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DE LOS ESPEJOS* 1. La imagen refleja, ces un signo? Los espejos, son un fendmeno semidsico? ;O son signos las imagenes reflejadas en la superficie de los espejos? Quizis estas Preguntas no tuvieran sentido —en el sentido de que el sentido comtin exigiria responder que los espejos son espejos. En cual- uier caso, no es ocioso plantearse la cuestidn: podria tener poco sentido descubrir que también las imagenes especulares son sig- nos, pero podria tener mas descubrir que no lo son y por qué. “Aun admitiendo que lo supigramos todo sobre los espejos, ex. Cluirlos de la categoria de los signos podria llevarnos a definir ‘mejor un signo (al menos por lo que no es). Naturalmente, antes habria que determinar qué se entiende or «signo» y por «espejon. Pero en seguida surge la cuestién de si no estarin vinculadas las dos definiciones en cierto modo, ¥ circularmente: de modo que no sabrfamos si partir de los espe. Js para definir los signos o de'Tos sigios para defini 16% espejos. ‘Qué nos asegura que la definicién de signo de que partimos no esté construida ya de tal modo que excluya los espejos? Més facil areceria partir de los espejos (de los que se asume que la 6ptica ; El lector encontrard en este ensayo, y en el resto de! libro, la opo- siciGn entre semiosis y semidtica. La semiosis es el fenmeno, tipico Ge los seres humanos (y, segiin algunos, también de los angeles y tos animales), por el que como dice Peitce— entran en juego un signo. Su objeto (0 contenido) y su interpretacién. La semistica es la reflexion teGrica sobre qué es la semiosis. Asi, pues, el semidtico es quien nunca ‘tbe qué es la semiosis, pero esté dispuesto a jugarse la vida sobre su existencia, u hable ya de forma objetivamente incontrovertible): pero también definir qué es un espejo, excluyendo Jo que no es, puede depen- der de ciertas asunciones previas, aunque inconfesadas, sobre la naturaleza de los fenémenos semiésicos en cuanto diferentes de Tos especulares Para establecer una prioridad no existen argumentos filogené- ticos validos. Parece demostrado que el hombre es un animal se- midsico, pero decirlo no excluye que lo sea justamente en virtud de una experiencia especular ancestral. Cierto es que el mito de Narciso parece poner en escena un animal ya hablante, pero, jjhasta qué punto podemos fiarnos de los mitos? Desde el punto de vista filogenético, esta cuestién es afin a la del huevo y la gallina oa la de los origenes del lenguaje. A falta de buenos datos sobre el «momento auroral» de la especie, conviene callar. También desde el punto de vista ontogenético las garantfas son escasas. Por un lado, nos cuestionamos si la semiosis funda la percepcién o la percepcidn funda la semiosis (y, por lo tanto, si la semiosis funda el pensamiento 0 viceversa): Las reflexiones de Lacan sobre la etapa del espejo nos sugieren"que percepcion, _(o, al menos. percepcion del propio cuerpo conio unidad no frag- Ttmentada)_y experiencia especular, van a la par. Y he aqui que Percepcidn, pensamiento, conciencia de la propia subjetividad, experiencia especular, semiosis, aparecen como momentos de un * nudo inextricable, como puntos de una circunferencia a la que parece arduo asignar un punto inicial. 2. Lo imaginario y lo simbélico ¥ Las pdginas de Lacan sobre el estadio del espejo parecen re- 2 solver desde el principio nuestro problema, El espejo es un fend- meno-umbral, que marca los Ii i 6 lic - ‘Entre los seis y los ocho meses, el nifio se, confronta con-su propia imagen reflejada en el espejo. En una primera fase-con- funde la imagen con Ja realidad, en una segunda fase-se da cuenta de que se trata de una imagen, en una tercera comprende que Ia imagen es la suya. En esta «asuncién jubilosa» de la ima- ‘gen, el nifio reconstruye los fragmentos atin no unificados de su Cuerpo, pero el cuerpo se reconstruye como algo externo y —se 2 dice— en funcién de la simetrfa inversa (concepto del que vol- veremos a hablar) a La experiencia especular tiene origen en el imaginario, asf como la experiencia del Tianidj6 dé flores proditido Coie ima: gen ilusoria por el espejo esférico descrito en la «Topica de lo “iiiaginario>™. El dominio imaginatio del propio cuerpo que per- mite la experiencia del espejo es prematuro respecto al dominio real:.el «desarrollo no se produce sino en la medida en que el_ -sujeto se integra ent el sistema simbélico, “se ejere! a en él mediante el ejercicio de un habla Verdaderay( “ar. +p. 17) Recordenios, Ue paso, que To qué Lica Hatha lo » Simblico es lo semisnco, aunque se trate de un semidsico iden- tificado con el lenguaje verbal. En la asunci6n jubilosa de la ima- gen especular se manifiesta una matriz simbélica en la que el yo se precipita en forma primordial y el lenguaje es quien le debe restituir su funcién de sujeto en lo universal? Como veremos, esa restitucién «en lo universal» deberfa ser propia de todo proceso semidsico, aunque no sea verbal. Mo- mento en que se perfila el «viraje» del yo especular en yo social, cl espejo es «encrucijada estructuraby 0, como. decjamos, fen meno-umbral. — eset js —D styne 3. Entrar a través del espejo Ahora bien, si estas conclusiones son vélidas, nos dicen gue es (0, mejor, para qué sirve) el espejo en un mi Ginico e irrepetible, de Ja ontogénesis del sujeto. Las eflexiones sobre el estadio del espejo no excluyen, al fin y al cabo, que en estadios superiores del desarrolio de la vida simbdlica pueda uti- lizarse el espejo como fendmeno semidsico. Por eso, ser conve- niente proponemos un recorrido distinto: no nos interrogaremos sobre un momento auroral o primario (ya sea filogenético u on-~ togenético), sino sobre el uso que los seres humanos adultas ha- | g psjos: seres_humanos adultos que_ya_producen_sig- nos y se perciben.como-svjetos-y-que-sobreiede.cstin familia | ‘rizadas con las imagenes especulares. Abordando el problema en esta etapa podremos servimos de nuestras experiencias cotidia- nas, en el sentido de una reduccién fenomenolégica, sin tener que recurrir a las de nuestros antepasados (inverificables) nia 1B las de nuestros hijos pequefios (definidas conjeturalmente, a par tir de datos externos). Slo que el problema sigue siendo si partir de la experiencia del espejo o partir de la del signo. Si de circulo se trata, tanto da entrar en é] por cualquier pun- to, Decidamos entrar a través del espejo (como veremos, sin que- damos dentro), ya que la Gptica parece saber mucho sobre los espejos, mientras que es dudoso cuanto sabe la semiética sobre los signos. 4. Fenomenclogia del espejo: los espejos no invierten. @ Para empezar, definamos como espejo toda superficie regular ccapaz. de reflejar la radiaciGn luminosa incidente (se excluyen por tanto, los «espejos» para otros tipos de ondas, como los puentes de radio). Tales superticies son planas 0 curvas, Por espeia plana. fentendemos una superficie que proporciona una imagen, virtual, “dinecta averida Lo TMEITCAT,-especulac (del mismo taman eLobjeta.teflejado), carente de las llamadas aberraciones cromé” 4 ticas, Por espejo convexo entendemos una superficie que propot- | ciona imagenes Virtues, directasyiivertidacy reducidas. Por és- pejo Gonicavo enteridemos una Superticie que: a) cuando el objeto -tstd entre el foco y el observador, proporciona imagenes virtua- les,-directas, invertidas, ampliadas; b) cuando el abjeto cambia de posicién, del infinito a la coincidencia con el punto focal, proporciona imagenes reales, invertidas, ampliadas.o reducidas, segiin los casos, en puntos diferentes del espacio, que se pueden observar por el ojo humano o recoger en una pantalla, No habla~ mos de los espejos parabélicos, elipticos, esféricos, 0 cilindri- 0s, porque no son de uso_comiin en nuestra experiencia coti- diana y sus posibles resultados los examinaremos bajo los epigra- fes genéricos de espejos deformantes y teatros catdptricos. Ya en estas definiciones habria que preguntarse por el signi- “ficado de términos como «virtual» y «realy. La imagen teal. de. los espejos 61 ses, desde el punto de Vista del sentido co- mii, ieal_y la llamamos «real» sélo porque el sujeto gu [PerCibe puede confundirla con un objeto fisicamente consistente, porque puede recogerse en una pantalla, lo que edé con as imagenes virtuales. En cuanto a la imagen virtual, se la llama ~asi_porque.el observador Ja percibe como si estuvier: M4 -Espelo. mientras quecLespejo, evidentemente, no tiene un «dei ‘to Ms curiosa, en cambio, es la definicién por la que Ta Tin gen especular es « que transmite, El espejo usado como sintoma nos GieB"ALGO" sobre el espejo Talsmo'y sobre el uso que se puede hace®de él, re la imagen.especular.- © Ef canto canal-prétesis, el espejo puede provocar engatios perceptivos, como todas las prétesis. Entro en una habitacion y reo ver aun hombre que me sale al encuentro, y me doy cuenta sélo més tarde que se trata de mi imagen reflejada en un espejo. Ese «estar de la imagen en lugar de otra cosa, aunque sea tran. rio, podria inducimos a vislumbrar un principio de fenémeno semidsico. Pero se trata de una ilusién perceptiva, que puede darse también sin espejos, cuando «confundo luciémagas con lin- temas» 0, como se dice, «atribuyo cuerpo a las sombrasy.* De la misma manera, se puede engaiar presentando como espejo algo que no lo es. En una pelicula de los hermanos Marx hhay una escena en que Groucho se observa en un espejo; pero el espejo no es sino un simple marco tras el cual Harpo intenta torpemente (y con efectos cémicos) imitar los gestos de Grou- cho. Este fenémeno de mentira sobre 0 entorno a los espejos nada tiene que ver con la imagen especular. La representacion que el engafiador realiza es, desde luego, algo que tiene que ver con la ficcion, con la significacién, con la mentira mediante sig- ‘nos, pero nada de eso concieme a la naturaleza de la imagen especular. Hablaremos de ello al tratar de una semistica de la Puesta en escena, que se puede finalizar en un uso de los espejos como canales, ‘ inicial.”—* (como tampoco existen iconos absolutos), Al faltar la “Ahora bien, gracias a los espejos podemos imaginar una si- c n de absoluto, todo designador rigido que no sea una tuaci6n de esa clase. Supongamos que a lo largo de una distancia imagen especular, corrompible en su rigidez de diversos modos de unos kilémetros, desde un punto A, donde se encuentra el y con diversas condiciones, se vuelve un designador «flaccidon. objeto reflejado, a un punto B, donde se encuentra el observador Sélo la imagen especular, como designador.absolutamente.ti-, (que en condiciones normales no puede ver el punto A), se colo- NO puede verse impugnada por contrafactuales. De hecho, que una serie continua de espejos, a intervalos regulares y con no podria preguntarme nunca (sin violar los principios pragméti- fa inclinacién adecuada, para que, en un juego de reflexiones en ‘TOS GlieFeBUlan“ this relaciones con los espejos): «sel objeto cadena, el observador en B divise en el dltimo espejo la imagen cuya imagen percibo tuviera propiedades distintas. de las-de la. del objeto en A. Seguird tratindose de una prétesis-canal. Natu- imagen que percibo, ;seguirja_siendo el mismo objeto2» Pero ralmente, hay que presuponer que el nimero de espejos es impar. esa garantia contrafactual la debo exclusivamente a ese fend- De hecho, sélo con estas condiciones el diltimo espejo en B pro- meno-umbral que es el espejo. porcionaria al observador la imagen del objeto originario tal La teorfa de los designadores rigidos es victima de la magia como la veria si estuviera reflejado en el primer espejo en A de los espejos. Con un niimero par de espejos la imagen apareceria «invertida» dos veces y no estariamos ya ante el efecto de una protesis espe- cular simple, sino ante el de aparatos catéptricos més complejos 9. De los signos que desempefian funciones de traduccién. En cualquier caso, para el problema que aqui nos ocupa, basta que e] observador Si el espejo no presenta ninguna analogia con los nombres sepa si el ntimero de espejos es par o impar y se comportard Propios, menos ain presenta con los nombres comunes, que pre- como se comporta ante su espejo del baiio o ante una serie de cisamente remiten siempre y ante todo (salvo en su uso indical) '« espejos de barbero. Ahora, en virtud de los principios enunciados @ conceptos genéricos. Pero esto no nos dice atin que la imagen como «pragmitica del expejes~-el-obsetvador sabe que a) el es: especular no es un signo, ya que la tradicién semistica, desde ‘Pejo Final dice la Verdad y b) es un espejo; por tanto, sabe que Ja cultura griega hasta nuestros dias, ha elaborado un concepto io refiejado existe realmente en ese mismo instante en, de signo que supera el concepto de signo verbal rite A—Esta cadena causal hace de la imagen especular final Segiin las definiciones més antiguas, un signo es aliquid que mas atin: stat pro aliquo. El tipo de signo rememorativo mas elemental, © teorizado por los estoicos, es el del humo que esté en lugar del fuego. Ahora se trata de ver si la imagen especular estd en lugar m4 25 deLcuerpo que la causa en cuanto reflejo, as{ como el humo esté en lugar del fuego que lo causa. Si interpretamos de modo co- recto la primera y mas completa teor{a del signo que se haya formulado nunca (es decir, la de los estoicos), nos damos cuenta de que cualquier cosa puede asumirse como signo de cualquier otra, siempre que se trate de un antecedente que revela un con- secuente (donde aniecedente y consecuente tienen el valor que reciben en la relacién l6gica de implicacidn: no se trata de una relacin cronolégica, ya que —como en el caso del humo y el fuego— el consecuente puede muy bien ser la causa més o me- nos cronolégicamente remota del antecedente). Pero esta definicién no es suficiente, Hay que aftadir los si- guientes requisitos: 1, Para que el antecedente sea signo del consecuente es ne- cesario que esté potencialmente presente y perceptible, mientras que el consecuente debe estar necesariamente ausente: en efecto, si veo el humo que sube de las llamas, no tengo necesidad alguna de elegirlo como signo del fuego. La ausencia del consecuente adopta dos formas: una, que llamaremos preliminarmente nece- saria para la existencia del signo como tal (es decir, que el con- secuente debe estar fuera de mi radio de percepcién) y otra op- ional, en el sentido de que el consecuente, como causa remota, puede no subsistir ya materialmente en el momento en que inter- preto el signo (véanse las huellas, las.improntas, incluso de ani- males prehistéricos). s 2. Por consiguiente, el antecedente puede producirse, aun cuando el consecuente no subsista ni haya subsistido nunca. Puedo producir humo con medios quimicos para hacer creer que + ha habido fuego. El signo sirve también para mentir sobre los estados del mundo. 3. El signo puede usarse para mentir porque el antecedenie (expresién) no necesita a su consecuente como su causa ni nece- saria ni eficiente. Se presume que sea el antecedente causable por el consecuente, pero no est necesariamente causado por él. > 4 Hay otra caracteristica del antecedente-expresion: esta siempre en correlacién con un contenido (mas 0 menos general) ¥ no con el referente 5. Pero la semitica estoica nos dice algo mas. No dice que el humo sea signo y menos ain el humo como espécimen mate- rial. El signo estoico es un incorporal, es la relacion de implica- 26 cién entre dos propesiciones («si hay humo, entonces hay fue- g0». que se podria traducir también en términos de una ley: «to- das las veces que hay humo, debemos suponer que hay fuego». Asi pues, la relacién semiética es una ley que pone en correla-+ cién un antecedente tipo con un consecuente tipo, El signo no resulta del hecho de que este humo me remita a ese fuego: la clase general de los especimenes reconocibles como humo remite a la clase general de los especimenes definibles como fuego. La relaci6n se da entre tipos y no entre especimenes. 6. El hecho de que la relacién semidtica se dé entre tipos » hace que sea independiente del canal o medio material en el que —y a través del que— se producen y transmiten sus especimenes correspondientes. La relacién signica humo/fuego no ‘cambia aunque el humo se produzca quimicamente, se nombre verbal- mente © se represente mediante imagenes. La relacién que vin- cula puntos y Iineas con las letras del alfabeto, instituida por el cédigo Morse, no se ve alterada, tanto si se transmiten los puntos ¥ las Ifneas como simples sefales eléctricas, como si los produce un preso golpeando la pared de su celda. 7. Por tiltimo ~y aqui desarrollamos en parte (pero no de~ masiado) los conceptos estoicos originales—, e! contenido de - luna expresién es interpretable. Sia la vista del humo alguien me anuncia el fuego, siempre puedo preguntarle qué entiende por fuego y él puede explicérmelo mostrandome un fuego, la imagen de una Hama, pronunciando una definicién verbal, evocéndome una sensaci6n térmica, citéndome un episodio anterior en que yo haya experimentado lz presencia del fuego. Asi, a la emisin del nombre /Juan/ yo puedo preguntar cul es el significado del nom- bre y no es necesario que el hablante me ponga frente a Juan, me basta con que me lo defina de algin modo (el marido de Lucia, el tipo que conociste ayer, el que esté retratado en esta miniatura, el que al caminar lleva la cabeza asf y asi, etcétera). No sélo toda interpretacién me define el contenido de la expre- sign, sino que cada una a su manera me da a conocer algo mds.> 10. Por qué los espejos no producen signos Sentadas estas siete premisas, queda ahora claro en qué sen- tido una imagen especular no es un signo: 7 27 2 1 La imagen especular (aun como antecedente) esté_pre- sente 7 anle un referente-que-nopuede estar.qusenie No remit jamas 2 consecuentes remotos..La selacin entre objeto ¢ imagen es [a relacion entre dos sin mediacin alguna EL con~ SeCuente entra (precisamente en forma de la accién de protesis del espejo)-en-elradio de. percepcién del. intérprete. + 2* La imagen esté producida causalmente por el objeto y no se la puede, producir en.ausencia de), mismo. 3 Asi pues, como ya hemos visto, kimagen especularaa. puede usarse para memit..Se puede mentit sobre y,en torno a las imagenes especulares (haciendo pasar por imagenes especula- 188 Tendmenos que no lo son), pero no se puede mentir.conni mediante la imagen-especular. ; 4" La imagen especular no se puede poner en correlacién con un contenido, 0 bien se podria (miro mi imagen en el espejo para reflexionar sobre las caracteristicas genéricas del cuerpo hu- mano), pero sélo gracias a su relacién necesaria con el referente. Los signos pueden. referirse.a.un.geferente, porque remiten ante « todo a un contenido,.mientras-qug’la imagen especular puede re mitir a un contenido_s6lo, porque. mpaatiene.una relacién primaria, ‘con el referente. 4 “"SPor tanto, Ia_imagen especular no establece nunca una relacicn entre tipos, sino sdla nie espectmenes (Jo que es otra forma de distinguir lo imaginatio dé 16 simbélico: Io simbélico_ entraia una mediacién de. cardcter «universal», que es preci mente una, relaciGn-entre tipos)>~ "6" Es evidente que la imagen especular no es independiente del medio o canal en que se modula y que la transmite. Forma ‘un todo"con un —y solo un— canal, el espejo. 7. Por tiltimo, la imagen es interpretable. Es interpretable, si acso (mediante inferencias de diversos tipos, definiciones, descripciones cada vez mas analiticas), ¢] objeto al que remite, es decir, el campo de estimulo del que constituye un doble. La imagen en cuanto tal s6lo puede reflejarla, tal cual, «un segundo (tercero, cuarto...) espejo. Por otra parte,’si la inter- pretabilidad es caracterfstica de los contenidos, una imagen sin. contenido es.por.definiciGn_ ininterpretable.(al menos en el sen- tido que hemos atribuido al concepto de interpretabilidad) 28 7 LL. Freaks: los espejos deformantes Las imagenes especulares no son signos y los signos no son imagenes especulaes. Y, sin embargo. ‘puede haber casos én quie los espejos se usen de modo que produzcan procesos definibles como semidsices. El primer caso curioso es el de los espejos deformantes, cu- Yos maravillosos efectos celebraron ya los fisicos arabes y el Ro- man de la rose. El espejo deformante, protesis extraiia, ampli, pero deforma, la funcién del drgano, como una trompetilla actis. tica que transformase todo discurso en un fragmento de épera bufa: una prétesis, pues, con funciones alucinatorias, $i toma- mos substancias alucinégenas, seguimos percibiendo formas, co- lores, sonidos, olores, pero alterados. Los érganos sensoriales funcionan de forma anémala. Y, sin embargo, sabemos que son nuestros Srganos sensoriales, de los cuales habitualmente nos fia- mos, Si no sabemos que estamos drogados, les damos crédito, con los efectos mas imprevisibles; si lo sabemos, en la medida ‘en que consigamos dominar aiin nuestras reacciones, nos esforzi- mos por interpretar y traducir los datos sensoriales para recons- tuir percepciones «correctas» (0 bien, andlogas a las de la ma- yoria de los seres humanos), Asi sucede con el espejo deformante. Sino sabemos ni que 8 un espejo.ni. que es.deformante ..nos.encontramos.en. una situa. x ormal de engaiio perceptivo. Mis interesante es e] caso en que sabemos que estamos ante tun espejo deformante, como los de los parques de atracciones, Entonces nuestra actitud es doble: por lo pronto, nos divertime es decir, gozamos con las caracteristicas alucinatorias del cana Decidimos aceptar, pues, (liicidamente) que tenemos tres ojos, © una panza enorme. 0 las piemnas cortisimas, tal como se acepta lun cuento, En realidad, es como si nos toméramos una especie de vacaciones pragméticas: aceptamos que los espejos, que por regla general deben decir la verdad, no la digan. Pero nuestra suspensién de la incredulidad no se refiere tanto a la imagen cuanto 2 la virtud de la prétesis deformante. El juego es comple: J& Por un lado, me comporto. como..si sne-encontrase.ante.un “spejo.plano, que. dice la, verdad, y. descubro que me. Gevuelve ‘wpa imagen «imeal». (de lo.que.no.soy), Sidoy.por buena la ima~ £¢0-ayudo-a-mentit.aLespejo, El placer que experimento en este 29 /4/397 juego no es de tipo estrictamente semidsico, es de tipo estético Lo hago también con otras prétesis: por ejemplo, si observo el mundo con una lente de colores. Pero el juego no es distinto de lo que hago, si, en medio de una gran barahtinda, me tapo las orejas con las palmas de las manos y las tapo y destapo ritmica- mente, a fin de ofr un ruido «irreal». Simulténeamente (0 inmediatamente después) adoptamos otra actitud: como sé que.meencuentro ante un espejo, pienso que en cierto modo.siempre-dicela. verdad,ya que refleja (aunque mal») rayos incidentes-procedentes.de-mi.cuerpa. (Naturalmen- te, el discurso es valido también si miro en el espejo deformante el cuerpo de otro, pero es indudable que todo el asunto se vuelve psicolégicamente mds interesante, narcisisticamente, si el cuerpo es el mio.) En tal situacién imterpreto los datos que el espejo me propor- ciona, del mismo modo que, en los fenémenos de refraccién, aunque veo que el bastén se quiebra en el agua, interpreto los datos juzgando derecho el bast6n. Existen reglas interpretativas (si no en el nivel perceptivo, al menos en el del juicio intelectual) para_«descodificar» las ilusiones Spticas. Ante el espejo_defor- nante pongo en juego algunas reglas de proveccién, por las cua- les a tal Jongitud o amplitud de la imagen virtual debe comespon- der tal longitud o amplitud en el objeto reflejado. Procedo como si debiera interpretar un tipo de proyeccién cartogrifica en fun- cin de otra. Tales reglas proyectivas no difieren de las que aplico para reconocer en un dibujo estilizado, caricaturesco, ape- nas esbozado, las caracteristicas del objeto o de Ja clase de ob- jetos-tipo a que remite. En ese sentido la experiencia de la imagen deformada cons- tituye un fenémeno-umbral ulterior que desplaza los Ifmites entre lo especular y lo semidsico. Si no fuera porque, como ya hemos dicho, también la imagen deformada es parasitaria respecto del referente, deberiamos decir que tiene muchas caracteristicas de lo semidsico, si bien apenas esbozadas. imprecisas y fluctuantes. Por ejemplo, en esa relacién, que es siempre entre fenémeno y fenémeno, me inclino a verme a mi mismo como el tipo de otro (de un gigante, de un enano, de un ser monstruoso): se da como. el principio de un proceso de universatizacién, up olvidarelren< ferente para fantasear sobre el contenido —aungue sea como ten tacién continuamente reprimida, dominada por la conciencia de 30 | \ la singularidad del fendmeno, la situacién alucinatoria en act Que soy 0 podria ser, una au: Principio de semiosis ee aterados x S84 posibilidad, retegamos los espejos los castillos. encantados para 1 “Po en crisis la frontera, que in mente hemes Uae on + que instintivamer 7 entre atéptica y rene ate hemos trazado tan bien, Ultima anotacién: indudablemente in la_imagen qu vuelve el espejo deformante es un si cee 1_sintoma d *Spejo, Por el razonamiento en frio sobre to... Hay un «saber mas» s rora de ejercicio contrafactual, £2! €80. el esfuerzo,semidsica se produce entre gorprese : | “uauten este €aso equivalente a una sensacion eptice ‘anémalay Xcanal, no entre imagen y objeto. 12, La puesta en escena procatéptrica Pasemos ahora a bitacion, ten: al del sheriff de una pelic pelicula de vaqueros de la barra del bar, colocado ante sit espaldas. Estos casos no parecen prob ue el espejo es una prétesis y que accién intrusiva de un periscopio Pei 4 joo geimemes ahora que en la habitacién contigua haya pera ete Si, que sabe que 8, Io esté espiando por e espejo, E ro supone (correctamente) qi f 10 fe q es, pero sup re no sat S, servado) esté haciendo algo que lo califie ue ve, en el espejo al bandido que entra a sus lematicos: ya hemos dicho en ciertos casos realiza la 31 acciones que S; debe considerar espontineas, cuando, en reali- dad, son acciones que S, realiza para S, y para su exclusivo be- neficio (0 maleficio). S, esta, pues, Hevando a cabo una repre- sentacién de tipo casi teatral, excepto en que el espectador debe confuundir el teatro con la realidad. S, utiliza la imagen especular para mentic. Qué hay de semiésico en esta situacién? Todo y, sin embargo, nada que se refiera a la imagen espe- cular en si. También en el uso del lenguaje verbal puedo hacer tuna afirmacién verdadera con la intencién de dar a entender a mi imerlocutor algo (sobre mis ideas, mis sentimientos y dems) que no corresponde a la verdad. Y lo mismo sucede en ese caso. La imagen especular sigue teniendo todas las caracterfsticas de obtusa honrade7’ que tendrfa, si S, actuara con buena fe: refleja exactammenté To ie S; hace’Que es puesta en escena y, por tanto, artificio semistico. Existe una puesta en escena profilmica.* Puedo también creer que 1a cémara es el instrumento mas «ver{- dico» del mundo, pero eso nada tiene que ver con la predisposi- cin de la escena que filmard, respecto a la cual puedo o no abri- gar la conviecién de que sea materia de ficci6n. Ante una peli- cula que representa a un hada con siete enanitos sobre una ca- roza volante sé que hada, enanitos y carroza son puesta en es- cena (ficticia) y, ademas, sé, mds 0 menos, el crédito que debo dar a la fidelidad de 1a cémara que 1a ha filmado. S6lo un nifio puede, al suponer pura transparencia la toma cinematogréfica, atribuir también realidad a la puesta en escena (pero su inmadu- rez concierne a una semistica de la puesta en escena, no a.und semiética de la toma cinematogrifica), Dei mismo modo existe una puesta en escena procatéptrica Con ella se pueden crear ilusiones de realidad. Pero en ese caso todo el discurso semistico se desplaza de la imagen especular a la puesta en escena. La imagen especular es canal de signos pro- catrépticos. Estas reflexiones sugieren también que, ademas de una puesta en escena procatdptrica, puede existir también una gramatica del encuadre y una técnica del montaje catéptrico. S, puede inclinar el espejo de modo que S, vea sélo algunos aspec~ tos‘de la éscena'que se desarrolla en la habitacién contigua (in- # dependientemente de que sea real o puesta en escena). El espejo es siempre artificio encuadrante y al inclinarlo de deté¥minado “modo se aprovecha esa propiedad suya. Una vez mas, el artificio “Sémidsico no aiafe a la 32 igen especular (que, como de céstim-~ bre, devuelve las cosas tal como el espejo las ve), sino a la ma- nipulacién del canal. Oe itiaginemos ahora que S, disponga de un mando a distancia que haga inclinar el espejo segtin su voluntad, de modo que pueda mostrar a S., en el lapso de pocos segundos, primero un Cetalle de lo que dcurre en un rincén de 1a habitacién contigua ¥ después otro aspecto de lo que sucede en otro rincén. Si en el primer rincén el espejo muestra determinado objeto y en el otro a un individuo con la mirada perdida en el vacio, $, podria crear cat6ptricamente lo que en el montaje cinematogrético se llama efecto Kuleshov. Segtin el montaje que «elabore», S, puede ha- cer creer a S; que el hombre sentado mira sucesivamente diversos abjetos con hastio, con Iujuria; con sorpresa. Un répido jue de inclinaciones de los espejos podria hacer perder &S¥ el Sentiis de Tas relaciones espatiales efectivas entre 103" objetos. Et este “caso Te inaniobrat de"lo8espejos” podria producir una situacion semiésica auténtica, un rélato, und Ficcidn, una manipulaciéi ve- nidictoria... ~ EI uso de los espejos como canales puede permitir la puesta en escena, el encuadre y su respectivo montaje, artificios semnié- sicos todos ellos que daran un rendimiento mayor cuando se re- fieran a imagenes no especulares. Lo que permaneceria inali rado (sea cual fuere la alucinacién experimentadz 1 riaturaleza asemidsica de las imégenes especulares, Siempre anélddas causalmente a su referente. S; podria desarrolli proce” SOF VeMnivErsalizacién, casi olvidando que observa imagenes es- peculares, con lo que viviria una «historia-tipo» y no una histo- Fia-espécimen. Sin embargo. la naturaleza especular de esa histo ria haria que no pudiera separarse de sus referentes causativos, Se quedaria a medias entre semiosis y especuleridad, entre sim. bélico imaginario No obstante, el experimento podria repetirse el dia siguiente, GEn qué diferiria de la puesta en escena natural (es decir, de una ‘comedia normal). donde parece que toda reproduccién de un es- pécimen gestual va unida fisicamente a la presencia de un actor que la encarna? Es que en la representaci6n textral el actor no es referente del discurso: es, si acaso, canal él mismo y sus gestos-espécimen Temiten a gestos-tipo interpretables, referidos a ottos seres huma- nos. Mientras que en la representacién catéptrica (al hacer el es- © 33 pejo de canal) las imagenes especulares remitirfan a referentes, ‘a menos que el observador hiciera un esfuerzo interpretativo para desrealizar la experiencia. Pero en ese caso el espectador (presu- ponemos, recordémoslo, que sabe que esté observendo un espe- jo) Se comportarfa una vez mas, ambiguamente: como_Al habria entrado en el espejo, vivirfa la imagen virtual coni fuera eal. Una vez mas una situacin-umbral, alucinatoria ——Lanatiraleza especular de esta historia harfa que no se la pudiera separar de sus referentes causativos: permanecerfa atin a medias enire semiosis y especularidad, entre simbdlico e imagi- nario. 13. Arco iris y espejismos Fendmeno de reflexién parcial es el arco iris, aunque unido a fenémenos de refraccién y dispersién de la luz solar que atra~ viesa gotitas de agua en las capas bajas de la atmésfera. Sin em- bargo, su imagen nunca se vive como imagen especular. Se puede usar semidsicamente en dos finicos casos. Puede verse como un prodigio, «signo» emitido por la divinidad: pero no més que los temporales, los maremotos, los eclipses, los vuelos de Jas aves. Desde tiempo inmemorial la humanidad semiotiza di- versos fenémenos fisicos, pero no en funcién de una naturaleza catépirica suya especifica. Sin cmbargo, el arco iris puede entenderse y usarse como sintoma (del fin del temporal). Como tal, puede funcionar tam- ign en ausencia del referente conjeturado, porque se dan arco iris también en las gargantas de las cascadas. En cualquier caso, aun cuando se use correctamente como sintoma de la presencia de gotas de agua suspendidas en la atmésfera, el arco iris no es sintoma de un objeto sino de una situacién anémala del canal. En cuanto a los espejismos y fenémenos similares, el observador ingenuo nunca los percibe como fendmenos especulares: repre- sentan casos de ilusién perceptiva. El observador eritico puede entenderlos como sintoma de una situacién del canal atmosférico y de Ja presencia de un objeto lejano. Aclarado esto, puede usar- los también como imagenes especulares de ese objeto y, por tan- to, como protesis 34 14, Teatros catéptricos Los fenémenos de espejismo, precisamente, nos introducen €en otros juegos con espejos, diversamente definidos en la historia como Theatrum catoptricum, Theatron polydicticum, Theatrum Protei, Speculum heterodicticum, Multidivium, Speculum multi plex, Tabula scalata, etcétera.’ Todas estas maquinaciones se pueden reducir a tres posibilidades, a) Mediante espejos se multiplican y alteran imagenes virtua les de objetos, de algtin modo puestos en escena, que el observa- dor reconoce como reflejos de espejos ) Mediante el juego combinado de espejos de diversa curva- tura, partiendo de un objeto puesto en escena, se crean imégenes reales que el observador debe considerar efecto de prodigio. ©) Mediante espejos planos, dispuestos del modo adecuado, Se crea sobre una superficie especular la imagen de varios objetos superpuestos, yuxtapuestos, amalgamados, a fin de dar al obser- vador, que no sabe que asiste a un juego cat6ptrico, la impresién de apariciones prodigiosas. Ahora bien, en el caso a) el observador, conocedor de la nas turaleza cat6ptrica del juego, no estd en situacién diferente de la de quien se encuentra ante espejos diversamente contrapuestos que é{ mismo maneja. Puede gozar estéticamente de la manipu- Jacién del canal o Jos canales. Cuando con anteojos observamos mejor una puesta en escena teatral, los anteojos estén destinados a la percepeidn de la puesta en escena; sin embargo, en este caso es la puesta en escena la que est destinada a la percepcién est tica de las posibilidades de la protesis-canal. En todo evento dis- frutado estéticamente se dan fenémenos de autorreflexividad. El observador focaliza su atencién no sélo sobre la forma de los mensajes, sino también sobre la manera en que se aprovechan en los canales, de igual modo que en una ejecucién orquestal no se goza sdlo de la melodia (que, como tal, es independiente del canal), sino también del modo en que se aprovechan los recursos del instrumento. En cambio, en Jos casos b) y c) estamos de nuevo en situa- ciones afines a las de los espejismos y las ilusiones épticas en general. Los espejos se siguen usando como canales, pero el ob- servador no centra en ellos atencién alguna, porque ignora su Presencia. Como mucho, goza estéticamente de una puesta en 35 escena cuya naturaleza ignora. Si, ademds, cree encontrarse ante un prodigio, su situacién no es diferente de la de quien se ve a si mismo en un espejo y cree encontrarse ante un intruso en carne y hueso. Es pura ilusin perceptiva, no experiencia de imagen especular vivida en cuanto tal. ‘A la luz de la tipologia de los modos de produccién de signos (véase mi Tratado de semidtica general, 3.6.6), esas produccio- nes de ilusiones perceptivas pueden calificarse de estimulaciones programadas, Como tales, se basan en una puesta en escena que es un fendmeno semidsico (hasta el punto de que podrian cana- lizarse de otro modo: desde que se dispone de diversos sistemas de proveceisn de imagenes, han dejado de usarse los teatros de espejos), pero las imagenes especulares usadas son en si ver cas y asemidsicas. 15. Espejos que «congelan» la imagen Prosigamos ahora nuestro experimento fenomenol6gico ime- ginando espejos magicos (en el sentido de: magicos de verdad, ¥ no usados para producir impresiones de magia). Imaginemos 8 que disponemos de_un espejo congelanre, La imagen refle}ada se Gongeli en la superficie, auncuando, e} objeto, desaparezca.~ PoF fin hemos instituido una relacién de ausencia entre antece- dente-y consecuente, No obstante, no habremos eliminado el vin: ~ailo causal entre Teferente originario € imagen. Un paso adelan- “Tey ENTOACES, pero minimo. Espejo congelamte es la placa foto- gréfica. Naturalmente, aqui damos por sentada la existencia de ‘una placa capaz de reproducir la imagen con una altisima defini- cidn (Jongitud de onda, relaciones de intensidad, comtornos); y, por otra parte, podemos reconstruir perceptivamente también imagenes emitidas por espejos rotos o interrumpidos por franjas opacas. {Qué hace que una fotografia se parezca a una imagen “\ especular? La suposicién pragmatica de que la cémara obscura deberia decir la verdad igual que el espejo y, sobre todo, atesti guar la presencia de un objeto impresor (presente en el caso del espejo, pasado en el caso de la fotografia). La diferencia consiste en que la placa impresionada consti- ‘9 tuye precisamente una impronta o una huella. Una huella tiene algunas caracteristicas diferentes de la imagen especular, aun sin 36 tener en cuenta las relaciones de inversién en la placa, de rein- version, en la foto impresa, de restituciGn de lz simetrfa inversa, © de inversi6n efectiva de la simetria congruente que caracteri- Zaba la imagen especular. Lo que nos interesa es que la placa traduzca los rayos luminosos a otra materia. Lo que percibimos ya no son rayos luminosos, sino relaciones de imtensidad en e tado puro, y relaciones de pigmentacién. Ha habido, pues, unas proyeccion de materia a materia. El canal pierde consistencia, la foto puede retraducirse a materias diversas, las relaciones perma necen inalteradas. La imagen no est tan libre del canal como el alfabeto Morse del material en que sus se‘ales-tipo pueden realizarse, pero hay un principio de liberacin, Esa heteromaierialidad. tipica de todas las improntas*, hace que en la ontogénesis det sujeto el «estadio de la foto» sea mucho mis tardio al del espejo. Al nifio pequefio no le cuesta recono- cerse en la imagen especular, al niiio de edad preescolar le cuesta mucho (y necesita cierto aprendizaje) para reconocerse en los ob- jetos fotogréficos: asume incluso las imagenes como expresiones que remiten a un contenido genérico y s6lo mediante ese paso a lo universal realiza después actos de referencia impropios. Ve la foto de una mujer, la supone foto de mujer-tipo, aplica dicho tipo a una mujer-espécimen y afirma que es la foto de su mama. Se equivoca al referir ese nombre propio-impropio, ese designa- dor fliccido que es la imagen fotogréfica, Ya estamos en la se- miosis. Los efectos de esos primeros errores se reflejan en nuestra pragmatica de la foto. Testimonio de que algo estaba ahi para impresionar la placa (muchas veces usada como prueba), provoca siempre, no obstante, la sospecha de que ese algo no estuviera. Sabemos que alguien, mediante puesta en escena, engaiio dptico © misteriosos juegos de emulsién, solarizacién, y similares, puede haber hecho uparecer la imagen de algo que no estaba, que no ha estado, que no estaré nunca. La foto puede mentir. Lo sabemos incluso cuando suponemos, ingenuamente, casi fi- deisticamente, que no miente. El referente objetivo es conjetura- do, pero corre peligro de disolverse en cualquier instante en puro contenido. Una foto, jes la foto de un hombre o la foto de ese hombre? Depende del 56 Gi hagamos te" ella:®A-veves; por aso subrepticio al género (universal, Contenido}, tomamos la, ‘foto de x come: st fuerarte-fotorde-y=-Nores tn Sitiple ei7or per 37 ceptivo, como si viéramos en el espejo la imagen de x entrando y ereyésemos que se trata de y: es algo més, es que en toda im- pronta, aunque estuviera tan bien definida como la de la placa impresionada, los caracteres genéricos acaban prevaleciendo so- bre los caracteres especificos. + _ Enel espejo, exceptuando los teatros catéptricos, yo escojo elencuadre, hasta cuando’ €Spio a los otros’ basta con que ‘me desplace. Entre otras cosas, en ei espejo, si me veo de medio ~busto, sin las piemnas, basta con que me acerque y mire dentro, hacia abajo, y, en lo posible, veré también las piernas que antes la imagen no me ofrecfa. El objeto esta ahi, causando la imagen, < incluso donde yo al principio no la veia. En cambio, en la foto el encuadre viene ya dado y es férreo: si la imagen no tiene pier- nas, nunca las veré, sélo debo presuponerlas: podria ser la foto de un cul-de-jaite. Y¥ lo que ya presupongo no son sus piemas, sino su «bipedidad». La impresién de referencia se escinde en seguida en un juego de contenidos. La foto es ya un fenémeno semiésico. Segundo experimento magico: la imagen congelada se mue- ve, El cine, evidentemente. En el que intervienen todas las obser- vaciones que hemos hecho sobre la foto, mas todo lo relativo a la gramética del montaje, con todos los efectos de mentira y uni- versalizaciGn que éste permite. Improntas, pero en movimiento. Tercer experimento. La impronta tiene muy baja definicién, el espejo parece un congelador de imagenes, pero no tengo si- quiera la garantia de que se trate de un espejo ni de que un re- ferente haya determinado la imagen. Todo lo que se ve no sélo es puesta en escena, encuadre, eleccién del angulo visual, sino también efecto de una operacién en la superficie tal que parece reflejar rayos procedentes de un objeto. Estamos ante el cuadro. En este caso observamos ya todos Ios requisitos del fenémeno semidsico, la fisica de la produccién esta vinculada a la pragmd- tica de la interpretaci6n de forma radicalmente diferente a como lo esté en el caso de la imagen especular. Nuestros tres experimentos imaginarios nos han Hevado a imaginar fenémenos que nada tienen que ver con los espejos. Aun cuando, al tratar esos fenmenos, no consigamos abandonar del todo el recuerdo de la imagen especular, de la que son imi- taciones simiescas (como el arte es siempre simia naturae). No obstante, conviene volver por un momento a nuestro €x- 38 pperimento de la serie de espejos colocados a intervalos regulares a lo largo de una fila de colinas. Ahora se trata de suponer que, en lugar de la serie de espejos, hay otros aparatos que transforman los rayos Iuminosos proce- dentes del objeto inicial en sefiales eléctricas que un aparato final vuelve a transformar en sefiales épticas. La imagen recibida a la llegada tendria todas las caracteristicas de esas improntas que son las fotografias y las imagenes cinematograficas: heteromaté- Tica, de definicién més baja que la imagen especular (pero hemos decidido considerar ese inconveniente provisional), retraducidas (reinvertidas). Y, sin embargo, semejamte sistema pareceria, como la cadena de espejos, un sistema de designacién rigida, porque la imagen irfa determinada por el referente presente que la causa, y la relacién serfa de espécimen a espécimen. Naturalmente, ese dispositivo, en el que reconocemos un mo- delo esquematico de transmisidn televisiva, tendria esa caracte- ristica, s6lo si la emisién fuese en directo. Una emisién en dife- rido no se distingue, en cuanto a la actitud pragmética que indu- ce, de una proyeccién cinematografica, exceptuando las diferen- cias en Ja definicién de la imagen y en el tipo de estimulo sen- sorial transmitido hasta ef ojo. Sélo una toma televisiva en directo tendrfa, como el espejo, una relacién absoluta con el referente. Ahora bien (y este principio podrfa ser vélido también para Ja serie de espejos que reflejan una imagen a distancia), la diver- sidad espacial entre referente e imagen es precisamente lo que crea, mas © menos inconscientemente, una sospecha de ausencia potencial. El objeto deberia estar, pero también podria no estar. Sin tener en cuenta un elemento por lo demés fundamental: que Ja practica de la emisin diferida provoca en cada destinatario desconfianzas sobre la veracidad de la emisiGn directa, La ima- gen televisiva, desde el punto de vista pragmitico, participa de las ventajas de la imagen especular y de las desventajas de las oiras improntas fotogréficas y cinematogréficas. Es espécimen, parasitario del referente, pero también podria no serlo. ,Quién puede estar seguro? Y a lo largo del canal, gcuntas y cules manipulaciones pueden haber intervenido? ;¥ cuanto cuentan, no s6lo el encuadre, sino también el montaje que se nota incluso en la emisi6n directa, mediante el cual la camara decide qué as- pectos del referente real explorar y por el que el mensaje puede crear efectos Kuleshov a cada instante? 39 Pero estas comparaciones entre las improntas fotosensibles y ‘las imagenes especulares nos dicen al menos algo muy impor- tante para una semidtica de la imagen fotogréfica, cinematogrd- fica y televisiva: ésta se encuentra dentro de los limites de lo semidsico, pero, desde luego, no dentro de los de lo lingiifstico. Toda impronta es una proyeccién que funciona como un todo toposensible, no como una secuencia de elementos discretos y repetibles por ratio jacilis.° El modo de interpretar una impronta (que ya es signo) es afin al de interpretar una imagen especular— deformada o de baja definicién (que no es signo). ‘Se_procede mediante relaciones proyectivas: a tal dimensién en la imagen debe_corresponder tal dimensién, si no en el objeto-espécimen Geferenie). al menos “en el objeid-tipo (contenida) dé que tie @hablay Ta imagen: Las categorfas «gramaticales» propiamente “Wistias intervienen en el nivel del encuadre y el montaje. Las im- prontas no son imdgenes especulares, pero se las lee casi coma si lo fueran, Y a veces se pueden aprovechar las posibilidades semiésicas de tales imégenes-impronta como si fueran imagenes especulares ¥, por tanto, resultado de una percepcién «real» tout court, vestigando sus estrategias en los niveles manipuladores superio- res. Eso si, tendremos que volver a preguntarnos por las moda- lidades, abundantemente culturalizadas, de interpretacion de Ips imagenes-impronta, cuando se nos plantee el problema de su pre- sunta relaciGn causal con el referente. 16. El experimentum crucis En cualquier caso, por intensas que sean las ilusiones, las ambigiiedades, las confusiones «sobre el umbral», la tentacién de homologar imagenes especulares e improntas, basta con recu- rrir al experimentum crucis: reprodiizcase un espejo en una foto- gratia, ‘en un encuadre cinematogréfico o televisivo, en un cua- dro. Estas imagenes de imagenes especulares no funcionan como imagenes especutares. No hay impronta 0 icono del espejo que ‘no sea otro espejo. El espejo, en e] mundo de los signos, se con- vierte en el fantasma de si mismo, caricatura, irrisién, recuerdo, Se puede hacer un retrato, fotografico 0 pictorico, y conven- cer de que es «tealista», mas verdadero que el original. En el 40 tt ENN ENON NOIR ORES AAO AEE naar caso de los espejos no hay imagen més verdadera que los origi- nales. Lo cat6pitico, capaz de reflejar (sin modificarlo) lo semi6-< sico que existe fuera de él, no puede ser Umberto Eco, Trattaio di semiotica generale, Milin, Bompiani, 1975, 3.4.7. (Trad. esp. Tratado de semiotica general, Barcelona, Lu. men, 1977.) * Saul Kripke, Norme e necessita, Turin, Boringhieri, 1982. * Ch. S. Peirce, Semiotica, Turin, Einaudi, 1980, p. 189, * Gianfranco Bettetini. Producione del senso e mesca in scena, Mi lin, Bompiani, 1975. (Trad. esp.: Produccidn significante y puesta en escena, Barcelona, Gustavo Gili, 197.) 7 Jurgis Baltrusaitis, Lo speechio, Milén, Adelphi, 1981. * Cir. U. Eco, Tratado, cit., 3.6 * Nelson Goodman, / linguaggi dell'arte, Milin, Saggiatore, 1976. (Trad. esp.: Los lenguajes del arte, Barcelona, Seix Barral, 1974.) " Cfr. U. Eco, Traiado, cit., 3.4.9. 4L

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