una raza sometida, en tn modelo de mentalidad “orien- tal” para reforzar la “‘autoridad” en la metrépoli. Los “intereses ocales” son los intereses especiales del orientalista, la “autoridad central” es el interés general del conjunto de la sociedad imperial. Lo que.Cromet ve con bastante exactitud,¢s 1a administraci6n del ‘congcimiento por parte de la sociedad, el hecho de que el conoci- miento —incluso el més especializado— esté regulado primero misterio- Teatractivo se opone a los valores que parecen set normales. La “Proreneia que separa al Este del Oeste se simboliza 4 través de la ditererd con la que, at principio, Penteo rechaza a [as histéricas severed Gero cuando més tarde él mismo se hace bacanics oe Bacammado por no haber sabido valorar las primeras arneh-eos. de Diotiso. mas que por haber sucumbido ante él. Ta Teccién que uripides intenta damos se hace més dramética por Ta presencia en Perri de Cadmo y Tiresias, dos ancianos prudenies 90° ° dan te Gata de que “la soberania” sola no dirige @ los hombres; estos personajes explican que el jicio existe pare aprehender correcta- persontiet rea de los podetes extraos y para acomodass © ellos men ilidad, A partir de aqui los misterios orientaies s° tomardn cor api sobre togo porque suponen un desafio para Ja PEN, racio- ort occidental, que deberd ejercer de otra manera s¥ ambicién y su poder permanentes. 83 + gistianismo; se sab{a de’ algunos vidj Pero una gran divisién como la existente entre Occidente y Oriente desemboca en otras mis pequefias, sobre todo cuando und GWilzscién tiende a llevar a cabo empresas y actividades om el exterior, como por ejemplo viajes, conquistas y nuevas experien- aan ye Grecia y la Roma clisicas, los geégrafos, los historiado- res, los personajes piblicos como ‘César, los oradores y los poetas Sontribuyeron a fos foiidos de la ciencix taxondmica tradicional, que hacia distinciones entre las diferentes ravzas, regiones, naciones } mentes; en gran medida este procexo se llevd cabo para su Y inenetgn intema J sirvig parg demostrar que los romanos y los griegos eran superiores otros pueblos. Pero el interés por Ofiente aerts su propia tradicién de clasificacion y jerarquizacién, Desde por lo menos el siglo a. niigin viajero, ningtn potentado occi- poe mbieioso que dirigiera su mirada hacia el Este podia igo; Sar que Herédoto —historiador, viajero y.eronisia de cur sidad Tnagotable— y Alejandro —rey guerrero, conquistador ¥ cicntifi- inagorttptan estado alli, Oriente se subdividta, por tanto, én regiO~ fes ya conocidas, visitadas, y conquistadas por Herédoto, Alejan- Bro} sus epigonos, y en regiones que todavia no habfan sido coro ee Misitadas, ni conquistadas. El cristianismo completé el esta. ‘Sloctintento de is principales esferas existentes dentro de Oricn: ese Onente Préximo y un Extremo Oriente, un Oriente fami: iar, que René Grovsset ama “l'empire du levant,"® y un Oriente extrait, En la geografia-de la mente, por tants producia una eilacién con respecto a Oriente, a veces era un raundo antiguo al Ggue se volvia, como al Edén o al Paratso, para establecs? allf una ae va versign de lo antiguo, y otras era un lugar completamesic Buevo al que und legaba, como Colén Ilegé a América, pars Cs Tioser un'Nueve Mando (aunque irénicamente, el propio Coles creyé que, habfa descubierto una parte nueva del mundo antiguo). Glertamente ninguno de estos orientes era on sentido estriclo une ret ia otra; lo que es interesante es Id oscilaci6n entre los dos, st poder de sugestién y su capacidad para entretener Y confundir la mente. ‘Censideremos ahora cémo Oriente y en particular Oriente Pré- sximo, desde Ia antigiedad se conogia en Occidente como s¥ BEE oppsitor complementario, Se conoea la Biblia y Ja ascensién del jéros que*habian’trazado las ees del comercio y consiruido un sistema regulado de intercamt- 84 bios comerciales, como Marco Polo y después de & Lodovico di Pres eon y Pietro della Valle se conocia a ciestos fabulsi como Mandeville; se conocfan los terribles movimnientos orientales de conquista, principalmente el islam, y las peregrinaciones militan- tes uobre todo las Cruzadas. Todo junto.dio.Jugar a 1 archivo con tesesphacturn iniema que se construys © pair de fa literatura vtneionada con estas experiencias y de la que proviene Wh niimero Testringido de géneros tipicos: el viaje, 1a historia, la fabula, el Gatereotipo y la confrontacién polémica, Estas lentes * través de Is cases se observa Oriente modelan el Lenguaje, Ia percepeién y la cuales Bel contacto entre el Este y el Oeste. Lo que da wie cierta forma Oc estos contactos tan numerosos es ta oscilacién $= la que He vnablado antes. Lo que es evidentements extrafo ¥ Igjano ad~ quiere, por una w otra razén, la categoria de algo ‘nds familiar, Se a gejar de juzgar las cosas porque sean complelarers Co tiene & Completamente conocidas; una nueva categoria media sur ge, una categoria que permite ver realidades nueva realidades que Se ven por primera vez como versiones de una realidad previamen- se ven aida, En esencia, una categoria asf no es une Tania de te cepomyeva informacién, sino un método para contrast To que parece ser una ameriaza para la perspectiva tradicional det mundo. Bila mente de pronto debe tratar con To que considera 4 forma de Fide mdiealmente nueva (como el istam aparecido en Burops la vita Edad Media), 1a respuesta, por regla general, $ conservadora y efensiva. Se cobsidera que el Islam e5 una versiOn nucit Y frau defensiv alguna experiencia previa, en este ca80, del cristian!sme- puetmenaza es sofocada, los valores familiares se impone® ¥ al Te a mente reduce la presion que se ejerce sobre ella adaptando Aue cosas a su medida, considerdndolas “originales” 0 “repetitivas”. 1a lame por tanto, es "manejado”: se contra su novedad y £4 gestividad de manera que sea posible hacer discriminaciones relati- aestvite matizadas que habrfan sido imposibles si [a crude Nove Yad del islam no hubiera sido tratada. La idea de Oriente e ‘toda su coe cién, por tanto, oscila en ia mente occidental entre e} menos Grecia hacia fo que es familiar y el estremecimiento de placer —o temor— hacia la novedad. vero para el islam, si Europa no le respetaba siempre, °F Nor" mal qué'le temiera. Tras la muerte'de Mahoma en el afio 632, la hregemonfa militar y después la cultural y religiosa del islam crecié 85 enormemente. Primero Persia, Siria y Egipto, luego Turqufa, des- pués cl Norte de Africa; todas estas regiones fueron cayendo ante jércitos musulmanes; en los siglos vii y ix se conquisté Espa- ia y partes de Francia; en los siglos xi y xiv el islam legé a gobemar en la India, Indonesia y China, Y ante este asalto extra- ordinario, Europa s6lo pudo responder con mied¢”e incluso con tuna especie de terror. Los’autores cristianos que fueron testigos de Jas conquistas islimicas tenfan escaso interés en aprender la eleva- da cultura y magnificencia habitual de los musulmanes, que eran, como dijo Gibbon “contemporiineos al periodo mas oscuro ¢ indo- Jente de los ariales europeos” (aunque con algo de .satisfaccién Fiadi6: “desde que ha aumentado la produccién de ciencia en Oceidente, parece que los estudios en Oriente han languidecido y declinado"™). La opini6n cristiana catacterfstica sobre los cjércitos orientales era que tenfan “todo el aspecto de un enjambre de ‘abejas, pero que con mano dura (...) devastaban todo”, asf los describia Erchembert, un clérigo de’Monte Cassino del siglo xi ‘No sin razén el islam pas6 a ser un simbolo de terror, de devas tacién, de lo demonfaco y de hordas de odiados biirbaros. Para Europa el islam fue un trauma que perduré hasta el final del siglo xvii el “peligro otomano” latente en toda Europa representaba para toda Ia civilizacién cristiana una constante amenaza y, con el tiem- po, la civilizaci6n europea incorporé al tejido de su vida esa ame~ naza y su tradici6n, sus grandes acontecimientos, sus figuras, virtu- des y vicios. En la Inglaterra renacentista, como cuenta Samuel Chew en su clésico estudio The Crescent and the Rose “un hombre de educaci6n e inteligencia medias” podia observar y tenfa al al- cance de la mano en la escena londinense un némero relativamente grande de acontecimientos detallados de la historia del islam oto- mano y de sus incursiones en la Europa cristiana.* Quiero deci con esto que las ideas sobre el islam que circulaban eran necesaria- mente una versién devaluada del sélido peligro que simbolizaba para Europa, Como los sarracenos de Walter Scott, 1a representa- cién que Europa hacia de los musulmanes, otomanos o arabes era siempre una manera de controlar a un Oriente temible, y lo'mismo se puede decir hasta cierto punto de los métodos de los orientalistas cniditos contémpordneos, cuyo tema de estudio no es el propio Oriente, sino Oriente convertido en algo conogido y,:par,tanto, mefios temible para los lectores occidentales. 86 te controvertido o reprensible en esta domesticacién de lo exético, ciertamente se produce entre todas las Clturas y entre todos los hombres, Pero lo que a m{ me.interesa es fnsistir on la verdad de que cl oricntalista, igual que cualquier persona gué en el Occidente europeo reflexionara sobre Oriente 0 Fiviera alli alguna experiencia, realizé este tipo de operaci6n men- tal, No obstante, lo que es todavia més importante es el vocabulario Y las imagenes limitadas que, como consecuencia de esto, se impu- Xeron a si mismos, La manera en que el islam fue recibido por Occidente es un ejemplo perfecto al respecto y ha sido admirable mente estudiado por Norman Daniel. Una de las fuerzas que actua- ban en los pensadores cristianos cuando intentaban comprender el islam, era la analogfa: como Cristo era la base de la fe cristiana, se suponfa —-bastante incorrectamente— que Mahoma era para el is: Jam lo que Cristo para el cristianismo. De ahf, el polémico nombre “mahometismo” dado al islam, y el epfteto de “ impostor” que SC aplicaba autométicamente a Mahoma.”” A partir de éste y olfos oP iohos malentendidos, “se formé un efrculo cerrado que nunca fue oto por una extcriorizacién de Ja imaginacién (..). El concepio ‘cristiano del islam era integral y autosuficiente."”* El islam se con- virtié en una imagen —Ia expresién es de Daniel, pero me parece {ue tiene implicaciones importantes para el orientalismo en gene- Sy cuya funcién no era tanto representar al Islam en s{ mismo, como representarlo para el cristiano de Ia Edad Media, No hay nada especialmen seve tenonla a desqesar a geet Carn igneous 4a nar ano deckn gn dtrinadas enstancas implica es muse ea docina coven ys as dctinss seas so 2s oma concepts isis gus formas reenable i fegarasr evens 3 conibulan a aurea ea fog catiors 9 20 publi dls foncas el 1 tne ae cis, so cep gue aguas musumanes defn tam, Con muh ener fan, Hala urn imagen cian en Io ae ran et 1b a enon dfs esha) se feelin 2 $0 See eg ng nn prig ree endeah. ici eae tices, pero lo cen de un caquema comin abi rn eae pa arent apres slo Srvian ae ru naa dcoatae como vuleembley pa seiner par defends ean, La opinion can era un monimenio qu podfa demole, ni siquierareconstrur.” 87 | Esta imagen rigurosa que el cristianismo tenfa del islam se reforzé de muchas maneras; entre ellas se encuentran —durantc la Edad Media’y el principio del Renacimiento— las diferentes for- mas de poesfa, de,controversias eruditas y de supersticiones popu- ares? En esa época Oriente Proximo no, estaba en absoluto inte- grado en Ia imagen corriente que del mundo se tenia en la cristian- dad latina: 1a Chanson de Roland, por ejemplo, muestra a los sarra- cenos adorando a Mahoma y a Apolo, Hacia la mitad del siglo xv, como R.W. Southern ha demostrado brillantemente, los pensadores ceuropeos serios vefan cada vez con mayor claridad “que habfa que hacer algo a propésito del islam’, e] cual, habia invertido la situa- cin al haber conseguido sus tropas entrar en Europa oriental, Southern cuenta un episodio espectacular que se produjo entre 1450 y 1460, cuando cuatro hombres instruidos, Juan de Segovia, Nico- is de Cusa, Jean Germain, y Eneas Silvio (Pfo 1», intentaron ocu- parse del problema’ del islam a través de una contraferemia 0 “conferencia”. La idea fue de Juan de Segovia, y consistia cn cele brar una conferencia conjuntamente con el islam en la que los cristianos intentarfan que los musulmanes se convirtieran en masa. EI consideraba que esta conferencia era un instrumento con una funcién politica y estrictamente religiosa, y, con palabras que estre- mecerfan la sensibilidad modema, exclamé que “incluso aunque tuviera que durar diez afios, seria menos costosa y menos perjudi- cial que una guerra”. No hubo ningtin acuerdo entre los cuatro hombres, pero el episodio es crucial porque fue un intento bastante sofisticado —que formaba parte de una tentativa general europea, desde Bede.a Lutero— de colocar a un Oriente representativo fren- te a Europa, de poner en el escenario a Buropa y a Oriente juntos, y porque fue'un intento coherente con la idea de los cristianos de hacer comprender a los musulmanes que el islam no era ms que una versién malinterpretada del cristianismo, Southern concluye de Ja siguiente manera: Para nosotros, es evidente que ninguno de estos sistemas de pensumiento ‘ristianos europeos era capsz de dar una explicacin totalmente satisfacoria el fenémeno que pretendian explicar, el islam, y todavia era menos capaz e influir en el desarrollo de los acontecimientos, de una manera decisiva, En [a prdctica; el curso“de Tos‘acontecimientos ‘unca’se desarroll6 ni tan” bien ni tan mal como los observadores inteligentes hablan predicho, y ‘quizd valga la pena seRalar que nunca evolucioné de manera mis favorable 88 rau lo mee uses eprian confident nial li Hobo veesope [enol coocinente qu el cso Yeni a amt Debo ae re ontielon de ue fo hu, lcs si Te solilé dl proba SeStivo a svi, La manera de exponto se vlwis mis comply we gia tovo mayor tain con a expen). Los eudios que ey re patna de stam en Edad Media faesoron 50 buen ater n sc qo uses y esa, pro desaolsoh iret abies de petit un poder de cmprensgn qu, se hubiea rtd des prmanasy de owes campos. de exo, huban merecdo onsegir buenos resins La mejor parte del andlisis de Southern en estas lineas y en las siguientes es su breve historia de los puntos de vista occidentales sobre el islam y su demostracién de que finalmente es la ignorancia occidental 1a que se vuelve mas refinada y compleja y no el cono- cimiento occidental positivo el que adquiere mas importancia y precisién. En efecto, las.ficciones tienen su propia Idgica y su propia.dialéctica de crecimiento y declive. En la Edad Media, al Cardcter de Mahoma se Ie asignaban montones de atributos que se correspondian con cl “‘carfcter de los profetas de ‘espiritu libre (del siglo xu) que, efectivamente, habfan surgido en Europa recla~ mando que se creyera en ellos y buscando adepios”. Del mismo modo, como Mahoma era considerado un propagador de una reve- Tacién falsa, se convirtié también en un compendio de lascivia, libertinaje, sodomfa y una completa gama de perfidias que “Iégic: mente” se derivaban todas de sus fraudes doctrinales.** Asi, Oriente adquirié por decirlo de algun modo, representantes y representacio~ nes cada vez, mds concretas, y coherentes con alguna exigencia occidental. Es como si, después de haber decidido que Oriente era tun lugar apropiado para encamar lo infinito en forma finita, Europa no pudiera dejar de poner en préctica esta teorfa; Oriente y el oriental, arabe, musulmén, indio, chino, etc. se convirtieron en pseudoencamnaciones repetitivas de algtin gran original (Cristo, Eu- ropa, Occidente) al que se suponfa que estaban imitando. La fuente de estas ideas occidentales més bien narcisistas cambi6 con el tiem- po, pero no su caricter. Asi, encontraremos que en Jos siglos xi y “ut se crefa que Arabia era “un asilo natural para los proscritos herejes situado al borde del mundo cristiano”. y que Mahoma era | un apéstata astuto; mientras que en el siglo xx un instruido orienta- { lista, un especialista erudito seiialaré que el islam realmente no es | més que una herejfa arriana de segundo orden. \ 89 Nuestra descripci6n inicial del orientalismo como disciplina eru- dita adopta ahora un cardcter nuevo y concreto. Normalmente un campo de estudio es un espacio cerrado. La idea de la representa- cidn es una idea teatral:, Oriente constituye el escenario en el que {odo el Este ésté encerrado; sobre este escenario aparecerin figuras ‘cuyo papel consiste en representar el todo del que émanan, Parece ser entonces que Oriente’ es més un campo cerrado, un escenario teatral préximo a Europa que una extensi6n ilimitada mas alld del mundo familiar, del mundo europeo. Un orientalista no es més que un especialista particular de un saber del que toda Europa es res- ‘ponsable, igual que un determinado publico es histérica y cultural~ ‘mente responsable de —y sensible a— los dramas que el dramatur- ‘go ha compuesto dé manera técnica (y a los que el puiblico respon- de). En las profundidades de este escenario oriental se alza un repertorio cultural prodigioso cuyas obras individuales evocan un ‘mundo de una riqueza fabulosa: las esfinges, Cleopatra, el edén, Troya, Sodoma y Gomorra, Astarte, Isis, Osiris, Saba, Babilonia, los genios, los magos, Ninive, el padre Juan, Mahoma y mucho és; se realizan puestas en escena, en algunos casos, de nombres mitad imaginados, mitad conocidos, de monstruos, demonios, hé- roes, ‘errores, placeres y deseos. La imaginacién europea se ali- ment6 copiosamente de este repertorio; desde la‘ Edad Media hasta |, el siglo xvm grandes escritores como Ariosto, Milton, Marlowe, ‘Tasso, Shakespeare, Cervantes y los autores de la Chanson de Ro- land y det Poema del Cid se inspiraron en la riqueza de Oriente para escribir sus obras de tal forma que contribuyeron a perfilar con mayor nitidez los contomos de las imagenes, las ideas y las figuras que lo poblaban. Ademés, una gran parte de lo que se consideraba erudiciéa orientalista en Europa utiliz6 estos mitos ideolégicos incluso cuando el conocimiento pareefa progresar au- ténticamente. La Bibliotheque orientale, de Barthélemy d’Herbelot, publicada en 1697 después de su muerte con un prefacio de Antoine Galland es un ejemplo'célebre que nos permite observar cémo conflufan en cl teatro orientalista la forma dramética y las imAgenes eruditas. La introduccién de'la reciente Cambridge History of Islam considera que la Bibliotheque, el discurso preliminar de George Sale en su traduccién del Corgn (1734) y la History of Saracens (1708-1718), de Simion Ockley, fueron'"muy importantes” para extender “la nueva 90 comprensién del islam” y para transmitirla a “un piblico menos académico”." Esto es una descripcién imperfecta de la obra. de d'Herbelot, ya que ésta no se limitaba exclusivamente al islam, como ocurre con las de Sale y Ockley. Con la excepeién de la Historia orientalis, de Johann H, Hottingér, que aparecié en 1651, la Bibliotheque siguié siendo la nica obra de referencia en Europa hhasta principios del siglo xvi. Fue, una obra que realmente hizo época debido al enorme campo que abarcaba; Galland, que fue el primer traductor europeo de Las mil y una noches y un arabista importante, compar6 la obra de d'Herbelot con todas las anteriores a ella haciendo hincapié en la prodigiosu embergadura de esta empresa. D'Herbelot ley6 muchos libros, dijo Galland, en arabe, ppersa y turco que le permitieron descubrir materias que hasta en- tonces habfan permanecido ocultas a los europcos."® Después de escribir un diccionario de estas tres lenguas oricntales, d’Herbelot estudié la historia,’ Ia tedlogia, 1a geograffa, Ia ciencia y el arte orientales tanto en sus aspectos fabulosos como reales. Mis tarde decidié componer dos obras: la primera de ollas, una bibliotheque © “bibloteca’, un diccionario dispuesto alfabéticamente, y la segun- da, un florilége © antologia. Slo completé la primera. Refirigndose a la Bibliotheque, Galland afirmé que el adjetivo “orientale” pretendia incluir principalmente a los pafses del Medi- terrdneo oriental, sin embargo —Galland dice con admiracién— el periodo de tiempo abarcado no comenzaba con ls creacién de Adin y terminaba en los “temps oi nous sommes”: d'Herbelot se remon- {6 adn més atris, hasta un periodo “plus haut” si consideramos las historias fabulosas que cuenta acerca del reino de los solimanes antes de Ia creacién de Adén. Segiin avanza la descripeién de Ga- and, nos vamos dando cuenta de que la Bibliotheque, al pretender ser un compendio completo de los conocimientos existentes sobre ‘materias tales como la Creaci6n, el Diluvio, la destruccién de Babel etc, es como “cualquier otra” historia con la diferencia de que las, fuentes de d'Herbelot eran orientales. Dividié la historia en dos tipos: lf historia sagrada y la historia profana (los judfos y cristia- nos entraban en el primer apartado y los musulmanes en el segun- do), y en dos periodos: antes y después del Diluvio. Asi, d'Herbe~ ot pudo estudiar historias tan diversas como la historia de los mongoles, la.de los tértaros, Ia de Ios turcos, y Ia de los eslavos: también incluy6 todas las provincias del imperio musulmén, desde a el Extremo Oriente hasta las Columnas de Héreules con sus cos- tumbres, sus ritos, sus tradiciones, sus comentarios, sus dinastias, sus palacios, sus ris y su flora, Esta obra, aunque también prestaba grands dommages au Christianism« que cualquier otro trabajo anterior. Galland concluyé su “Discours” asegurando al lector que la. Bibliotheque de d’Herbelot era ‘utile et agréable”. Otros orientalistas como Postel, Scaliger, Golio, Pocko- ike y Expenio escribieron estudios orientalistas que resultaron ser demasiado gramaticales, ‘lexicograficos, geograficos, etc. Sélo dtHerbelot pudo escribir una obra capaz, de convencer a los lecto~ 768 europeos de que el estudio de la cultura oriental no era sola- ‘mente algo ingrato ¢ infructuoso; s6lo d’Herbclot, segéin Galland, jintenté formar en Ja mente de sus lectores una idea suficientemente amplia de lo-que significaba conocer y estudiar Oriente, una (que pudiera a la vex Henar la mente y ir las grandes expe ranzas previamente concebidas." ‘Con esfuerzos como los de d’Herbelot, Europa descubrié que era capaz de abarcar Oriente y de orientalizarlo. Se puede encontrar un cierto aire de superioridad en algunas partes de lo que Galland decfa sobre-su materia orientalia y la de d’Herbelot; del mismo modo que, en la obra de los geégrafos del siglo xvi, como Raphael Gu Mans, los europeos podfan percibir que Oriente se estaba distan- Ciando de la ciencia occidental y estaba siendo superado por ella.** Pero lo que parece evidente, no es s6lo 1a.ventaja de la perspectiva occidental, sino, también In existencia de una técnica triunfante que permite abarcar la inmensa fecundidad de Oriente y hacerla accesi- ble sistemdtica ¢ incluso alfabéticamente al piiblico occidental. Cuando Galland dijo que d’Herbelot respondié a lo que se esperaba de él, creo que se referfa a que la Bibliotheque no intent6 modificar « las ideas recibidas sobre Oriente. La labor de cualquier orientalista es confirmar Oriente ante los ojos de sus lectores, jamés pretende ni intenta perturbar las sélidas convicciones que ya tienen, Todo lo ue la Bibliotheque orientale hizo fue representar Oriénte de una manera mds completa y clara; lo que podia haber sido una colec~ cién de hechos desconectados entre sf y tomados al azar, hechos referidos a:la historia del. Mediterrdneo, oriental,.a 1a imagineria Diblica, @ Ja ‘cultura isldmica, a unos nombres de ‘lugares, etc, se transformé en un panorama racional de Oriente de la A a la Z- En 92 a entrada de "Mahoma”, d'Herbelot primero dio todos los nom- bres que se le atribufan al profeta y luego confirmé sus valores ideotSgicos y doctrinales de la siguiente manera: ‘Creal le fameux iinpostear Mahomet, Auteur et Fondatcur d'une héésic, tga a pris le nom de religion, que nous apelions Mahometane. Voyer le titre @'Eslam. {Le Interprdtes de W'Aleoran et autres docteurs de Ia Loy Musulmane ou Mhomctne ont appliqué 8 ce faux prophtte tous es éloges, que les Ariens Paultiens ou Paulianistes & aulzes H rétiques ont auiribué A Jésus-Christ fn Jui tant sa Divinité J" (iste es el famoso imposior Mahoma, Autor y Fundador de una heres, {Que ba adoplado cl nombre de religién, religién ala que nosotros lama Mahometana, Ver la entrada de islam. Lor ingrpreies del Alcorin y otros Deciores de is Ley Musvlinana y ‘Mahometana aribuyeron 2 este falso profeta todos los elogios que los ‘Anvianos, Paulatinos © Pyulanisis y otros herejes_olorgaron & Jesverit, espajdintole de su divisida! (2) “Religién mahometana” es la designacién europea apropiada (€ insultante); “islam”, que precisamente es el nombre musulmin co- recto, es relegado a otra entfada, La “herejia (..) que nosotros lla~ mamos mahometana” esti ‘“tomada” como la imitacién de una jmitacién cristiana de la verdadera religiGn. As{, en el largo relato histérico de la vida de Mahoma, d’Herbelot puede dedicarse a hacer una narraci6n més o menos directa. Pero lo que cuenta en la Bibliotheque es el puesto que se le asigna a Mahoma. El peligro que supone una herejfa que circula libremente desaparece cuando se la transforma en Ia materia ideolégicamente explicita de una entrada alfabética. Mahoma ya no se pasea por el mundo occidental como un libertino inmoral y amenazante, permanece tranquilamen- te situado en su parte (que se admite que es importante) del escena- rio orientalista.2*Se le dan una genealogia, una explicacién c inclu- so una evolucién y todo eso se clasifica en simples afirmaciones que Ic impiden seguir vagando por otros lugares. ° ‘Unas “imégenes” de Oriente como éstas son imagenes porque representan o hacen las veces de una gran entidad que, de otra ‘manera, seria demasiado difusa, y porque permiten abarcarla o verla; son también caracteres, como el del fanfarr6n, el avaro 0 el glotén que prodijéron Teofrasto, La Bruyére o Selden. Quiz no sea co- recto decir que unos caracteres como los de miles gloriosus 0 ‘Mahoma el impostor se pueden ver, ya que se supone quc el confi- 93 namiento discursive de un cardcter permite aprehender un tipo xgenérico sin dificultad ni ambigliedad. El cardcter de Mahoma que ofrece d'Herbelot es, con todo, una imagen porque el falso profeta Forma parte de una representaci6n teatral general llamada orientale cuya totalidad est4 contenida en la Bibliothéque. “* ‘La calidad didéctica de la representacién orientalista no se puc~ ée separar del resto del especticulo. En una obra erudita como la Bibliotheque orientale, que fue el resultado de estudios ¢ investiga ciones sistemiticos, el autor impone un orden disciplinado al mate Hal con el que ha trabajado, ademds quiere que el lector compren- {da bien que lo que la pagina impresa transmite es un juicio ordena- oy disciplinado del material. Lo que la Bibliothéque oftece es una dea del poder y la efectividad del orientalismo que le recuerda al lector que, en fo sucesivo, para legar a Oriente, deberd atravesar las redes y los cédigos que el orientalismo provee. Oriente no sélo es adaptado a las exigencias morales del cristianismo occidental, sino que también es limitado por una serie de actitudes y juicios que la mente occidental remite a otros trabajos orientalistas y no a Jas fuentes orientales para su verificaci6n y correccién.,l escena~ rio orientalista, como lo he Hamado, se convierte en un sistema de Hgor moral y epistemol6gico. Como disciplina que representa el conocimiento institucionalizado que Occidente tiene de Oriente, el orientalismo, asf, llega a ejercer una fuerza que se extiende en tres direcciones: hacia Oriente, hacia el orientalismo y hacia el “consu- midor” occidental de orientalismo, Serfa incorrecto, en mi opinién, subestimar la fuerza de esta triple accién, En efecto, Oriente (“all hhacia cl Este) es corregido e incluso penalizado por encontrarse fuera de las fronteras de la sociedad europea, de “nuestro” mundo; Oriente asf se orientaliza, proceso que no sélo afecta a Oriente en tanto que provincia del orientalismo, sino que obliga al lector occi- dental no iniciado a aceptar las codificaciones orientalistas (por ejemplo, la clasificacién alfabética de la Bibliotheque de d’Herbe- ot) como si fueran el verdadero Oriente. En resumen, la realidad estd en funcién del juicio erudito y no del material en sf‘mismo, que con el tiempo parece deberle al orientalismo incluso la existen- cia. “Todo este proceso didsctico tiene una explicacién ficil y com- prensible. Hay que recordar que todas las culuiras imponen ciertas correcciones sobre la cruda realidad, transformando una coleccién coy 94 de objetos mal delimitados en unidades de conocimicnto. El pro- blema no reside en que se realice esta conversién; es perfectamente natural que la mente humana se resista al asalto que le produce 1o extraiio; por esta razén, ciertas culturas han tendido a imponer ifansformaciones completas sobre otras culturas, recibiéndolas no como son, sino como deberfan ser para beneficiar al receptor. Para el occidental, i in embargo, lo oriental siempre se parecfa a algin aspecto de Occidente; para los romanticos alemanes, por ejemplo, Ia religién india era esencialmente una versiOn oriental del pantefs- mo germario-cristiano. Pero la labor del orientalista consiste siem- pre en convertir Oriente en algo diferente de lo que es, en otra Cosa: lo hace en su beneficio, en el de su cultura y, en algunos casos, por lo que cree que es el bien del oriental. Este proceso de conversién es un proceso disciplinado: se ensefia, tiene sus propias ‘sociedades, sus publicaciones, sus tradiciones, su vocabulanio y su ret6rica, todo lo cual se relaciona de modo fundamental con las hommas culturales y politicas que prevalecen en Occidente. Y, como demostraré, tiende a volverse mas totalizador en sus tentativas, de tal modo que cuando uno pasa revista al orientalismo de los siglos 3ux y xx, 1a impresién que predomina es la de una frfa esquematiza- ccidn que el orientalismo ha realizado de todo Oriente. Esta esquematizacién comenz6 muy pronto y los ejemplos que he dado sobre la representacién que Occidente hacia de Oriente en Ja Grecia clisica lo demuestran. La construccién de las representa ciones més recientes esti fuertemente articulada sobre las antiguas, ‘su esquematizaci6n ha estado extraordinariamente cuidada y su co-" ocacién en Ia geografia imaginaria de Occidente ha tenido una eficacia espectacular. Todo esto se puede ilustrar muy bien a través de un anilisis del Inferno de Dante. Los logros de Dante en La Divina Comedia consisticron en combina, sin una relaci6n aparen- te, la pintura realista de la vida mundana y un sistema universal y ctemo de valores cristianos. Lo que Dante, el peregrino, ve cuando atraviesa el Infierno, el Purgatorio y el Paraiso es una visién unica del Juicio, Paolo y Francesa, por ejemplo, son considerados prisio- neros etemnos del Infierno por sus pecados, pero los vemos repre- sentando, de hecho viviendo, los personajes y las acciones que les han Hevado alli, donde permanccerin cternamente. Asf, cada una de las figuras de la visi6n de Dante no sélo se representa a sf 95 misma, sino también es, una re-presentacién tipica de su personaje y del destino que sé le asigna. : “Maometto” —Mahoma— aparece en el canto 28 del Inferno. Esté situddo en el octavo de los nueve circulos det Infiemo, en la novena de las diez Fosas de Malebolge, un circulo,de fosas tene- brosas que rodean ia fortaleza de Satén en’el Infierno. Asf, Dante, antes de llegar hasta ‘Mahoma, atraviesa cfrculos en los que hay gente cuyos pecados son menores: los lujuriosos, los avaros; los guloios, los heréticos, los coléricos, los suicidas y los blasfemos. Después de Mahoma s6lo estén los farsantes y los traidores (entre Jos que estén Judas, Bruto y Casio) antes de llegar al fondo del Infiemo que es donde se encuentra Satén. Mahoma, pues, pertene- ‘ce, dentro de la rigida jerarqufa de malvados, a la categoria de lo ‘que Dante llama seminator di scandalo ¢ di scisma. El castigo-de ‘Mahoma, que es también su destino eterno, es particularmente re- ppugnante: ser etemamente partido en dos, desde Ia barbilla hasta el Bno, como si fuera, dice Dante, un barr cuyas duclas se abriesen. Los versos de Dante no escatiman aqut ninguno de los detalles escatol6gicos que un castigo tan violento supone. Las entrafins y Tos exerementos de Mahoma se describen con una precisién abso- luta, Mahoma explica a Dante su castigo, el mismo que se Te ha asignado a Ali, que le precede en la linea de pecadores a los que el diablo ayudante esté dividiendo en dos; le pide a Dante que advier~ taa un tal Fra Dolcino, cura renegado cuya secta predicaba la ‘comunidad de mujeres y de bienes y que fue acusado de tener una querida, del destino que Je espera. El lector habré podide darse cuenta de qiie Dante vio un paralelismo entre la sensualidad indig- nante de Fra Dolcino y la de Mahoma y entre las pretensiones de Jograr una supremacfa teol6gica de ambos. ‘Pero esto no es todo lo que Dante tiene que decir sobre el islam. ‘Antes de esto, en el Inferno aparece un pequefio grupo de musul- manes. Avicena, Averroes y Saladino estén entre esos virtuosos paganos que, junto a Héctor, Eneas, Abraham, Sécrates, Platén y ‘Arist6teles, estén encerrados en el primer cfrculo para suftir un castigo minimo (¢ incluso honorable) por no haberse podido bene- ficiar de la revelacién cristiana. Dante, naturalmente, admira sus ‘grandes virtudes y sus talentos, pero como no fueron cristianos ‘debé/condenarlos, aunque sea levemente,’ al’Infierno: Es'verdad que la eternidad puede nivelar las diferencias, pero en cualquier 96 caso, el anacronismo y la anomalfa tan particular que supone poner a las grandes figuras precristianas en Ia misme categoria de conde nacién “‘pagana” que a los musulmanes postoristianos no le crea ningtin problema a Dante, Aunque el Corn especifica que Jestis ¢s ‘unt profeta,’ Dante prefiere considerar a los grandes filésofos y al rey musulmanes como fundamentalmente ignorantes del cristianis- mo. El hecho de que también ellos puedan ocupar el nivel distin- guido junto a los héroes y sabios de la antigiedad es un punto de Vista histérico comparable al que adoptd Rafael en el fresco La ‘escuela de Atenas en el que Averroes aparece en la Academia al ado de Sécrates y Plat6n (y comparable también a los Dialogues de morts, de Fenalon, escritos entre 1700 y 1718, donde Sécrates y Confucio discuten juntos. ‘La discriminaci6n y los refinamientos de la comprensi6n posti- ca del islam por parte de Dante son un ejemplo de esa determina- cién esquemftica, casi cosmolégica, con Ia que el islam y sus re- presentantes designados son creados por Ia aprehensién geogréfica, histérica y sobre todo moral de Occidente. Los datos empiricos sobre Oriente o sobre alguna de sus partes tienen poca importancia, To que cuenta y es decisivo es 10 que he llamado la visi6n orienta fista, visién que en ningdn caso esté reservada sélo al erudito pro- fesional, sino que més bien pertenece a todos los que. en Occidente han pensado sobre Oriente. El poder poético de Dante acentia y hace mds representativas estas perspectivas sobre Oriente. Maho- ma, Saladino, Averroes y Avicena han sido fijados en una cosmo- Jogia visionaria —fijados, dispuestos, ercajonados y aprisio- nados—, después de haber tenido en cuenta solamente su “fun- cin” y los personajes que representan en el escenario sobre el que fparccen. Isaiah Berlin ha descrto el efecto de estas actitudes de Ia siguiente manera: En una cosmologta de este tipo (..)¢1 mundo de foshombees (y en algunas: versiones, el universo eniero) es una jerarqufa simple y ral; de tat forma’ ‘due para explicar por qué eada objeto es como es, esté donde esté en el Rromento en el que esid y hace lo que hace se dice eo ipso cuil es su ‘Sojetivo, basta qué punto lo cumple suisfstoriamente y cusles son Ins felaciones de coordinacién y subordinacién entre los objetivos de las Uiferentes cntidades teleol6gieas de la pirdmide armoniosa que forman Colectivamente, Si esta imagen de la realidad es verdadera, la explicacién histérien, como cualquier otra forma de explicacién, debe consistir sobre todo en asignas los individdos, los gropos, las naciones y las especies su 7 i I 4 propio lugar en cl esquema universal. Conocer el lugar “edsmico" de un dbjeio o de una persona es decir lo que es lo que hace y al mismo tiempo, por qué debe ser lo que es y hacer Io que hace. Por lo tanto, es una sola y ‘misma cosa ser y tener un valor, existir y tener una funcién (y cumplira ‘ms o menos bien). El esquema y solo él dala vida ola quita y coafiere un dsignio, es decir un valor y un sentido, a todo lo que existe. Comprender cs percibir los esquemas (..). Cuanto mis inevitable podamos mostrar que Un suceso, una accién oun earcte, mejor lo entenderemos, més profunds serd Ia intuicién del investigador y ms cerea estaremos de a verdad lkima. sia. acttud es profundamente antiempirica. __ Y asf es Ia actitud ‘oriemtalista en general. Comparte con la riagia y Ia mitologta el cardcter de sistema cerrado que se contiene y refuerza a sf mismo y en el que los objetos son lo que son porque on Jo que son de una vez y para siempre, por razones ontolégicas que ningdin material empitico puede expulsar o alterar, El contacto europeo con Oriente y especificamente con el islam fortalecié este Sistema de representacién de Oriente y, como Henry Pirerine ha * sugerido, hizo del islam Ia esencia misma de un ser exterior contra el cual se ciment6 la civilizaci6n europea a partir de la Edad Me- dia, El declive del Imperio Romano, como resultado de la invasién de los bérbaros, tuvo el efecto paradéjico de incorporar modos barbaros a la cultura romana y mediterrénea: La Romania; mientras que, dice Pirenne, como con-secuencia de las invasiones isldmicas, gue comenzaron en el siglo vu, el centro de la cultura europea se alej6 del Mediterrdneo que era entonces una provincia drabe, y se situé en el norte, “El germanismo comienza su papel. Hasta enton- “ces la tradicién romana se habja continuado, Ahora, va a desarro- arse una civilizacién romano-germénica original”. Europa estaba encerrada en si misma: Oriente, cuando no era simplemente un lugar de comercio, estaba, cultural, intelectual y espiritualmente fuera de Europa y de la civilizacién europea que, en palabras de Pirenne, se convirti6 en “una gran comunidad cristiana tan amplia como la ecclesia (...). Occidente estaba entonces viviendo su pro- pia vida’'$* En el poema de Dante, en las obras de Pedro e Yenera- ble y de otros orientalistas cluniacenses, en los escritos de polemis- tas cristianos contra el islam, desde Guibert de Nogent y Bede a Roger Bacon, Guillermo de Tripoli, Burchard de Mont Syon y Lutero, en el Poema del Cid, en La cancién de Roland y.en el Otello de Shakespeare (ese “engafiador del mundo”) Oriente y el 98 - islam siempre se representaban coma intrusos que tenfan un papel special que desempefiar en el interior de Europa. / La geografia imaginaria que sc extiende desde los vivos retratos que se encuentran en el Inferno hasta los prosaicos casilleros de la ‘Bibliotheque orientale, de d’Herbelot, legitima un vocabulario y un universo de discurso peculiar y representative de la discusién y comprensién del islam y de Oriente. Lo que este discurso considera que es un hecho —por ejemplo, que Mahoma es un impostor— es un componente del discurso, una afirmacién que el discurso obliga ‘a hacer siempre que cl nombre de Mahoma aparece. Subyaciendo ¢n todas las diferentes unidades del discurso orientalista—con esto me refiero simplemente al vocabulario que sc emplea cuando se habla o escribe de Oriento— hay un conjunto de figuras representa~ tivas 0 tropos. Estas figuras son para el Oriente real —o para cl islam que es de lo que principalmente estoy tratando— lo que los disfraces estilizados son para los personajes de una obra; son algo parecido a, por ejemplo, la cruz que Cualquier Hombre leva o el disfraz de abigarrados colores que viste el arlequin en la Commedia dell’arte, En otras palabras, no necesitamos buscar una correspon~ ‘dencia entre el lenguaje utilizado para describir Oriente y el propio Yriente, no solamente porque el lenguaje sea.impreciso, sino por- que ni siquiera pretende ser preciso. Lo.que intenta hacer, como Dante lo intent6 en el Inferno, es describir Oriente como, algo ex- traiio, ¢ incorporarlo esqueméticamente a un escenario teatral cuyo piiblico, director y actores son para Europa y s6lo para Europa. De gut la oscilacién entre Jo familiar y lo extrafio. Mahoma siempre tes el impostor (familiar porque pretende ser como el Jestis que nosotros conocemos) y siempre el oriental, (extraiio, porque aun- que de alguna manera sea como Jestis, después de todo, es muy diferente). ‘Mejor que hacer una lista de todas las figuras del discurso que se asocian a Oriente —su extrafieza, su diferencia, su sensualidad ex6- tica, ete.— podemos generalizar sobre ellas viendo cémo se trans- mitieron a través del Renacimiento. Son declarativas y evidentes, ol tiempo que emplean es el etemo intemporal, transmiten una impre- sién de repeticién y de fuerza, son siempre simétricas y, sin embar- 20, radicalmente inferiores a su equivalente europeo que a veces se especifica y a veces no. Para todas estas funciones, frecuentemente es suficiente con emplear la cépula es. Asf, Mahoma es un impos- 99 tor; la frase fue canonizada en la Bibliothéque de d'Herbelot y ramatizada, de alguna manera, por Dante, No se necesita ninguna justificacin, la prueba necesaria para culpar a Mahoma esté conte hnida en la palabra “es”. No es necesario precisar la frase, ni tampo- cco decir que Mahotfia era un impostor, ni hace falta considerar por tun moménto que quizé no sea necesario repetir la afirmacién; ésta se repite, él es un impostor, y cada vez que se dice, se vuelve poco ‘2 poco mis impostor, y el autor de Ia declaracién gana un poco més de autoridad simplemente por haberla hecho. Asi, la famosa bio- ‘grafia de Mahoma del siglo xvut escrita por Humphrey Prideaux tiene como subtitulo The True Nature of Imposture, En fin, es ‘evidente que tna categoria como la de impostor (u oriental en este caso) implica —de hecho exige— la ‘existencia de un contrario que ‘no sea otra cosa de manera fraudulenta ni tenga necesidad de una jdentificacién explfcita constante, Y ese contrario es el “Occiden- tal” 0, en el caso de Mahoma, Jesis. Desde un punto de vista filos6fico, el tipo de lenguaje, de pen- samiento y de visi6n que yo he llamado de manera general orienta~ Jismo es una forma extrema de realismo; es una manera habitual de ‘tratar cuestiones, objetos, cualidades y regiones supuestamente orien~ tales; los que lo emplean quieren designar, nombrar, indicar y fijar aquello de Io que estén hablando con una palabra o una frase. Se considera entonces que esa palabra, 0 esa frase, ha adquirido una Cierta realidad o que simplemente es la realidad. Desde un punto de vista retérico, el orientalismo es absolutamente anatmico y enu- merativo: utilizar su vocabulario es comprometerse a particularizar y dividir las realidades de Oriente en partes manejables. Desde un ‘punto de vista psicol6gico, el orientalismo es una forma de para- hoia, un saber que no es del mismo tipo que el saber hist6rico ordinario, por ejemplo. Estas son algunas consccuencias de la geo- grafia imaginaria y de las espectaculares fronteras que traza. A ContinuaciGn voy a estudiar algunas de las transmutaciones especi- ficamente modemas de estas consecuencias orientalistas. 100 tl Proyectos Bs necesatio examinar las conquistas més llamativas del orien- talismo, aunque s6lo sea para juzgar hasta qué punto Michelet tstaba squivocado (y se alejaba de J verdad) cuando enuncié La fea de esa grandiosa amenaza: “Oriente avanza inveneible y fatal hacia los dioses de In luz a causa del encanto de sus suefios, de 1a hagia de si chiaroscuro.” Las relaciones culturales, materiales © intelectuales ‘entre Europa y Oriente han pasado por numerosas fases, aunque Ia Iinea de demarcacién entre Este y Oeste siempre ha causado cierta impresién en Europa. Pero, en general, fuc.c] Oeste el que avanz6 hacia el Este, y no a Ja inversa. Bl orjentalismd fe el termino genérico que empleo para describir la aproximacién Secidéntal hacia Oriete, es una disciplina a través de la cual Orien- te fue (y 63) abSrdado sisteméticdmente comortema de estudio, de descubrimiento y de préctica: Pero ademés utilizo la palabra para designar ésa-ooleccién de suefios, imdgenes y vocabularios que estén a disposicién de cualquiera que intente hablar de fo que. que- Ga al este de la Iinea divisoria. Estos dos aspectos del orientalismo no sor incompatibles, ya que utilizéndolos Europa pudé avanzar hhacht Ofiente con seguridad y no de una manera metaférica. Llega- dos a este punto me gustaria examinar las huellas materiales de este avance. ~ Hasta el siglo x0x, con Ja excepcién del islam, Oriente fue para ‘Eurdpa'un dominio con una historia continua de dominacign occi- dental que nadie habia contestado. Esto resulta evidente si conside~ ramos la experiencia briténica en la India, la experiencia portugue~ sa cn las indias orientales, China y Jap6n y las experiencias france- sue italiana en diferentes regiones dc Oriente, Hubo casos ocasio- nales en los que la intransigencia indigena quiso perturbar el idilio, como cuando en 1638-1639 un gripo de cristianos japoneses ¢x- puls6 a los portugueses de la regi6n; sin embargo, por regla gene- Tal, slo el Oriente drabe e isiimico present6 ante Europa un desa~ 101 UL El estilo, la competencia y la vision del experto: el orientalismo en el mundo al y como aparece en numerosos poensts, novelas (por ejent plo en Kim), Firmulas y Wpicos, et hombre blauico de Kipling no es mas que un personaje de ficcién; pero como idea, persona y c de vida, parece haber sido muy Gtil para muchos ingleses a lo largo dd sus estancias en el extranjero. El color dle su piel les distinguia de moo ular y tranquil i pero para el britinico que ‘1en medio de los indios, «le los atti: hos 0 de los arabes existia también el conocimiento certero de que Formaba parte de una larga tradicién de responsabilidad hacia las de color, y que podia recurrir a las reservas empiricas y tradicién, Y es de esa tradicidn, de sus glorias y les de lo que inelo ectebraba Ta escogida por ef hombre blaneo en las colonias. Fats fr rta que pcan fos hombees blascos, sue ss eae eh abis, ‘cn Havin y vient, yy ussia este He ul FAN Stan bueno pars el mn sobre Ro gr cuts, colo €or coda “Linipiar un terrilorio”: los hombres blances lo pueden hacer mejor en concierto Jos unos con los otros, delicadamente. Esto es una alusién a los peligros que entraitaba Ja rivalidad curopea en las colonias; ya que si no Hegaran a coordinar sus politicas, los liom bres blancos de Kipling estarfan bastante bien dispuestos a ir a la guerra: “Libertad para nosotros y libertad para nuestros hijos / y a a falta de libertad, fa gderra.” Detnis de fa msear que utiliza el hombre blanco, se esconde siempre Ia voluntad ex~ de usar ka fuerza, de matar y de ser matado. Lo que dignific su misién es un cierto sentido de dedicacidn intelectual: é! es un hombre blanco, pero no busca simplemente obtener beneficios, pues sur “estrella” se sitda probablemente mucho més alli de los bienes {errenales, Muchos ltombres blancos, seguramente se preguntaron con frecuencia por qué combatian en esa “ruta con Huvia y viento” ‘aban perturbados al ver que el color de su picl tes daba una ‘ategor{a ontolégica superior, ademés de un gran poder sobre gran parte del mundo habitado. A Tin de cuentas, ser un hombre blaneo, para Kipling y para los que estaban influidas por sus pereepciones Yy Su relénica, er i fdin, Se llegar Ser un hombre hlmneo porque se era tn hombre planed; ys mvt importante avin, “al beber de esa copa”, al vivir ese d mr ble en “lox dfas del-hombre blanco” quedaba poco tiempo part hacer especulaciones ociosus sobre los orfgenes, las causes y ht Idgica de Ia histori ‘Ser un hombre blanco, por tanto, era una idea y una realidad. tuna posicidn ruzonada ante los mundos blanco y no blan Co. Significaba —en las colonias— hablar de una manera determi ide acuerdo con unos cédiges y reglamentds incluso {ener ciertos sentimientos y no otros. Significaba hacer Ciertos juicios, evaluaciones y gestos. Era una forma cle autoridad Sine Ia cual Tos no blaneas € incluso tos propios blancos debfan inctinarse. lin su forma institucional (gobiemos coloniales, cuerpas ‘consulates y asentaunientos comerciales) era nci sivin, difusidn y reatizacién de una pol el mundo, y des fro de esa agencia, aunque estalan permitidas ciertas fibertades personales, 10 que imperaba era it idea impersonal y eatnunal| de Perum hombre blanco. Ser un hombre blanco, en resumen, ert un manera conereta de estar en el mundo, wnt manera de apoderarse de ta realidad, del lenguaje y del gensamiento. Hacfa que un estilo tespecifico fuera posible. Y que el propio Kipling, asi, como su hombre blanco, hubieran podido hacer algo mas que simplemente caistir. wuiores surgen a partir de unas compleja circunstancias hist6ricas y culturtles de tas cuales al menos dos tienen mucho en comin con Ia historia del orientalismo del siglo ‘ m2 sis. Una de etfs es ot grandes goncraizaciones por las cuth varios colectivos: fenguas, razas, fipos, colores y mentalidac par fas cuales cada calegorta no es una designaeién neutral, sino. contratio, ana interpretacién eval uibrayanuo est vias esta la rigicla oposicidn bindmica de “nuestro” y “suyo”, con cl nig siempre al segundo (incluso hasta el punto de iyo” una Tuneidn exclusiva de lo “uestzo"). Esta oposieidn fue reforzada, no sélo por fa antropatogta, ta Tingifsticg yt historia, sin también, por supuesto, por fas tess darwinianas 2 re fa superviveneia y Ia seleccidn natural, y-—no menos cecisi- Moye por ke netériea del enn fnnisme cultural Lo que Fes do & rcrtoes coma Renan y Arnold ef derecho a generatizar sobre fe en fue el carieter olicial de sts formaciones eulturales, "Nues- thee" vafores eran fiberales, humanos y cornectos; se apoyabaut et 14 ltdiciia de lax bolles-leties, en fa eruclici6n informada y en kt 10 curapeos (y honibres blances), “nso: «lis, fenfamos algo que primero inv: hacer de fo investigacidn racional: cont ros”, siempre que sus virludes eran ensitl in embargo, valores. cullurale los tendian a fa exclusién en ta misma Tnedics que a kt inclusién, Por eada idea sobre “nuestro” arte pro- it por Amold, Ruskin, Mill, Newman, Carlyle, Renan, Go hineaw o Comple, se formaba otro estabdn en ka ender qu tnmantenti unidos, micntras que. otro inuruso ent desterrado, [nckise Ay éste era siempre el resultado de esta retériea, sin tener en cucntt Tonde o enando ocurrfa, «ebemos recordar gue en It Buropa del Siglo sin, un edifigio imponente de eruaicidn y cultura ge este aeetinuyenda, por decista de alin mado, frente a fos intrusts (las s. lox delincwenies), cuificie, euyo papel en la To que elas eri constitucionalaiente ver: tealoniats, fos: par ceultura ert defini todo pare inaptos* Ta olra cineuustancia conn a fa ereacidin det hombre blanco y del orfentalisino reside en ef “eampo™ dispuesto por eada uno de Gllos, asf como cn Ia imposicidn que este campo hace de ciertos nodes, incluso ciertos rites, de comporiamiento, de aprendizaje y de posesisn. Sdlo un occidental podia hablar de los orientales. por jemi igual que hata sido el Lionubre blanco el. que aba pode Tas gentes de color @ no blaneas, ‘Toda sv por los honibres Blancos ait y dar nombre én echt por los orientaliste am (émninos normalmente intereambiables) (ransmitfa ta iden de ts stancia ireductible que separaba al blanco del de color, © al occidental del oriental; ademés, detrés dle cada afirmacién resonaba la tradicién de la experiencia, del saber y dc la educacién que mantenia al’oriental-de color en su posicién de, abjeto estudiado por el-occidental-blanco en. vez, de To contrarid. Desde wna po tidn de paler —como In de Cromer el oriental pertenecia al sistema de autoridad cuyo principio era simplemente asegurar que Gl oriental no pudiera nunca ser independiente ni gobernarse por si mismo, La premisa era que, como los orientales desconocfan lo que cera el avlogobiemno, hibfa que mantenerlos asf por sv bien. Ya que el hombre blanco, como ef orientalista, vivia muy cerca dle li inea de tensidin que contenta a los hombres de color, sentfa que su deber era.definir y redefine el dominio que exuninabs ferafos de descripcién narrativa alternados reg reafos de definicién y de juicios reformulados que interrumpen Ia hharraeién, éste es el estilo caracieristico de las obras de los exper- tos orientalistas que actuaban utilizando al hombre blanco de Ki- pling como una miscara, Asi TE, Lawrence escribid a VW. Ri- chards en 191 we se ha Go) los drahes seduetanmiioaginacin, Es In vieja, eivilizacin efado despejfndane de ls dies Uoanésticos y fa ital de Ios {uel musta se apresum a axum, El evangelio de I desnudex con respeclo fe ex bueno, y sparentemsente implica también un tipo Ja gees sla piengan en el momento y se exfwerzn ene la vida sin fener que doblar esas ni escaa Petia sen parte ia faiga mental y wore, wna ra apolar Cviine fas difcultades tienen qe reducie aelis eosas que muses ‘GGoaidcrmos anoles importantes; y, sin embargo, sin compat fp se wnt, crea sive peo entender to suficione como pava venne rely a otros extrujoros desde su perspectiva y no conenara, Sé ve soy ti extrafo pare ellos y siempre lo seré: pero no puedo ereer que set inferior igual que no podeta hseeeme & su manera de vivir.” tes ral por snes el Encontramos una perspectiva similar, aunque el teina tratado pa rezca diferente en estas observaciones de Gertrude Bell; {Cuba miles de aos fa durado est estado de cosas [a saber, que los rabes viven en "estado de guerra? Los que extudian los antecedents iis aoligogs. del desiero interior nos lo dirén, porque este estado se 1 asus orfgenes: per 8 lo large de ods exos siglo, el drab noha 24 abv ‘gad expen, nw Cepont ce si segura era 9p aulir otra observ: A To que, como una glosa, podriamos in que esti ver. sobiv la vida en Damasco hee, CComienzn viento vapamente Io que signifies ta civilian duns gr cia tim viven y fa que Piewsan; y me he acastombrado a fllos: Crew que et ech de que sca igless ex una gr aya.) Noses lead hace eine ats estas ascenina en el mundo, La ifercucia es Shy marca, Crow queen gro ei, se le a aio de esto goin tt Egipto Gat La dereoia de Rusia ewehta muclo y oi impresion es ae a masa pltica de Lad Curzon en et polls PEesieny en Ti Teter iia via tac nis, Seo qufen comocp muy bien Oriente pods iain tn esto se velaron, No eeesagerny decir qu. gles buiors ete ante Ts pcr ke puesto iniy mali care a frst igs en las calles ale Danas." aa se He eu afirmaciones como éstas nos damos cuenta en sepuitla dle que las expresiones “el srabe” 0 “los arabes" tienen una aurcola jos apa, Los a eolectiva yue los nula come personas individuales con una historia personal que Contar, Lo que seduefa ta imaginacidn de Lawrence era 1a ekuidal del arabe como una imagen y ns Filosofia (o actitud) supuesta ante la vidas en ambos casos Lawrence se vineula al arabe desche lt perspectiva purificadora de alguien que no es arabe, de alguien para quien esa simplicidad ingenua y primitive que posce el frabe ts algo definidy por ef abservaslor que en este caso es ef hombre blanco, Peso ¢l refinamiento srabe que se eorresponde en fo esen ial con fa visisa que Yeats iene de Bizanci, donde: que fine y les da unt coherent iyo eal, ae sexo ees, Tse enggendas de a re as a 3 ‘nas ait sia cao, 80 ode vion lo eapitus engeradox por kt I dejan st Furnes y ss cones,” ¢ como si el Arabe no hubiers rio de la historia. Paradddjieamen- (c, le parece a Lawrence que cl drabe se ha agotado en su persisten- temporal, La gran edad de 1a civilizacién érabe ha servido ast fa refinar al arabe hasta sus alributos esenciales y para cansarlo ‘lmente en el proceso. Lo que nos queda son los dabes de con fa pennanen Jo sometido al proceso itl 25 Gertrude Bell: siglos de experiencia y ninguna sabidurta, In tanto aque emidad colectiva, entonces, el Arabe no acumula ninguna den= Sulad existencial, iti siquiera semintica, Permanece lo mismo, con fa excepeién de los refinamientos exhaustivos mencionados, por Lawrence, de un extremo a otro de “os antecedentes del desierto interior", Debemos asumir que si un drabe sicnte alegrfa, st cx muerte de st hijo o de su padre o si percibe Ins injust ‘estas percepciones estan necesariamente imple y persisiente hecho de que ex ui ubordinadas al puro, 8 abe. aricier primitivo de este estado exist mulidneamente en dos niveles, por lo menos: uno en ef de la definieiin que ex rede {ory y dos (seydn Lawrenee y Gertrude Bell) en ef de la realidad. Tiata coincidencia absolata no era una simple coineidencia Primes ro, solo se podia haber realizado desde el exterior, gracias a un ‘oy unos instrumentos ¢pistemolégicos destinados a Teyar al corazén de tas realidades y a evitar las distracciones de las cireunstan iddentates de la experiencia, Después ddcncia era un hecho’ que, sobre todo, resultaba de la actuacién onjunta del método, de la tradicién y de In. politi Cc nulaba de alguna manera las diferencias entre el tipo—e! oriental, el semita, el frabe, ef Oriente— y a ‘realidad humana ordinaria (“el nisterio incontrolable sobre el terreno bestial” de Yeats), en Ia que todos los seres humanos viven, Para el investigador erudito, un tipo reado ‘con ¢! sello de lo ‘oriental” era lo mismo que cualquier {gue pudiera encontrar, Afios de tradicién habian dado cierta legitimidad al discurso sobre cuestiones tales como ef espiritu sennitico u oriental Y ef buen sentido politico Iuabia ensefiado, segin fx maravillosa frase de Gertrude Bell, que en Oriente “todo es consistente”, El cardcter primitivo, por tanto, ‘era algo inherente a Oriente, era Oriente y una idea a a due todo el aque trataba con Oriente o escribfa sobre ét tenia que volver como ppiedra de toque més duradera que el tiempo 0 Ia experiencia. odo esto se entiende muy bien cuando se aplica a los agentes, ceapertos y consejeras blancos en Oriente. Lo que les importaba a Lawrence y a Gerirude Bell era que sus referencias a fos frabes 0 Jos orientales pertenecieran a una convencién reconocible y autori- vie ee la formulacidn; una convencidn a la que todo detalles voealbula mm ire individuo orient 216 4 subordinar, Pero, mis particitarmente jale ddnde venfan “el be", “el senmita” o “el oriental”? indo edmo, durante cl siglo xix, en eseritores como nubert. Caussin de Perceval, Marx y Lamartine, kas sobre “Oriente” adquirieron poder a partir de Ia fal de todo to oriental, Cala étomo de Oriente manifestaba su orientalidad on Ia misma medida que cl ‘rihuto de ser oriental anulaba cualquier otra circunstancia hombre oriental, primero cra un oriental y slo después era un hombre. Esta tipificacién tan radical se vets reforaida, de forma natural, por kas eiencias (0 discursos, como yo prefiero Hamarlos) 'y descendente con respecte 3 1 se sponta que era una exph Gién ontogendtiea de cualyiier mifembro de wus especie, Ast, den- tro de estas extensas y semi populares denominaciones, como kn de “orient han realizando algunas’ distineiones. cientifica te vii cuales se funckunentaba princi cnte en los tipos de enguns ---por ejemplo, ef scmfticn, ef de divo, ef hamftico—; pero en seguida pudicron cneontrarse indicios sintropoldgicos, psicoldgicos, biol6gicos y culturales para apoys las. Hi “semitico” de Renan, por ejemplo, era una generalizacion lingiifstica que, en nanos de Renan, podta se con (odo tipo generar presunida repr de ideas paralclas sobre anatomta, historia, antrapologta ¢ incluso goologta. El “semflico”, ertonces, se pada emplear, uo sélo como tina descripcidn o designacién simple, sino que se podta aplicar & ‘cualquior complejo de sucesos historicos y politicns para reducirlos fain miglee antecedente ¢ inherente a ellos, EL “semitico”, por tanta, era una eategotia transtemporal y transindividual que preten in predecir cualytice acto individual del comportamicnto “sewntti- ‘ipoyndose en alguns esenci proesistente y ue. mente, fomentala la interpretacidn de todos Tos aspectos dle dad hurmanas en términos de agin elemento ig vida y de la acti ccomiin “sennttico’ Podirfa parecer que-el dominio particular de estas ideas relativae mente punitivas de la cultura liberal europe det final del siglo xix porteneeia al fmbito de lo misterioso, a menos que fecordemos que To que reclanaban tas ciencias come Ia lingifstiea, Ia antropologta y ft biologia era six categoria de cieneias emptricas y, de ningtin trodo, especulitivas © idealistas. Fs eferto que el semftico de Re- a nan y el indocuroped de Bopp eran objetos fabricados, pero se consideraban Kégicos c inevitables como protoformas que tenfan en uenta los datos espectficamente aprchendibles y empiricamente alizailos de las longuas semfticas espeefficas. Por tanto, al inten~ tar formula un tipo lingiifstico prototipico y primitivo (ast como uino cultural, psicoldgico e histérico) también se “intentaba definir un potencial humano primario"® a partir del cual se derivarfan los cjemplos completamente espeefficos de comportamicnto. Ahora bien, tee intento halbria kido imposible si no se hubiora crefdo también wen términos cidsicos empiricos— que la mente y el cuerpo eran realidatles dependientes-entre sf, determinadas originalmente por lo de condiciones geogrificas, bioldgicas y cuasi podia salir de esta estructura establecida que in native poxlia descubrir 0 examinar, Los antiguos prejuicios istas se apoyaban-en estas ideas empfricas. En todos sus estudios sobre ol islam “elisico”, el budismo 0 cl zorousirismo, se sentfan, conto confiesa el Dr. Casaubon le George Eliot, actuan- do “como el Fantasma de algdn antepasado que vaga por el mundo y trata mentalmente de reconstrvirlo como era antes, a pesar de los cambios monstruosos y confusos.""5 ‘Si estas tesis sobre las caracterfsticas linglifsticas de la civiliza- eign, que, luego fueron tesis’ raciales, fueron s6lo una parte det antiguo debate entre los cientificos y los eruditos europeos, debe- mos descartarlas porque el material que proporcionaban sélo servia rai un drama insignifieante. Lo importante, sin embargo, os que to los términos del debate, como el debate en sf, estaban muy cultura de finales del siglo xtx, como Lionel “Ia teorfa a por el nacionalismo y el jentesy apoyada por una ciencia incompleta y thal asimilada, era casi indiscutible”™ La teorfa racial y las ideas Sobre los orfgenes y las clasificaciones primitivas, sobre In deca dlencia modema, el progreso de la civilizaci6n, cl destino de tas raza blaneas (0 arias) y I nccesidad de tervitorios coloniales eran elementos que formaban parte de la peculiar amalgama-de cienci politica y cultura euyo prop6sito, casi sin excepcién, era siempre llevar a Buropa, a Ja raza europea, al dominio sobre las partes cle la humanidad 110 europea. También existfa una unanimidad gene- ral, segin la versi6n transformada y extrafia del darwinismo que el propio Darwin habfa aprobado, acerca de que los'orientales moder- © ‘Trilling ha dicho, imperialismo er 218 nos eran residuos degradiados ce ua grat anterior; las eiviliz ciones antiguas 0 “clasicas” de Oriente se pexlian percibir a waves de los desdiredenes dle Ia decadencia presente porque ua especialista blanco coi unas técnicas cicutificas muy refinadas podfa hacer el examen y kr reconstruccidn y poryuc un vocabulitio de generalid des dramiticas (los semitas, los arios, los orientales) hacia refere cia: més quo & un conjunto de ficciones, a una serie completa de 0 ventemente objetivas y acordadas. Asi, cualquier consideracidn sobre ty que los orieniales eran eapaces ono de thacer se apoyaba en “verdales” biolégicas como lis que se dicen en “A Biological View of Our Forcign Policy” (1896), de P. Char les Michel, en The Scruggle for Existence in Human Society (1888), de Thomas Henry Huxley, en Social Evolution (1894), de Benj inia Kidd, History of Intellectual Development on the Lines of Modern Evolution (1897-1901), de John B. Crozier, y en The Bio- logy of British Politics (1904), de Charles Harvey.” Se asumfa que si as Tenguas eran tan distintas entre sf como los lingiiistas decian que eran, también, de modo similar, los uswarios del lenguaje —sus mentes, culturas, potenciales ¢ incluso sus cuerpos— eran diferen- les. Y estas distinciones estaban respaldadas por fa fuerza cle wis verdad ontolégica y empirica y por la demostracién convincente de ca verdad en cicrlos estudios sobre los orfgentes, los desarrallos, el cardeter y el destino. El punto sobre ef que hay que insistir es que esa verdad sobre diferencias distintivas entre . las civilizaciones. y las lengua cra (0 pret adical e indiscutible. Llegaba hasta cl fondo de las rvalickades: se aseguraba de que no puiiera salirse ele ex y de los lipos que esos orfgenes permitfan estableeta res humuanos, fronteras a partir de las cu ct las naciones y las civilizaciones; forzaba sign hasta Hevarla Iejox de las realidades humanas communes y plurales, como san fa alegeta, el sultimieato 0 la organizacién poli tica, y on vex de esto, destacaba tas cuestiones descendentes y regresivas de los arigenes inmutables. Ningtin cientifico podia ya salirse de esios orfgenes en su investigaci6n, igual que ningin oricn= tal podia escapar a las categorins dle “Ios semitas”, “los drabes” 0 os indios”, de los cuales su realidad presente — estudio orientalista, se comprendfan en seguida a la vista de sus «0 era (y hasta cierto punto sigue siendo) la fismo moderna, Renan habia dicho que ie genitas eran un ejemplo de desarrollo detenide y. hablande Cede un punto de vista funcional, esto Hegé a signifiear que part SYodentalismo ningdn semita moderna, por muy maderno que se Gonsiderara, podfa separarse de sus orfgenes. Esta regia funcional setuaba en los niveles temporal y espacial. Ningiin semita lleg6 inns all del desarrollo del periodo “elisico”, ningiin semita puco hhunea deshacerse del ambiente pastoral y desértico de su:tienda y tle su tribu, Cualquier manifestact6n de la vida real del “semita” ppodta y debfa ser remitida al pasado, « I eategorfa primitive expli- ccatoria de “el semitico”. ciara eficacia de un sistema de referencia asf, segiin ol cual todo Gjempla individual de comportamiesto real podia reducitse 2 up que, origenes primitives: piedra angular del oF 2K pequeno nimero de eategorfas explicativas “originales” fe cons Uerable hacia finales del siglo xix. Para cl oricntalismo era el equul- Tente de lo que la burocracia era para Ia sudministracién pili lepariamento era més Gil que el archive individual, y, em cealis dad, el ser humand em significative principalmente en tanto que ofreefa Ia oportunidad de abrir un archive. Debentos imaginannos cn el papel de un empleado que amontona una gram Je archivos en un armario que tiene Iv etiqueta de “los ayuela de fos recientes descubvimientas realizados nivopologia comparada y primitiva, un erudito, como Wi- Ilia Robertson Smith, podia reunic en wn solo grupo a los habitan- tes de Oriente Préximo y escribir sobre su sistent de parentesce, sobre sus costumbres malrimoniales y sobre la forma y el conteni- do de sus pretica josa. Ut paler del trabajo cle Smith con Ia destnitificaci nea y brutal que hace de Jos semitas. Las harreras nominates que el isin y el judafsmo presentaban al mute do se aula; 1 semnftica, la mitelogta y 10 erudicign “para construir (...) una imagen hipotética del desarroll dle los sister les, colverente con todas ; ‘Si esta inmigen llega a revelar que las rafces uel monotefsimo, que pertenecen al pasado pero que todavia conservan su influencia, se Encuentran en cl (otemismo o en el culto a fos animales, el erudite wf tenido éxito. Y esto, dice Smith, a pesar de que “nuestras fuentes maliometanas cubren con un velo, en ta medida de sus posibitidacdes, los detalles del antiguo payanism0” jn su obra sobre los semitas, Sinith abarea Areas como Ta teolo- fa, In literatura y la historia, Lav excribid con un conocinniente lew del abajo de los orientalstas (véase, por ejempla, el sable Hinque de Sinith en 1887 a ka Histoire die peuple d'Israél, de Re- han). y, lo que es ais importante, 14 eoucibié como ayuda pars comprender a tox semitas modemos. Sinith, en mi opinién, fue u slabon erucial en la cadena intelectual que conectaba al blanco como experte con el Oriente modemo. La ciencia compartimentada que proporcionaron Lawrence, Hogarth, Gertrude Bell y otros, en tanto que expertos en ciestiones orientales, no hubiera sido posible sin Smith, E incluso Smith, ef sabic arquedlogo, no habrfa tenido ni Tamitad de autoridad de lx que tuvo, si no Jiubiera contado con esa experiencia adicional y directa con las “realidades érabes”. Smith combiné la “comprensién” de las eategorfas primitivas con la habi- 281 lidad de observar verdades generales detrés de las irregularidades empfricas del comportamiento oriental contemporéneo, y esta Combinacién hizo que sus escritos Wvieran mucho, peso y anuncié tl estilo delexperio sobre cl que Lawrence, Bell y Philby constru- yeron su reputacisn. i ‘Como Burton y Charles Doughty habfan hecho, Smith viaj6 al Hiysr entre 1880 y- 1881. Arabia haba sido un lugar especialmente privilegiado para el orientalismo, no s6lo porque fos musulmanes ‘aban el islam como el genus loci de Arabia, sino también por- {que elHiyaz aparecfa hist6ricamente tan desnudo y retrasado como de hecho era geogrificamente; cl desierto de Arabia, de este modo, tera considerado un decorado sobre el que se podian hacer afirma- Clones averea det pasado con la misma forma exactamente (y con el mismo contenido) que las que se hacfan sobre el presente. Kn cl Hiyaz se podta hablar de musulmanes, de islam modemo ¢ islam primitivo sin molestarse en hacer distineiones. A este vocabulario desnuda de fundamento histérico, Smith aport6 el distintive de toridad suplemientaria que Je proporcionaban sus estudios seeniti- os, Sus comentarios constituyen et punto de vista de un eruclito {que tiene a su disposici6n todas los antecedentes del istam, tos frabes y Arabi sina caracterstica del mshontetsmo que too sentimiento nacional lope sapecto religioso, puesto que toda la potica y las formas sociales de wn falsanusulmdn estén recubienas do una vestimentareligosa Pero seria un or aupouer que el aulético sentimiento rligioso esis en el fondo de Tou lo qu ae fusiien opto un forma religioss, La prejulcis del vn one sus rafecs én um conservadurismo que es nis profundo que st freenca on e islam. Fi efecto, ene Ins. grandes efectos de In reign {kel pofeia se encuentran el hee de que se preste nny fsimente Tox Jpelelfon de fa rara entre I eval fe promlgadsy ol hecho de gue haya ieade tanta ideas bévbaras y obsoletas que incluso Malioma debta de fnaber visio que so tenfan ningin valor rcliglso, pero fas wantuvo dentro te eu sisioma para fella propagaeiGn de sus dctsnasreformadas. Sin Ghrbnago, muchos Ue los preuicfos que nos parccen més poramentc Sahornetanos no tienen su fundamento en el Cora.” El “nos” de la dltima frase de este sorprendente fragmento de I6gi: ca define de manera explicita el punto de vista aventajado del hombre blanco. Este “nos” permite decir en la primera frase que toda Ia vida-polftica y social esté “recubierta” de una vestimenta religiosa (el islam, entonces, se puede caracterizar como totalita 282 —— rio), lucgo, decir en la segunda que la roligish Slo es u Utilizada por los musulmanes (en otras palabras, los musulmancs son esencialmente hipécritas). En la tercera frase se sostiene que el {sham —entonces incluso se sudueta de Ja fe cel 4rabo— en realidad no reformd Ia base coiservadora del Arabe preiskimieo. ¥ esto no ¢s todo, ya que si el islam tuvo éxito como religidn, fue porque permitié irreflexivamente que esos prejuicios jrabes “auténticos” se deslizaran dentro de él; por esta tactic (ahora vemos que ert tuna Kietiea por parte de! islam), dcbemos culpar a Mahoma que et, después de todo, un ctipto-jesuita sin eserdpulus. Pero todo esto ms © menos es madurado en In cltima frase donde Smith “nos dice que todo lo que ha dicho sobre cl islam no es valido porque, después de todo, los aspectos quintaescnciales del islam que Ocei- dente conoce no son “nialiontetn Los principios de identidadl y de no contradiceién claramente no van ligados al oricntalista. Lo que los invalid es la competeneia del experto orientalista que se basa en una verdad colectiva c irve- Futable que est4 totalmente dentro de: ka conprensién Filosdtica y roiGrica del orientalista, Smith es capa, de hablar sin In menor dua del “caricter Srila, priitico (..) constitutivamente irreligioso de a mente arabe", del islam como de un sistena de “hipocresia organi ida", de la imposibilidad de “sentir ningiin respeto hacia la devo- cién musulmana en Ia cual ef formalismo y la vana repeticiéa son reducidos a un sistema”, Sus ataques contra el islam no ticnen un eter relative, ya que part él esté claro que kt superioridad de rropa y de la cristiandad ex real y ao imaginaria. En ef fondo, ka Smith tiene del mundo es binaria y esto se evidencia en parrafos como el siguiente: lapadera El viajro drabe es totalnente diferente & nosottas, para él moverse dun sitio a otro x una tareasnuy fastdiosa, no disfrua con el esfuerzo (eon Shonoirae" y 46 quale de hambre y Fatiga con tas sus fuerzas (lo ave aogotras” he hacemos), Nunca pues persuadir al eriental de que, bajar el eaineio, te pueda apetecer ot coxa que no sea tune nmeditainente Sobre el tapi para repos (teri), mientras Tunas y bebes. Ademss, el rae no se impresiona poe cl pasa [y “wosotros” sf] son aquello. {Qué érabe, qué is criterios? éstas parecon ser Smith “Nosotros” somos esto y “ellos fam, cudndo, cémo, de acuerdo a qu distinciones irelevantes cu el estudio meticuloso que h 283 de su experiencia en el Hiyaz, Bl punto crucial es que todo lo que ‘se puede saber o aprender sobre los "semnitas” y tos “orientales” se puede corroborar inmediatamente, no s6lo en los archivos, sino di- Fectamente sobre el terreno, La obra de los grandes expertos franceses ¢ ingleses det siglo xx sobre temas orientales se deriva de esta’estructura coercitiva que fencadena a todo hombre moderno “de color” a unas verdades genc- rales que cl erudito blanco europeo formula acerca de sus prototl- picos ancesiras lingisticos, antropol6gicos o doctrinales. Estos ex- prerios también aportaron a esta estructura su mitolegéa y sus absc- personales que, en escritores como Doughty y Lawrence, s csiuuliado con considerable esfuerze; cack uno de ello Wilfrid Seawen Blunt, Doughty, Lawrence, Bell, Hogarth, Philby, Sykes, Stors— erefa que sv visidn de lox asuntos orientales era ereada por él mismo a partir de algin encuentro intenso y personal con Oriente, el islam o fos Arabes, y eada uno de ellos ‘expresaba su desprecio general por et conocimiento- oficial sobre Oriente. “Eso! hace-de mf un drabe —escribié Doughty en Arabia Deserta— pero nunca me ha afectado cl orientalismo”, Pero cn el {iltimo andlisis todos ellos (excepto Blunt) expresaron Ia tradicional hostilidad occidental y su temor a Oriente. Sus puntos de vista ® EE verbo principal de esta orucién es mastrar, que nos da a enten- der que los érabes se exponen a sf mismos (voluntaria o involunta- riamente) para que se les haga un examen de experto. ndmero de atributos que se les asignan por su calidad de simples aposiciones hace que “los frabes” adquieran una clase de existencia aligerada, asf, “los érabes” son remitidos a la de jaci6n extensa y corriente cen el pensamiento antropol6gico moderno de “infantcs primitivos”. Macdonald sugiere también que para hacer este tipo de descripcio- nes, hay una posici6n particularmente privilegiada ocupada por el orientalista occidental, cuya funci6n representativa es precisamente 8: mostrar lo que necesita ser visto. Cualquier historia especffica puede 294 Verse cit el thiife'd en la frontert Sensible de Oriente y Occidente juntos. La dindmich'compleja de Ja vida humana —lo que yo he Hamad Ia historianarracién— se convierie ca algo irrelevante o trivial cn comparacién con la visién circular segtin Ia cual los deta- Ues de la vida oriental sirven simplemente para reafirmar Ia orien- talidad del tenn ¥ ls oecidentatidad del observador. Si esta vision acura de alguna manera fa de Dante, es porque tno hemos percibido las enormes diferencias que hay entre este Oriente y ol de Daite. La evidencia aqut pretende ser (y probable~ mente et considerada como tal) cientifiea; st antecedent, hiablan- do desde un punto ide vista gonealdgice, es Ia ciencia eurapea inte feetwal y humans del siglo xix, Adenis, Oriente no ex slo una un enemige o una rama del esotismoe, es una relidid de consecuenci:s, Como Lawrence, Macdonald no ede realmente separar si dental de sw papel de erudite. A: medida que [a vision que Lawrence tenfa ce Tos drabes, enieeive? tla In definividn del objeto con lx identidad de Ia persona que Wo Alefine, Todos los orientates drahes eben estar acomodadas. para tie ae tes pedis observa a través se ta visign de un ipo oriental tal y como la cousiruye el exudito occidental, deben tambign estar sicomoclados para figurar on un encuentro especifico con Oriente en ‘el que el occidental abarca de nuevo la esencia de Oriente como conseciencia de su extrafiamiento fitimo, Para Lawrence, come para Foster, este sentimiento de extraiiamiento provoca et desini- ino y el fracas personal; para enuditos como Macdonatd, da avis fuerza al discurso oricntalista, \ Y exticnde amptiamente este discurso por el mundo de la cultu- ra, de la politica y de la actualidad. En el periodo de entreguerras. como podemos juzgar ficilmente a partir de las novelas de Mi aux, por ejemplo, las relaciones entre Este y Oeste adquirieron una dlifusién a la voz. extensa ¢ inquicta. Los signos de las reivindica ciones orientales de independencia politica estaban en todas partes; ¢8 cierto que los aliados fomentaron estas reivindicaciones en el imperio otomano desmiembradla_y, como ¢s evidente por la revuel- {a drab y sus repercusiones, éstas en scguida se convirlieron en un problema. Oriente, entonces, parecia cgnstiluir un desafio, no sélo para Occidente tn general, sino para el espfritu, el conocimiento y Ja dominacién de Occidentc. Después de todo un siglo de interven 295 ci6n constante en Oriente (y de su estudio), el papel de Occideute Sh un Oriente afectado por la crisis de la modemidad pareefa ba cite més delicado, Estaban las cuestiones de la ocupacisn total, de lag territorios bajo mandato, de la competicién curoper én Oriente, lie igs relaciones con las élites nativas y Jos movimientos nativos populares yee Ins reivindieaciones natives de autogobierno e inde. vemnfensiay estaba también ef asunto de los eontactos cultures pire Oriente y Occidente. Estos problemas forzaban a una reconst- ‘ietacign del conocimiento occidental sobre Oriente. Un erudito de veto valor como Sylvain Lévi, presidente de Ia Société asiatique tntte 1928 y 1935, profesor de sénserito en el College de Frances caiecion6 seriamente en 1925 sobre In urgencia cel problems Us sie Oeste: fag aw pereiido con oro de Oriente, tua crisis. {Ee agut done In cena, « r potica —es decir, en To que nas cone je es wna fornia de vida y un jastrumento de 8" dev hacer bin esfwerzo para igenas y ef spite fntimo cteristens Hualeras, encira en ft eivilzacin y en fn vi vers decubir is wares fundamentals Sus ca 296 iejor que astixiae te vida ‘oropens Debeios ofiecersos a nosotras nismios 9 estas sce come haceana en ros le nuestros productos cn el mercado sbi Toca a eursiva es del original)” Sylvain Lévi no ticne ninguna dificultad en conectar ef orient tismo con la polftica, ya que Ia largit intervencién (0 més bien p-o- tongada) de Oceidente en Oriente no puede ser negada ni en sus cconsecuerieiax para el covocimiento ni en sus efectos sobre el ds graciado indfgena; ambos se suman para formar lo que podeé ser un faturo amenavante, A pesar de todo of hunsanismo que expresa, Je toda [a solicitud admirable que tiene por los otros, Sylvain Lévi concibe el momento presente en térininos desageadablemente estre- hos. Imagina que los orientales sienton que su mundo esté amen: zado por una eivilizacién superior; pero lo que les hace moverse no Son los deseas positives de libertad, indcpendencia politica o eon- Giustas culturales segiin sus propios criterias, sino el rencor o la tnaldad celosa, La panacea que Lévi ofrece ante este giro de los seoulecimientos de tan ral aspecto es poner a fa venta Oriente para el consumidor occidental, ponerlo ante é! como una de entre tanlas tneremefas que llaman su alencién. De un sélo.tiro disintegraris Oriente (al hacesle pensar que esté a la altura del mercado eurarco de las ideas) y apaeiguarés ef micdo occidental ante el marenoto briental. En el fondo, naturalmente, et principal punto de Lévi —y fv confesién mis significativa— es que, t menos que se haga 31g0 con Oriente, “el dr feo xe aproxintard a un punto de crisis”. ‘Axia suffe, pero con su sulvintiente amenava a Europa ht efert fronton erizaas ene Liste y Oeste se mantiens cast sin cambios dlesle la antigiiedd clisiea. Lo que Lévi dice como el nis auygasto ide los orientalistas moderas encuentra wn evo menos sul ex Tos Aivmanistas de fa ‘mpl: en 1925 ka revista frances Le personatida des intelecurales; los exeritores solicitudes comprendian orientalis- tas (Lévi, Emile Scnart), y hombres de letras, como André Gide, Paul Valéy y Edmond Jaloux. Las preguntas trataban sobre las relaciones enire Oriente y Occidente, con un propésito ¢ inchiso con una eferta imprudeneia provocativa, lo cual era un indicative del ambiente cultural del periodo. Reconoceremos inmediatamente tedino el tipo de ideas promulgaclas en Ia eruticién orientalista habia : 207 aleanzado entonces’ el nivel de verdades aceptadas: Una de las preguntas era si Oriente y Occidente eran mutuamcnte impenctra- bles (la idea era de Maeterlinck) 0 no; otra consistia en si la in flucneia oriental representaba “un peril grave", —en palabras de Henri Massis— para’ el pensamicnto francés, “la"tercera versaba sobre aquellos valores en la cultura occidental a los que se podia adseribir una superioridad sobre Oriente. La respuesta de Valéry ine parece digna de ser citada por lo netas que son las neas de su argumentacién, y por lo consagradas que estaban al menos a princi- pos de siglo: Desde un punto de vista cultura, no ereo que tengamos mucho que temer ‘aciudlmente de lt infiveneia oriental. No nos es desconocids, Debemas a ‘Oriente todos las principio de nuestas ates y 1a mayor parte de vests ceonocinientos. Podrlanios aeoger muy bien todo to que aus viniera Je rien s algo nuevo pudiers venir de alt fo cual dudo muelo, Esta dud cs precsumente nuestra gare y nuesira arma eyropea, ‘Adzinis, de fo que se trata realmente en estos temas es de digerir. Pero eso hia sido sempre Ia gran especialidad de Ia mente curopea a fo largo de Tas diferentes épocas, Nuestro papel, por tanio, ex mantener este poder de Cleceidn, Us comprension universal y de wransformacién de todo en susancia fvesim, capseidades que nos han hecho lo que somos. Los gricgos y los Fomanos nos mostraron e6mo actuar con los monstruos de Asia, c6mo lealarlos a taves del andliss, e6imo exter de ellos su quintaesenci.. La tena del Meultertineo mie parece como un vaso cerrado, done las esencins All vasio Oriente siempre haa legad para ser condensadas, (La cursiva y tus puntos suapensivos son del original). * ‘Si la cultura curopea, de manera general, ha digerido Oriente, Va Iéry era consciente de que una de las agencias especiicas que habia jecutado esta labor habfa sido el orientatismo, En el nundo de los principios de aulodoterminaci6n nacional de Wilson, Valéry se apoys confiadamente en los andlisis para descartar Ia amenaza oriental. “BI poder de eleccién’ consiste esencialmente para Europa, prime- ro en reconocer que Oriente es el origen de la ciencia europea y Iuego en tratarlo como un origen caduco. Asi, en olf0 contexio, Balfour podfa considerar que los habitantes de Palestifia tenfan wn derecho’ prioritario sobre [a tierra, pero estaban lejos, de tener In autoridad subsiguiente para mantenerla; los simples descos de 790.000 drabes, dijo, en ningén momento se podian comparar con ‘i destino de un moviniiento colonial esencialmente curopeo.* 298 representaba-asf fa desagradable probabilidad de una ro- pentina erupeién que iba a destruir “nuestro” mundo, como John Buchan dijo en 1922: La Tierra esta bllendo de poker incoierentey le inteligencia desorganizad, {tan pensado alguna vex en el cas0 de China? ALlf, icnen millones dle Inentes répidas que revientan favieando nimiedades. No tienen aingun cceiGn, i pogler que los condurea, por tanto, todos sus esfuerzox 500) vvanos y el munilo ge rede China Asi Pero si China se organizara (como Io haria) ya no serfa una cuc: tién de risa, El esfuerzo de Europa, por tanto, debia consistir en mantenerse como lo que Valéry Hamé “une machine puissanie"®” que absorbia lo que podia de fuera dle Europa y lo reconvertia todo de tal forma que le fuera Gti! desde un punto de vista intelectual y material, y que mantenia Oriente selectivamente organizado (0 desorganizado). Pero esto s6lo se podia hacer a través de una vi- sidn clara y a través del anilisis. A menos que Oriente no se obser- vara como lo quie era, su poder —militar, material y espiritual— larde 0 temprano sumergirfa a Europa. Los grandes imperios colo- niales, los grandes: sistemas de represién sisteméticos existicron para parar esta eventualidad temida. Los sujetos coloniales, como George Orwell los observé en Marrakesh en 1939, s6lo debian sor conccbidos como un tipo de emanacién continental, africana, asi tica w oriental: Cols evs por nes cial ewe Esta 204K Titans de fe enles al mens 20,000 no poser fiteralmicnte nad excepto los andrsjos ‘que los cnvuclven—, ewando ves e6ine vive In gente, y, ms ain, 10 Feilmente que muere, siempre es dificil ereer que eaminas entre seres Inunanes, Fi reali, Wxos Tos inperios colaaisles se fundamentan en teste heel, La gone ten earas wrens, sens tienen antas! Son ellos Fealhnente de tt mia came que Wi? even siquiera morale? 0 son simplemente una especie de materia moreua indiferenciads, tan indivializados me 6 meses como las abejas o les insectos coralinos? Eos salen de fiers, sudan y pass hambre durante unos cuantos as, y después se huden et fas montfeulos sin nombre del eementerio y nadie se da cuenta de que se han ido, E incluso las wsbas son absorbidas pronto por a ier Aparic de los caracteres pintorescos propucstos a los lectores curo- peos por algunas novelas exéticas de escritores menores (Pierre Loti, Marmaduke Pickihall, efe.), el no curopeo que conocen tos 299 curopeos ex precisamente el que desc ibe Orwell. Es un personaje cee 0 ut lomo en una vasia colectividad, designado, en el eee ordivacia 0 en el discurso cultivado como un tipo indie nado oriental, afficano, amarillo, moreno o musulién, ‘Srientalismo ha contribuido a crear este tipo de abstracciones por au poder de generalizacién que conviere a los ejemplares dc roe Sullizacién en porladores cle los valores, las ideas y Ins posi- cee que los orientalistas, por su parte, habfan encontrado en “Oriente y habfan transformado en una corriente cultural cow ‘Si pensaos que en 1934, Raymond Schwab publicé su bilan te biopratin de Anguetil-Duperron —y comenz6 eertos estucios tee debfan sitvar al orientalismo en su propio contexto cultural. qercimos sefalar también que 10 que hizo se oponfa totalmente a ser colegas artistas ¢ intelecwvales, part los que Oriente y Oeciden- te sepuitn siondo Ins abstracciones de segunda mano que habtan ss pin Valery. No se puede decir que Pound, Eliot, Yeats, Art. Ma Watey, Fenoliosa, Paul Claudel (en Connaisance de Fest), Viclor Ségaten y otros hubieran ignorado la “sabidurta de Oriente” come Tee Mller Ta Ham6 unas cuantas generaciones antes; sino mis Biek que cl mundo de la cultura consideré Oriente y el islam ef paieulae con es8 desconfianza que siempre, ha pesado gore 5 paid erudita eon respecto a Oriente, Podemos encontrar un buc- aeaswanuy explicto ejemplo de esta actitud en.una serie de confer 10 Jas sobre Oriente y Occidente” que en 1924 dio en la univer. id de Chicago Valentine Chirol, un famoso periadista europeo {ve tenfa una gran experiencia cn Oriente; su propésita ert demos dee vers americanos cultivados que Oriente no estaba tar) Iejox reno quia ellos erefan, Su Hines de pensamient ex inp: riety soy Oacidente son opuestos of uno al otro de aanera irmedelinic ¥ ‘Gelente en particular ef “Mahometismo"— es una de “las gran orice Tas munciales” responsables de “las lineas de discrepancia sai profundas del mundo”.® Me parece que los tus de ss scis vie Groncias dan una buena idea de las generalizaciones majestve, corte Chirol: "Su antiguo campo de batalla"; “La desapariciOn éel impetio otomano: el caso particular de Egipto”: "LA gra ekpetien- cr briténiea en Egipto"; “Protectorados y mandatos’s “Un nuevo Frater el bolehevismo”, y “Algunas conclusiones generales" as exposiciones sobre Oriente destinadas a un piblica relati- ‘Jainuare extenga, como ins de Chiral, podemos afair el testimo- 300 o ‘lie Faure, que en sus reflexiones spelt, como Chiral, 2 vongcimicntos particulares sobre 1a cultura T entre el accidentalismo blanco y el orientalisto os Cayendla en alguns paradojis, como exsndo dice “e camage permanent de Mindifférence orientale” (ya que at contratio que “nosolros", “ellos” no fieuen ninguna coneencion de ta paz). eee continga mostrando que los cuerpos ds Tos oFientales son pores alinna que Oriente no tiene winguns comeeDel sy de Int Peameria, de kx nacidn 0 de la patrie y que Oriente es een: initico, ete. Faure argument que, & menos que el oie aprenda a ser racional, a desarrollar tenicas de ‘conocimiento y de positividad, no pdr haber ninguna apreximaciéy ene Este y pome!® Tan el ensayo de Femand Baldensperger “od svafTrentent POrjcnt ot POeeident intellectucls”. expane el dilema Este-Oes! pore abla fambign de um design oriental itiyente bein de Ia Uiseiplina mental y la interpretacign racionalé cahos couno a provinieran ce kas profundidades de ta cultura europea, por escritores que, de liceho, ereen Tblar en now Dre de ears tura, estos Lopicos (ya que son perfectas édées regues). NO Se Frieden eomprender simplemente como manifestaciones Je 170, provineiana, No son eso y como debe ser evidente para tin poeo alguria obra de Faure 0 de Baldensperger— se wis algo Wiis paradjico. Tienen como base [a transforma; so ote ta ciencia profesional y exigente que es el orientaisino. \ Faneddn en fa cultura del siglo xtx habia sido restablecer par Hokopa una poreign pond de hunranidad, pero que et el siglo 28 eae ues wert en un instrument politico yx 1o que es wis no pore evil Kuropa pod interpreta eH St ranetiei ie Orfente y asf nism. Bar rans que ya le exes doen ente, el ostentatisme moderne Tevaa ya fa imypronta fet tran miedo europea hein el istam. miedo due 3 umenté con 10s Jgsaftos potiticos de la época de (entre-dens-querres), Lo que Wie. sossvta be que To que era fn especialiad relativamente inocenie 06 12 fotogfa, se convjatié en una diseiplina capav. de dtigie mov mientos politicos, le administrar colonias y de hacer declaraciones present dificil miisiGn civilizadora del Franbye blaico: esta metamorfosis aetué dentro de wna eulknrs Ge se pretenda liberal, preocupada por unos efterios qe presumnian Se eresidad, pluralidad y apertura mental. En realidad, To que oposicién gane’ quien conozea importante, en un edd 301 | | | ocurri6 fue todo loédntrario a to liberal: cl endurecimiento de la doctrina y del significado de lo que la “ciencia” impartia como “verdad”. Ya que, si esta verdad se reservaba el defecho de juzgar quc Oriente cra inalterablemente oriental, como ya he indicado, entoiees cl liberalisino no era ms que una forma de opresién y de prejuicios. Normalmente, desde el interior de 1a cultura, nunca se ha reco- nocido —y no se reconoce— Ia extensién de este no liberalismo, esto es debido a razones que este libro est intentando explora ‘embargo, en alguna ocasién, ha sido puesto en tela de juicio, lo que no deja de ser reconfortante. Veamos un ejemplo det libro de 1.A. Richards, Mencius on the Mind (1923); en las Iineas que siguen podemos fécilmente sustituir la palabra “chinos”, por “orientales”: Ba lo que se refer al efecto produc en Oecinte por el mayor oni ll pesasento chin, ex interest stale eu exer A quc no es posible ealifee de ignorane 0 escuiedo, como M. tiie Gison, puede sin enarg habia en et precio ngs de Te plilozpy Of STiumas Aquins de i iloxoia Yomi, dciendo qu és “acepla ‘ene tod Ia train hinana™. Ax ex eomo todos norton rarnao fre norte mundo ocldentl es sempre el Mino (It pate thindo que event: pero un obserrador parcial que rs qos ete tipo de provincianimo x peliprose. Y en Occidente todavia no somos fo fufeenements les cone pam etarsegror de qu no exanoe sfc fos efectos Richards exige en su libro que se ejerza lo que ét launa ta defini- n méltiple, un tipo autGntico de pluralismo que elimine fa com- batividad de los sistemas de definicién. Aceptemos 0 no su ataque contra el provincianismo de Gilson, podemos aceptar su proposi- ccién de que cl humautismo liberal, del que el orientalismo ta si ca departamentos, retarda ta aparicién de ignific que va amplidndose y que permite llegar a una comprensi6n verdadera. Lo que sustituy6 a In significacién amplia, en el orientalismo del siglo xx —es decir, en el interior del doininio técnico—, es el tema del que nos va a ocupar inmediata- ‘mente. : 302

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