You are on page 1of 37
Iesho ale No escrib Ag f Restaba: ey Rorostope cel did En aduntos He are if co ole: las palebras (sera Toe. Malta 9) Chela mucho (NO) nd plida Sustre: he Sobre su actirit (En este volumen Reta BOS textos y piesetitanios Une Gopleicacias, job mus seeks Erusticon ue eas tag de ven su obra, poc7An al i a traves de estos: Gales que iuminaron, re bs, sino Is de mucins generaciol Spe munds enter ay Alvar alte: storia. clas, wie y, ee ae nies genias de la apquitectira mundial. SQUITECTE Alvar Balt SID aa erengo Gardity, 1 ediciGn: febrero, 1978 2° edicién: febrero, 1982 © Birkhiiuser Verlag, Basel, 1970 Diaetio de la cubierta: Clotet-Tusquets Revervacion todos los derechos de esta edicién pera Tuvees Haotes, A, Barcelona, 1977 usquets Editores, 8. A\, Tradier, 24, bajos, Barcelona: ISBN 84-7223.581:5 eae Depdalto Legal: B, 5903-1982 Giflens Diamante, Zamora, 83, Barcelona-18 Indice PB, 7 La influencia de la construccién y los mate~ tiales en la arquitectura moderna 19 La reconstruccién en la post-guerra 25 La humanizacién de Ja arquitectura 37 Arquitectura y arte conereto 47 Entre el humanismo y el maierialismo 61 Conferencia anual en el R.I.B.A., 1957 La influencia de la construccién y los materiales en la arquitectura moderna Los materiales y métodos de construccién como tales no ejercen una influencia unila- teral y directa sobre la arquitectura. En la antigiiedad —Mykonos— o incluso en épocas més recientes, cuando no existia Ta posibilidad del tratamiento de materiales, o s6lo en muy escasa medida, Ja naturaleza mis- ma, tinico proveedor de materiales, determi- naba las diversas posibilidades de construc cién, La arquitectura primitiva bien podria ser denominada la «genialidad del descubri- mientoy, Pues en aquella época, cuando no existian todavia procesos de acabado, la natu- raleza proporcionaba directamente todos los materiales de construccién. La eleccién debia hacerse, principalmente, entre bloques de pic- dra, troncos de arboles, picles de animales, et- eétera, La arquitectura consistia en la combi- nacién correcta de esos materiales. Este arte primitivo nos produce una espe- cial admiracién, pues ah{ pueden reconocerse, eon evidencia, las primeras victorias modestas de Ja inteligencia humana sobre la naturaleza. 7 En este caso se debe hablar, sin duda, de una jnfluencia unilateral y directa de materiales y métodos en la arquitectura, se trataba verda- deramente de una correlacién inexorable. : A medida que el desarrollo se hace mas yeloz, no nos es posible seguir diferenciando ton tanta claridad entre las causas y los efec tos, En lugar de los «materiales extraidos di rectamente de la naturalezay, hallamos ma- teriales de construccién que ya No son tan Tu dimentarios ni naturales, sino que han sido sometidos a diferentes métodos de tratamien- to que se crearon en los procesos arquitecto- nicos y que se rec rearan una y otra Vez. En cierto sentido, puede afirmarse que la arquitectura ha creado sus propios materiales y métodos 4 eT Bésicamente, la arquitectura no es solo una determinada cantidad de resultados aca bados y construidos, sino un proceso estratifi cado de desarrollo a un nivel superior, en él que, junto con la accién reciproca interna, crean continuamente nuevas soluciones, nue vas formas, nuevos materiales de construccion ¥ constantes cambios en las ideas constnctk vas. "gn lugar de considerar la influencia de los materiales y Ja construccién en Ja arguitec: fora, gno seria mis razonable examina’: mo- estamente este proceso intemo, v trarar de determinar la trayectoria de su curva de de- sarrollo? Su configuracién en el pasado, en el presente, y también en el futuro, permite la extraccién de importantes conclusiones préc- ficas para la construccién en nuestros dfas. En esta investigacién, podemos hacer diferencia- ciones de acuerdo con los materiales y tipos de construccién, En la antigiiedad, la estructura de soporte constitufa, casi exclusivamente, el tinico pro- blema y era as{ mismo el elemento bisico de Jy arquitectura Las paredes, los huecos y los sistemas de soporte y dinteles, constitufan. mds 0 menos la totalidad de Ja arquitectura. Incluso relativa- mente mas tarde —en el periodo helénico— Ii mayorfa de detalles y el conjunto de por- Wenores constituian Wnicamente, y a'su m: feta, ligeras protuberancias del mismo esque- let y evan a menudo practicamente insepara- tiles de éste. Desde Mykonos al Partenén, he- tos podiclo observar cémo el dintel de piedra Hatural se twataba de modo parecido a las pie- drs usadas en tos muros de carga; y la mayor pinte de los problemas especilicos eran. re- Mieltos como acabados de Ja estructura pro- piamente dicha. Actualmente, por otra parte, el elemento bisico de kt arquitectura de aquella época Ha estructura— se ha reducido a una reticu- I ligera de metal, y In construccién de esta feticula constituye sélo una parte del proceso 9 total de la construccién. Bien puede ser que una construccién metalica de ese estilo se ase- meje, en su cardcter, a la construccién de la época primitiva; aunque difiera de ella en un sentido esencial. La estructura de los edificios modernos ha pasado a scr con frecuencia, en cuanto a volumen y, sobre todo, en cuanto a importan- cia, un elemento a tener mucho menos en cuenta que en épocas anteriores. Sin embar- go, a medida que la importancia de la estruc- tura ha ido disminuyendo, otros problemas y nuevos clementos basicos han ido ocupando su lugar en el proceso arquitecténico. En la lucha humana contra Ja naturale- za, somos siempre conscientes del esfuerzo que se realiza para tratar el problema con el que nos enfrentamos, de forma que su impor- tancia y su efecto perjudicial sobre la vida se vera reducido tan pronto como se haya halla- do la solucin correcta. Si observamos la at- quitectura desde este prisma, 0 sea como un apartado de la lucha entre el hombre y la na- turaleza, descubriremos su caracter esencial: una variabilidad sistemdtica y constante. Los problemas de su proceso interno, y por lo tanto también el niimero de elementos arqui- tecténicos basicos, aumentan ininterrumpida- mente, y al mismo tiempo los planteamientos que con anterioridad predominaban van per- diendo su importancia. De ahi que las «va 10 Mationes naturales sobre el temay constitu- yan una de las caracteristicas bésicas de la ar- Wiitectura, y este aspecto resulta eminente- Mente importante para nuestro trabajo dé hoy. En Ja arquitectura existe un enfoque con- setvador de Jas formas —ciertamente no me- fos comim en la mayorfa de casos actuales— ie apunta a la creacién de una homogenei @ formal de los muchos y variados proble- MAS arquitecténicos. La errénea interpreta- On de Ja expresién «disefio uniforme», como aqui se manifiesta, esté muy extendida y es tho de los mayores obstdculos que impiden la tlida a la luz de las cualidades bésicas de la Wquitectura. Deberia potenciarse la mayor flexibilidad posible en Ia arquitectura, tanto @A su interior como en sus aspectos formales, nt afrontar su responsabilidad de ayudar a iallar soluciones a los dilatados problemas hu- Manisticos, sociolégicos y psicoldgicos, Cual- Alier presién formal externa —ya se trate de Wma tradicién de estilo arraigada o de una Homogeneidad: superficial surgida de una fomprension errdnea de la arquitectura mo- Merna— impide la participacién real y activa de Ja arquitectura en el desarrollo humano y Feduce de ese modo su importancia y su in- tensidad. Las formas esquemiticas se han converti- Ho, por muchas razones, en verdaderos obs- i téculos para una arquitectura més: realista. Una de ellas debe mencionarse especialmen- te: la planificacién de Ia ciudad y su regla- mentacién. Existen demasiadas reglas en la moderna planificacién de la ciudad que, in: cluso antes del levantamiento del edificio, de- terminan y limitan la naturaleza de la futura construccién. En este caso, la técnica de la pla nificacién de las ciudades ha promovido el cardcter de una oficina para el control de Ja construccién que ha conseguido penetrar en el campo de la arquitectura hasta un grado tal que se ha convertido en un obstéculo para el despliegue libre de la naturaleza de la ar- quitectura. Como resultado se ha coartado Ja oportunidad de desarrollar su labor. El hecho de que el primer elemento ba- sico de la arquitectura —la estructura de so- porte— haya cambiado tanto en su cardcter, significa que hoy, al solucionar un problema de construccién, tengamos que escoger entre mumerosas soluciones posibles. No obstante, ello significa también que la determinacion por adelantado dé las caracteristicas de un edi- ficio, se ha hecho proporcionalmente mas di- fieil. Las reglamentaciones de la planificacién, asi como la legislacién en general, se dirigen ambas contra una explotacién asocial del suelo y, a este fin, regulan la altura, el volu- men, la situacién, y a menudo incluso la for- 12 ma del edificio proyectado. No obstante, su funcién se ha valorado incorrectamente, de forma que. en lugar de estimular el desarro- lo, se ha convertido en un obstaculo para el mismo. He mencionado anteriormente un elemen- to arquitecténico cuyas fases de desarrollo pueden remontarse a los comienzos primiti- vos. Veremos que existen otros elementos de arquitectura que aparecen més tarde en la misma curva de desarrollo. Los problemas de aislamiento constituyen el segundo factor en importancia de la arquitectura, Debemos ob- servar este factor de tal modo que nos permita comprender cl aislamiento en todos sus sig- nificados: desde el aislamiento contra las fuerzas de la naturaleza hasta el aislamiento entre la gente y los grupos de gente. _EL tema del aislamiento constituyé, al principio, un problema en Ia planificacién de las ciudades (debido a Ia carencia de medios, las cuestiones relativas al aislamiento se re- solyian casi exclusivamente por la eleccién del emplazamiento del edificio), pero el desa- trollo nos ha proporcionado innumerables materiales y métodos para resolver estos pro- blemas técnicamente. Las multiples posibili- dades de combinacién de materiales aislan- tes han cambiado, en el curso del tiempo, la construccién de la cubierta con el resultado de que la cubierta plana, por ejemplo, se ha 13 conyertido en algo independiente de la lati- tud. Se ha librado a la planta baja de las exi- gencias que partian del planteamiento de la cubierta. El tema de la cubierta se ha visto reducido de un problema capital a un factor eldstico y secundario, que permite inconta- bles posibilidades para plantas anteriormente desconocidas. La variedad de materiales, que aumenta la eficacia del aislamiento del soni- do, ha permitido agrupar a la gente en espa: cios mas reducidos sin desventajas. Lo men- cionado anteriormente es una prueba mas de la versatilidad interna de la arquitectura, Si tuviéramos que examinar algunos ele- mentos mas, por ejemplo todas las partes mo- vibles de un edificio como son las ventanas y puertas, u observdsemos el tratamiento de su- perficies que se extienden desde las sujetas a gran desgaste hasta las de materiales que pue- den conseguir una absorcién efectiva del soni- do, legarfamos a una conclusién que apunta en el mismo sentido. Al aumentar el numero de materiales pre- fabricados industrialmente, de partes estan- darizadas y de métodos usados, también aumenta el mtimero de combinaciones, y con ello la flexibilidad de cualquier planificacién. Las instalaciones técnicas de los edificios modernos constituyen un grupo aparte. Los problemas que pretenden resolver son anti- guos, pero se puede afirmar que, en la forma 14 que’ ahora se presentan, estan desligados de sus condiciones anteriores y ha aumentado de este modo la libertad de la planificacién ar- quitectonica, Pondré solamente un ejemplo: la calefaccién. Hoy nos hemos acostumbrado, sin excepciones, a la calefaccién central. El calculo de la economia que resulta de tal ins- talacién técnica no es solamente provechosa para un edificio de mediana dimensién. En este, y en otros casos puramente técnicos, exis- te una clara tendencia hacia Ja concentracion. Yo mismo acabo de concluir una instalacién en la que se han unido varios edificios indivi- duales a una planta de calefaccién central por medio de canales subterraneos, Este es un méiodo usado ya cn diversas partes del mun- do. Lo que esto pueda significar de cara a la planificacién de una ciudad, por ejemplo, es bastante evidente: los limites de una situa- cién o de un barrio no pueden determinarse arbitrariamente con anterioridad; deberdn depender del sistema de calefaccién escogido pata los diferentes grupos de edificios ¢ inclu- so de las respectivas posiciones de los edifi- Gios. Si al mismo tiempo, junto con este siste- ma, existe la posibilidad de la calefaccién eléc- trica, la cual, a su vez, exime de la dependen- cia del sistema de calefaccién con respecto al mutuo emplazamiento de los edificios, tene- mos entonces una prueba mds del continuo 15 cambio interno del mundo de la arquitectu- ra que mencionamos con anterioridad. Debe recordarse, en este contexto, otro aspecto de la arquitectura: la técnica mis an- tigua y a la vez mas reciente, la estandariza- cién. Siempre existié la estandarizacion. Uno de sus resultados més importantes fue la in- troduccién de programas sistematicos en la arquitectura. Por estandarizacién se entiende, con frecuencia, el método que produce uni- formidad y formalismo. Esta definicién es ob- viamente falsa. La verdadera estandarizacién debe usarse y desarrollarse en el sentido en que las partes estandarizadas y materias primas tengan cuali- dades de las que resulte el mayor nitmero po- sible de combinaciones. En una ocasién afirmé que él mejor co- mité de estandarizacion del mundo era la na- turaleza misma; pero en la naturaleza la es- tandarizacién aparece, sobre todo y casi exclu- sivamente, en sus unidades més pequefias, las || células. Ello da como resultado millones de [}\ combinaciones eldsticas en las que no se halla \formalismo alguno. Ademds, ello da origen a una abundancia enorme de formas organi- cas cn crecimiento y eternamente cambian- tes. La estandarizacién arquitecténica debe seguir el mismo camino. Para contrarrestar la idea de que el tinico método que permite lograr la armonia arqui- 16 fectonica y la planificacién efectiva en la in- Genicria estructural radica en las formas fijas y en la homogeneidad de las nuevas formas, intenté, por todo lo mencionado anteriormen. te, resaltar la variacién y el crecimiento —con similitud a lo que ocurte en la vida organi: a—, como las caracteristicas mas profundas de la arquitectura. Me gustaria afirmar que, en tiltimo término, ése es el tmico estilo ver- dadero de hacer arquitectura. Si se colocan obstaculos en este camino, la arquitectura se atwofiard y acabara por morir. Ya que hoy nos hemos reunido en esta Conferencia Nordica de la Construccién, en otras palabras, en una conferencia que se propone crear las. posibi- lidaces para unos resultados mejores en todos los aspectos de la edificacién, tenemos todas las razones para intentar eliminar las condi- Giones que acttian contra la arquitectura co- recta y creativa, Esto nos leva de nuevo a la planificacién de las cindades. Los repre- sentantes de los diferentes paises que partici- pan en las conferencias sobre la edificacin podrian colaborar en el sentido de sustituis los conceptos de planificacién, que limitan a Ta arquitectura porque parten de la base de que la arquitectura no tiene crecimiento ni Vatiabilidad inherente, por sistemas ane per- mitan su desarrollo. Los proyectos de planificacién de ciuda es debieran dirigirse de tal modo que, por 7 ejemplo, al planificar una vivienda, un edifi- cio o un grupo de edificios, Ia solucién a Ja que se Hlegase fuera la natural para el afio en que se levante cl edificio. El agrupamiento de los edificios deberfa poder realizarse libre- mente al margen de los requisitos dados, y todas las reglamentaciones que apunten ha- cia un parecido superficial o formal, deberian marginarse. Nuestra sociedad tendria que de- sarrollar gradualmente grupos libres de edi- ficios que en su interrelacién se hayan dis- puesto para satisfacer tanto las consideracio- nes estéticas como las pricticas. En lugar de apoyar el formalismo, las planificaciones de ciudades debieran posibilitar la verdadera 1i- bertad de crecimiento. Deberfa consistir en un sistema eldstico que permitiera el crecimiento de la sociedad, cuya meta seria la resolucién de los problemas fisioldgicos, sociales y psico- Iégicos que dominan a la sociedad humana. (Conferencia leida en la Gonferencia Nérdi- ca de la Gonstruccién, en Oslo, 1938, publi- cada en «ARK», 1938, 9 pags. 129-131, en fin landés.) 18 La reconstruccién en la post-guerra Psicolégicamente, el espiritu de recons- truccién surge del profundo instinto del ser humano como una protesta realista y como simbolo de su voluntad de vivir. Las guerras, tanto si resultan afortunadas como si no lo son, dejan tras de si varias for- mas de depresién entre la poblacién. Tras la experiencia finlandesa, el valor humano del espiritu reconstructivo ha quedado patente como antitesis de la negacién de la guerra. Como resultado de esos dos principios —el practico y el psicolégico— la iniciativa de re- construccién ha hecho valer sus derechos en Finlandia. Al final de Ja dltima gran guerra pudo verse en embridn la necesidad de la recons- truccién. La lenta y dolorosa reconstruccién de Bélgica y de algunas zonas francesas fue parcialmente responsable de las epidemias y otros sufrimientos de la post-guerra. Ahora, en relacién con la guerra actual, el pais que primero ha sentido su peso y que ha logrado resurgir debe mostrar el camino. 19 Finlandia debe ser el primer lugar en que se experimente ¢ investigue la actividad hu- mana que hoy Hamamos reconstruccién. Este es el deber que este pais tiene con Ja huma- nidad, y el deber del resto de los paises es la ayuda que pueden prestar pata que esta experiencia resulte afortunada y de utilidad internacional. La reconstruccién en la post-guerra se di- ferencia de un desarrollo normal en un pais cualquiera en que viene acompaiiada del pro- blema de una necesidad humana despropor- cionada —necesidad apremiada por la emer- gencia, combinada con una cantidad anormal de trabajo por hacer. La reconstruccién de la post-guerra difiere también de los programas de ayuda y de, por ejemplo, la actividad de la Gruz, Roja, en que su labor no tiene abso- Iutamente nada de provisional. La reconstruc: cidn recuerda algunos aspectos de la activi- dad de la colonizacién en tiempos pusados, si exceptuamos que, en este caso, la civiliza- cién existe ya, aunque su parte material haya sido destruida v deba reconstruirse. Se dife- rencia asimismo de la colonizacién en los ele: mentos de tiempo y alcance, pues en esta re- construccién el tiempo es muy limitado y las necesidades cuantitativas son comparativa- mente enormes Existe una necesidad muy definida de in- vestigacién cuidadosa v de organizacién, si la 20 tarea pretende realizarse con éxito, y la trage- dia de la guerra se limita para que los ele- mentos importantes de la civilizacién no puc- dan ser destruidos. Un resumen escueto muestra la dificultad de los problemas y la dureza-de la tarea orga- nizativa de la reconstruccién. Todos los paf- ses beligerantes tendran necesidad de ella con la misma velocidad con que Ja guerra moder- na los destruye. Vamos a concentrarnos en esta parte insignificante del problema: la ve- locidad. Existe un factor que es la antitesis de la buena calidad y que consiste en la nece- sidad de construir apresuradamente. La ne- cesidad inmediata es la de tener listas las viviendas lo antes posible. Evidentemente nos hallamos ante los mismos problemas experi- mentados con anterioridad en los periodos de colonizacién. Sabemos que en estas circuns- ancias se construfan barracones, en primera instancia. Esos barracones no resultaban su- ficientemente prdcticos para una vida organi- zada y tuvieron que ser reemplazados por nue- vos edlificios. Incluso estas wegundas ciuda- des) xara vez reunieron las condiciones para una vida mas permanente; y por esto llega- ron las «terceras ciudades». ;Qué antiecond- mico resulta el sistema de las sustituciones! De otro lado, disponemos de ejemplos en Estados que intentaron construir ciudades completamente acabadas en un primer paso, 21 aunque no se dispusicra del tiempo necesa- rio para tal empresa. En el primer Plan Quin- quenal ruso podemos hallar casos de estos in- tentos, y sabemos que con resultados poco afortunados en lo que respecta al programa de construcciones Debe existir un tercer sistema, que en el periodo mds breve satisfaga todas las necesi- dades clementales de la poblacién. Pero ese sistema debe, al mismo tiempo y sin demoli- cién alguna, crecer hasta el punto de la com- pleta satisfaccién de las necesidades de una sociedad civilizada: 1. Debe planificarse la comunidad y de- ben construirse las viviendas de modo que el nivel de vida de la gente pueda alcanzarse paulatinamente. 2. Al existir tal necesidad de viviendas para Ja poblacién, debe procurarse, en pri- mer lugar, una vivienda primitiva que satis- faga las necesidades elementales, debe reali- zarse la construccién de cada vivienda indi- vidual de modo que pueda alcanzarse una ca- lidad mayor durante el proximo periodo de construccién sin necesidad de destruir nada de la anterior estructura. Resumiendo, se procura en primer Ingar las paredes y el techo; en segundo lugar, la calefaccién ¢ iluminacién; luego, se aumen- tan las instalaciones higiénicas. El préximo 22 paso incluye mejores materiales, y el paso fi- nal es una vivienda moderna semejante a cualquier unidad acabada de una ciudad ac- tual. 3. En la primera etapa, muchas comodi- dades como el suministro de agua, bafio, etc., tendran cardcter colectiyo, pero posteriormen- te se proveerd de este servicio a cada unidad de vivienda. 4. Casi todos los elementos de una vi- vienda unitaria pueden constrnirse en etapas sucesivas como en una ciudad, con Ia salvedad de que una casa proporciona la proteccién elemental para un individuo, mientras que una comunidad debe proveer a la totalidad de la poblacién. La financiacién de un progra- ma de este estilo deberia correr pareja a la reconstruccién. Al principio, los. habitantes pagarian una renta reducida, que aumenta- ria en cada etapa sucesiva. Este sistema estaria en Consonancia con el aumento del nivel de vida, reducido temporalmente por la guerra; y ese nivel aumentaria en proporcidn a la ta- pidez de la reconstruccién 5. Para llevar a Ja prdctica esta idea de- beriamos disponer de un sistema especial pa- ra Ja planificacién de ciudades y construccién de las viviendas. Este sistema debera ir sin- cronizado con las posibilidades de consecu- cién de materiales de construccién. De nuevo, la construccién por etapas es la vinica solu 23 cién desde el punto de vista de la obtencion de materiales. Finalmente, para evar a cabo un plan de ese estilo debemos disponer de un programa especial. América nunca tuvo escasez de ma- teriales. Pero Finlandia se enfrenta a una in- suficiencia debida a la falta de transportes y a dificultades Financieras que motivan este problema, Hoy debemos enfrentarnos a la ur- gencia en la busqueda de un sistema que ay dard al crecimiento de nuestras ciudades en consonancia con los suministios porenciales. Del mismo modo, cada detalle de la recons- truccién, tanto ideolégica como material, de- be desarrollarse orginicamente. Hemos de construir casas que han de erecer. La vivienda en crecimiento debe reempla- var ala «maquina de vivirn ~ Este es el enfoque humano para el cous: rmuctor de hoy (Publicado en «Magazine of Art, junio de 1940.) 24 La humanizacién de la arquitectura En contraste con aquella axquitectura, cu: ya principal preocupacion consiste en el es: tilo formalista que deben reflejar los ed cios, existe la arquitectura que conocemos por funcionalista. El desarrollo de Ja idea funcional y su ex- presin en las construcciones constituye pro bablemente el acontecimiento mas vigorizan- te de la actividad arquitecténica de nuestros dias y, sin embargo, la funcién en arquitectu- ta —y también el funcionalismo— no resulta algo precisamente facil de interpretar acerta- damente. «La funciény es el_uso caracterfsti- 69, tarea o accién de un objeto, «La funciény €s también una cosa que depende de otra y varia en funcién de ella. «El funcionalismoy —segiin la definicién atrevida de los diccio- narios— es «la adaptacién consciente de la forma al uso» —es a la vez mas y menos que ambas cosas, pues debe admitir y contar con ambos significados de la palabra «funcién». La arquitectura es un fendmeno sintético que abarca practicamente todos los campos de 25 Ja actividad humana. Un objeto en el campo arquitecténico puede ser funcional desde un punto de vista, y no serlo desde otro, Duran- te la ultima década, la arquitectura moderna era funcional desde el punto de vista técnico, principalmente, acentuando su énfasis en el aspecto econémico de la actividad constructi- va, Este énfasis es deseable, naturalmente, pues la produccién de, refugios apropiados para las personas ha constituide un proceso muy caro en comparacién con la satisfaccién de otras necesidades humanas. Ciertamente, sila arquitectura ha de tener un valor huma- no mds amplio, el primer paso debe consistir en la organizacién correcta de sus aspectos econédmicos. Pero si la arquitectura abarca todos los campos de la vida humana, el ver- dadero funcionalismo de la arquitectura debe reflejarse, principalmente, en su funcionali- dad bajo el punto de vista humano. Si anali- zamos més profmdamente los procesos de Ja vida humana, podemos constatar que la téc- nica es solamente una ayuda, y no un fenéme- no independiente y definitive. El funciona: lismo técnico no puede definir la arquitectu- ra. Si existiera un método para desarrollar 1a arquitectura paso a paso, empezando por los aspectos econémicos y técnicos para cubrir luego las otras funciones humanas de mayor complicacién, entonces el funcionalismo pu- 26 rimente técnico serfa aceptable; pero no exis- te tal posibilidad. La arquitectura no sélo eu- bre todos los campos de ia actividad humana, tiene incluso que desarrollarse en todos esos campos al mismo tiempo. Si no ocurre asi, ob- tenemos solamente resultados unilaterales y superficiales. El término wacionalismoy aparece tan a menudo en conexién con Ia Arquitectura Mo- derna como el término «uncionalismo», Se ha racionalizado la Arquitectura Moderna, principalmente desde el punto de vista téc- nico, del mismo modo como se han acentua- do las funciones técnicas. Si bien durante el periodo puramente racional de Ja Arquitec- iura Moderna se crearon construcciones en las que se exageré la técnica racional y no se recalcaron suficientemente las funciones hu- manas, ésa no es tazén suficiente para descar- tar el racionalismo de Ja arquitectura. No era la racionalizacién en si misma lo erténeo del primer perfodo, ahora condui- do, de la Arquitectura Moderna. La equivoca- cién consiste en la insuficiente profundizacién de dicha racionalizacién. En lugar de desechar la mentalidad racio- nal, la nueva fase de la Arquitectura Moder: na intenta proyectar los métodos racionales desde el ambito técnico al terreno psicoldgico y humano. Veamos un ejemplo: una de las activida- 27 des tipicas de la Arquitectura Moderna ha consistido en la construccién de sillas y en Ja adopcién de nuevos materiales y nuevos mé- todos para este fin. La silla tubular de acero es, con seguridad, racional desde el punto de vista técnico y constructive: es ligera, ade cuada para la produccién masiva, elc., pero las superficies de acero y cromo no son satis: factorias desde el punto de vista humano: el acero es demasiado buen conductor del calor. Las superficies cromadas reflejan exagerada- mente el brillo de la luz, e incluso acusti mente no resulian apropiadas para una habi- tacién. Los métodos racionales que llevaron a la creacién de estas sillas iban por buen ca- mino, pero s6lo se consiguen resultados co- rrectos si se extiende la racionalizacién a la eleccién de los materiales mas apropiados para el uso del hombre. La fase presente de la Arquitectura Mo- derna es, sin duda, una nueva fase movida por el interés especial de resolver los proble- mas en el campo psicolégico y humanitario. Este nuevo periodo no estd en contradic. cién con Ja primera etapa de racionalizacién {écnica, sino que debe entenderse, mas bien, ‘como una ampliatién de los métodos racio- males con el fin de abarcar los terrenos men- cionados. A lo largo de las décadas pasadas, se ha comparado a menudo !a arquitectura con la va, 28 ciencia y se han hecho esfuerzos para cienti- ficar sus métodos e incluso para convertirla en ciencia pura. Pero la arquitectura no es una ciencia. Sigue siendo el gran proceso si~ tético de combinacién de miles de funciones humanas definidas, y sigue siendo arquitec- tura. iit_propésito sigue consistiendo en _armo- ‘nizar él mundo material con Ja vida hum Hacer m4s humana la arquitectura signi fica hacer mejor arquitectura y conseguir un fancionalismo mucho més amplio que el pu- ramente técnico. Sdlo puede conseguirse esta meta por medio de métodos arquitecténicos —por medio de la creacién y combinacién de diferentes técnicas, de modo que proporcio- nen al ser humano una vida mas arménica. Los métodos arquitecténicos se asemejan, a los cientificos, en ocasiones; y en la arqui- tectura puede adoptarse un proceso de inves- tigacién como los que utiliza Ja ciencia. Lad investigacién en la arquitectura puede ser cada ver més metédica, pero su escncia nunca Negard a ser exclusivamente analitica. En la investigacién arquitecténica siempre se dard més el instinto y el arte, <~ Los cientificos utilizan con mucha fre cuencia exageradas formas de andlisis para ob- tener resultados mds claros y visibles —se ti fien bacterias, etc. También pueden adoptar- se en arquitectura métodos parecidos. He po- 29 dido experimentar personalmente en Ia cons- truccién de hospitales que las reacciones pst quicas y psicoldgicas de los pacientes propor cionaban indicaciones validas para la construc cién de viviendas ordinarias. Si llevamos ade- lante el funcionalismo técnico, descubriremos que gran cantidad de factores de nuestra ar quitectura actual no son funcionales desde el punto de vista psicoldgico o de la combina- cién fisiopsicolégica. Para analizar Jas reac ciones de las personas ante formas arquitects- nicas determinadas, resulta prdctica la utili- zacién de sexes especialmente sensibles para la experimentacién, como por ejemplo los pa- cientes de un sanatorio. ™ En el Paimio Tuberculosis Sanatorium, de Finlandia, se Hevaron a cabo varios expe rimentos de este estilo, primordialmente en dos campos especificos: 1) la relacién entre él individuo y su habitacién; 2) la protec. cién del individuo de grandes grupos de per- sonas, y de la presién de la colectividad. El estudio de Ja relacién entre Ja persona y su alojamiento, abarcaba la utilizacién de habi taciones especiales, y en él se analizaba la for ma de la habitacién, los colores, la luz natu- ral y artificial, sistemas de calefaccién, rui- dos, etc, Este primer experimento se realiz6 con una persona en la condicién mas débil posible, una paciente en cama. Uno de los resultados especiales descubiertos consistid 30 en la necesidad de cambiar los colores de la habitacién. En muchos otros sentidos, el ex- perimento demostré que la habitacién debia tener una forma diferente a las habitaciones ordinarias. Esta diferencia puede explicarse del siguicnte modo: 1a habitacién ordinaria esta concebida para una persona de pie; una habitacién para enfermos es una habitacién para personas en estado horizontal, y los co- lores, iluminacidn, calefaccidn, etc., deben di- sefiarse teniendo en cuenta este concepto. Este hecho significa, practicamente, que el techo debe ser mds oscuro, pintado de un color celeste especial, apto para ser Ia unica vision de un paciente reclinado durante se manas. La luz artificial no puede venir de un aplique ordinario fijado en el techo, sino que el principal centro de luz debe provenir de un lugar situado fuera del angulo de vision del paciente. Para el sistema de calefaccién de la habitacién experimental, se utilizaron ra- diadores de techo de forma que las radiacio- nes de calor eran lanzadas a Jos pies del pa- ciente, quedando la cabeza fuera del alcance directo de los rayos calorificos. Asimismo se consider la posicién del paciente para el em- plazamiento de las puertas y ventanas. Para evitar los ruidos, una pared de la habitacién era absorbente de sonido, y los lavabos (en las habitaciones dobles cada paciente tiene su propio lavabo) se disefiaron especialmente pa- 31 ra que el chorro de agua incidiera en la por- celana en dngulo agudo, evitando el ruido de este modo. Esto son sdlo ilustraciones de una habita- n experimental en el sanatorio, y se men- cionan aqui como meros ejemplos de méto- dos arquitectonicos que siempre estan en com- binacién con los fendmenos técnicos, fisicos y psicoldgicos, nunca con uno de ellos aislada- mente. E] funcionalismo es correcto, solo si pue- de ampliarse hasta abarcar incluso cl campo psicofisico. Fse es el vinico método de huma- nizar la arquitectura. “= El mobiliario de la Biblioteca Municipal de Viipuri, en madera flexible, es el resul- tado de los experimentos llevados a cabo tam- bien en el sanatorio Paimio. En la época de esos experiments, se empezaban 2 construir en Europa los primeros mobiliarios tubulares cromados, pero esos materiales no cumplen los requisitos psicofisicos del ser humano. EI Sa- natorio necesitaba un mobiliario ligero, fle- xible, fécil de lavar, etc. ‘Tras una larga expe- rimentacion con madera se descubrieron las ventajas del sistema flexible a la hora de pro- ducir un mobiliario adaptado al tacto huma- no y més apropiado, como material, a la vida larga y dolorosa de un sanatorio. EI problema’ mds importante en relac a una biblioteca es el del ojo humano. Una 32 See biblioteca puede estar bien construida y ser incluso funcional desde el punto de vista téc- nico, sin haber por ello resuelto este proble- ma, pero no puede considerarse arquitecté- nica y humanamente completa a menos que resuelya satisfactoriamente la funcién huma- na del edificio, la de la lectura del libro. El ‘ojo es solamente una parte diminuta del cuer- po humano, pero es la més sensible y quizé la més importante. El concebir una luz natu- ral 0 artificial que destruya al ojo humano o sea inapropiada para su utilizacién, es hacer arquitectura reaccionaria, incluso si por otro lado el edificio tiene un alto valor construc: tivo. La luz del dia a través de las ventanas or- dinarias s6lo cubre una parte de una sala gran- de e incluso si la habitacién esta suficiente- mente iluminada, la luz serd desigual y varia- rd sobre Jos distintos puntos del suelo; por esta razon se han usado preferentemente cla- raboyas en las bibliotecas, museos, etc. Pero la claraboya que cubre el 4rea completa del suelo, produce una luz exagerada, si no se realizan arreglos adicionales. En el edificio bi- blioteca de Viipuri, se resolvié el problema con la ayuda de numerosas claraboyas céni- cas, construidas de forma que la luz pudiera ser denominada luz diurna indirecta. Las cla- raboyas circulares son técnicamente raciona- les por su sistema de vidrio monopieza. (Gada 3 claraboya consiste en una base cénica de ce- mento de seis pies de didmetro, y una pieza circular de cristal grueso sin juntas, en su par- te superior, sin ninguna construccién: de es- tructuras.) Este sistema resulta humanamen- te racional porque proporciona un tipo de luz apropiado para la lectura, armonizado y sua- vizado por su reflexién en las superficies c6- nicas de la claraboya. En Finlandia, el mayor Angulo de incidencia de la luz del sol es casi de cincuenta y dos grados. Los conos de cemen- to estan disefiados de forma que la luz del sol incida siempre indirectamente. Las super- ficies de los conos expanden luz en millones de direcciones. Teéricamente, por ejemplo, Ja luz alcanza a un libro abierto desde todas esas diferentes direcciones evitando de este modo la reflexion al ojo humano de las pa- ginas blancas del libro. (La reflexién brillan- te de las paginas dé un libro es uno de los fe- némenos més fatigantes de la lectura.) De la misma manera, ese sistema de iluminacién eli. mina el fenédmeno de la sombra al margen de la posicién del lector. El problema de la lec tura de un libro es algo mds que el problema Gel ojo; una uz apropiada a la lectura debe permitir diferentes posiciones del cuerpo hu- mano €n todas las relaciones adecuadas entre el libro y el ojo. La lectura de un libro requie- re una concentracién especial tanto cultural como fisicamente ; la arquitectura tiene el de- 34 ber de climinar cualquier elemento perturba- dor. Gientificamente, resulta imposible ascgu- rar qué clase y qué cantidad de luz ¢s Ja ideal- mente apropiada para el ojo humano, pero cuando se trata de construir una sala, la solu- cién debe hallarse con la ayuda de los dife- rentes elementos que la arquitectura abarca El sistema de claraboyas surgié como produc- to combinado de la problematica de una cu- bierta (la sala tenia un ancho de cerca de se- senta pies que requeria una construccién con vigas suficientemente altas para la colocacién de los conos) y limitaciones técnicas especia- Jes por la construccién horizontal del cristal. Una solucién arquiteciénica debe tener siempre una motivacién humana basada en el andlisis, pero esa motivacién se ha de mate- vializar en la construccién, la cual es proba- blemente el resultado de circunstancias ex- trafias. Los ejemplos mencionados son sélo.pro- blemas sin importancia. Pero estan muy rela- cionados con el ser humano y por esta razon adquieren mds importancia que otros proble- mas de mayor envergadura, (Publicado en «The Technology Reviewn, noviembre de 1940, pags. 14-15.) 35 Arquitectura y arte concreto Aum practicando yo mismo las artes, nada naturalmente me impide tratar por escrito cuestiones relativas al arte, considerandolas desde el mismo punto de vista que los criticos © los tedricos, quienes, en cambio, no practi- can el arte profesionalmente. Sin embargo, un profesional del arte no puede opinar con la misma imparcialidad que un tedrico del arte, tanto en lo que respecta a la creacién artfsti- ca actual como en lo que se refiere a sus cole- gas. Por este motivo no transcribiré aqui mas que una serie de reflexiones, fruto de mi pro- pio trabajo creativo. La sacrosanta relacién entre urquitectura y hellas artes ha sido siempre motivo de dis- cusién, y siempre también se ha manifestado el deseo de resucitarla. Este deseo se ha ma- nifestado las mds de las veces mediante una mayor demanda de pintura y escultura en los edificios nuevos, o mediante una colaboracién organizada de aficionados a las tres artes —ar- quitectura, escultura y pintura— que recuer- da vagamente un «congreso para sacerdotes y 37 médicos». Periédicamente, y ahora también, vuelve a oftse Ja famosa consigna por la que se pide mds pintura monumental en los edi- ficios oficiales! Es curioso observar cémo este deseo proviene muy pocas veces de los verda- deros hombres de arte, En general, lo expr san, con algunas excepciones comprensibles, aquellos que més se interesan por el arte po- pular y, en el mejor de los casos, las Hamadas asociaciones artisticas. No soy ni mucho me- nos un enemigo de la consigna: mds pintura en la arquitectura (uno de los palses por los cuales me siento mas atraido es Italia, y con- fieso que la destruccién de la sala de Man- tegna en la Chiesa degli Eremitani fue un golpe duro para mi), sin embargo, no puedo dejar de sefialar que el problema es mucho mis complejo. La cuestién «de la relacién en- tre la arquitectura y el arte moderno concre- ton, planteada por el director de la revista «Domus», el arquitecto Rogers, me parece que podria Megar, siguiendo esta misma linea, a tina solucion mas certera y duradera que lo que lo permitirfa una asimilacién cuantitati- ‘a de las distintas artes. ‘Ante todo, puede decirse que las formas de arte concreto han dado un fuerte impulso a la arquitectura moderna, en un modo, cier- to es, indirecto, si bien irrefutable. Estos im- pulsos se han influenciado mutuamente, y la arquitectura, por su parte, ha dado otros im- 38. pulsos al arte concreto, forméndose asi una ayuda mutua. De hecho, asi debia ser, y ya es un buen resultado. Guando me empefio en resolver un pro: blema de arquitectura, me encuentro inya- riablemente paralizado en mi trabajo por la idea de la realizacién —se trata de una «es- pecie de soplo de las tres de la madrugaday debido probablementé a las dificultades cau- sadas por la importancia de cada uno de los distintos elementos en el acto de su realiza- cin arquitecténica. Las exigencias sociales, técnicas, humanas y econdmicas que se pre- sentan a la par con los factores psicolégicos que conciernen a cada individuo y a cada gru- po, sus ritmos y el didlogo interior, todo ello constituye un nudo que no puede deshacerse en modo racional. De ello se desprende una complicacién que impide a la idea madre to- mat forma. En estos casos, actttio de un modo totalmente irreflexivo; olvido por un instan- te la marafia de problemas, los borro de la me- moria y me dedico a algo que podrfa Hamarse arte arbstracto. Disefio, dejindome lMevar to- talmente por el instinto, y, dé pronto, nace Ja idea madre, un punto de partida que atina los distintos elementos antes citados, muchas veces contradictorios, y que los combina ar- moniosamente. Cuando disefiaba la biblioteca de la ciu- dad de Wiipuri (disponia de mucho tiempo, ae cinco largos afios), me encontré embareado en disefios infantiles que representaban una montafia imaginaria, que tenia distintas for- mas en sus yertientes, y varios soles en tina superestructura celeste que iluminaban con igual intensidad los flancos de la montafia LLos disefios en si no tenian nada que ver con la arquitectura, pero de ellos nacid 1a com- binacién de las plantas y de las secciones, cu- ya intima concxién me seria muy diffeil des- cribir, y que pasaron a ser la idea principal cuando conceb{ la biblioteca, hoy probable- mente destruida! La idea base en Ja creacién de la biblioteca de la ciudad de Wiipuri radi a en las salas de Iectura y Jas salas para li- bros, concéntricas, agrupadas, a distintos nive les, alrededor de un control central situado en lo alto del conjunto. No hablo de estas expe- riencias puramente personales, vividas junto a mi mesa de trabajo, con la intencidn de pro- poner un método. Creo, ademds, que la mayor parte de mis colegas se reconocerd en lucha cotidiana con los problemas de Ja arqui- tectura. El ejemplo citado no tiene nada que ver con la calidad del resultado final. $i he mencionado el procedimiento, ha sido sdlo para ilustrar la génesis de mi conyiccién per- sonal —sostengo que, en sus inicios, la arqui- }. Wiipuri, que habla quedady afectuda por los bor bardeos de ig99-44, se encuentra en el Lerritorio cede por Finlandia a Rusia después del tritado de armisticio de 1944 40 tectura y las demds artes han tenido el mismo punto de partida—; punto de partida que, sin duda, es abstracto, pero que, al mismo’ tiempo, est4 influenciado por todos los cono- cimientos y los sentimientos acumulados en nosotros. Nuestra exposicién en Londres, en 1933 (de la Sra. Aino Aalto, arquitecto, y mia), organizada por la «Architectural Re- view», inclufa también cierto numero de ex- perimentos concretos con tablillas de madera directamente relacionadas con los muebles creados, fruto, en parte, de una fusién de for- mas y de construcciones en madera sin utili- dad practica alguna, ni relacién alguna. EL critico de arte del «Vimes» definié estos ex- perimentos de madera non objective Art, na- cidos de un proceso opuesto; se trataba, en otras palabras, de un arte concreto, pero cu- yas ramificaciones se extendian hasta objet Vos puramente prdcticos, o bien hasta expe viencias practicas puramente constructivas ¢ intimamente vinculadas al arte inmaterial, Quiads tuviera razén, y no quiero contrade: cirlo hoy como no lo contradije entonces, Por lo que a mi se refiere, quisiera sélo aitadir la siguiente reflexién: desde un cicrto punto de vista, la arquiteciura y sus detalles son bio- logia. Podria compararse la arquitectura a un salmén adulto. Bste no nace adulto y ni tan slo en cl mar donde nada, sino muy lejos, donde los rios se estrechan en torrentes y, asu 41 vez, en riachuelos en el monte, bajo las pri- meras gotas de agua que bajan de los glacia- res (similares en cso a los primeros impulsos de Ia arquitectura), tan lejos de la vida pric tica como pueden ser los impulsos iniciales de los sentimientos y de la vida instintiva del hombre, de la lucha cotidiana que nos une los unos a los otros. Y, del mismo modo que es preciso dar tiempo para que Jos mintisculos huevos de pez se conviertan poco a poco en salmones adultos, as{ todo lo que nace del es- piritu del hombre requiere tiempo para su desarrollo. ¥ Ia arquitectura necesita atin més tiempo que cualquier otra cosa. Como ejem- plo, que no es més que un pilido reflejo de Jos grandes acontecimicntos mundiales, puc- do decirles que vivi personalmente la expe riencia de cémo un juego, en apariencia vano e inutil, me brindé, con su forma, diez o mas afios después, 1a clave de una serie de formas practicas desde cl punto de vista arquitecté- nico. Por otra parte, pueden, sin duda, citar- se muchos otros casos en los que la solucién desde el punto de vista arquitecténico dio ori- gen a formas aisladas de arte concreto, que aportaron al hombre importantes impulsos motivaciones, y en el que su misma realiza- cién ha sido muy marcada por la influencia del sentimiento. Un joven pintor checo, que vino a visitar~ me a mi estudio, me decia hace pocos dias 42 que hay algo profundamente humano en el arte concreto, y afiadié: «No puedo explicar- le el nexo, pero mi sentimiento y mi convic- cién me sugieren esta afirmaciém, «O siento algo, o no siento nada», me di- jo un médico suizo el verano pasado, un hom- bre que conoce las tragedias de la vida huma- na. Esta es su norma para juzgar el. arte. Quizé la cuestién radique precisamente en el hecho de que el arte concreto es una sim- plificacién que nos permite experimentar uni camente sentimientos; hoy en dia, por lo tan- to, es un arma humana, un sentimiento pura- mente humano que el lenguaje escrito de cierta forma ha agotado. Pero ello a condi- cién de que el arte permita, al nacer y al de: sarrollarse, aquella enorme acumulacién de inteligencia, de naturaleza y de sentimientos humanos a los que nos referiamos mas arriba, eCémo nacid el capitel jonico? La libre esbeltez de las formas de la columna de ma- dera, con su carga, fue el punto de partida, pero su creacién en marmol no fue una imi- tacién realista, En lugar de esto, se produjo una cristalizacién muy rica en motivaciones humanas que su origen no habria jamis de- jado sospechar. Lo mismo ocurre en nuestra época. Las formas nacen con una estructura propia, tan- to en Ia naturaleza como en el cuerpo huma- no, pero el resultado es una cristalizacién 4B simplificada de cada cosa humana en un mis- mo molde, en lugar de una reproduccién de los valores y de la vida, que no puede cap- tarse mds que a través de la cristalizacién. La realizacin, en este caso la inteligencia, la ra- z6n, 0 como quiérase Hamarla, no hace mas que un todo tinico con la creacién; su parte en la creacién es a veces mas importante, otras menos. Aqui, desde lo més hondo, entran en juego sentimientos indefinibles. Pero me pa- rece que se ha Ilegado a un alto grado de de- sarrollo si se tiene en cuenta el punto alcan- zado por el arte moderno, punto en el que el hombre, que no posee ni tan slo aquella par- te de inteligencia realizadora necesaria al tra- bajo creative, puede, gracias a esta forma cris- talizada, recibir impresiones positivas, unica- mente mediante la ayuda de esa cosa indefi- nible que se llama sentimiento. Todo lo expuesto hasta aqui concuerda con la verdad, si se exceptian naturalmente las formas vulgares y comercializadas del arte moderno, en gran cantidad hoy en dia, como Jas malezas, Me parece que estamos construyendo una unidad del arte que tiene raices mds profun- das que la reunién superficial de las distintas artes, que tiene como punto de partida el status nascend?. Es evidente que nos encontra- mos al principio de ese proceso, pero (en el desarrollo cultural, cada periodo tiene tin va 44 lor igual) no podemos considerar el arte ar- caico menos elevado que el de la Actépolis, y el arte de Giotto no era sin duda inferior al que realizaron los colegas arquitectos y pin- tores que le sucedieron. (Publicado en «Domus» n2 225, 1947.) 45 Entre el humanismo y el materialismo Fs un gran placer para mi dirigirme por primera vez en Viena, a ustedes, mis colegas ¥ amigos y a ustedes, sefioras y sefiores. Natu- ralmente, ésta no es la primera ocasién en mi vida en que me encuentro en esta ciudad. Siendo todavia joven, uno de mis primeros viajes de estudio me trajo, como a todos los arquitectos finlandeses, a Viena. Los cursos practicos para arquitectos en nuestro peque- mo rincén de Escandinavia han sido influen- ciados poderosamente por el pensamiento vie- nés, hasta tal extremo que, de hecho, todavia hoy, cuando los estudiantes del Instituto Téc- nico de Helsinki pretenden refrse y carica- turizar a un profesor, comienzan con estas pa- Jabras «Dijo Otto Wagner...». Fue necesaria una larga batalla, librada particularmente en Viena, para alinear la ar- quitectura con las necesidades de hoy. De la que somos todos conscientes, y sabemos tam- bién que no se ha Iegado al final, que la ba- talla debe continuar a medida que nos cn- frentamos con uno y otro problema. al Estoy seguro de que las arraigadas tradi- ciones de arquitectura en Viena continnarén en el futuro para conseguir una contribucién mayor hacia la resolucién de nuestros proble- mas més diffciles. Con frecuencia se otorga solamente una consideracién muy superficial a los proble- mas de la arquitectura, como se demuestra en la pregunta que se plantea a los turistas en el puerto de Nueva York: «2Es usted parti- dario de lo moderno o de ‘lo antiguo?». Las cosas se observan demasiado bajo el aspecio formal. Los problemas mas dificiles no sur gen de Ja busqueda de una forma para. la vi- da actual, sino més bien del intento de crear formas que estén basadas sobre verdaderos va- lores humanos. Todos sabemos que vivimos en una edad envuelta en una continua batalla contra la mecanizacién y las maquinas. La pelicula «Tiempos Modernos» de Char- lie Chaplin constituye un ejemplo de esta lucha contra la excesiva mecanizacién del mundo. Puede hallarse una actitud similar en Ia literatura y el teatro. Decimos que debe vamos ser los amos de las m4quinas mientras que, de hecho, somos sus esclaves. Esta para- doja representa uno de los mayores proble- mas de Ja arquitectura, Resulta bastante evidente que, tras un pe- riodo de formalismo moderno, Ia arquitectu- ra se encara en este momento con nueyas ta- 48 reas. Quizds el arquitecto se encuentre en me jor posicidn que el eseritor para pioporcio nar al hombre la superioridad sobre la maqui- De cualquier modo el arquitecto tiene _ una tarca obvia: estamos aqui para humani- var la naturaleza mecdnica de los materiales. Si estudiamos mas detenidamente este con flicto, Hegamos a una de las mayores dificul. tades que consiste en el hecho de que apa- rentemente el hombre no puede crear sin des- truir simultaneamenie. No solo !a creciente mecanizacién de nues- tva era, sino también nuestras actividades nos Nevan cada vez mds lejos de la naturaleza real. Vemos como se destruye la naturalera hasta cierto punto por Ia construccién de ca- rreteras. Si observamos cuidadosamente, po- demos hallar fenémenos similares en todos los campos de nuestra profesion. Hemos creado, por ejemplo, sistemas cada vez mejores de ilu- minacion artificial. La luz eléctrica de hoy resulta mucho més cémoda que las. lémparay de aceite o las velas del tiempo del abuclo ¢Pero es esa luz realmente mejor cualitativa- mente que la que se obtenia de aquellas yie- jas fuentes? De hecho no es en absoluto me- jor. En nuestros dias y para conseguir leer un libro a cicrta distancia de la fuente de luz, usamos una bombilla de 60-80 watios, mien- tras nuestros abuelos se las arreglaban con clos velas. Incluso la luz eléctrica no es suficien- 49 temente apropiada —la iluminacién fluores: cente de alta tensién produce una luz incons- tante y un espectro excesivamente azul. Es tamos usando més luz para la misma activi- dad porque las cualidades fisicas y psiquicas de esta luz no resultan satisfactorias. Lo mi mo ocurte en todos los casos. Uno duda sobre si mencionar o no el descubrimiento de que la ventilacién a través de tubos de metal es una cuestién falta de todo sentido practico. Durante afios supimos que los mejores cons- tituyentes del aire —los ozones— se pierden por la friccién en los conductos de ventila- cién. Las pruebas de laboratorio han demos- trado de hecho que los clementos biolégica- mente activos del aire desaparecen casi com- pletamente como resultado de la rapida pre- sign mecanica del aire al introducirlo en edi- ficios de oficinas. Bombeamos aire a las po- bres taquimecandgrafas pero de poco les sit- ye —es suficiente para mantenerlas vivas pero para poco més, Su bienestar fisico queda de- satendido. He mencionado sélo varios problemas que dejan un regusto peculiar. De todas formas, todos sabemos que tales conflictos, inhuma- nos y abioldgicos existen en todo lugar. Es deber del arquitecto el aplicar aqui, una vez mas, la correcta escala de valores. Les mostraré ahora varias fotografias pero no me hallo en una posicién aventajada para 50 mostrarles los ejemplos tfpicos del conflicto que tratamos. Podemos, sin embargo, afiadir una pizca de humanidad, pues un hombre, diez hombres, ni siquiera un centenar de ar- tistas actives podrian incluso cambiar el mun- do completamente, Por medio de las fotogra- fias, desearfa ilustrarles varios de los ejemplos en los que nos movemos en la frontera entre fs humanizacién y la mecanizacién. Estas fo- tografias estan tomadas en mis propias obras, pues, como arquitecto en funciones, intuyo peligros en cualquier critica aventurada de mis colegas. Me parece que la tnica posibi- lidad es permitir hablar por si mismos a los disefios arquitecténicos construidos, en lugar de teorizar. La primera diapositiva es una fotografia Uipica de mi pals. Se intenta darles una idea de la apariencia de la naturaleza que rodea los edificios que discutiremos. El pais esta constituido de bosques y agua, y tiene mas de 80.000 lagos interiores. En un pais de esta na- turaleza, los hombres tienen siempre la posi- bilidad de mantener contactos con la natura- leza. Las ciudades son pequefias, la capital tiene solamente 400.000 habitantes, las ma- yores ciudades, después de ella, tienen menos de 100.000 habitantes o cantidades préximas a esta cifra, una ciudad de 30.000 habitantes se considera mediana y pucde constituir un centro administrativo. ‘Todos pueden vivir al ‘ 51 porde del agua, en las riberas de uno de los incontables lagos y disfrutar all{ de los pla- ceres de los bosques de pinos y las aguas cla- ras. En realidad, naturalmente, no es ése el caso porque la vida no es tan simple y los hombres no pueden instalarse donde les ape- tece, y todo debe estar propiamente organi- zado. Les mostraré ahora una serie corta de dia- positivas de uno de mis disefios antiguos. Es- te fue un proyecto en el que entré en contac- to, por primera vez, con la desgracia huma- na, El proyecto en cuestién es el Sanatorio para tuberculosos de Paimio. Cuando recibi Ia asignacién de ese sanatorio, me encontraba enfermo yo mismo y pude, por esta raz6n, llevar a cabo varias experiencias y averiguar lo que significa realmente estar enfermo. Un- contré irritante tener que estar echado hori- zontalmente todo el tiempo y lo primero que ppnde constatar es que las habitaciones se di- sefian para gente que est en pie, pero no pa- > ta qitienes tienen que estar echados en cama. todo el dia. La luz eléctrica atrafa mis ojos constantemente, como a mariposas alrededor de una ldmpara. No existia ningim equilibrio interno, no habia verdadera paz en la habita- cién que no habia sido disefiada expresamen- te para gente tumbada en posicién horizontal Intenté por eso disefiar salas para pacientes delicados que proporcionarian una atmdsfe- 52 ra apacible a los enfermos. No inclui, por ejemplo, la ventilacién artificial que produce una corriente molesta alrededor de la cabeza pero disefi¢ un sistema que permitfa la entra- da de aire ligeramente caliente por entre las hojas de las ventanas Fsos son ejemplos que demuestran cémo puede hacerse algo para aliviar el sufrimiento de la gente, Un lavabo es otro ejemplo. In- tenté disefiar un lavabo en el que el agua no produjera ruido. El agua cae en dngulo agu- do sobre la porcelana, evitando de este modo el ruido que podria molestar al paciente ve- cino mientras corre el agua. Haciendo un gran salto, pasamos de la cli- nica a una Universidad al norte de Finlandia Se trata del edificio principal de la Universi- dad: de la biblioteca, de las instalaciones de- portivas, del instituto y de una gran escuela. ‘Todos sabemos que la educacién moderna es- ta altamente colectivizada. No podemos edu- car a nuestros hijos mas que en un sistema practicamente uniforme para todos; hoy no es posible hablar de un verdadero individua- lismo en la educacién. Todos sabemos que la colectividad tiene ventajas positivas, pero que puede también ser nefasta para la gente. Debe hallarse algun punto central entre el absoluto individualismo y la excesiva colectivizacién. Las escuelas se hacen cada ‘vez mayores, pues esa disposicion reduce los gastos de adminis- 53, tracién, pero es indispensable hallar también un limite éptimo para este tipo de institucio- nes, Aqui ven ustedes una escuela primaria completamente ordinaria pero que funciona como un Instituto pedagdgico para maestros y estudiantes. En general, los edificios de las clases parecen ser demasiado grandes y el im- presionante niimero de clases significa una co- lectivizacién intensa. En lugar de un colegio con muchas clases, intenté construir un agru- pamiento de muchos colegios pequefios. ‘Tres clases y una escalera constituyen siempre una unidad, procurando dar la iJusién de una es- cuela pequefia anexionada administrativamen- te al complejo total de la escuela. Ahora ven ustedes otro proyecto: un cre- matorio. Si hemos hablado de los efectos de- sagradables producidos por la colectivizacion en Ja escuela, existe otra forma de rutina hu- mana organizada que puede ser sumamente hiriente. En una ciudad, con una poblacién de varios millones, resulta una experiencia te- trible la visita a un crematorio organizado, donde cualquier visitante tiene que buscar, siguiendo el abecedario y el programa, el lu- gar donde reposa el muerto, La organizaciéu debe funcionar de forma que no ofenda la sensibilidad del asistente. Para este cremato. rio, por ejemplo, existfa un programa sega: el cual cada dia debfa tener lugar cierto ni- mero de ceremonias. Dicho brutalmente, la 54 | capilla funeraria debia tener cierta capacidad. Esto habria provocado choques entre las di- versas ceremonias. Estudié entonces un plan para evitar dichas colisiones. De esta forma aqui tenemos una gran capilla, otra menor al fondo, y una incluso menor mas lejos, cada una con su entrada particular. Creo que exis- ten muchas circunstancias en la vida humana en las que la organizacién se impone dema- siado brutalmente. La tarea del_arquitecto consiste en proporcionar a Ja vida una esiruc- tura mds sensible. ~~ Ahora ven ustedes la nueva escuela poli- técnica de Helsinki, situada a yeinte kiléme- tros de la capital. Llegando de la ciudad, ave- nidas de arboles ancestrales nos conducen al edificio principal, a los laboratorios, a las vi- viendas de los profesores, de los estudiantes, del personal administrativo y a las instalacio- nes deportivas. La urbanizacién estd dispues- ta de tal forma que un profesor, por ejemplo, pueda dirigirse de su casa a su clase sin tener que cruzar una sola calzada. Se desvia a los automéviles al exterior de forma que no hay mds que jardines entre los edificios. Los co- ches han Ilegado a constituir algo permanen- te en nuestra vida, pero no deben utilizar mds que las pistas que les son reservadas, es decir disponer de sus propias zonas, del mismo mo- do que el hombre tiene necesidad de las suyas para trabajar y pasearse. Es importante que la 55 zona reservada al trabajo y al de: hombres esté unos metros por encima de la zona de los automoviles. Sabemos que los combustibles, como la gasolina, producen ga- ses que afectan las partes sensitivas del cuer po humano. Quizds se encuentre ahi una ex- plicacién en Ja génesis del cdncer. Aunque no tengamos pruebas de eso, ningtin especialista se atreveria a contradecir la hipotesis. Resul ta trégico pensat que las grandes comodicda- des de nuestra época abrigan a la vez un riesgo que es un importante e inevitable ene: migo del hombre que trabaja. Practicamente no existen talleres ni otros lugares de trabajo en donde el peligro de los gases téxicos haya sido completamente climinado. Aqui, en esa escuela politécnica, el intento no ha sobrepa- sado el estadio del diletante. La canalizacién de los automéviles hacia ei exterior es un pri- mer paso, as{ como la concentracién de los espacios verdes en el centro y Ja situacién mas elevada de los alojamientos, de forma que puede afirmarse que cl aire es ahi ms puro, menos polucionado por gases peligrosos La escuela esta dotada de amplias insta laciones deportivas para los estudiantes y de una gran sala deportiva en donde pueden prac. ticarse en invierno los deportes de verano. Estoy personalmente en contra de la universa- lizacién del deporte, en contra de la tenden- cia de convertir el invierno en verano y reci- 56 procamente. Pienso que, si se practica un de- porte, éste debe variar con las estaciones para experimentar el cambio natural. Lanzar la jabalina en un recinto cerrado, no tiene el mismo valor que al aire libre, en los bosques o al borde de un lago. En las piscinas cubier- tas y en las pistas de hockey sobre hielo se transforman las estaciones de facto, y los chob- bies» humanos pierden su cardcter natural. Justo sera dedicar la ultima parte de mi conferencia a la otra cara de la arquitectura: la forma, Si bien fa solucién del problema ar- quitecténico implica un proceso necesario de humanizacién, el antiguo problema de la for- ma y de la monumentalizacién sigue como antes constituyendo una realidad en la arqui- tectura. Cualquier intento para eliminarlo re- sultarfa infructuoso, Equivaldria mas o me- nos al intento de desarraigar la idea del cielo de la religién. Incluso si sabemos que Ja sal- vacién del pobre hombre es casi imposible, lo que intentamos cada dia a pesar de todo, la principal tarea del arquitecto reside en la humanizacién de Ja edad de las maquinas. Pe- ro ello no puede concretarse sin la forma, sbLa forma es un misterio que no conoce- mos en realidad, pero que proporciona al hombre una sensacién totalmente diferente a Ja de un acto de liberacién social como tal. 4 Por eso concluiré mi conferencia con algunas consideraciones formales. 37 Para nosotros, el ladrillo es un elemento importante para la creacién de las formas. Me encontraba en una ocasién en Milwaukee en compafifa de mi viejo amigo Frank Lloyd Wright que debia dar allf una conferencia. Gomenzé en estos términos: «:Saben ustedes, sefioras y sefiores, qué es un ladrillo? Es una bagatela, cuesta once centavos, es algo banal y sin valor, pero posee una propiedad parti- cular. Denme este ladrillo y sera transfor- mado inmediatamente en el valor de su peso en oron. Esa fue quiz la nica vez que escu- ché enunciar tan brutal y expresivamente de- lante de una audiencia lo que es Ja arquitec tura, La arquitectura ¢s Ja transformacién de un ladrillo sin valor en un ladrillo de oro. Tenemos dificultades en Finlandia con este proceso de transformacién. Hemos intentado construir una casa-la- boratorio para tratar de ayudar a ese proceso. Hemos levantado varios muros de prueba con Ja ayuda de ladrillos diferentes, y, durante los fas que vivimos ahi, fuimos capaces de ha- plar con los ladrillos, de descubrir cémo en- contrar con mayor facilidad la calidad en un medio estéril minamos también la accién de las plantas sobre los ladrillos. El arquitecto se extraha a menudo al descubrir de repente una floracién amarilla de plantas pardsitas so- bre los ladrillos que, por pequefias que sean. son sin embargo estimulantes 58 Me preguntaron un dfa: «Por qué no trabaja mds a menudo con la forma libre que utiliz6 en el pabellén de Nueva York?n. Era un esteta quien preguntaba. Mi respuesta fue: «No dispongo del material adecuadon. No podemos crear con elementos estandariza- dos una arquitectura de formas libres. El mu- ro de ladrillo conservara su forma cubica has ta que se descubra un ladrillo que permita un Jenguaje de formas libres. Deberia ser posible allar wna forma tal que fuera susceptible de incorporarse al muro de ladrillo creando al mismo tiempo un muro circular 0 negativo, convexo, céncavo o rectangular. Sera justo terminar subrayando que nos hallamos atin lejos de poseer los materiales que necesitarfamos para la forma arquitectdnica. No solo el ladrillo debe tener una forma uni versal que pueda ser usada para todo; sucede Jo mismo con las otras formas de estandariza- cién. Cuando Meguemos al punto de ser capa- ces de llevar a cabo diferentes finalidades con una unidad estandarizada que tenga un alma de elasticidad incorporada en el objeto, habre- mos abierto entonces un camino entre Cha rybdis y Scylla, entre el individualismo y el colectivismo. (Conferencia leida en la Asociacién Central de Arquitectos de Viena en el verano de 1955, publicada en Der Baw, 1955, 7/8, pags. 174- 776.) 59 Conferencia anual en el R.I.B.A., 1957 La revolucién arquitectonica que esté te- niendo lugar en estas ultimas décadas ha sus- citado mucho interés y entusiasmo por la ar quitectura, pero como todas las revoluciones, empieza con mucho entusiasmo y acaba en alguna forma de dictadura, Se desvia de su ca- mino. Hoy subsiste atm alguna cosa buena: por todas partes del mundo, ya sea en Uru- guay, en Escandinavia, en Inglatera, en Afri- ca del Sur —en todos esos pafses—, encontra- mos grupos bien organizados de gente creati- va que se aman a si mismos arquitectos, con una nueva, real —zcémo dirla?—, direccién para el mundo. De los artistas formalistas que eran, se han desplazado lentamente hacia un nuevo campo; hoy son la garde d’honneur, el escuadrén que combate duramente para humanizar la técnica contempordnea. Hace unos dias, en Parfs, tuvye una discu- sién con un cliente sobre un tema tan sim- ple como la ventilacién. Dijo: «La técnica sin espiritu es la peor cosa del mundo» —lo cual es cierto. 61 Veamos cémo realizamos ese trabajo. ¢Lo hacemos correctamente? ‘Tomemos dos extre- aos, Si, cuando bajase en la estacién central de Nueva York 0 en una estacién de Chicago, algunos de los jévenes arquitectos alli presen- tes me preguntara al no conocerme: «2s us- ted partidario de lo antiguo o de Jo moder- no?», no me extrafiarfa porque se me ha plan- teado esta cuestién en todas las Jenguas; la ultima vez en Portugal, en Estoril. Pienso que no existe una {érmula mas naive ni més corriente —«2Es usted partidario de lo anti- guo 0 de lo moderno?», Si analizamos esta pregunta mds a fondo, en seguida nos damos cuenta de que esta desprovista de todo senti- do. En arte, no existen mds que dos alterna- tivas: la humanidad 0 no. La sola forma o algun detalle no pueden, por si mismas, crear algo auténticamente hu- mano. Tenemos, hoy en dia, suficiente arqui- tectura superficial y bastante mediocre, y sin embargo es moderna. Serfa ciertamente di- ficil encontrar a un arquitecto capaz de dise- fiar hoy un detalle gético o georgiano. ‘Tomemos una capital de la distraccién 0 del espectaculo —Hollywood, por ejemplo. Naturalmente todas las casas son modernas. Encontraremos muy pocas casas que propor- cionen a los seres humanos el espiritu de una vida fisica real. "Tomemos el otro polo. Hace unos meses un arquitecto hindu Iegé a Finlandia, cubier- ta de nieve —creo que era de Bombay 0 de Nueva Delhi—, y llevaba un libro en el que habia escrito todas las preguntas que consi- deré més importantes en e] arte de construir. Sentandose tras los buenos dias, formuld su primera pregunta: «:Cudl es el médulo de esta oficina?». No le contesté, porque no lo sabia. Uno de mis asistentes estaba sentado a mi derecha. Contesté: «Un milimetro mds 0 menos». Esos son dos extremos que demuestran, primero, el tipo de discusién mds corriente, y, luego, esa preocupacién sin sentido —la busqueda de un médulo que deberia cubrir el mundo. Esto representa al mismo tiempo Ja dictadura en Ja que acaba la revolucién, la esclavitud de los seres humanos por las futi- lidades técnicas que en si mismas no contie- nen ni un apite de humanidad real. ¢Cémo deberiamos plantear nuestra lu- cha? En qué direccién? Cul deberia ser Ia comunién real entre todos los arquitectos del mundo y qué deberfamos decirle a la gen- te? Creo que deberfamos volver a la linea ho- rizontal que separa los buenos de los malos trabajos arquitecténicos. El Instituto de Ar- quitectura Finlandés presenté hace unos dias, ante el Secretariado General de la Unién In- ternacional de Arquitectos en Paris, la suge- rencia de que deberfamos consignar los obs- 63 tdeulos que impiden las buenas producciones. ¢Por qué hay tan pocas ciudades bien pla- nificadas, por qué se desaprueban tantas pla- nificaciones correctas, por qué es tan peque- fio el porcentaje de buenas edificaciones, y por qué casi carecemos en nuestros dias de edificios oficiales que sean simbolos de la vida social, simbolos de lo que podria Hamarse de- mocracia —edificios que pertenecen a todos? Las razones que en verdad detienen la cultura al nivel del 2 por ciento, 4 por ciento © 5 por ciento del total son profundas sin du- da, y muy diffciles de analizar. Esa es la pre- gunta de nuestro tiempo; es una pregunta sobre el significado mds profundo de la civi lizacién y la cultura, una cuestién sobre la actividad total desde, digamos, la sociedad de 1700 hasta nuestro industrialismo. Hoy se ha- ce cualquier pieza con diferentes métodos 2 Jos usados anteriormente, Nuestra vida ha asu- mido una forma completamente diferente, Esto debe, por supuesto, perjudicarnos; no puede ser un movimiento apacible. Existen obstéculos naturalmente para lograr una ma- yor cantidad de buenas realizaciones; pero también existen cosas que podrian ser climi- nadas si se quisiera, y si estudidsemos esos de- talles creo que conseguiriamos mas y mejores productos para el pobre hombre de Ja demo- cracia de nuestros di Una cosa més afiadirfa: deberiamos abrir He € F i una discusién a un nivel tolerante. Existe hoy una tendencia no muy agradable. Se organi- zan exposiciones de arquitectura, de arte in- dustrial o artes en general. No slo aqui sino en el continente también. ¥ dicen los perio- distas: «Hoy Suecia va a la cabeza de los paises productores de cristal; mafiana Finlan- dia ocupara el primer puesto en la produccién de cristal, este pais es el primero en cerdmi- ca; Brasil leva ventaja en la coloracion de fachadas». No creo que ése sea un camino co- rrecto. Deberiamos poner todas las cartas so bre la mesa y discutir juntos, planificar jun- tos y hablar sinceramente sobre nuestros pun- tos débiles. No tendrfamos que ser como tite- ves y alirmar: «Si, vamos a la cabeza de los paises productores de cristal». Deberiamos re- cordar las grandes épocas de Ia literatura, la ¢poca de Voltaire, Rousseau, o incluso mas tarde. Ahi tienen ustedes a Bernard Shaw, Strindberg, o Anatole France. gCudl fue la gloria de esos hombres? Fue el criticismo, el estilo mas elevado del arte y también la In cha. No pueden ustedes recordar a Bernard Shaw sin asociarlo a la yez con un luchador, En su signilicado mas protundo considero que 4 lucha y el estilo mas elevado del arte estan de acuerdo y se corresponden. Puede que nun- ca exista un elevado estilo de arte sin esta combinacién misteriosa, Creo que la comunién arquitecténica, la 65 discusién y el contacto, y nuestras comunica- ciones con el ptblico, debieran ser idénticas a las de estos literatos. Por supuesto, la litera- tura y la arquitectura estén muy alejadas una de otra, a veces fuera del alcance de la vista. zCudles son los principales obstéculos que nos detienen en Ja consecucién de una pro- duccidn al ciento por ciento? No puedo refe- rirlos todos pero detallaré unos cuantos de los que pueden eliminarse. Existe la enorme di- ficultad de educar a la gente hacia la arqui- tectura. Requiere el dominio de muchas ma- terias, un elevado nivel cultural poco usual antes de poder obtener una respuesta o el en tendimiento de la gente. Me senti muy orgu- Toso cuando vi aqui, en Inglaterra, un librito publicado para las escuelas que indlufa un ca- pitulo dedicado a la educacidn preliminar en anquitectura, Iba dirigido a nifios muy peque- fios de la escuela elemental. Creo que es una buena iniciativa, pero temo que la arquitec tura que abarca todo el mundo estructural y formal que nos rodea resulta demasiado com- plicada para convertirse en materia de educa- cién a un nivel infantil. Probablemente, si damos clases de arquitectura a nifios de siete w ocho afios, resultard algo similar a la ense- fianza del sexo en el primer nivel de una es. cuela primaria. Creo que podriamos proporcionar una educacién bastante buena en los niveles su- 66 periores, pero no considero conveniente que se lleve a cabo del mismo modo que la criti ca de arte corriente. Podriamos perdernos por el camino si siguiéramos ese método. La cri- tica de arte cumple ahora unos cien afios. La costumbre de escribir articulos criticos sobre artistas individuales no debe ser mucho mas antigua. Se estd desarrollando en la prensa y continuaré en forma similar. Sdlo existiran lay eriticas de casos individuales y se perder la linea real. La linea real consiste en planifi- car y construir para el hombre de la calle y en su beneficio. Hallariamos que los mejores métodos son ejemplos reales. Es decir, deberfamos cons- truir un grupo reducido de casas y asi suce- sivamente, como. experimentos, -permitiendo a la gente que las viera, Trabajamos en un campo muy poco agradecido, en el sentido de que no disponemos de un tiempo de pruebas antes de construir. Constituimos el unico sector del mundo industrial moderno que se ve forvado a dise far y construir directamente, Deberia existir un periodo de prueba entre esas dos activida- des. Eso puede hacerse individualmente, pero cualquier pais civilizado deberia disponer siempre de programzs para ciudades y edifi- cios experimentales Inglaterra dispuso de algo parecido desde hace muchos afios. Podriamos hablar de Ray 67 mond Unwin, o del Weissenhof en Alemania, donde se daba el arte culminante, el arte in- dividual, pero donde no se pretendia real- mente un perfodo de prueba. No creo que sea posible una verdadera educacién de la gente sobre el modo en que debiera vivir sin dis. poner de una institucién de este estilo. Tomemos como segundo ejemplo, la me- canizacién, la estandarizacién de nuestro tiem- po. Todos ustedes conocen la mecanizacion de nuestras vidas; es una parte de la de- mocracia. Es el unico camino que permite dar mds cosas a més gente. Pero sabemos que al mismo tiempo la mecanizacién y la estan- darizacién disminuyen a menudo la calidad. Eso significa que, biolégicamente, la democra- cia es un proceso muy dificil. No podemos ofrecer a todos la misma calidad que procura- mos para unos cuantos como se hacfa en la an- tigiiedad. En una ocasién, la sefiora Aalto tuvo una discusi6n con un importante industrial mas alla de los siete mares. El afirmé disponer de una magnifica nueva idea acerca de cémo ra- cionalizar realmente en un pafs en el que nun- ca habia existido la estandarizacién y la ra- cionalizacién, con anterioridad. Dijo: «Ha notado cudntos buques transportan café des- de Brasil a otros paises? Es un sistema poco practico. El café es un producto natural y no un producto racionalizadon. Tenia treinta pa- 68 { | \ tentes registradas de un método que permitia reducir un metro cuibico de café al tamafio de una pildora, de tal forma que reduciria el tonelaje requerido para su twansporte al cin- co por ciento del que se utilizaba. Realmente suponia una maravillosa racionalizacién. Era un gran resultado del pensamiento humano, Pero la sefiora Aalto replicd: «Y qué ocu- tre con el café, a qué saber». Y la ‘contes- tacién fue: «Oh, ése es el unico problema, no sabe a nada) Esto demuestra, en tesumidas cuentas, Jas enormes dificultades que se nos presentan al intentar dar a todo el mundo lo mismo. Y ello resulta todavia mas diffcil si en lugar de cualidades materiales se trata de cualidades del espiritu. En este aspecto el mundo ap; ce hoy desastroso, a nuestros ojos, al menos. Existen, sin embargo, algunas posibilida- des de estandarizacién y racionalizacién para mayor beneficio del género humano. La pre- gunta es, equé cosa debe racionalizarse y qué debemos estandarizar? Podriamos procurar estandards que elevasen no sdlo el nivel de vi da sino también el espiritual. Un aspecto muy importante serfa a creacién de una es- tandarizacién eldstica, una estandarizacién que no nos dominase, y a la que pudiéramos dominar. Lentamente, la dictadura de la téc- nica se va imponiendo a nuestras vidas. Nos agarramos a métodos filoséficos y, en 6 este caso, si domindsemos el material, el nom- pre de la filosofia seria tmicamente arquitec- tura, y podriamos crear un tipo de estandari- zacién que tendria cualidades humanas. Po- drjamos intentar realizaciones que favorecie- ran més a las personas. No se trata de la can- tidad de cables o ruedas de coches estandari- zadas; se trata de que, cuando IHegamos a los aspectos que nos tocan de cerca, el problema resulta diferente —se convierte en una cues: tidn del espfritu, se convierte en una cuestion intelectual en Ja estandarizacién. En una ocasién intenté realizar la estan- darizacién de cajas de escalera. Esa es proba- blemente una de las estandarizaciones mas an: tiguas. Naturalmente, diseflamos nuevos esca- Jones cada dia en todas nuestras casas, pero un escalén estandarizado depende de la altu ra de los edificios y de un montén de cosas més, No podemos usar el mismo escalén en cualquier caso, porque tendria que ser sufi- cientemente elastico como para poder usarse no importa donde. Intentamos resolver ¢l asunto por medio de un sistema ¢lastico en el cual los escalones iban uno dentro de otro. pero de tal forma que la proporcién del plano horizontal con el vertical manten{a siempre la formula que hemos venido usando desde el tiempo del Renacimiento, creo, desde Giotto. incluso antes del periodo Pericleo, Debido a que el movimiento del ser humano requiere 70 una forma ritmica especifica. No puede cons- truirse un escalén arbitrariamente; debe te- ner una proporcién especial. Hablé sobre es- te tema en la universidad de Gothenburg. El rector dijo: «Deténgase un momento, tengo que ir a la biblioteca». Bajé a la bibliote- ca y volvid con un libro —La Divina Come- dia de Dante. Lo abrié por la pagina en la que dice que lo peor del Infierno son las erré- neas proporciones de las escaleras. Con esas cosas pequefias podriamos construir un mun- do arménico para la gente. Existen posibi «lades si cada uno intentase actuar de este mo- do, y se intentase también que quienes estan en la Administracion siguieran esa linea. Trataré un asunto mds: estamos traba- jando siempre con grandes sumas de dinero. Todo lo que hacemos significa una gran in version, La planificacién de las ciudades es quizd la mayor. Un simple cambio del trafico rodado supone algo tan costoso que politica: mente resulta imposible. Hoy sabemos que el hombre de la calle esta constantemente ro- deado de automédviles. Cada instante, inclu- s0 en las ciudades mas pequefias, hay cientos de maquinas de motor adelantando al peatén. Este se halla en una posicién mucho peor que la de los trabajadores que pasan ocho ho- ras diarias en una f4brica de papel. General- mente no hay motores en las fabricas de papel, solamente hay trasmisiones eléctricas, y si hay 7m motores son muy pocos. Sin embargo, en la calle pasan a cientos continuamente. Nues- tras calles y ciudades se disefiaron para pro- pésitos completamente diferentes —como la hermosa avenida italiana para trafico de ca- rruajes. Ahora esté repleta de antomévi- Jes —y sabemos que no son neutros. Despren- den un gas pesado muy peligroso que queda en la atmésfera de las calles. Casi todos mis amigos médicos creen que hoy estamos pagan- do un precio muy alto por nuestra incapaci- dad de idear un nuevo sistema de trafico en el que Jos peatones y los automéviles se ho- Hen muy separados. para no hablar de las ca- sas ¥ las viviendas —ave debieran estar muy alejadas de todo esto. I.a contestacién es el cincer. Fl precio aue nagamos por nuestras calles son las facturas de los enormes haspita les cue constririmos en todo el mundo. Luego, estd nuestro viejo enemigo, el es- peculador del suelo. Ese es el enemigo niime- to uno de! arquitecto. Pero existen otros ene- migos, incluso mds dificiles de vencer. Por ejemplo, se da en mi pats —y se da de otra forma en otros paises, pues en este terreno es- tamos todos al mismo nivel— Ja linea teérica de economia de Ja construccién, que se expre- sa popularmente de este modo: «:Cudl es la forma mds econdémica en la constrnccié: de una casa?». Si tenemos, por ejemplo, un blo- que de cinco pisos, seis pisos, ocho pisos, sur- 7, ge la pregunta: «Qué ancho debe tener? 4Qué largo? eCudl es el método més barato que permita dar a la gente las viviendas que necesitan?». Naturalmente, eso debiera Ila- marse ciencia. Pero no lo es. La contestacién, s muy, muy simple: cuanto mds ancha la\, casa, més barata. Esto esta claro. Se podria ir mds lejos y afirmar que la casa més inhuma- na es la mds barata, que la luz mds cara de que disponemos es la luz del dfa —dejemos eso aparte, y entonces conseguiremos casas mds baratas, Lo més’ caro es el aire puro, por- que no sdlo es una cuestién de ventilacidn, si- no también una cuestidn de planificacién de la ciudad. El aire puro para las personas cies: ta muchas hectareas de suelo y buenos jard nes y bosques y trafico y prados No puede conseguirse una auténtica eco- nomia de construccién de ese modo ridiculo. La economia de la construccién resulta de la cantidad de buenos articulos que podemos ofrecer a bajo precio. Lo mismo resulta en cualquier economia —la relacién entre la ca- lidad del producto y cl precio del mismo, Pe- ro, si prescindimos de la calidad del producto, Ja totalidad de la economia no tiene sentido en ningtin terreno, y lo mismo ocurre con la arquitectura. Ese tipo de planteamiento es muy apto- piado para la propaganda; propaganda en la que la palabra «economia» se usa equivocada- B mente, y es antihumana. En algunas ocasio- nes la cosa Mega tan lejos que el sentido ex completamente opuesto. Conozco escuelas que producen material en esta nea de pro- paganda que resulta probablemente barata en cifras pero muy cara por nifio Vamos a considerar algo mds sobre ello. Paso de las consideraciones econdmicas al te- ma de la decovacién. Todos sabemos que la decoracion es una actividad independien- te de la arquitectura, Existe el arte industrial que no tiene ninguna relacién con su. matriz, la arquitectnra. Es la decoracién que podria- mos colocar én cualquier parte. Restilta algo mny cémico que Ja raciona- lizacién errénea. la racionalizacién antihu- mana, el uso erténeo de la palabra wecond- micon, y la decoracién. sean como los «tres cerditos» —trabajan juntos. Hace una sema- na pude yer en Suiza grandes alineaciones de edificios construidos segtin un estandard me- cénico sin ningiim espiritu, pero bien empa- rejado con la decoracién. Tha decoracién de- sempefiaba la funcién de cubrir los elemen- tos que de otro modo hubieran aparecido de- masiado duros y demasiado inhumanos Pero esa actividad triangular conduce a una sociedad desculturalizada y a la construc- cién de edificos sin cultura —esta combina- Gdn de tres elementos que no comulgan entre si, De este modo conseguimos una sociedad 74 inorgénica, Deberfamos ésforzarnos en la:pro- duccién de articulos sencillos, buenos, sin de- coracion, pero articulos que estuvieran en ar. monia con el ser humano y que se adaptasen orgdnicamente al hombre de la calle. 15

You might also like