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13 20) SOBRE LA DIALECTICA INTRODUCCION Este tratado fue compuesto a continuacién de 1 2 (Sobre las virtudes) como complemento del mismo, y asi debié de enten- derlo Porfirio, que en este caso hizo coincidir el orden siste- mitico con et cronol6gico, Si las virtudes superiores del tratado anterior nos dejaban a las puertas de la Inteligencia, ahora es preciso dar el salto de las virtudes superiores al Ser y del Ser al Bien. Pero no se trata todavia del acceso al Bien por la via de la unién mistica, sino por la previa del discurso racio- nal, Tal es la misin de la dialéctica, considerada aqut como disciplina y como virtud, Plotino sigue de cerca a Platén en su concepcién del Bien como meta, en la eleccién de los can- didatos a la subida, en la distincién de las dos etapas del iti nerario y en su descripcién del objeto y del método propios de la dialéctica (caps. 1-5). Pero en su valoracién de ésta como disciplina fundamental de un lado y como virtud suprema de otro en su relacién, respectivamente, con las otras ramas de Ia filosofia y con las otras virtudes, parece inspirarse en Aris t6teles (cap. 6). Desde este punto de vista, la dialéctica ocupa tuna posicién andloga a la filosoffa primera y a Ia sabiduria teorética 0 sophia del Estagirita 1 Hay versién espafiola de I. Qurtzs, El alma, ta belleza y ta contemplacién (col. Austral), pags. 39-45, y de M* pet C. Fan. Niwoez Lionéns (con introd, y notas), en Perficit, 2* serie, 9 (1978), 21-31, mL. um. ENEADAS SINOPSIS Tama ¥ pResurvestos (1, 1419). 1, Tema: gcual es el medio para legar a la meta? (1, 12). ry la meta del hombre es el Bien (1, 26), 3. Candidatos a la subida: el filésofo, el miisico y el moradizo (1, 610). 4. Itinerario: consta de dos etapas, la primera de lo sen- sible a lo inteligible, y Ia segunda de ahi a la cima de lo inteligible (1, 10:19), mapa PRIMERA (1, 193, 10). 1. Al musico, hipersensible a Ia belleza sonora, hay que ensefiarle a captar la Armonia inteligible (1, 19-35) 2. Al enamoradizo, hipersensible a la belleza corporal, hay que conducirlo escalonadamente de la belleza de ccuerpos particulares a Ja belleza corporal en general, de ésta a la moral y de ésta a Ia Belleza absoluta (cap. 2). 3. Al filésofo nato basta con guiarlo: enseflarle las mate- maticas y promoverlo a la virtud perfecta (cap. 3). [ETAPA SEGUNDA: DIALECTICA (caps. 44). 1, Objeto: el estudio cientifico de la realidad, definién- dola, clasificindola y estructurandola (4, 1-9). 2, Método: el platénico de la «sintesis» y «divisiéns, que culmina en la contemplacién y desdefia Ia légica (4, 9.23). 3, Naturaleza: combina la inteligencia, que tiene por ob- jeto el Bien, con la sabiduria, que tiene por objeto el Ser (5, 1-8). 4. Supremacia: (a) es Ja parte més valiosa de Ia filosofia y no debe ser confundida con la légica (5, 823); (b) auxiliar de la fisica y de Ia ética (6, 1-7), (e) y funda mento de las otras virtudes: prudencia y virtudes mo- rales perfectas (6, 7-24). Qué arte, qué método, qué practica nos sube at donde debemos encaminarnos? Que Ia meta adonde debemos dirigirnos es el Bien y el Principio supremo, quede bien asentado como cosa convenida y con mil- tiples argumentos demostrada!. Es mas, los mismos argumentos con que demostrabamos esto, eran una forma de subida*. Ahora bien, ¢quién debe ser el des- tinado a la subida? ¢Acaso el que haya visto todo o el que —como dice (Platén)— «haya visto mass, aquél que «en la primera encarnacién se encarna en el germen de un varén destinado a ser filésofo, 0 un musico 0 ena- moradizo»??. He aqui, pues, los destinados a la subida: el filésofo nato, el musico y el enamoradizo. Y cual es el modo? ¢Uno solo y el mismo para todos éstos o uno para cada uno? Pues bien, las etapas del viaje son dos para todos, sea que estén subiendo, 10 1 Que el Bien es la meta de toda alma, es «cosa conve- rida» entre los seguidores de Puatx (Reptiblica VI-VII) y «de- mostrada» por Plotino en VI 9 (cronolégicamente 9), enteramente Aedicado al tema. 2 Bran auna forma de subida», por la via racional (Introd. fen, sece. 25), porque el razonamiento nos iba elevando del alma a la Inteligencia y de ésta al Bien (VI9, 12 y 56) » 3 Citas del Fedro (248 d), s6lo que, en Platén, el fildsofo, et miisico y el enamoradizo son la misma persona; ademés, en Platén, el mtisico es el cultivador de las Musas, mientras que, fen Plotino, «misico» es el amante de la miisica, el melémano (cf. Anstrows, introd. a I 3). 4 Estas dos etapas corresponden a las dos de ta alegoria de la cueva de la Repiiblica de PLATON (314 2-521 b). De esta alegoria toma Plotino no sélo el tema de la «subida» v la idea as 20 25 30 46 ENEADAS sea que hayan Megado arriba: la primera arranca de las cosas de aca abajo; la segunda es para aquellos a los que, habiendo arribado ya a la regién inteligible y como posado su planta en ella, les es preciso seguir caminando hasta que leguen a lo ultimo de esa regién, que coincide precisamente con cel final del viaje», cuando se esté en la cima de la regién inteligible. Mas esta segunda etapa quédese para mds adelante‘; pri- mero hay que intentar hablar de la subida, Lo primero de todo, debemos diferenciar a los tres candidatos comenzando por el miisico. Expliquemos cémo es por naturaleza. Pues bien, a éste hay que ca- racterizarlo como muy impresionable y embelesado ante la belleza, mas no tan capaz de conmoverse por sf solo; presto, en cambio, a impresionarse por cuales- quiera «improntas», por asi decirlo?: como los medro- sos ante los ruidos, asi es éste de pronto en reaccionar ante los sonidos y la belleza presente en ellos; y mien- tras rehuye siempre lo discordante y lo falto de unidad en los cantos y en los ritmos, corre en pos de Io bien acompasado y de lo bien configurado. Hay que conducirlo, por tanto, mas alld de estos sonidos, ritmos y figuras sensibles del siguiente modo: prescindiendo de la materia de las cosas en que se realizan las «proporciones» y las erazones», hay que de las dos etapas, sino también el verbo clave andgein, «ele var» (S17 a 5; 521 c 2; $33 d 2). 3 Repiiblica 532 ¢ 3. & Caps. 46, 7 Los sonidos son «improntas» grabadas en el aire (IV 6 2, 1116; VIL, 5, 68), En este caso son” kmprontassonorat ellas, imagenes de Ia Belleza, © Las «figuras», las «razones» y las «proporciones» son tér- minos musicales: ‘«figuras» = estructuras resultantes de la di versa colocacién de los sonidos dentro de un sistema; «razo- nes» = razones numéricas denotativas de los intervalos musico- Tes, 0 sea, 2/1 (octava), 3/2 (quinta) y 4/3 (cuarta); «propor- ENEADA 1 (RAT. 1 3) 47 conducirlo a la belleza venida sobre ellas, ¢ instruirle de que el objeto de su embeleso era aquella Armonia inteligible y aquella Belleza presente en ella. En suma, 1a Belleza, no tal belleza particular a solas. ¥ hay que infundirle los razonamientos propios de la filosofia, desde los cuales hay que conducirlo a la fe en las reali- dades que posee sin saberlo’, Cudles sean estos razona- 35 mientos, lo declarararemos més tarde ™. El enamoradizo —y bien puede ser que también el 2 miisico se vuelva enamoradizo y que, una vez vuelto tal, se quede ahi o pase adelante —es de algin modo un buen rememorador de la Belleza'"; pero como ésta es transcendente, no es capaz de aprehenderla, sino que, impactado por las bellezas visibles, se queda embelesa- do ante ellas. Hay que ensefiarle, pues, a no quedarse 5 embelesado ante un solo cuerpo dando de bruces en 4, sino que hay que conducirle con el razonamiento a la universalidad de los cuerpos, mostrandole esa be- Meza que es la misma en todos, y que ésta debe ser tenida por distinta de los cuerpos y de origen distinto, y que hay otras cosas en las que se da en mayor grado, mostrandole, por ejemplo, (2, 3155). PosICION De LA PROPIA TESIS (caps. 34).—La felicidad con siste en Ia vida de Ia inteligencia, es decir: 1. No en la «vida» en general, entendida en sentido uni- voco, ni en la avida racional» entendida como suma de género y diferencia especifica (3, 1-16), 2. sino en la vida de primer grado y perfecta, que es la propia de la inteligencia y consustancial con ella (3, 1640), 3. yes también Ia propia del hombre, sea que Ia posea en potencia, sea que la posea en acto (4, 1-20), 4. como Io prueba el Hecho de que quien posee esta vida no necesita de ningiin otro bien y es impasible a todo mal (4, 20:36). OnrectoNes Y RESPUESTAS (caps. 5.16) 1. La vida feliz no se ve afectada por calamidades, desas- tres o dolores (caps. 58), ni por la pérdida o falta de consciencia (caps. 9.10) ni por ninguna cosa externa (cap. 11). 2. Es independiente de los placeres del cuerpo, de los vaivenes de la fortuna, de las afecciones del compuesto y de los dones externos (caps. 12:15). 3. Bs la vida del yo superior, que vive cara al Bien sin dejar por eso de ser amable con el yo inferior (cap. 16) | | | | | Si identificamos el ser feliz con el buen vivir! gha- 1 remos con ello participes de ambas cosas aun a los demas animales? Porque si les es posible pasar la vida desembarazadamente segiin su naturaleza, qué impide afirmar que aun ellos vivan una buena vida? Pues tanto si pone uno la buena vida en sentirse a gusto como si 5 Ja pone en el cumplimiento de la funcién propia?, en ambas hipétesis la buena vida competeré aun a los demds animales. Les ser posible, en efecto, sentirse a gusto a la vez que ocupados en la funcién conforme con su naturaleza, por ejemplo a todas las aves ca- noras, que se sienten a gusto en lo demas y, en par- ticular, cantando segin su naturaleza, y de ese modo Mevan la vida que para elas es ideal. Pues asi también, 10 si suponemos que la felicidad se identifica con algin fin que constituya la meta del deseo insito en la natu- raleza3, también en esa hipétesis hariamos a los demas T La identificacién de Ia felicidad con la cbuena vida» Ia presenta ARISIOTELES (Et. Nic. 1095 a 1620) como opinién co- Triente no sélo entre el vulgo, sino también entre personas cultivadas. Es una férmula que, despojada de su ambigiiedad y entendida como evida perfecta>, la de la inteligencia perfecta, también Plotino la acepta (3, 2440; 14, 48). 2 Se trata, de nuevo, de identificaciones corrientes. Cf. ARIS- ‘wrazs, Et, Nic, 109 a 1-21, y para el transfondo socritico, cf. Pumtox, Repuiblica 352 4-354 a. De hecho, éstas y las demés iden- tificaciones a que pasa revista en los dos primeros capitulos, Plotino no las rechaza tanto por falsas cuanto por ambiguas. Debidamente transpuestas a la vida perfecta de Ja inteligen- cia perfecta, son aceptables. 3° CE, de nuevo, ARISTOTaLES, Ht. Nic. 1097 a 16b 21; Stoic. Vet. Fragm. 11, nim. 17.

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