DIALOGO MiSTICO: PSEUDO-DIONISIO
EL AREOPAGITA Y RAMON LLULL.
Ernesto PRIANI SaisO
Facultad de Filosofia y Letras
Universidad Nacional Auténoma de México
Hallébase Ram6n molesto en una tiniebla que intentaba comprender sin
ningun resultado. La tiniebla era y seguirfa siendo inescrutable y, asf lo
quisiera Ram6n, no podfa discemir ni la parte ni el todo de aquélla.
Grandiosa, indefinible, beatffica y divina, la tiniebla era eso, sélo luz
intensfsima que hacfa imposible mirar, que cegaba, que hundfa en las ti-
nieblas los ojos. Pero Ramon segufa, detenido o en marcha iquién lo
sabe?, pero segufa sumido en aquella tiniebla.
Intuy6 en ella una presencia. En medio de su confusién, Ramén se
afan6 en mirar a través de aquella luz obscura, cierto de que en algin lu-
gar de esa oscuridad, algo 0 alguien, hacfa esfuerzo parecido.
Pens6 que podrfa ser Dios, y tuvo un instante de arrobo, pero al fin,
cobrando valor, pregunté:
{Qué es lo que presiento en esta tiniebla?
Y una voz, m4s humana que divina, respondié:
Lo que ves sin ver y te ciega ilumindndote es a mi, a Dionisio.
¢Acaso aquél —pregunté Ramén— que predicara junto a Pablo en el
Are6pago.
Mentiria si lo niego, —dijo el otro— tanto como si lo afirmara.
A este punto Ram6n no supo ya cémo continuar la charla. Entonces
Dionisio le pregunt6:
Pero td, {qué haces aqui?
Busco a mi amado.
Y gquién es tu amado?
Mi Amado —respondié Ramén— es cuerda que ata dulcemente ha-
ciendo coincidir en é1 todo lo que pienso y todo lo que deseo.
6970 Emesto Priani Sais
éNo estar4s pensando...?
Muchos nombres tiene mi amado, infinita bondad, virtud, esperanza,
grandeza, gloria...
Esta tiniebla —afirm6 Dionisio en alguna parte.
No... —dijo Ram6n— un Amado...
I
Detraés de esta conversacién imaginaria entre Ram6n Llull y
pseudo—Dionisio el Areopagita se esconde un problema que va mas
alld de la sola denominacién de la divinidad y de lo que se ve 0 deja de
verse cuando uno ha ascendido hasta ella.
La disyuntiva entre Tiniebla o Amado no se refiere a la naturaleza de
ese objeto absoluto que no agota ningdn nombre; se refiere en realidad,
a una divergencia en cuanto ala experiencia mistica, al camino de as-
censo y al encuentro con el ser anhelado.
Nos encontramos asf con lo que parecen ser dos experiencias, una
que va en pos de la Tiniebla y otra que lo hace en busca del Amado; i
no podemos menos que Preguntarnos, un tanto inocentemente, si se tra-
ta de una diferencia en el trayecto, que es siempre individual, o si esta
diferencia se extiende hasta el extremo de que s6lamente una de las vfas
encierra una auténtica experiencia mistica 0 si s6lo una conduce eficaz-
mente a la divinidad.
Tendremos que desechar el problema de la eficacia Porque no esta-
mos aquf para iniciar un proceso de ascenso colectivo hacia Dios, pero
Propongdmonos, al menos, tratar de ahondar en Ia naturaleza de la
disyuntiva entre Tiniebla y Amado.
El texto de la Teologia Mistica nacido de manos de alguien que se
hacfa pasar por el Dionisio convertido por san Pablo al predicar en el
Are6pago —y que para enojo de Voltaire plagié también todos sus mi-
Jagros— tiene un lugar primordial dentro de la tradicion mistica cristi;
na y es frecuente, sino invariable, que se presente como el texto funda-
dor del pensamiento mistico reconocido por la Iglesia,! al Punto de que
el mismo san Juan de la Cruz asocia su célebre Noche Oscura con la ti-
niebla dionisiaca en una pura biisqueda de oscuridades.
"A propésito de Ia importancia de la obra del pseudo—Dionisio, véase Sparrow—
Simpson, (“The Influence of Dionysius”),- Didlogo mistico fa
___ Sin embargo, la Tiniebla indiscutiblemente presente en toda la tradi-
_ cién mfstica como interpretacién de pasajes del Exodo, no es aqui el
_ centro de la divergencia. Ram6n Llull (Libro del amigo, § 288, 103)
por ejemplo, se hace eco de esa tradici6n aunque inviertiendo el sentido
de lo que es luz y lo que es oscuridad:
Con alta voz decia el amigo:“Mi Amado es Ia luz inmensa y bajo
su sombra es donde vivimos; es inaccesible, pero a él se acercan
los humildes, y es incomprensible, y le alcanzan los simples.
Comparad, pues, humildad y aprended simplicidad, para que de la
tiniebla pasets a la luz”.
En esta cita del Libro del Amigo y del Amado encontramos una dife-
rencia en cuanto a la denominaci6n de la divinidad como luz y no como
tiniebla, que muy fcilmente puede ser traducida a los términos usados
por pseudo—Dionisio sin que ello rompa la coherencia del discurso
m(stico luliano.
Pero esto no ocurre y no puede ocurrir con el Amado.
Si seguimos a Ramén Llull en su Libro de la Filosofia de amor
(240) la divinidad es considerada Amado, en tanto que amante, amable
y amor; es decir, como agente paciente y nexo, en su relacién con el
hombre, pero con un hombre que es su igual, a la vez amante, amable y
amor. De ahf que Lulio recurra a la imagen del amigo y el Amado, y no
al de esposa y esposo, para subrayar, justamente, la ausencia de subor-
dinaci6n de uno al otro.
En este sentido, la divinidad es nombrada a partir de la relacién mfs-
tica y no como ser independiente de ella. Es mds, la divinidad luliana es
amado, en la medida en que s6lo am4ndolo puede ser a la vez vivido y
conocido.
Pero el amor no aparece en pseudo—Dionisio ni dentro de la nocién
de Tiniebla, ni como atributo de la divinidad y ni es mencionado, si-
quiera, en alguno de los cinco pequefios capftulos que conforman la
Teologia Mistica.
En realidad, si pasamos por alto que la imagen de la Tiniebla es uti-
lizada por pseudo—Dionisio para hablar de algo que no puede ser defini-
do por los elementos habituales del conocimiento, y entre ellos los con-
2 Respecto a la tiniebla o rayo de tiniebla como interpretacién del Exodo en la
tradicién, cf. Puech (Gnosis, 180 ss.)..