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Belén \ Siendo la naturaleza misma la que ha trazado el camino de 9 Kms. en- tre Jerusalén y Belén, es de presumir que en ello caminaban Maria y José en visperas de la primera Navidad, asi como desde entonces lo han recortido in- numerables peregrinos de todas las partes del mundo. , NO es, pues, de extrafiar que la /eyerda, conservadora de los recuer- dos mas trascendentales, se haya radicado a lo largo de este camino de fama universal. Al lado de una cisterna que atin hoy dia. refresca a los viajeros, ha- brian reposado los Reyes Magos, y precisamente alli les habria vuelto a apa- recer la estrella que los conducia hasta el pesebre. Alli la leyenda nos indica la piedra donde descansaba el profeta Zizas, que sumido en tristes raflexiones iba huyendo de los sayones de la reina Jezabel para retirarse al monte Sinai en el desierto Con la precision que, la caracteriza, nos narra la leyenda que aqui de Virgen cansada de las fatigas del viaje, buscaba un poquito de recreo, alegran- dose al mismo tiempo su alma en ver por primera vez las comarcas de sus rea- les abuelos. \ Semejantes narraciones siguen orlando el camino, como fragantes flo- fes, acordando al peregrino que el Todopoderoso tocé este punto de la tierra con la orla de su manto, y que por ende aqui estamos verdaderamente en . Mas de pronto nos cautiva la vista ef convento greexo de San Elias, situado en una altura que la carretera de Jerusalén a Belén ha de cruzer. Pa- sada la altura se eleva ante los ojos asombrados /a pintoresca ciudad de Belén, recostada stavemente en una loma de 777 m. de altura, acabando hacia el este en la Basilica que abriga el recuerdo del nacimiento de Jesucristo, y que irradia sobre la paciica poblacién la luz misteriosa del milagro de los milagros. A nuestro parecer Belén es el mas serenos de los santos lugares, mientras, por ejemplo, la capital Jerusalén se representa mds grave y tal vez rebosante de acontecimientos tristes. Llegando ala Zumba de Raguel estamos a solo dos kms. de la Ciudad de David. La tumba de la mujer de! patriarca Jacob, a pesar de sus formas caracteristicas de un santuario. mahometano, esta en manos de los judios que veneran en Raquel la madre de su gente. Los cristianos participan en la ve- neracién de la tumba, ya que no. sélo estaban ante ella Maria y José, sino por- (1) Vida de Maria, la madre de Jestis, Hditorial Herder, Friburgo de Brisgovia 1038, Pag. 21 —25. que el Evangelista la menciona con motivo de la cruel muerte de los inocen- tes: «Raquel llora sus hijos sin querer consolarse, porque ya no existens. (Mat. 2,19). : Belén cuenta aproximadamente con 7.000 habitantes, en su casi totali- dad cristianos. Judios no se admiten en la ciudad, donde nacié el Salvador, pero si algunos musulmanes, El hecho de que la poblacion pudo engrandecer- se extendiendo sus alas hacia el este y oeste, le debe al mds grande de sus ciudadanos que es Jesucristo, nuestro Redentor. Parte de los habitantes viven de los peregrinos y de la industria de articulos de recuerdo, compensando asi la escasez del espacio de vida. No obstante tal ayuda muchos de ellos se ven obligados a emigrar, los masa los paises americanos. La madre Belén despe- dia siempre y sigue despediendo a los mejores de sus hijos, pero nunca deja de considerarlos como Betlehemitas, hijos de la Ciudad de David y de Jesu- cristo, lo que da una idea de que también José como hijo de la estirpe de Da- vid, quedaba registrado en las listas de Belén. Seguramente en aquella época José no era el tinico que tenia que emigrar de la ciudad de David para ganar la vida en Galilea. «No hubo lugar para ellos en la posadd> (Luc. 2, 7). Dada la hospitali- dad de los orientales seria falso creer que Maria y José encontraron cerradas todas las puertas. Las posadas piiblicas de Oriente, los llamados «Khan», se ha- lan fuera de las poblaciones, vu, si las hay dentro del recinto de la ciudad, no tienen aposentos distintos, por lo cual no podian servir de domicilio para la Sagrada Familia. Cierto que’ José tenia relaciones con varias personas y fami- lias, probablemente de la clase humilde, que no solian tener mas que las piezas absolutamente necesarias. Por no molestar a ninguna de ellas y por tacto pre- feriendo estar a solas, Marfa y José salieron de la puerta de Belén, rumbo al este, es decir al desierto, donde José conocia algunas cavernas que parecian prestar albergue, aunque muy precario, a la divina pobreza. Cruzemos, pues, con José y Maria, toda la ciudad y aun la amplia plaza para llegar a la Bédszlzca que se levanta sobre la caverna de entonces. No cabe la minima duda de que la iglesia designa el lugar donde nacié el Re- dentor del mundo. Ya en el segunda siglo el fildsofo y martir /ustzvo, natural de Palestina, atestigua el nacimiento de Jesucristo en dicha gruta, y un siglo mas tarde escribe el docto Ovzgenes que largo rato vivid en Tierra Santa. (Contra Celsum |, 51). En 525 el emperador Constantino, después de dertibar a hachazos el bosque del dios Adonis alli levantado por el emperador Hadriano, empezé a construir una magnifica Basilica en el lugar de la gruta; en 326 lego la misma madre del emperador, Santa Helena, para activar los trabajos mediante la ma- jestad imperiosa de su persona y la generosidad de sus) manos. Disputibase el carécter ortginario de la Bastlica constantintana hasta 1927, afio de un gran terremoto en Belén. Los dafios causados por la catas- trofe, fueron tan considerables que el gobierno inmediatamente, sin preguntar a los celosos propietarios, eché manos a la refaccién, examinando todo el edi- ficio hasta los cimientos. ;Qué sorpresa! Descubriédse el piso de la Basilica constantiniana, el cual se hallaba 95 cms. debajo del actual piso. Manifestése, en cambio, que el atrio, la nave transversal, el coro y la abside datan de la teconstruccién bajo el emperador Justiniano durante los afios 540-550. Las demas partes, es decir las cinco naves longitudinales y las cuatro filas de colum- nas han afrontado felizmente todos los peligros desde los dias de Constantino.” En 614 tiene la Basilica la maravillosa suerte de escapar al exterminio intentado por los hordas de los Persas, porque casualmente el mesaico en el timpano de la fachada representaba a los Reyes Magos vestidos de persas.- Con la eaida de los valerosos cruzados cay6 el brillo y la magnificen: cia de la Basilica, cuya fachada es hoy mas que abrumadora. Falta el sun- tuoso atrio, faltan las puertas, salvo un Portillo tan pequefio que ninguno pue- de entrar sin agobiarse. Se dice que los cristianos tapiaron las puertas para impedir que los’ tandticos musuimanes entrasen a caballo. - El coro de la Basilica pertenece a los gtiegos ortodoxos, un rincén a los armenios. Los Padres franciscanos que aqui a la par que en toda Palestina repre- “sentan a los catdlicos, han levantado un templo junto a la Basilica, para no ser molestados por los griegos. Desde el coro de la igiesia se baja por dos escaleras a la grata, me- jot dicho, a todo un sistema de grutas En una de ellas estaba sepultado Sax Jerénimo antes de ser trasladado a Roma, en otra Jeronimo habria traducido la Sagrada Escritura al latin. Pero lo que llama nuestra atencion es la gruta u hornacina que se ex- tiende debajo del altar mayor, y en cuyo suelo se halla wna estrella de oro que luce la inscripcién mas digna de las que hay en el mundo: «Ate de Virgine Marta Jesus Christus natus est». (Aqui Jesucristo ha nacido de la Virgen Maria). A la derecha, mas abajo, se encuentra la scaptlla de pesebres, la cual nos gustaria mucho més sin el marmol con que han adornado la béveda. Aqui estamos efectivamente en «Tierra Santas, HY pesebre del Nino Dios es la cu- na del cristianssmo, la célula de la Iglesia, mas atin: la primera iglesia Aqua comienza la era cristana, el ano I, un muevo mundo. Hace unos afios, en una noche de Navidad, recé la santa misa en el altar puesto encima del pesebre. Luego fui al campo de los pastores para pa- sar la segunda parte de la noche en el mismo lugar en que los angeles canta- ron el «Gloria tu excelsis». En aquella hora me habria parecido muy natural si el’ cielo se hubiese abierto y los Angeles hubiesen tepetido su llamado a la paz. Pero, éNo es s6lo un suefio la paz entre los hombres? éNo sonaban ya ante el pesebre las armas de los soldados de Herodes? La explicacion auténtica del canto de los angeles la did mas tarde el Sefior diciendo: «Za paz os dejo, la paz mia os doy; no os la doy como la da el mundo» (Quan 14,27). La paz de Cristo es la mica que permanece entre los hombres, y que permanecera, aunque naciones enteras estén clavadas en la cruz. Dr, Cl. Kopp.

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