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© Binsujued souo!oIpe sew Jopenteg op oBojgid A ugioonpes, vi QVLY3agI1 YT A ONGIAIGNI 73 jowuig Bioag IND W1 3d VOILIGO 3d SOAVSNA ‘Titulo original: aus Wa tv xe permite la reprodue Das Irdiv ih West). Tnlormtizo, nila sranamesion en eunlger forma 0 pur citar medio, ya sea elecernico, mecanico, or Tol icivs i pr wttos motodos, sip ef pertmiso Drewo ¥ Dor es Tihntanss del conyeiaht de la Gasa editora Cnbieria dhe Jordi Pornas, Prioora ealicidm: marzo de 1986 thos exelusivos de esta edicién (includes 1a 0 diseny ile Ia cubierla): Edicions 62 sla, Provenca hs Dervis SEN: 1 NovaGeifik, Puigcerda 127, 08019Barcetona, 1207-24168, ito de Jos veclén y el ‘os008-Bar Simmel 0 la autoconsciencia de la Modernidad No es de extrafiar que las distintas filosotias surjan y se desi n en momentos en los que, como su de a principios de siglo, se extienden unos modi pensar y de hacer deudores de les grandes int micas, cientificas y tecnoldgicas con Edad Contemporanea, que, en principio, parccen oponers que intuitivamente entendemos por evidas; una intuicién, por otra parte, deudora d intica del mundo, EI meeanismo asociativo que rige este modo de pensar es senci Io, En un principio se constata que esos modos de ser y de pensar enemigos de Ia vi lngar a una serie ‘que producen mi y desarraigo; a co tan aislar una serie de causas que supuestamente procucen ta les efectos. Por iltimo, se pregunta por aquetlo que produci ria los efectos contrapuestos, y, desde aqui, se articula la cri tiea contra el mecanismo ocultadar de la vida. Este es, pue el planteamiento general de toda critica roméntica a 1a cien- cia y al capitalismo en cuanto factores determinantes de 10 ‘que una larga tradicién llama «modernidads; y de aqui, tam bien, el potencial eritico de tal critica romdntica, pues pre- cisamente el capitalismo y la técnica quedan definides como no vida, como vida petrificada, I El relativismo de Simmel, frecuentemente sefialado, hunde sus raices en este plantcamiento general. En efecto, lo contra- rlo @ Jo reativo es lo absoluto, y lo absoluto se define por su tad, por su parte, constitnye el para digma de la un’ paradigm de Simmel ya habia mostrado sus nefastas consecuencias para I vida social e individual, Por tanto, por asi decirlo, la calcula: bilidad ser ir en contra de Ia objetividad y, en esta medida, como consecuencia quizis indeseada pero inevitable, surg De este modo, multiples manifestaciones de ta cutiurs 1 derna parecen tener en comin un profando rasre psieotonn gue de una forma abstracta puede caracterizarse come be ton dencia hacia el ensanchamiento de la distancia entve el tw bre y sus objetos, y que en el dmbito estética séfo e:sn + sus formas mais claras. Y si con esto alternan fendmcner po! uralistas y Jas sensuolistas, en kus «i precisamente ex dominante un férreo adaptarse a las cx tun sorber de sur realidad inguebrantable, esto no debe ci ducir al error; pues precisamente las oscilacfones entre este dos extremos demuestran la misma neurastenia que ya surys de cada uno por si solo. Un tiempo que se ents vex por Bicklin y el impresionisme, por el naturalismo y +! sintholismo, por el soeialismo y Nietzsche, encuent clewaclos impulsos vitales, evidentemente, en la forma de li oscilacién entre los polos extremos de todo lo humeno: fat gadas, las sensibilidades que oscilan entre la hipersensibilidad y Ia insensibilidad tan sélo pueden Hamar la atencién sobre forma purificada y Ia cercania més burda, los estimulos mi sutiles y nrds toscos de todos. El 4mbito de ta sociologia 1a tarea de dar razén de la ciencia sociologica encuentra su pvimera dificultad en el hecho de que en mado alguno es in- sliseutida su pretensidn al titulo de ciencia, y en que, incluso alli donde se le admite tal titulo, se extiende sobre su conte- nido y sus metas un caos de opiniones, cuyas contradicciones y falta de claridad fo pre de nuevo la duda de si wwjui hay que habéi ia problemstica cientificamen: te justificada, Toda existeneia —se dico— es propia exch individuos, de su condicién y vivencias, y In tas es sélo tuna abstraccién indispensable para fies précticos, también altamente util para una sintesis provisional de los fendmenos, pero no es ningiin objeto real mas alld de Ios seres particula. res y de los procesos en ellos. Si se investigase a cada uno de éstos en su determinabilidad nomoldgiconatural, entonces ya no restaria objeto real alguno para una ciencia separada de esto, Si para esta critica la sociedad es, por asi decirlo, demasia: do poco, para otra eritica es precisamente demasiado para circunsetibir un Ambito cientifico. Todo Io que los hombres se dice por otra parte— discurre en el interior fad, determinado por ella y como una parte de su Ast pues, no habria, en general, ninguna ci de Jas cosas humanas que no fuera ciencia de Ja socied lugar de las ciencias particulares de tipo histérico, psicol co, normativo, artificiosamente aisladas unas de otras, deb. penetrar, pues, la ciencia de la sociedad y poner de manifesto fen su unidad él hecho de que todos los intereses, contenidos y procesos humanos convergen en unidades concretas por mé dio de la socializacién. Pero, evidentemente, esta determinacién que quiere dar todo a ia sociologla le arrebata tanto como la otra, quem quiere darle nada. Pues dado que la ciencia jurtdiea y bo filw Togia, la ciencia de la politica y Ia de la literatura, Ia psicalo gia y Ia teologia y todas las demds que se han dividide enti si el dmbito de io humano, proseguirén su existen sivamente de Tos hha ganado Io mis minimo por el hecho de ¢) totalidad de Ins ciencias en un tarvo y iqueta: seciologia. La ciencia de la sociedad se encima 's, a diferencia de otras clencias bien Funslanestasts en fa desfavorable situacién de tener que demostiar printer mente sur derecho a la existencia; ciertamente t Eavorable siduacidin de que esta demostracién con cualquier ease, necesaria aclaraciéa de sus con. mentales y de’ su especifica problemdties frent dad dads Tenemos en prim ee eat pegs cst ba 1 eat bien tos Tints ala tel Iagar ef error sobre la esencia de ts real de los sindividuow, el que todo conocer que se civ purtes Tos datos en imégenes, en tanto que odjetos de la ciem ontraimagen en lo inmesiatamente real. Nadie recela eh blar de Ta evolucion de, por ejemplo, el estilo gsticn, a de que on ning lado hay estilo otico en tanto que ex ia mostrabley sino s610 obras particsiores en los cust el esto no estén, aprehensibies,separsdam to a los elementor inividiates. El esto got, en expiriaal aleanzada primeramente a partir de realidades, pero nosotros, preguntando por el estilo gétien, por sus lees, poe ticularidades. , " 7 ‘Ademis, de este modo preguntamos, por ejemplo, cémo se comportaron los priegoty tos epersasr en la batatia de Ms. dieu fviere azén,entonces el conocimento his I6ricoTlezaria 9 su fin cuando ¥ solo cuando conociéramos el comportamfento de cada griego particular y de cada persa particular, par consiguiente, toda fa historia de su vida & par portamento en Ia batalla, Pero lncuvo la satisfaceion de esta 230 Lintisticapretensién no contentaria nuestra problematica Paes su abjeto no es, en general, este y aquel individuo par eur, sino: los griegos y los persas; obviamente, una imagen hnnplctamente diferente que se Heva a cabo en virtud de una ‘Ciorta sintesis espiritual, pero no en virtud de Ta observacién, tie tos individuos considerados en tanto que particulares. Con txla seguridad, cada uno de éstos fue Tlevado a su comporta- nisiento por una evolucién que se aparta de algiin modo de la clo cualquier otro, probablemente ninguno se comporté real mente de una manera exacta a como lo hizo el otro; y en nin- rrino lo idéntico con otro y Io que se separa de éste son cosas tine estén aisladas una al lado de Ia otra, sino que las dos Yorman Ia unidad inseparable de la vida personal. Y sin em bargo, a partir de todos juntos formamos aquellas unidad mis elevadas: los griegos y los persas, y la mis breve reflexién, muestra que con tales conceptos trascendemos continuamen- te Ing existencias individuales. Puesto que sélo éstas fueron «realidadess, si quisiéramos excluir de nuestro Ambito cognoscitivo estas nuevas configu: ‘clones espirituales, entonces nuestro Ambito cognoscitivo perderia sus indudabilisimos y legitimisimos contenidos. La obstinada afirmacion: «hay, en efecto, slo individuos huma nos y sélo ellos son, por tanto, Ios objetos concretos de una ciencia», no nos puede impedir hablar de la historia del cato- moo de Ia socialdemocracia, de ciudades y reinos, del movimiento feminista y de Ta situacién del tr: miles de otros acontecimientos globales ¢ imi y no sueede otra cosa respecto de la sociedad en general. Ex: ppresado de este modo, la sociedad es ciertamente un concepto abstracto, pero cada una de Jas innumerables configuraciones ¥ agrupaciones que este concepto abarea es un objeto inv digno de ser investigado, que en modo alguno existe ravtir de las existencias individuales particularmente mos- tradas. Ahora bien, esto podria seguir siendo una imperfeccién de nuestro conocer, tina fatalidad sélo provisional, que deberia ‘Buscar su fundamental conclusidn, alcanzable o'no, en el ber sobre los individuos en tanto que esencialidades en iti instancia coneretas, Pero visto exactamente, tampoco Tos in dividuos son en modo alguno clementos ditimos, «tomo: diel mando humano, Sdlo en tanto que reducimos estos cle mentos 0 otros siempre mas sencillos, mas profundos, que estan situados més atrés, nos acercamos a Jo realmente wil 2 Limos, esto es, real en sentido estrieto, y que debe subs. + a toda unidn espivitca! mie elovada, Pics para esta Loris +l Consideracién «esiston lay moléeulas eromaticas, las let Jas partecitas det ana; pero el euadro, el libro, 1a corti lentemcite, también aquellos presuntos element son imwenes altamente compuestas, Y si la realidad vers una tigazdn, es sblo aBadida por tin sujeto que liga, entonces revulia e ia realidad admitir se 0. xcapa en total inaprehensbilidad; yes entonces tina inca divisoria completamente atbitrasia Ta que pone fin a esta di sian en el sindividuos, pesto que éste debe tambien apa tina composicisn a partir de las cualidades y los destinos par som las realidades mds clementales, al igual que los indivi pus, et supuesto reslism que realiza aquella critica a concepto’ de sociedad y, por consiguleste, también al Sociologia, preeisamente hace desaparccer toda realidad com to que conduce hacia lo infinito y busea en Io chensible. De hecho, el conocer debe ser conceptuado fn principio estructural completamente diferent, se. toda ‘inn cantidad de objetos del conocer de diferente tipo, spacial a una distancia de dos metros, de cinco, de tal y come a ofrece la mayor cereania ocular, fuera includ 232 Hiautos metros, entonees ésta iltima serfa completamente pelushada y faiseada por esto, aunque a partir de conceptos nnperfiviales se pudiera (ener, precisamente a esta visién de Hetalle, por amas verdadera» que la imagen distante. Pero ‘abi In percepeién completamente cereana tiene todavia stvuna distancia y en modo alguno cabe fijar su frontera mas aja, La imagen aleanzada a partir de una distancia, sea la su derecho por sf y no puede ser corregida 0 por ninguna otra que surja desde alguna otra ne se, te Asi putes, entrando «cerca de un ci esisteneia humana, vemos a cada individuo en su exacto di- Ivvenciarse de otro; pero si alejamos el punto visual, entonces lesaparece el individuo como tal y nos surge la imagen de tina «sociedads con formas y colores propios, con Ia posibili- de reconocerla ¢ ignorarla, pero que en ningin caso esta menos justificada que aquella ‘en la que las partes se depo- wn reciproca cro esiadio preliminar de a diferencia existente es sélo Ja diferencia entre distin. tas intenciones cognoscitivas, a las cuales corresponden dis- tintas tomas de distancia, Pero desde un punto de vista completamente diferente to. hay que conceder que Ia existencia humana sélo es real dividuos, sin que la validez del concepto de sociedad su fra por ello. $i ésta en su generalidad mas am plia, significa ‘accién animica entre indiv’ duos, No se debe cometer el error de encajar sin mas ni mas en esta determinacién ciertos Fenémenos limftrofes: si dos per sonas se contemplan pasajeramente o si se empyjan mutua mente en una taguilla, por esto todavia no se las denominard socializadas, Pero aqui la interaccién es también tan super ficial y efimera que en st medida también podria hablarse de social ndo que tales interacciones sélo neces tan ser mils frecuentes ¢ intensas, que s6lo necesitan fusionar se con otras semejantes, de caricter general, para justificar esta caracterizacién, Se trata de un quedar afecto superficial al uso Tingilistico (ciertamente suficiente para la praxis exter na) cuando se desea reservar la denominacién de sociedad silo a la interaccidn «uradera, s6lo a aquella que se ha objeti lo en_una fi ‘aria caracterizable: en Estado y fi milia, iglesias y-gremios, clases y mancomunidades, etc. Pero de éstas, existen un niimero inconmensurable de for “o contorno de la a mas de rels de interaceién entre los hombres, mis pequelias y que parecen insignificantes en los casos particu- lares, las cuales, on In medlida en que se mucven entre las con- formaciones sociales abarcadoras y, por asf decirlo, oficiales, evan a cabo, en clecto, la sociedad ial y como In conacemos. Timitacién a aquéllas se asemeja a la ciencia primitiva del interior det cuerpo humano, que se limitaba a los érga- nos grandes, deseribibles de forma fija: corazén, higado, pul- mon, estémago, y que abandonaba los innumerables tejidos popuarmente no nombrados 0 no cor sin que aquellos Grganos mas claros ofrecieran nunca como resultado un cuer- po viviente. A partir de figuras del tipo meneionado, que for- man los objetos usuales de la ciencia de la sociedad, no se podria componer por completo Ia vida de la sociedad que se 1 en la experiencia; sin la actuacién intermedia de in- numerables sintesis, menos ahareadoras en Io particular, Ia vida de Ia sociedad se desmembraria en una multitud de’sis- temas sin ligazén alguna, La socializacidn entre fos hombres se anuda constantemen- te y se disuelve y se de nuevo, es un fluir y latir eterno gue encaclena a los individuos, también alli donde no se eleva hasta organizaciones auténticas. Que los hombres se contem- plen mutuamente y que estén celosos entre st, que se eseriban carlas o coman unos con otros af mediodia, gue totalmente al margen de Ios intereses manifiestos estén en contacto de una manera simpética 0 antipética, que el agradecimienta de Ja accién altraista ofrezca un indestructible efecto posterior que tiga, que un hombre pregunte a otro por el camino y que se vistan y adornen uno para el otro, todos los miles de rela ciones de persona a persona, momenténeas 0 duraderas, cons- Gientes 0 inconscientes, superficiafes o ricas en consecuencias, de entre Tas cuales esios cjemplos han sido elegidos de una forma totalmente arbitraria, nos entrelazan incesantemente. Aqui residen las interacciones entre los elementos que por tan toda la tenaciviad y elasticidad, toda la policromia y uni lad de esta vida de la sociedad tan clara y tan eni Todos aquellos grandes sistemas y arganizaciones su viduales en las que se acostumbra 2 pensar con el concepto de sociedad, no son otra cosa que las solidificaciones (en mar: ‘cos duraderos y figuras auténomas) de interacciones inmedia tas que discurren de hora en hora y de por vida agui y alla entre individeo ¢ individuo. Ciertamente, aleanzan en est medida Ja existencia y legalidad propias, con las que pueder 238 in contraponerse y oponerse a estas vivacidades que s¢ ninan recip inte, Pero la sociedad, en su vida que -aliza constantemente, significa siempre él he los individuos particulars estin entrelazadas gra¢ fuencia y determinacién ejercidos reciprocamente. Ast pues, realmente ¢sta cs algo funcional, algo que los individuos hacen y sufren, y, segiin su cardcter fundamental, no se deberia hablar de sociedad, sino de socializacién, La sociedad es entonees sélo el nombre para un cireule de indi viduos que estin ligados los unos a los otros por medio de interacciones que se ejercen de este modo y que por esto se caracteriza como una’ unidad, pr fe al igual que se contempla como unided a ema de masas corporales que se determinan completam sii comportamienta por dio de sus influencias mutuas, Frente a esto iltimo puede, en efecto, insistirse en que sélo los trozos particulares materiales son ta outéntica «re Hidads, sus movimientos y modificaciones reciprocamente sus citados con algo nunca palpable, son, en cierto modo, sélo realidades de segundo grado; tendrfan su Iugar precisamente en aquellos trozos de sustancla, y la asi denominada unidad seria s6lo Ia mirada conjunta de estas existencias materia- les aisladas, cuyos impulsos y configuraciones sentidos y re. partidos permanecen, en efecto, en cada una de estos exister cias. En el mismo sentida puede, ciertamente, seswir afirman- dose que las auténticas realidades son siempre sélo los ind viduos humanos. Pero con esto no se ha ganado nada, La so. ciedad no es entonees, por asi decirlo, ninguna substancia, no es nada concreto por sf, sino un acaecer, es Ia funcién del Sen- tir y actuar det destino v de Ta configuracién del uno por par te del otro. Palpando hacia Io aprehensible encontraremos s6lo Individuos y entre ellos, por asi decirla, sélo espacio va fo. Si esta consideracién les reserva la «existeneia» en un sentido estricto sélo a los individuos, entonces debe dejar También como algo «realy ¢ investigable el acaecer, la diné- mica del ectuar y sufrir con la que estos individuos se modi- fican recfprocamente, Toda ciencia, bajo la conduccién en todo momento de un determinado concepto, entresaca una serie o unt aspecto a par tir de la totalidad 0 de Ia inmediatez experimentada vivencial mente de los fenémenos, ¥ Ia sociologia no acta meno lei timamente que todas as emis ciencias cuando descent las existencias individuales y las recompone de nuicve sty tun concepto que silo es propio de ella y, asi pucs, prvyrunt equé sucede con los hombres, 5 Feglas se tnueven, 1 fn tanto que desplievan ta totalidad de sus existencias inh vidaales aprehensibles, sino en Ta medida en que forma pr pos en virtud de su interaccién y son determinados por ests existencia en rrupos? De este modo, la sociologia puede tral» Ja historia del matrimonio sin analizar Ia vida en comin parejas particulares, el principio de Ta organizacién funciow Vial sin relitar un dia en la oficina, indagar las leyes y resul lads de ka lucha de clases sin entrar en el transcurso de aia huclsa 0 en Ia negocfacién de las tarifas salariales, Ciertamen te, los objetos de tales preguntas se han Hevado a eabo pot esos de abstraccién; pero no por ello se dif “as como la ldgica o la economfa nacional te6 van a cabo figuras cohcrentes a partir de la reali dad bajo la guia de determinados conceptos (alli del conocer, aquf de la economia) y descubren en éstas leyes y evolucio gue estas figuras en modo alguno existen en ‘hos aislados susceptibles de experiencia, logfa est de este modo montada sobre una abs- sartir de la realidad plena (consumada aqut bajo la guia del concepto de sociedad) y si, por consiguiente, es ile rio el reproche de irrealidad que provenia de afirmar la nica realidad de los individuos, entonces, esta intelecetén también 1a protege frente a Ja exageracién que mencionaba 's como una amenaza no menor a Su consistencia en tan: to que ciencia, Puesto que el hombre esta determinado a cada instante de su ser y hacer por el hecho de que es un ser so- cial, parecia de este modo que todas Jas ciencias del hom: Dre’se fundian en a ciencia de Ia vida social: todos los. ob- jetos de estas ciencias serian sélo canales particulares, es. pecificamente conformados, por los cuales discurre Ia vida so- cial, th portadora de toda fuerza y todo sentido, Mostraba con esto no se ha conseguido otra cosa que un nuevo ‘bre comtin para todos los conocimientos que seguirian endo completamente imperturbables y con su legalid cen sus peculiares contenidos y denominaciones, orien- faciones y métodos, Si bien ésta es también una extensién erronea de la repre: in de la sociedad y la sociologia, a. su base hay, sin embargo, un hecho en si significativo rieo en ins. La siguiente inteleccién: «el hombre est determinado en todo su ser y en todas las exterlorizacio- nes por el hecho de que vive en interaccién con otros hom- 236 indudablemente conducir a uw nner inert ah silleracién en todas las asi Hamadas cienei del eyo ates hos grandes contenicos de la vida histories tantly eth wnaje como la religién, tanto Ja fundacién de Estado cone be Saltura material, todavia en el siglo xvi se podian evar Csencialmente sélo a Ia cinvencién» de personalidades inl viduals; y allf donde la intcligencia y los intereses de hone hives individuales no parecian ser suficientes a este respecto, restaba Ta apelacién a poderes transcendentes, de los cuale: cl egenio» de cada inventor aislado formaba, por lo demas, un Estadio intermedio: pues con el conccplo de genio sélo se ex presaba realmente que Tas fuerzas conocidas y conceptuables tlel individuo no eran suficientes para In produceién del fen6- meno. De este modo, el lenguaje era o bien el descubrimiento de un individuo particular 0 bien un obsequio divino; la re. isidn (en tanto que acontecimiento histérico) era o bien Ia invencién de astutos sacerdotes, o bien de voluntad divina las leyes morales eran o bien imprimidas en In masa por hé. s, 0 bien concedidas por Dios, o bien entregadas a Tos hombres por la «naturalezas (por hipéstasis no menos mis tica). El punto de vista de la produccién social ha redimido de esta insuficiente alternativa, Todas aquellas figuras se produ: cea en el marco de Jas interacciones entre los hombres, @ en. ocasiones también ellas som tales interacciones, figuras que, asi pues, no cabe derivar a partir del individuo considerado por si. Junto a aquelias dos posibilidades se ha ubicado, pues, Ta tercera: la produccién de fenémenos por medio de Ia vida social, y ciertamente en un doble sentido, por la coexistencia de individuos interactuantes que produce en cada uno To que no es explicable a partir de él solo, y por Ia sucesién de las generaciones, cuyas herencias y tradiciones se amalgaman in- Cisolublemente con la adquisicién propia y hacen que el hom. bre social, a diferencia de toda otra vida infrahumana, no sea s6lo descendiente, sino heredero. En virtud del hacerse consciente del tipo de produccién social, ef cual se intercala entre ef puramente individual y el transcendente, ha Mega: do a todas las ciencias del espiritu un método genético, u nueva herramienta para la solucién de sus problemas,’ con: ciernan éstos al Estado o a la organizacién de las iglesias, al enguaje o a la constitucién moral, Ta sociologia no es slo una ciencia con objetos propies, delimitados conforme a la divisiGn del trabajo, frente a locke las otras ciencins, sino que precisamente se ha conver i también en un mcrad de las ciencias histéricas y del «4+ rit en general. Para aprovecharse de esie méiodo, est Ciencias tio secesiian sbandonar su lugar, no necesitan, cos cexigia aquefta fantistica extension det concepto de sociolisia coaverlirse en partes de la sociologia. Mas bien, ésta se sich mata a cack sunbilo especifico de la investigacién: tanto al de la ceonowia-snacional como al histérico-cultural, tanto al Glieo come al twol6gica, V precisamente porque el método posee esta gencralidacl, conliguia un fundamento comin para grupos de proble: particulares que previamente carecian de explicaciones cer tras, explicaciones que s6lo podian llegar a un grupo de pro: bicmas a partir del otro; 1a comunidad del ser socializado, que hace determinarse reciprocamente a las fuerzas de los individuos, corresponde a la comunidad del mado cognosci tivo sociolégico, gracias al cual cabe dar al primer problema una posibilidad’ de solucién 0 de profundi bito cognoscitive completamente heterogéneo por lo que hace al contenido. Mencionaré s6lo algunos ejemplos que comprenden desde lo mas singular de todo hasta lo mas ge- eral de todo, El criminalista, por ejemplo, puede aprender diversas ¢o- sas sobre Ja esencia del ast Hamado «crimen de masas» a partir de una investigacién sociolégica sobre la psicologia del piblico teatral. Pues aqui, ef objeto de un comportamien- to colectivoimpulsivo es todavia constatable con exactitud, y transcurre en la, por asi decirlo, abstracta y exuctamente dclimitada esfera del arte. Con esto (sumamenie significative para aquel problema criminal), ia determinabilidad del indi viduo particular por parte de una masa que en la actualidad se encuentra reunida, la eliminacién deb juicio de valor in dividual y del objetivo por medio del «estar acompaiiados en el viaje», es visible de una forma tan puramente experi mental y concluyente, como apenas podria serio de otro modo. EL investigador de a religion se inclinara con frecuencia a imputar [a vida de las comunidades religiosas, la disposi- clén a hacer un sacrificio en su marco sobre la base de la en trega a un ideal comin a todos, la conformacién de la vida presente por la esperanza en un estado mas perfecto que est miis alla de la vida de los individuos actuales, se inclinard a imputar todo esto a la fuerza del contenida religioso de creen- cia. Asi pues, si se le explica que, por ejemplo, un movimiento 238 incre socialdemécrata desatrolla os mise trspers es conn porGauniento comin y reciproco, esta analysis pride eaten vor unit parte, enseiarle que el comportaniciter rely sea tunit Higado exclusivamente a los contenides, reliniosie., sa ue es una forma hunmna general que no solo se twalit ov Sbjclos transcendentes, sino exactamente del mismo modo ci viwinos otros motivos animicos. Pero, por otra parte, obser vara fo que para él es mas esencial: que tambign Ia vida reli ttivsa cetrada en si contiene momentos que no son especti camente religiosos, sino sociales, dcierminados tipos del pen- samiento y la praxis reeiprocos, que, cieriamente, se entrela- zan organicamente con la disposicion de dinimo religiosa, pero {que sélo en tanto que son analizados sociologicamente permi- ten reconocer lo que en el comportamiento religioso puede valer como elemento purament , en tanto que tal, indiferente frente a todo lo Finalmente, un wltimo ejemplo de Ia mutua fertilizacién de los grupos de problemas de que sus objetos tienen parte comiin en el ser-socializada humano. El historia dor de Io politico o de la historia cultural general esti in- clinado ahora con frecuencia a reducir como a st causa cli Ciente las configuraciones, por ejemplo, de la politica interna a las correspondientes constituciones y’procesos econdmicos, Si aplica esto, por ejemplo, al fuerte individuatismo de las constituciones politicas del primer Renacimiento italiano, de tal modo que se expliquen éstas a partir de Ia liberactén’ det trifico econdinico de las cadenas gremiales y juridico-clesids: ticas, pod entonces agradecer a una observacidn del historia: dor del arte un nuevo giro de esta concepcién. EI historia. dor del arte constata, ya desde el comienzo de Ia época aqui cuestionada, e} inmenso aumento de los retratos de bustos ¥ su cardcter naturalista-individual y muestra, en esta medida, como Ia valoracién piiblica ha desplazado ‘su acento desde aquello que es comiin a los hombres y que, por ello, avanz Fécilmente a esferas mis abstractas y mas ideales, a aquello que es propio del individuo particular, a la significacién de la fuerza personal, a la preponderancia de lo concreto frente a la ley general, valida zai" 6lov. Esto guarda relacién con el pensamiento de que aquel giro econémico es, por su parte, um modo de exteriorizacién de otro giro fundamental, sociol6: ico, que ha encontrado su configuracién también en tant {que un arte determinado y en tanto que una politica, sin que uno de éstos causara inmediatamente el otro. 29 De este mode, estas analogs sociolgieas_contesbuyen nes de formes sotologiens, El mado en que se eomporten te individaos ys grupos los unos respecto de los’ otros, vl modo en qitc se comporta el individito con su grupo, el mous tos sociales como tales; ete es quinds el auténtieo acont Ias otras provinelas culturales,entonces la verdad de esta sc dia por cambios sociologicos que desde si determinan de igual mod todas las demas configuraciones culturales; que tambicn felaciones y transformaciones de la estructura paramente $0 Giolégies, ia cusl representa Ta ultima instancla hist6riea.y debe configurar todos los demas contenidos de Ta vida, sit por muy penetrado por la soctabilidad que esté todo punto fe las esferas econdinica y espirtusl, de las esferss politica ¥ jariea, c= mis, de Ins esferss relgiosa y caltaral en gene Fal esta determinacien de cada tno de estos puntos se adapta en el mareo del experimentar vivencial leno. otras deter Minaciones que proceden de otras dimensiones, Sobre todo 2 aquellas de la objetividad pura. Es siempre un aconteck Fsioldgieo, el que porta el desarrollo de las Tuerzas sociales Yel que a través de su propio cardcler, sus leses y su logica Inaniiene este desarrollo dentto de dirceciones y Himites, de {erminados. Todo trabajo social que se consuma sobre alga hia materia debe sujetarse a st Iegalidad natural, toda reall Inciones, a leyes del pensamfento y comportamientas. de ob jetos; toda serie de creaciones en un smbito artistico o pol tir de las relaciones objetvas de sus contenidos: crechmemto, der humano posibiita dar aqui pasos completamente arbitra 240 intesis arbitrarias, sino que este poler certs fégica interna de fa misma cosa, Ve este modo, podria construirse la historia det ste cv iu desarrollo completamente comprensible en x miele jciera desilar a las obras de arte por si soln y om ‘iis forma completamente anénima en su ordenacién tem rail y evolucién estilistica; del mismo modo, si se hiciera de Iikat el desarrollo del derecho comp la sucesién de las institu ciones y leyes, y a la produecién cieutifiea en virtud del mero cnsarzamiento, histérico o sistemviticu, de los resultados al. canzados en ella, etc. Y, al igual que’ cuando se contempla wna cancién desde su valor musical, wia tcoria fisica desde su verdad, una maquina desde su utilidad, aqut se muestra que todo contenido vital humano, aunque se realice 610 el interior de la condicionabitidad y por metlio de fa dinémica {le la vida social, permite un modo de consideracién completa- mente independiente respecto de éstas. En et interior de la serie de las cosas mismas, y medidas Segin su propia idea, tienen un sentido, una ley, una medida de valor que esta tan to més all de Ia vida social como de Ja individual y que posibilita una constatacién propia, una comprensiéa propia, Ciertarente, también esto es una abstraccisn frente a la rea: lidad plena, ‘pu ido objetivo se realiz por medio funicas; To que est ahi es una unidad en modo alguno aprehensible inmediata- 1 el conocer, y lo que denominamos contenido ob- jet jesde una categoria unilateral. ‘ajo la direceién de un préstamo correspondiente Ia his fa de la humanidad aparece como comportamiento y pro- individuos. As{ como se contempla la obra de arte in in puramente artistica y se Ia puede ubi. serie objetiva de los productos artisticos en general como «si hu arsela desde fa personalidad y Ia evolucién, des: tendencias de su creador, como una pulsicién 0 un resul inmediato de Ja vida individual, de cuya continuidad, visto desde esta perspectiva, no se separa de ningiin modo. Ciertos hechos culturales pueden ofrecerse a esta perspectiva mis feilmente que otros, sobre todo el arte y todo en lo que todavia es perceptible el halito de Ia creacién; pero, en prin cipio, este ser portado por el sujeto actuante 0 receptive, prototipico 0 tinico, es una de las posibilidades de traducit aguella unidad de todo produeir humano a la comprensibil ibiera cafdo del cielo», asi también puede concep. 2a 16, dad; aparece como uno dle los momentos que coactiian ev cada uno y que permite que se con! asi decirlo, un nivel sobre el que se puede proyeetar el tout £1 fin de estas explicaciones reside en el reconocimicnty de que junto a Ia vida social en tanto que fuerza fundamen tadora ¥ (drmula abarcadora de la vida de Ia humanidad, exi te todavia la devivacién e interpretacién de la iltima a patti del sentido objetivo de sus conienidos y, todavia también, partir de Ia escncia y productividad de fos individuas como ales; quizi también desde otras calegorias que hasta el mo. niento no han sido puestas de relieve resueltamente. Estos modos de fraccionamiento y construccién de nuestro vivir y crear inmediato, sentido como unidad de todo esto, residen cen el mismo estrato y tienen el mismo derecho. En consecuencia (y de esto se trata ahora) uno solo de ellos no puede pretender conducirnos al camino del conoci miento exclusive y nico suficiente, asi pues, tampoco lo pue- de aquel que esté determinado por Ia forma social de nues. tra existencia. También éste es un camino unilateral, que com plementa a los otros y es complementado por ellos. Pero, cier- famente, hecha esta salvedad, puede en principio brindar a In totalidad de Ia existencia humana una posibilidad cognosci- tiva. Los hechos tanto de la politica como de la religin, tanto de la economia como del derecho, de los estilos culturales en su totalidad y del lenguaje, e innumerables otros, pueden ser interrogados sobre cémo (mas alla de las realizaciones in- dividualmente responsables como significacidn objetivo-cési- a) cabe conceptuarlos en tanto que realizaciones del sujeto sociedad, sobre como eabe representarlos en tanto que desa- rrollos de este sujeto; y en modo alguno convierte en ilusorio su valor cognoscitivo $i tampoco existiera una definicién ple- namente exhaustiva y plenamente indiscutible sobre la esen- cla de este sujeto. Asi pues, es una peculiaridad de nuestro espiritu el que, a partir de fundementos todavia inseguros desde wn punto de vista conceptual, pueda, sin embargo, erigir un edificio segu- ro: Tas constataciones fisicas y quimicas no sufven por la 0s- curidad y problematicidad del concepto de materia, las juridi= cas no sufren por Ia disputa sobre Ia esencia del’derécho ¥ sus tiltimos fundamentos, las psicolégicas no sufren por el hecho de que la wesencia del alma» nos sea completamente incierta. Por consiguiente, si se cmplea el «método sociolézi- co» para desarrollar la caida del Imperio Romano 0 las rela 242 ‘ines entre religidn y economfa en Ios grandes pulls ili punto de vista cultural, para desarroliar el suryinies Hel pensamiento alemsin sobre el Estado nacional o el ie tlnusinio del estilo barroce, esto es, si tales acontecticntins ‘chidiis apasecen como adiciones de contribuctones indifeven ables, como resultados de la interaccién entre individuos, ‘cao estadios vitales de unidades grupales supraindividuales crtonces pueden caracterizarse estas investigaciones dirigidas sqm ef método sociolégico come suciologia, Pero a partir de estas invcsligaciones, en virtud de una shstraccién ulterior gue bien se puede caracterizar como re- wsltado de una cultura cientifica altamente diferenciada, se alva un grupo de problemas de naturaileva socioldgica en sen- lido estricto. En efecto, si todos los hechos elvetivos, posi- bles, de la vida son considerados a partir def hecho de que se consuman en el interior de un grupo social y a trav’s de entonces debe haber comunidades de su cousumacion ( bien, conforme a las distintas circunstancias, no en todas par tes fas mismas), rasgos caracteriolégicos que se dibujan a partir, y slo a partir, del hecho de que la vida social se mucs- va como origen 0 sujeto de aquellos acontecimientos. Aqui se encuadran preguntas como ésta: zen los desartollos his téricos de los tipos mas diferentes, desarrollos que sélo coin ciden en su serportades por sendos grupos, cabe encontrar tuna ley comin, un ritmo sélo reducible a este hecho? Adem: se incluyen en esta categoria preguntas como aquellas por las. condiciones del poder de los individuos. Otra pregunta que se yergue frente a todos los estados y acontecimientos socio- ccolectivos, segiin el valor, re las exleriorizaciones co- rrespondientes que tienen su origen inmediatamente en los individuos? gQué diferencias de nivel, medidas con relacion a cualquier patrén ideal, existen entre’ los fendmenos sociales y los individuates? Desde otro punto de vista, la abstraccién cientifica todavia extiende una linea a través de Ia plena conerecién de Ios fe menos sociales. Todos aquellos hechos sociales, como ya ha sido mencionado, no son sdlo sociales; es siempre un con tenido objetivo de tipo sensible o espiritual, técnico 0 fisio ogico, el que es portado, 0 producido, o propagado sociaInen te, y asi resulta la imagen global de ia vida social, Pero est conformacién social de tales contenidos debe ser, en efecto, 2S también susceptible de investigacién por sf en una cienei. conforme a la divisién del trabajo, precisamente al igual « Ja abstraceion yeomctrica investiga las meras formas ciales de Jos cuerpos, que, en efecto, existen empiricamcut s6lo como formas de contenide material, Si se puede decir sociedad es Ia interaccién entre individuos, entonc« bir law lurmas de esta interaceién seria tarea de Ia cies cia de la sociedad en el sentido mas estricto y més auténticn de «sociedacls, Si el primer cfrculo de problemas era satist ccho por toda la vida histérica en tanto que esta socialmente conformada, pero abarcando siempre a esta sociabilidad en su tolalidad, este segundo circulo es satisfecho por las mis mas formas que a partir de la mera suma de hombres vivien- jacen sociedad y sociedades. ia Investigacion (podrfa denomindrsela la «sociologi puras) entresaca de los fenémenos el momento de la socia Mizacién, separada inductiva y psicolégicamente de la multi plicidad de sus contenidos y fines que por sé aim no son sociales, al igual que la gramética aisla las formas puras del Tenguaje de los contenidos en los que estas formas son vivien tes. De hecho, en grupos sociales, que segiin sus fines y su significacién total son los més diferentes que quepa pensar, encontramos los mismos modes formales de comportamiento de los individuos entre si. Autoridad y subordinacién, com: petencia, imitacién, division del trabajo, formacién de parti. dos, representacién, simultaneidad de Ja agrupacién hacia el interior y de la cerrazén hacia el exterior, e innumerables hhechos similares se encuentran tanto en una sociedad estatal como en una comunidad religiosa, tanto en una banda de conspiradores como en una cooperativa econémica, tanto en tuna escuela artistica como en una familia, Por muy variados que sean también los intereses a partir de Ios cuales se Tlega fen general a estas socializaciones, las formas en las que éstas se consuman pueden ser, sin embargo, las mismas. Y por otra parte, el mismo interés por lo que hace al con- tenico puede presentarse en socializaciones configuradas de formas muy diferentes; por ejemplo, el interés econémico se realiza Lanio por la competencia entre los productores como por la organizacién planificada, tan pronto por la cerrazén frente a otros grupos econdmicos, tan pronto por la anexién a ellos; los contenidos vitales religiosos, permaneciendo idén- ticos por lo que hace al contenido, exigen en un momento dado una forma de comunidad liberal, en otro una centrali- 24 za; los intereses que estén a Ja base de las relaciones entre fos sexos se satisfacen en una multiplicidad de formas fami linres apenas abarcable con la mirada, ete. Asi pues, al igual que la forma en ia que se consuman los unsis divergentes contenidos puede ser idéntica, ast también puede, a la inverse, mantenerse Ia materia prima, mientras ela comunidad de individuos que la porta se mucve on a multiplicidad de formas; por lo que Ios hechos, a pesar de que forma y materia en su dacién conforman una unidad indisoluble de la vida social, legitiman su separacién para al- canzar Ja meta del problema sociol6gico: la constatacién, la ordenacién sistemética, Ta fundamentacion psicalégi desarrollo histérica de las formas puras de la soci La sociologia no es aqui una ciencia especial seatin sus obje. tos, como stcedfa en el primer grupo de problemas, pero si Jo es sogiin su unilateralmente delimitado modo de plantear el problema frente a estos objetos. ‘Las actitucles frente a los hechos dados que reclama tadio actual de la cioncia hacen adn distinguible, por timo, un tercer dmbito de preguntas sobre el hecho sociedad, Estas actitudes intentan campletar por medio de hipétesis y espe culeciones el earécter inevitablemente fragmentario tanto de esta como de aquella realidad empirica, hasta lograr una ima- gen global cermada; ordenan los acontecimientos casticamen- te azarosos en series que siguen una idea o tienden a un fin; preguntan cémo el indiferente desenvolvimiento nomol6sico: natural de los acontechmientos daria lugar a un sentido de los fenémenos particulares o del todo; afirman o dudan (resultan- do uniformemente de ambos hechos una Weltanschauung supraempirica) que en todo este juego de los fendmenos so. clohistéricos habita una significacién religiosa, una relacién cognoscible o vislumbrable con el fundar fisieo del En especial, surgen aguf preguntas como éstas: ges Ia so- ciedad el fin de ia existencia b es un medio para el individuo? {Reside el valor definitivo de la evelucién social en Ia formacién de Ia personalidad o en In de Ia asociacién? gExisten sentido y fin en general en las figuras sociales como Tales, © se realizan estos conceptos sélo en las almas indivi duales? gMuestran los estadios tipicos evolu dades una analogia con las evoluciones que hubiera una formula o ritmo genérico de des neral (por ejemplo, el cambio de diferenciacién ¢ inte} que se manifieste wniformemente tante en los hechos socist como en los nisteriales? ¢Estin dir movimicuts oe el y fa, estan wins gidos por motivos materiales © por motivos ideoldgicos? 0) viemente, este tipo de preguatas stable por el cs mino de fn consiatacion d bien, de ts lerpretacién y explicacia rducir To relative y prob menic soviet a una vision diferentes thos constatados v, por est nitico de Ja realidad mers jobal que no entra en competenci: fe @ necesidades completames! Las grandes urbes y Ia vida del espiritu Los més profundos problemas de la vida moderna manan dle la. pretensién del individuo de conservar Ta autonomia y peculidridad de su existencia frente a la prepotencia de la sociedad, de To histéricamente heredado, de la cultura externa y de la técnica de la vida, (la Ultima transformacién alcanza- Ug de la lucha con la naturaleza, que el hombre primitive hive que sostener por su existencia corporal), Ya se trate de Ja Hamada del siglo xvusr a la liberacién de todas las liga yones histéricamente surgidas en el Estado y en la religidn, en Ia moral y en Ta economia, para que se desarrolle sin frabas la originariamente naturaleza buena que es Ia misma en todos los hombres; ya de la exigencia det siglo x1x de jun- tar a Ie mera libertad fa peculiaridad conforme a la division del trabajo del hombre y su realizacién que hace al individuo particular incomparable y lo mss indispensable posible, pero ‘que por esto mismo Io hace depender tanto mas estrechamen- te de la complementacién. por todos los demas; ya vea Nietzsche en la Iucha més despiadada del individuo 0 ya vea cl socialismo, precisamente en Ia contencién de toda compe tencia, Ia condicién para el pleno desarrollo de Ios individuos; en todo esto acttia el mismo motivo fundamental: Ia resisten- del individuo a ser nivelado y consumido en un mecanismo técnico-social. Alli donde son cuestionados tos productos de Ja vida especificamente moderna segiin su interioridad, por ast decirlo, el cuerpo de Ta cultura sein su alma (tal y como testo me incumbe a mi ahora frente a nnestras grandes ciuds- Ges), alli debera investigarse la respuesta a la ecuacién que tales figuras establecen entre los contenidos individuales de Ta vida y los supraindividuales, las adaptaciones de la_perso: alidad por medio de las que se conforma con las fuerzas son externas. frindamento psicolégico sobre el auc se alza el tipo de ades urbanitas es el acrecentamiento de la vida tiene su origen en el ripido e ininterrampido fesiones internas ¥ externas. EV hombre es tun ser de diferencias, esto es, su-conseiencia es ostimutadt por Ia diferencia entre la impresién del momento y la impre: 27 sién precedente. Las impresiones persistentes, la in cancia de sus diferencias, Iag regularidades habituales de °1 transcurso y de sus oposiciones, consumen, por asf « menos conseiencia que la x4pida aglomeracién de im cambiantes, nienos que ef brusco distanciamiento em cuyo it terior lo ‘barca con Ia mirada es la imprevisibit esiones qe se imponen, En tanto que la gran urbe cre mente estas condiciones psicolégicas (a cada paso pw! el tempo y Jas multiplicidades de la vida econ mica, profesional, social), produce ya en los fundamentos sew soriaies de la vida animica, en el quantum de consciencia que a causa de nuestra organizaciin como seres « profunda oposiciéa Freate a la pequetia ci eatapo, con el ritmo de su imagen senso-espi nds lenta, més habitual y més re Je diferencia, w dad y ritual de Ta vida que fluye galas ‘A partir de aqui se torna conceptuable ef carfcter intel tualista de la vida animica urbana, frente al de la pequefia eludad que se sittia mas bien en el sentimiento y en las rela conforme a la sensibilidad. Pues éstas s¢ enrafzan en Jos estratos mis inconscientes del alma y crecen con Ia mayor rapidez en Ja tranquila uniformidad de costambres. ininte- rrumpidas, Los estratos de nuestra alma transparentes, cons cientes, mis superiores, son, por el contrario, el lugar del en tendimiento, E] entendimiento es, de entre nuestras fuerzas criores, Ia mis capaz de adaptacién; por lo que sélo el nntimiento més conserva tiene que acomodarse mismo ritmo de los fenémenos. De este modo, el tipo del vrbanita (que, naturalmente, se ve afectado por cientos de modificaciones individuales) ‘se crea un Organo de defensa rent arraigo con el que Je amenazan Jas corrientes ¥ ise ‘su medio ambiente externo: en Iugar_de con el sentimiento, reacciona frente a éstas en lo esencial con. el entendimiento, para el cual, el acrecentamiento de la cons: 1 igual que produjo la misma causa, procura la pi rrogativa animica. Con esto, la reaccién frente a aquellos némenos se traslada al érzano psiqico menos perceptible, distante al maximo de Ia profundidad de Ja personalidad. Esta racionalidad, reconocida de este modo como un pre- servative de la vida subjetiva frente a la viol cindad, se ramifica en y con miiltiples fené res, Las grandes ciudades han sido desde tiempos inmemo ales la sede de la economia monetaria, puesto que la multi 248 én del intercambio econémico propor bio una importancia a Ja que no hw icra Hogado en Ia exeasez del trueque campesino, Pero eco- y dominio del entendimiento estin en Ia ties profunda in. Les es comtin Ja pura objetividad en M1 trato Gon hombres y cosas, en el que se empareja a mente ‘lu una justicia formal con una durcza despiadada. EI hombre 2s indiferente frente a todo Io auténtica pues a partir de esto resultan relacio: renocfones que no se agotan con el entendimiento Iégico ( Gisamente come en e} principio del dincro no se presenta Ia inndividualided de los fenémenos). Pues cl dinero sélo pre ainta por aguello que les es comiin a todos, por el valor de cambio que nivela toda cualidad y toda peculiaridad sobre Ja base de la pregunta por ef mero cunto. Todas Ins relacio- hes animicas entre personas se fundamentan en su indivi mientras que las relaciones conforme al cntendi con los hombres como con ntimeros, como fentos en si indiferentes que solo tienen interés por in objetivamente sopesable; al igual que el ur- la con stis proveedores y sus clientes, sus six tncnte indivi I, en contraposicién con el caracter del circulo mds pe quefio, en ¢ || inevitable conocimiento de las individual ‘produce .0 modo inevitablemente una colors cidn det comportamiento plena de sentimiento, un més alld fe sopesar objetivo de prestacién y contraprestacién, Lo esencial en el dmbito psicolégico-econémico es aqui que relaciones més primitivas se produce para el cliente que Enearga la mereancia, de modo que prodiuctor y consumidor se conocen mutuamente, Pero Ja moderna gran ciudad se nu- tre casi por complete de Ia produceién para el mercado, esto cs, para consnmidores completamente desconocidos, que nun- ca entran en la esfera de acciGn del auténtico productor. En virtud de esto, el interés d stidos adquicre wna ab- jetivid ca entendimiento caleulador econémico no debe temer ninguna desviacién por Jos imponderables de las relaciones personales. Y, e mente, esto esté en tna interaccién tan estrecha con la economia monetaria, Ia cual domina en las grandes civ y hia eliminado aqué los wiltimos restos de la. produccidn propia y del intercambio inmediato de mercancias y roduc: ada vez mas de dia en dig el trabajo para clientes, que naclie 29 ya no alcanzan reacci6n alguna, asf también Jas impresiones més anodinas, en virtud de Ia velocidad y divergencias de sus cambios, arrancan a Ja fuerza a los nervios respuestas tan violentas, Tas arrebatan aqui y allé tan brutalmente, que al: canzan sts tiltimas veservas de fuerzas y, permaneciendo en cl mismo medio ambiente, no tienen tiempo para reunir una nueva reserva, La incapacidad surgida de este modo para reaccionar frente a nuevos estimulos con las energlas ade: cuadas a ellos, es precisamente aguella indolencia, que real- jente muestra ya cada nifio de la gran ciudad en compara- cién con nifios de medios ambientes mas tranquilos y més libres de cambios, Con esta fuente fis indolencia vrbanita se rea ne Ia otra fuente que fluye en Ja economia monetaria. La esen- cia de Ia indolencia es el embotamiento frente a las diferen: cias de las cosas, no en el sentido de que no sean percibidas, como sucede en el caso del imbécil, sino de modo que la sig nificacién y ef valor de las diferencias de las cosas y, con ello, Jas cosas mismas, son sentidas como nulas, Aparecen al indo: lente en una colovacién uniformemente opaca y grisécea, sin presentar ningtin valor para ser preferidas frente a otras, Este sentimiento animico es el fiel reflejo subjetivo de la econo- mia monetaria completamente triunfante. En la medida en ue el dinero equilibra uniformemente todas las diversidades de las cosas y expresa todas las diferencias cualitativas entre ellas por medio de diferencias acerca del cudnto, en la me dida en que el dinero, con su falta de color e indifer erige en denominador comwiin de todo valor, en es se convierte en el nivelador mas pavor Dlemente el nicleo de las cosas, su peculiaridad, su valor es pecifico, su_incomparabilidad. ‘Todas nadan con el mismo peso especifico en la constantemente mévil corriente del di nero, residen todas en el mismo nivel y sélo se diferencian por el tamafio del trozo que cubren en éste, En algdn caso particular, esta coloracién, © mejor dicho decoloracién, de 8 cosas por medio de su equivalencia con el dinero, puede ser imperceptiblemente pequefia; pero en la relacién’ que el rico tiene con los objetos adquiribles con dinero, es mé z4 ya en el cardcier global que el espiritu publico otorga ahora en todas partes a estos abjetos, se ha acumulado en magnitudes sumamente perceptibles, Ins grandes ciudades, en Jas que en tanto que se- des principales del tréfico monetario Ia adquiribilidad de las 252 cosas se impone en proporciones completamente distintas de Jo que lo h mis pequefias, son también los autenticos parajes de la indolencia, En. ella se encumbra en. cierto modo aquella consecucncia de Ia aglomeracion de hom bres y cosas que estimula al individuo a su mis elevada pres. tacién nerviosa; en virtud del mero c ntitativo de las mismas condiciones, esta consecuencia cae en stu x tremo contrario, a saber: en este peculiar fendmeno adapta vo de Ia indolencia, en el que los nervios descubren su dltima posibilidad de ajustarse a los contenidos y a Ia forma de vida de Ta gran ciudad en el hecho de negarse 9 reaccionar frente a ella; el automantenimiento de cicrias naturalezas al precio de desvalorizar todo el mundo objetivo, lo que al final des: morona inevitablemente la propia personalidad en um sen miento de igual desvalorizacion. ‘A la par gue el sujeto tiene que ajustar completamente nsigo esta forma existencial, su automantenimiento frente ran ciudad le exige un comportamiento de naturaleza no menos negativo. La actitud de los urbanitas entre si puede carscterizarse desile una perspectiva formal como de reserva, Si al contacto constantemente externo con innit merables personas debieran responder tantas reacciones. in- ternas como ca Ia pequefia ciudad, en la que se conoce a todo el mundo con el que uno se tropieza y se tiene una re lncién positiva con cada uno, entonces uno se atomizaria in. famente por completo y cacria en una constitucién ani mica completamente inimaginable. En parte esta circunstar- cia psicoldgica, en parte el derecho a la desconfianza que tenemos frente a los elementos de la vida de la gran ciudad que nos rozan ligeramente en efimero contacto, nos obligan f esta reserva, a consecuencia de Ja cual a mentido ni siquie- a conocemos de vista a vecinos de afios y que tan a menudo nnos hace parecer a los ojos de Jos habitantes de las ciudades sino me equivoco, la cara interior de esta reserv terna no es sélo la indiferencia, sino, con mas frecuenci Ja que somos conscientes, una silencigsa aversidn, una extra jerla y repulsién mutua, que en el mismo instante de un con tacto mis cercano provocado de algun modo, redundaris iw mediatamente en odio y lucha, Toda la organizacién inter na de un trifico vital extendido de semejante modo descauns: fen una plataforma extremadamente variada de simpativs, 1 diferencias y aversiones tanto del tipo mas breve cone ‘lel ya no alcanzan reaccién alyuna, asi también Jas impresion mas anodinas, en virtud de Ia velocidad y divergencias de s cambios, arrancan a la fuerza a los nervios respuestas (4 violentas, las arrebatan aqui y allé tan brutalmente, que al canzan sus ltimas rescrvas de fuerzas y, permaneciendo ci el mismo medio ambiente, no tienen tiempo para reunir un. nueva reserva. La incapacidad surgida de este modo pars reaccionar frente a nuevos estimulos con las energias ade cuadas a ellos, es precisamente aquella indolencia, que real mente muesira ya cada nifo de la gran ciudad en compar: cién con nifios ‘de medios ambientes mas tranquilos y mis libres de cambios. Con esta fuente fisioldgica de Ia indoles ne fa otra fuente que fluye en la economia monetaria, La esen cia de la indolencia es el embotamiento frente a las diferen cias de las cosas, no en el sentido de que no sean percibidas, como sucede en el caso del imbécil, sino de modo que la sig ificacion y el valor de las diferencias de Tas cosas y, con ello, '$ cosas inismas, son sentidas como nulas, Aparecen al indo. lente en una coloracién uniformemente opaca y grisécea, sin presentar ningtin valor para ser preferidas Frente a otras, Este sentimiento animico es el ficl reflejo subjetivo de fa econo mia monetaria completamente triunfante, En la medida en el dinero cquilibra uniformemente todas las diversidades de las cosas y expresa todas las diferencias cualitativas entre ellas por medio de diferencias acerca del cudnto, en la me dida en que el dinero, con su falta de color e indiferencia, se erige en denominador comin de todo valor, en esta medida, se convierte en el nivelador mas pavoroso, Socava irremedia blemente ef nticleo de Ias cosas, su peculiaridad, su valor es- pecifico, su_incomparabitidad. Todas nadan con el mismo peso especifico en la constantemente mévil corriente del di= nero, residen todas en el mismo nivel y sélo se diferencian por of tamafto del trozo que cubren en éste, En aletin caso. particular, esta coloracién, o mejor dicho decoloracién, de Ins cosas por medio de su’ equivaiencia con el dinero, puede ser imperceptiblemente pequefia; pero en la relacién que el rico tiene con los objetos adquiribles con dinero, es més, qui- ya en el cardcter global que el espiritu ptiblico otorga ahora en todas partes a estos objetas, se ha acumulado en magnitudes sumamente perceptibles. Por esto las grandes ciudades, en las que en tanto que se- des principales del trifico monetarig la adquiribilidad de las 252 éwsas se impone en proporciones completamente sfidintr sb fo que lo hace en relaciones més pequems, som Lambie te uuslenticos parajes de la indotencia, En ella se en nists om tierto modo aquella consecuencia de Ia aglonnetsi wit ol bres y cosas que estimula al individuo a su mas clevin tnci6a nerviosa; en virtud del mero crecimiento cutis dle las mismas condiciones, esta consecuencia cae eu sit « Iremo contrario, a saber: en este peculiar fendmeno adaptti vo de la indolencia, en el que los ncrvios descubren su ultima posibilidad de ajustarse a los contenidos y a Ia forma de vida de Ja gran ciudad en el hecho de negarse a reaccionar fren! a ella; el automantenimiento de ciertas naturalezas al pr de desvalorizar todo el mundo objetivo, o que al final des- morona inevitablemente Ia propia personalidad en un senti miento de igual desvalorizacion. A la par que el sujeto tiene que ajustar completamente consigo esta forma existencial, su automantenimiento frente fa la gran ciudad le exige un comportamiento de naturale social no menos negativo. La actitud de los urbanites entre si puede caracterizarse desde una perspectiva formal como de reserva, Si al contacto constantemente externo con inn merables personas debieran responder tantas reacciones in termas como en Ia peguefia ciudad, en Ia que se conoce a 4] mundo con el que uno se tropieza y se tiene una re lacién positiva con cada uno, entonces uno se atomizaria in- ternamente por completo y caeria en una constitucién ani mica completamente inimaginable. En parte esta circunstan- cia psicologica, en parte el derecho a la desconfianza que tenemos frente a los elementos de la vida de la gran ciudad ‘que nos rozan ligeramente en effmero contacto, nos obligan esta reserva, a consecuencia de Ia cual a menudo ni siquic- ra conocemos de vista a vecinos de afios y que tan a menudo hhos hace parecer a los ojos de los habitantes de Ias ciudades pequelias como frios y sin sentimientos, ‘Si, si no me equivoco, la cara interior de esta reserva ex: terna'no es s6lo la indiferencia, sino, con mas frecuencia de Ja que somos conscientes, una silenciosa aversién, una extran- jeria y repulsién mutua, que en el mismo instante de un con: facto mas cercano provocado de algin modo, redundaria in mediatamente en odio y lucha. Toda la organizacién inter na de un trifico vital extendido de semejante modo descaincr en una plataforma extremadamente variada de simpatias, in diferencias y aversiones tanto del tipo mas breve como ‘Wel 25% més duradero, La esfera Je Ia indiferencia no es aqui tn frande como pares supe a actividad te st mila s6lo en uns indilerencia, De hecho, esto altimo hos fa tan anlinatural como insoportable la vagdedad de wa Peligros de la wran cudad nos protege la antipatia, el esta Gio tents y previo dst antagontsne pics. ha ‘antpat ter Hlevado a abo este spo de vidar su thediday sus mer tlas, el titmo de st sorsit-y denaparecer, las forinas en kas due es satisfecha, todo esto forma junto con los motives uni ficadores en sentido estscto el todo inseparable de la cont sign ocultay aparece’ de nuevo como forma o topaje de una esencla espirtual de la gran ciudad mucho més general, Con- fiere al individuo una especie y una medida de libertad per sonal para las que en ottas telaciones no hay absolutamente se encuentra tanto en las formaciones histéricas, Ciara las "que se estin configurandg en ef presente, es éste: un tea clreulos colindantes, exttafos 0 de alsin mado antago. histas, pero en esta medida con una union lanto més esife cha en st mismo, que solo permite al miembro individual un cullares y movimientos libres, de los que es responsable por exige un estricto establecimiento de fronteras_y usa unidad ceatripela y no puede por ello conceder al individu libertad y pecullaridad de desarrollo interno y extern ‘A partir de este estadio, lav lucién social se encamina 254 J mismo tiempo hacia dos direccioies. sdetnites 4. cue sn hayan, que se corresponden. En la mevtcka cn sy ot oti cece (numérica, espacialmente, en significarnoi y +m wut vitafes), en precisamente esia medida, sc relaja car wintst interna inmediata, la agudeza de stu originaria delimit wo Irente a otros grupos se suaviza por medio de relacionw 1 ciprocas y conexiones; y al mismo tiempo, el individay ane tuna libertad de movimiento muy por encima de la primer v imitacién, y una peculiaridad y especificidad para ta gue la divisidn dei trabajo ofrece ocasidn e invitacién en los grupos que se han tornado mas grandes. Segin esta formula se han desarrollado el Estado y el cristianismo, los gremios y los partidos politicos y otros grupos innumerables, a pesar, haturalmente, de que ins condiciones y fuerzas especificas del grupo particular modifiquen el esquema general. Pero también me parece claramente reconocible en el desarrollo de la individualidad en el marco de Ja vida de Ia ciudad. La vida de la pequefa ciudad, tanto en la Antigiiedad como en la Edad Media, ponia al individuo particular barre ras al movimiento y relaciones hacia el exterior, a Ia autono- mia y a la diferenciacién hacia el interior, bajo'las cuales el hombre moderno no podria respirar. Tncluso hoy en dia, el trbanita, trasladado a una ciudad pequefia, siente un poco Ia echez, Cuanto mis pequeiio es el circulo que con- forma nuestro medio ambiente, cuanto mas limitadas las re: ss que disuelven las fronteras con otros circulos, tan to mas recelosamente vigila sobre las realizaciones, 1a’ con- duccién de la vida, los sentimientos de individuo, tanto més temprano una peculiaridad cuantitetiva 0 cualitativa havia saltar en pedazos e] marco del todo. Desde este punto de vista, la antigua Polis parece haber te. nido por completo el cardctér de la pequefia ciudad, La cons- tante amenaza a su existencia por enemigos cercanos y lejanos provoes aquella rigida cohesién en las relaciones politicas y militares, aquella vigilancia del ciudadano por el ciudadano, aquel celo de la totalidad frente al individuo particular, cuya vida particular era postrada de este modo en una medida tal respecto de la que él, a lo maximo, podia mantenerse median- te el despotismo sin dafio alguno para su casa. La inmensa movilidad y agitacién, el peculiar colorido de la vida ate- hiense se explica quizds a partir del hecho de que un pueblo de personalidades incomparablemente individuales. luchase contra la constante presién interna y externa de una desindi celosa 255 vidualizadora pequefia ciudad. Esto produjo una atmésfera de tensién en la que lus més débiles fueron postrados y los més fuertes fueron excitados a la apasionada autoaiirmacion, Y, precisamente con esto, alcanz6 en Atenas st estado fore ciente aquello que, sin poder describirlo exactamente, debe caracterizarse como «lo general humano» en el desarrollo espiritual de nuestra especie. Pues Gsta es fa conexidn cuya validez, tanto objetiva como histérica, se afirma aqui: los contenidos y formas de la vida, mas amplios y mis generales, estan ligados interiormente con las mas individuales; ambos tienen su estadio previo co- iin 0 tainbién su adversario comiin en formaciones y agru- paciones angostas, cuyo automantenimiento se resiste lo mis- imo frente a ja amplitud y generalidad fuera de ellas como frente al movimiento ¢ individualidad libres en su Asi como en el feudalismo el hombre «libre» era aquel que estaba bajo el derecho comin, esto es, bajo el derecho del ‘eirculo social mas grande, pero no era libre aquel que, bajo exclusién de éste, solo tenia su derecho a partir del estrecho cireulo de una liga feudal, asi también hoy en dia, en un sen- tide espivituaiizado y refinado, el urbanita es’ «libre» en contraposicién con las pequefieces yp men al habitante de la pequeiia ciudad. P diferencias recfprocas, las condicione de los circulos mas grandes, no son sobre la independencia det individuo en ningim caso mis fuertemente que en Ia densisima muchedumbre de la gran ciudad, puesto que la cercania y la estrechez corporal hacen tanto mas visible Ia distancia ‘spiritual; evidentemente, ef no sentirse en determinadas circunstancias en ninguna otra parte tan solo'y abandonado como precisamente entre la mu: Chedumbre urbanita es s6lo el reverso de aquella libertad, Pues aqui, como en ningtin otro lugar, no es en modo alguno necesario que la libertad del hombre se refleje en su sent miento vital como bienestar. No es s6lo la magnitud inmediata del Ambito y del maime- ro de hombres fa que, a causa de la correlacin hist6rico- mundial entre cl agrandamiento del cireulo y Ia libertad per- sonal, internoexterna, convierte a la gran ciudad en la sede de lo ultimo, sino que, entresacando por encima de esta vaste dad visible, las grandes ciudades también han sido las sedes el cosmopolitismo, De una manera comparable a la forma de desarrollo del capital (més alld de una cierta altura el patri- 256 monio acostumbra a erecer en progresiones siempre mis ri ides y como desde si mismo), tan pronto como ha sido tras asada una cierta frontera, las perspectivas, las relaciones econémicas, personales, espirituales, de la ciudad aumentan como en progresiéa geométrica; cada extensién suya aleanza da dindmicamente se convierte en escalén, no para una exte siGn semejante, sino para una préxima mas grande, En aque Hos hilos que teje cual arafia desde s{ misma, crecen entonces como desde si mismos nuevos hilos, precisamente como en el marco de la ciudad el unearned increment de la renta del sue- lo proporciona al poseedor, por el mero aumento del trafico, ganancias que crecen completamente desde si mismas. En este punto, la cantidad de la vida se transforma de una manera muy inmediata en cualidad y carscter. La esfera vital de la pequefia ciudad esta en Jo esencial concluida en y con ssigo misma, Para Ia gran ciudad es decisivo esto: que sti vida. interior se extienda como crestas de olas sobre un dmbito nacional o internacional mas amplio. Weimar no constituye ningtin contraejemplo, porque precisamente esta signilicacion suya estaba ligada a personalidades particulares y murié con cllas, mientras que la gran ciudad se caracteriza precisamente por su esencial independencia incluso de las personalidades particulares mas significativas; tal es la contraimagen y el precio de la independencia que el individuo particular distru- ta en su interior ‘La esencia mis significativa de 1a gran ciudad reside en este tamatio faicional mas alld de sus fronteras fisicas: y esta virtualidad ejerce de nuevo un efecto retroactivo y da fa su vida peso, importancia, responsabilidad. As{ como un hombre no finaliza con las fronteras de su cuerpo o del mbi- to al que hace frente inmediatamente con su actividad, sino con la suma de efectos que se extienden espacial y tempo- ralmente a partir de ol, asi también una ciudad existe ante todo a partir de la globalidad de los efectos que aleanzan des. de su interior mas alld de su inmediatez. Hste es su contorno real, en el que se expresa su ser, sto ya indica que hay que entender Ia libertad individual ¢l miembro complementador légico e histérico de tal ampli ud, no en sentido negative, como mera libertad de movi miento y supresiéa de prejuicios y estrechez de miras; lo cesencial en ella es, en efecto, que la especificidad e incomp rabilidad que en definitiva posce toda naturaleza en lyin lugar, se exprese en la configuracion de la vida. Que sigstnu, 1. las eyes de Ia propia naturaleza (y esto es, en efecto, Ia libertad), se torna entonces por vez primera, para nosotros para otros, completamente visible y convincente cuando las exteriorizaciones de esta naturaleza también se diferencian, le aquellas otras; ante todo nuestra intransformabilidad en otros demuestra que nuestro tipo de existencia no nos es impuesto por otros, ‘Las ciudades son en primer Iugar las sedes de Ja mis ele- rada divisién del trabajo econdmica; producen en su marco Tenémenos tan extremos como en Paris la beneficiosa profe- siGn del Quatorziéme: personas, reconocibles por un letrero) en sus viviendas, que se preparan a la hora de la comida con fas vestimentas adecuadas para ser répidamente invitadas allf donde en sociedad se encuentran 13 a la mesa, Exactamente in, ofrece la ciudad cada vex mii las condiciones decisivas de la divisién del trabajo: un freu- To que en virtud de su tamafio es capaz de absorber una plura- ralidad allamente variada de prestaciones, mientras que al mismo tiempo la aglomeracién de individuos y su lucha por el comprador obliga al individuo particular a una especializa- cin de la prestacién en la que no pueda ser suplantado fa cilmente por otro. Lo decisive es el hecho de que Ja vida de la ciudad ha transformado Ja lucha con Ia naturaleza para la adquisicion, de alimento en una lucha por los hombres, el hecho de que Ja ganancia no la procura aqui Ia naturaleza, sino ef hom- bre, Pues aqui no sdlo fluye la fuente precisamente aludida de ia especializacién, sino la mas profunda: el que ofrece debe buscar provocar en el cortejado necesidades siempre nuevas y especiiicas. La necesidad de especializar la presta- cién para encontrar una fuente de ganancia todavia no ago- tada, una funcién no facilmente sustituible, exige la diferen- ciacién, refinamiento y enriquecimiento de las necesidades del piiblico, que evidentemente deben conducir a crecientes diferencias personales en el interior de este piblico. 'Y esto conduce a Ia individualizacién espiritual en sentido stricto de los atributes animicos, a la que la ciudad da oca- sidn en relacién a su tamafio. Una serie de causas saltan a la vista, En primer lugar, la dificultad para hacer valer Ia pro- pia personalidad en Ia dimensién de la vida urbana. Alli don. de el crecimiento cuantitativo de significacién y energia Mega fa su Kimite, se acude a Ia singularidad cualitativa para asi, por estimulacién de Ja sensibifidad de Ia diferencia, ganar por sf, 258 de algiin modo, la consciencia del cfreulo social: fo que enton: ces conduce finalmente a las rarezas mas tendenciosas, a las extravaganelas especificamente urbanitas del serespecial, del capricho, del preciosismo, cuyo sentido ya no reside en modo alguno en los contenidos de tales condiictas, sino sélo en st. forma de serdiferente, de destacarse y, de este modo, ha cerse-notar; para muchas naturalezas, al fin y al cabo, el'tini co medio, por el rodeo sobre la consciencia del otro, de sal- var para si alguna autoestimacién y la conseiencia de ocupar un sitio, En ef mismo sentido actéia un momento insignifican- te, pero cuyos efectos son bien perceptibles: Ia brevedad y rareza de los contactos que son concedidos a cada individue particular con el otro (en comparacién con el trafico de la pequefia ciudad). Pues en virtud de esta brevedad y rareza surge Ia tentacién de darse uno mismo acentuado, compacto, Ip mis caractersticamente posible, extraordinariamente mu cho més cercano que alli donde un reunirse frecuente y pro longado proporciona ya en el otro una imagen inequivoca de Ja personalidad, Sin embargo, la razén més profunda a partir de la que precisamente Ia ‘gran ciudad supone el impulso hacia la exis tencia personal mis individual (Io mismo da si siempre con dorecho y si siempre con éxito) me parece ésta: el. desarrollo de las culturas modernas se caracteriza por la preponderancia de aquello que puede denominarse el espiritu objetivo sobre 1 subjetivo; esto es, tanto en el lenguaje como en el derecho, tanto en las téenicas de produccién como en el arte, tanto en. la ciencia como en los objetos del entorno cotidiano, esta ma- terializada una suma de espiritu cuyo acrecentamiento diario sigue el desarrollo espiritual del sujeto sélo muy incom- pletamente y a una distancia cada vez mayor. Si, por ejem- plo, abarcamos de una ojeada la enorme cultura que desde hace cientos de afios se ha materializado en cosas y conoci mientos, en instituciones y en comodidades, y comparamos con esto el progreso cultural de los individuos en el mismo tiempo (por los menos en las posiciones mas elevadas), se muestra entonces una alarmante diferencia de crecimiento entre ambos, es mis, en algunos puntos se muestra mis bien un retroceso de la cultura del individuo en relacién 2 Ia espiritualidad, afectividad, idealismo. Esta discrepancia es, cn lo esencial, el resultado de la creciente divisién del trabst jo; pues tal divisién del trabajo requiere del individuo parti cular una Fealizacién cada vez més unilateral, cuyo nisin crecimiento hace atrofiarse bastante a menudo su personali- dad en sit tofalidad. En cualquier caso, frente a la prolifera: cién de Ta cultura objetiva, el individuo ha crecido menos y menos, Quizé menos conscientemente que en la praxis y en Tos oscuros sentimicntos globales que proceden de ella, se ha reducido a una quantité négligeable, a una particula de polvo frente a una enorme organizacién de cosas y procesos que poco a poco le quitan de entre las manos todos los progresos, espiritualidades, valores y que a partir de Ta forma de la vida subjetiva pasan'a la de una vida puramente objetiva. Se requiere s6lo Ta indicacién de que las grandes ciudades son los auténticos escenarios de esta cultura que crece por encima de todo lo personal. Aqui se ofrece, en construcciones y en centros dacentes, en las maravillas y comodidades de Jas téenieas que vencen al espacio, en las formaciones de Ia vida comunitaria y en las instituciones visibles del Estado, tuna abundancia tan avasalladora de espiritu cristalizado, que se ha tornado impersonal, que In personalidad, por ast de- cirlo, no puede sostenerse frente a ello, Por una parte, Ia vida se Ie hace infinitamente mis facil, en tanto que se le ofrecen desde todos los lados estimutos, intereses, rellenos de tiempo yy consciencia que le portan como en una corriente en Ia que apenas necesita de movimientos natatorios propios. Pero por otra parte, 1a vida so compone cada vez més y mas de estos contenidos y ofrecimientos impersonales, los cuales quieren eliminar las coloraciones e incomparabilidades auténticamen- te personales; de modo que para que esto més personal se salve, se debe movilizar un maximo de especificidad y pecu: liaridad, se debe exagerar esto para ser también por si misma, aunque s6lo sea minimamente, La atrofia de la cultura indi- Vidual por Ia hipertrofia de Ia cullura objetiva es un motivo del furioso odio que los predicadores del mas extremo indi vidualismo, Nietzsche el primero, dispensan a las grandes cit dades; por lo que precisamente son amados tan apasionada. mente en las grandes ciudades, y justamente aparecen a los ojos de los urbanitas como los heraldos y salvadores de su insatisfechisimo deseo. En In medida en que se pregunta por la posicién histori cca de estas dos formas del individualismo que son alimenta- as por las relaciones cuantitativas de la gran ciudad: Ja in- dependencia personal y la formacién de singularidad perso- nal, en esta medida, ia gran ciudad alcanza un valor com- pletamente nuevo en la historia mundial del espfritu. El si- 260 glo xvrit encontré al individuo sometido a violentas ataduras de tipo politice y agrario, gremial y religioso, que se habian vuelto completamente sin sentido; restricciones que imponian los hombres a la fuerza, por ast decirlo, una forma antina- tural y desigualdades ampliamente injustas. En esta situa cién surgié la Tamada a la libertad y a la igualdad: la creen- cia en Ja plena libertad de movimiento del individuo en todas las telaciones sociales y espirituales, que apareceria sin ps dida de tiempo en todo corazén humano noble tal y como Ja. naturaleza a ha colocado en cada uno, y a la que la sociedad y la historia s6lo habian deformado, Junto a este ideal det li deralismo crecié en el siglo x1X, gracias al romanticismo y a Goethe, por una parte, y a la division del trabajo, por otra, lo siguiente: los individuos liberados de las ataduras histéri- cas se querian también diferenciar los unos de 10s otros. El portador del valor hombre» no es ya el chombre general» en cada individuo particular, sino que precisamente unicidad ¢ intransformabilidad son ahora Ios portadores de su valor. En. la lucha y en los cambiantes entrelazamientos de estos dos modos de determinar para el sujeto su papel en el interior de la totalidad, transcurre tanto la historia externa como la terna de nuestro tiempo, TEs funcién de Jas grandes ciudades prover el lugar para la lucha y el intento de unificacién de ambos, en tanto que sus pecullares condiciones se nos han manifestado como oca- siones y estimulos para el desarrollo de ambos. Con esto al- canzan un fructifero lugar, completamente tinico, de signif caciones incalculables, en él desarrollo de la existencia ant se revelan como una de aquellas grandes figuras his -as en las que las corrientes contrapuestas y abarcadoras de la vida se encuentran y desenvuelven con los mismos dere: cchos. Pero en esta medida, ya nos resulten simpéticas 0 anti- Paticas sus manifestaciones particulares, se salen fuera de la esfera que conviene a la actitud del juez frente a nosotros. En tanto que tales fuerzas han quedado adheridas tanto en la raiz como en Ia cresta de toda vida histérica, a la que nosotros pertenecemos en la efimera existencia de una cdl Ja, en esta medida, nuestra tarea no es acusar o perdonar, sino tan sélo comprender.” * El contenido de este ensayo, por su misma naturalera, no so re monta a una Hteratora aduelble. Ta fundamentacton y-explicacion fs principales pensammientos histrico-culturales estd dada en mie sophie des Geldes.

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