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Facultad de Artes
Dep. Teoría e Historia del Arte
Seminario Barroco y Emblemática
Úrsula Starke C.
3º año
Profesora: Constanza Acuña
Noviembre del 2009
Introducción
1
“Ello es un recio martirio sabroso”
Santa Teresa de Jesús
1
Stoichita, Víctor y Coderch, Ana María. El ojo místico. Pintura y visión religiosa en el siglo de
oro español. Barcelona, Alianza Editorial, 1996. pp. 113.
2
Primera Parte
Indagación en torno al Eros Místico
3
íntimamente, dirigida con toda su capacidad de entusiasmo a su
unión con él.”2
Santa Teresa fue regalada con este don. Ella pudo conocer en vida a
Dios y experimentar el paraíso del que todos disfrutarán después de muertos.
2
Weisbach, Werner. El barroco, arte de la contrarreforma. En Rodríguez- Nóbrega. La mística y el
arte barroco en http://www.critica.cl/html/rodriguez_nobrega_01.html (ví: 19 de Octubre de
2009).
3
Rodríguez Nobrega. Op.cit.
4
El episodio que perpetuó el artista italiano Bernini fue el de la
transverberación, que consiste en el traspaso del corazón. Dolor y placer son
elementos presentes en la religión católica desde su principio: Jesús muere
crucificado por su propia voluntad y eso conlleva un placer por el deber
cumplido; en la era romana miles iban a morir en horrendos martirios en
nombre de su Dios, felices por el hecho; la mortificación corporal es una
práctica, actualmente menos común, de los creyentes a la hora de limpiar sus
pecados y era cometida con gozo. Que Santa Teresa experimente placer
derivado del dolor de la trasverberación solo viene a conformar parte de ese
universo católico donde el cuerpo es el depositario de todos los males del
individuo.
La espiritualidad de Santa Teresa se considera cristocéntrica, ya que las
apariciones de Cristo imperan toda su vida. La unión mística o mística nupcial,
consiste en la culminación de las aspiraciones de un místico, donde su espíritu
se une al de la deidad en un acto sublime similar al del compromiso del
sacramento del matrimonio, en que los esposos se entregan completamente
uno al otro.
4
Ibid.
5
Segunda Parte
La iconografía del Éxtasis Místico en el arte
5
Mâle, Emile. El arte religioso de los siglos XII al XVIII. México, Fondo de Cultura Económica,
1966. pp. 192.
6
rayos dorados, Santa Catalina de Alejandría torna su mirada hacia arriba y su
cuerpo de tuerce suavemente. Caravaggio pinta a San Francisco en éxtasis
(1595) sobre los brazos de un ángel, pero completamente dormido,
desmayado.
Es indudable que, en la cruzada contra la herejía y la iconoclastía de la
Contrarreforma, la explotación de un motivo tan poderoso como el éxtasis
místico venía a coronar al catolicismo como la religión verdadera. Rodríguez-
Nobréga afirma:
7
recibiendo los estigmas, apariciones, levitaciones, bilocaciones, son parte de
las maravillas divinas que han podido recibir los hombres y mujeres dignos de
la gracia de Dios en la tierra y que han quedado diversamente plasmadas en
obras a través del tiempo.
Tercera Parte
Análisis de la obra
8
obra de Bernini le otorga una originalidad nunca antes lograda. Bernini se basa
fielmente en el texto literario que narra tal episodio, pero va más allá de una
escena puramente descriptiva, porque interpreta las palabras metafóricas y las
descripciones alegóricas de la santa para conformar una propuesta
absolutamente independiente de la narración literaria.
A continuación, el texto citado:
“Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel
cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por
maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino
como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así:
no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía
de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que
llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo
hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría
decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía
tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que
me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba
toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar
aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor,
que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es
dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun
harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su
bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento”7
7
Santa Teresa de Ávila. Libro de la Vida, Cap 29, 13.
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8
de una ciencia más perfecta” . La iconografía angelical representa casi
siempre a los querubines y serafines como niños pequeños, casi bebés,
regordetes y rosados que rondan las comitivas divinas o a personajes
principales, en pinturas y esculturas. Nada de esto aparece en el ángel de
Bernini, ni su contextura ni su disposición, si se sigue al pie de la letra el relato
de Teresa y el acervo iconográfico de los querubines. Pero para acentuar la
potencia dramática de la obra, Bernini opta por darle un aspecto de niño al
ángel, en cuanto a la edad, manteniéndolo pequeño, pero no como un bebé.
Este es uno de los principales aportes interpretativos del escultor.
En el texto, Santa Teresa no especifica encontrarse en estado de
levitación, aunque este fenómeno era común en los episodios de éxtasis según
otros relatos y según otros místicos, por lo que la solución de posar el cuerpo
de la santa levitando sobre una especie de nube es otro aporte interpretativo
de Bernini en pro del impacto persuasivo de la obra y en relación al significado
del éxtasis como momento cúlmine de la comunicación con Dios, que está en
el cielo, por lo que mientras más cerca se esté de él, más verídica se hace la
escena. La veracidad de evento es lo que busca Bernini al hacer que la santa
se encuentre levitando.
“Y me dejaba toda abrasada en un amor grande de Dios” es este el
momento que parece estar representado en la obra, junto después que el
ángel ha sacado el dardo dorado que lleva en la mano y la santa ha quedado
abrasada en ese placer producto del dolor. El dardo con punta de flecha que
tiene el ángel, ya no apunta directamente al corazón sino que se deja inclinar
suavemente entre sus dedos hacia abajo. Con la mano izquierda, el ángel toma
delicadamente la orilla del hábito de Teresa, como afirmándola o acariciándola
luego del divino regalo. En el texto ya no es nombrado más, ya que se dedica a
explicar detenidamente la sensación que le ha producido el azaetamiento y es
justo lo que sigue en la lectura de la obra: el rostro extasiado de la santa.
Aunque afirma que el dolor que ha sentido no es corporal sino espiritual,
le entrega al cuerpo un papel fundamental en el cúmulo de emociones que
siente. Su cabeza comienza a caerse hacia la izquierda, poco a poco vencida
por el éxtasis. Los quejidos salen de su boca entreabierta. Sus ojos,
semicerrados, pierden la mirada en un infinito. No existe ninguna arruga de
8
San Gregorio Magno. “Los santos ángeles”, Homilías sobre los Evangelios 34, 7-10.
10
expresión ni fruncimiento, pues su rostro se encuentra en paz, en ese
“requiebro tan suave”.
A pesar de que es Dios quién se hace presente en el éxtasis, su
corporalidad no se encuentra y Bernini escogió el mismo truco que utilizara en
pintura Rafael para hacer presenta a la divinidad en el acto. Los rayos dorados
de bronce que están detrás de la escultura no están puestos ahí solo con una
función teatral, son Dios mismo, presente en el éxtasis y Bernini los hace tan
protagonistas como el resto de la obra.
Anteriormente se había referido a lo contingente que resultaba el éxtasis
de Santa Teresa en el contexto de la iglesia carmelita en donde se haría
enterrar Cornaro. También se habló del descubrimiento de éxtasis místico
como un motivo esencial para la contrarreforma católica. Aunando estos
factores, nos encontramos con una obra absolutamente barroca, basándose en
la tesis de Weisbach y de los siguientes teóricos que afirman que el barroco
como estilo es el arte de la contrarreforma y que sus características como arte
político utilitario de la iglesia son la educación, persuación y la veracidad.
Antes de entrar a puntualizar lo anterior, es necesario detenernos en un
detalle no menor que hace notar Mâle, al decir que la obra, ubicada en la
capilla Cornaro, está en una posición en la que es difícil de apreciar y que son
las fotografías las que han dado una completa visión del espectáculo.
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propuesta sublime de Bernini: un hecho de este tipo solo puede ser visto desde
la imperfecta posición de pecador. Alcanzar la gracia que alcanzó Santa Teresa
precisa un camino arduo.
Qué tan veraz puede llegar a ser la obra, salta a la vista. Bernini intuye
que posar la escultura sobre un soporte visible, como un pedestal, impide que
el efecto de elevación sea verídico, por lo tanto arma el artificio de las nubes y
pone el soporte oculto, de tal manera que este bulto de telas, cuerpos y
vapores realmente se vean subiendo hacia el cielo. El pie izquierdo de la santa
pende de la nube.
El montaje teatral que hace constantemente viva a la escultura, está
coronado por la claraboya escondida que derrama luz natural sobre los rayos
de bronce y estos la reflejan produciendo una real lluvia dorada sobre la
palidez del mármol. No solo le da vida, sino que también movimiento y esto es
producido por el claroscuro que otorga la luz sobre los relieves. La
contraposición de las líneas rectas de los rayos y las curvas interminables del
conjunto de mármol producen aquél efecto de impacto en el espectador.
Wölfflin lo explica del siguiente modo:
10
Wölfflin, Heinrich. Conceptos fundamentales de la historia del arte. Madrid, Espasa-Calpe, 2007. pág. 98.
11
Op.cit. pág. 97.
12
es una expansión de la obra como en los frescos de cúpula de Giovanni Battista
Gaulli (1639-1709), sino una contracción al espacio teatral, por lo que la
empatía Bernini la logra proponiendo una ventana, una posición de
observación, que enfatiza la distancia que debe haber entre el espectador
común y el prodigio representado. Impidiéndo que el espectador entre en la
obra y se haga partícipe de lo que en ella ocurre, Bernini está obedeciendo a la
ortodoxia católica que ordenó los fenómenos místicos y los normalizó bajo su
doctrina para dominar todas las aristas de la experiencia religiosa, separando
las esferas de la realidad y haciendo difícilmente alcanzables tales eventos en
la vida de un creyente, que era la manera que la iglesia tenía para explicarlos y
retenerlos.
La conquista de Bernini está en lograr una propuesta nueva y verídica de
un hecho sobrenatural, teniendo como única fuente primaria el relato mismo
de Santa Teresa. Su interpretación de un texto lleno de lírismo es
verdaderamente efectiva, tanto que parece ser exactamente lo que la santa
quizo contar. Pero la emoción a la que apela está contenida en las directrices
doctrinales y políticas de la iglesia católica reformada, cuestión que pudo hacer
presente el comitente de la obra y que, finalemente, es la razón oficial del arte
barroco bajo el alero católico.
Conclusión
13
Bibliografía
Checa, Fernando y Morán, José Miguel. El Barroco. Madrid, Ed. Istmos, 2001.
Mâle, Emile. El arte religioso de los siglos XII al XVIII. México, Fondo de Cultura
Económica, 1966.
14
Rodríguez- Nóbrega. La mística y el arte barroco en
http://www.critica.cl/html/rodriguez_nobrega_01.html (ví: 19 de Octubre de
2009).
San Gregorio Magno. “Los santos ángeles”, Homilías sobre los Evangelios
34, 7-10.
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