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FOTOGRAFIA SIN FOTOGRAFIA

Antonio Zafra

Hubo un tiempo donde el turista fotografiaba tal vez con el objeto/objetivo de dar
fe de su presencia, testimoniar la verdad de su paso por el lugar. Ahora más bien,
la experiencia fotográfica del viaje cultural contribuye a insuflar de energía, a dotar
de vida al lugar mismo. No será tanto el interés en mostrar más tarde esa imagen
testigo. Es el momento del disparo donde el actor convertido en figurante ve
realizado su nuevo rol, satisface su deseo, se disemina fecundo en el lugar donde
dispara al fin su yo.

La fotografía, desde la apariencia y la ambigüedad a la “no visión”. La


aparición y rápida expansión de la cámara digital supuso una nueva
relación con el visor de la cámara por parte del fotógrafo. El enfoque
ya no sería el mismo.
En la Plaza de Sant Jaume de Barcelona observo el ir y venir por este
no lugar de flujos dirigidos, de pasos que repiten el trazado que
marcan señales invisibles sobre el asfalto. ¿Cómo puede no
desgastarse éste? Armonía de vehículos y caminantes, flujo dibujado
que guía los pasos que cruzan la plaza. Realizado el recorrido, la
cámara es de nuevo enfundada hasta alcanzar el nuevo punto.
La fotografía era a los viajes, su memoria visual. Las fotos eran luego
profusamente mostradas en el tiempo y ante públicos diferentes.
Eran recuerdo, construcción de identidad desde el pasado. Fotografía
privada, cuya intimidad era escasamente violada.
Sólo la postal cumplía un papel social, de intercambio público de
material privado (el texto). Este papel es ahora transformado por una
red social de la imagen, soportada por Internet a través de espacios
comunitarios como Flickr.
La fotografía era así una paradójica negación al paso del tiempo, pero
¿qué ocurre ahora que las fotos ya no son mayoritariamente vistas,
revisadas, revividas, sino archivadas?
El nexo de unión de una narración fotográfica lo marcan aquellos que
protagonizan la foto, estando unidos por un hilo de luz a la máquina.
En ese breve acto, la experiencia y la respuesta están en el punto de
interés de este relato. Los lugares han perdido interés. De ahí, el
escaso tiempo empleado en visitar museos, monumentos, lugares
patrimoniales, etc. Se ha estimado la media de permanencia de un
turista ante la Gioconda en 3’’. La fotografía digital es pareja perfecta
del turismo del siglo XXI, experiencia dominada por la acción de la
movilidad misma. La motivación del viaje tal como la sociología o la
industria turística la habían venido entendiendo, carece en adelante
de sentido en tanto factor determinante. No es la playa, la montaña o
la ciudad el motivo del desplazamiento, sino la movilidad per se. Una
forma de nuevo protagonismo individual de viajeros que circulan a
través de lugares de paso, lugares de encuentro llenos, pero vacíos,
jugando con el título del texto de Dean MacCannell.
Un recorrido por una ciudad de moda entre los destinos de turismo
cultural como es Barcelona, puede centrarse como se ha hecho para

Fotografía sin fotografía. Antonio Zafra


llevar a cabo este trabajo en una serie de visitas a diferentes espacios
culturales, agrupados en un bono turístico denominado articket, al
que se han unido visitas ocasionales a otros centros culturales y
artísticos de la ciudad.
Algunas interferencias se interponen entre la imagen creada para ser
fotografiada por el turista. Inmigrantes dedicados a la venta callejera,
indigentes, obreros, artistas y músicos de calle se cuelan en la
estampa diseñada por los guionistas del itinerario urbano ideal, en el
que al final se integran o son deglutidos.
Los comercios forman parte esencial de este supermercado total, de
esta ciudad tienda en la que la urbe se ha transformado. Mercados
como el de La Boquería o Santa Caterina, tiendas, hoteles de
curiosidad como Casa Camper, librerías como La Central,
restaurantes, se convertidos en objetos consumibles de esta orgía de
ocio total, más allá de la mera función comercial de cada uno de
ellos. Ocio y negocio, consumo real y digital al mismo tiempo.
Un relato en imágenes que puede aumentar ad infinitum, a
semejanza de la vieja tradición del cuento oral a la que remitía Berger
en el ensayo citado sobre la fotografía, con alguna diferencia a
señalar. Tenemos un lugar de encuentro, lleno de actores, antes
oyentes, ahora oficiantes de ritual. Pero, ¿quién representa el rol de
narrador?, ¿quien dispone el desarrollo y evolución de la escena? Una
ingente oferta de servicios públicos y privados ven la luz de la mano
de una estructura industrial que crea y suministra infraestructuras y
condiciones desde la información al transporte, los servicios bancarios
al control de seguridad.
Información, ¿qué información importa? ¿bajo qué condiciones?, ¿qué
aprehenden los participantes del objeto urbe consumido? Si hacemos
caso a una sugerente distinción entre sabiduría e inteligencia, tal
como propone el movimiento ecosocial Slow Food, podemos decir que
esta propuesta de turismo urbano es sumamente exitosa en
acumulación de conocimiento pero tremendamente pobre en sus
logros de sabiduría.
En ese contexto se situaría el creciente número de viajeros que
desisten de su condición como tales, o al menos la discuten o
condicionan.
El precio del consumo turístico cultural urbano es elevado e
innegociable, alcanzando a privatizar en cuantías escandalosas bienes
públicos como el agua o el disfrute mismo de espacios urbanos
ocupados por bares y terrazas. Funcionarios del nuevo orden
construido se encargan permanentemente de establecer / recordar
las impuestas reglas del juego. El acceso a la Pedrera es ejemplar en
este sentido. Agentes de uniforme desigual instruyen al visitante.
Mochila en posición delantera o depositada en consigna, prohibición
de beber agua, lugar correcto para hacer la cola, llamadas al
movimiento en puntos críticos de paso. Caricaturesca situación ante
un Picasso colgado en su museo, con un agente de seguridad

Fotografía sin fotografía. Antonio Zafra


ordenando a un turista se abstenga de beber de la Coca Cola que
lleva en su mano. ¿Pero cómo diablos ha conseguido llegar habrá
conseguido el insumiso llegar hasta aquí con la botella de plástico
llena de caldo?
Una vez más el disparo de foto rescatará al turista de cualquier caída
en el reino del desánimo. Movilidad y velocidad unidas, cautivador
engranaje donde el disparo es el acontecimiento mismo, la
teatralización, la ejecución, el impacto, la pulsión. Llegamos a valorar
en su auténtico valor el disparo por el disparo, la fotografía sin
fotografía. Una narración cada vez más cercana al discurso
cinematográfico, 32 fotogramas por segundo.

* Texto escrito tras una visita turística durante los días 8, 9 y 10 de Agosto
de 2007 en la ciudad de Barcelona, según un itinerario marcado en mapa
adjunto y bajo la inspiradora influencia de la lectura del texto “Otra
manera de contar”, de John Berger y Jean Mohr, original de 1982 y
reeditado por la editorial barcelonesa Gustavo Gili en 2007.

El itinerario:
- Librería La Central del Raval
- La Pedrera
- Museu Picasso
- CCCB
- Caixa Forum
- Mercat de la Boqueria
- Palau de la Virreina
- Centre d’Art Santa Mónica
- Santa María del Mar
- Mercat de Santa Caterina
- MACBA
Como viandas, agua mineral, zumo natural en el Mercat de la Boqueria, unos
bocadillos y cafés de turista. Comidas a buen precio en el restaurante situado en el
Mercat de Santa Caterina, también visité un restaurante italiano –Hermana Bufala-
en la calle Pau Claris.
A añadir algunos restaurantes recomendados por el portugués diario PUBLICO en su
guía rápida dedicada a Barcelona en este mismo año:
* Bestial. c/ Ramón Trías Fragas 2-4. Tfno: 932240407
* Tragaluz. Passatge de la Concepció 5. Tfno: 934871096
* Ovni. Via Laietana 32. Tfno: 933107756

Fotografía sin fotografía. Antonio Zafra

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