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LA HERMENEUTICA MAURIZIO FERRARIS a Ufaastinoro UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE MEXICO BIBLIOTECA PEE OO} tHeks I éQUE ES LA HERMENEUTICA? 1. UNA HISTORIA DE LA HERMENEUTICA A menudo (p.cj, Ferraris 1988) la historia de la hermenéutica se narra de la siguiente manera: Bin Grecia, elarte de la interpretacion (hermenen- tike techne) designaba la actividad de transmitir men- sajes de los dioses a los hombres. En este sentido segtin el cual la hermenéutica es un angel, literal- ‘mente un mensajero—, del que da testimonio Platon, 1a hermenéutica aparece unida ala interpretacién de los oréculos (Politica, 260d-e; 290c) y, al menos en parte, a la poesia, ya que también los poetas son men- sajeros de los dioses (Jén, 534e); a este Ambito se refiere a raiz tara que hace remontarla hermenéutica a Hermes, el mensajero de los dioses correspondiente al Thot egipcio, inventor de la escritura, y al Mercu- rio romano, dios de los cambios, de los comercios, y protector de los ladrones. »En el origen, la hermenéutica no ocupa pues una posicién destacada. El racionalismo griego 8 LA HERMENEUTICA clisico, que identifica el conocimiento con la vision teorética, enlaza la experiencia hermenéutica con el Ambito de los saberes inciertos, sibilinos como los, dichos de los oréculos,y pertenec ntes més bien al dominio de la opinién que al de la ciencia cierta. A esto hay que afiadir que, durante largo tiempo, los sriegos no elaboraron una reflexién sobre la distan- cia temporal, de manera que la necesidad de inter- pretar eventuales mensajes provenientes del pasado resultaba secundaria. Habré que esperar al declive del mundo clisico para que la hermenéutica obten- ga una consideracién distinta. »Después de las conquistas de Alejandro, la extensién de la cultura y de Ia lengua griega a poblaciones de estirpe diferente, como los semitas 6 los latinos, confiere a la interpretacién un papel mucho més significativo del que tuvo en el univer- so cerrado de la polis. Al mismo tiempo, la lengua de Hesfodo y de los poemas homéricos que desempefiaban un papel importante en la paideia clisica, parece cada vez mas oscura alos griegos de Ia hoiné; se plantea, por tanto, la exigencia de corregir y glosar los textos alterados o lejanos, res- tableciendo su legibilidad: de la respuesta a esta necesidad surge la filologia helentstica que ha dado sus mejores prucbas en el método hist6rico- gramatical elaborado por el Museo de Alejandra entre los siglos iy 11 a. C. Ser4, por otra parte, la necesidad de hacer aceptable a una civilizacién QUE ES LA HERMENEUTICA? 9 més desarrollada el comportamiento bérbaro € irascible de los dioses homéricos la que haga sur- air —en los sofistas y posteriormente en el entorno de la Escuela de Pérgamo y en los estoicos— el hébito de interpretar alegéricamente los textos, distinguiendo del sentido literal la configuracion de otro significado, mas acorde con las creencias morales y con los conocimientos cientificos de la nueva época. Surge de aqui, mediante el encuentro con una religién del libro como el hebraismo, una hhermenéutica 7ligiosa que se une a la uermenéuti- a filoligica, Elaborada ya por Fil6n de Alejandefa, esta confluencia entre filologia griega y tradicién hebrea conoceré un desarrollo sistemético, a partir de Pablo, debido a la exigencia de reconocer en el “Antiguo ‘Testamento la prefiguracién alegorica de Ia vida y de la predicacion de Cristo, hasta unir las dos fases de la historia sagrada. Fruto posterior del helenismo, en referencia esta ver al encuentro con el estado romano, seri la hermenéutica jurédica, gue nace de la necesidad de faciltar una reetainter- pretacién de los eédigos, y que encontraré una sis- tematizacién explicita en el Cédigo de Justiniano. »En Ia antigiiedad tardfa, se establecen, por tan- to, los. tres 4mbitos tradicionales de la exégesis, uno sagrado y dos profanos; pero, sobre todo, comienza a delinearse, a través del cristianismo, el primer esbozo de una fil yano es concebida —y, en suma, negada— segtin el 10 LA HERMENEUTICA modelo griego, como un efrculo increado en el que las cosas estin destinadas a repetirse eternamente, sino como una linea que comienza con el Génesis, pasaaa través del sactificio de Cristo y concluye en la resurrecci6n. La distancia temporal, reconocida como problema pero no sistematizadla por la filo- logfa helenistica, adquiere ahora un valor diferen- te, porque confirma los caminos del progresivo acercamiento a la resurreccién como cumplimien- to de las profecfas antiguas. Los cristianos, ala luz de la historia de la salvacién, se consideran moder- nos en relacién con los paganos, de tal forma que se sientan aqui las primeras bases de una querelle des anciens et des modernes que tendré —en la edad modera— una grandisima importancia herme- néutica, reivindicando la necesidad de salvar el pasado del olvido, y al mismo tiempo hacer valer en esta recuperaciGn las exigencias y los derechos de los nuevos tiempos. Se trata, bien entendido, sélo de sintomas y de precedentes. »El Medievo seguiré considerdndose més bien como un epigono extremo de la época clisica, y Proseguird las orientaciones hermenéuticas pre- sentes en la Patristica: y en particular la hip6tesis de la coexistencia de un sensus litteralis,hist6rico, con un sensus spiritualis, mistico, dividido a su ver en aleg6rico, moral y anagégico (concerniente al destino ultramundano del lector). Se trata, precisa- mente, de la extensién teolégica de.la experiencia {QUE ES LA HERMENEUTICA? n dela canonicidad de los textos registrada en la.cul- tura clésica: en la medida en que cada una de ls necesidades de la vida pide ser insertada dentro de tun horizonte tradicional, seré necesario preparar ‘na metodologia capaz de adecuarla letra del bro ‘aun espiritu que se renueva cada ver. Conta esta perspectiva se moverd, a partir del siglo Xtv, el kumanismo italiano. A diferencia de Jos hombres del Medievo, los humanistas miran a Ia antigiedad como a una época acabada, pero, en cuanto tal, con la posiilidad de ser definitivamen- te objetivada; la voluntad de comprender los clsi- os situdndolos en la época y en la cultura propias sustituye al intento de conferir signficados siem- pre nuevos a una tradicién que el intérprete consi- dera ininterrumpida, La fractura es muy grande y con muchas consecuencias hermenéuticas, porque Jo que aqu{ aparece en primer plano es la distancia temporal la interpretacién.es ahora el intento de trasladarse —con instrumentos técnicos y filolégi- cos cada vez més desarrollados— a un_mundo espiritual-que obtiene el propio valor de ejemplo del contexto histérico. que.lo.remite al pasado. Aqui se clarifica un elemento central del problema hermenéutico: el hecho de que las mayores inno- vaciones de la hermenéutica no surgen cuando una tradicién parece clara y participada, sino cuando se advierte su lejanfa, de modo que se trata de reemplazar una transmisién viva mediante un 12 LA HERMENEUTICA renovado conocimiento filol6gico ¢ histérico de Jos monuments literarios del pasado. »En esta perspectiva se inserta el giro de la txforma protestante, que introduce las adquisicio- nes de la filologia humanistica, ahora ya europea, dentro de la problematica religiosa: contra el intento de la iglesia romana de integrar las escritu- ras en la transmisién viva del rito, Lutero afirma el principio, de base filolégica, de la sola Scriptura (este axioma, relativamente tardio, es afirmado por Lutero en 1520, tres afios después de las tesis. de Wittenberg: s6lo la Biblia, y no la Iglesia y su jerarquia, es la depositaria de las verdades de la fes y ala Escritura —que es por sf misma «muy cier- ta, muy clara e intérprete de sf mismay— deberd ditigir su mirada el creyente, El monumento m ,, de este esfurerzo es la Claves de las Sagradas Es | turas (1567) de Matias Flacio Iltico, que —filolé- }) gicamente—reafirma el primado del sentido literal por encima de la selva de alegorias sedimentadas } por la tradicién: «Sea dichoso el lector al captar el sentido simple y genuino de la Sagrada Escritura [...J:no busque sombras ni se convierta en esclavo de suetios alegéricos 0 anagégicos, cuando no haya una alegoria clara y el sentido literal sea imétil © absurdo», |{ Seria erréneo, sin embargo, querer hacer del || protestantismo el causante tinico de una herme- \néutica seculatizadora. En el Concilio de Trento, QUE ES LA HERMENEUTICA? 13 efectivamente, se testringié el valor canénico de la Escritura a las materias morales y religiosas sola- mente (De la edicién y el uso de les textos sagrades. 8 de abril de 1546). Fl cat este sentido plen: olicismo se revela ¢ ada po fen spondré a la pretensién protestants de un contacto inmediato con los textos la considera- cién —historicista y escéptica— segéin la cual nosotros los modernos estamos desprovistos de la competencia que en otro tiempo tuvieron Orige- nes y Jer6nimo y, por tanto, no estamos en dispo- sicién de entender el texto sagrado sin el auxilio de Ta tradicién (Discusién de los puntos controvertidos de la fe cristiana contra los herejes del tiempo, 1593-96). La otra cara, objetiva, del racionalismo cs la reafirmacién del primado del método histéri- co-gramaticals esta actitud, ilustrada por el capitu- lo séptimo del Tratado teolégico-politico (1670) de Spinozay incrementa los instrumentos técnicos y “floTSgicos de la hermenéutica, y culmina finalmen- tela idea segiin la cual la Biblia ha de ser interpre- Tteratura antigua, es decir sin_prejuicios religiosos. Si la idea (Geldsetzer, 1983), segn Ta cual con el siglo Xvi se asiste al renacimiento del término chermenéutica» (como hha observado Bianchi, 1993, en 1492 Lefevre @'Etaples titulé Hermeneus un diélogo como apén- dice de su comentario ala Fisica de Aristételes), es 4 LA HERMENEUTICA ‘pues infiandada, se da el caso de que el floreci- mento de los trataqos sobre la materia es ahora particularmente ingente, y a menudo finalizado con el proyecto de una hermenéutica universal. Asi, J. C. Dannhauser, que en 1654 publicard Her- menéutica sacra o método para explicar los textes sagrades, habfa propuesto, desde 1630 (Idea del buen intérprete y del calumniador maliciose), el proyecto de una hermenéutica general, segdin una actitud ahora compartida (Grosch, 1656). »En suma, si no se comprende ya la Sagrada Escritura dentro de un horizonte de fe, desaparece también la canonicidad y el interés especifico de ‘una exégesis biblica; esta actitud, caracteristica del iluminisme como época del pensamiento aut6no- ‘mo, representa a escala més amplia toda la relacién. con el pasado: en a medida en que la querelle entre antiguos y modemos aparece ahora incontestable- mente superada por aquellos qué la habfan pro- movido,lo antiguo aparece como el residuo de cre- encias inadecuadas. Ocurre asi que el siglo xvi desarrolla mas que ninguna otra época una erudi- cién y una filologfa preparadas para la compren- sién de Jo antiguo y, al mismo tiempo, reduce los conocimientos antiguos al rango de fabulas. Corre- lativamente, en esta época se formulan proyectos de hermenéutica universal —o sea, aplicada a cual- quier ambito— que sin embargo relegan el proble- ma de la interpretacién a un nivel subordinado (QUE ES LA HERMENEUTICA? 15 respecto al poder de la razén que, en cuanto tal, es tanto mnds cierta cuanto menos confia en los pre- supuestos (Chladenius, 1742; Pfeiffer, 1743; Meier, 1757). »Serd el romanticismo, con un renovado interés porla tradicién, el que haga fructificar la erudicién del siglo xvi y ponga al mismo tiempo las bases ‘para sefialar la nueva importancia clave del proble- ma hermentutico. Esto es muy evidente en los Lineas basicas de gramética, hermenéutica y crtti- ca (1808) del filélogo G.A.E. Ast, lo mismo que en la esfera de la hermenéutica juridica (Thibaut, 1799). Sin embargo, no es ante todo a Ia distancia temporal, sino a la alteridad personal, alo que hace referencia la universalizacién de la hermenéutica en Schleiermacher, que elaboré el problema en varios esbozos y discursos académicos, desde 1805 a 1833 (Hermenéutica y orttica, 1819). La ‘hermenéutica, hasta el iluminismo, habia: observado | principio segin el cual in claris non fit interpre- tatio: los textos son normalmente comprensibles, y lh interpretacién interviene solamente cuando se dan oscuridades especilicas. Contra esta perspec- tiva, Schleiermacher parte de un concepto antro- { pol6gico segiin el cual los otros son esencialmente | tun concepto para mf, de modo que todas sus | expresiones, no s6lo la consignada en lo escrito sino también toda comunicacién oral dotada de | significado, pueden ser mal entendidas; pero el | UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE MEXICO mAIRLTIOTECA 16 LA HERMENEUTICA : que cualquier palabra de otro resulte expuesta a un malentendido requiere que la hermenéutica intervenga en toda comunicacién interpersonal, y que ledecemprender sea interpretar. Dilthey (Ié se, en lo que conciemne a la reconstruccién hist6ri- ca, su ensayo Les. origenes. dela hermenéutica, 1900) trasladaré esta adquisicién capital de la| experiencia psicolégica de la oscuridad del «tei» al | ambito filolégico de la oscuridad de la histori haciendo.de la hermenéutica la base de las ciencias deL espiritu, es decir, de aquellos saberes que, a diferencia de las ciencias de la naturaleza, no se ‘ocupan de objetos, sino de objetivaciones lingiisticas del espiritu, que se deposita en textos y documentos, y que el intérprete esté llamado a reproducir en vida superando su estado inicial de ajenos, para recono- cerlos finalmente como propios. En.Dilthey se da todavia un positivismo encubierto. El intérprete que se remite al pasado reconoce en estas huellas del espiritti Viviente la expresin de una edad hi: Abtica pasida; pero no pone en juego su historici- dad propia, es decir, el hecho de que él, al com- prender los acontecimientos, es parte del devenir hist6rico y no puede esperar alcanzar una absoluta objetividad del juicio. Lo que reaparece ex Dilthey> es en resumen —como ha subrayado sobre todo Hans-Georg Gadamer (1960)— un iluminismo historiogrdfico: a diferencia de los iluministas, él confiere un papel central a a historicidad y al QUE ES LA HERMENEUTICA? 7 conocimiento del pasaclo: no descalifica Jas fabulas de los antiguos; sin embargo, se ve obligado a oe rar que wn método cientiico seguro es capa = liberar al intérprete del peso del prejuicio y dela cara oscura de la vida, que ie desasosiegan © hombre, pero no como estudioso. . ' Contra esta eoncepcion a mover ieee) smapo (1927): no sélo todo con existenciaes henner que noma mismos formamos parte de la tracion hist rca y Tingitca que sistemaizamos en las cienias del espiritu, Elearcterciculae por el que ne podemos objetivarlatradicin que nos constituye como suje tos no debe ser entendido, sin embargo, como un circulo vicioso. EGreulo hhermenéutiemsconstitul- ddo de esta forma no aparece conio wn Iimite, sino ‘como un recurso, en cuanto reconace —en contra de las pretensiones de un pensamiento que no te- ne presupuestos— eLcondicionamiento, rencial de todo nuestro cor 0, qe. 8s siempre y de cualquier mod interpretacién Gqueno aleanzard nunca una objetividad Final. Asics domo la hermenéutica lleva a cabo el proceso as univrsaizaion que, de wna téeica repional wnida a las disciplinas especiicas del espiritu, la h oe sonducido a hacerse érgano de Tas ciencias del espiritu y a reconocerse finalmente como al centro etodo tipo de conocimiento (si bien es problems 18 y LA HERMENEUTICA tico el papel de la hermenéutica en el conocimien- to de la naturaleza). »Pero los gérmenes de esta universalizacién —como ha dejado claro Gadamer— estaban ya puestos en el nacimiento de a filosofia alejandrina: Ja crucial importancia de restituir la comprensibili- dad de los poemas homéricos nacfa del hecho de que estos no eran, para el hombre griego, simples documentos de archivo de una época antigua, sino la estilizacién de formas de vida y de modelos de comportamiento considerados vinculantes para una comunidad actual. Por una parte, pues, y prin- cipalmente gracias ala mediaci6n del existencialis- mo, la hermenéutica adquiere una dimensién total- mente filos6fica (Pareyson, 1971). Por otra parte, por medio de la hermenéutica unida a la propia universalidad, se reintroducen en el saber contem- porineo los cénones propios de la-cultura-huma- nista que el cientifismo-de la edad moderna habfa rechazados y se hace valer la hermenéutica no sélo en los ambitos tradicionales del estudio de la lite- ratura (Hirsch, 1967; Szondi, 1975; Jauss, 1982), de la teologia protestante (Bultmann, 1933-6 Fuchs, 1954; Ebeling, 1971) y del derecho (Betti, que por lo demas elabor6 una amplia Teorva gene- ral de la interpretacién, 1955, siendo fiel a una perspectiva diltheyana de la que todavia se da tes- timonio en la monumental reconstruccién histéri- ca de Wach, 1926-32), sino también en relacién AQUEES LA HERMENEUTICA? 19 fay ftica dela ideologia con la epistemologia y.con a critica de Ia ideologs (Ricco) 1965; Habermas, 1968; Apel, 1973; Rorty, 1982). En este marco, como ha observado Gianni Vattimo (1989), la hermenéutica.constituye lanuevackainéyy en resumen la lengua franca, de la filosofia contempordnea, caracterizada por la con- sideracién segtin la cual la objetividad.no constitu: ye una instancia de referencia dltima, ya que resu ta determinada por la-tradicion.y por Ja historia. En este sentido, la critica de li ciencia| como pre- tensién de conocimiento cierto de los objetos (Nietzsche), la critica del sanacimiento como pre- fensién del sujeto de ser trasparente a s{ mismo (Freud), y la critica de laideologi, como automis- tificacién dea sociedad (Marx) encontrarfan su enominador en la hermenéutica, cuyo sig- (éFeastumir en la tesis nietzs- 1 no existen hechos, sino nificado global se sheana segdn la interpretaciones s8lo 2. ¢ QUE BS LO QUE NO CUADRA EN ESTE RELATO ? La historia avanza. {Sera también verdadera? No estd claro, ¥ no contentarse con aproximaciones mais ‘o menos seductoras nos parece, altora, el inico modo de reconocer un sentido no ret6rico de los problemas planteados por la hermenéutica, Pero examinemos mientras tanto los defectos de esta historia. LA HERMENEUTICA cdnterpretarn_signifiea de ordinario —para nosotros, hoy— entender el sentido, y-no ya expre- sarlo, al menos si seguimos la versién que prevale- ce en el lenguaje corriente. Poco importa que en la tradicién estén amplisimamente atestiguados — cuundo no considerados preponderantes— los uusos de la hermenéutica como expresién més que como interpretacién: a Pablo le llaman Mercurio precisamente porque predica (Hechos 14, 12), el Pseudo Demetrio Falereo escribe un Peri herme- neias traducido al latin como De elocutione (es decir, en concreto, «de la expresién»), Luciano (Cémo se debe escribir la historia, 34) llama herme- neutike dynamis (fuerza hermenéutica) a la fuerza expresiva de lo histérico segtin un planteamiento todavia ampliamente atestiguado en la edad moderna (Goclenius, 1613-15; Micraelius, 1653, término Enunciatio; Chauvin, 1692; Vico, 171 49), Sin embargo, estamos habituados de tal man raa considerar la hermenéutica como un ejercicio receptivo que la formulacién expresiva parece fue- ade lugar: de modo que, bajo el titulo general de «historia de la hermenéutica», se cuentan al menos dos cosas, quiz especulares, pero no ciertamente idénticas. Sea grande o pequefia, esta circunstancia sefiala un problema mas serio o general: lo que mas lla- ‘mativamente no funciona en la descripcién hist6ri- ca hasta aqui propuesta es un marcado juicio de (QUE ES LA HERMENEUTICA? 21 faturo, corroborado por algunas certezas més bien dogmaticas. La hermenéutica es algo bueno y, sobre todo, es un gran descubrimiento modemnisi- mo. En primer lugat, durante milenios, todos interpretaban, pero sin darse cuenta de la impor- tancia del significado de su acto y, en suma, habla- ban en prosa sin saberlo. Como por otra parte ignoraban que en la interpretaci6n no se trata de la comprensién de un hecho, de un dicho 0 de un escrito, sino de la existencia histérica del hombre. més en conjunto, de la historia universal, habfan Timitado la interpretacién a la praxis 0, como maxi- mo, cuando habian teorizado reglas y ambitos, Ia habian restringido a la disciplina que les interesa- ba (por ejemplo, la jurisprudencia), o a una esfera mds amplia que, sin embargo, al no coincidir con lo que el historiégrafo asume como chermenéuti- cap, parece fatalmente inadecuada; en cualquier caso se habfan limitado, por ingeniosos que fue- sen, a puros «adelantos», es decir, a esbozos inaca- bados que s6lo a la luz. de una trayectoria que, sin embargo, el lector contempordneo considera como perfecta, pueden encontrar su verdadero sentido. Esta clase de relacién es la que ordinariamente estd vigente de forma caracterfstica entre el Anti- guo y el Nuevo Testamento: los hebreos habfan visto algo que sélo los cristianos comprendieron verdaderamente. Se deja de lado, obviamente, Ia mera hip6tesis de que los hebreos puedan no estar 22 LA HERMENEUTICA enteramente de acuerdo con la consideracién de que sus profecfas se hayan cumplido en aguel Mesias. Si quisiéramos extender a objetos de uso cotidiano semejante logica, se podria sostener que la radio es el precedente de la televisi6n, Pero, aun dando por buena esta forma de hacer historia —es decir, si se quisiese releer, como en la caja negra de los aviones, todo el pasado a la luz de los dtimos diez segundos—, no salen las cuentas a propésito de muchos hechos que no admiten ser considera- dos solamente como interpretaciones. | Reabramos el dossier, y planteemos algiin inte- | rrogante. Los griegos, que de ordinario son considerados los inventores de todo, dlesmerecen en _relacién con lahermenéutica, al haberla marginado, esen- cialmente por dos motivos. El primero es que cre- fan principalmente en lo que vefan, de manera que no. podian_dar-demasiada importancia. aun arte que se limita a la trasmisién de-lo.que se-ha ofdo decir. El segundo es que, al no creer en el. dios de los hebreos, no pensaban ni siquiera que la his ria tuviera un comienzo, con la creacién, y un final, con la resurreccién; por ello, no daban tanto-peso ala historia, que no constituia para ellos un hori- zonte de sentido, sino, como maximo, un-reperto- rio de ejemplos (Plutarco, Polibio). Sin embargo, si seguimos esta hipétesis, la her- ‘menéutica resulta fuertemente condicionada, des- QUE ES LA HERMENEUTICA? 23 de el origen, por un dogma religioso y, por afiadi- dura, compartido sélo por una de las tres religio- nes abrahdmicas. Es verdad que se podré objetar que los juristas y los literatos no necesariamente eran cristianos, sin embargo valoraban la herme- néutica. Es cierto que no se les hubiera pasado nunca por la cabeza construir una filosofia de la historia para la que todo lo positivo se reduce a la espera de la redencién. Hay ademés otro problema. jEstamos seguros de que Ia universalizaci6n modema es la justa? Aristoteles no erefa del todo que Dios hubiera cre- ado el mundo mediante la palabra, y que leyendo la Biblia se pudiera encontrar el sentido del uni- verso; menos que nunca hubiera podido compar- tir la tesis, que tiene su origen en un recorrido no demasiado tortuoso, segtin la cual no existen hechos sino sé6lo interpretaciones (es decir, que lo que parece estar frente a nosotros, sélido y consis- tente, ha sido creado por Dios y por nosotros). Por tanto, en este sentido, no podia en modo alguno hablar de una hermenéutica universal. Y sin embargo, restringiendo la hermencia ala expresion de las impresiones que las cosas dejan en el alma, hhabfa pensado que tal proceso no harfa referencia sélo a Jos hombres (quiz unidos en comunidad por una cultura homogénea, hasta por la fe en ‘cosas que no se ven) sino a todos los seres capaces de recordar y de comunicarse los unos con los 24 LA HERMENEUTICA otros. Las danzas de las abejas que anuncian a las compaficras la presencia de polen a cualquier dis- tancia de la colmena serian chermenéuticay en el sentido de Aristételes que, por lo demés, dice explicitamente que los pajaros utilizan el canto ara comunicarse unos con otros. De este modo, en lugar de contraponer la naturaleza a la historia, © comprender la primera dentro de la segunda, una hermenéutica de este tipo seria capaz de una universalidad que no se limita a la esfera (total- mente exigua) de lo humano. En conexién con la relacién entre hechos ¢ interpretaciones existe todavia un obstéculo poste- rior Que Chladenius pudiera sostener que las cosas claras no.necesitan interpretacin, no parece del todo una afirmacién tan peregrina, aunque ciertamente hostil a la universalizacién de la hermenéutica (0, més exactamente, a la necesidad hermenéutica). Ahora bien, justamente una opeién porlo oscuro.constituye cLmsvil de Ja universali- zacién de Ja hermenéutica, que no proviene de adquisiciones positivas, sino de derrotas, renun- cias y problemas, que no se han querido 0 podido resolver, Hay una tltima cuestién aun més relevante. Si no ¢s cierto que se pueda establecer una continui dad entre la prictica cotidiana de la interpretacién y su eventual codificacién en ambitos especiales, parece bien poco verosimil que cada una de las nada; hay que tender_un puente (por ejemplo, decir que la naturaleza es un libro, el otro hombre ‘es nuestro hermano en Adin, la otra época tiene problemas, en parte iguales, en parte distintos de Tos nuestros), y entonces quiz nos chablen». sexto lugar, est Ja interpretacién como desenmas- cqramiento (Nietzsche, engafian: a Ta naturaleza Te gusta esconders hombre es un mentiroso (0 quiza se autoengafia), ke 28 LA HERMBNEUTICA no se ha comprendido la época por falta de dis- tancia histéricas por tanto, debemos llegar hasta Jas verdaderas intenciones que estén debajo de las expresiones falaces. En séptimo lugar, tenemos la tesis (Nietzsche-Heidegger) segtin la cual no hay hechos sino sélo interpr : el mundo esié constituido por nuestras necesidades vitales, y éstas, a su vez, aparecen cargadas de historia y de lenguaje, de tal forma que lo que parece un objeto s el resultado de interpretaciones del en minima parte somos conscientes. ‘que s6lo Como en un cadavre exquis, el parentesco que se establece entre estos miiltiples sen cuentemen dos es, fre- c, de contigiiidad metonfmic ya que existe lengua en la expresién (sentido 1: los sim- resan las impresiones y Tas intenciones que tienen lugar en elalma), cnlonces lainterpietacion es valida también para quien tra- duce diversas lenguas (sentido 2) 0 para quien se expresa de forma no lingiifstica o no sélo lingiifsti- a, por ejemplo con el rostro, torciendo la boca (0 como se dice, en el fondo curiosamente, la nariz) y con las manos (indicaciones, gestos injuriosos, etc.), y tal vez sin quererlo, por ejemplo ruborizén- dose (sentido 3), Desde el momento en que ciertas expresiones no resultan inteligibles, por ser oscu- ras 0, més frecuentemente, ignoradas por muchos (no todo el mundo sabe que «asimismo» no signi- fica caunque» sino «también», o que «de hecho» es (QUE ES LA HERMENEUTICA? 29 slirmativo, y esto puede comprometer la compren- vivin de un texto escrito en espafiol o, inversamen- c,de un texto escrito por quien crea que «asimis mo» o ede hecho» son adversativos, etc. ) «inter pretacién» seré su clarificacién (sentido 4). ¥ ya «jue semejantes cosas también claras pueden dejar- ‘nos indiferentes, «interpretaci6ny seré también la ‘obra de implicacién por la que, por ejemplo, se explicaré que la conquista romana de la Galia no es simplemente an acontecimiento pasado, sino que prolonga sus efectos hasta nosotros, por ejemplo en [a tradicién vinicola (sentido 5). Pero, si tene= ‘mos en cuenta que, a menudo, no es la casualidad, sino Ia mala voluntad, la que no nos ayuda a enten- der las cosas, «interpretacién» seré también el desenmascaramiento de quien nos quiere engaviar, ‘0 —como en el psicoanilisis— de quien se autoen- gaiia (sentido 6). Finalmente, ya que la mala volun- tad no nace de la nada, sino de la situaci6n histéri- cay vital en que nos encontramos (en calidad de victimas de la sociedad, de la técnica, del sistema escolar o sanitaro, de os medios de comunieacén fe masas, tal vez de nuestras mismas pasiones, qu ‘ segrin se hipétesis— son inferidas cabalmente de la historia), no existe nada, salvo las «interpre- taciones» (que en este punto constituyen un marco verdaderamente muy poco determinado, y vienen. a cubrir todo el Ambito —por lo demés no menos ubicuo e indeterminado— de los chechos»). 30 LA HERMENEUTICA, El escaso significado comin de estos usos lin- alifsticos se puede ilustrar mediante un ejemplo. Pongamos por caso que Khol y Chirac se enctten- tren. Se les pregunta (en alemsn a uno, en francés a otto) si tienen necesidad de un intérprete. Los dos, segtin el sentido 1 (interpretacién como expresién), deberfan responder que no tienen necesidad de él, porque el solo hecho de hablar demuestra que saben interpretar. El equivoco se corregiria mediante una interpretacién en el senti- do 4 (interpretacién como aclaracién), y vendria tun intérprete en el sentido 2 (interpretacién como interpretacién de lenguas), que sabe tanto el fran- cés como el alemén. Si é prete también en el sentido 3 (interpretacién como gjecucién), deberia exigir un aplauso al final de su prestacién y, quiz4, para hacerlo ejercitarfa —con celo inoportuno— la interpretacién en el sentido 3 (interpretacién como identificacién), por ejemplo diciendo a Chirac: «sé que usted no tiene mucha estima por este hombre, pero debe comprenderlo porque hace su trabajo, que no es ademas muy diferente del que usted hace», directamente en el sentido 6 (interpretacién como desenmascara- miento), por ejemplo, diciendo a Kohl: «no crea una palabra de lo que le esté diciendo este hom- bre; y, adems, son asuntos de ustedes y a mf no Si después rigiese verdaderamente en el sentido 7 («no existen ste creyese ser un intér- {QUE ES LA HERMENEUTICA? 31 hechos sino sélo interpretacioness), no se entien- de para qué se habrian encontrado los dos, ni de qué hablarfan. 4, LA UNIVERSALIDAD DE LA HERMENEUTICA ‘Aunque no sea un argumento contra la riqueza hiistorica y conceptual que la hermenéutica ha sabido desarrollar en el tiempo, hay que pregun- tarse si parte de su pretensidn de universalidad no depende de la variedad (y ambigiedad) de senti- dos que hemos enumerado. Latradicién —al menos hasta Schleiermacher—, colocaba el ars interpretandi en la filosofia orgi- nica, es decir instrumental (es el significado del Organon de Arist6teles como instrumento para el saber), en cuanto subordinada a la ontologéa (0 sea a la ciencia del ente en cuanto ente, o «metafisica general: el saber que se ocupa, por ejemplo, de lo que en un lapiz no es la forma o el fin especifico, sino lo que comparte con el papel, los érboles, los esetitores). Por una parte, la hermenéutica resulta- ba més amplia que en el siglo XX, porque hablaba de tantas pequefias cosas (cémo se comprende un texto, cémo se descifran las intenciones de quien nos habla, etc.) y no de lo que todas las cosas tie- nen en comin (el ser); por otra parte, sin embargo, a ampliacién ha costado alguna amputacién. La DNVERSIDAD PONTIFICIA DE MEXICO cIBLIOTECA 32 LA HERMENEUTICA hermenéutica hasta Schleiermacher no abordaba €l solo dominio de los conocimientos hist6ricos, sino todo el saber, tratandose de interpretar no s6lo los signos producidos por los hombres (que por lo demés traspasan las expresiones lingiifsti- cas, las que es transferida la interpretatio scripto- rum), sino también los producidos por Dios, es decir, lo creado (interpretatio naturae). Como sierva genérica de la metafisica, la hermenéutica se salfa por ello de la esfera de lo que modernamente entra en el ambito de las ciencias humanas (los tra- dicionales studia humanitatis, rebautizados poste- riormente de varias maneras como Moral sciences, Sciences morales et politiques, Geisteswissenchaften esta ultima expresién, «ciencias del espiritu», es un calco de Moral sciences que se impone con la primera traduccién alemana de la Logie de J. $. Mill); pero no era tan urgente, ya que no se supo nfa que en todo acto cognoscitivo tuviera lugar una interpretacién, Qué es lo que ha ocurrido después? No ha habido adquisiciones positivas. Los cénones her- menéuticos (las reglas de la interpretacién) pare- cen bien pocos, y permanecen relativamente inva- riados desde los filélogos helenistas hasta el siglo Xx, Esquematizando hasta el extremo, no se enconitraré mas que una gran opeién, la-que se da entre alegorfa y método histérico-gramatical: se puede interrogar un texto (0 una expresién) coriie 33 la anticipacién o el revestimiento de un sentido® diyerso, 0 bien se puede intentar reconstruir qué, significa en la mente de su autor yen la época en que fte escrito. La alternativa entre el espiritu y la. j° letra, asf como entre intencién del lector e inten- cién del autor (que no engloba exactamente la pri- mera, ya que Ja intencién del autor puede no expresarse felizmente en la letra), se refiere a tal horizonte. Los subcdnones qué gufan la interpreta- cidn se insertan todos en este marco: el presupues- to de la perfeccién, por el que la comprensién requiere que se atribuya a la expresi6n un sentido completo, mientras no se pruebe lo contrario; 0 bien la generosidad interpretativa 0 equidad her- menéutica, por lo que no es necesario contradecit con determinacién al autor, ni atribuirle intencio- nes manifiestamente improbables. Y sin embargo, si estamos en el horizonte de la alegoria, se podra hacer tranquilamente lo contratio y ejercitar una_ hermenéutica de la sospecha por la que se postula que el texto es imperfecto, o bie que el autor resulta desinformado o malintencionado: asi tam- bién, se podré desear entender al autor mejor de cuanto 3¢ haya entendido él mismo, abandonando la subordinacién del intérprete respecto al texto, cuando no sistematizar abiertamente la productivi- dad de la tergiversacién. En el aspecto ontol6gico, nuestro siglo ha propuesto una serie de tareas comprometedoras, como Ia equivalencia entre 34 pensamiento y lenguaje, cuando no entre ser y len- § guaje, y al mismo tiempo una filosofia de la histo- | ria que hace de la hermenéutica la expresién del | destino nihilista de Occidente (0 sea de la deter- | minacién del ser en valor y en voluntad de poder). Si las cosas estén asi, no se trataré —al menos aqui— de reconstruir una trayectoria antigua y tor- tuosa, sino més bien de considerar que lo que hoy llamamos chermenéuticay, por ejemplo como koi- né de la filosofia contemporsnea, no es més viejo que Ser y tiempo, 0 mas exactamente que Verdad y metodo. Y, si queremos buscar los antecedentes més remotos, dificilmente se podré remontar a antes de Schleiermacher. Leibniz habia escrito que el individuo eimefable: nosotros podemos descri- bir exhaustivamente las especies y los géneros, pero no se lograré nunca reconocer plenamente (es decir, precisamente individuar en los minimos detalles) las mirfadas de moléculas, peculiaridades, recuerdos y expectativas que duermen en el cuer- po o en el alma no sélo de un hombre, sino de un ser cualquiera, Para Schleiermacher, esta conside- racién hace referencia sobre todo a nuestra rela- én con otras personas: ¢quiénes son verdadera- mente?, ¢podremos saber alguna vez si piensan verdaderamente lo que dicen? De ahi el problema de laalteridad psiquica (que se acrecienta a través de la altetidad temporal: ¢Tarquino el Seberbio era realmente soberbio?). Para la hermenéutica, QUE BS LA HERMENEUTICA? 35 entonces, el problema no es tanto ver lo que hay, sino més bien sefialar que, detrés de lo que apare- ce como evidente, hay algo oscuro o, al menos, oculto; diferente de nosotros en el tiempo y en el alma: dé thanera que una comprensi6n inmediata esté excluida, y se debe més bien postular el pri- mado de la tergiversacién (es decir, que el malin- texpretar es una condicién més difusa y normal que el entender). Si bien el problema de la alteri- dad puede ser resuelto de formas diversas (y esen- cialmente 0 a través de una trasposicién psiquica —ponerse en el lugar del otro, como sugiere Sch- leiermacher—o bien mediante la reconstruccién de estructuras —encontrar reglas validas tanto para mf como para los demés, como afirma Dilthey—, 0 tipos, como propone Max Weber), se trata de un presupuesto importante para la universalizacién de Ta hermenéutica. El motivo es obvio, Si se asume que general- mente se comprende qué es lo que nos dicen los demés, y que la hermenéutica debe intervenir en casos dudosos («ios vemos en el almuerzo»: ¢que- 114 decir a las ocho o a mediodia?), dffcilmente se podré sostener que todo nuestro comprender es también interpretar. Ahora bien, seria raro e improbable sostener que verdaderamente toda expresién requicre una interpretacién. Si uno me pregunta qué hora es, y yo le respondo que son las cinco, hay poco que interpretar, puesto que real- 36 LA HERMENEUTICA mente son las cinco (la duda sobre si son las cinco de la maitana o de la tarde no parece tan dificil de dirimir y, salvo que se esté en una caverna o en ple- no invierno, una mirada por Ia ventana disiparé toda equivocacién). Pero si yo hubiese contestado que son las cinco, y son las seis, mi interlocutor habria estado autorizado a plantearse preguntas més 0 menos psicol6g 5 («gse habré equivoca- oP», ug lo habré hecho aposta y, entonces, por qué?»); y, por lo que se refiere a mi, podria haber- me preguntado si me habfa preguntado la hora porque queria saberla verdaderamente o sélo para entablar dislogo (curiosamente, cuando en el ascensor uno mira el reloj no es casi nunca para saber qué hora es, sino sélo para hacer un ade- mén). Ahora bien, es propiamente esta problemé- tica de penetrar, no en el sentido de las expresio- nes, sino en el de las intenciones de quien habla, la que se valora con la doctrina de la tergiversacién universal. Las personas engafian y se engafian, a menudo «no saben lo que se dicen» o utilizan las palabras (por ejemplo, hablando de nociones abs- tractas o de sentimientos) de formas diferentes a Jas nuestras; por tanto, pueden ser (y consecuente- mente, por la légica del argumento, son) secretos absolutos, o nebulosas respecto de las cuales no se alcanzard nunca una verdad definitiva, sino slo una aproximaci6n creciente. Ademis, todo intér- prete mira cl mundo desde la propia perspectiva QUE ES LA HERMENEUTICA? 37 irreducible; cada rostro es una mascara, detrés de la que se esconde otra, como sucede —segin el cjemplo de Leibniz— cuando se pela una cebolla, Bl problema, enraizado en la psicologia, sale fuera de su lugar de origen, englobando aspectos propiamente cognoscitivos. No se lograré nunca agotar todo lo que ha sido (por ejemplo) Aristéte- les, No es sélo el discipulo de Platén y el maestro de Alejandro Magno, el autor de la Metafisica, el fandador del Liceo, ete.s ¢s tantas otras cosas que| quiza no sabremos nunca, y a las que sélo nos podremos aproximar, y no —como en las ciencias de la naturaleza— reducir a regularidades, es decir, aleyes. En este sentido, las ciencias del espfritu— © sea, esencialmente los saberes histéricos, que para Dilthey encuentran su érgano en la herme- néutica, se pueden definir metodolégicamente, segtin la propuesta avanzada a finales del siglo XIX por Wilhelm Windelband, como conocimientos ideogréficos», es decir, trasferidos al estudio de la individualidad (idios: aqus el modelo es la biografa, que encuentra su perfeccién en la autobiografia, segtin una perspectiva retomada en el existencia~ lismo), de forma diferente a aquellos otros saberes que vana la biisqueda de una regularidad, es decir de una ley (nemos), y que por esto se configuran como ciencias cnomotéticas». En esta distinci6n aparece implicita la contrapo- sicién entre el comprendér, caracteristico de la \ ) 38 LA HERMENEUTICA hermenéutica (que consistiria esencialmente en revivir la individualidad estudiada transponiendo ) en ella la propia: «volver a dar vida a las sombras Uexangiies del pasado», segiin el lema de Dilthey para la filologia), y el explicar, propio de las cien- cias de la naturaleza, que a través de las leyes inten- tan aislar objetos distintos de la subjetividad del estudioso. Si el comprender es menos cierto que cl explicar, el argumento hermenéutico a favor del primero esté en el hecho de que no se limita a constatar, sino que proporciona una apertura de posibilidad, o sea (mas realmente) una ereacidn de visiones del mundo, seg una experiencia carac- teristica, mas que de las ciencias naturales, del arte, de la religion, de la filosofia y de la politica, donde se registrarfa la persistente eficacia de conceptos guia humanistas como la cultura, el sensus commu- nis, el juicio y el gusto, que sirven no tanto para conocer las cosas, cuanto para regular nuestro comportamiento préctico en el mundo, Puesto que todavia cada uno es libre de inter- pretar muchas cosas a su modo, el problema de la validez de a interpretacin constituye el obvio contrapunto de una interpretacién potencialmente exenta de cualquier limite, Para responder a tal exigencia, la hermenéutica recurre a argumentos circulares, como la simpatia del intérprete hacia el interpretado, 0 bien a la biisqueda de un término medio entre alteridad y afinidad (a menudo en .QUE ES LA HERMENEUTICA? 39 consideracién al cardcter agresivo de una com- prensin que remita enteramente el otro al si mis~ mo), 0 bien también con la referencia a la autori- dad y a la tradicién (de donde se deriva un tenden- cial primado de lo clésico que, sin embargo, en lo postmoderno ha sido ampliado a Ja vanguardia). Se trata, pues —y la hermenéutica es plenamente consciente de ello— de criterios bien probleméti- cos. De forma caracteristica, la Winkungsgeschich- ‘ te, la chistoria de los efectos», atestigua la eficacia de una obra, pero no es la medida de la verdad | contenida en ella, ni suministra necesariamente un | criterio absoluto, no pudiéndose excluir que toda una tradicién resulte falaz. Es, pues, claro que la apelaci6n a la tradici6n contrasta con el impulso que ve en la hermenéutica yna.fuente de emanci- acidn (por ejemplo, en la exigencia heideggeriania arin 8 stiperacién de la metafisica). Asi, el circulo hermenéutico es la respuesta que de ordinario se ofrece a la doble exigencia de reco- nocernos en una tradicién, de tal forma que no nos quedemos paralizados por ella. Debemos ser cons: cientes de que somos historia, y de que cada uno} de todos nuestros juicios, aunque sea aparente- mente objetivo, resulta guiado por condiciona- mientos y préjuicios de los que no podré desha- cerse nunca totalmente, puesto que suministran el Ambito de sensatez del andlisis. En esta formula- ci6n, es fécil reconocer una referencia a la Hamada 40 LA ERMENEUTICA « de Husserl al mundo de la vida (Lebenswelt), 0 sea, { al ambito no expresado en el que también el cien- | tico preocupado por la objetividad enraiza las propias opciones y los propios fines. Hablar de circulo hermenéutico significa por tanto asumir, por hipétesis, que no pueda haber un entendimien- {to objetivo, sino sélo un asinttico acercamiento ala objetividad, a pesar de que en Heidegger el subjeti- | Vismo sea. —al menos en las intenciones— moderado por la apelacién ala exigencia de hacerse sugerirla | precomprensién de las cosas mismas. He aquf un punto central, por lo demas impli- cito en la apelacién de la hermenéutica del siglo XX al_problema del ser, que se ha concebido como algo csencialmente diverso del-ente (0 sea, de aquello que es concretamente una pluma, un dna- de, un angel), y como empefiado prioritariamente en una concepcién de la filosofia como ética, y en particular como responsabilidad en relacién con el ser (como ¢s sabido, para Heidegger el hombre es «el pastor del ser»). Pero éste es propiamente +41 problema: gse puede pensar realmente el ser sin el ente? g De qué cosa se habla cuando se hace referencia a tal ser? gY de qué rebafio es respon- sable el pastor ontoldgico? El ser, efectivamente {y esto es claro en toda la tradicién anterior a Hei- degger), es, ante todo, las cosas que son o no son; y dificilmente ser morales 0 responsables puede prescindir de la referencia a ellas. Si me compro- QUE ES LA HERMENEUTICA? 4 eto con alguien, aunque sea en la forma hip Boles «yo fs salvaré», le estoy prometiend6 alga ‘Asi también, si establezco que la humanidad se reconoce pot la capacidad de reducir la violencia, por ejemplo utilizando buenos argumentos en lugar de misiles inteligentes, esos argumentos serdn vilidos sélo si corresponden a algo? Y, toda- via, si sostengo que la historia es un rio del que es dificil salir, o una pesadilla de la que no es posi- ble despertarse, no pronunciaré palabras al vien- to sélo si conozco Ia historia, que es una gran masa de cosas ocurridas en el pasado y que habré que reconocer como tales, con un cuidado que sera siempre positivo y positivista. La moralidad del moralista, del argumentador y del historiador se define en una relacién con un universo de hechos que no pueden disolverse simplemente en interpretaciones. 5, HERMENEUTIGA ¥ ONTOLOGIA En este marco se dibujan los contomos de nues- tro problema, y —reducido a sus términos més extremos 0 clementales— consistirfa en preguntar- se si entre ontologfa y hermenéutica es realmente posible la convergencia y, mejor, la identidad de fondo que es reclamada por la ontologfa herme- néutica. Al menos en una primera aproximacién, 42 A HERMENEUTICA nada es menos cierto, y entre los dos términos de Ta expresién no es dificil reconocer una antitesis 0, al menos, una alegorfa: si al pie de la letra, el pri- mado de la interpretacién sobre los hechos lleva consigo la destruccién de la ontologia o la pérdida del mundo. Es, en resumidas cuentas (si se puede decir asf), la propuesta de Rorty (1982), para quién la hermenéutica seria una versién del siglo XX del inmaterialismo de Berkeley (dejamos aparte Kant y Hegel, que Rorty incluye arbitrariamente en el grupo). Si este ‘iltimo sostenta que las cosas no existen fuera de las mentes, en nuestro siglo se ha afirmado la doctrina segin la cual las cosas no cexisten fuera del lenguaje 0, més propiamente (y aqui Rorty apela, de nuevo arbitrariamente, a Dertida), fuera de los textos. En realidad, visto que resulta dificil sostener que las cosas no existen, Rorty se limita a decir que no son demasiado importantes, y que lo que cuenta es conversar, es decir, enten- derse entre personas, con la ayuda de poesfas, novelas, peliculas y, justamente, interpretacior Asi, la hermenéntica seria un inmaterialismo tfmi- do: pero eritonces, en estos términos, la expresién contologia hermenéuticay parece como hierro lefioso: cuando se pasa a la interpretacién como «conversacién del género humano», estamos en una esfera en la que no existe ya el ser, sino sélo (eventualmente) las palabras para decirlo. Este sin embargo no es del todo el sentido de la tesis de QUE ES LA HERMENEUTIOA? 43 Derrida (1972), argue existe aie fuera Gemplo, el papel. ls neuronas, a tint) erciba algo (reve- tuna pierna verdadera y propia, aunque 9 doliente, sin embargo el hecho de que también cuando nos cortan una pierna nos pueda ocurrir que confin- damos la presencia demuestra cunto intervienen nuestros sentidos y nuestra mente en la constitu- ci6n de la experiencia. Del mismo modo, el hecho de que para Kant las cosas puedan resultar cog- noscibles sélo como fendémenos, es decir, como centes presentes a los sentidos, en un espacio y en un tiempo que no se adhieren a las cosas, sino que son formas también de nuestra intuicién, no signi- fica en modo alguno que los fenémenos sean qui- méricos, que ka realidad resulte indistinguible dela alucinacién, y que pensar una cosa equivalga a tener una cierta experiencia efectiva de ella Pero gestd la hermenéutica verdaderamente des- tinada, desde su nacimiento, a este ajuste del mun- do? Abramos de nuevo el Peri hermeneias, inter tando notar una circunstancia no siempre puesta de relieve. Las pocas tesis realmente ontolégicas presentes en la apertura del tratado aristotélico (el imprimirse de la sensacién en el alma y su expre- 44 LA HERMENEUTICA sarse en palabras y letras) son mera recapitulaciéns inmediatamente después, Aristételes escribe: «Ahora bien, de estos argumentos se ha hablado en los libros sobre el alma; en efecto son objeto de otro tratamiento» (16a 8-9). La moral parece clara: a menos que se quiera realmente sostener que existe Madame Bovary, no Ia copia que tengo sobre la mesa, la ontologfa her- menéutica (lo que se ha convenido en llamar asf en una tradici6n que, de ordinario, habré que res- petar pero no venerar) esté fuera de la hermenéu- tica, Esta en los libros sobre el alma, o sea, en los tratados que (del Filebo platénico al De anima atistotélico, de las Meditationes de Descartes a la Critica de la razén pura de Kant, de la doctrina del espiritu subjetivo de la Enciclopedia de Hegel a Experiencia y juicio de Husserl hasta precisa- mente la De la gramatologta de Derrida, com- prendiendo ciertamente Ser y tiempo pero no necesariamente Verdad y método) han sistematiza- do la relacién entre la tabula que es el alma y la tabla diferente que es el mundo con sus objetos. El alma, en efecto, escribe Aristételes (De ani- ‘ma, 421 21), es como la mano, ya que aferra los entes sin identificarse con ellos; s6lo en esta medi- da ella es en cierto modo (pos) todos los entes. En otras palabras —que seran siempre las esencial- mente inadecuadas de una analogia, que no expli- a las cosas, pero al menos pone a cubierto de QUE ES LA HERMENEUTIGA? 45 tmilagros y de espejismos—, el alma suministra el software, pero el hardware, el ser, no se lo puede dlr ella sola; y si se quiere enriquecer una ontolo~ fa hermenéutica no se puede negar ciertamente el mundo sino, quizas, reforzar el nexo que lo liga al alma y a sus impresiones. En suma,el sentido del ser precede, por una cit- cularidad obvia y puesta de relieve, al concepto de ser; al menos en su forma, la ont os siempre una fenomenologia, que a su vez, lo quiera 0 no, & pas una ionomenalogéa de la percepcién. En su génesis, no hay ser sin experiencia, y no hay expe- riencia sino como experiencia presente, como pre- sencia cercana de algo para alguien; la ontologia podré por supuesto hablar legitimamente de Dios. de los angeles o del ser que no ¢s el ser del ente, pero su sentido no podré nunca prescindir de la experiencia presente de la cosa, 0 sea, ce un hecho aque precede de derecho toda interpretacién. Este y no otro seré nuestro problema (como probable- mente es el problema de muchos).

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