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LA SERIE ICONOGRAFICA FRANCISCANA DE SAN PIETRO IN MONTORIO SANTIAGO SEBASTIAN Universidad de Valencia Introduccion, Gra Zines ttt on avin Aen abril de 1992 pude pasar una brevisima estancia en la Academia Espaiiola, situada en un lugar tan estra- tégico y bello como el Gianicolo. El templo y el patio dei Bramante me eran familiares, pero quedé sorpten- ido por el claustro interior conventual, cuyos lunetos estaban consagrados a una extensa serie de iconografia franciscana: pese a su mal estado, por mi dedicacién @ la iconografia, me interesé por su historia, y apenas re- cibf informacion alguna. Tanto don Javier Arce, direc tor de la Escuela Espatiola de Arqueologia, como don Jorge Lozano, director de la Academia de Espaita, me instaron @ que realizara su estudio. El Icrom habia empezado por aquellas fechas una restauracién de las pinturas murales, y su director Wer- ner Schmidt se brindé amablemente a realizar una campafa fotogréfica para que pudiera iniciar mi inves- tigacién desde Espafta. Tal vez, sin estos estimulos yo no habria Hevado a cabo el presente estudio. Si quiero advertir que no soy el primero, ya en el 1967 el francis- cano Germano Cerafogli realizé una investigacin do- cumental y literaria con base en un manuscrito anéni- mo hallado en el convento de San Pietro, Un afio des- pués, el catedritico de arte clisico de la Universidad Complutense, Antonio Blanco Freijeiro, a la sazn di- rector de la Academia de Espafia en Roma, present en Madrid un breve resumen de lo aportado por Cerafo- ali, con algunas fotos. Me parece obligado que los es- paioles tos preocupemos de aquellos monumentos ro manos que guardan relacién con la historia de Espatia, y en este aspecto de la iconografia franciscana hay otro monumento romano que también merece atencion, es el claustro del Colegio de los Irlandeses, obra debida al mecenazgo espaiiol, y donde hay otra serie franciscana afortunadamente bien conservade, San Pietro in Montorio como centro histérico-artistico En la Roma del Cinquecento el convento francisca- no de San Pietro fue un lugar privilegiado por la con- currencia de artistas y eclesidsticos singulares que tu- vieron relacién con este lugar del Gianicolo, tan vineu- lado a la historia de Espaita, Desde mediados del siglo XV tanto el Vasari como el escultor Ammanatti traba- jaron en la capilla de San Pablo por orden de Julio Tl en la capilla de la iglesia situada frontalmente, termina- da en 1568, intervinieron Daniel de Volterra y Leonar- do Sormanni; también trabajaron otros artistas famosos, como Sebastiano del Piombo, Rafael, Pinturicchio, etc. La obra més famosa esti en cl claustro adjunto a la iglesia, el memorable Templete, obra antolégica del Renacimiento, realizada por Bramante, y ejemplo mé- ximo de arquitectura ideal y conmemorativa, ya que se levanta en el lugar donde fixe colocacla la cruz del mar~ tirio del Principe de los Apéstoles, San Pedro, primer obispo de Roma y Pups del naciente cristianismo. Dada la significacién del lugar por aqui pasaron clérigos im- portantes del siglo xvi como San Felipe Neri, San Car- los Borromeo y San Ignacio de Loyola (1541), segiin recuerda una iniscripcién del claustro conventual. El franciscano Cerafogli aflade valiosos datos toma- dos del citado manuscrito, de letra nerviosa y enmara- ‘hada, del que interesan sélo las paginas 233 a 239. Los datos aportados nos interesan para conocer Ia autoria del clérigo que ordend la decoracién del claustro mo- nacal. Los lunetos estin situados en la galeria baja, e5- tructurada con arcos de medio punto, levantados sobre columnas toscanas, buena parte de ellas con fustes de granito, unos de “portasanta” y otras de “cipollino”. Blanco Freijeiro supuso que pudieran proceder de edi- ficios anteriores situados en la zona del convento, pues atin se conservan en el lugat muros romanos de opus "A. Blanco Freijiro, “La vida de San Francisco de Asls en las pinturas del claustro de San Pietro in Montoro", Archivo Espaiial de Arie 41 (1968), pp. 85-91 Ars Longa, 5, 1994, pp. 9-19. 10 SANTIAGO SEBASTIAN eee RSs Ra eS reticulatum; las citadas columnas se apoyan en pedes- tales altos, sobre un muro continuo que limita el jardin y la galeria Entre los personajes vinculados al convento, nos re- cuerda Cerafogli, esté en primer témino el cardenal Dolera, antiguo general de la Orden de Frailes Meno- res, al que se debe la construceién del claustro, y que ‘murié en San Pietro in Montorio en 1568; fue hombre culto, escritor y protector de los artistas. El siguiente en importancia fue otro general de la orden, el francés Crist6foro da Capite © Fontium (Chesffontaine), des- pués de haber gobernado de 1571 4 1579; fue auxitiar del cardenal Nicola di Pelve y en 1587 fue lhamado a Roma, quedando asignado a este convento, donde fue sepultado en 1594; se traté de un gran humanist conocia hebteo, griego, latin, espaiiol ¢ italiano. g0 y escriturista fue Angelo del Pas, que estuvo en el conivento el gltimo decenio de su vida, hasta su muerte en 1596. Otros religiosos insignes fueron Francesco Sporeno di Udine, Giovanni da Cartagena y Mario Ca- lasio.? Cerafogli dedica buena parte de su trabajo a la iden- tificacién del autor de unos disticos latinos sobre cada uno de los pasajes de la vida de San Francisco; cada es cena tiene dos versos, seguidos de un versiculo biblica del Antiguo o del Nuevo Testamento, y que viene a ex- plicar las escenas de los lunetos del claustro. Son ver- sos de un buen conocedor de Virgilio y de Ovidio, lo mismo que de Horacio, y en conjunto se trata de textos mas inspirados que los italianos que los acompatian, y que deben de ser de otra pluma, Por lo antes indicado se piensa que el autor de estos versos pudo ser ef fran- cés Cristoforo da Capitefontium, Sobre la época exacta Cerafogli recuerda un hecho significativo en relacién con Costanzo Boceafuoco, elegido cardenal en 1587 por Sixto V bajo el titulo de San Pietro in Montorio; murié en Roma en 1595 y los funerales tuvieron lugar cn esta iglesia franciscana, Fue benefictor del templo y como en estos aos se pintada el claustro, se quiso complacer a este mecenas en el luneto 32 referido a la estancia de San Francisco en Samano, lugar del naci- miento del cardenal. Por tanto se puede fijar definitiva- ‘mente el periodo de las pinturas en los afios que van de 1587 a 1595. El sistema de rotulacién propuesto para las pinturas podemos verlo en otras pinturas murales sobre San Francisco, realizadas por Lombardelli, sobre Ja puerta de entrada del patio del Bramante; una de cllas esté referida a la “Curacién de la Mula”, pero datan de los primeros afios del siglo XV En cuanto al autor de los Iunetos del claustro sabe- ‘mos que son obra de Niccolo Cireignani (1516-1596), nacido en Pomarance. Sabemos que trabajé en Orvieto en 1568, pasando Iuego a Roma, donde dejé muestras en la sala Belvedere del Vaticano, en la cipula de Santa Prudenziana, en los frescos de los martirios de San Stefano Rotondo, ete. No sélo intervino en este claustro, por la mismas fechas debid de pintar la titular en la capilla de la Madonna della Lettera; en esta capi- Jia intervino como pintor en la parte superior, Baldas- sare Peruzzi Las “conformidades” de San Francisco con Cristo Esta serie iconogrifiea de San Francisco en San Pic tro in Montorio mantienc Ia norma de tantas imagenes franciscanas de_presentamas al santo de Asis como “Alter Christus”. Fstos paralelismos 0 conformidades entre la vida de Jesus y San Francisco fueron estableci- dos en el espiritu de Las Florecillas, que empiezan asf: ““Primeramente es de advertir que el glorioso Padre San Francisco en tados los hechos de su vida fue conforme a Jesucristo”. Ideal que recoge también San Buenaven- turn al inicio de la Leyenda mayor pues movia a los hombres “a vivir en perfecta conformidad con Cristo”. El tema lo desarrolld una figura capital del francis- canismo primitivo, fray Bartolomé de Pisa, que estudi6 en Bolonia, enseid en Pisa y Florencia, y murié el afio 1400. Nomirado maestro de teologia en 1375, diez aflos mis tarde escribié una amplia obra: De conformi- 2 P.L, Vannceli 8. Petro in Momooriye il templiewo dei Bramanie, Roma 1971. P, G. Cerafogli, “La vit di 8, Francesco nei veri latin di unanonimo della meth del 1S00", Studi Francesca 3 (Pistoia 1967), pp. 7885, LA SERIE ICONOGRAFICA FRANCISCANA DE SAN PIETRO IN MONTORIO u tate vitae beati Francisci ad vitam Domini Jesu.> Es compilaciones una obra de primer rango dentro de t de las tradiciones franciscanas, que, pes justa de Erasmo, fie considerada por Lutero. Lo dificil de esta obra es su manejo, y se ha dicho que no es facil hallar lo que se busca, pero siempre se hallan cosas in- teresantes. Parece que se inspird en el Lignum vitae de San Buenaventura, referido a la vida y virtudes de Cristo, que fray Bartolomé puntualizé ‘con ejemplos franciscanos, cual si fueran frutos ¢el arbol de la Cruz. Vio a San Francisco como envindo de Dios, que tuvo gracia de concordar toda su vida a imitacién de Cristo. Bien es verdad que pecé de exceso, tal eta la admira- cidn que sentfa por el santo de Asis. Recientemente, los especialistas en teologia historica José Ignacio Saran- yana y Ana de Zaballa han sefalado que Las Conformi- dades de fray Bartolomé de Pisa expresan el paso del escafologismo pseudo-joaquinita a un escatologismo moderado; y este tiltimo tuvo una doble vertiente: las consideraciones escatoldgicas sobre el fin del mundo y Ja presentacidn escatologica de la figura de San Fi cisco (el “ingel del sexto sello” y el “alter Christus”).* ese al volumen de Las Conformidades, fray Barto- Iomé de Pisa sé6lo llegé a establecer cuarenta semejan- zas entre Cristo y San Francisco, Mas lejos fue el esp fiol Pedro de Alva y Astorga, vinculado una parte de su vida al Peri, y que en su obra Naturae prodigium, gra- tae portentum (Madrid 1651) presenté hasta cuatro mil analogias, El tema de las conformidades fue de domi- rio popular, y Lope de Vege lo canté ast 'Y esti en Dios transformado tanto, que decir po que Dios se parece a vos y vos a Dios parectis. Al vivo, enfin, retratado, Franeisco, en vos esti Dios y ves en é trasladado, yen cada uno estin los dos. Francisco, vos no sois Dios; mas tal libreatragis| ue Dios se parece a vos y vos a Dios, pareoéis... ‘Ya veremos en qué forma se manifiestan estos pa lelismos cristoligico-franciscanos en la serie de San Pietro in Montorio. Ahora vamos a describir y comen- tar los frescos de los lunetos en orden correlativo, par- tiendo del lado occidental del claustro. Galeria Oeste 1. La Navidad en Greecio. La serie no empieza con el nacimiento del santo sino con la celebracién del dia de Navidad en Greecio. Nos recuerda el Celano en la Vida primera (XXX, 84-85) que San Francisco llamé a un digno seftor del fugar, llamado Juan, y le dijo: “Si deseas que celebremos en Greccio la proxima fiesta del > probada por el capitulo ge 5, Galeria Oeste, La Navidad en Greccio, ral de Asts de 1399, fue pulicade en Mikin en 1510 y 1513. Traducida al holandés, al francés y al inglés, EL estudio mis completo esti en nalecta Franciseana, tomo IV (1806) y V (1912). + 1.1 Saranyana y A. de Zaballe, Joaguin de Fiore y América, Pamplona 1992, p. 92. > Cit, 8. Sohastién, “EL Jo iconografico feneiscang de Santiago de Chile”, Hol. Academia Chilena de Historia 95 (1984), p 12 SANTIAGO SEBASTIAN WEY oe Bao oe Kae 6. Galeria Oeste, Nacimiento del nfo Francisco, 7. Homenaje al hombre senillo (grabado), Siglo xv. natalicio divino, adelantate y prepara con diligencia lo que voy a indicarte, Para hacer memoria con mayor na- turalidad de aquel divino Nifio y de las incomodidades que suftié al ser reclinado en un pesebre y puesto sobre hhaimeda paja junto a un buey y un asno, quisiera hacer me de ello cargo de una manera palpable y como si lo presenciara eon mis propios ojos”. ‘Veamos en ef fresco la celebracién de Ia Misa de! Gallo con el pescbre 0 nacimienio de Cristo a un lado, ante el que se arrodilla San Francisco con un nifio en © 8. Gieben, “Philip Galles original engravings ofthe life uf St. Francis and the corrected edition of 158 (4976), Roma, yp. 242-305. brazos. No hay duda de que se trata de esta escena, pues el Celano menciona que fueron convidados reli- giosos de otras paries, hombres y mujeres, que Il ban luces para iluminar aquella noche. Recuerda San Buenaventura que para esta celebracién San Francisco pidi6 licencia al Papa, tal vez el santo conocia la prohi- bicién de los Judi theatrales, ordenada por una decretal de Inocencio III (1207). Sin duda estamos ante una de ls primeras representaciones de esta escena, aqui colo- cada en primer lugar. 2. Nacimiento del nitio Francisco. En Asis ocurrié el venturoso acontecimiento de Ia venida al mundo de San Francisco, en un lugar hoy convertido en capilla, pero en el que una inscripcién en caracteres géticos nos recuerda que antes fue un establo: “Hoc oratorium fuit bovis et asini stabulum’. Si bien Bartolomé de Pisa no recoge los paralelismos en esta escena, si era tradicién a mediados del siglo xv cuando Benozzo Gozzoli lo pint6 naciendo en un establo en la iglesia de San Fran- cisco de Montefalco: es por tanto comprensible que Crist6foro da Capite recogicra antes de 1594 este a: pecto ton comin en sus versos latinos sobre la vida de San Francisco, Resulté que Ia madre, Pica, no podia dar luz-hasta que un peregrino sefialé como lugar mas adecuado el establo de la casa. En consecuiencia, el nifio Francisco estaba predestinado desde el vientre a seguir el modelo de Cristo. El peregrino aparecido tomé el nifio del pesebre, To ucariciéy descubrié su hombro, en é1 hizo una cruz de color rojo, que tuvo du- rante toda su vida; este peregrino encargé ¢ un ama que cuidara bien de aquel nifio, que seria grande a los ojos de Dios y muy estimado de la Iglesia por su santidad. En el fresco del luneto vemos a Pica tumbada en el suelo del establo, pues al fondo se divisa un caballo: las eriadas y la comadrona se aprestan a realizar la toi- leite del recién nacido. La escena deriva en parte det rnacimiento de la Virgen Maria. Desconocemos la fecha exacta de la pintura, pero es muy semejante al grabado de Francisco Villamena de 1594: no sabemos quién pudo influir sobre el otro. Si queda claro que el Poma- rancio cre6 una escena con dinamismo y monumentali- dad. 3. Homenaje del hombre sencillo. Un hombre de la calle intuy6 Ia grandeza del nifio Francisco y puso su ‘nica a sus pies. El origen literario de este pasaje esta en la Leyenda mayor (I, 1) de San Buenaventura, en la que se trata de las exceientes cualidades del nifio Fran- Cisco por la abundancia de dones que el cielo le conce- dié: “Asi se explica que cierto hombre, muy simple, de Ja ciudad de Asis. inspirado sin duda por Dios, siempre que al recorrer as calles de la ciudad se encontraba con Francisco, solfa quitarse la capa y la extendia a sus pies, asegurando a todos, con espiritu profético, que Francisco llegaria a ser digno de gran reverencia, por- que habia de realizar estupendas maravillas, y merecer por esto ser honrado gloriosamente por todos os fieles del mundo”. El tema no falta en la importante icono- grafia que el Giotto le dedicé en ta basiliea de San Francisco de Asis, en el muro de la nave derecha; t pasaje lo recogen los grabados dc Philip Galle (1587)* y de Francisco Villamena (1594). Cotejando el fresco Collectanca Franciseana 46 LA SERIE ICONOGRAFICA FRANCISCANA DE SAN PIETRO IN MONTORIO con los citados modelos grabados su relacién de seme- janza esta con Villamena, pero como en el caso ante- rior no sabemos quién fue el primero en idear la com- posicién 4. San Francisco entrega sus vestidos a un soldado. Es un luneto con el fresco en pésimo estado, apenas, puede apreciarse; vemos al santo ejerciendo una de sus virtudes mas excelsas: la caridad. Acababa de suftir una enfermedad, cuando se encontrs con un soldado muy pobre y quitindose sus propios vestidos los entre go sin demora al militar. Este detalle fue recogido por el Celano en su Vida segunda (n.° 5) y pot San Buens- ventura: Leyenda mayor (I, 2). El primero compara la accién franciscana con la de San Martin, el santo caba- ero que partié su capa para dérsela aun pobre, con razn el Celano establecio una comparacion entre ambos: “iste (Martin) dio primero los vestidos antes, que repartiese los dems bienes, mas aquél, después de entregados éstos, dio en tltimo Iugar sus propios vesti- dos; uno y otro vivieron pobres y necesitados en el mundo y ambos entraron ricos en el cielo”. En el lune- to aparéce ef santo al centro, ha bajado de su cabalga- dura y oftece al pobre soldado, que esté a la derecha, sus vestidos. Parece una composicién tomada de una serie gréfica sobre San Martin. 5. Visidn de Cristo en sues, Jesis se le aparecié fen suefios mientras dormia para indicarle cual era su verdadera vocacién, pese a que el joven Francisco vivia deslumbrado por el prestigio de la vida caballe- rosea. Casi todos los bidgrafos del santo recogen esta visién, y sélo difieren cn algunos detalles. San Buena- ventura en la Leyenda mayor (I, 3) recuerda que estaba durmiendo cuando Dios le mostré: “un palacio grande y sumamente precioso, de cuyas paredes pendian toda Suerte de armas y aprestos militares sefialados con una cruz de Cristo, dndosele a entender con esto que la misericordia ejercitada por amor del gran Rey en favor de un pobre soldado habia de ser recompensada con tin premio incomparable, Ansioso Francisco de entender esta vision pregunto para quién era aquel palacio, y le fue respondido por revelacién divina que el palacio, con las armas y todo lo demas que contenia, eran para 1 y para cuantos habjan de ser sus soldados”, Kn tér~ minos parecidos se expresan el Celano y los Tres Com- paiieros, ” Parece composicién original, el Pomarancio destaca el aspecto monumental de Cristo en juego con las arquitecturas clésicas del costado derecho de la composicién. 6. San Francisco recibe la orden de restaurar la Iglesia. Es una escena culminante en la conversién del santo de Asfs, y que los bidgrafos recogen como “Ora- cién en San Damién”. La narra la Vida primera (cap. VIII) del Celano y también la Leyenda de los tres ecom- pakeros (cap. V), pero la mejor referencia esté en la Leyenda de San Francisco (cap. II) de San Buenaven- tura. Salié el santo al campo para entregarse a 1a con- ‘emplacidn y se legé hasta la iglesia de San Damian, que amenazaba ruina, y entr6 para hacer oracién ante un crucifijo, cuando st espiritu se sintid inundado de ‘ua consolacién celestial y bafiados sus ojos en ligri- ‘mas mir6 a Cristo y oyé con voz perceptible: Francis co, ve y repara mi casa, que, como ves, se esté arrui- Clan, FidaI,n2 Sy 1,3. Leyenda de los ares comparieros U2 0, S. Francisco renunci asus bienes, Grabado, 4 SANTIAGO SEBASTIAN 1 Galeria None. El caro de foego. nando toda, Lleno de temblor por causa de aquella voz isteriosa, que lleg6 hasta su coraz6n, sintidse arroba- do en éxtasis sobrenatural; mas pronto se dio cuenta que las misteriosas palabras en su significacién verda- dera se referian sobre todo a la reparacién de la Iglesia, que Cristo fundé con su preciosa sangre. Vuelto a su sa vendi6 algunos fardos de patio, y vuelio a la igle sia cuya reparacion se le habia ordenado, encontrd pobre sacerdote y le entregé el dinero pata la repara- cién del templo, y que el sobrante lo entregara a los po- bres; finalmente le pidié que pudiera quedarse unos dias con él. Es una escena muy comiin, figura en un grabado de Galle, con Francisco vestido de cabailero, El Crucifijo ante el que tuvo la vision se venera en la iglesia de Santa Clara de Asis. El Pomarancio, con su gusto clasicista, ha compuesto la escena con gran sen cillez y estabilidad 7, La remuncia a sus bienes. La vocacién religiosa de Francisco era cada dia mas patente, aunque su padre estaba mas airado por esta decision. En esta dialéctica la macre se situé junto a su hijo hasta que exploto el temperamento violento del padre, que no comprendia las muestras de caridad que daba su hijo. Celano nos cuenta en la Vida primera (VI, 15): “Llevado a la pre- sencia del Prelado, no aguarda érdencs ni da expli ciones, sino que, quitados y arrojados sus vestidos, los restituye a su padre... Ei Obispo adivina su espiritu, y, admirado de tanta generosidad y fortaleza, levantase al instame, estréchale entre sus brazos y cibrelo con el manto de que estaba vestido”. Queda asi explicado lo que vemos, y este pasaje iconografico es muy comin ya que lo recogen otros textos: Leyenda mayor (Il, 4) de San Buenaventura, y la Levenda de los tres compa- fieros (VI, 20). Ya el tema fue recogido por pintores como Giotto. Sasetta y Gozzoli, #3 Pomarancio, condi- cionado por el luneto, recurtié a la composicion pira- midal, con esa sensacién de firmeza que le caracteriza, * Vease también S. Buenaventura, cap. XILy ene] Andnimo perugino, p. 5 12. Galesia None. Exhortacion al noble de Celano. Galeria Norte 8, Visién de Inocencio II, Los dos primeros lunetos de este costado se han perdido; gracias al estudio de Cerafogli sabemos cules fueron sus temas. En este primero veriase al Papa que confirmé la regla francis- cana, tema al que Giotto dedicé varias versiones. La escena la cuenta la Vida segunda (XI, 17) det Celano: En sueiios habia visto mo Ia iglesia de Letrin se venia abajo, cuando un religioso enclenque y despre- ciable la sostenia con sus espaldas; el Papa afiemé: ~guramente que éste es el hombre que con su obra y doctrina sostendra Ia Igiesia de Cristo”, Por ello el Papa le concedid lo que pedia. El sabio y virtuoso Papa Inocencio acogié a Santo Domingo y a San Francisco, fundadores de las drdenes mendicanies, como verdade- ros sostenes de Ia Iglesia de Roma. 9. Inacencio ILI envia a San Francisco a predicar al pueblo. Es un luneto también perdido, pero el tema ha sido tratado por muchos hagiégrafos del santo. El ‘mejor texto es la Leyenda de los tres compaieros (XU, 43) cuando refiere que cl obispo de Asis dijo al citado Papa: “Encontrado he un varén prefectisimo que desea vivir segin la forma del santo Evangelio y observat en todo In perfeceién evangélica”.* 10. El carro de fuego. Este fue uno de los hechos ‘mas prodigiosos de la vida de San Francisco, sucedido en el convento de Rigotorto, cuando, estando el fund: dor ausente: “Y he aqui a poco menos de la media ‘noche los religiosos, en reposo unos y en oracién otros, vvieron entrar por la puerta de la casita un carro en Iha- mas, sobre el que Se elevaba un globo, resplandeciente como el sol, convertia la noche en clarisimo dia, el cual por dos veces 0 tres veces recorrié de una a otra parte la casa”. Tal cuenta la Vida primera (XVIII, 47) de Ce- 10. Esta aparicién de San Francisco como otro Elias iin: Galle le dedicé un grabado de su serie, LA SERIE ICONOGRAFICA FRANCISCANA. DE SAN PIETRO IN MONTORIO Is pero no guarda apenas relacién con la composicién del Pomaraneio, ya que éste nos muestra uno de los dise- fios mas dindmicos, fuera de todo contexto, como si hubiera tenido lugar Ia vision en el campo y por la noche. Una vez mas hay que abogar por la originalidad del conjunto de San Pietro in Moniorio. 11. San Francisco orando y la visién de fray Paci co. Este fiaile era poeta y su visién esta recogida en el Espejo de perfeecién (LX). Bl vio a San Franeiseo de omeién y él se vio arrebatado al cielo, donde habia gran nimero de tronos gloriosos y uno cra mas alto que los restantes, resplandeciente, adomado con toda clase de piedras preciosas; reflexions sobre de quién podria set aguel trono, y pronto oyé wna voz que decia: “Este asiento fue de Lucifer, y en su lugar se sentari el hu- tilde Francisco”, Era una referencia manifiesta a la so- berbia de Lucifer y @ la humildad del Poverello. La composicién del Pomarancio mantiene Ia sencillez. ya conocida en algunos de los lunetos vistos. La represen- tacién del tema es poco frecuente en las series hagio- sgtiifieas, si hace referencia a ella Philip Galle en el gra- ado séptimo, aunque resuelta de forma distinta, 12. San Francisco ahuyenta a los demonios de Arezzo, Este luneto y el siguiente sé han perdido, los conocemos por la alusién de Cristéforo da Capite. Es- taba fray Silvestre ahuyentando a los demonios de la citada ciudad, como refiere el Celano en su Vida se- gunda (n° 108), cuando San Francisco lego alli y se alojé en una casa de las afueras, desde donde vio emo los demonios azuwzaban a los habitantes unos contra otros, por ello ordend a fray Silvestre: “Llégate a la puerta de la ciudad y de parte de Dios omnipotente manda a los demonios que al instante abandonen la ciudad”. Nada podemos decir porque la pintura no ha subsistido. 13, San Francisco predica ante el Sultin. Se dice que San Francisco viajé a Tierra Santa, donde predieé ante el Sultén y desafié a 1a prueba del fuego a los sa- cerdotes musulmanes para poner en evidencia la ver- dad del cristianismo, Se citan otros santos como San Bartolomé de Rinori, ante Rugero It de Sicilia, y San Pedro Igneo, ante simoniacos y concubinarios, que rea- lizaron la misma prueba. El propio Santo cuando se Se cine . reunié con Santa Clara en Santa Maria de los Angeles quedaron artobados en fuego mistico y los ciudadanos de Asis corrieron a apagar el fuego, segiin cuentan Las Florecilias (XIV). Como ya dije, este luneto se ha per- dido. 14, Cristo se aparece a San Francisco en presencia de los frailes. La mitad del lumeto fue reservado a los frailes, mientras que en el costado derecho estin los protagonistas en conversacién, y al fondo dos francis anos contemplan la escena, Si bien la imagen expresa el amor de San Francisco por Cristo, no se conoce un pasaje de los antiguos biégrafos al respecto, tal vez ‘quiera aludir a una visién del hermano Ledn, que con- templé al Santo con una eruz luminosa ante su rostro, y que lo precedia. La escena de esta visiin fue puesta en paralelo con la Transfiguracién de Cristo (Mateo 17), por ello se explica la concurrencia de tantos francisca- nos, que fueron equiparados a los apéstoles Pedro, Santiago y Juan, Una vez mas el Pomarancio recurrié a la composicién compensada con un claro eje de sime- tria, aunque enriquecida con las diagonales. 1S, Exhortacion al noble de Celano, Ello ocurrié al regreso de un viaje del Santo: fue invitado insistente- mente por este personaje a comer en su casa; el hijo de Tuego de bendecir la casa Ie dijo: “Carisimo her- mano, heme aqui veneido por tus ruegos: he entrado en tu casa para comer; pero ahora escucla y pon luego en practica mis consejos, porque no aqui, sino en otro sitio vas muy pronto a comer”. Haz pronto una buena confe- sidn y el Sefior te recompensaré por haber recibido a sus pobres, tal como refiere San Buenaventura: Leyenda de San Francisco (XI, 4). Fl fresco refleja lo seiialado en el texto. El Pomarancio nos presenta una de sus com- posiciones més logradas y originales, con la conversa- cidn de los protagonistas ante la mesa en el lado dere- cho, mientras que a la izquierda aparece el sefior de Ce- ano muerto, y recogido por sus sirvientes y allegados; la composicién no es ajena a los esquemas de Rafacl 16, Aparicién de San Francisco a dos misioneros en Oriente, La escena aparece natrada en Las Floreci- Has (cap. 24). Refiere que San Francisco fue hasta Ba- bilonia a predicar la fe de Cristo, donde el Sultén le cobré gran aficién por su aspecto pobre y su ansia de 13, Galeria Este. Rantismndel Santo, 14, Galesia Este. S. Francisco hace brotar el agua de una rea SANTIAGO SEBASTIAN 1S, Galeria Este El arrepentimiento dl avaro de Espolet. 16, Galeria Este, Curacién del eandnigo Gededn, 17, Galeria Sur. Veneié la tentacibn de Ia lujura * Wadding, Annales Minorum, Quarachi 1931 alcanzar el martirio; no sélo le dijo que volviese con frecuencia sino que tenia permiso para enviar sus disci pulos ya que nadie les molestaria, San Francisco hubo de regresar a Italia y a la hora de despedirse le dijo: “Sefior, ahora yo me marcho de aqui; pero, llegado que haya a mi pais, cuando después de mi muerte me halle, por gracia de Dios, en el cielo, te mandaré dos frailes”. E] Sultin cayd enfermo y confiaba en la promesa del Santo, como asi sucedi6, sus soldados trajeron pronto a los misioneros llegados por mar. En el luncto tenemos dos escenas: la aparicién de San Francisco a los dos fiailes, y éstos llevando a cabo el bautismo det Sultén El Pomarancio divide la composicién en dos partes dando preeminencia al tema del bautismo del Sultin en el lecho de muerte, que ocupa la mayor parte de espa- cio; s6lo el dngulo derecho se reservé para la aparicién del Santo a los dos misioneros. Galeria Este 17. La curacién del leproso. Si bien boy vernos la representacién del Santo dirigiéndose a una gruta, en la aque hay un fraile sentado, en la pintura antigua, segiin lo escrito por Cristoforo da Capite, estuvo el tema de San Francisco lavando al leproso, al mismo tiempo que lo sanaba por dentro; fue un tema recogido en Las Fio- recillas (cap. 24), referido a la curacién que hizo el Santo de un enfermo de lepra, al que sand de cuerpo y de alma, Con razén el paralelismo fue referido al mila- ‘gto de Cristo sobre la curacién de otto leproso (Mateo 8, 1-4), 18. Bautismo del Santo. Incomprensiblemente api recié aqui esta escena, que debia de ocupar el lugar s gundo de la serie, Blanco Freijeiro, que siguié a Cera- fogli, se equivocé al darnos como tema de lo represen tado: EY pesebre de Greccio, que hemos visto a la cabe- za de la scric. Este Iuneto parece pintado sobre lienzo y en alguna ocasién fue cambiado. Como ocurrié con él hacimiento, también en este caso se aparecid un angel, que bendijo al nitio y desapareci6, tal refiere la Leyen- da de los tres compateros (I, 2). El Pomarancio pudo conocer la estampa de Villamena (1594), pues como ‘vemos en la pintura es un obispo quien lo bautiza. La intervencién del angel es recogida por Wadding,° que se hizo eco de una tradicién secular. Un siglo después, el franciscano espafiol Comejo afiadié que varios ange- les asistieron a la ceremonia y que precisamente San Miguel actu6 de padrino, mas, concluido el ritual, de- saparecieron misteriosamente los emisarios celestes. 19, San Francisco hace brotar agua de una roca. Vemos en la pintura del Pomarancio que el Santo hizo brotar agua de una roca para apagar la sed de un pobre hombre que fo llevaba en su asno. EI Celano refiere en su Vida primera (LV, 98) que el Santo evangelizaba los pueblos a pie, pero a veces se hacia conducir montado en un jumento, San Buenaventura en su Leyenda (VI, 12) es mas concreto, refiere que lo llevaba un labriego en su jumento por la pendiente de una montafia, cum: do éste se sintié desfallecer de sed y le dijo: “;Mirad, hombre de Dios, que me muero de sed, si no encuentro pronto un poco de agua para refrigerar mi gargantal 0 Fr. D. Comgjo, Chronicon Seraphica Vida del ploriaxo pariarca San Francisco y sus primeros dseipules, Mai 682, vol, I 19 LA SERIE ICONOGRAFICA FRANCISCANA DE SAN PIETRO IN MONTORIO San Francisco sc ape6 de la cabalgadura, arrodillado en tierra pidié al Sefior un milagro y dijo al labriego: Corre, hermano mio, corre hacia aquella piedra, y alli encontraris agua fresca y abundante!”, Fue un milagro semejante al de Moisés con el pueblo de Israel cuando iban por el desierto. El Pomarancio rompe su costum- bre de los fondos arquitecténicos, como exigia el tema Y present6 un paisaje montafioso con varios fondos; es algo que se sale de la habitual receta de las estampas, 20. El Santo ante tas avecillas. La pintura anterior del luneto se perdi6, y ha sido reemplazada por otra como la enunciada, que nada tiene que ver con la unte~ rior. Gracias a los versos de Cristéforo sabemos del contenido de lo que hubo: Ja revelacién que tuvo San Francisco en Poggio Bustone, en los inivios de Ia Orden, cuando después de recordar sus pecados sintié como su alma se llenaba de alegria: Dios le perdoné sus pecados y lo enriquecié con su gracia hasta suftir tn éxtasis que lo convirtié en un hombre nuevo. Tras de ello se dirigid a los hermanos: “Tened buen animo, carisimos, y alegraos en el Sefior, y no 0s entristezcdis al reparar en vuestro pequefio numero, No os desanime tampoco mi simplicidad y la vuestra, porque, segin acaba de revelarme con toda certeza el Sefor, Dios nos hard crecer en gran multitud y nos haré llegar hasta los confines de la tierra”."' La pintura actual denuncia poco talento del pintor moderno como restaurador, que fue incapaz. de hacer algo semejante en el estilo del Po- marancio; desentona del conjunto y seria mejor supri- mirla 21, El arrepentimiento del avaro de Espoleto. Es uno de los lunetos mejor conservados, Se trata de un hecho ignorado por casi todos los bidgrafos; lo reco- gid Wadding, que lo tomé de fray Mariano de Floren- Cia, El citado personaje de Espoleto rehusaba dar pan a Jos pobrcs, mas cl Santo respondié con generosidad y Suis caridad hasta convertirio, Vemos en la pintura dos es- eee a cenas: una en la calle, donde wn franciscano recoge Ii- mosnas, y otta al interior, cuando vemos al avaro en ef refectorio de los frailes y a San Francisco cn primer término ofreciéndole la comida que él rehusaba entre- gar. Una vez mas el Pomarancio hizo una composicién equilibrada con un eje central dividiendo dos escenas; es un toma poco representado y la composicién parece denunciar la originalidad de este pintor a Ia hora de na- rar 22. Curaciéin del candnigo Gededn. Narra la escena del Santo, que estaba enfermo en Rieti, cuando le fuc presentado un hombre mundano, que estaba enfermo; ante el Santo rog6 bafiado en légrimas que hiciera sobre él ta seffal de Ta cruz. San Francisco le advitié “Mas ten presente que si después de curado volvicres al vomito de las culpas, tendrés que suftir cosas mucho més graves, pues por el pecado de la ingratitud siempre son los iiltimos castigos peores que los primeros”. Cu- ado de la artritis volvié a su casa, mas se olvidé de Dios, fue castigado cuando cayé sobre el tejado de st. casa. Cristéforo da Capite compara tal escena con la 20, Galeria Su, KL Pape Honorio It acepa las roses curacién del enfermo de la piscina (San Juan B] Pomaraneio coloca al enfermo al centro de ° Celano, ida primera XI, 26-27. 8, Buenaventura, Leyenda M6 1 Bxcepeiin de Wadding, Annales Minorum In? 183 * S. Buenaventura, Leyenda XI, 5 18 SANTIAGO SEBASTIAN cara 21, Galera Sur Se autorza a San Franc seo a promlgacién ‘dea indulgoncia, ceORRRNITS a ae eee S cuenta 22, Galera Sut. Bl Santo predica con la palabra y el ejemplo, posicién, enfrentado al Santo, que esti de pie, equili- ‘brado por las figuras del otro costado, 23. Aparicién de San Francisco durante la predica- cidn de San Antonio. Es la titima escena de este costa- do, y como refiere Celano en la Vida primera (18, 48): estaba predicando fray Antonio, que no fac otro que cl ‘gran taumaturgo de Padua (muerto en 1231), y comen- taba en Ia reunién de Arlés la Pasion de Cristo, Fray Monaldo dirigié a mirada “hacia la puerta de la casa ‘en que se hallaban reunidos y vio con sus ojos conpora- les al serifico Francisco suspendido cn el aire, extendi- das las manos en forma de cruz para bendecir luego a los religiosos”. Tal es lo que hay en la pintura, que Cristéforo refirié a la escena evangélica de la aparicion de Cristo a los once (San Lucas 24, 36-43). Galeria Sur 24. Vencié 1a tentacidn de la tujuria. Apareve el Santo flagetindose, desnudo, ¥ consigue que se aleje el demonio mientras que dos sngeles vienen a su encuen- tro. Es un hecho legendario, que aparece a mediados \ D. Coma, 0b-ct, 1, 46-147, del siglo xv; quiza derive del hecho histérico de que habla el Celano: Vida segunda (n° 116-117) cuando refiere que San Francisco estaba en el retiro de Sarcia- no, y por la noche fue tenttado por Satands por la via de Ja lijuria. AL ver que no ahuyentaba la tentacién pese a las disciplinas, abrié la puerta que daba al huerto, des- nudo y chorreando sangre se revaleé en la nieve, Con- fundido e! demonio ante esta firmeza, desaparecio y el Santo volvi6 a su celda glorificando a Dies. El espanol Comejo comentaba este pasaje en el siglo xvit y decia que tind “sus candores con el carmin de su sangre”. Lo pintado por el Pomarancio responde al texto, aun- ‘que la figura del angel no aparece. Esta escena de la tentacion det Santo que supera re- voledndose en la nieve es semejante a la Tentacién de San Benito, que se tiré desnudo en una zarza lena de espinas; se levant6 ensangrentado, pero las heridas del cuerpo curaron las del alma, Las tentaciones de San Benito se conocen en la iconografia desde el siglo xt. Parece que el tema pas6 a la iconografia franciscana por contaminacién, 25. El Santo ofrece un ramo de rosas. Es un pasaje legendario en relacién con lo sefialado en el luneto an- terior. De la fantasia de la tentacién surgen rosas con las cuales se presentaria al Papa Honorio IN para alcan- zat la indulgencia det Perdén, Mis de la mitad de la pintura del luneto se ha perdido, vemos sélo un clegan- te angel de perfil, y se adivina la figura de San Francis- oo, sin duda poriando el ramo de rosas; probablemente el Pomarancio lo flanqueé al otro costado de un angel semejante. Es un pasaje muy extraiio y rara vez repre- sentado, 26. Concesién de la indulgencia, EN \uneto nos muestra al Sanio en oracién, acompaitado por dos Ain- geles, que ocupan la mitad del luncto: al otto costado aparecen en lo alto, sentados en mubes La Virgen y Cristo, y éste determina que el dia de la indulgencia dé ser el primero de agosto, festividad de la libe- racién de San Pedro, 21. El Papa Htonorio Ill acepta tas rosas. Cuenta la historia que San Francisco, vuelto de Oriente en otofio de 1220, se ocupé en la redaccién de aquella Regla que aprobara el Papa Inocencio III. Ahora, gracias a In ayuda del cardenal Ugolino, protector de los francisca- nos, consiguid la bula “Cum secundum consiliuim” del Papa Honorio II para reforzar la disciplina interna de la Orden; el texto definitivo de este Papa fue la Rezla “pulada” de 1223. !* EI Pomaraneio nos presenta a San Francisco ante el Papa, ofreciéndole las rosas, y Hono- rio III le permite escribir a los obispos de la regién de Asis para que queden enterados. Esta versién de las rosas no esti en San Buenventura, pero sf recoge la vi- sién que tuvo el Santo cuando recogia de la tierra mi- gajas de pan que distribuia entre frailes hambrientos. 28. Se autoriza a San Francisco la promulgacién de Ja indulgencia. Muestta la pintura del Pomarancio a San Francisco en el pillpito 0 cétedra exponiendo ante los obispos de Asis, Perusa, Todi, Espoleto, Folifio, Nocera y Gubio la promulgacién de la bula, que ellos desean que sea por diez afios, pero él la consigue con "5 LIriate, Historta feanciscana, Valencia 1979, p. 6S. A. Sabs, Historia de las Papas 1, 724, Bd. Labor, 1964 "© S. Buenaventura, Leyenda de San Francisco, cap. 4,21 LA SERIE ICONOGRAFICA FRANCISCANA DE SAN PIETRO IN MONTORIO 19 caricter perpetuo. Esta convocatoria de los siete obis- pos es legendaria, como la de las rosas ante el Papa Honorio III. La composicién esté muy equilibrada ‘como casi todas las de nuestro pintor 29. Un obispo lo confirma por inspiracién celestial. Escena de composicién semejante a la anterior, aunque mas movida, al tener que colocar mas personajes. Uno de los obispos sube al piilpito con énimo de rectificar a San Francisco; guiado por inspiracién celestial, actiia corroborando lo dicho por el Santo. 30. Los obispos publican la indulgencia plenaria y perpetua, Siguc cl Pomarancio con el mismo esquema en las composiciones anteriores, pero consigue spacio al centro, ya que son ahora los siete obis- pos los que ante una mesa proclaman la publicacién plenaria y perpetua. 31, El Santo predica con la palabra y el ejemplo. El Pomarancio vuelve a las composiciones mas animadas lejos del rigido esquema de las anteriores. Aparece pre- icando a un costado, junto a otros frailes, mientras le escuichan hombres y mujeres. El Celano nos recuerda en la Vida segunda (cap. 20, n.° 172) que San Francis- co hablaba mucho de la constancia en la oracién, del celo en la predicacién y sobre todo del ejemplo. Por tra parte, San Buenaventura desiacé: “Su devocidn fervorosa y su carided ardiente de tal modo lo elevaban hacia las cosas divinas, que los efectos de aquellas vir- tudes se derramaban copiosamente en los demas hom- bres, que le eran iguales en naturaleza y en gravia”. |? 32. San Francisco dibyja ef esetido de Sarnano. Este itimo episodio, como apunté Cerafogli, es muy importante para datar las pinturas. En este lugar naci6 Costanzo Boccafuoco, clegido cardenal en 1587 y muerto en Roma en 1595, Fue benefactor del templo y convento, y por ello se quiso recordar en este Iuneto ia referencia a la estancia de San Francisco en Sarnano, Los scfiores de este ugar habian construido una forta- leza y no se ponian de acuerdo sobre el escudo que ha- bbian'de adoptar, cuando recurrieron a San Francisco, que estaba alli, y éste con el extremo de su cordén di- buj6 en el papel un serafin. Esta escena tan extrafia no tenia otta misiOn que agradecer al citado cardenal su colaboracién. Doy por terminada esta lectura de las cuatro gale- ris, que Pomarancio el Viejo comenzé y termind en e! Angulo Sudoeste del claustro, Alain cambio que he ad- vertido nos indica que después de la primera ubicacién se produjo alguna descolocacién confundicndo el Pesc- bre de Greccio con el Nacimiento, y estos cambios no pasaron inadvertidos a Blanco Freijeiro. El costado ac- cidental fue dedicado a la infancia y juventud; los cos tados septentrional y oriental muestran la fundacién de la Orden y los milagros del Santo; por tiltimo, en el costado meridional se trat6 fundamentalmente del tema de fa aprobacién de la Regla, con la introduccién de elementos legendarios. El Pomarancio se aparté de los esquemas de la ico- nografia franciscana creados por el Giotto y sus segui dores; atin tuvo oportunidad de conocer las series gra- badas como la de Philip Galle, que no sigui, y si mas parece que tuvo en cuenta la de Francisco Villamena, aunque no sabemos quién pudo influir en el otto. Si bien a veces es un poco reiterativo, consigue escenas de gran originalidad, al aplicar algunos de los esque- ‘mas de los grandes pintores italianos del Renacimiento ‘esta sucesion de escenas meramente nartativas. Bienvenida sea la restauracién emprendida por el Icrom, bajo la direccién de Wemer Schmidt, que, como antes sefialé, se presté a realizar una campafia fotogré- fica, que me ha permitido llevar a cabo el presente es- tudio. Reitero mis gracias a este amable téenico de Tos servicios culturales de Roma, 23, El sano predica con la palabra y el ejemplo, Grabado ® S, Buenaventura, Leyenda IX, 4. Leyenda de fos es compateras, n° 36. [Nota bene: Mis agradecimienos& ls padres fanciscanos Alejandra Recio ¢ Isaac Vizquez, por las orient ‘tan amablemente suminis:

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