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Ce ESTRUCTURA Y FUNCION El porvenir actual de la Ciencia CColeccin dirigida por ENRIQUE TIERNO GALVAN AnwistRonc, D. M.: La percepcin y ef mundo Sisco. Bay, Ci: Estrategias de emaneipacin politic. (En preparacién,) Busck, M.: Modelos » metdforas. (Cunn, HB...) FEWS. Re Lopica combinatoria Charrét, 'V-C., y otros: El lenguaje comin. Ensayos de iosofiaanaltica. Ene, A." Ei mvodo de la teors ele, Fiawent, C.: Teoria de grafos y esiructuras de grupo. rece, G.: Escrtoslopico-semanieos. Ginsow, Q.: La logica dela Investigacion socal (3.* ed), Hivsekt, D., y ACKERMAN, W.: Elemenos de Idgicateérca (2.* ed). Hosrens, 3. Le conducta humana. Hucnes, G.E.,y CRESswelL, M. J.:Introducein ala 1pica model. KauinowsKt, G.: Logica del discurso normative. Keene, §.'C. Introduccion a la metamatematica. KNEALE, W. y MET desarrollo dela Toga, LLANDE, A. Nuevas fundamentos de mectnicacudntica, Cowasiewicz, Jira siflopistica de Arsoteles. Desde el punto de vista dela Wégica formal "moderna ManceNAu, H.: Le neturaleza de la realidad fisca, Una filosofia de la Fisica moderna. Manvin, RM: Verdad denotacion. Mowracu, A: La direcciin del desarrollo humano (2.* ed). (Nace, E': La lgiea sin metafisica. NaaeL, E: Razdn soberana NaceL, Ey NEWMAN, J. P.: El reorema de Gédel Poppe, K! R.: Conocimiento objetivo (2." ed). Porven, K. R: La logic de le Investigacion cientific, SeLLARS, W.: Ciencia, percepetdn y relldad. ‘SHACKLE, G.: Decision, orden y tempo. Swart, J. J. Cz Entre cieneiay fosofia ‘Tatet, Cit Senido 9 referencia’ en la Idpca de Gottlob Frege Tauesbet, ‘de Nstorta de la mecanica. Wiener, N., y ScHADe, J. P.: Sobre modelos de los nervos, el cerebro y la memoria Warroetsrein, In: Los cuadernos azul 9 marrdn. Wonnate, TH? Rilogta' lense \Whicitr, G. H. von! Narmia y accin, Una investigacin logic, LA LOGICA DE LA INVESTIGACION CIENTIFICA ESTRUCTURA Y FUNCION EL PORVENIR ACTUAL DE LA CIENCIA cartruyo Paimeno Panorama de algunos problemas fundamentales El hombre de ciencia, ya sea teérico o experimental, propone enun- indos —o sistemas de enunciados— y los contrasta paso a paso. En particular, en el campo de las ciencias empirieas construye hipétes temas de teorias— y las contrasta con la experiencia por medio i opinién, Ia tarea fien —o Iogiea del conocimiento— ‘modo de proceder: esto es, analizar el método de las ciencias em- je In légica de In investigacién cienti ofrecer un anilisis légico de tal pirieas. Pero, euales son estos emétodos de las cien 4a qué cosa amamos ceiencia empirican? 1, EL PROBLEMA DE LA INDUCCION De acuerdo con una tesis que tiene gran aceptacién —y a Ia que nos opondremos en este libro—, las ciencias empiricas pueden carac- terizarse por el hecho de que emplean los lamados «métodos indue- tivos»: segiin esta tesis, I Iigica de la investigacién cientifien seria idéntica a Ia légiea inductiva, es decir, al anélisis légico de tales mé- amar cinductiva> a una inferencia cuando pasa de enunciados singulares (Ilamados, a veces, enunciados eparticulares»), tales como descripeiones de los resultados de observaciones 0 expe: rimentos, # enunciados universales, tales como hipétesis 0 teorias. ‘Ahora bien, desde un punto de vista légico dista mucho de ser obvio que estemos justificados al inferir-enunciados universales par- tiendo de enunciados singulares, por elevado que sea su niimero ; pues cualquier conclusién que saquemos de este modo corre siempre el riesgo de resultar un dia falsa: asi, cualguiera que sea el’nimero de ejemplares de cisnes blancos que hayamos observado, no esta justifi- cada la conclusién de que todos los cisnes sean blancos. Se conoce con el nombre del problema de la induccién la cues- tién acerca de be, estin just qué condiciones lo estin. EI problema de Ia induccién puede formularse, asimismo, como Ia enestién sobre eémo establecer Ia verdad de los enunciados uni versales basados en la experiencia —como son las hipétesis y los sis- jcadas Jas inferencias inductivas, 0 de 28 La légica de la investigacién cientifica temas tedricos de las ciencias empiricas—. Pues muchos ereen que In verdad de estos enunciados se «sabe por experiencian; sin embar- go, es claro que todo informe en que se da cuenta de una experiencia ode una observacién, o del resultado de un experimento— no puc- de ser originariamente un enunciado universal, sino slo un enunci do singular. Por lo tanto, quien dice que sabemos por experiencia la werdad de ua enunciedo universal suele querer decir que Ie verdad de dicho enunciado puede reducirse, de cierta forma, a la verdad de otros emuneindon —éton singular que son verdaderon sepia saber mos por experiencia; Io cual equivale a decir que los enunciados uni- ersales estan bacados en inferencias inductivas. Asi pues, l facerea de si hay leyes naturales cuya verdad nos conste otro modo de preguntar si las inferencias inductivas estin justifie das légicamente. Mas si queremos encontrar un modo de justificar las inferencias induetivas, hemos de intentar, en primer término, establecer ua prin- ipio de induccidn, Semejante principio seria un enunciado con cuya ayuda pudiéramos presentar dichas inferencias de una forma logica- mente aceptable, A los ojos de los mantenedores de la Iogica induc- tiva, Ia importancia de un principio de induceién para el método cientifico es méxima: «...este principio —dice Reichenbach— deter- mina Ia verdad de las teorias cient liminarlo de Ia ciencia jgnificaria nada menos que privar a ésta de la posibilidad de deci i sobre la verdad o falsedad de sus teorias; es evidente que sin él Ja ciencia perderia el derecho de distinguir sus teorias de Tas orea- cciones fantdsticas y arbitrarias de la imaginacién del_poeta»’. Pero tal principio de induccién no puede ser una verdad puri mente légi rologia oun enunciado analitico. En re dad, si exit bria problema de Ia induceién; pues, en tal caso, siderar todas las inferencias inductivas como tr mente logicas, 0 tautolégicas, exactamente To las inferencias de la légica deductiva. Por tanto, el prin duecién tiene que ser un enunciado sintético: esto es, uno cuya neg cién no sea eontradictoria, ente posible. Surge, euestidn acerca de por qué habria que aceptar seme} ¥ de eémo podemos justificar racionalmente su ace ‘Algunas personas que ercen en la légica induetiva se preeipiten fa sefialar, con Reichenbach, que «la totalided de la ciencia acepta fin reservas el principio de induccidn, y que nadie puede tampoco Gudar de este principio en la vida corriente» *. No obstante, poniendo que fuese cia» podria le induceién, y que Meva forzosamente idades) 16g TH, Revcmewnace, Erkenninis 1, 1930, pég. 186. (Cf. también, tas pigs. 64 7 tig.) CE los comentarion de Roweell seerea de Hume, que he citado en el spar. tado*2 de ml Postscript. + Rereseeaaca, pig, OT. Panorama de algunos problemas fundamentales 49 A partir de Ia obra de Hume * deberia haberse visto claramente que aparecen con facilidad incoherencias cuando se admite el prin- eipio de induceién; y también que dificilmente pueden evitarse (si fe que es posible tal cosa): ya que, a su ver, el principio de induceion tiene que ser un enun I. Asi pues, si intentamos que es verdadero, reaparecen «de yente los mismos problemas que motivaron su introduc- cién: para justifiearlo tenemos que utilizar inferencias inductivas s para justificar éstas hemos de suponer un principio de induceién de grden superior, y asf suczevamente. Por tanta, cae por su base intento de fundamentar el principio de induecién en la experiencia, ya que lleva, inevitablemente, @ una regresién infinita, Kant traté de escapar a esta dificultad admitiendo que el prine pio de induceién (que él Hamaba «principio de causacién universal») «vilido @ priori». Pero, a mi entender, no tuvo i niosa tentativa de dar una justifieacién @ priori de los enun sintéticos. Por mi parte, considero que las diversas dificultades que acabo de esbozar de la légica induetiva son insuperables. Y me temo que Jo mismo ocurre con la doctrina, tan corriente hoy, de que las infe- inductivas, aun no siendo cestrictamente validas», pueden al- Esta doc. canzar cierto grado de «seguridad» o de «probabilidad trina sostiene que las inferencias inductivas son «inferen bles»*, «Hemos deserito cién como el medio por el que la ciencia decide sobre Ia verdad. Para ‘exactos, deberiamos decir que sirve para decidir sobre jidad: pues no le es dado a Ia ciencia llegar la verdad ni ala falsedad..., mas los enunciados cientificos pueden aleanzar tinica- mente grados continuos de probabilidad, cuyos ferior, inaleanzables, son la verdad y la falsedad +, Por el momento, puedo hacer ‘easo omiso del hecho de que: los cereyentes en Ia logica inductiva alimentan una idea de la probabil dad que rechazaré luego por sumamente inoportuna pera sus propios fines (véase, mas adelante, el apartado 80). Puedo hacer tal cosa, por- que con recurrir a la probabilidad ni siquiera se rozan las dificulta- des mencionadas: pues si ha do asignarse cierto grado de proba dad a los enunciados que se basan en inferencias induetivas, tal pro- ceder tendri que justificarse invoeando un nuevo principio de induecién, modificsdo convenientemente ; el cual habra de just ‘mi ver, ete. Ain més: no se gana nada si el mismo principio de induccién no se toma como everdadero», sino como meramente bable». En resumen: In légica de la inferencia probable o «légica Los pasajes decsivor de Hume se citan en el epédice *VIT (texto correspon: dicate u Ise notas 4, 5 y 6); véase también, més adelante, le nota 2 del apariado Ba}. M. Kennrs, A. Treatise on Provablity (1921); 0. Kure, Vorlesungen fiber Logik (ed. por Sein, 1923); Rercmennact (que emplea ei término «implieasio ‘neo probabilitionss), Asiomatik' der Wohracheinlichkelterechnung, Mathem...Leltschr, 34 (1932), y otros lugares. OM fnccalesnacny, Evkenntnis 1, 1930, pég. 186. 30" La liglea de Ya investigocién cienstfica de 1a probabilidad», como todas tiva, conduce, bien a una regresién infinit epriorismo *, La teoria que deserrollaremos en las paginas que siguen se opone directamente 1 todos los intentos de apoyarse en las ideas de una ogica inductiva, Podria describirsela como la teoria del método de- ductive de contrastar**, o como Ia opinién de que una hipstesis sslo puede contrastarse empiricamente —y nicamente después de que ha sido formulada, Para poder desarrollar esta tesis (que podria Hamarse «deducti« vismo», por contraposicién al cinductivismoy*) es necesario que pon. ga en claro primero la distincién entre Ia psicologia del conocimiento, que trata de hechos empiricos, y Ia Ligiea del conocimiento, que s¢ ocupa exclusivamente de relaciones logicas. Pues Ia creencia en una logica inductiva se debe, en gran parte, a una confusion de los pro- blemas psicolégicos con los epistemoligicos; y quizé sea convenient: advettir, de paso, que esta confusién origina dificultades no sslo en Ia Logica del conccimiento, sino en su psicologia también. 2, Euimnact6n pet psicorocissto He dicho més arriba que el trabajo del cientitico consiste en pro- poner teorias y en contrastarlas, La etapa inicial, el acto de concebir 0 inventar una teoria, no me rece que exija un anilisis légico ni sea susceptible de él. La cues- tidn acerca de eémo se le ocurre una idea nueva a una persona —ya sea un tema musical, un conflicto dramitico o una teoria cientifica— puede ser de gran interés para la psicologia empirica, pero carece de importancia para el anilisis Iégico del conocimiento cientifieo. 1 Véanse también el capitulo X —especiaimente, Ia note 2. del apartado 81— 4¥. el copitulo *I del Postscript, en los que se hallard ina exposicién mas completa er eata rites, se" Se aie obervdo y que empleo ns exrnes cores contrac, contrat, tonto a cnr pte kansas gta Ta tae fete ee. Lor autres hia ill —arayene de oa ahi et ane tena contra, pero puede verte Sa dietads indase eis conte £m ten por coulsponer's eponere, GHEUE Ty +" "Linnie (cn Indubtion and Deduiio, 1863) fn problemen ot primes que seca md Indiv dd ent deviance eels aval aber Fee eaca dln ye fey ees rn {o06; er igh por PrP. Wernet The im ond Seca’ of Phoeal The i htmantnie tole oredamente dunia Fes oo teas Deke oe) ‘Sntran tm tee Indsctstay per seo enol Sp HI See an ea teal cue veer dle gun consi apeineiaey Infuetin y pleas i ged ae ey de la vtnein de Deserta tad np, pe toe Vers, tnthmn, ¥. "Kear, Dies Grandjovmen te alcnchichesMelote) 1509 Eitan Evkentns 2, 1932 pag 0, Ponorame de algunos problemas fundamentales 31 Ede no se interesa por cuestiones ile hecho (el quid facti? de Kant), sing inicamente por cuestiones ej juris? antiano) nis prepimtay son lel pao Uificarse un enunciado? en aso afin contrastable?; j lepenile contradice quied? Para i peda wer esamninada hig camente de esta forma tiene que hahcrsenoe propueste soe, debe haberlo formulada y hahcmnoslo entengade pach su sass tivo. En cuanto a la tarea we To i puesto ta pricelogia el mis pleados en las contrastacionrs site ea muera antes ie jue Se le pda Algunos objetarin. tal sor, que veria mis pretincate considerar omo ocupaciin penpin de la episemologia la falicacion de ea oe ha Mamado una ereconstruceiin racfonats ile Ios pasos que han Mesa al cientifico al deseubrimicnto, @ encontear ima nuces verdad Pose la euestion se comierte entonces ems jie en cnactanionter to ave aqueremos reconsiruir? Si lo que s trata tle recamsiruis sun Toe proces sor que tienen lugar durante tl estimulo y formaciin ile mmpinacrenee me niego # aceptar semejante cova enmin tarea tle la ligien el so te de Ta Tigiea. Otea ens ex que querames twantscil ne eionalmente las euntrastariones subsignientes, mediante ls ave se paar Feeonocer eomn um cunarimienin, kn Ta metiala en. que a ciety i ha st propia inspiracion, poder ane ef analisis metodligien eine Ios procesoe intclectuales eorrespunitie Hifienciin o valides (ol yuid iguiente: zpuede jus tive, ge qué modo? : Z04 le ateos “enuneiadun?; 0 tas netamente entre AL proces de resultados de su examen I del conaeimicnty —que he enter: me hasaré en ef supuesta de que im dle los métudas eine ur debe somiet iene seriamente, se toda Pero esta reconstriccign no habra de deseribir tales process seain aconiceen realmente: slo puede dar un esqueleto ligico del procedimient de contractar, tal vee esto es todo Io que quieren decir lox que hahlan le tina «recone. trucciém racionaly de los medios por los que adyuirimos conels mientos. Geure que los raronamientos expuesios on eate libro son entera mente independiente de te peublema, Sin embarg mi sguaien tl thuato —valga lo yur valve es que un existe, of shealeter ae st todo Tigico le tener nuevas leas ni una Yeroncinreiee egies ne este process. Puede expresare mi parecer divienie sve tole dese dora» en el sentido de Berguon. Einstein hatte deus seni necro de In absnqueda de aquelles leyes simanente tivercions, eee de fas"euales puede obtenere ina imagen del minds key pee a Auceiéa. No-existe una senda Liga --ice-- que eucamne eel 32. Le ligica de la investigacién cientifica eyes. Sélo pueden alcanzarse por Ia intuicién, apoysda em algo asi como una introyeccion (“Einfithlung’) de los objetos de In expe- . CONTRASTACION DEDUCTIVA DE TEORIAS De acuerdo con la tesis que hemos de proponer aqui, el método de contrastar eriticamente Ins teorias y de escogerlas, teniendo en cuenta Tos resultados obtenidos en eu contraste, procede siempre del modo que indicames « continuacién. Una vez presentada @ titulo provisio- idea, ain no j solute pacién, una hipéte co 0 Io que se quiera—, 8° Extraen conclusiones de ella por medio de una deduccién logis Cotas conelusiones se comparan entre si y con otros enuneiados perti- tpentes, con objeto de hallar las relaciones ligicas (tales como eq deductibilidad, compatibilided o incompatibilidad, ete.) que entre ella Si queremos, podemos distinguir cuatro procedimientos de llevar ‘a cabo la contrestacion de una teoria, En primer lugar, se encuentr Ja comparacidn logica de las conclusiones unas con otras: con lo cual ate Ta coherencia interna del sistema, Después, est de la teoria, con objeto de determinar smpirica —cientifiea— 0 si, por ejem plo, es tantoldgica. En tercer término, tenemos Is comparacién con btras teorias, que tiene por principal guar sila teoria Gromineda eonstituiria tn adelanto cientifico en sobrevi- Viera a las diferentes contrastaciones a que la Jnente, viene el contrastarla por medio de la aplicacién empirica de Tas conclusiones que pueden deducirse de ell To que se pretende con el iltimo tipo de contraste mencionado ‘es deseubrir hasta qué punto satisfarin las nuevas consecuencias de le .d de sus asertos— a los requerimientos ;mentos puramente eientifir Soave de aplicaciones teenoldgieas practicas. También en este enso el pro- ce aieate de enntrastar resulta ver deductivo; vedmoslo, Com 0 Ge otros enunciados anteriormente aceptados se deducen de la teoi Sentrastar ciertos enunciados singulares —que podremos denominar Cpredicciones»—s en especial, prediceiones que sean fécilmente con qentables o aplicables. Se eligen entre estos entunciados los que no sean Yedwetibles de la teoria vigente, y, mas en particular, los que eo en + Comunicecién en el sesenta cumpleafor de Max Planck, El passjecitado comten con atelitiness eka. torea suprema del fsico es la biaguode de aquellas Leys Be ee eee esn et. (ctado segi A. Einsrin, Mein Welthld, 1994, pég. 1685 Fete cron Ar Hanis, The World as 1 see It, 1935, pig. 125), En Lie teaduesin Ing Pan con antorordad ideas parecdar; ef, también, Macut, Principien se PP cishee (1896), pay. 442 7 sigs. *La palabra alemana , como dice Hume, que deberiamos earrojar al fuego» *. Pero si con las expresiones «absurdo» 0 ccarente de sentido» no queremos expresar otra cosa, por definicién, que «no perteneeiente a Ia ciencia empiricay, en tal caso la caracterizacién de la metal como un absurdo carente de sentido se ‘pues a la metafi se Ia define normalmente como no empirica. Pero —naturalmente— los positivistas ercen que pueden decir de la metafisica muchas otras co- sas, ademas de que sus enunciados son no empiricos. Las expresiones y cearente de sentido» comportan una evaluacién peyo tende que la comporten); y, sin duda alguna, lo que Jos positivistas tratan realmente de conseguir no es tanto una demar- én acertada como derribar definitivamente* y aniquilar la me- Como quiera que sea, nos encontramos con que cada ver que loo positivistes han intentado decir con mayor claridad lo que sig- nificaba econ sentido» Ia tentativa conducia al mismo. resultado: = icién de ccliusula con sentido» (en contraposicién # «pseudo- sentido>) que simplemente reitera el eriterio de demar- cacidn de su légica induetiva, Esto «se hace patenten con gran claridad en el caso de Wittgens- See eee eee Pa en meg paleo letigreenrr apace pring igen tas wea a 2 a eae eet area teeter Soe eerie, ee See ee ee oe ee Sieg Salt Rete gece Sh Scene cas ee ees see er A tn, als egy oi nha, te pool Dong ere porter ete EE BIE A apy ap, duster, Ml ial ue na ae Be ee ‘gezgma em l t Fe nogy a e ens N eae oS a Pome oe ent eae 36 La légica de la investigacién cientifica tein, segiin el cual toda prop mente reducible‘ a proposiciones elementales (0 «atémicasy), que earacteriza como deseripciones 0 «imagenes de In realidad: terizacién, por cierto, que ha de cubrir todas Iss proposiciones con sentido). Podemos darnos euenta de que el criterio de sentido de ‘Wittgenstein coincide con el ceriterio de demarcacién de los indue- as, sin mas que remplazar las palabras «cientifica» o clegitimay por «con centidos. Y es precisamente al llegar al problema de la in- Auccién donde se derrumba este intento de resolver el problema de la demareacién: los positivistas, en sus ansias de aniquilar Ia meta fisica, aniquilan juntamente con ella la iencia natural. Pues tampo- co las leyes cientificas pueden reducirse légicamente a enunciados elementales de experiencia. Si se aplicase con absoluta coherencia, el eriterio de sentido de Wittgenstein rechazaria por carentes de sentido aquellas leyes naturales euya busqueda, como dice Einstein ®, es «la larea suprema del fisieo»: munca podsian aceptarse como enunciados auténticos 0 legitimos. La tentativa wittgensteiniana de desenmasearar € problema de la induceisn como un psevdoproblema vacio, ha sido ex- presade por Schlick *" con las siguientes palabras: «El problema de Ta inducciGn consiste en preguntar por la justificacion légica de los enunciados universales acerea de la realidad... Reeonocemos, con Hu- me, que no existe semejante justificacién légica: no puede haber ninguna, por el simple hecho de que no son auténticos enunciados» *. Esto hace ver que el eriterio induetivista de demareacién no con: ivisoria entre los sistemas cientifieos y los me- talisicos, y por qué ha de asignar a unos y otros el mismo estatuto: + Werreensrein, Trectotus LogicoPhilowphicus (1918 y 1922), Proposicin 5. vers, east de E, Tienno GaLvin, Revista do Occidents, Madeid, 1987 (T.)]. "Esto fen 1934, y, por tanto, me refloro exclusivamente, como es natural, al Troctatus (ote baop patentex es una de sus expresiones favorites). Worrowesten gp. i Prpsitones 40, 43 y 2221, fla pot 1 s+ Seblick atribuys a Wittgenstein la idea de tratar las Teyes cientficas como tpseadoproposiciones, con To cual se recavia el problema de la Induceién. (CE. mal Open Society, notes 46.7 SI y sig. del capitulo 11.) Pero, em reellded, es mucho més en- ? forma parte de le tradicion instrumentalist que puede hacerse remontar a Ber: Ieley « incluso unis atris, [Veane, por ejemplo, ml trabajo «Three Views ad Human Kaowledgen, en Contemporary British Philosophy, 1956, y cA Note on Keeley as a Precuror of Moths, ea The British Journal for the Philosophy of Scien TV."4, 1953, pies 26 y sigs selmpreso en mi Conjectures ond Refutaions, 1959; te encontrarin otter refereneas en la nota *l En, mi Postscript trato ai rm Scniticxs Naturatenschaften 19, 1931, page jo se refiere a Tas leyes naturales, Schlick eseribe (pig. 151): «Se Simenudo que, estrictamente, no podemos hablar nunee de una ve ena leyy pues haceroos siempre —por ‘ef Ia aalvedad do que puede itr modifiesda a Ie vite de nusvas experiencia. Si puedo aBadir, entre peréntesis Soontinda Schlick-—y algunas pelabres ecerca de esta stuacién logic, el hecho mene Gomudo eriba significa que unn ley natural ‘no tiene, en prisepio, el earécter de fin enuneiedo, sino que en mle bien une preseripeién para la formecién de enuncia- dae Ne abe ude a go peed icin, fom erm Y'lo deduccién) Schlick stribuia eta teovie a una comunicaci6n personal do Witte [easicin, Véase también al apartado "12 de-mai Posterip. Panorama de algunos problemas fundamentales 87 pues el veredicto del dogma posi del sentido es que ambos son sistemas de pseudoaserciones sin sentido. Asi pues, en lugar de des- castar radicalmente ciencias empiricas, el posi- tiviemo leva a una fico por aquélla*, Frente a estas estratagem: —antimetafisicas en Ia intencién, claro esté— no considero que haya de ocuparme en derri- bar Ia metafisien, sino, en ver de semejante cose, en formular una caracterizacién apropiada do la ciencia empiriea, o en definir los conceptos de «ciencia empiricay y de «metafisica» de tal manera que, ante un sistema dado de enunciados, seamos capaces de decir si es asunto o no de Ia ciencia empirica el estudiarlo mas de cerca. Mi eriterio de demarcacién, por tanto, ha de considerarse como ‘una propuesta para un acuerdo 0 convencién. En cuanto a si tal con- vencién es apropiada 0 no lo es, las opiniones pueden diferir; mas sélo es posible una discusién razonable de estas cuestiones entre par- tes que tienen cierta finalidad comin a la vista. Por supuesto que la eleceién de tal finalidad tiene que ser, en altima instancia, objeto de una decisién que vaya més allé de toda argumentacién racional *, Por tanto, quienquiera que plantee un sistema de enunciados ab- solutamente ciertos, irrevocablemente verdaderos®, como finalidad de la ciencia, es seguro que rechazara las propuestas que voy hacer aqui, ¥ lo mismo harin quienes ven «la esencia de Ia ciencia... en su dignidad», que consideran reside en su «cardcter de totalidad» y en su «verdad y esencialidad) reales» ®, Difi dispuestos 8 otorgar esta dignidad a fis otras personas como yo vemos én més completa hasta la fecha de Io que yo Namo «ciencia empirica Las metas de Ia ciencia # las que me refiero son otras. No trato embargo, presentindolas como el blanco verde- o cual serviria tinicamente para pertur- bar la cucstiOn y sigh una recaida en el dogmatismo posi Vista, No alcenzo a ver mas que una sola via para ergumentar raclo- nalmente en apoyo de mis propuestas: la de analizar sus consecuen- ccias Iogieas —sefialar su fertilidad, 0 sea, su poder de elucidar los pro- blemas de Ia teoria del conocimiento. ‘Asi pues, admito abiertamente que para egar a mis propuestas me he guiado, en altima instaneia, por juicios de valor y por predi- leceiones. Mas espero que sean aceptables para todos los que no sélo aprecian el rigor Iogico, sino la libertad de dogm: nes busean Is aplic * Cl. el epertado 78 (por empl, In note 1). *Véanse también mi Open Society, notae 46, S17 52 del capitulo Ti, y' mt trabajo «The Demarestion between Science tnd Metaphysiven,entrogndo en enero de 1955 par el tomo dedicus » Carnep (ain ‘no publiendo) de ln Lirary of Living Philatophery el. por P- A. Sennen Lie gr em pn sm dn rsa ate are needa por In verdad’ diepucriay x prstree stencdn mituamente’ (cf. mi Open Society ‘itsle 24). ® < ea eta cx ta tse de Diner; ef. nota 1 del spartado 19, Tesla de 0, Seanw (Kategorenlehre, 1924), mayor medida por Ia aventura de Ia ciencia y por los descubrimien- tos que una y otra vex nos enfrentan con cuestiones nuevas e inespe- radas, que nos desafia respuiestas nuevas © insospechad El hecho de que ciertos juicios de valor hayan influido en mis Propuestas no quiere decir que esté cometiendo el error de que he facusado a los positivistas —el de intentar el asesinato de la metaf ea por medio de nombres infamantes—. Ni siquicra Wego a afirmar que la metafisiea carezea de valor para a cienci Pues no puede negarse que, asi como ha habido ideas met to una barrera al avance de la ciencia, han & atomismo especulativo— que la han ayudado. ¥ si miramos el asunto desde un angulo psicolégico, me siento inclinado a ‘pensar que la investigacién cientifiea es imposible sin fe en algunas ideas de una indole puramente especulativa (y, a veces, sumamente brumosas): fe desprovista enteramente de garantias desde el punto de vista de Ia cioncia, y que —en esta misma medida— es «metafisica» ". ‘vez que he hecho estas advertencias, sigo considerando que la primera tarea de Ia ligiea del conocimiento es proponer un con- cepto de ciencia empirica con objeto de legar a un uso jctualmente algo incierto— lo mas definido posible, y a fin de trazar tuna Kinea de demarcacién clara entre la y las ideas meta eas —aun cuando dichas ideas puedan haber favorecido el avance de Ia ciencia a lo largo de toda su historia, 3. LA EXPERIENCIA COMO METODO La tarea de formular une definicién aceptable de la idea de cien- cia empirica no esti exenta de dificultades. Algumas de ellas surgen del hecho de que tienen que existir muchos sistemas tedricos euya estructura ligica sea muy parecida a la del sistema aceptedo en un stema de la ciencia empirica. En 0ci sndo que existen’ muchisimos cmundos ligicamente posibles» —posiblemente un ntimero infinito de tllos—. Y, con todo, se pretende que el sistema Mamado «ciencia empiricay represente’ tinieamente un mundo: el «mundo real» 0 «mundo de nuestra experiencian ™. ‘Com objeto de previar un poco més ete efirmacion, podenbos die Singur wes reuiitos que nuestro items tericoemptrea tendrk que satisfacer. Primero, ha de ser sintético, de suerte que pueda repre- sentar tn mundo no contradictorio, posible; en segundo lugar, debe satisfacer el eriterio de demarcacién (ef. los apartados 6 y 21), es decir, no sera metafisico, sino representard un mundo de experiencia © Ch también: Peawn, Positcésmus und reafe Aussenwelt (1931), 7 Binsre, Die Religiontit der Forschung, en Mein Weld (1998), ig. 43: trad: Tog. por ‘A. Hanats, The World os 1-300 Tt (1935), pigs. 23 y see, asimismo, el fspartado 85 y mai Postscript (CE el apéndico *X. Panorama de algunos problemos fundamensales 39 posible; en tercer término, es menester que é¢a un sistema que s¢ distinga —de alguna manera— de otros sistemas semejantes por ser el que represente nuestro mundo de experiencia. Mas, jcomo ha de distinguirse el sistema que represente nuestro mundo de experiencia? He aqui Ia respuesta: por el hecho de que se Te ha sometido a contraste y ha resistido las contrastaci quiere decir que se le ha de distinguir aplicdndole el método dedue- tivo que pretendo analizar y deseribir. ‘Segiin esta opinion, Ia cexperienciaw resulta ser un método dis- tintivo mediante el cual un sistema tedrico puede distinguirse de otros; con Io cual a ciencia empirica se caracteriza —al pareeer— no s6lo por su forma logica, sino por su métodlo de distincién. (Desde Tego, éta es también Ia opinién de los inductivistes, que intentan caracterizar la ciencia empirica por su empleo del método induetivo.) Por tanto, puede describirse Ia teoria del conocimiento, cuya ta rea es el anilisis del método o del proceder peculiar de la ciencia em- pirica, como una teoria del método empirico —una teoria de lo que normalmente se llama experiencia. 6.} La FALSABILIDAD COMO CRITERIO DE DEMARCACION El criterio de demarcacién inherente a la légica inductiva —esto es, el dogma positivista del significado o sentido [en ingl. meaning] equivale « exigir que todos los enunciados de la ciencia empirica (o, todos los enunciados «con sentido») sean susceptibles de una de- cisién definitiva con respecto a su verdad y a su falsedad; podemos decir que tienen que ser wdecidibles de modo concluyente>. Esto quie- re decir que han de tener una forma tal que sea légicamente posible tanto verificarlos como falsarlos. Asi, dice Schlick: «...un auténtico emunciado tiene qué ser susceptible de verifieacién concluyenter ; y Waisman escribe, atin con mayor elaridad: «Si no es posible de- ferminar si un enunciado es verdadero, entonces earece enteramente de sentido: pues el sentido de un enunciado es el método de su ve- riticaci6n»* ‘Ahora bien; en mi opiniém, no existe nada que pueda Hamarse induecidn *. Por tanto, seri logicamente inadmisible la inferencia de tcorias a partir de entinciados singulares que estén «verificados por la experiencia» (cualquiera que sea lo que esto quiera decir). Axi pues, las teorias no son nunca verificables empiricamente. Ios évitar el error positivista de que nuestro criterio de demarcacién climine los sistemas tedricos de 1a ciencia natural *, debemos elegir Seu, Neurwerachnion 19. 1981, pi. 160. » Watswann, Erhenntnds Ty 20. ‘ctivary Ea wa Logical Syntax (193% de un error (5 mencionaba mis 321 y sig.) Carmap sdmitin que se tratabe cas); y todavia avaned ids en ete sentido en a AL 40. La légica de la investigaciin cientifica tun criterio que nos permita admitir en el dominio dle la ciencia epi rica incluso enunciados que no puedan verificarse. Pero, cicrtamente, silo admitiré un sistema entre los cientificos fo empiricos si es susceptible de ser confrastado por la experiencia. Estas consideraciones nos sugieren cue el eriterio de demarcacion que hemos de adoptar no es el dle la revifieabilidad, sino el de la fulsal lidad dle los sistemas *, Dicho de ot19 modo: no exigiré que un siste ma cientifieo pueda ser seleccionado, dle ana vez para siemprt tentido positive; pero si que sca suseptible de seleceisin en un sen- tido negativo por medio de contrastes » pruebas empirieas: ha de ser posible refutar por la experiencia un s'stema cientifico empirico*. (Asi, sidlerard empirico, mientras que a es rico.) Pueden hacerse varias objeciones al criterio de demarcacién que acabamos de proponer. En primer Iugar, puede muy bien parecer que toda sugerencia de que la ciencia —que, segiin se admite, nos proporciona informaciones positivas— haya de earacterizarse por sa- nneia negativa, coma es la de refutabilidad, se enca- in falsa, Sin embargo, haré ver (en los apar- ‘ono Movera aqui maiiana» no se con we no puede ser refutado rsele neiado ullos ‘or el simple heeho de otro, allover aqui maiianan, debe conside tados 31 4 46) sue eta objecidn earece de peso, pues el volumen de informacion pesiliva que sim enunciado ciemtifies comporta es tanto mayor cuanto mas fieil es que choque —«lchido a su caricter logico— con enunciados singularrs posibles, (No en vano Iamamos «leyes» a las leyes de la Naturalera: cuanto mas prohiben mis licen.) Puede también hacerse de nuevo un intenta de volver contra mi mi propia critica del eriterie inductivista de demarcaciin: pues po- dria parecer que cabe suscitnr objeciones contra La falvabitidad como triterio de demarcacidn analugas. a las que yo he suscitado contra Ia serifieabilidad. Tenabilty ond Meaning, onde reennocis el hecho de que las eyes universiles no Foacalamome seonvenieness, para ta eleneia, sina incluso eesencitesy (Philosophy Gf" Setence 4. 19%. pugs 22). Peto en si obra induetivista Logie Feundations. of Drobabty (i940) eles x win pricion muy semejnte a Ta que aqul eticomer: al erty (tine Kaye universve benen probbiad sero (jag. 3:1) so 4 align See sta) fue aunque no es eotsnheapubsrlos Je Ta cena, ta puede fname) penfetmente sn els Titeten que propones a alae como criterio de demarcscin, pero no de somite Aisierte, admis, ue antrirmeate (cu cl paralo 4) he erteglo creat al cmpte de Ta ies de tntda como erterin le demartacin, ye Creer ion elenntidn, aun mas entgiecmente. th apart 9. Por “shto LOE Suse feunque ram numero te reutione dem teria, estin "asad 3) Hace gue hays" popes jamie Is Glailded coo evitee de sentido. fMitted sara des per de enoncidoe perfectamente talon de sentido, ts sa ae nd tababls: rez una oen denvo del fenzwaje eon sete. no alededor Ge a Vane taticn open Geto do ak Peateripserpclstnente {os spiradoe on eto ngas: por ejemplo, en FRank. Die Kewalitat und ihre Grensen (19M). espitale T £10 (Pigs 15 7 Si). ¥ em De Aen Die Definition (32 ely 1931), pars. 100 p sg, (Ch sims, mae arb, Te rata 1 del epartado 4.) {incluso admit o Panorama de algunce problemas fundamentales 41 Esto ataque no me alteraria, Mi propueste esti basada'en una asimetria entre 1a verificabilided y la falsabilidad: ssimetria que s© deriva de In forms légica de los enunciados universales *. Pues éstos no son jamés deductibles de enunciados singulares, pero si pueden estar en contradiceién con estos iiltimos. En consecuencia, por medio de inferencias puramente deductivas (valiéndose del modus tollens ‘lisica) es posible argiiir de In verdad de emunciados sin- i Una argumentacién de 8 universales, es el tinico tipo de inferenci si dijéramos, en cdireccién inductivay: esto es, de enunciados gulares a universales. Mis grave puede parecer una tercera objecién. Podria decirse que,” ndo la asimetria, sigue siendo imposible —por varias razones— falsar de un modo concluyente un sistema teérico: pues :mpre es posible encontrar una via de escape de la falsacién, por ejemplo, mediante la introduecién ad hoc de- una hipétesis auxiliar ‘© por cambio ad hoc de una definicién; se puede, incluso, sin exer in légiea, adoptar Ia posicidn de negarse « admitir cual quier experiencia falsadora, Se reconoce que los cientificos no suelen Proceder de este modo, pero el procedimiento aludido siempre es 1é gicamente posible; y puede pretenderse que este hecho convierte en Gudoso —por lo menos— el valor ldgico del eriterio de demarcacién_, ue he propuesto. a admitir que esta critica es juste; pero mo ne- por ello, retirar mi propuesta de adoptar le falsabilided como jo de demareacién. Pues voy a proponer (en los apartados 20 y siguientes) que se caracterice el método empirico de tal forma que exeluya precisamente aquellas vias de eludir 1a falsacién que mi ima- ginario critico sefiala insistentemente, con toda razén, como légica- Mente posibles. De acuerdo con mi propuesta, lo que caracteriza al'etello empince es su manere de exponer falcon el que ha de contrastarse: justamente de todos los modos imaginable: ‘Su meta no es salvarles la vide tenibles, si el contrario, elegir el que comparativamente sea més apto, sometiendo a todos a Ia més aspera lucha por la supervivenc El eriterio de demarcacién propuesto nos conduce @ una solucién ‘del problema de Hume de la induccién, o sea, el problema de la val dex de las leyes naturales, Su raiz se encuentra en In aparente contr diceién podria Iamarse «la tesis fundamental del empirismo» —Ia de que sélo la experiencia puede decidir acerca de Ia verdad o Ia falsedad de los enunciados cientificos— y In inadmie ibilidad de los razonamientos inductivos, de la que se dio cuenta Hume. Esta contradiecis inicamente si se supone que todos los enunciados cien jcos han de ser edecidibles de modo concluyentes, esto es, que, en principio, tanto su verificacién como Me ccupo ahora més a fondo de esta asimetsia en el spertedo 22 de mi Postscript. 42 La Logica de La investigacién cient sm falsacién han de ser posibles Iitimos como enuneiados empiricos también los que sean decidibles fen un solo sentido —decidibles unilateralmente, o, més en particul falsables— y puedan ser contrastados mediante ensayos sisteméticos de falsa arece Ia contradiceién el método de falsacién no presupone la inductiva, sino inicamente las transforma: tiones tautologicas de la ligiea deductiva, euya validez no se pone en tela de juicio 7. Eu PROBLEMA DE LA «MASE EMPiRICAy Para que la falsabilidad pueda aplicarse de algin modo como eri terio de demareacion deben fenerse # mano enunclados singulares que puedan servi como premisas en las inferencins falsadoras. Por tanto eee como algo que solamente. desplaza el. pro- otrae de la cuestion del earacter empirico de las Te'del cardcter empirice de los enunciados singulares Juso en este caso se ha conceguido algo. Pues en Ta pr tica de le investigaciOn entific Ia demarcacion presenta, a. veces, tins urgencia famettiata en lo. que. se refiere a los sistemas teéricos, mientras que rare ver se suscitan dudas acerea de la condicién empi lew de fos enoniados singles, fet ques ene crores de obs én, y que dan origen a emnciados singulares falaes, pero um Cfentifico cast munca se encuentra en el trance de describir un enun- edo singular como no empirico o metaisico. Por tanto, los problemas de ta base empirica —esto es, ls con cerniontes al caracler-empirico de emunciadon singulares y'& su con frastacion-—- desempesan un papel en la logics de la ciencia algo di- ferente del representad por Ia mayoria de los demas problemas de tue Habremos de, ocuparnos. Puce gran parte de éstos se encuentran Er elacion estrecha con ln prderica de Ia iaveatignciGny mientras que el problema de : ‘cxclusivamente a Ia feoria del conocimiento. Me ocuparé de ellos, sin embargoy ye que flan lugar a muchos puatos obscures: To cual ocurre, especialmente, con las rel tivas y enunciados basi- Son, (Llame cenunciado.basico» 0 «proposieién bisica» a un enun- ea que puede servir de premisa en una falsacién empirica: breve. sete ico, a la enoncacon d'un echo singular) . fn considerado con frecuencia que las experiencias perceptiva provecinsee nga ast como una jutifencon de los eaunciadoe bi cos: se ha mantenido que estos enunciados estin «basados sobre» tales Experlencias, que mediante setas se «maaifiesta por inspeccidn> la ered de aquellos, e que dicha verdad ae hace «patente> en las expe- Henelas mencionadas, ee, Todas estas expresiones muestran uns ten- + Aceree de esta cuestin, véate también mi trabajo mencionado en Ie nota Y del ‘apartedo 4, * que shore este incluido aqui en el apéndive "I, y, vimismo, mi Postscript, fapecialmente el epartado *2, Panorama de algunos problemas fundamentales 43 dencia perfectamente razonable a subrayar la estrecha conexién exis- tente entre los enunciados bisicos y nuestras experiencias perceptivas. Con todo, se tenia la impresién (exacta) de que Los enunciados sélo pueden justificarse légicamente mediante otros enunciados: por ello, In conexién entre las percepeiones y los enunciados perm: obs- cura, y era descrita por expresiones de andloga obseuridad que no aclaraban nada, sino que resbalaban sobre las difieultades 0, en el mejor de los casos, las seiialaban fantastaalmente con metafo ‘También en este caso puede encontrarse una solucién, segin creo, si separamos claramente los aspeetos psicoldgicos del problema de los légicos y metodolégicos. Hemos de distinguir, por una parte, nuestras experiencias subjetivas « auestros sentimientos de conviccién, que no pueden jamés justificar enunciado alguno (aun cuando pueden ser objeto de investigaciin psicoligica), ys las relaciones logicas objetivas existentes entre los diversos de enuneiados cienti- ficos y en el interior de cada uno de ellos. En los apartados 25 a 30 trataremos con algiin detalle los proble- mas referentes a la base empirica. Por el momento, he de volverme hacia el problema de la objetividad cientifiea, pues los términos cob- Jetivon y «subjetivon que acabo de ut 8. Ongetivian -crentirica ¥ CONVICCIGN SUBSETIVA s palabras objetivo» y «subjetivo» son términos filoséficos car gados de una pesada herencia de usos contradictorios y de discusio- nes interminables y nunca concluyentes. El empleo que hago de los términos cobjetivon y «subjetivor no -s muy distinto del kantiano. Kant utiliza Ia palabra cobjetivon para indicar que el conocimiento cientifico ha de ser justificable, indeps dientemente de los eaprichos de nadie: una justificacién ex cobjeti- vay si en principio puede ser contrastada y comprendida por cualquier persona. «Si algo es vilido —escribe— para quienquiera que esté en ‘uso de razén, entonces su fundamento es objetivo y suficiente» * Ahora bien; yo mantengo que las teorias cientificas no son nunca ficables 0 verificables, pero que son, no obstante, contrastables. Diré, por tanto, que In objetividad de los enunciados fentifieos descansa en el hecho de que pueden contrastarse intersub- mente *. ok, 3. Abachnite (22 ed, que’ of Pure Reason, The Trcendental Doctrine of Method, capitulo Ii, seocién 3% pan. 645) Tver, cat. de Koen Prnaso y F. L Atvanen, 1982 (4: ed): Cruze de le ron pure (Sopene s), Teoria trcondentl el secede, capitulo Hy soos 3, adel (T)}. Desde. que cleribi eas pslabras he generlinado ests formlacién: pues la contrastacian tntersubjetiva e merament us sapesto muy importante de la He mis {eneral de In critica interubjetiva, o, dicho de ttre modo, de a iden de la replace fhelonel muton or medio del debate rico. Eats Wen ts general que he tatede 44 La Logica de la investigacién cientifica Kant aplica In palabra esubjetivon a nuestros sentimientos de con- viceién (de mayor 0 menor grado)*, El examen de cémo aparecen Gatos es asunto de Ia psicologia: pueden surgir, por ejemplo, «segin eyes de Ia ssociacién»®; también pueden servir razones objetivas como «causas subjetivas del juzgar» ', desde el momento en que re- y nos convencemos de su congruenc Quizd fue Kent el primero en darse cuenta de que Ia objetividad de Ios enunciados se encuentra en estrecha conexién con In construc: cién de teorias —es decir, con el empleo de hipétesis y de enuncia- dos universales—. Sélo cuando se da la recurrencia de ciertos acon- tecimientos de acuerdo con reglas o regularidades —y asi sucede con los experimentos repetibles— pueden ser contrastadas nuestras ob- sorvaciones por cualquiera (en principio). Ni siquiera tomamos muy io nuéstras observaciones, ni las aceptamos como cien hhemos repetida y contrastado, Sélo merced a tales repe- ticiones podemos convencernos ‘de que no nos encontramos con una mera «coincident 0 con acontecimientos que, debido ‘dad y reproductibilidad, son, en prit contrastables jersub jetivamente *. Todo fisico experimental conoce esos sorpiendentes © inexplica- bles «efectos» aparentes, que tal ver pueden, inchiso, ser reproducidos en su laboratorio durante cierto tiempo, pero que finalmente desap: recen sin dejar rastro. Por supuesto, ningiin fisico diria en tales e 508 que habia hecho un descubrimiento cientifico (aun cuando puede intentar una nueva puesta a punto de sus experimentos con objeto de hacer reproducible el efecto). En realidad, puede definirse el efecto fisico cientificamente significative como aquél que cualquiera puede reproducir con regularidad sin mas que evar a cabo el experimiento apropiado del modo prescrito. Ningsin fisico serio osaria publicar, en concepto de deseubrimiento cientifico, ningin «efecto oculto» (como con ciertaextesiin en mi Open Sovety and its Enemies, capitals 23 Poverty of Hisoriciom (tradecekn estllana por P. Seluwane foricomoy Tascas, Mad toi Posseripe, en particu 2 a ® * Gf Kite der renen Vernunf, Trascendentsle Elementarohre, § 19 (2+ ody pecina 142: tuts hngl por N. Ken Swrit, 193, Critique of Pure Reason, Tras etdental Doctrine of Element, § 19, pig. 159). Ceers cop. ely pag. 196 del tT rp ‘Ct. Kritik der reinen Vernunft, Methodeslehee, 2, Haupstick, 3. Abschni ed, pig, #49: vers, ingly capitulo TT, tecelén 32, pég- 646\ [tad east, city pie ws 193 del t, IE (T.) [Kant ce dio eusnia de que de Ia objetivided que se ha requerido para los enut ciados iemificos te sigue que deben ser contrasteles inteesubjetivamente en cua Gquler snomente, y que han de tener, por tanto, Ia forma de leyes universes o teoriat. iXpret tal deveabrimiento, de modo poco claro, por medio de su principio de suc ign temporal de acuerdo con Ia ley’ de causuldady (principio que erey6 podia de- fmostir «prion por medio del razonamiento que hemos indicedo). Yo no_postulo femejante principio (ef. el spartado 12); pero estoy de acuerdo en que los enunciadon ‘Gcntficos, puesto que deben ser constrastables Intersubjetivamente, hag de tener sie pre el cerdeter de hipsters universles, * Véase tambien la nota *1 del apartada 12, Panorama de algunos problemas fundamentales 45 propongo Iamarlo) de esta indole, es decir, para cuya reproduccién Bo pudiese dar instrucciones. Semejante «descubrimiento» se rechaza- ia mas que de prise por quimérico, simplemente porque las tenta- 1s de contrastarlo Ilevarian a resultados negatives". (De ello se sigue que cualquier controversia sobre la cuestin de si ocurren en absoluto acontecimientos que en principio sean irrepetibles y inicos no puede decidirse por la ciencia: se trataria de una controversia metafi ‘Podemos volver ahora a un aserto planteado en el apartado ante- rior: # mi tesis de que una experiencia subjetiva, o un sentimiento de conviceién, nunca pueden justificar un enunciado cientifico; y de que semejantes experiencias y convieciones no pueden desempefiar en Te ciencia otro papel que el de objeto de una indagacién empirica Por intenso que sea un sentimiento de conviccidn nunca to, puedo estar absolutamen- jo, seguro de la evidencia de mis percepciones, abrumado por la intensidad de mi experiencia: puede parecerme absurda toda duda. Pero, zaporta, acato, todo ello Ta mis leve razon a la ciencia para aceptar mis enunciados? ;Puede justificarse ningin enunciado por el hecho de que K. R. P. esté abso- Tutamente convencido de su verdad? La tinica respuesta posible es que no, y cualquiera otra seria incompatible con la idea de la obje- tividad cientifiea, Incluso el hecho —para mi tan firmemente estable- cido—- de que estoy experimentando un sentimiento de conviceiin, no puede aparecer en el campo dela ciencia objetiva més que en forma Se hipétesis psicoldgica; 1a cual, naturalmente, pide un contraste 0 comprobacién intersubjetivo: a partir de la conjetura de que yo go este sentimiento de conviccién, el psicélogo puede deducir, valién- dose de teorias psicoldgieas y de otra indole, eiertas predicciones scer- ca de mi conducta —que pueden confirmarse 0 refutarse mediante contrastaciones experimentales—. Pero, desde el punto de vista epis- temologico, earcee enteramente de iimportancia que mi sentimiento de convieciin haya sido fuerte o débil, que haya procedido de una im- presidn poderosa 0 incluso irresistible de certeza indudable (0 «evi- specha: nada de todo esto in de cémo pueden justifiearse deneia»), 0 simplemente de una inscgura desempeiia el menor papel en Ia euest Jos emunciados cientificos. Las consideraciones del tipo que acabo de hacer no nos proporcio- entados. por investigadores serios sobre Tepredocidon a volunted, ya. que otras con fultador negatives: Un ejemplo may conocido, y reciente, so resultado post foo ha recihido explicaciin— del experimento, de, Michelson, resultado obse ler (1921-1926) en Mount Wilson, después de haber reproducido Alm wane Morley) el resltade. negative. de Michelson. Pero, puesto que otras contrast ‘ones postcrores volvieron a ar resultados rnegaiivos, cs costumbre considera que {ee deckvor som esto slimes, y explicar lat obrervaciones divergentes de Mille como ‘Qlebidas n enuras de error desconocsdass, ® Véase tambicn el apariado 22, en expecial ia ota “1 Tn 46 La Iégica de ta investigacién cienttfica Al exigir que haya objetividad, tanto en los enunciados bisicor como en cualesquiera otros enunciados cientificos, nos privamos de todos los medios légicos por cuyo medio pudiéramos haber esperado reducir Ia verdad de los enunciados cientificos a nuestras experien- as. Atin mas: nos vedamos todo conceder un rango privilegiado a los enunciados que formulan experiencias, como son los que describen ‘nuestras percepciones (y a los que, # veces, se llama «eliusulas pro- tocolarias»): pueden aparecer en la ciencia tinicamente como enun- eiados pricolégicos, Io cual quiere decir como hipétesis de un tipo cuyo nivel de contrastacién intersubjetiva no es, ciertamente, muy ele- vado (teniendo en cuenta el estado actual de la pricologia). Cualquiera que sea'la respuesta que demos finalmente @ la cues tién de la base empirica, 1 c si persis: timos en pedir que los enunciados cient centonces aquéllos que pertenecen a In base empirica de Ia ciencia tienen que ser también objetivos, es decir, contrastables intersubjetivamente. Pero Ia contrastabilided intersubjetiva implica siempre que, a partir de los enunciados que se han de someter a contraste, puedan deducirse otros también contrastables. Por tanto, si los enunciados bisicos han de. ser contrastables intersubjetivamente # su ver, no puede haber enun- ciados iiltimos en la ciencia: no pueden existir en Ia ciencis enun dos altimos que no puedan ser contrastados, y, en consecuencia, nin- guno que no pueda —en principio— ser refutado al falsar algunas de las conclusiones que sea posible deducir de De este modo Hegamos a la siguiente tesis. Los sistemas teéricos se contrastan deduciendo de ellos enunciados de un nivel de univer- salidad més bajo; éstos, puesto que han de ser contrastables inter- subjetivamente, tienen que poderse contrastar de manera aniloga —y asi ad infinitum Podria pensarce que esta tesis lleva a una regresién infinita, y que, por tanto, es insostenible. En el apartado 1, al eriticar Ia induccién, opuse la objecién de que I infinito; y puede muy bien parecerle ahora al lector que Ia misma objecién exactamente puede invocarse contra el procedimiento de contrastacién deductiva que defiendo a mi vez. Sin embargo, no ocurre asi. El método dedue- tivo de contrastar no puede estatuir ni justificar los enunciados que se contrastan, ni se pretende que lo haga; de modo que no hay peli- gro de una regresién infinite. Pero ha de admitirse que la jobre Ia que acabo de llamar la finitum y la ausencia de enunciados iltimos que no necesitasen ser contrastados— crea, ciertamente, un problema. Pues es evidente que, de hecho, las contrastaciones no pueden prolongarse ad infinitum: mis tarde o mis temprano hemos de detencrnos, Sin discutir ahora el problema en detalle, quiero inicamente sefialar que la circunstan- cia de que las contrastaciones no puedan continuar indefinidamente no choca con mi peticién de que todo enunciado cientifico sea con- Panorama de algunos problemas fundamentales 47 trastable, Pues no pido que sea preciso haber contrastado realmente todo enunciado cientifico antes de aceptarlo: sdlo requiero que cada uuno de estos enunciados tea susceptible de contrastacién; dicho de otro modo: me niego « admitir la tesis de que en la ciencia existan enunciados cuya verdad hayamos de aceptar resignadamente, por la imple razén de no parecer posible —por razones logicas— someter- Jos a contraste. ERT

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