Elartistaacaricia, desolado, aquel mérmol hijo del $i
Tencio y del Tiempo, y parece recibir el mismo mensa-
je quella figura dtica de Ode on a Grecian Urn de John
Keats lega a los humanos como sentencia definitiva
Beauty is truth, truth beauty—that is all
Yeknow on earth, and all ye need to know
El antista romantico reconoce en las antiguas pic
ddras, que mantienen la hermosura a pesar de las mu
tilaciones y la degradacién, las reminiscencias de es-
ta Belleza Esencial que es, en st misma, lo nico
verdadero. Mas, como en la arqueologéa trigica de
Piranesi, en el cuadro de Fuseli no debe buscarse
tuna relacién realista entre el artista y la eivlizacién
—ideal—que evoca, Solo Ia imaginacién y el suezo
Permiten al roméntico penetra, més allé de la apa.
riencia,en la imagen, al mismo tiempo durea y patéti-
a, de un mundo que habiéndose encumbrado hasta
cl desarrollo dela sensibilidad romantica en el terreno de la
pinturay, sobre todo, del dibujo. Sus ilustraciones de Shaker
pare, Milton y Wieland marcen el cemino dela posterior tr.
slicign roménica en este campo, desde William Blake y Eu
snc Delacroix hata Joseph Anton Koch y Gustave Doré. El
‘mismo Edgar Allan Poe se ha refeido al stertor intenso,in-
dlescriptible, que Fis pina en las telus». Un ampli eatadio
de Faseli como ilstrador iteraiolo desarrollaP. Gans en Dic
Zeichnangen Hans Henrich Pissis, Berna, 1947
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In cima de la creatividad debi6 conocer luego la mas,
tena de las destrucciones. ;
Con todavia mayor razén hay que aplicar este cxi-
«crioa las ruinas «nérdicas». La obsesién de los pin-
ores centroeuropeos y britinicos por los restos de
los castillos medievales y las edificaciones geticas, le
jos de dar pie a una contraposicién Norte-Sur, esté
dlirectamente relacionada con la misma conciencia de
a escisién que siente todo cl Romanticismo ante los
vestigios de las viejas civilizaciones mediterréneas.
Algunos de ellos, como el inglés Turner o los ale
manes Carl Rottmann, Johann Christian Klengel y
Caspar David Friedrich—este timo, tal como sucede
con tantos poetas germanos nostilgicos de Grecia, sin
haber pisado nunca tierras meridionales—son capaces
dle plasmarindistintamente las decadencias del Sur y
del Norte. Klengel trata las Rucnas del templo de Mi-
nerva (fg. XXXVIL1) segiin un punto de vista muy
cetcno Prey eedich ve Templo de Juno
en Agrigento (fig, XXXVIIL) a través del mismo cla-
Bemeea ee contempla las viejas edifcaciones de
Pomerania (fig. XXXIX.), Por encima de Norte o Sur,
sético 0 grecorromano, civilizaci6n rural o urbana, lo
«que caracteriza y unifica la sensibilidad romantica an-
te las obras del pasado es la concicncia—y subcons-
ciencia—dle la grandeza y caducidad que entraiiaron.
Las ruinas géticas de Karl Blechen (fg. XL.x)—que
también pint numerosos paisajes «clésicos» de las
Pa