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LA CASA COLONIAL Manel Romero de Terreros MARQUIS DE SAN PRANCISCO Una de Ins costs que mis Hhumaron la atencién de un sibio viajero, a principios del siglo XIX, fué la riqueza y hermosura de esta Capital, Jw cual calified ciudad de los palacios, no por sts edificios piblicns, que cen realidad eran pocos, sino por lis suntuosas morudis de la aristocracia de aquellos tiempos. YY on verdad tuvo razén el Burn de Humboldt, puesto que si pusea- mos por el México viejo, nos enenntramos a eada paso eon velustos case- rones que nos hublan de la grandeza de sus antiguos duefios, Por supues: to que estos palacios hdllanse en la aetualidad adaptados « sos modernos y, por lo tanto, mntilados, pues parece ser axiowa de esta edad que Io que 2 Gtil no puede ser bello, Asi es que encontramos qué las antigaas fa- chadag muestran ahora todos los adefesios necesaries para pertenecer @ ‘una eiudad del siglo XX Pero por mas que ha hecho el vandalismo moderno para ocultar la graideza de estas easis, quedan an yestigios do ella Construfdas casi todas de rojo tezontle, con adornos de chiluea primo- rosamente labrada, presentaban 1m aspeeto sobremanera rico y pintores- €o, y sia esto se nfiade que algunas Tucian, adernés, multicolores azule- jos, el conjunto, herido por los rayos del sol de México, no podin menos ne cautivar el corazéu del que venfa de los patses nebulosos y frfos de Ia vieja Europa. tot A ln enfda del antigua Tenoehtitlin, impusiéronse los compatieros de Cortés Ja tareu de reedificar la ciudad conquistads; pero, atendiendo s6lo a la més urgente necesidad, no prescntaron sus primeres edificios ninguna belleza arquitecténiea, a pesir de estar floreciente en [spain el hermoso estilo platereseo, sino solamente la toxqnedad, la seneiller y so- bro todo Ia fuerza. F “A la vex que moradas, construyéronse los conquistadores fortalezas, ostentando on casi todos los casos fuertes torreones o bultunrtes en los &n- galos, para st. mejor defensa en um easo dado. Conservaron este carsieter por algéin tiompo: don Mranciseo Cervantes Salazar, antor de los intere- santas «Dislogos latinos, euya publicacién debemos al eradito don Jos- quin Gareft Tearbaleeta, hublando del aspecto de In ciudad en 1554, hae ce decir 9 Alfiro: sSeggtin su solidex, enalquien dirfa que no eran casns, sino fortalezas.» A lo caul contesta Zuazo: Ast convino hacerlas al principio, euando eran muchos los enemigos ya que no se podia resguardar li ciudad, eifiidola de torres y muri Masi? Lai misma obra nos ensefia que algunas casts, eomo Ia de Cortés, to- fant en le parte superior.um eorredor ibierto, 0 mirador, y todas las prin- éipales, los escudos de armas de sus dueios, eneima do los zaguanes Con el maravitloso progreso de In Colonia, fuese duleifieando, por de- cirloast, el aspecto arquitecténiico de la Ciudad de México, dando eabida ar los ‘edificios de los siglos XVI y XVII al estilo tarraco; y en los det VILL al de Churriquera, modificacién de aquél, a ambos estilos «la Tinea recta se interrumpe, dice Revilla, 2 se rompen Tos entablamentos y frontones, s¢ dur yarindas curvas a los arees y dinteles, s¢ alornan Jos entrepafids, ete.; Inas sion el primnero se conserva fa columna, aunque de fuste retorcido © historiado; si aun suelen quedar sin decorar los enire- pafics, y permaneeen todavfa los perfiles rectus, ou ¢] segundo la colum- hia y el anta se truecan en pilures eubierios de adornos, los entrepatios to- dos 66 decoran, las lincas se.fompen hasta lo infinito, y It eseultara, ev fiv, pgs a sor poreién integrante del odificio como miembro decorative.» Segin el misino autor, el siglo XVIII fué el de mayor lustre para Ta arquitectura en México. «Coneliyense durante 61, dice, antiguos edifi- 1 Garcia Ienzbalcota, México en IB54.—Méxivo, Andrwlo y Morales, 1879. Dislogo 2 Revida. Hl Arta-on México en Ja 6pooa sutigea y durante el gobierno virreinal — Mésico, Oficina de la Socrotaria de Fomenta, 184%. 168 cio de larga fecha comenzados, reedifiennse o se levantan ottes, ¥ apa. rece en esis, palacios o iglesias un estilo en que la simetria es obsorvada con laxitud y ht ormainentacién se ostenta profusa o reeargnda.» Tas casas, pues, que quedan en pie del México viejo son casi todus del siglo XVII, y al deseribirlas, debe tenerse por cntendido, general mente habkuudo, que nos referimos 0 esta époce. Lav més importante de los tiempos coloniales era, sin duda, la de los Condes de Santiago de Calinaya, tanto por su belleva, cuanto por ser die hos proceres los primeros del Virreinato, después de los Cortés. Asi eo nio el Murgués del Valle de Oaxaen era denominado por antonomusia él Marqués,» el Conde de Santiago era conocido simplemente por tel Conde.» Faia hermosa cast, situada en Ia esquina de Jas ealles de Jesiis y Par- que del Conde, se halla en la aetuatidad bustante deteriorada en cl piso ba- jp, lea de tiendas y bodegones untiestéticos, pero se conserva en regular cstado su primer piso. Su construccién os de fezontle, 1a cual describe wn ator como épiedra roxa, que se da en estas inmediaciones, « quien, pa- rece, c1i6 destinadamente la provideneia para Ia subsistencia de los Edi- fivios, acomodandose a esta terreno, pues siendo muy ligera, y porosu, es acl mismo tiempo fuertissima.s ! 51 adorno de puertas y baleones con- siste en ¢molduras poco sulientes que siguen ol contorno de los huecos y se prolongan baci do vertical, haste tocar con las mocbe- tas y cornisis, y éstas se emplean a manera de cejas 0 eapelos, sobre los vwunios.s 2 Bstos cavactores de fezontle y clviluea gon comunes en casi todas Jas cuss coloniales, en muchas delas ules cl primero tiene adornos en ro- lieve de ernces, monogramas de Jesits y de Marin, y oteos signos piadosos. 1a east del Conde de Santiago es de estilo barroro, como Jo demuestra st hermosa portada, eoronada un tiempo por el eseudo de armas de la casn, # dentro del marco que hoy vemos vaefo y sin objeto. La desaparici6n do este blasén, como la de todos sus congéneres, so debié al decreto del Go- bierno, de 2 de mayo de 1826, que orden6 fuesen destrufdos por los due- Tios de edificios, coches y otros muebles de uso piiblico, los esendos de ar- mas, bajo el pretexto de que recordaban la dependencin de México de Es- 1 nal det Atwsoy Nacional Tomo V. Talio y wguwta, 1913. «Exacta deseripetn de Magnifien Corte Mexicana. Sa autor D. Juan Manoel de San Vicente (1768.) 2 Reville. Obra ctada. 8 Comsérvalo aiin el Lic. D. Antonio Corvantes, dnefio de la cam, pintado en wn plancha de ceo, qe embona exastamente dentro de! macco de piedra. rata excep iim a hat deni e#endos yse, por regla general, exelpianse en Ins fachadas. paiin, como si por este hecho se pndiese bormirde Ta historia, ‘Tan alr sarda disposicién rost6 a varios elificins un motivo de ornanentieiin bellisimo. Afortnundumente ol van hormo- ‘aa puerta del zagnin de In ense de Suntingo, coyus hejas astentan, em Thidos, trofees de sierra y Jas arinas dle los nas los Cas sino wo legs a demoler una marayilla de tableros Allamirano de Velasco (varonfa de lus Condes). y 80s 4 tilla y Mendoza, blasnes que se repiten, enmo verenies mas adelante, en ol patio. En Ia esquina del basamento esti © sierpe, de piedra, que en un tiempo fué deiilad azteca ; pero, mis que to- do, son de notarse ls giirgols en forma de caioues, privilexio de los qu ejefeian el cargo de Capitin General, teniendo derecho a ellas of Conde de Santiago por el titulo de .ldelantadly de las Islas Filipinas «tn do las prerrogativas que et Conde de Santiago distraté —diee ol Dr. Murrogni,--1 fué ki de tencr en st esi suardin st su costa, y Ia tuvo por muy dilatudos ufos; mas, despurs de haber mediado el siglo pasado, don Ignacio Leonel (dmex de Cervantes, que poset cl titulo, la suprimis, Yy pura consorvar la memoria de ese privilegio, el afto de 1780, que reedi- ficé Ins ensus en el estado que se huallan, mand poner en el pretil de la azotea unos soldados de piedra con casco y lanza, y que lis canales tuviee ven Ja forma de pieais de artilleria, pagando por esto una pension a las cajas revles.» Los asoldudos de piedrax eran todos de busto, con exeopeién del de Ia caquina, que era de enerpo entero; y cuando se quitaron por onlen del Gobierno, fueron enterrades en el patio de la casa. Bs de notarse que el antiguo palacio de la Real Andicncia de Guadalajara (hoy del Gobier- no del Estado de Jalisco) tent idénticos adornos de soldados y eafiones. ‘También en forme de eafiones, aunque sin ruedas, tiene sus girgolns Ja casa, on Ia legendatia calle de Hon Juan Manuel, que pertenceléal Con: de dela Torre do Cossio, por haber sido este personaje Gobernaddor da Is Islas Filipinas; y realza su belleza un mirador revestido de aaulejos. Cone tigua a esta casa hillase la que en un tiempo fué de los Condes de In Cortina, y en la cual nacieron los oximios literatos Conde de ese titulo y Marqués de Morante, Estos miradores que se ostentan generalmente en lus esquinas de las antiguas casas sefioriales, son un recuerdo de los baluartes, que, eonuo he- nos dicho, erigieron los conquistadores y primeros pobladores de México, para que sirvieran de defensi en aquellos azirusos tiempos. Quiz los ‘ims hermosos ejemplares que hoy queclan soi Tos que se ballan en lus es- quinas de lus calles det Indio Triste y de la Moneda, propiedail que fue. ron del Mayora7go de Guerrero. 1 sha Ciudal de Mésivo.» ypotrada rina enorme eabeza de 167 Tos nichos constitnéan oly favorito motive de ornamentacién, sobre Lodo en las cass de Ins esyuinas, Adlovnadlos siempre eon kabnudos brro- cas 0 churriquerearos ¢ inernstaciones de xaulejos, haefan muy. pintoreseo contraste con los muros de obscure feonile, Muchos de ellos quedan ain diseminados por It antigas eiudud, ostentando on sus etispides el signo de nuestra redeneidn, y cobijando le estataa de algin santo, testimonia de Ia piedad de aquellos tiempos. Los «ne ejeresan eatzos militares de importancin, los oidores, y otros proceres, soli omar los cormamientos de sus cises con almenss, como se ven atin en el Palacio Nacional, on ta ens de los Condes de Mirava- Ue, (hoy Hotel del Bazar), y en In de los Mariseales de Castilla, esquina de las calles de Hombres Hustres y Puentede In Marisealn; y otros con «éti- cos en forma de areos invertidos, en enyos remates se colocan airosos es- tipites.a Tales ornamentos ostentan dos casas en In calle de Capuchinas, Ja primera junto al Baneo Nacional y Ia otra en In acera sur, In cual per- tenecié al Conde de San Bartolomé de Xila. En el arco que sostiene eb corredor principal del patio de esta casa, s¢ halla una inscripcién entre- Jazada y abrevinda que dice: Se aeabé en 31 do Julio de 1764 ais. La hizo D. Antonio Rodrignex de Soria y el Maestro D. Lorenzo Ro. argues. La colonial familia de Vivero, deseendiente deaqueldon Alonso Péren de Vivero a quien arrojé desde una ventana el famoso Condestadle de Castilla, don Alvaro de Lana, posefa inmensas propiedades que, con el tiempo, se convirtieron en el Condado del Valle de Orizaba, y er una de Jas principales de la sociedad del Virrvinato. Fnlazada_postetiormente con la deSuirer de Perodo, adqnitis la cast qaoen la enlle de San Francis. co miraba, al sur hacia el Convento grande de la Orden, y al poniente, a a Plaznela de Guardiola, llamada asf por tener allf su palacio el Marqués de Santa Fe de Guardiola, reedifiendo en tiempos modernos para Is fami- ia Bseandén y conocido por la casa de tos Leones. Estableeieron allf, pues, su ensa los Condes del Valle de Orizaba y uno de ellos, segiin refiere don Luis GonzAler, Obregén, tenfa por hijo a un ca- Javera que valia por veinte. Derrochador como pocos, catisaba frecuentes disgastos a su pndre, guien, en cierta oeasién, convencido de que Jos ex- cees0s del joven pronto darian al traste con la fortuna que él le legarfa, exclamé —iNunea haris case de azulejos, hijo mio! ! 1 Méieuvigjo. Cap. XX. La Cxsa de Tos Azalejo.s+ 168 ‘Mas he aqui, que esta frase del Conde hirid gravenente ef amor pra: pio de si hijo, y desde ese din empend éste x cambiar de vida, ecidida a dar un mentis a la profecin de stu padre, Ast fas en efecto: andando el tiempo, construys ln cus que hoy vemios, revisliéndola de avulejos que, 80 dice, fueron fubriendos expresimento en China, aunque esti pritetica- mente probado que no Io fueron sino en Puebla. | Lo que sf se fabrics ‘on China oen el Japon fné el hermoso barandal de bronce de los balea- nes y corredotes. 1.08 nzulojos, 2 euyo origen, como se sabe, es oriental, fueron introducidos en Espavin por los arabes, quienes a su ver. los tom ron dé los persas; de manera que la fachada do esta ensa, revestidi de ellos én dibajos geométrieas, en wa, blanco y amarillo, Iu heen del esti- Jo mudéjar, aquel quo prefirieron los moros conyersos. Lat parte de eante- raves eliurrigueresca, Desde 1891 ocupa esté eiiticio el Jockey Club de Mei 1905 se dorrib6 el antiguo ‘Teatro Nacional para prolongar hasta Ta de Santa Teabel la calle del Cineo de Mayo, se constrayé Ia fachada posterior de In casa, igusl, con Tigenis modificaciones, «la det frente, rovistién dose con azulejos muy bien imitadas de los antignos, lo mismo quela fachada quo daal eallején de la Condesa, lamado asf por una de las del Valle de Orizaba. Por cierto que esta calle fué eseena de un suceso dligno de men- cionarse, Habiendo entrado, cierta ver, por sus extremos, dos hidalgos, cada tino en su coche, y encontrandose en medio, como la estrecher de Ia vin no permitin que se crazaran y ninguno queria retroceder por no des- Iustrar su nobleza, permaneeferon frente a frente en sus carruajes tres dfas con sus noches, hasta que-el Virrey, entorado del caso, ordend que ambos retrocedieran a un mismo tiempo hasta salir por donde habfan entrado. 8 » yeuando en En Ia misma calle de San Francisco esti el hoy Hamado Hotel Meche, por haber residido en él algtin tiempo el infortunado primer Emperor do México, Bata hermosa casa se labré eon gran derroche de Iujo porque, segiin ge cuenta, su duefio, el Conde de San Mutco de Valparatso, deseaba que no pasara su fortuna a manos del pretendiente de su hija, derrocha- dor consumndo,,y.al efecto, decidié invertirla en la constraccién del edifi- cio; eneargando al arquitecto a quien Ia encomends, que no se parara en 1 Barber, Haword Atte. ‘The Maiolica of Mexien, Philailelphia, 1908, 2 Segin Barber, se fabricaron on Puchi dese 1575, 3 Gonefies Obrepén. Obra cited. 169 gastos 1 Tolama Ia atencién por ser In mits alta quizis de Ins casas eolo- niales, por las esculturas de los dos hombrones que coronan su puerta prin cipal y por Jos adornos recoes de sus entrepaiios, asf como por el mirador del fltimo piso. Del mismo duefio que Ia anterior fué lu que ocupt hoy el Baneo Na- cional de México. Se nota en ella cierta influencia phiteresea, pero amen- guada por lis lineas eurvas que disminuyen un tanto Ia dignidad del edificio, 2 Quién faé sw arquitecto nos Io dice una inseri halla en uno de los areos del patio: #Se hizo esta Obra y Costeo el Sr. Dn. Miguel de Berrio y Zaldivar Conde de Sn. Matheo Balparaisso del Consejo de su Majestad en el Real y Supremo de Hazienda y Contador Decano Jubilado del Real Tribunal y Audiencia de Cuentas de este | Reyno A Direceién Del Vedor i Maestro Don Francisco de Guerrero y Torres. Se ncubé Ao, de 1771.» La escalera de esta cast es notable por ser de rampas dobles, en espiral, que ocupan. 41 mismo eubo y desembocan en lados opuesto Fs Kistima que en lugar de haber sido raspada la fachada para que lus ciera el feconlle de que esti construida, se la haya revestido de unu capa de mezcla pintada de aceite. Ein ninguna se esimerd tanto el eines! de los eanteros eomo en ta del Conde do Cast de Heras Soto, sitnada en la esquina de lus calles de Man- iquoy In Canoa, oeupada aetualmente por la Compaitia de Express «Wells Fargo.» Los afiligranados jambajes desus puertas y baleones y el queru- bin que sostiene ln canasta de frutaen el fnigulo de Ta fachada, son vorda- deras obras de arte churrigneresco, asf como sus gérgolae y la balaustrada que la corona, Luciria mucho més si se descubriera el tezondle, como se hha hecho en la casa de al lado, que fué parte de ella, Del mismo dueio y obra del mistno cincel fué Ia easa en la Tiaxpana, conoeida por In de Mascarones, y notable por sus singulares eariitides y su estilo netamente churriguereseo. Propiedad un tiempo do los Condes del Valle de Orizaba, hoy en dia os domicilio del Instituto Cientifico de San Francisco de Borja Desgraciadamente nunea fa6 coneluida, quedando sin labrarse las pilas- tras del zagudn. En muchos easos, cubriase la fachada de una casa con arabescos de estuco, que constitufan un hermoso motivo decorativo, Muestras de ellos 4 Resilla, Obra citada, 2 Baxter, Sylester. Spanith-Colonial Architecture in Mexico. Boston, J. B. Millet, CML Avatars, T. Vi=28, 170 nos proporcionan las fachadas en varias easus de las calles de In Monte- rilla, y esquina de Don Juan Manuel, y una en la de las Escalerillas y Reloj; asf como Ia antiquisima de don Pedro de Alvarado en Coyoacin. Pertonecieron lus primeras al conquistador Jerdnimo Lépez, de manera que hay razén para suponer que quel fué el gusto arquitect6nico de los primeros poblatores de México. ‘Fuera de la capital de la antigua Nueva Nspaiia constrayéronse tam- bién hermosis cass, ornatos dignos do las ciudades coloniales. De ellas Ja mfsantigua es indudablemente In del adelantado don Franciseo de Montejo, en Mérida, que ostenta una portada plateresea muyhermosn. Pe- ro on donde més abundan las sefioriales casas es en Puebla y Querétaro, En la primera ciudad, Haman Ja atencidn los edificios del gusto frabe y mudéjar, por el uso frecuente de azutejos —como la Hannada ace Alfetii- que,» eaya fachada ostenta azulejos blaneos y azules sobre fondo rojo y mate,— y por los antepechos calados, al estilo de los de Ia casa de Pila- tos en Sevilla, ¢Son asimismo cxracterfstieos en las ensas antiguas de Puebla, dice Revilla, los corredores volados atrevidos y airosos.» En Querétaro In ensa més digna de atencién es In que pertenecié al lustre Marqués de la Villa del Villar del Aguila, notable por el herraje do sus baleones y su friso de azulejos. En ella admiramos, ademés, Ia ex- trafia circunstancia de que el escudo de armas del duefio, en lugar de ha- berse esculpido sobre el zaguéin, lo fuese en Ia mistna Iinea de Jos baleones. Deegraciadamento s6lo el manto de lasarmas se conserva, pues éstas han eeaparecido al abrirse en su lugar una pequetia ventana. ‘Mutiladas muchas do estas coloniales fachadas, como hemos dicho, por lns necesidades modernas, asf como por In desaparicién de escudos y canales, que eran de mucho efecto, su belleza, sin embargo, aumentada con la pitina del tiempo, se impone a los amantes del arte. Pasando a su interior, admiramos en primer lugar sus hermosos pa- tios, con pisos generalmente de recinto. Desde un principio fabricaron Jos espafioles sus casas a manera de las de Sevilla, pues In benignidad del clima permitia que por los patios abiertos al cielo recibieran aire, luz mt y sol, beciéndolas a ln vex alegros y saunas. Algunas tenfan jardines in- teriores, EI patio de la easa de los Condes de Santiago Ince en tres lados her- mosos corredores ctiya arquerfa esti adornada, en el piso superior, con giirgolas y canales y, en el bajo, eon los blasones de Ia familia, eomo en Jos tableros del zgndn : Los rocles de los Altamiranos, Ins aspas y Jos ve- rog de Jos Velaseos, It banda de los Custillas, y el «Ave Marfa» de los Men- dozas; mientras que en el cuarto lado se halla una artistice fuente con peregrina esenitura de una sirena eobijada eon una eoncha, tocando Ia guitarra. La hermosa y ampli estalera ocupa buena parte del lado Nor- te del patio. Las fuentes daban gran realee a los patios coloniales; pero ninguna tanto como Ia de In ensa del Conde del Valle de Orizaba, tallada en pie- din y con incrustaciones de nzulejos, la eual, junto con las esbeltas ¢o- Tomnas del patio, da al edificio un aspecto mareadamente oriental. Los lambrines de azulejos que dezoran sus corredores y monumental esealera, como en algunos palaeios sevillanos, son un motivo decorative de los mAs feliees. De trecho en trecho so ven hasta hoy (aunque en al- gunos lagares tristemente mutiladas) las armas de los Condes, princi- palmente las tres pefins y fajas ondendes de los Viveros, romatadas por las coronas floreadas que, como es subido, usaba la nobleza espafiola an- tes de que Felipe V introdujera las de forma francesa. Fabrieéronse estos aztilejos, como so ha dicho, en la Puebla de los Angeles, en donde se introdujo Ia industria a fines del siglo XVIIT. 1 Bran casi cuadrados, de unos 12-¥% a 13 centimetros por lado, y li geramente convexos para que pudieran usarse tanto en superficies pla- nas, como en curvas. Variadfsimos eran sus dibvjos, en azul, blaneo verde y amarillo; y los més cotrientes, divididos en dos colores diagonal- mente, prestibanse para formar dibujos geométrieos de mucho efecto como pneden verse atin en varias efipulas de templos. Principal adorno de la escalera del hoy Jockey Olub de México es una hermosa farola hibilmente combinada de dos tibores antiguos, japoneses, montados en brouee. 41 Barter. Obra 172 Al pie de esta escalera, @l 4 de diciembre de 1828, dia del motin de la Acordada, un tal Manuel Palacio, militar, eon quien no permnitin el Conde don Andrés Suérez de Peredo que tuviera relaciones sw hija, aco- metié-a pufialadas al précer, dejéniolo muerto sobre el primer peldano. Otro patio digno de admirarso es cl del Hotel Tturbide, por sus mag. fficas proporciones y la esbelta arqueriu de sus corredores. Poco interés presenta la planta baja de una east colonial. Kstaba destinadu a In sorvidumbre, bodegis, eocheras y, en los segundos patios, a caballorizs, El entresuclo, a despachos y archives en donde se guar- daban, ademés de los papeles de faniilin, los tftalos y cuentas de mines y huciendas, Para darnos mejor euenta dol piso principal, veamos un plano, teniendo presento que la distribucién en todos era exsi idéntica, Ho aqut la planta altn dol palacio del Conde de Casa de Hers. Frente al zagadin arranca la escalera (en machos easos con escalones de chilura ¥ peraltes de azalejos), que conduce a los corredores, & Ios euales tienen ‘neceso lus principales piezs de In exsa. La escalera, como hemos visto en Ja do los azulejos, solia Tucir hermosos lambrines; y generalmonte seador- naba con algiin gran enadro de asunto mistico 0 con as armas de ta fa- milia en rieamente bordados reposteros. Los barandales de los eorredores ‘eran do hiterro Forjado o latén, y de ladrillo.o mérmol sus pisos. Cuando no estaban eerrados con vidrierus para formar galeries, adornébanse profusamente con plantas y flores en macetas chinas 0 de Puebla, que neda tonfan que envidiar a las clisicas de Talavera de la Reina. En efecto, se supone quo los padres domivicos trajeron eonsigo en 1526 algunos artesinos de Talavera y Santiflans para implantar en Pue- Dla una fabriea de porcelana ; y ochenta afios mas tarde, Mendieta, en su Historia eclesiéstica indiana, meneiona que se hacfin all{ trastos para eo- mer y beber; pero no fué sino hasta 1653 que las fabrieas poblanas, tan- to de poreelana como de azulejos, empezaron a producir hermosos ejem- plares y aleanzaron eierta importancia, puesto que en ese afio organizaron los alfareros una usociaeién para proteger sus intereses. Dos intfuencins predotninaron en Ii corimien do Puebla Ia espaiiola, debido a los modo- los talaveretios; y la ehina, por In grande importacién de objetos cbi- nos que hubo en México, darante los sigls XVIT y XVIUL1 La indus tia que podemos lamar «Talavera de Puebla,» proporeioné para usos do- miésticos, adems de macetas, gran nimero do lebrillos, plates, jarros, frascos y toda clase de objetos para cl eorredor, In eocina y Tn despensa, Ea los carredoros caloniales, como hemos dicho, abundaban las macetas, ¥ tha especie de barriles, adornades may n menudo con el nombre de su Auerio, Eran generalmente azules y blaneos, pero se encuentran también on amarillo y hasta con verde. En las easis grandes haba siempre un salén de recepeién, 0 do estra- Jo, como se Tlamaba, y en In de un tfinlo de Castilla, como éeta de cuyo plano nes ocupamos. otro, en el cual, sobre gradas y bajo dosel, a mae ner de trono, coloctbase el retrato del monarea reinante, eon un sitial dchajo, pues tal privilegio tena esta clase. Logne caracterizaba los salones do los palacios coloninles era Ia sobrie- dad con que se amueblaban, no faltando,sin embargo, la riquera, Veamos ino estaban pucstos los de la casa delConde de Regla, en Ia ealle de San Felipe Neri. 2 Dl saléin del dosel media aproximadamente siete metros de ancho por quince de largo; hallébanse tapizadns sus paredes con damasco rojo de Italia, con cortinajes, dosel y goteras do la misma tela, adornada con ga- Tones y flecos de plata; y el 'sitial era de eaob, forrado de terciopelo de seda carmesf, con guarniciones, clavos y perillas también de plain. De este mismo metal, y ricamente cincelado, era el marco del retrato de Carlos 111, ast como los de un gran espejo y diez, Kminas de In vida de Nuestro Sefior y de la Virgen, y seis gandes pantallas con albortntes, que constitufan cl adorno de’ las paredes. . Sobre In severa viguerfa de cedro resaltaban dos fiorones, también de plata cineelada, de-los cuales pendian sendos eandiles de lo mismo. La sillerfa, que se hallaba ordona- da formalmente alrededor del sul6n, consistia de dos docenas de tabure- tes de Inca blanca con molduras doradas y asientos de damaseo catmest; y completaban el mobilario «dos tibores de loz de China de mis de va- my media de alto» y «ana mesa de eaoba de dos varus de largo.» 1 Barler, Oben citade. 2 Inventarios para ln testamentaria de Ie Conde de Regla. Méxivo, 1781.—Mm. $=, ni power, eet be whiner 174 Contigno al salén del dosel se hallaba ¢l del eslrado, euyos dos gran- des bileones se cubrfan con damasco pendiente de galerins de madera tallada y dorada, como el otro salén; pero el tapiz de éste era de tere pelo earmest adornado con sncho galén y fleco de platn, Ocupaba el pre- ferente lugar un gran Crucifijo de marfil sobre una cruz de ébano, con contoneras, clavos, y potencias de plata, colocado bajo un baldaquin de tereiopelo, cuyo remate y demas adornos eran del mismo metal. Debajo del Crucifijo y sobre una plataforma se hallaba el estrada, compuesto de ‘un canapé de eaoba con asiento de tereiopelo, haciendo juego con treinta y seis taburetes, Pendian de lis paredes diez pantalla y siete grandes eapejos, todos con marcos de plata. Cubria el piso nna «alforbra tarque- 18a,» y «los lados do la pnerta principal vefanse dos tibores de pta. eon ‘sus tapas y Mesas en que estén, de lo mismo, de més de vara y quaria de alto,» pesando en conjunto trecientas treinte y nueve marcos. Completa ban el ajuar «dos medias mesns» 0 eonsolas de caoba y un reloj, euya ‘caja era de tres varas y medin de alto, «forrada de plta, ealada y cincela- da, con sus garras y almens de lo mismo.» ! El teeho, florones y candi- Jes eran idénticos a los del salén del dosel. ‘La plataforma on que se colocabs el estrado estaba cereada, general- mente, con una barandilla, y cuando no, eon una espeeie de bioinbo Ta- mado rodasirado, detela, laca o pintura. ‘No en todas las easas abundabs la plata como on In del Conde de Re- gla, ni adn los tereiopelos y damaseos. Cuando las paredes de un s- Gn no estaban tapizaias de ese modo, solfan serlo eon «una colgadura de papel pintado forrado en Jana de China,» como en la casa del Manqués de Sun Miguel de Aguayo. 2 Usibase también una manta con flores y otros adornos pintados sobre fondo dorado o platendo, Tal es el tapiz de Jn cupilla doméstien dol Colegio de Tepotzotlan. En algunos casos, ha- Hbanse las paredes do un sulén simplemente pintadas al temple, con lambrin de azalejos. Casi todos los techos de las casas coloniales eran de hermosas vigns de cediv, sostenidas en sus extremidades por zapatas recortadas ya voces axtisticamente Iabradas. ‘Tanto éstas como aquéllas solfan pinterse, a veces, do blanco, con perfiles de carmin 0 dorados. En contados casos habia artesonados, ya fines del siglo XVII empezaron a usarse los cie- Jos rasos de manta, pintados al 6leo con escenas mitolégieas © de fantasia. Los pisos eran de ladrillo rojo, o «soleras maqueadas» con inerustacio. nes de azulejos, y las alfombras muy escasns, aunque algunas Hegaban do Oriente, como la que se hizo expresamente pare la Parroquia de Tax- | Haba muy buenos relojes on la Nueva Rapala, ds fabricate francesese ingleses, ¥ cuyns cajas eran hermosi, de laca, madera tallada,esinalte 0 bron. 2 Tnventarios Ms. en mi pod 178 0; | perm, en genem!, eran tan eostosis que silo las habia en contadas casas Taos ewadros, con poens excepeiones, eran de asuntos mfstices y no siompre de grin mérito, pues In produccién de valer de los artistas me- xicanos estaba confinada a iglesias y conventos. A mediados del siglo XVIII empezaron a colgarse en las antesalas los retratos de familia, de+ Didos al pincel de Nicolis Rodrfguer Jutren, Moslete y Ruiz, Alfaro 0 Miguel Cabrera, siendo este Gltimo, al parecer, el favorito de la atisto- cracia. Algunos de estos retratos solfan ser de verdadero mérito, pero la mnayorfa de ellos adolectan de graves dofeetos artisticos. No faltaba en In antesala un curdro con las armas de la casa, pintado al leo, asf como el retrato del Virrey, del Arzobispo o de algiin gran personaje amigo de In casa, Después de los exlones del dosel y det estrado, oenpaba preferente lu- gar en ln easa colonial el oratorio. Sitaado corea do nquéllos, con entra- da por el corredor 0 In antesala, tenia easi siempre portada de piedra la- brada, sobremontada por un nicho con la Virgen o un santo. 2 La puer. ta solia ser de tableros tallados, y no pocas veces adornados con piececi las do plata; y el altar,de madera dorada, como los de las iglesias. Pero 1 oratorio de la eas del Conde de In Regia tenfa su altar de plata ein- celada, ena de eolumnas, nichos y estatas de magnifies labor; halléba- s¢ tnpizado con alamaseo earmest de China, eon dos cortinas y sus gote- ras de lo mismov y cubierto casi en st totnlidad por euadros, nichos, crucifijos, patentes de hermandades, relicarios, ramilletes y demés, to- do, por supuesto, de plata; y del eeielo, pintado en él el sol y Ia Tuna,» pendin un eandil de plata cincelada. Riquisimos eran Jos vasos sagrados, y de plata las vinajeras, campanas, blandones, atriles, eandeleros y do- nfs, En cuanto « los ornamentos, indtil es desir que eran de las mis ricas telas, adornados con galones de oro y plata, y los manteles y ami- tos con fin‘simos eneajes. Costuimbre que hasta hoy se obsorva en muchas casts mexicanas es Ja do toner una asistencia,» sal6n que por ser menos Iujoso que el prin- cipal sirve para recibir a los familiares y personas de eonfianza, escribir, ete, La asistencia de la Condesa de Regia tenfa, como casi todos los euar- tos de esa easa, cortinas y rodastrado de damaseo carmesi, y marcos de espejos y cuadros, pantallas y candil, de plata cineclada, Entre las aiumeroses imfgenes de santos que adornaban la estancia, —podemos citar: «Un marquito de carey y evano, con sus sobrepuestos de plata, con 1 Pefiael. «Cindades coloniales. Kstado de Guerrero.» 2 Bl omtorio do is casa do Santiago tiene eseulpide en la parte superior de su porta- daa veners de le Onden de Corlos IL 176 Santa Marfa Magdalena de marlil, y lor azotes, resplandor, y einto de oro, con esmeraldas y ruvies.» Cubria el piso una alfombra azul y blanca, y papeloritas pequerine de dos cuerpos de caoba,» ima console ce granadli- Mo, veinte tuburetes de la misma madera con asientos de damaseo, una clave, y un biombo de diez hojas, con la «Historia de Lucinda y Ve: Jardo.» 1 an los mucbles edos Daba eabidu la asistencia a In mayor variedad de muebles: canapés y sillas de respaldos altos, calados, mnarcadamente espaitoles; sillones de Jos Namados «fraileros;» clisicos varguefios; biombos y costureros de la- cca. En In casa de os Condes de Xala habfn «dos libreros de madera fina de China con cuatro vidrios y en ellos pintados los tiempos del afio.» ‘Los muebles de Inet. venian de China en la famosa nao que periédiea. mente arribuba al puerto de Acapuleo; de allf se trasportaban a México lomo de mula, ‘Adomis de crucifijos de ébano y marfil, abundaban en toda la east cestatuitas de virgenes y sintos, hechas por los Coras 0 Perusquias y ves- tidas con primor por las sefioras de Ia familia, Prineipales entre estas esculturitas eran las figuras (muchas veces de plta) del «Nacimiontor que s¢ erigis en Nochebuena, con los anacronismos de rigor. Lo que mfs eseaseaba en Ja casa colonial eran las bibliotecas: uno que otro tomo de asunto mfstico, Ins Obras de Sor Marfa de Agreda, y cuando mas Don Quijote de la Mancha,» o el «Pasatiempo,» de Rivade- neyra, eran en general las obras que lefan nuestros abuelos. Cuando de- seaban alguna otra, acudian a las magnsficas biblioteeas de los con- ventos. Las recéimaras y alcobas ostentaban, en primer término, una cama de Postes tallados o dorados, con colgaduras de damasco; o bien de madem 4 cInventario de los bienes dela Sra. Da, Gertrudia de Rivaeeacho, Condesa de Xa- Ya. Alo de 1785» Ms, en ni poder 7 Tintada de vere o rojo y con paisajes, Hamadas ee cabecera;» un bal- doguin con su erucifijo; une pila de plata o lona talaverefia para agaa endita; roperos de caoba, cedto o «chinescos;» lnvamanos; y varias si- las 0 taburetes, sin olvidar los Hienzos y Kiminas de suntos Junto a Ta reefinara principal de Tn casa hallAbase el tocador, puesto generalmente con Iujo, El toendor de In Condosa de Regla estaba tapi- zado ede damasco de China amarillo con su gotera, formada de galén de plata» y de Ia misma tela eran las cortinas que colgaban de galerine de madera tallada y domda. Como muebles tenfa un ttoeador con ga: betas, mesa, luna, ¥ el marco de ésta con su tarja, todo de plata cineeia- aa, y en medio de la tarja o penacho, cineeladas y pintadas las armas de Ja sefiom Condesa 3? una papelera de eaoba fina; una espineta o pequefio clavicordio, y nueve escabeles de nogal, forrados de viamasco amarillo, Pendfan de lus pareiles cuatro pantallas y un gran espejo con marcos de plata eineelada, y del techo un eandil de lo mismo. ‘Lo menos Injoso de la ensn colonial era ol comedor, siendo por lo ge- normal sumamente sencillos sus estantes, mesa y taburetes; pero compen- sibalo Ia esplendides, de In vajilla, ensi siempre de plata, pues In lox de China era ten costosa rue solamiente Ja poseian muy eontadas perso- nas, usindola Jus mis humildes, de Puebla. Lo principal de an servicio de mesa de aquellos tiempos era el Ramilletero, 0 teentro de mesi,> ¢0- ino decimos ahora. Bi del Conde de Regla, de plata cincelada, pesaba ins de 900 marcos, habfa costado $12,000, y era ten grande, que para guardarlo desarmado necesitabanse cuatro batles. Habfa algunos muy cexuriosos. Lemos en In Gacela de México, correspondiente a febrero de 1793, lo siguiente: «Se vende un Ramilletero eurioso con eineo fuentes que corren medio dia, con variedad de flores, cristales y otras euriosi- andes.» Ya que hemos hecho mencién de los tibores de ln casa del Conde de Regla, y de las vajillas de China, conviene decir algunas palabras acerca Awauns, T.Vn26 178 do In Jorn de esta elase que venia a Méxieo, aunque, en honor de lt ver~ dad, nuniea aleanz6 en los tiempos coloniules Ia importancia que hoy tie no; pues, con excepeién de uno que otro tibor de gran tamatio, que se colocaba en tn sal6n, solian relegarse estas porcelanas al corredor para magetas, oa 1a despensn parn guardar especias. A esto ‘iltimo se debe que nan hoy se encuentron tibores con tapas de hierro, porn poder cerrar- se con lave. ‘Como es sabido, no existen ejemplares de porcelana china anteriores al afio de 980,y los que se hicieron durante las dinastins Sung y Ming, os decir, hasta el afio de 1648, son tan raros que puede afirmarse que no oa hay en México. Lag porcelanas que vinieron en las ¢Naos de China» durante ol coloniaje pertenecieron casi todas a la gran dinastia Ch'ing, que tuvo eu principio en el afio 1644. ‘La industria dela poreelana en China alcanz6 su mayor esplendor ‘bajo el reinado de K'angshi (1662-1722) en cuanto a belleza de color do y concepoién artistica; y bajo el de Ch’ien-lang (1736-1795), ‘cuanto a ejesucion técnica. Bajo el reinado intarmedio de Yung-Chéng, 8 decir, de 1723 a 1735, dejése sontir la infiuencia europea, debido al comercio que sv establecié con Holunda y a las misiones de los jesuttas; Tlegaron a imitarse hasta los esmaltes de Limoges y los grabados euro- poos. En esta 6pocs los adornos de flores aleanzaron su mayor apogeo, y fabricéronse las vajillas que algunos nobles de Nueva Espafia. encargaron expresamente, con suis escudos de armas respectivos. De estas fueron las més hermosas las de las familias Cervantes y Condes de la Cortina y ‘Agreda: componfanse-de un sinnGmero de piezas no s5lo para el. ser cio, sino hasta para el ornato de Ta mesn. Proddjose durante este perfodo toda clase de poreelanas, a las cuales 0 pusieron. Ins mnareas de los mis antigaos reinados, especialmente los de Hauan-te (1426-1435) y Ch’eng-hua (1465-1487), de manera que debs tenerso presente que tales mareas no garantizan tan grande anti- gitedad, por la sencilla razén de que no son auténticas, sino que acusan una fecha posterior al afio de 1662, Durante el reinado de K’angshi, prohibiése que los textos sagrados se pusieran en Ia porcelana, para evitar su profanacién en caso de rotura, y por lo tanto quedaron vacfos los dobles efreulos azttles, en los que de- fan haberse pintado. Los tibores chinos que se encuentran en México yarfan de tamafio dosie 1 metro, 18 centfmetros hasta 10 0 12 centimetros. A los mayores ha dado en decirseles adel nfim. 1;» a los de 75 a 80 centimetros, «del nm. 2;» edel nim. 39 alos de 500 55 centimetros; y adel nam. 4» a los de 85 0 40 centimetros, Rara vez se encuentran en pares, ¥ mas rara agi, con tapas. Las de los tibores num. 1, tenfan en su edspide In fign- \79 rade un edn sontado, pero todos estos fueron destrntdos durante lu Gue- trade Independencia por los ignorantes, quienes ee imaginaban que que- fan representar al ledn real cel esendo de Espafia! Las tapas de los demas tibores tenfun perillas, a exeepeién de unos pe- quefios, casi redondos, en que se envasaban frutas en conserva 0 gengi- bre, los cuales las tenfan redondas y sin relieve alguno; pero éstas ya no se encuentran Los fraseos eundrdos o botellas en que se envasaban licores, héllanse generalmente rotes de sus euellos, porque al abrirsese rompfun féeilmente. Ademis de jarrones y tnzas, Heguban a México varindas piezas de por- celana china: Buddas sonrientes, pequefius figuras de hombres ¥ anima. les. De éstos los qne més abundan son los leones sobre pedestal de pores- Jana blanca de Fouchien; tienen generalmente una cinta en la boca y apoyan una mano sobre una bola, Detrés hay wn tubo para prender en él tun palillo de ineienso. t os tibores y tazs mais hermosos son, quiz&, los azul cobalto, euyos dornos en oro se hallan ensi siempre muy borrados; los de fondo negro con adornos verdes, y los de fondo blanco con figuras de gallos. Ademis de loza china, Hegaba a México japonesa y perea. Las ibores japoneses nunca aleanzaron la bellera de los chines; y los persas, que 86 distinguen porsu grande esbelter, afectan a veces la forma octagonal. Bl tiempo y el desenido han acabado con un gran némero de estas hermeens porcelanas, hoy tan estimadasy, sobre todo, tan... ..imitndas, Ia cocina colonial nada ofreefa de particular, siendo sus trastos y bra- cero idénticos n los que hasta hoy se usan en muchas casas mexicanas; y la reposlerfa respond a nuestras modernas despensas, guardarropas y bo- degas, todo en uno; allf se haefan los dulees y se guardaba desde el cho- colate hasta los muebles rotos. Gerea de Ia cocina o del comedor solia heber un pasillo en donde se colocaban las clisicas adestiladeras,» cuyas stinajaeo ostentaban a veces las armas de la casa, conio las det Marqués de Uluapa ; y colgadas en la pared, varias bandejas, que por ser generalmente do Jaca, laméronse tacharo- Iadas» 0 tcharolass; y las bateas de madera, artisticamente pintadas, he chasen Michoaein, que se utilizaban cada afio para hacer Ia tensalada de Nochebnena» 1.—Nonkhowse, Comno—A History and description of Chinese Porcelsin, London, i- sell and Company, MCMI. 180 Bl euarto del bao, placor, distingufase por sa tina de Talavera de Puebla, 0, en mas modestos casos, por st «pitas de Jadrillos arzulejos. Surtiase de agua ealionte por medio de una eafieria o tubo a manera de embudo, que atravesabs le pared a Ja-estancia eontigua, en algunos casos Ja cocina, en donde se echaba agua ealentada en un ealdero. Ta boca de la calierfa solfa adornarse: En la casa del Conde de Xala habia «una figura del Diablo de bronee para Ia pila, eon sus chiflones de plomo;» y en un corredor contiguo «ana Tronera con Broeal de made. ra por donde con el govierno de una garrucha de fierro se subfa agua lim- Piast Destinads la planta baja, como hemos dicho, a In servidumbre y bo- degas, lo Gnigo que nos presenta algGn interés es la eochera, por los ob- jetos que contenfa. AIl{ guardabanse las sillas de mano, las de montar y los carruajes. De las primeras habia muchas y muy Iujosas, por fuera doradas y ndornadas con nécar, carey y eoncha, o pintadas con figuras y aisajes, y forradus por dentro con damascos y velludos; distinguiéndose las segundas por sus bordados y Inbores de plata que en todos tiempos han exornado las sillas mexicanas. Las earrovas aleanzaron eu mayor Injo en el siglo XVIIL, habiendo introducido on Espafa las de vidrieras el Daque de Medina de las Torres, durante el reinado de Carlos IT, y en México, el Marqués de las Amari- Tas en 1756. En la cochera del Conde de Regla habin las siguientes: «Una estufa de gala, forrnda por dentro de torciopelo carmesf, y guar. nici6n de plata, eolgadura blanca de seda, y por fuera tellada y dorada, con dos castillejos, tres vidrios eastellanos, y sus remates Inbrados.» «Un eupé dorado con seis remates, vestido por dentro de pafio encar- nado, guarnecido con fleco de sada blanca, tres vidrios eastellanos, et juego todo enearnado.» «Un forlén de gala, forrado de terciopelo carmesf, guarnesido de oro por dentro, dorado por fuera, con ocho remates.» 1 Inventariocitado, 1st Tlemos recorrido yaa grandes rasgos la casa colonial. {Cain distinto ‘em su aspecto del que hoy presenta! Carcomida por el tiempo y mutila- da por la mano del vindalo, parece vivir una vejex Tena de cicatrices, olvidada eh apartados rincones de Ia metr6poli. { Zarean su faz las ligei- mas de las cosas! ; Quisimos dedicaros un reetiordo, palucios de tezontle y wzulejos; mas ya que nuestras pobres palabras no pudieron hacer justi¢ia a vuostra pa- sada grandeza, seguid afforando aquel tiempo pretérito en que fuisteis gloria de la muy noble, muy leal e imperial Ciudad de México!

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