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MATERIA Y LUZ XAVIER ZUBIRT ESPASA-CALPE ARGENTINA, 8, A. L RUENOS AIRES -Mt#XICO Blicin capeciatmente extort por cantor Queda hecho ot depsuita que previens le loy NP 11508 Conmiaht by Cla. Bator Espan-Cuipe Argentina, 8 Ae Acabase de imprimir ol dia 8¢ de octubre do 1937 (Ca. Grak PebritPienclae, 8. A= Ireie2006-Buonon Avon PROLOGO Un veterano eseritor trazé despiadadamente esta diviso- ria entre descubridores y ensefiantes: «Los capaces erean; Jos ineapaees ensefian». La elasificacién es demasiado cruda para escribir el nombre del autor, presenténdolo como blanco a los dardos de los preteridos. Los mis modestos Hegarén, quizés, a admitirla, pero con serias reservas mentales, quedandoles el consuelo moral de la santidad de su misi6n y el eonsuelo intelectual de 1a ya proverbial incapacidad de los creado- res de ciencia y aun de algunas bellas artes, para la tras- misién a sus semejantes de conocimientos y emociones. Respetemos en su primera convieeién a la selecta mino- ria de docentes que pone el alma en su noble tarea, y tam- bién a los tratadistas que al elaborar amorosamente los materiales ajenos, eolaboran con sus creadores; en cuanto ‘@ la segunda conviecién, que encierra nada menos que un orgullo de clase, merece asimismo el respeto que suelen inspirar las opiniones no compartidas. El ptiblico perspi- 8 PROLOGO caz, juez inapelable en el litigio, eree, en efecto, que los hombres verdaderamente eapaces de crear, suelen ser también los mis capaces para trasmitir con maxima efi- cacia sus creaciones, siendo, en definitiva, los mejores ejecutantes de su propia obra, Tal viene acaeciendo, en espectal, con las maravillosas y desconeertantes creacfones de la cieneia epénima de nuestro tiempo, cuyas mejores exposiciones, las més rigu- Tosas y exaetas, y, por ende, las mas claras y asequibles a los lectores inteligentes, son las debidas a los propios erea- dores de la nueva Fisica. Uno de ellos, y de primera fila, es el autor de este libro, en que recopila diversas exposi- ciones magistrales, en parte rampantes entre sf, con evi- dente ventaja para el lector, que asi repasara y consoli- dara los conceptos capitales. ‘Vastago de una familia précer, que di6 a Francia ma- xiseales, gobernantes, eseritores y sabios; licenciado en Historia y después en Ciencias, eon la guia y estimulo de su hermano mayor, el duque de Broglie (al que debe im- portantes aportaciones la teoria de los rayos X), inicié su obra cientifica con Ja afortunada tesis de doctorado, ue Io condujo velozmente a la fama universal. Con desesperacién de todos los que atribuyen valor onto- I6gico a las hipétesis de la eieneia natural, no conforman- dose con ver en éta una simple armazén mndable, que sirye para la ordenacién de los hechos, la Fisiea novecen- tista padecia de incurable dualismo, Mientras persistia como indispensable la teorfa ondulatoria de Huyghens, ‘Young y Fresnel, la vieja teorfa emisionista de Newton habia sido en parte rehabilitada por Einstein, y los fisicos recurrfan’a entrambas, segtin las conveniencias del caso, PROLOG 9 Fué en 1924 cuando el joven arist6crata dié con su tesis el golpe revolucionario; y al fundir ondas y cuantos en un coneepto mixto, reunié en grandiosa sintesis Ia Meciinica, la Electricidad y la Optica, ereando la disciplina Hamada desde entonces Mecénica ondulatoria, Magnifieas lecciones de Fisica actual contienen los di- versos estudios que integran este volumen; de Fisica y también de Moral; pues muy al contrario de tantos m diocres expositores que exhiben su persona ante el piblico lector, el genial creador se esconde tan diseretamente tras el velo de Ia Meciniea ondulatoria, que los no iniciados en su historia apenas podrdn sospechar quién fué, entre tantos eminentes nombres eitados, ] inicindor de esta nue. va Fisica, Solamente una ver se alza la cortina y se ve obligado a aparecer en el proscenio el autor del argumento; es en el discurso de 1929, que esta reproducido en el volumen, y fué pronunciado ante la Academia de Ciencias de Esto- colmo, al recibir el premio Nobel, conferido a su tesis doc- toral; maduro fruto de juventud que ha abierto a la ciencia horizontes cuyos confines no se vislumbran todavia, LRP. peers PREFACIO Cediendo 0 ta cariiosa insistencia de mi amigo André Geor- _9¢8, reiino en este volumen un cierto namero de estudios sobre la Fisica contemporinea y sus aapectos generales y filosbficos. Cada uno de ellos forma por st solo un todo independiente y puede ser leido aisladamente. Resulta de ello que no he podido evitar ciertas repeticiones que el lector sabré excusar: en efec- to, en varios momentos he tenido que rehacer necesariamente la exposicién de las grandes etopas fundamentales de la Fisica contempordnea, como por ejemplo, la clasificacién de los ewer- vos simples, el estudio del efecto fotocléctrico, la aparicién de la teoria de los quanta de Iuz 0 la de ta Mecénica ondulatoria, porque, siendo el tema algo téenico, no puedo suponer que estas ‘tapas sean conocidas de todos. Pero aunque ciertas explica- ciones se encuentran en varios de estos estudion, me he esfor~ zado, en cada uno de ellos, por colocarme en un punto de vista diferente y he tratado de iluminar sucesivamente diversos as- pectos de las cuestiones exenciales de la Fisica de los Quanta, para dar a entender mejor aw importancia. BL lector, al leer y comparar estos estudios, verd que se completan interpenetrindose; sentird todo lo grandiose y fas- cinante de este inmenso edificio de la Fisica contempordnea, Mientras admira el evorme nimero de hechos experimentales, 2 PREFACIO de orden extremadamente eutil, que los fisicos de laborate- rio han Wegedo a revelarnos, y los concepciones admirables ¥ sorprendentes que los tedricos han desarrollada para inter- pretar estos hechos, se dard cuenta de todo lo que han evolu- cionado y se han ofinado en estos ‘iltimos aiios los métodos 4 las ideas de tos fisieos, y de cwéin lejos estamos hoy det rea- ismo, un poco ingenuo, del mecanicismo, wn poco simpliste, de los cientificos de épocas anteriores. Cuanto mds descendemos @ las estructuras infimas de la materia, més nos damos ewen- ta de que los conceptos forjadoa por nuestro espiritu en el curso de la experiencia cotidiana, especialmente los de espa- cio y tiempo, son impotentes para permitirnos deseribir los ‘nuevos mundos en que venetramos. Se diria, si se permite la expresién, que el contorno de nuestros conceptos tiene que esfumarse progresivamente para pormitir su posible aplica- idm a ns realidades de la eseala subatémicn. Las entidades cle- ‘mentales flotan en el espacio y en el tiempo como en un traje que no ha sido cortado para elles; ta individualidad se atentia ‘en los misteriosos procesos de la interaccién; el determinismo miomo, tan caro a los fisicos de tiempos que fueron, se ha visto forzado a doblegarse. Y como el gran libro de la ciencia Jamds se acaba, nos esperan muchas més eorpresas: ;quién sabe, or ejemplo, los misterios que s¢ oeultan en el sexo del wiicleo ‘atémico que, miles de millones de millones de veces menor ue ek menor cirén, e3, sin embargo, todo un universo? El derrumbamiento, en algunas déeadas, de los principios mejor estadlecidos y de las conelusiones mejor apuntaladae, nos muestra lo prudente que hay que ser al trutar de apoyar conolusiones filoséficas generales sobre el progreso de las eiencias, porque seria construir sobre un terreno siempre mo- vedizo. Cuando se ve cudnto mayor ea ta suma de nuestras ignorancias que Ia de nuestros conocimientos, ae siente uno Boco provicio a conclusiones precipitadas. Sin embargo, no es feito observar que toe progresos de ta Fisica cudntion nos han abierto, sobre muchas euestiones, perepectivas completa PREFACIO B ‘mente nuevas, y que lu orientactén future de las doctrinas filoséfieas sufriré con ello, tarde 0 temprano, algunas reper- ‘eusiones. Tampoco ea iicito observar de pasada que wn fisico ‘tan eminente como Boir cree que las eindeterminacioness y on eaapectos complementarios» de la Fisica eudntica legarén indutablemente a ocupar, atgiin dia, un lugar en las teorias de la Biologia: si se piensa que, segin los genéticos, todas las virtwlidades de la vide y de la herencia estarian conte- nidas en elementos cuyas dimensiones son ya casi compara bles, en pequetter, a tas de os dtomos, y tat vez hasta en fracciones de estos elementos, ta opinién de Bohr no porece- rd ta sorprendente, roraue entonces las misterionas conjun- ciones de la vida y de ta materia ve operarian on dominios tan pequetios que tendrian que intervenir en ellos lax concep- cones cwintieus, Pero ei estudio a fondo de tales cuestiones seria, indudablemente, premature, y defamos a tos. lectores filésofos el trabajo de reflexionar sobre ellas. Para terminar este prefacio, quisiera decir dos palabras ‘acerea de una cuestion que en todo tiempo ha preoeupado a los cientificos: la euestién det valor de la céencia, es decir, de las razones que podemos tener para querer y admirar Ia ‘investigaciin cienttfica. Muckos han considerado la ciencia en razin de sus oplicaciones: mencionan loa numerosas me~ joras materiales que ha aportado o nuestra existencia. coti- Giana, los poderosos medios que ha puesto a nuestra disposi- ‘cién para preservar y, en cierta medida, prolongar nuestra ‘vida; esperan confiadamente en que gracias a ela s¢ abriré ante nosotros un porvenir de progreso en algiin modo indefi- ido. Reta opinién requiere ciertamento algunas resereas: no todas ine aplicaciones de la clencia son bienkechoras ni es cierto que ou desarrollo tenga que axegurar el progreso real de la humanidad, porque, sin duda alguna, este progreso de- ende mucho més de ta elevacién espiritual y moral del hom- bre que de Ina condiciones materiales de eu vida. Sin embargo, las aplicaciones de la ciencia han endulzado y embeltecido at PREFACIO ciortas dimensiones de nuéstra existencia cotidiana y podrén continuar esta obra bienhechora si Wegomos a mereceria, Se puede, pues, legitimamente, amar la ciencia por sus i aplicaciones, por et alivio y los comodidades que ha traido a Jo vida humana, sin olvidar, sin embargo, que la vide humana permanecerd siempre, por su propia naturaleze, precaria. y ‘miserable. Pero se puede encontrar otra razén, pensamos, part amar el esfuerzo cientifico, apreciando el valor de lo que re- presenta. Em efecto, este esfuerzo, como todas las grandes cosas, logra plenamente eu valor en el plano espiritual: hay que amar la ciencia porque es wna gran obra del expiritu. I i GENERALIDADES SOBRE LA F{SICA CONTEMPORANEA En principio estos estudios no Ineluyen eéileulos. Se exeep- ‘tian el capitulo relativo al Bi tado actual de ta teorta electrom ‘magnética, y el de la Natwraleza ‘ondulatoria del eleetrén; pueden pasarse por alto sin mayor in- conveniente para la comprensién general del volumen, LOS PROGRESOS DE LA FISICA CONTEMPORANEA A modo de introduccién, a la serie de estudios reunidos en este volumen, quisiera hablar aqui primeramente, de una ma- nera general, de los progresos de la Fisiea contempordnea, Es un tema vastisimo, porque estos progresos han sido tan numerosos, tan varios, tan maravillosamente répidos, que ha- fan falta horas enteras para exponerlos en detalle, Ademis, es ‘una materia bastante diffell de tratar, porque la Fisica se ha convertido en una ciencia cada vez més compleja, de nivel eada vex més elevado y no es féeil oxponer sus progresos de una manera suficientemente exacta y precisa sin apelar a nociones © razonamientos azaz complicados, Pero aunque sea diffeil, vale, sin embargo, la pena de tratar del asunto, porque de su estudio se desprende una impresién reconfortante y animadora: la impresién de que el espirita humano, a pesar de los obstaiculos y de las dificultades que las condiciones mismas de la vida material acumula ante él, pro- sigue triunfalmente en su larga ascensién. De la misma ma- neva que los ejereicios deportivos aligeran los miembros del atleta y le preparan para futuras victorias, asi también los esfuerzos que el hombre realiza para conocer y comprender mejor aligeran su ospfrita y lo hacen més apto para el pro- reso del maiiana, Por esto el nitmero de nuestros eonoeimientos y Ja finura de nuestras eoncepciones han aumentado poco a poco en el transcurso del tiempo, apoyandose cada generacién sobre los resultados adquiridos por las generaciones preceden- 18 ‘LUIS DE BROGLTE Se a cl no podria progresar. ic OE sare She panama erie as a Ponce caer See ek pale ani, enitabe 7 es Aiea eras cele Ss eee Pea acces es eee por dos vias diferentes: por una parte, la experiencia que per- depen rer lg eee tee, mae ne eee ds eh ie: pox cr, bho ine ee ree ee ae ee See ee ey eet peters STO cama ee fon Biro atone rape fe siete be ne ee ee foam ai Tt a cae ied vie le a es ee es eee ie ees eee ae a ee Be Ree oe es a ee ‘MATERIA Y Luz 19 Dominando el campo inmenso de los hechos que aharcan es- tas diversas ramas de In Fisica, cientifieos y técnicos han podido dedueir de ellas un enorme nimero de aplicaciones pric~ tticas, Desde la maquina de vapor hasta la Radiotelefonia, son innumerables los inventos derivados de los progresos de la Fisica del siglo XIX, de que hoy disfrutamos; estos inventos ccupan directa o indirectamente un lugar tan grande en la vida de cada uno de nosotros, que, en verdad, es indtil emu- merarlos. Asi, pues, Ia Fisica del siglo dltimo ha legado a dominar or completo los fenémenos que percibimos en nuestra entorno. Sin duda, el estudio de estos fenémenos puede Hevarnos todavia a muchos conoeimientos y aplicaciones nuevas; pero en este dominio parece quo lo esencial est ya hecho. Por este, desde hace treinta o cuatenta afios. Ia atencién de loa exploradares de Ia Fisica se ha vuelto eada vez més a fendmenos mas sutiles, imposibles de denunciar y de analizar sin una técnica experi- mental muy afinada: los fenémenos moleculares, atémicos © intra-at6micos. Para satisfacer In curiosidad del espiritu hu- mano no basta, en efecto, saber cémo se conducen los euerpos ‘materiales tomados en conjunto, considerados en sus manifes- taciones globales; no basta saber cémo se producen Ias reac- ceiones entre la luz y la materia, cuando ge los observa en grande; es menester descender a dotalles, tratar de analizar Is estructura de la materia y de Ia luz y de precisar los actos elementales cuyo conjunto da origen a las aparieneias globales. Para evar a buen término esta dificil eneuesta es preciso, ante todo, una técnica experimental muy afinada, susceptible de denunciar y registrar acciones sumamente sutiles, de medir con precision cantidades enormemente menores que las que in- tervienen en nuestra experiencia corriente; hacen falta tam- ign teorfas audaces que se apoyan en las partes superiores de la ciencia matemética y se hallan prestas a echar mano de imagenes y concepciones enteramente nuevas. Véase, pues, cudnta ingeniosidad, paciencia y talento han sido necesarios para constituir y promover esta Fisica atémica. 20 LUIS DR BROGLIB, ado experimental, el progreso se ha caracterizado pot aa eanuciaiane cada tia, mas extenso, de las constitnyentes Sisopun dela materia y de los fendmmenos Winulados a la exis eta de estos eonmtayentesltimos. : apse ‘mucho tiempo atriis ya los quimicos habian admitido cs su sazmamientos gue 1s euexpos materiales estén forma- Soe de ftomos. Hl estudio de Tak propiedades” de los everpos Serenales permite, en efecto tepartiron en dos cabgorins: Tis euerpos" compcstos quay por medio. de operaciones spr0- biadan, Pueden Fesolverse oh Cleryos més simples, x 10s eter Pieeclnples 0 lementos quimnicor que resistin a toda tent {ha Ge danaion Bl eta de fas lees cantttivas etn ies" lates ‘oe cuerpos simples se amen para formas cverpes ‘compuestos ha conducido a los quimicos, desde hace un siglo, conta ta hipotesis siguiente: . No es imposible, y ciertos autores lo han sostenido, que el electron negativo pueda unirse también a un neatron para produeir un «protén negative»; pero esta combinacidn, si es que existe, es ciertamente mucho menos freeuente que aquélla que produciria el proton positivo dentro de la hipétesis en que nos hemos colocado. Por tanto, si el protén es complejo, hay ciertamente una afinidad, una ten- dencia a la unién, mucho mayor entre neutrén y electron posi- tivo que entre neutrén y electrén negativo. Asi se explica, natu- ralmente, por qué el electrén positivo se observa mucho més raramente que el clectrén negative: sometido a la afinidad de los neutrones contenidos en Is materia, se verfa siempre comprometido en los lazos de 1a combinacién protoniea y apa- receria en estado libre mucho més raramente que el electxén, euya afinidad por el protén es nula o, por Jo menos, muy débil. ‘Ast, pues, los descubrimientos rectentes del neutron y del cleetrin positive no permiton hacer desaparecer Ja disimetria de las dos electricidades; si, al admitir la complejidad del pro- +t6n, se llega a establecer entre ellas una simetrfa de estructura, se vuelve a encontrar Ia disimetria en sus propiedades, en la tendeneia mucho mas grande de la electricidad positiva a aso- ciarse con la masa, y esta disimetria no parece que pueda ser evitada de ninguna manera, porque es un hecho establecido por todo el conjunto de nuestras investigaciones experimentales en €l dominio st6mico desde hace cuarenta afios. Sin embargo, es ya algo satisfactorio para el espiritu entrever la posibilidad ‘MATERIA ¥ LUZ 83 de restablecer una simetria completa de estructura entre las dos electricidades y referir el problema de Ia disimetria a las re- laciones entre la masa y la electricidad. El problema asi plan- teado es de un gran interés; est muy lejos de hallarse re- suelto y nos permite mensurar toda Ia extensién de nuestra ignorancia. En el fondo no sabemos nada preciso acerca de lag relaciones entre la masa y Ia electricidad, En un momento dado, se crey6 poder afirmar que toda la masa era de origen eléctrieo. Para pretenderlo se apoyaba sobre el hecho de que a ‘masa de los corpiseulos elementales varia en funcién de Ja velocidad segin la ley de Lorentz. El desarrollo de la teoria de la relatividad conmovié serlamente este argumento, mos- ‘trando que toda masa, cualquiera que sea su origen, tiene que variar con Ia velocidad segiin la ley de Lorentz, El descubri- miento del neutrén parece poco compatible con la coneepeién del ovigen puramente eléctrico de Ia masa, La tentativa de re- ducir la masa a la clectricidad fracas6 asi y es menester con- siderar nuevamente estas dos entidades eomo distintas y tratar de preeisar sus relaciones mutuas. La teorfa de estas relacio- nes, si llega a constituirse, tendré como principal deber el explicarnos por qué existe una particular afinidad entre la ‘masa y Ia electricidad positiva, afinidad de importancia capital, puesto que en definitiva toda Ia estructura del mundo fisico reposa sobre ella, Aunque la solueién de este problema se en- cuentre, sin duda alguna, muy alejada todavia, el descubri- miento del neutron y del electrén positivo nos ha suministrado este propésito algunos datos esenciales que nos faltaban, ;Son suficientes estos datos para permitirnos aproximarnos a la ‘meta? Seria imprudente responder a esta cuestién, Es el seere- to del porvenir. LA EVOLUCIGN DEL ELECTRON (+) { inteneién es exponer en este estudio la evolueién que ha suttide In nocign de eletson y man generaiments la do eot- piisculo elemental, desde hace unos eincuenta ailos, En el curso de esta exposicién observaremos muchas veces eémo las nocio- hes fundamentaley de Ia clencia de la Blectricidad, nociones que fueron conquistadas una tras otra a eomienzos del siglo pasado, gracias a los esfuerzos de los primeros exploradores de esta cieneia, desempefian un papel esencial en nuestras ideas ‘actuales acerea de Ia constitucidn de la materia y acerea de la estructura de las entidades elementales que la componen, Asi, nos asoclaremo implicitamente, por el mero hecho de esta ob- servacién, al homenaje tributado a la ilustre memoria de “Andrés Marfa Amptre, porque sin él no hubiera habido ni teo- ria electromagmétien, ni teoria del electrén, y todos los promre- sos admirables de la Fisiea contemporénea no hubieran sido posibles 0, cuando menos, se hubieran retardado. 000 trivial Es una comparacion muy conocida y hasta un poco tri comparar el paso de la clectricidad a través de los conductores con el de un liquido por un conducto. Esta comparacién, que es muchas veces provechosa para entender las leyes que c) Confeencia pronunciada en Lyne! T de marzg 36 1996, en ect- sin el contenatsde'ta murs do Ands60 Maria Amp MATERIA ¥ LUZ 35 igen las corrientes eléctrieas, sugiere casi inevitablemente la pregunta siguiente: jel fldido eléctrico tiene una estructura continua o una estructura diseontinua? Porque, en efecto, el éxito de la teoria atémica de la materia, apoyada en numerosas pruebas experimentales, nos ha ensefiado que los fltidos mate- riales, con los cuales comparamos el fliide eléctrico, tienen uuna estructura discontinua, y entonces se plantea, naturalmen- te, In cuestion de saber si existen granos elementales de clec- trieidad. Esta idea se encuentra fortalecida eon sélo reflexionar cen las leyes de Ia electrolisis conocidas desde Faraday, Estas leyes, interpretadas a la luz de la teoria atémica de la materia, sigmifiean, en efecto, que cada ion transporta siempre una carga igual a un méltiplo entero de una carga elemental. Bste hecho no solamente indica la existencia de una carga eléctrica elemental, sino que permite ealeular inclusive su valor cuando ‘se conoce por otros métodos el valor del niimero de Avoxadro, ces decir, del niimero, igual para todos los cuerpos, de las mo- IGeulas contenidas en una molécula-gramo. Sin embargo, esta prueba, suministrada por las leyes de la electricidad, de una dis- continuidad en la estructura de la electricidad, era algo in- directa y durante mucho tiempo el conocimiento del nimero de Avogadro (sobre el cual, sin embargo, Ia teoria einética habia dado ya algunas indieaciones) permanecié insufieiente Para permitir un célculo preciso de la carga elemental: este cileulo no fué verdaderamente realizable sino en la época de las eélebres experiencias de Jean Perrin. Para establecer real- ‘mente Ia estructura discontinua de la electricidad, era menester legar a aislar y a estudiar el grano elemental de electricidad. Es lo que han loprado realizar una serie de memorables investi- gaciones experimentales en los altimos afios del siglo XIX, por Jo menos en Jo que concierne a Ia electricidad negativa, No voy a recordar aqui en detalle las etapas de esta “con- quista del electrén, a la eual quedan vinculados Jos nombre: de J. J. Thomson, de Lenard, de Villard y de J. Perrin, para no citar sino los primeros nombres que acaden a mi memoria. Poco a poco se ha visto, cada ver con més claridad, que en cier tas circunstancias los cuerpos materiales son susceptibles de ex- 86 LUIS DR BROGLIE pulsar granos de electricidad que viajan después libremente hhasta el momento en que, de nuevo, se entierran en el seno de Ia materia, Tan pronto aparecen en los tubes de descargas (tu- ‘bos Crookes) bajo la forma de rayos catédicos, tan pronto se encuentran entre los productos do dosintegracién de lox euer- pos radiactivos bajo la forma de rayos , Tan pronto, final- mente, so les vo surgir de los cuerpos clevados a una gran temperatura o sometidos a una radiaeién de luz 0 de rayos X, ¥ se habla entonces de efectos termoiénicos o de efectos foto- fléetricos. Pero Io esencial es que los granos de clectricidad obtenidos por todos estos diversos métodos ee manifiestan siem- pre idénticos los unos a los otros. Llevan todos la misma can- tidad de electrieidad negativa y sus propledades estén bien de- finidas y son siempre las mismas. Se les ha llamado “electrones”. Las propiedades del electron, que han podido evidenciarse durante los primeros aiios consecutivos a su descubrimiento, pueden resumirse diciondo que el electron se conduce siempre como un corplisculo de dimensiones despreeiables, dotado de masa y de carga eléctrica, ambas muy pequefias y bien definidas, Esto quiere decir que el electron denuneia su paso eon efectos ‘bien localizados en un punto del espacio, por lo menos en Ia escala de nuestras observaciones, y que, ademés, en presencia ‘0 en ausencia de campos clectromagnétieas, se desplaza siem- pre como debe hacerlo, segtin Ia mecdnica clisica, un corpaseulo puntual de masa muy pequefia pero bien definida, que soporta tuna pequefia carga eléctrica negativa siempre la misma. La desviacién experimentada por ol electrén en presencia de cam- Dos eléctricos y magnéticos conocidos, permite medir la rela- ¢ién entre Ia carga y la masa. Bl conocimiento del nimero de Avogadro permite calcular su carga, que se ha podido obtener también directamente gracias a las magnifieas experieneias de Millikan. Se pueden encontrar, pues, los valores de Ia carga ¥ de la masa del electrén, que son sumamente poquefios. Un estudio més profundo de las propiedades mecdnicas de los electrones animados de gran velocidad, ha mostrado, después, que la masa del electrén varia con velocidad siguiendo exacta- monte la ley prevista por la teoria de la relatividad. Se sabe, ‘MATERIA ¥ 102 8T en efecto, que el desenvolvimiento de las magnificas ideas de Binstein sobre Ia relatividad de los fendmenos fisicos ha levado a adoptar una dindmica que, traténdose de velocidades elevadas (es deeir, do velocidades proximas a Ia velocidad de la luz en €l vacfo), se separa de la dindmica clésica de Newton. Esta desviacién puede expresarse diciendo que Ia masa de un cor- piisculo, en lugar de ser siempre constante, como lo suponta la dinémiea newtoniana, comienza a erecer de una manera sen- sible con la velocidad, euando ésta so aproxima a la velocidad de la luz: tiende incluso hacia el infinito cuando la velocidad tiende hacia Ia velocidad de Ia 1uz, lo cual muestra quo, si las ideas de instoin son exactas, la materia no puede desplazarse ‘tan répidamente, y a fortiori més répidamente que una radia cin en el vacfo. Toda una serie de experimentos, los més noto- rios de los cuales son los de Guye y Lavanchy, han demostrado In existencia, para los electrones rapidos, de esta varfacion de Ja masa con Ja velocidad, Esta espléndida verificacién de las ideas relativistas, por importante qne sea desde el punto de vista de la Fisica tedriea general, no ha sumin{strado, por Io demas, nada esencialmente nuevo por lo que eoncierne al con- copto del cloctrén. Después do estas verificactones, como antes de ellas, el electron tenia que ser considerado como un cor ‘paiseulo puntual o de muy pequefias dimensiones, con una eierta carga eléctriea negativa y que posee, cuando esta en reposo, ‘una cierta masa bien determinsda. EI nico hecho nuevo es que Ia masa aparente aumenta si el electron se pone en movie miento rdpido. El desarrollo de nuestros conocimientos ha con- ducido después a cambios mucho més importantes en nuestra eoneepeién del electrén, como veremos mAs tarde. Bl electrén desempefia el papel de grano elemental de clectri- cidad negativa. ;Existen granos de electricidad positiva? Des- pués del descubrimiento del electrén se ha estado algtin tiempo ssin tener una prueba cierta de ello. Poro después go ha llogado ala corteza de que la electricidad positiva esta también dividida en granos. Fl grano elemental de electricidad positiva ha sido identifieado con ol protén o nucleo del 4tomo de hidr6geno. Hoy, el deseubrimiento, aun reciente, del electrén positivo, nos obliga 88 LUIS DE BROGLIE a preguntarnos si el protén tiene derecho a ser llamado grano elemental de electricidad positiva. Pero durante muchos afios, Ia cosa no ha payecido dudosa y nos atendremos, por él momento, a esto punto de vista, El estudio de las propiedades del protn ha levado a conside- rarlo como un eorpésculo puntual 0, cuando menos, de muy pe- ‘quelias dimensiones, andlogo al electrén ; pero este corpGsculo lle~ va una carga eléctriea que ee ha mostrado ser positiva, y euyo va Jor absoluto es exactamente igual al del electron. En cuanto a su ‘masa en reposo, es mucho mayor que la del electrén en reposo, aproximadamente 2.000 veces mayor, y esta diferencia esta- blece una curiosa disimetria entre las dos especies de electri- cidad. En resumen, las investigaciones experimentales efectuadas an- tes de 1920 permiten considerar la electricidad como formada de corpasculos elementales puntuales 0 cuasi-puntuales, que s0- portan una carga eléctriea bien determinada y que poseen una ‘masa en reposo, igualmento bion definida. Vamos a explicar ahora cémo han tratado los fisicos de representarse la estruc- ‘tura de la materia, admitiendo que esté formada por agrezados de granos clementales de electricidad, y cémo esta tentativa, al introdueirnos en la arquitectura interna de la materia, nos ha hecho ver que los granos de electricidad poseen propiedades extrafias muy diferentes de las que pudieran esperarse de un imple corpiiseulo puntual. Asi nos prepararemos para entender mejor la evolucién reciente de nuestra concepeién de los cor- Piisculos elementales. Desde que la experioneia comenz6 a indicar Ia naturaleza dis- continua del fldido eléetrico, los tedricos se apropiaron esta idea y trataron de construir explicaciones fundadas sobre ella, Sir J. J. Thomson fué uno de los primeros en avanzar por esta, vin} pero fué sobre todo H. A. Lorentz quien traté de recons- truly toda 1a teorfa electromagnética, introduciendo sistems- ticamente en ella los electrones. No vamos a recordar aqui, en MATERIA Y 14z 89 detalle, todos los éxitos de In teorfa de Lorents, El mis bri- llante fué la previsién de los tripletes y los dobletes del efecto Zeeman normal, cuyo descubrimiento experimental (1896), con- firmando las ideas de Lorentz, suministré Ia prucba de que la materia contiene electrones negativos y permitié, inclusive, una primera evaluacién de la relaciOn entre su carga y su masa, Pero no se limité a esto la contribuei6n de la teoria de loa electrones : permiti6 volver a encontrar Jas leyes de la dispersién y de la difusién, prever un néimero importante de fenémenos electro- Gpticos ¥ magneto-6pticos, interpretar numerosas propiedades eléctricas y calorificas de los metales, ete, Con la teoria de la onda de aceleracién, hasta parecié mostrarnos claramente cémo nacen las radiaciones del movimiento de las cargas eléctricas contenidas en Ia materia. Sin embargo, no tardaron en dibujarse algunas sombras en el cuadro de 6xitos de la teoria electroniea. La mas inquietante surgié del estudio tebrico de la radiaeién de equilibria térmico. La teoria de los electrones permitia, en efecto, ealcular cual debia ser la reparticin de la energia entre las frecuencias en Ja radiacién que existe normalmente en el interior de un recinto mantenido a temperatura constante y uniforme. $i se analiza por medio de Ia teorfa electrénica la manera como se operan los eanjes de energia entre materia y radiaciOn, dentro de se- ‘mejante recinto, se llega a prever una cierta ley de reparticién espectral de las energias en la radiacién de equilibrio. Desdicha- damente, esta ley, la ley de Rayleigh-Jeans, no est de acuerdo con Ia experiencia: mientras que representa decorosamente los hhechos en el dominio de las bajas frecuencias, y de las altas tempersturas, es completamente inexacta para las altas freeven- cias y bajas temperaturas. Este fracaso de Ia teoria electronica era muy graye, porque la ley de Rayleigh-Jeans era la conse- ‘cuencia inexorable del conjunto de ideas entonces admitidas acerea dela naturaleza ondulatoria de las radiaciones y sobre In estructura discontinua de la materia y de la electricidad, Para llegar a una f6rmula diferente de la de Rayleigh-Jeans, ¥ que represente bien el resultado de las investigaciones experi- mentales, Planck se vié obligado a introducir su eélebre hipé- 90 LUIS DE BROGLIE tesis de Jos quanta, segrin la cual los electrones contenidos en In materia no pueden adoptar més que ciertos estados de mo- vimiento, Estos estados de movimiento particulares, 0 eatados cuantifieados, los ha determinado Planck por modio de regles fen cuyo enuneiado ha introducido la eélebre constante universal que tiene las dimensiones de una accién, y que desde entonces Hova el nombre de constante de Planck. No podemos desarrollar gui, en manera alguna, las grandes lineas de la teoria de los ‘quanta, tal como se ha constituido a eonsecuencia de los traba- jos do Planck; pero queremos insistir sobre la siguiente idea feseneial: al mostrar que los electrones contenidos en Ia materia se comportan muy diferentemente de los puntos materiales con- eebidos por In mecénica clisiea (0 incluso por la meciiniea rela~ tivista), la teorfa de los quanta ha indicado, ya en sus comien- z0s, que para representar la totalidad de las propiedades del electron, no bastaba la imagen un poco simplista del corpuiseulo pantual 0 cuasi-puntual, caracterizado tinicamente por su masa ¥ por su carga eléetrica, Las condiciones de estabilidad euantica impuestas por Planck y sus eontinuadores a los movimientos electrénicos en pequefia escala, hacen intervenir el conjunto de In trayeetoria deserita por el electron, como si éste se encon- trara simulténeamente presente en todos los puntos de esta tra- yectoria, Pero las consecueneias de este hecho importante no hhan aparecido sino poco @ poco en el espiritu de los fisieos, y durante mucho tiempo los te6ricos de los quanta se han conten- tado con emplear a la vex Ia imagen del electrén coneebida como un punto material y las condiciones de estabilidad euéntica que evan implicitamente la insuficiencis de semejante imagen. Este empleo simulténeo de concepeiones algo contradictorias, ha ser- vido de base al desarrollo de nuestros conocimientos sobre Ia estructura det tomo, y en particular a la célebre teoria a la que ha quedado vinculado el nombre de Bohr. Se anbe que en los primeros afios del siglo XX, los fisieos, con In certeza de que los cuerpos materiales se hallan formados de dtomos, han tratado de representarse la estructura de los Atomos de los diferentes cuerpos simples. La facilidad con que se pudieron extraer de la materia, en condiciones muy varias, ‘MATERIA Y Luz a chorros do electrones, les Hlevé a pensar que el electrén debe de ser una de las piezas esenciales de la arquitectura atémica, Ya se habfan hecho algunas tentativas para obtener emodelos» que permitieran representar las propiedades de los étomos, cuando las memorables experiencias de lord Rutherford y sus colabo- adores acerea de In desvincién de los rayos @ en su paso a ‘través de In materia, vinioron a suministrar la prueba de que fen el contro del tomo existe un micleo cargado positivamente ¥ de muy pequefias dimensiones en relaci6n eon el eonjunto del edificio atémico. Volviendo entonces a una antigua sugestiOn de J. Perrin, lord Rutherford propuso asimilar los étomos a pe- ‘quelios sistemas solares en miniatura, cuyo sol central levarfa una carga de eloctricidad positiva igual y de signo eontrario a tun miltiplo entero de la carga electronica, y en torno al cual gravitarian los electrones-planetas, de tal suerte que el con junto constituyera, en estado normal, un sistema eléetricamente neutro, Al pasar de un elemento quimico al siguiente, la carga del niicleo aumenta en una unidad y crece igualmente en una tunidad el némero de los electrones-planetas. Este modelo de tomo permitia interpretar de un modo satisfactorfo algunas de las caracterfsticas de los dtomos reales, pero choed también con graves dificultades. Los electrones intra-atémicos, al des- eribir érbitas planetarias en torno al sol positivo central bajo Ia aecién de Ia fuerza de Coulomb, debieron haber podido poseer, sexin la mecénica clésica, una infinidad de movimientos dife- rentes, ¥ ademés, segdn los resultados generales de la teoria de Jog electrones, debieran irradiar constantemente energia en forma de radiaciones de frecuencia continuamente variable, Los tomos serian entonces inestables y la materia se aniqui- laria répidamente; ademés, nada podria explicar el caréeter diseontinuo y Ia estructura siempre semejante a si misma de Jog espectros emitidos por los elementos. Para obviar estas diti- caltades, Bohr tuvo, en 1913, la idea notable de apliear al modelo de Rutherford no las leyes clésicas de la Mecéniea y del Electromagnetismo, sino las reglas nuevas de Ja teoria de os quanta, Admitié, en primer lugar, que los clectrones-pl netas no pueden deseribir mas que algunas de las 6rbitas pre- 92 WIS DE BROGLIE vistas por Ia aplicacién de las leyes clisicas, a saber, precisa- mente aquellas que satisfacen a Jos criterios de cuantificacién enunciados y utilizados ya por Planck, Admitié, ademas, que los electrones-planetas, mientras se hallan en sus érbitas cuanti- ficadas, no emiten radiacién ninguna, Io cual esté en oposicion formal con Ia teorfa clisica de la onda de aceleracién. Final- mente, Bohr admitié la hipétesis de que los electrones pueden cambiar bruscamente de trayectoria emitiendo bajo forma de radiacion una parte de su energia, y que la frecuencia de la radiacién se obtiene dividiendo la energia perdida por el elee- tron, por la eonstante de Planck. Sobre ostas bases levanté una teoria precisa cuyo sorprendente éxito es bien conocido de todos Jos que han seguido el desenvolyimiento de la fisiea eontem- pordnea, No solamente esta teoria explica la estabilidad del tomo y el earécter permanente de los espectros, sino que per- mite prever exaclamente la estructura de los espectros opticos ¥ de los espectros de rayos X, ealcular numérieamente la cons- tante de Rydberg y hasta prever la muy ligera variacién que experimenta el valor de esta constante cuando se pasa del hidré- geno al helio, ete. La teoria de Bohr, euyos postulados eseneiales han sido con- firmados por el estudio de los fendmenos de jonizacién por choque, ha permitido dar una primera explicacién de las pro- piedades quimicas de los elementos y de Ia periodicidad de estas propiedades, que se manifiosta cuando se recorre la lista de los elementos ordenados sexzin los pesos atémicos ereeientes. Perfeccionada en 1916 por Sommerfeld, que introdujo en ella Ia dingmica relativista en lugar de Ia dindmica clasica, dando cuenta as{ de una manera més detallada de Ia estructura de ciertos espectros, la teoria eusntica del Stomo ha podido prever de una manera correcta el efecto Zeeman normal, e interpretado por Ia teoria de los electrones de Lorentz, y el efecto Stark, del cual no existia ain interpretacién completa ninguna, Sobre la base de las ideas de Bohr se levanté asi todo un cuerpo de doctrina que lamamos hoy «la antigua doctrina de los quantas, cuyos éxitos fueron numerosos y que ha rendido un inapreeiable servicio a la fisica del Atomo, suministrando por vez primera un. MATERIA Y LUZ 93 esquema sistemético de él, Desde el punto de vista que aqui nnos interesa, lo que caracteriza la antigua teorfa de los quanta es yuxtaponer de una manera en el fondo muy poco logica, Ia concepeién del electrén-corptisculo que obedece a las leyes de la dinamica, y las nuevas ideas de la teoria de los quanta. Ahora bien, estas ideas nuevas llevan, segtin hemos dicho, & considerar las Grbitas cuantifieadas como una especie de uni- dades dindmicas que es menester tomar en conjunto, y esto no es ya compatible con la idea clésica de Ia érbita descrita pri gresivamente por un eorpisculo puntual, Ademés, al introducir niimeros enteros en las formulas de cuantificacién, la teoria de los quanta. nos obligaba a introdueir un clemento absoluta- mente incompatible con la estructura esencialmente continua de la antigua dindmica, aun corrogida por la relatividad, Ast el carécter bastardo de la antigua teorfa de los quanta no per- mitia considerarla como satisfuctoria, y se sintié la necesidad de construir un edificio més coherente. A partir de 1928, la aparicién de la nueva mecdniea ha mejorado considerablemente Ia situaeién, pero, segtin veremos, a costa de una modificacién profunda de nuestra concepeién del eleetrén, Antes de hablar de la mecénica ondulateria, vamos a mostrar que ya antes del nacimiento de esta mecénica, y aun conser- vando Ia hipotesis primitiva del electrén simple eorpiiseulo, no era ya posible caracterizarlo dnieamente por su masa y su carga eléctrica. Numerosos hechos experimentales de gran im- ortancia haefan ya indispensable atribuirle una rotacién in- terna y un magnetismo intrinseco, y esta sola complicaeién hu- bbiera bastado ya, independientemente de las que acabamos de citar, para mostrar cuén simplista era nuestra primitiva eon- cepeién de la unidad elemental de clectricidad negativa. Se sabe que las rayas luminosas emitidas por una fuente se ‘modifican si se coloea esta fuente en un campo magnético sufi- cientemente intenso. Es el efecto Zeoman descublerto por el 94 LUIS DE BROGLIE ilustre fisico holandés en 1896. Uno de los grandes éxitos de la teoria de los electrones fué el permitir a Lorenta una previ- sidn exacta del fonémeno descubierto por su eompatriota, Pero un estudio més extenso no tardé en mostrar que el efecto Zeeman, tal como habia sido previsto por Lorentz y observado por Zeeman, es, en realidad, completamente excepeional, Sélo si Ja fuente Iuminosa esti 'formada por ciertos cuerpos os cuando se observan en cierias rayas las modificaciones simples previstas por la teoria de Lorentz: en general, las modificaciones «que introduce en las rayas la presencia del campo magnético ‘son mucho més eomplicadas que lo que permite prever la teoria de los electrones. Se expresa esto diciendo que los efectos Zeeman anormales son mucho mis frecuentes que ol efecto Zeeman normal, y se debe solamente a un feliz azar el que Zeeman haya eafdo al comienzo de sus investigactones, sobre casos en que se ha realizado el efecto normal, Naturalmente Lorentz y sus continuadores han tratado de complicar la teoria primitive del ‘efecto Zeeman de modo que permita englobar en ella los efectos anormales, No lo han lograde, Cuando gracias a Bohr se eons- tituy6 la teorfa eudntica del étomo, se hubiera podido esperar que por esto nuevo camino so llegara a una teoria del efecto Zeeman que contuviera los efectos anormales, Nueva desilusién. La antigua teoria de los quanta, aplicada a la accion de un campo magnético sobre la emisién espectral de un atomo, lleva 2 encontrar exactamente los resultados de Lorentz. con perfecta previsién de los dobletes y tripletes del efecto normal y con la total imposibilidad de interpretar las anomaliss, Asi, pues, se manifestaba una segura ingutficiencia en nucstras teorias elec- ‘rnicas, Hechos anormales del mismo orden aparecieron en seguida enando el desarrollo de la teoria cudntica del tomo permitié prever y analizar con exactitud los espectros épticos y Rintgen do Jog elementos. La teoria de Bohr permitié interpretar Ja composicin de las series espectrales, por asf deeirlo, en primera aproximiaeién. Teniendo en cuenta los términos correctivos in- troducidos por la dinémica relativista, Sommerfeld obtuvo una segunda aproximacién que permitié prever de una manera MATHRIA. Y LUZ 95 detallada la cestruetura fina» de los espectros. Pero esta segunda aproximacién apareeié a sn ver como insuficiente: la estruc- tura real de los espectros es todavia mucho més complicada que Jo que prevé Ia teoria de Sommerfeld, cuando se examinan en detalle."Y entonces se pudo ver que Ia teoria cuéntiea, inclaso ampliada por, la introduccién de las correcciones relativistas, era impotente para dar cuenta entera de Ia riqueza de las series espectrales. Faltaba visiblemente algiin elemento indispensable. Reflexionando sobre estas dificultades, Uhlenbeck y Gouds- ‘mit tuvieron el gran mérito de comprender que procedian de Ia concepcién demasiado simplista del electron que se hallaba en la base del desarrollo de Ta teorfa endntiea del dtomo, Han propuesto considerar el electrén no como una simple carga eléetrica, sino también como un pequefio imén: ademés de su carga, el electron tendrfa, pues, un cierto momento magnético. Ademés, poseeria un cierto momento einético interno anélogo al momento einético de un euerpo sélido en rotacién en torno a un eje. Para dar una representacién intuitiva de estas nuevas Propiedades del corpisculo Uhlenbeck y Goudsmit lo imaginaron como una bolita de clectricidad negativa en rota- ein alrededor de uno de ua didmetros, y esta rotacién da rigen al momento cinético y al momento magnético intrinsecos, estrechamente vinculados asi el uno al otro, Después, guiados Por consideraciones que no podemos desarrallar aqui, precisi ron su hipétesis dando al momento magnético y al ‘momento cinético internos valores bien determinados que se expresan por medio de magnitudes frecuentemente encontradas en la teorfa de los quanta. Segtin estas ideas, el movimiento interno Gel electron esti cuantificado, y el momento einético corres- Pondiente yale Ia mitad de la undad cudntica usual de momento cinético, Introduciendo este conjunto de hipstesis suplementarins sobre el electrén en la teorfa eufintiea del étomo, Uhlenbeck y Gouds- mit pudieron mostrar que se explicaban las anomalias del efecto Zeeman, las estructuras finas supernumerarias de los espectros pticos y-Rentgen ¢ incluso otros fendmenos perturbadores de que no-hemos podido hablar antes y conoeidos eon el nombre 96, LUIS DE BROGLIE de anomalias giromagnéticas. Estos resultados, confirmados por Jos de otros investigadores, mostraron claramente In ne- cesidad de completar nuestra concepeidn del electrén en el sen- tido indicado por los dos fisicos holandeses, Asi, aun dejando de lado las dificultades inherentes a la interpretacién de los quanta, dificultades que pgrecian exigir el abandono, por lo menos parcial, del cardcter corpuscular del electrén, 1a simple asimilacién del electrén a un punto material cargado eléctricamente, aparecia insuficiente. Hl electron posee luna especie de movimiento interno con simetria axial, movi- miento cuantifieado, inseparable de su existencia misma! a esta nueva earacteristiea fundamental del electron se ha tomado la costumbre de lamarla con el nombre inglés de «spins. Aparte su masa y su carga eléctrica, el electrén posee una tercera pro- piedad igualmente fundamental, su spin, en el doble aspecto cinético ¥ magnético, Ninguna teoria completa de la unidad de Ja electricidad negativa puede ya ignorarla, Sin embargo, vamos @ prescindir por algunos instantes del spin, para exponer el desarrollo de 1a mecinica ondulatoria en su forma primitiva, No es posible comprender bien el origen de la meesnica ondu- latoria sin haber echado una répida ojeada sobre Ia evolucién de la teoria de la luz desde hace unos treinta afios. El hecho culminante de esta evolucién es la reaparicién de las eencep- ciones corpusculares en un dominio de que habian sido exeluidas hacia ya casi un siglo. Bl descubrimiento de los fenémenos de interfereneia_y de difraccién, las admirables construeciones tedricas de Fresnel, y la experiencia considerade como crucial, realizada por Fizeau y Foucault para medir la velocidad de Ia luz en el agua, parecteron mostrar definitivamente que la luz est formada de ondas, en las cuales Ia energia esté repar- tida de una manera continua. La antigua concepeién granular de In luz, que pudo enorgullecorse en el siglo XVIIT eon el apoyo de MATERIA Y LUZ 9T un Newton, fué abandonada y eayé casi completamente en olvido al final del siglo XIX. Con general sorpresa, tba a renaeer de sus cenizas porque se iban a descubrir fendmenos producidos por la luz y las demas radiaciones, fenémenos hasta ahora deseonocidos y cuya explicacién hace necesario un retorno a la concepcién eor- puscular. 1 més importante de estos fendmenos es el efecto foto- eléctrico. He aqui en qué consiste: cuando se ilumina un trozo de ‘materia, por ejemplo un metal, eon Juz o con rayos X, se ve que con frecuencia saltan electrones en movimiento répido. El estudio de este fendmeno fotoeléetrico ha mostrado que la velocidad de los electrones expulsados no depende més que de la longitud de onda de la radiacién incidente: s6lo el niimero de electrones expulsados depende de la intensidad. Ademés, la energia de los fotoelectrones varia en razén inversa de la lengitud de onda de a radiacién incidente. Todas estas leyes son completamente diferentes de las que hubiera podido hacer prever la teo- ondulatoria, y parecieron desde un prineiplo de muy dificil interpretacién. Einstein, reflexionando sobre estas difi- cultades cayé en cuenta de que para explicar el efecto fotoeléc- trieo, lacfa falta volver, por lo menos en cierta medida, una estructura corpuscular de Ins radiaciones (1905). Admiti6, pues, que las radiaciones estén formadas de corpiisculos que trans. Portan una energia inversamente proporcional a la longitud de onda y ha mostrado que las leyes del efecto fotoeléctrica se de- ueen facilmente de esta hipétesis. Otros fendmenos descubiertos més recientemente (efecto Compton, efecto Raman) han venido confirmar la hipétesia de Binstein, Se vié en seguida que podia darse razin de un cierto nimero de hechos, suponiendo que la energia luminosa esté dividida en granos, a los cuales se da hoy el nombre de . Esta invasién inesperada del atomismo en un dominio del cual se ereia haberlo expulsado totalmente, ha sido para los fisicos uma fuente de crueles conflictos. {Cémo conelliar, en efecto, esta nueva concepcién corpuscular de las radiaciones con el conjunto tan considerable y tan minuciosamente estudiado, de los fendmenos de interferoncia y de difraecién que sélo la teorfa ondulatoria parecia poder explicar? El examen de le 98, LUIS DE BROGLIE respuesta quo habia que dar a esta angustiosa cuestién ha side 1 origen de las concepciones extrahamente nuevas de la mecé- nica ondulatoria, La tinica manera de sulir de las dificultades concernientes @ Ja luz, era, en efecto, admitir que el aspecto corpuscular de Ia luz y su aspecto ondulatorio, tales como se revelan en las dife- rentes categorias de experimentos, son dos aspectos “comple- mentarios” (Ia expresién es de Bohr) de una misma realidad, Cada vex que una radiacién canjea energia con la materia, este eanje puede deseribirse como siendo la absoreién o In emisién de un fotén por la materia, pero cuando se quiere deseribir al desplazamiento de un conjunto de los granos de Inz en el espacio, hay que recurrir a la teoria ondulatoria. Ahondando en esta idea, se lego a admitir que Ia densidad de la nube de foto- nes asociada a una onda luminosa, debe ser, en todo punto, nece- sariamente proporcionsl a Ia densidad de esta onda lumiaosa, Se llega asi, si no a establecer definitivamente, por lo menos a entrever una especie de sintesis de las dos antiguas teorias ivales de la luz, en la cual podrian interpretarse a la vex las interferencias y el efecto fotoeléetrico, El gran interés de cesta sintesis es revelarnos que, por lo menos en ol easo de Ia luz, ondas y corpésculos son en la naturaleza aparicnelas estre- chamente vinculadas entre Pero si es asf para la luz, {no podria preguntarse st no ceurre lo mismo para la materia? Asi como el fatén no puede aaislarse de Ia onda que le esté asociada, {no deberd suponerse Que los corpasculos materiales estin también acompafiados iempre de una onda? ;No deberé estudiarse, en particular, si as propiedades algo extrafias, que Is teoria de los quanta habia Meado a atribuir al electrén, pueden interpretarse con- firiéndole un aspecto ondulatorio que completara el aspeeto cor- puscular, ya conocido? Tales eran las euestiones capitales que @l retorno de los corpiisculos a la teoria de Ia luz haefa plan- tearse, y cuyo estudio hizo nacer, hace poco més de diez ails, as concepciones fundamentales de Ia mecitiiea ondulatoria, Si se supone audazmente que on In naturaleza, ondas y cor- Piisculos estan siempre estrechamente asociados, el movimiento ‘MATERIA Y Lz 99 de todo eorptisenlo tendré que estar asoeiado con la propagacién de una onda. Fsta asociacién debe poder expresarse por rela- clones entre las magnitudes mecénieas, energia y cantidad de movimiento, que earactetizan el movimiento del eorpisculo, y las magnitudes ondulatorias, frecuencia y longitud de onds, por medio’ de las cuales puede deseribirse la propagacién de su onda asociada. Se puede establecer, en ofecto, estas relaciones, en una forma general que contenga el caso de los fotones eomo lun caso particular, Esta teorfa general de la conexi6n entre los corpiisculos y sus ondas asociadas forma In base sobre la eual se ha levantado la mecénica ondulatoria. Naturalmente no pue- do reproducir aquf, en detalle, Ios prineipios de esta mecdnica. ‘Me limitaré a recordar que, segin ella, la longitud de onda de Ja onda asociada a un eorpisculo varia en razén inversa de la velocidad de este corpisculo: es tanto menur cuanto mas rie Pido es el corpisenlo, Veunios ahora algunas consecuenclas de la niteva mecénica, euando se aplica al electrén. Cuando Ia onda asociada a un cor piisculo se propaga libremente en una regién de dimensiones grandes, respecto a la longitud dé onda, la nueva mecdnica conduce a atribuir al corpisculo el mismo movimiento que habia revisto 1a mecdniea eldsica. Hn particular es lo que acontece ara Tos movimientos de los electrones que podemos observar Girectamente, y por esto ol estudio de Ios electrones en gran escala condujo a considerarlos como simples eorptisculos, Pero hay casos en que las leyes eldsieas de Ia meciniea no iogran escribir Io que sucede, El primero de estos casos es aquél en que Ia propagacién de 1a onda ssociada est limitada a una regién del espacio, cuyas dimensiones son del orden de magnitud de la longitud de onda, Es o que acontece con los electrones en el interior del Stomo. La onda ascciada esta obligada entonces a adoptar la forma de una onda estacionaria, y Ia mecdnica on- dulatoria muestra que esta onda estacionaria no puede tener como longitud de onda més que ciertas longitudes de onda bien definidas por Ins condiciones mismas del problema: a estas lon- ssitudes de onde posibies de la onda asociada eorresponden, sogin as ideas generales de la nueva mecéniea, clertas energias post 100 UIs DE BROGLIE bles para el electron intra-atémico. Estos estados, los ‘inicos posibles con energia bien definida, corresponden exactamente a Ios estados de movimiento cuantifieados introdueidos por Bohr en su teorfa del dtomo, y fué un primer gran éxito de la mecénica ondulatoria haber explicado el hecho, hasta entonces ‘tan misterioso, de que estos movimientos sean’ los tinieos posi- bles para los electrones en el interior del atomo. Otro caso en que el movimiento del electron no puede seguir, ssegrin la mecénica ondulatoria, las leyes cldsicas del movimiento, ‘es aguel en que su onda agociada tropieza con obstdculos en el curso de su propagacién. Se producen entonces interferencias y el movimiento del corpisculo no puede tener ya analogia nin- ‘guna con el que podria prever la mecdnica clfsica, Para darnos cuenta de la manera eémo deben suceder las cosas, dejémonos gular por la analogia con la luz. Supongumos que proyectamos una radiacién de longitud de onda eonoeida, sobre un dispositi- yo susceptible de dar lugar a interferencias. Como sabemos que las radiaciones estén formadas de fotones, podemos decir tam- bién que enviamos un enjambre de fotones sobre el dispositivo en cuestiGn. En la regién en que se producen las interferencias, los fotones se reparten de tal suerte que se hallan concentrados alli donde es méxima la intensidad de la onda asociada, Si enviamos ahora sobre el mismo dispositive de interferencias, no una radiacin, sino un chorro de electrones de 1a misma velocidad y euya onda asociada tenga la misma longitud de onda que Ia radiacién primitivamente empleada, 1a onda interferind como en la primera experiencia, puesto que es Ja longitud de onda Ia que regula las interferencias, Es natural pensar, entonees, que os clectrones se concentrarén donde es méxima la intensidad de la onda asociada, y efectivamente es ésta Ia. previsiOn hecha or la mecéinica ondulatoria. Los electrones en Ia segunda expe- riencia deben, si son exactas las ideas de Ia nueva mecénica, ‘repartirse en el espacio como lo hacian los fotones en la primera experiencia, Si se puede establecer que de hecho es aaf, se habré Duesto en evideneia la existencia de la onda asociada al electron y suministrado a la meedniea ondulatoria una confirmacién experimental decisive, MATERIA Y LUZ 101 Esta confirmacién decisiva fué obtenida por vex primera en 1927 por dos fisicos americanos, Davisson y Germer, los cuales, enviando un haz de electrones ‘monocinéticos sobre un eristal de niquel, egaron a obtener fenémenos completamente anélo- ‘0s a los que se obtienen con rayos X. El mismo fenémeno fué observado en seguida y estudiado por un gran néimero de otros experimentadores, especialmente por el profesor G, P. Thomson. Hoy se obtiene y utiliza corrientemente en los laboratorios, El descubrimiento de este magnffico fendmeno ha llevado a una verificacién completa y cuantitativa de las ideas y de las f6r- mulas de la mecénica ondulatoria. Hemos adquirido asi una prueba directa de Ia concepeién segiin la cual el electrén no es un simple corpiiseulo: posee a la ‘vez un aspecto corpuscular ¥ un aspecto ondulatorio, y, sein los easos, os menester, para pfever los fenémenos en que inter- viene, considerarlo como onda 0 como corpliseulo. ;Cémo pueden conciliarse estos dos aspectos? Es lo que no vamos a explicar aqui en detalle: esta conciliacién exige nuevas concepciones su- tiles en que desempefian una funcién eseneial las probabilidades. Ademis, no es sélo el electrén el que es a la vez corpiseulo ¥ onda. Acontece lo mismo para el protén, como lo han mostrado fexperimentos mas recientes, y muy probablemente ocurre lo mismo con todas las unidades materiales. Asi, tanto para Ja materia como para la luz, el aspecto atémico y discontinuo de las entidades elementales est forrado por un aspecto continuo ¥ ondulatorio; y este descubrimiento ha modificado y enriqueel- do considerablemente la idea que nos haciamos del electrén. La mecdniea ondulatoria ha conquistado magnificos triunfos en la interpretactén del mundo atémico y sus aplicaciones han renovado completamente los métodos de Ia fisiea microseépica. Sin embargo, en su forma primitiva, presentaba dos importantes lagunas: por de pronto no era relativista y no podia aplicarse més que a electrones u otras particulas de velocidad pequefia | 102 LUIS DE BROGLIE respecto de la luz; y ademés no atribufa al electrén las propie- dades caracteristicas del spin, y se limitaba a considerarlo, en su aspecto corpuscular, como um punto material electrizado, Era evidentemente necesario encontrar una forma més general de la mecénica ondulatoria que satisfieiera las exigencias del pri cipio de relatividad, y fuera aplicable por tanto a partfeulas de toda clase de velocidades, y contuviera finalmente el spin del clectrén. Esta tentativa ha sido Ievada a feliz término por Dirac. La mecénica ondulatoria primitiva representaba la onda asociada al electron por una funcidn escalar. Siguiendo una idea propuesta por Pauli, admite Dirac, que la onda asociada al electron debe representarse por una funeién con varios eom- ponentes. Sus razonamientos le condujeron 9 admitir que el ni ‘mero de estos componentes es cuatro, y ha sabido encontrar las cuatro ecuaciones en derivadas pareiales simulténeaa, a las cuales debon obodecer estos. cuatro componentes. Mientras la ‘meciniea ondulatoria primitiva representa Ia onda del electrén Por una sola funcién escalar que satisfaco a una ecuselén en derivadas parciales de segundo orden del tipo clisico de la ecua- cign de ondas, la teoria de Dirac representa Ia onda agociada al electrén por una funeién de cuatro componentes, cuyo conjunto obedece a un sistema de cuatro ecuaciones de primer orden. Lo yerdaderamente notable en esta nueva mecdnica ondulatoria del electrin, es que habiendo obtenido las ecuaciones de propa- gacién por razonamlentos muy generales en que no interviene para nada la cuestién del spin, resulta que, sin més, se ha i trodueido el spin y sus consecuencias. En efeeto, el estudio de las ecuaciones de Dirac muestra que éstas conducen aitométicn- mente a atribuir al electrén las propiedades de rotacién propia ¥ de magnetismo propio, imaginadas por Uhlenbeck y Goudsm: ‘Asi, mientras que la mecéniea ondulatoria primitiva permanecta impotente, al igual que la antigua teorfa de los quanta, para prever las anomalfas del efecto Zeeman y Ia complicacién de las estructuras espectrales finas, las ecuaciones de Dirae permi- ten prever estos fenémenos con toda exactitud. Asi la teorfa de Dirac nos suministra la imagen més completa del electrén ue poseemos hoy: le atribuye, en efecto, por un Iado un ‘as- MATERIA ¥ LUZ 103, ecto corpuscular que implica masa, carga eléetrics, magnetis- mo y rotacién propios, y por otro un aspecto ondulatorio que dda cuenta de la difraccién por los cristales y del comportamiento del electrn en los sistemas atémicos, aspecto ondulatorio en que las propiedades del spin se tradueen por una cierta anisotro- pia de Ia onda asociada. ‘Tenemos que insistir sobre una particularidad de Ia teorfa de Dirac, que ha conducido a eu autor a la previsién de la exis- tencia de electrones positives, previsién verifieada poco después. ‘Nos referimos al hecho de que las eeuaciones de Dirac admiten soluciones de energia negativa a las cuales corresponderian, para el electrén, movimientos dotedos de propiedades parado- jieas, movimientos cuya existencia jamés ha sido observada, Parecia haber aqu{ una grave dificultad: la teoria de Dirac era demasiado rica en posibilidades. Dirae mismo augirié una manera ingeniosa de salir del paso. Observando que, segdn el principio de exclusién de Pauli, no puede haber més que un electrén por estado, imagina que todos Ios estados de energia negativa estén normalmente ceupados en todo el universo por los electrones. Resulta de ello una densidad uniforme de elec- trones de energia negativa, y Dirac supone que esta densidad uniforme es inobservable. Para dar razin de la existeneia de electrones observables, habr& que suponer que hay en elu ‘verso mis electrones que los necesarios para eubrir todos los estados de energia negativa y que el excedente ocupa los osta- dos de energia positiva y constituye el conjunto de electrones denunciables por la experiencia. Pero aqui os donde interviene una idea nueva que ha permitivo a esta concepeién, un poco artificial a primera vista, Hevarnos a un gran éxito. Nada impi- de imaginar que bajo una accién exterior cualquiera, uno de los electrones de energia negativa pueda pasar a un estado de energia positiva: hay entonces aparicién simultnea de un elec- ‘trén experimentalmente denunciable y de un agujero o laguna en Ia distribueién de los electrones de energia negativa. Ahora bien, Dirac ha mostrado que esta laguna se comporta como un corptsculo que tuviera la masa del electrén y una carga eléc- trica exactamente igual y de signo contrarlo, Habria, pu 104 LUIS DE BROGLIE en ciertos casos excepcionales, posibilidades de crear un «par» formado por un electrén negativo y un electron positivo, Esta teoria de los cagujeross, de Dirac, hubiera dejado, sin duda alguna, eseépticos a muchos ffsicos, si la experiencia no hubiera venido inmediatamente a suministrar una notable confirmacién. Los magnifieos trabajos de Anderson, de Blackett y de Occhia. lini han mostrado, en efecto, que cn condiciones exeepcionales (aceién de los rayos edsmicos) so ven manifestarse clectrones ositivos. Estos electrones positivos 0 positones se estudian hoy en todos los Iaboratorios. Las concepeiones de Dirac condueen a prever quo los positones deben de ser inestables y tender a desaparecer al contacto com In materia: se coneibe, en efecto, que si un agujero se encuentra en presencia de un electrén negativo, éste podra Henar el agujero por una transicién acompaniada de radiacién y habré entonces desaparicién de dos electrones de sigmo contrario. Esta inestabilidad de los positones parece estar probada por las magnificas experiencias de J. Thibaud, confir- ‘madas por las de Joliot. ‘Tanto el electrén positive como el negative, poseen un spin yocurre muy probablemente Io mismo con todos los eorptiselos elementales de la materia tales como, por ejemplo, el neutrén descubierto casi al mismo tiempo que el positén. Paxece proba- ble que todos los corpusculos elementales tienen no solamente el doble aspecto corpuscular y ondulatorio, sino también las propiedades de spin, hondamente ligadas, sin duda, a la exis- tencia misma de Ia materia. Asi, ahondando en el estudio de las propiedades del electrén, hemos llegado a desgajar caracte- rea generales que deben pertenecer a todos los corpiiseulos ele- mentales y cuya mejor expresién matemética son, al presente, Ins ecuaciones de Dirac. ‘Hemos visto eémo la eoneepeién duatista de la luz que une los fotones a las ondas luminosas, sirve de guia para edificar Ia ‘mecénica ondulatoria. El-fin inicial de esta mecéniea era sumi- nistrar una teorfa general de la conexién entre ondas y cor- MATERIA ¥ LUZ 105 piisculos, aplicable tanto a la luz como a la materia, a los fotones como a los electrones. ¥, sin embargo, Ia meednica ondulatoria en su forma primitiva no nos suministra, en modo alguno, las bases de una teoria satisfactoria de la luz, en su doble aspecto: corpuseular y ondulatorio. {Por qué? En primer Ingar, porque esta mecdnica primitiva, por no ser relativista, no es aplicable sino a corpisculos de velocidad pequefia respeeto de Ia velocidad de la luz, y por tanto no puede aplicarse a los corpisculos de que esté constituida la luz. En segundo lugar, la mecénica on- dulatoria primitive utiliza una onda escalar © isdtropa; no contiene Ios elementos de la simetria necesaria para poder ex- pliear Ia polarizacién de la luz. Finalmente, tampoco nos sum nistra medio alguno de dar @ Ia onda luminosa el eardcter electro magnétieo de que sabemos con certeza que esté dotada, desde Maxwell y Hertz, La situacién se modifies al aparecer la tooria del electrén do Dirac. sta, en efecto, es relativista y por ello aplicable al fotén. Ademés introduce una onda cuyo earfcter anisétropo no deja de tener analogias con In polarizacién luminosa. En fin, esta teorfa asocia al corpisculo magnitudes clectromagnéticas derivadas de su momento magnético propio, y que no dejan de tener analogias de su momento magmnético propio, y que no dejan de tener analogias con los campos de la onda electromag- nética maxwelliana. Se podfa, pues, esperar que aplicando al fotén las ecuaciones de Dirac, se obtendria una teoria dualista satisfactoria de la luz. En realidad no ha sido asf, y sin entrar quien detalles, nos contentaremos con decir que un fotén construfdo sobre este modelo no tendria més que la mitad de In simetria necesaria para una buena teoria de la luz. Hecha esta observacién, el autor de estas lineas ha desarrollado re- elentemente una teoria de la luz en la cual el fot6n ests con- jiderado no como un tinico corpiseulo de Dirac, sino como un par de corpisculos de Dirac anilogo al par formado por un electrén negative y un electrén positive. Esta eoneepelén con- duce, cuando menos por lo que concierne a la propagacién de In luz en el vacio, a resultados may satisfactorios. Se eneuen- tran las propiedades de polarizacién de la luz y se logra at 106 WIS DE BROGIE precisar la relacién real y profunda que existe entre el spin ¥ la polarizacién. Se logra también vineular al fot6n un cam- po electromagnético completamente idéntico 2 aquel por el cual Maxwell represent In luz. No vamos a insistir aqui sobre esta nueva teoria de Ja luz. En especial no vamos a diseutir Ia cncstion de saber si los dos corpiisculos que ella supone no deben ser identificados con esos neutrinos enya existencia invoean hoy los tedricos para dar razon de la no conservacién aparento dela energia des- pués de la emisién de los espectros continuos ¢ de los cuer- pos radiactivos, Quisiéramos solamente lamar la ateneién sobre la curva majestuosa que habria deserito el pensamiento de los fisicos si esta nueva teoria se confirmara definitivamen- te, Partiendo de la idea simplista del electrin eonsiderada como un punto material cargado, se habrian visto obligados, pata ex- plicar los Zenémenos cusntieos, a extender al electrén Ia doble naturaleza observada en la luz y a crear la mocfniea ondulato- ria: después, para absorber en Ja mecéniea ondulatoria las pro- ‘dades del spin necesarias para la explicacién de toda una eategoria de fenémenos, habrian tenida que eomplicar esta nue- ‘va mecéniea levandola a la forma de Dirae. Y entonees, por tun extraiio retorno, esta mecdnica ondulatoria perfeccionada, volviendo hacia su origen, servirfa a su vez para constituir Ja teoria dualista de la luz que une en un todo armonioso el fo- ‘én, la onda luminosa, la polarizecién y el campo electromagné- tico maxwelliano, Pero dejemos estas consideraciones todavia hipotéticas, He- ‘mos visto en este estudio e6mo nuestra concepeién del electrén hha evolucionado complicéndose y enriqueciéndose desde hace ‘cuarenta afios. Y,como ocurrecasi siempre, hemos eomenzada por adoptar una imagen demasiado esquemétiea. Poco a poo ha sido preciso modificarla introduciendo en ella nuevas complejidades, con frecuencia perturbadoras para nuestros invetorados hab tos de pensamfento. Pero si hemos perdido asi la bella simpli eldad de los comienzos, jeuénto hemos ganado, en cambio, en conceimientos nuevos y en capacidad de clasifiear y eonectar Jos hechos fisicos de Ia escala atimica! EL ESTADO DE LA ACTUAL TEORIA ELECTROMAGNETICA 1. Idea general de ta teoria clectromagnética eldsiea, A fines del siglo XVIII y en Ia primera mitad del XIX, los trabajos de Coulomb, Volta, Ampire, CErsted, Laplace, Fara day, para no citar miis que algunos de los nombres mas grandes, hhan dado a conocer las leyes de los'campos eléctricos y magnéticos, de las corrientes y de las relaciones mutuas entre eampos, eargas ¥ corrientes. Vino después el gran Clerk Maxwell que, genera- Mizando y sistematizando las leyes descubiertas por sus predece- sores, constituyé le teoria electromagnétiea euyo rasgo més sa- Hente es englobar en su seno toda Ia teoria de Ia luz conside- rada como un fenémeno electromagnético. Las ecnaciones fundamentales que son la base de la teorfa clectromagnética son simplemente Ia traduecién inmediata de las grandes leyes experimentales, que Maxwell ha completado, en una intuicién genial, introdueiendo Ia corriente de despla zamiento. Recordemos la forma de estas ceuaciones fundamen- tales empleando el sistema de unidades de Heaviside y desig- nando por c la constante universal igual a la velocidad de Ix luz en el vacfo. En ausencia de todo cuerpo susceptible de pola- inaci6n eléctrica o magnética estas ecuaciones son: sae eda divH=0 wtH=2/ +3 0s. LUI DE BROGLIE donde F dosigna el campo eléctrico, Hf el campo magnético, J el vector densidad de corriente eléctrica» yp la densidad de car- a cléctrica, dofinidas en la escala macroseépica. Las términos aus contienen p y J en las ecuaciones de Maxwell traducen la manera como reacciona la presencia de las eargas y de las co- rrientes sobre el campo electromagnético. En el espacio vacto 17 on tay dctomiea hts rasa En 2a Ss Pendamesiaes Gea Ue cepa Corse sibke Sesertee ena, os Saute aera Zana Eegeal i'n anc geess sana So seapoa ts eset has edad cms tn cates ieeiceng¢ a Sccaubrene RE So ees Se oice wah tie slates eee SERN candies ae caste tas mas arriba, extendiéndolas al caso de cuerpos susceptibles Er pacsisder Uestca c mpustctt inp oe Roane me cs sabido, la induceién magnétien Hy Ia induceién eléctrica ‘que pueden muy freeuentemente ser consideradas en eada pun- to como proporcionales al campo magnético y eléctrico respecti- vamente, Las ecuaciones fundamontales se eseriben entonces: ae 1(@ 43) oot = 1 (OF ra vy _1aB die Dp mth —1% que son también la traduccién analitica de las leyes experi mentales elésicas, ‘Las grandes leyes de la teoria electromagnética contenidas en las ecuaciones fundamentales, tienen que completarse todavia ‘con las leyes que dan la accién mecanica de los campos sobre las corrientes y las cargas: una carga eléctriea © eolocada en un panto en que el campo eléetrico es h, sufre una fuerza mecé- MATERIA Y Luz 109 nica igual a eh; y un elemento de corriente de intensidad Ty de longitud ds colocado en un punto en que el eampo magnético 6-H sufre una fuersa mecénica igual a! (fj ds, donde los corehetes representan un producto exterior. Se obtiene asf un sistema que representa de modo completo las relaciones mutuas entre los campos, las eargas y las corrien- tes, tales como se revelan en Ia experiencia corriente en escala grande. El sistema asi formado satisface a los principios de conservacién de la energia y de Ia cantidad de movimiento, a condicién de atribuir al campo electromagnético una densidad de neta inal a} (LH) yu denied de cnt de o- vimito tou! a + (i, yor lo mens fuera de tn exes polarizados. La hipétesis de una cantidad de movimiento locali- ‘ada en el campo electromagnético conduce a prever la existen- cla de la presién de In radiacién ejereida por la luz sobro los obstaculos que encuentra, previsiones que, como se sabe, han sido confirmadas por experiencias muy delicadas. La teorfa electromagnética de Maxwell extendida y precisada por los trabajos de Hertz ha cobrado grandes triunfos en el do- minio de los fenémenos de escala grande, es decir de todos los fenémenos clectromagnéticos en que no interviene la estruc- tura microseépiea de la materia. El més conocido de estos triun- fos es la previsién de la existencia de radiaciones herteianas ue prolongan la gama de las radiaciones luminosas ¢ infrarro- Jas del Indo de las longitudes de onda erecientes, y la interpre- tacién de sus propiedades. No vale la pena de recordar que las propiedades de las radiaciones hertzianas han encontrado en la telegrafia sin hilos un inmenso eampo de aplicacién. Pero la teorfa clectromagnética bajo la forma de Maxwell-Hertz no Podia explicar completamente las reaeciones entro Ia materia y las radiaciones, deseribir por ejemplo la emisién y Ia ab- Sorcién de las radiaciones por los cuerpos m:

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