You are on page 1of 9
Decia Aristételes que ante la masa de espectadores no ca- ben las florituras (“cuanto mas nutrida sea la masa de especta- dores, desde mas lejos hay que hacer la contemplacién” [Arist. Rk. 1414a9]) y que, aunque poseyéramos la ciencia mds exacta, no podriamos persuadir facilmente con ella a nuestros oyentes, aglomerados masivamente al pie de nuestra tribuna, porque una cosa es la ensenianza y otra muy distinta la oratoria, que exige argumentar partiendo de premisas co- munes y generalmente admitidas y aceptadas por la mayoria de nuestros conciudadanos [Arist. Rh. 1355a24]. Por eso, en la ensefianza de la Retérica, desde sus origenes, las estrategias persuasivas psicolégicas y estéticas predomina- ron y mantuvieron indiscutible primacia sobre las légicas, que, todo lo mas, se reducian a los razonamientos mas ele- ~ mentales, generales y conspicuos. En ello pesaba, sin duda alguna, el hecho de que el lengua- je se presta més a las falacias psicolégicas y estilisticas, a las que por su configuracién esta llamado, que a los sesudos ra- ciocinios de la légica que se encamina derechamente con opti- mista candidez en pos de la verdad, lo que no deja de ser en gran medida utépico y mas asequible a la divinidad que a los mortales. VERDAD Y VEROSIMILITUD EN LA RETORICA SICILIANA Y¥ EN LOS SOFISTAS 52. La primera Retirica o Retérica sicitiana Cuando la escritura sustituye a la oralidad, y cesa la creencia en el magico poder de la palabra, y surge la filosofia y la ética politica y la incipiente ciencia, y la prosa se diferencia de la poesia, y los primeros legisladores emprenden un rumbo po- litico que descabalga del poder a la aristocracia y prenuncia 0 presagia el triunfo de la democracia, no es de extrahar que surja una nueva Retdérica basada en la filosofia pragmatica, 76 politica y democratica de la Sofistica. De la Retérica anterior a la ateniense, la siciliana, sabemos muy poco y dentro de ello lo mds importante es la doctrina del argumento del eikés o la “verosimilitud” o “probabilidad”. Aristételes en su Retérica nos habla de esa doctrina atribu- yéndola al Arte (en griego, Tékhne) de Corax y criticandola porque abusa de la relacién de lo “verosimil” o lo “probable” absolutos con la realidad, ya que, contra la rigidez de este ar- gumento (lo que se piensa como absolutamente verosimil o probable es lo que acontece en la realidad), a veces suceden cosas fuera de lo probable de modo que es probable que acontezca Jo improbable, como ya lo habia dicho en verso el poeta Agatén [Arist. Rh. 1402a8]. La falacia de este engafioso entimema —nos explica el Esta- girita— estriba en que no existen lo “verosimil” 9 “probable” absoluios, sino siempre respecto de algo y de algtin modo y en alguna manera [Rh. 1402a14]. De esta forma no es de recibo decir que es igualmente “ve- rosimil” 0 “probable” que un débil no golpee a otro como que un fuerte no lo haga, pues en este iiltimo caso los malos tratos pareceran verosimiles o probables [Rh. 1402a18]. Probablemente bajo tan tosco argumento subyace la iden- tidad de Ser y Pensamiento de la filosofia parmenidea. 53. La Retérica dtica En cambio, la filosofia que inspira la doctrina retérica de los oradores Aticos inspirados por la Sofistica es mas refinada, pues parte del supuesto de que la confluencia del “pensamien- to”, del “lenguaje-pensamiento”, del Jégos, con la realidad es sencillamente imposible, por lo que lo ¢ikés o la “verosimili- tud” o “probabilidad” es la inica garantia de fiabilidad e in- cluso de cada cuestién se pueden ofrecer dos argumentos con- trapuestos sin que podamos afirmar cual es el verdadero. 77 Si el “pensamiento”, el “lenguaje-pensamiento”, no capta la esencia de las cosas, s6lo podemos especular con lo verosimil, y, como con frecuencia se da mas de una verosimilitud pero nunca una verdad decisiva, en principio cualquiera de ellas es. defendible, aunque alguna de ellas sea mas aceptable que otras. Pero precisamente por operar con el “lenguaje-pensamien- to”, tan alejado de la realidad que no capta la esencia de las cosas, puede acontecer que la opcién de verosimilitud mds dé- bil en cuanto a su probabilidad de aceptacion se convierta en la mas fuerte [Protag. A21D-K]. Justamente, la descontianza respecto de la posibilidad de capturar la realidad con el “lenguaje-pensamiento” (/égos) la introduce en Atenas la Sofistica, cuyos pilares epistemoldgicos son que la Verdad absoluta es imposible de conocer y, ade- mas, no existe, pues “el hombre es la medida de todas las co- sas”, seguin Protagoras [Pl. Tht. 152a1], y que el ser en si mis- mo es inaprehensible e incomunicable, segan Gorgias [S. E., M. VII, 65]. 54. Protégoras y las “Antilogias” En primer lugar, segtin Protagoras de Abdera,'! de cada asun- to o tema se pueden pronunciar dos discursos contradictorios. Asi lo explicaba este filsofo en su perdida obra Las Antilogias o “Controversias” [Protégoras B5; A19, 20 y 21 D-K.] y asi nos lo ensefiaba a realizar, mediante ejemplos de varios pares de dis- cursos que se contradecian aun tratando sobre un mismo tema, el desconocido autor que compuso en koind doria o dialecto dé- rico comiin, en torno al 400 a. J. C, un texto titulado Dissoi Lé- goi (“Discursos dobles”) 0 Dialéxeis (“Discusiones”) recogido en los Vorsokratiker de Diels-Kranz [B90 D-K]. " Nacido en tomo al 490 y muerto hacia el 420 a. J. C. 78 Para Protagoras y su discipulo dorio la doctrina del eikés es més sofisticada que la similar en la obra de los sicilianos Cé- rax y Tisias. Con Protégoras se molestaban sus oyentes —nos cuenta Aristételes en su Retérica [1402a24]— al oirle proclamar a gui- sa de promesa el convertir el argumento mas débil o flojo de entre dos contradictorios sobre un mismo tema en el mds fuerte y triunfador en la disputa. Y aunque el Estagirita afirma que eso es lo mismo que la argucia retérica del eikés siracusa- no, en realidad no lo es. Esta se basa en que lo que el Pensamiento admite es proba- ble o tiene que ser real, mientras que los Sofistas niegan la mayor de las premisas, a saber que los Valores y Verdades so- ciales consagrados como absolutos lo sean realmente y no se pueda esgrimir un argumento en contra. Aristételes cree que siempre, en las concretas circunstancias normales, de entre dos discursos contrapuestos uno tiene el peso decisivo y es el superior [RA. 1402a] y se enfada mucho con la promesa de Protagoras, diciendo: “pues es mentira y no es verdad sino sdlo un aparente argumento de probabili- dad, y no se admite en ningun arte salvo en la Retédrica y en la Eristica” [Rh. 1402a26]. 55. La Sofistica y su concepcién de la verdad Aristételes no podia entender debidamente a la Sofistica por- que estaba convencido de que “el hombre esta suficientemen- te dotado para Ja verdad” [Rh. 1355b17] y “la verdad y la jus- ticia son por naturaleza superiores a sus contrarios” [Rh. 1355b21], 0 sea, la mentira y la injusticia. Los ejemplos expuestos en el mencionado tratadito titulado Dissoi Légoi (“Discursos dobles”) o Dialéxeis (“Discusiones”) versan sobre criterios de valor, como “bueno” y “malo”, “de- coroso” e “indecoroso”, “justo” ¢ “injusto”, “verdadero” y “fal- 79 so”, y asimismo otros temas de interés para los sofistas, como la posibilidad de ensefiar la virtud, las desventajas de elegir a los funcionarios por sorteo, y la utilidad de la Retdrica y de la Mnemotecnia o arte de la memoria. Tomar un bao —dice nuestro anénimo autor— es decente o indecente segtin los casos. Tomarlo dentro de la casa es de- cente para las mujeres, pero si lo tomaran en la palestra seria indecente. Los varones, en cambio, lo pueden tomar con toda decencia en la casa y en la palestra [B90, 2, 3 D-K]. Por detras de este planteamiento esta sin duda Protagoras, que probablemente, al igual que Heraclito mostraba en su fi- losofia cémo la Naturaleza resulta ser la oposicién de contra- rios, él quisiera poner en claro que la verdad socialmente aceptada es también el resultado de la confrontacién de dis- cursos contradictorios. Con su filosofia ontolégica, Herdclito concebia la realidad como el continuo proceso de oposicién de contrarios, y, para- lelamente, con su filosofia antropolégica, de la que se nutrird la Retérica, Protégoras entiende que lo que los humanos Ila- man la Verdad es el resultado de la oposicién o la batalla wa- bada entre discursos contrarios. Hay dos discursos contradictorios sobre cada cosa, porque Ja Verdad no radica en la realidad, en el ser o esencia de las cosas, que, al no ser dioses, no dominamos los humanos, pues no la podemos conocer, sino en el criterio subjetivo de los hombres. Pero no en el criterio subjetivo del hombre indivi- dual, sino en el del hombre en cuanto forma parte de una co- munidad politico-social. El ser humano no puede conocer ni la existencia ni la esen- cia de los dioses (“no sé si los dioses existen 0 no existen ni cémo son de aspecto”, suave declaracién de agnosticismo [Protag. A23 y B4 D-K]) ni la realidad cierta del Ser porque un hombre sélo puede filosofar con una filosofia humana, an- tropolégica, ajena del todo a lo absoluto y por ello a la Ver- dad absoluta. 80 Si la Verdad absoluta nos es ajena a los mortales, la contra- diccién de dos tesis opuestas no implica error 0. malentendido y no tiene sentido afirmar que necesariamente una es verdade- ra o las dos son falsas pues pueden perfectamente ser ambas verdaderas. Sélo lo absohito puede ser en exclusiva verdadero, pero lo absoluto no estd al alcance del hombre, le esta vedado. Hay siempre dos argumentos opuestos para cada tema [Protag. A 19 y 21 D-K] —asi reza esta filosofia democratica y antidogmatica— e incluso al lobo al que acabamos de sor- prender, a la vera del rio, con las fauces atin tiznadas de la sangre del infeliz cordero recién devorado, incluso a él hay que darle la oportunidad de defenderse argumentando su inocencia {Pl. Phdr. 272c10]. Al final, el veredicto que se emita en el caso del lobo de- vorador del cordero va a depender de la fuerza persuasiva o probatoria del discurso, no de la realidad de un hecho ya su- cedido, un hecho del pasado que nosotros no podemos lo- grar reproducir. La base de las Antilogias era la demostracién de la radical incapacidad del hombre para alcanzar la realidad absoluta, que por tanto o no existe o tal vez si pero es come si no exis- ticra, pues es inalcanzable para el ser humano, por lo que cada hombre en cuanto miembro de una comunidad politi- co-social es juez de lo que es verdad para si mismo. Aunque el Estagirita no podia aceptar esa linea basica de pensamiento, lo cierto es que, a partir de los sofistas, el etkés es una posibilidad que dicta el pensamiento racional y que tiene enfrente otras, sin que podamos afirmar cual es la ver- dadera, puesto que de cualquiera de las dos no podemos afirmar sino que se aproxima mds o menos a la realidad, y esto siempre con cautela y admitiendo. la posibilidad de error motivado por el hecho de que a veces la opci6n menos probable se acerca mas a la realidad. ¥ asi, hasta el mismisimo Aristoteles, en su Retérica afirma que es verosimil que ocurran cosas al margen de lo verosi- 81 mil [Rk. 1402a13] y que existen verosimilitudes simplemente aparentes [RA, 1402027], y que por tanto hay que ser cautos cuando “se juzga a partir de las verosimilitudes”, frase que, en realidad, lo que quiere decir —y de hecho asi lo dice el propio Estagirita— es “juzgar con el mejor juicio” [Rh. 1376a18]. 56. La verdad social Se juzga con “lenguaje-pensamiento”, incapaz para transmitir la realidad absoluta, a partir de lo verosimil. La verdad abso- luta, por tanto, no se nos ofrece ni a simple vista ni por de- duccién. Como no hay realidad absoluta transmisible a través del “lenguaje-pensamiento” y por tanto no existe el hombre infa- lible capaz de determinar cual es y en qué consiste ésta y qué cosa es apariencia y qué cosa es el ser entero y verdade- ro, o qué es verdad, habra que desconfiar del lenguaje como portador de verdades inamovibles y mds bien estudiar todas sus posibilidades para generar con él verdades parcia- Jes socialmente admitidas. Por eso la Retérica Sofistica pretendia afinar todas las fuer- zas del lenguaje para alcanzar veredictos favorables en los ti- bunales de justicia y votaciones politicas ratificadoras de las propuestas realizadas en las asambleas. Al fin y al cabo, si la verdad absoluta, o conformidad del “lenguaje-pensamiento” con la realidad, es inalcanzable, sélo queda, como tinico objetivo asequible al lenguaje-pensamien- to, la verdad socialmente entendida, es decir la verdad conce- bida como conformidad del “lenguaje-pensamiento” del ha- blante con el discurso aceptado y a raiz de ello vigente en una comunidad politicosocial determinada. Esta es una primera consideracion a favor de la verdad social resultante del acuer- do manifestado por los ciudadanos. 82 Y, ademas, en segundo término, hubo una razén de peso para desconfiar de los argumentos légicos que parecian impe- cables y a cubierto de toda objecién posible. Las pruebas empezaron, en efecto, a no contar tanto en Ret6rica, cuando result6é de general conocimiento que, em- pleando exactamente la misma forma argumental de la filo- sofia eleata para demostrar que el Ser existe, un minucioso y en apariencia inobjetable argumento, Gorgias pudo llegar a alcanzar, en un.discurso tan “demoledor” como los de Prota- goras [Protag. B 1 D-K], una importantisima pero inespera- da conclusién, a saber: que las cosas son incomunicables, pues lo visible o lo percibido por el gusto, al comunicarla, lo transformamos en audible [Gorg. B3, 84. 3bis, 21 D-K], lo que, por lo menos, debiera hacernos desconfiar y aun dudar de la absoluta fidelidad de la palabra respecto de la realidad. ¢Cémo no dudar de la incapacidad del lenguaje para re- producir la verdad si con el “lenguaje-pensamiento” somos capaces de pensar y comunicar lo que de antemano sabemos que no existe, como, por ejemplo, la realidad de un hombre volando o de una carrera de carros sobre la superficie del mar © la presencia a cada lado de un estrecho de dos seres monstruosos, Escila y Caribdis, que engullian los barcos de ~ los desafortunados marineros que intentaban cruzarlo, o la existencia de un endriago o animal fabuloso, la Quimera, provisto de cabeza de cabra, cuerpo de leén y cola de ser- piente? [Gorg. B3, 80-83). EL CARACTER GONVENGIONAL DEL LENGUAJE 57. El lenguaje incapaz de reproducir la Natuvaleza: Antifonte el Sofista La falta de correspondencia del lenguaje con la realidad, y, por tanto, la debilidad de! discurso racional, se revelaron tam- 83 bién y quedaron en evidencia al estudiar los Sofistas la realidad politico-social y descubrir que el discurso moral y el discurso le- gal no sélo son meramente convencionales y carentes de apoyo ninguno de la Naturaleza tras de si, sino que, con harta fre- cuencia, resulta que son una flagrante trasgresién de la Natura- leza. En efecto, segtin Antifonte el Sofista [B44A D-K], las con- ductas humanas determinadas por los parametros de la mo- ral o la ley son absolutamente dependientes de las circuns- tancias politico-sociales, pues un hombre rodeado de testigos obraria segtin la justicia y obedeciendo los preceptos legales de la ciudad, pero una vez que se encontrara sin testigos se- guiria indefectiblemente los dictémenes, 0 sea, los instintos de la Naturaleza. ¥ esto es asi porque los preceptos de las leyes son afiadi- dos, convencionales, acordados por una comunidad, pero no son innatos ni naturales ni necesarios como lo son las im- posiciones de la Naturaleza. Y la Naturaleza termina siem- pre triunfando, a la postre, sobre toda imposicién conven- cional politico-social. Asi pues, creer que con el “discurso-pensamiento” 0 légos captamos la Naturaleza y la transmitimos a través del discurso es un craso error. La prueba mds patente de ello —afiade— es * que la mayor parte de los preceptos presuntamente justos se- gun la ley es hostil a la Naturaleza [B44A D-K]. Las convenciones, que se aceptan como inamovibles en las diferentes comunidades politico-sociales, son discursos madximamente alejados de la Naturaleza, por lo que cabe desconfiar siempre de la capacidad del “lenguaje-pensamien- to” para interpretar la realidad. La superioridad del discurso de la Naturaleza frente al con- vencional discurso legal es evidente para Antifonte. Los pre- ceptos legales son fruto de la convencién, los naturales, en cambio,’ nacen por si mismos. La mayor parte de los princi- pios contenidos en el discurso de la convencién se opone 84

You might also like