You are on page 1of 8
Terapia de Grupo versus Terapia individual’ FREDERICK S. PERLS Marshall McLuhan eseribié un libro en el que expone la nocién: el “me- dio” es el mensaje. 4Cudl es el mensaje que recibimos del “medio” de la terapia de grupo? La terapia de grupo nos dice: “Yo soy mas econémica que la tera- pia individual”. La terapia individual contesta: “Si, pero tii eres menos eficiente”. ¥ la terapia de grupo responde: “Pero, quién dice que tt eres eficiente?”. Notarén que en mi escenario privado estas dos terapias inmediata- mente comienzan a refiir, a meterse en un conflicto. Durante un tiempo traté de solucionar este conflicto en la terapia gestéltica pidiéndole a mis pacientes que tuvieran ambas: terapia de grupo e individual. Sin embargo, posteriormente he eliminado por completo las sesiones individuales, excepto en casos de emergencia. En realidad, he lle- gado a considerar que toda terapia individual esta obsoleta y deberia ser reemplazada por talleres de terapia gestdltica. Ahora, en mis talleres inte- gro trabajo individual y de grupo. Sin embargo, esta integracién resulta efec- tiva con un grupo sélo si se produce un real encuentro entre el terapeuta y el paciente individual dentro del grupo. Para entender la efectividad de la terapia gestéltica en estos en- cuentros prolongados, primero tenemos que considerar otro conflicto: la dicotomfa existente en la psicologfa actual entre el enfoque experiencial y * Reimpreso de Ete: A Review of General Semantics, vol. 34, N° 3, 1967, pp. 306-312. con autorizaciGn de la Intemational Society for General Semantics. 20 FREDERICK S. PERLS el enfoque conductisia. Entonces podremos entender cémo Ja terapia gestéltica integra ambas ramas de la psicologfa. Por lo general, al conductista se le considera principalmente come un condicionador. $i él estuviera dispuesto a disociarse de la actividad de condicionar —de su compulsién a cambiar la conducta de los demas a través de los medios externos del ejercicio y la repeticién-, podria llegar a ser un observador, un descriptor de procesos en transcurso. Podrfa en- tonces aprender que el aprendizaje es descubrimiento, que es cuestién de nuevas experiencias. Por otro lado, tiene una yentaja sobre la mayorfa de Jos psicélogos clinicos: trabaja en el aquf y ahora, Se centra en la reali- dad, aunque de una manera més bien mecénica; y esta més orientado hacia la observacién que el clinico, que principalmente se gufa por abs- tracciones y computaciones. Pero el clinico tiene lo que el conductista omite: un compromiso total con el fenémeno del darse cuenta. Y si lo denomina conciencia, sensibilidad o darse cuenta, es un asunto que no importa en absoluto. Freud asumié que la mera trasposicién de recuerdos inconscientes a conscientes serfa suficiente para lograr una cura. La psiquiatria existencial tiene un punto de vista similar, aunque algo més amplio: asimilar y poner a disposicién del paciente todas aquellas partes de la personalidad que han sido alienadas. Lo que obstaculiza al terapeuta existencial es esto: si bien su foco es la experiencia, se aleja fécilmente del aqui y ahora del conductista. 0 empieza a preocuparse, como Freud, del pasado y de la causalidad, 0 bien comienza a preocuparse, como Adler, de las intenciones. La conducta real de ambos, terapeuta y paciente, es explicada y minimizada denominando- las “transferencia” y “contratransferenci El interés por la conducta observable se desarrollé tempranamente en psicoterapia. El hipnotizador no sélo querfa aliviar al paciente de sus s{ntomas, sino también cambiar hébitos indeseables por habitos desea- bles. La escuela freudiana tra6 un paralelo entre patrones de conducta y las tres zonas erégenas reconocidas: oral, anal y genital. El interés de Reich en la formacién del cardcter estuvo centrado principalmente en la ‘TERAPIA DE GRUPO VERSUS TERAPIA INDIVIDUAL. 21 conducta motora de la persona. Traté de tomar un atajo y, como muchos terapeutas, descuidé observar los detalles de la voz y la conducta verbal. La escuela gestdltica ha investigado muchos aspectos de nuestra conducta sensorial. Ya que nuestro contacto con el mundo est basado en el darse cuenta sensorial, especialmente ver, ofr y tocar, estos medios de contactar con el objeto externo juegan un papel tan importante en la tera- pia gestdltica como lo hace el sistema propioceptivo interno en el autodarse cuenta. Ya que toda sensacién tiene lugar en el aqui y ahora, la terapia gestiltica esta orientada al “tiempo presente”, del mismo modo que el conductista. Llamamos caracter a aquellas conductas manifiestas —motoras y ver- bales— que son facilmente observables y verificables. Llamamos mente al lugar donde se originan estas conductas. Incluso nuestra conducta verbal secreta tiene un nombre: se la denomina pensamiento o intelecto. Pero esto tiltimo es, en realidad, la fantasfa 0, como lo vio muy bien Freud, el escenario imaginario en el que ensayamos los roles que queremos repre- sentar en la vida real. El intelecto —Ia totalidad de la inteligencia— puede ser comparado con una computadora. Sin embargo, es un pélido sustituto de la vivida inmediatez del sentir y el vivenciar. El psicoanalista y el llamado terapeu- ta racional, al jugar juegos de interpretacién y explicacién, sélo refuerzan este dominio ilusorio del intelecto e interfieren con las respuestas emo- cionales que se hallan en el centro de nuestra personalidad. En el desier- to emocional de los pacientes neuréticos, rara vez encontramos otros sen- timientos que no sean aburrimiento, autocompasién y depresién. En resumen, el psicoterapeuta clfnico carece de un completo com- promiso con la realidad, con el aqui y ahora, asf como el conductista niega la importancia de la capacidad de darse cuenta. En la terapia gestaltica integramos las dos caras de la moneda haciendo una especie de psiquiatrfa microscépica, investigando el darse cuenta y la evita- cién del darse cuenta en cada uno de los detalles de la conducta del paciente y del asf llamado terapeuta. Esta es la verdadera integracion de las dos psicologias —no sélo eclecticismo, no sélo una componenda. 22 FREDERICK S. PERLS Pero es més dificil lograr esta sintesis al combinar la terapia de grupo y Ja individual. Un neurético puede ser definido como un individuo incapaz de asu- mirla completa identidad y responsabilidad de la conducta madura, Haré cualquier cosa por mantenerse en el estado de inmadurez, incluso actuar el rol de un adulto —esto es, su concepto infantil de como es un adulto. El nneurético no puede concebirse a sf mismo como una persona autosuficiente, capaa de movilizar su propio potencial al enfrentarse al mundo, Busea apoyo ambiental a través de la direccién, ayuda, explicaciones y respues- tas. No moviliza sus propios recursos, sino sus medios de manipulacién del ambiente —desamparo, adulacién, estupidez y otros controles mas 0 menos sutiles— para obtener apoyo. El psicoanalista puede hacerle el juego al neurotic que recurre a tal conducta, al desatender la esencia de las relaciones humanas y al trans- formar cualquier relacién en infantil, con r6tulos tales como figura pater- na, incesto, superyé dominante. No se hace responsable al paciente, sino que es el inconsciente, el complejo de Edipo o lo que quieras, quien reci- be la purga de la causa y de la responsabilidad. La conducta basica de uno de mis estudiantes era lamentarse. Su padre era un lamentador profesional: un cantante. El estudiante se daba cuenta de que en muchos aspectos él era como su padre y combatia esta actitud; pero esta comprensién no le prestaba utilidad, pues nunca acla- taba cudl era la esencia de su lamento. Mientras mds se lamentaba, mayor era su frustracién al no producirse un resultado, No lograba percatarse que él y su padre estaban errando el punto. No podfa haber respuesta, porque nadie, ni Dios, ni un mago, estabs allf para ayudarle, Imitar al padre no es el problema. Sf lo es la conducta irracional de ambos, padre e hij El freudianismo también yerra el punto al centrarse en las causas € interpretaciones; la psicologia, en general, lo hace al mezclar mente y fantasfa. Cada paciente yerra el punto al esperar que la maduracién surja através de fuentes externas al ser psicoanalizado, recondicionado, hipno- tizado 0 maratonizado, o tomando drogas psicodélicas. La maduraci6n no 22 FREDERICK S. PERLS Pero es més dificil lograr esta sintesis al combinar la terapia de grupo y Ja individual. Un neurético puede ser definido como un individuo incapaz de asu- mirla completa identidad y responsabilidad de la conducta madura, Haré cualquier cosa por mantenerse en el estado de inmadurez, incluso actuar el rol de un adulto —esto es, su concepto infantil de como es un adulto. El nneurético no puede concebirse a sf mismo como una persona autosuficiente, capaa de movilizar su propio potencial al enfrentarse al mundo, Busea apoyo ambiental a través de la direccién, ayuda, explicaciones y respues- tas. No moviliza sus propios recursos, sino sus medios de manipulacién del ambiente —desamparo, adulacién, estupidez y otros controles mas 0 menos sutiles— para obtener apoyo. El psicoanalista puede hacerle el juego al neurotic que recurre a tal conducta, al desatender la esencia de las relaciones humanas y al trans- formar cualquier relacién en infantil, con r6tulos tales como figura pater- na, incesto, superyé dominante. No se hace responsable al paciente, sino que es el inconsciente, el complejo de Edipo o lo que quieras, quien reci- be la purga de la causa y de la responsabilidad. La conducta basica de uno de mis estudiantes era lamentarse. Su padre era un lamentador profesional: un cantante. El estudiante se daba cuenta de que en muchos aspectos él era como su padre y combatia esta actitud; pero esta comprensién no le prestaba utilidad, pues nunca acla- taba cudl era la esencia de su lamento. Mientras mds se lamentaba, mayor era su frustracién al no producirse un resultado, No lograba percatarse que él y su padre estaban errando el punto. No podfa haber respuesta, porque nadie, ni Dios, ni un mago, estabs allf para ayudarle, Imitar al padre no es el problema. Sf lo es la conducta irracional de ambos, padre e hij El freudianismo también yerra el punto al centrarse en las causas € interpretaciones; la psicologia, en general, lo hace al mezclar mente y fantasfa. Cada paciente yerra el punto al esperar que la maduracién surja através de fuentes externas al ser psicoanalizado, recondicionado, hipno- tizado 0 maratonizado, o tomando drogas psicodélicas. La maduraci6n no TERAPIA DE GRUPO VERSUS TERAPIA INDIVIDUAL 23 puede ser lograda para él; tiene que atravesar por el doloroso proceso de crecer por sf mismo. Un terapeuta sélo puede entregar la oportunidad —estando disponible como catalizador— y como una pantalla sobre la cual el paciente pueda proyectar su neurosis. La teorfa basica de la terapia gestaltica es que la maduracién es un proceso de crecimiento continuo en el que el apoyo ambiental se transfor- ma en autoapoyo. En un desarrollo sano, el nifio moviliza y aprende a usar sus propios recursos. Un equilibrio adecuado entre apoyo y frustracién lo capacita para llegar a ser independiente, libre para utilizar su potencial innalo. En contraste, una neurosis se desarrolla en un ambiente que no faci- lita adecuadamente este proceso de maduracién. El desarrollo degenera en una formacién de cardcter, en un conjunto de patrones de conducta destinados a controlar el ambiente mediante la manipulacién. A menudo, imitando a algtin adulto, el nifio aprende a asegurarse el apoyo ambiental jugando al estipido o desamparado, amenazando, adulando, tratando de ser seductor, ete. Asf, cualquier terapeuta solicito o demasiado apoyador, 0 algtin miembro del grupo que resulte succionado o fascinado por las manipulaciones del paciente, sélo arruinaré més a esa persona al privarla de la oportunidad de descubrir su propia fuerza, potencial y recursos. Aquf, la verdadera labor del terapeuta consiste en frustrar habilmente al paciente. Al centro de cada neurosis yace lo que los rusos Haman el punto enfermo. Percatandose que no pueden hacer nada para curarlo, se satisfa- cen con reorganizarlo y sublimar sus energfas alrededor de este punto enfermo. En terapia gestéltica, a este punto enfermo lo llamamos el im- passe; y hasta el momento no he visto otro método que la terapia gestaltica para superarlo, Atin més, dudo que sea posible superar el impasse en tera- pia individual; en cambio, sé que en la integracién de terapia de grupo ¢ individual es posible hacerlo. Cuando se acerca el impasse existencial (y esto no significa atasca- mientos menores), el paciente entra en un remolino. Entra en panico, sor- do y mudo -no esta dispuesto a abandonar el carrusel de la repeticién 24 FREDERICK S. PERLS compulsiva. Siente realmente la desesperacién que Kierkegaard recono- cié como “enfermedad hacia la muerte”. El impasse existencial es una situacién en que no hay apoyo ambiental préximo y el paciente es, o cree ser, incapaz de enfrentarse solo a la vida. De modo que haré cualquier cosa con tal de agarrarse al statu quo -en vez de crecer y usar sus proplos poderes. Cambiard de cényuge, pero no de expectativas; cambiar de te- rapeuta, pero no su neurosis; cambiaré el contenido de sus conflictos internos, pero no abandonard sus juegos de autotortura; aumentaré la su- tileza de sus manipulaciones y su manfa de control para asegurarse el apoyo ambiental, sin el cual no se imagina capaz de sobrevivir. Ahora bien, en la situacién de grupo ocurre algo que no resulta posi- ble en la entrevista privada. Para todo el grupo es obvio que la persona angustiada no ve lo obvio, no ve la forma de salir del impasse, no ve (por ejemplo) que la mayor parte de su suftimiento es pura imaginacién. Fren- te a esta conviccion colectiva del grupo, él no puede usar su habitual condueta fobica, consistente en renegar al terapeuta cuando no logra ma- nipularlo, De alguna manera, la confianza en el grupo parece ser mayor que la confianza en el terapeuta, a pesar de toda Ia asf llamada confianza transferencial. Detrés del impasse se oculta el monstruo amenazante que mantiene clavado al paciente ala cruz de su neurosis. Este monstruo es la expectativa catastréfica que, asf lo imagina él, recita su condena y lo previene de correr riesgos razonables y tolerar los crecientes dolores de la maduracién. Es aqui donde el pensamiento racional halla su luger: en la posibili- dad de ver el grado en el cual la expectativa catastréfica es pura imagina- ci6n o exageracién de un peligro real. En la resguardada emergencia de la situacién terapéutica, el neurético descubre que el mundo no se cae a peda- zos si él se enoja, se excita sexualmente, se alegra o se apena. Tampoco hay que subestimar el apoyo del grupo para su autoestima y para la apreciacién de sus logros hacia la autenticidad y hacia una mayor vitalidad. En mi taller gestéltico, cualquiera que sienta el impulso puede tra- bajar conmigo. Estoy disponible, pero nunca presionando. Temporalmen- te se desarrolla una dfada entre el paciente y yo mismo; pero el resto del TERAPIA DE GRUPO VERSUS TERAPIA INDIVIDUAL 25 grupo est4 comprometido totalmente, aunque rara vez como participantes activos. Principalmente acttian como una audiencia que es estimulada por el encuentro para hacerse un poco de autoterapia silenciosa. Hay otras ventajas al trabajar con un grupo. Gran parte del desarro- llo individual puede ser facilitado realizando experimentos colectivos, ha- blando jerigonza juntos, haciendo experimentos de retirada, aprendiendo la importancia de la atmésfera o mostrando a la persona en el lugar mismo el modo cémo aburre colectivamente, hipnotiza o divierte al ambiente. En la pena, o en situaciones de similar carga emocional, ocurren frecuente- mente reacciones en cadena. El grupo aprende pronto a entender la dife- rencia entre ayudar independientemente de la buena intencién que impli- que y el verdadero apoyo. Y al mismo tiempo, las observaciones que hace el grupo de los juegos manipulativos del neurético, de los roles que acttia con el objeto de mantenerse en un estado infantil, facilitan su propio autorreconocimiento. En otras palabras, en contraste con el tipo usual de reuniones de gru- po, yo Ilevo el peso de la sesién, ya sea haciendo terapia individual o condu- ciendo experimentos grupales. A menudo intervengo si el grupo comienza a ugar a las opiniones 0 interpretaciones, o si tiene enfrentamientos pura- mente verbales sin ninguna sustancia experiencial. Pero me mantengo al margen tan pronto como empieza a ocurrir algo genuino. Siempre es una experiencia profundamente conmovedora para el gru- po y para mf, el terapeuta, ver cémo personas que hasta entonces han sido meros cadaveres robotizados comienzan a volver a la vida, logran mayor sustancialidad, inician la danza del abandono y la autorrealizacién. La gente de cartén se esta transformando en gente de verdad.

You might also like