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NAAAAANAADANAANC SADA latte CIRO FLAMARION S. CARDOSO HECTOR PEREZ BRIGNOLI HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA Tomo I 4 Economias de exportacién y desarrollo capitalista NTR. Fh coe EDITORIAL CRITICA Grupo editorial Grijelbo BARCELONA. Primera edicién: noviembre de 1979 ‘Segunda edicidn: noviembre de 1981 Tercera edicién: octubre de 1984 Cubierta: Alberto Corazén © 1979: Ciro Flamarion Santana Cardoso, México, D.F. Héctor Pérez Brignoli, San José (Costa Rica) © 1979: Editorial Critica, S.A. calle Pedr6 de la Creu, $8, 08034 Barcelona ISBN: 84-7423-105-1 obra completa ISBN: 84-7423-104-3 tomo IT Depésito legal: B. 32.991-1984 (11) Impreso en Espana 1984» DiageAfi, S.A, Constituci6, 19, 08014 Barcelona Capitulo 4 LA TRANSICION AL CAPITALISMO PERIFERICO (Siglo XIX) A) LAS BASES DE LA TRANSICION Economia atléntica y revolucién industrial La independencia de las trece colonias en 1776, Ja revolucién industrial en Gran Bretafia, Ia agitada politica y las guetras euro- peas en el perfodo 1792-1815, constituyen tres determinantes esen- ciales en Ia evolucién del mundo colonial americano a fines del siglo xvi. La independencia de los Estados Unidos, reconocida en el tra- tado de Versalles (1783), muestra no s6lo una ruptura exitosa del dominio colonial; ofrece también, en lo sucesivo, un modelo de sociedad y de instituciones que connotaré profundamente el hoti- zonte ideolégico de Jas futuras clases dominantes de América la- tina, La revuelta de Haitf (1791), consolidada en. 1804, sigue de cerca el ejemplo norteamericano en cuanto nueva grieta en el tam- baleante edificio de los imperios coloniales. Pero constituye, al mismo tiempo, una advertencia clara en cuanto a la profundidad posible de los cambios sociales en cicrnes, que terratenientes, co- merciantes y militares de las regiones vecinas escucharon con aten- cidn, La Revolucién francesa y el imperio napolednico tienen, en el campo, politico ¢ ideolégico, un impacto tan inmenso como di- ee, De ee ee ee ee) De yo 8 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA ficil de establecer con precisién.! Ciettos efectos, mis inmediatos porque detivan de los avatares de Jas guerras europeas, nos revelan una metrépoli exhausta en el poderio militar y desgarrada en las confrontaciones internas. Trafalgar (1805), mucho més que Ba- yona (1808), sellard In suerte de las Indias; el aislamiento politico y econdmico seré ahora mucho més permanente que en la década anterior. La revolucién industrial provocaré transformaciones funda- mentales en el comercio y cn las rclaciones internacionales. Los mercados coloniales, y en particular los de América latina, desem- pefiarén un papel primordial en el consumo de los textiles de Ja primera fase de Ia industrializacién.? El algodén, materia prima bisica en ese proceso de expansién, serd también un producto de Ja periferia: el sur de los Estados Unidos, las Antillas, la India, etc. Esta inusitada expansién de los intercambios dependié estrecha- mente del predominio naval y de una red comercial y financiéra cada vez mds compleja, controlada por los capitales britdnicos? Se van asf confjgurando los elementos esenciales de una nueva di- visi6n internacional del trabajo, que tendrfa como centro neurélgi co a la industria britfnica, «fébrica del mundo». Pero Ja constitu- cién definitiva del modelo exigiré todavia dos componentes que aparecen mds tarde: Ia imposicién del free trade, después de 1846, y la afluencia masiva de inversiones a los pafses de la periferia. 1, Hobsbawm lotaliza tres ciclos revolucionarfos: 1820-1024, 1829-1834 1848, como herencia directa de la revolucién francesa; cf. Eric J. Hobs- we Las repluciones burgueses, wad. F. Ximénes, Guadarrama, Madrid, 178 a CF Ba J, Hobabawn, Induarie¢ inpeio, und. Ponén, Ail Bucdlona, 1977, aps IV Vit Poll Deane La primera resolcién indur. ‘rial, teed, Solé’ Tora, Pentosul ep. WV. 3. Ibion, «British Hobsbawn, op ae, OP, . Shipy sn journal of Economie History, wel Xt, 1951, pp. 361374; Je penetrcién de Toe comerctanes buithteos en Améiica latina esté magalficamente aalizeda en Tullo Halperin Donghi, Hispanocmtricg después de la Independencia, Paidés, Buenes Altes, 1972, D.C. M Plate, Latin America and British Trade 1806-1914, Adan Londres, 1972, HL Jenks, The Migration of British Capital to 1875, Tho- ‘Sons, Londees, 1963 (1 edic. 1927); A.H. Tnlah, Economie Elements pth Pox Brannicg, Harvard University res, Cambri, 1956: ACK Cainmcross, Home and’ Foreign Investment, 1870-1913, Cambridge a. BASES DE LA TRANSICION 9 El auge americano del siglo XVII Para América Jatina en su conjunto, Ja segunda mitad del si- slo xvutr es una época de prosperidad general. El crecimiento de la poblacién, notorio en Brasil desde 1700, y en Hiispanoamérica des- de 1750 contrasta con la catéstrofe del siglo anterior. La produc- cién y el comercio se expanden contiuamente, sobre todo en, las reas periféricas: el norte de México, la Florida y Louisiana; él Rio de la Plata, el sur de Chile, ciertas regiones de Nueva Granada y Venezuela. En Brasil el oro y los diamantes dominan Ies activida- des econémicas hasta 1760; los centros mineros darén origen a un conjunto de actividades subsidiatias: ganaderia, agricultura, arte- sania, etc., de cierta complejidad. En el conjunto se puede hablar, por referencia a las Iineas de fuerza de la economfa colonial en las etapas anteriores, de un desplazamiento regional hacia el Atléntico y el Caribe. En otros términos, la vocacién de las economfas co- loniales tiene shora, a través de un trifico cada vex més diversif- cado, de muchos més puertos y rutas, un abanico de posibilida- des insospechadas. El dinamismo de algunos rubros de exportacién: cueros del Rio de Ia Plata, cacao de Venezuela, plata de México, etc., no puc- de ocultar la reactivacién de muchas industrias artesanales que abastecen las regiones exportadoras y los mileos urbanos en ex- pansién, Entre el monopolio del comercio legal y el contrabando todavia hay considerables intersticios para esas pritaitivas activida- des industrales. Los reajustes imperiales que acompafiaron a este auge eco- némico se conocen, cottientemente, con el nombre de reformas University Press, 1953; A, G. Kenwood y A. L. Lougheed, Historia del desarrollo econdinico itervacionl, wads 2, de la Paeate, Tmo, Mads, 1513 (2 vols), di es Stoces Aloe, Le plac de Atri ating, Alan 2 Bagel Nad F td 'M, Mote, «Patrones de le urbanizacién Iatinoamert io a i en oe Morse (eh. ,sarrollo istic, SepSetentes, 2 97; i'Faipein Donghi, Historia contempordaet isdid, 190 ops México, 1973, pp. 115: de América lating, Alianza Editors AE: 10 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA borbénicas y reformas pombalinas. El caso portugués mustra una simplicidad que no se percibe en Hispanoamérica. El) tratado de Methuen (1703) consagea Ja subordinacidn a los intereses bri- tdnicos, a cambio de Ja seguridad del imperio. El propio mar- qués de Pombel hablard, afios més tarde, de un Portugal redu- cido a una estrecha dependencia de Inglaterra sin los: inconve- nientes de Ia conquista militar.” Los Borbones en cambio|estuvie- zon animados no s6lo por Ia ambicién de renovar estructuras ad- ‘ministéativas vetustas ¢ ineficientes sino también por Ia|idea de conservar y engrandecer el imperio, frente a las ambicipnes in- glesas. Existe una abundante bibliograffa sobre las mentionadas, reforinas'' y sobre los efectos concretos de su aplicacién?/La con- clusién que parece detivarse de los estudios més profundos y acuciosos es, no s6lo la muy evidente de que los suefiog de po- derfo imperial de «proyectistas» como Campillo y Warll, o los minjstros de Carlos JIL, fracasaron, ya en la iiltima déada del siglo, sino también la de que los reajustes administrativos y fisca- Jes tuvieron el efecto de entrabar notoriamente In prosperidad econtmica, yy de desatar odios y rencores que los grupgs socia- les implicados dificilmente llegatfan a olvidar después. | edad fg Manet, Dr Preewinenc in we ond leclinejaitidy bn European expansion, Chapel Til, Universiy ef Nor Giese ies 193>, eps Ly Th, Cates Farin, Farmar ecoinice del Brat ted, D, Aguilera, ECE, México, 1962, pp, 4046. Stanley y Batbacn Stein, La berencia colonel de Aoérie la 4, Long Se Ekh Mes, 197 po. Slr; Ges Gin oi; Antics, tad, B.” Obregéo, Grlalto, Barcelona, 1976, ppl Bhuardo Atcl Faces, Reformer econdmicer del vglo. XVII Expat, SepSetenas, México, 1974 (2 vols; Marcelo Bitar Leva ilar espaioles ‘del siglo XVIII, sos ideas sobre la Uiberad dl on Indie, Caltura Hispnica, Madi, 1968. 9. CE John Lynch, Administacie colonial espaol, 1782-1810, el si tema deinomienes ef d Rio de Io Plata, trad. Gr Tank, Eodebs, Buenos fines 1967 D. Ac Beading, Mineros y comerclenes en el idsio borbdnico EGE i810) tad. Gomes, PCE, MEcco, 1975; John R. Fisher, Govern sacat and. octet iy Colonial Per," The Inendand System, 17841814, The ‘ibang ress Londres 1970; del hsmo autor, Mina» rneron ep el Perd calowid, 17761894, Insitute de estudion pervance, Lima, 1977] Anthony McBain, eEl comercio exterior del virtenato, de la Nueva’ (ran tonfitos én la politien econdmicn do los Botbones (1783-1789), an Arerlo Gllombiano de Tistris Socal y de Ta Cultura, Universidad Nevional de ins 67, Bopots, 1971-72, pp. 116. BASES DE LA TRANSICION i John Lynch ha propuesto una hipétesis estimulante, que ha sido tetomada pot autores como Brading y Bakewell." Las te- formas borbénicas habrian significado Ja «segunda conquisia de América». Un gran esfuerzo por parte de Espafia para volver @ tomar a América en sus manos. El ataque frontal a ciettos privi- legios de Ia Iglesia, Ia reorganizacién militer, Ja reforma admi- nistrativa, as oleadas de inmigeacién peninsular (burécratas y comerciantes) tenfan un fin primordial: el de aprovechar al mé- ximo los beneficios de Ia dominacién colonial, Esta segunda ofen- siva conquistadora no podrfa entenderse si no se afirma que a finales del siglo xvii «Hispanoamérica se habla emancipado de ‘su inicial dependencia», Las sociedades americanas empleaban sus recursos en su propia administracién, defensa y economia; Jogtaban apropiarse de una gran proporcién de Ja riqueza que generaban, El gobierno colonial consistla, en -realidad, en un verdadero compromiso entre la soberanfa imperial y los intereses de los colonos. En esta perspectiva la§ reformas borbénicas pue- den verse entonces como un supremo esfuerzo espafiol por reen- contrar el camino de Ja prosperidad a costa de las colonias. Exac- tamente ésta cra Ja ambicién de los «proyectistas» antes men- ynados. Si se acepta Ia tesis de Lynch se impone otra consecuencia de cardcter general, Las bases estructurales que impulsen a todos Jos pafses Iatinoamericanos, durante el siglo x1x, a integrarse al mercado mundial como productores de materias primas, resul tarfan mucho més un legado de Jos reajustes imperieles del si- slo xvirr que de Ia situacién colonial anterior. No convend:fa ol vidar que el impetuoso auge econémico del siglo de las luces tuvo beneficiatios locales de significacién. Estos terratenientes y co- metciantes, que encabezardn las luchas por la independencia, se- rin, de ahora en adelante, Jos principales interesados en buscar un erecimiento econémico basado en Ia expansién de las expor- taciones. Es indudable que en este punto esencial Jos intereses nativos cada vez més poderosos coincidian con la politica impe- rial; como aseveraba el virrey Revillaglgedo: 10. John Lynch, Espaia bajo los Austrias, Pentnsuls, Barcelona, 1972, Ti, pp. 194-228; del mismo autot, Las revoluciones bispancamtericenas, 1808- b SL a ee ee EE EPP ye 12 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA No debe perderse de vista que esto es uns colonia que debe depender de su matriz, la Espafia, y debe cotresponder a ella con algunas utilidades, por los beneficios que recibe de su proteccién, y asf se necesita gran tino para combinar esta pendencia'y que se haga mutuo y reciproco el interés, lo cual cesarfa en el momento que no se necesitase aquf de las menu- facturas europeas y sus frutos. EI proceso de cambio social: caracteristicas basicas La transicién al nuevo orden colonial quedaré completada, en casi todos Jos pafses latinoamericanos, hacia fines del siglo 20x. Pocos procesos de nuestra historia presentan Ja complejidad y va- riedad de situaciones de este perfodo de pasaje de una situacién dependiente a otra, que se extiende, segiin los casos, a lo largo de una centuria. Cualquier intento de comparacién exige definir ciet- tos ctiterios fupdamentales, que ayuden a reconocer los tipos prin- cipales en cuanto al mencionado proceso de transicién, La elec- cidn de esos criterios no es, naturalmente, independiente de la ma- nera como se caracterice a las sociedades en el punto de partida y el de Ilcgada. La referencia a los capltulos 3 y 5 de este texto re- sulta imprescindible para una visién mds efectiva del conjunto. En el proceso de vinculacién al mercado mundial se distinguen dos fases diferentes." La primera se extiende desde Ja indepen- dencia hasta mediados del siglo 20x y se caracteriza por Ja aper- tura al libre comercio, Ia entrada masiva de manufacturas briténi- cas y la pérdida, en pocos afios, de la masa de metal precioso circu- Jante, La penuria de capitales y las elevadas tasas de interés son tun rasgo habitual que indica, en cada caso, Ia debilidad de las ex- portaciones al mercado mundial y la reticencia profunda de los in- versionistas ingleses, escarmentados sin duda por Ia crisis de 1825. 1826, trad, J. Alfa, DB, McShane, Ariel, Barcelona, 1976, gp, 9 DA. Brading, op. cit. Bakewell, Minerla y sociedad en el éolonial, Zacatecas Fisieizoo, trad. R. Gémez, F.CE,, México, free 11, Tulio Halperin Donghi, op. cit. pp.” 146-159" y_ pp. 207-216; del rising autor, Hispanoamérica después de’ la independencia, cit, cap. Ii. BASES DE LA TRANSICION B {en estas condiciones sélo fueron viables unos pocos productos de | exportacién: aquellos que como Ja ganaderia exigicron minimas inversiones iniciales o los tintes (grana, fil) y minerales precio- s05 que aseguraban un producto de poco volumen y alto valor.“Al no existir condiciones para modificar los sistemas de transporte in- terno, sélo fue posible seeditar actividades de rafz colonial, como ces el caso del trigo y Ia minerfa chilenas, el café de Venezuela o del valle del Paraiba, del afl y la grana en América central. -“ La segunda fase se configura después del medio siglo: con la afluencia masiva de capitales extranjetos que se invierten en obras de infraestructura y en empréstitos a los gobiernos; y una fuert. demanda, en los paises industrilizados, para los productos pri marios. En rigor ninguno de estos elementos es absolutamente nuevo, pero si resulta inédita la escala de las transformaciones en juego, El proceso de transicién puede caracterizarse como un con- junto de cambios a nivel de Ja economfa y Ia sociedad necionales, exigidos para hacer posible Ia expansién en gran escala de las act vidades exportadoras. Estas transformaciones se efectuaron a tr wvés de tres procesos basicos: Ia abolicién de la esclavitud, Ia refor- ‘na liberal y la colonizacién de éreas vacias. Estos tres mecanismos estén presentes, en mayor o menor grado, en los procesos de tran- sicién de todos los pafses latinoamericanos, pero serfa ilusorio creer que en todos los casos operan en forma similar, En los paf- _ ses que durante el perfodo colonial se caracterizaron por una eco- nomfa centrada en la plantaciéa.esclavista, el problema de la abo- licién, en otros términos, la necesidad de un cambio radical en el mercado de trabajo, determinard las soluciones consideradas como posibles, para el conjunto més amplio de transformaciones exigi- das: mercado de tierras, de capitales, legislaci6n, etc. En Jos pafses con poblaciones indigenas densas el proceso de reforma liberal gi- rard sobre todo en torno a Ja cuestién de In tierra. En mayor 0 menor grado la desposesién de Ja Iglesia y el avance sobre las tie- tras de las comunidades y Ia venta de baldios, tendrén el doble efecto de crear simulténeamente una oferta de tierras y de mano de obra, Los casos de colonizacién en un érea vacia se definirén ante todo por la necesidad de fa inmigracién masiva y, en casi PARA RR RAN OS 4 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA ADOLICION DE LA ESCLAVITUD 5 = todos Jos casos, por una apropiacién preliminar de las tierras a anilisis, tratando de verificar si definen efectivamente los limites! CO poblar, En dos ejemplos, sin embargo —el valle central de Costa del sistema esclavista, x Rica y la Antioquia colombians— el monto global de Ips inmi- 2) Teniendo en cuenta Jas caracterfsticas del movimiento de- a igrantes es de poca signifcacién. 1 mografico natural entre los esclavos en Ia mayoria de las socieda-) ‘y des esclavistas de América, resulta I6gico considerar que Ia aboli- Ve i cidn de la trata, a la larga, asestarfa un golpe irremediable al es-| B) LA ABOLICION DE LA ESCLAVITUD ] clavismo americano. a Sobre la interpretacién del largo proceso de abolicién de la a Como al hablar del esclavismo en Ia época colonial, Hos limi- trata —y en particular de la prioridad y del papel activo, mili- é taremos a aquellas regiones que tuvieron en Ja esclavitud fegra el tante, de Ia Gran Bretafia en dicho proceso— se enfrentan dos po- A fandamento de las relaciones de produccién. siciones opuestas. A El punto de vista tradicional es el de Regatz y de Eric Wil. a liams, o sea la tesis que vincula el fin de la trata y posteriormente 1, LA DISOLUCION DEL SISTEMA ESCLAVISTA: Ja abolicién'de Ia esclavitud al proceso de declinacién de las An 1. FACTORES CENTRALES las azucareras en Ja segunda mitad del siglo xvi y a principios 4 del xax. Con la revolucién industrial, el mercado inglés pas6 a ser , Fernando Henrique Cardoso define en tres puntos lo} limites cada vez m4s amplio, con tendencia a abarcer al mundo entero. de Ja elasticidad del esclavismo americano, es decir de su capaci- Desde entonces, la posicién relativa del Caribe briténico en’ ese co- a dad de cambiar y adaptarse sin pérdida de sus caracterisficas es- mercio tendié a perder importancia, tanto més cuanto las islas es- 1 tructurales fundamentales: ® taban intrinsecamente agotadas y decadentes debido « los efec- i 4) que la trata negeera pueda seguir efectuéndose, fara que tos de la explotacién extensiva del suelo. La trata segula siendo el mercado de mano de obra sea abastecido adecuadamente y a vuna actividad importante para el puerto de Liverpool, pero lo 4 precios aceptables; era cada vez menos en el comercio briténico total, Los intereses 4 5) coyunturas econémicas que. propicien grandes ganancias industriales ascendentes pasaron a combatir ef mercantilismo en : sin que se necesite cambiar las estructuras productivas, chracteri- todas sus formas, chocando con los privilegios monopolistas an- zadas por una «economia del despilfarron; tillanos y con ef esclavismo colonial en su conjunto. Este con- x .€) que no se ejerza Ia competencia de una produccin cuya texto histérico global explicarfa el éxito, en 1807, del movimien- 1 mano de obta sea libre, asalaziada: al desarrollarse, el capftalismo to abolicionista de la trata, cuya actuacién caracterizada por Ileva a Ia destruccién del sistema esclavista. versas cortientes religiosas y humanitarias, y por Ideres como 4K Estos puntos se derivan del contraste entre «capitalismo ra- Thomas Clarkson, James Ramsay, William Wilberforce, fue im- n ciotials y «esclavitud irracionaln, y-de la consideracién dg los re- pottante sobre todo en Jas tres tiltimas décadas del siglo xvut y ‘ “quisitos indispensables para que una explotacién cel resulte los primeros afios del siglo siguiente, Explicaria también, poste- Y rentable, que hallamos en Max Weber y, anteriormente a éfte, par- cialmente en Marx. Podemos'tomarlos como base para nuestro ‘ex Aintican, en vain autores, Modor de produccén en América latina, Ghaderoos de pasado. y presente, Siglo XX1, Buenos Aires, m2 40, mayo 1 12, Fernando Henrique Cardoso, Cepitalizmo e excevideo no Dil meri die 1973, pp. 193-242; Max Weber, Economia y sociedad. Biboro dé socio- : ional, Difusdo Europeia do Livro, Sio Paulo, 1962, pp. 199-200, 308-311 lgia comprension, wa. de J. rerrfa'y otros, Fondo de Caltura 1 5. "Ch Ciro F. $ Cardoso, af modo de’producclon esclavist colonial Exonémics, MexicoDuenos Aires, 1964, 1, pp. 131132. C 16 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA riormente, la sbolicién de Ja esclavitud (en 1833-1338) y de los privilegios mercantilistas de que gozaban las Antillas briténicas (en 1846, al abolirse en Inglaterra el proteceionismo aduanal al saicar de las islas). Esta teorla parecia muy légica y coherente, y foe aceptada por diversos historiadores a partir de su exposi- cién por E. Williams en 1944." v TRecientemente, sin embargo, Seymour Drescher lanzé un ata- que demoledor contra ella, aunque limiténdose a ‘a etaps de Ia Sbolicién de Ja trata. Apoydndose en curvas y cusdros estadisti- fos elocuentes, demostré: 1) que los intercambios entre la Gran Bretafia y sus Antillas, lejos de haber declinado entre la inde- pendencia de los Estados Unidos y la abolicién de Ie trata, aumen- Paron mucho a fines del siglo xvinr y en seguida se estabilizaron fun nivel bastante més alto que el de Ja primera mitad del siglo (época de apogeo para Williams); esta prosperidad comercial se manifestaba no sélo en términos absolutos, sino también en a1 elevado porcentaje (incluso hasta 1822) que representaba ‘en El conjunto del comercio briténico; 2) el valor de Ja propiedad y de la produccién esclavistas, en el mismo perfodo, no disminuyS en Jas Antillas, sino aumenté ‘sustancialmente; 3) el comercio de eclavos, y en general el comercio con Africa, practicado por los ingleses, Ilegé a su auge a principios del siglo xx, en visperas de Javabolicién de la trata; 4) el algodén bruto antillano fue més importante en las importaciones briténicas que el norteamerica- no hasta los primeros afios del siglo pasado; 5) la produccién y {I comercio azucarero del Caribe briténico conocieron su apogco gn 1788-1815, ampliando Gran Bretaa su potencial esclavista ‘con nuevas conquistas coloniales (1793-1806) que inclufan am- pia provisién de tierrss virgenes, compensando cualquier dismi- pucidn de productividad en las «viejas» Antills. En seguida, Drescher busca Jas causas de la abolicién de la trata en los argu- mentos mismos de los debates parlamentarios britinicos al respec- to, entre 1788 y 1806. Dichos argumentos tenfan que ver sobre 1A. CE, Eric Willams, Copitalizme et esclavage, Présence Afticaine, ari 1968 (trad, gast: Ed, Siglo Veinte, Buenos, Altes); del misma autor Batts, Cotumbus to Castro: The History of the Caribbeas, 1492-1969, Har. per && Row, Nueva York, 1970, caps. 16 y 17. ABOLICION DE LA ESCLAVITUD v7 todo con Jos problemas morales, y la chemorragia de hombres» que sufrfa Africa, a consecuencia de una prosperidad esclavista que nadie negaba; y con los peligros de revueltas masivas de los es- clavos, semejantes a la de Saint-Domingue a partir de 1790. Los abolicionistas crefan que la expansién econémica a corto plazo de- sembocatfa, ya sea en Ia revuelta, ya sea en una declinacién de Jarga duracién (ligada al crecimiento especulativo del endeuda- miento de Jos plantadores)." ‘No cabe duda de que el trabsjo de Drescher constituyé una respuesta adecuada a la demostracién ezonomicista qué Williams ofrecié de su tesis, y que sus argumentos estad{sticos son proba- blemente decisivos para un debate a ese nivel. Nos parece, con todo, que el autor comparte la incapacidad demostrada por Ia es: cuela econométrica norteamericana en todos sus trabajos histéri- cos, de vislumbrar un proceso en toda su amplitud. La tendencia metodolégica de esa escuela, que desconfia de cualquier explica- cién de conjunto, consiste en interpretar episodios histérico-eco- ndmicos aislados de Ja totalidad social, de lo que resulta Ia frag- mentacién de Ja historia econdmica en pequefios sectores 0 com partimentos, cada uno tratado en sf y pot s{ mismo. En el caso que nos interesa, el telén de fondo esté constiguido por un proceso de dimensiones macro-histéricas y mundinles?eladveninento del capitalismo como sistema dominante, lo que modifica —no simul- Lineamente, desde luego— todos los niveles de la estructura £0- cial, inclusive In ética y las representaciones mentales colectivas relativas a la mano de obra y al trabajo, En este nivel estructural més amplio, argumentos basados en una bonanza coyuntural son netamente insuficientes como para negar, pot ejemplo, que se haya dado un conflicto entre el capitalismo ascendente y todos los as- pectos del «antiguo régimen» econémico. El trabajo de Williams hos parece correcto en sus consideraciones histérices més amplias, pero su etror consistié en hacer depender su demostracién de un ‘marco estrecho, limitado a los problemas del comercio de a Gran 15, Seymour Drescher, «Le “déclin” du systeme esclavagiste briten- nique et Fabolition de Ia ‘traites, trad. de C. Carlier, en Anndles marzoabril de 1976, pp. 414-435. : en 2 18 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATI Al razonar en un contexto histérico global, las co humanitatias y morales de los abolicionistas tienen s\ Iégicas, pero carece de sentic dad ética», No es una coin Jas transformaciones capitalistas haya tomado 1a del forma un bloque con la abolicién de las Cors laws, de de las actas de navegacién, etc., més allé de cualquier a estadistica sectorial, Seria ridfculo considerar que I sintrinsecamente> mas «ética» comparindola con las trépolis... La trata briténica fue abolida en 1807, y desde! Gran Bretafia pasé a ejercer presiones sobre las dem! mismo. Las presiones variaron desde la diplomacia mentos financieros (suma ofrecida a Espaia en 18] envfo de Ia flota britdnica a patrullar las costas de Afi mismos pafses esclavistas receptores de los esclavos Aberdeen de 1845, ditigido contra Brasil). Es cierto Pitalistas ingleses vinculados a la financiacién de la trat sil y Cuba, Es cierto, también, que si bien Ia presiénil una variable central, otras intervinieron en cada pal Ja trata, por lo que el proceso de abolicién del com: vos pudo ser diferente en cada caso. Phillip LeVeen luar cuantitativamente Ja eficacia de Ja politica britéai siderable, no s6lo de manera directa —160.000 escl a barcos negreros y liberados, 1.500 buques capturados, “'y 1865—, sino igualmente haciendo subit mucho dos esclavos de trata. Aun si el comercio de cautivos tiendo con gran prosperidad, principalmente hacia B: atios inmediatamente siguientes a la extincién oficial os y costos de operacién aumentaron al punto de iniciativas contra la trata y en seguida Ia esclavitud| tol A Bretafia con sus colonias y de Ia pretendida decadenicia antillana, sideraciones lugar y son ‘manejar en abstracto| lina «causali- lencia que el pafs més|avanzado en ntera en las lonial: ello Ios gremios, mnsideracién jlaterra era demas me- entonces Ja is potencias, y después sobre los nuevos pafses americanos, para que hicieran lo y los argu- 8) basta el ca y de los le trata (Bill que aun en plena fase de acciones navales contra el comercio de e4clavos nota ‘mos contradicciones en In actitud briténica: existfaniintereses ca- fa hacla Bra- ritdnica fue que abolié io de escla- intenté eva- contra Ia trata africana, llegando a la conclusién de que su impacto fue con- jos tomados entre 1820 precios de siguié exis- il (hasta los ide Ja trata en 1850) y hacia Cuba (hasta 1865 aproximadamente), sus ries- fisuadir una + disticamente que todavia més importante fue la trata intra-provin- ABOLICION DE LA ESCLAVITUD 9 parte de los tratantes potenciales y de estimular Ja biisqueda de formas alternativas de aprovisionamiento de mano de bora,!* Podemos distinguir cierto ntimero de soluciones inmediatss, tuna vez, terminada Ja trata afticana: La tinica alternetiva verds. dera, eficaz a largo plazo, estarfa constituida por patrones demo- srificos que permitieran el crecimiento vegetativo de la poblaciéa esclava; encontramos este tipo de estructura demogréfica en los Estados Unidos aun antes de su independencia. No necesitamos entrar aqui en la polémica actual sobre si hubo 0 no «crianza» de esclavos en los Estados Unidos en el siglo x1x," puesto que de he- cho, fuera de dicho pats, los patrones demogrificos no se orients. ton a un crecimiento vegetativo de Ia poblacién cautiva; en otras palabras, en América latina y en el Caribe Ia altetnativa menciona- da no se dio, Restan las alternativas eficaces sélo a medio o corto plazo: Ja trata interna y ciertas reorganizaciones del sistema pro- ductivo, de que hablaremos més adelante. En Brasil, una de las soluciones intentadas después del cierre de la trata africana hacia ese pafs en 1850 fue Ja compra de escla. vos de las provincias entonces menos présperas del norte y del nordeste por los exitosos hacendados del café, cuyas haciendas se situaban en el valle del Paraiba (ubicado en partes de Rfo de Jan to, Minas Gerais y Sio Paulo). Una tesis reciente demostré es cial en Rio de Janeiro, desde municipios menos ricos hacia Ja fron- tera del café." La trata interna fue una solucién adoptada por casi 16. Ver Phillip Le Veen, «A, Quantitative Analysis of the Impact of British Suppression Policies on the Volume of the Nineteenth, Century Slave Trade», University of California, enero de 1972 (ponencia). Probable. mente el mejor estudio diplomdtico y poltico de las presiones beitinicas al respecto se refiere « Brasil: Leslie Bethell, A aboligio do trdfico de esclevos no Brasil, wad. de Vera Neves Pedroso, Editora Expressio « Cultura en coedicién’con Ja Eaditora da Universidade de Sao Paulo, Rlo de Janeizo, 1916 (cLoriginal en inglés es de 1970). 17. La polémica sobre a «crianza» de exclavos es algo muy curioso, si sonsideramos que los contempordneos no tenfan la menor dude al tespecto, dentro y fuera de los Estados Unidos: ver por ejemplo, Robert. Canad, Qs stitos anos de eseravatura no Brasil 18501888, trad, de F- de Caste Ferro, Civilizagao Brasileira, Rio de Janeiro, 1975, pp. 43-44. 18, R. Contad, op. cit, cap, 4; Emilia Viotth da Coste, De senrala a colonia, Ditusao Européia do Livro, Si0 Paulo, 1966, ‘Lima Neer eee eee eee 7 os 20 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA todos los pafses esclavistas, en mayor o menor medida, luego del ietre de la trata africana, En ausencia de un cambio radical de Jos patrones demogrélicos de 1a poblacién esclava, no podria ser sino un paliativo, una solucién momenténea que posponfa pero no podia impedir el colapso del sistema esclavista: esto muestra que es justo, en el contexto latinoamericano y del Caribe, considerar a Ja continuacién de la importacién de esclavos de Africa como uno de los limites de elasticidad de dicho sistema. 5) La segunda condicién de supervivencia mencionada por F, H. Cardoso apunta hacia las caracteristicas de «despilfarro» € s Podemos distinguir —dejando de Iado el caso norteamericand que no nos interesa abordar aqui— tres tipos fundamentales de procesos abolicionistas de Ja esclavitud en América, - 4) En un caso tnicamente —Haitl— el fin de Ia esclavitud resulté directamente de una revolucién social y nacional, entre 1790 y 1804. Ninguna otra revuelta de esclavos, en toda la his- toria del continente, pudo forzar la reorganizacién de la sociedad ie alobal y servir dé punto de partida para una nueva nacién, aun . sies posible encontrar algunas rebeliones localmente exitosas durante el siglo xvit1 (Jamaica, Surinam). Es cierto, sin embargo, que Ja revuelta de los esclavos constituyé el micleo del Proceso haaitiano de independencia y abolicién, pero no la nica fuerza en accidn: el resultado de Ja Iucha debié mucho a una compli- cada y cambiante red de divisiones, alianzas y procesos sociales, . tanto a nivel local como metropolitano, Por otra parte, en Haiti Ja abolicién e independencia no significaron, durante Targas dé- cadas, un pasaje al capitalismo dependiente: en un pals casi ais. Jado se mantuvieron por mucho tiempo estructuras econémico- sociales extremadamente arcaicas.” ~ 5) Una segunda forma de abolicién puede ser encontrada en el Caribe briténico, francés y holandés (Antillas y Guayanas). El fin de Ia esclavitud fue ahf impuesto a territorios todavia colo- niiales por las metrépolis respectivas, que vivian todas su pro- be eso de advenimiento 0 consolidacién del capitalismo como modo de produccién dominante, y de eliminacién de los restos del an- tiguo sistema econdmico. Los movimientos abolicionistas. eran, as minante, en funcién de Ja revolucién industrial en sus tapas: este factor aparece internalizado en] las nue vvas formas e intereses que sefialan, en cada pafs ameticano, la adaptacién a las modalidades organizativas del mercadg| mundial, radicalmente cambiadas, Por otra parte, en el intetior de los pa ses de América —con méxima fuerza en los Estados Unidos, me- nos intensamente en Brasil y Cuba, todavia menos eh las de- ‘nds regiones esclavistas, casi nada en el aislado Hoait{|posescla- vista— el siglo x1x vio el desarrollo gradual de sectotts econd- | micos progresivos, «modernos», que terminaron por ¢hocar con Jas estructuras esclavistas. La importancia relativa del desatrollo i interno de tales sectores econémicos «modernosr ipmediata- i mente antes de la eliminacién del sistema esclavista parece cons- f | tituir —salvo en el caso temprano y muy especial de Haitl— el ce | elemento central de explicacién del peso que, en cad caso de | maneras diferentes, si bien ligadas entre sf. Por una | i aboliciéa de Ia esclavitud, tuvieron los factores extetos ¢ in- ternos. Asf, en los Estados Unidos la abolicién resulté funds- ® mentalmente del juego de las contradicciones internas (Jo mismo ' es verdad en cuanto al fin de la trata); en el Caribe, briténico, francés y holandés fue, en lo esencial, impuesta por las ietrépo- lis; en Brasil y en Cuba, podemos percibir el equilibrio fe ambos tipos de factores en el proceso de destruccién del esclavismo: 2, DIFERENTES TIPOS DE PROCESOS j DE ADOLICIGN DE LA ESCLAVITUD Las notables diferencias entre los procesos de aboliclén de la esclavitud no se explican por distintos sistemas esclavidtas —ya Lee ee mos discutido esta cuestién al tratar de la Colonid—, sino Ediciones del Taller, Santo Domingo, 1974"; José Luciang Franco, Historia 1 ja poltti Inerabilidad la presio- de ta revolucin de Hatt, Academia de Clencias de Cubs, La Habana, 1966; I por los grados de dependencia politica y vulneral ' Antoine G, Petit, Haitl. incidences ethuiques de la lutte des classes, s.n£. HL Orlando Patterson, The Sociology of Slavery, MacGibbon & Kee, Lon Wr dres, 1967, pp. 273.283; Roger Bastide, Las Américas Negras, trad, do i Patticio Azcérate, Alianza Editorial, Madrid, 1969, cap. 3. "22. Cf. Bugtne D. Genovese, Esclavitud y ca Abad, Ariel, Barcelona, 1971, cap. II. 24 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA cen todos Jos pafses de Europa, muy conservadores, al. principio preocupados en poner término apenas a Ja trata’ afticana, poste- riormente defendiendo Ia tesis de la abolicién gradual de Ia es- clavitud, cont el debido respeto al derecho de propiedad (como se‘ manifiesta en la indemnizaciSn que en todos los casos se acordé a los propietarios de esclavos al abolirse la esclavitud). La pétdida de importancia econémica e inclusive la declinacién de estas colonias (aun en el caso de Jas Antillas britdnicas, ello es evidente en los tltimos afios que preceden a Ia abolicién del régimen esclavista) parece haber sido un factor de impoztancia. En el caso del Caribe francés, la revolucién de 1848 sirvié de catalizador, acelerando un movimiento gradual ya empezado. Pese a sus diferencias, Eric Williams y Drescher coinciden en acordar una gran importancia explicativa al recelo de un proceso semejante al de Hait{, justificado por gran niimero de revueltas de esclavos en casi todas las colonias, conduciendo finalmente a los intereses dominantes metropolitanos y locales (casi imposibles de distinguir de hecho debido al gran absentismo de los plantadores) aun acuerdo sobre las ventajas de una abolicién «desde arriba». ¢) Finalmente, en Cuba y en Brasil Ja abolicién fue un pto- ceso muy lento, vinculado a Ia vez a las presiones briténicas contra Ja trata, y a la pérdida gradual de importancia y viabilidad del sistema esclavista (y de la fraccién de Ia clase dominante que parecta depender de su contitfuacién) debido a cambios estractura- Jes ocutridos en las regiones o los sectores econémicos més diné- micos: los grupos més «modernos» (como los cafetaleros de Si0 Paulo, por ejemplo) utilizaron también el trabajo esclavo, pero percibfan la pérdida creciente de viabilidad de la esclavitud, y no tuvieron grandes problemas en convertirse a la tesis abolicionista y buscat soluciones més viables al mercado de mano de otra, La ausencia de indemnizacién indica bien Ja pérdida de importancia del grupo esclavista «tradicional», Por otra parte, no se debe olvidar que los esclavos constitufan apenss el 4 % de Ja poblacién 24, Ver el attevlo ya citsdo de Dreschér (n. 15}, los libros de E, Wiliams y Genovese (on. Id y 22), y J. Hi Party y Philip, Serock, Hora de lor Anti, rad. de Viviana 8. de Ghioy Editorial Rapelose, Buenos Ares, 1576. ABOLICION DE LA ESCLAVITUD 25 brasilefia en el momento de la aboliciSn (1888); y que en Cuba una parte de los esclavos y «colonos asidticos» fuera ya liberada por el Pacto de Zanjén que puso fin a la guerra de los Diez Afios (1878); ademés, debido a las bajas de esta guetta, al fin de la trata clandestina y a una baja de natalidad de 1a poblacién de color, en el momento de a abolicién definitiva (1886) habfa unos 75.000 habitantes de color menos que los consignados por el censo de 1862, Si la guerra de los Diez Afios fue un importante catalizador © en el caso cubano, lo mismo se puede decir pata Brasil —en me- 2 nor escala— de Ja guerra del Paraguay; el peso de los movimicn- rd tos de esclavos sobre el proceso parece haber sido mucho més importante en el caso de Cuba, sobre todo por su gran patticipa- cidn en la guerra de los Diez Afios: en Brasil sélo inmediatamente antes de In aboliciSn la presin de los esclavos, alentada por los abolicionistas, se volvié realmente considerable 3. Et aiencapo DE MANO'DE ODRA DESPUES DE LA ADOLICIN 2 La abolicién de la esclavitud ocutrié en fechas a veces separa- das por un largo tiempo: més de cuarenta afios separan el inicio de Ja revolucién haitiana de la abolicién en el Catibe briténico, y esta tiltima se dio unos cincuenta afios antes que el. fin de Ja es- clavitud en Brasil; ademés, como vimos, pudo ocurir segin vatios, tipos de procesos. La comparacidn de la evolucién de los patrones de organizacién de la mano de obra durante el perfodo inmedita- mente consecutivo a la disolucién del sistema esclavista en diver- 08 pafses americanos muestra sin embargo algunas similitudes no- tables, Esto es as{ debido a que dichos pafses compartieron en el 25, Para el exso de Brasil, ver Jos libros ya citados de E, Vioul! da Gosia y R- Conrad (an. 17 y 18): y también: Richard Graham, «Causes for the Abolition ‘of Negro. Slavery ia Brazil) An Interpretative ‘Essay>, en Hispanic American Historical Review, XLVI, mayo de 1966, pp. 12341 Robert Brent Toplin, «The Movement for the’ Abolition of Slavery in Bran 1880-1888, Rutgers’ University, 1968 (tess inédita), Para Cuba, cf. sobre todo Arthur F. Caria, Spain and the Abolition of Slevery in Cuba, 1817- 1886, University of Texas Press, Austin, 1967; Fernando Portuondo, Historia de Chie, Edltota del Consejo Nacional de Universidades, La Habana, 1965, 1, pp. 465466, 484, 26 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA pasado In experiencia de un sistema econdmico-sodial bésicamente similar, con las mismas contradicciones, potencial|dades y limita- ciones. | 4) Primera similitud. — En todos los pases 4 colonias, el fin de Ia esclavitud fue seguido por una tendencia a la fxpansién de la economfa campesina. Los ex esclavos, siempre que ello era posi- ble, trataban de obtener tierra y volverse econdmicamente inde- pendientes, En el interior del mismo sistema esclapista existfa, ya fo vimos, un sector de economia campesina, repretentado por jas parcelas:y el tiempo concedidos a una buena ptdporcién de los cautivos para que cultivasen alimentos; ademés, los negros cima- rrones reconstituyeron en sus palenques una econdfnfa campesina. La expansién de un campesinado negro asurnié formas versas. En Haitt —donde tenemos el méximo ee campesi- no—, esta tendencia chocé tradicionalmente con lo} intentos de Ia clase dominante negra y mulata, de crear grandes propiedades con mano de obra dependiente, Hacia 1820, luego de lag diferentes eta- pas de la formacién del pais, caracterizadas por politicas agratias ampliamentg divergentes, los trabajadores rurale; comprendian una tercera patte de pequeios propietatios, una treera parte de precatistas y una tercera parte de trabajadores dependientes (apa eros, arrendatatios y asalariados). En todo el Catibe es posible verificar esta expansin de un campesinadg negro ¢feconstituidon, ‘en la expresin de Mintz. En los Antillas y Guayana briténicas, con frecuencia un gran ntimero de ex esclavos juntaban sus parcos, recursos para comprar en conjunto una plantacién alreuinada, o in- tentaban obtener terrenos baldios en concesi6n, a pesar de que se aprobaron varias leyes que volvieron dificil el acceso a Ia propie- dad de la tierra, con Ja finalidad de preservar el sistema de planta- cin, En Brasil, la tendencia a Ia expansién camptsina fue limi. ‘tida por el monopolio sobre la propiedad de la tierta ejercido por Ja clase dominante rural, apoyada en Jas disposicionts de Ia ley de 1850, que entre otras cosas volvfa dificil el accesa|a los terrenos baldios.#* 26. Ver, entre otros Sidney W. Mintz, Caribbean Te te Th «Caribbean Peasen ‘adcuse Lepkowski, Haiti, ADOLICION DB LA ESCLAVITUD 5) Segunda similitud. —En todos los casos, la esclavitud no, cedié lugar predominantemente al trabajo asalariado, sino sob. todo a formas que implicaban grados variables de depensieac > personal: aparcerfa, arrendamiento y, en las Antillas y Guaya incluso una reedicién contemporénea del sistema colonial de Ios. engagés 0 indentured servants, con amplia importacién de trab. jadores dependientes venidos de In India, Java 0 China (1837 1924). En el Catibe briténico, el sistema de aprendizaje a que de~ Lieron someterse los libertos (1833-1838) compartia muchas de Jas caracterfsticas de Ja esclavitud; més tarde, fue la apatceria forma de contrato de trabajo predominante, juntamente con ace > dos entre plantadores y campesinos negros para que estos iltimo~ plantasen cafia, y con el sistema de los indentured servants de la India, cuyos boletos eran financiados en parte, a través de kc. impuestos, por Jos mismos ex esclavos con los que venfan a cor petir en el mercado de trabajo. En Haitf, el sistema de trabajo ep, Jas plantaciones bajo Toussaint Louverture, en las haciendas blicas de 1a época de Dessalines, y tal como lo definta.el oédig. rural de 1826, no era mucho mejor que la esclavitud. Lo mismg podlrfamos decir del sistema de patronato cubano definido pot lor rebeldes en el reglamento de libertos vigente en 1869-1870, y més_ tarde por Ia ley del patronato de 1880. En el nordeste de Bras ya antes de Ia abolicidn, conJa exportacién ereciente de esclave hacia el sur, formas de arte@fo de trabajadores dependientes no propietatios (moradores y aparceros «lavradores») con los due- fios de los ingenios de azicar se hicieron importantes, preparande el sistema de trabajo al que los ex-esclavos se incorporarfan después de 1888, Podriamos multip i bajo depen como modalidades’ predominantes luego de Ja abol clavitud?” aparcerfa) _ én de la es.” ‘Américas, La Hebana, 1968} A. Petlt, of Ss.» cap. 185 Warren Dean, «Latifundios y’ poiltica agraria en el Brasil, del siglo xix», ‘en Enrique Florescano (coordinador), Haciendes,latifundios® ¥ Plantaciones en América lating, Siglo XX1, Méxlco, 1975, pp, 41443 27. CE, Williams, op. city caps. 18 y 19; Raymond T. Smith, Britis Guiana, Oxtord University Prets, Londres, 1962, cap. IU; Alan H, Adamson, ~ cién liberal al respecto evolucioné hacia la congepeién de un Es- tes y duramente reprimidas; 2) Ia intensificacién en Ja construc- ~ tado més activo). cién de ferrocartiles, con el resultado de restablecer Ja primacia _ Ciettos factores, sin embargo, vinieton a clatifcar y agudizar de Ia ciudad capital y de vineular estzechamente el pals a los in: la divisién en dos campos, y a catalizar Ia oposicién entre ellos: + tereses norteamericanos, y en general a los del mercado mun-~ 1) a cuestién de los bienes del cleo —blanco, fentral del libera- dinl; 3) una setie de medidas finincieras (supresién parcial de Ia — lismo desde 1830—, cuyo posible reparto atrajg al campo liberal alcabala, legislacién bancaria, monetaria y aduanal) parcialmente a muchos hacendados y grandes comerciantes antes mfs bien eficaces; 4) los intentos en el sentido de reanimar la minerfa; 5) conservadores; 2) la derrota de 1848, la dictadafa de Santa Anna, cn fin, el refuerzo de los érganos de intervencién econémica del ~ y posteriormente el recurso de los partidarios (lel atetroceso» a Estado (creacién de la secretaria de fomento, establecimiento de — Ja intervencidn extranjera (francesa), Durante #1 proceso de re- un sistema de estadisticas pablicas, etc.). formas liberales —digamos entre 1854 y 1862)|y después del in En lo concerniente a las medidas agrarias —venta de las tie- > etludio imperial los afios 1867 a 1876—, eliiberalismo adqui- rras eclesidsticas; atribucién de Jas parcelas comunales a sus ~ “rié un cardcter de clase bastante definido: erp el instrumento arrendatarios que las comprarén a un precio arbitrariamente eficiente de una trinsformacién de Ia sociedad mexicana segiin jado, 0 a otros compradores en subasta publica; control sobre In * Jos intereses de algunas de les fracciones de Iq clase dominante ‘mano de obra rural (ley contra la vagancia de 1857, creacién en ~ (incluyendo sus seccfones extranjeras 0 Se al-extranjero): Ja misma época de una policia federal, Ja guardia de seguridad, ~ Ja burguesfa agraria, minera, comercial y ferrodarrilera (pero no que reforzaba en las zonas rurales las milicias de los Estados)—, _ ast Ia industrial: Je supervivencia y expansién de Ia industria na- puede afitmarse que en todas partes fortalecieron el Jatifundio, y es a a % 36 HISTORIA ECONOMICA DE AMISRICA LATINA Janzaron a miles de comuneros indigenas desposefdos al mercado de trabajo, en modalidades y proporciones variables segin las repiones del pats: Los medios y procesos que levaron a ello fue- Tom, segin los casos, Jegales —-aplicacién de Ja Jey Lerdo, natu- Talmente favorable a las personas dotades de capital y conocedo- tas de los trémites— o ilegales: expropiacién de tierras incigenas privades junto con parcelas comunales, autoridades y tribunales focales que favorecfan a los latifundistas sin fjatse en las cléusu- las de la ley Lerdo, ete. Jean Meyer dice” que es probable que le historiografia ten- derd, en el futuro, a destacar la continuidad de Jas leyes y proce- Sos dle expropiacién de Ia propiedad comunal, antes, durante, y después de la reforms. Algo de eso hay, pero no se debe olvidar due, pese a todo hacia mediados del siglo xt« la propiedad coma sal'y ejidal constitufa una realidad econémica muy consicerable, y que fue la reforma liberal la creadora de instrumentos adecus: Yon cuya aplicacién, pese a todas las rebeliones, en el mismo pe~ Modo de dicha reforma y durante el Porfirato, levé a Ia desapa- ricién casi total de esa forma de propiedad, Jo of ae : yo ont cs EI Salvador™ La expansién del(afil) en EL Salvador, desde In época colo- nial, fe un proceso Tenio, que pudo combinarse con la produc- ween, de subsietencia de las comunidades indigenas postexiormen- se Iadinizadas. En el siglo xrx, el ail tuvo un auge considerable, Iuego de haber conocido una seria depresin hacia fines de la gpoce colonial. La estructura de la produccién afilera era bas: 2, Cf, Friedrich Katz (introduc seleccién de), Le gervidumbre aes Sef Fun potions, ead Antonie Sloe, SepSe- tentas, a2 303, México, 1976. ‘pp, 116119. EP sctvador. La tierra y el bortbre, trad. Paloma Gaceiiy Avtamiree, Ministerio de Edvcacién, San Salvador, 1975; Cro FS; Gail fuldctor Bere Brignoli, Cendroamérice 9 1a economia ccidentel (5901930), Ealtocial Universidad de Costa Rica, Sn José (Costa Riss) 19775 Legale alecdree dl ele “{846-1955, Azociacién Cafetalera de El Sal 9, San Salvador, 1956. 33. "fean Meyer, oF 34 David G, Brows LAS REFORMAS LIBERALES 37 tante semejante a Ja de Ja grana guatemalteca: predominio de pequefios productores («poquiteros»), subordinados a los met- caderes urbanos que les hacfan avances y controlaban la comet- cializacidn; dichos comerciantes y otros grupos urbanos parecen aber mantenido, aun después de Ja disolucién de la Federacién centroamericana (1839), vinculos estrechos con la capital gua- temalteca, Las demandas de mano de obra para las plantaciones més importantes se’satisfacian con métodos coloniales, a través de Ia exigencia de trabajo a las comunidades ladinas. Como Ia grana, el afiil conocié desde mediados del siglo pa- sado los efectos de la competencia (en este caso, de las Indias orientales) y del descubrimiento de colorantes quimicos. La cri- sis del afil, sin embargo, parece haber sido més lenta, agudizin- dose recién en 1879-1882. El cultivo del café y otros vegetales de vaior comercial post- ble fue impulsado por medidas gubernamentales, como en Gus- temala, desde el periodo conservador. El verdadero «despeguen de la produccién cafetalera salvadorefia se dio entre 1864 y 1880, Pero hay indicios de que desde los afios 1850, los propie- tarios de fincas afiileras importantes estaban convistiéndose en cafetaleros, a la par de muchos elementos urbanos —mercaderes, curas, funcionarios piblicos, artesanos, militares, médicos que buscaban créditos para constituir cafctales. ‘Las tierras adecuadas para el café estaban situadas en los altiplanos centrales, justamente la zona més poblada del pals, cubierta de pueblos y aldeas que posefan tierras comunales y eji- dos, Esto limitaba la oferta de mano de obra y de tierra para el café, y como en Guatemala, sélo una decidida y drdstica fase de reformas liberales pudo remover tales obstéculos. Bajo la influen- cia manifiesta del proceso liberal guatemalteco, el presidente Z: divar (1876-1885) tomé la iniciativa de tales reformas, que cul- ‘minaron en Ja revolucién liberal de 1885 y el gobierno autorita- tio del general Francisco Menéndez. Cuando en 1879 comienza el-proceso que culminarla con la cextincién de los ejidos y tierras comunales, estos wlkimos repre- sentaban en conjunto un 25% de Ia superficie total de El Sal- vador, Zaldfvar decidié en 1879 acordar Ia plena propiedad de 38 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA, Jos lotes ejidales © comunales a aquellos ocuss ran cierta proporcién de café u otros productos’ gue las comunidades Iadinas intentaron adapt: del gobierno y plantar café pese a Ia ancestral ts no disponfan de capitales o de créditos, ni de nicos adecuados, En febrero de 1881, una ley ¢ cién de las tierras comunales, y en marzo de 1 decidido en cuanto a los ejidos. Las tietras co vi munezos 0 no), y los efidos fu actuales; aunque los plazos repartidos ialmente previt propiedad fueron ampliados mas de una vez, LATINA ntes que planta- merciales. Aun ise a la presién jadicién del matz, nocimientos téc- tableci6 Ja extin- 182 lo mismo fue nales fueron di- as en lotes recibidos en plena propiedad pox sus usuatios (co- re sus ocupantes tos en las leyes juchos comuneros de extincién para pagar una suma fijada y ts los titulos de fnalfabetos no se enteraron y perdieron sus lerechos. Un de- creto de 1896 aclara que muchos terrenos oe © comu- rales habfan sido transformados en baldios. sos coneretos a través de los cuales ocurtié nos! no cabe duda de que las tierras volednicas ceri maron eft propiedad de Ia burguesfa cafetalera, mala, las tierras y otros bienes eclesidsticos fu pero la Iglesia salvadorefia no era poseedora siones de tierra. Desde Jas leyes de 1881 y 1882, el ‘acceso aj. casi imposible para Jos miles y miles de campe} anzados al mercado de trabajo. La abolicién de Tes fue acompafiada de leyes que trataban de coi pesinos, expulsdndolos de tierras ocupadas sin} dad y forzdndolos a cumplir con sus trabajos Jos empleaban. No hubo, sin embargo, un si miento forzoso como en Guatemala; el Estado} inque los proce- scapan en parte, rales se transfor. ‘Como en Guate- zon confiscados; le grandes exten- la tierra se volvié nos desposefdos lejidos y comuna- trolar a los cam- titulo de propie- sn Jas fincas que tema de recluta- 3 limitaba en El Salvador a reprimir —duramente— el no cumplimiento de las obligaciones Iaborales o los intentos de rebel wueltas campesinas de 1889 en Ia patte oeste di tidades estaban encargadas del ejercicio de tales sivas, con apoyo militar y sobte todo de Ia creada en 1889 en funcién de dichas revueltas ¥ dida al pafs entero. in, como las re- 1 pafs, Las auto- fonciones repre- ipolicfa montada, imés'tarde exten- a LAS REFORMAS LIBERALES En los aspectos financieros debe notarse que el poder del gru- ~ po cafetalero salvadorefio hizo dificil e innecesario desde el pua- ~ to de vista del funcionamiento de Ia economia agroexportadora, Ja penetracién en gran escala de los capitales extranjeros. En Jos * bancos y en la comercializacién del café el peso de los intereses ~ nacionales fue siempre mucho mayor que, por ejemplo, en Gua- ~ temala 0 en Costa Rica. colombia : Entre 1847 y 1854 ocurre la primera fase de Ja reforma I beral colombiana, La abolicién de Ja esclavitud (1851), de los ~ diezmos y los censos (1850) y de los resguardos indigenas (1850) ~ constituyeron las medidas fandamentales. Los esclavos, un total de _ 16.468 en el momento de Ja abolicién, no constitufan ya una al ternativa econémica en cuanto a mano de obra utilizable en la produccidn. La expropiacién de las tierras comunsles de Jos indi genas proveyé en seguida la fuerza de trabajo necesatia. La con centraci6n de Ia propiedad terrateniente se completa con Ia dese ‘mortizacién de las tierras de la Iglesia decretada por el general ~ Tomés Mosquera en 1861. Aunque no existe ningtin estudio de- tallado sobre este proceso puede afirmarse que beneficié bésica- ” mente a comerciantes y terratenientes. Liévano Aguirre ™ sugiere aque las diferencias’ subsiguientes de Mosquera con los politicos li- berales se debieron a que éste percibié que la desamortizacién s6lo 35. CE, Alvaro Tirado Mejfa, Introduccién a la historia econémica de coi fia Te ele, ered ee ore Colon, le er Pe ei os en ee ree oy dl ig as Ele le Pees, Bor Maen ame et dite ate Bates at Ble Dot 2 i ey ele BR Gri Cone ya Se fat ect ors aro i eo a Bp rat Jee tenia ey sine geen 3 ge Sete roa cease aie 16 area Nad Pe So, Sang ee pst, re a 40 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA cambiaba los propietatios eclesidsticos por propietarios Isicos, sin producir una verdadera redistribucién de Ja tierra. Los resguar- dos fueron eliminados casi por completo, salvo en el sur cel pats y sélo perduraron en regiones que, por su aislamiento u oxras ca- racteristicas, no eran atractivas para Ja agricultura de exporta- eign." Otras medidas conexas fueron algunas xeformas fiscales y la abolicién del monopolio estatal sobre el cultivo del tabaco (de- cretada en 1848 y vigente en 1850), Esta ultima medida permitié una considerable expansién de dicho cultivo en Ambalena y re- siones circundantes, Esto posibilité el desarrollo de Ja navegacién 1 vapor por el rfo Magdalena y foment6 la migracién hada esas regiones. Durante unos 20 afios ofrecié una alternativa a las ex- pportaciones de oro. Fran Safford ha argumentado que buena pat- te de la prosperidad derivada del tabaco fue a manos de los co- merciantes antioquefios, que a su vez manejaban la mine:ia del coro de esa regién; esta acumulacién de capital habria jugado des- pués, en el auge cafetalero y en el desarrollo industrial de Mede- fn, un rol fugdamental, ‘Pero Ia prosperidad del tabaco duré poco, En Ia década de 1870, la competencia de Brasil y Java y el deterioro de Ja calidad por los métodos extensivos de cultivo, unido a la elevacién de las tarifas en Alemania, que era el principal mercado consumidor, pro- vocan un declive de Ias exportaciones que se agudizard cada vez mis en los afios siguientes. El adil, el algodén, la quina y los ‘cueros constitufan otros rubros de exportacién que sélo tuvieron una importancia esporddica pero que contribuyeron durante largos perfodos al conjunto de las exportaciones colombianas. El oro ten- 37, Ck, Onlando Fale Borda, El hombre y te tera en Doyacs base slg nen ath eve stan, Elon Bosse Goiombianes, Bogor, 1981, Tuan Fried El indo lucha por Tetras Bisoria de lor retgiardos del racizo central colomblano, Balcones spiel Boyett, 1944, : ‘38. Cf. Frank Safford, «Significado de los antioquefios cn el desarrollo econdmico colombi de las tesis de Everrett Haggen», en Anuario colombiano de historia social y de la cultura, vol. II, n 3, 1965, Universidad Nacional de Colombia; del mismo autor, «Empresarios :nacio- nales y extranjeros en Colombia durante el siglo xix», Id., 4, 1969. LAS REFORMAS LIBERALES at de6, hasta el auge del café en Ja década de 1890, una presencia in- vatiablemente alta: el segundo y a veces primer lugar en las ex- pottaciones. Las reformas de mediados del siglo proporcionan Jas bases econdmices necesarias para el desarrollo de los cultivos de expor- tacién, Pero, como acabamos de ver, hasta fines del siglo no hay ningiin producto exportable que se imponga con claridad, asegu- rando Ia posibilidad de un crecimiento econémico sostenido; Has- ta el gobierno de Rafael Niiiez, quien domina la escena polftica desde 1880 hasta 1893, Ia inestabilidad y las continuas guctras civiles dominan Ia historia de Colombi. No existe ningtin estudio detallado sobre las incidencias econdmicas de estos conflictos, Se hha argumentado que contribuyeron a la concentracién de la pro- piedad de Ia tierra,” ya que aparte de los sccuestios de bienes, Ja deuda publica, catla'vez més grande, s6lo podfa solventarse con Ja venta de tertenos baldios. Las causas de las rebeliones son mucho més oscuras, puede decirse no obstante, que las crisis en los precios de productos de importancia regional para la ex- portacién y la competencia de las manufacturas importadas ¢s- tuvieron a veces presentes, La Constitucién de 1886 opta por un Estado centralizado y un modelo liberal matizado, El Con- cordato de 1887 otorgaré a Ia Iglesia catdlica el control de la educacién a todos Ios niveles. El reordenamiento institucional de ‘esos affos proporciona en los aspectos monetatios, fiscales y de crédito, el marco necesario para Ja expansién exportadora. La construccién ferroviatia adquiere cierto impulso: 236 km de vias férreas en 1885 y se pasa a 513 km en 1898. Pero el auge de Ia construccién seré sobre todo un fenémeno de los afios 1920. En 1930 la red ferroviaria supera los 2.700 km, Puede esbozarse ahora una comparacién con la reforma libe- ral mexicana, Los procesos de expropiacién territorial ocurren, en ambos casos, a mediados del siglo x1x, en un contexto econd- mico de ciclos de exportacién declinantes 0 estancados. En el caso mexicano, el triunfo de la concepcién liberal positivista y de un Estado autoritario y eficiente es mucho més pleno que en el 39, Alvaro Tirado Mejfa, op. cit, p. M41. 42 HISTORIA ECONOMICA DE AMIRICA jana caso de Colombia, No encontramos en México|dlgo parecido a la transaccién colombiana de 1886, Algo que puede ayudar a ex- plicar el contraste en un contexto econémico |que en el fondo es bastante parecido, es el hecho de que Ia cohsolidacién de Ja reforma mexicana se produce a través de und| guerra contra la ocupacién extranjera, que los liberales ganan eh todo el frente. Es posible que estos factores hayan permitida|len el caso m cano una unificcién més potente de intereses rpgionales, que de no medier la amenaza extranjera hubieran sidd mucho’ més di- vergentes. Veneruela® | Probablemente en ningiin otto pals de Hikpanoamérica las guerras de independencia tuvieron una secuelaitan vasta de des- trucciones. La ruina afecté no sdlo a Jas plantaciones de la cos- ta sino también a la ganaderfa de los Ilanos." La} reivindicaciones ‘agrarias connotaron estos enfrentamientos y r¢spondieron bisi- camente a una polftica de distribucién de bienes nacionales, en muchos casos confiscados al bando enemigo, ogmo pago de los apremiantes costos de la guerra. En medio de estas convulsiones se delinea cada ver con més clatided In consolidaci6n del latifundio, En 1881 se pone fin a Jos resguardos indigenas y se dispone Ia venta de las tierras rea- Jengas. La ley del 10 de abril de 1848 se dicta con el mismo objeto de vender baldfos para obtener recursos| para el gobierno. ‘Matthews, que ha estudiado su aplicacién enjel periodo 1848- 1857,. muestra cémo esas ventas s6lo fortalecieron Ia concen- 40: CE, Federico Brito Figueroa, Historia econdmieh y social de Vene- auela,t. I, Bdiciones de la Biblioteca de Ie Universidad Chniral de Venezuela, Goreas, 1973; Miguel Tard, M. Pere Vil of al, Poles economte en Venezuela, 1810-1976, Fandacién Jobn Boulton, Caracas, 1976. ‘41. Charles C. Griffin, Ensayo sobre bistoria de Aynérica, Universidad Central de Venezuela, Carseas, 1969, pp. 187-207. '42. Geimin Catvera Damas, Aspectos sociocconémitos de le guerra de Independencia, Universided Central de Venezuela, Carachs, 1972 LAS REFORMAS LIDERALES s tracién de Ia propiedad terrateniente.® Las crueles turbulencias~ de Ia guerra federal (1859-1863) operaron en el mismo sentido; . en los afios que siguieron los federalistas triunfantes aplicaron tistemévcamente el Tema de a los trunfadores petenece eI tin. En la década de 1830 el gobierno conservador de Pécz dis. fruta de la prosperidad econémica derivada de las exportaciones” de café, y en menor grado del cacao, el sziicar y la ganaderfa™~ Pero el auge dura poco, Entre 1842-1844, el derrumbe de lor~ precios del café no sélo precipité Ia crisis de muchos hacenda. dos, revelé lo effmero de un desarrollo basado en Ia reconstru cidn de los patrones coloniales: el mantenimiento de !a esclavi~ tud y la dependencia del capital usurario para el financiamiento~ La ley del 10 de abril de 1834, al establecer Ia libertad de con-_ tratos, dejé las manos libres a los prestamistas para la incauta cién de bienes. Como lo ha demostrado John Lombardi, In pet sistencia de la esclavitud se explica, no por el hecho de que los~ csclavos constituyeran Ia fuerza de trabajo dominante en el café) sino porque los pocos que quedaban eran utilizados como garan tia para los préstamos." En 184, éstos representaban el 7 9 de~ Ja poblacién total y el 17 9 de In fuerza de trabajo en las ha-— ciendas més importantes. : Durante este régimen conservador que impera hasta 1847 se~ adoptan varias medidas tfpicamente liberales: supresin de lo- alcabala, de los diezmos, del monopolio estatal del tabsco y una _ reduccidn general de los derechos de importacién y exportacién. La ruina del café en Ja década de 1840 agudizé los conllictos en tre comerciantes y hacendados y lanz6 el pais al turbulento perlo-~ 43, Robert P. Matthews, «La tutbulenta década de los Monepase, en Miguel Tard M. Péce Vile eal, Pole y econ op. cy Dp S16 44, Benjamin A. Frankel, «La guerra federal y sus secuclas 1859-1869», op. ls pe R02 john V. Lombardi, Decadencia abolicién de la esclaitud en Venezuela, 1820185 tad Me Rivers, Univesidad Costa oe Vener, Caracas, 1974, pp, 1954137, 46." Mandel Pérez Vile, «El Gobierno deliberativo. Hacendados, comer: ciantes y artesanos frente Ia crisis, 1830-1848», en Pollice 9 economia, ‘op. cits pp. 33-90, agul p. 53. ~ 44 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA do de los Monagas (1847-1857). En medio de esas incesantes guerras civiles es decretado el fin de Ja esclavitud en 1854. La indemnizacién ofsecida no parece haber sido cumplida por el gobierno, En el afio 1870, con el triunfo de Guzmén Blanco, el estado liberal se consolida. El c. En otros términos, era estructuralmente imposible que los indios de la sierra reempla- zaran a los esclavos negros en Jas plantaciones de la costa. Estas reformas fueron financiadas con Jos ingresos provenien- tes del guano. Sin ellos no hubiera sido facil para el Estado pres- cindir de un ingreso como la contribucién indigena que hacia 1830 representaba alrededor de un 20 % del total de sus ingtesos. El Cédigo civil de 1852 confirmé Jas leyes de desamortiza- in de 1825 y 1828. En la préctica esas disposiciones se apli- caron sobre todo a los terrenos baldios y contribuyeron a au- mentar la concentracién de Ja propiedad fundiaria.” Shane Hunt ha estimado que de los 150 millones de pe- sos generados por el guano entre 1840 y 1880 un 60 % fue per- cibido dizectamente por el gobierno. El empleo de estos cuantio- 50s recursos, y en eso coinciden todos los estudiosos del tema, 61, Heracio Bonilla, Gueno y Burguesta en el Perd, Instituto de Estu- dios Pervanos, Lima, 1574, p. 34; Pablo Macera, «Las plantaciones..», gia pp, 23325. blo Macera, op. ci, p. 198. : 63._ César Antonio Ugarte, Bosguejo de le bistoria econémica del Pert, Lima, 1926, pp. 54-60. ‘Shane J. Hunt, Growth and Guano in Nineteenth Century Peru, Discussion Paper a" 34, Woodrow Wilson School, Princeton, 1973, p. 61: 65. CE, Heraclio Bonilla, op. cit, pp. 138-159. 4. —eanoos0, 16 50 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA no contribuy6 en forma apreciable al desarrollo econémico del Peri. Es més, puede argumentarse que su inversién contribuy6 a multiplicar las desigualdades, profundas de Ja estfuctura so- cial y la heterogeneidad regional del pafs. Alrededor d¢ un 20 % de esos recursos se destiné al pago de la deuda publica interna y externa y un 7 % se utilizé en la supresién del tributp y la ma- numisién de los esclavos. Los hacendados de Ja costajpercibieron una parte de estos fondos y si se considera el auge de|las expor- taciones de algodén y azticar, puede conjeturarse que) una parte de ellos se destind a mejoras tecnolégicas, o sea a Iq inversién productiva, Alrededor de un 55% del total de ingresos del Esta- do se destiné a los gastos militares y a Ia burocracia civil. De todo esto se puede deducir que del 80 % de los ingresos obteni- dos por el Estado sélo un reducido porcentaje se utilizs en gas- tos productivos. El 20% restante se invirtié en fetrocartiles. Como se sabe, esto iiltimo fue posible por el plan de Nicoliés de Piétola, ministro de Balta, quien en 1869 entrega Ja| concesién de la explotacién al francés. Dreyfus. Pero aunque los ferrocarsi- les se construyeron —la linea Mollendo-Arequipa sq inauguré en 1870 al igual que el tramo Lima-Jauja, y en 1874 Ja|linea Are- quipa-Puno fue concluida— su efecto inmediato en J4 transfor- macién de Ja economfa peruana fue casi nulo. En resumen, puede afismarse que Ja prosperidad ¢4portadora de la costa —y en esto Ja importacién de mano de obra china constituye un sector esencial— pudo darse sin la negesidad de modificaciones estructurales en la sierra. La expansiGh paralela de las haciendas serranas shond6 la heterogencidad regional y se manifest6 en un mercado interno cada vez mds dislogado. Des- pués de la guerra del Pacifico, y sobre todo gracias a, fas posibi- Jidaded abiertas por el ferrocattil, las exportaciones dq Jana pot “él sur andino® brindarén no s6lo una nueva prosperidad a los hacendados de Ia sierra; proporcionaréni un fuerte incehtivo para el mantenimiento del sistema de explotacién de las comunidades indigenas, Un refuerzo adicional, y no menos importinte, ven- 7 sguipa y el Sur Andinot ensayo de bistoria regional (silos xvuircx), Editorial Horizonte, Lima, 1974, pp. 4593. Xe é ty LAS REFORMAS LIDERALES 3 de ke Wl dé hacia fines del siglo x0x del nuevo auge mineto en Certo de Tasco, El célebre contrato Grace (1886), al ceder Ia explotacién de los ferrocatriles y otorgar otzas concesiones a los intereses on tranjeros, consagra una situacién para Ia economfa ‘Peruana, que a autores no han dudado en calificar de verdadero’ een. Bolivia ® Mh. El censo agricola de 1950 revelé Ia existencis le ‘nidades indigenas que dispontan de 7,2 ‘millones ¢ ee los Iatifundios sbarcaban 12,7 millones, pero les comunidedce controlaban el 26 % de las tierras efectivamente cultivedes” ningin otto pais de América latina las comunidades indigenes ie sraron sobrevivir como en Bolivia.” La historia de esa supereh, vencia es un eje mayor de la trayectoria boliviana, en un perado aue se inicia en Ia colonia y que concluye con la reform agrodia que resulta de la revolucién de 1952. Pero esta constancia mul tisecular no debe ocultar que la clave principal de le dindmien histérica de Bolivia reside sin duda en las articulaciones entre het ciendss, comunidades y campesinos y, de la plata al staf, Jas caracteristicas de in minetia de expottacién, : La independencia sellada pot Sucre en 1825 fue en el sho Pert: mis que en ningiin otzo lado el resultado ditecto de la ex, erase dee & Ck, Nicole Sipche Albotnoe, Indin y tibtos Jtitito de Estodios Pervnos, Lime, 1378; Josep MB Rhee, Gustave Rodriguez, Beigenes del capitalism en Bolivian: Sis ies Cea ae Span lah Sp esetadae al V Simpovo de Hisar Benn i sign de Historia Econémica de 5 wrafad)., a. intonio Garcia, «Bolivia: La reforma agratia y el desarrollo ‘social ) SBS Bile Eee cr ent hat ine Beef - ee ee ee 1a, 5-8 de abril de 1978 = 1965, pp, 403-445, aut pp. 407 y 424, (63 Peni es al tinico caso comparable: en 1949 existfan 1.322 comunk dade ‘con un ot de un min he taciones ef. Oficina Internacional del Tra! Pobiatnes i area std abe Poioner dj Oh, — bi al — AM 52. HISTORIA ECONOMIGA DE AMERICA LATINA én libertadora. En los tres afios siguientes el mariscal Sucre intenta aplicar un amplio programa de reformas liberales ingpiréndose en la obra de Rivadavia en Buenos Aires (1821- 1824) y en las reformas colombianas promulgadas en Cticuta (1821), Los cambios s6lo tienen efecto duradero en el Smbito de las relaciones entre Ja Iglesia y el Estado. En 1825 se con- fecan las propiedades del clero regular, se suprimen las cofra- dias, las capellantas y sacristies. En 1827 el gobierno pasa a con- toler los diezmos. Para esa fecha el poder de las érdenes reli. loses habla sido destruido y el clero secular fue subordinado el Estado. La reforma fiscal en cambio fue un fracaso completo. La reductién de Jes alcabalas eleva considerablemente el consumo Ge bienes europeos en dettimento de las artesanfas de produccién fnterna, El tributo indigena es reemplazado por una contribucién directa que afecta a toda la poblacién trabajadora y propietaria. Tas reacciones no se hacen esperar y ya en 1826 el gobierno debe reimplantar el tributo. Frente al desastre fiscal se decretan «rev tes, destinadas a elevar Jas recaudaciones, y se recurre al crédi to mediante bones de deuda que permiten adquirir tierras pi- Liens, La cafda de Sucre y la invasién peruana precipitan el de- sastre final, en abril de 1828. En el saldo positivo de este breve Selo de reformas debe incluirse la supresién de Ja mita por Bo- Tivar (Cuzco, 1825). Pero Ia consecuencia més inmediata de tos cexpetimentos fiscales ser’, en contrapattida, un aumento de Ia Concentracién de Ia propiedad terrateniente. ‘La decadencia de la mineria de exportacién, un dato ya del siglo xvi, domina la sgitada vida republicana hasta ta década de 1890. Es posible que la crisis, muy fuerte haste 1850, haya ‘endo un impacto limitado en la produccién agricola” destinada (calvo Ie quina y Ia coca) al mexcado interno. Los textiles arte- 70. Ch William Lee Lotetcom, The Promise and problens of Reform: ~Avsoppted social and econormie change in the first years of Bolivian, Inde. ae ernete’ Cornell University, Latin American Studies Progri, Dissertation ies 35, 1972. - Sets CP erbet §, Klein, Et impacto, de Ja iss piners pobre la socielad ral cn los primers aos. de vida republicana en Bolivig: Jos Speen’ BSB NBs, en Historia y Culture, n* 2, Universidad Mayor. Andeés, La Paz, 1976, pp. 125-150. LAS REFORMAS LIBERALES 33 sanales, de lana y algodén, resisten, gracias a la cafda de las ex- pottaciones y a las medidas proteccionistas de Santa Cruz y Bel- zai, la competencia extranjera, El conjunto guarda pry innegable fisonomfa colonial: aduanas internas, tributo indfgeda, monopolio cestatal en la cometcializacién de la plata y Ja extraccjgp de la qui- nna, rods permanente que las inestabilidades de la esctna politica. En la segunda mitad del siglo se operan Jas transformaciones necesatias para asegurar un nuevo auge minero que, integrars'fr- ‘memente la economia boliviana al mercado mundial. Debe no! tarse, en este proceso de cambios, un significativo desplazamiento regional, La minerfa de Ia plata, en auge moderado después de 1850, implicaba una conexién comercial y financiera con Jos in- teteses chilenos (Cobija y Antofagasta eran Jos puettos de ex- portacién), lo cual convertia al sur del pafs en Ia regién de ma- yor dinamismo econémico. El ferrocarril Mollendo-Puno (1874), fa guerra del Pacifico (1879-1883) y la crisis mundial de Ia plata contribuirén, junto con Ia aparicién de nuevos rubros de expor- tacién —el estafio y el caucho— al surgimiento de un nuevo cit? cuito comercial en Ja regién de La Paz. En 1872 se decreta la libre exportacién de plata en pasta, El capital extranjero, presente desde décadas atrds en Ia esfera co- mercial, adquiere el control de las empresas més rentables y mo- derniza’ Jas técnicas de extraccién y de refinado. Pero ante Ia cti- sis de los precios de Ja plata esas empresas pasaron a exporter progtesivamente el mineral bruto, sobre todo después de 1889 cuando el ferrocarril a Antofagasta queda concluido. Centraremos ahora nuestra atencién en el proceso de cambio agrario durante la segunda mitad del siglo x1x. Melgatejo decre- ta en 1866 Ia compra obligatoria de las tierras comunales, pasado tun plazo éstas entrarén a remate puiblico, El despojo de los in- dios es notable sobre todo en la regién de La Paz, pero acaba provocando una insurreccién masiva que termina con el gobier~ 72, Hacia el ajo 1903 la produccién de estafio en valor (938.000 libras splines) sper ln de plat (18.000 bras euinn, des de Monly Bulletin of the Bureau of the American Republics, International Union of Angican Republi, Washington, Goverment Priting Ofes, mayo 1905, p37. 54 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA no de Melgarejo. A partir de entonces la estrategia terrateniente ccambia, La ley de exvinculacién» del 5 de octubre de 1874 de- clara extinguidas las comunidades y ordena que se entreguen parcelas a fos comuneros indios a través de «revisitasy, Entre 1881 y 1899 el proceso de ventas se acelera y Juego del breve interludio de Ia revolucién federal (1898-1899) prosigue su cutso ascendente hasta alzededor de 1920. Silvia Rivera” ha estudiado en detalle el proceso dg conso- Jidacién del Jatifundio en Ia importante regién de Pacajés, mos- trando cémo los hacendados que se apropian esas tiersap son @ Ja vez descollantes politicos (liberales y conservadores),] fuertes participantes en el comercio y en Ia iinerla de exportacién. Las haciendas proveen una renta estable que interesa mucho frente 1 Jos azares del negocio minero, y constituyen un activo) negoc ble para obtener el financiamiento requerido. Por otta parte, el avance sobre las comunidades también ten- ddré Ia fancién de expulsar mano de obra hacia los centrgs mine- os. Con esto desaparecen paulatinamente los peones ndeuda- dos y In emita voluntaria» y se va desatrollando un vérdadero proletariado minero. | ‘La expansién de las haciendas y la’expropiacién patcial de Jas comunidades constituyen, en consecuencia, un requisito esen- cial para In articulacién entre los intereses tertatenientes y mic neros. Eeuador™ i Durante Jos siglos xvr y xvit Ia zona de la sierra ecudtoriana, que desde los tiempos precolombinos albergaba a una densa po- 73, Silvia Rivera Cusicangui, op: cit 7 Gt Leonardo Mejia, Fernando Velasco et. ol, Beuador,| pasado y resent, Edi it Universidad Central, 1975; Michael Fete Ea a Soc y condos dela antigua provincia fe Gurye. ail, 176-1842, tad WR. Spociy, Gunga | Pablicaciones-dal Archivo Fiinatice del Gunyas, 1973; Robson Brines Tyrer, The Demograpbié and Eco- saiec Hlstory of the Audiencia of Quito: Indian Population and the Textile Fedustry, 1600-1800, Ph. D. Dissertation, University of California Berkeley, LAS REFORMAS LIBERALES blacién indfgena, estuvo articulada al auge de la minerfa altopé- ruana, La produccién de textiles de lana constitufa Ja actividad econémica dominante de Ia audiencia de Quito. Durante el slo xvitr, a polftica comercial de los Borbones llevé a la pérdida paulatina, entre ottos, del mercado peruano. Los obrajes decaye- ron nototiamente y se produjo Ja expansién de Jas haciendas so- bre Jas tietras de las comunidades. Juan y Antonio de Ulloa” nos dejaron de este iiltimo proceso una caracterizacién imborra- ble, También percibieron, a mediados del siglo xvi, la impor- tancia creciente de Ia costa insalubre y poco poblada, Guayaquil poseia Jos tnicos astilleros importantes del Pacifico. Como puerto comercial competiré con el Callao y en el siglo xxx disputard a Valparafso 1a primacia portuaria, La prosperidad de Ja costa se basaba, casi enteramente, en la exportacién de cacao.” ‘Las reformas comerciales del siglo xviit favorecieron los in- tercambios que de todas maneras existfan desde principios del siglo xvir con Nueva Espafia. Hacia 1800 Ja costa ecuatoriana expottaba més del 50 9% del cacao que se consumfa en México. Pero dicho incremento tropezaba continuamente con miiltiples trabas mercantilistas que otorgaban preferencia al cacao vene- zolano en el mercado metropolitano y que subordinaba el co- mercio de Guayaquil a los intereses peruanos. No conocemos Bien Ia estructura de la produccién cacaotera en los siglos xvitt y xix, Los esclavos negros proporcionaron una parte de Ja mang ‘de obra hasta comienzos del siglo x1x, pero Hamerly ha demos. trado que estuvieron Iejos de alcanzar el nimero indicado por Phelan.” En 1780 haba 2.107 esclavos en toda a provincia de 1976; Pontificia Universidad Catdlica del Ecuador, Apuntes para una disew sidn sobre los cambios en la estructura agraria serrana, Quito, Departamento ide Ciencias Politicas y Sociales, agosto de 1976 (mimeografiado). 75. CE. Juan y Antonio de Ulloa, Noticias Secretas de América, Editor tial Nova, Buenos Aires, 1953. 76, Cf. Michsel T. 'Hamerly, op. cits; Adam Szasdi Nagy y Dora Leda Borja, «El comercio del cacao de Guayaquil», en Revista de Historia de ‘América, no 57-58, enero-diciembre, 1964, pp. 1-50. Tie 'J.L. Phelan Te Kingdom of Quito inthe, Seventeenth Ceatery Bureascraije ‘Politics in the Spanish Empire, Madison, 1967) habla 0.000 caclavos; Hamerly cortige 1a cifta, reduciéndola ‘a 2.500, op. cite pp. 15.16. 4 HISLORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA Guayaquil; en 1825 quedaban 1.768, Debe notarse que el ma- yor auge cacaotero de Ja costa ocurre precisamente entre 1780 y 1800. La falta de brazos fue queja corriente de los hacendados en e505 afios y fue solucionada con una migracién de poblacién de Ia sierra mientras se registra en general un aumento de los mestizos y de los pardos (mulatos, zambos y negros libres). Todo esto permite presumir que los jornaleros libres y peones concer- tados constituyen el tipo de mano de obra que va reemplazando progresivamente a los esclavos. Si sabemos, por otra parte, que este auge cacaotero de fin del perfodo colonial consolida el la- tifundio en las planicies de Guayas y el litoral sur.” La reforma liberal ecuatoriana ¢s, como proceso politico, el sms largo de toda la historia de América latina, Desde el intento de Vicente Rocafuerte (1834-1839) hasta la era de Eloy Alfaro (1895-1911) se escalonan un perfodo reformista a mediados del siglo (manumisién de los esclavos, supresién del tributo indfgen, Cédigo civil) y una férrea ofensiva conservadora que culmina en Ja autocracia de Garcla Moreno (1859-1875). El enorme poder de Ja Iglesia” constituiré el problema fundamental de Ja re- forma ecuatoriant., En el afio 1904 se decreta definitivamente la libertad de cultos y en 1908 se nacionalizan los bienes de «ma- nos muertas», eredndose con sus rentas las Juntas de beneficenci La explicacién de una persistencia tan larga del poder eclesiésti- co debe buscarse en el hecho de que no existieron, centradiccio- nes entre los intereses de los terratenientes de Ja sierra y Ia con- siderable fortuna territorial de la Iglesia, La burguesia exporta- dora, localizada en la costa, tampoco entra en un conilizto frontal con los intezeses sefalados anteriormente y puede afirmarse que Ja dinimica de 1a economia agroexportadora depende estrecha- mente de una conexién con Ja sierra, que proporcione Ia mayor parte de los bienes de subsistencia y Ia mano de obra. La in- fraestructura vial era por cierto ineficiente. Durante el perfodo de Garcla Moreno se construye una carretera entre Quito y Gus- yyaquil, pero como constata el viajero francés Wiener, hacia 1880 78, Michael T. Hamerly, op. cit p. 109, 79. CE. Oswaldo Albornoz P., Historia de la accién clerical en eb Eeua- dor, Ediciones Solitierra, Quito, 1977, LAS REFORMAS LIDERALES 37 en Ecuador todavia «la mula es Ja base de Ja sociedad humana», El ferrocarril, inaugurado en 1908, proporcionaré una soluciéa definitiva. A ‘partir de entonces no sélo la atticulacién entre Ia sierra y 1a costa set econémicamente cada vez més significativa sino que también varios productos serranos como el mafz, la harina y Jas papas comenzarén a exportarse con algiin éxito." La expropiacién de las tierras de la Iglesia tuvo, como efecto adicio- nal, una liberacién progresiva de la mano de obra, Aunque el Es tado no suptime Jas deudas de los peones, al pasar a adminis- trat las propiedades eclesiésticas, Ja falta de continuided en la reglamentacién de las deudas crea una brecha juridica que faci- lita dicha liberalizacién, En 1918 al suprimizse Ja prisién por el incumplimiento de deudas contraidas por el jornalero agricola, es decir al eliminarse el concertaje, desaparece Ia coxccién jurfdi- ca y es posible una migracién todavia mayor hacia Ja costa. La respuesta terrateniente fue un incremento en el nimero de los buasipungueros de las haciendas y el endurecimiento en sus condi- Clones de tabsjo pero desconocemos los alancs efetivos de dicha medid; Una observacién final sobre Ja situacién de Ja poblacién in- digena. Al parecer las comunidades de Ia. sietra perdieron la mayor parte de sus tierras en el siglo xvn. A través de un pro- ces que no conocemos con claridad, el desarrollo de las formas de trabajo dependientes (huasipungos y conciertos) no eliminé por completo los habitos, las précticas y las formas culturales de Ja comunidad indigena, fos siglos avin . Cajiee, 80, El Ecuador visto por los extranjerot (visjeros y, x01), Estudio y selecciones de Humberto Toscana, Editorial J. Puebla (México), 1960, p. 32. 81, Ponti op. ci, pp. 4247, 82." Op. et po, 4950. . 85, Para 1948' la mayorla de las comunidades indigenas tradicionales, cs decir, que disponfan de tierra, habfan desaparecido, quedaban 189 com: lades con 118,000 habitantes,’ mientras que la poblacién indigena de Ja sierra se estimaba en 1.000.000. Cl, César Cisneros, «Comunidades indi sgenas del Ecuadots, en América Indigena, vol. IX, n> 1, enero de 1949, pp. 3755. 58 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA Guatemala ve: \e wy Después del fraceso de la Federacién cee ysu intento liberal (1839), el régimen conservador de \Rafael Carrera y posteriormente de Vicente Cetna estuvo basado tn utia alianza de los burdcratas y comerciantes de 1a capital, Ja) Iglesia y una ‘masa rural numerosa dedicada al cultivo del nopal y/a Ia ex- plotacién de la grana o cochinilla, producto de tinte cuyo auge fue alcanzado en 1894, y cuya zona de produccién se| extendfa sobre todo en Jos alrededores de Ja capital (Antigua, Amatitlin, Guatemala, Petapa, etc.). Las fincas eran cuidadas pot’ Jadinos y mestizos que eran aparceros y arrendatatios en tierras| pertene- cientes a criollos ausentistas de la capital, o propietaridg. Tratdn- dose de plantaciones pequefias y de un producto de valor relati- vamente alto por unidad de volumen, no se creé un sistema am- plio de crédito rural, ni tampoco una red de transpo: merciantese capitalinos y la Iglesia provefan el financi forma de adelantos a las cosechas que compraban y ex el embarque se hacia por el Pacifico, y 1a grana Hegaba/al litoral lomo de mula o catgada por indios. Como la exigencia/de mano de obra no eta grande, las comunidades indigenas de las tierras altas fueron, en gran medida, dejadas en paz; Ia masa| indfgena constitufa, por cierto, uno de los pilares de sustentacién del ré- gimen conservador. 1 Sin embargo, la grana dejé de ser una solucién viable para Ja economfa nacional, lo que empez6 a evidenciatse Hacia me- diados del siglo xx. Ademés de ser un producto demasiado vul- 84, ‘Thomas R. Herrick, Desarrollo econdmico y politico de| Guatemala duranie“el perioda de Justo Rufino Berrios (1874-1885), trad||de Rafacl Pledea Santa, Editorial Universitaria de Guatemala -EDUCA, Guatemals, E. Britnell, Sanford A. Mosk ef. al, Economia de Guatemala, fo de Integracién Social guatemalteca, Guatemala, 1998; Augusto Cazall Avila, «El desarrollo del cultivo del café’y su influencia en|el régimen ddel trabajo egrfcola. Bpoca de In reforma liberal (1871-1885)s,|1 Congreso Centroamericano de Historie Demogriic, Econdice 9 5 ata Rica, febrero de 1973 (mimeografiado); Alfonso Bauer Paiz, Catalogecidn de leyes y disposiciones de trabajo de Guatemela del perlodo 1872 a 1940, Univer- Zedad’ de Guatemala, Guatemala, 1965 (mimeografiado}; Ciro F. 8. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli, Centroamrica J..u, 0P. cit. LAS REFORMAS LIBERALES 359) erable a las plagas y variaciones climéticas, la cochinilla de Guatemala —pafs que era el principal productor— empez6 a sufrir la competencia de las nopaleras de Ias islas Canarias, y des- de 1858, de los colorantes sintéticos. La expansin de la grana hhabia estado muy ligada a Ja de los textiles de Europa, briténicos sobre todo y en Ja década de 1860 se presenta una coyuntura ctitica: cae fa demanda y también los precios del producto. Esto ‘cred una situacién dificil, puesto que no existfan todavia alter- nativas bien establecidas, Fue en este contexto que Ja expansién del café se volvié irresistible, Desde mediados del siglo pasado, el gobierno conservador habia empezado a propiciar débilmente el cultivo del café y de algunos ottos articulos, reanudando los esfuerzos de los uiltimos gobiernos coloniales (exoneraciones fiscales de 1803) y de Gal- vex (premios a In produccién de café). En la época del primer in- tento liberal, algunos cafetales se habfan plantado en Santa Lu- cla, Escuintla, Zacapa y Antigua. La Sociedad econémica de los amigos del pals hizo mucho por la difusién del producto y de Jas técnicas necesarias para su cultivo y beneficio, las cuales eran al principio absolutamente desconocidas. Con Ia expansién gradual del producto, se iba constituyendo tun grupo social ligado al café y dispuesto a defender sus intere- ses. Algunos de los cafetales, en Escuintla y Suchitepéquez, fra- casaron, pero otras plantaciones surgfan en Petapa, La ‘Paz y So- olf. Hacia 1862, el mismo Carrera demostré estar consciente del agotamiento de Ia fase de la grana y de ta necesidad de otra so- ucidn, pero ni él ni su sucesor, Cerna, podian llevar a cabo una decidida politica de reformas, sin la cual el café no alcanzarfa su desarrollo pleno: no podian’ hacerlo porque ello significarfa sa- cudit en profundidad las bases mismas de su poder. El café ne- cesitaba un cambio radical del sistema de tenencia de Ia tierra, del crédito agricola, del control sobre Ia mano de obra y del sis- tema de transportes, La evolucién liberal de 1871 —organiza- da desde México y bajo influencia directa de 1a ideologfa liberal mexicana—, Ievando al poder a Garcla Granados y después a Justo Rufino Barrios (1873-1885) realiz6 las reformas necesatias., Hay indicios de que; hacia fines del gobierno de Cerna, los gru- 60 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA LAS REFORMAS LIDERALES ot ras asi vendidas recibirfan un interés de 4% sobre dicha tr pos mercantiles de la ciudad de Guatemala trataban ya de es- xfSSiablecer una alianza con los cafetaleros emergentes. Las expor- saceién, Aunque el precio fijado no era alto, pocos indios o ladinos |S<—“taciones de grana declinaron hasta desaparecer vittualmente en pobres tenfan Ia posibilidad de reunir el dinero necesario en seis <3 1884, meses, La Jey de 1877, en tales circunstancias, parece haber cum- Los tres procesos que cambiaron el sistema de tenencia de la plido la funcién de desposeer a muchos ocupantes de tlerras co- <3 tierta en un sentido favorable a la expansién del café, y que munales o ejidales arrendadas, ya que prevela In venta en subasta ©& constituyen la llamada reforma agtatia liberal, son: 1) Ja naciona- piblica si los ocupantes no Jas comprabani dentro del plazo fijado. 3 Lizacién de las propiedades eclesiésticas; 2) la abolicién del censo 74.250 hectéreas de tierras fueron redimidas de censo por la 3 = & enfitéutico; 3) Ia politica de venta y ribuciéa de baldfos. En fl conjunto, el objetivo perseguido fue 1a transformacién de a decidi6 el traslado a una oficina del gobierno del control del con- junto de las propiedades eclesidsticas, seguido de su confisco. La Tglesia posefa en Guatemala grandes extensiones de tizrras rura- les y muchos inmpebles urbanos, En numerosos casos, se trataba de bienes que escapaban a Jas transacciones comerciales por en- contrarse inmovilizados (manos muertas). Ademés, la Iglesia se habla siempre identificado polfticamente con los conservadores, Las propiedades eclesidsticas incautadas sirvieron de sespaldo al Banco nacional creado entonces. Muchas de las tierras antes per- tenecientes a a Iglesia fueron distribuidas gratuitemente o ven- didas, con Ja especificacién, muchas veces, de que deberfan ser plantadas de café y otros productos de valor comercial. La abolicién del censo enlitéutico se dio en 1877. Dicho sis- tema consistia en una forma de alquiler de la tierra que creaba derechos perpetuos de ocupacién por parte del arrendatarfo, aun- jque Ia propiedad formal no cambiaba de manos. La ley que ex- tingui6 este tipo de censo especificaba que los arrendhtarios de- berfan comprar las tiettas que ocupaban, disponiendo para ello de un plazo de seis meses. El precio fue fijado segin al principio (atbitratio) de que el monto del alquiler anual era equivalente al 3% del valor de la parcela. El pago se harfa al gobisrno, pero jas municipalidades en cuya jurisdiceién se encontrarin las tie- aplicacién de esta ley. - ‘En Jo que concierne a Ja adjudicacién de baldfos —a los cua- ‘S% propiedad de la tierra, limitada por supervivencias coloniales, en Jes se incosporaron también tierras eclesisticas y lotes arrendados Suna propiedad cabal, libre de trabas, cuya transferencia resultara fen censo enfitéutico no adquitidos por sus ocupantes—, la po- Se fil. Iitiea de los gobiernos liberales fue de disttibuirlos o venderlos & Luego de algunas medidas parciales contra los monasterios y en féciles condiciones de pago, para favorecer el cultivo del café conventos (con Ja toma de sus bienes), en 1873 el Estado liberal (como en El Palmar, Costa Cuca y Salamé) y de otros productos. Los fondos obtenidos de tales ventas fueron con frecuencia em- pleados en Ia adquisicién de méquinas beneficiadoras de café para 1uso colectivo de los nuevos plantadores. De 1871 a 1883 fueron vendidas 397.755 hectéreas de tierras piblicas. Se consideraben como baldfos igualmente las tierras ocupadas sin un titulo formal de propiedad, asi que hubo casos de ocupantes expulsados por Ja fuerza de sus lotes. La intencién del gobierno era de favorecer 1a constitucién de medianas propiedades, evitando Ja formacién de latifundios, pero, como en México, tal finalidad no fue alcanceda. ‘Aunque en ciertos casos —probablemente en Ia zona cafeta- Jera sobre todo— la reforma agraria liberal provocé In despose- én de campesinos, en el caso de Guatemala no se abolié el sis- tema de ejidos y tierras comunales, que siguié vigente en buena parte del pafs. A veces, el gobierno mismo traté de adjudicar nuevas extensiones de ejidos a pueblos mal provistos, comprando hiaciendas con tal finalidad. : ‘La mayorfa de la poblacién guatemalteca estaba constituida por indigenas comunitarios, los cuales segufan te6ricamente so- metidos a los sistemas coloniales de prestacién de trabajo: pero ya hemos visto que, durante Ia fase conservadora, siendo mo- estos los requerimientos de mano de obra de la cochinilla, poca presién fue ejercida sobre las comunidades de Jas tierras altas. 62 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA — El café, sin embargo, requerla més brazos, y en sus inlcios Ja caficultura guatemalteca sufrié setios problemas por la estasez de trabajadores, Las fincas cafetaleras estaban ubicadas en zohas casi despobladas de Ia costa y de la bocacosta. Los jornaleros dispo- nibles eran pocos, y aunque se utilizaba el sistema de reclutar trabajadores indigenas haciéndoles préstamos 0 avances, habla quejas constantes de que estos iiltimos no cumplfan con Jas obli- gaciones contrafdas, sin que existieran mecanismos de foercién que los forzaran a ello. Las medidas del gobierno liberal respecto de In cuestién de Ja mano de obra fueron numerosas y de divetsos tipos. En mar- zo de 1876, una circular de Barrios a los jefes politicos especif- caba claramente que deberfan proporcionar a los finquero$ que lo pidieran el némero de mozos que necesitaran, hasta un indximo de cien, sacados de las comunidades indfgenas de su jurigdiccién, garantizandg, su televo por otros trabajadores a intervalps regu- fates, durante el tiempo que exigieran los trabajos agrffolas en curso. Los jotnales se pagarfan por anticipado al alcalde 0 go- bernador del pueblo de origen de los mozos, fiindose el monto segiin las costumbres vigentes en la regién. Los trabajadores que no cumplieran con Jas obligaciones impuestas serfan castigadoss ademés, las autotidades locales deberfan velar de una mahera ge neral pot Ja represién de Ia ociosidad y 1a vagancia. Pero la pieza maestra del sistema de control sobre|Ja mano de obra que iba a durar unos setenta aiios en Guatemala, fue el reglamento de jornaleros de abril de 1877. Este decreto +-por el cual el gobierno recibié efusivos agradecimientos de lo} hacen- dos— y otra ley del mismo afio, la que abolfa el censo enfjtéutico, formaban wn solo cuerpo. La desposesién de una masa db indios y ladinds pobres creaba una reserva de mano de obra, y|se com- plementaba con dispositives que permitfan el reclutamiehto for- 2050, por ciertos petiodos, de indios provenientes de las fomuni- dades de Jas tietras altas, completando asf el aprovisionamiento de brazos que necesitaban las plantaciones. El reglaniento de jomaleros era un instrumento legal que brindaba a los finqueros importantes y a las autotidades locales la facultad de fdrear los indios comuneros al trabajo en las fincas, sometiéndolos —como COLONIZACION EN AREAS VACIAS 63} también a los peones residentes— a un control rfgido. En sep-| tiembre de 1878 una ley de represién a la vagancia vino a com pletar el aparato de control sobre la mano de obra rural. La revolucién liberal tratd de dotar a Guatemala de un sis: tema financiero moderno, El diezmo eclesistico fue sbolido. Los} bienes de la Iglesia, confiscados en 1873, sirvieton de respaldo a: In ereacién de un banco nacional, que al aiio siguiente pass foncionar como un banco comercial cortiente de depésitos, crt dito y emisiéa. El fracaso del Banco Nacional Ilevé # que a pat- tir de 1877 se permitiera la instalacién de bancos comerciales prin vados. El Cédigo civil (1877) zeglament6 Jos préstamos hipote- Carlos sobre tierras y volvi6 obligatorio el registro piblico de propiedades e hipotecas. En el conjunto, In politica financiera de, fh reforma liberal no fue del todo exitosa, en particular en su aspecto monetatio, y en su incapacidad de eliminar del todo Ja lisura (practicada principalmente por plantadores alemanes con, vineulos erediticios en Hamburgo y Bremen). Finalmente, el gobierno liberal trat6 de incentivar Ja cons- tmuccién de caminos y fetrocarriles, Ja creacién de un puerto en el Atléntico y efectué contratos con compafifas navieras extran- jerss, todo ello en funcién de 1a comercializaci6n del café, El sis- Teme, de ferrocarriles, empezado con capitales nacionales y tec-. hologta forénea, terminé bajo el control total de capitales nor- teamericanos (proceso que se completé en 1912). D) LA COLONIZACION EN AREAS VACIAS Nos ocuparemos shota de aquellos casos en los cuales Ja transicién al capitalismo dependiente se produce a través de un proceso de colonizaciéa en una regién vacla que, durante el huge exportador, adquitiré un rol dominante en el conjunto de Ja economfa, nacional. 64 HISTORIA ECONGMICA DE AMERICA LATINA 1. Factores Generates Las nociones de «fronteran y de «oferta ilimitada de tierras» acuden de inmediato a Ja mente. Frontera exige una califcacién previa: agricola, cultural, tecnolégica... y es indudable que para pasar del estadio de Ia descripcién a un esbozo de explicacién, resulta imprescindible Ja referencia a las caracterfsticas estructu- rales de Ja sociedad en cuestidn.® La idea de oferta ilimitada de tierras exige calificaciones adn més precisas. Convendria aj Ja, a riesgo de provocar confusiones initiles, sélo si se dispone de uun modelo mas o menos explicito de crecimiento econémico.# El mapa 5 muestra, en grandes rasgos, las zonas de Saramé- rica efectivamente ocupadas en el perfodo de Ia Independencia y las éreas de colonizacién en los siglos xvx y xx. Como puede ver- se, la expansién de la frontera afecta a todo el continente, Pezo la importancia econémica de esos traslados de poblacién et desi- gual. En unos casos (la mayorfa) se trata de movimientos de pe- netracién relativamente lentos, que guardarén durante mucho tiempo el cardtter pionero, las actividades econémicas dz esas zonas, aun cuando de importancia, seguirén siendo secundarias en el conjunto de la economfa nacional. La colonizacién de Ia zona selvitica en Ecuador, Pert y Bolivia tiene ese carécter, y algo parecido sucede en ciertas dreas interiores de Paraguay, Bra- sil y el sur de Chile. En otros casos, asistimos a una ocuzacién de tetritorio mucho més répida y al surgimiento de una pujante economfa de exportacién que adquiere un rango dominants. Las anuras del Rio de la Plata, Sio Paulo y en menor medida Ama- z6nia en Brasil, la regién de Antioquia en Colombia y el valle cen- tral de Costa Rica constituyen los ejemplos més sigaificativos. Pata caractetizar estos procesos de colonizacién examinare- ‘mos tres variables fundamentales: las condiciones de acceso a la 85. CE. Enrique Florescano, Tulio Halperin Donghi, ef. el, Tierras nuevas, expansion territorial 9" ocupacién del suelo en’ América (siglos XVEXIX), El Colegio de Mi {éxico, 1973. 86. ‘Un intento de_apl al caso argentino, algo discatifle, se encuentra en Guido Di Tella, La estrategia del desarrollo indirecto, Eaito- rial Paidés, Buenos Ais, pp. 51-63. 7 < COLONIZACION EN AnEAS vAcfas 65 propiedad de Ja tietra; Jas caracteristicas del poblamiento; la pe- netracién del capital extranjero (ferrocarriles, comercio, etc.). Una tipologia operacional de los distintos casos puede consteuitse distinguiendo dos situaciones: una en Ia cual la inmigracién eu- ropea es masiva y aporta el grueso del poblamiento (Argentina, Uruguay y Brasil); otra, en Ja cual Ja migracién interna juega el rol decisive (Colombia y Costa Rica). 2. Los T1Pos BAstcos pe coLontzaciOn Argentina: la regién pampeana®™ La economia del vitreinato del Rio de Ia Plata tenfa dos cen- tros de gravedad: el alto Peri, cuya minerfa menguaba en la ‘mayor patte del siglo xvimt, y Buenos Aires, puerto y capital, con una actividad mercantil cada vez més importante. Entre estos dos polos se situaba el interior de Ja Argentina actual, dedicado 4 actividades agricolas diversificadas (cereales, cafia de azticar, vitiedo, olivares), artesanfas diversas y una ganaderia orientada hacia a produccién de mulas destinadas sl transporte, La exten- sién geogrdfica de las rutas comerciales y la precatiedad de las co- municaciones hacfan depender a Ia economia del vitreinato de un delicado equilibtio interregional que se rompié con el desa: rrollo muy répido de la regién pampeana. La hegemonfa econé- mica y politica del litoral argentino comenzé con Ie creacién misma del virreinato en 1776, pero adquirié forma definitiva ha- cia fines del siglo x1x cuando el ferrocarril integré las economfas del interior en un verdadero mercado nacional, La ganaderia rioplaterise se desenvuelve en funcién de las ex- 87. Cl. Mark Jefferson, Peopling the Argentina Pamps, American Geo- sraphical Society, Nueva York, 19265 Cait Sclberg, Inmertion and Netfo: falar, Argentina y Chile, 1890-1914, The Univecy of Tas Press Austine Londres, 1970; Janes R.'Scobio, Retoluci6n en lar Parpan, tad. , Masta, Solar/Hachette, Buenos Alses, 1968; Toscuato.8, Di Tells, ce aly Argentine ngage ora ey ing ce Halperin Donghi (eds), Lot fregmentor del poder, Ed. Jorge Alvares, Bacsog ‘Altes, 1969; Tullo Halperin Donghi, «Aigentihany ch Lata Anveriea oh guide... op. eit, en a, 3, pp. 102. 5. a ™ Sera net Pec Ofte eee SS 66 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA COLONIZACION EN AREAS VACfAS a Mapa 5 ) pottaciones de cuero y sebo, y desde principios del siglo xx oo. i } Jn difusign del «saladero», de tasajo. Se trataba de una activida™ La frontera en Sudamérica en los siglos XIX y XX completamente extensiva, en Ja cual el mayor valor de la io~ versién estaba constituido por el ganado. Como las altemati_ vas de la guerra de la Independencia arruinaron Ja ganaderia d. Entre Rios y Uruguay, desde alrededor de 1815, la campafia d~ Buenos Aires resulta principal beneficiaria de las perspectivas co- merciales favorables para esos productos. La ganaderfa del «sala: dero» entra en crisis en Ia década de 1830: grandes sequias e.~ 1830-1832 y el bloqueo francés 1838-1839; hacia 1840 entran ¢ ' competir los «saladeros» del sut de Brasil, Santa Fe, Corrientes y~ Entre Rfos. Es en esa coyuntura desfavorable que ciettos gana-_ deros introducen ovejas de raza metino abriendo el camiho pard Jas exportaciones Janares. . El ciclo de la lana cambia radicalmente, desde mediados del siglo, Jas caracterfsticas del desarrollo ganadero. El mestizaje y cel mejoramiento racial de los animales, el cercado y alambtamien~ to de los campos, y mano de obra con cierta especializacién, se —~ fornaron requisitos indispensables. Entre 1865 y la década de 1880 las Janas representaron casi el 50% del total de exporte- ciones; el resto se repartia entre los cueros, el tasajo y otros pro ductos del saladero. ~ Los dos procesos de expansién que acabamos de resumir exi- gieron un avance creciente de Ja fronteta hacia el sur y el oeste de Ia pampa, La primera expansin, notoria en los afios 1820, culmina con Ja campatia al desierto de Rosas en 1833. Las leyes de enfiteusis dictadas en 1822 y 1826 se.convierten en la pric _ tica en un mecanismo de venta de las tierras piblicas, cosa que sucede sobre todo en Ia década siguiente. Puede afitmarse que ~ entre 1820 y 1830 se constituyen Jas principales fortunas terra —, tenientes de Ja campafia de Buenos Aires.” El segundo proceso _ oe Bengt Rubee Dea, epusigpnuas, on yc f le Buenos Aires (18101852), en Los fropnentos del poder op. cts pe 13; Alltedo J. Montoya, Historia de lor seladeror ergentinon, Bahra : Rolgal, Buenos Aires, 1936, = 89. CE. Jacinto Oddone, Le bureuela terrateniente argentine, Rdicones Bucros Altes, 1967 Andiés M. Caretero, «Contribucion alconoct) de le propiedid rural ena provincia de Buenos Aires part 18500, €0] ‘vente: G, J. Butland, «Frontiers of Settler gn Rents’ Geoiitn nb GS ras Ron de Geogtatla Historia, Ro de Janeiro, diciembre de 1986, pp. 93107.~ = 68 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA de expansién, vinculado al ovino, culmina con la campaiia al desier- to de Roca en 1879 y el exterminio de los indios. La apropiacién masiva de las nuevas tierras y Ia consolidacién de una poderosa clase terrateniente constituyen los aspectos més notorios ce este proceso.” . La inmigracién europea cobrard auge recién hacia 1860, En tuna primera fase, iniciada hacia 1840, arriban cantidades mode- radas de inmigrantes. Ciertos grupos de irlandeses, escoceses, vas- cos y franceses participan activamente en Ja introduccién de la ganaderfa ovina y logran integrarse, gracias al éxito econdmico, In clase terrateniente del litoral. Entre 1850 y 1890 se produce en Santa Fe un proceso de co- Jonizacién agricola” que, gracias a Ia accién enérgica del BO- bierno provincial, logra dotar a los inmigrantes de pequedas y medianas propiedades. La zona central de Santa Fe, que se benefi- ciaba del transporte fluvial, fue Ia que conocié el mayor desatro- lo en este sentido. Pero al extenderse Ja colonizacién hacia el sur de Ia provincia, acompaiiada ya desde 1870 por las Incas ferzoviarias, el’ paisaje agrario resultante deja de ser el de pre- dominio de Ja pequefiay mediana propiedad. La combinaciSn en- tre ganaderfa y agriculture, visible hacia 1880 en el sur de Santa Fe y en el norte de Ja provincia de Buenos Aires, se convertiré ‘en Jos atios siguientes en el rasgo més tipico de la estructura agra- ria de la regién pampeana. La crisis de 1890 pone fin en Santa Fe al mencionado proceso de colonizacién. La inmigracién masiva, que entre 1903 y 1904 alcanza saldos Bites, 1972. eae 8. “CEJ, Oddone, op. cits Miguel Angel Cércano, Evolucign bstércg det regimen He Ta etre pia TBI0USIe Basin bacon Ate, 197 Ge CE TSti), Roberto Cortés Conde, «Algunes ésgos de ln exponsién feiritorial en Argentina en Ja segunda raitad del siglo xte», en Desarrollo Ezondmico, sbrikjanio. de’ 1968, pp. 329; Romain Gaignatd, «Origen y evolucién de Ia pequeta propi mgs oe pam Argenta, ch Desarrollo Econdmizo, abtjunio de 19065, pp. 9876. 951. CE Ezequiel Gallo, «Ocupacin de tietras y colonizacién sgrféla en Santa Fe (1870-1895)», en Tierras Nuevas, op. cit. pp. 92-104. COLONIZACION EN AREAS VACIAS 6 superiores a las 100.000 personas por afio, conoce otto destino. Estos sgricultores europeos Megarfan a una pampa ocupada en cuanto a los derechos de propiedad sobre la tierra. Las leyes de colonizacién dictadas a escala nacional no tuvieron aplicacién efec- tiva” El gran propietatio ganadero procedié entonces a ceder pparcelas de campo a los colonos inmigrantes, a través de un con- teato de atzendamiento o aparcerfa, que duraba en promedio unos cinco afios, y que exigfa Ja entrega final del campo sembrado fon alfalfa, fortajera esta wltima indispensable para el engorde de ganedo-vacuno de calidad. Este modelo de asociacién entre agti- cultura y ganadesla permitié, por la abundancia y fertilidad de Jas tietras, una expansién sin precedentes de Jos saldos exporta- bles de cereales y lino, por una parte, y de productos ganaderos por otra. Conservé la hegemonta del’ sector terzateniente y de- termin6 un desarrollo agricola caracterizado por escasas inver- siones. : La alluencia de capital extranjero, patticularmente briténico, fue esencial en este proceso de expansién agricola, Para 1900 Ia red ferroviaria totalizaba 17.000 km, en visperas de la primera guerra mundial alcanzaba 34.000 km. La red, extendida en aba- nico desde el puerto de Buenos. Aires, no sélo aporté ef trans. potte indispensable para los productos exportables, subordiné de hhecho la economfa argentina a los interesés briténicos, dando forma final a lo que H. S. Ferns denominé una «ecuaciéa poll- tica anglo-argentina». El ferrocarril integré definitivamente las economfas del interior en un verdadero mercado nacional, La hegemonta politica de los terratenientes de Buenos Aires se asen- 16 entonces sobre bases més duraderas, con un poder que a scala nacional implicé acuerdos con las oligarqufas provinciales, Asf, el aaicar de Tucumén y el vino de Cuyo no sélo lograron supervivir; pudieron también expandizse al calor del auge de la zona pampeana* 92. CE. Miguel, Angel Cércano, op. cits, Gastén Gori Inmigracién colonzacgn en la Repdbica Argentinas Badeba, Buenos Alten’ 196% tS. Fetns, Gran Bretata y Argentina en el siglo XIX, trad. A. La Bixio, Bditoril Solar/Hachette, Buenos Aires, 1968, pp. 486 y ss, ‘94. “Para una descripcién de las economlas regionales desde Gnes del

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