You are on page 1of 338
COMBATE ESPIRITUAL, POR EL V. P. D. LORENZO ESCUPOLI, DEL ORDEN DE LOS PP. CLERIGOS REGULARES DE SAN CAYETANO. FRADECEDO BBL ITALIANO POR D. DAMIAN GONZALEZ DEL CUETO, y Feducido a la pureza del original por el padre D. BAMON GUNINEL, del mismo érden. NUEVA EDICION CORREGIDA CON ESMERO. TOMO I. Con aprobacion del Ordinario. LIBBEBIA BELIGIOSA. Mayo de 1880. Vos hodie contra inimicos vestros pugnam committi- tis: non pertimescat cor vestrum, nolite metuere, nolite cedere, nec formidetis eos quia Dominus Deus vester in ‘medio vestri est, et pro vobis conira adversarios dimica— bit, ut erwat vos de periculo. (Deuter. xx , 3 et 4). Vosotros entrais hoy en batalla contra vuestros enemi— 0S: no desmaye vuestro corazon, no os intimideis, no volvais pié atrés, ni les tengais miedo; porque el Sefior Dios vuestro esta en medio de vosotros, y peleara por vosotros contra los enemigos , para sacaros del peligro. ELOGIOS DEL COMBATE ESPIRITUAL, sacados de las obras de san Francisco de Sates, Obispo de Ginebra, y su discipulo el Ilmo. Camis. El Combate Espiritual es uno de aquellos li- bros excelentes, cuyo solo titulo es su mayor elogio. Los hombres mas eminentes del siglo xvii se han derramado en sus alabanzas ; pero la mayor prueba de su excelencia y precio, son las que ha merecido de san Francisco de Sa- les, el cual lo proponia como unica instruccion alas almas que aspiraban 4 la perfeccion cris- tiana, como se vera en los honresos elogios.que este gran Santo le hace, especialmente en sus cartas. En el libro de Ja Introduccion 4 la Vida Be- vota, llamado comunmente Ja Philotea, en la parte segunda, capitulo xvi, encomienda el Santo la leccion del Combate Espiritual, y le propone con algunos libros de Santos Padres, y 1 T. 1L.— Xvi. VI de autores muy ilustrados, y que fueron dotados de grande sabiduria en materia de espiritu. En las cartas del mismo Santo, parte primera, libro 1, carta 32, instruyendo’a una viuda enel modo de servirse de la imaginacion para medi- tarla dice: El libro del método de servir d Dios es muy bueno; pero confuso,.y'no 08 conviene : el Combate Espiritual trae con mejor orden, mejor claridad , y con distinction , lo necesario para vuestro provecho.- En la carla 55, dando algunos consejos 4 una viuda, dice: El Combate Espiritual es un gran libro: yo quince afios que le llevo continuamente en el bolsillo, nunca le he leido sin sacar algun provecho. En la misma parte, libro im, carta 46, prescri- biendo algunos ejercicios de devocion 4 una sefiora casada, dice en el fin: Leed frecuente- mente el Combate Espiritual , yo os encomiendo mutho este libro. En la segunda parte, libro rv, carta 94, escri- biendo 4 una viuda, y exhortandola 4 la sim- plicidad y pureza de corazon, y 4 no desear con robrada eficacia verse libre de las tentaciones, ladice: Amada hija mia, leed el capitylo xxix (en la presente obra es Lix) del Combate Espiri- tual, que es mi libro favorecido y privilegiado: yo hé diez y ocho aitos que le Wevo siempre con- migo, y no le leo jamds sin fruto y provecho. Vil Julio 24 de 1607. Esta carta se registro en los Pprocesos de la beatificacion y canonizacion del Santo. . : En la misma segunda parte, libro v, carta 48, exhortando 4 una Religiosa Abadesa 4 la paz interior , dice: Amada hija mia , leed los capi- _tulos xv , xvi yxvui del Combate Espiritual , y unid su doctrina é lo dicho: y esto basta por ahora. En el mismo lugar , carta 75, escribiendo 4 una sefiora viuda, y consolandola en la muerte de un hijo suyo, dice: Conviene que hagamos una vez en la semana un ejerctcio particular de querer y amar mas vigorosamente la voluntad de Dios ; esto es, mas tiernamente y mas amorosa- tmente que ninguna cosa del mundo; y esto no so- lamente en los accidentes que nos parecen tole- rables , sino tambien en los mas insufribles. Vos hallaréis un no sé qué para este intento en el Combate Espiritual ; que es et libro que tantas neces 08 he encomendado. Hija mia, para decir Ja verdad , esta doctrina es alta ; pero Dios , que nos la dicta y ensena en este libro, es altisimo. El Iustrisimo Seior Don Pedro Camis, Obis- po de Belley , en el libro que intituld : E) Espi- ritu de san Francisco de Sales, parte tercera, seccion x1i, que se titula del Combate espiri- tual, dice: Este libro todo de oro (habla del libro de la Imitacion de Cristo) ewcede & toda alaban- Vat za; pero con todo esto no era este el libro que aconsejaba mas nuestro Padre, sino el Combate Espiritual: este era su libro privilegiado y fa- vorecido. El mismo autor en la parte séptima, seccion vil, que tiene por titulo: De los libros de Devo- cion, dice: Tres libros pequefios de devocion eran los que nuestro Santo tenia en alta estima- cion: el primero era el Combate Espiritual: este, hermanas mias , es el libro de que tantas veces os he hablado : este es el libro que os encomendé tan particularmente el mismo Santo , y que en- comendaba con particular estudio d sus discipu- los , confesdndoles que lo habia ilevado consigo diez y siete aftos, continuos , leyendo todos los dias algun capttulo , y siempre con nuevas luces del cielo. EI mismo autor en el libro citado, parte de- cimacuarta, seccion xv, que tiene por titulo: Consejo & un Director espiritual, dice: Yo le pregunté un dia gquién era su director 6 maes- tro de espiritu? y me respondié , sacando ‘del bolsillo el Combate Espiritual : Este es el que con la divina asistencia me ha gobernado desde mi juventud : este es mi maestro en las cosas de esptritu y dela vida interior. Después que sien- do estudiante en Padua un Padre Teatino me did noticia de él, y me aconsejé le leyese , he se- guido su parecer y me hatlo muy bien conél. Fue 1x compuesto por una persona muy grave de agtella Tlustre Congregacion, que oculté su nombre par- ticular , y le dejo correr con el de su Religion, que se sirve de él en la misma forma que los VV. PP. de la Compafiia de Jesus del libro de los Ejercicios de su Santo P. Ignacio de Loyola. Nora Hemos suprimido algunas citas de san Francisco de Sales por creer bastantes las que van puestas, y tambien las de los otros au- tores que se han esmerado en elogiar el Combate Espiritual para no fastidiar 4 nuestros lectores. ( Nota de les Editores). Google XI AL SUPREMO CAPITAN © J gloriosisimo triunfador JESUCRISTO, HISO DE MARIA SANTISIMA Y SENOR NUESTRO. Siempre agradaron, Seftor, 4V.D.M. los sacrificios y ofrendas que los mor- tales hacen con pura intencion de vues- tra santisima gloria: por esta razon os ofrezco este breve tratado del Comba- te Espiritual. No me desanima que la ofrenda sea pequeiia : porque no igno- TO que sois aquel sublime Sefior que se deleita en las cosas humildes y despre- cia las grandezas del mundo, sti ambi- ~ cion y sus vanidades. Pero, ,cdmo pudie- xu rayo, sin grave delrimento mio, y sin que se me imputase 4 culpa, dedicarle 4 otro que 4 V. D. M., Rey del cielo y de la tierra? Los documentos de este libro salieron de vuestra escuela, y vuestra es su doctrina ; pues nos ensefiais y man- dais que -~ Desconfiando de nosotros , Confiemos en Vos, Combatamos, y oremos. Ademis , en todo el Combate se necesita de un cabo experimentado que guie los escuadrones, y anime los soldados, que tanto mas valerosamente pelean , cuanto creen mas invencible al capitan, debajo decuya bandera militan; y gno tendréne- cesidad de un valeroso y experimentado caudillo este Espiritual Combate? A Vos, pues, poderosisimo Jestis , escogemos por nuestro capitan, todos los que estamos resueltos 4 combatir con nuestras pasio- nes , y 4 vencer 4 nuestros enemigos: 4 xn Vos, digo, que habeis vencido al mundo y al principe de las tinieblas, y con vues- tra preciosisima sangre y sacratisima pasion y muerte habeis fortalecido la fragilidad de los que valerosamente pe- learon, y peleardn hasta la fin del mun- do. Cuando disponia, Sefior; y ordenaba este Combate, me ocurrian 4la memoria aquellas palabras de vuestro vaso de elec- cion: Non quod suficientes simus cogita- re aliquid & nobis, quasi ex nobis‘; que sin Vos y sin vuestra asistencia, no po- demos tener un solo pensamiento que sea bueno; ,cémo, pues, podrémos solos pe- lear con tantos y tan poderosos enemigos, yno caeren las ocultasredes que tienden, ni en los lazos * que para nuestra ruina disimuladamente nos arman? Vuestro es, Sefior, este Combate por todas razones; porque, como he dicho, vuestra es su 1 Cor. m, 5. 2 Psalm. cxxxix, 6. . XIV doctrina, y vuestros son los que militan en esta espiritual milicia , entre los cua- ._ les estamos alistados los Clérigos Regla- res Teatinos; y asi postrados todos 4 vuestros sacratisimos piés , os pedimos que acepteis ésta ofrenda, y recibais este Combate , moviendo siempre , y esfor- zando nuestra flaqueza con el auxilio de vuestra gracia actual, para pelear gene-. rosamente ; estando, como estamos cier- tos, que combatiendo Vos en nosotros *, Y con nosotros, alcanzarémos la deseada victoria , para gloria vuestra y de vues- tra madre, Maria santisima nuestra Se- flora. Vuestro mas humilde siervo, redimido con vuestra preciosisima sangre, Lorenzo Escupoli, C.R. t Judit. v.—S. Ciprian. ad Martir, et Gonfess. epist 8. COMBATE ESPIRITUAL. PRIMERA PARTE. Non coronabitur, nisi qui legitime certaverit. (1 Timot, 11, 25). CAPITULO I. En qué consista la perfeccion eristiana, y para adquirirla es necesario pelear y combatir; y de.cuatro cosas que.se re quieren para este Combate. Si deseas, 6 hija muy amada en Jesu- cristo, legar al mas alto y eminente gra- do de la santidad y de la perfeccion cris- tiana, y unirte de tal suerte 4 Dios, que yengas 4 ser un mismo espiritu con él, que es la mayor hazaiia y Ja mas alta y gloriosa empresa que puede decirse é ima- ginarse, conviene que sepas primeramen- Google te — 16 — te en qué consiste la verdadera y per- fecta vida espiritual. Muchos, no atendiendo 4 la gravedad de la materia, creyeron que la perfeccion consiste en el rigor de la vida, en la mor- tificacion de Ja carne, en los cilicios, dis-’ ciplinas, ayunos, vigilias y en. otras pe- nitencias y obras exteriores. Otros, y particularmente Jas mujeres, cuando rezan muchas oraciones, oyen mu- chas misas, asisten 4 todos los oficios di- vinos, y frecuentan las iglesias y comu- niones, creen que han Ilegado al grado supremo de la perfeceion. Algunos, aun de los mismos que pro- fesan vida religiosa, se persuaden 4 que la perfeccion consiste Gnicamente én fre- cuentar el coro, en amar la soledad y el silencio, y en observar exactamente la disciplina regular y todos sus estatutos. As{ los unos ponen todo el ‘fundamen- to de la perfeccion evangélica en estos: Jos otros en aquellos 6 semejantes ejerci- cios; pero es cierto que todos igualmente een —17— % se engaiian , porque no siendo otra cosa las mencionadas obras que 6 disposicio- nes y medios para adquirir la santidad, 6 frutos de la santidad misma, no pue- de decirse que en semejantes obras con- sista la perfeccion cristiana y el verdadero -espiritu. . No es dudable que son medios muy poderosos para adquirir la verdadera per- feccion y el verdadero espiritu, en los que las usan con prudencia y con discre- cion para fortificarse contra la propia ma- licia y fragilidad, para defenderse de los asaltos y tentaciones de nuestro comun enemigo ; y en fin, para obtener de la, misericordia de Dios los auxilios y socor- ros que son necesarios 4 todos los que se ejercitan en la virtud, y particularmente 4los nuevos y principiantes. Son tambien frutos del Espiritu Santo -en las personas verdaderamente espiritua- les y santas, las cuales afligen y mortifi- can su cuerpo para castigar sus rebeldias pasadas contra el espiritu, y para humi- . — 18 — Marlo y tenerlo sujeto 4 su Criador : vi- ven en la soledad y en una entera abs- traccion de las criaturas para preservarse ‘de los menores defectos y no tener con- versacion sino en el cielo (Phil. m, 20) con los angeles. y bienaventurados : oca- panse en el culto divino y en las dbyenes obras : vacan 4 Ja oracion, y meditan en Ja vida y pasion de nuestro Redentor, no por curiosidad, ni por gustos 6 consele- ciones sensibles,'mas por conocer mej6r la bondad y misericordia divina y la in- gtatitud y malicia propia; por ejercitarse mas cada dia al amor de Dios y al odio .de si mismos, siguiendo con la-cfuz: y con la renunciacion (Matth. xvr,.24) de la propia voluntad, los pasos del Hijo de Dios: frecuentan los Sacramentos sin otro fin que el del honor y gloria de Dios, y de unirse mas estrechamente con sy di- vina Majestad, y de cobrar nuevo vigor y fuerza contra sus enemigos. Lo contrario sucede é las almas imper- fectas, que ponen todo el fundamento de — 19 — su devocion en las obras exteriores, las cuales muchas veces son causa de su per- dicion y ruina, y les ocasionan mayor da- fio que los pecados manifiestos : no por- que semejantes obras no sean buenas y loables en si mismas; sino porque se ocu- pan de tal suerte en ellas, que se olvidan enteramente de la reforma del corazon, y de velar sobre sus movimientos; y dején- dole que siga libremente sus inclinacio- nes, lo exponen 4 las asechanzas y lazos, del demonio; y entonces este maligno es- piritu viendo que se divierten y apartan del verdadero camino, no solamente las deja continuar con gusto sus acostumbra- dos ejercicios, pero lena Ja imaginacion de quiméricas y vanas ideas de las deli- cias y deleites del paraiso, donde pien- san algunas veces que se hallan ya entre los coros de los angeles, como almas sin- gularmente escogidas y privilegiadas, y que sienten 4 Dios dentro de si- mismas. Usa tambien del artificio de sugerirles en” Ja oracion pensamientos sublimes, curio- — 20 — "sos y agradables, 4 fin de que imagimdn- dose, como san Pablo, arrebatadas al tercer cielo (1, Cor. xi, 2), y persua- diéndose 4 que no son ya de esta baja region del mundo, vivan en una abstrac- cion total de si mismas, y en un profun- do olvido de todas aquellas cosas en que deberian mas ocuparse. Mas en cuéhtos errores y engaiios vi- van envueltas semejantes almas, y cudn ,léjos se hallen de la perfeccion que va- mos buscando, se puede reconocer facil- mente de su..vida y de sus costumbres; porque en todas las cosas grandes 6 pe- quefias desean ser siempre preferidas 4 los demés : son caprichosas, indéciles y . obstinadas en su propio parecer y juicios y siendo ciegas en sus propias acciones, tienen siempre los ojos abiertos para ob- servar y censurar las ajenas, y si a]guno las toca, aunque sea muy levemente, en la opiion y estimacion que tienen cork cebida de si mismas, 6 las quiere apar- tarde aquellas devociones en que sa ocu- — 21 — pan por costumbre, se enojan, se turban y se inquietan sobremanera; y en fin, si Dios para redueirlas al verdadero cono-. emmiento de si mismas, y al camino de la perfeceion, les envia. trabajos, enferme- dades y persecuciones (que.son:las prue- bas mas céertas de la fidelidad de sus sier- ves, y que no suceden jamés sin érden . 6 permision de su providencia) entonees descubren su. falso fondo, y su interior corrompido y gastado de la soberbia; porque en-cualquiera sucesos tristes y ale- gres, felices 6 advyersos de esta vida, no quieren conformar su veluntad con la de Dios, ai humiHarse debajo de su divina mano, ni rendirse § sus adorables juicios, no menos justos que impenetrables : ni sujetarse, 4 imitacion de su santisimo Hi- jo, 4 todas Jas criaturas, amando 4 sus perseguidores como. 4 instrumentos de Ja bondad divina, que cooperan 4 su mor- tifeacion , perfeceion y. eterna salud. De aqui nace el hallarse siempre ‘en-un funesto y:evidente peligro de perecer ; 2 T. 1L— Xvi. So porque como tienen viviados y oscure- eidos los ojos con el amor propio y ape- -tito de la propia estimacion, y se mirdn siempre con ellos 4 si mismas, y 4.sas obras exteriores, que de si son buenas, se atribtiyen muchos grados de perfeecion; y llenas de prosuacion y.seberbia censur ran-y condenan 4 los.demés; y 4 veces las deslumbra y ciega.de tal -suerte.su orgullo, que es necesaria una gracia ex- traordinaria del cielo para convertirlas y sacarlas de su engaiio, pues como mues- tra cada dia la experiencia, con mas fa- cilidad se convierte y se reduce al bien el pecador manifiesto , que el-que-se ocul- ta y eubre con el magto de la virtud. De todo jo referido podr&s, hija mia, cémprender con claridad que la vida es- piritual no consiste en alguno de estos ejereicios y obras exteriores; com que sue- Je confundirse la santidad, y: que.son mu- chos{es que en este punto se dejan Pree: cupat de grandes errores. * Si quieres, pues; entender-en qué eon~ — 23 — siste el fondo de la verdadera piedad, y toda la perfeccion del oristianismo, sabe que no consiste en otra cosa, que en co- nocer la. bondad y:la grandeza infinita de Dios, y la bajeza y propension de nues- tra naturalega al mal:en amar & Dios, y aborrecernos 4 nosotros:mismos: en sn- jetarnos no solamente :4 su divina Majes- tad, sino tambiea 4 todas las criataras por-su amoz::.en renunciar enteramente nuestra propia voluntad, 4 fin de seguir siempre la suya; y. sobre todo-en. hacer todas estas cosas Gnicamente por la hon- ra y gloria de Dios, sin otra intencion: 6 fin que agradarle, y porque:su divina Ma- jestad quiere y merece ser amado y ser- vido de sus criaturas. Esta es aquella-ley de amor que -el Espiritu Santo ha grabado en los cora- zones de los justos (Deut. v4, .5.— Matt. xx, 37): esta es aquella abnegacion de si.mismo. y-crucifixion del hombre .inte- rior, tan encomendada .de Jesucristo en el, Exangelio.(sMatt. xvini): este es su yu- — wh go suave y su peso leve (Matt. xt, 22): esta es. aquella perfecta obediencia: que este divino Maestro nosha ensefiado siem- pre con sus palabras y con sus ojemmplos (Phileph. 11). Si aspiras, pues, hija mia, no sola- mente & la santidad, sino 4 la perfeccion de la santidad, siende forzoso para ad- quirirla en este sublime grado combatir todas las inclinaciones viciosas, sujetar los sentidos 41a razon, y desarraigar los vicios, lo cual no es posible sin una apli- cacion infatigable y continua, conviene que con 4nimo pronto y determinado te dispongas y te prepares 4 esta batalla; porque la corona no se da sino 4 los que combaten generosamente (11, Timoth. 11, 28). Pero advierte, hija mia, que asi como esta guerra es la mas dificil de todas, pues . combatiendo eontra nosotros mismos , somos combatidos de nosotros’ mismos (1. Petr. 11), asi la victoria que se alcan- za es la mas agradable 4 Dios, y la fas — B— gloriosa al vencedor : porque quien con valor y resolucion mortifica sus pasiones, doma sus apetitos,y reprime Hasta los menores movimientos de su propia yolun- tad, ejecuta una obra de mucho. mayor mérito dlos ojos.de Dios, que siconser- vando alguna de ellas viva en su corazon, afligiese y maltratase su cuerpo con los mas Asperos cilicios, disciplinas, 6 ayu- nase con mas austeridad y rigor que los antiguos anacoretas del desierto, 6 con- virtiese 4 Dios millares de pecadores ; por- que aunque no es dudable que Dios es- tima y aprecia mas la conversion de una alma considerando este ejercicio en si, que la mortificacion de un apetito 6 deseo desordenado; no obstante ta no debes poner tu principal,cuidado en querer y ejecutar lo que segun su naturaleza es mas noble y mas excelente, sino en obrar lo que Dios pide y desea particularmen- te de ti: y es constante, que Dios se agra- da mas de que trabajes en mortificar tus pasiones, que si dejando viva en tu co- — 6 — razon una sola con voluntad y adverten- cia le sirvieses en cualquiera otra cosa, aunque fuese mas considerable y de ma- yor epnsecuencia. Ya, pues, que has-visto, hija mia, en qué o#nsiste la perfeccion cristiana , y que para adquirirta es necesario que te deter mines 4 una continua guerra contra ti misma, conviene que te proveas de cua- tro cosas, como de armas seguras y ne- cesarias para conseguir la palma y que- dar vencedora.en esta espiritual batalla: estas son, la desconfianza de nosotros mis- mos, la confianza en Dios, el ejercicio y la oracion, de las cuales tratarémos clara y sucintamente con la ayuda de Béos en tos capitules siguientes. . - « CAPITULO HI. . De la destonfianza de si mismo. La desconfianza propia, hija mia, nos es tam neceseria en el combate espiri- 0 aes tual, que sin esta virtud no’ solamente no podrémos triunfar de nuestros enemi- gos, pero ni aun vencer Ja menor 6 la mas leve de nuestras pasiones. Esta verdad debes imprimir y grabar profundamente en tu espiritu; Porque aunque verdaderamente no somos sino un puro nada, no obstante no dejamos de concebir una falsa estimacion de no- sotros mismos, y persuadiéndones sin al- gun fundamento 4 que somos algo, pre- sumimos vanamente de. nuestras propias fuerzas. . Este vicio, hija mia, es un funesto y monstruoso efecto de Ja corrupcion de nuestra naturaleza, y desagrada mucho — alos ojos de Dios, el cual desea siem- pre en nosotros un fiel y profundo cono- cimiento de esta verdad : que no hay vir- tud ni-gracia en nosotros que no proceda de su -bondad, como de fuente y origen de todo bien, y que de nosotros no pue- de nacer algun pensamiento que le sea agradable. — — 28 — Pero si bien esta importante descon- fianza de nosotros mismos es un don del cielo, que Dios comunica 4 sus escogi- dos, ya con santas inspiraciones, ya con Asperos castigos, ya con violentas y cési insuperables tentaciones, ya con otros medios que nos son ocultos ; no obstan- te, porque su divina Majestad quiere que hagamos de nuestra parte todo el esfuer- zo posible para adquirirla, te proppngo cuatro medios, con los cuales, ayudada del socorro de la gracia, infaliblemente la alcanzards. EI primero es que consideres tu vileza y tunada, y reconozcas que con tus fuer- zas naturales no eres capaz de obrar al- gun bien por el cual merezcas entrar en el reino de los cielos. El segundo, que: con fervor y humil- dad pidas frecuentemente 4 Dios esta vir- tud; porque es don suyo, y para obte- nerla debes desde luego persuadirte, no solamente 4 que no la tienes, sino tam- bien 4 que nunca podrés adquirirla por — 99 — ti_ misma. Después postréndote en la pre- ~ sencia del Sefior se la pedirés con fe viva ‘de que por su infinita bondad se dignara concedértela; y si perseverazes constan- te en esta esperanza por todo el tiempo que dispusiere su providencia, no dudes Ja alcanearés. E] tercer medio es que te acostumbres poco 4 poco 4no fiarte de ti misma, y 4 temer las ilusiones de tu propiejuicio, la violenta inclinacion de nuestra natu- raleza al pecado, la formidable multitud de enemigos que nos cercan de todas par- tes, que son sin comparacion mas astu- tos y fuertes que nosotros, que saben transformarse en Angeles de luz (11 Cor. x1, 14), y ocultamente nos tienden lazos en el camino mismo del cielo. El cuarto medio es que cuando caye- sesen alguna falta, entres mas vivamen- te en la consideracion de tu propia fla- queza, y entiendas que Dios no permite nuestras caidas sino solamente-4 fin de que alumbrados de una nueva luz nos — 30 — conozcames mejor y aprendamos 4 me- nospreciarnos como viles criaturas, y con- ° cibamos un sincero deseo de ser menos- preciados de los demds. Sin este menosprecio, hija mia, no esperes adquirir jamés perfectamente la desconfianza de ti misma, la cual se fun- da en. la verdadera humildad, y en un conocimiento experimental de nuestra mi- seria ; porque es cosa infalible y clara, que quien desea unirse con la soberana luz y verdad increada, debe conocerse bien 4 si mismo, y no ser como los so- berbios y presuntaosos, que se instruyen con sus propias caidas, y solo empiezan 4 abrir los ojos cuando han incurrido en algun grave error y desérden de que va- namente imaginaban que podrian defen- derse, permitiéndolo Dios asi 4 fin de que reconozcan su flaqueza, y con esta fu- nesta experiencia vengan 4 desconfiar de sus propias fuerzas. Pero Dios no, se sirve ordinariamente de un remedio tan dspero para curar su — 31 — presuncion, sino cuando los remedios mas faciles y suaves no han producido el efec- to que su divina Majestad pretende. Su providencia permite que el hombre caiga mas 6 menos veces, segun ve que es ma- yor y menor su presuncion y soberbia: de manera, que si alguno no se hallase tan exento de este vicio como lo fue la bienaventurada Virgen Maria nuestra Se- jiora, es constante que no-caeria jamas en alguna falta. Todas Ias veces, pues, que cayeres, recurre sin tardanza al humilde conoci- miento de ti misma, y con ferviente ora- cion pide al Sefior que te dé su luz para que te conozcas tal cual eres verdadera- mente 4 sus ojos, y no presumas de tu virtud ; de otra suerte no dejaris de rein- cidir de nuevo en las mismas faltas, y por ventura cometerds otras mas graves, que causarén la pérdida de tu alma. — 32 — * CAPITULO IL. De la confianza en Dios. Aunque la.desconfianza propia.es tan importante y necesaria en este combate, como hemos mostrado, no obstante, si se halla-sola esta virtud en nosotros y no tiene otros socorros, serémos facil- mente desarmados y vencidos de ‘nues- tros enemigos. Por esta causa es necesa- rio que 4 la desconfianza propia aiiadas una entera confianza en Dios, que es el autor de todo nuestro bien, y de quien solamente debemos esperar la victoria; porque asi como de nosotros que nada somos no potlemos prometernos sino-fre- cuentes -y peligrosas caidas, por cuyo motivo debemos desconfiar siempre de nuestras propias fuerzas; asi con, el so- corro y asistencia de Dios conseguirémos grandes victorias y ventajas sobre nues- tros enemigos, si convencidos perfecta- — 38 — . mente de nuestra flaqueza,armamos nues- tro corazon dé una viva. y generosa .con- fianza en su infinita. bondad. Cuatro: son los:medios con que nen adquirir esta-excelente virtud. El primero es pedirla con areas al Sefior, 08 5 El segundo considerar y mirar con los ojos de la-fe la omnipotencia y: sabidu- ria infinita de aquel Ser soberano, 4 quien nada es imposible ni dificil, y que por susuma bondad y por el exceso.con que nos ama se halla pronto y dispues- to 4 darnos cada: hora y cada instante todo lo-que nos es necesario para Ja vida espiritual, y para la entera victoria de nosotros mismos, como recurramos 4 sus brazos con filial confianza. _Cémo seré. posible que este dulce y amable Pastor, que-por el espacio de treinta y tres afios ha corrido tras la oveja perdida y descaminada (Zuc. xv, 7) con tanto ‘sudor, sangre y costa suya, para reducirla y traerla de los despeiaderos:y — 34— veredas,,peligrosas 4 un camino. santo. y seguro, de la perdicion 4 la:salud., .del dafio al remedio, de Ja maverte 4 la vida? gcémo seri posible que este Pastor idi- vino, viendo que :su -ovejuela le busca. y le sigue.con Ja obediencia de sus precep _ tos, 6 4 lo menos con un deseo sincero, bien que imperfecto y taco, de.obéde- cerle, no yuelva 4 ella sus pjos de vida y de misericordia, no oiga sus gemidos, y no la recoja-amorosamente y la ponga sobre sus divinos hombros , alegréndose con los dngetes del cielo de que vuelva a‘su:redil y ganado, y: deje el pasto ve- nenoso y mortal del mundo por el suave y regalado de-la virtud? Si con tanto ardor y diligencia busca la dracma del Evangelio (idem., 18) que es la figura del-pecador, ,cdémo- seré po- sible que abandone: 4 quien como ove- juela triste y afligida de ao ver 4 su pas- tor lo’ busea y Jo Mama?- . .gQuién. pedré persuadirse 4 que Dios, que. llama eontinuamente 4 la puerta de nuestro corazon (Apoc. in, 21) gpn de- seo de entrar en é] y comuniearse 4 noso~ tros, y colmarnos de sus dones-y gracias, hallando-la ‘puerta abierta, 'y viendo que le pedimos que nos. honre. con.su. visita, no se dignaré de poncoeerno el toe que deseamos?- El tercer medio para adquérin esta san- ta confianza es recorrer con la memoria fas verdades y oréculos infalibles de la divina Escritura, que nos aseguran clara Y expresamente que los que esperan y confian en Dios no caerén jamés-en la confusion (Psalm 1, 17.—Ecel. 1, 41). El cuarto y altimo medio con que jun- tamente podrémos adquirir la desconfian- za de nosotros mismos y la confianza en Dios, es que cuando nos resolyiéremos 4 ejeoutar alguna obra buena, 6 4 comba- tir alguna pasion viciosa, antes de em- prender cosa: alguna, pongamos los: ojws de una parte sobre nuestra flaqueza, y de la otra sobse el poder, sabiduria y bondad infinita de Dios ; y templando el — 36 — temor gue nace de nosotros con Ja segu- ridad y confianza que Dios nos inspira, nos determinarémos 4 ebrar..y. combatir generosamente. Con estas armas, unidas Ala oracion, como dirémos en. su lugar, serds caparz, hija mia, de obrar cosas gran- des, y de conseguir insignes victorias. . Pero si no observares esta regla, aun- que te parezca que obras animada de una verdadera confianza en Dios, te hallaras engafiada ; porque es tan natural en el hombre la presuncion de si mismo, que insensiblemente se mezcla con la confian- za que imagina que tiene en Dios, y con la desconfianza que cree tener de si mismo. Para alejarte, pues, hija mia, cuanto te sea posible de Ja presuncion, y. para obrar siempre con las dos virtudes que son opuestas 4 este vicio, es-necesario que la consideracion de tu flaqueza yaya delante de la consideracion de la omnipotencia de Dios ; y que la una y la otra precedan 4 todas tus oor = — 37 — CAPITULO IV. Como podrémos conocer si obramos-con la desconfianza de-nosotros mismos, y con ta confianza en Dios. Muchas veces imagina y cree una alma presuntuosa que ha adquirido la descon- fianza de si misma y la janza en Dios; pero este es un esate te no se conoce bien sino cuando se cae en algun pecado, porque entonces si ¢] alma se inquieta , si se aflige, si se desalienta y pierde la es~ peranza-de hacer algun progreso en levir- tad, es sefial ¢vidente de que puso su con- fianza, no en Dios, sino en si misma; y si fuere grande su tristeza y desesperacion, es argumento claro de que confiaba ‘mu- cho en si y poco en Dios. Porque si ¢l que'desconfia mucho de sj nrismo y confia mucho en Dios comete al- guna falta, no ¢ maravilla, no se turba, ® ni se entristece conociendo que su caida 3 T. 1.—XVII. — 38 — es-efecto natural de su-flaqueza, y del po~ co cuidado que ha tenido de establecer “ su confianza en Dios, antes bien con esta experiencia aprende 4 desconfiar mas de ‘sus propias fuerzas, y confiar con mayor humildad en Dios; y detestando sobre to-, dias las cosas su falta, y.las pasiones de- sordenadas que la ocasionaron, con un dolor quieto y pacifico de la ofensa de Dios, yuelve 4 sus ejercicios, y persigue 4 sus enemigos com mayor animo y reso- lucion que antes. Esto seria bien que considerasen algu- nas personas espirituales, que apenas caen en alguna falta se afligen y'se turban con exceso, y muchas veces mas por librarse de la inquietud-y pena qne les causa su amor propio, que por algun otro motivo, buscan eon impaciencia 4 su director 6 padre espiritual, al cual deberian recur- rir principalmente para lavarse de sus pe- cados por el sacramento de la penitencia, y fortalecerse contra su8 recaidas por el de la Eucaristia. ' — a _— CAPITULO 1 v. Del error ‘de. algunas personas que tienen 4 la pusilanimidad por virtud. Es tambien una ilusion muy comun el atribuir 4 virtud Ja pusilanimidad y la in- * quietud que ‘se-siente después del pecado, porque aunque ta inquietud que nace del pecado sea acompafiada de algun dolor, no obstante, siempre procede de una se- creta presuncion y soberbia, fundada en la confianza que se tiene de las propias fuerzas. Ordinariamente ‘las almas pre- suntuosas que por juzgarse bien estable- cidas en la virtud menosprecian los peli- gros y tentaciones, si vienen 4 caer en alguna falta, y 4 conocer por experiencia su fragilidad y. miseria, se maravillan y se turban de su caida como de una cosa nueva; y‘viendo derribado el apoyo en el que vanamente se habian confiado, pier- den el 4nimo, y como pusilénimes y flacas _— 40 —. se dejan domjnar de la tristeza y de la desesperacion. Esta desgracia, hija“mia, no sucede ja- © ands 4 las altnas ‘Humildes que no presu- ‘men de si mismas y se apoyan tinicamente -en' Dios ; porque_cuando: caen en alguna falta, aunque sientan grande dolor de ha- berla cométido , no se maravillan ni se * inquietan , conociendo cen fa luz de la verdad que las ilumina, que su caida es un-efecto natural de su inconstancia y de su flaqueza. Reet et ‘CAPITULO VI. De otros _avisos ‘importantes para adgiui- rirla desconfianza de a mismo y ia con- fianza en Dios. Como toda la fuerza de que necesita- mos para vencer 4’ nuestros enemigos, depende de la desconfianza de nosotros mismos y de la confianza en Dios, me -ha aprecido darte algunos nuevos avisos, — i — que:son muy tiles y necesarios para ob- tener estas virtudes. | - Primeramente, hija mia, has de tener por verdad indubitable, que ni con todos Jos talentos 6 dones, ya.scan naturales, ya adquiridos,. ni con. todas las gracias. gratditas, ni con la inteligencia de toda la sagrada Escritura, ni con haber ser- vido 4 Dios por largo espacio de tiempo, y estar acostumbrado 4 servirle, te ha- llards capaz de cumplir Ja voluntad Di- vina y de satisfacer 4 tus obligaciones, si la mano poderosa de Dios con especial proteccion no fortifica tu-corazon en cual- quiera ocasion que se te presentare, 6 de hacer alguna buena obra, 6 de vencer al- guna tentacion, 6.de salir de algun peli- gro, 6 de sufrir alguna cruz y tribulacion. Es necesario, pues, que imprimas pro- ’ fundamente en tu corazon esta importan- te verdad, y que no pase dia alguno sin que la medites-y consideres; y por este medio te alejarés y preservarés del. vi- cio de la presuncion, y no te atreverds 4 oe confiarte temerariamenté en tus propias fuerzas. En lo que toca 4 Ja confianza en Dios, has de creer constantemente que es muy facil 4 su poder vencer todos nuestros ene- migos, sean pocos 6 muchos (1, Reg. XIV, 6), sean fuertes y aguerridos, 6 flacos y sin experiencia. De este principio fundamental inferirés como consecuencia precisa, que aunque un alma se halle Hena de todos los pe- cados , imperfecciones y vicios imagina- bles, y después de haber hecho grandes esfuerzos para reformar sus costumbres, en lugar de hacer algun progreso en la virtud sienta y reconozca en si mayor in- clinacion y facilidad al mal : no obstante, no por eso debe perder el animo y la con- fianza en Dios, ni abandonar las armas y los ejercicios espirituales, sino antes bien combatir siempre. generosamente; porque has de saber, hija mia, que en esta pe- lea espiritual no puede ser vencido quien no deja de combatir y de confiar en Dios, —B— cuya asistenci@y socerro no falta jamis 4 sus soldados , bien. que algunas -veces permite que sean herides. Combatamos, pues, con congtancia hasta-el fin, que en esto consiste la victoria; porque los que combaten por el servicio de Dies, y en él solo ponen su confianza , hallan siempre para las heridas que reciben un remedio pronto y eficaz , y cuando menos piensan ¥en su enemigo 4 sus pits. CAPITULO VL. Del ejercicio y buen uso de las potencias, y primeramente del entendimionto, y ne- cesidad que tenemos de guardarlo de la ingnorancia y de la curiosidad. Si en el combate espiritual no tuvié- semos otras armas que la desconfiapza de nosotros mismos y la confianza-en Dios, no. solamente no podriamos vencer nues- tras pasiones, mas caeriamos en frecuen- tes y graves faltas. Por esta causa es ne- — hk — cesario afiadir 6 estas virtiffes el ejercisio y buen uso de nuestras potencias, que es la tercera. cosa que hemes propuesto co- mo medio necesario para adquiric la per- feogion, Este ejercicio consiste principalmeste en ‘eglar bien el entendimiento y volun- Elentendiméento debeconservarse siem pre libre y‘exeato de dos grandes vicios que suelen pervertirlo: el uno es la igno- rancia , la cual le impide el conocimiento de la verdad, que es su propio objeto. Es . necesario, pues, iluminarlo de tal suerte con el ejercieio, que vea y conozca con claridad lo: que se debe hacer para. puri- ficar el alma de las pasiones -desordena- das, y adornarla de las virtudes. Esta baz se alvanza por dos inedios : el primero y mas importante es la oracion, y pidiendo al Espiritu Santo que se dig- ne infundirla en nuestros corazones; y no dudes , hija mia-, que el Seftor te la co- Municaré abundantemente siempre que AB ’ verdaderamente lo, busques y desees cam- plir su divina ley, y-sujetes tu propio jui- cio al de tus superiores 6 padres espiri- tuales. 7 . - E] segundo es una aplicacion continua 4 considerar y examinar bien las cosas que se presentan para eonocer si son buenas 6 malas, juzgando desu bondad 6 de su malicia, no por ta exterior apariencia en que se presentan 4 los sentidos. (1 Reg. xvi, 7), ni segun la opinion del mundo, sino segun le idea que nos da el Espiritu Santo. Esta consideracion y. ex4men nos hard conocer con evidencia que lo que el mundo ama y busea’con tanto ardor es ilusion y mentira : que los honores y pla- ceres de la tierra no son otra cosa que va- nidad y alliccion de-espiritu (Eccles. 1): que tas injurias y los-oprobios son para nosotros ocasiones de verdadera gloria, y las tribulaciones de verdadero contento: que el-perdonar y hacer bien 4 nuestros enemigos es magnanimidad, y una de las acciones que nos hacen mas semejantes 4 * — % — Dios : que vale mas despreciar el mundo, que poseerlo : que es mayor generosidad y grandeza de dnimo obedecer con gusto por amor de Dios 4 las mas viles criatu- ras, que mandar 4 principes grandes: que el humilde conocimiento de nosotros mis- mos debe. apreciarse mas que las ciencias mas sublimes ; y Gltimamente , que el yen- cer y mortificar los, propios apetitos, por pequefios que sean, merece mayor alaban- za que conquistar muchas ciudades, ven- cer grandes ejércitos con las armas, obrar Milagros y resucitar muertos. CAPITULO Vit. De las causas quenosimpiden el juzgar rec- tamente de las-cosas, y de la regla que © se debe observar para conocerlas bien. La causa porque no. juzgamos recta- mente.de las cosas, es porque apenas se presentan 4 nuestra imaginacion, nos de- jamos Hevar 6 del amor, 6 del odio de — ellas: y estas.pasiones ciegas que pérvier- ten la razon, nos las desfiguran de tat suerte , que nos parecen. diferenjes de lo que verdaderamente son en si mismas. Si quieres , pues , hija mia , preser- vartede un engafiocomun y tan_peligroso, es necesario que estés siempre advertida y sobre aviso, para tener, cuanto te fuere posible , ‘Ja voluntad libre y purificada de la accion desordenada de cualquiera cosa. Y cuando se te presentare algun obje- to, deberdés considerarlo y examinarlo bien con el entendimiento , antes que la voluntad se determine 4 abrazarlo, si fuere agradable, 6 aborrecerlo si fuere contrario 4 tus inclinaciones naturales; porque entonces el entendimiento , no hallindose preocupado de la pasion, que- da libre y claro-para conocer la verdad, y discernir el. mal encubierto con el ve- lo de un bien aparente, del bien que tie- ne la apariencia de un mal verdadero; pero si la voluntad primero se inclina 4 — 8,.— amar 61 objeto 6 aborrecerlo-, el enten- dimiento. queda tncapaz de conocerlo co- mo es verdaderamente en si, porque la pasion se lo desfigura de suerte ; que la abliga 4 formar una falsa idea: y repre- sentaéndolo entonces segunda vez 4 la vo- luntad en.todo diferente de lo que es, esta potencia ya movida ¥ excitada, pasa 4 amarlo 6 aborrecerlo con mayor vehe- mencia que antes; y no puede guardar re- glas ni medidas, ni escuchar la razon. ‘En esta confusion y desérden , el en- tendimiento se obscurece mas cada ins~ tante, y representa siempre 4 la yolun- tad el objeto, 6 mas odioso, 6 mas amable que antes; de suerte, que si no se observa muy exactamente la regla que dejo escrita , que es muy importante en este ejercicio, las dos mas nobles fa- cultades del alma vienen 4 caminar siem- pre como dentro de an circulo de erro- res en errores, de*tinieblas en tinieblas, de abismo en abismo. Guérdate-, pues; hija, con todo cui- = i ~ dado del afecto dtebrdettad de Jas cosas, -antes de examinar yreonocer lo que son verdadéramente en si mismas con la luz de la razon, y prin ente con la so- brenatural que el itu Santo. te co- municare , 6 por si mismo, 6 por-medio de tu fire espiritual. Pes hire hija t mia, que este aaa = as necesario en algunas/Obras ‘iores que de si son buenas, qué en s loables, porque en, seme- porque, ae ‘ 4s! e nuestra parte: mayor » ho 6 de indiscrecion. Cony ie empefies. en ella~ciegan nte y xion 5 porque una sola cireuns- ; ministerios y ejercicios mas yosantos. a nist ee * ic tial NE nae occ mee tas; como lo acredi- fuahd que se perdie~ > CAPITULO IX. De otro vicio de que debemos guardar el entendimiento para que pueda conocer lo que es util. El otro vicio de que debemos defender y guardar nuestro entendimiento , esla curiosidad ; porque cuando lo llenamos de pensamientos nocivos , impertinentes y yvanos, lo inhabilitamos enteramente para unirse y aplicarse 4 lo que es mas propio para mortificar nuestros apetitos desordenados , y para llevarnos 4 yerda- dera perfeccion. Por esta causa; hija,mia, conyiene que estés como muerta 4 las cosas terre- nas, y que no procures saberlas ni inves- ligarlas, si no son absolutamente necesa- rias, aunque sean licitas. Restringe y récoge cuanto pudieres tu entendimiento , y no le permitas que s¢ derrame vanamente en muchos objetos. Goegle Hazlo cemo estupido para todos los co- nocimientos profanos : no dés jamas la oreja 4 las nuevasyque correm > los suce- sos y diversas reyoluciones del mundo no hagan en tu espiritu. mas impresion que si fuesen® imaginaciones 6 suefios. Aun en el deseo. de saber las cosas del cielo has de procurar tambien ser humil- de y moderada ; no queriendo saber otra cosa que 4 Jesucristo crucificado (1 Cor. u, 2), su vida'y su muerte, y lo que desea y pide particularmente de ti. De las demds cosas no tengas algun cuidado 6 solicitud , y de este modo agradaras a este diyino Maestro, cuyos verdaderos discipulos no buscan yi dessa saber si- no lo que puede contribuir 4 su aprove- chamiento, y serles de. algun socorro para servirle y hacer su yoluntad. Cualquiera otro deseo, inquisicion 6 cuidado, es amor propio, soberbia espiritual , 6 lazo del demonio. Si ti, hija mia, observas estos avisos te libraras de muchas asechanzas y*en+ _ I ( sale sLFOOQK : —32— =~ =, Baiios ; porque laserpiente antigua , vieni- do en los que abrazan con fervor los ejer= cicios de Ia vida ‘spiritual una voluntad firme y constante , los combate de parte del entendimiento, 4 fin de ganar por esta noble potencia 4 la voluntad, y ha- cerse sefior de estas dos potencias. Con este fin-suele inspirarles en la -oracion pensamientos sublimes y sentimientos ele- vados, principalmente si son espiritus vi- vos , agudos, curtosos y faciles, prontos 4 ensoberbecerse y enamorarse de sus pro- pias ideas , para que ecupdndose con de- leite en el discutso y consideracion de aquellos puntos en que falsamente se per- suaden: que tiesen con Dios las mas inti- mas comunicaciones, no cuiden de puri- ficar su corazon, ni-de adquirir el cono- cimiento de si mismos, ni la verdadera mortificacion : de donde nace , que Ieno de presuncion y vanidad se formen un ido- lo de su entendimiento, y acostumbrén- dose poco 4 poco 4 no censultar en todas tas cosas sino 4 su propio juicio, vienen oh . . _ pers dirse que no nece=: ; siti 6 di na, 7 sitan nsejo-6 direccion ajeni : ‘ar J Este es un mal. ari de Ja volur eerie ta soberbia dela voluntad econocida P por el ente remediarse rdenes de aquél eect as-4 quien esté fir 5 ee es mejor om en oe 281 a ee es falsa T. 1.—XVII. er. ean ionte que a. , Google a — Bh — y torcida g qué seré de todo lo demas? ~ Procura, pues, hija mia, oponerte des- de luego 4 un Yicio tan pernicioso antes que se apodere de tu alma. Acostimbrate & sujetar tu juicio al ajeno, 4 no sutili- zar demasiado en las cosas espirituales, & amar aquella simplicidad evangélica que . tanto nos encomienda el Apdstol (1 ad Corinth. 1.—ad Eph. vt.—ad Col. 11), y serds incomparablemente mas sabia que Salomon. ” GAPITULO X. Del ejercicio de la voluntad y del fin 4 que debemos dirigir.todas nuestras acciones, ast interiores como exteriores. Después de haber corregido los vicios del entendimiento, es necesario que cor- rijas los de la voluntad’, reguléndola de tal suerte, que renunciando 4 sus pro- pias inclinaciones se conforme enteramen- te con la voluntad divina. — 5 — : Pero advierte, hija mia, que no basta® querer y’procurar las cosas que son mas : agradables & Dios, sino que es necesario res amos de conibati y ja prépia natu- raleza, la cual como infecta y depravada por el pecado, es tan inclinada 4 si mis- ma, que en todas las cosas, y tal vez en las espirjagates. con mas ‘cuidado que en las demés, bypca su propia satisfaccion y deleite, alimenténdose de ellas sin recelo ni escrapulo, como de un manjar.salu- dable y nada sospechoso. De donde nace, que cuando se nos ofrece y presenta la si ejercitar alguna obra, luego ae ios y la queremos, no como movidos de la voluntad de Dios, ni 4 fin solamente de agradarle, sino por el gus- satisfaccion que hallamos algunas ve- - hacer Jas cosas que Dios nos manda. Este engafio es tanto mas oculto y menos — 56 — advertido , cuanto. es mejor en si misina “Tascosa que queremos. Hasta en Jos de- - seos de unirnos.4 Dios y de poseerlo sue- Jen mezclarse 1o$ engafiog,d del amot propio; porque en desear poseer a 3s miramos io yal bien ue nos, que § 5 ria y. Sab yoluntad, que es el tinico aman y lo buscan, ; hacen profesion de guardar su ‘divina ley. Para evitar este peligroso lazo, que es de grande impedimento en. el camino de la perfeccion, Jacostambrarse 4 no que- rer ni. ol "cosa alguna sino segun la impresion 6 ulso del Espiritu Santo, y con in’ encion | ura de honrar y agra- dar tnicamente a Dios, que debe ser el Prt ‘principio y el ultimo fin de todas nuugstras acciones, observards esta regla. Cuando se te presentare la ocasion de ejercitar alguna buena obra, no inclines tu voluntad 4 quererla, sin haber levan- tado primeramente el espiritu 4 Dios, para — 67 — saber si 68 voluntad suya que la hagas, y examinar si la quieres puramente por \ agradarle. De este modo tu voluntad pre- venida y regulada por la de Dios, se in- clinaré 4 querer lo mismo que Dios quie- re, por el unico motivo de agradarle Y procurar su mayor gloria. De la misma suerte te gobernarés en las.cosas-que Dios no quiere; porque an- tes de repelerlas 6 desecharlas, deberds elevar tu espiritu 4 Dios para conocer su voluntad, y para teneralguna certeza de que repeliéndolas y desechandolas podrés agradarle. Pero es bien que adviertas, ne mia, que son grandes y muy poco conocidos los artifictos y engafios de nuestra natu- raleza corrompida;, la cual buscdndose siempre 4 si misma con especiosos pre- textos, nos hace creer que en todas nues- tras obras no nos proponemos otro fin que el de agradar 4 Dios. De aqui nace que lo que abrazamos 6 repelemos solo con el fin de satisfacernos y contentarnos . — 58 — ’ & nosotros mismos; Ros persuadamos 4 que no lo. abrazamos ni lo repelemos sito por et deseo de agradar 4 Dios, 6 por el te- mor de ofenderle. El-remedio mas esen« cial y propio de este mal consiste en ta pureza de corazon, que todos los que se empefian en este espiritual combate de- ben proponerse por fin, desnudéndose del hombre viejo para yestirse del nuevo-( Col. m, 9 y 10). El modo de usar y poner en practica | este divino remedio, es que en: el prin- cipio de tus acciones procures desnudar- te siempre de todas las cosas en que se mezcle algun motivo natural y bumano, y no te determines 4 obrar 6 4 repeler cosa alguna, si primero no te sintieres movida y guiada de la pura voluntad de Dios. Si en todas tus operaciones, y particu- larmente en las interiores del alma, y en Jas exteriores que pasan prontamente, no pudieres sentit siempre la impresion ac- tual de este motivo, procura 4 lo menos tenerlo virtualmente, coaservando en el fondo-del alma un verdadero y sincero de- seo de no agradar sino solamente 4 Dios. Pero en las acciones que duran algun espacio de tiempo, no basta que en el principio dirijas tu intencion 4 este fin; es necesario tambien que la renueves mu- chas veces, y que procures conservarla en su primera pureza y fervor; porque de otra manera podrés fieilmente caer en los lazos del amor propio, que prefiriendo en todas Jas cosas la criatura al Criador suele encantarnos-de suerte, que en bre- ve tiempo nos hace mudar inadvertida- mente de intencion y de objeto. EI siervo de Dios que en este punto no vive muy advertido y con cautela, em- pieza ordinariamente sus. obras.sin otra intencion 6 fin que de agradar 4 Dios; pero después poco 4 poco y sin eanocerlo, se deja inducir y llevar 4 la vanagloria : porque olvidandose de Ja divina yolun- tad, se aplica y se aficiona 4 solo el pla- cer y gusto que halla en su trabaje, y — 60 — no mira sino Ja utilidad 6 Ja. gloria que le puede resultar ; de manera, que-si el mismo Dios le impide el.pregreso de su obra con alguna enfermedad 6 accidente, 6 por medio de alguna criatura, se tur- ba, se enoja y se inquieta, y 4 veces mur- mura, ya contra este, ya contra aquel, por no decir contra el mismo Dios. De donde viene A. conocerse con claridad, que su intencion.no era recta y pura, y que nacia de un mal. principio ;-porque cualquiera que obra por el moyimiento de-la gracia, y ¢on intencion pura de agradar 4 Dios, no se inclina 6 se afi- ciona mas 4 un ejercicio que 4 otro; y si desea alguna cosa, no pretende obte- nerla, sino en el modo y en el tiempo que Dios quiere; .sujeténdose siempre 4 las érdenes de su providencia, ¥ quedando en cualquier suceso, 6 favorable 6 contra- rio, igualmente tranquilo y contento ; porque no quiere ni desea sino solamente el cumplimiento de la yoluntad divina. Por esta causa, hija mia, debes estar — 64 — siempre muy recogida en ti misma, pro- curando-dirigir “todas tus acciones 4 un fin tan.excelente-y tan noble: y si algu- na vez, pidiéndols ast la disposicion inte-" rior de tu alma te movieres 4 obtar bien por el temor de las penas del infierno, 6 por la esperanza de la gloria, podras tam- bien en esto:proponer por Ultimo ‘fin et agrado y -voluntad de Dios, que quiere que no te pierdas ni te eondenes, sino que entres ela posesion dela bienaven- turaiza de-su gloria. ‘No se puede facilmente decir ni com- prender cuén eficéz.y poderosa es la vir- tud. de‘este motivo ;.pues cualquiera ac- cion, agaque sea vilisima en si misma, si se hace puramente per Dios, es de ma- yor-excelencia y precio queinfinitas otras, aunque sean-de mucho valor y mérito-en si mismas, si se.obran con otro fin. De este principio-nace, que una pequefia K- mosna. dada ‘d-un. pobre por sola la hon- ra y gloria de Dios, es sin-comparacion mas agradable 4 sus ejos, que si con otro — 62 — fin nos. despopisemos de todos nuestros bienes, aunque nos moviésemos 4 esto por la esperanza de los bienes del cielo: bien que este movimiento-sea muy loable en si mismo, y digno de que.nos lo pro- pongamos. Este santo ejercicio de hacer todas nues-_ tras obras consolo el finde agradar 4 Dios, te pareceré dificil en los-principios ; pero con el tiempo se te haré no solamente fé- cil, sino gustoso si te acostumbras 4 bus- car & Dios, y 4 desearlo con los mas vi-~ vos afectos del corazon, como 4 tu tinico y perfectisimo bien , que por si mismo me- rece- que todas las criaturas lo busquen, Jo sirvan y lo, amen sobre todas las cosas. Y advierte, hija mia, que cuanto mas continua y profundamente entrarés en la eonsideracion de su mérito. infinito, tanto mas tiernos. y frecuentes serén los .afec- tos de tu corazon 4 este divino objeta, y por-este medio adquirirés mas facil y bre- vemente la costumbre de dirigir todas tus acciones 4 su honor y gloria. = Ga Ulumamente te .aviso, que para ad-* quirir un motivo:tan exeelente y eleva~ do, ‘se lo: pidas con oracion importusa 4 . Dios, y consideres los innumérables be- neficios que te ha hecho y te hace con-- tinuamente Por puro amer y sin algyn in- terés suyo. « CAPETULO a De algunas consideraciones-que mueven la veluntad 4 querer en todas las cosas ed agrado de Dios. Para inglinar mas ficilmente tu volun~ tad 4 querer en todas las cosas el agrado y honra de Dios , deberds considerar que su bondad infinita te ha prevenido con sus beneficios y misericerdias , améndote, honrandute y oblighadote en diversos mo- dos. En la crescion, ferméndote de pada é su imagen y semejanza , y dando ‘el-ser 4 todas las demés criaturas para que te sis- —— 64 — ‘van (Gen 1). En-la redencion:, enviando no un dngel’, sine su-unigénito Hijo (He-- breor. 1, 2.—1 Joan tv, 9), para res- caterte, no 4 precio de plata ni de oro, que son cosas corruptibles, sino de su propia sangre (i Petr. ry. En Ja Eucaris- tia , ofreciéndote en este inefable y au- gusto Sacramento el cuerpo de‘ su unigé- nito amado, en comida‘y alimento de vida: eterna (Joan. v1). Después de esto , no “hay hora ni mo- mehto en que no ‘te conserve y te pro- teja contra el furor y envidia-de tus enemigos, y en que no te combata por ti.con su divina-gracia. 1 No.son estas, hija mia, sefiales y pruebas evidentes del amor que te tiene-este inmenso ysoberano Dios? eQuién podré comprender hasta donde llega la estimaciony aprecio que esta Ma- jestad infinita hace de nuestra vileza y miseria , y hasta.donde.debe llegar nues- tra gratitud y reconocimiento con un Se- for tan.alto y liberal, que ha obrado y —~ -obra . por nosotros cosas tan Brandes, y maravillosas? Si los grandes. de la tierra se‘ juzgan obligados 4 hentar 4 los que los honran, aunque sean de humilde-condicion, ;qué debera hacer nuestra yileza con el sobe- rano Rey del universo, que nos da tan- tas sefiales de su amor y de-su estima- cion? «ow Sobre todo , hija mia., debes conside~ rar y tener siempre en la memoria , que esta. Majestad infinita. merete por si mis- ma que la amemos , la honremos y sir- vamos puramente por agradarle. _ CARITULO XdI- Que en ol hombre. hay muchas voluntades me se hacen continuamente guerra. e Dos voluntades. se se e halisn en el hom- bre: la una ‘superior , la otra inferior : la primera llamamos comunmente razon: 4.la segunda damos nombre de apetito de — 6 — carne , de sentido y de pasion ; pere co- mo hablando propiamente ; el-ser del hombre consiste principalmente en.la Fa- zon , cuando queremos alguna cosa con . jos primeros movimientos del apetito sen- sitiwo , no se entiende que verdaderamen- te la queremos ,-si después no la quiere y la abrazala voluntad superior. Por esta causa toda'nuestra guerra es- piritual consiste-en que la voluntad su- perior y racional, estando,como en meé- dio de la volantad divina y de Ja volun tad inferior , que es el apetite- sensitivo; se halla igualmente combatida de la una y de ka otra; porque Dios de una parte, y la carne de ta otra, 1a solicitanrconti- nuamente , procurando cada una atraerla 4 si, y sujetarla 4 su obediencia. Esto causa tina pena indecible:4 los que habiendo contraido malos hébitos en su juventud , se resuelven finalmente 4 mudar de vida , y 4 romper las cadenas que tos tienen en ta esclavitud del mun- doy de la carne, pare Consagrarse en — 67 — teramente al servicio de -Dios ; - porque entonces su voluntad superior se halla poderosamente combatida 4 un mismo tiempo de 1a-voluntad divina , y del ape- tito: sensitive, y son tan fuertes y tan violentos les golpes que recibe de una y de otra parte, que no puede resistirlos sin mucha pena y trabajo. / No -padecen este eombate y lucha in- terior los. que-se an habituado ya en la -virtud=6 -en el vicio, y quieren vivir siempre de la manera qhe han vivide; porque las almas habituadas en 4a virtud, se conforman.fécilmente. eon la voluntad de Dios;-y has que-ha corrompide el vi- cio, ceden sin resistencia 4 1a sensuali- dad. . _ Pero ninguno presuma que podré ad- quirlr las verdaderas virtudes , y servir.d - Dios .como convienre , ‘si no se determina generosameate 4 -hacerse fuerza y violen- cia 4 si mismo., y- 6 sufrir y vencer la pena y-contradiecion que se siente ea .re~ nunciar no solamehte 4 los mayores pla- — 68 — ceres -del smpado , sino tambien -4 los mas pequefios, 4 que antes tenia.pegado el corazon con afecto terreno. ~ De‘aqui procede ordinariamente que .sean tan peces los- que Ilegan-4.un alto grado de perfeccion; porque después de haber sujetado los mayores vicios, y ven- cido las mayores dificultades, pierden el 4nimo y no- quieren continuar en hacerse fuerza 4 simismos, bien que no-tengan ya.que sostener sind. muy faciles. y. lige- ros gombates para destruir algunas flacas reliquias-de su prepia voluntad; y.saje- tar algunas. pequefias pasiones , que for- tificandese-de dia.en dia -mbs, se apo- deran finalmente de si corazon. « Entre estos se hallan muchos, por ejemplo, que si hien.ne roban-los bienes ajenos, aman no obstante .apasionade- * mente los propos : si-.no. procuran ‘cen medios ilieitos los henores del munda, no -Ies aborrecen como: deberian , ni de- jan de desearles; y.algunas:veces de pre~ teaderles por otros. caminos que juzgan eg. — legitimos: guardan rigurosamente los ayu- nos de obligacion; pero no quieren mor- tificar la gula, absteniéndose de manja- res exquisitos y delicados: son. castos y continentes ; pero no dejan ciertas con- versaciones y platicas de.su gusto , que son de grande impedimento para los ejer- cicios de la vida espiritual, y para la in- tima union con Dios. Como estas conyersaciones y platicas son peligrosas para todo género de per- sonas , y principalmente para los que no _ temen las consecuencias funestas, con- viene que cada uno ponga particular cui- dado en evitarlas ; porque de otra mane- ra ser4 imposible que no haga todas sus obras con tibieza de espiritu, y que no mezcle en ellas muchos intereses, imper- fecciones y defectos ocultos, y.una vana estimacion de si mismo, y deseo desor- denado de ser aplaudido del mundo. Los que se descuidan en este punto, no solamente no hacen algun progreso en ° el camino de la perfeccion , sino que re- 5 T. L.—xvil. a troceden con eviderite peligro de recaer en sus Vicios antiguos , porque no aman “ni buscan la verdadera virtud , ni agra- decen el beneficio que el Sefior les hizo en librarlos de la tirania del demonio; y no conociendo como ignorantes y ciegos el infeliz y peligroso estado en que se ha- Ilan , viven siempre en una falsa paz y en . una seguridad engafiosa. Aqui debes observar, hija mia , una ilusiontanto mas digna de temerse , cuan- to es mas dificil de descubrirse. Muchos de los que se entregan 4 la vida espiritual, améndose con exceso 4 si mismos (si es que puede deécirse que se aman 4 si mis- mos) eligen los ejercicios que se confor-". man mas con su gusto , y dejan los que se oponen 4 sus propias y naturales in- clinaciones y apetitos sénsuales , contra los cuales deberian emplear todas sus fuer- zas en este espiritual combate. Por esto, hija mia, te exhorto 4 que te enamores ‘de las penas y dificultades que ocurren en el camino de la perfeccion ; porque a —1— cuanto fueren mayores los esfuerzos que hicieres para vencer las primeras dificul- tades de ka virtud, seré mas pronta y se- gura la victoria; y si te enamorares mas de las dificultades y penas del combate, que de la victoria misma ,'y de los fru- tos de la victoria, que son las virtudes, conseguirés mas breve y seguramente lo que pretendes. CAPITULO XIII. Del modo de combatir la sensuahdad , y de los actos que-debe hacer la voluntad pa- raadquirir el hdbito de las virtudes. Siempre que la yoluntad superior y ra- cional fuere combatida por una parte‘de la inferior y sensual, y por otra de ta divi- na, es necesario que te excites de muchas manerds para que prevalezca enteramen- teen ti la voluntad divina, y consigas la palma y la victoria. : Primeramente , cuando los primeros —72— movimientos del apetito sensitivo se le- vantaren contra la razon, procurarés re- sistirlos yalerosamente ,- 4 fin de que la voluntad superior no los consienta. Lo segundo, cuando hubieren ya cesa- do estos. movimientos , los excitarés de nuevo en ti, para reprimirlos con a mayor impetu y fuerza. : Después podrés Iamarlos & tercera ba- ‘talla para acostumbrarte 4 propulsarlos con un generoso menosprecio. Pero advierte, hija mia, que en- estos dos modes de excitar en ti las propias pa- * siones y apetitos desordenados, no tienen lugar los. estimulos y movimientos de la earne, de que hablarémos en otra parte. Ultimamente, conviene que formes actos de virtud contrarios 4 todas las pasiones que pretendes vencer y sujetar. Por ejam- plo: ta te hallas por ventura combatida de los movimientos de la impaciencia; si procuras entonces recegerte en ti misma, y consideras lo que pasa en tu interior, Verds sin duda que estos movimientos que eas nacen y se forman en dl apetito sensitivo, procuran introducirse en tu voluntad , y ganar la parte superior de tu alma. En este caso , hija mia , conforme al primer aviso que te he dado, deberés ha- cér todo el esfuerzo posible para detener el curso de estos movimientos , 4 fin de que tu voluntad no Ilegue jamés 4 con- sentirlos, y no te retires del combate has- ta tanto que tu enemigo vencido y pos- trado se sujete 4 la razon. Pero repara en el artificio y malicia del demonio. Cuando este espiritu maligno ve que resistimos valerosamente alguna pa- ston violenta, no solamente deja de exci- tarla y moverla en nuestro corazon; pero si la halla ya encendida , procura extin- guirla por algun tiempo , 4 fin de impe- dir que adquiramos con una firme consis- tencia la virtud contraria, y de hacernos caer después‘en los lazos de la vanaglo- ria, ddndonos 4 entender con destreza, que como valientes y generosos soldados hemos triunfado en poco tiempo de nues- — 4— tro enemigo. Por‘esta causa, hija mia, conviene que en este caso pases al segust- do combate, reduciendo 4 tu.memoria-y despertando de nuevo en tu corazon los pensamientos que fueron causa de tu im- paciencia; y apenas hubieren excitado al- gun movimiento en la parte inferior, pro- curarés emplear todos los esfuerzog de la voluntad para reprimirlos. Pero como muchas veces sucede , que después de haber hecho grandes esfuerzos para resistir y rechazar los asaltos del ene- migo, con la reflexion de que esta resis- tencia es agradable 4 Dios, no estamos seguros ni libres del peligro de ser. ven- cidos en una tercera batalla: por esto con- viene que entres tercera vez ea el comba- te contra el vicio que pretendes vencer y sujetar, y concibas contra. él no’ salamen- te aversion y menosprecio , sino abomi- nacion y horror. En fin, para adornar y perfeccionar tu alma con los hébitos de las virtudes, has de producir muchos actos interiores, que — 7% — sean directamente contrarios 4 tus pasio- nes desordenadas. Por ejemplo : si quie- res adquirir perfectamente el habito de la paciencia, cuando alguno menospre- cidndote te diere ocasion de impaciencia, -no basta que. te ejercites en los tres com- bates de que hemos hablado para vencer la tentacion ; es necesario demas de es- to, que ames el menosprecio y ultraje que recibiste ; que desees recibir de nuevo de la misma persona la misma injuria; y fi- nalmente, que te propongas sufrir mayo- res. y-mas sensibles ultrajes y menospre- cios. ; La razon porque no podemos perfec- cionarnos en la virtud sin los actos que son contrarios al vicio que deseamos cor- regir , es porque todos los demds actos, por muy frecuentes y eficaces que sean, no son capaces de extirpar la raiz que pro- duce aquel vicio. Asi, por no mudar de ejemplo, aunque no consientas 4 los mo- vimientos de la ira y de la impaciencia, cuando recibes alguna injuria, mas antes — 7 — bien Ios resistas y los combatas con las armas de que hentos hablado ;_persuddete, hija mia, que si no te acostumbras 4 amar al oprobio, y 4 gloriarte de las in- .jurias y menosprecios, no llegards jamés 4 desarraigar de tu corazon el vicio de la impaciencia, que no nace de otra cau- sa en nosotros, que de un temor exce- sivo de ser,menospreciados del mundo, y de un deseo ardiente de ser estimados: porque, en fin, mientrasesta viciosa raiz se conservare viva en: tu alma, brotaré siempre, y enflaqueciendo de dia en dia tu virtud, Hegara con el tiempo 4 opri- mirla de manera, que te hallardés en un continuo peligro. de caer en los desér- denes pasados. No esperes, pues, obtener jamés el verdadero hdbito de las virtudes, si con repetidos y frecuentes actos de las mis- mas virtudes no destruyes los vicios que les son directamente opuestos. Digo con actos repetidos y frecuentes, porque asi como se requieren muchos pecados para —|—-7— formar el hébito vicioso, asi tambien.se requieren muchos actos de virtud para producir y formar un h4bito santo y per- fecto, y enteramente incompatible con el vicio. Y afiado, que se requiere mayor numero de actos buenos para formar’ el habito de la virtud, que de actos peca- minosos para formar el del vicio; porque los hbitos de la virtud no son ayudados como les del vicio de Ja naturaleza cor- rompida y viciada por el pecado. Demis de esto te advierto, que si la virtud , en que deseas ejercitarte , no pue- de adquirirse sin algunos actos exterio- res conformes 4 los interiores, como su- cede en el ejmplo ya propuesto de la paciencia, debes ne solamente hablar con amor y dulzura‘al que te hubiere ofen- dido y ultrajado, sino tambien servirlo, agasajarlo-y-favorecerlo en lo que pudie- res: y aunque estos actos, ya interiores, 6 ya exteriores, sean acompafiados de tan- ta debilidad y flaqueza de espfritu, que te parezca que los haces contra tu volun- SS tad, no obstante no dejes de continuar- los; porque aunque sean muy débiles y flacos, te mantendrén firme-y constante en la batalla, y te servirén de un socor- ro eficaz y poderoso para alcanzar la vic- toria. . Vela, pues, hija mia, con atencion y cuidado sobre tu interior, y no conten- téndote con reprimirlos movimientos mas fuertes y violentos de las pasiones, pro- cura sujetar tambien los mas pequeiios y leves; porque estos sirven ordinariamen- te de disposicion, para los otros, de don- de nacen finalmente los habitos viciosos. Por la negligencia y descuido que han tenido algunos en mortificar sus pasio- nes en cosas faciles y ligeras, después de haberlas mortificado en las mas dificiles y graves, se han visto, cuando menos lo imaginaban, mas poderosamente asal- tados de los mismos enemigos, y venci- dos con mayor dajfio. : Tambien te advierto , que atiendas 4 mortificar y quebrantar tus. apetitos en —m— las cosas que fueren licitas-.,. pero no ne- cesarias; porque de esto te seguirén gran- des bienes, pues podrés vencerte mas facilmente en los demis. apetitos desorde- nados : te harés mas experta y fuerte en las tentaciones: te librarés mejor de los engaiios y lazoa del demonio, y agrada- rds mucho al Seftor. Yo te digo; hija mia, lo que siento; no dejes de practicar es- tos santos: ejercicies que te propongo, y de que verdaderamente necesitas para la reformacion de tu vida interior; pues si los practicares, yo te aseguro que alcan- zarés muy en breve una. gloriosa victoria de ti misma, harés.en poco tiempo gran- des progresos en la virtud, y vendrds 4 ser sdlida y verdaderamente espiritual. Pero obrando de otra suerte y siguien- do otros ejercicios, aunque te parezcan muy excelentes y santos, y experimentes con ellos tantas delicias y gustos espiri- tuales que juzgues que te hallas en per- fecta union y dulces coloquios con el Se- fior, ten por constante y cierto que no — 80 — alcanzarés jamas virtud ni verdadero es piritu; porqueel verdadero espiritu, como dijimos ‘en el-capitulo primero, no con- siste en los ejercicios deleitables , y que lisonjean & la naturaleza,, sino en los que lo crucifican con sus pasiones y deseos desordenados. De esta manera, renova- do el hembre interiormente con los hé- bitos de las virtudes evangélicas, viene 4 unirse intimamente con su Criador y su Salvador crucificado. Es tambien indubitable y cierto, que asi como los h4bitos viciosos se forman . 6n nosotros.con repetidos y frecuentes ac- tos de la voluntad superior, cuando cede 4 los apetitos sensuales ; asi las virtudes cristianas se adquieren con repetidos y frecuentes actos de la voluntad, cuando se conforma con la de Dios, que excita y Hama continuamente al alma, ya 4 una virtud, ya‘ otra. Como la voluntad, pues, no puede ser viciosa y terrena por gran- ‘des esfuerzos-que haga el apetito inferior Para corromperla, sino consiente; asi no — si — puede ser santa y-unirse can Dios por fuer- tes y eficaces que sean las inspiraciones ‘de:la divina gracia que la excitan y. lle- man, si no coopera no solamente con'les actos interiores, sino tambien con los ex- teriores si fuere necesario. “CAPITULO XIV. De lo que se debe hacer cuando la volun- tad supersor parece vencida de la a rior, y de otros enemigos. Si alguna yez te pareciere que tu yo- luntad superior se halla muy flaca para resistir 4 la inferior, y 4 otros enemigos, porque no sientes en ti 4nimo -y resolu- cion bastante para sostener sus asaltos, no dejes de mantenerte firme y constante en la batalla, ni abandénes. el campo; perque has de persusdirte siempre 4 que te hallas victoriosa, mientras no receno- cieres claramente que cediste y te dejaste vencer y sujetar; pues asi como nuestra — 32 — volantad superior no necesita del con- sentimiento del apetito inferior para pro- ducir sus actos, asi aunque sean muy vidlentos y fuertes los asaltos con que la combatiere este enemigo doméstico , con- serva siempre el uso de su libertad, y no puede ser forzada 4 ceder y consentir si ella misma no quiere; porque el- Criador le ha dado un poder tan grande y un im- perio tan absoluto, que aunque todos los sentidos, todos los demonios-y todas las criaturas conspirasen juntamente contra ella para oprimirla y sujetarla, no obs- tante podria siempre querer 6 no querer con libertad lo que quiere 6 no quiere tantas veces, y por tanto tiempo, en el modo, y para el fin que mas le agra dase. “Pero si alguna vez estos enémigos te asaltasen y combatiesen con tanta violen- cia que tu voluntad ya oprimida y can- sada no tuviese vigor ni espiritu para producir algan acto contrario, no pier- das el 4nimo ni arrojes las armas; mas — 83 — sirviéndote en este caso de la lengua, le defenderés, diciendo: no me rindo no" quiero ni consiento, como suelen hacer los que halléndose ya'oprimidos, sujetos y dominados de su enemigo, no pudien- do con la ‘punta de la espada, lo hicieron con el pomo: y asi como estos desasién- dose con industria de su contrario se.re- tiran algunos pasos para volver sobre su enemigo y herirlo mortalmente, asi ta . procurards retirarte al conocimiento de ti misma que nada puedes, y animada de una. generosa confianza en Dios, que lo puede todo, te esforzarés 4 combatir y vencer la pasion que te domina, diciendo entonces: Ayudadme, Seftor, ayudadme, Dios mio: no abandoneis & vuestra sierva, no permitais que yo me rinda 4 la tenta- Podras tambien , si el eriemigo te diere tiempo, ayudar la flaqueza de Ja voluntad Hamando en su socorro al entendimiento, y fortificindola con diversas considera- ciones que sean propias para darla aliento — 8% — y animarla-al combate; como, por ejem- plo, si halléndote afligida de alguna in- justa persecucion 6 de otro trabajo, te sintieses de tal suerte tentada y comba- tida de la impaciencia, que tu voluntad no pudiese ni quisiese sufrir cosa alguna, procurarés .esforzarla y ayudarla con la consideracion de los puntos siguientes, 6 de otros semejantes. Primeramente, considera si mereces el mal que padeces, y si ti misma diste la ocasion y el motivo; pues si te hubiere sucedido por. culpa tuya, la razon pide que toleres y sufras pacientemente una herida que té misma te has hecho con tus propias manos. 2. Mas cuando no tengas alguna culpa en tu daiio, vuelve los ojos y el pensa- miento 4 tus desérdenes pasados, de que todavia no te ha castigado Ia divina Jus- ticia, ni ti has hecho la debida peniten- cia; y viendo que Dios por su misericor- dia te trueca e) cestigo que. habia de ser, 6 sas largo en el purgatorio, 6 eterno en — 8 — ‘el inferno, en otro.mas’ ligero.y mas breve, recihelo no solarhente-con pacien= cia sino tambien eon alegria y con ren- dimiento de gracias. 3. Pero si-te pareeiere que has heche mucha penitencia, y que has ofendido poco 4 Dios. (cosa-que debe estar siem- pre-muy léjos de tu pensamiento) debe- rés consWterar que en el reino de los cielos no se entra sino por la puerta es trecha de las tribalectones Y de ‘la cruz (Actor. x1v. 21). ~ 4. Gonsidera asimismo, queaun cusn~ do pudieses entrar por otra puerta, la ley. sola del amor deberia obligarte 4 es- coger siempre la de fas tribulaciones, por no apartarte un punto de la imitacion del - Hijo de Bios y de -todos sus escogidos, que no han entrado en la bienaventaranza de la gloria sino por medio de las espi- nas y tribulaciones. 5. Mas lo que principalmente debes mirar y atender, asi enesta como’en cual- quiera Otra ocasion, es la voluntad de T. L=-—-XViI. — %& — Dios, que por el amer que fe tiene se . deleita y.complace indeciblemente de ver- te hacer: actos: herdieos de virtud, y cor- responder 4 su amor con estas pruebas de tu yalor y fidelidad. Y ten por cierto, que cuanto. mas grave fuere Ja persecu- cion qué padeces, y mas injusta de_ parte de su autor, tanto mas estimaré el Sefior tu fidelidad y constancia, viengo que en medio de tus. aflicciones adoras sus jui- cigs y te sujetas &-su providencia, pn la cual todos Jos sucesos, aunque hos pa- rezcan muy desordeaados , tienen regla y érden perfectisimo. . CAPITULO Xv. De algunas advertencias importantes para saber en qué modo se ha de pelear, con- tra qué .enemigos se debe combatir, y con qué virtud pueden ser vencidos. "Ya has visto, hija mia,,el modo en que debes combatir para vencerte 4 ti _—~#7— misma , y adornarte de las virtudes. Aho- ra conviene que sepas que para conseguir: mas facil -y prontamente. la: yictoria, no te basta combatir y mostrar tu valor una sola vez ; mas es necesario que vuelyas — edda dia 4 la batalla, y renueves el com- bate priticipalmente contra el amor pro- pio, hasta tanto que vengas 4 mirar camo. precioso#ty amables todos los. desprecios y disgustos' que. pudieren venirle - del nrando. : - -Por Ja inadvertencia ¥ descuido que se tiene comunmente en este combate , su- cede muchas vores que las -victorias-spn dificiles, imperfectas,.raras y de poca duracion. Por esta eauga te aconsejo, hi- ja mia, que pelees con esfuerzo y reso- lucion , y que no te excuses con el pre- texto de tu flaqueza natural; pues si te faltam las fuerzas , Dios te las dara como se las pidas. Considera demas de esto, que si es grande la multitud y el furor de tus ene- migos, es. mayor infinitamente la bondad — 8 — de Dios y el amor -que te tiene; y que son mas los dngeles-del cielo y las ora- ciones de loa santos que te asisten y com- baten en tu defensa. Estas consideracio~ nes han animado de tal suerte & muchas mojeres sencillas yflacas, que han podido veneer toda la sabidurta del mundo, re- sistir 4 todos les atractivos de ta carne, y trianifar de todas las fuerzas detinfierno. Par esta causa‘no debes desmayar ja- més, 6 perder el 4nimo en este combate, aunque te parezca que los -esfuertos de tamtos enemigos son dificiles de vencer, que-la guerra no tendré fin sino con tu vida, y que te hallas de todas partes ame- nazada de una suina e4si inevitable; por- que es bien que sepas que ni las fuerzas ni los artificios de nuestros enemigos pueden hacernos algun dajio sin la-per- mision de nuestro divino Capitan por cu- yo honor se combate, el cual nos-exhorta y llama & la pelea; y no solamente no permitir4 jamés:que los que conspiran & tu perdicion logren su.intento, mas antes = 89 bien combatira por ti, y cuando: sera de su agrado te dard la victoria con grande fruto y ventaja tuya, aunque te ta dila- te hasta el tiltimo dia de tu vida. Lo que-desea, hija mia, y pide dni- camente de-ti, es que combatas gene- rosamente, y que aunque salgas herida muchas veces no dejes jamds las armas ni huyas de la batalla. Finalmente, para excitarte 4 pelear con resolucion y cons- tancia,-considerarés que esta guerra es inevitable, y que es forzoso 6- pelear 6 morir ; porque tienes que luchar contra enemigos tan furiosos-y obstinados que no podrés tener jamés paz, ni tregua con ellos. CAPITULO XVI. Del modo-en que el soldade de Cristo debe presentarse al combate por la mafiana. La primera cosa que debes hacer cuan- do despiertas es abrir los ojos del alma, y considerarte como en un campo de ba- talla.en presencia de tu enemigo y en la necesidad forzosa, 6.de corfibatir, 6 de perecer para siempre. Imaginate que tie- nes delante de tus ojos 4 tu enemigo; esto - es, al vicio 6 pasion desordenada que de- seas domar -y vencer, y que este mons- truo furioso viene 4 arrojarse sobre ti para oprimirte y vencerte. Represéntate al mismo tiempo que tienes 4 tu diestra “4 tu invencible capitan Jesucristo, acom- pafiado de Maria y de José , y de:muchos escuadrones de dngeles y bienaventura- dos, y particularmente del glorioso arcén- gel san Miguel ; y 41a siniestra 4 Lucifer con sus ministros, resueltos 4 sostener con todas sus fuerzas la pasion 6 vicio que pretendes combatir, y 4 usar de todos los artificios y engafios que caben en suma- | licia para rendirte. Asimismo te imaginarés que oyés en el fondo de tu corazon una secreta voz de tu angel custodio que te habla de esta suerte : Este es el dia en que debes hacer —s1— Yos ultimos esfuerzos para vencer este « enemigo , y todos los demds que copspi- ran 4 tu perdicion y ruina: ten 4nimo y constancia: no te dejes yencer de algun vano temor 6 respeto; porque tu capitan Jesucristo esté 4-tu lado contodos loses- cuadrones del ejército celestial para defen- dérte contra todos los que tehacen guer- ra, y 00 permitir4 que prevalezcan contra tisus fuerzas ni sus artificios. Procura es- tar firme y constante: hazte fuerza y vio-~ lencia , y sufre 1a pena que sintieres en violentarte y vencerte. Da voces al Seiior desde lo mas intimo de tu corazon: invo- ea continuamente 4 Jesis y Maria: pide 4 todos les santos y bienaventurados que te socorran y asistan; y no dudes que alcanzarés la victoria. Aunque seas flaca y estés mal habitua- da, y tus enemigos te parezcan formida- bles por su nimero y por sus fuerzas, no temas; porque los escuadrones que vie- nen del cielo para tu socorro ¥ defensa, son mas fuertes y numerosos que los que zo envia of inferno para quitarte la vida de la ggacia. El Dios que te ha. criado. y re- dimido es todopoderoso, y tigns sin.com- paracion mas deseo de salvarte que el demonio de perderte. ' Pelea, pues, con valor, y entra desde luego con esfuerzo y resolucion en el em- peiio de vencerte y mortificarte 4 ti mis~ ma; porque de la continua guerra contra tus malas: inclinaciones y, haébitos vicio- sos, ha de nacer finalmente la victoria, y aquel gran.tesoro con que. se compra el reino de los cielos, donde el alma se une para siempre con Dios. Empieza, pues, hija mia, 4 combatir en el nombre del Sedior, teniendo por espada Y por-escudo la desconfianza de ti misma , la confianza en Dios , la oracion y.el anes en tus potencias. Asistida de-estas. armas provocarés & la batalla 4.tu enemigo, esto es, aquella pasion 6 vicio dominante que hubieres resuelto combatir y vencer, ya con un generoso menosprecio , ya con una firme — 93 — resistencia, ya con actos repetidos de la virtud contraria , ya finalmente con atros medios que te inspirard ef cielo- para- ex- terminarlo de tu corazon. No descanses aGi dejes la pelea hasta que lo hayas do- mado ¥ vencido enteramente; y merece- rés por tu constancia la corona de lds manos de Dios, que-con toda la Iglesia triunfante estaré mirando desde el cielo tu combate. Vuelvo 4 advertirte , hija mia, que no desistas ni ceses de combatir, atendiendo 4 la obligacion que tenemos de servir y agradar 4 Dios, y 4 la netesidad de pe- lear; pues no. podemos excusar Ja bata- Ha, ni salir de ella sin quedar muertos 6 heridos. Considera que cuando como re- belde quisieses huir de Dios y darte 4 las delicias de la carne, te seria forzoso 4 tu pesar el combatir-con infinitas contrarie- dades, y sufrir grandes amarguras y pe- nas para satisfacer 4 tu sensualidad y 4 tu ambicion. ;No seria una increible lo- cura elegir y abrazar penas y afanes que — 4% — nos inducen y llevan 4 mayores penas y afames, y aun 4 los tormentos eternos, y huir de algunas ligeras tribulaciones que se acaban presto, ynosencaminan yguian 4 una eterna felicidad , y nos aseguran el ver 4 Dios para siempre y gozarte? CAPITULO XVI. _ Del érden que se debe guardar en el com- bate contra las pastones y vicios. Imperta mucho, hija mia, que-sepas el drden que se debe guardar para com- batir como se debe, y no acaso y por costumbre como hacen.muchos, que por esta causa pierden todo .el fruto de su trabajo. a : EI érden de combatir contra tus vicios y malas inelinaciones es recogerte dentro de ti misma, 4 fin de examinar con cui- dado cudles son ordinariamente tus de- seos y tus aficiones, y reconocer cudl es Ja pasion que reina en ti corazon; y 4 — 9 — esta particularmente has de: deelarar la guerra como 4 tu mayor enemigo. Pero si el maligno espiritu, haciendo diversion, te: asaltare:por otra pasion 6 vicio, debe- ras entonces acudir sin tardanza 4 donde fuere ritayor y mas urgente la necesidad, y volverés después 4 tu primera empresa. . _ CAPITULO XVIII. De .qué manera deben reprimirse los mo- vimientos repentinos de las pasiones. ~ Si no estuvieres acostumbrada 4 repa- rar y resistir los golpes repentinos de las injurias, afrentas y demds penas. de esta vida, conseguirdés esta costumbre, pre- viéndolas con el discurso y prepardndote de léjos 4 recibirlas. El modo de preveerlas es, que después de haber examinado la calidad y natu- raleza de tus pasiones, consideres las per- sonas con quienes tratas, y los lugares y — % — ocasiones donde te hallas ordinariamente ; y de aqui podras facilmente conjeturar to- do lo que puede sucederte. Pero si bien en cualquiera accidente improviso te aprovecharé mucho el ha- berte precaucionado contra semejantes motivos y ocasiones de mortificacion y pena, podrds no obstante servirte tambien de este otro medio. Apenas émpezares 4 sentir los prime- ros golpes de alguna injuria, 6 de cual- quiera otra afliccion, procura levantar tu espiritu 4 Dios, considerando que este ac- cidente es un golpe del cielo, que su mi- sericordia te envia para purificarte , y pa- ra unirte mas estrechamente 4 si: y des- pués que hayas reconocido que su bondad inefablé se deleita y complace infinita- mente de verte sufrir con alegria las mea- yores penas y adversidades por su amor, vuelve sobre ti misma, y reprendiéndote dirds: ; O cudn flaca y cobarde eres! gpor qué no quieres ti sufrir y Uevar una crux, que te envia, no esta, 6 aquella persona, —7F — sino tu Padre celestial? Después mirando la-cruz abrazala, y recibela no solamente con sumision, sino con. alegria ,. dicien- do: ;Q cruz que el amor de mi Redentor crucificado me hace-mas dulce y apetecible que todos los placeres de los sentidos! Une- me desde hoy estrechamente contigo, para que por ti yo pueda unirme estrechamente con el que me ha redimido, muriendo entre sus brazos. Pere si prevaleciendo en tila pasion en los principios, no pudieres levantar el co-- razon 4 Dios, y te sintieres herida, no por esto desmayes., ni dejes de hacer todos Jos esfuerzos posibles para vencerla, im~ plorando el socorro del cielo. Después de todo esto, hija mia, el ca- mino mas breve y seguro para reprimir y sujetar estos primeros movimientos de las pasiones es quitar la causa de donde pro- ceden. Por ejemplo: si por tener puesto tu afecto en alguna cosa de tu gusto, ob- servas que te turbas, te enojas y te in- quietas cuando te tocan en ella, precura _— 98 — desnudarte.de este afecto y gozarés de un perfecto Teposo. Mas si la -inquietud que sientes prove- de , no de amor desreglado 4 algan ob- jeto de tu gusto , sino de aversion natural 4 alguna persona, cuyas menores accio- nes te ofenden y desagradan, ef remedio eficaz y propio de este mal es que-& pe- sar de tuantipatia te esfuerces 4 amar esta persona, no solamente porque esuna cria- tura formada de la mano de Dios, y redi- -mida con-la preciosa sangre de-Jesucristo de la misma suerte que ta, sino tambien porque sufriendo con dulzura y paciencia sus defectos, puedes hacerte semejante 4 tu Padre celestial, que con todos es ge- neralmente benigno y amoroso. (Matt. v, 45). — 99 — CAPITULO XIX. Del modo en que se debe combatir contra el vicio deshonesto. - . ‘Contra este vicio has de hacer Ja guer- ra de un-modo particular, y con mayor resohicion y esfuerzo que contra los- de- més vicios. Para combatislo como convie- he, es necesario que distingas tres. tiem- pos: .. - 2 + EI primero, antes de la tentacion. El segundo , cuando te hallares .ten- tada. El tercero, después que se-hubiere pa- sado la tentacion. 1. Antes de la tentacion tu pelea ha de ser contra las causas y personas que suelen ocasionar esta tentacion. Primera- mente has de pelear no buscando ni aco- metiendo 4 tu enemigo, sino huyendo cuanto te.sea posible de cualquiera cosa 6 persona que te pueda ocasionar el mas — 100 — minimo peligro de caer en este vicio : y cuando, 6 la condicion de la vida comun, 6 la obligacion del oficio particular, 6 la caridad con.el prdjime, te obligaren 4 la presencia y 4 la eonversacion de tales ob- jetes, procurards contenerte severamente dentro de aquellos limites que hace incul- pables la necesidad, usando. siempre de palabras modestas y graves, y mostrando un aire mas serio y austero que familiar - y afable. No presumas de ti misma aunque en todo-el discurse de tu vida no: hayas sen- tido los penosos estimulos de la carne, porque el espiritu de la impureza suele hacer en’una hora Io que no ha podido en muchos aiios.“Muchas yeces ordena y dispone ocultamente sus maquinas para herir con mayor ruina y estrago; y nunca es mas de recelar y de temer que cuando mas se disimula y da menos sospechas de si. d La experiencia nos muestra cada dia _ que nunea es mayor el peligro que cuando — 101 — se contraen 6 se-mantienen ciertas amis- tades en que no se descabre algun mal, por fundarse sobre razones y titulos es- peciosos, ya de. parenteseo.,, ya de grati- tud, ya de algun otro motivo honesto, ya sobre el mérito y virtud de la persona que _se ama ; porque con las visitas frecuentes 'y largos-razonamientos sé ‘mezcla insen- siblemente en estas amistades.el veneno- so-deleite del sentido ; y penetrando con , un pronto y furesto progreso hasta la me- dula del alma,-obscurece de- tal suerte 4 la razen,, que vienen finalmente 4 tenerse por-cosas muy leves el mirar inmodesto, las expresiones tiernas y amorosas, las pa- tabras libres, los donaires y los equivo- cos, de donde nacen tentaciones y caidas muy graves, > Huye, pues, hija, de la mas minima somnbra de este vicio, si quieres conser- varte inocente y pura. No te fies de tu vir- tud, ni de las resoluciones 6 propdésitos que hubieres hecho de morir antes que ofender 4 Dios : porque si el amor sen-_ 7 T. L—XVm. — 102 — sual que se enciende en estas conversa- ciones dalces y frecuentes.se apodera una vez de tu corazen, no tendrés respeto & parentesco, por contentar y satisfacer-tu pasion : serén indtiles y- vanas todas las exhortaciones de tus amigos : perderés ab- solutamente el temor-de Dios, y el fuego * mismo del infierno no seré capaz de ex- tinguir tus llamas impuras. Haye, huye, sk no quieres ser sorprendida y presa, y lo que mas es, perder la vida. 2. Huye.de la: ociosidad, procura vi- vir con cautela , y ocuparte en pensamien- tos y en obras ‘convenientes 4 tu estado. 3. Obedece con. alegria 4 tus superie- res y ejecuta con prontitud las-cosas que te ordenaren, abrazando con mayor -gus- to las que te humillan y son mag contra~ rias 4 tu voluntad y natural inclinacion. 4. No hagas jamés juicio temerario del prdjimo, principalmente en este vicio; y sé por desgracia hubiere.caido en algun — desérden, y fuere manifiesta y pabbica.su caida, no.por eso le menospreeies ¢ le in- — 103 — sultes: mas compadeciéndote de su-fla- queza, proctra apfivecharte de su caida bumilléndote 4 los ojos de Dios, cono= ciendo y tonfesando que no eres'sino pol- vo y-ceniza:, implorando-con humildad y fervor el socorro de su gracia. y huyendo ; ,desde entonces con mayor citidada de to- do.comercie,y comunicacioren que pueda haber la ménor sombra de peligro. - Advierte, hija mia,-que.si fudres foil y pronta en juzgar mal- de hermanos ¥ en -despreciarlos, Dios te corregiré 4 tu ¢os- ta permitiendo que eaigas en. las mismas faltas que condenas, para que asi vengas & conocer tu-soberbia, y hwmilada pro- cures el remedio de uno y otro visio. Pero.aunque no caigas en algnna de estas faltas, sabe, hija mia, que si con- tindas en formar juicios temerarios con- tra el prdjimo, estarés siempre en eviden- ‘te-peligro de perever. wk Ultimamente, en las consolaciones y gustes sobrenaturales que recipieres del Sefior, guérdate de admitir en tu espi- — 104 — ritu. algun sentimiento de complacencia 6..de vanagloria,, persuadiéndote 4 que has Ilegado ya al colmo de la'perfeccion, y que ‘tus ‘enemigos no se hallan’ya en es- tado de hacerte guerra, porque te parece que los miras con menosprecio, aversion y horror; pues si em esto no fueres-muy - cauta y advertida caerés con facilidad. En cuanto al- tiempo de la tentacion conviené considerar sila causa de donde procede es interior 6 exterior. 5 Por, causa exterior entiendo la curio- sidad de los ojos y de las orejas, la de- licadeza y lujo de los vestidos, las amis- tades sospechosas y los razonamientos que incitan 4 este vicio. La medicina ex estoxcasos es el pudor y la modestia que tienen cerrados los ojos y las orejas 4 todos Jos objetos que son capaces de manchar la imaginacion; pero el principal remedio es la fuga como dije. ~ La interior procede, 6.de la vivaci- dad y lozania del cuerpo, 6 de los pen- — 105 — samientos de la mente-que nos.vienen de nuestros malos hiditos, -6 de Jas. suges- tiones del demonio. La vivacidad y lozania det-cuérpo se ha-de mortifitar-con los ayunos, con-las disciplinas, con -los cilicios, con tas vi- gilias y con otras austeridades semejan- tess mas sin exceder toslimites de la dis- crecioh y de la obediencia. . Por Jo que mira 4 los pensamientos, sea cual fuere la causa é principio de donde naeieren, los remedios y preser- vativos son estas: la ocupacion en los ejercicios que son ‘propios de tu estado, Ja.oracion y meditaeion. . La oracionse ha de hacer en esta for- ma. Apenas te vinieren semejantes pen- samientos y empezares 4 sentir su impre- sion, proeura luego recogerte dentro de ti misma, y poniendo los ojos en Jesu~ cristo, le dirés: ;O mi dulce Jestis, acu- did prontamente 4 mi socorrd para, que yo no caiga en las manos de mis enemi- gos! Otras- veces-abrazando ‘Ia cruz de —106— . donde pende tu Sefior, beserés repetidas veces las sacratisimasHagas de sus piés, diciendo con fervor y confianza : ; O tla- gas adorables! ; O Uagasinfinitamente san- tas imprimid: cuestra figura en este im- puro y miserable corazbn, preservdndome de vuestra ofensa. La meditacion, hija mia, yo no qui- siera. que en el tiempo en-que abindan las tentaciones de los deleites carnales, fuese sobre ciertos puntos que algunos - libros egpirituales proponen por remedios desemejantes tentaciones, como por ejem- plo, el considerar la vileza de este vicio, su insaciabilidad, los disgustos y amar- guras que le acompafian, ydas ruinas que ocasiona en la hacienda, en el honor, en la salud y en la vida: porque no siem- pre este es medio seguro para-vencer la tentacion, antes bien puede empefiarnos mas en el peligro; pues ‘si el entendi- miento de una parte arroja y deshecha es- tos pensamientos, los excita y llama por otra, y pone 4 la voluntad en peligro de — 107 — ‘deleitarse con ellos y de consentir en el deleite. Por esta causa el medio mas seguro para librarte. y defenderte de. tales pen- samientos, es apartar la imaginacion, no solamente de los’ objetos impuros, sino tambien de los que les son contrarios; porque esforzéndote 4- repelerlos por to que les son.contrarios, pensards en ellos aunque no quieras, y conservards sus imé- -genes. Conténtate, pues, en estes casos con meditar sobre la. pasion de Jesucris- to; y si mientras te ocupas en este santo ejercicio volvieren 4 molestarte y afligir- te con mas vehemencia los mismos pen- samientos, no por esto pierdas el 4nimo ni dejes la meditacion, ni para resistir- tes te vuelvas contra ellos, antes bien menosprecidndoles enteramente como si no fuesen tuyos, sino del. demonio, per- severarés constante en meditar con toda la atencion que te fuese posible ‘sobre Ja muerte de Jesucristo; porque no hay me- dio mas poderoso para arrojar de noso- — 108 — tros eLespiritu inmundo, aun cuando es- tuviese resuelto y determinado 4 hacernas perpetuamente la guerra. Coneluirds-después tu meditacion con esta peticion, 6 con otra semejante: ;0 Criador y Redentor mio! libradme de mis enemigos por vuestra infinita bondad, y por los méritos de vuestra sacratisima pa- sion. Pero gudrdate. mientras dijeres esto de pensar en el vicio de que deseas de- fenderte, porque la. menor idea sera pe- ligrosa. Sobre todo no pierdas el tiempo en dispufar contigo misma para saber si con- sentiste 6 no consentiste 4 la tentacion; porque este género. de exémen és una in- vencion del demonio que con pretexto de un bien aparente, 6 de una obligacion quimérica , pretende inquietarte y hacerte timida y desconfiada, 6 precipitarte en algun deleite sensual con estas imagina- ciones impuras de que ocupa tu espiritu. Todas las veces, pues, que en estas tentaciones no fuere claro el consenti- — 109 — miento, bastard que descubras brevemen-_ te 4 tu padre gspiritual lo que supieres, quedando después quieta y sosegada con su parecer, sin pensar mas, en semejante cosa. Pero no dejes de descubrirle con fidelidad todo el fondo de tu corazon; sin ocultarle jamés alguna cosa, 6 por vergiienza, 6 por qualquiera otro respe- © to; porque si para vencer.generalmente 4 totlos nuestros enemigos es neeesaria la humildad, ,cudnta necesidad tendré- mos de esta virtud para librarnos y de- fendernos de.un vicio que-es cési siem- pre pena.y castigo de nuestro orgullo? Pasado. el tiempo de la tentacion, la regla que deberés guardar es esta : aun- que goees de una profunda calma y de un perfecto sosiego, y te parezca que te hallas libre y segura de semejantes ten- taciones, procura no obstante tener lé- jos de tu pensamiento los objetos que te las causaron, y no las permitas que vuel- van dentrar en tu espiritu-con algun co- lor 6 pretexto de virtud, 6 de otro bien — 110°-— ‘imaginado; porque semejantes pretextos son engaiios de nuestra naturaleza cor- rompida, y lazos del demonip que se transforma en dngel.de luz (11 Cor. x1, 14) para inducirnos en las tinieblas ex- teriores que son las del infierno. CAPITULO XX. Del modo de pelear contra el vicio de la pereza. Importa mucho,. hija mia, que hagas la guerra 4 la pereza, porque. este vicio no solamente nos aparta del camino-de la perfeccion, sino. que nos pone entera- mente en las manos de los enemigos de nuestra salud. Si quieres no caer en la misera servi- dumbre de este‘ vicio, has de huir de.to- da curiosidad y afecto terreno, y de cual- quiera ocupacion que no convenga 4 tu estado. Asimismo serés:‘muy diligente en corresponder 4 las inspiraciones del cie- — if1 — lo,.en gjecutar las érdenes de tus supe- riores, y en hacer todas las cosas en el tiempo y en el modo que elles desean. No tardes ni un breve instante en cam- plir lo que se te hubiere ordenado, por- que la-primera dilacion 6 tardanza oca- siona lasegunda, y la segunda la tercera y las demés, 4 las cuales el sentido se rinde y cede mas facilmente que 4 las primeras, por haberse ya aficionado al placer y dulzura del descanso; y ast, 6 la accion se empieza muy tarde, 6 se de- ja-como molesta y pesada. De esta suerte viene 4 formarse en no- sotros el hdbito de Ia pereza, el cual es muy dificil“de vencer, si la vergienza de haber vivido en una suma negligencia y descuido no nos obliga, en fin, 4 tomar la resolacion de ser en- lo venidero mas la- boriosos y diligentes. Pero advierte, hija mia, que la pere- za es un'veneno que se derrama en to- das las potencias del alma, y que: no so- lamente inficiona la voluntad, haciendo — 112 — que-aborrezca el trabajo, sino tambien el enfendimiento , cegindole para que no yea cuén vanos y mat fundados son-los propésitos de los negligentes y perezo- sos; pues lo que deberian hacer luego y con diligencia, 6 no lo hacen jamas, 6 lo - prolongan y dejan para otro tiempo. - - Ni basta que se haga con prontitud la - obra que se ha de hacer, sino-que es ne- cesario hacerla en el tiempo.que pide la calidad y naturaleza de la misma obra, y.con toda la diligencia y cuidado que conviene, para darle toda Ja perfeccion posible; porque, en fin, no es diligencia, sino una pereza artificiosa.y fina. hacer con precipitacion las cogas, no cuidando de hacerlas. bien, sino de concluirlas pres- to, para eptregarnos después al reposo en que teniamos fijo-todo el pensamien- to. Este desérden nace ordinariamente de no considerarse bastantemente el valor y precie de ana buena obra, cuando se ha- ce en su propio. tiempo, y con dnimo resuelto § vencer todos los impedimen- — 113 — tos y dificullades que epone el’ vicio de la‘ pereza 4 los nueves soldados que co- mmienzan 4 hacer guerra ‘4 sus pasiones y vicios. >. a Considera ; pues, hija mia, que una:so- la -aspiracion , una oracion jaculatoria, una reflexion, y ki menor demostracion _ de culto y de respeto 4 la Majestad divi- ma, es de mayor precio y valor que todes los-tesores del mundo; y cada vez que el hombre se mortifica en alguna cosa, los 4ngetes-del cielo le fabrican una bella co- Tona en. recompensa de la victoria que ha- ganado sobre si-misma. . Considera, al contrario, que Dios qui- ta poco 4 poco. sus-dones y gracias 4 los tibios y perezosos, y las aumenta 4 los - fervorosos y diligentes, para hacerlos en- trar después en la alegria y gozo de su bienaventuranza. . ~ Pero si en el principio no te. sintieres * con fuerza y vigor bastante para sufrir las dificultades y penas que se_presentan. en el camino de la perfeccion, es necesario — 114 — ‘que procures ocultartelas con destreza .4 ti misma, de suerte que te-parezcan me- nores que suelen figurarselas bos perezo- sos. Por ejemplo: si para adquirir una virtud necesitas de ejercitarte en repeti- dos y frecuentes actos y combatir, con muchos y poderesos enemigos que se opo- nen 4 tu intento, empieza 4 formar estos actos como si hubiesen de ser pocos los que has de producir; trabaja. como si tu trabajo’no hubiese de durar sino muy bre- ve tiempo; y combate 4 tus enemigos el uno después del otro, como si no tuvieses sino uno solo que combatir y vencer, po- noniendo toda tu confianza en Dids, y es- perando que con el socorro de su gracia serds mas fuerte-que todos ellos. Pues si obrares de esta suerte, vendrés 4 librar- te del vicio de la pereza, y 4 adquirir la virtud contraria. - Lo mismo practieards en la oracion. Si tu oracion debe durar una hora y te pa- rece largo este tiempo, propone solamen- te orar medio.euarto de hora, y pasando — 115 — de este medio cuarto- dé hora & otro, no te ser4 dificil ni penoso et llenar fixalmen- te,la hora entera. Pero si al segundo-6 ter- cero medio cuarto de hora sintieres dema- siada repugnancia y pena, deja-entonces el ejercicio para no aumentar tu desabri- miento y disgusto ; porque esta interrup- “cion no $e causaré algun daiio si después vuelves 4 continuarlo. Este mismo métedo has de.observar en las obras exteriores y mentales. Si.tuvieres diversas cosas que hacer, y por parecer- femuchas y muy dificiles sientes inquietud y pena, comienza siempre por la primera oon resolucion, sin pensar en las demés; porque haciéndolo asi con diligencia, ven- drds & hacerlas todas con menos trabajo y dificultad de lo que imaginabas. Si no procuras, hija mia, guardar es- ta regla, y no te esfuerzas 4 veneer el trabajo y dificultad que nace de la pere- - za, advierte que con el tiempo vendré 4 prevalecer en ti de tal manera este vicio, que las dificultades y penas que son in- woe Te — 116 — separables de los primeros ejercicios de la © virtud; no solamente te molestarén cuan- do estén presentes; ‘sino que desde Iéjos te causarin disgusto y congojas , porque estarés* siempre con un continue temor de ser ejercitada y combatida de tus enemi- g08, y en.la misma. quieted vivirds inguie- ta y turbade, : Conviene, hija mia, que ‘oper que en- este vicio hay- un veneno oculto que opri- me y desteuye no solamente las primeras semillas de-las virtudes, sino tambien las — virtudes que estan ya formadas : y que co- mo fa carcoma roe y consume insensible- mente la madera , asi este vicio roe y consume insensiblemente la medula de ja vida espiritual; y por este medio suéle el demonio tender sus redes y lazos &- los hombres y particularmente 4 los que aspi- ran‘ la-perfeccion. Vela, pues, sobre ti misma déndote 4 la oracion y 4 las buenas obras, y no aguar- des 4 tejer el paiio de la vestidura nupciat pata cdando ya habias de estar veatida y — 117 — adornada de ella para salir 4 recibir el es- poso (Matt: xx y xxw). Acuérdate cada dia que quien te data mafiana no te promete.la tarde; y que quien te da la tardeno te asegura la mafia- na. (Véase en Ia 2." part. trat. 4.° cap. XIV). Emplea santamente cada hora del dia como si fuese la ultima; ocdpate toda en agradar 4 Dios, y teme siempre la estre- cha y rigurosa cuenta que le has de dar’ de todos los instantes de tu vida. Ultimamente te advierto, que tengas por perdido aquel dia en que aunque ha- yas trabajado con diligencia y concluido muchos negocios, no hubieses aleanzado muchas victorias contra tu propia volun- tad y malasinelinaciones , ni‘hubieres ren- dido gracias y alabanzas 4 Dios por sus beneficios; y principalmente por el de la dolorosa muerte que padecié por ti, y por el suave y paternal castigo que te da, si por ventura te hubiese hecho digna del tesoro inestimable de alguna tribulacion. T. Xvi. — 118 — CAPITULO XXL. Cémo-debemos gobernar los sentidos exte- riores, y servirnos de ellos para la con- templacion de las cosas divinas. Grande advertencia y-‘continuado ejer- cicio pide el gobierno y buen uso de los sentidos exteriores ; porque el apetito sen- sitivo, de donde nacen todos Jos movi- mientos de la naturaleza corrompida, se inclina desenfrenadamente 4 los gustos y deleites, y no pudiendo adquirirlos por si mismo, se sirve de los sentidos como de instrumentos propios ¥ naturales para traer 4 si los objetos, cuyas imagenes im- prime en el alma: de donde se origina el placer sensual, que por la estrecha co- municacion que tienen entre si el espiri- tu y la carne, derraméndose desde luego _ en todos’ los sentidos que son capaces de. aquel deleite , pasa después 4 inficionar ¢omo un mal contagioso las potencias del — 119 — : alma, y viene finalmente 4 corromper to- do el .homBre. Los remedibs. con que podris preser- varte de un mal tan grave son estos: Estar4s siempre advertida y sobre avi- so de no dar mucha libertad 4 tus senti- dos, y de no servirte de ellos para el de- leite, sino solamente para buen fin, 6 por alguna necesidad 6 provecho ; ysi por ven- tura, sin que td lo adviertas, se derra- maren 4 yanos objetos para buscar algun falso-deleite , recégelos. luego y réglalos de suerte que se acostumbren 4 sacar de los mismos objetos grandes socorros pa~ ra la perfeccion del alma, y no admitir otras especies que las que pueden ayudar- la para elevarse por el conocimiento de las cosas criadas 4 la contemplacion de las grandezas de Dios; lo cual podrds practi- car en esta forma: . Cuando se presentare 4 tus sentidos al- gun objeto agradable , no consideres lo que tiene de material , sino miralo con los ojos del alma; y si advirtieres 6 hallares — — 120 — en él alguna cosa que lisonjee y agrade 4 tus sentidos, considera que nd‘la tiene de si, sino que la ha recibido de Dios, que con una mano invisible lo ha criado, y le comunica toda la bondad y hermosura que en él admiras. Después te alegrards de ver que este Ser soberano é ipdependiente, que es-el ini- co autor de tantas bellas calidades que te hechizan en las criaturas, 1as contiene to- das en si mismo con eminencia, y que la mas excelente no es mas que una sombra de sus infinitas perfecciones. _ Cuando vieres 6 contemplares alguna obra excelente y perfecta de tu-Criador, considera su nada, y fija los ojos del en- tendimiento en el divino Artifice que la dié el ser, y poniendo en €1 solo toda tu alegria, le dirds: 10 esencia divina, ob- jeto de todos mis deseos, y unica felicidad mia, cudnto me alegro de que ti seas el principio infinitode todoel ser y perfeccion de las criaturas! De la misma suerte cuando vieres ér- — 121 + boles, plantas, flores 6 cosas semejantes, considera que Ja vida que tienen no la tie- tien de si; sino’ del espiritu que no- ves y * que las Vivifica ; y podrésdeeirle : Vos sois, Seftor, la verdadera vida, de quien, en quien y por quien viven y crecen todas las cosas: 10 viva alegria de mi corazon! Asimismo de. la vista de los. anima- les levantarés el pensamiento 4 Dios que les ha dado ef sentido y. movimiento, y le dirés ;O gran Qos ; que moviendo to- das las cosas en el mundo, sois siempre inurdvil en Vos mismo! ;Cudnto me ale- geo ‘de-vuestra perpetua estabilidad y fr- meza!l © . Cuando sintieres quese inclina tu afec- - to 4 la belleza de las criaturas, separa luego Jo que ves de lo que mo ves ; deja el cuerpo, y ¥uelve el pensamiento al espiritu..Considera que todo lo que pa- -rece hermoso 4 tus ojos, viene de un principio invisible, que es la hermosura increada, y te dirds 4 tf misma: Estos no son sino destellos 6 arroyuelos de aquella — 122 — fuente increada, 6 gotas de aquel piélago infinito de donde.manan todos los bienes. 10 cémo me alegro enelo tntimo del co- razon pensando en la eterna belleza, que es origen y owusa de todas las bellezas cria- das ! Cuando vieres alguna persona en quien resplandeciere la bondad, ta sabiduria, Ja justicia 6 alguna otra virtud, distin- gue igualmente lo que ‘tiene de si mis- ma, de lo que ha recibido del cielo, y dirés 4 Dios: 7 O rigquisimo tesoro de to- das las virtudes! Yo no puedo explicar la alegria gue siento cuando considero que no hay algun bien que no proceda de Vos, -y que todas las perfecciones de las criatu- ras son nada en comparacion de las vues- tras. Yo os qlabo y bendigo, Seftor, por este y por todos los demds bienes que os habeis dignado de comunicar 4 mi prd- jimo. Acordaos, Senor, de mi. pobreza,.y de la necesidad que tengo de tal y tal virtud. : Cuando hicieres alguna cosa, conside- — 123 — ra que Dios es la primera causa de aque- a obra, y que ta no eres sino un vil instrumento; y leyantando-el pensamien- to 4 su divina Majestad, le dirés: ;O soberano Seftor del mundo! Ya reconoz- - 9 con alegria indeeible, que sin Vos no puedo obrar cosa alguna, y que Vos sois el primero g el principal artifice de to- das. : Cuando comieres de alguna vianda que sea de tu gusto, hards esta reflexion, que olo el Criador os capaz de darle este gus- to que hallas, y que te es tan agrada- ble; y poniendo en é! solo todas tes de- licias, te dirds & ti misma: Alégrate, al- ma mia, de que como fuera de Dios no hay verdadero ni sdlido contento ; ast en solo Dios puedes verdaderamente deleitar- te en todas las cosas. Cuando sintieres algun olor suave y agradable no te detengas en el deleite 6 gusto que te causa; mas pasa con el pen- samiento al Senor, de quign tiene su ori- gen aquella fragancia, y con una inte- — 14 — rior consolacion le dirés : Haced, Dios y “seftor mio, que ast como yo me alegro que de Vos proceda toda suavidad, ast mi al- ma desasida de los placeres sensuales no tenga cosa alguna que la impida el elevar- . sed Vos, como el bumo de un agradable incienso. Finalmente, cuand6 oyeres alguna sua- ve armonia de voces 6 instrumentos, vol- viéndote con el espiritu 4 Dios, dirds : 10 Seftor Dios mio, cudnto me alegro de vuestras infinitas perfecciones, que unidas» forman una admirable armonta-y concier- to, nd solamente en Vos mismo, sino tam- bien en los dngeles, en los cielos y en to~ das las criaturas! — 125 — a " capiruto XXII. Cémo podrén ayudarnos las cosas sensi- bles para la meditacion de los misterias de ba vida y pasion de Cristo patito Seflor. - : Ya te he mostrado , hija mia, cémo podrds elevarte de la consideracion de las cosas sensibles 4 la contemplacion de las grandezas de Dios. Ahora quiero enst- fiarte el niodo de servirte de estas mis- mas cosas para meditar y considerer los sagrados misterios de la vida y de la pa- sion de Jesucristo nuestro Redentor. _ No hay cosa alguna en el universo que no pueda servirte_para este efecto. -Considera en todas las cosas 4 Dios comio finica y primera causa que les ha dado el ser, la hermosura y la excelen- cia que tienen. Después admirarés su bon- dad infinita ; pues siendo tnico principio y sefior de todé to criado; quiso humi- — 126 — Nar su dignidad y grandeza.hasta hacerse hombre y vestirse de nuestras flaquezas, y sufrir una muerte afrentosa por nues- tra salud, permitiendo que sus mismas criaturas le crucificasen. Muchas. cosas podran representarte particular y distintamente estos santos - misterios , como armas, cuerdas, azotes, columnas , espinas , cafias, claves, tena- zas, martillos, y otras cosas que fueron . instrumentos de la sacratisima pasion. * Los pobres albergues nos redueirén é la memoria el establo (Luc. 1) y pese- bre en que quiso nacer el Sefior. Si llue- ve podrémos acordarnos de aquella divina Iluvia de sangre que en el huerto ( Idem xxu1) salié de su sacratisimo cuerpo y reg6 la tierra. Las piedras que miréremos nos servirén de imagenes de las que se rompieron en su muerte. La tierra ‘nos representaré el movimiento que entonces hizo ( Matth. xxvut). El sol las tinieblas que lo obscurecieron ( Mare. xy , 33). Cuando viéremos el agua’ podrémos acar- —1277— - darnos de la qué. salié de su sacratisimo costado (Joan. xix, 34) ; y Jo mismo di- go de otras cosas. semefantes. Si bebieres vino 4 otro licor,, acuér- date de la hiel y vinagre ( Matti. xxvu), que. 4 tu divino.Salvador presentaron sus enemigos. Si te deleitare la suavidad y fragancia de los perfumes, figirate en tu imaginacion el hedor delos cuerpos muer- tos que sintié en el Calvarie. Cuando te vistieres , considera que el Verbo eterno se vistié de nuestra carne para vestimos de su divinidad (Philip. a). Cuando te desnudares, imaginate que lo ves desnu- do (Matth. xxvir) entre las. manos de los verdugos para'ser azotado y morir en la cruz por nuestro amor. Cuando oyeres algunos rumores 6 gritos confasos , acuér- date de las voces abominables de los ju-. dios , cuando amotinados contra el Se- fior gritaban que fuese crucificado (Lue. xxu, Joan. xix); Tolle, tolle: crucifige, crucifige. Todas las yeoes que sonare el reloj pa~ — 138 — ra dar las horas, te representarés la con- goja, palpitacion y angustias mortales que.sintié en su torazon Jests en el huer- to., cuando: empezé.4 temer-los crueles tormentos que se le preparaban; 6 te figurarés que oyes los duros. golpes de les martillos que los soldados le dieron cuan- do le clavaron en Ia cruz. En fin, en cual- quiera dolores y penas que padecieres 6 vieres padecer 4 otro, considerarés que son muy leves en comparacion de las in- comprensibles .angustias que penetraron y afligieron el cuerpo y el alma de Je- sucristo en el curso de su pasion. CAPITULO XXHI. De otros medos de gobernar nuestros sen- tidos segun las vcasiones que se ofre- cieren. Después de haberte mostrado como po- demos levantar nuestros espiritus de las cosas sensibles 4 las gosas de Dios, y 4 — 129 — los misterios de .la vida de Jesucristo, quiero tambien ensefiarte otros miodos de que podemos servirnos para diversas.me- ditactones , para que asi como son dife- Tentes los gustos de las almas , asi ten- gan muchos y diversos manjares con que puedan satisfacer 4 su devocion. Esta va- riedad ser4 de grande utilidad y provecho, no solamente para las personas sencillas, sino tambien ‘para las mas espirituales ; . - porque no éedas van por un mismo ca- mino 4 Ja perfeccion, ni téenen-el espi- ritu igualmente prento y déspuesto para ‘Tas mas altas especulacignes. No temas que tu espfritu se embarace y confunda -con esta diversidad de cosas, si te gobiernas con la: regla de la discre- cion , y con-el consejo de quien te guia- re en la vida espiritual , cuya direccion deberds seguir siempre , asi en estas co- mo en todas las demés advertencias que te -daré. Siempre que mirares tantas cosas her- mosas y agradables 4 la vista., y que es- . — 130 — tén en e] mundo en grande aprecio -y estimacion, considera que todas son vi- lisinaas y como de barro en comparacion de las riquezas y bienes celestiales, & que solamente ‘(despreciando el mundo ) debes aspirar de todo corazon. Cuando miras el sol , imagina y pien- sa que tu alma, si se halla adornada de la gracia, es mas hermosa y resplande- ciente -que el sol y que todos los astros del fiemamento ; pero que sin el adorno y hermosura de la gracia es mas obscu- ra y abominable que las mismas tinie- blas del infierne. Alzando los ojos corporales al cielo, pasa adelante con los del entendimiento hasta el empireo, y considera que es lu- gar prevenido para tu feliz morada por una eternidad , si en este mundo vivieres cristianamente. Cuando oyeres cantar los péjaros, acuérdate del paraiso donde se cantan in- cesantemente 4 Dios himnos y cdnticos de alabanza ( Apoc. xix); y pide al mismo — #31 — tiempo al Sefior qte te haga digna de alabarle eternamente en compania de los espiritus celestiales. Cuando advirtieres que te deleita y hechiza Ja belleza de las eriaturas, ima- gina que debajo de aquella hermosa apa- riencia se oculta la serpiente infernal, pronta 4 morderte para inficionarte con- su veneno y quitarte Ja vida de la gra- cia s y con santa indignacion la dirds :. Huye, maldita serpiente , on vano te ocul- tas para devorarme: Después yolviéndote . 4 Dios le dirés: Bendito seats, Seftor, que os habeis dignado ‘de descubrirme mi enemigo y de salvarme de sus asechanzas. Después retirate 4 lag Ilagas de tu Re- dentor como 4 un asilo seguro , y ocupa tu espiritu con los dolores i incomprensi- bles que padecié en su sacratisima carne para librarte del pecado , y hacerte odto- sos los deleites sensuales. Otro medio quiero ensefiarte para de~ fenderte de los atractiyos de las hermo- suras criadas; y es, que pienses y consi- — 132 — deres ,qué vendrén & ser después de la muerte estos objetos que te parecen aho- ra tan hermosos? Cuando caminares, acuérdate que con cada paso que das ‘te acercas 4 la muerte. El vuelo de un pajaro, el curso de un tio impetuoso, te advierten que tu vida corre y vuela con mayor velocidad 4 su fin. En las tempestades de vientos, relém-i pagos y-truenes, acuérdate del tremendo dia del juicio; y postréndote profunda- mente en presencia de Dios, le adorarés pidiéndole con humildad que te conceda gracia y tiempo para disponerte y prepa- rarte, de suerte que puedas comparecer con seguridad entonces delante de-su al- tisima Majestad. En la variedad de accidentes 4 que esté sujeta la vida humana, te ejercitarés de esta manera. Si, por ejemplo, te hallares oprimida de algun dolor 6 tristeza, si pa- decieres calor 6 feo 6 alguna otra inco- modidad, levanta tu espiritu al Sefior, y — 133 — adora el drden inmutable de su providen- cia, que por tu bien-ha dispuesto que en aquel tiempo padezcas aquella pena 6 tra- bajo; y reconociendo: con alegria el amor tierno y paternal que te muestra, y la oca- sion que te da de servirle en lo que mas Je agrada, dirés dentro de tu corazon: Ahora se cumple verdaderamente en mi la voltuntad de Dios, que tan benigna y anio- rosamente dispuso en su eternidad que yo padeciese esta mortificacion. Sea para siem- pre bendito y alabado. Cuando sé despertare en tu alma algun buen pensamiento, vuélvete luego 4 Dios, y reconociendo que debes 4 su bondad y misericordia este favor, le dards con hu- mildad las gracias. Si leyeres algun libro espiritual y de- yoto, imaginate que el Sefior te habla en aquel libro para tu instruccion, y recibe sus palabras como si saliesen de su divina boca. ; Cuando miras la cruz, considérala co- mo el estandarte de Jesucristo tu capitan, T. L—xvi. — 134 — y entionde que si te apartas de este sa- grado estandarte, caerés en las manos de tus mas crueles enemigos ; pero si lo si- " gues constantemente, -te -harés. digna de entrar algun dia‘en triunfo en el cielo car- ~gada de gloriosos despojos. - Cuando vieres alguna imégen de Maria santisima, ofrece tu corazon 4 esta Ma- dte de misericordia, muéstrale el gozo y alegria que sientes de que haya cumplido siempre con tanta diligencia y fidelidad Ja voluntad divina : de que haya dado al mundo 4 tu Redentor, y lo haya susten- tado de'su purisima leche ; y en fin, dale muchas bendiciones y gracias por {a asis- tencia y socorro que da 4 todos-los que la invocan en este espiritual combate con- tra el demonio. . Las imégenes.de-los Santos te repre- sentarén 4 la memoria aquellos dignos y generosos soldados de Jesucristo, que eombatiendo valerosamente hasta la muer- te, te han abierto.el eamino que debes se- “guir para llegar 41a glorja. — 135 — Cuando vieres alguna iglesia, entre otras devotas consideraciones , pensa- rés que tu alma es templo vivo de Dios (1 Cor. mi.—u id. vi.), y que como e3- tancia.y morada suya, debes conservar- la pura y limpia. . . En cualquier tiempo que se tocare la campana para la salutacion-angélica, po- drés hacer alguna breve reflexion sobre las palabras que preceden 4 cada Ave Maria. . En el primer toque 6 sefial ‘dards grae cias 4 Dios de aquelle célebre embajada Tus. 1) que envié 4 Maria santisima, y fie el principio de nuestra salud. En elsegundo te congratularés con esta pu- risima Sefiora de la alta dignidad 4 que la-sublimé. Dios,-en recompensa de su profundisima humildad. En el gercero adorarés al Yerbo encarnado (Joan. 1), y al mismo tiempo dards 4 su bienayen- turada Madre y al arcdngel san Gabriel el honor y culto que merecen. En cada uno de estos toques ser4 bien que incli- — 136 — nes un poco la eabeza en sefial de re- verencia, y particularmente.en el dl- timo. < ; A mas de-.estds breves meditaciones, que podrds ‘practicar igualmente’en to- dos tiempos, quiero, hija mia, ensefiarte otras de que pedrds servirte en la tarde, en la majfiana y en el mediodia, y per- . temecen al misterio de la pasion de nues- tro Sefior; porque todos estamos obliga- dos 4 pensar frecuéntemente en el cruel martirio que entonces padecié nuestra Se- fiora, y seria en nosotros monstruosa in- gratitud el no hacerlo. A la tarde representarés el dolor y pena de esta purisima Sefiora por el su- dor de sangre, prision en el huerto y angustias interiores de ‘su santisinio Hijo en aquglla triste noche. Por la mafiana tompadécete de la aftic- cion que tuvo cuando con tanta ignomi- nia presentaron su amado Hijo 4 Pilato y 4 Herodes, y cuando lo condenaron 4 muerte y obligaron 4 Ilevar Ja cruz so- — 137 — bre: sus .espaldas para ir al lugar del su- plicio. . Al mediodia considera aquella espa- da de dolor que penetré el alma de esta Madre afligida por la crucifixion y muer- te del Seiior, y por la cruel lanzada que recibié ya difunto en su. sacratisimo cos- tado. : . Estas piadosas reflexiones sobre los do- lores y penas de nuestra Sefiora, las po- drés hacer desde la tarde del jueves has- ta-el mediodia del sébado; las otras en los otros dias. Pero en estos. seguirés siémpre tu devocion particular, segun te sintieres movida de los objetos exterio- res. . , Finalmente, para explicarte en pocas palabras ‘¢l-modo con que debes usar de los. sentidos, sea. para. ti regla inviola- ble el no dar‘entrada en tu corazon al amor 6 4 la aversion natural de las co- sas que te se presentaren, reglando de tal suerte todas tus inclinaciones por la voluntad diyina, que no te determines — 138 — 4 aborrecer 6 amar sino lo que Dios quir- re que aborrezcas 6 ames. Pero advierte, hija mia, que aunque te’ doy todas estas reglas para el buen uso y gobierno de tus sentidos; no obs- tante, tu principal ocupacion ha de ser siempre: estar recogida dentro-de. ti mis- ma con el Sefior, el cual quiere que te ejercites interiormente en combatir tus viciosas inclinaciones, y en producir ac- tos frecuentes’ de virtudes contrarias. So- lamente te las ensefio’ y propongo para que sepas gobernarte én las ocasiones en que tuvieres necesidad, porque has de saber que no es medio seguro para apro- vechar en la virtud el sujetarnos 4 mu- chos ejercicios éxteriores, que aunque de si son loables y buenos, no obstante mu- chas veces no sirven'sino de embarazar el espiritu, de fomentar-el amor propio, de entretener Ia inconstancia , y de dar lugar 4 las tentaciones del enemigo. — 139 — 2 CAPITULO XXIV.. Del modo de gobernar la lengua. La lengua del hombre para ser bien gobernada, necesita de freno que la con- tenga dentro de las reglas de la sabidu- ria y de la direecion cristiana; porque todos +somos naturalmente inclinados 4 dejarla correr y discurrir libremente de Jas cosas que agradan y deleitan 4 los sentidos. - EI hablar mucho nace ordinariamente de nuestra soberbia. y presuncion; por- que persuadiéndonos 4 que somos muy entendidos y sabios,.y enamordndonos de nuestros propios conceptos, nos es- forzamos con sobradas réplicas 4 impri- mirlos en los animos de los demas, pre- tendiendo dominar en las conyersaciones, y que todo el mundo nos escuche como 4 maestros. No se pueden explicar con pocas pa- — 14 — labras los dafios que nacen de este de- testable vicio, La locuacidad ‘es madre de la pereza, indicio de ignorahcia y de locura, ocasiona Ja detraccion y la men- tira, entibia.el fervor de la deyocion, for- tifica las pasiones desordenadas , y acos- tumbra la Jengua 4 no decir sino palabras vanas, indiscretas y ociosas. No te alargues jamés en discursos y . razonamientos prolijos con quien no te oye con gusto para no darle enfado « y haz lo mismo .con quien te escucha cor- tesanamente para no exceder los términos de la modestia. : Huye siempre de hablar ¢ con sobrada eficacia y con alta voz, powque ambas cosas son odiosas, y. muestran mucha presuncion y vanidad. No hables jamds de ti mismo, de ts cosas, de tus padres 6 de tus parientes sino cuando te obligare la necesidad; y entonces lo harés muy brevemente y con toda la moderacion y modestia posible, y site pareciere que alguno habla sobra- — 1M — damente de si-y de sus cosas, no. por eso lo menospreeies; pero guérdate de imp tarlo , aunque sus palabras.no se dirijan sino 4 la acusacion y al menosprecio de si mismo, y 4 su propia confusion. “Del préjimo y de las cosas que le per- tenecen no hables jamés, sino. cuando se ofreciere 1a ocasion de confesar su mé- rito y su virtud para no defraudarle de la-aprobacion 6 alabanza que se le dehe. Habla con gusto dé Dios, y: particu- larmante desu amor y desu bondad in- finita. Pero temiendo. que puedes errar en esto y uo hablar con Ia dignidad que conviene, gustarés mas de escuchar con- atencion lo. que otros dijeren, conser- vando sus palabras en lo intimo de tu corazon. . En cuante 4 Jos discursos 6 razona- mientos profangs, si legaren 4 tus oidos, no los permitas que entren en tu cora- zon; pero si te fuere forzoso escuchar al que te habla para responderle,.no dejes de dar con el pensamiento una breve vis- 3 — 142 — ta al cielo donde reina tu Dios, -y desde donde aquella alta y soberania Majestad no se desdefia.de mirar tu prefunda ba- jeza. . Examina bien todo lo que quisieres decir antes que del corazon pase 4 la. Jen- gua. Procura usar en esto de toda la cir- eunspeccion posible; porque muchas ve- ces se fian inadvertidamente 4 la lengua algunas cosas que deberian sepultarse en el silencio, y no pocas palabras que'en la conversacion parecen buenas y-dignas de decirse, seria mejor suprimirlas; lo cual se conoce claramente pasada la oca- sion del razonamiento. : La virtud del silencio, hija mia, es un poderoso escudo en el combate espiri- tual, y los que Je guardan pueden: pro- meterse con seguridad grandes victorias; porque ordinariamente desconfian de si mismos, confian en Dios, tienen mucho atractivo. para la oracion, y una grande inclinacion y facilidad para todos los ejer- ticios de-la virtud. — 143 — Para aficionarte y acostumbrarte al si- lencio, considera 4 menudo, los grandes bienes que proceden de esta virtud, y los males infinitos que nacen de la locuacidad yde la destemplanza de. la lengua (Epist. Cat. Jacob. u1,.2 y sig.) ; pero si quie- res adquirir en breve tiempo esta: virtud, procura callar aun cuando tuvieres oca- sion 6 motivo de hablar ; con tal que tu silencio no te cause ti 6 al prdjimo algun perjuitio. Huye sobre-tode de las conver- saciones profanas ; prefiere la. compaiifa de los Angeles, de los Santos y del mismo Dios, 4 la de los hombres. Acuérdate, fi- nalmente, de la dificil y peligresa guerra que tienes dentro y.fuera de ti misma, porque viendo cudnto tienes que-hacer pa- ra defenderte de tus enemigos, dejarés sin dificultad las conversaciones y discprsos inttiles. ° — 144 — -CAPITULO XXV. Quepara combatir bien contra los enemi- gos, debe el soldado de Crista huir cuan- to_le fuere posible de las inguietudes y perturbaciones del corazon... Asi como cuando hemos perdido la paz del corazon, debemos emplear todos los esfuerzos posibles.para recobrarla ; asi has de saber, hija mia, que no puede ocurrir en el. mundo accidente algune que deba. quitarnos este inestimable tesoro. De los pecados propios no es dudable que debemos dolernos ;-pero con ua do- lor tranquilo y pacifico como muchas ve- ces he dicho. Asimismo justo es que nos compadezcamos de otros.pecadores, y que 4lo menos interiormente lloremos su des- gracia ; pero nuestra compasion, como nacida puramente de la caridad, ha de ser libré y exenta de toda inquietud y perturbacion de énimo. m— 145 — En 6rden & los males particulares y pa- blicos 4.que estamos sujetos en este mun~ do, como son, las enfermedades, Jas he- ridas, la muerte, la pérdida de los-bienes, de los-parientes y de Jos amigos; la peste, la‘ guerra, los incendios y otros muchos accidentes tristes y trabajosos que ‘los hombres aborrecen como contrarios 4 la naturaleza, podemos siempre con el so- corro dela gracia no solamente recibirlos sin repugnancia de la mano de Dios, sino tambien abrazarlos con alegria y conten- to, consideréndolos, 6 como. castigos sa- ludables para los peeadéres, 6 como oca- siones de mérito para los justos. Pof estos dos fines, hija mia, suele Dios afligirnos ; pero es constante, que mientras riuestra voluntad estuviere resig- nada en Ja suya, gozarémos de una per- fecta paz y quietud interior entre todas las amarguras y contrariedades de esta vi- da. Y has de tener por cierto, que toda inquietud desagrada 4 ‘sus divinos ojos; porque de cualquiera naturaleza que sea, — 146 — nunca se halla sin alguna imperfeccion, y procede siempre de una mala raiz, que.es el amor propio. Proeura, pues, hija mia, acostumbrar- te 4 prever desde léjos todos los aeciden- tes que puedan inquietarte , y prepérate en tiempo4 sufrirlos con paciencia. Consi- dera que los males presentes no son efecti- vamente males ; que no son capaces de prt varnos de los verdaderos bienes , y que ‘ Dios los envia 6 los permite por los dos fines que hemos dicho, 6 por otros que nos son: ocultos ; pero que no pueden de- jar de ser siempre muy justos. Conservando de esta suerte un espiritu siémpre igual entre los diversos atéiden- tes de esta vida, aprovecharés mucho y hards grandes progresos en la perfeccion ; pero sin esta igualdad de espiritu todos tus ejercicios serén indtiles y de ningun © proveeho. Demés de esto, mientras tuvie- res inquieto y turbado el-corazon, te ha- Harés expuesta 4 losinsultos del enemi- 80, y no-podrds en este estado descubrir — 147 — Ja senda y verdadero camino de la vir- tud. EI demonjo procura con todo esfuerzo desterrar lapaz de nuestro corazon; por- que sabe que Dios habita en la paz,.y que la paz es el lugar en.que suele obrar co- sas grandes. De aqui nace que no hay ar- tificio de que no se sirva para robarnos este inestimable tesoro,. y & este fin. nos inspira. diversos deseos que parecen bue- nos y son yerdaderamente .males, cuyo engafio se puede facilmente conocer entre otras sefiales-en que .nos quitan la paz y quietud del corazon. Para remediar un dafio tan grave, con- viene-que cuando el enemigo se esfuerza 4 excitar en ti.algun nuevo deseo, no le dés entrada en tu corazon sin qye prime- ramente, libre, y desnuda de todo afecto de-propiedad y querer, ofrezcas y presen- tes 4 Dios este nuevo deseo; y confesando tu caguedad:y tu ignorancia le pidas con eficacia. que con su divina luz te haga co. nocer si viene de su Majestad 6 del ene- — 148 — - migog y-recurre tambien cuando pudieres al consejo de tu padreespiritual. Aun, cuando, estuvieses cierfa y ‘segura Je que el deseo que se forma’en tu cora- zon es un mavimiento del Espiritu Santo, no debes penerlo en obra sin haber mor- ~ tificado ‘primero tu demasiada vivacidad; porqué una buena obra, 4 la cust preve- de esta mortificacion, es mas perfecta-7 mas agradable:4 Dios que si se hiciese con un ardor y-.ansia natural; y muchas yeoes Ja. buena, obra Je agrada menos que esta moftificacion. : De esta suerte desechando y repetiendo los deseos no buenos; y no efectuando los buenos sino después de haber repeimido los movimientos de Ja naturaleza, conser- vards libre le todo peligro y en una tran- quilidad perfecta. la roca de-tu corazon. Para conservar es@paz y tranquilidad ‘del corazon, conviene tambien que lo de- fieadas y guardes de ciertas reprensiones 6 remordimientos interiores contra ti mis- ma, que si bien:(porque nos acusan de — 149 — ‘alguna verdadera falta) nos parese. que vienen de Dios, no obstante, no vienen sino del demonio. De sus frutos conoce- rés la raiz (Matth. vu) de donde -pro- ceden. Si los remordimientos de. concien- cia te humillan, si te hacen mas diligente y fervorosa en el :ejercicio y practica de jas buenas obras, y no disminuyen tu con- fianza.en la divina misericordia, debes re- cibirlos con gratitud y reconogimiento co- mo favores del cielo; pero si te inquietan, te turban y te confunden, ‘si te hacen pu- silénime, timida y perezosa en él bien, de- bes creer que son sugestiones del enemi- go, y asi-sin darles oido proseguirés tus ejercicies. Mas como fuera de todo esto nuestres inquietudes nacen.comunmenteé:delos ma- Jes de esta vida, para que puedas defen- derte y librarte de eétos golpes.las de ha- cer dos cosas. La primera.es considerar qué-es lo que estos males pueden destruir en nosotros, si es el amor de la perfeccion 6 el amor 10 T. XVI. — 150 — prop: si no destrnyen sino-el amor pro- pio, que es nuestro capital enemigo, no debemos quejarnos , sino antes bien acep- tarlos con alegria y reconocimiento, como gracias que Dios nos hace y como socor- Tos que nos envia ; pero si pueden apar- tarnos de la perfeccion y hacernos abor- recible y odiosa la virtud, no por esto debemos desalentarnos ni perder la paz del corazon, como luego verémos en el siguiente capitulo. La otra eosa es, que levantando tu es- piritu 4 Dios, recibas indiferentemente to- do lo que te viniere de su divina mano, persuadiéndote 4 que las mismas cruces que nos presenta son para nosotros fuen- tes y manantiales de infinitos bienes que entonces no apreciamos porque no los co- necemos. — 161 — CAPITULO XXVI. De lo que debemos hacer cuando hemgs re- cibido alguna herida en el combate es- piritual. Cuando te sintieres herida, esto es, cuando conocieres que has cemetido al- guna falta, 6 por pura fragitidad, 6 con reflexion y malicia, no por esto te des- animes 6 te inquietes ; mas volviéndote luego 4 Dios Je dirés con una humilde confianza: Ahora, Dios mio, acabo de mos- . trar lo que soy; porque, ¢ qué podia.espe- rarse de una criatura. flaca y ciega como yo, sino caidas y pecados? Gasta después un breve rato en la con- sideracion de tu peppia vileza y sin com fundirte, endjate contra tus pasiones vi- ciosas, y principalmente contra aquella que fue causa de tu caida, y proseguirds diciendo: No hubiera yo parado aqut, Dias — 162 — mio, s pgr vuestra-bondad infinita Vos no me hubiérais socorrido. Aqui le darés muchas gracias, y aman- dole mas fervorosamente admirarés su in- finita clemencia; pues siendo ofendido de ti; te da su poderosa mano para qae no caigas de nuevo. -En fin, llena de confianza en su mise- ricordia, le dirés : Obrad Vos, Seftor, co- mo quien sois : perdonadme las ofensas que os he hecho: no permitais que yo viva un solo instante apartada de Vos: fortifi- cadme de tal suerte con uuestra gracia que yo no os ofenda jamds. _ Hecho esto, no te detengas en pensar si Dios te ha perdonado 6 no; porque esto no es otra cosa que soberbia, inquie- tud de espfritu, pérdida de tiempo en- gafio del demonio, que con pretextos especiosos procura causarte inquietud y pena. Ponte libremente en las piadosas manos de tu Criador., y continia tus ejer- cicios con la misma tranquilidad que si no hubieras cometido.alguna falta; y aun- o — 153 — que hayas caido muchas veces en un mis-* mo dia, no te desalientes ni pierdas ja- més la confianza en Dios ; practica lo que te he dicho en la segunda, en la. tercera y en la Gltima vez como en la primera. Concibe un grande menosprecio de ti mis- ma.y un santo horror del pecado, y es- fuérzate 4 vivir en adelante con mayor cuidado y cautela. Este modo de combatir contra el de- monio agrada mucho al Sefior; y reco- nociendo este astuto enemigo que no hay arma tan poderosa para quebrantar su orgullo, y.desarmar los-ocultos lazos que siembra en el camino del espiritu, como este santo ejercicio, no hay artificio de que no se valga para obligarnos 4 que lo dejemos; y muchas veces logra su inten- to por nuestra inadverteneia y descuido en velar sobre nosotros mismos. Por esta causa, hija mia, cuanto ma- yor fuere la repugnancia y dificultad que sintieres en el uso'de un ejercicio tan importante, tanto mayores han de ser — 154 — ‘tus esfuegzos para violentarte-y vencerte _ 4, ti misma. ’ Y-no te contentes con practicarlo una sola vez; mas repitelo muchas veces, aun- que no hayas cometido sino una sola fal- ta, y si después de tu caida te sintieres inquieta, confusa y desconfiada, la pri- mera cosa que has de hacer es recobrar Ja paz del corazon y la confianza; des- pués levantards tu espiritu al Sefior, per- suadiéndote & que la inquietud que se sigue 4 la culpa, no tiene por objeto su ofensa sino el dato propio. EI modo de recobrar esta paz es, que por: entonces te olvides enteramente de tu caida, y consideres Gnicamente la ine- fable bondad de Dios, que esté siempre pronto y dispuesto 4 perdonarnos las mas enormes faltas, y no olyida ni omi- te medio alguno para Ilamarnos, para atraernos y unirnos 4 sf, para santificar- nos en esta vida, y para hacernos etérna- mente bienaventurados en Ja otra. Des- pués que con estas 6 semejantes conside- — 155 — raciones hubieres calmado tu espiritu, podras volver. 4 la de tu caida, y hards lo que-te he dicho. En fin, en el sacramento de Ja Peni- tencia, que te aconsejo frecuentes muy & menudo, reconoce y examina todas tus faltas, y con nuevo dolor de la ofensa de Dios, y propssito de no ofenderle mas, Jas declarards sinceramente 4 tu padre es- piritual: CAPITULO XXVII. Del érden que guarda el demonio en com- batir , ast d los que quieren darse & la virtud, como 4 los que se hallan en la servidumbre del pecado. Has de saber, hija mia, qye el demo- nio nada desea con tanto ardor como nuestra ruina > ¥ que no combate con to- dos de una misma suerte. Para empezar, pues, 4 descubrirte algunos de sus arti- fickos y engaios, te representaré diferen- — 156 — tes estados y disposiciones del hombre. Algunos se hallan esclavos del pecado; ¥ no piensan en romper sus cadenas. Otros desean salir de esta esclavitad, pero nunca empiezan. la. empresa. Otros se:persuaden 4 quesiguen el ca- mino de la.perfeccion,, y andan. muy apar- tados. Otros, en fin, después de haber Ne- gado 4un grado muy alto de virtud, vie- nen 4 caer con mayor ruina y peligro. De todos discurrirémos en. los capitules siguientes. CAPITULO. XXVIHL. De los artificios que usa el demonio para acabar de perder é los que tiene ya en. la servidumbre del pecado. Cuando el demonio llega 4 tener un alma en la servidumbre del pecado, .no hay artificio de que no se valga para ce- garla mas, y divertirla de cualquier pen- — 187 — samiento que pueda inducirla al conoci- miento del infeliz estado en que se ha- Ha. No se contenta este espiritu de ini- quidad con removerla de les pensamien- - tos y buenas inspiraciones que: la Haman & la conversion; mas procura empefiarla en las ocasiones. y la tiende continua- mente: peligrosos lazos, & fin de que cai- ga de nuevo en ef mismo pecado 6 em otros mas enormes : de donde nace que destituida de.la divina luz, aumenta. de dia en dia sus desérdenes, y se endure~ ce mas-en el pecado. De: esta suerte cor- riendo continuamente sin algun freno 4 la perdicion, y precipitéadose de tinie- blas en tinieblas, y de abismo en abis- mo, se aleja siempre mas del camino de la salud; y multipliea sus caidas, si Dios no fa detiene con un milagro: de su gracia. EI remedio mas eficaz y pronto para el que se halla en tan triste y funesto estado es, que reciba sin resistencia las inspiraciones divinas que le Haman de las “— 158 — tinieblas 4 la luz, y del vieio 4 la vir- tud, y que clame fervorosamente 4 su Criador : ;Ah Seftor, asistidme, asistidme: aeudid prontamente 4 mt socorro: no permitais gue yo viva mas tiempo sepul- tada en la sombra de la muerte y del pe- cado! Repita muchas veces estas 6 seme- jantes palabras, y si le fuere posible, acuda luego 4 su padre espiritual para pedirle ayuda y consejo contra su ene- migg; pero si no pudiere ir luego 4 su padre espiritual, recurra prontamente 4 un Crucifijo, postrandose 4 ‘sus sacrati- simos piés con el restro en tierra ; y al- guna vez 4 Maria santisima, implorando su misericordia y su ayuda: y sabe, hija mia, que en esta diligencia consiste:la victoria, como yerds en el capitulo si- guiente. — 189 = CAPITULO XXIX. De las invenciones de que se sirve el dex monio para impedir la entera conver- sion de los que hallandose convencidos del mal estado de su conciencia desean corregir y reformar su vida; y de dén- de nace gae los buenos deseos y resolu- ciones muchas veces no tengan efecto. Los que conocen el mal estado de su conciencia, y desean mudar de vida, se dejan ordinariamente engaiiar del demo-- nio con estos artifieios : Después, después, maitana, mafiana : quiero primeramente . desembarazarme de este negocio, y despues me daré con mayor quietud al espiritu. Este es um ‘azo en que ban-caidoy caen continuamente innumerables almas ; pe- ro no se debe atribuir la causa de esta infelicidad sino 4 su suma negligencia y descuido; pues en un siegocio en que se | interesa su eterna salud, y-el honor y — 160 — gloria de Dios, no recurren con pronti- tud 4 aquella arma tan poderosa; Ahora ahora; ¢y para qué después? Hoy, hoy; cy por qué mafana? Diciéndose 4 si mismo: 4 Quién sabe si-yo.veré el dia de maiiana? Mas cuando yo tuviese de esto una indubitable certeza, ges querer sal- varme el diferir mi penitencia? ges que- rer alcanzar la victoria el hacer nuevas he- ridas ? Para evitar, pues, esta funesta ilusion, y la que he tocado en el capitulo preee- dente, es necesario que el alma obedez-- ca con prontitud 4 Jas, inspiraciones del cielo, porque los propésitos solos mu- chas veces son, ineficaces y.estériles; y asi infinitas almas quedan engafiadas con buenas resoluciones por diversos motivos. E] primero, de que tratamos arriba , es porque nuestres propésitos no se fundea en la deseonfianza propia, y en la con- fianza en Dios;.y nuestra grande sober- bia no permite que-conozcamas de dénde procede. este engafio y ceguedad.. La luz — 161 — para alcanzar este conoeimiento, y el re- medio para curar este mal, vienen de la bondad de Dios, el cual permite que cai- gamos, 4.fin de que instraidos y adoc- trinados con nuestras propias caidas , pa- semeos de la: confianza que ponemos en nuetras fuerzas 4 la que debemos poner tnicamente en su gracia, y de un orgu- Ho cési imperceptible 4 un humilde co- nocimiento de nosotros mismos; y asi, si quieres que tus buenas resoluciones y propésitos sean eficaces, es .necesario que sean constantes y firmes; y no pueden serlo si no tienen por fundamento la des- confianza-de nosotros mismos, y la con- fianza en Dios. El segundo, porque cuandé nos mo- vemos 4 formar estos buends deseos y resoluciones, nos proponemos tinicamen- te la hermosura y la excelencia de la vir- tud, que por si misma atrae poderosa- mente las voluntades mas flacas, y no consideramos los trabajos que cuesta el adquirirla; de donde nace que 4 la me- — 162 — nor dificultad una alma timida y pusilé- nime se acobarda y se retira de la. em- presa. _ Por esta causa, hija mia, conviene que te enamores mas de las dificultades que cuestan las virtudes, que de las virtudes mismas, y que alimentes tu voluntad de estas dificultades, prepardndote 4 vencer- las segun las-ocurrencias; y sabe que cuanto mas generosamente abrazares es- tas dificultades, tanto mas facil y libre- mente te vencerds 4 ti misma, triunfards de tus enemigos, y adquirirés las vir- tudes. . El tercero, porque nuestros propésitos muchas yeces no miran 4 la virtud y 4la voluntad divina, sino al interés propio, el cual suele suceder en las resoluciones que se forman cuando abundan las: con- solaciones y gustosespirituales, pero prin- cipalmente er las que se forman en el tiempo de Jas adyersidades y tribulacio- nes, porque no hallando entonces algun alivio 4 nuestros males, hacemos propé- + — 163 — sitos de darnos enteramente 4 Dios, y de no aplicarnos sino 4 los ejercicios de la virtud. Para no caer en- este inconveniente, procura en el tiempo de las delicias y gustos espirituales ser muy circunspecta y humilde en los propdsitos y resolucio- hes, y particularmente en las’ promesas y votos} mas cuando te hallares atribu- lada, todos tus ‘propésitos se han de di- rigir dnicamente 4 llevar con paciencia la cruz que el Sefior te envia, y 4 exal- tarla, rehusando todos los consuelos y alivios de la tierra, y aun del cielo. No has de pedir ni desear otra cosa sino que la mano poderosa de Dios te sostenga en tus males, para que puedas tolerarlos sin algun menoscabo de la virtud de la pa- ciencia, y sin desagrado de Dios. — 164 — - CAPITULO XXX. Del engate de algunos que pionsan que es- tan en el camina de la perfeccion. Vencido ya el enemigo en el primero y segundo asalto, reeurre al tercero , el cual consiste en hacer que nes olyidemos de las pasiones y vicios:que actualmente nos combaten, y.nos ocupemos en deseos y vanas ideas de una perfecoion imagi- ~ naria y quimérica, 4 que sabe muy bien que no Ilegarémos jamés. De aqui nace el que recibamos conti- nuas y peligrosas»heridas, y no pense- mos on aplicar el remedio; porque estos deseos y resoluciones quiméricas nos pa- recen verdaderos afectos y con una se- creta vanidad nes pérsuadimos 4 que he- mos llegado ya 4 un alto y eminente gra- do de santidad. De esta suerte, no pu- diendo sufrir la menor pena ai la menor injuria, gastamos indtilmente el tiempo . — 165 — en formar con la meditacion vanos pro-. positos ‘de sufrir los mayores tormentos, y aun las mismas penas del purgatorio por amor de Dios: y como ‘er esto la par- te inferior no siente repugnancia, como en cosa-que aun estd por venir, nos atre- vemos 4 compararnos con los que verda- deramente sufren grandes trabajos -con una paciencia invencible. - Para evitar este engafio, es’ necesario que te determines 4 combatir y pelear con los enemigos, que efectivamente y de cerca te hacen guerra; y por aqui ven- drés 4 conocér si tus resoluciores han si- do aparentes 6 verdaderas, flacas 6 fir- mes, timidas 6 generosas, y caminards 4 ta virtud y. 4 Ia perfeccion por la senda real y verdadera que | han seguido todos los: Santos. x . Mas con los enemigos queno acostum- bran molestarte; no te acansejo te em- pefies de antemano, si no es cuando re- celas probablemente que dentro de breve ” tiempo te han de asaltar; en tal caso, 11 T. t.—xvi. — 166 — para que te halles prevenida y fuerte, ser& licito anticipar algunos propésitos. ‘Pero nunca reputes per efectos tus re- soluciones aunque por algun.tiempo te - hayas ejercitado en las virtudes con la regla debida :. antes bien procura ser eau- ta y humilde, y receléndote de ti misma y de tu flaqueza, y confiando Gnicamen- te en Dios, recurre frecuentemente 4 su bondad, y pidele te fortalezca- en el com- bate, y te preserve de los peligros , par- ticularmeaté de Ja menor presuncion y confianza de ti misma. Con estas prevenciones, hija mia, aun * que no-podamos ‘vencer-algunos defectos leves, que muchas veces permite Dios en nosotros para, que ‘nos humillemos y ‘no perdamos el bien que hubiéremos adqui- rido con nuestras byenas obras, nos se- ré licito proponernos un grado mas alto de perfeccion. e : _ — 167 — CAPITULO XXXI. Del engaito y de la guerra que nos suele hacer ¢l demonio para que dejemos el camino que nos lleva 4 la virtud. ‘El cuarto artificio de que sa sirve nues- tro enemigo para engafiarnos, cuando re- conoce -que caminamos derechamente 4 la virtud, es inspirarnos diversos deseos buenos, 4 fin de que dejando los ejerci- cios de la virtud que nos soir propios y convenientés, nos empefiemos insensible- mente en el yicio. . Por ejemplo: si una persona enferma sufre su mal con paciencia,: este enemi-' go de nuestra salud, temiendo que de esta manera podré adquirir el hébito de esta virtud, le propone otras rhuchas obras buenas que pudiera ejercitar en otro es- tado, y la induce con sagacidad 4 que se persuada y crea que’si tuviese salud ser- — 168 —: viria mejor 4 Dios, y seria mas util pa- ra si y para el projimo. Apenas ha excitado en ella los vanos deseos de recobrar la salud, los encien- ‘de y aumenta en su corazon de tal suer- te, que viene 4 inquietarse y alfligirse, porque no puede conseguir lo que quie- Te: y como al paso que sus deseos se van aumentando crece su inquietud y desd- sosiego, viene el demonio 4° conseguir su intento; porque finalmente, la induce 4 que lleve con impaciencia-su enfermedad,- mir4ndola como impedimento de las bue- has obras, que desea ejecutar con pre- texto de adelantarse en la virtud. Después de tenerla en-este estado, con- la misma destreza le quila de la memo- ria el fin del servicio de Dios y de ja bondad de Jas obras; y la deja con solo el deseo de verse libre de la enfermedad, y porque no le sucede conforme quiere, se perturba de modo que viene 4 poner- se impaciente de todo punto; y asi de la virtud que deseaba practicar ,-viene 4 caer > a — 169 — insensiblemente en el vicio contrario. El modo de preservarte de este enge fio es que, cuando te hallares en algun’ trabajo atiendas con mucha adverten- cja 4 no dar entrada en tu corazon 4 se- mejantes deseos; porque por no poder- los ejecutar en aquella ocasion, proba- ‘blemente te han de inquietar. Conviene ‘hija mia, que en estos casos te persua- das con-un verdadero sentimiento de hu- mildad y resignacion, que euando Dios te sacase del estado penoso en que te ha- Ilas, todos los buenos deseos que conci- bes‘ ‘ahora no tendrian entonces por tu natural instabilidad el efecto que ta te figuras; 6 que 4 lo menos imagines y pienses que el Sefior, por una secreta disposicion de su providencia, 6 en cas- tigo de tus pecados, no quiere que ten- gas'la complacencia y gusto de hacer aquella buena obra, sino que te sujetes y rindas 4 su voluntad, y te humilles de- bajo de su suave y poderosa mano. Asimismo, hija mla, cuando te vieres — 170 — obligada, 6 por érden de tu padre ‘espi- ritual, 6 por alguna otra causa 4 inter- rumpir tus devociones ordinarias , 6 & alis- tenerte por algun tiempo de la santa Comunion, no te dejes abatir y dominar de la melancolia y tristeza, sino renun- cia interiormente 4 tu propia voluntad, y conforméndote con la de Dios, te dirds 4 ti misma: Si Dids, que conoce.el fondo de mi alma, no viese en mi ingratitudes y defectos, yo no, seria privada.ahora de la santa Comunion: sea su nombre eterna- mente bendito y alabado, pues se digna-de descubrirme por este medio mi indignidad. Yo creo firmemente, Seftor, que en todas las aflicciones que Vos me enviais, no que- reis ni deseais de mé otra cosa sino que, sufriéndolas con paciencia, y con deseos de agradaros, os ofrezca un corazon siempre rendidod vuestra voluntad, y siempre pron- to & recibiros, d fin de que, entrando Vos en él, podais Uenarlo de consolaciones es- pirituales , y defenderlo contra todas las fuerzas del infierno que os lo procuran ro- — 171 — bar. Haced, 6 Criador y Salwador mio, haced de mt lo que sea mas agradable 4 wuestros ojos. Sea vuestra divina voluntad ahora y siempre mi apoyo, mi manjar y sustento. La unica gracia que os pido es que, mi alma purificada de todo lo que des- agrada ‘é vuestros ojos, y adornada de todas las virtudes, se vea en- estado que pueda no solamente recibiros, sino sino’ tam- bien ejecutar todo lo que fuere de vuestro divino beneplécito- el ordenarme. : Si guardares estos preceptos, puedes es- tar cierta y segura que los buenos deseos que tuvieres, y.no puedes poner en obra, ya procedan puramente de la naturaleza, ya vengan del demonio 4 finde hacerte aborrecible y adioga la virtud, 6 ya te los inspire Dios para hacer prueba de turesig- nacion en su divina voluntad ; siempre te serén ocasion y motivo para hacer algun ‘progreso en el camino de la perfeccion, y para servir al Sefior en el modo que le es mas agradable ; y en esto, hija mia, consiste la verdadera devocion. — 172 — Advierte tambien, que cuando'para cu- rarte de alguna dolencia, 6 librarte de alguha incomodidad, usares de aquellos remedios inocentes y licitos de que suelen servirse los Santos y siervos de Dios, no lo hagas con deseo y demasiada voluntad de que las cosas sucedan segun tu incli- nacion y gusto ; mas usalos porque Dios quiere que Jos usemos:en nuestras dolen- cias, y porque no sabemos si por estos medios 6 por otros mejores, su divina Ma- jestad ha resuelto librarnos de nuestros males. oo Si no te gobernares de esta manera, todo te sucederé muy mal ; porque: seré muy posible que no consigas lo que de- seas apasionadamente, y entonces caerés con facilidad en et vicio de la impacien- cia, 6 cuando no caigas, tu paciencia se~ r4 siempre acompafiada de muchas imper- fecciones que la harén-menos agradable 4 Dios, y disminuirén mucho tu mereci- miento. : Finalmente, quiero descubrirte un se- — 173 — creto artificiode nuestro amor propio que suele siempre encubrirnos y ocultarnes nuestros defectos aunque sean muy visi- bles. Por ejemplo: cuando un enfermo se aflige con exceso de su dolencia, di- simula esta imperfeccion con el celo de algun bien aparente,.diciendo que su irf- quietud no es verdaderamente impacien- cia, sino un justo sentimiento de que su enfermedad sea el castigo de sus pecados, 6 de que incomode 4 fatigue 4 los que le ” asisten. Lo mismo sucede 4 un ambicioso que se aflige y se inquieta porqae no ha po- dido obtener el honor 6 la dignidad 4 que aspiraba ; pues no atribuye su inquietud & su vanidad, sino 4 otros motivos de que en otras ocasiones.no revibia alguna pena 6 disgusto. >Asimismo’ un enfermo suele mostrar mucha compasion. de los que le sirven; pero apenas se halla libre de sus males, no se duele ni se compadece de ellos cuan- do los ve sufrir‘las mismas incomodida~ — 174 — des con -otres enfermos. De donde se re- eonpce con evidencia, que su impaciencia no nace de la pena y molestia que oca- siona & los demds, sino de un’ secreto horror con que mira las cosas que son contrarias 4 su voluntad. * Si quieres, pues, hija mia, no caeren estos y en otros errores, es necesario que te determines 4 sufrir con paciencia , co- mo te he dicho, todas las cruces,. pena~ lidades y trabajos que te eee en este mundo. , CAPITULO XXXII. Del ultimo -asalto y engafto con.que. pro- cura el demonio. que las mismas. virtu- des nos sean ocasiones de ruina. Hasta en las virtudes adquiridas no deja de tentarnos con sus engaiios la an- tigua. serpiente para perdernos. Una de sus mas sutiles estratagemas es servirse de nuestras propias virtudes ‘para indu- — 175 — cirnos 41a complacencia y estimacion-de nosotros mismos, 4 fin de que caigamos después en el vicio de Ja soberbia y de la vanagloria. Para huir de este peligro debes com- batir siempre y mantenerte firmeen el verdadero conocimiento de ti misma,re- . conociendo que nada sabes, ni-nada pue- des,-y que no hay en ti sino miserias y defectos, y que no mereces sino. la cane denacion eterna. Procura imprimir en ‘tu espiritu esta importante verdad, para servirte de ella en las ocasiones, como de una especie de fortificacion, de donde no debes salir jamés, y si te vinieren algunos pensa- mientos de.presuncion y de-vanagloria, resistelos .y combételos- como enemigos peligrosos que - conspiran 4 tu. perdicion y tuina. ~~ Para adquirir an Perrine conocimien- te de ti misma, te has de servir de este modo. Todas las veces qué hicieres re- flexion sobre ti misma y sobve~tus obras, — 176 — considera solamente lo que es propio tuyo, sin mezctat lo que es de Dios y de su gra- cia, fundando siempre el juicio que for- mares de ti sobre lo que tienes pura- mente de ti misma. Si consideras, hija mia, el tiempo que ha precedido 4 tu nacimiento, hallarés que en tedo aquel abismo de eternidad no has sido sino.un puro nada, y que no “hes obrado ni podido qbrar la menor cosa para merecer el ser que tienes Si vuelves los ojos al tiempo en que subsistes por sola la bondad y misericor- dia de Dios, ,qué serias ta sin el bene~ ficio de la conservacion? ; Qué serias ta sino un puro nada? Porque no es duda-. ble que si Bios por solo. un momento te dejase,.al instante volverias 4 la-nada de donde te sacé su mano omnipotente. Es, pues, indubitable, que no consi- derando sino solamenté lo que te perte- nece y es propio tuyo en el ser natural, no debes-estimarte & ti misma , ni desear que los demés gstimen. — 177 — Ea le que toca al ser sobrenatural de la ‘gracia y ol ejercicio de las hyenas obras, no tienes tampoco causa alguna para et- soberbecerte ; porque sin el socorro del. cielo, ,qué- mérito puedes td adquirir, 6 qué bien. puedes obrar. por ti misma? Por otra parte, si consideras 4a mul- titad de pecados, 6-que has.cometido 6 que pudistes cometer, y hubieras sin du- da cometido si Dios no te hubiese pre---. servado, hallards que tus iniquidades por la miultiplicacion, no solo de los dias y de los aiios, sino-tambien de Jas accio- nes y matos hébitos {porque un. vicio Ila- ma 4 otro vicio) hubieran Ilegado 4 ni- mero c4si infinito, y t# hubieras -hecho semejante 4 los mismps demonios. Todas estas consideraciones te inspi- rarén un grande meénosprecio de ti mis- . ma, y te harén reconocer: las infinitas obligaciones que debes 4:Dios, atribu- yéndote 4 ti solamente Jo que'es tuyo, y no quitandp 4 su infinita hendad la glo- ria que se le debe. — 178 — Pero advierte, hija mia, que er el jui- cio que hicieres de ti misma y de tus- obras, has de procurar siempre que no entre cosa alguna que no sea justa y ver- _ dadera; porque aunque te aventajes en el conocimiento de tu miseria 4 otros que deshumbrados del amor ‘propio con- ‘ciben una yana estimacion de si mismos, td serés siempre mas culpable que todos cellos si con todo el conocimiento. que tie- nes de tus defectos deseas pasar por santa en la opinion y juicio de los hombres. Para que este conocimiento, pues, te libre de la vanagloria y te haga agra- - dable 4 los ojos del que es padre y mo- ‘delo de los humildes, no basta, hija mia, que te desprecies 4 ti misma como indig- na de todo bien y digna- de todo mal; _es necesario que desees tambien ser des- preciada del mundo, que aborrezcas las alabanzas. y ames los vituperios, y qué en las ocasiones que se ofrecieren ejer- cites con guste los mas viles servicios y ministerios. — 179 — No hagas caso jams de lo que se di- r 6 se pensaré de ti cuando te vieren abrazar estos humildes ejercicios. Oci- pate en ellos Gnicamente por ‘mp- tivo de tu propio abatimient as “No por una cierta presuncion de dnimo y soberbia oculta, con que muchas veces con color de generosidad cristiana sye- len menospreciarse los discursos de los hombres, y sus. opiniones y juicios. “Si sucediere, pues, alguna vez que los demés te amen, te honren y te estimen como buena, y alaben en ti algupageay”. . lidades y gracias que has recibidp.:4 cielo,.procura recogerte luego dente@y de timisma; y fundéndote en los printipios de verdad y de justiciaque quedan esta- blecidos, dirés 4 Dios de todo corazon : - Seftor, no permitais jamds que yo 08 usur- po vyestra gloria, atribuyendo 4 mis pro- pias fuerzas lo que no es sino un puro efecto de vuestra gracia: Tibi laus, honor et gloria: mihi confusio {1 Paral. xxix. Dan. 1%): Para Vos, Seftor, sea la ala- — 180 — banza, «para Vos la honra y gloria, ‘y para mi el oprobio y la confusion. Des- pués, volyiendo el pensamiento 4 fa per- sona que te alaba, dirds interiormente : ¢ Qué motivo puede tener este hombre para alabarme? ¢ Qué bondad, qué perfeccion ha visto en mt? Solo Dios es bueno, y solumente sus obras son’ perfectas. Humi- Iandote de esta suerte y dandote 4 Dios (Math. xxi), te defenderds de la vani- “dad y merecerés ‘de dia -en dia Eis dones y gracias. Siporyentufa la memoria de tus bue- nas obras produjere. alguna vana tom- placencia en tu corazon, procura repri- mirla luego, mirando estas buenas obras, no como cosas suyas, sino de Dios, y diciendo cor-humildad, como si habla- ras con ellas: Yo no sé verdaderamente cé- mo habeis sido concebidas en mt corazon, nicédmo habeis salido de este abismo de” corrupcion y de iniquidad ; porque no puedo ser yo el que os ha formado. Dios solo es el que por su bondad os ha produ- » — 181 — cido y 08 ha conservado ; y asi d él solo reconozco por vuestro Padre y principal autor: 4 él solo se deben las gracias; a él solo- quiero yo darle y es justo que se le dén todas las alabanzas. Después de esto considera, que todas las buenas abras que has heche en todo el curso de tu vida, no solamerte no han correspondido 4 la abundancia de luces y auxilios que se te-han comunicado pa+ ra conocerlas y practicarlas, sino que tambien han sido acompaiiadas de mu- chos defectos; y que no se halla en ellas aquella pureza de intencion, aquel fervor y aquella diligencia con que debian ser “ejercitadas. Pues si las examinas con la atencion que conviene, antes te causarén confusion y vergiienza que complacencia y vanagloria, porque.es constante que las gracias que recibimos de Dios puras y perfectas, las deslucimos y amancilla- mos con nuestras imperfecciones en to- das nuestras obras. Compara tambien tus acciones con las 12 T. L—XvVIL. — 182 — de les santos y siervos-de Dios, y te aver- gonzarés de la suma diferen¢ia que hay de las unas 4 las otras, reconociendo con claridad que las mejores y las mayores de todas tus obras san de muy baja liga y valor en comparacion de las de los san- tos. Y si después pasas 4 compararlas con los trabajos de Jesucristo, cuya vida no fue otra cosa que una perpetua cruz, aun euando no consideres la dignidad infini- ta de su persona, 'y solamente atiendas 4 la grandeza de sus penas y al.puro amor con que las ha sufrido , reconocerds.con evidencia que todo cuanto has obrado y padecido en el curso de tu vida es de nin- guna consideracion. - : En fin, si levantas los ojos al cielo para considerar la soberana Majestad de Dios, y los servicios que merece, enten- derés con claridad que todas tus buenas obras deben mas inspirarte el temor que Ja vanidad. Por esta causa en todas tus obras, aunque te parezcan muy perfectas y santas, debes decir siempre con un ver-

You might also like