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Capitulo 2 LA GUERRA COLONIAL: 1817-1823 En ese momento, Ja guerra de independencia habia ya avanzado hasta muy cerea de su final exicoso: sélo el Alto Pert, Ia sierra ba~ jopersana y algunos rincones insulares de! sur de Chile seguian adic~ tos al rey. FI avance de la revolucién habia sido la obra de San Mar- tin y Bolivar; ef primero, con la base que proporcionaban las pro- vincias del Réo de Ia Plata; el segundo, al comienzo sin base ninguna en el continente, habfan encabezado dos campaiias militares de di- inensiones continentales. 4. San Martin y la liberacién del Sur de América José de San Martin, hijo de un funcionario espaol y de uns erio- lla de Buenos Aires (perteneciente también elta a una familia de fun- regios), habia comenzado wna de esas catzeras militares gue en el Antiguo Régimen eran preferidas por tantos hijos de familias distinguidas y sin fortuna, Trasladado ala metropoli desde casi nino, su formacion. profesional se vio enriquecida por ia experiencia de la guerra de Independencia espafola: de ella iba a sicar ensetianzas que contribs itar. Fn 1812, por via de Londres, 102 Vistoris eontemporiaes de Anuésiea latina 03 San Martin regresé a su tierra de osigen, janto con otros militares es- patioles de origen americano. En Buenos ronel y easado con Ia hija de una de las casas de mis rica aristocracia patriota flo que no impidi6 que la élite ariolla lo raviese siempre por ajeno a ella y, por tanto, escasamente digno de confianza), s¢ dedicd + organizar un cuerpo, el de Granaderos a Caballo, que debia reunir a la adecuaciéa al teatro americano una disciplina tigurosa y prepa- n suficiente para servir a una estrategia compleja (cualidades que fakaban, en general, ta1to 2 los cuerpos insurgentes come a los im- provisados por los realistas). Ee 1813, una primera victoria —poco més que ung escaramuza— contra una inewsisn fluvial realista con tra San Lorenzo, en la costa del Parana; eo 1814, un effimero coman. do del ejército del Norte en derrota; en seguida, mientras Ia estrella politica de Alvear ascendia en Buenos Aires, el gobierno de [a inten- deacia de Cuyo, al pie de los Andes. La calda de la patria vieja, de Ja primera revolicién chilena, transformé a Mendoza en centro de re fugio y consolidé la preferencia de San Martin por «in nuevo plan de araque ala fortaleza realista peruana, ahora a través de Chile y el mar, basta Lima, que se habia revelado inalcanzable por via de tierra, separada como estaba de las provineias rioplatenses por todo el es” pesor del altiplano aloperuano y e! laberinto de la sierra bajoperva- nna, Para llevar adelante este proyecto, Saa Martin iba a contar bien pronto con el apoyo del sector chileno por el que se inctind el que reconocia su jefe en O'Higgins: ef argentino y el chileno estaban am- » marcados per el sello de ta escuela de honrada seriedad que ha- bian sido, en ans mejores aspectos y en sus mejores momentos, la ad ministracion y el efército de [a Espasa resurgente del setecientus. Por Jos Carrera y su politica demasiado brillante, demasiado ambiciosa y personal, San Martin ao sentia sino aversisns no tratd de integrar « ese linaje de discolos aristocratas amigos de ta plebe entre sus-apoyos chilenos; jurgo lusgo con severidad sua iniciativas, cada yex ands abiertamente subversivas, destinadas a rematar trégicamente, San Martin contaria también con el ausilio del gobierno de Due~ nos Aires, Bste habia resurgido de la crisis de 1815, cuyas dimensio~ nes (a la vex Jocales ¢ internacionales) la élite criolia de Buenos Aires supo apreciar con admirable lncider. Up nueva congress se reunis en Tucuman en 1816; nn nuevo dicector supremo —-Pueysredén, hombre agis, cuyo influjo sobrevivia a fa erisis 1s més de las sierras rioplatenses dserance jas a la alianza entre cf sector gober-

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