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C. WRIGHT MILLS LA IMAGINACION SOCIOLOGICA Prologo de Gino Germant Epilogo de Topo Grruw Be FONDO DE CULTURA ECONOMICA MExIco I. LA PROMESA Hoy Ex pia los hombres advicrten con frecuencia que sus vidas privadas son una serie de alagazas. Se dan cuenta de que en sus ‘mundos cotidianos no pueden vencer sus dificultades, y en eso mu- chas veces tienen toda la razén: lo que los hombres corrientes saben’ Girectamente y lo que tratan de hacer esta limitado por las érbitas privadas en que viven; sus visiones y sus facultades se Himitan al ha- ‘itual escenario del trabajo, de la familia, de la vecindad; en otros medias, se mueven por sustitueién y son espectadores. Y cuanto sds cuenta se dan, aunque sea vagamente, de las ambiciones y de Jas amenazas que trascienden de su ambiente inmediato, mAs atra- ppados parecen sentirse. Por debajo de esa sensacién de estar atrapados se encuentran cambios aparentemente impersonales de la estructura misma de so- ciedades de dimensiones continentales. Los hechos de la historia contempordnea son también hechos relativos al triunfo y al fracas de hombres y mujeres individuales. Cuando tna sociedad se indus- trializa, el campesino se convierte en un trabajador, y el sefior feu dal es liquidado 0 se convierte en un hombre de negocios. Citando has clases suben o bajan, un hombre tiene trabajo 0 no To ticne; cuando la proporcién de las inversiones aumenta 0 disminuye, wn hombre toma nuevos alientos o se arraina. Cuando sobrevienen guerras, un agente de seguros se convierte en un lanzador de cohe- tes, un oficinista en un experto en radar, las mujeres viven solas y los nifios crecen sin padre. Ni la vida de un individuo nila his- toria de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas. Pero los hombres, habitualmente, no definen las inquietudes ‘que sufren en relacidn con los cambios histéricos y las. contradic- ciones institucionales, Por lo comtin, no imputan el bienestar de que gozan a los grandes vaivenes de Ia sociedad en que viven. Rara vvez conscientes de la intrincada conexién entre cl tipo de sus pro- pias vidas y el curso de la historia del mundo, los hombres corrien- tes suelen ignorar lo que esa conexién significa para el tipo de hombres en que se van convirtiendo y para la clase de actividad hhistérica en que pueden tener parte. No poseen la cualidad men- tal esencial para percibir la interrelacién del hombre y la sociedad, de la biografia y de la historia, del yo y del mundo. No pueden hacer frente a sus problemas personales en formas que Tes perm tan controlar las transformaciones estructurales que suclon estar detris de ellas. 2 Fy LA PROMESA No es de extrafiar, desde luego. (En qué época se Than visto tantos hombres expuestos a paso tan ripido a las sacudidas de tan- tos cambios? Que los norteamericanos no liayan conocido cam- bios tan catastréficos como los hombres y las mujeres de otras sociedades, se debe a hechos histéricos que ahora se van convir- tiendo velozmente en “mera historia”. La historia que ahora afecta a todos los hombres es la historia del mundo. En este escenario cen esta época, en el curso de una sola generacién, Ia sexta parte de la humanidad de feudal y atrasada ha pasado a ser modema, avanzada y temible, Las colonias politicas se han liberado, y han surgido nuevas y menos visibles formas de imperialismo. Way re- voluciones, y los hombres sienten la opresin intema de nuevos tipos de autoridad. Nacen sociedades totalitarias y son reducidas a pedazos. .. 0 triunfan fabulosamente. Después de dos siglos d dominio, al capitalismo se le sefala sélo como uno de los medios de convertir la sociedad en un aparato industrial. Después de dos siglos de esperanza, aun la democracia formal esta limitada a una porciGn muy pequetia de la humanidad. Por todas partes, en el mundo subdesartollado, se abandonan antiguos estilo de vida y vvagas expectativas se convierton en demandas urgentes. Por todas partes, en el mundo superdesarrollado, los medios de ejercer la autoridad y la violencia se hacen totales en su alcance y burocti ticos en su forma, Yace ahora ante nosotros la humanidad misma, mientras las supernaciones que constituyen sus polos concentran sus esfuerzos mis coordinados ¢ ingentes en preparar la tercera guerra mundial. La plasmacién misma de Ia historia rebasa actualmente la ha- bilidad de los hombres para orientarse de acuerdo con valores pre- feridos. ,Y qué valores? Aun enando no se sientan constemnados, Jos hombres advierten con frecuencia que los viejos modos de sentir y de pensar se han ido abajo y que los comicnzos mas recientes son ambiguos hasta el punta de producir parilisis moral, {Es de extraflar que los hombres cortientes sientan que no pueden hacer frente a los mundos ms dilatados ante los cuales se encuentran de un modo tan subito? Que no puedan comprender cl scntido de su época en relacién con sus propias vidas? Que, en defensa de su yo, se insensibilicen moralmente, esfore4ndose por seguir sicndo hombres totalmente privados o particulares? Es de extratiar que estén poseidos por la sensacién de haber sido atrapados? No es sélo informacin lo que ellos necesitan. Tin esta Edad del Dato Ia informacién domina con frecuencia sit atencién v re- basa su capicidad para asimilarla. No son s6lo destrezas intclec- LA PROMESA 25 tuales lo que necesitan, aunque muchas veces Ix lucha para conse- guiclas agota su limitada energia moral. Lo que necesitan, y lo que ellos sienten que necesitan, ¢5 tina calidad mental que les ayude a usar Ia informacion y a desarrollar la raz6n para conseguir recapitulaciones hicidas de To que ocarre ten cl mundo y de lo que quizis esta ocurriendo dentro de ellos. Y Jo que yo me dispongo a sostcner es que lo que los periodistas y los sabios, los artistas y el pubblico, los cientificos y los editores esperan de lo que puede liamarse imaginacién sociolégica, es precisamente, esa cualidad La imaginacién socioligica permite a su poscedor comprender el ‘scenario historico mas amplio en cuanto a su significado para la vida interior y para Ta trayectoria exterior de diversidad de indi- viduos. Ella le permite tener en cuenta oémo los individuos, en el tumollo de su expericneia cotidiana, son con frecuencia falsamente canscientes de sus posiciones sociales, En aquel tumulto se busca Jn trama de la sociedad! moderna, y dentro de esa tranta se formu: Jan las psicologéas de una diversidad de hombres y mujeres. Por tales niedios, cl malestar personal de los individuos se enfoca sobre inqictudes explicitas y la indiferencia de los piblicos se convierte ‘en interés por Jas cuestiones piblicas. . El primer fruto de esa imaginacién —y la primera leccién de la ciencia social que la encarna— es la idea de que el individuo s6lo puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio des- tino localizandose a si mismo en su época; de que puede conocer ‘sus propias posibilidades en la vida si conoce las de todos los indi-, -viduos que se hallan en sus circunstancias. Es, en muchos aspectos, ‘una leccidn terrible, y en otros muchos una Jeccién magnifica. No ‘conocemos los limites de la capacidad humana para cl csfucrzo supremo o para la degradacién voluntaria, para la angustia o para Ja alegcia, para la brutalidad placentera 0 para la dulzura de la azn. Pero cnt nuestro tiempo hemos Hlegado a saber que Ios Timi- tes de la “naturaleza humana” son espantosamente dilatados. He- mos egado a saber que todo individuo vive, de una generacién a ‘otra, en na sociedad, que vive una biografia, y que la vive dentro de tina sucesién histérica. Por cl hecho de vivir contribuye, aun- ‘que sea en pequedisima medida, a dar forma a esa sociedad y al curso de su historia, aun cuando él esti formada por la sociedad, por su impilso hist6rico, La imaginacién sociélogica nos permite captar Ia historia y Ja 6 LA PROMESA Diografia y la rclaciéin entre ambas dentro de Ia sociedad. fsa es ‘su tarea y su promesa. Reconocer esa tarea y esa promesa es la sefial del analista social clisico, Es la catacteristica de TMerbert Spencer, ampuloso, verboso, comprensivo; de A. E., Ross, gracioso, revelador, probo; de Auguste Comte y Emile Durkheim; del in- trincado y sutil Karl Mannheim. Es la cualidad de todo lo que es intelectualmente excelente en Carlos Marx; es la clave de la br ante ¢ itGnica penetracién de ‘Thorstein Veblen, de las poliface ticas interpretaciones de la realidad de Joseph Schumpeter; es la base del alcance psicologico de W. E. H. Lecky no menos que de la profundidad y la claridad de Max Webcr. Y es la sefial de todo lo mejor de los estudios contemporineos sobre el hombre y ls sociedad. ‘Ningiin estudio social que no vuelva a los problemas de la bio- arafia, de la historia y de sus intersecciones dentro de la sociedad, ha temminado su jornada intelectual. Cualesquiera que sean los problemas del analista social clisico, por limitados 0 por amplios que sean los rasgos de la realidad social que ha examinado, los que imaginativamente han tenido conciencia de lo que prometfa su cobra han formulado siempre tres tipos de preguntas: 1) ,Cul es la estmctura de esta sociedad particular en su con: junto?" gules son sus componentes esenciales, y cémo se relacio- nan entre si? ;En qué se diferencia de otras variedades de organi- zacién social?” {Cuil es, dentro de ella, el significado de todo rasgo particular para su continuidad 0 para su cambio? 2) sOué lugar ocupa esta sociedad en la historia humana? ,Cual es el mecanismo por el que esti cambiando? ;Cuil es su lugar en el desenvolvimiento de conjunto de la humanidad y qué signi- fica para él? ,Cémo afecta todo rasgo particular que estamos exa minando al periodo historico en que ticne lngar, y cOmo es afectado x? ZY euiles son las caractersticas esenciales de ese periado? ain qué difiere de otros periodos? ;Cudles son sus modos earc- teristicos de hacer historia? 3) ,Qué variedades de hombres y de mujeres prevalecen ahora en esta sociedad y en este periodo? 2Y qué variedades estin empe- zando a prevalecer? {De qué manera son scleccionados y formados, iberados y reprimidos, sensibilizados y embotados? ,Oué clases de ‘naturaleza humana” se revelan en la conducta y ef cardcter que observamos en esta sociedad y en este periodo? 2¥ cudl es cl signi ficado para la “naturaleza humana” de todas y eada uno de los rasgos de Ta sociedad que examinamos? ~ "Ya sea el punto de interés un Estado de gran poderio, o un talento literario de poca importancia, una familia, una prisiin o LA PROMESA ” ‘un credo, és son los tipos de preguntas que han formulado tos* incjorcs analistas sociales. Ellas constitnyen los pivotes intclec- tuales de los estudios clisicos sobre el hombre y la sociedad, y son las preguntas que inevitablemente formula toda mente que posca- imaginacién sociolgica, Porque esa imaginacin es la eapacidad de pasar de una perspectiva a otra: de la politica a la. psicologi ca, del examen de una sola familia a la estimacién comparativa de los presupuestos nacionales del mundo, de la escuela tealégica al establecimiento militar, del estudio de la industria del petrdleo al de la poesia contemporinca. Ts 1a capacidad de pasar de las~ {ransformaciones mas impersonales y remotas a las caracteristicas mis intimas del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas cosas. Detrés de su uso estd'siempre la necesidad de saber el sig- nificado social ¢ hist6rico del individuo en la sociedad y cl periodo, en que tiene su cualidad y su ser. En suma, a esto se debe que los hombres esperen ahora captar, por medio de la imaginacién sociolégica, lo que esta ocurriendo en cl mundo y comprender lo que esti pasando en. ellos mismos como puntos diminutos de las intersecciones de la biografia y de la historia dentro de la sociedad. En gran parte, la conciencia que~ de si mismo tiene el hombre contemporsneo como de un extraiio por Io menos, si no como de un extranjero permanente, descansa sobre la comprensién absorta de la relatividad social y del poder transformador de la historia, La imaginaciGn socioldgica es la for sma mas fértil'de esa conciencia de si mismo, Por su uso, hombres cauyas mentalidades s6lo han recorrido una serie de érbitas limita- das, con frecuencia Hegan a tener la sensacidn de despertar en una casa con la cual sélo habian supuesto estar familiarizados, Corree- fa 0 inconectamente, legin a creer con frecuencia que ahora pueden proporcionarse a si mismos recapitulaciones adecuadas, cstimaciones coherentes, orientaciones amplias. Antiguas decisio- nes, que en otro tiempo parecian sélidas, les. parecen ahora pro- ductos de mentalidades inexplicablemente oscuras. Vuelve a adquitir agudeza sti capacidad de asombrarse. Adquieren un modo rmucvo de pensac, experimentan un trastrueque de valores; en una palabra, por su reflexién y su sensibilidad comprenden el sentido cultural de Tas ciencias sociales. 2 La distincién més fructuosa con que opera Ta imaginacién socio.” ie s quis que hace entre “as inquetudes person niedio” y “Tos problemas piblicos de la estructura social 28 LA PROMESA istineién es vn instrumento esencial de la imaginacién sociolé- gica y una caracteristica de toda obra clisiea en ciencia social Se presentan inguietudes en el caricter de un individuo y en el Ambito de sus relaciones inmediatas con otros; tienen relacién con su yo y con las dreas limitadas de vida social que conoce directa y personalmente.. En consecvencia, el enunciado y la resolucién {dc esas inquictudes corresponde propiamente al individuo como entidad biografica y dentro del mbito de su ambicnte inmediato: €l Ambito social directamente abierto a. su experiencia personal y, €n cierto grado, a su actividad deliberada. Una inguietud es un asunto privado: los valores amados por un individuo le parccen a éste que estin amenazados, Los problemas se rclacionan con materias que trascienden del ambiente local del individuo y del Ambito de su vida interior. Tie. nen que ver con la organizacidn de muchos ambientes dentro de kas instituciones de una sociedad histdrica en su conjunto, con las rna- nneras en que diferentes medios se imbrican e intorpenctsan para formar Ia estructura mis amplia de la vida social ¢ histérica. Un roblema es un asunto piiblico: se advierte que esti amenazada {in valor amado por la gente, Este debate caress ean frecuencia de enfogue, porque esté en la natnralera misma de un problema, a diferencia de lo que ocurre con Ia inguietud aun mis general zada, el que no se le pueda definir bien de acuerdo con os amnbien- tes inmediatos y cotidianos de los hombres corrientes. Fn realidad, tun problema implica muchas veces una erisis en los dispositivos institucionales, y con frecuencia implica también Jo que los mar- xistas Tlamgn “contradieciones” o “antagonismos". Consideremos a esa luz el desempleo, Cuando en una cindad de 100 000 habitantes sélo carece de trabajo un hombre, eso cons- fitmye st inquietud personal, y para aliviarla atendemos propia mente al caricter de aquel hombre, a sus eapacidades y a sus opor- tunidades inmediatas. Pero cuando en tina nacién de 50 millones de trabajadores 15 millones carecen de trabajo, eso constituye un problema, y no podemos esperar encontrarle solucién dentro del sargen de oportunidades abiertas a un solo individuo. Se ha veni- do abajo la estructura misma de oportunidades. ‘Tanto el enuin- ciado corrceto del problema como el margen de soluciones posibles nos obliga 2 considerar las instituciones econémicas y politicas de la sociedad, y no meramente la sitnacién y el caricter personales de individuos sueltos. Veamos la guerra. El problema personal de la guerra, cando se presenta, puede estar en cémo sobrevivir 0 cémo morir con ho- LA PROMESA 2» ‘nor, cémo enriquecerse con ella, eSmo trepar a lo més alto del aparato militar de seguridad, 0 cémo contnibnir a ponerle térmi- no, En suma, encontrar, de acuerdo con los valores que uno recongce, una serie de ambientes, y dentro de ella sobrevivir a la ‘guerra o hacer significativa Ja muerte de uno en ella, Pero los pro- ‘blemas estructurales de la guerra se refieren a sus causas, a los ipos de hombres que Hleva al mando, a sus efectos sobre la economia y 1a politica, sobre la famnilia y las instituciones religiosas, a la irres- ponsabilidad desorganizada de un mundo de Estados-naciones. ‘Veamos el matrimonio. En el matrimonio el hombre y la mu- jer pueden experimentar inquietudes personales, pero cuando la proporcién de divorcios durante los cuatro primesos afios de ma- {timonio es de 250 por cada 1 000, esto es prucba de un problema estructural que tiene que ver con las instituciones del matrimonio ¥-de la familia y con otras relacionadas con ellas, © veamos las metropolis: el horrible, hermoso, repugnante magnifico despartamamiento de la gran cluded. Para muchas pom sonas de las clases altas, la solucién personal del “problema do la ciudad” es tener un departamento con garage privado en el cora- zén de la ciudad, y eee mae a de oe proyectada por Henry Hill con un jardin disefiado por Garrett Eckbo, en um terreno de cuatenta hectéreas de propiedad personal. En esos dos ambientes controlades —con un pequefio cuerpo de servicio en cada extremo y una comunicacidn por helicépteto entre ellos— la mayor parte de las personas resolveria muchos de los problemas de ambiente personal causados por los hechos de la ciudad. Pero todo eso, aunque espléndido, no resuelve los problemas piblicos que el hecho estructural de 1a ciudad plantea. Qué habria que hacer con ese maravilloso monstruo? ¢Fragmentarlo en unidades diseminadas que teuniesen Ia residencia y el lugar de trabajo? @Dejarla como es, con algunos retoques? 20 evacuarla y volarla on dinamita, y construir ciudades ncvas de acuerdo con planos y lngares nuevos? gCémo serian esos planos?. ¥ quién va a deci- dir y a realizar lo que se clija? Esos son problemas estructurales hhacirles frente y resolverlos nos obliga a examinar los problemas politicos y econémicos que afecton a innumerables medios. Mientras una economia esté organizada dle manera que haya «isis, el problema del desempleo no admitc una solucién personal. Mientras la guerra sea inherente al sistema de Estados-naciones y aa desigial industrializacién del mundo, el individuo corriente fen su medio restringido seri impotente —con ayuda psiquidtrica 6 sin clla— para resolver las inquictndes que este sistema o falta de sistema le impone. Mientras que la familia como institucién 30 LA PROMESA convierta a Tas mujeres en esclavas queridas y a los hombres en sts jefes proveedores y sus dependientes aun no destetados, el. pro- blema de un matrimonio satisEactorio no puede tener una solucion puramente privada, Mientras ta megalépolis superdesarrllada_y €l automévil snperdesarrollado sean Taxgos constitutivos de In so ciedad superdesarrollada, los problemas de Ia vida urbana no po- dan resolverlos ni cl ingenio personal ni Ta tiqueza privada, / Lo que experimentamos en medios diversos y especificos es, como hemos observado, efecto de cambios estracturales. En con- sccuencia, para comprender los cambios de muchos medios perso- nales, nos vemos obligados a mirar mis alla de ellos. Y el mimero y variedad de tales cambios estructurales anmentan a medida que las instituciones dentro de las cuales vivimos se extienden y’ se relacionan més intrineadamente entre si. Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez. es ser capaz de descu- brir esos vinculos entre una gram diversidad de medios; y ser capaz de eso €s poseer imaginacién sociologica. 3 2Cuiles son en nuestro tiempo los mayores problemas para los piiblicos y las inquictudes clave de los individuos patticularcs? Para formolar problemas ¢ inquictudes, debemos. preguntarnos ‘qué valores son. preferidos, pero amenazados, y cudles preferidas ¥_apoyados por las tendencias caracteristicas de nuestro tiempo, ‘Tanto en el caso de amenaza como en cl de apoyo, debemos pre- guntamos qué contradicciones notorias de la. estructura. pueden estar iniplicadas, ‘Cuando la gente estima una tabla de valores y no advicrte ninguna amenaza contra llos, expetimenta bienestar. Cuando estima unos valores y advierte que estin amenazados, experiment ‘una crisis, ya como inquiictud personal, ya como problema piiblico. Y si cllo afecta a todos sus valores, experimenta Ia amenaza total del pinico. Pero supongamas que la gente na sienta estimacién por ningiin ‘valor ni peiciba ninguna amenaza. Esta es la experiencia de la indiferencia, la cual, si-parece afectar a todos los valores, se con- vicrte en apatia. Supongamos, en fin, que no sienta estimacién por ningiin valor, pero que, no obstante, perciba agudamente tna amenaza. Esta es la experiencia del malestor, de ta ansiedad, 1a cual, si es suficientemente total, se convierte en una indisposicién ‘mortal no especifica LA PROMESA 3 El nuestro es un tiempo de malestar e indiferencia, pero ain no formulados de manera que permitan el trabajo de la'razén y el juego de la sensibilidad, Em lugar de inquietudes —definidas en”? relucién con valores y amenazas—, hay con frecuencia la calami- dad de un malestar vago; en vex de problemas explicitos, muchas veces hay s6lo cl desalentado sentimiento de que nada marcha bien. No se ha dicho cules son los valores amenazados ni qué 5 lo que los amenaza; en suma, no han sido levados a punto de decisién. Mucho menos han sido formulados como proble- ‘mas de la ciencia social, En los aitos treinta apenas se dudaba —salvo en ciertos efrcu- Jos de negocios alucinados— que habia un problema econdmico que era también un haz de inquietudes personales. En los argu- rmentos acerca de “Ia crisis del capitalismo”, las formulaciones de Marx y las numerosas re-formulaciones de su obra probablemente asientan Ios principales términos del problema, y algunos indivi- duos Hlegan a comprender sus inquictudes personales en relacién ‘con tales términos. Los valores amenazados eran faciles de ver y estimados por todos; las contradicciones estructurales que los amenazaban también parecian fiiciles. Ambas cosas eran amplia ¥ profundamente experimentadas. Fue uma edad politica. Pero los valores amenazados en la era posterior a ta segunda Gnerra Mundial, muchas veces no son ni ampliamente reconocidos ‘como valores ni se advierte de un modo general que estén amena- zad0s. Muchas inguietudes privadas no son formuladas; mucho malestar pitblico y muchas decisiones de enorme importancia s- tructural no Hegan munea a scr problemas piiblicos. Para quienes aceptan valores hereditarios, como la razon y Ta libertad, es el malestar mismo lo que constituye la inguictnd, cs la indiferencia misma lo que constituye cl problema. esta situacién de malestar ¢ indiferencia es lo que constituye el'signo distintivo de nuestro tiempo. ‘Todo esto es tan sorprendente, que muchas veces es interpre- tado por los observadores como un cambio en la clase misina de Jos problemas que ahora reclaman ser formulados. Se nos dice ‘eon frecuencia que los problemas de nuestra década, o aun las crisis de nuestro tiempo, han salido del campo extemo de la eco- nomia y se relacionan ahora con In calidad de la vida individual, realidad con el problema de si tardaré mucho en dejar de haber algo que pueda llamarse propiamente vida individual. No el tra- bajo cc Ios nitios, sino Tos libros de historietas, no la pobreza, sino cl ocio cn masa, som los centros de interés. Muchos grandes problemas piblices, lo mismo que muchas inquictudes privadas, 32 LA PROMESA se defincr’ como cuestiones “psiquidtricas”, con frecuencia, segin pparece, en un intento patético de evitar los grandes problemas de Ja sociedad moderna. A veces esta afirmacion parece descansar sobre un angosto interés provinciano que s6lo tiene en cuenta Tas sociedades occidentales, © quizis s6lo a los Estados Unidos, ignorando, de esa suerte, las dos terceras partes de Ia humanidad; muchas veces, también, divorcia arbitrariamente la vida individual de las grandes instituciones dentro de las cuales se desenvuelve sa vida y que con frecuencia pesan sobre ella més penosamente que Jos ambientes fntimos de la infancia, Los problemas del ocio, por ejemplo, ni siquiera pueden formu- Jase sin tener en cuenta Jos problemas del trabajo. Las inquictu- des de la familia relativas a los libros de historietas no pueden formplarse como problemas sin tener en cuenta la situacién de la familia contemporinea en sus nuevas relaciones con las institucio- nes més recientes de la estructura social. Ni el ocio ni sus usos enervantes pueden entenderse como problemas sin teconocer la medida en que el malestar y la indiferencia forman actualmente 1 clima social y personal de la sociedad norteamericana contem- En exe ¢lima no pueden plantearse ni resolverse proble- vida privada” sin tener en cuenta la crisis de ambicién ‘que forma parte de la carrera misma de muchos hombres que trabajan en una economia de grandes companias o empresas Es verdad, como constantemente seitalan los psicoanalistas, que con frecuencia Tas gentes tienen “la sensacién creciente de sor movidas por fuerzas oscuras que actian dentro de ellas mismas y ‘gue son incapaces de definir”. Pero no es verdad, como dijo Emnest Jones, que “el principal enemigo y el principal peligro det hombre es su misma indécil naturaleza y las fucrzas ocultas repri- midas dentro de él”, Por el contrario: “el principal peligro” para €l hombre reside hoy en las fuerzas ingobernables de la sociedad contemporinea misma, con sus métodos impersonales de produc- cin, sus téenicas envolventes de dominacién politica, su anarquia, internacional, en una palabra, con stis penetrantes transformacio- nes de Ja “naturalea” misma del hombre y las condiciones y finalidades de su vida. La primera tarea politica e intelectual —porque aqui coinciden amibas cosas— del cientfico social consiste hoy en poner en claro Jos clementos del malestar y la indifereneia contemporsneos. sta es Ia demanda central qne Te hacen os otros trabajadores de Ta cultura; los cientificos del mundo fisico y los artistas, y en gene ral toda Ja comunidad intelectual. Es a causa de esta tarea y de LA PROMESA 3 sas demandas por lo que, cteo yo, las ciencias sociales se estén convirtiendo en el comin denominador de nuestro periodo cultu- ral, y la imaginacién sociolégica en la cualidad mental més nece- sara. ‘ 4 En todas las épocas intelectusles tiende a convertirse en comin denominador de la vida cultural determinado estilo de pensamien- to. Es cierto que hoy en dia muchas modas intelectuales se difun- den ampliamente para scr abandonadas por otras nuevas en el curso de uno 0 dos afios. Esos entusiasmos quiz sazonan el juego cultural, pero dejan poca huella intelectual, si es que dejan alguna, No puede decirse Io mismo de modos de pensar como la “Asi newtoniana” o la “biologia darwiniana”. Cada uno de estos uni- vers0s intelectuales se convirtié en una influencia que Ileg6 mucho sis lejos que cualquier esfera especial de ideas y de fantasias, En relacién con ellos, 0 en relacién con cosas derivadas de ellos, sabios desconocidos y comentaristas de moda re-enfocan sus obser- vaciones y te-formulan sus problemas. En la época moderna, las ciencias fisicas y biolégicas han sido principal comtin denominador del pensamiento serio y de la ‘metafisica popular en las sociedades de Occidente, “La técnica de laboratorio” ba sido el modo consagrado de proceder y la fuente de Ia seguridad intelectual. Ese es uno de los significados de la idea de un conén denominador intelectual: los hombres pueden formular sus convieciones mas poderosas segiin sus términos. Otros téminos y otros estilos de pensamiento parecen meros vehiculos de escape y oscuridad, El que prevalezca tun comin denominador no significa, natural- mente, que no existan otros estilos de pensamiento y otros tipos de sensibilidad. Lo que quicre decir es que los intereses intelec- tuales mas gencrales tienden a entrar en su Ambit, para ser formu- Iados en él més rigurosamente y pensar, una ver. formulados asi, que sino han tenido solucién, por lo menos han sido Mevados adelante de un modo provechoso. ‘Creo yo que la imaginacién sociolégica se esta convirtiendo en el principal coméin denominador de nuestra vida cultural y en su tasgo distintivo, Esta cualidad mental se encuentra en las cien- cias sociales y psicolégicas, pero va mucho més allé de esas disci pliras tal como ahora las conocemos, Su adquisici6n por los indi: viduos y por la comunidad cultural en general es lenta y en ‘ocasiones torpe; muchos cient{ficos sociales mismos la desconocen 4 LA PROMESA por completo, Parecen ignorar que el uso de esta imaginacién es Central para mejorar el trabajo que pueden hacer, que por no desarrollarla y emplearla dejan de responder a las esperanzas cul- turales que se tienen en ellos y que las tradiciones elisicas de sus diversas disciplinas ponen a disposicién de ellos. Pero las cualidades de esta imaginacién son regularmente ext sgidas en materias de hecho y de moral, en el trabajo literario y en cl anilisis politico. Se han convertido en rasgos fundamentales de esfuerzo intelectual y de sensibilidad cultural en una gran diversidad de expresiones. Los buenos criticos son ejemplos de esas cualidades, 1o mismo que los periodistas serios, y en realidad se juzga segiin ellas Ia obra de unos y otros. Las eategorias popa- lazes de la critica —muy intelectual, medianamente intelectual 0 sin pretensiones intelectuales, por ejemplo— ahora son. tan socio- igicas por lo menos como estéticas. Los novelistas “cuya obra setia encama las definiciones més difundidas de ta realidad hn. mana poseen con frecumcla eta imaginacén y se exfuetan en satistacer la demanda de ella. Por medio de ella, se busca orientar el presente como historia, A medida que las imégenes de Ia “naturaleza humana” se hacen més problemiticas, se siente cada vex mas la necesidad de prestar atencién més estrécha, pero mis imaginativa, a las pricticas y a las catéstrofes sociales que revelan (y que moldean) la naturaleza del hombre en este tiempo de inquietud civil y de conflicto ideolégico, Aunque algunas veces se manifiesta Ia moda de intentar usarla, la imaginacién socio: égica no ¢s una mera moda. Es una cualidad mental que parece prometer de la manera mis dramatica la comprensién de nuestras, ropias realidades fntimas en relacién con las ms amplias reali- ddades sociales. No es meramente una cualidad mental ms entre el margen contemporineo de sensibiidades cutturales: es Ja cu. lidad cuyo uso mas amplio y més habil ofrece la promesa de que todas esas sensibilidades —y de hecho la tazén humana misma— Iegarén a representar un papel més importante en los asuntos humanos, El significado cultural de la ciencia fisica —el mayor y més antiguo comiin denominador— se esté haciendo dudoso. Como estilo intelectual, Ia ciencia fisiea empieza a ser considerada por muchos como algo insuficiente, La suficiencia de los estilos cien- tificos de pensamiento y sentimiento, de imaginacién y sensibili dad, ha estado, naturalmente, desde sus origenes sometida a la dada religiosa y a la controversia teolégica, pero nuestros padres yy abuclos cientificos han reducido esas dudas religiosas. Las dudas LA PROMESA 35 hhoy cortientes son profanas, humanistas, y con frecuencia abso- lutamente confusas. Los progresos recientes de las ciencias fisicas —con su climax tecnolégico en la bomba Hy Jos medios para transportarla— no han sido sentidos como solucién a ninguno de Jos problemas ampliamente conocidos y profundamente. ponde- rados por comunidades intelectuales y piblicos culturales muy dilatados. Esos progresos han sido considerados, correctamente, como resultado de una investigacion altamente especializada, i correctamente como misterios maravillosos. Han suscitado mis problemas —tanto intelectuales como morales— que los que han resuelto, y los problemas que han planteado radican casi com= pletamente en Ja esfera de los asuntos sociales, y no fisicos. La conguista manifiesta de la naturaleza, la superacién de la escasez, Jas sienten los hombres de las sociedades superdesarrolladas como cosa virtualmente acabada. Y ahora, en esas sociedades se cree que la ciencia principal instrumento de esa conquista— vaga a Su antojo, sin objetivo, y que necesita ser revalorada, la estimacin moviema por 1a cencia en gran parte ha sido meramente supnesta, pero ahora cl ethos tecnolégico y una espe- cie de imaginacién ingenieril asociados con la ciencia probable- mente parecen més temibles y ambiguos que esperanzadores preston, Nalowalnente, odes eo, ty 13 us: ay: co ik iencia”, pero se teme que egue a serlo, La necesidad sentida de revalotar la ciencia fisica refleja la necesidad de un nuevo deno- minador comin. Es el sentido humano y el papel social de la ciencia, sus consecuencias militares y comerciales, su significacién politics, Yo que est expesimentando ana revaoracin confusa progresos cientificos de las armas quizds leven a la “necesi- da” de reajustes politicos del mundo; pero esa “necesidad” no se ‘ree que pueda satisfacerla la ciencia fisica por si misma, ‘Mucho que ha pasado por “ciencia” se tiene ahora por filoso- fia dudosa; mucho que se considera como “verdadera ciencia” se ree con frecuencia que sélo proporciona fragmentos confusos de las realidades entre Tas cuales viven los hombres. Esté muy difundido el sentimiento de que los hombres de ciencia ya no tratan de representar la realidad como un todo o de trazar un es- bozo real del destino humano. Ademis, la “ciencia” les parece 12 muchos no tanto un ethos creador y una orientacién, como un juego de méquinas cientificas manejadas por técnicos y controla- as por hombres economistas y militares que ni encernan ni com- prenden la ciencia como ethos y orientacién. Entretanto, los fildsofos que hablan en nombre de la ciencia con frecuencia la convierten en “cienticismo", sosteniendo que su experiencia es 36 LA PROMESA idéntica a la experiencia humana y que tnicamente con sus méto- dos pueden tesolverse Ios problemas humanos. Con todo «0, muchos trabajadores culturales han legado a pensar que la “‘cien- cia” es un Mesias falso y pretencioso, 0 pot lo menos tn elemento mareadamente ambiguo de la civilizacién modema, Pero, segiin la frase de C. P. Snow, hay “dos culturas”: Ta Gientifica_y la_humanista. Ya como historia 0 como drama, ya como biografia, poesia o novela, la esencia de la cultura hu ‘manista ha sido la literatura. Pero ahora se insinsia con frecuencia que la literatura seria se ha convertido en un atte secundario. Si es asi, no es solamente por el crecimiento de los piblicos de ‘masas y de los medios de commnicacién para las masas, y por todo Jo que eso significa para Ia produccién literaria seria. Se debe también a la cualidad misma de la historia de nuestro tiempo y a los tipos de necesidades que los hombres sensibles advierten que reclaman aquella cualidad. Qué novela, qué periodismo, qué esfuerzo artistico puede compétir con la realidad histérica y los hechos politicos de nuestzo tiempo? jOvé visién dramatica del infierno puede competir con los acontecimientos de la guerra en el siglo xx? ;Oué acusaciones ‘morales pueden afectar a la insensibilidad de hombres en la ago- nia de la acumulacién primatia? Es la realidad social e histérica Jo que los hombres necesitan conocer, y muchas veces no encuen- tran en la literatura contemporinea un medio adecuado para conocerla, Quieren hechos, buscan su significado, desean un “gran panorama” en el cual puedan creer y dentro del cual puedan llegar a comprenderse a si mismos. Quicren también valores orienta- dores y maneras apropiadas de sentir y estilos de emocién y voca- bularios de motivacién. Y no encuentran eso ficilmente en la literatura de hoy. No importa que esas cualidades deban encon- trarse alli; Jo que importa es que con frecuencia no las encuentran alli los hombres. En el pasado, literatos en funcién de criticos y de historiadores scribieron notas sobre Inglaterra y sobre viajes a los Estados Unidos. Se esforzaron por caracterizar sociedades en su conjunto y de discerir su sentido moral. Si Tocqueville o Taine vivieran hoy, gto serian socidlogos? Formukindose esta pregunta acerca de Taine, un resetiador de The Times (Londres) dice: sd aan ase pean oe att LA PROMESA ” cuslidad. .. particularmente valiosa para percibie sclaciones entre los fendmenos sociales: la cualidad de la firmeza. Estaba demasiado in- teresado en cl presente para ser un buen historiador, era demasiado tedtico para ser novelista, y veia demasiado la literatura como docu ‘mento de Ja cultura de una €poca o de un pais para ser un critico de primera fila... Su obra sobre la literatura inglesa es menos un estudio ela literatura inglesa que nn comentario sobre la moral de la sociedad inglesa y un vehicula de sw positivismo, Es un te6rico social, antes que nada.? ‘Que haya sido un “literato” mas bien que un “cientifico social”, atestigua quizis el dominio sobre gran parte de la ciencia social del siglo x1x ejercido por la biisqueda celosa de “eyes” supuesta- ‘mente comparables a las que nos imaginamos que encuentran los cientificos de Ta naturaleza. A falta de wna ciencia social ade- cuada, los criticos. y los novelistas, los dramaturgos y los poetas han sido los. principales, si no los tinicos, formuladores de inquie- tudes individuales y hasta de problemas piblicos. Bl arte expresa «305 sentimientos y a veces se concentra en ellos en los mejores momentos con dramstica agudeza—, pero no ain con la claridad intelectual necesaria para su. comprensin y alivio en la actua- lidad. El arte no formnla ni puede formular esos sentimientos como problemas que contienen las inquictudes y las dudas a las que Tos hombres tienen que hacer frente ahora si han de vencer su malestar e indiferencia y las insufribles angustias a que con- ducen, En realidad, cl artista muchas veces no intenta hacerlo, Ademis, el artista serio experimenta él mismo gran inquietud, y Je ria bien con alguna ayuda intelectual y cultural de wna ciencia social animada por la imaginacién sociologica. 5 Mi propésito en este libro es definir el significado de las ciencias sociales para las tareas culturules de nuestro tiempo. Deseo espe- cificar las clases de esfuerzo que estin detrds del desarrollo de la cién sociolégica, indicar lo que ella implica para la vida politica y para la vida cultural, quizé sefialar algo de lo que se necesita para poscerla, Deseo, de esa manera, aclarar la natura- Jeza y los sos de las ciencias sociales cn la actualidad, y dar un limitado informe de su situacién contemporinea en los Estados Unidos? 2 Times Literary Supplement, 15 de noviembre de 1957 2 Siento la nectsdad! de decir que prefiewo con mucho la expresén “os estodios sciles"'a lade “as cients socials", no’ porque mo me agraden 38 LA PROMESA En cualquier momento dado, naturalinente, Ta “ciencia social” consiste en lo que estin haciendo los cientifices sociales debida- mente reconocidos; pero no todos ellos estin, de ningiin modo, hhaciendo lo mismo; en realidad ni siquiera hacen cosas del misimo género. La ciencia social es también Jo que han hecho los cient ficos sociales del pasado; pero cada estudioso de estas materias lige una determinada tradicién de su disciplina. Cuando hablo de “la promesa de la ciencia social”, espero que esté claro que me refiero a esa promesa tal como yo Ta veo. Precisamente ahora hay entre los cultivadores de las ciencias ve ng ys sf rte ve eae mt). Een ea aes a pe mae a eee ee oe ee ee a ence es ae ae et er ede eon ee re ee Sistas aces ee re eceorert fs mente coe wee Fee ad opel OE ae pete cog ed Fic nea tn pte ne lp 2 ates aera a ores ee ’ eng ct is mea meesagn Korea eagle see te alien Se oe Oe ee ere ieee ess, ere rae ee Bh teergeirics Wadia evans dieue'g Sree eee oan Deer eee oa Serer ee peas a dara ares les sere ae bo aay rebeee ea noel y sobre todo de Ja Witenes, ad array e mctingelip tad ler tne) Me permet Speers thea ele seat oo Sr rs ees Sa oes een ee an Oe Soon See Se Ne See age tan ste eae eee pega ees Se eee are oe dere eee es ty eee nears Cee oe ee eas phage tog ese ed apie eed pin pooped ake eee rence byork ged age Teese ee LA PROMESA 2 sociales un malestar muy generalizade, tanto intelectual como ‘moral, por la diteccién que parece ir tomando Ta disciplina de su dleccién, Ese malestar, asi como las infortunadas tendencias que contribuyen a producirlo, forman parte, segin supongo, de un malestar general de la vida intelectual contemporinea. Pero quizds el malestar es més agudo entre los cultivadores de les Ciencias sociales, aunque no sea més que por el dilatado alcance ae la promesa que guid gran parte del trabajo anterior realizado fen su campo, por Ta naturaleza de los asuntos que trata y por la imgente necesidad que hoy se siente de trabajo significativo y de importancia, No todos sienten ese malestar, pero el hecho de que muchos no lo sientan es en si mistno causa de nuevo malestar entre Tos que no olvidan la promesa y son bastante honrados para no admi- tic la pretenciosa mediocridad de mucho de lo que se hace. Dicho con toda franqueza, espero avmentar ese malestat, definir algiinas de sus foentes, contribuir a transformarlo en un apremio espe- cifico para comprender la promesa de la ciencia social y limpiar elterreno para empezar de nuevo: en suma, indicar algunas de las tareas que hay que hacer y los medios disponibles ‘para hacer 1 trabajo que hay que hacer hoy. El concepto de Ja ciencia social que yo sustento no ha predo- ‘minado siltimamente. Mi concepto se opone a Ia ciencia sociat ‘como conjunto de técnicas buroctaticas qiie impiden la investiga cién social con sus pretensiones metodolégicas, que congestionan €l trabajo con conceptos oscurantistas o que Io trivializan intere- sindose en pequefios problemas sin relacién con los. problemas piblicamente importantes. Esos impedimentos, oscuridades y frivialidades han producido actualmente una crisis en los estu- dios sociales, sin que sefialen en absoluto un camino para salit de ella, nos cultivadores de las ciencias sociales insisten en la nece- sidad de “equipos téenicos de investigacién”, otros en la primacia del investigador individual. Unos gastan mucha energia en el refinamiento de los métodos y las técnicas de investigacidn; otros piensan que han sido abandonados los tipos doctos del artesano intelectual y que deben ser rehabilitados ahora. Unos desarrollan su trabajo de acuerdo con un tigido conjunto de procedimientos mecénicos; otros tratan de desarrollar, incitar y emplear la imagi- racién sociolégiea. Algonos —adeptos del alto formulismo de ta “teoria”—asocian y disocian conceptos de manera que a otros les ppatece extrafia; y estos otros apremian para la elaboracién de pala- 0 LA PROMESA bras sélo cuando ¢s manifiesto que ello amplia el alcance de la sensibilidad y aumenta el Ambito del razonamiento. Unos esti dian estrictamente sélo ambientes en pequieiia escala, con la es peranza de “armar” después con esas piezas concepciones de estruc- ‘turas mayores; otros examinan las estructuras sociales en que tratam de “situar” muchos medios pequefios. Unos, olvidando por com- pleto los estudios comparatives, estudian sélo una pequena comu- nnidad en una sociedad y en un tiempo; otros trabajan directamente y de un modo plenamente comparativo las estructuras sociales de las naciones del mundo. Unos limitan sus rigurosas investigar cones a sccuencias muy reducidas de asuntos humanos; otsos se interesan en problemas que solo se advierten en una Targa perspce- tiva histérica. Unos especializan su trabajo de acuerdo con cou partimientos. académicos; otros, saltindose todos los comparti- mientos, se especializan por astintos 0 problemas, sin tener cn ‘cuenta dénde estin situadas académicamente. Unos atienden a Ja diversidad de la historia, de la biogeafia, de la sociedad; otros no, Esos contrastes, y muchos mas de tipo parecide, no son nece sariamente verdaderas alternativas, aunque en el calor de la con- troversia 0 en la indolente seguridad de la espccializacién se les tome por tales. En este punto, yo meramente los enuncio de un ‘modo inicial, para volver a cllos al final de cste libro. ‘Tengo la esperanza, desde luego, de que se dejarin ver todas mis tenden- cias 0 prejuicios personales, porque los juicios que formule serin explicitos. Pero también intento, independientemente de mis pro- pos juicios, enunciar los significados culturales y politicos de ta Giencia social. Mis prejuicios no son, naturalmente, ni mis ni ‘menos prejuicios que los que voy a examinar. ;Que quienes no se ‘cuiden de los mios usen su oposicién a ellos para hacer los suyos tan explicitos y tan reconocidos como tales, como yo trataré de hhacer los miosl_Entonces se reconocerin los problemas morales del estudio social —el problema de la ciencia social como pro- Vlema pablico—, y se hard posible la discusién. Entonces cada ‘uno se conocerd ‘mejor a sf mismo, lo que es, desde luego, condi- cid previa para la objetividad en la empresa de la ciencia social en su conjunto. Creo, en resumen, que lo que puede lamarse anilisis social lisico es una serie de tradiciones definibles y usables; que su caracteristica exencial es el interés por las estructuras sociales hi t6ricas; y que sus problemas tienen una relacién directa con los scgents problemas pdbicsy las nsistentes inquietudes humanas feo también que hay actualmente grandes obstaculos en el ca- mino de lz continuidad de esa tradicién —tanto dentro de las LA PROMESA, a ciencias sociales como en sus ambientes académico y politico— pero que, no obstante, las cualidades mentales que la constituyen, se estin eonvietiendo en un denominador comin de nuestra vida cultural general y que, aunque vagamente y bajo una confusa variedad de disfraces, estin empezando a dejarse sentir como una necesidad. “Muchos profesionales de la ciencia social, especialmente en los Estados Unidos, me parecen curiosamente renuentes a aceptar el reto que ahora se les lanza. De hecho, muchos abdican las tarcas intelectuales y politicas del andlisis social; otros, indudablemente, no estin a Ia altura del papel que, sin embargo, se han asignado. cocasiones casi parecen haber acogido deliberadamente’viejas astucias y producido nuevas timideces. Mas, a pesar de esa resis tencia, Ja atencién intelectual y la atencién pilica cstin ahora tan manifiestamente fijas sobre los mundos sociales que se supone «que ellos estudian, que hay que reconocer que se encuentran por {inica vez ante una oportunidad, En esa oportunidad se revclan Ja promesa intelectual de las ciencias sociales, Ios usos culturales de la imaginacién sociologica y el sentido politico de los estudios sobre el hombre y la sociedad. 6 De un modo bastante embarazoso para quien se conticsa sociélogo, todas las infortunadas tendencias (salvo quizis nna) que estndiaré ‘en Tos capitulos siguientes caen dentro de lo que generalmente se considera “cl campo de la sociologia”, aunque la abdicacién cul- tural y politica que implican indudablemente caracteriza a gran parte del trabajo diario de otras ciencias sociales. Haya lo que haya de verdad en disciplinas tales como las ciencias politica y Ja economia, en la historia y la antropologia, es evidente que hoy cen los Estados Unidos lo que se conoce con el nombre de socio- Jogia se ha convertido en el centro de reflexin acerca de la cien- cia social. Se ha convertido en cl centro de interés en cuanto a Jos métodos; y también encontramos en ella nn interés extremado por la “teoria general”. Una diversidad de trabajo intelectual vyerdadleramente notable fa entrado a tomar parte en el desarrollo de la tradiciém sociolégica. Interpretar esa variedad como una tradicién es audaz por si mismo. Pero quizé se admita general- mente que lo que ahora se reputa trabajo sociolgico ha tendido a moverse en una o mds de tres direcciones generales, cada una de las cuales esti expuesta a ciertas deformaciones: 2 LA PROMESA ‘Tendencia I: Hacia una teoria de la historia. Por ejemplo, en manos de Comte, como en las de Marx, Spencer y Weber, la sociologia es una empresa enciclopédica, telativa a la totalidad de la vida sccial del hombre. Es al mismo tiempo historica y sistematica: hist6rica porque trata de materiales del pasado y los ‘emplea; sistemitica porque lo hace con objeto de distinguir “las etapas” del curso de la historia y las regularidades de la vida social. La teoria de la historia del hombre puede ser deformada muy facilmente y convertirse en tin estrecho molde transhistérico en 1 cual se meten a la fuerza los materiales de la historia humana y del cual salen visiones proféticas (por lo general sombrias) det futuro. Las obras de Amold Toynbee y de Oswald Spengler son ejemplos bien conocidos. Tendencia HT: Hacia una teoria sistemitica de “la naturaleza del hombre y de la sociedad”. Por ejemplo, en las obras de los formalistas, principalmente Simmel y Von Wiese, la sociologia trata de conceptos destinados a servir para clasificar todas Tas rela- ciones sociales y penetrar sus caracteristicas supuestamente inva- riables. En suma, se interesa en una visién mis bien estitica y abstracta de los componentes de Ia estructura social en un nivel muy elevado de genetalidad. ‘Quizd por reaccién contra la deformacién de la Tendencia 1, Ja historia puede ser totalmente abandonada: la teorla sistemie tica de la naturaleza del hombre y de la sociedad se convierte con facilidad excesiva en un formalismo complicado y drido en el descomposicién de conceptos y sus interminables tecom- iciones se convierte en la tarea central. Entre que llamaré Grandes Teérices, las concepciones se han conver- tido verdadcramente en conceptos. El ejemplo contempordneo més importante en la sociologia norteamericana es la obra de Talcott Parsons. Tendencia IIT: Hacia el estudio empitico de los hechos y los problemas sociales contemporineos. Aunque Comte y Spencer fueron los soportes de la ciencia social norteamericana hasta 1914 aproximadamente, y la influencia te6rica alemana fue grande, 1a actitud empirica fue fundamental en los Estados Unidos desde tiempos tempranos. En parte se debié esto a haber sido anterior Ja consagracién académica de la economia y de la ciencia pol tica, Dado esto, en la medida en que es definida como el estudio de algiin sector especial de la sociedad, la sociologia se convierte LA PROMESA 8 ficitmente en una especie de trabaiador suclto entie las ciencias sociales ocupado en estudios miseetincos de sobrantes académicos. Hay estudios de ciudades y de familias, de relaciones raciales y @tnicas, y, desde luego, de “pequeiios grupos”. Como veremos, Ja ‘miscelénea resnitante se convirtié en un estilo de pensamiento que esaminaré bajo cl dictado de “practicidad liberal”. El estudio de los hechos contemparincos fécilmente puede conyertirse en una serie de datos de ambiente sin relacién entre si'y con frecuencia insignificantes. Muchos curses docentes de Sociologia norteamericana pueden servir de ejemplo; pero quizas Jo revelen mejor los libros de texto relativos a la desorganizacién social. Por otra parte, los sociélogos han tendido a hacerse espe- cialis en la téenica de la investigacién de casi todo, Entre ellos, los métodos se han convertido en metodologia. Gran parte de la obra —y mis avin del ethos— de George Lundberg, Samuel Stouf- fer, Stuart Dodd y Paul F. Lazarsfeld son ejemplos actuales. Estas tendencias —de dispersar Ta atencién y cultivar el método por el anétodo— son dignas compaferas entre si, aunque no se den mece- sariamente juntas. Las peculiaridades de Ta sociologia pueden entenderse como deformaciones de una o mas de sus tendencias tradicionales. Pero también sus promesas pueden entenderse en relacién con esas ten- dencias. En los Estados Unidos se ha producido actualmente una especie de amalgama helenistica que incorpora diversos elementos y finalidades de las sociologias de las diferentes sociedades occi- entales. El peligro estd en que, en medio de tanta abundancia sociol6gica, otros cientificos sociales se impacienten tanto, y que Jos socidlogos sientan tanta urgencia de “investigar”, que pierdan al dominio sobre un legado verdaderamente valioso, Pero hay también una oportunidad en nuestra situacién: la tradicién socio- ica contiene las mejores formulaciones de la plena promesa de las ciencias sociales en conjunto, asi como algunas rcalizaciones parciales de ellas, El matiz y la sugerencia que Tos estudiosos de la sociologia pueden encontrar en sus tradiciones no pueden rest mitse en breves términos, pero el investigador social que las tome en sus manos quedari ricamente tecompensado, Su dominio sobre ellas puede convertirse ripidamente en nuevas orientaciones para su propio trabajo en la ciencia social. ‘Volveré a ocuparme de las promesas de la ciencia social (en los ‘capitulos vir a x, después de haber examinado algunas de sus deformaciones més habituales (capitulos ua v1).

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