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HISTORIA GENERAL DE LA IGLESIA DESDE EL PRINGIPIO DE LA ERA GRISTIANA HASTA NUESTROS DIAS, POR EL Sr. D. J. E. DARRAS, PRESBITERO, CANGNIGO HONORARIO DE AJACCIO, DEL INSTITUTO WISTORICO DE FRANCIA. TRADUCIDA CON ADICIONES ¥ NOTAS SOBRE LA IGLESIA HISPANO- AMERICANA, POR BL De. PREY DON PEDRO MARIA DE TORRECILLA, Presbitero, de la Orden de caballeros de Montesa, abtiguo capellan de honor de S. M. C., el. De In quinta edicion, revieta y corregida por el Autor. TOMO SEGUNDO. PARIS LIBRERIA DE LUIS VIVES, EDITOR: caile Delambre, 5. 1862 HISTORIA GENERAL DE LA IGLESIA. AIA ARAL AR AAA AR ATA A AAA, EPOCA TERCERA DESOE LA CAIDA DEL IMPERIO OE OCCIDENTE EN 476 HASTA SU RESTABLECIMIENTO EN LA PERSDNA DE CARLOMAGNO EN $00. CAPITULO PRIMER. SUMARIO. § 1. PontiFicapo DE San Stwpxicro (476-483). Periodo segundo. 4, Caracter general de la tercera época de la Historia de la Iglesia. — 2. Division politica del imperio de Occidente. — 3. Concilio de Arles. — 4. Fausto, obispo de Riez.—5. Persecucion de Hunerico contra la Iglesia de Africa. — 6. Revo- lucion de Constantinopta. Basilisco destierra al emperador Zenon. — 1. Resta~ blecimiento de Zenon, Reaccion 4 favor de la ortadoxia contra el eutiquianisine. —8. Acacio, patriarca de Constantinopla, se hace eutiquiano.— 9, Publicacion del Jenético, por Zenon — 40, Juicio teoldgico del Hendtico. — patriarca legitimo de Alejandria, arrojado de su silla, se refugia® 12. Muerte de san Simplicio. Diversos actos de este papa én’ Ouciui @ IL. Pontiricano be san Fétix Ill (8 de mazzo de $83-98-de febreré de 492). 43. Eleccion de san Félix Ill. Pretension de Odoacro, rey de los Hfrulos, al derecho de confirmar las elecciones pontificales. — 14. Concilio de Roma. Envio de legados apostolicos al emperador Zenon. — 15. Debitidad-de, los legailos; que faltan traidoramente 4 su mision.— 16. Concilio de Roma. Condenacion de los legados. — 17. Deposicion de Acacio. Nuevos legados enviados & Constantinopla : apostatan como los primeros, y son anatematizados por san Félix Ill, — 18. Acé- Mw 4 jaan Talaya, oma, — 2 s. siupLicio (476-483). falos. — 19. Concilio de Roma. Confirmacion de Ja sentencia dada contra Aca~ cio. — 20. Muerte de Acacio. Eufemio, sucesor suyo. — 21. San Sabas. San Teodosio el Cenobita, — 22. Gontamundo en Africa. Concilio de Roma 4 favor de los obispos catélicos de Africa, — 23, Fin de Ia dominacion de los Hérulos. Teo- dorico el Grande, rey de los Ostrogodos, en Italia. Muerte de san Félix IIL. § 1. PONTIFICADO DE SAN SIMPLICIO (476-483). Pertodo segundo. 1. La 6poca tercera de la Ilistoria eclesidstica principia desde el momento en que el imperio de Occidente, desmoro- nado, dejaba su puesto libre 4 nuevos pueblos. Naciones colo- cadas hasta entonces fuera de la antigua civilizacion, agitadas por el movimiento intelectual, politico y religioso, dado por el cristianismo , van a tomar asiento en la escena del mundo. La Iglesia, 4 los ojos.de los Godos, Francos y Germanos, pre- sentaba el espectdculo de una sociedad aparte, que no habia sido vencida con la sociedad romana, y que no habia sido abrumada bajo las ruinas del imperio. Asi es que la influencia de la religion cristiana fué en aumento por causa misma de este grande acontecimiento politico : y los obispos se hallaron naturalmente colocados al frente del mundo nuevo, 4 quien dominaban por la superioridad de una jerarquia mas fuerte y mejor consolidada que todas las instituciones, y mas duradera que el imperio. — Las diversas provincias del imperio estaban partidas y divididas entre Barbaros , cuyo solo nombre espan- taba 4 la raza romana, oprimida por do quiera como mas débil. Entre vencedores y vencidos, tenia pues la Iglesia que lenar el cargo de mediadora de paz y de misericordia : y en efecto lené cumplidamente su mision. Fueron pues los papas y obispos un lazo, un vinculo de union cordial entre el elemento birbaro y el de las antiguas nacionalidades :“prepararon de este modo la fusion entre las razas, y fueron los padres de la civilizacion moderna. Un historiador moderno, Gibbon, aunque protestante, ha descrito con solo un rasgo de pluma este trabajo 6 trans- formacion politica, diciendo : « Nuestra sociedad ha sido for- » mada por los obispos cual un panal por las abejas. » A medida que esparcia la Iglesia caldlica sus beneficios, los CAPITULO PRIMERO. 3 pueblos agradecidos la investian de una especie de omnipo- tencia, aun temporal, y por esta razon veremos al pontificado dominar en la edad media 4 pueblos y 4 reyes, no por usur- pacion del poder, sino por una consecuencia légica, necesaria de los mismos acontecimientos. 2. Hé aqui cémo se hallaba partido el Occidente politico despues de la caida del imperio. Ocupaban al Africa los Van- dalos Arrianos; eran duefios de Ja Espafia los Suevos y Visi- godos ; los Francos y Borgofiones se habian establecido en las Galias ; los Anglo-Sajones en Ja Gran Bretaiia ; y en fin, en Italia los Hérulos y Ostrogodos. Todavia conservaban los em- peradores de Constantinopla el dominio del Oriente ; pero las intrigas palaciegas, las divisiones y luchas intestinas, la fla- queza de la autoridad, sefiales todas de una decadeneia sin remedio, comenzaban 4 manifestarse mas al descubierto en este triste periodo, al cual se ha como estigmatizado con el nombre de Bajo-Imperio. Zenon, principe débil y caprichudo, juguete de los acontecimientos y de los hombres, incapaz de sostener los derechos de su corona, trataba de ejercer en los negocios espirituales una antoridad que no sabia hacer respetar en el gobierno de sus Estados , acabando asi de dividir aun mas los espiritus, so pretexto de reconciliarlos. Por otra parte los Persas, dueiios de las provincias de Armenia y de la alta Siria, proseguian contra el cristianismo el mismo sistema de perse- cucion que habia sostenido tan cruel y perseverantemente Sa- por II. Tal era la situacion politica y religiosa del mundo en 476, en el segundo perioido ‘lel pontificado de san Sim- plicio, mareado por la caida del imperio romano, que habia sucumbido bajo la espada de Udoacro, ese joven Barbaro bendecido por san Severino, y hecho despues rey de los Hé- rulos. 3. San Simplicio no habia abandonado 4 Roma en médio de todos estos trastornos ; y continuaba rigiendo los destinos de Ja Iglesia, de la cual era cabeza, y socorriendo con sus exhortaciones y limosnas d las cristiundades afligidas con tantas reyoluciones. Los f'rancos debian de ser el primer pueblo 4 s. simpLicio (476-483). barbaro que habia de inclinar su cerviz bajo el yugo de la fe. Entre sus gloriosas prerogativas, esta nacion, destinada 4 hacer tan grandes cosas, debia de contar la de ser y llamarse la Aaja primoyénita de la Iglesia. Al tiempo que Jos Francos vinieron 4 fijarse en las Galias, tenian estas al frente de su clero una generacion numerosa de santos obispos. Un concilio, celebrado en Arles (aiio £76) contra la herejia del predestina- cianismo, nos presenta los nombres de san Paciente de Leon, San Sidonio Apolinar de Clermont, san Eufronio de Autun, y san Eutropio de Orange, que asistieron 4 61. Habia hécho necesaria la convocacion de este concilio el error de un sacer- dote de Ja provincia de Arles, Namado Lucidio, 4 quien habian seducido las doctrinas de Pelagio. Se renovaron en él los ana~ temas pronunciados en otras circunstancias contra las con- clusiones fatalistas de este sectario: « Anatema, decian los » Padges, al que sostenga que no habian recibido los conde- » nados durante su vida los medios divinos para salvarse; y » que han sido precipitados los hombres en Ja muerte eterna » por la presciencia divina. Anatema 4 quien diga que Jesu- » cristo no ha muerto por todos los hombres, y que no quiere » que se salyen todos los hombres. » Se echan de ver en estas formulas los errores jansenistas de esla ¢poca con muy pocas diferencias. El concilio de Arles no tuvo que decretar conde- nacion personal contra Lucidio ; porque este reconocié su falta dla voz de Fausto, obispo de Riez, quien cn conversacion particular le aclaré todas sus dudas, é hizo lucir en su entendi- miento la luz de la fe catdlica, oscurecida por muy poco tiempo por los sofismas de Pelagio. Lucidio reconocié sus errores en una carta dirigida al concilio, en Ja cual van 4 la par la buena fe de su espontinea confesion y Ja claridad de su retractacion. « Vuestva condenacion, dice & los Padres, es salvacion para » los fieles, y vuestra sentencia cura 4 Ja vez que hiere. El > mejor medio de excusar mis pasados errores es reconocerlos » humildemente ; y quicro justificarme con conienarlos abier- » tamente. » Un lenguaje tan noble por su humildad le honra mucho mas que un triunfo, si fuera posible. Esta sumision 4 CAPITULO PRIMERO. 5 la voz de la autoridad es tradicion antigua en la Iglesia de Francia. 4, Fausto, obispo de Riez, acahaba de dar ejemplo en su persona mismo. En una obra acerca de Ja naturaleza de los espiritus, escrita con mas elegancia que exactitud, habia dicho que solo Dios eva espiritual en la rigorosa acepcion de la pa- labra; y que los angeles y las almas son sustancias de natura- leza mas elevada que la de los cuerpos. pero pertenecientes sin embargo al mundo material. Fué refulada esta doctrina heterodoxa con el mayor vigor por Claudiano, hermano de san Mamerto, obispo de Viena (del Delfinado}. Claudiano, edu- cado en la soledad, habia adquirido tesoros de erudicion. Fami- liarizado con el estudio de los autores de la antigiiedad pro- fana, versado en el conocimiento de las Escrituras, reunia, con una ciencia profunda, los dones exteriores de hacerla preva- lecer. Se le consultaha como ordculo de ciencia y de santidad. Su hermano san Mamerto se lo habia agrezado 4 su iglesia de Viena, haciéndole sacerdote, y cometiéntole gran parte de su episcopal administracion. Sus estudios anteriores le habian preparado admirablemente 4 desarrollar la doctrina catdlica acerca de la naturaleza del alma. Sus ideas, maduras mucho tiempo habia, para Jas cuestiones mas elevadas de la filosofia, se manifestaron con todo su brillo en ‘es: tres libros de la Naturaleza del alma, donde toma de muy arriha Ja cuestion, y echa por tierra las teorias erréneas de Fausto de Riez. Ter- minése esta Jucha con yentaja para ambos adversarios ; porque Claudiano llevé modestamente su triunfo: y Fausto reconocié humildemente y sin doblez sus errores. Con todo los de Fausto eran excusables en alguna manera, por cuanto la Iglesia aun no habia decidido cosa alguna acerea de esta materia. Por lo cual, los sentimientos heterodoxos que ha consignado en al- gunos escritos inocentemente, no han immpedido deje de ser venerado como santo en Riez, donde se edificé una iglesia bajo su invocacion. San Sidonio Apolinar le profesaba un aprecio y admiracion singulares. « Fausto, decia, sarece haberse des- » posado cen la filosofia despues de haberla hecho cristiana y 6 s. simpricio (476-483). » humilde. Se Ja ha levado consigo al monasterio, y ha hecho » que la filosofia de Platon sirva 4 Ja defensa de la Iglesia de » Cristo. Habla mas elocuentemente que sus maestros, y, lo » que vale aun mas, vive mejor que escribe. » En la misma época, san Ruricio ilustraba la silla episcopal de Limoges con sus virtudes. Salido de noble y rica familia, habia renunciado por Dios 4 sus haciendas, d las houras del siglo y a los lazos del matrimonio que Je vinculaban con Ileria, hija del patricio Omacio, por vivir en el retiro, pobreza y continencia. Elevado mas tarde al obispado, cuyo grave y augusto cargo jamds sofié en desear, invirtié sus riquezas en hacer construir cerca de Limoges una iglesia magnifica en honor de san Agustin, cuyo ilustre nombre era tanto mas amado de los obispos de las Galias , cuanto mas habia tratado de vituperarlo la herejia pelagiana. En el propio tiempo, un poeta cristiano , Paulino de Perigueux, 4 peticion de san Perpetuo, obispo de Tours , escribia en verso la vida de san Martin. — Pomerio, natural de la Mauritania, venido 4 las Galias 4 consecuencia de la per- secucion de los Vandalos en Africa, y escogido por sus emi- nentes cualidades para gobernar un monasterio contiguo 4 Arles, publicaba un didlogo sobre la Nateuraleza del alma y un tratado acerca de la Jnstitucion de lus virgenes, que no han Negado 4 nuestros tiempos. Solo nos quedan de este autor los tres libros sobre la Vida contemplutiva, atribuidos por Jargo tiempo 4 san Préspero. 3. En tanto que veian tan floreciente la fe en su seno las Galias 4 la sombra de santos 6 ilustres obispos, unidos de co- razon con la silla de Roma, gemia Ja Iglesia de Africa bajo la tirania de los Vindales, que se esforzaban en plantar en su suelo el arrianismo por la fuerza brutal. Genserico, muerto el 25 de enero de 477, despues de un reinado de treinta y siete afios, tuvo por sucesor A su hijo primogénito Hunerico, ca- sado con la princesa Eudoxia, hermana de Zenon , emperador del Oriente. Esperaban en un principio los catélicos que la in- fluencia de la nueva reina les seria favorable. La iglesia de Cartago, privada de su prelado veintisiete aiios habia, no ha- CAP{TULO PRIMERO. 7 bia podido lograr de Genserico Ia libertad de escoger un suce- sor. La intervencion de Zenon arrancé 4 Hunerico esta autori- zacion ; pero el Vandalo puso una condicion que falté poco para que anulara su efecto. El edicto que permitia proceder 4 la eleccion , leido publicamente por Vitarito, notario real, estaba concebido en estos términos.: « Nuestro amo, 4 instancias del » emperador Zenon y de la nobilisima Placidia, su hermana, os » autoriza 4 elegir un obispo 4 gusto vuestro, con condicion de » que los obispos de nuestra religion, en Constantinopla y otras » provincias del Oriente, tendran libertad de predicar en sus » iglesias, en el idioma que quisieren , y de observar la reli- » gion 4 su manera, como vosotros teneis la libertad aqui y en » las dems iglesias de Africa, de celebrar misa, predicar y » observar vuestra religion. Si esto no se cumpliere, el obispo » gue fuese ordenado aqui y los dems obispos seran confina- » dos 4 tierra de Moros. » Esto era quitar con una mano lo que se daba con Ja otra. Jos obispos presentes 4 Ja lectura de este edicto capcioso, exclamaron que renunciaban 4 una eleccion impuesta bajo de condiciones tales que no estaba en su mano cumplir, y que dejaban abicrta Ja puerta 4 las persecuciones. Mas el pueblo, sin pastor mucho tiempo habia, insistié por que se pasase adelante 4 pesar de la cléusula restrictiva. Fué ele- gido por unanimidad un santo sacerdote de Cartago, llamado Eugenio : le habian hecho acreedor 4 esta espontaneidad po- pular su humildad, caridad y misericordia : su episcopado probé que eran sinceras y sublimes. Obraba Eugenio maravi- llosas conversiones con su predicacion y aun mas con sus obras. Entretanto , os obispos arrianos peusaron detener los progresos de su apostolado, haciendo que Ilunerico Je prohi- biese recibir en el seno de la Iglesia ningun cristiano de la raza de los Vandalos : de este modo ereyeron limitar el celo del santo obispo al circulo de los Africanos indigenas , afectos de tiempo inmemorial al catolicismo, é impedir convertir 4 la verdadera fe 4 los Arrianos. Se negé Eugenio 4 érdenes tan inicuas, diciendo : « La casa de Dios esta abierta para todos; » nadie puede arrojar de ella 4 los que entraron. » Esta nega- 8 s. simpyicio (476-483). tiva fué la sefial de Ja persecucion. Verdugos, puestos por Hu- nerico 4 las puertas de las iglesias , arrancaban los ojos 6 el pelo los Vandalos que se presentaban. Los catélicos, honra- dos en la corte por sus empleos 6 dignidades , fueron dester- rados 4 Jos anos de Utica y condenados a los trabajos publicos mas penosos, Las virgenes consagradas 4 Dios padecian Jos mas espantosos torméntos, pata obligarlas de este modo 4 de~ clacar en falso contra Ja honra de los obispos y clérigos catéli- cos. Finalmente se expidié un decreto sanguinario, maltra~ tande y vejando cruelmente & los mas feryorosos obispos , sa- cerdotes y diéconos catélicos, en numero de cuatro mil nove- cientos setenta y dos, y desterrdndolos 4 los desiertos de la Mauritania. Los fieles les iban saliendo al encuentro por todo su paso en grupos numerosos , por manera que los valles y montafias se cubrian de catélicos que, llevando velas encendi- das en la mano, pedian para si y para sus us hijos la bendicion de los santos martires. Verificése en el dia sefialado por el mismo Ihmerico una conferencia enire los obispos catélicos y los arrianos , en Car- tago, el 4°. de febrero de 484. Convocada por hombres de mala fe, solo sirvid de pretexto 4 Hunerico para renovar la persecucion. Los catdlicos habian. escogido para llevar la pala- bra 4 diez de sus principales obispos. Mas no se les quiso es- cuchar. Se presenté 4 los ojos mismos de Hunerico y de los prelados arrianos una nueva profesion explicita de fe, que contenia la doctrina ortodoxa acerca de la unidad de sustancia y la Trinidad de Jas Personas divinas, y que hacia ver la nece- sidad de emplear el término de consustancial 6 el de syootetos, la divinidad del Espiritu Santo, y en general todos les dog- mas gombatidos por el arrianismo. El rey harbaro respondié con un decreto que cerraba todas las iglesias catélicas , confis- caba sus bienes y denunciaba 4 los obispos y clérigos orto- doxos 4 las pesquisas de ios tribunales. Todos cuantos habian asistido 4 esta conferencia fueron prendidos, Tevados 4 bu- ques y desterrados 4 la isla de Cércega, en donde se les hacia trabajar en maderos para construccion de navios. Los fieles CAPLUULO PRIMERO. 9 que se mantuvieron constantes fueron horriblemente atormen- tados. Quedaron despobladas ciudades enteras, por haberse desterrado 4 todos sus habitantes, y hécholes cortar la lengua hasta la raiz por mano de los esbirros del rey africano. San Eugenio, obispo de Cartago,, fué desterrado 4 un desierto vecino, cerca de Tripoli, y puesto bajo la vigilancia de un obispo arriano , que le guard6 mucho tiempo preso en un ca~ labozo himedo , para que acabara alli sus dias ; pero el Seyior le conservé su vida tan preciosa. Los obispos arrianos se eri- gieron por si mismos en jueces y verdugos. Recorrian los cam-" pos y lugares al frente de tropa armada, rebautizaban 4 cuantos podian hallar por los caminos, y por do quiera multiplicaban las victimas de su furor. Entretanto consumia lentamente el cuerpo de Hunerico una enfermedad espantosa , desconocida y reputada por un castigo del Cielo : y em efecto, murié, en medio de atroces dolores, 4 fines del aiio 484. Este aconteci- miento suspendié la persecucion, é hizo regresar 4 su patria 4 muchos desterrados. E! historiador de esta lucha de la Iglesia de Africa contra él vandalismo arriano, Victor, obispo de Avito, nos presenta los nombres y detalles de los padecimientos de numerosos miartires, que vertieron su sangre por la fe. Como testigo ocular de los hechos que cuenta, deportado y perse- guido como los otros, hace la descripcion en términos enérgi- cos y llenos de interés : viene 4 ser su libro un largo martiro- logio, escrito con espiritu de fe y caridad, por la pluma de un martir. Nunca faltaron al dogma catélico apologistas en esta co- marca, como en las demas , en que sola el nombre de catdlico era tilulo de persecucion. Escribian, bajo el cuchillo mismo de los verdugos , muchas obras que aun conservamos. Antonino , obispo de Cirta, dirigia 4 los confesores un ratado justifica- tivo de su fe, en el cual los animaba 4 padecer por Dios y por Ja verdad. Cereal, obispo de Castelo, en la Mauritania Cesé- rea, actualmente la Algeria; Victor, obispo de Cartena en la misma provincia; Asclepiades , obispo en el territorio de Ba- gaya en la Numidia, refutaban los errores de los Arrianos y 10 Ss. simpLicio (475-483). Donatistas. Pero sobresale entre todos en esta polémica reli- giosa Vigilio , obispo de Tapso. Sus numerosas obras de con- troversia estén en forma de didlogos. El interlocutor es san Agustin 6 san Atanasio, cuyos dos nombres, tan preciosos para la Iglesia de Africa, parecen consagrar con la autoridad de su ingenio las verdades de la fe contra el arrianismo, el mani- queismo y el cutiquianismo, representades por sus autores mis- mos, i quienes introduce Vigilio en sus escritos , haciéndoles sostener sus errores con los argumentos mismos que los hicie- ron tan populares. El estilo del obispo de Tapso es grave, sencillo, claro y natural; su doctrina, pura ; con sdlidas razo- nes y pruebas incontestables sienta la fe, apoydndose en la Escritura y los santos Padres. Se resuelven las objeciones de los herejes con maravillosa sagacidad y facilidad. Sus Didlogos contra Arrio, Sabelio y Fotino , y sus cinco Libros contra Eu- digues son muy notables. 6. La herejia de este wiltimo, que 4 la sazon agitaba al Oriente, daba mayor interés de actualidad 4 las obras com- puestas contra Eutiques. El emperador Zenon habia admitido su familiaridad, muy al principio de su reinado , 4 un monje impostor, llamado Pedro Fulon, 6 ef Batanero, por su antiguo oficio. Pedro Fulon profesaba abiertamente el eutiquianismo , no reconociendo-en Cristo sino una sola naturaleza. Para es- parcir con mayor facilidad su error entre los Griegos, hizo afiadir al Trisagio estas palabras : Vos que habeis sido cruci- ficado por nos, tened piedad de nosotros, atribuyendo asi la Pasion 4 las tres personas de la Santisima Trinidad, en virtud de la unidad de naturaleza, que solo reconocia en Jesucristo. Con el favor de Zenon, este monje apéstata llegé 4 apoderarse de la silla patriarcal de Antioquia. Pero las reclamactones de . Genadio, patriarca de Constantinopla, y otros obispos catéli- cos, hicieron abrir los ojos 4 Zenon, que deporté a Pedro Fulon en el desierto de la Tebiida. Pero los acontecimientos le habian de volver 4 llamar muy pronto, Zenon, poco seguro en su trono, que no sabia defender contra sus enemigos exterio- res ni contra las intrigas palaciegas de su interior, fué despo- CAPITULO PRIMERO. 4 jado de su autoridad soberana por Basilisco , su cufiado. Re- fugidndose 4 una fortaleza de la Capadocia, en donde habia fiado su cetro y vida en algunos soldados fieles, dejé que el usurpador gozase de un triunfo que no podia durar. Basilisco inauguré su poder efimero, haciendo volver 4 Alejandria 4 Timoteo Eluro, confinado veinte afios hacia en el Quersoneso Taurico. Aparecié pues en Constantinopla el matador de Pro- terio, ufano con la proteccion de un principe usurpador. A su Tegada 4 esta capital se reliré el patriarca catélico de An- tioquia, Timoteo Solofaciola, y se metié en un monasterio de Canope, cuya regla habia profesado antes, Pedro Fulon se yolvié 4 Antioquia por orden de Basilisco, y ejercié Ja autori- dad patriarcal, ordenando obispos para las sillas de la provin- cia, y propagando con todo empeiio los errores de Eutiques. En el entretanto se manilestaron en e] seno mismo de Cons- tantinopla las mas vivas resistencias 4 los abusos de poder de parte de Basilisco; parque este emperador, aventurero, que parecia haber formado empetio en perturbar toda Ja Iglesia de ‘ Oriente, publicé un ediclo mandando 4 todos los obispos y sacerdotes, bajo pena de deposicion, anatematizasen al con- cilio Calcedonense. Acacio, ‘obispo de Constantinopla, se negé valerosamente & suscribir 4 tan impio decreto, y para mostrar 4 los fieles el peligro que corria su fe, se despojé de sus orna- mentos pontificales, se vistid de luto y cubrié con un velo negro el altar y el solio patriarca). ; Ojali hubiese conservado siempre este magndnimo celo por la verdadera fe! Los sacer- dotes y abades de los monasterios vecinos se agruparon en torno de su obispo; y en union con ellos escribié al papa san Simplicio informandole del triste estado de la Iglesia en el Oriente. El romano Pontifice, vistas coyunturas tan criticas, multiplicé su celo y esfuerzos. Dirigié simulténeamente cartas 4 Basilisco, a los patriarcas del Oriente, 4 los sacerdotes y arquimandritas de Constantinopla (afio 476). Exhorta al em- perador 4 seguir las huellas de Marciano, que tan digno re- cuerdo habia dejado en la Iglesia; 4 arrojar de las sillas de Antioquia y Alejandria 4 los apéstatas que las habian usur- 12 s. siupricio (476-483). pado, y 4 proteger Ja fe catélica contra los errores de Euti- ques. Inserté en su carta otra de Jas de san Leon, su antecesor, en la cual se explica tan explicita como admirablemente el misterio de a Encarnacion : « porque, dice el papa, ja vegla > de la doctrina catélica es siempre la misma en los sucesores » de aquel 4 quien el Seftor habia encomencado su rebafio, » y A quien prometié su inmortal asistencia Aasta la consuma- » cion de los siglos. » — En su epistola 4 Acacio, Simplicio le encarga que como legado suyo en la corte de Constantinopla, solicite del emperador con las mayores instancias el destierro - de Timoteo Eluro, y emplee toda su influencia para impedir Ja celebracion de un nuevo concilio de que se susurraba mucho en Oricnte. La causa de Eutiques se habia juzgado definiti- vamente en Calcedonia, y no habia sino hacer ejecutar lisa y Hanamente ta sentencia. El papa anima 4 Jos sacerdotes y arquimandritas , 6 abades de Jos monasterios , 4 resistir 4 los esfuerzos 6 intentonas de los herejes, y les transmite copia de la earta que remite al emperador. 7. Acacio , viéndose tan apoyado por el soberano Pontifice, no se descuidé en cumplir las instrucciones que habia reci- bido. Recurrié 4 san Daniel Estilita, cuya piedad y eminentes virtudes habian Henado de asombro y cautivado las pobla- ciones , y le hizo saber el peligro en que se hallaban la Iglesia y la fe. Basilisco, temeroso de la impresion que causaria y del dafio que haria 4 su autoridad una decision, una acusacion formal venida de lo alto de la colunina desde donde el piadoso solitario predicaba tan elocuentemente a las muchedumbres con la santidad en su vida, le envio oficiales de su certe que- jandose de la que é1 Mamaba czsolencia dé Acacio, 4 quien acusaba de revolver Ja capital contra su persona. Daniel hizo responder al emperador que su reinado iba 4 ser destruido en castigo de su impiedad, y que el brazo del Setior deseargaba ya sobre su cabeza. El santo anciano, cediendo por fin 4 Jas vivas instancias de Acacio, crey6 poder seguir el ejemplo de san Antonio, el cual en andlogas circunstancias habia ido 4 Alejandria por sostener la causa de la fe. Vino pues & Cons- CAPITULO PRIMERO. 13 tantinopla, en cuyo pueblo causé tal emocion su presencia, que Basilisco juzg6 prudente abandonar la capital por sustraerse 4 la efervescencia popular. Desde el palacio donde se habia refugiado, en uno de los barrios de la ciudad, envié emisarios a Daniel, el cual no quisc recibirlos. Vino pues el mismo usur- pador en persona, creyendo atraérsele con esta muestra de deferencia. Daniel le reprendié publicamente sus faltas y afia- dié : « Muy pronto descargaré sobre ti la mano de ese Dios » que abate 4 los potentados inicuos. » No tardé mucho én cumplirse este pronéstico; porque Zenon, confinado 4 la sazon en la Isauria, recibid muy en breve testimonios inequivocos de adhesion de parte de muchos senadores influyentes, 4 quienes exasperaba la tirania de Basilisco. Contando con su apoyo, se puso al frente de un ejército que engrosaba 4 medida que se iba adelantando contra el enemigo : Isauros, Licaonios y muchedumbre de soldados pagados, se dirigian hacia Constantinopla. Basilisco, tan bajamente cobarde en la adversidad como habia sido insolente en la victoria, marché al saber esto 4 la iglesia de Santa Sofia, en donde por decreto tormal se retvacté de todo cuanto habia hecho, anulé la orde- nanza hecha 4 favor de Timoteo Eluro y de Pedro Fulon, pro- nuncié anatemas contra Nestorio y Eutiques, y por fin re- conucié al concilio Calcedonense, que hasta entonces habia desechado. Pero todo esto en yano, por ser sobrado tarde. Los soldados de Tracia, que éf habia reunido a las tropas de palacio para combatir contra Zenon, despues de una san- grienta refriega bajo los muros de Nicea, se volvieron 4 favor de este principe, el cual pudo de este modo entrar triunfante en Constantinopla el afio 477. Basilisco, desterrado ‘i la Capa- docia , nmurié alli de hambre. El primer paso de Zenon fué ir con la emperatriz 4 visitar al santo solitario Daniel, 4 cuyas -ovagiones atribuy6 su victorioso regreso. Escribié al papa Sim- plicto, manifestindole su deseo de acabar con la herejia de Eutiques, de observar el decreto del concilio Calcedonense sobre este particular, y de restablecer 4 Solofaciola en el trono de Alejandria, y en efecto, anuldé todas las ordenanzas 4h s. simpLicio (476-483). y decretos injustos de Basilisco contra la fe y los obispos eaté- licos. Fué depuesto Pedro Fulon, y reemplazado en Antioquia por Estéban , fervoroso catélico. Lo mismo se hize con Pablo de Efeso, y Timoteo Solofaciola fué restablecido en la silla de Alejandria. Se dice que el usurpador Eluro se suicidé : y los obispos herejes eligieron en su lugar 4 Pedro Monge, el Tartamudo, arcediano de Timoteo Eluro, esperando por este medio perpetuar el cisma de Alejandria. Pero Zenon no les dejé tiempo ni lugar para ello, porque por orden suya fué desterrado Pedro Monge. Los esfuerzos del emperador por mantener la fe catdlica en las principales sillas de Oriente produjeron una violenta reaccion de parte de los herejes. En Antioquia fué asesinado por un motin popular san Estéban , patriarca legitimo, que habia sido puesto en lugar de Pedro Fulon, y su santo cadaver, despues de haber sido arrastrado por las calles, fué echado al rio Oronte. Zenon mand6 cas- tigar severamente 4 los autores de tamaiio atentado, y aun hubiera sido mas general el castigo ejemplar sin fos ruegos de los mas principales ciudadanos , que le suplicaron el perdon , que otorgé en efecto el emperador. Estéban el Jéven fué ele- gido y consagrado por Acacio en Constantinopla, como pa- triarca de Antioquia. Esta ordenacion era contraria 4 las reglas candnicas ; porque debié de hacerse en Antioquia misma por los obispos de Siria reunidos. Para alcanzar la validez de este acto, el emperador y Acacio se dirigieron al papa Simplicio. Insistian en sus cartas sobre la urgente necesidad de obrar asi y de pasar por cima de las prescripciones candnicas para restablecer la paz en Antioquia. San Simplicio acogié bien estas razones, y en una carta al emperador de 22 de junio de 479 se explica asi: « Pues que habeis creido no poder apa- » ciguar las sediciones de Antioquia sino ordenando para esta » ciudad un obispo en Constantinopla, reservando empero en » Jo futuro 41a asamblea de los obispos de Oriente la orfena- » cion del obispo de Antioquia, el apéstol san Pedro recibe » yuestra promesa y Vuestro juramento, 4 fin de que este acto » excepcional no pueda alegarse en lo sucesivo como estable- CAPITULO PRIMERO. 45 » eiente de un derecho. » En semejantes términos escribié el papa 4 Acacio, obispo de Constantinopla. 8. Restablecida la paz en las iglesias de Oriente, nada omitid Zenon durante los dos primeros afios siguientes para Ilevar & cabo este resultado : es justicia que se debe 4 este emperador. Mas ni la prudencia, ni la energia, ni una tenaz consecuencia, en una palabra, ninguna de las cualidades que forman un principe grande, estaban reunidas en Zenon 4 la rectitud de intencton, cualidad que poseia en alto grado. Bajo la influencia de Acacio no tardé en destruir su propia obra, y en contribuir 4 que se diese su nombre a un edicto famoso, causa de infinitas divisionés en la Iglesia. Las primeras discu- siones comenzaron & la muerte de Timoteo Solofaciola, pa- triarca de Alejandria, en 482. Los obispos, clero y monjes de esta ciudad eligieron por su legitimo sucesor 4 Juan Talaya, sacerdote celoso, cuya virtud y talentos se habian granjeado el amor de Solofaciola, que le habia encargado de la adminis- tracion temporal de su iglesia. Juan Talaya escribié inmedia- taniente al papa san Simplicio para recibir cartas de comunion, y al propio tiempo dirigié una circular 4 los obispos de las grandes sillas de Oriente notificéndoles su promocion. Acacio de Constantinopla, por un concurso de circunstancias for- tiitas , no recibié la carta circular de Talaya sino despues de haber sabido por vias indirectas su ordenacion. Este retraso involuntario en la entrega 6 recibimiento de las cartas sino- dales bast6, para indisponer 4 Acacio contra Juan Talaya: se resolyié pues a servirse de su influencia con el emperador para anular esta eleccion del patriarca de Alejandria. Sin cuidarse de conciliar su conducta pasada con sus nuevos resentimientos, se le vid solicitar de Zenon el restablecimiento de} intruso Pedro Monge, 4 cuyo destierro habia centribuido tanto. Logré persuadir al emperador que las dos facciones, catélica y euti- quiana , conlinuarian en turbar Ja paz de Alejandria, mientras no se eligiese un patriarca igualmente querido de ambos ban- dos. « Pedro Monge, decia, llenard cumplidamente este ob- » jeto. Los Eutiquianos Je son afectos personalmente : y los 416 s. simpuicio (476-483). » catdlicos no pueden tener justo motivo de desconfianza contra » él, asi que haya abjurado solemnemente la herejfa. » Pedro Monge, advertido secretamente por Acacio de esta intriga, la hizo apoyar en la corte por medio de sus amigos : se compro- meti6 4 verificar la reunion de ambas facciones ; y Zenon, engafiado con tanta habilidad, cedié 4 Ja natural debilidad de su cardcter. Escribié, pues, al papa una carta en que decla- raba indigno del obispado 4 Juan Talaya, y pedia como medio de pacificacion el restablecimiento de Pedro Monge en la silla de Alejandria. Simplicio no respondié directamente 4 esta comunicacion del emperador, sino que en 15 de julio de 482 escribié una carta & Acacio manifestindole su cruel sorpresa y afliccion de que no habia recibido de él mismo carta ni aviso alguno de lo que le hacia saber el emperador Zenon; y aiiade : « Las recientes actas de un concilio del Egipto, numeroso y » muy afecto 4 la fe catdlica, que segun costumbre se nos han » dirigido, nos han participado 4 la vez la muerte de nuestro » hermano (de santa memoria) el ohispo Timoteo, y la elec- » cion que se ha hecho can6nicamente de Juan para sucedtrle » segun voto undnime de los fieles. Mabiéndosele creido pro- » visto de todas las cualidades que pide el episcopado, parecia » que solo restaba dar gracias 4 Dios, regocijarnos de que se » hubiese en fin encontrado un obispo catdlico para suceder » sin perturbacion alguna al prelado difunto, y dar 4 su auto- » ridad la solides deseada, en virtud del consentimiento de la » Sede apostdlica. Sin embargo, acabo de recibir del empe- » rador cartas que representan 4 Jian Talaya como indigno » de tan altas funciones, Hemos suspendido pues la sentencia » de confirmacion, por temor de que se nos atribuya obrar » con ligereza 4 vista de testimonio tan imponente. » Estas pa- labras son notables, porque prueban el derecho de los papas acerca de la confirmacion de los obispos. 1°. Hay un concilio, y concilio numeroso, que pide al papa la confirmacion de un obispo elegido canénicamente y sin oposicion. 2°, Aunque hubiese sido ya consagrado Juan despues de su eleccion, sin embargo para que su autoridad sca plena 6 incontrastable, CAPITULO PRIMERO. 47 tiene necesidad de estar robustecida por el consentimiento de la Sede apostdlica. — San Simplicio, en esta epistola 4 Acacio, se pronuncia francamente contra el restablecimiento de Pedro Monge en la silla patriarcal de -Alejandria. « La promesa que » ha hecho (dice el papa) de profesar en adelante la ver- » dadera fe solo puede servir, cuando mas, a volverlo 4 re- » cibir en Ja comunion de la Iglesia, mas no 4 elevarlo 4 la » dignidad del episcopado. » Poco despues escribié el papa otra carta, en el mismo sentido, al emperador. Parecia ir en aumento la energia y ardor en sostener los intereses de la fe y doctrina verdadera en el alma de san Simplicio, 4 medida que debilitaban su cuerpo los achaques de una larga y penosa enfermedad. Renovo sus instancias al patriarca Acacio, mas sus cartas quedaron sin respuesta. - 9. Acacio, prelado corlesano, cardcter insinuante, orgu- lloso , tan tenaz en sus resenlimientos como elastico y voluble en sus afecciones, ingenio sin solidez, alma blanda y sin con- sistencia, era ya uno de aquellos Griegos degenerados que te- nian que estar al pié del trono para hacerle caer con sus tene- brosas y sordas intrigas. No hizo caso alguno de las amorosas y halagiiefias amonestaciones del papa, persistié en empujar al emperador para que prosiguiera en su sistema de concilia- ciones, y consiguié empefiarlo en un acto que tuvo las mas deplorables consecuencias. Como todos los principes débiles , Zenon se dejaba dirigir ficilmente por aquellos que le lison- jeaban en sus inclinaciones 6 deseos secretos. Se adormecia en la esperanza de poner fin a las querellas religiosas; y en tanto que no podia llegar 4 poner paz en su misma corte, se creia llamado 4 apaciguar con una sola palabra discusiones que de ningun modo entendia ni podia conocer. El famoso edicto, conocido bajo el nombre de Henvtico, *Evicxov (formula de union), fué publicado con este intento. « Se nos pide por » todas partes, dice Zenon en este edicto, procuremos la reu- > nion de las iglesias y hagamsos cesar Jos funestos efectos de » su division ; porque innumerable muchedumbre de personas » se hallan privadas por esa causa de los beneficios del bau- ie 2 18 S. Simplicio (476-483). » tismo y de la comunion; y aun han corrido arroyos de san- » gre en tales luchas intestinas. ,Quién no deseara, pues, ver » puesto término 4 tal estado de cosas? Memos pues resuelto » Nos declarar solemnemente nuestra fe 4 la faz del mundo » todo. Proclamamos que no hemos tenido ni tendremos jamas » otro simbolo, otra doctrina, ni otra fe 6 definicion de fe que » la de los trescientos diez y ocho Padres Nicenos, confirmada » por los ciento y cincuenta Constantinopolitanos. Al que tu- » viere otro simbolo 6 doctrina le separamos de nuestra comu- » nion, porque solo este simbolo es la salvacion del imperio : » en este simbolo han sido bautizados todos los pueblos ; » este simbolo han seguido en Efeso los Padres que depusie- » ron al impio Nestorio y sus seeuaces. Nos analematizamos 4 » este heresiarca, como tambien condenamos a Eutiques : por- » que los sentimientos de entrambos eran contrarios a los de » los obispos de aquellos concilios magnos. Admitimos como » veridica exposicion de la fe los doce capitulos (6 anatematis- » mos) de san Cirilo de Alejandria. Confesamos que nuestro » Seftor Jesucristo, Dios , Iijo tinico de Dios, que se encarné » realmente, consustancial al Padre segun la divinidad, y con- » sustancial 4 nosotros segun la humanidad , el mismo que ha » descendido del cielo a la tierra, y se ha encarnado por obra » del Espiritu Santo en el seno de la Virgen Maria, madre de » Dies, es un solo Iijo, y no dos. Es el mismo Ilijo de Dios, » quien ha hecho milagros y quien ha padecido voluntaria- » mente en su carne. No recibimos en nuestra comunion ni 4 » los que dividen, ni 4 los que confunden las dos naturalezas ; » como tampoco recibimos 4 los que solo admiten una apa- Tiencia de Encarnacion. No reconocen mas simbolo que este las santas iglesias de Dios, derramadas por toda la tierra, los obispos que las presiden, y toda Ja vasta extension de nues- tro imperio. Juntaos pnes todos en la expresion de esta fe undnime. Este edicto no contiene innovacion alguna en las creencias; solo tiene por objeto reunirlas. Fl que creyere 6 haya ereido doctrina diferente de la que acabamos de expo- » ner, sea ahora, sea anteriormente, sea en Calcedonia, sca vy yuvyssy CAPITULG PRIMERO. 19 » en todo otro concilio} Nos lo anatematizamos, como anate- » matizamos 4 Nestorio y 4 Eutiques, » Estos son los mas im- portantes pasajes del Hendticu. 40. En este se halla estampado muy al vivo el cardcter de Acacio. Confusion, incoherencia , contradiccion , abuso del poder, tales son las pinceladas qne a primera vista se miran en este edicto. Afirma el emperador que todas las iglesias no reconocen, como él, otra definicion de fe que la Nicena, con- fundiendo de este modo dos cosas esencialmente distintas. Sin duda alguna, entonces como ahora y como sera siempre, el simbo!o Niceno es la expresion de la verdad catélica, mas no la tinica expresion de ella; pues que obispos venidos de to- das Jas partes del mundo, y reunidos en Calcedonia, habian formulado una definicion de fe mas explicita, mas detallada en ciertos puntos que la de Nicea, y todo el mundo habia adoptado Ja formula calcedonense. Principia el emperador protestando que desea atenerse exclusivamente al simbolo Ni- ceno, y 4 unas cuantas lineas mas lejos reconoce ademas como expresion de fe la definicion del concilio de Efeso y los doce capitulos (6 anatematismos) de san Cirilo. No quiere admitir el concilio Calcedonense , y formula centra Eutiques una defi- nicion que en sustancia es la calcedonense. { Pueden ser mas palpables la contradiccion é incoherencia? Ultimamente, en un principe que firma arliculos dogmiaticos con una mano que fuera mucho nas noblemente empleada en rechazar a los Bar- bavos de sus fronteras, {puede verse otra cosa que 4 un usur- pador del poder espiritual, al antecesor de todas las testas co- ronadas que han querido extender el cetro de su potencia tem- poral al dominio de las conciencias y de la fe? ;Quién era Zenon para decir al mundo : « Té aqui las verdades que se han de » creer; hé aqui el error que se ha de condenar? » (ario 482.) {{. Mientras que este pretenso edicto de union echaba en el Oriente las semillas de disension y discordia, Teodorico el Amalo (1), rey de los Ostrogodos , en un principio aliado de (1) EL mismo que bajo el nombre de Teodorico el Grande fund6 en Talia la do- minacion ostrogoda. 20 s. simPLicio (476-483). Zenon, tomé armas contra él y venia 4 sitiarle en Constanti- nopla. Apenas librado de este peligro por el valor y celo de sus tropas, usurpan su corona dos pretendientes : Marciano, hijo de Anthemio, emperador de Occidente; y Leoncio, ge- neral de las tropas de Tracia. Tomaba partido por los pre- tendientes su misma suegra Verina, la cual daba proclamas Tamando 4 las armas 4 los ciudadanos y conviddndoles 4 des- tronar 4 quien debiera mirar como 4 su propio hijo. Vino em- pero en socorro de Zenon la traicion mas bien que su habi- lidad y valor, con lo cual quedé libre de este segundo peligro. Sin embargo, la alta gravedad de las circunstancias politicas no te hacia perder de vista las preocupaciones teolégicas. Fué inscrito como ley del Estado el Hendtico, y publicado en todas las ciudades del imperio: se expidid érden 4 Alejandria para expulsar de la silla patriarcal 4 Juan Talaya, y poner en su lugar 4 Pedro Monge. Reaparecié este intruso Jleno de sen~ timientos de venganza. Fueron maltratados 6 arrojados de sus sillas é iglesias los obispos y sacerdotes ortodoxos ; se borra- ron de los dipticos sagrados los nombres de Proterio y de Ti- moteo Solofaciola, y puestos en su lugar los de Didscoro y Timoteo Eluro. Aun llegé 4 mas el resentimiento de Pedro Monge; pues que hizo desenterrar el cuerpo de Timoteo Solo- faciola, sepultado, como de costumbre, en la iglesia mayor de Alejandria, y le hizo enterrar en un desierto fuera de la ciudad. A pesar de eso, este hereje tuvo la osadia de enviar car- tas sinodales al papa Simplicio , solicitando la confirmacion de su autoridad. Estaba el papa muy lejos de ratificar la tal usur~ pacion. En tanto que el intruso, cual mercenario que desuella 4 sus ovejas , perturbaba asi la iglesia de Antioquia, Juan Ta~ laya, patriarca legitimo, apelaba como otro Atanasio 4 la Silla apostélica. Hallé en esta apoyo y socorro : san Simplicio es- eribié una vehemente y razonada epistola 4 Acacio de Cons- tantinopla, reprendiéndole el haber excitado al emperador, 4 " pesar de sus anteriores amonestaciones, 4 restablecer al hereje Pedro Monge y 4 desterrar 4 Juan Talaya, patiiarea legitimo, 4 pesar de su inocencia. Respondié Acacio al papa que & sus CAPITULO PRIMERO. 24 ojos Talaya no era patriarca legitimo, y que creyé deber ad- milir 4 su comunion 4 Pedro Monge, porque habia firmado la profesion de fe del Hendtico. Replicé san Simplicio que por entonces el Hendtico no tenia valor ninguno, que no era posi- ble ser ortodoxo desechando el concilio ecuménico de Calcedo- nia; y que, en fin, habiendo sido condenado como hereje Pe- dro Monge por autoridad de la Silla apostélica, solo por esta misma autoridad podia alzarse dicho anatema. 12. En este estado se hallaban las tan criticas como compli- cadas circunstancias de Oriente, cuando san Simplicio murié el 2 de marzo de 483. La conducta de este santo papa presenta, en medio de tan arduos negocios, un modelo de paz, manse- dumbre , condescendencia y energia : y si la paz no fué dura- dera, no puede echarsele jams en cara que haya sido por causa suya. Pero las pretensiones, siempre en aumento, de los patriareas de Constantinopla, la debilidad de Zenon, la ambicion de Acacio, impidieron que e] papa pudiese recoger los frutos de su celo y prudencia. La firmeza con que se opuso 4 las intentonas de tos herejes orientales se manifesté tambien mas de una vez en sus relaciones con los obispos occidentales. El de Ravena habia obligado con violencia al monje Gregorio a aceptar el obispado de Médena. El nuevo obispo se quejé al papa de haber sido ordenado sin consentimiento suyo, con cuyo motivo Simplicio dirigié al obispo de Ravena las mas vivas reprensiones. Le prohibe renovar en adelante semejantes orde- naciones, so pena de verse privado de sus derechos de metro- politano. Gaudencio, obispo de Aufinio, habia traspasado tam- bien gravemente las leyes candnicas ordenando 4 personas in- dignas; y Simplicio despoja de todas sus funciones cclesidsticas los ilicitamente promovidos, le priva a Gaudencio del uso de su poder, y encarga 6 comete 4 uno de los prelados limitrofes Ja colacion de 6rdenes en Aufinio. Tales actos honran el cardcter de Simplicio, y atestiguan al propio tiempo el respeto y sumi- sion que ya desde entonces se profesaba 4 la autoridad de la Silla apostdlica; y 4 pesar de que Jos siglos anteriores nos suminis- tren numerosas pruebas de lo mismo, ne es superfluo ir sefia- 22 s. siMPLicio (476-483). lando semejantes actos 4 medida que se vayan presentando en la historia; porque, 4 pesar de tantos y tan claros hechos , se encuentran aun espiritus ubcecados que se niegan 4 la eviden- cia y que tratan de usurpacion sucesiva la supremacia de los romanos Pontifices. — San Simplicio, celoso por el sosten de Ja accion directa de la Silla apostélica en la Iglesia, como fuente de todo poder y jurisdiccion , nombré por primera vez primado de Espatia al obispo de Sevilla. Era una prerogativa puramente personal que otorgaba 4 este prelado, en virtud de la cual estaba autorizado 4 hacer cbservar en Espafia los céno- nes bajo la direccion de los romanos Pontifices. El primado de la iglesia de Sevilla duré hasta la celebracion del concilio de Toledo, hacia el 684. Sin embargo, desde el afio 517 el papa Hormisdas dié poderes casi iguales 4 Juan, obispo de Tarra- gona ; pero esta preeminencia solo {ué temporal, y la silla de Sevilla volvié 4 entrar muy pronto en posesion del privilegio de tener por obispos vicarios 6 legados de la Santa Sede. — San Simplicio dispuso el que Jas limosnas de los fieles se divi- diesen en cuatro partes : Ja primera, para cl obispo ; la segunda, | para el clero; las dos restantes , para Ja administracion de la Iglesia, para los pobres y peregrinos. Fué renovado este de- creto y mas explicitamente explicado por san Gelasio I, san Gregorio Magno y otros romanos Pontifices. OBSERVACIONES DEL TRADUCTOR sobre la primacia de Sevilla y Tarragona, y del verdadero primado de Ja Iglesia de Toledo. No es exiraiio el que un autor exLranjero no eslé bien enterado de nuestra historia eclesiaslica. No nos incumbe pusar por el crisol de la sana critica lo que el Autor escribe respecto de lax demas naciones y provincias eclesias- ticas; nos limitamos por consigniente a lo perteneciente a nuestra patria. Ni la silla do Sevilla ni la de Tarragona fueron jamas sillas primaciales de toda la Espaia y Galia Narbonense. Para constituir una Iglesia primada, en el sentido verdadero de esta voz, no basta el que la Santa Sede haya nombrado Viearios suyos 4 tal 6 tal santo prelado, El papa san Leon nombré legado y CAPITELO PRIMERO. 23 vicegerente suyo 4 santo Toribio de Astorga para perseguir 4 los herejes priscilianistas y convocar un concilio general de todas las iglesias de Espa, 6 al menos de las de la provincia de Galicia. « ... Dedimus itaquo litteras ad fratres et coepiscopos nostros Tarraconenses, Carthaginenses, Lusilanos atque Gallacos, eisque concilium syuodi generalis indiximus. Ad luw ergo dilec- tionis sollicitudinem pertinebit ut nostra ordinationis auctoritas ad presdic~ tarum provinciarum episcopos deferatur. Si autem aliqui, quod absit, obsti- terint quominus possit celebrari generale coucilium, Gallacie saltem in unum conveniant sacerdetes (1)... » — Y sin embargo nadie soiié jamais en hacer primada de fas Espafias a la silla de Astorga, de donde era obispo. El papa san Simplicio, para recompensar el celo calélico de Zenon, obispo de Sevilla, le hace su legado... « Talibus igitur gloriantes indiciis, congruaum ducinwus vicaria is nostra te auctoritate fulciri, cujus vigore munitus apostolice institutionis deereta, vel sanclorvm terminos Patrom d nullo trans cendi permiltas; quoniam digna houoris remuneratione cumulandus est, per quem in his regionibus divinus erescere innotuit cultus (2). » Casi eu loa mis- mos lérminos le escribe el papa san Félix, sucesor de san Simplicio. (Véase la Epistola de san Félix al mismo Zenon.) El papa san Hormisdas hizo vicario suyo & Juan, obispo de Tarragona, en recompensa de au celo pastoral, como ya antes el papa san Siricio babia eserito la tan célebre epistola 4 Hinemaro, antecesor de Juan en Tarragona. Juan fué verdaderamente un legado pontificio para todas las iglesias de Espa- a: Episcopis per ubramgne Hispaniom constitutis. Eto era en abril de 320, El mismo papa san Hormisdas nombré algunos afias despues su legado es~ pecial para las provincias Bética y Lusitana A Salustio, obispo de Sevilla. « Vices itaque nosteas per Bicticam , Lusitanamque provinciam , salvis privi- legis qn metropotitanis episcopis decrevit antiquitas, praesenti auctoritate committimus... » Alega el santo Papa los mismos motivos de celo, virtud, cienvia, etc. Entre Zenon y Sulustio, de Seviila, mediaron dos obispos : Asfalio y Ma- ximiano, que uo fueron legados ni vicarios apostdlicos. Aun mas. Niel gran san Leandro, verdadero apdstol del catolicismo en la Espaiia goda, ni el sublime doctor san Isidoro, ambos obispos de Sevilla, no fueron primados de Espaiia, como consta de sus firmas en los concilios, que las ponen segun antigiiedad de ordenacion metropolitana. Sin Leandro recibié el palio de su amigo san Gregorio Magno; mas no consta fuese su legado universal. . El verdadero primado no comenzo en aiia sino desde el concilio XII de Toledo, aio 681, en ef cual se halla el siguiente decreto : « Plaeuit omnibus Ponlificibus Hispanie, ut salvo privilegio uninscujusque provincie, licitura waneat Toletano pontifici quoscumyue regalis potestas elegeril et jam dicti Toletani episcopi judicio dignos esse probaverit, in quibuslibet provinciis in 14) Epist. Leonis pape ad Thuribium, Asturiceasem Episcopum. (2) Decrets pape Sinpticii directs ad Zenonent, Mispaleasem Episcopum. Véunse Aguirre, Morales, Flurez, etc. 24 OBSERVACIONES DEL TRADUCTOR. precedentium sedibus praficere prasules et decedentibus episcopis eligera successores, ete., ele. (Tit. 6). » En el concilio Toledano XII, siguiente , en su canon 6 titulo TX confirma lo decretado en el concilio anterior : « Llerato inconvolsibilis nostra definitionis assensu, ea ipsa gesta, prout gesla sunt vel conscripla sunt, OMNI TEMPORUM ZrEnnrravE valilura decernimus..... » ¥ en electo desde aquella época el primado de Toledo tenia el derecho de con- vocar concilio nacional, ordenar metropolitanos, obispos y demas prelados, presidir & los concilios, elc., etc Y notese que el mismo san Isidoro firmé y aprobé la elevacion de la silla de Toledo 4 primada de la provincia Carlagi- nense (la mas considerable en extension) en tiempo del rey Gundemaro, era de 648 (afio 610). Ultimamente el papa Urbano If restituyé, confirmé y amplié el derecho del primado toletano en 13 de octubre de 4081, con bula especial dirigida 4 Bernardo, primer arzobispo primaddo de Toledo despues de su conquista del poder de los Moros. El Aulor comete en pocas lineas crasos errores, no solo de historia sino de disciplina, como se ve por lo poco que decimos, y por lo que dice tan sabia como crilicamente Florez en su Espana sagrada, tom. 1, pag. 124 y si- guientes, 11, pag. 257, y cn muchos otros lugares de su excelente obra. Los primados de Africa y de Espaiia (el de Espata formado sobre e! modelo del de Africa) se fueron instituyendo en virtud de la disciplina de ambas Iglesias, . sin que para su institucion mediara decreto 6 bula especial de la Saata Sede. En Africa el obispo mas anliguo era de derecho primado de su provincia (1): asi resulta de las actas de los concilios y de las iglesias de Africa. Los ro- manos Pontifices no solo aprobaban sino coufirmaban y ampliaban por su parte los derechos del primado en Africa que venian desde los primeros siglos de la Iglesia. En Espaiia no puede verse mas claro el origen de la ins- titucion definitiva del primado de Toledo, Consiltese todo el canon 6 ti- tulo 7°. del concilio XII Toletano, y se vera qne no se hace mencion de decreto de la Santa Sede, ni de instilucion poniificia anterior. Los Padres de la Iglesia espafiola juzzaron conveniente y aun necesaria 1a instilucion defi- nitiva del primado en Espaiia, y hallandose autorizatlos por la disciplina de aquel liempo para obrar asi, lo hicieron estampando un decreto en forma y talificandoio en otro concilio para darle mayor firmezd. La Santa Sede acogié con la mayor benevolencia estos decrelos, asi como todos los de disciplina contenidos ea los concilios Toledanos, recibidos todos y confirmados por la Santa Sede. Cierta escuela francesa, cuyo prurito parece ser confundir los tiempos y las , circunstancias por espiritu de novedad mas bien que por verdadero y sano celo catélico, no quiere ver que la disciptina eclesidstica varia por su iatu- raleza migina segun las circunstancias, Los unos, como Fleury y los Galicanos exagerados, solo encuentran bueng lo autiguo, y desaprueban la media edad y (4) Excepto el de Cartago, que siempre era cl primado de la provincia pwoconsular. Notese que primado corres-endia 4 metropolitano, por antigiiedad de ordenacion. Véanse Florez, Morales. Marea y otros muchos. CAP{TULO PRIMERO. 25 la moderna; otros, al contrario, quieren que todo haya sucedido como hoy , violentando los pasajes mas terminantes y desenterrando pergaminos 4 sos- pechosos 6 errdneos, para prcbar teses imposibles de sostenerse a la faz de los hechos. En ta disciplina antigua habia practicas que han abolido la disci- plina moderna y las cireunstancias de la época; en ta disciplina madera hay praclicas que no se hubieran permitido ni por los obispos ni por la Santa Sede en Jos tiempos antiguos. Distingue tempora, et concordabis jura, Nota sobre Ipacio {véase tom. 1, pag. 648). En Ja real bibtioteca de Bruselas existe en la seccion de Manuscritos , n°, 17971, uno del P. Juan Mateo Garzon , jesuila espafiol, que despues de la expulsion de la Compaiiia, en 1764, de Espaiia, fué no:nbrado canciller de la Universidad de Gante, en Bélgica. Este manuscrito es el texto puro y ori- ginal del Cronicon de Idacis, con muchas y sabias notas del P. Garzon. Prueba el autor que ni el francés Bouquet ni el mismo P. Florez han dado el texto puro y original del referido Cronicon, al que vindica con mucho ciencia y critica. E) M.1. Sr. D. Pedro Francisco Javier de Rem, rector de la Univer- sidad caldlica de Lovaina, ha publicado dicha obra en Bruselas, aiio 1843. Esta publicacion hace mucho honor 4 uno de nuestros escrilores mas veri- dicos & ilustrados. — El Cronicon de Idacio solo comprende poventa aos, desde el 379 al £69. Idacio refiere los hechos desde 127 hasta 469 como testigo ocular. Lezado y embajador entre los Suevos, Visigodas, Ostrogodos y Romanos, da sus noticias segun los apuntes que iha sacando en sus lega- ciones y embajadas. De aqui viene la autoridad de que goza y el respelo con que le citaron san Isidoro de Sevilla y san Isidoro Pacense , y otros. § 1. PONTIFICADO DE SAN FELIX HII (8 de marzo de 483-28 de febrero de 492), 43. Solo vacd seis’ dias la Santa Sede 4 la muerte del papa Simplicio. El clero de la Iglesia romana, con el clero y pueblo, se junté en la basilica de San Pedro para elegir nuevo papa. Durante las operaciones preliminares de esta eleccion , el pa- tricio Basilio, prefecto del pretorio, en nombre de Odoacro , rey de los Hérulos, vino 4 depositar una protesta por la cual el rey, su amo, revindicaba el derecho de dirigir solo las actas de Ja asamblea, y de confirmar con su beneplacito la eleccion que debia de hacer. Rechazése pretension tan descabellada; y solo veinte afios despues se ley6 esta memoria en un coneilio Romano, donde se resolvié que de modo alguno podia tocar 4 la jurisdiccion de los reyes de Italia la eleccion de los romanos 26 S. Félix mt (483-492). Pontifices. No tuvo pues el efecto que deseaba Odoacro la co- municacion de Basilio, y sin hacer el menor caso de ella, la asamblea eligié papa a Félix II, de origen romano, y presbi- tero del titulo de Fasciola. 44, Dobia lamar Ja atenciomde] nuevo papa el Oriente so- " bre todo. Continuaba en Italia Juan Talaya, solicitando para su causa la proteccion de Ja Silla apostdlica; mas Félix, no viendo posible el préximo restablecimiento de Juan en Alejan- dria, le encomends Ja administracion de la Iglesia romana en la Campania 4 titulo provisional; provisional que duré toda la vida de Talaya, que no pudo volver dsu ciudad patriarcal. Para el concierto debido de los pasos que meditaba dar cerca del em- perador Zenon, reunid el papa un concilio en Roma, Juan Ta- laya presenté en él una acta de acusacion juridica en forma con- tra Acacio de Constantinopla. Desenmascaraha en ella todas las intrigas de este asiuto prelaio, hacia palpables sus mudanzas y tergiversaciones, y por fin le hacia responsable de todo lo que pasaba en cl Oriente. Fueron disculidos todos los agravios ¥ articulos de la acusacion ; se tomd conocimiento de todas las piezas relalivas 4 este negocio, y se convino en enviar 4 Zenon legados notificindole el alvenimiento del nuevo papa, é invi- tandole A seguir ona senda mas digna de un principe catdlico y celoso, como se preciaba ¢] de serlo, por Jos intereses de la Iglesia. Cuatro puntos principales fueron objeto de las instrue- ciones qne did Félix a sus iegados. Debian 1°. entregar al’ emperador las letras apostdlicas relalivas & su premocion al supremo pontificado; 2”. pedir que fuese arrojado de Alejan~ dria, como hereje, Pedro Monge ; 3°. sostener la autoridad del concilio ecuménico Calcedonense ; 4°. cilar 4 Acacio ante la Silla apostdlica para purgarse y defenderse de Jas tachas que le oponia Juan Talaya en su demanida de acusacion , y en fin obtener que anatematizase i Pedro Monge. Caso de que Acacio se rehusara a dar satisfaccion 4 todos estos cargos, los legados tenian orden de no comunicar con él. 15, Se encargé esta diputacion a los obispos Vital y Miseno, quienes el papa reunid, bajo el titulo de abogado 6 defensor CAPITULO PRIMERO. 27 de la Iglesia romana, 4 Félix. La carta del papa al emperador era modelo de mansedumbre y energia & la vez. « Acordaos , » le dice el papa, de lo que ha abatido 4 vuestros enemigos y » héchoos subir al trono. Cayeron vuestros enemigos por que- » rer atacar al concilio Calcedonense, y habeis vuelto a hallar » vuestra autoridad rechazando sus errores. Solo vos llevais » el titulo de emperador, y en tanto que reinos enteros van » desmorandose en torno vuestro, tratad de tener 4 Dios pro- » picio, y gaardaos de acarrear su indignacion sobre vuestro » imperio. » Mucho peso daban & tales palabras el desplomo de todo el imperio romano de Occidente, y la cireunstancia de que solo quedaba aun en pié el nuevo reino de Constanti- nopla, creacion reciente, enya larga agonia, que ya comen~ zaba, debia atravesar por las inmundas fases del Bajo Imperio. « Vos mismo, afiadia Félix, habeis desterrado 4 Pedro Monge » de Alujandria, asi como 4 todos los que persistian en su » comunion. Ilaceos buscar en yuestros archivos de palacio » las cartas que d vuestro adveniniento, y restauracion en el » trono, dirigiais & mi antecesor, Protestabais en ellas vuestra » fe en e} concilio Calcedonense, y ahora al mercenario Pedro » Monge, tantas veces anatematizado y condenado, lo resta- » bleceis con vuestra propia mano en la silla patriareal de » Alejandria, y, lo que es aun mas deplorable , anatemaiizais » en vuesiro edicto la fe de Caleedonia! gCéino permilis que » el rebafio de Cristo sea todavia destrozado por el lobo mismo » que vos habiais arrojado? No es acaso ¢] quien, desde treinta » afios hd, separado de la Iglesia ealdlica, se ha constituido » doctor de los enemigos de ella? Asi como Dios ha libertado » el imperio del tirano hereje que habia usurpado vuestro po- » dor, de Basilisco, libertad vos tambien a la Iglesia de los » que ensefian el error, y restituid Ja silla de san Marcos 4 la » la comunion de san Pedro. » Autorizados con estas cartas é instrucciores detalladas de que ya hemos hecho mencion, los legadlos se pusicron en camino para Constantinopla. En el trinsito, Félix, defensor de la Iglesia vomana, cayé enfermo ; mas prosiguieron su camino los dos ohispos Vital y Miseno, y 28 s. Féux mt (483-492), Negaron 4 Abydos, en el estrecho de los Dardanelos. Zenon y Acacio habian sido prevenidos del. viaje de los legados. El obispo de Constantinopla tenia el mayor interés en hacer fra- casar una embajada dirigida en gran parte contra sus proyectos ambiciosos ; por lo que logré persuadir al emperador la nece- sidad que habia de impedir que hiciesen eco en et Oriente las reclamaciones de la Santa Sede. Zenon accedié a las secretas insinuaciones de Acacio , mandando arrestar alos legados. Se les encarcelé despues de haberles quitado los papeles y cartas de que eran portadores, Pasados algunos meses de encarcela- miento riguroso, Vital y Miseno recibieron de parte de la corte imperial insidiosas proposiciones. Zenon solicitaba de ellos con vivas instancias que comunicasen con Acacio: y Pedro Monge, valiéudose ora de halagos, ora de presentes, © ora de ruegos, ora de amenazas y maltrato. Por otra parte prometia que iba 4 deferir ante el papa mismo el juicio de este negocio. Vital y Miseno tuvieron la debilidad de sucumbir, y prometieron comunicar con Acacio y los enviados de Pedro Monge. Se les hizo salir de la carcel, y celebraron solemne- mente los oficios sagrados en presencia de los herejes; y el nombre de Pedro Monge fué recitado en alta voz en las ora- ciones puiblicas. En vano protestaron los catélicos de Constan- tinopla contra esta baja conducta : Vital y Miseno continuaron en comunicar con los herejes , y a su partida se encargaron de las cartas de Acacio para el papa Félix II. El tercer legado, Félix, defensor de la Iglesia romana, no pndo llegar 4 Cons- tantinopla sino despues de la vergonzosa defeccion de sus cdlegas. Mas no entibié en lo mas minimo su valor semejante desgracia, y ni la cdrcel, ni el cautiverio, ni las promesas, ni las amenazas del emperador pudieron vencer su constancia; y no contribuyé poeo su generosa conducta 4 hacer resallar mas la cobardia de Vital y Miseno. 46. Estes dos obispos encontraron en Roma su justo cas- tigo; porque, informado el papa de su indigna condescendencia por Simeon, monje de Constantinopla, enviado por el superior 6 arquimandrita Cirilo, con objeto de exponerle toda la verdad CAPITULO FRIMERO. oa 29 de lo acaceido, mand6 Félix juntar en Roma, en la basflica de San Pedro, afio 484, un concilio de sesenta obispos, para examinar la conducta de los legados. Fueron estos confron- tados con Simeon y otros monjes, que habian venido con él de Constantinopla. Quedaron convictos de haber comunicado con Acacio y Jos enviados de Pedro Monge, a pesar de la expresa prohibicion del papa. Aiegaron entonces Jos legados como excusas tas violencias de que habian sido victimas de parte del emperador y del obispo de Constantinopla : eva im- posible admitir semejante justificacion en el seno de la Iglesia catdlica , cuya historia se ve lena de gloriosas resistencias de tantos come han defendido la verdad & costa de su vida y de su sangre. Fueron pues depuestos del episcopado Vital y Miseno, y privados de la comunion eclesidstica. Vital murié repenti- namente sin haber sido absuelto de esta excomunion ; pero Miseno, despues de un sincero arrepentimiento, logré ser admitido de nuevo 4 la comunion de los fieles en un concilio presidido mas adelante por el papa san Gelasio, en el aiio 495. Depuestos los legados , os Padres del concilio pronunciaron la solemne condenacion de Pedro Monge, fundada en que no se habian absuelto nunca los anteriores anatemes lanzados contra él por la Santa Sede , y que su ordenacion habia sido hecha por herejes. 47. No quiso el papa que se procediese aun severamente contra Acacio de Constantinoplo, 4 pesar de la mala fe y engaiiosa conducta que probaban los acontecimientos tltimos ; porque es cardcter propio del corazon paternal de Jos sobe- ranos Pontifices retener en Jo posible su cardcter de juez. En su copsecuencia, Félix III escribié su ultima amonestacion 4 esta alma descaminada, esperando atraerla con un paso de paternal condescendencia y misericordia. « Habeis pecado, » dice el Pastor de los pastores a la oveja descarriada, no per- » severeis mas en ese camino de perdicion y pedid perdon de » lo pasado. » Pero Acacio estaba ya sohrado poseido de sus ideas amhiciosas para abrir su corazon 4 las tiernas solicita- ciones de la autoridad. Sin ni aun dignarse responder, con- 30 s. Féurx mt (483-492). tinué 4 estar en comunion con Pedro Monge, y activar con toda su influencia la ejecucion del Hendtico en el Oriente. Tanta obstinacion provocé necesariamente los rigores de la Silla apostdlica. En julio de 484 reunid el papa un concilio de setenta y sicte obispos en Roma, en el cual fué leida el acta de deposicion contra Acacio de Constantinopla : « Ti has pro- » tegido, dice e] papa a este obispo indizno, a los herejes » enemigos del concilio de Calecdonia; has mantenido en la » silla patriarcal de Alejandria 4 un intruso ; has"ejercido Jas » mas crueles violencias contra los pacificos embajadores de la _ » Santa Sede; has rehusado obedecer a las santos cénones que » te obligahan a venir 4 responder ante Nos 4 las acusaciones » juridicas presentadas 4 nuestro tribunal por nuestro her~ » mano y coobispo, Juan, patriarca de Alejandria. Seas pues » confundido de hoy en adelante con los herejes, cuya causa é » intereses has abrazado y protegido. En virtud de la presente » sentencia, eres privado del honor del sacerdocio y de la » communion catdlica; y estés condenado por juicio del Espi- » ritu Santo y autoridad de la Sede apostélica (1. » Para MHe- var esta sentencia 4 Constantinopla san Félix escogié 4 un clérigo Namado Tuto , 4 quien olorgs el titulo de defensor de Ja Iglesia. Le entrego ademiis dos cartas, una para el empe- rador, otra para el clero y pueblo de Constantinapla. El papa se queja i Zenon de los tratos indignos que hizo padecer 4 sus legados : « Por lo demas, osta violencia no ha bastado para » excusar su conducta, pues que han sido juridicamente de- (1) En ta Covecctox pe Cinones De LA IcLesia wispana, titulada Collectio eano- num Ecclesiv hispane, en su segunda parte, bajo la ribrica Epistoia XXX, — Epistola Felicis pape ad Acarinm, Constantinopolitanum episcopum, de damnatione ejus quod hereticis ausus extilit communicare,—se halla una Epistola muy notable, en la que el santo Papa expone extensamente todo cuanto ha mediado en este asunto, y le hace ver a Acacio ewin mal ha obrado protegiendo i los herejes, y tratando de confundir Ja doctrina eatdlica y la heteradoxa, y ecaba por estas pala- bras : « Sacerdotali honore et commuaione catholica, necnon etiam 4 fidelium nu- mero sogregatus, sublatum tibi nomen et munus ministerii sacerdotalis agnasce, Sancti Spiritus judicio et auctorilate per nos damnatus, nee wnquam anathematis vinculis exuendus. » Creemos que esta Epistola no sea la misma que extracta el Autor, (El Traductor.) CAPITULO PRIMERO. 34 » puestos. Yo os dejo el cargo de decidir qué comunion ha » de seguirse ; si la de san Pedro apéstol, 6 la del intruso » Pedro Monge. » Y en fin notifica al emperador la sentencia pronunciada contra Acacio, y le suplica no se oponga 4 su ejecucion. La carta dirigida al clero y fieles de Constantinopla estaba destinada, en la intencion del papa, 4 reparar en algo el escindalo piblieo dado por los Jegados Vilal y Miseno, participandoles su condenacicn en Roma. Tuto, portador de estos despachos , pudo suplantar la vigilancia de los soldados que guardaban el estrecho de los Dardanelos para impedir toda coraunicacien con el papa : lHegi felizmente 4 Constanti- nopla y se alojé en un inonasterio de Acemetes (6 de religiosos de oracion perenne de dia y de noche). Acacio se.negd tenaz- mente 4 recibir la carta dirigida a 4] por el papa. Mas para que no pudiera alegar ignorancia de la sentencia de su excomu- nion, uno de los monies tuvo valor para coser el decreto en su manto pontifical, mientras que entraba un domingo en la basilica para celebrar de pontifical. Este acto de santa aindacia atrajo sobre Jos monjes la edlera de Acacio: algunos fueron degollados por sus seidas, pagando con su sangre sv celo incontrastable por la fe caldlica y su sumision a la autoridad de Roma, — Mientras esto sucedia, Tuto, cuya condueta como legado habia sido irreprensible hasta entonces, se dejé ganar, con inexplicable flaqueza, de los artificios de un emisario de Acacia, aceptando una suma considerable que se le propuso 4 condicion de comunicar con los herejes. Algunos meses des- pues, el papa Félix tuvo el desconsuelo de saber que su legado habia vendido 4 precio de oro su honor, su conciencia y la dignidad de la Iglesia romana, que representaba. Los arqui- mandritas catdlivos, profundamente afligidos de este nuevo escindalo tan trascendental por lo reciente del primero, cuida- ron de informar inme:iatamenle al soberano Pontilice de todo lo ocurtido. Tuto, examinado y juridicamente convencido en un concilio celebrado 4 su regreso 4 Roma, conyicto y confeso, fué privado del cargo de defensor de la Iglesia y excomulgado. Se participé inmediatamente esta sentencia al clero y fieles 32 *s. FELIX (483-492). catélicos de Constantinopla para que no creyesen que hubiera encontrado en Roma misericordia 6 indulgencia la flaqueza’ de los legados Vital, Miseno y Tuto. Pero los esfverzos y celo de san Félix no pudieron por entonces triunfar de los astuciosos manejos de Acacio. Este prelado, excomulgado por la Santa Sede, separado de toda la parte catélica de su inmenso rebaiio, en ostensible relacion con herejes notorios y condenados, de- puesto en fin de todos sus honores por un concilio, ni siquiera pens6 en la posibilidad de someterse. Continué celebrando los sagrados oficios; mando borrar de los dipticos sacros el nom- bre del papa Félix JII, y, apoyado en el favor imperial, con- tinué un sistema de abiertas hostilidades contra los catélicos. E] virtuosisimo patriarca legitimo de Antioquia, Calendion , intrépido defensor de la inocencia perseguida, y de la causa de Juan Talaya, fué arrojado de su silla por ese mismo Acacio que ocho afios antes le habia consagrado patriarca. Pedro Fulon, desde largo tiempo olvidado en el destierrc, se vid rehabilitado y de nuevo intruso en la silla de Antioquia , cau- sando general indignacion. Igual suerte tuvieron que deplorar la mayor parte de las ciudades de Oriente. Nestor, obispo de Tarso, Ciro de Hierinolis, Juan de Ciro, Romano de Chalcis , Eusebio de Samosata, Julian de Mopsuesta, Paulo de Cons- tantina, Manusio de Timeria, y Andrés de Teodosiépolis, fue- ron desterrados por su celo y afecto 4 la verdadera fe y dla autoridad de la Santa Sede (aiio 484). 18. Por la ambicion de Acacio dié principio el cisma entre la iglesia de Constantinopla y la romana ; centro de unidad, depositaria de la fe y fuente de autoridad. Esta desgraciada separacion duré hasta 349, en que se restablecié, bajo el pon- tificado de san Tormisdas, la comunion entre la Iglesia latina y la Iglesia griega. El Hendties de Zenon era la causa primor~ dial de todas las persecuciones dirigidas contra los catélicos ; porque la constancia que mostraban en negarse 4 suscribir una formula de fe hecha y decretada por un emperador, sostenida por bayonetas , pero abiertamente condenada por la Santa Sede, era tratada como un acto de obstinacion, de mala fe, de CAPITULO PRIMERO. 33 insulto 4 la majestad imperial. El llamado edicto de union causé en la Iglesia la mayor division y desérden, aun entre los herejes mismos, pues que los mas de ellos no lo hallaban harto explicitamente favorable 4 sus errores. Les disgust6 miu- che el que le hubieran suscrito Pedro Fulon y Pedro Monge ; y veian en esta condescendencia palaciega un pretexto para se- pararse de sus jefes, y formar asi una nueva faccion eutiquiana que se denominé la de los Acéfalos, para mejor explicar su Tuptura contra los que hasta entonces habian sido sus jefes. E's digno de notar el espectdculo de tantos desérdenes causados tan solo por la fragilidad de un principe, cuyas intenciones por otra parte parecian rectas. La historia estd Ilena de males ori- ginados 4 pesar de los principes por causa de los caractéres indecisos y volubles ; por manera que hay motivos para dis- currir si no serd acaso el mayor castigo con que Dios quiera castigar 4 un pueblo prevaricador, el de enviarle soberanos que solo lo sean de nombre. "49. San Félix TI se entristecia vivamente al oir las quejas que le dirigian los catélicos de Oriente, oprimidos por la ti- ranfa de Acacio. Juntése pues un concilio en Roma, afio de 483, para nuevo examen de tan desgraciados sucesos : re- novéronse en é! los anatemas pronunciados contra Pedro Monge, Pedro Fulon y Acacio, y una epistola sinodal, diri- gida 4 todos los sacerdotes y abades ortodoxos de Constanti- nopla y de la Bitinia, comunicé al Oriente la sentencia dada contra estos herejes relapsos. Como en el aiio anterior, los partidarios de Acacio habian querido declinar competencia sobre el valor canénico de la deposicion-decretada contra él, insistiendo en que el acta solo se hallaba firmada por el papa. Mas los Padres del concilio Romano dan la razon de ello en su epistola sinodal : « Cuando se reunen en Italia los obispos del » Sefior para tratar de intereses y causas eclesidsticas , es de > regla que el sucesor de san Pedro en Ia Silla apostdlica, en » nombre de los obispos de toda la Italia, arregla y pronucia » en tiltimo resorte , porque él Je pertenece la solicitud de » todas las iglesias : porque él es jefe y cabeza de todas, pues aM. ° 3 a s. PéuIx m (683-492). » que 4 él le tiene dicho en la persona del principe de los » Apostoles : Teh eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi » Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerdn jamds con- » tra elia. Déciles 4 esta verdad, trescientos diez y ocho Padres » del Concilio Niceno reconocieron en la Iglesia romana el » derecho de confirmacion y jurisdiccion sobre todas las de- » mds. Por gracia de nuestro Seiior Jesucristo, la sucesion de » nuestros Pontifices ha guardado estas dos prerogativas hasta » nuestra edad. En el negocio presente , Ja sentencia dada » contra Acacio, por el concilio de san Pedro, ha sido confir~ » mada por el bienaventurado papa Félix, nuestra cabeza, » quien Ja ha hecho notificar al Oriente por medio de Tuto, » defensor de la Iglesia. » Félix III remitia, adjunto al despa~ cho del concilio, un largo y elocuente rescripto , dirigido 4 los fieles de Oriente, en el cual toma desde su fuente el hilo de los acontecimientos deplorables que desde hacia diez afios esta- ban sucediéndose en Constantinopla. Refutaba cuanto se habia alegado para justificar la conducta de Acacio, y probaba evi- dentemente la canonicidad de su condenacion, insistiendo para que tuviese debido cumplimiento dicha sentencia. Muy difi- cilmente llegaron 4 penetrar poco a poco en el Oriente las ac- tas sobredichas , porque Zenon, ciegamente entregado 4 las intrigas de Acacio, habia prohibido severamente toda comu- nicacion con Roma y sus Estados. Sin embargo, 4 pesar de tanta vigilancia, sobre todo en el estrecho de los Dardanelos , pudieron abrirse camino la justicia y la verdad, difundiendo alguna luz especialmente entre los catélicos fieles. Hasta las violencias de los Eutiquianos, sus persecuciones é injusticias contra los catélicos contribuyeron 4 inspirar d las almas honra- das un profundo sentimiento de desprecio 6 indignacion. Y era tan execrado Pedro Fulon , el usurpador de la silla de An- tioquia, que hasta el mismo Acacio se vid obligado 4 interrum- pir toda relacion con él: pero esto no impedia el que Pedro Fulon echase de sus sillas 4 los obispos catélicos de su pro- vincia, y los reemplazase con sugetos abyectos 6 indignos. Os6 conferir la ordenacion episcopal 4 un esclavo persa , arro- CAPITULO PRIMERO, 35 jado como criminal de su pais, y que no habia sido bautizado, Este falso obispo improvisado , llamado Xenayas, fué puesto en la ciudad de Hierdpolis, previa expulsion de Ciro, su obispo eatdlico. Echindosele en cara un dia 4 Pedro Fulon una orde- nacion tan contraria 4 los elementos mismos de Ja mas vulgar teologia, respondié « que la gracia del episcopado suplia 4 la » del bautismo. » Esto prueba Ja crasa ignorancia de este he- reje : y no era menor la de Xenayas; asi es que pasé todo el tiempo de su obispado en echar por tierra las imagenes y esta- tuas de los santos, digno precursor de Ja necia barbarie de los Tconoclastas. 20, No estaba mejor parado el Egipto con Ja dominacion , tirinica de Pedro Monge; porque, ayudado de unos cuantos obispos y monjes eutiquianos, tenia, por decirlo asi, un con- cilisbulo permanente, del que salian periddicamente anate- mas contra el concilio Calcedonense y san Leon Magno. Los obispos y clérigos que no aceptahan los escritos de Didscoro y de Timoteo Eluro eran desterrados ; y Jlegé 4 tales términos la persecucion, que el arquimandrita Nephalio se resolvié 4 ir 4 Constantinopla para quejarse al emperador en nombre de aquella iglesia. Zenon no habia restablecido 4 Pedro Monge sino con el objeto de pacificar 4 Alejandria, y pudo conven- cerse de que los hombres que con este fin habia éscogido no lo podian llevar 4 cabo mejor que sus malhadados edictos. En- vid pues al patriarca intruso las 6rdenes mas terminantes para que cesasen tales violencias y restituyese 4 sus casas 4 los monjes que habia desterrado. — Los tres apéstatas, Acacio, Fulon y Monge, colocados en las primeras sillas de Oriente, Constantinopla, Antioquia y Alejandria, disponiendo de todo por el favor de la corte, y,unidos en el mismo plan de hacerse independientes de la Silla apostélica, y en la misma conniven- cia herética, pudieron creerse triunfantes y mirar al eutiquia- nismo como plantado y arraigado en el Oriente : pero muy pronto iba 4 confundir el Sefior sus pensamientos orgullosos y sus ambiciosos proyectos. Pedro Fulon murié en 488 ; Acacio fallecié en 489, y desaparecié igualmente para siempre de la 36 Ss. FELIX tt (483-492). escena en 490 Pedro Monge, aquel viejo perseguidor que des- honraba la silla de los Cirilos y Atanasios. Pedro Monge y Pedro Fulon tuvieron 4 herejes por sucesorés; pero Acacio, despues de un rapido pasaje de Fravita, tuvo despues por sucesor en su silla patriarcal al piadoso y santo sacerdote Eu~ femio. Fravita solo ocupé la silla algunos meses. San Félix supo muy pronto que Eufemio era ortodoxo y bueno, por lo que le admitid inmediatamente 4 la comunion catélica , pero suspendié recibirlo 4 la comunion episcopal, porque Eufemio, por sobrada complacencia para con Zenon, se negé 4 borrar de los sacros dipticos el nombre de Acacio. Se ve por esta conducta del papa san Félix que la comunion catélica concer- nia a la fe, y tenian derecho 4 ella todos los fieles ortodoxos [que no la desmerecieran por su conducta anticandnica]; la comunion episcopal era la que los obispos electos y posesiona- dos solicitaban de la Santa Sede como confirmacion necesaria de su eleccion. [A esta comunion episcopal pertenecian ademas la comunicacion mutua de detras de comunion, que los obispos se pedian y recihian reciprocamente.] El soberano Pontifice se habia aprovechado de las negocia- ciones que habian vuelto 4 restablecer entre la Santa Sede y la corte de Constantinopla la muerte de Acacio y la promocion de sus dos sucesores , para tentar nuevos esfuerzos y atraer al emperador Zenon 4 conducta y sentimientos ortodoxos. La carta del santo papa es sumamente tierna : « Al escribiros es- » tas lineas, venerable emperador (dice Félix UI), derramo » abundantes ligrimas, y me postro 4 los piés de vuestra pie- » dad. ,Y porqué me ha de costar trabajo 4 mi abajarme ante » las potencias del imperio, cuando el Apéstol mismo ha dicho » de si propio que se habia hecho basura y oprobio de los hom- » bres? Yo os suplico encarecidisimamente, amantisimo hijo, » que no desatendais mis ruegos paternales ni desoigais mis » palabras : porque, por mas indigna que sea mi persona, el » apéstol san Pedro os implora por voz mia, y Jesucristo » mismo os implora por medio de Pedro, porque no quiere » que sea destrozada su Iglesia. La Roma antigua y Ja nueva CAPITULO PRIMERO. 37 » han de estar unidas en la misma fe, en esta fe que por tes- » timonio de san Pablo ha sido predicada por el mundo todo : » por manera que ambas ciudades tengan una misma religion, » asi come llevan el mismo nombre (!), Mis ruegos no cesaran » de elevarse 4 yuestro trono mientras subsistan reliquias de » tan funestas divisiones. » No puede expresarse con ternura mas sublime el corazon de un papa lleno de solicitud por toda la universal Iglesia. Es muy de notar en esta carta el nombre de hijo que san Félix da al emperador Zenon : es la primera vez que vemos empleada esta voz, que desde entonces ha ve- nido 4 ser consagrada por el uso : el sobre estaba en estos tér- minos : Gloriosissimo et serenissimo filio Zenoni Augusto Fe- liz, episcopus, in Domino salutem. Zenon era incapaz de com- prender la mision de un emperader cristiano ni la inmensa autoridad y peso que da 4 los reyes y alos pueblos la concordia entre ambas potestades, espiritual y temporal. Se deslizaba su vida entre placeres infames y desenfreno continuo : la embria- guez y el deleite sensual le habian hecho cruel é insensible : el cetro habia pasado 4 manos de eunucos que gobernaban en su nombre, y se iba renovando para los Orientales el hado fatal que tantas lagrimas arraned de los ojos de Jeremias. Servi dominati sunt nostri (Jerem., Thren. v, vers. 8); los Orienta~ les podian aplicarse esta sentencia. Por fin legé en 491 la muerte de Zenon, qué fué mirada por todos como una restauracion. Los Griegos modernos ro- dean su muerte de circunstancias espantosas : suponen que la emperatriz Ariana, su esposa, le hizo enterrar vivo durante la letargia de una borrachera. Sin embargo los historiadores graves no adoptan este hecho. De todos modos, la memoria de Zenon queda como monumento deplorable del origen de todas las disensiones, luchas y persecuciones que afligieron 4 la Iglesia durante su reinado, en tiempo que le hubiera sido muy facil calmarlo todo , con solo hacer justicia 4 la inmensa mayoria de catélicos de su vasto imperio. (1) El papa se expresa asf, porque en efecto Ja potencia imperial de Roma habia pasado 4 Constantinopla. 38 Ss. FELIX mr (483-492). 24. En tanto que el Oriente se dividia en facciones enemi- gas bajo la influencia fatal del eutiquianismo, lus desiertos de Jerusalen y la Judea veian florecer en sus benditas selvas las . mas preciosas virtudes de Ja soledad. San Sabas, preparado desde su nacimiento con la gracia del Espiritu Santo, habia entrado en un monasterio cercano 4 Cesarea de Capadocia desde la edad de ocho afios. Correspondieron 4 las primeras inspira- ciones divinas su progreso en la humildad, paciencia, obe- diencia y mansedumbre, y guiado por atractivo especial 4 los santos lugares testigos de la vida y milagros del Salvador, vino 4 la Palestina y se establecié en una gruta , cortada natu- ralmente en la roca, 4 los bordes del Cedron. Vivid de este modo desde 478 muchos afios, estando solo, ocupado en tejer esteras , y su espiritu sumido de continuo en la contempla- cion de las cosas divinas. Rara vez fué estéril el ejemplo de la soledad cristiana: porque jtanta es la necesidad que tiene el corazon del hombre del retiro y silencio del desierto para dar ansanche 4 sus celestiales aspiraciones! Ya desde 491 tenia reunidos el abad Sabas en torno de su gruta mas de ciento y cincuenta discipulos, que se agrupaban por /auras 6 monaste- rios particulares bajo su general direccion. El ruido y tumulto _ mundano espiraban al pié del monte donde vivian estos soli- tarios ; y los nombres de Pedro Fulon y Pedro Monge no se pronunciaban sino como los de unos enemigos de la Iglesia. Uno de los monjes armenios quiso caniar el Trisagio con la adicion de Pedro Fulon : Crucifizus pro nobis; mas san Sabas mandé atenerse estrictamente 4 los usos antiguas y 4 la tradi- cion apostdlica, contra la cual no pueden prescribir el cisma ui la herejia. Muy cerca de las lawras, al pié del monte, se habia fundado otro monasterio bajo la direccion de san Teo- dosio, paisano de san Sabas : era como un noviciado para el primero. En él se acostumbraban los jévenes 4 las practicas austeras de la penitencia y vida religiosa, al propio tiempo que se ejercitaban en obras de caridad, pues que este monas- terio tenia bajo su dependencia cuatro enfermerias para los pobres enfermos, y un hospicio para viajeros y peregrinos, que CAPITULO PRINERO. 39 eran numerosos por la vecindad de los Santos Lugares. Habia cuatro iglesias para el culto de los monjes de diferentes ritos y naciones : se predicaba y celebraba el oficio separadamente ; mas solo habia un sacrificio, al que asistian y comulgaban juntos todos Jos monjes. Los historiadores de aquella época comparan el monasterio del abad Teodosio 4 una gran ciudad, donde se ejercitaban todas las artes necesarias para la vida. jFelices partos de la fe eristiana! Santas comunidades en las cuales era gozo de los sibditos la obediencia, corona de infe- tiores la humildad, y en las que tanto mas se ocultaban la virtud, el mérito y el talento, cuanto eran mas brillantes! No, jamds os asemejdsteis 4 esas monstruosas aglomeraciones de hombres, sofiadas por la vana filosofia, en las cuales se intenta locamente fundar y sostener la igualdad por motivos de in- terés, la subordinacion sin principios de religion, y el celo sin la fe! 22. La Iglesia de Africa gozaha de alguna paz bajo el rei- nado de Gontarundo , sucesor de Hunerico. San Eugenio, el valeroso obispo de Cartago, habia sido reintegrado desde el afio 487, pero los demas prelados catélicos no lo fueron hasta 494, El papa Félix IIL, conmovido de Ja situacion de los fieles de Africa, privados de sus legitimos pastores, y reci- biendo en secreto instrucciones y socorros espirituales de al- gunos celosos sacerdotes que habian podido sustraerse 4 las pesquisas de los perseguidores, reunié desde 487 un concilio de los obispos de Italia para ayudarles. Asistieron 4 este con- cilio cuatro obispos afticanos : Victor, Donato, Rustico y Par- dalio ; se resolvié en él con especialidad Ja cuestion de la peni- tencia publica; porque el gran ntimero de lapsos causado por la persecucion de los Vandalos hacia necesario un reglarnento explicito sobre esta materia. Muchos catélicos fieles, pero débiles y timidos, se habian dejado rebautizar por los Arrianos para libertarse asi de las pesquisas de Jos herejes : pedian pues ahora ser de nuevo admitidos 4 la comunion. Los cénones del concilio romano disponen que se tomen en consideracion el arrepentimiento y demds disposiciones de los penitentes, asi 40 s. FELIX mm (483-492). como la violencia de que fueron victimas; por manera que el que haya sucumbido sin haber combatido sea mas severamente castigado que los que no han sucumbido sino despues de una larga y valerosa resistencia. Despues de estas consideraciones generales , los Padres deciden varios casos 6 reglas particu- Jares , y legan hasta imponer penitencia hasta la muerte 4 los obispos, presbiteros y didconos que hubieren sido rebautiza- dos. Solo se les concede la comunion ldica 7 extremis. Los clérigos inferiores , monjes, monjas y seculares que dieren sinceras pruebas de arrepentimiento, serin sometidos 4 lo dispuesto por el concilio Niceno ; esto es, pasardn tres afios entre los catecttmenos , siete entre los postrados y dos entre los consis¢entes , pudiendo entonces asistir 4 las oraciones con los fieles seculares. — Si no hubieren caido sino despues de haber padecido crueles tormentos, serin admitidos 4 la comunion pasados tres afios de penitencia. — Los obispos no debian re~ cibir en su iglesia penitentes de otra sin testimoniales de su obispo, explicativas de su estado. Y en fin concluye el con- cilio diciendo que se acuda 4 la Santa Sede para la resolucion de casos arduos 6 dificiles. 23. En tanto que esto sucedia en lo eclesidstico, se iba preparando en Italia una revolucion politica de grande impor- tancia. Odoacro habia establecido la dominacion de los Hérulos, la cual acabé aun antes que él muriese. Los emperadores de Constantinopla despues de la caida de Rémulo Augustulo pre- tendian tener derecho de soberania sobre Italia. Zenon pues dié el titulo de patricio 4 Odoacro, y Roma, gracias 4 esta investidura forzosa , podia creerse hasta cierto punto gober- nada por un lugarteniente del emperador. Odoacro,.tan habil como prudente, no traté de oponerse 4 estas pequefieces, que por lo demés correspondian al sentimiento popular de las masas. Se aproveché pues de la paz con Bizancio para ir 4 someter 4 Jos Rugios de la Norica (la Baviera actual), y con- ” solidar sus recientes conquistas. Al modo que los Hérulos desarrollaron su poder en el Occidente, los Ostrogodos iban desarrollando el suyo, y amenazaban ya 4 Constantinopla, CAPITULO PRIMERO, al en el Oriente. Llevaban por rey 4 Teodorico llamado Amala (6 descendiente de héroes). Este principe , dotado de las emi- nentes cualidades que forman 4 los hombres grandes, educado desde la edad de siete afios en Constantinopla, se instruyé muy 4 fondo de todos los establecimientos politicos y militares de los Griegos. Se apropié las costumbres y habitos de sus buéspedes, mas teniendo horror de sus vicios y de su molicie. A la vuelta entre sus paisanos , hizo brillante su juventud con yarias famosas victorias contra los Sirmatas, y muy pronto hizo temblar 4 Bizancio. El cardcter de Teodorico Je impelia 4 grandes hazafias, sin embat'go era menos ambicion suya que inquietud natural de sus Ostrogados el emprender aventuras ruidosas. Se les habian cedido 4 los Ostrogodos los inmensos territorios de la Dacia y Mesia para cultivarlos y civilizarlos ; pero el hierro transformado en rejas y azadones 6 en lanzas de guardianes, le parecia mucho mas pesado que el de la espada y lanza guerrera; asi es que su rey tuvo que ceder 4 los belicosos instintos que Jes animaban. Sin embargo Zenon, restaurado en su trono en 478, nada habia omitido para atraerse 4 Teodorico. Adopcion en el ejército imperial, titulo de pa- tricio, dignidad consular, triunfo, estatua ecuestre, todo se lo otorgé espontanea y benévolaimente, Pero si todas estas mues- tras ablandaban el corazon del rey, no podian apagar en el corazon de los Ostrogodos su pasion por las armas. Teodorico, 4 fuer de agradecido por una parte y de rey de sus Ostrogodos por otra, pidié 4 Zenon Ja investidura de la Italia, reservdin- dose el derecho de hacérsela reconocer por Ja fuerza. « La » Italia, decia, pertenecia 4 vuestros antepasados, ha sido la > cuna de vuestro imperio; ,porqué pues abandonarla 4 los » Turcilingos y los Hérulos? Dejadme conquistarla : si salgo » bien en la empresa, vos participaréis del prez; y si yo pe- » rezco, ganaréis la pension anual que os habeis comprome~ » tido 4 pagarnos. » Zenon, muy feliz de verse desembarazado de vecinos tan incémodos como peligrosos, y reduciéndose el negocio 4 cederle Jo que no podia conservar, ratificé gustosa~ mente la proposicion de Teodorico. Ponense pues en movi- 42 8. FELIX nt (483-492). miento, afio de 489, los Ostrogodos con sus familias y gana~ dos, y marchan hécia los Alpes Julianos. Teodorico deshace dos veces en Verona y en Milan 4 los soldados italianos de Odoacro, los cuales combaten flacamente por un rey barbaro y antipatico. En vano busca el rey de los Hérulos un refugio en Roma, que le cierra sus puertas : no Je queda otro partido que encerrarse en Ravena, ciudad situada en medio de lagu- nas, fortificada con arte y defendida por una guarnicion de veinte mil hombres : sostiene pues Odoacro un sitio de tres afios. Teodorico, durante el cerco, somete 4 toda la Italia. Ultimamente forzado por el hambre, Odoacro capitula en 493, y se entrega al venceder, el cual poco despues, por causa de graves sospechas, lo hace morir en un festin. De este modo la dominacion de los Ostrogodos sucedia en la antigua capital del mundo romano al poder de los Hérulos. Tanto movimiento de tropas causaba necesariamente grandes males 4 las pobla- ciones : asi es que sus habitantes no hallaban otro recurso que la caridad de sus obispos. Hasta alli, no habian tenido estos necesidad de socorrer 4 aquellos sino con las armas espiri- tuales , ni les abrian otro asilo que las iglesias ; pero se vieron entonces en la necesidad de hacer fortalezas y castillos para poner asus fieles al abrigo de la violencia. Honorato, obispo de Novara, dié ejemplo al primero. Gondebaudo, rey de los Borgofiones, so pretexto de socorrer 4 Odoacro, su aliado, Ilevé sus tropas 4 la Liguria. Todo era incendio, robos, vio- lencias y ultrajes 4 su paso : Honorato logré libertar 4 su ciudad episcopal de tanto estrago. La caridad episcopal era la misma antes que entonces, pero 4 males nuevos, remedios nuevos : ahora bien, el mal consistia en estar los pobres fieles sin fuerza ninguna tutelar que protegiera 4 la opresion contra la barbarie. Mas tarde veremos 4 san Gregorio Magno obligado tambien por las circunstancias 4 encargarse por si mismo de la defensa de Roma, y obligar alos obispos procurasen hacer otro tanto en igual caso. 24. E] 25 de febrero de 492 fallecié el papa san Félix TI, algunos meses antes del desenlace de la lucha entre Odoacro y CAPITULO PRIMADO. 43 Teodorico. Este santo papa, dotado de un cardcter enérgico 4 Ja par que prudente y moderado, constituido durante los ocho aiios de su pontificado entre innumerables dificultades en el Oriente, por la herejia, y en el Occidente por la sangrienta guerra entre los Hérulos y Ostrogodos, supo mantener integra Ja autoridad de la Silla apostélica, y hacerla respetar 4 pesar de las defecciones, intrigas y pasiones de los hombres. CAPITULO II. SUMARIO. § I. Pomiricapo pz san Geasio I (1°, de marzo de 492-19 de noviembre de 496). 1, Eleccion de san Gelasio I. Advenimiento de Anastasio e! Silencidso al trono de Constantinopla. —2. Administracion prudente de Teodorieo el Magno. San Epi- fanio, obispo de Pavia. — 3. Carta de san Getasio 1 4 Eufemio, patriarca. — 4, Carta del papa 4 Anastasio. — 5. Concilio de Roma. Canon de las Escrituras sagradas. — 6. Diversas disposiciones disciplinales dadas por Gelasio ! en Italia. —1. Sacramentario de san Gelasio.—8. Tratado del Anatema por este papa. — 9. Muerte de san Gelasio I. § Il. PonTIFICADO DE SAN ANastasto Il (28 de noviembre ce 496-16 de noviembre de 498). 10. Persecucion contra les catdlicos de Armenia. — 11. Vahan. — 12. Clodoveo y santa Clotilde. — 13, Victoria de Tolbiac. Bautismo de Clodoveo. — 44. Cartas de san Anastasio y san Avito de Viena (Delfinado) 4 Clodoveo.—15. Muerte de sun Anastasio II, § IIL. Pontiricapo DE SAN Sisaco (22 de noviembre de 498-19 de julio de 514), 16. Eleccion de san Simaco. Lorenzo, antipapa. — 17. Concilio de Italia. Sinodo de la Palmu, - 18. Eximen del pretendido derecho de los soberanos sobre las elecciones pontificales. — 19. Carta de san Avito, en nombre de los obispos de la Galia,acerca de la indep dencia de la Santa Sede.— 20. Esfuerzos de san Avito para convertir al cal sno 4 Gondebaudo, rey de los Borgofiones, arriano. — 2. Concilio de Agda, — 22. Sun Cesario de Aries.— 23. Clodoveo forma el pro- yecto de arrajar los Visigodos de la Galia meridional que ocupan. — 24. Ba- talla de Vouillé — 25. Muerte'de santa Genoveva y de Clodoveo. — 96. Persecucion de Trasimundo en el Africa — 27. Concilio de Roma. — 28. San Cesario Arela~ tense en Roma. — 29, Persecucion del emperador Anastasio contra los catdticos de Oriente. — 30. Destierro de Macedonio, patriarca de Coustantinopla. —31. San Sabas en el palacio imperial. ~ 32. Muerte de san Simaco. § 1. PONTIFICADO DE SAN GELASIO I (fo, de marzo de 492-19 de noviembre de 496). 1. Al sexto dia de la muerte de san Félix fué elegido papa san Glasio I, el 2 de marzo de 492. Su promocion coincidia con la del emperador Anastasio al trono de Oriente, muy poco antes. El sucesor de Zenon no parecia destinado 4 ser ni CAPITULO ft. BS mejor ni mas glorioso : principe vulgar, sin decision ni caréc- ter, y sin principios fijos , estaba tan poco acorde consigo mismo, que no se le podia alabar de una virtud sin que le contrarestase un vicio contrario. Llevaba por mdxima que, por razon de Estado, un principe puede mentir y aun ser per- juro : méxima aborrecible, sacada de Ja perversa moral de los Maniqueos, que su madre le habia inculcado. Insensible 4 todo acto de agradecimiento, olvidaba al bienhechor apenas re- cibido el beneficio. Juan Talaya le habia acogido en um nau- fragio cerca de las costas de Alejandria , prodigindole los mas tiernos, celosos y desinteresados oficios, porque en aquel tiempo no era dable prever los destinos de Anastasio. Juan Talaya, desterrado y fugitivo en Italia por las razones alega- das , erey6 poder contar con la proteccion de Anastasio, é in- mediatamente se puso en camino para Constantinopla; pero 4 la mitad del viaje recibié drden formal del emperador para que inmediatamente saliera del imperio so pena de ser tra- tado como rebelde y sedicioso. Asi fué como pagé su deuda de agradecimiento Anastasio : tales auspicios no prometian dias felices 41a Iglesia de Oriente. 2. El Occidente, al contrario , presentaba mas garantias de paz y tranquilidad bajo Teodesio. Este gran principe tuvo la consumada habilidad de colocar casi a todos los reyes barba- ros bajo su dependencia por medio de enlaces de familia 6 de proteccion. Did su hija Teodegota 4 Alarico II, rey de los Vi- sigodos. Principiaba 4 brillar la reputacion del joven rey de los Francos , Clodoveo ; y le pidié en persona y logré por es- posa d una hermana suya. La prudencia del rey de los Ostro- godos inspiraba tanta confianza 4 los principes contempord- neos suyos , que le eseogian muy 4 menudo por su drbitro : les hablaba como un padre 4 sus hijos. « Habeis recibido prue- » bas de mi benevolencia , les decia; sois jévenes y valientes , » mas teneis necesidad de consejo. Me afligen vuestros desér- » denes , y no puedo levar con indiferencia el que os dejeis » gobernar por vuestras pasiones. » — La Sicilia, Rhecia, Jos Alpes y Ginebra se sometieron espontdneamente 4 un sobe- 46 S. GELasIO 1 (492-496). rano que ante todo buscaba el bien de sus pueblos. « Hagan otros guerras por asolar 6 robar, décia Teodosio 4 uno de sus » generales ; mi intencion es vencer, con el favor de Dios, » pero de suerte que los vencidos no sientan haber caido bajo » mi dominacion. » Aunque arriano , como su nacion , Teodo- Tico respetaba 4 los obispos catélicos. Y adesde el primer afio de su reinado en Italia habia dado una ley por la cual declaraba 4 todos los Italianos que habian seguido el partido de Odoacro y sus Hérulos, incapaces de testar y disponer de sus bienes. Como ltalia contaba casi tantos reos como habitantes , consternéd en extremo este edicto. Los pueblos pues se dirigieron 4 san Epi- fanio de Pavia, su asilo ordinario, suplicdndole intercediera en su favor para con Teodorico. Epifanio quiso agregarse 4 Lorenzo, obispo de Milan, y ambos fueron 4 Ravena, corte ala sazon del rey de los Ostrogodos : este revocé 4 instancias suyas su edicto 6 ley; y luego, !lamando aparte 4 san Epifa- nio, le dijo: « Glerioso prelado , vuestras virtudes y el lustre » de vuestra dignidad me determinan 4 poner en vuestras ma- » nos un negocio de la mayor importancia. Estais viendo de- » sierta 4 Ja Italia, y sus campos incultos por falta de labrado- » res. Los estragas de los Borgofiones , sus incursiones conti- > buas desalientan 4 estos infelices moradores , y despueblan » el pais. Encargaos pues de ir, con el favor de Dios, 4 pedir » y negociar la paz con Gondebaudo, su rey. Yo sé que este » principe os venera mucho y que desea veros hace ya mucho » tiempo. Aceptad pues la mision que yo os propongo, y no » dudeis de que sola vuestra presencia sera el precio del res- » cate de la Italia. » Epifanio se apresur6 4 constituirse me- diador entre ambos reyes; atravesé los Alpes cubiertos de nieve y hielos, en marzo de 494, acompafiado de san Victor, obispo de Turin. El papa san Gelasio le habia dado ademas cartas para Rusticio, obispo de Leon, ciudad de que Gonde- baudo habia hecho su capital. Gelasio agradecia 4 Rusticio los socorros en viveres y dinero que le habia mandado para so- corro de Ja Italia, durante la guerra entre los Ostrogodos y Hé- Tulos, Le recomendaba eficazmente usase de toda su influencia CAPITULO I. AT con el rey de los Borgofiones para contribuir al buen éxito de la embajada. Y en fin, san Epifanio estaba encargado de son- dear los animes de los obispos de las Galias respecto de las cuestiones religiosas que agitaban al Oriente. — Rusticio, pre- yenido de la llegada de ambos prelados , salié 4 su encuentro mas alld del Rédano, y les acompafié 4 su ciudad episcopal. Los temores que habian hecho concebir el cardcter altivo y la astucia do Gondebaudo para el buen éxito de esta mision, se desvanccieron por si mismos bajo la influencia moral de las virtudes de san Epifanio. « Gran principe, dijo este al rey de » los Borgofiones, solo por amor 4 vos he emprendido este » viaje tan penoso, y no he vacilado en exponerme 4 Ja muerte » para traeros el premio de la vida eterna. Testigo , escogido » por Dios, entre dos grandes reyes, me prometo tener el » gozo de ver cumplidos los designios de misericordia de que » vengo ahablaros. El rey Teodorico quiere la paz, y se pro- » pone rescatar los prisioneros : volvédselos sin rescate ni » precio alguno. Creedme, ninguno ganar4 mas en este com- » bate de generosidad que el que no reciba nada. Volved, » principe , volved 4 su patria, restituid 4 sus familias tantos » desgraciados : restituidlos para gloria yuestra. » La gracia de la persuasion, desprendida de los labios de! santo obispo de Pavia, tocé vivamente el corazon de Gondebaudo, el cual otorgé Ja plena libertad de los prisioneros ; y seis mil cautivos toma- ban el camino de Italia bendiciendo el nombre de san Epifa- nio. Tuvo pues el mejor éxito Ja mision de los dos obispos. Los dg las Galias , con quienes se puso en relacion san Epifa- nio, en cumplimiento de las érdenes del papa, protestaron que en Jas querellas religiosas del Oriente siempre habian tomado partido por la autoridad de la Santa Sede contra las pretensio- nes de los obispos de Constantinopla. 3. San Gelasio, apenas sentado en la silla de san Pedro, habia fijado sus miradas en el Orieate. Escribis al emperador Anastasio notificiéndole su eleccion. Eufemio esperaba reci- hir, como obispo de Constantinopla, una comunicacion igual del nuevo papa; mas se abstuvo Gelasio, por cuanto Eufemio 48 8. GELASIO I (492-496). - no estaba admitido 4 la comunion episcopal de Roma. El pa- triarca tomé ocasion de este incidente para escribir dos cartas al soberano Pontifice, para protestar su celo por la fe catélica y suardiente deseo de paz y armonia entre la Iglesia romana y la griega. Se excusabu de no borrar de los sagrados dipticos los nombres de Acacio y Pedro Monge, porque el pueblo de Constantinopla no le hubiera dado libertad para ello. [Estos dipticos sacros eran un doble catélogo de obispos muertos y vivos , admitidos a la comunion de la Iglesia : se leian estos catdlogos antes del ofertorio. A mas de los dipticos episcopales habia otros comunes , en que se contenian los nombres mas beneméritos de cada iglesia en particular.] Esto acontecia en 493 : san Gelasio le respondié con apostdlica firmeza. « ;Puedo » yo tolerar, decia el papa, que se reciten en alta voz durante los sagrados misterios los nombres de herejes formal y cané- nicamente excomulgados? ;Puede tolerarse se confundan con los catélicos? No fuera acto de sabia y prudente condes- cendencia rebajarse por socorrer 4 un hermano que dejé de serlo; sino una temeridad ciega que se precipita en el abismo. Acacio fué convicto de pactar con la herejia euti- quiana y de comunicar con sus fautores : no os creais pues afecto 4 la fe catélica mientras permitais quede en los dipti- cos sagrados el nombre de Acacio. Y no alegueis que os yeis forzado, y muy 4 pesar vuestro, a obrar asi ; un obispo no debe hablar jamas de ese modo, cuando se trata nada menos que de hacer triunfar la verdad, por ja cual ha jurado, como ministro de Cristo, sacrificar hasta su propia vida. Hermano mio Eufemio, ambos compareceremos ante el tribunal de nuestro Sefior Jesucristo : alli no se admiten vanas discusio- nes ,.ni dilaciones ni subterfugios. En aquel lance terrible se vera si soy yo quien soy agrio y dure como me acusais, 6 si » sois vos quien desecha el saludable remedio; vos que qui- sierais obligar al médico a estar enfermo con vos, mas bien » que no recibir la salud por su ministerio. » Tay verdadero placer en citar semejantes expresiones , por encontrarse siem- pre en la Silla apostélica esas tradiciones de grandeza, nobleza vvyrvysyyysee vsuyyy yy y CAHITULO Il. 49 y firmeza que los soberanos Pontifices se transmiten como en herencia. — El emperador Anastasio estaba muy lejos de tra- tar de volver 4 anudar las relaciones de Constantinopla con Roma. Iabiendo llegado 4 Italia y aun venido 4 Roma emba~- jadores suyos para felicitar & Teodcrico por el feliz éxito de sus empresas (ailo 493), les prohibié presentarse al papa y de entrar bajo pretexto alguno en comunicacion con él. San Gelasio observé una conducta opuesta, porque se aproveché de una diputacion que Teodorico enviaba 4 Constantinopla para dirigir 4 todos los obispos de Oriente una enciclica, en la cual pasaba en detalle todos los errores y argumentos de los partidarios de Acacio y Pedro Monge, y los refutaba. Insistia particularmente en la necesidad de la sumision 4 Ja autoridad de la Iglesia romana. « yPor qué razones, con qué funda- » mento, dice el papa, se puede estar sometido 4 las sillas » particuiares , cuando se ha hollado el antiguo respeto debido » la Silla de san Pedro, 4 esta Silla por la cual se ha fortale- » cido siempre toda dignidad sacerdotal, cuya prerogativa su- » prema fué undnimemente proclamada en el juicio definitivo » de los trescientos diez y ocho Padres de Nicea, que recorda- » ban aquellas palabras : Tu es Petrus, et super hance petram » edificabo Ecclesiam meam... Rogavi Patrem meum, ut non » deficiat fides tua... Pasce agnos meos , pasce oves meas. » Se ve por estas palabras que los papas miraban su autoridad como Ja mayor y mas santa del orbe: desconocerla 6 menospreciarla era trastornar el fundamento mismo del poder espiritual, y entregar la Iglesia 4 la anarquia. Los Griegos del Bajo Inape- vio, apasionados por sus teolégicas sutilezas, no comprendian lenguaje semejante , 6 invocaban pretextos mil para eludir las razones del papa. 4, Fué esta nueva ocasion para que san Gelasio dirigiese 4 los diputados de Federico especiales instrucciones para atacar el error : « Conozco muy bien que los Griegos no llevan otro » fin que el de trastornar la fe catélica. Nos estin amenazando » siempre con que se separaran de la Iglesia romana, y pa- » rece que ya jo van ejecutando desde ha mucho tiempo. — I 4 30 s. GELAsIO 1 (492-496). » ; Osan citar cdnones, y no hacen sino hollarlos por su ambi- > cion! Y sino, Zen virtud de qué cénones han arrojado de su » propia silla al patriarca Juan de Alejandria sin haberle ni » aun acusado de crimen alguno? Por qué cinon han echado » de su silla al patriarca de Alejandria para entronizar 4 un » intruso? {En virtud de qué tradiciones se atreven 4 llamar 4 » juicio hasta 4 la misma Silla apostélica? ;Cémo! gy todas » estas temerarias empresas se hacen por los obispos de Cons- » tantinopla, 4 quienes no atribuyen los cénones ninguna de » las prerogativas de las principales sillas? Cuando en materia » de religion se trata de juzgar, solo pertenece segun los cé- » nones 4 la Silla apostélica la soberana autoridad : y ningun » soberano del mundo, por mas poderoso que sea, puede » arrogarse este derecho sin hacerse perseguidor. » La fir- meza prudente del papa logré la adhesion de los obispos de la Dardania, quienes le escribieron protestando st celo y afecto por la Santa Sede y la fe catolica. Igual ejemplo siguid, en 494, la provincia de Tesalénica. Sin embargo, Anastasio se quejaba de que el papa no le escribiese directamente ; con- ducta contradictoria, pues que habia mandado a sus Jegados en Italia no comunicar de modo alguno con el papa. Gelasio supo este incidente 4 la yuelta de los legados de Constantino- pla 4 Italia; é inmediatamente se apresuré 4 quitar este pre- texto de quejas, escribiendo i Anastasio una carta llena de mansedumbre y ternura. « Ruego 4 vuestra piedad, dice al » emperador, no tome por arrogancia mi deber, de cuyo cum- » plimiento me ha de pedir cuenta Dios. No se diga, Sefior, » que un emperador romano ha cerrado hasta ahora los oidos » Ala verdad. Lo sabeis muy bien, principe augusto, dos prin- »cipios gobiernan al mundo : la sagrada autoridad de Jos » Pontifices y el poder 6 autoridad real. Aunque tengais en las » manos el gobierno temporal del género humano, estais, con » todo, sometido en lo espiritual 4 los ministros de las cosas » sagradas ; asi como en lo concerniente 4 la administracion » publica los Pontifices de la religion obedecen & vuestras » leyes, porque saben que se os ha dado el imperio por dispo- caPITULO 1. BL » sicion de la divina Providencia. » No se crea que Anastasio, al quejarse del silencio del papa, tuviese intenciones de pro- poner medios preliminares para una reconciliacion. Al reves- tirse de la ptirpura imperial, movido de las instancias de Eu- femio, habia jurado, sobre los santos Evangelios, seguir en adelante la fe catélica : pero esto solo era una comedia. Ape- nas subido al trono, se quité la mascara, y sé declaré tal como era : hereje apasionado, y perseguidor de los catélicos orto- doxos. Estallé desde luego su resentimiento contra Eufemio : eran motivos de ello el juramento que este celoso prelado le exigié 4 su advenimiento, y la oposicion que hallé él 4 sus proyectos de violencia en la mansedumbre y rectitud del santo obispo. Fracasaron prodigiosamente varias tentativas de ho- micidio contra Eufemio de parte de sicarios comprados. Reunié en Constantinopla un concilio compuesto de obispos sobornados de antemano por favores y larguezas imperiales ; todo cen objeto de proseguir sus proyectos de venganza. Estos malos prelados declararon & Eufemio indigno del sacerdocio y le depusieron : el emperador se apresuré 4 confirmar Ja sentencia 4 pesar de la emocion profunda que causaba en el pueblo de Constantinopla, y de Ja sedicion popular que re- sulté de ella, Eufemio fué deportado 4 Ancira en 495, donde murié veinte afios mas tarde (en 515]. Macedonio, archivero y tesorero de la iglesia constantinopolitana, y como tal, deposi- tario del acta de adhesion 4 la fe catélica suscrita por Anastasio, fué nombrado sucesor de Eufemio. Al tomar posesion de su silla, Macedonio firmé el Hendtico de Zenon, como la sola verdadera profesion de fe, y Anastasio se hizo devolver su escrito de abjuracion del eutiquianismo, para destruir el pu- blico monumento de su perjurio. 3. Por tales fases pasaha el cisma de Oriente bajo el ponti- ficado de san Gelasio : y la atencion perspicaz con que este papa las iba siguiendo, no le impedia atender no menos soli- citamente 4 las demds iglesias. Levantaba de nuevo su cabeza la herejia pelagiana en algunas iglesias de la Dalmacia y del Piceno (Marca de Ancona). Escribté el papa 4 los obispos de 52 8. GELasIO 1 (492-496). estas comarcas varias cartas en que renueva Ja condenacion de aquella por sus antecesores Inocencio I, Zésimo , Bonifacio I, Celestino I, Sixto II y Leon Magno. Un anciano llamado Séneca se habia hecho el corifeo del pelagianismo en el Pi- ceno. Negaba redondamente el pecado original y la concupis- cencia. Permitio abandonarse 4 todos los movimientos del libre albedrio, jastificando asi los mas vergonzosos excesos. San Gelasio quiso conferenciar por si misino con Séneca, pero este anciano ignorante y grosero persistié tenazmente en sus errores : fueron inttiles cuantos asfuerzos se hicieron para alumbrar su entendimiento 6 tocar su corazon. Se vid pues obligado e) papa a prevenir 4 los obispos del Piceno que no se dejasen seducir por la obstinacion y sutilezas de este viejo, exponiendo al propio tiempo el veneno que se ccultaba en esta herejia: la carta es del 493. En el siguiente, 494, Gelasio convocé y presidié un concilio romano de setenta obispos, en donde se arreglaron ademas yarias cuestiones de interés general de la Iglesia, En este concilio se publicé el catilogo de los libros canénicos auténtices del antiguo y nuevo Testa- mento, semejante al que se habia de promulgar en e} concilio Tridentino. [La sola diferencia entre ambos catélogos consiste en que en tiempo de san Gelasio los dos primeros libros de los Macabeos iban reunidos en uno solo, y se llamaba un solo Libro : pero en los siglos posteriores se dividieron en dos li- bros las mismas materias contenidas antes en uno solo.] Se prueban en él el primado y supremacia de la Iglesia de Roma -con las palabras mismas de Cristo : se atribuye el rango se- gundo 4 la silla de Alejandria, y el tercero 4 Ja de Antioquia, No se hace mencion de Jerusalen, sin duda porque esta des- venturada ciudad habia perdido su grandeza é importancia politica en tanto grado, que nadie le disputé ciertos honores nominales que de modo alguno podian hacer sombra 4 nin- guna otra silla principal. Se fijé alli 4 cuatro el ntimero de los concilios ecuménicos 6 generales, cuyos decretos habian de ser regla de fe y de costumbres : el Niceno en 323, el Constan- tinopolitano en 381, el Efesino en 431, el Calcedonense capfruzo a. 53 en 454. El trabajo mas interesante de este concilio fué el ca- talogo de libros permitidos y libros prohibidos. Aparece por primera vez un decreto de este género formulado por un con- cilio, y ademés el gérmen de una institucion que con el tras- curso de los siglos habia de legar a ser Congregacion del In~ dice, para examinar las obras y censurar las que sean repren- sibles. Este concilio romano designa desde luego los santos Padres cuya autoridad se admile en la Iglesia : san Cipriano, san Gregorio Nacianceno , san Basilio, san Atanasio, san Ci- rilo Alejandrino, san Juan Criséstomo, san Hilario Putaviense, san Ambrosio, san Agustin, san Jerénimo, san Prospero, san Leon Magno. Permite leer las obras de Origenes y Rufino, con tal que se observe lo que sobre ellas dice san Jeronimo. Se prohibe leer las obras de los herejes y los escritos apéerifos, y entre estos : las actas del concitio Ariminense, bajo el em- perador Constancio; los Viajes de san Pedro, bajo el nombre de san Clemente; las actas de san Andrés, de santo Tomas, de san Pedro, de san Felipe; los Evangelios supositicios de san Tadeo, san Matias , san Pedro , Santiago, san Bernabé, santo Tomas , san Bartolomé y san Andrés. A los libros heréticos 6 apécrifos el concilio aftade algunos otros compuestos por ca- tdlicos , pero separdndose en ciertos puntos de los sentimientos ortodoxos : tales son cierlas obras de Lactancio, Arnobio, Clemente Alejandrino, Casiano, etc. 6. Fueron promulgados y dirigidos por san Gelasio 4 los obispos de Italia en el misino aio diversos reglamentos acerca del derecho canénico y la disciplina. Los desastres ocasiona- dos por las ultimas guerras habian relajado en extremo en este pais los lazos de la disciplina eclesidstica : el papa re- nueva los antiguos cinones respecto de las ordenaciones y la eleccion de sugetos. Abrevia sin embargo cl tiempo de los intersticios que hasta entonces se observaba entre la recepcion de los diversos érdenes : y asi cl ordenando sera desde luego ordenado de lector, notario 6 defensor (porque parece que estos tres cargos se conferian en la primera ordenacion); tres meses despues, acdlito ; seis mas, subdidcono ; 4 los otros nueve Bh s. GELASIO 1 (492-496). meses , didcono; y al cabo de-un aiio, presbiterc. Este era el- reglamento para los monjes que se deseaba elevar al sacer- docio : mas respecto de los /egos 6 seculares, el intervalo era mas Jargo, pues que no podian ser ordenados de presbiteros sino despues de pasados diez y ocho meses en los diversos grados de la jerarquia. Otros cinones hay que insisten mas sobre jas cualidades de los ordenandos : que estén bastante instruidos, aun en las letras humanas ; que no tengan ninguna deformidad fisica 6 defecto grave de cuerpo; que jamas hayan sido sospechosos de delito alguno; que no sean clérigos deser- tores, esto es, salidos de otra didcesis sin permiso de su obispo. Declara san Gelasio que se ha de despedir del clero 4 los convictos de haber entrado en é1 por dinero, cuya simonia se condena tanto en cl que da como en el que recibe. Se pro- hibe 4 las mujeres servir en el altar ni ejercer funciones pro- pias de los hombres. Se confirma la ordenanza de san Sim- plicio sobre el reparto de las rentas eclesidsticas en cuatro partes : la primera para el obispo, la segunda para los cléri- gos, la tercera para los pobres, la cuarta para la fabrica, yasos sagrados , etc., etc. — Se fijan las épocas de las ordena- ciones en Jos dias de ayuno del cuarto, séptimo y décimo mes; y al principio de la cuaresma : lo que aun se practica en la Iglesia. Solo debia conferirse el hautismo solemne en la Pas- cua y en Pentecostés; y no se habia de velar las virgenes consagradas a Dios sino en la Epifanfa, en la Pascua y en las fiestas de los Apéstoles, 4 menos de caer enferimas de peligro, y que deseasen morir con este consuelo. Los sacerdotes no han de elevarse mas alla de su rango : no han de bendecir el santo crisma, ni dar la Confirmacion; asi como tampoco con- ferir 6rdenes. Estos diversos reglamentos son del 41 de marzo de 494, [En la Coreccion de cdnones de la Iglesia hispana existe, bajo la ribrica Epistola txxxn, el decreto general del papa Gelasio dirigido los obispos de la Tuucania, Abruzos (Brutios) , y Sicilia. En Espafia fué recibido inmediatamente y colocado como uno de sus cinones. Contiene casi todo lo ex- puesto aqui, excepto el calalogo de las Escrituras y libros que CAP{TULG II. 53 se halla en la Epistola ci, que es del papa Ilormisdas. Ade- més, contiene otros muchos puntos importantisimes que omite el autor, y que pueden verse en dicha Corgccion.] 1. En el siguiente afio de 495, san Gelasio celebré un con- cilio en Roma de cuarenta y cinco obispos. Miceno, uno de los legados que habian faltado 4 la causa de la Iglesia en Constantinopla, afio 483, solicits su rehabilitacion. Se la otorgé el papa despues de haberle hecho anatematizar 4 Eu- tiques, Pedro Monge, Pedro Fulon y Acacio. No contento con proveer por medio de frecuentes concilios 4 la disciplina ¢ inte- gridad de Ja fe, Gelasio vigilaba no menos sobre Ja regularidad y pompa de la liturgia, A imitacion de san Ambrosio, com- puso himnos, prefacios y oraciones para el santo sacrificio y administracion de sacramentos. El Sacramentario que lleva su nombre, y que tiene derecho 4 creerse auténtico, 3e divide en tres libros; el primero titulado : Curso del ano; el segundo: Fiestas de Santos; y el tercero: Dominicas del aio. Contiene las misas de todo el afio y las formulas de los sacramentos. Este precioso monumento de la antigua liturgia prueba la existencia desde el quinto siglo de la mayor parte de los usos guardados en nuestro tiempo en la Iglesia romana. San Ge- lasio se esforzé tambien mucho en destruir una ceremonia idélatra que habia sobrevivido 4 la caida del paganismo y que no habian podido desarraigar sus ilustres antecesores. Se veian renovarse cada afio en medio de la Roma cristiana los desérdenes de las Lupercales, en cuyas fiestas los jévenes re- corrian las calles de Roma obscenamente y se entregaban 4 excesos de depravada licencia. Es carécter propio de todos los abusos arraigarse de tal modo en las costumbres popu- lares, que cuesta tanto mas desarraigarlos cuanto mas ab- surdos son. El empefio de este santo Pontifice contra las Le- percales le acarreé numerosos enemigos, aun entre los hom- bres ilustrados. El senador Andrdnico se hizo eco de los reclamantes, y escribié un tratado sosteniendo lo que era insostenible : Ilegd 4 atribuir la peste que entonces causaba estragos en Roma 4 la supresion de esta fiesta, gue habia 36 S. GRLASIO 1 (492-496). irritado , decia, los genios tutelares del imperio. Gelasio res- pondié 4 estos argumentos en una obra lena de expresion y elocuencia : « gNo se sacrificaba 4 la diosa Fievre, no se ce- » lebraban las Lupercales cuando tomaron los Galos 4 Roma? >» En el tiempo de las invasiones, cuando Alarico saqueaba 4 » Roma, gporqué Castor y Polux, 4 quienes todavia se obsti- » naban en adorar los paganos, no hicieron el mar y los vien- » tos propicios para que esta ciudad pudiera tener trigo en » abundancia? Decidme, vosotros que no sois ni cristianos ni » paganos, pero defensores de las Lupercales y de las can- ciones impuras, dignas 4 lo mas de una religion cvyo culto era tan vergonzoso, gqué bien ha producido esta supersti- cion al causar corrupcion tan espantosa? Pero me respondeis que se han tolerado las Lupercales despues del cristianismo. Mas no sabeis que no pueden curarse 4 la vez todas Jas enfermedades morales, como ni un médico puede volver instanténeamente la salud 4 un cuerpo debilitado? Se da principio por atacar los males mas graves para ir curdndolos todos. Por lo que 4 mi toca, usando de mi autoridad, ohe- dezco 4 mi conciencia : yo declaro 4 los cristianos que tales supersticiones son funestas y perniciosas; yo les prohibo seguirlas. Si mis antecesores hubiesen creido el momento » oportuno, habrian obrado como yo. Mas no me toca hablar » de su conducta, porque solo respondo de Ja mia ante el Juez » divino. » Se multiplicaba el celo de este docto papa por el triunfo de Ja justicia y de la verdad : y en medio de sus graves y numerosas preocupaciones, hallé tiempo de escribir obras sabias contra las herejias de Nestorio y Eutiques. 8. En un tratado Del anatema, que no pudo acabar por su fallecimiento, prueba ser ecuménico el concilio Calcedonense y Ja obligacion de someterse a é1 todos catélicos. Luego se pone esta objecion : « Si se recibe el concilio Calcedonense, » se tiene que recibirlo integramente, y en ese caso admitir » el privilegio de segundo rango otorgado y reconocido al » obispo de Constantinopla por su canon vigésiniooctavo. — » Toda la Iglesia, responde Gelasio, recibe lo que e) concilio v.uyryrvvvu ys ¥ wy CAPITULO 1. 37 » ha decidido de concierto con la autoridad de la Santa Sede; » mas lo que se ha resuelto contrariamente 4 Jas ordenes de » esta silla, y contradicho inmediatamente por los legados del » soberano Pontifice, ni fué jamds aprobado ni fué ratificado » nunca por el papa 4 pesar de las instancias del emperador » Marciano. Aun el mismo Anatolio, obispo entonces de Cons- » tantinopla, protestaba que Ja validez de esta sentencia pendia » de la aprobacion del Pontifice de Roma. Ahora bien, este, » lejos de confirmarla , se ha levantado formalmente contra » ella. Luego esta sentencia es nula de pleno derecho, y ha de » considerarse como no venido el dicho canon vigésimooctavo » del concilio Calcedonense. » Es muy notable el modo de ex- plicarse de este papa acerca de la division de las dos poten- cias, espiritual y temporal. « Antes de la venida de Cristo, » dice, no era imposible que se hallasen reunidos el sacerdocio » y el imperio en la misma persona, como nos lo ensefia la » Escritura en Melquisedech, rey y sumo sacerdote. Mas des- » pues del advenimiento de! que es verdaderamente Rey y » Pontifice 4 la vez, el emperador no ha llevado mas el nom- » bre de Pontifice, y no se ha atribuido tampoco el Pontifice » Ja dignidad real. Dios por miramiente d la flaqueza humana » ha separado ambas potencias, por manera qve estuviesen » sometidos los emperadores cristianos 4 los Pontifices en el » érden espiritual, y que los Pontifices estuviesen sometidos » 4 las 6rdenes de los emperadores en el drden temporal. » Esta division de ambas potestades prueba claramente que no puede un obispo estar ligado ni absuelto en materia espiritual por una potencia secular; por consiguiente que Pedro Monge, condenado por un tribunal eclesidstico, no habia podido ser absuelto ni rehabilitado por un decreto imperial de Zenon : tal es el sentido de la doctrina de Gelasio. Se ha querido ex- tender mas de lo justo el valor de las expresiones de este papa, y han pretendido ciertos novadores modernos encontrar en ellas una condenacion indirecta de la soberania temporal de la Santa Sede, tal como Ja han consagrado e! tempo y las necesidades de la sociedad. San Gelasio solo hablaba de las 58 S. GEtasio 1 (492-496). atribuciones especiales de cada potencia, cuyo dominio respec- tivo debe ser respetado reciprocamente por ambas : mas no por ello queria decir Gelasio que el papa, soberano espiritual, fuese, por solo este hecho, incapaz de poseer como rey tem- poral un dominio que asegure su independencia personal, en cuanto !o exijan el reposo y la paz de todas las naciones. 9. Corrian 4 la par en el papa san Gelasio la vida y la doc- trina : miraba Ja alta dignidad de que se hallaba revestido no como un mando sino como una servidumbre. Eran ocupacion suya de continuo la oracion y la meditacion de las sagradas Escrituras : su erudicion eclesidstica era prodigiosa, como lo prueba su voluminosa correspondencia y Jas obras que dejé escritas [y en parte hemos citado. Escribié diversas cartas y epistolas 4 los obispos de las Espavias (Hispaniarum Episco- pis, etc.). Fueron recibidas como cénones, y segun ellas se dirigia la disciplina en nuestras iglesias. Solo se han inser- tado dos en el cédice de los cénones de la Iglesia de Espatia, como decretos generaies que insertaban nuestros mayores en su cédice general; mas esto no obstaba el que las Epistolas peculiares 4 Espafia fuesen aceptadas y seguidas por nuestros prelados.] — Se complacia este papa en la compania de los siervos de Dios, con quienes conferenciaba largamente sobre las cosas espirituales. Miraba el menor descuido en los pre- lados como gran peligro para las almas : practicaba mortifica- ciones y ayunos como los mas severos anacoretas ; y aunque muy pobre, alimentaba millares de pobres. Moderacion, pa~ ciencia y prudencia eran la norma de su conducta en medio de las criticas circunstancias de su pontificado, que no fué largo, pues que murid en 2! de noviembre de 496, gober- nando solo cuatro aifos el timon de la Iglesia. Dionisio Exiguo nos ha’ dejado esevita su vida sacada de testigos de vista. Habia prescrito como costumbre obligatoria la comunion bajo de ambas especies, con el objeto de combatir con la practica la doctrina de los Maniqueos de este tiempo, que aborrecian el vino porque, decian, era la hiel del princi e de las tinieblas y del diablo creado. Estas eran sus expresiones. Se conservé CAPITULO LL. 59 este uso de comulgar bajo de ambas especies todos los fieles hasta el siglo x1: desde esta época principié 4 abotirse esta costumbre, que fué enteramente abolida por el concilio Cons- tanciense en 1416. Sin embargo, conforme al concilio Tri- dentino, fué otorgada esta prerogativa 4 los reyes de Francia el dia de su consagracion; 4 los didconos y subdiiconos de algunas iglesias en los domingos y fiestas, § Il. PONTIFICADO DE SAN ANASTASIO IT (28 de noviembre de 496-16 de noviembre de 498). 140. A los siete dias de la muerte de Gelasio, fué elevado 4 Ja silla de san Pedro en 28 de noviembre de 496 Anastasio II, de origen romano. En medio de los dolores que 4 Ja sazon experimentaba la Iglesia de Dios, en Oriente, por el cisma griego ; en Africa, Italia, Espatia y las Galias, por la invasion de los pueblos birbaros , infestados de arrianismo 6 de idola- tria, recibia la Esposa de Cristo dos grandes consuelos : la herdica perseverancia de la primera nacion cristiana de Oriente, Ja Armenia; y la conversion de la primera nacion cristiana del Occidente, la Francia. El sistema de los reyes de Persia para aniquilar el catolicismo en !a Armenia habia sido por mucho tiempo el de persecuciones sangrientas y declaradas abier- tamente. Alli, como en el imperio romano, la sangre se con- vertia en nuevo semillero de cristianos. Hacia el afio 480 habia penetrado en la Armenia el nestorianismo, llevado de la Meso- potamia, 4 donde acudian los jévenes 4 aprender las humani- dades y las ciencias en las escuelas de Edesa. Entre los mas ardientes sectarios del error, habia un hombre de mucha do~ blez, astucia, destreza y osadia, llamado Barsumas ; tanto, que 4 fuerza de intrigas y supercherias logré ser hecho obispo de Nisiba. Para captarse el favor de Peroses, rey de Persia, le insinué Barsumas la idea de mudar de sistema en sus perse~ cuciones contra los cristianos de Armenia, y de obligar 4 los cristianos, no ya 4 abrazar la religion de Zoroastro, sino la doctrina de Nestorio. Para atraer 4 su partido gentes sin CAPITULO IL. 59 este uso de comulgar bajo de ambas especies todos los fieles hasta el siglo xu: desde esta época principié 4 abolirse esta costumbre, que fué enteramente abolida por el concilio Cons- tanciense en 1416. Sim embargo, conforme al concilio Tri- dentino, fué otorgada esta prerogativa 4 los reyes de Francia el dia de su consagracion ; 4 los didconos y subdiiconos de algunas iglesias en los domingos y fiestas, § I. PONTIFICADO DE SAN ANASTASTO IT (98 de noviembre de 496-16 de noviembre de 488). 40. A los siete dias de la muerte de Gelasio, fué elevado 4 Ja silla de san Pedro en 28 de noviembre de 496 Anastasio II, de origen romano. En medio de los dolores que 4 la sazon experimentaba la Iglesia de Dios, en Oriente, por el cisma griego ; en Africa, Italia, Espafia y las Galias, por la invasion de los pueblos birbaros, infestados de arrianismo 6 de idola- tria, recibia la Esposa de Cristo dos grandes consuelos : la herdica perseverancia de Ja primera nacion cristiana de Oriente, Ja Armenia; y la conversion de la primera nacion cristiana del Occidente, la Francia. El sistema de los reyes de Persia para aniquilar el catolicismo en la Armenia habia sido por mucho tiempo el de persecuciones sangrientas y declaradas abier- tamente. Alli, como en el imperio romano , 1a sangre se con- vertia en nuevo semillero de cristianos. Hacia el afio 480 habia penetrado en la Armenia el nestorianismo, llevado de la Meso- potamia, 4 donde acudian los jévenes 4 aprender las humani- dades y las ciencias en las escuelas de Edesa. Entre los mas ardientes sectarios del error, habia un hombre de mucha do- blez, astucia, destreza y osadia, Wamado Barsumas ; tanto, que 4 fuerza de intrigas y supercherias logré ser hecho obispo de Nisiba. Para captarse el favor de Peroses, rey de Persia, le insinué Barsumas la idea de mudar de sistema en sus perse+ cuciones contra los cristianos de Armenia, y de obligar 4 los cristianos , no ya 4 abrazar la religion de Zoroastro, sino la doctrina de Nestorio. Para atraer 4 su partido gentes sin 60 s. anastasto m (496-498). vocacion verdadera, Barsumas hizo decretar, en un concilia- bulo, que fuese permilido 4 los clérigos casarse, y aun 4 los obispos y patriarcas; y para decidirlos, se caso él mismo. Ha- biendo excomulgado el metropolitano de Seleucia 4 Barsurnas, este remitié la sentencia al rey de Persia, el cual mandé sus- pender al metropolitano del dedo anular atado & una viga derecha , y azotarle hasta morir : Barsumas logré ademas la facultad de perseguir dlos catdlicos , por satisfacer asi su ven- ganza. Se hicicron matar hasta siete mil y setecientos. Cristobal, patriarca de Armenia, informado de los progresos de Ja he- rejia y Jos males causados por la furia de un apéstata vil, se apresur6 d escribir circulares a todos los paises de su jurisdiccion para precaverlos del contagio nestoriano : y el espiritu de los pueblos estaba tan apegado 4 la fe catélica , que Barsumas no hallé otro medio para pervertirlos que apelar al ejército persa como auxilio para sus predicaciones. Pero los Armenios, llenos de confianza en la intercesion de los gloriosos mirtires que desde dos siglos hacia habian dado su vida por la fe de sus padres, se levantaron en masa y protestaron que preferian morir todos un dia en un campo de batalla, antes que presen- ciar por mas tiempo las continuas humillaciones que la Iglesia padecia bajo el yugo de los Persas. En 481 fudé vencido y des- truido por el pueblo armenio cl ejército persa de Peroses, é igual victoria contra este logré aquel en el siguiente atio de 482 por la primavera. 441, Fué Macabeo de la Armenia en esta ocasion y héroe de estas guerras el general Vahan, descendiente de una fa- milia imperial de la China, refugiado en este pais. Vahan pro- siguié sus hazaiias con indomable perseverancia : no le des- alentaban los reveses, ni el buen éxito de sus victorias le hacia imprudente. Sostuvo hasta la muerte de Peroses , acae- cida en 484, los empefios combinados de toda la Persia. El sucesor de Peroses , espantado de lucha tan gigantesca, en la cual el pueblo habia jurado morir antes que renegar de su fe, hizo proponer 4 Vahan condiciones honrosas de paz. Se le reconocié 4 la Armenia el derecho de ser catélica y no inquie- CAPITULO I. 61 tada en el culto de su religion : fueron destruidos todos los templos paganos, y se obligaron los Persas 4 no intentar ya hacer prosélitos del culto de Zoroastres entre los Armenios. Fué concluido el tratado de paz entre ambas partes, y firmé en nombre de su pais el general Vahan, 4 quien se le otorgé el titulo de gobernador general de la Armenia. Cuando el héroe volvié a Ja capital, Dovin, el venerable patriarca Juan Mutacuni, seguido de todo su clero, y llevando en procesion las reliquias de san Gregorio el Iuminador, el pueblo de la ciudad y sus vecindades, y en fin el ejército con que Vahan habia conquistado la independencia de su patria, le salieron al encuentro. Todo este inmenso acompafiainiento entré en la ciudad, y en Ja catedral de Dovin se ofrecieron 4 Dios solemnes fiestas en accion de gracias. A pesar de la majestad del templo y de sus ceremonias, el pueblo no pudiendo contener su inde- cible entusiasmo aclanié infinitas veces al héroe modesto, que no pudo lograr un momento de silencio sino para ir 4 poner en el altar del Dios de los ejércitos una espada consagrada en su defensa. 42, Mientras que la Armenia conquistaba, 4 fuerza de gloria, el derecho de quedarse cristiana, la nacion de los Francos, que mas tarde debia de lamarse /a hija primogénita de la Iglesia, se convertia & la fe. Gregorio Turonense, historiador de los tiempos primitivos de esta raza gloriosa, habla muy parcamente de los primeros pasos de los Francos en las Ga- lias. « Se cuenta, dice, que entonces un tal Clodion, poderoso » y distinguido en su pais, fué rey de los Francos : habitaban » d la sazon en Dispargo, sobre la frontera de los Turingianos » de Tongres : ocupaban los Romanos los paises que se exten- a dian desde el mediodia hasta el rio Loira; y al otro lado » norte del Loira el pais pertenecia 4 los Godos. Los Borgo- > flones, apegados tambien al arrianismo, habitaban en los bor- > des de] Rhin, que pasa por Leon. Clodion, habiendo enyiado »espias a la ciudad de Cambray y examinado sus cercanias, » deshizo 4 los Romanos y se posesiond de Ja plaza : un poco » mas tarde conquisté todo e] pais hasta el rio Soma. Algunos 62 s. anasTasio 11 (496-498). » sostienen que el rey Meroveo, que tuvo por hijo 4 Chil » derico, era de la raza de Clodion. » Clodoveo, hijo de Chik derico, no mandaba aun en 484 sino 4 la corta-tribu de los Francos de Tournay , cuando deshizo en Soissons al patricio romano Siagrio, en 486. Ilabil politico y guerrero intrépido, Clodovec, aun pagano, estimaba en mucho ganarse al clero catélico, cuya santa y saludable mision é influencia respetabe. Evitaba pasar con su ejército por las grandes ciudades que le habian enviado su sumision : y era e} solo medio de salvar del saqueo 4 los conventos é iglesias, donde habia recogido in- mensas riquezas la piedad de les fieles. Sin embargo una de las iglesias de Reims, cuyo obispo era san Remigio, uno de. los prelados galos mas célebres , fué presa de la rapacidad de algunos francos desbandados. Lievaronse en sus despojos una alhaja sagrada de belleza y magnitud particular. Apenas lo supo san Remigio, diputé ciertos clérigos 4 Clodoveo recla- mando la sagrada alhaja. Muy satisfecho Clodoveo de prestar servicios 4 tal prelado, le envié 4 decir con sus diputados: « Ve- » nid conmigo 4 Soissons, y si se halla alli el ohjeto saqueado, » 0s le devolveré. » A pocas vueltas se descubrié el vaso pre- cioso entre los despojos amontonados bajo de una tienda en medio de la plaza. « Buenos compafieros, dijo entonces Clo- » doveo 4 los Francos que le rodeaban, no Jlevaréis 4 mal que » tome yo esa alhaja por volvérsela 4 quienes la reclaman. » Log oficiales y soldados exclamaron : « ;Cémo! yes que no » podeis tomarla sin pedirnosla? , Es que no scis nuestro amo » y lo que tenemos no os pertenece? — No, replicé dspera- » mente un guerrero brutal y envidioso, no tomaréis ese vaso » sino cuando. os toque por suerte. » Y con un golpe de ma- chete lo quebré. Clodoveo callé, tomé y reunié Jos trozos y” se los envid 4 san Remigio. Un afio mas tarde , pasando en revista 4 los Francos en un campo de marzo (asamblea anual de los guerreros en este mes) , reconocié al soldado cuyo gro- sero atrevimiento invocé la ley del reparto. « No hay en todo » el ejército armas peor arregladas ni menos corrientes que » las tuyas; tu broquel, tu espada, tu hacha y machete mues- CAPLIULO U1. 63 » tran tunegligencia y cobardia, y arrancindole su hacha de las » manos la arrojé 4 tierra. » Abajése el soldado para recogerla, pero Clodoveo levantando la suya ‘en alto, la descarg6 sobre él partiéndole la cabeza, y diciéndole : « Esto es lo que tt has » hecho en Soissons. » Esta ejecucion sangrienta, hecha por manos del mismo rey, repugnaria sumamente 4 nuestras mo- dernas costumbres ; entonces solo se miré como rigida para mostrar los miramientos que se han de tener con los venci- dos, — San Remigio tenia secreta esperanza de convertir 4 la fe dun principe cuyo poder aumentaba con su fama, y que muy en breve habia de someter las Galias : y crey6 que seria me- dio muy oportano casar 4 Clodoveo con una mujer cristiana, Dispuso pues su casamiento con una princesa, tan distinguida por su virtud como por su nacimiento, y cuya memoria habia de ser tan grata 4 todos los Franceses, y que la Iglesia vene- raria un dia como santa. Esta era Clotilde, sobrina de Gonde- baudo, rey de los Borgofiones. Educada en wna corte arriana, ala vista de un tio que habia mandado degollar 4 su padre y 4 su madre por apoderarse de sus tesoros , Clotilde empero era catdlica, y la santidad de su vida correspondia 4 la pureza de su fe. Hecha reina de los Francos, gané con sus virtudes y gracias naturales e! corazon de su esposo Clodoveo ; y no se valié de la confianza ilimitada de este en ella sino para iv apar- tindolo insensiblemente de la idolatria : y aun llegé un mo- mento en que estaba ya casi decidido, cuando sobrevino un fatal acontecimiento que le quité esta buena idea, y era que su primogénito Ingomaso , bautizado catélico, murié Hevando aun la vestidura blanca de los recien bautizados. Clodoveo reproché amargamente 4 Clotilde diciéndole. « Si el nitio hu- » biese sido consagrado 4 mis dioses, viviria aun. » Sin em- bargo Clodoveo se calmé, y mas tarde dejé se bautizara 4 su segundo hijo llamado Clodomiro. Cayé tambien enfermo este nitio, y pasaba crueles tormentos Clotilde. Clodoveo Ja acu- saba de haber causado Ja muerte de ambos hiios. Sin embargo, Clodomiro no murié; mas su padre se qued6 con alguna des- confianza, Convenia e] que una conyersion cuyas consecuen- 64 8. ANasTasio 11 (496-498). cias habian de ser tan trascendentales, fuese acompafada de circunstancias que probasen con evidencia 4 los pueblos que era obra de] Todopoderoso , y un hecho venido del cielo mismo. 43. En 496, muchas bandas suévicas, designadas bajo el nombre genérico de Alemanes, pasaron el Nhin por Colonia, invadiendo el tervitorio de Sigiberto , jefe de los Ripuarios. Clodoveo acudid al socorro de Sigiberto, armé d sus Francos y fué volando hacia el rio. Se encontraron los dos ejércitos enemigos cerca de Tolbiac ( Tu/péck en el ducado de Juliers). Terrible fué el choque entre dos naciones igualmente bravas y ansiosas de gloria y libertad. Una herida, recibida por Sigiberto en medio de la refriega, desordend y desalenté & los snyos, y ef terror se propag6 réipidamente por todas las filas. Clodoveo , viendo la batalla perdida, exclamé : « O Dios » 4 quien adora Clotilde, no tengo otro recurso sino 4 Vos. Si » me dais victoria, creeré en Vos, y me haré bautizar en « yuestro nombre. » A estas voces, 4 este volo solemne pro- nunciado con voz enérgica, renace prodigicsamente el valor y dnimo en el corazon de los abatidos Francos. Clodoveo, ani- mado de un nuevo fuego, recoge sus gentes, y se precipita 4 toda carrera contra los enemigos. El espanto pasa @ las filas de estos, son confundidos, vencidos, destrozados ; su rey cae muerto y la mayor parte del ejército queda tendida en el campo de batalla (afio 496). De vuelta 4 sus Estados despues . de esta victoria, Clodoveo se hizo catequizar é instruir por san Remigio y san Wasto, este tiltimo monje de las cercanias de Toul. Leyéndole cierto dia san Remigio la Pasion de Cristo, Clodoveo con su simplicidad de guerrero le interrumpié: « ; Ah! » si yo hubiera estado alli con mis Francos! » Y en otra oca- sion, insistiendo san Remigio por que se decidiese en fin 4 abrazar el catolicismo, le respondié : « Yo lo haria muy de » corazon ; pero el caso es que el puchlo que me obedece no » quiere renunciar 4 sus creencias. Yo iré pues; y de parte » vuestra le hablaré.» Y en efecto junté una asamblea general de los jefes, y apenas hubo pronunciadc algunas frases, todos CAPITULO ne 68 log Salienos presentes respondieron 4 una voz: « Nosotros » renunciamos 4 dioses mortales ; y solo queremos adorar al *» Dios de Remigio. » El santo obispo, colmado de jubilo, lo preparé todo para el bautizo del rey y de los Francos. Ayu- dado de san Wasto, continué ensefidndoles, y les hizo obser- var segun los cdnones algunos dias de ayuno y de abstinencia. Se adornaron con magnificencia las pilas de la iglesia de San Martin de Reims : la nave fué tendida toda de cortinas blancas, color simbélico que brillaba tambien en las vestiduras de Clo- doveo y de los demas catectimenos escogidos entre los Salienos mas sobresalientes. Todas las calles fueron alfombradas en la noche de Navidad de 496 , desde el palacio real hasta Ja cate- dral; la iglesia estaba hecha una llama con tantos millares de cirios encendidos. El acompafiamiento se dirigié hacia la cate- dral, con la cruz y el libro de los Evangelios delante, llevados procesionalmente. San Remigio Ievaba al rey de ‘la mano : la reina Clotilde iba acompafiada de las dos princesas hermanas de Clodoveo, Albofleda y Lanthilde. Mas de tres mil oficiales y sefiores de la corte, vestidos de blancos ornamentos, iban Arecibir tambien con cl rey el bautismo. Clodoveo, aténito de la pompa que se habia desplegado por do quiera esta noche memorable, pregunté ingenuamente al santo obispo : « Padre » mio, ges este el reino de Cristo en que me habeis prometido » inlroducirme? — No, hijo, respondié san Remigio, esto no » es sino la entrada del camino que nos lleva a él. » Llegados 4 la santa pila, el rey pidid la gracia de ser regenerado en estas aguas saludables. E! obispo le respondié : « Inclinad vuestra » cabeza, y humillad vuestra frente, valeroso Sicambro ; qne- » mad lo que habeis adorado, y adorad lo que habeis quemado. » Y en seguida, habiéndole hecho confesar la fe de la Trinidad , le bautizé y le ungié con el crisma sacrosanto. Los tres mil Oficiales y los demas soldados 6 sefiores que acompataban al rey, sin contar ademas las mujeres y los niios, fueron bau- tizados al mismo tiempo por los obispos y sacerdotes asistentes. Albofleda recibié el bautismo, y Lanthilde, que era cristiana , pero arriana, abjuré el arrianismo y fué reconciliada y recibié Mt. B 66 s. anastasto u (496-498). el santo crisma. Clodove6 no quiso que los gozos de una noche tan feliz fuesen interrumpidos con lagrimas de desgraciados , y asi habia ya mandado, y lo ejecuf6 en esta circunstancia, poner en libertad 4 todos los cautivos ¢ hizo grandes larguezas 4 las iglesias. Esta Noche Buena, que alumbré el nacimiento de los Francos 4 la vida de la fe, se ha recibido desde entonces en Francia como una fiesta de familia. ;Pascua de Navidad! era el clamor de regocijo, y el grito de guerra entre nuestros antepasados. 14, Nos hemos extendido acerca de este acontecimiento por natural sentimiento de complacencia muy facil de suponer, y ademas porque todo el universo catélico le acogié con trans- portes de jibilo. £1 papa san Anastasio recibié tanto mas pla- cer con esta noticia, cuanto que se prometia hallar en Clodoveo un poderoso protectbr de la Iglesia. Por el contrario, el empe- rador Anastasio en Oriente se habia puesto en manos de los Enutiquianos; Teodorico, en Italia; Alarico II, rey de los Visi- godos, en Espafia y la Aquitania; Gondebaudo, rey de los Borgofiones, en las Galias; Trasimundo, rey de los Vandalos en el Africa, hacian profesion del arrianismo. El papa escrihié 4 Clodoveo en los términos siguientes : « Nos felicitamos, glo- » rioso hijo, de que vuestra conversion 4 la fe cristiana haya » concurrido con nuestra promocion al pontificado... Glorioso » é ilustre hijo, sed el consuelo de vuestra madre la Iglesia; » sostenedla como inexpugnable columna; porque en época » ep que se resfria la caridad de muchos yen que el bajel de la » Iglesia y la barca de Pedro se ven furiosamente combatidos » por la borrasca , esperamos contra toda esperanza humana, » y alabamus al Sejior de que os haya sacado del poder de las » tinieblas para dar 4 su Iglesia en la pe.sona de tan gran » principe un protector capaz de defenderla contra todos sus » enemigos. » San Avito, obispo de Viena (Allobrogorum), aunque subdito de Gondebaudo, escribié tambien & Clodoveo, felicitandole por su conversion. « No ha sucedido sin misterio » de la gracia el que la luz de Ja fe haya comenzado 4 brillar » en yuestra nacion, el mismo dia del nacimiento del Salvador. CAPLYULO II. 67 » Convenia fueseis regenerado en el agua del santo bautismo » el mismo dia en que el Sefior del cielo nacié segun la carne » en la tierra para salvacion del género humano. ; Cuan fe- » cunda ha sido esta sagrada noche en consuelos para la Iglesia! » ; Qué especticulo tan sublime ver i esa cabeza, temida de » tantas naciones, inclinarse ante los siervos de Dios; 4 esa » cabellera, crecida bajo el casco militar, recibir con Ja uncion » santa el casco de salvacion; 4 ese guerrero desarmarse por > un tiempo de su coraza por revestirse de las vestiduras » blancas del nedfito!... Aunque de pais ajeno, vuestra gloria » toca tainbien 4 los nuestros; y cada vez que combatis, alean- » zamos nosotros ja victoria! » — No se frustraron las espe- ranzas de san Anastasio ni de san Avito: la espada de Fran- cia, desde Carlos Martel hasta nuestros dias, ha protegido continuamente 4 la Iglesia. —San Avito, cuyas palabras 4 Clodoveo hemos citado, era nieto del emperador Avito é hijo del senador [esiquio, el cual despues de su casamiento fué elevado 4 la silla episcopal de Viena, despues de la muerte de san Mamerto. San Avito habia sucedido 4 su padre Hesiquio en la referida silla, en 490; y su hermano mayor, Apolinar, fué tambien obispo de Viena. Avito, 4 mas de su ilustye naci- miento y familia, se distinguia sobre todo por sus talentos y eminentes virtudes : fué muy buen poeta cristiano. Tenemos de 61 seis poemas muy notables : cl 1°. sobre la creacion : el 2°. sobre la caida del hombre; el 3°. sobre la expulsion de nuestros primeros padres de] Paraiso; 4°. sobre el diluvio; 5°. sobre el transito del mar Bermejo; y 6°. sobre la virgini- dad. Los tres primeros forman una epopeya completa que pu- diera intitularse el Paraiso perdido. Estas obras debieran ser mas conocidas de lo que son, al menos en las escuelas cris- tianas. 43, Continuaba siendo deplorable la situacion de la Iglesia en Oriente. El papa Anastasio II se habia aprovechado de una embajada que Teodorico enviaba 4 Constantinopla para agre- garle dos legados, los obispos Cresconio y Germano , encarga- dos de hacer nuevas instancias al emperador para lograr la 68: s. Siwaco (498-544). supresion de los nombres de Acacio y Pedro Monge en los sa- cros dipticos, asi como para la extincion del cisma. Frofunda sensacion produjo en el Oriente la llegada de los legados: y fueron desde Alejandria dos sacerdotes 4 Constantinopla para verificar, de mutuo convenio, la reconciliacion de la silla de san Mareos con la Santa Sede. Los legados estaban encargados de remitir at papa la profesion de fe del clero alejandrino. Macedonio , patriarca de Constantinopla, parecié dispuesto 4 apoyar una pacificacion durable : queria enviar al papa letras sinodales en las que se pusieran las bases de la futura nego- ciacion ; pero la inflexible tenacidad del emperador Anastasio rompié toda esperanza. Se opuso redondamente al deseo de Macedonio, y le prohibié bajo pena de destierro comunicar con la Silla apostélica, « porque no queria oir hablar de aco- » modamiento, 4 menos que e! papa suscribiese al Hendtico de » su antecesor Zenon. » Segun parecer de algunos escritores , queria engafiar al soberano Pontifice trayéndole con promesas insidiosas 4 faltar 4 la causa de Dios y de la verdad. Muy poco conocia este emperador la indefectibilidad de la catedra de Pe- dro, contra la cual no habia de prevalecer jamis el inferno: y aun conpcia menos el noble cardcter de san Anastasio, que por entonces estaba sentado en ella. Al regreso de los legados, el piadoso papa habia dejado de vivir, cl 16 de noviembre . de 498. — Durante su corto pontificado did pruebas de su celo por la propagacion de la fe, su sabiduria y prudencia en las resoluciones. Consultado por los catélicos de Constantinopla acerca del bautistno conferido por Acacio y sus partidarios, respondié que los sacramentos del Bautismo y del Orden, aun conferidos por un obispo excomulyado y suspenso, eran vili- dos, y que no debia de inquietarse 4 4 les que los habian re- cibido. $I, PONTIFICADO DE SAN SiMACO (22 de noviembre de 498-19 de julio de 614). 46. Fué elegido sucesor del papa san Anastasio II el did- cono Simaco, en 22 de noviembre de 498. Un emisario del caPiroLo I. 69 emperador de Oriente, el senador Festo, encargado secreta- mente por este principe de Jograr de la Santa Sede la aproba- cion del Henético de Zenon, pudo ganar algunos de los elec- tores con dinero é intrigas , y les hizo elegir al mismo tiempo al arcipreste Lorenzo, que habia contraido ciertos empefos con Anastasio. Los dos fueron pues ordenados en el mismo dia : Simaco, en la basilica de Constantino ; y Lorenzo en la de Santa Mavia la Mayor. Y asi ese pretendido edicto de union, que ya habia separado el Oriente del Occidente, iba a dividir la Iglesia romana ; y el cisma de Constantinopla , transportado 4 Roma, amenazaba causar en ella la guerra civil. Era nece- sario un remedio pronto : el solo legitimo y canénico hubiera sido la conyocacion de un concilio de los obispos de Italia , pero su convocacion exigia muchos meses, y ya ensangren- taban las calles de Roma colisiones y asesinatos. Hubo pues que reducirse 4 proveer al mal de otro modo. Fué conve- nido que Simaco y Lorenzo irian 4 Ravena, 4 someterse 4 la decision , al juicio del rey Teodorico. Este principe , aunque arriano, habia dado en mil circunstancias pruebas inequivocas de su respeto 4 la Iglesia. Su primer ininistro Casiodoro era catdlico decidido y fervoroso. Los reglamento$ que acababa de publicar en nombre de su rey Teodotico ; su reputacion de virtud, justicia y sabiduria le habian hecho célebre en toda la Italia y hecho mirar como modelo de ministros. Estas conside- raciones mavieron sin duda al clero romano 4 poner al juicio de la corte de Ravena una causa puramente eclesiastica : y el acontecimiento justificé lo cuerdo de esta medida. Teodorico, conformindose con el parecer de Casiodoro, declaré que la autoridad pontifical pertenecia al que habia sido electo el pri- mero, y que contaba mayor numero de votos. Simaco reunia ambas condiciones; fué pues reconocido papa legitimo, y entré inmediatamente en el ejercicio de su autoridad. El primer acto de su pontificado fué convocar un concilio en la basilica de San Pedro para el 1°. de marzo de 499, para arreglar en él el modelo de ia eleccion de los papas, y evitar se renova- sen las intrigas y facciones que acababan de acontecer : asis- 70 s. simaco (498-314). tieron 4 este concilio setenta y dos obispos, setenta y tres presbiteros y cinco didcones. Se formularon en él tres einones relativos 4 la eleccion de los soheranos Pontifices ; el primero de- eretaba: que «si algun sacerdate, didécono 6 clérigo fuese con- » vencido de haber dado 6 prometido, viviendo aun el papa y » sin su participacion, su voto para el pontificado dalgun preten- » diente, sea por escrito, sea por juramento de viva voz, serd » inmediatamente depuesto de toda funcion eclesidstica. » La segunda regla es que « si el papa muriese repentinamante sin » haber podido proveer a Ja cleecion de sucesor, seré consa- » grado el que hubiere reunido los yotcs de todo el clero : si > hubiere division de sufragios, ganara la mayoria de votos. » El tercero manda « revelar las intrigas culpables de que se » pudiera tener conocimiento, de cualquier modo que sea; > prometiendo a los cémplices que hicjeren esta revelacion , Ja absolucion del erimen en que hubieren tomado parte, para quitar 4 los autores de estos vergonz0sos manejos toda espe- ranza de secreto y de impunidad. Estos decretos fueron firma- dos por todos los obispos, presbiteros y didconos presentes. Se encuentra entre estos nombres el del arcipreste Lorenzo, del titulo de Santa Praxedes, clecto antes antipapa. 17, Este ambicioso arcipreste habia prometido 4 Festo que si llegaba a ser papa, accederia 4 Jos deseos del emperador Anastasio y suscribiria al Hendtico de Zenon. Despues del juicio de Teodorico, que confirmaba Ja eleccion de Simaco, Lorenzo parecié arrepentirse de su conducta : asi es que tomd parte en Jos trabajos del concilio, y Simaco le confirié el titulo de obispo de Nocera. Parecia pues enteramente acabado el cisma. Pero Festo, interesado en complacer al emperador Anastasio, y no hallando en Simaco la complacencia que hu- biera deseado, volvié 4 encender el fuego de la discordia. En 300, volvié Vesto 4 lamar & Lorenzo, y de concierto con él sohorn6 falsos testigos que acusasen 4 Simaco de adulterio, y de concusion en la administracion de los bienes de la Iglesia. Se dirigieron estas quejas 4 Teodorico. El rey de los Ostrogodos encargé 4 Pedro, obispo de Altino, que informase, en Roma fAPITULO IL. UW mismo, acerca de los hechos alegados. Mas Pedro, olvidando sus deberes y lo que debia 4 Simaco, se eché del lado del anti- papa y sus partidarios. Simaco se vid en tanto peligro, que tuvo que quedarse como enverrado en la basilica de San Pedro. En tan tristes coyunturas , los catdlicos de Roma, deseosos de salvar al papa de su opresion, recurrieron 4 Teodorico y le suplicaron remitiese la decision 4 un concilio numeroso de obispos de toda la Italia. Teodorico envid pues 4 los obispos de la Emilia, Liguria y Venecia cartas convocatorias : pero estos prelados dieron entonces un noble ejemp!o de fidelidad y adhesion d la Santa Sede. Respondieron al rey que perte- necia tinicamente al papa la convocacion de los concilios ; que esta prerogativa le competia como primado de la catedra de san Pedro; que el derecho candnico estaba explicito en este punto, y que era inaudito en la Iglesia el que un papa estu- viese sometido al juicio de sus inferiores. Teodorico, para esquivar esta objecion, rogé i Simaco escribiera é| mismo 4 los obispos inviténdoles al concilio. Correspondiendo 4 este amamiento, se juntaron en Roma, en julio de 501, ciento y “quince prelados. Cuando hubieron tomado asiento en Ja basi- lica de Julio, Simaco entré en la iglesia, agradecié 4 Teodo- rico la convocacion del concilio , que él mismo habia deseado, yen presencia de todos los Padres, les di autoridad para juzgar Ja causa. Tales son las expresiones del concilio. La ciudad estaba alborotada, y el tumulto, -fomentado por Festo y los partidarios del antipapa Lorenzo , aumentaba de dia en dia. Simaco fué insultado, un dia que venia al concilio, por una tropa de foragidos, que asaltaron 4 su acompafiamiento é hirie- ron d varios de sus sacerdotes. Teodorico, informado de esto, envié varios oficiales para castigar 4 los revoltosos; y al propio tiempo escribié 4 los Padres del concilio una carta donde se echa de yer la elevacion de sentimientos de su ministro Casio- doro. « Si hubiese estado en {as atribuciones de mi autoridad, » decia el rey, conocer por mi mismo de este negocio, hubiera » podido terminarlo yo, con la gracia de Dios, con general sa- » tisfaccion. Pero es la causa de Dios y de sus ministros, y hé 72 s. simaco (498-§14). » aqui porqué os he reunido para examinarla; porque no he » creido yo me tocase decidir negocios eclesidsticos. Dad pues » yuestra sentencia segun lo inspire vuestra conciencia, y » restableced asi la paz en el senado, clero y pueblo de Roma.» El concitio, despues de haber profundizado la cuestion, y sido convencido. de que Simaco habia sido legitima y candnica- mente elegido ; que no era de modo alguno reo de los cri- maenes que se le imputaban, celebré su ditima sesion, comun- mente llamada Sinodo de la Palma, del nombre de la iglesia donde los obispos estaban reunidos. Se reconocié solemnemente la autoridad de Simaco, quedé proclamada sn inocencia, y declarada su comunion como comunion de la Iglesia catdélica. « Los clérigos que se han separado de él y que han formato » cisma, dicen los Padres, le dardn satisfaccion en desagravio, » 6 implorarin su misericordia parva alcanzar el ser restable- » cidos en sus funciones eclesidsticas. El que, despues de este » juicio, osare ejercer el santo ministerio sin estar unido de » comunion con Simaco, serd castigado canénicamente como » cismilico. » Los debates ocurridos con motivo de la promo- cion de Simaco habian traido 4 colacion la protesta presen—" tada por el patricio Basilio en nombre del rey Odoacro, des- pues de la muerte de san Simplicio, reclamando el derecho de confirmar 6 anular la eleccion de los romanos Pontifices : hasta esta época no se habia examinado juridicamente este me- morial. Otro concilio, celebrady en Roma el afio 502 por el papa san Simaco, decidié e! valor de tal pretension. « Tal escrito, » dicen los Padres, no ha podido obligar 4 ningun romano’ » pontifice, porque nadie tiene derecho de establecer leyes en » la Iglesia sin el consentimiento del papa. Si los cénones y » la tradicion de los santos Padres han declarado nulo lo que » obispos de una provincia intentaren hacer sin la autorizacion » del metropolitano, ,cudnto mas nulo no sera lo que hubie- » ren decidido legos en materias eclesiisticas sin el concurso » del obispo, que posee con la prerogativa de Pedro la pri- » macia del sacerdocio en el mundo catsélico , y cuyo consenti- » miento es indispensable para dar fuerza de ley 4 los decretos

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