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Los Tehuelches de la Patagonia al sur del rio Negro Fabian Aria: éQuienes eran los Tehuelches? Desde 1514, cuando Magallanes tocé las costas de la Patagonia con sus nave: y Pigaffeta relato al mundo las peripecias del viaje, los habitantes originarios de |: fegion més austral del continente fueron conocidos como Patagones. El términc Surgio de uno de los personajes de una novela de caballeria que los oficiales lle vaban a bordo y pretendia resaltar la peculiar estatura de los individuos que s¢ acercaron a los barcos. La expresi6n ‘patagones’ permanecié en uso en Europa, tanto como en el pro: pio continente americano, durante 200 afios més. Aproximadamente hacia 1750 los cronistas jesuitas que describian la experiencia que se estaba llevando ade- lante en tres reducciones que habian sido fundadas al sur de la actual provincie de Buenos Aires, se contactaron con los Patagones y notaron que entre las pro: pias parcialidades indigenas se los denominaba de otra manera. “La nacién mas numerosa es la de los Thuelchus, que son fos famosos Patagones de quienes tantas fabulas se leen en |la cronica de] algunos viajeros. Esta dividida la nacion en Thuelchus de a caballo y en Thuelchus de a pie". ¢De donde provenia esta denominacién de ‘thuelchus’? Se ha sugerido que el po- sible origen de esta expresién es la palabra mapuche chewii, un adjetivo que signi- fica ‘valiente, guapo’ y que también se expresaba como chewtilche. éQuienes apii- Caron este calificativo a los Patagones? Evidentemente fueron mapuche-hablantes y tal vez integrantes de las parcialidades cordilleranas que hacia la primera mitad de Sigio XVIII llegaban hasta la region de las sierras bonaerenses a comerciar, Entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del XIX la expresion Thuelchus se fue deformando en el conocido Tehuelches, que hoy en dia es e! término mas usado para referirse a los habitantes originarios de la Patagonia. Pe- ro esta historia no termina aqui, Si bien no es el primero, Francisco Moreno se re- fiere en sus escritos de 1879-80 a los Gennaken, a quienes conoce en las cer- Canias del Somuncura cerca del famoso paradero de Yamnago. En su segundo Viaje al extremo sur de Patagonia, en el afio 1877, Moreno se refirid a los Tsone- ka y alos Ahonekenke, a quienes conocid en el interior mesetario. Recién en 1946 Tomas Harrington, uno de los investigadores de la etnologia pa- tagénica, pudo determinar que el término ‘Gennaken’ de Moreno era en realidad la expresion Guiniina Kéna, que Casamiquela traduce afios mas tarde como ‘la gente por excelencia’ -expresién hecha en giintina iajech, la lengua mas nortefha Yeouts — Sitvestre 75. Copia aclarada del primer mapa de la Patagonia del P. Cardiel, publicado por Félix Outes. Fuente: En AWvarez, G. Neuquén, 1972. citi: ta la Armee de los Tehuelche del siglo XIX-. El ‘tsoneka’ que escuchan Moreno, Lista, Moya- no, etc., aoarentemente deriva de la expresion choontik, que significa ‘la gente’, y Que cada viajero que la recoge la cita con multiples variantes dado el descono- cimiento que tienen de la lengua. Por otro lado, el ‘ahonekenke’ es una expresion relativa que idealmente se puede escribir aonik'’enk y que significa ‘surefios’ en la lengua teusen. Este tipo de adjetivos que expresan de manera relativa el lugar en que vive un grupo de personas son muy comunes en regiones donde se com- parte un mismo territorio. En el caso Tehuelche que se esta comentando, al sig- nificado de aonik’enk (surefios), se contraponia un adjetivo relativo, penk’enk (nortefios). El detalle significativo en este ejemplo es que aparentemente, segun lo que se puede reconstruir en funcién de las fuentes aonik’enk, es un palabra di- cha en la lengua teusen (que se hablaba al norte del rio Santa Cruz), mientras que Penk’enk es una palabra dicha en aoniko ais (que se hablaba al sur de aquel rio). Como es posible entender estos aparentes cambios en las denominaciones de las sociedades originarias que habitaban la region Patagonica continental al sur del rio 112 © PATAGONIA TOTAL Negro? La explicacién, claramente, se relaciona con los procesos de contacto y su funcion en la historia de las sociedades humanas. La mayoria de las denominacio- nes aplicadas a los pueblos de la Patagonia surgieron de observadores que cono- cieron a los integrantes de las parcialidades patagonicas y las ‘pautizaron’ con una. serie de adjetivaciones con las cuales trataron de sintetizar sus impresiones. Los pri- 76. Marinero inglés y una familia patagonica. Grabado de John Byron del siglo XVIII. Fuente: Patagonia Educativa, Ed. Alfa-Milenio, meros navegantes europeos se vieron impactados por las proporciones corporales de los individuos en San Julian; los hablantes del mapuche en las Pampas se refirie- ron posiblemente a la actitud que impusieron los habitantes patagonicos en el mun- do interétnico de mediados del siglo XVIII; las otras denominaciones, surefios, nor- tefios, etc., son tipicas de las poblaciones que comparten un Ambito territorial co- mun. Por ejemplo, en el mismo siglo varios funcionarios y viajeros espafioles cono- cieron a los ‘Chulilacunes’, @8 decir, los chiilila a kinna que literalmente significa ‘gente de Cholila’, haciendo referencia ala actual localidad del NO de la provincia de Chubut. Los Tehuelche de la meseta llamaban a estos individuos, (atek a) chuach a kiinna, que significa ‘cordilleranos’ (atek significa ‘tierra’ y ‘sierra’). En resumen, este caso histériee tan interesante nos debe hacer refiexionar sobre la importancia que han tenide y tlenen los momentos de contacto entre las so- 77. A la izquierda, Ana Montenegro, informante tehuelche meridion! fotografiada en la provincia de Sarta Cruz, en 1962. A la derect Yebes, hijo de Ana Montenegro y Casamiquela montado a caballo. Fuente: Revista Ciencia Hoy, 1988 Ciedades, y nos debe movilizar al andlisis critico de toda la informacion que des- cribe a las sociedades originarias. Las diferencias surgen muchas veces de las impresiones de un observador, el cual ha sido enviado justamente con ese fin: captar las caracteristicas del otro, del ambito en que vive y poder transmitirlas en cddigos comprensibles los demas. Algunas distinciones de | iali ee (Siglos XVI age ees Varios detalles ya se han dado en los comentarios Previos, aqui interesa repasar ciertos aspectos de la territorializacién que aparentemente existid entre las distintas Parcialidades y las vias de comunicacion que integraban esos Ambitos regionales. Durante los siglos XVIIl y XIX son varias las descripciones que nos permiten re- construir las rastrilladas que unian el estrecho de Magallanes con el rio Negro. Las rutas principales unian de sur a norte el Ambito patagonico recorriendo su geografia a una distancia relativamente cercana de la costa, o internandose en los valles precordilleranos que se ubican de forma encadenada en las estribacio- nes secundarias de los Andes. De aqui provienen las denominaciones generales que han recibido estas extensas rutas: la rastrillada de la costa y la rastrillada de la cordillera. Haciendo un recorrido ideal de sur a norte, un viajero que partiera de los territorios Cercanos al estrecho llegaria por un camino costero hasta la desembocadura del rio Santa Cruz; una vez cruzado este dificil curso de agua se podia llegar a la cordillera transitando por el rio Chico de Santa Cruz hasta el rio Senguer, llegando al extremo SO de la actual provincia de Chubut. De alli el camino recorria hacia el norte varios 114 ¢ PATAGONIA TOTAL valles de montafia provistos de abundante caza, aguadas y pasturas (Corcovado, Trevelin, Esquel, Leleque El Maitén 8 un posible camino y, en otra linea, estaban Cholla, Epuyen, £1 Bols6n, 1 Mango, siguiendo hasta el sur del lago Nahuel Huan). Si por el contrario el viajero pretendia tomar la ruta costera, debia tener en cuenta ue solo si el invierno habia sido ‘nevador’ era posible el transito por un Conjunto de aguadas temporales que estaban dispuestas naturalmente a una distancia que ha- cia posible el viaje. El trayecto se podia acercar por la costa al puerto de San Julian, mas al norte se cruzaba el rio Deseado, se acercaba al actual emplazamiento de ‘a Ciudad de Comodoro Rivadavia, tomaba el rio Chico, llegaba hasta el curso medio del rio Chubut, en donde un conjunto de vados posibilitaban diversas rutas. Una de las més usadas, cercana a la localidad de Las Plumas, permitia al viajero aribar a las Sierras Apas y de alli por una serie de aguadas y arroyos se llegaba al cificl cruce del Bajo del Gualicho y, finalmente, al rio Negro. A esta ruta se sumaban otras estrictamente mesetarias que, por ejemplo, unian el lugar donde hoy esta Jacobacci con Valcheta, o los valles cordilleranos cerca- Nos a Esquel, via Tecka, con el curso medio del rio. Chubut, y bastante mas al sur la region del rio Senguer, via el lago Colhue Huapi, con el Ambito costero cerca- NO a Comodoro Rivadavia. Varios de estos recorridos se corresponden con las actuales rutas nacionales y provinciales, que estan trazadas por sobre los anti- QuOs caminos indigenas. Una vez que se incorporé el caballo como medio de locomocién, si bien la geo- Qrafia patagénica perdié la mayor parte de sus problemas para ser transitada, la dinamica poblacional siguié sufriendo la determinacion de la cronologja estacio- nal. Los rios se hacian vadeables en invierno, las aguadas y cursos temporarios se incrementaban en primavera, las temperaturas se acentuaban en verano y las nieves cerraban los pasos cordilleranos en otofio. En igual medida, en la prima- vera, la caza del chulengo -cria del guanaco con cuya piel se confeccionaban los famosos quillangos-, se convertia en la actividad fundamental, tanto como duran- te el verano y buena parte del otofio el énfasis de la caza se desplazaba al apro- vechamiento del ciclo natural del avestruz, Cuya hembra pone los huevos a fines de la primavera, mientras que en el transcurso del verano es el macho el que se hace cargo de la nidada, lo cual permite que para el otofio las hembras hayan re- Cuperado peso y se conviertan en la presa mas apetecida por los cazadores. Du- rante el invierno la escasez solo era sobrellevada ocupando lugares de caza que Mantenian sus recursos a pesar de la estacion desfavorable (Maquinchao, Val- Cheta 0 Yamnago, son algunos de estos paraderos de ‘invernada’ famosos). Por supuesto que, con el arribo del caballo, se introdujo un componente que ac- tud hasta cierto punto de manera disruptiva en este orden ideal que se habia man- tenido durante mucho tiempo y surgieron otras opciones concretas para la sub- sistencia: por ejemplo, se facllité el viaje a la region del interior neuquino donde se Podian obtener manzanas (en verano) y pifiones (en otofio); también se podian dar desplazamientos hacia el rlo Colorado, en donde fructificaba el chafar del monte Pampeano (entre octubre y diciembre); 0 era posible conseguir caballos en las sie- 'ras bonaerenses, los cuales eran capturados en la primavera, aunque por medio de un proceso de semidomesticacion estaban disponibles todo el afio. En concreto, las opciones disponibles para la subsistencia mejoraron en tanto se increment6 la dinamica interegional a través del intercambio. De esta manera, las Parcialidades patagonicas quebraron la circunscripcién ambiental en que habian vivido durante siglos, acentuando la integracion del dinamico mundo interétnico del espacio de las Pampas. Es posible sintetizar una posible territorializacion de la Patagonia teniendo en men- te las grandes divisiones en parcialidades que ha sugerido la etnologia a través del dato etnografico de los viajeros. De tal forma, los Aonik’enk ocupaban el extremo sur de Patagonia hasta el rio Santa Cruz, los Penk’enk se ubicaban hasta el siste- ma hidrico del rio Senguer-lagos Musters y Colhue Huapi, mientras que los Giind- na Kéna se extendian de ahf hasta el rio Negro. Por supuesto que esta es una in- terpretacion ideal de la realidad que constituye sdio un modelo posible, que com- piejiza la tradicional divisién entre Tehuelches septentrionales y meridionales. La in- formacion histérica ofrece la posibilidad de entender este mundo social patagoni- Co integrado por un conjunto de parcialidades mayor (recuérdese el caso de los Chiiila a Kiine) e incluso durante el siglo XIX con variantes importantes al interior de las organizaciones regionales que ya tenian una tradicion antes del siglo XVII. Una vez més se debe pensar en los efectos del arribo del caballo. zHasta qué punto se puede mantener la sugerencia de que existié una teritorializacion ‘restringida’, cuando | caballo a partir de mediados del siglo XVIII permitio que todos los grupos que lo po- seian, mientras respetaran las normas de la diplomacia, pudieran cruzar por el territorio de los otros? Teniendo en cuenta esta particular variable, es que debemos realizar una lectura menos rigida de la realidad étnica de las parcialidades Tenuelches y comprender de esta forma los extraordinarios cambios que se dieron en los ulimos 250 afios. > 78. Cruzando €l rio Limay. Fuente: Musters, G. Vida entre Jos patagones. Ed. Solar, 1964. Las problematicas modernas: pensar el futuro Atendiendo a algunas de las caracteriations consignadas sobre el poblamiento, la con- formacion de las rastrilladas y las territorlalizaciones que conocemos, en parte para el sigio XVIll y con mucho mas detalle para el XIX, es posible sugerir que un conjunto no muy extenso de linajes mantuvieron @n Patagonia un orden social, politico y econdoni- co diverso de aquel que existié sincrénicamente en el espacio de las Pampas, el que slo se quebro por la irrupcién violenta del Ejército nacional en la década de 1880. Esas familias tuvieron una larga permanencia en el ambito patagénico y, en algunos casos especificos, esa historia puede ser reconstruida, ain con grandes lagunas, a partir del siglo XVII, cuando las fuentes disponibles lo permiten. Araiz de la regla que ordenaba la onoméstica tehuelche -el nombre de los abuelos y tios era transmitido a los nietos y sobrinos, lo cual posibilitaba que los nombres prestigiosos se repitie- fan generacién por medio-, los nombres de importantes lideres pueden ser Segui- dos en los documentos a lo largo de extensos periodos de tiempo y lograr una idee de la acci6n politica que llevaron adelante, contacténdose con navegantes, misione- tos, funcionarios coloniales y republicanos. Orkeke, al sur del rio Santa Cruz; Hinche (0 Sinche}) y Sacamata en el Ambito cordillerano y los caciques de nombre Julian er el ambito costero de la actual provincia de Santa Cruz; Chiquichano y Cual en la re- gién mesetaria chubutense; Foyel, Huincahual e Incayal en el territorio cordilleranc de Ia actual provincia de Chubut; la familia Mancuvunay al sur del lago Nahuel Hua: pi; Yanquetruz en la meseta al oeste del Somuncura, Chagayo, Crespo, Manchado Pichalao al este del Somuncura en la actual provincia de Rio Negro, son algunos dé los muchos ejemplos que se podrian citar. 79. Casimiro y Orkeke (segundo y quinto desde la izquierda). Fuente: Casamiquela, R. etal, Del mito a la realidad. Estos pocos linajes que podemos seguir a lo largo de un periodo de tiempo d cerca de 300 afios en algunos casos, nos plantean una asombrosa permanenci. de las parcialidades en determinados lugares: es el ejemplo de los Chiquichan y los Chagayo a quienes Nicolas Mascardi conocié en 1673 en el emplazamien to de la actual poblacion de Tecka. En esa oportunidad, Mascardi conocié a un Yamquichen que, de manera deformada, refiere a Jaquecham, uno de los nom- bres que tenia en 1865-70 Juan Chiquichano, el famoso cacique que entré en contacto con la colonia de galeses a partir de 1865, con Musters en 1869 y con Moreno en 1879. Asimismo, el nombre Chagayo es registrado por Mascardi co- mo Chayahau. También es el caso de los Yanquetruz ‘patagénicos’, que fueron anotados en 1748 en la mision jesuita del Pilar en las sierras bonaerenses —don- de los misioneros jesuitas registraron a un Lakamtu, que en otros documentos aparece como lamketru, que es una deformacion de Yanquetruz-. De un modo similar, los Cual son mencionados en alianza con caciques del interior de la ac- tual provincia de Neuquén en 1782, cuando el piloto espafio! Basilio Villarino re- cibe noticias de un cacique Cuijual, que es el nombre Cual deformado. En concreto, el ejemplo historico de estas redes familiares que en varios de los casos citados sorprendentemente se extienden hasta el dia de hoy, mantenien- do el nombre y el lugar de residencia, nos debe hacer repensar varias cuestiones. En principio, se encuentra el problema estrictamente ‘cientifico’ de su supuesta ‘desaparici6n cultural’. Es evidente que, en este sentido, los cambios producidos por el siglo XX han alejado considerablemente a estas familias de las caracteris- ticas que detallaron los viajeros de los siglos XVIll y XIX. Pero, 4es esto Obice pa- ra negarles sus existencia histérica? Evidentemente no. Lo anterior se relaciona con una segunda cuestién que aparenta ser mas compleja: la cuestion identitaria. ¢Acaso es un requisito necesario para reconocerles entidad historica? Si uno piensa la cuestion como un observador externo y se sabe ajeno a las determinaciones de los modelos cientificos, hay que responder negativamente, en tanto no solo el momento histérico que vivimos acentia las condiciones de po- sibilidad en torno de la libertad de identificacién sino que ademas lo debe promover como un ideal que fortalece la convivencia. El problema se presenta en tanto se piensa la situacion de marginalidad politica, econdmica y cultural en que viven una cantidad importante de individuos, y cémo el Estado (provincial o nacional) sigue im- poniendo una interpretacion de los hechos. Aqui es donde la problemiatica identita- ria cobra fuerza como una herramienta de autonomizacién politica fundamental y con extensiones importantes por sus efectos en el ambito social, como sucedié en el siglo XVill. En tanto una persona se identifica como integrante de un grupo so- cioétnico, se posiciona frente al resto de los otros grupos de la sociedad, pero el ver- dadero problema son los términos en que se realiza la identificaciOn. Esto nos intro- duce en el tercer aspecto problematico que se pretende destacar como una cues- tin que nos compete a todos los patagénicos por sus extensiones a futuro. Se hace necesario reconstruir la historia, pero atendiendo a los reclamos de todos los grupos sociales de la comunidad patagonica. Es fundamental el disefio de espa- cios de discusi6n en los que los hechos del pasado se acepten y sirvan como he- rramientas de interpretacion del presente que vivimos. La lengua mapuche vive un nuevo ciclo de expansién hacia el interior de las comunidades, revitalizando varias practicas ‘antiguas’, pero esta accion memoristica tan tipica de las dindmicas socio- historicas de recuperacion de la tradicién, no debe dejar de lado las raices Tehuel- ches y menos aun el posicionamiento en el mundo como patagénicos. La revalori- zaci6n de las culturas originarias del territorio patagénico es un trabajo que ‘ahora’ tenemos que encarar todos, con el mayor respaido a las autonomias tanto como con el mas importante respeto a la verosimilitud de la historia. Negar uno u otro com- ponente nos haria repetir una vez mas una interpretacion impuesta. Bibliografia * Arias, Fabian (2004), “Toponimia y percepcién geografica en las sociedades indigenas de la Patagonia y las Pampas: analisis de las categorias lingiiisticas (siglo XVIII)", Boletin Geografico, Depto. Geografia, Fac. de Humanidades, UNCo., Afio XXVI, n° 25. * Arias, Fabian (2004), "Prendido a la magia de los caminos el Tehuelche va... Aigunos co- mentarios sobre las caracteristicas del nomadismo en Patagonia", Revista Pueblos y Fron- teras de la Patagonia Andina, 1° trimestre de! 2004, Afio 5, N° 5. * Arias, Fabian (2004), "Las rastrilladas indigenas en la Patagonia", Revista Todo es His- toria, Bs. As, n° 449, diciembre de 2004. * Casamiquela, Rodolfo (1965), Rectificaciones y Ratificaciones. Hacia una interpretaci6n definitiva del panorama etnolégico de la Patagonia y area septentrional adyacentes, Bahia * Blanca, Cuadernos del sur, Inst. de Humanidades, Univ. Nac. del Sur. * Fontana, Luis Jorge (1999), Viaje de exploraci6n en la Patagonia Austral, Bs. As., edito- rial Confluencia. * Lista, Ramon (1998), "Viaje al pais de los Tehuelches. Exploraciones en la Patagonia Austral", en Obras, Bs. As., edit. 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