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ERIA PORRUA 'ESDE 1900 la par que singular historiador, tiene en La #igua_su obra mis conocid Esta ob Roma como de los. problema religion y del derecho. De Coulanges alcanza en el campo de los juristas una relevancia singular debido a la ag jones, a la profundidad con que analiza los an recedentes de la legislacién, por la concatenacién que encuentra entre los hechos y las creenci La lectura de esta obra es de enorme actualidad porque la profundidad con que calé en el mundo an- le permitié a su autor sentar principios validos para varias fe los libros més bel sentimiento, de em hacen que la lectura se deslice placenteramente, < 5 x E Z < a < A > o < 4 ®@ EDITORIAL PORRUA MERICO, FUSTEL DE COULANGES LA CIUDAD ANTIGUA ESTUDIO SOBRE EL CULTO, EL DERECHO Y LAS INSTITUCIONES DE GRECIA Y ROMA ESTUDIO PRELIMINAR ve DANIEL MORENO. EDITORIAL PORRUA AV. REPUBLICA ARGENTINA 15. MEXICO attr “SEPAN CUANTOS. Nom. 181 LA CIUDAD ANTIGUA ganz1912 FUSTEL DE COULANGES LA CIUDAD ANTIGUA ESTUDIO SOBRE EL CULTO, EL DERECHO Y LAS INSTITUCIONES DE GRECIA Y ROMA ESTUDIO PRELIMINAR DE DANIEL MORENO DECIMOTERCERA. EDICION EDITORIAL PORRUA AV, REPUBLICA ARGENTINA, 15. MEXICO, 2008 y Quat Primera edicién, 1864 Primera edicién en la Coleccidn “Sepan cuantos...", 1971 Copyright © 2008 La versién, el estudio preliminary las caracteristicas de esta edicién son propiedad de EDITORIAL PORRUA, 8.A. de C.V, — 2 ‘Av. Repaiblica Argentina, 15, 06020 México, D. F Queda hecho el depésito que marca la ley Derechos reservados ISBN 970-07-8779-9 Ruistica ISBN 970-07-3847-7 Tela IMPRESO EN MEXICO PRINTED IN MEXICO ESTUDIO PRELIMINAR La incomprensiOn del presente nace fatalmente de la igno- rancia del pasado. Pero no es, quizis, menos vano esforzarse por comprender el pasado sino Se sabe nada del presente. En otto lugar he recordado esta anéedota: en ciera ocasién acompana- ba yo en Estocolmo a Henri Penne. Apenas habiamos llegado cuando me pregunt6: "zQué vamos a ver primero? Parece que hay lun ayuntamiento completamente nuevo. Comeneemos por verlo.” Y¥ despoés atiadié, como si quisiera evitar mi asombro: “Si yo fuera un antiouario sélo me gustaria ver las cosas viejs. Pero soy historiadory por eso amo la vida” Esta facultad de eaptar lo vivo es, en efeeto, la cuslidad dominante del historiador. No nos ‘dejemos engaitar por ciertafraldad de estilo; los mis grandes ‘entre nosotros han poseido esa cualidad: Fustel o Maitland a su Tanera, que era mis austera, no menos que Michelet. Quizd esta facultad sea en su principio un don de las hadas, que nadie pretenderia adgurirs1 no lo encontré en la euna. (Bloch, nira- ducciin a la Historia) Haan transeurrido més de tres décadas desde que escuché, por vez primera, el nombre de Fustel de Coulanges: lo pronunciaba, con grandes clogios,el doctor Miguel Galindo, quien en 1937 nos exponia, en la Escuela Secundaria y Normal de Colima, la cétedra de Literatura Espaiiola e Hispa- noamericana. Adems de las explicaciones dedicadas a la preceptiva, buena parte de la clase estaba dedicada a lecturas y al conocimiento de autores clasicos, tinica forma —segiin el autor de una Literatura Mexicana y de ‘numerosas obras sobre Colima— de poder comprender las bellezas lite- rarias; también, procedimiento indispensable para llegar a escribir media- hamente, © aun Hlegar a ser un buen eseritor. Pocos afios después, en 1940, ingresé a la Facultad Nacional de Derecho yy Ciencias Sociales y nuevamente tuve oportunidad de escuchar las reco- mendaciones para la lectura de La ciudad antigua, recomendaciones que Partian de los labios de uno de los més ilustres maestros que ha tenido la Universidad Nacional: don Antonio Caso, quien en su clase de Sociologia afirmaba que uno de los grandes sociélogos, al par que singular historia- dor, era precisamente el autor de tal libro. En tales condiciones, del cono- cimiento de algunos trozos escuchados en las lecturas de Colima, pasé a | obra completa. En la propia escuela de Leyes, en mas de una ocasién ¥ A diversos maestros, entre los que recuerdo a Recaséns Siches y a don _ > ae vit LA CIUDAD ANTIGUA ‘Atenedoro Monroy, segui escuchando la recomendacién de egar a una fuente tan amena, al par que erudita, para conocer los sistemas sociales de los pucblos antiguos, tanto Roma como Grecia; y de paso, tener una nocién cabal de los problemas sociolégicos derivados de la religién y del Derecho. Los afios pasaron y ya, profesional del Derecho, tuve ocasién de saborear, con mayor cultura, os profundos estudios que contiene una obra que parece més bien literaria, debido a la singular calidad con que fue escrita, Fustel de Coulanges, Numa Denys, demuestra que se puede ser erudito y, sin embargo, manejar el lenguaje con a mayor elegancia lite- raria, Por ello, al entregar estas notas para la difusién masiva de su obra ‘més conocida, a través de la ya benemérita de la cultura popular Editorial Pornia, lo hago haciendo ahisién a las principales calidades del autor de La ciudad antigua, como socidlogo, como historiador y como jurist EL SOCIOLOGO Muy dificil resulta que alguien no pueda coincidir en los términos que hallamos en la Introduceién a La ciudad antigua. Estudio sobre el culto, el Derecho, las instituciones de Grecia y Roma, cuando el autor puntua- liza la necesidad de estudiar las mas antiguas creencias de los antiguos para conocer sus institucfones. A continuacidn precisa el famoso historia dor francés sus finalidades: “Nos proponemos mostrar aqui segrin qué principios y por qué reglas la sociedad griega y la sociedad romana se han gobernado. Asociamos en el mismo estudio a romanos y griegos, porque estos dos pueblos, ramas de una raza y que hablaban dos idiomas formados de una misma lengua, han tenido también un fondo de instituciones comunes y han soportado una serie de revoluciones semejantes.” Patrafos adelante examina la importancia de las nociones y las com- paraciones que realiza, al sostener que los errores sobre estos antiguos pueblos no carecen de peligro: “La idea que se han formado de Grecia y Roma ha perturbado frecuentemente a nuestras generaciones. Por haber observado mal las instituciones de la ciudad antigua, se Ia ha creido resu- citar entre nosotros. Se ha formado una ilusién sobre la libertad entre los, antiguos, y sélo por eso ha peligrado la libertad entre los modemos. Nuestros ‘ochenta jiltimos aiios han demostrado claramente que una de las grandes dificultades que se oponen a Ia marcha de la sociedad modema, es el habito por ésta adquitide de tener siempre ante Tos ojos lx antigtedad sriega y romana.” ESTUDIO. PRELIMINAR * No debemos olvidar que Fustel escribia en la séptima década de la pasada centuria, de manera que al referirse a los iltimos ochenta afios, €staba aludiendo a los tiempos inmediatos a la Revolucién Francesa, ala intensidad de ésta y a sus consecuencias: el imperio de Napoleén Bonaparte, Ja caida de la monarquia borbénica en Francia y la restauracidn; la llegada de Ia dinastia orleanista y, inalmente, la presidencia y luego el imperio de Napoteén III, bajo cuyo reinado escribia Fustel y en cuya época aparecie- ron sus primeros trabajos y su libro més lefdo. No es por demas que para 1864, fecha de aparicién de su obra bisica, ya habia comenzado Ia inva- sién napoleénica en México y las tropas francesas se hallaban enfrascadas en el establecimiento, al cobijo de las armas de Francia, de un imperio en ‘América, que seguramente para los sofiadores de aquella aventura, podrian set los polos, con el imperio de don Pedro en el Brasil, de una decisiva y defintiva influencia de Europa y el sistema monérquico en las tierras ‘de América. En esos mismos afis, los primeros de Ia séptima década, los Estados Unidos se habfan enredado en una terrible guerra, que ponia en peligro la unién norteamericana. Solamente la tenacidad de Lincoln y la industralizacién del norte de aquel pais, permitieron la subsistencia de tal nacién bajo una sola bandera Por tanto, los ochenta afios a que alude Fustel de Coulanges, y que de una manera tan répida se pueden mencionar, significan, para Ia Europa en la que se habia desarrollado la vida del historiador francés, una serie de cambios profundos en el devenir de aquellos pueblos, que hasta esa fecha eran los rectores de los destinos de la Humanidad, al punto que po- dian considerarse como amos absolutos de tales destinos, Los acontecimien- tos. de I segunda mia de I psada centura, demuestran que se habin equivocado, Aqui es pertinente sefialar que en el mismo aiio en que nacié Fustel de Coulanges, en 1830, el mundo pasaba por gravisimos trastornos poli- ticos y sociales. Sin hacer alusién mas que a los principales, es pertinente recordar que ese afio fue de luchas tremendas, con gran participacién del Pueblo, que hicieron temer a las clases burguesas de Francia una nueva revolucién, pues Paris, que era el corazén de esa gran nacién, padeci6 esas luchas populares, lo que produjo la abdicacién de Carlos X, de la antigua Casa de Borbén, para dejar el paso a Luis Felipe I, de Orleans, como rey de Francia. Mas los disturbios se presentaron no solamente en Paris, sino en los Principales paises europeos: hubo trastornos populares en Alemania, que none se enontraba atin lejos de su inegracion nacional, pero que ya habia dado muestas, aunque parezea contradictorio, bajo la influensi de las invasiones de Bonaparte a principios del siglo, de un anhelo por lograr by Quattrococodrilo x LA CIUDAD ANTIGUA Ja unidad, Por otra parte, hubo también graves levantamientos en Bruselas, que llegaron a producir la independencia de Bélgica. Carlos de Talleyrand, cl famoso diplomatico francés tanto de Napoledn como de los Borbones, ha dejado en sus Memorias testimonios indubitables de esos fenémenos politicos. Particularmente en la independencia de Bélgica, la mano del jus- tamente llamado “Mago de la diplomacia napoleénica” tuvo determinante participacién, En la misma fecha asciende al trono de Inglaterra Guiller- mo IV; se produce In famosa conferencia de Londres, que reconoce la Independencia de Grecia. De todos es conocida la romantica aventura de Lord Byron, como insurgente en las luchas libertarias de a antigua Hélade, que culminaron en este aflo con la libertad oficialmente reconocida Mas no solamente en Europa se producen graves acontecimicntos en el afio del nacimiento de Numa Denys, sino también en otros sitios del ‘universo: en Africa del Norte, ya en plena expansién imperialista la Europa Occidental, los franceses inician la conquista de Argel y parte del norte afticano, No hay que olvidar que apenas un aflo antes, Ia Rusia zarista se Tanzaba sobre Turquia, aunque en tal afio se concertaba la paz de Andriné- polis Por lo que se refiere a nuestra América, 1830 era también un afio clave, Lograda la independencia del Imperio Espaitol, nos hallamos en la caida de los grandes libertadores y de quienes intentaron construir una ‘América grande y unida, cuyas fronteras llegaran desde las Californias, tentonces todavia formando parte de México: Colorado, Arizona, Nuevo ‘México, Texas, hasta la Patagonia. Mas el proceso de disgregacién se i ciaba y en buena parte iba a quedar concluido en la propia década: inicia- 4a con la disolucién de la Gran Colombia, en la que los espariles de Ecua- dor y Venezuela cercaban su feudo, en tanto que el otro miembro de quella vigorosa entidad, 1a antigua Nueva Granada, se convertia en 1a ‘nueva Colombia, con Santander, el llamado “hombre de la Ley”, asi tuvie~ ra entre sus hazatias el intento de asesinato del gran Simén Bolivar. Esa mma década ocurririan las luchas fratricidas entre los miembros de la ‘antigua Capitania General de Guatemala, convertida en Republica Federal ‘de Centroamérica; mas el suefio de Morazén no se cumpli6, y os cons- tabularios de Carrera y sus secuaces dieron al traste con tan noble pro- yeoto, También la Confederacién Peruanoboliviana, que encabezd el ex- ‘waordinario mestizo, mariscal Andrés de Santa Cruz, heredeto cn buena parte de los suefios bolivianos, recibié golpes de muerte, infortunadamente Por aquellos que debieron haber luchado por su permanenci EI mismo afio del nacimiento, apenas precedido en escaso tiempo por la iniciacién de una de las grandes obras lterarias, la Comedia Humana, Yr ESTUDIO. PRELIMINAR x del fabuloso Balzac, que principia en 1829, nos encontramos la polémica cientifica entre el gran Cuvier y Saint-Hilaie, en tomo a las teorias tran formistas. También 1830 vio la aparicién de los Principios de Geologia, de Lyell; y algo de singular trascendencia para el mundo de las letras, la publicacién de Hernani, del novelist francés Victor Hugo, considerada por muchos como el inicio casi oficial de un capitulo fundamental de la literatura europea, que pronto se expandié por todo el mundo: el roman- ticismo. Tal vez seria pertinente afladir que al ao siguiente hay trastornos en Italia, Polonia, que es convertida en provincia rusa, en tanto que estalla Ia guerra egipcio-turca. La imagen intemacional se completaria si preci samos que en nuestro continente apenas si el Brasil tiene una continuidad relativamente institucional, pues en 1831 Pedro Il se convierte en empe- rador de la antigua gran colonia portuguesa. Solamente de paso apuntamos que nuestro pais se halla en plena anar- quia en estos afios, con las pugnas entre federalistas y centralistas, por un lado, y la de yorkinos y escoceses, logias masGnicas, por la otra. Si en 1823 habia sido fusilado Iturbide, el principal consumador de la Inde- pendencia mexicana, cuyo sesquicentenario parece que se va a celebrar en. este ato con cierta timidez; el afl de 1831 es asesinado el general Vicente Guerrero, quien como principal jefe insurgente intervino en nuestra inde- pendencia. Tal crimen fue resultado de la reaccién militarista de Jalapa, iriunfante el aio anterior, que habia derribado a Guerrero, presidente de Ja Repiblica Sefalados los principales acontecimientos histéricos y culturales en tomo a la fecha del nacimiento de Fustel, retornaremos a ubicar su perso- nalidad como socilogo. Nacido el aio en el que Augusto Comte comienza sus cursos de filosofia positiva, Fustel de Coulanges va a resultar uno de Jos més eminentes sociélogos de su tiempo; y sus libros pueden ser leidos todavia con provecho por los profesionales de esta disciplina. Sus campos ‘més importantes fueron la religién y el culto, las insttuciones familiares y de la propiedad. Pensamos que si nuestros idedlogos de la pasada cen- ‘uria hubieran tenido el conocimiento sociolégico que Fustel difundi6, pero 8 los que ya otros pensadores como Montesquieu habian hecho asedios, ro se hubiera producido un conflicto tan tremendo como el que ocurrié centre la Iglesia y el Estado mexicano, De la importancia de las creencias nos dejé paginas magistrales, de Jas que nos petmitimos recoger algunos parrafos para que los lectores de nuestros dias, aficionados o no a los problemas sociales, ubiquen el Pensamiento del gran historiador francés, que seguramente ain puede iluminar problemas; de otra manera nos parecerian abstrusos y oscuros. En la introduceién a La ciudad antigua nos dice oy Qua | xi LA CIUDAD ANTIGUA “Los grandes cambios que periédicamente se manifiestan en la cons- titucidn de las sociedades, no pueden ser efecto de la casualidad ni de Ja fuerza sola, La cause que los produce debe ser potente, y esa causa debe de residir en el hombre. Si las leyes de la asociacién humana no son las mismas que en la antigiledad, es que algo ha cambiado en el hombre. En efecto, tenemos una parte de nuestro ser que se modifica de siglo en siglo: es nuestra inteligencia, Siempre esti en movimiento, casi siempre en progreso, y, a causa de ella, nuestras instituciones y nuestras leyes estén sujetas al cambio”. Luego concluye en la siguiente forma: “Hoy ya no piensa el hombre lo que pensaba hace veinte siglos, ¥ por es0 mismo no se gobiema como entonces se gobernaba. He aqui, en unas cuantas lineas, una serie de definiciones doctrinales, de teflexiones de filosofia politica y de sociologia aplicada, que conside- ramos siguen teniendo validez. En ia continuidad de su propio pensamien- to, allade con agudeza: “La historia de Grecia y Roma es testimonio y ejemplo de la estrecha relacién que existe siempre entre las ideas de la inteligencia humana yy el estado social de un pueblo. Reparad en las instituciones de los an- ‘iguos sin pensar en sus ereencias, y las encontraréis oscuras, extravias, inexplicables. ;Por qué los patricios y los plebeyos, los patronos y los clientes, los eupétridas y los tetas, y de dénde proceden las diferencias nativas e imborrables que entre esas clases encontramos? {Qué signi- fican esas instituciones lacedeménicas que nos parecen tan contrarias 1 Ia Naturaleza? ¢Cémo explicar esos caprichos del Derecho privado: fen Corinto, en Tebas, prohibicién de vender a tierra; en Atenas, en Roma, desigualdad en la sucesién entre el hermano y la hermana? {Qué entendian los jurisconsultos por agnacién, por gens? {Por qué esas revoluciones en la politica? {En qué consistia ese patriotismo singular que a veces extinguia los sentimientos naturales?” “Todas estas interogantes tienen amplia respuesta en Ia obra de Fustel; explicaciones magistales. Si entre nosotros mismos, nos hubigramos acer~ cado a la instituciones de nuestros indios con espritu de honradez y con pleno conocimiento de sus costumbres y el por qué de ellas, no se hubie- ran cometido las aberraciones que, aun en un régimen como el revolucio- nao, surpido del movimiento democritico y amnado del sehor Francisco 1 Madero, y consolidado tal movimiento y las instituciones nuevas que de 1 surgieron; no se hubieran cometido los graves errores, aun con la mejor intencién, como en los gobiernos de Obregén y del radical general Car- denas, si se hubiera tenido un mejor conocimiento de la organizacién social y religiosa de las antiguas comunidades y seiorios indigenas. Por ello no ESTUDIO PRELIMINAR xm podemas menos de puntualzar el gran interés de Ins ideas del autor que prologamos. Por cierto que muchas de las insitaciones siguen siendo con- Figeradas, equivocadamente, de Roma y Grecia, aun por especialistas, {quienes carecen del conocimiento que, no obstante la difusién del manejo de as ideas, ereencias e instituciones de ellas, se ha hecho. Del propio Fustel son las siguientes palabras: “ {Qué se entendia por esa libertad de que sin cesar se habla? ¢Cémo ces posible que hayan podido establecerse y reinar durante mucho tiempo institueiones que tanto se alejan de la idea que hoy formamos de cllas? {Cuil es el principio superior que les ha otorgado su autoridad sobre el espiritu de los hombres?” “Pero, frente a esas instituciones y a esas leyes, colocad las creen- cias: los hechos adquiriran en seguida mas claridad, y la explicacién se ofiecerd espontineamente. Si, remontando a las primeras edades de esta, raza, es decir, al tiempo en que fundé sus instituciones, se observa la jdea que tenia del ser humano, de la vida, de la muerte, de la segunda cxistencia, del principio divino, adviértese una relacién intima entre estas opiniones y las reglas antiguas del Derecho privado, entre los ritos, que emanaron de esas creencias y las instituciones politicas.” Efectivamente, cuando se hace la comparacién de las creencias y de las leyes de los pueblos antiguos de la Hélade y de los primeros tiempos romanos, se advierte que fueron principios religiosos los que establecieron el matrimonio, los rangos de parentesco, la autoridad paterna, al mismo tiempo que consagraba plenamente los derechos de propiedad y de la herencia, “Muchos de los conceptos y de las instituciones de los antiguos sola- ‘mente se pueden explicar a través de las creencias y, ya mejor organizados, de la religién. Asi, cuando examinamos una de las instituciones fundamen- tales del mundo antiguo, que llegé casi inedlume hasta nuestros dias, como es el referente a la propiedad. Tal vez una buena explicacién de la crisis dela propiedad cn nuestros dias, tanto en los paises capitalistas como en los socialistas, através de diversos procedimientos, pero en todos gravan- do seriamente esta institucién, o limitindola por diversos caminos, se en- cuentre en la diversa aetitud que muestra el hombre modemo ante la reign. Por ello nada mejor que recordar lo que de manera indubitable puntualiz6 nuestro autor: “Fue la religién, y no las leyes, lo primero que garantiz6 el derecho de propiedad, Cada finca estaba al cuidado de las divinidades domés- ticas que la guardaban, cada campo tenia que estar rodeado, como hemos vvisto que sucedia con la casa, por una cerca que Ia separaba comple- by Quattrococodrilo TT xiv LA CIUDAD ANTIGUA tamente de las posesiones de las demés familias”. A continuaciOn, pera que se advierta que no se trataba de unos limites, precisa: “Ia eerea no era precisamente un muro de piedra; bastaba una zona de tierra de algunos pies de ancho que debia quedar inculia, sin que el arado la to- case. Este espacio era sagrado, y la ley romana io delaraba imprescrip- tible, porque pertenecie a la religién, En ciertos y determinados dias del res y del aio, el padre de familia daba la vuelta su campo siguiendo aquella finca; y Nevando delante las victimas y cantando himnos, ofre- cia los saerificios. Con esta ceremonia ereia atraer la benevolencia de sus dioses para su campo y su casa, y sobre Jodo, consignaba su derecho de propiedad paseando su culto doméstico por su predio.” Agui advertimos que no se trata propiamente de actos juridicos en el sentido modemo del Derecho positivo; no son actos apegados a la ley; sino «que fundamentalmente se atienen al concepto y a las pricticas re “De trecho en trecho colocaba sobre los limites de éste algunas piedras ‘grandes 0 troncos de arboles que se Ilamaban ¢érminos, y puede compren- derse lo que significaban aquellas sefales y las ideas que a ellas se aso- ciaban, por el modo con que le piedad de los hombres las colocaba.” Viene a continuacién la descripcién de las ceremonias, segtn el antiguo Siculo Flacco: “He aqui la préctica que seguian nuestros mayores: principiaban por hhacer un hoyo y, poniendo en su orilla derecha el rérmino, lo coronaban de guirnaldas, de hierba y de flores; después ofrectan un sacrificio inmo- lando la vietima y dejando caer su sangre en el hoyo; también echaban carbones, encendidos probablemente en el fuego sagrado del hogar; tortas, frutas y un poco de vino y miel. Cuando todo se habia consumido, intro- ducian ta piedra 0 trozo de madera sobre las cenizas calientes.” La conclusién de Fustel de Coulanges, respecto a estos ritos, es Ia siguiente: “Se comprende que esta ceremonia tenia por objeto hacer del 1érmino una especie de representante sagrado del culto doméstico, tanto mas que para seguir dndole este caricter, cada afto se renovaba la cere monia vertiendo libaciones y recitando preces. El término colocado en tierra era, por tanto, la religién doméstica implantada en el suclo para cor signar que este suelo constituia para siempre la propiedad de la famil Mis tarde, y con la ayuda de la poesia, se considers al término como un dios distinto.” Por lo demés, este uso de lindes sagrados 0 de términos, fue una costumbre generalizads entre los pueblos indoeuropeos, Ya otros autores han seftalado que en la India ocurtia un fendmeno parecido. En la propia Roma se encontraban los precedentes entre los sabinos y los etruscos; de ‘manera andloga ocurria entre los helenos. “Una vez colocado el linde ESTUDIO PRELIMINAR xv sd postr anal slog pt aman yl sl Se eo etemeni ene mismo lap Ba pls rl Mace se explicaba en Roma con una leyenda: habiendo querido Jipiter Bose ose uns en el monte Capioino par ene all un tempt, pre imposible desalojar al Dios Término, cuya vieja tradicién demuestra cui sagrada era la propiedad, porque la inamovilidad del Dios Término significaba, sin duda alguna, la inamovilidad de Ia propiedad, Datos semejantes se encuentran en el poeta Ovidio, segiin el cual, al acercarse en demasia a otra propiedad, roturando con el arado, el dios gritaba: “Detente, Este es mi campo y aquél el tuyo.” La ley etrusca era ferminante en esta materia; y anéloga situacién se encontraba en la Hé- fade. Las consecuencias y deduccién que saca Fustel, en unas cuantas fineas, revelan hasta qué punto habia calado en el conocimiento del mundo antiguo indoeuropeo; y constituyen la mejor explicacién de lo que fue la propiedad en la antigiedad, con el profundo sentido que adquirié: “-Resulta evidente que de todas estas creencias, usos y leycs, la reli- gin ensefié al hombre a apropiarse la tierra y a mantener su derecho de propiedad sobre ella. Se comprende que tal derecho de propiedad, concebido y establecido de este modo, fuese més completo y absoluto en sus efectos de lo que ha podido serlo en las sociedades modemas, en que se funda sobre otros principios exclusivamente materialista, En este capitulo, los antiguos han dejado testimonios indubitables. En Esparta se prohibia vender, a la familia, su lote de tierra. Platén lo esta blece en su tratado de las leyes, siguiendo el uso generalizado, Fenémeno parecido se encuentra en Leucades. Mas preciso es Fidén de Corinto, al prescribir que no se alterase el niimero de familias y propiedades, fundado en Ia prohibicién de vender tierras 0 dividirlas. En las leyes de Sol6n, si no existia esta prohibicién, si existia el castigo, para el vendedor, consis- tente en la pérdida de todos los derechos de ciudadano. También Aristételes precisa que en muchas ciudades antiguas las legislaciones prohibian la venta de tiers, Prokibicién perfectamente logica, si precisamos que los, tits, el culto, en fin, Ia divinidad, no son vendibles.. Por ello, afirma Fuste: “Tales eyes no deben sorprenderos, porque si se funda la propiedad on el dee de aaj, el hombre puede cee, peo ise funda en ta religion, no; porgue la une ala tcrra en vinculo mis fuerte que la voluntad humana, Perteneciendo al dios doméstico, a la familia toda y a los descendicntes de ella, el poscedor no la tenia sino en depésito.” xv LA CIUDAD ANTIGUA Las observaciones sociolégicas se repiten en tomo a la ley, las revo. luciones y otros temas. Mas dejemos que sea el lector quien las advierta, dedicéndonos nosotros al examen de otros aspect. EL HISTORIADOR Para comprender el sentido de la interpretacién histérica, segin nues- {ro autor, que generalmente ha sido unido a los positivstas franceses, como Hipélito Taine, es pertinente recordar una reflexién que hace en el capi- tulo IX del Libro Segundo, cuando nos habla de la antigua moral de la familia: “La historia no estudia solamente los hechos materiales, el ver- dadero objeto de su estudio es el alma humana, y él debe aspirar por lo ‘mismo a conocer lo que el alma ha pensado y sentido en las diferentes ctapas de la vida de la humanidad.” Esto nos leva a recordar lo que expresa Mare Bloch en su libro Introduceién a la Historia “Esta facultad de captar lo vivo es, en efecto, la cualidad dominante del historiador. No nos dejemos engatiar por cert frialdad de estilo; los mas grandes entre nosotros han poseido esa cualidad: Fustel 0 Maitland a su manera. Quizé esta facultad sea en wn principio un don de hadas, que nadie pretenderia adquirir si no la encontré en la cuna.” Quienquiera que haya recorrido las paginas de cualquier libro de Fustel de Coulanges, comprendera fécilmente lo que Mare Bloch ha expresado. Esta facultad de captar lo vivo se encuentra altamente desarroliada en La cludad antigua: e1 hogar, el culto, los rtos, las insttuciones politcas, todo el mundo antiguo circula ante nosotros como en una cinta cinematogré- fica; con un poder descriptive que ha hecho que Grimaud, el excelente bidgrafo y critico de Fustel, nos diga, cuando hace referencia al estilo: “Si se le juzga por su tesis doctoral sobre Polibio, suftié al principio la influencia de Montesquieu. Se advierte en cada pagina la imitacién del modelo.” Despues sefiala cmo el estilo se va tornando limpido, de gran precisién, aunque con cierta debilidad. Mas esto no duraré mucho, porque poco a poco se va vigorizando, y al escribir La ciudad antigua encontra- ‘mos a Fustel “en posesién de toda su originalidad. Yano estamos en presencia de un principiante, que intenta Ia basqueda de su propio cami- no”. Ahora el propio autor nos puede servir de guia y de modelo para otros escritores, Asi lo estima Giraud y ereemos que esti en Jo justo. El propio bidgrafo apunta cémo sus profundos conocimientos de! mundo ¢ldsico le prestaron un gran servicio, por lo que Se refiee al estilo: “Parece ESTUDIO PRELIMINAR xv jegos y los romanos, con quienes M. Fustel tuvo un comercio aro, le hayan legedo sus cualidades Ia mesura, I seneillez, la que Ios tan proiongado, a forma nitida y de rigor. : : Por su parte, Albert Sorel Hlegé a decir que no habia mejor escritor historia que Fustel de Coulanges. Se llegé a estimar que se convirtié de hii que no buscaba la ttorica nel rlegi, pero ue habia udquirido el lenguaje del sabio, entiquecido con una especie de elegancia distinguida, en la que campean Ia frescura y el encanto. IE] mismo Giraud estimaba que le distineién parecia dimanar de su presencia exterior: “en su cuerpo latgo y flaco; en su frente amplia y alta, fn su nariz afilada; en sus ojos pequefios y vivos, en su voz débil, pero clara y fina”. Esa distineién la llevé a la forma de escribir, por lo que La ciudad antigua es uno de los libros mas bello. ‘Uno de los mejores capitulos es el destinado al patriotismo y al des- tierro, donde al par que encontramos al historiador, se perfila ei hombre ‘modemo, tanto como jurista que como iedlogo politico. Al discern las formas que asumia el patriotismo en el mundo de los antiguos, afirma con toda precision: “La palabra patria significaba, entre los antiguos, la tierra de los padres, terra patria, La patria de cada hombre era la parte de suelo que su religién doméstica o nacional habia santificado, la tierra donde repo- ssaban los huesos de sus antepasados, y ocupada por sus almas. La patria cchica era el recinto familiar con su tumba y su ferritorio marcado por Ja religidn. ‘Tierra sagrada de la patria’, decian los griegos. No era ésta tuna vana frase, Este suelo era verdaderamente sagrado para el hombre, pues estaba habitado por sus dioses. Estado, Ciudad, Patria; estas pala- bras no eran una abstraceién, como entre los modernos; representaban con fidelidad un conjunto de divinidades locales, con un culto cotidiano y ereencias arraigadas en el alma.” No ha sido, pues, ociosa la afirmacién que hemos recogido de Fustel para conocer su interpretacién de la historia: el historiador debe “aspirar ‘conocer lo que el alma ha pensado y sentido en las diferentes etapas de la vida humana”. Por tanto, también io que apuntibamos de Mare Bloch: cualidad fundamental en la vida y en la obra del autor de Ia historia de las instituciones politicas de Francia, fue la de captar lo vivo. Por ello su obra esti impregnada de pasidn y sentimiento, de emocién, que hacen que la lectura se deslice placenteramente Lo que no hizo Fustel y nosotros puntualizaremos en unos pérrafos ‘vomplementarios, para mejor comprensin de sus ideas, es hacer referencia al nacionalismo y al patriotismo; mas no al nacionalismo agresivo, sino al oy Quattr cocodnio XVlL LA CIUDAD ANTIGUA constructivo, tal como cristaliz6 en la centuria pasada. Uno de los clési- cos, que no deja de tener ciertas afinidades con Fustel, es el famoso Renén, quien sostiene que Ia base de Ia nacién se encuentra en la voluntad. Expresa el famoso filésofo francés: “Una nacién es un alma, un principio espiritual, Dos cosas que, a decir verdad, no forman ms que una sola, constituyen esta alma, este principio espiritual. La primera se encierra en el pasado; la segunda pertenece al presente. La una es posesién en comiin de un rico legado de recuerdos; la otra es el consentimiento actual, el deseo que perma- nnezea intacta la herencia recibida con el caricter de indivisa..” Luego affade Io siguiente: “El culto de los antepasados es el més legitimo de todos, ya que ellos nos han hecho tal como somos. Su heroico pasado, sus grandes hombres; su gloria (la justa y legitima), tales el capital social con que se funda una nacionalidad. Poseer glorias comunes en el pasado y una voluntad comiin en el presente; haber realizado conjuntamente grandes empresas; querer seguir emprendiéndolas; he aqui las condiciones ese ciales que caracterizan a un pueblo...” Para concluir con sus més cono ddas expresiones: “La existencia de una nacién es un plebiscito ininte- rrumpido, del mismo modo que Ia existencia del individuo es una afirmacién perpetua de vida.” Lo anterior no significa que el patriotismo, en el antiguo sentido ex- presado por griegos y romanos, que tan bien ha puntualizado Fustel de Coulanges, no siga siendo valido en términos generales. Por su parte, un autor moderno, Del6s, que es quizé quien con mayor profundidad ha analizado esta cuestién, nos dice: “La nacién es una comunidad, y no una sociedad. Es una de las mis importantes, y quiza la ms acabada de las comunidades que hace nacer la civilizacién. El medio étnico y genético impone a los individuos men- talidad, costumbre, elementos de cultura, y éstos se imprimen como pro- yyecciones del medio sobre las conciencias individuales, despertindose Ja conciencia nacional como consecuencia de dicha aportacién histérica.” Mas volviendo a La ciudad antigua, ya encontramos el germen de sentimientos anélogos, que solamente habrin de aflorar casi veinte siglos después. En ella se dice: “Asi se explica el patriotismo de los antiguos, sentimento enérgico que era para ellos la suprema virtud, y en que venian a refundirse todas las otras. Cuanto habia de més querido para el hombre ESTUDIO. PRELIMINAR XIX a en la patria, en la cual hallaba su propiedad, su seguridad, su pete 1a fey su dog. Perdindola lo perdi todo, y ea casi imposible recy joterés privado se encontrase munca en oposicién con el piblico, Fatén dice: “La patria nos engendra, nos eria y nos educa”; y Sofoeles: La patria es la que nos conserva. ‘a pag jemplo que hemos tomado, de 1o que es el anilisishistrico- sociolégico de una institueZén 0 de un sentimiento, ya que en ocasiones te casi imposible seguir una sola clasificacién, es un indicio de la forma fn que analizaba Fustel ls instituciones. Y afirmando sus ideas de sent miento-religién, sostiene: “La patria tenia al individuo sujeto con un vinculo sagrado; debia amarla como se ama a la religion y obedecerla como se obedece a Dios. Debe uno entregarse a ella por completo, dedicarlo todo a ella, consagra doselo todo, Habia que amarla gloriosa u oscura, feliz 0 desgraciada; amar sus beneficios y hasta sus rigores. Sécrates, condenado sin razén por ella, no estaba dispensado de amarla; habfa que quererla como Abraham a su Dios, hasta sacrificare su propio hijo. Bra necesario ante todo saber morit por ella; y tanto el griego como el romano no se sentian inclinados a mo- rir por adhesin a un hombre © por punto de honor, pero por la patria daban con gusto la vida, porque atacar a su patria era atacar a su religin.” ‘De cémo nuestro autor podia analizar con toda precision cl verda- Luciano, Caron 22, "Abren fs aa de as tubes yen clas eucen fa comida los macros 2 Fest, ela: cline vocatur locus in quo ep in finer comburuaur, Pluaro, Arse, 21; ropamahel robs axoOavbveas Ext Setmov al thy Siuoroypia. * Luciano, De Hue €. 9 14 FUSTEL DE COULANGES CarituLo It EL CULTO DE LOS MUERTOS. Estas ereencias dieron muy pronto lugar a reglas de conduct, Puesto que el muerto tenia necesidad de alimento y bebida, se cone) bid que era un deber de los vivos el satisfacer esta necesidad. El cui. dado de llevar a los muertos los alimentos no se abandoné al capricho 0 a los sentimientos variables de los hombres: fue obligatorio. Asi se instituy6 toda una religion de Ia muerte, cuyos dogmas han podido ex. tinguirse muy pronto, pero cuyos ritos han durado hasta el triunfo de cristianismo. Los muertos pasaban por seres sagrados.”’ Los antiguos les otorga- bban los més respetuosos epitetos que podian encontrar: llamabanles bbuenos, santos, bienaventurados.® Para ellos tenian toda la veneracién aque el hombre puede sentir por la divinidad que ama o teme. En su pensamiento, cada muerto era un dios.” Esta especie de apoteosis no era el privilegio de los grandes hom- bres; no se hacia distincién entre los muertos. Cicerén dice: “Nuestros _ antepasados han querido que los hombres que habian salido de esta vida se contasen en el niimero de los dioses."»” Ni siquiera era nece- sario haber sido un hombre virtuoso; el malo se convertia en dios como cl hombre de bien: sélo que en esta segunda existencia conservaba todas las malas tendencias que habia tenido en la primera.” Los griegos daban de buen grado a los muertos el nombre de dioses subterraneos. En Esquilo, un hijo invoca asi a su padre muerto: “jOh ti, que eres un dios bajo tierra!” Euripides dice, hablando de Alcestes: “Cerea de su tumba el viajero se detendré para decir: Esta es ahora ® Sovov robs peBeatares fepods vopltew, Plutaco, Soldn, 21 | ™ Xphora, wéseapes,Aritieles, eto por Plutarco, Cuestén, Roman. $2; greg. — S—ndxapes x€6n01, Esquilo, Codf, 475 i * Euripides, Fenic, 1321; eis Oca. zh sdv ob eBMebeE Tpis BiboveE x86vov 8b oéBeiv Gesv—Oulsea, X, 526: edxiin Rion xhuede Oven verpav.—Esquild, Coef, 475; "\Oh bienaventurados que mors bajo la ira, eseuckad mi invocacn; vend en sozoro de vuestoshijs y concedrls la victoria!" Fn vitud de esta ida, lama Encas a su difunto padre Sancte parens. dvinus parens: Virg, Eu, V, 80; V. 47—Plutarco, Guest. rom., [4 Bebv yeqoveven tov teBvréta KEyovo.-—Comelio Nepal, Fxgmentes, XII; parentabis miht er Invocabis deum paremem. ™ Cicerén, De legibus, I, 2. | » San Agustin, Cudad de Dias, VIL, 26; IX, 11 IBRO L-CAP. IL Is LA CIUDAD ANTIGUA. “2 tos el ivinidad bionaventurada."® Los romanos daban a los muert ae ie qioses manes. “Dad a los dioses manes lo que les es debido, 0 som Ciceron; son hombres que han dejado la vida; tenedles por seres eos divinos' bas eran los templos de esias divinidades. Por eso osten- ia inscripcin sacramental Dis Manibus, y en griego @eots tian ifeaba esto que e dios vivia al enterad, Manesque ult, dice Virgilio." Ante la tumba habia un altar para los sacrifi- ies, como ante los templos de dioses.* ‘Este culto de los muertos se encuentra entre los helenos, entre los Jatinos, entre los sabinos,% entre los etruscos; se le encuentra también entre los arios de la India, Los himnos del Rig Veda hacen de él men- Gion, El libro de las Leyes de Manti habla de ese culto como del mas fatiguo que los hombres hayan procesado. En ese libro se advierte ya {que la idea de Ia metempsicosis ha pasado sobre esta antigua creencia; YJ ya antes se habia establecido la religion de Brahma, y, sin embargo, bajo el culto de Brahma. bajo la doctrina de la metempsicosis, subsiste viva e indestructible la religin de las almas de los antepasados, obli- gando al redactor de las Leyes de Manti a contar con ella y a mantener Sus prescripciones en el libro sagrado. No ¢s la menor singularidad de este libro tan extrafio el haber conservado las reglas referentes a esas antiguas creencias, si se tiene en cuenta que evidentemente fue redac- tado en una época en que dominaban creencias del todo opuestas. Esto prueba que si se necesita mucho tiempo para que las ereencias huma- has se transformen, se necesita todavia més para que las pricticas exteriores y las leyes se modifiquen. Atin ahora, pasados tantos siglos y revoluciones, los indos siguen tributando sus ofrendas a los antepa- Sados. Estas ideas y estos ritos son lo que hay de mas antiguo en la raza indocuropea, y son también lo que hay de més persistente. Epes, loses, 1015; v5 8 kos udp Soy op, nde, ob B& Boin ® Cicer, De feg, tH, 9, Vann en San Agustin, Cad de Dios, VIL, 26 Ving, Bn, 1, 54 2 Euripides, Phoyanas 96: xiBous 6 ep tv aeogpina. Elect 505510.— Wii Vi 177 Aramgue sepaler 6: Stan Mant ara, 305: Bx gemas «tz ars scrovert aes V8: Dvn esa parents cond tra mastagve szeravins ara El gramatco Nonio Morel die quel spur e lx empl ene to entiges,y en efecto, Vigo emples le palabra, empl para design I tums 0 evo que Dido erg a su espso (Et IV, 457), Phuro. Cust. rom. M4: éxt tv Seba emorpepovean, xabkrep Oxy lea cuorees wk tov maTEpOY vig Siguibtamdndos par a peda erga sobre lamba Sueono, Nev, $0), Exta palabra © cles en lay imenptonsfunerarias Ore, nis, 4521, 452, 4826, * Vain, De lingua lt, V. 74 16 FUSTEL DE COULANGES Este culto era en la India el mismo que en Grecia e Italia, El indy debia suministrar a os manes la comida, llamada sraddha. “Que el je de In casa haga el sraddha con arroz, leche, races, frutas, para staxe sobre sila benevolencia de los manes.” El indo creia que en el momenta de offecer esta comida finebre, 1os manes de los antepasados veniay a sentarse a su lado y tomaban el alimento que se les presentaba. Tamm. bign creia que este banquete comunicaba a los muertos gran regocijg “Cuando el sraddha se hace segin los ritos, los antepasados del que ofrece la comida experimentan una satisfaccién inalterable, Asi, los arios de Oriente pensaron, en un principio, igual que los de Occidente a propésito del misterio del destino tras fa muerte. An. tes de creer en la metempsicosis, que presuponia una distincién abso. {uta entre el alma y el cuerpo, creyeron en la existencia vaga e indecise del ser humano, invisible pero no inmaterial, que reclamaba de los mor. tales alimento y bebida, El indo, cual el griego, consideraba a los muertos como seres divi hos que gozaban de una existencia bienaventurada. Pero existia una condicién para su felicidad: era necesario que las ofrendas se les tribu tasen regularmente por los vivos. Si se dejaba de ofrecer el sraddha un muerto, el alma huia de su apacible mansién y se convertia en alma errante que atormentaba a los vivos: de suerte que si los manes eran verdaderamente dioses, slo lo eran mientras los vivos les hon raban con su culto.* Los griegos y romanos profesaban exactamente las mismas opinio- nes. Si se cesaba de ofrecer a los muertos la comida fiinebre, los ‘muertos salian en seguida de sus tumbas; sombras errantes, se les ofa gemir en la noche silenciosa, acusando a los vivos de su negligencia impia; procuraban castigarles, y les enviaban enfermedades o herian al suelo de esterilidad. En fin, no dejaban ningiin reposo a los vivos hasta el dia en que se reanudaban las comidas finebres.” B1 sacrificio, la ‘Leyes de Mani, 1, 95; 1M, 82, 122, 127, 146, 189, 274, 2 Este culo triduado a los muertos se expresaba en griego por ls palabras éveyi, verre, Pollux, VIN, 91; Herodot, I, 167; Plutateo, drsides, 21; Catm, 15; Passa, 1X, 13, 3. La palabra évayitos se decia de los sucrificios oftecidos a los musts Ooe a los que se ofecan alos doses del cielo; esta diferoncia ext bien indicads por Prusenion 1M, 10, ty pore Escoliast de Euripides, Fenic. 281, V, Parco: Cur. Pom, 34; pete al Evaytouobs wois wOvmxbor.. ots xa Evayioudv gtpovow a Wv eagoe > Véase on Herodot, I, 167, la historia de ls almas de los focenscs que tetornan tuna comarea entra hasia que se ks consagra un aniversrio; ay otras hisses adlogss {2 Herodoro y en Pausanias VI, 6, 7. Lo mismo en Esquil: Cltemnesra, adverts de gos los manes de Agamemnén estin iritados cont ella, se apresura a deposiar alimesjos Sobre su tumba. Véase también a eyenda romans que cuenia Ovido, aston Il 849-886 LA CIUDAD ANTIGUALIBRO 1-CAP. IL 7 ay les a libacién, los hacian volver a la tumba y | suse > atributordivinos. El hombre quedaba enton- ofrenda del gevolvian & 1ce8 6D Pee oval que se olvidaba era un ser mathechor, aquél al que 1 reposo y los con ellos. Si el mer in digs tutelar, que amaba a los que le offecian el se hana os seguatomando pare en los negocios huma- sustento, Po” Pyosempenaba frecuentemente su papel, Aunque muerto, nos, ¥ on Fonte y activo. Se le imploraba; se solictaban su ayuda ny sable Mores, Cuando pasaba ante una tumba, el caminante se paral sus eects, que eres un dios bajo tierra, seme propcio y decia: “iT, iribufan @ los arse de la influencia que los antiguos a muertos Pad de mi y de mi hermano Orestes; hazle volver a este als ee mueuo, oh padre mio, atiende mis vots al recibir mis ecient” Fotos dioses poderosos no sélo otorgan los bins materi, pet “"Dame un corazén mis easto que el de mi madre, fos pu Tamim end ie os tes ue eee {Pins familia el nimero de los hombres de bien, que haya mucho a. Pe ers mas humana, éivinizadas por la muerte, eran lo que tes griegos lamaban demonios o héroes:* Los latinos les dieron el nombre bata que voliron offal oe arias sabes tuba Eas ambi I bi sane nomi aul slate -Copsas ego angen (Pasi, ‘Toognis, ed. Welcker, v. $13, ¥ Pa ue ante oe by Quattrococodnilo 18 FUSTEL DE COULANGES de Lares. Manes,é Genios. “Nuestros antepasados, dive credo que ctsndo los mancs eran mallechore dea de Tass Tarvas, y Tos denominaban lares cuando eran benévolosy propicien En otra parte se lee. “Genio y lar es el mismo ser; asi lo han ere uss antepasados™# y en ieerén. “Lo que los gris llama lemonice, nosotros los denominamos ares." ‘ Esta religi 8 muertos parece ser la mas antigua qu. evisido enreexta raza de hombres, antes de conceit y Se eat a Indra o a Zeus, el hombre adoré a los muertos; tuvo miedo de elle Y les dirigié sus preces. Por ahi parece que ha comenzado el sent miento religioso. Quiza en presencia de la muerte ha sentido el hom Por primera vez la idea de lo sobrenatural y ha querido esperar en alge mis allé de lo que veia. La muerte fue el primer mister, puso al hombre en el camino de los demés misteros. Le hizo ‘levar Su pen: samiento de lo visible o Io invisible, de To trasitario alo etee, de CarituLo UL EL FUEGO SAGRADO chal 88d om eriego ode un romano ences un ar: en x ati que absent pcs de cnn y sues caee . ‘una obligacién sagrada para cl jefe de la casa el conservar el fuego dia y noche. ;Desgraciada la casa donde se extinguia! Tod: las noches seein Ts carbons con cena par vita que se comms Iniesen enterament; al levantarse, el primer Cuidado era reavvar ese fuego alimentindolo con algunas ramas. El fuego no cesaba de brillar tang scab revaeseno na contunbre yf en segue et nega Solon ts dhs Ve Es nos Haron inlanasteas esr vers onearite bios ingressibus domorwm vest, id est aree et foci, solent hat pio barsek a Gaia Dionisio de Hatiarmas radu Lar fanitiaris por: xa’ oixiay LA CIUDAD ANTIGUA.-LIBRO ICAP. IIL 19 ia que la familia perecia totalmente: hogar extinguido, fran expresiones sindnimas entre los antiguos.” jue esta costumbre de conservar perennemente el del Jacionaba con una antigua creencia. Las reglas y fuego (ee nese propbsto ve observaban demuestran que no era ésa los fostumbre insignificante. No era Icito alimentar ese fuego con und quer clase de madera: la religidn distinguia entre los irboles las uaa que podianemplearse en ee uso yas, qv impo tia. espe gion tambien prescrbia que este fuego debia conservarse sem a eros" fo que significaba, en sentido literal, que ninguna eosa sucia pvcharse en el fuego, y, en sentido figurado, que ningin acto cul- Te debia cometerse en su presencia. Habia un dia del afio, que entre pepromanos era el 1° de mayo, en que cada familia tenia que extinguir fuego sagrado y encender otro inmediatamente.* Pero para obtener el nuevo fuego era preciso observar ‘escrupulosamente algunos ritos. Hlabia que preservarse sobre todo de emplear el pedemal hiriéndolo con earch Los uinicos procedimientos permitidos eran concentrar en un punto el calor de los rayos solares o frotar rapidamente dos trozos de Praa madera hasta hacer brotar la chispa.®” Estas diferentes reglas prueba suficientemente que, en opinién de los antiguos, no se trataba Pamente de producir o conservar un elemento stil y agradable: aque los hombres vefan otra cosa en el fuego que ardia en sus altares. El fuego tenia algo de divino; se le adoraba, se le rendia un ver~ dadero culto. Se le ofrendaba cuanto se juzgaba que podia ser grato ‘aun dios: flores, frutas, incienso, vino. Se solicitaba su proteccién, se le creia poderoso. Se le dirigian fervientes oraciones para alcanzar de é1 esos cternos objetos de los anhelos humanos: salud, riqueza, feli- cidad. Una de esas oraciones que nos ha sido conservada en la colec- cidn de los himnos drficos esté concebida asi: “jHogar, haznos siempre florecientes, siempre dichosos; oh tii, que eres eterno, bello, jc ven, ti que sustentas, tt que eres rico, recibe con propicio corazén tar hast extinguida, Es manifiesto a en el all fails altar se rel Flimnas hom, XXIX. Hinnos dfics, LXXXIV. Hesiodo, Opera, 679, Esquilo, ‘Azam. 1086. Euripides, Hérew. Fur $03, $99. Tucdides, 1,136. Aris6fancs, Plu, 795. Ceiba, De re rast, 143. Cicerén, Pro domo. 40. Tibulo, 1, 4, Horacio, Epod., th, 43 Onidio, AA. 1,637. Virgilio, , $12. > Virgilio, Vil, 71: enti tdi. Peso, v. Felcs, luarco, Numa, 9. % Bunpides, Here. fr, 715. Catén De re rst, 143. Ovidio, Fas, Il, 658. ® Macrobio, Sanur, 1,12 % Pluateo, Numa, 9: Festo, ede. Muller, pig. 106. Ovidio, A. Af, 637; dentur in antiguas shura merumque cos. Plauto, Cout, 1 38-40; Mercator, V_4, 3, Tibulo, {3 34, Horacio, Odas, XXII, 2, 34, Catén, De re ust. 143, Pluto, Au, prélogo. 20 FUSTEL DE COULANGES nuestras offendas y danos en retomo la felicidad y la salud que es tan dulce!” Asi se veia en el hogar a un dios bienhechor que conservaba Ja vida del hombre, a un dios rico que le sustentaba con sus dones, a un dios fuerte que protegia la casa y Ia familia. Ante un peligro, se bbuscaba refugio a su lado. Cuando es asaltado el palacio de Priamo, Hécuba arrastra al viejo rey hasta el hogar: “Tus armas no podrin defenderte, le dice ella; pero este altar nos protegeri a todos.”# ‘Véase @ Alcestes, que va a morir dando su vida por salvar a su esposo. Acercéndose al hogar lo invoea en estos términos: “jOh divi nidad, sefiora de esta casa, ésta es la postrera vez que ante ti me incling y te dirijo mis ruegos, pues voy a descender donde estin los muertos, Vela por mis hijos, que ya no tendrin madre; concede a mi hijo una tiema esposa, y a mi hija un noble esposo, Permite que no mueran antes de la edad, como yo, sino que en el seno de Ia felicidad consuman, una larga existencia," >" El hogar enriquecia a la familia, Plauto, en una de sus comedias, lo representa midiendo sus dones conforme al culto que se le tributa.* Los griegos lo llamaban dios de la riqueza, z religién no ha creado la familia, pero seguramente que ella le ha da matrimonio es, pues, un acto grave para la joven, y no menos sus reglas, y de ahi que ta familia antigua haya recibido une coms ara el esposo; pues esta religién exige que se haya nacido cerca tucién tan diferente de la que hubiese tenido si tinicamente los $2 ett Para tener cl derecho de sacrificarle. Y, sin embargo, va a mientos naturales la hubiesen fundado, tsit cerca de su hogar a una extrafia; con ella hard las ceremo- La antigua lengua griega tenia una palabra muy significatv designar a una familia; se decia énictiov, palabra que significa i " niigndase bien que hablamos aqu el derecho mis antiguo, Lucg veemos antiguas leyes se medifcaron ‘erca del hogar. Una familia era un grupo de perso- nitia invocar al mismo hogar y ofrecer la antepasados.? jue esti C fe Ia religin perm Fainebre a 10s mismos CapiruLo IL EL MATRIMONIO mera insttucién establecida por la religion doméstica fue, Ssipmente, el matrimonio. + a HGoservar questa religin del hogar y de Tos antepasados, ya vn de vison en varOn, no pertenecia exclusivamente al enmujet tenia su parte en el cult, Soltera,asstia a los actos aos de su pare; casada, a los de su marido fa por eso solo se presiente el carécter esencil de la unién con- fair los antiguos. Dos familias viven una al lado de a ora, pero ones diferentes, En una de ellas hay una jovencita que, desde cia oma parte en fa religién de su padre; invoca a su hogar; fos dias le ofiece libaciones; lo rodea de flores y guimaldas en de fiesta; le implora st proteccidn; le da las gracias por sus ie Fev, 7, oun des 70 tin ws xn con tt Meat: Para designar 80 familias, dice: éybixovee tovian. La misma expre~ Plutarco, Rando, 9, an "td i Ean de Bai Vip Dy Quattrococodrilo 36 FUSTEL DE COULANGES niias misteriosas de su culto, le revelara los ritos y las formulas son patrimonio de su familia, Nada hay mas precioso que esta hereng estos dioses, estos ritos, estos himnos que ha recibido de sus pa ¢s lo que le protege en la vida, lo que le promete la riqueza, Ia felicia la virtud. Lejos ahora de conservar para si esta fuerza tutelar, con, el salvaje guarda su idolo o su amuleto, va a admitir a una mujer paq que la comparta, Asi, cuando se explora en el pensamiento de estos hombres ant guos, se observa la importancia que tenia para ellos la unién conyugg y cudn necesaria era para ésta la intervencién religiosa. gNo era pre ciso que por alguna ceremonia sagrada fuese iniciada la joven en ql culto que iba a observar en lo sucesivo? Para convertrse en sacerdoti de este hogar, al que el nacimiento no la ligaba, zno necesitaba una especie de ordenacién o de adopeién? EI matrimonio era la ceremonia santa que habfa de producit esos grandes efectos. Es habitual en los escritores latinos o griegos designar el matrimonio con palabras que denotan un acto religioso* Péllux, que vivia en tiempos de los Antoninos, pero que poseia toda una antigua feratura que no ha llegado hasta nosotros, dice que en los antiguos tiempos, en vez de designar al matrimonio por su nombre particular (764108), se le designaba sencillamente con el nombre téhos, que significa ceremonia sagradas, como si el matrimonio hubiese sido ‘en esos tiempos la ceremonia sagrada por excelencia, Pues bien: la religién que consumaba el matrimonio no era la de Japiter, ni la de Juno, o de los otros dioses del Olimpo, La ceremonia no se realizaba en el templo, sino en la casa, y la presidia el dios do- méstico. Es verdad que cuando la religion de los dioses del cielo adquirié. preponderancia, no fue posible impedir que también se les invocase en las oraciones del matrimonio; y hasta se adquirié la costumbre de diri- girse previamente a los templos y de offecer sacrificios a los dioses, a Jo que se daba el nombre de preludios del matrimonio.‘ Pero la parte principal y esencial de la ceremonia habia de celebrarse siempre ante el hogar doméstico La ceremonia de! matrimonio entre los griegos se componta, por decirlo ast, de tres actos. El primero, ante el hogar del padre, éyyonots; el tercero, en el hogar del marido, téA0s; el segundo era el trinsit0 del uno al otro, mont, ‘be YOY, sacrum mp * Poll, i, 3, 38 ‘Miportheva, spordutc, Potax, I, 38 LA CIUDAD ANTIGUA.-LIBRO IL.-CAP. IL 37 sa patema y en presencia del pretendiente, el padre, famente de su familia, oftece un sacrificio. Terminado rodeado ord una formula sacramental declarando que entrega su hija és, POT Ta declaracidn es absolutamente necesaria en el matrimonio, al joven: Men no podria ir, antes de esto, a adorar al hogar de su esposo es I ren la hubiese desligado previamente del hogstpatemo, Para sis Me en in nueva religion debe estar exenta de too laz0 y de toda ave dn con su religion primera : : or ge transporta a la joven a casa del marido. En ocasiones es el nando mismo quien la conduce. En algunas ciudades, el cuidado de “sir a [a joven corresponde a uno de esos hombres que estaban condos ene los griegos de cardcter sacerdotaly reeibian el nombre ratios? Ordinariamente se coloca a la joven en un carro,” el de peteubierto con un velo y en la eabeza una corona. Como frecuen- ‘patpte tendfemos ocasion de ver, la corona se usaba en todas las rnonias del culto. Su traje era blanco. Blanco era el color de los fies en todos los actos religiosos. Se la precede con una antorcha: es Te antorcha nupcial" Durante todo el ecorrido se canta en tomo de élia un himno religioso, que tiene por estibillo: & dui, d Spéveue. Llamdbase a este himno el himeneo, y la importancia de este canto sagrado era tan grande que se daba su nombre a toda la ceremonia.!* La joven no entra por su pie en la nueva morada. Es preciso que su marido la alee, que simule un rapto, que ella profiera algunos gritos Yue las mujeres que la acompafian simulen defendera, ,Por qué este Tio? {Bs un simbolo del pudor de la joven? Parece poco probable; el ‘momento del pudor ain noha llegado, pues lo primero que se va a rea- lizar en esta casa es un acto religioso, zNo se quiere mis bien indicar fuertemente que la mujer que va a sacrificar en este hogar no tiene por SI misma ningin derecho en él, y que no se acerea por efecto de su voluntad, y que es preciso que el dufio de Ia easa y del dios Ia into- |? En Ia cas Bees crane ee Sea uattrococodrilo 38 FUSTEL DE COULANGES duzca alli por un acto de su poder? Sea lo que sea, tras una lucha si lada, el esposo la alza en sus brazos y la hace pasar la puerta, pay teniendo buen cuidado de que sus pies no toquen el umbral.!* Lo que precede s6lo es preparacién y preludio de la ceremonig El acto sagrado va a comenzar en la casa. 7 3° Aceredndose al hogar, se coloca a la esposa en presencia de j divinidad doméstica. Se la rocia de agua lustral y toca el fuego sagr do." Se recitan algunas oraciones. Luego comparten ambos espa; luna torta, un pan, algunas frutas.= Esta especie de ligera comida que comienza y termina con up libacién y una oracién, este reparto de la comida en presencia d hogar, coloca a los dos esposos en mutua comunién religiosa y en oo. munién con los dioses domésticos."* E] matrimonio romano se parece mucho al griego, y, como éste comprendia tres actos: traditio, deductio in domum, conjarreatio, 1" La joven abandona el hogar patemio. Como no esti ligada a es hogar por su propio derecho, sino solamente por mediacién del pa dre de familia, no hay otra autoridad que la del padre para desligaria La traditio es, pues, una formalidad indispensable.” 2 Se conduce a la joven a casa del esposo. Como en Grecia, vi velada, leva una corona, y una antorcha nupeial precede al cortejo.! Se canta en torno de ella un antiguo himno religioso. Quizé las pala bras de este himno cambiaron con el tiempo, acomodindose a las varia- ciones de las ereencias o del lenguaje; pero el estribillo sacramental subsisti6 sin poder sufrir alteracion: era éste Ia palabra Talassie, de la que Jos romanos del tiempo de Horacio no comprendian el sentido Pluareo, icwrg, 15: Eréyowv 81° GpRayis. Dionisio de Halicamaso Il, 30 ob fp GBpet tis pays, cA" Exi gio yevouevns, EXAmvindy xc Gpxaioy 1S Es nai spOnov avundveey x08! obs cuvéarroveat yor as yowmeiy Emigeveararoy * dorm undangue jugaiem (Val Flaco, drgonaud, Vl, 238). " Plutareo, Sofén, 20; Prec. con. I La misma costumbre entre los macedoniok Quinto Cureio, VIL, 16: Just afferrt patria more panem: hoe erat apud Macedond) Sancisimum coeunton pignus: quem divisum gladio utergue libabal "De ahi esta expresin de Matin, rats yeti Oeay na iepiav ydquay EXBoGouH tis viv obxiay (Leyes, VI, pig. 841), y én otra de Plutarco, eis xotvoviay phvovs EAGetw te ueyioTm xa irate howBdvoutas wal SBoveus (Fide de Teseo, 10) El mismo esritor die en ota parte que no existe lazo mis sgrado que l del matrimonia, bx gor igporépu nardifeukis (Amatrio, 4), " Sobre las formas singulares de a trata, dela sponsio en derecho romano, véas? 1! euriogo texto de Serio Sulpici en Aulo Geli, IV, 4. Cf Plauto, Ae, Mh, 2,4 3,4; Trinunus. V. 4; Ciexén, a daticun, 1, 3. * Ovidio, Fastos, I, $58-561 LA CIUDAD ANTIGUA.-LIBRO IL-CAP. I 39 ioaos el de Ia palabra ‘piévare, y que era probable- se Oe ee ‘nvielable de una antigua férmula.” resto s#Bt“fetione ante la casa del marido, Alli se presenta a la ie cl agua, El fuego es el emblema dela divinidad domés- joven cl fuego YD lustral que sirve a la familia para todos los tics €l 28 para que la joven entre en la casa, se necesita simular act Tet en Grecia.” E] esposo debe levantarla en sus brazos y al rapto Com obre el umbral sin que los pies de ella lo toquen. sponta se condice a la esposa ante el hogar, donde se encuentran 3 eB nde todos los dioses domeésticos y las imdgenes de los los penifjos estin dispuestos alrededor del fuego sagrado. Ambos es- antepesantyo en Grecia, ofrecen un sacrifici, hacen la libacién, pro- Povpean algunas oraciones y comen juntos una torta de flor de harina Denna sn sono re cia y ante los ojos de las divinidades de la familia, es 1o que relia tenon sata del esposo y del espose.” Desde ete punto qusan freinds en el mismo cult. La mujer ine los mismos dioses, os Imo os, 8 miss oraciones, la mismas Fests que su mario, Desai xa vicja dfinicén dl matrimonio qu los juristonsultos no fan conservado: Nuptie sunt divini Juris et human communicaio. Y esta otra: Uxor socia humance rei atque divinee.* Quiere decir que Ta mujer ha entado a participar en la religién del marido, eta mujer que, como dice Platén, los dioses mismos han introducido en la casa ‘amjerasicasada sigue profesando el elo de os muertos, pero ya no lleva a sus propios antepasados la comida fimebre; ya no tiene Paar, Rime, 15 "Yn De a 6, Pac, Ce rm 1 Se of nia, V0. 1 Pr ut ran 9, Rol 18 Mol, ar 1 1. Fes ep "Pn, VU, 3 ar igs enor io ar ge np fam rr Dns ian 25 eae Tots panos fupptin’ ia none tov gugpse—Til, dna V, 6 L261 ne e393 Se adn, Ne 10 of Georg 1,31 aye, Te 1 pin, De igo XX 2 1~—Ta ne sane zac ma tio ett an Ser (Varin, De re rat, #)—igatseestuies ene os Sports Lee te ns, 27.3, 12, 158 ML, 27 198 char, St rams pp, 6,17, 20) bromo en i I igi no nerves. Base Sc aga q ation seo on peer mango, pus crespnds ss is artis eri 80 1mm «moda que ene sha Seba, " S"Dygte SOUHLD Cage de nar Xs 32 4 Dian, de Kali, M, 25: xowovia rw ioe, oy Quattrococodrilo 40 FUSTEL DE COULANGES tal derecho. E1 matrimonio la ha desligado completamente de la family de su padre y ha roto todas sus relaciones religiosas con ella. Ahorg leva la offends a los antepasados de su marido; pertenece a su familia, ellos se han convertido en sus antepasados. El matrimonio ha sido par, ella un segundo nacimiento. En lo sucesivo es la hija de su marido. {filice loco, dicen tos jurisconsultos. No se puede pertenecer a dos fami. lias ni a dos religiones domésticas; la mujer se encuentra integramente en Ia familia y en la religién de su marido. Se verdn las consecuencias de esta regia en el derecho de sucesién. La institucién del matrimonio sagrado debe ser tan antigua en Ia raza indo-europeo como la religién doméstica, pues la una va aneja a {a otra, Bsta religin ha enseflado al hombre que la unién conyugal es, algo mas que una relacién de sexos y un afecto pasajero, pues ha unide 4 dos esposos con los firmes lazos del mismo culto y de las mismas creencias. La ceremonia de las nupcias era, por otra parte, tan solemne y producia efectos tan graves, que no debe causar sorpresa que esos hombres sélo la hayan creido Kicita y posible para una sola mujer en cada casa, Tal religién no podia admitir la poligamia. Hasta se concibe que esa unién fuese indisoluble y el divorcio casi imposible. El derecho romano permitfa ficilmente disolver el matri- monio por coemptio 0 por usus; pero la disolucién del matrimonio religioso era dificilisima, Para tal ruptura se necesitaba otra ceremonia sagrada, pues sdlo la religién podia desunir lo que la religion habia unido. El efecto de la confarreatio s6lo podia ser destruido por la diffa- ‘reatio. Los esposos que querian separarse comparecian por tiltima vez ante el hogar comin: un sacerdote y algunos testigos se encontraban Presentes. Se offecia a los esposos, como en el dia del casamiento, una torta de flor de harina.® Pero, probablemente, en vez de compartirla, Ja rechazaban, Luego, en lugar de oraciones, pronunciaban formulas “de un caricter extraflo, severo, rencoroso, espantoso”;”” una especie de maldicién por la que la mujer renunciaba al culto y a los dioses de su marido, Desde este momento el lazo religioso quedaba roto, Cesando la comunidad del culto, cualquier otra comunidad cesaba de pleno derecho, y el matrimonio quedaba disuelt. ® Al menos a principio. Dion, de Halic., I, 25, dice expresamente que nade pode Aisolver tl matrimonio. La facultad del divorcio parece haberse intodueid muy pronte en of derecho antigua % Fesio, ¥. Diffrretio, Pollux, Il, eap. 3; @xonoynh, En una inseripcidn se lee Sacendos confareationum et diffrreationum, Orel, nit. 2648. * Spuniin, ddoxora, oxv8pdna, Plutarc, Cuet. rom, 50 LA CIUDAD ANTIGUA-LIBRO IL—CAP. tl al CapiruLo HL CELIBATO NTINUIDAD DE LA FAMILIA; OF LIBIDO, DIVORCIO EN CASO DE ESTERILIDAD; PROSESIGUALDAD ENTRE EL HUO Y LA HUA aos al culto que se les debia han Las een sania le ban dao la naora do su gas conte ions ariba que el hombre, tras Ia muerte, era conside- Se ha vis ser dichoso y divino, pero a condicion de que los vivos ado cormeen siempre la comida finebre. Si estas ofrendas cesaban, de ofreereuerto hasta descender al rango de demonio desgraciado y dec spor, pues en la época en que estas antiguas generaciones habian arcade a representarse Ia vida Futura, ain no habian Persad en Compe estos crea que fiidd del mero no dpendia de la eonducia que hubiese stale durant so de ue widientes observasen con él. Por eso cada padre es a erdnd Ia ere dela comides fnebres que habian de gaantizar aris manes el reposo y Ia dicha. oe “an opin si el pncipi fundamen et cee domes: so ete fon atigos. Su primera consecuencia a repln.de que ca Talia debi de perpeurse senor. Los muertos neestaban gue dexcendeesa nose extinguiese. En a tuba donde meraban no ex ts oo motive de inguetud que ét, Su ico pensamiento, coro interés eo, era que nunca fats un hombre de su sangre para ear is offends a a tba. Asi, el indo ereia que sus muertos repetian sin can: "Oa nazzan sempre n esta descendencia ios que nos affezean el arroz, la leche y la mie.” Y afadia el indo: “La extineion de una fra produce Ia run en Ta eligién de esa amis priv dos de las ofrendas, los antepasados eaen en la mansién de los des ree hombres de tin y Grecia han pensado Yo mismo duane tmico timo. Si no nos han dejado en ss eseritos una expresisn de Sus creeneias ian clara como la que encontramos en los viejos libros Ort, ss eyes, a menos, etn ahi pra tein 8 angns opiniones. La ley encargaba en Atenas al primer magistrado ehudad ue velase para que ninguna familia Se extingulese.® También ‘malhechor, * Bhagavad-Gita, I, 40. tseo, De Apoltad, ered, 30: Demistenes, in Macart. uattrococodrilo 2 FUSTEL DE COULANGES la ley romana se mostrabaatenta a no dejar cacrninatin culto dom, tico.¥ Se lee en un discurso de un orador ateniense: “No hay homiyg ue, sabiendo que ha de morir, tenga tan poco cuidado de si mismo quiera dejar a su familia sin descendientes, pues entonces no hab nadie que le tributase el culto debido a los muertos.”®" Cada cual ten Pues, interés poderoso en dejar un hijo tras si, convencido de que s¢ trataba de su inmortalidad dichosa, También era un deber con relacige a los antepasados, pues su felicidad sélo podia durar lo que durase familia. Por eso las Leyes de Mani llamaban al hijo primogénito “c} que ha sido engendrado para el cumplimiento del deber" ‘Aqui tocamos uno de os earacteres ms notables de la familia an tigua. La religién que la ha formado exige imperiosamente que no sit, cumba. Una familia que se extingue es un culto que muere. Es precisg Tepresentarse a estas familias en la época en que las ereencias atin ng se habian alterado, Cada familia poseia una religion y dioses propios, Precioso depésito sobre el que debia velar. La mayor desgracia que st piedad podia temer era que su descendencia se extinguiese, pues su reli sin desapareceria entonces de la tierra, su hogar se apagaria, toda la serie de sus muertos caeriaen el olvido y en la eterna miseria. El gran interés de la vida humana era continuar fa descendencia para continuar cl culto, | En virtud de estas opiniones, el celibato debia sera la vez una grax ve impiedad y una desgracia, una impiedad porque el celibatario ponia en peligro la dicha de los manes de su familia, una desgracia porque ni él mismo podria recibir ningiin culto tras su muerte, ni conoceria “lo que regocija a los manes". Era simultineamente para él y para sus descendientes una especie de condenacién, Ficilmente puede suponerse que, en defecto de leyes, estas creen- cias religiosas debieron bastar durante mucho tiempo para impedir el celibato. Pero también parece ser que, apenas hubo leyes, declararon ue el celibato era cosa mala y punible. Dionisio de Halicamaso, que habia compulsado los viejos anales de Roma, dice haber visto una antigua ley que prescribia a los jévenes que se easasen.” El tratado de las leyes, de Cicerén, tratado que reproduce casi siempre, bajo forma filoséfica, las antiguas leyes de Roma, contiene una que probibe el cern, De leg. Il, 19: Perpena sn sara, Dionisio. IX, 22: va yh ep bxdeigon erp ™ Iseo, VIL, De Apollo, here, 30. Cf Stabeo, ser 18 ybios, cis wis deols diac, Dionisio de Halicarnaso, IX, 22 LXVIL 25: et yap dinar LA CIUDAD ANTIGUALIBRO ICAP. 8 cn Esparta, la legislacién de Licurgo eastigaba con severa I sins eyes dejaron de prohibir el celibato, no por eso dejé ye cuando eras costumbres, Infieese, enfin, de un pasaje de Pollux, de estate ery ciudades griegas la ley castigaba el eelibato como si ue on elit” Era esto conforme a las creencias: el hombre no se adja si mismo, pertenecia ala familia, Era un miembro en una perience no debia detenerse en él, No habia nacido por casualidad; sete re introducido en la vida para que prosiguiese el culto; no $=, nandonar la vida sn estar seguro de que se culo se continvaria eee bastante engendrar un ij jo que bia de per én dome fa ser el fruto de tn matrimonio pom ity os oa ern sires latinos spurius, no podia desempefiar el papel que la religién Isignabe al hijo. En efecto, el lazo de la sangre no conta ers sl afi y se neesabs tambien el lzo del elo. Feo el hijo mcido de una mujer que no esluviese asociada al cult religioso del mario a I cereronia e mtimone, tempo pod paispar en lo” No poseia el derecho de ofrecer Ia comida fi - Tlla nose perpeunba por E. Més adelante veremes que, poe isms nia derecho a la herenca, Bel matmocio ey, pace obligatora: NO tena or nt pacer or bo prncpal no consist en a nin de ds sees qu se curespon- dn y quran asia para adc o las peas del id. El feto del matrimonio, a los ojos de la religién y de las leyes, era unir a dos ses un miso clo dome para Her racer aun rer que fies pto para continuar ese culo, Bien se advierte esto en la formula Serum qe se pronunsiaba el ato dl matimonio: Dueere ‘orem liberum quacrendorum causa, decian los omanos; RaiBov é Sto 5, decian los griegos.” familia, pareefa justo que pudiera disolverse si la mujer era estril I divorcio en este caso ha Sido siempre un derecho entre los antiguos; celibato. Gieerin, De legit, I, 2. shan” Pilato, Liewrgo, 18: Apot. dels lacedemontas: of Vida de Lisandro, 30: erauion ie, Polly, tl, 48 7 a * sco, VI. De Philot. her, 47. Demistenes, in Macartaum, Menando, fragm., 185. Demstenes, in Nearam, 122. Luciano, Tim, 17. Esquilo, Abamennén, 1207. Nit, 1, 16. uattrococodnilo 44 FUSTEL DE COULANGES hasta es posible que haya sido una obligacién, En la India prescrip la religion que “la mujer estéril se reemplazase al cabo de ocho afios"4 Que el deber fuese el mismo en Grecia y Roma, ningiin texto fo lo prueba. Sin embargo, Herodoto cita dos reyes de Esparta que vieron obligados a repudiar a sus mujeres porque eran estériles.™ Pop lo que a Roma concieme, bastante conocida es la historia de Carvily Ruga, cuyo divorcio es el primero que los anales romanos hayan men cionado. “Carvilio Ruga, dice Aulo Gelio, hombre de ilustre famitig se separé de su mujer mediante divoreio porque no podia tener hijo, de ella. La amaba con temura y sélo contento recibia de su conducty Pero sacrificé su. amor @ la religién del juramento, pues habia jurady (en la formula de! matrimonio) que la tomaba por esposa para teng hijos."* La religidn decia que la familia no se debia extinguir: el afecto y el derecho natural tenian que ceder ante esta regla absoluta. Si un ma trimonio resultaba estéril por causa de! marido, no era menos necesatig que la familia se continuase. Entonces su hermano o un pariente del ‘marido debia sustituirlo, y la mujer tenia que entregarse a ese hombre EI hijo que nacia de esa unidn se consideraba como del marido y continuaba su culto, Tales eran las reglas entre los antiguos indos, as que luego encontramos en las leyes de Atenas y de Esparta. ;Tanto imperio ejercia esta religién, tanto aventajaba el deber religioso a los demés! Ademés, y con mayor razén, las legislaciones antiguas prescribian el matrimonio de la viuda, cuando no habia tenido hijos, con el pariente ‘mas proximo de su marido, Los hijos que nacian se reputaban hijos del difunto.® EI nacimiento de una hija no realizaba el objeto del matrimonio. En efecto, la hija no podia continuar el culto, pues el dia en que s® casaba, renunciaba a la familia y al culto de su padre; pertenecia a la familia y a ta religin de su marido. La familia sélo se continuabs como ei culto, por los varones: hecho capital cuyas consecuencias S8 verdn mas adelante. Era, pues, al hijo a quien se esperaba, el que era necesario; él ert cl deseado por la familia, por los antepasados, por el hogar. “Por é, * Leyes de Mani, 1X, 8 » Herodoo, V, 39; Vi 61 * Aulo Gelio, IV, 3. Valerio Miximo I, 1,4. Dionisio, I, 25. * Plutarco, Son, 20.—Asi es como debe de entenderse To que Jenofonte y Pate dicen de Espari, Jen. Resp, Lace. I; Pluare, Licwrg. 15, Cf Leyes de Mand IX, 12 © Leyes de Mani, IX, 6, 146. Lo mismo entre los hebres, Devteranomi 2S. LA CIUDAD ANTIGUA.-LIBRO IL—CAP. 1V 45 iguas leyes de los indos, un padre satisface su deuda con Be ies de BS Seas y se asegura él mismo la inmortalidad.” _Thajo no era menos precioso a los ojos de los griegos, pues més ‘tenia que hacer Ios sacrificios, ofrecer Ia comida finebre y eonser- Ko su cult la reigién doméstca. Asi en el viejo Esquilo, se lama ‘iif salvador del hogar paterno.” 1 ingreso de ese hij en {a familia se seialaba con un ato r= gion. Primero, tenia que ser aceptado por el padre, En calidad de feo y costodiovitlicio del hogar, de representante de los antepasa- Gitéste debia declarar si el recién nacido era o no era de Ta familia. Gr pacimiento s6lo formaba el lazo fisico; la declaracién del padre 2 stu el 1azo moral y religioso. Esta formalidad era tan obligatoria fr Roma como en Grecia y en la India. : rademds, se necesitaba para el hijo, como ya hemos visto para la mujer, una especie de iniciacién. Tenia lugar sta poco después del TBcimiento: el noveno dia en Roma, el décimo en Grecia, el décimo 0 Guodécimo en Ia India. El padre reunia ese dia a la familia, convo- ba a los testigos y hacia un sacrificio a su hogar. Se presentaba el fijo« los dioses domésticos; una mujer lo levaba en sus brazos y daba comriendo varias vueltas alrededor del fuego sagrado."* Esta ceremonia tenia un doble objeto: primero, purificar al ntio,* es decir, limpiarle de la mancha que los antiguos suponian que habia contraido por el mero hecho de la gestacién, y enseguida, iniciarle en el culto domés- tcp. A contar de este momento se admitia al nino en esta especie de sociedad santa y de pequeia iglesia que se llamaba Ia familia. Poseia su religion, practicaba sus rtos, era apto para pronunciar sus oracio- nes; honraba a sus antepasados, y més adelante se convertiria él mismo en un antepasado y venerado. Cariruo 1V DE LA ADOPCION Y DE LA EMANCIPACION El deber de perpetuar el culto doméstico ha sido el prin erecho de adopeién entre los antiguos. La misma religion que obligaba “Bagi, Co, 264 (262)—Lo mismo en Euripides (Fenc, 16) Gayo pide a Apolo ‘ee concedahijos vacones: aiBoy Gpatwe nowvow Avetifanes, Paros, 922, Demeéstenes, in Bart de dove, 28. Macrobio. Sa, I 17. oye de Mandi, I, 30. ® Plain, Theviees. Lisia, en Harpocracén, v. "AugiBpute * Puer huivatur, Macrobio, Sat, 17. uattrococodrilo 46 FUSTEL DE COULANGES al hombre a casarse, que dectaraba el divorcio en caso de esteritig, ¥ que en caso de impotencia © muerte prematura sustituia al mari con un pariente, aun ofrecta a la familia un postrer recurso para e par a la desgracia tan temida de la extincién; este recurso era el de cho de adoptar. “Aquél a quien la naturaleza no ha concedido hijos, puede ado, tuno para que no cesen las ceremonias fiinebres.” Asi habla el vie legislador de los indos..” Hasta nosotros ha llegado el curioso alegay de un orador ateniense en cierto proceso en que se disputaba a un hij adoptivo la legitimidad de su adopcién. El defensor nos dice ante tog por qué motivo se adoptaba a un hijo: “Menecles, dice, no querfa mors sin hijos, deseaba dejar tras sf a alguien para que le enterrase y jy tributase después las ceremonias del culto fiinebre.” Demuestra e seguida lo que ocurriré si el tribunal amala la adopeién; se trata no de Jo que le ocurriré al adoptado, sino al que lo adopt6; Menecles iy muerto, pero todavia esté en juego el interés de Menecles. ‘Si anix lis mi adopcién, hargis que Menecles haya muerto sin dejar hijo tras si, y, en eonsecuencia, que nadie celebre los sacrificios en su honor, que nadie le oftezca las comidas fiinebres, y, en fin, que quede six culto.”* Adoptar un hijo era, pues, velar por la perpetuidad de la religion doméstica, por la salud del hogar, por la continuacién de las ofrendas fiinebres, por el reposo de los manes de los antepasados. Teniendo st razén de ser la adopeidn s6lo en ta necesidad de prevenir que el culto se extinguiese, siguese que nada mas estaba permitida al que no tuviese hijos. La ley de los indos es formal en este respecto.** No lo es menos la de Atenas; todo el alegato de Deméstenes contra Leocares lo de muestra.*° Ningtn texto preciso acredita que ocurriese lo mismo en e antiguo derecho romano, y sabemos que en tiempo de Gayo un mismo hombre podia tener hijos por la naturaleza e hijos por adopeién. Sit embargo, parece ser que este punto no estaba admitido en cl derecho en tiempo de Cicerdn, pues en uno de sus alegatos se expresa asi el orador: “Cual es el derecho que regula la adopcidn? {No es precis® que el adoptante se encuentre en edad de ya no poder tener hijos, y que Leyes de Mani, 1X, 10 “ Tseo, De Menel. Hered, 10-46, El mismo orador, en el legato sobre la here sd Astflos, cap. 7, muesra a un hombre que antes de meric ha adoptad un hijo para qu Sic Eni robs Boyiods robs narpéous Pabietta xal weheurfoavns ait mal 1 baivow rpoydveis zie voutouever novos Leyes de Mani, IX, 168, 174. Datiaca-Sandriea, raduccién Orianne, pig. 260 % Véase también fsa0, De Menecis Hered, 11-14 LA CIUDAD ANTIGUA.WLIBRO IL-CAP. IV a7 ioptar haya procurado tenerlos? Adoptar es pedir a la reli- ses don ea ens ee At sion Y 8 pibate la adopoién de Clodiofundndose en que el hombre Gieerin prado tiene ya un hijo, y exclama que esta adopcin es gue fo he adoptado tiene 3 ry al derecho religioso. ; contrite adoptaba un hijo era preciso, ante todo, iniiarlo en el Cuande jucirlo.en su religion doméstica, aceearlo a sus penates™ callo,ealizaba Ia adopcién con wna ceremonia sagrada que parece Por eso Tuy semejante ala que marcaba el nacimiento de un hijo habe el, evi Venido quedsba admit en el hogar y asocia- Ge igi. Doses, objetossarados, tos, oraciones, odo Te ere con cn padre adoptive, Se devia del sacra ral, be I gulto de su nueva familia : do gto mismo renuneiaba al culto de I antigua familia. En efee- to, hemos visto ya que, segin estas antiguas ereencias, un mismo hombre no podia sacrificar a dos hogares ni honrar a dos series de antepasados. ‘Admitido en una nueva casa, la casa patera le era ahora extra. Nada tenfa ya de comiin con el hogar que le habia visto nacer, ni podia fecer la comida fimebre a sus propios ascendientes. El azo del naci- fnfento quedaba roto; el nuevo lazo del culto lo sustituia El hombre legube f ser tan completamente gjeno a su antigua familia que, si llegaba a morir, su padre natural no tenia el derecho de encargarse de sus funerals y de conducir el cortejo. El hijo adoptado ya no podia reingresar en su antigua familia; la ley sélo se lo permitia si, teniendo tn hij, lo dejaba en su lugar a la familia adoptante. Se consideraba aus, aegurada de este modo la perpetuidad de Ia familia, podia aban- donarla, Pero en este caso rompia todo lnzo con su propio hijo. ‘Ala adopeidn correspondia como corelativo la emancipacién, Para que un hijo pudiera entrar en una nueva familia, era de todo punto * Ciewtn, Pro domo 13, 14 Compires loa dice Au Gai sobre I argc, 4s cra ln adoeion an homo su ars: arvogotioncs not temere ne inxpiate onnitumurs nam com, avis ponsicus, ptr” aque ets qa arog Yl an eri gigends lone sit conan (xls. ¥, 19) tn eet Ge nn, De apolod.he1 Verr in sara, Csr, Pro domo, i a poner acscare, Tei, Hitt, Nae Minis VI. Cie, Pro domo, 1: et heres sarorem ° amis saris pater, Cen, Pro dma. > Ti vio XLV. 40, Do il quo dob ais dais in deptone, solos sarorm Aereiesreinerr dot * on De Pilcher, 5; De Avstrch her, 11. Dembsenes, in Leocerem. 68 tif. 13. Harpoeci, ediciin Bekker, pg, 140. Compiense Leyes de Mant ce 1, uattrococodnilo 48 FUSTEL DE COULANGES preciso que hubiese podido salir de la antigua, es decir, que le hubie temancipado de su religién.” Bl principal efecto de ia emancipacien consistia en la renuncia al culto de la familia en que se habia nacide Los romanos designaban este acto con el nombre bien significative qe sacrorum detestatio.® El hijo emancipado ya no era, ni para la reli ni para el derecho, miembro de la familia, 7 Carituito V DEL PARENTESCO, DE LO QUE LOS ROMANOS LLAMABAN AGNACION Platén dice que el parentesco es la comunidad de los mismos dioses domésticos.* Dos hermanos, afiade Plutarco, son dos hombres que tie. nen el deber de hacer los mismos sacrificios, de reconocer los mismos dioses patemnos y de compartir la misma tumba. Cuando Deméstenes quiere probar que dos hombres son parientes, muestra que practican el mismo culto y oftecen la comida fiinebre en'la misma tumba. Era, en efecto, la religién doméstica lo que constituia el parentesco. Dos hom- bres podian llamarse parientes cuando tenian los mismos dioses, el mismo hogar, la misma comida fiinebre. Como hemos observado precedentemente, el derecho de hacer los sacrificios al hogar sélo se transmitia de varén en varén, y el culto de os muertos tampoco se dedicaba més que a los ascendientes en linea masculina. De esta regla religiosa resultaba que no se podia ser parien- te por la linea de las mujeres. En concepto de esas antiguas genera- ciones, la mujer no transmitia ni la existencia ni el culto. El hijo lo reci- bbia todo del padre. No se podia, por otra parte, pertenecer a dos familias, invocar a dos hogares; el hijo no tenia, pues, otra religidn ni ‘otra familia que la del padre." {Cémo podria tener una familia mater- na? Su madre misma, el dia en que se habian celebrado los rritos sagrados del matrimonio, renuncié de un modo absoluto a su propia seh gerne fioks Sapte adetne ik full 9,2. Gomme so eps Ian ari. Pn Les, Xi pig. 528 tnd nponoe trai dan cae lov are poy pn eof kn, HO he deeds Paine 99 ec = Piura Delta Pa in ee oi pdr, $c 196 LA CIUDAD ANTIGUA.LIBRO IL-CAP. ¥ 49 desde entonces habia offecido la comida fiinebre a tos ante- iil esposo, cual si se hubiera trocado en su hij, y ya no se esr offecido a Sus propiosantepasads, porque ya no ert consi- la habieomo descendiente de ellos. No abla conservado ni lzo reli eae gzo legal con la familia en que habia nacido. Con mayor p08 su hijo nada de comin tenia con esta familia. Fi principio del parentesco no radicaba en el acto material del naciniznte sino en el culo. Esto seve claramente en ta India, Bl jefe rachla offeve alli, dos Veees por mes, a comida finebre; presenta ae Magia a los manes de su padre, otra. a su abuelo patcrmo, una tercera urapisabuelo patemo, pero jamais a sus ascendientes por la linea femenina, Luego, remontando més alto, pero siempre en la misma Tacs hace una offenda al cuarto, al quinto, al sexto ascendiente. Sélo ue fa offenda es mis ligera para éstos:tritase de une sencilla. liba- 5, de agua y de algunos granos de arroz. Tal es la comida finebre, f conforme a la realizacion de estos rilos se cuenta el parentesc. Giando dos hombres offecen separadamente Ia comida fiinebre, y re- trontindose cada uno en la serie de sus seis antepasados se encuentran a uno que les es comin a los dos, estos dos hombres son parientes. Se laman samanodacas si el antepasado comin es de aquellos a quienes sélo se tributa la libacién del agua; sapindas, si es de aquellos a quic- nes se offece la torta. Contando segiin nuestro uso, el parentesco de Jos sapindas aleanzaria hasta el séptimo grado y el de los samanodacas hasta el decimocuarto, En uno y otro caso se reconoce el parentesco en el hecho de que la offenda se consagra a un mismo antepasado, Se ve que en este sistema no puede admittse el parentesco por la linea femenina, ‘Lo mismo en Occidente, Se ha discutido mucho sobre 16 que los jurisconsultos romanos entendian por agnacién. Pero el problema se resuelve ficifmente en euanto se conexiona la agnacién con la religién doméstea, Asi como la religién s6lo se transmitia de vardn en var6n, ssi est atestiguado por todos los jurisconsultos antiguos que dos hombres 1 podian ser agnados entre si, a menos que, remontindose siempre de varén en varén, resultase que tenian antepasados comunes.® La regla Para Ia agnacién era, pues, la misma que para el culto entre ambas ‘cosas existia manifiesta relacién. La agnacién no se diferenciaba del Parentesco tal como la religidn lo habia establecido al principio. fais; Tes de Mani, V, 60, Miakchare, wad. Orianne, pi. 213. © Gayer 1,156: Sua agnat per vr sexu personas cognatone jut el fair eadem pair nats, fa il, neposve x e, tem petra et porn i et npos c,d 1, Ulan, XX, Hans de Jastnian, M2 oy Guattrococodrilo 50 FUSTEL DE COULANGES Para hacer més clara esta verdad, tracemos el cuadro de una f milia romana: Lucio Comelio Eseipién, muerto hacia el 250 a. J.C. P. Comelio Escipién Cn. Comelio Ese, P, Comelio _— | P. Cornelio. Tiberio y Cayo _L. Cornelio P. Com. Escip, | nacido en la fa- milia Emilia, in- fgresa por adop- ci6n en Ta familia Comelia, En este cuadro estd representada Ia quinta generacién, que vivia hacia el afio 140 antes de Cristo, por cuatro personajes. ;Eran todos parientes entre si? Lo serian segin nuestras ideas modemias, pero no lo eran todos en opinién de los romanos. En efecto, examinemos si poseian el mismo culto doméstico, es decir, si ofrendaban a los mismos antepasados, Supongamos al tercer Escipién Asiético que es el unico de su rama, ofreciendo en el dia prescrito la comida flinebre; remon tindose de varén en varén, encuentra por tereer antepasado a Publio Escipién. También Escipién Emiliano, al hacer su sacrificio, encuentra en la serie de sus ascendientes al mismo Publio Escipidn, Luego Escipién Asidtico y Escipién Emiliano son parientes entre si; en la India se les Namaria sapindas. Por otra parte, Eseipién Serapio tiene por cuarto antepasado a Lucio Comelio Escipién, que es también el cuarto antepasado de Escipién Emiliano. Son, pues, parientes entre sf; en la India se tes lamaria samanodacas. En la lengua juridica y religiosa de Roma, estos tres Escipiones son agnados; los dos primeros lo son entre si en sexto grado, el tervero lo es con ellos en el octavo. LA CIUDAD ANTIGUA.-LIBRO HL-CAP, VI 51 ede lo mismo con Tiberio Graco, Este hombre que, segtin umbres moderas, sera el mAs préximo pariente de Escipion uestas com guiera era su parieate en grado remotisimo. En efecto, ora para Tiberio el ser hijo de Comeli, a hija de los Escipio- eo a misma Cornelia pertenecen a esta familia por la religion aes: ni sene otros antepasados que los Sempronios; a ellos offece Tiber fs pinebre; remontindose en la serie de sus ascendientes, siem- Jn com ita a un Sempronio. Escipién Emiliano y Tiberio Graco no Pre es, aznades. El Tazo de la sangre no basta para establecer este » Fesco: se necesita el Lazo del culto. Ahora se comprendera por qué, los ojos de Ia ley romana, dos her- manos consanguincos eran agnados y nolo eran dos hermanos uterinos. maipsiguiera se diga que la descendencia por los varones era el prin- pio inmutable sobre el que se fundaba el parentesco, No era por el srimiento, sino por el culo, como se reconocia verdaderamente a los unas. En electo, el hijo al que la emancipacién habia separado del dato no era ya agnado de su padre; el extrafio que habia sido adoptado, fs decir, admitido al culto, se convertia en el agnado del adoptante y fun de toda su familia, Tan cierto es que le religién determinaba el parentesc. : ‘in dada Ilegé un tiempo, lo mismo para la India que para Grecia yy Roma, en que el parentesco por el culto ya no fue el ico admitido. ‘A medida que esta antigua religion se debilitaba, Ia voz de la sangre comenzé a hablar mas alto, y el parentesco por el nacimiento fue Teconocio por el derecho. Los romanos llamaron cognatio a esta clase de parentesco, que era en absoluto independiente de las teglas dictadas por la religién doméstica, Cuando se lee a los jurisconsultos, desde Cicerén hasta Justiniano, se ve a los dos sistemas de parentesco riva- lizar entre si y disputarse el dominio del derecho. Pero en tiempo de las Doce Tablas, sdlo se conocia el parentesco de agnacién, y él slo daba derecho a Ia hereneia. Luego se veré que enire los griegos ha sucedido lo mismo. No suet CaptruLo VI EL DERECHO DE PROPIEDAD He aqui una institucién de los antiguos a propésito de la cual no Conviene forjarse una idea por lo que vemos a nuestro alrededor. Los €ntiguos fundaron el derecho de propiedad sobre principios que no son oy Quattrococodriio 52 FUSTEL DE COULANGES Jos de las gencraciones presentes, de donde resulté que las leyes g que la garantizaron son sensiblemente diferentes de las nuestras, Se sabe que algunas razas jamas Hegaron a establecer Ia propiedad privada, y que otras s6lo lo lograron después de mucho tiempo trabajo. No ¢s, en efecto, problema fécil el saber si, en el origen de las sociedades, puede el individuo apropiarse el terreno y establecer tay recio lazo entre su ser y una parte de la tierra, que pueda decir: “Egg tierra es mia; esta tierra es como una parte de mi.” Los tirtaros con. ciben el derecho de propiedad cuando se trata de los rebaiios, y no lp comprenden cuando se trata del terreno. Entre los antiguos germanos, segiin ciertos autores, la tierra no pertenecia a nadie; la tribu asignaby todos los afios a cada uno de tus miembros un lote para cultivar, y cambjaba el lote al siguiente afi, El germano era propietario de Ia ¢o- secha, pero no de la tierra. Todavia ocurre lo mismo en una parte de la raza semitica y entre algunos pueblos eslavos: Al contrario, las poblaciones de Grecia e Italia, desde la mas remota antigiledad, han conocido y practicado siempre la propiedad privada, Ningiin recuerdo histérico ha quedado de una época en que la tier haya sido comin, y tampoco se encuentra nada que se parezca a ese reparto anual de los campos que se ha sefialado entre los. germanos. Aun hay un hecho muy digno de ser notado. Mientras las razas que no conceden al individuo 1a propiedad del suelo le otorgan, al menos, la de los frutos de su trabajo, es decir, de su cosecha, entre los griegos sucedia lo contrario. En algunas ciudades, los ciudadanos estaban cons- trefiidos a poner en comtin sus cosechas, 0, cuando menos, la mayor parte, debiéndolas consumir en comtin;* el individuo, pues, no era due- fio absoluto del trigo que habia recolectado; pero, al mismo tiempo, pot * Algunos historiadores han emitido la opinién de que en Roma la propiadad habia sido pabica al principio y no se conviris en privada hasta Numa, Este ctor procede 6 una fsa interpretacidn de res textos: de Patareo (Numa, 16), de Cieenon (pica ly 14) y de Dionisio (I, 74). Estas tes autores dicen, en efeto, que Numa disibuyé algunas tiras ente ls ciudadanos; pero indican bien claramerte que s6l hizo este repartee las ietras que las limes eonqustas de su predecesorhabian afaido al primitive terior ‘oman, agviquos bello Romulus coperat. En eutnto al ager Romams, es deci, lteter rio que rodeaba a Roma a cinco mills de distancia (Estabkin, V, 3,2), era propiedad privada desde el origen de la ciudad. Véase Dionisio, Tl, 7; Vasrbn, De re ruse, 1, 10- Nonio Mareto, cai, Quichent, pég. 61 “© Asien Crotaenda cul dab para ls comidas comunes la désima parte de a coseeht le su tier, Atenco, IV, 22. También en Espara cada uno tenia que suminisrer de 08 bienes propios cierta eanidad determinads de harin, vino, fruts, para el consumo de It mesa comin, (Aristétles, Pole, I, 7, edie. Didot, pig. 515, Plutareo, Licungo, 1: Diceareo, en Ateneo, IV, 10), LA CIUDAD ANTIGUA.-LIBRO I-CAP. VI 3 iccién muy notable, era duefo absoluto del suelo, La tierra a mds que la cosecha. Parece ser que entre los griegos el esny derecho de propiedad siguié una marcha completamente ceancepto ‘que parece natural. No se aplicé a la cosecha primero, y quests “espuss. Se siguié el orden inverso. al suelo ¢etas hay que, desde la mas remota edad, se eneuentran sre clidamente establecidas en estas sociedades griegas e ita- fundade¥jigion doméstica, a familia, el derecho de propiedad; tes Haws gue en st origen tavieron una relacin manifiesta y que parecen Saber sido inseparables. : — ws idea de la propiedad privada estaba implicada en la religidn minnie, Cad familia tenia su hogar y sus antepasados. Estos dioses s6lo nian ser adorados por ella, solo a ella protegian; eran su propiedad. Pues bien; entre es0s dioses y el suelo, los hombres de las antiguas edades veian una relacign misteriosa. Tomemos primero el hogar este Siar es el simbolo de a vida sedentaria: su mismo nombre lo indica. Dobe asentarse en el suelo; una vez asentado, no se le debe mudar de Kitio. EI dios dela familia quiere tener una morada fija; materialmente, ts fill tansportar la piedra donde brlla;religiosamente, aun es mis dificil, y solo se lo permite al hombre si Ia dura necesidad le obliga, sin enemigo le aroja os la tierra no puede sustentarle. Cuando se tstablece el hogar, se hace con el pensamiento y la esperanza de que persist siempre en el mismo sitio, El dios se instala alli, no por un Gia, ni siquiera por la vida de un hombre, sino por todo el tiempo que ests familia dure y de ella quede algin micmbro que alimente su lama con el sacrficio. Asi, el hogar toma posesion del suelo: esta parte de Ia tier hacela suye, es su propiedad, Y la familia, ue por deber y por religion permanece siempre agri- pada alrededor de su allar, se fija en el suelo como el altar mismo. La idea del domicilio surge naturalmente, La familia esté ligada al hogar; el hogar al suelo; una estrecha relacién se establece, pues, entre el suelo y la familia, Alf ha de estar su morada permanente, que no intentard abandonar, a menos de que una fuerza superior Ia obligue. Como el hogar, también ella ocupard por siempre este sitio. Este lugar le pertenece; es su propiedad: no propiedad de un solo hombre, sino de une familia cuyos diferentes miembros han de venir uno tras otro A naver y morie all smos las ideas de los antiguos. Dos hogares representan Aivinidades distintas, que jams se unen ni confunden; tan cierto es a una contradi pertenec by Quattrococodrilo 34 FUSTEL DE COULANGES esto, que ni siquiera el matrimonio entre dos familias establece align nire sus dioses. El hogar debe estar aislado, es decir, separado oly Famente de cuanto no sea él; no conviene que el extrafo se acerue el momento de realizarse las ceremonias del culto, ni siquiera Pueda vero; por eso se llama a estos dioses los dioses oculos, riz © los dioses imterioes, Penares, Para que esta rela religiosa se cup, exactamente, es preciso que en tomo del hogar, a cierta distancia, hayg tun recinto, Poco importa que esté formado por un vallado, un tabigay de madera 0 un muro de piedra. Sea como sea, marca el limite que separa el dominio de un hogar del dominio de otro. Este recinto « considerado como sagrado. Hay impiedad en rebasarlo. El dios vel, Por él y lo tiene bajo su guarda: por eso se daba a este dios el epitety de épxeios." Este recinto, trazado por la religion y por ella protegide, es el emblema mis cierto, el sello mas imecusable del derecho de propiedad. ‘Transportémonos a las edades primitivas de la raza aria, El recinto sagrado que los griegos Haman plos y los latinos herctumn, es el cercado, bastante espacioso, donde la familia tiene su casa, sus rebe fos, el pequefio campo que cultiva. En el centro se cleva el hoget protector. Descendamos a as siguientes edades: la poblacién aria ha Hegado hasta Grecia ¢ Italia, ha construido ciudades. Las moradas se han aproximado; sin embargo, no estén contiguas. El recinto sagrado atin existe, pero més restringido; Ia mayoria de las veces se reduce & ‘un muro pequefio, a un foso, a un surco 0 a una mera banda de tient de algunos pies de anchura. Pero dos casas jamds pueden tocarse; lt medianeria es una cosa considerada como imposible. Un mismo muro 1to puede ser comiin a dos casas, pues entonces habria desaparecido el Fecinto sagrado de los dioses domésticos. En Roma la ley fija on dos pies y medio la anchura del espacio libre que debe separar siempre a dos casas, y este espacio queda consagrado al “dios del recinto”. © “Epos tepov, Sifoles, Machin, 606 ' Por Ia Epoca en que este antigua culo qucd casi extinguide por la religion mis) brilane de Zeus y en que se asocd a Zeus ala divinidad del hogar, el nuovo dios adopt ¢l epteto de épueios. No es por eso menos cero que al principio el verdadero protect ‘del recinto cra el dios doméstio. Dionisio de Halicmaso fo atestigua (1, 67) cuando dice {ue los @eoi tps son Ios mismos que los penates. Esto mismo tesla, por otra pane ‘de 1 comparacién de un pasae de Pausanas (1V, 17) con un pase de Euripides (Evy 17) ot de Virgilio En, tl, $14); estos tres pusajess referen l mismo hecho y mies que el Zebs épnsios no és oiro que el hogar daméstico. Fest, v. Ambitus. Varin. LL, V, 22. Serio, ad An, I, 469 LA CIUDAD ANTIGUA.-LIBRO IL-CAP. VI 38 nfiguas reglas religiosas resulté que Ia vida en conmuni- De esti pudo establecer entre 10s antiguos. Jamis se conoci6 el dad munca $F smo Pitégoras no pudo establecer ciertasinsttuciones aaa {intima de los hombres. Tampoco se contra la religin intima ue choeaban guna época de la vida antigua, nada que se parezca encuen reeuidad aldeana que era general en la Francia del duodé- a et promise mila, dueha de sus doses y desu cult, ba debido imo +2 en au le particular de tereno, su domicilio aslado, su tee Pree gosdecian que el hogar habia cnscado al hombre a cons- 7 En efecto, el hombre, ligado por su religién a un lugar I a yer abandharjamds, a tendo que pensar MY prosio Brin ali ‘una sélida construccién. La tienda conviene al arabe, la cal eco; pero una familia que posee un lugar doméstico necesita fei cos duradera. A la cabafia de tierra o de madera sucedié pronto la casa de piedra. No se edified solamente para Ja vida de a eee sino para la familia, cuyas generaciones debian sucederse en la mism Pease se erigia siempre en el recinto sagrado. Entre los griegos se dividia en dos el cuadrado que formaba este recinto: la primera parte formaba el patio, la casa ocupaba la segunda. El hogar, colocado en cl centro del recinto total, se encontraba asi en el fondo del patio y cerca de la entrada de la casa. En Roma cra diferente la disposi- cin, pero idéntico el principio. El hogar permanecia en mitad del recinto, pero el edificio se elevaba alrededor de sus cuatro angulos, de manera que lo encerrase en el centro de un pequeto patio. Facilmente se comprende el pensamiento que ha inspirado este sistema de construccién: los muros se han elevado en torno del hogar Para aislarlo y defenderlo, y puede decirse, como los griegos decian, ue la religidn ha ensefiado a construir una casa. En a a familia es sefiora y propietaria: la divinidad domés- tica le asegura su derecho. La casa esti consagrada por la presencia Perpetua de los dioses; es el templo que los guarda. “,Qué hay de més sagrado, dice Cicerén, que la morada de cada hombre? Alli esté el ‘altar; alli brilla el fuego sagrado; alli estén Jas cosas santas y la re~ ligién.”” Entrar en esta casa con malévolas intenciones era sacrilego. “_,, Dibore V,6f Es mia ccencia a ref Eustt al desi qu a esa procede ‘del hogar. (Bust., ad Odyss, XIV, ¥. 158; XVIL, v. 156). Senne sone by Quattrococodrilo 56 FUSTEL DE COULANGES El domicilio era inviolable. Segtin una tradicién romana, el dios dom. tico rechazaba al ladrén y alejaba el enemigo.” Pasemos @ otro objeto del culto, la tumba, y veremos que las my ‘mas ideas le son aplicables. La tumba tenia gran importancia en religién de los antiguos, pues por un lado se debia culto a los g pasados, y por otro, a principal ceremonia de ese culto, esto es, lag 1mida flinebre, debiaoffecerse en el lugar mismo donde los antepasady, reposaban.” La familia posefa, pues, una tumba comiin, donde s miembros, uno tras otro, habian de reposar. La regla era la'misma pag 5 como no estaba permitido reunir dog icos en una sola casa, asi tampoco lo estaba el reuny a dos familias en una misma sepultura. Igual impiedad era enterrar¢ lun muerto fuera de la tumba familiar, que colocar en esa tumba ¢| cuerpo de un extrafio.™ La religién domeéstica, asi en la vida como en la muerte, separaba a cada familia de las demds, y excluia severamente toda apariencia de comunidad. Asi como las casas no debian estar contiguas, asi tampoco debian estarlo las tumbas, sino que, como la casa, cada una tenia una especie de cerco aislante. iCémo se manifiesta en todo esto el caracter de Ia propiedad pri vada! Los muertos son dioses que pertenecen exclusivamente a una familia y a los que ella sola tiene el derecho de invocar. Estos nnuertos han tomado posesién del suelo, viven bajo esta pequefia colina, y nadie, fuera de la familia, puede estar en relacién con ellos. Nadie, por otra parte, puede despojarlos del suelo que ocupan; entre los antiguos nadie podia ni destruir ni trasladar una tumba; las leyes lo prohiben severa mente, He aqui, pues, una parte de la tierra que, en nombre de la reli gidn, se convierte en un objeto de propiedad perpetua para cada fami= lia. La familia se ha apropiado esta tierra al depositar en ella a sus ‘muertos; en ella se ha implantado por siempre. El vstago de tal famili Puede decir legitimamente: “Esta tierra ¢s mia.” Tan suya es que resul- {a inseparable de él y no tiene el derecho de enajenarla. El suelo donde ® Ovidio, Fass, V, 14, Al menos, tl era la egla antigua, pues se cela que la comida finebre servia 8 alimentos los dioses. Véase Euspides, Tryanas, 381 383), Cicerén, De legib, Il, 22; Il, 26. Gayo, Inst. MI, 6. Digeso, ib. XLVI, ti. 12. Hay qe obsorvar que el escivo ye lente, como verenos desputs, formaben prt de a fail Ys les enteraba en la tumba comin. La repla que preseribia que a cada hombre 3° Fe terrae en la tumba de la fala sufia una excepeién euando la ciudad misma otorgabt os funerals piblicos. * Lieugo. Conta Lederates, 25, Para que en Rom puieta ser tasladade una pola, se neesitaba Ia autrizacién de ls pontifices.Plinio, Cartas, X. 73, LA CIUDAD ANTIGUA.LIBRO IL-CAP. VI 57 muertos 6s inalienable ¢ imprescriptible. La ley romana repose 10% ta familia vende el campo donde esta su tumba, siga, por e que Sado propietaria de Ia tumba y que conserve eternamente 08, wu a Jo merit de atravesar ese campo para poder cumplir las ceremonia | derecho del cute qumbre antigua enterar a Jos muertos, no en cementerios ra cost {fs de un camino, sino en el campo de cada familia, Esta cos og a ori empos aniiguos estéatestiguada por una ley de Solén tun pos pasajes de Plutarco.” Se ve en un alegato de Deméstenes Fr fou tempo, cada familia enterraba a los muertos en su gue vty que cuando se adquiria un dominio en el Atica, se encontraba Git sepultura de los antiguos propietarios.” Por lo que a Italia se air re ena misma costumbre esti atestiguada en una ley de las Doce Tablas, en los textos de dos jurisconsultos y en esta frase de Siculo vo: “Antiguamente habia dos maneras de colocar las tumbas: unos is leaban en ef inte dst camp, otros hacia el centro." SSupuesta esta costumbre, concibese que la idea de la propiedad se tay extend ficient ds pequsto ote donde reosiban les mus toval campo que rodeaba a este otero. Puede leerse en el libro del viejo Catén una fSemula con que el labrador italiano rogaba a los manes para que velasen por su campo, para que lo preservasen contra el la- thin y para que rindise buena cosecha, As, esas almas de los muertos, extendian su accidn tutelar, y con ella su derecho de propiedad hasta Jos limites de! dominio. Por ellas la familia era sefiora tinica en ese campo. La sepultura habia establecido la unin indisoluble de ta fa milia con la tierra, es decir, la propiedad En la mayoria de las soviedades primitivas, el derecho de propie- dad ha sido establecido por la religién. En la Biblia, el Senor dice a Abraham: “Yo soy el Eterno, que te he hecho salir de Ur de los caldeos Par darte este pais", y a Moisés: “Os haré entrar en el pais que juré dar a Abraham y os To daré en herencia.” Asi, Dios, propietario pri- mitivo por derecho de creacién, delega en el hombre su propiedad so- * Cicerdn, De legib, MH, 24 Digest, Hb. XVII, tI 6. > Lay de Stich por Gayo sn el Di X01, Pao, Arde, Cimén, 19, Maresino, Vida de Twcidides, § V7. * deme Cotten 3 Tin be mb de bx Bui, “over bastante espacioso y cerrado segin el uso antigo, donde reposan en comin "05 descendiemtes de Busclo” (Demést, in Macart, 7). ™ Siculo Flco, edie. Goes, pig. 4,5. V. Frag. terminalia, edicion Goez, pi. 147 pono, af Digeso, ib. XLVIl, ti. 12, $. Pablo, af Digest, VIL, 1, 14, Digeto, XIX. "SK Si venaiist find in quo sepulorum habuisi: Xl, 7,2. § 9; XI, 7, 45 y 46 uattrococodnilo 58 FUSTEL DE COULANGES bre una parte del suelo.® Algo muy semejante ha ocurrido ente antiguas poblaciones greco-italianas. Es verdad que no es la religige de Jipite Ia que ha fundado ese derecho, acaso porque ain no exist Los dioses que conferian a cada familia su derecho sobre la tie fueron los dioses domésticos, el hogar y los manes. La primera religige que ejercié imperio sobre las almas fue también la que entre ellas esi blecié la propiedad. Resulta bastante evidente que la propiedad privada era una ins tucién de que no podia prescindir la religién doméstica, Esta religigg ordenaba aislar el domicilio y aislar también la sepultura; Ia vida ey comiin ha sido, pues, imposible, La misma religién prescribia que « hogar estuviese fijo en el sueto, que la tumba no fuera ni destruide a) trasladada. Suprimid la propiedad: el hogar iré errante, las familias se ‘mezclarén, los muertos quedaran abandonados y sin culto. Median | el hogar inmutable y la sepultura permanente, la familia ha tomado Posesién del suelo, fa tierra ha quedado, en cierto sentido, imbuida y penetrada por la religién del hogar, y de los antepasados. El hombre de las antiguas edades qued6 asi dispensado de resolver problemas harto dificles. Sin discusién, sin fatiga, sin sombra de duda, llegé de tun solo golpe y por la sola virtud de sus creencias a la concepcién del derecho de propiedad, de ese derecho de donde surge toda civilizaciéa, pues por él el hombre mejora la tierra y él mismo se hace mejor. No fueron las leyes las que garantizaron al comienzo el derecho de propiedad, fue la religion. Cada dominio se encontraba bajo las ‘miradas de las divinidades domésticas que velaban por él! Cada campo debia estar rodeado —como lo hemos visto para la casa— de ut reeinto que lo separase claramente de los dominios de otras familias Este recinto no era un muro de piedra, era una banda de tierra que tenia algunos pies de ancho, que habia de permanecer inculta y que el arado Jamas habla de tocar, Este espacio era sagrado; la ley romana lo declaraba imprescriptible; ® pertenecia a la religién. En determinados dias del mes y del affo, el padre de familia daba la vuelta a su campo siguiendo esa linea, haciendo marchar delante algunas victimas, enlo- nando himnos y ofreciendo sacrificios.® Gracias a esta ceremonia creit © Igual adicin entre los etruscos: Quon Jupiter trram Etrurie sib vinden ‘consti ussite meri camnes signarique agros-—ductores rei agrart, en el Tragic to que tiene por titulo dom Vepoia Arrunti ec. Lachmann, pig. 330 Lares agri custodes, Tibulo, 1,1, 23. Relig Larum posita in fund} vilegu® conspectu, Cicerin, De legib U, 11 ® Cicerén, De lib, 1,21 Caton, De re rise, 141, Soript. rei agra, edie. Ge, pig, 308. Dion. de Hal 1, 74, Ovid, Fast, I, 639, Esiabén, V, 3. LA CIUDAD ANTIGUA.-LIBRO IL-CAP. VI 59 benevolencia de sus dioses en pro de su campo y de od, bie confimado es deetho de roped pa Jomo del campo su culto doméstico. El eamino que habian FeO Oe ey ies preces era el limite inviolable del dominio. iodo este trayesto, de distancia en distancia, el hombre colocaba otiedeas grandes 0 troncos de Arboles, que recibian el nombre alguns Piet"puede suponerse To que eran estos limites y cusles las ge emie a cllos se asociaban, a juzgar por Ia manera con que la ideds Ge los hombres los colocaba en tierra. “He aqui, dice Siculo isl jo que nivestr0s antepasados practicaban: comenzaban abriendo Faeo uct fosa, eimplantando el Término al borde, lo coronaban con css de his 7) ificio; inmolada vals de hietbas y floes. Luego ofrecian un saerificio; inmol guvjetima, hacian correr la sangre hasta la fosa, arrojaban en ella Xe ones encendidos (encendidos probablemente en el fuego sagrado fi hogar), granos, tortas, frutas, un poco de vino y de miel. Cuando todo se habia consumido en la fosa, se colocaba la piedra o el tr0z0 de madera sobre las cenizas todavia célidas.”* Claramente se ve que tsis ceremonia tenia por objeto el hacer del Término una especie de representante sagrado del culto doméstico. Para continuarle este caréc- ter, cada afo se renovaba el acto sagrado vertiendo libaciones sobre ay recitindote oraciones. El Término colocado en tierra era, pues, en cierto sentido la religién doméstica implantada en el suelo para indicar sue este suclo era por siempre la propiedad de la familia, Més adelante, con la ayuda de la poesia, se consideré al Término como un dios dis- tint y personal. El uso de los Términos o limites sagrados de los campos parece haber sido universal en la raza indoeuropea. Existia entre los indos des- de una remota antigiedad, y las ceremonias sagradas de la fijacin de limites tenfan entre ellos gran analogia con las que Siculo Flaco ha des- erito para Italia. Antes que en Rome, encontramos el Término entre ls sabinos; también lo encontramos ente os eruscos. Los helenos también tenian limites sagrados que lamaban Spot, Geot Spror. Colocado el Término conforme a los rtos, no habia poder en el Bs cue pc ova tras arto| Tonia’ qe permanever/clerrmants ec * Sialo Fiac, De condone agroram, ede. Lachmann, pi. Uy ei. Goss, § Eo ‘hale * Leyes de Mani, VI, 245, Vebaspati,citado por Sict, Legis. Inde. pg. 159 Varn, LV, 74 Polly, IX, 9. Hesguio, Bos. Plata, Les. VIM pig. 842. Paarco y Dionisio téaen cominus poe Bpon. De oo iad, I palabra stp exist en ia Tengu greg. pies. Elecn, 96) uattrococodnilo 60 FUSTEL DE COULANGES 1 mismo sitio, Este principio religioso estaba representado en Rom. por una leyenda: Habiendo querido Jtipiter hacerse un sitio en el mont, Capitotino para tener alli un templo, no pudo desposeer al dios Tey mino, Esta vieja tradicién muestra cudn sagrada era la propied; pues el Término inmévil significa tanto como propiedad inviolable En efecto, el Término guardaba el limite del campo y velaba por El vecino no osaba acercarse mucho, “pues entonces, como dice Ovidig, el dios, que se sentia tocado por la reja 0 por la azada, exclamabg ““(Detente; éste es mi campo, ahi esté el tuyo!”.® Para usurpar q ‘campo de una familia era preciso derribar o trasladar el limite; ahorg bien, este limite era un dios. El sacrilegio era horrendo y el castigy severo; la antigua ley romana decia. “Si ha tocado el Término con ik reja de su arado, que el hombre y sus bueyes sean consagrados a log dioses infernales”;® significaba esto que el hombre y los bueyes teniag que ser inmolados en expiacién. La ley etrusca, hablando en nombre de la religién, se expresaba asi: “El que tocare o transplantare el limite sera condenado por los dioses, su casa desaparecerd, su raza se extin guird, su tierra ya no producird frutos; el granizo, el tizén, el fuego de la canicula destruirén sus mieses; los miembros del culpable st cubririn de tlceras y caer de consuncién”.” ‘No poseemos el texto de la ley ateniense sobre el mismo respect slo nos han quedado tres palabras que significan: “No rebases el lim: te.” Pero, Plat6n parece completar el pensamiento del legislador cuando dice: “Nuestra primera ley debe ser ésta: Que nadie toque el limite que separa su campo de el del vecino, porque debe permanecer inmovil Que nadie se atreva a mover la pedrezuela que separa a la amistad la enemistad, Ia piedra que se ha jurado conservar en su sitio”. De todas estas creencias, de todos estos usos, de todas estas leyes resulta claramente que es la religidn doméstica la que ha ensefiado a hombre a apropiarse la tierra y le ha garantizado su derecho sobre ella Compréndese sin gran trabajo que el derecho de propiedad, a concebido y establecido, haya sido mucho mas completo y absoluto et sus efectos de lo que al presente pueda serlo en nuestras sociedadet ‘modemas, que lo funndan en otros principios. De tal modo era inherent la propiedad @ la religién doméstica, que una familia no podia renu™ vidio, Fass, 1,677 Pesto, V° Terminus, edi. Muller, pig. 368: Qui serminum exarasce, et ipsum # doves saros este Serp. rei agrar. edie. Gooz, pig. 288; edie. Lachmann, pig. 351 Platbn, Leyes, VIL, pi. 882 LA CIUDAD ANTIGUA.-LIBRO II.—CAP. VI 61 sar [a una ni a la otra. La casa y cl campo estaban como incorpora- {fos a ella, y no podia ni perderlos ni desasirse de ellos. Platén, en su fatado de las leyes, no pretendia sostener ninguna novedad cuando rohibia al propietario vender su campo: sélo recordaba una antigua ffy. Todo lleva a creer que en los tiempos antiguos la propiedad era jnalienable. Es de sobra conocido que en Fsparta estaba formalmente rohibido que alguien vendiera su tierra.” La misma prohibicién esta scrita en las leyes de Loctes y de Leucadio.” Fidén de Corinto, legis- fador del siglo noveno, prescribia que el mimero de familias y de propiedades permaneciese inmutable."* Tal prescripeién sélo podia observarse prohibiendo a cada familia que vendiese su tierra y aunque la dividiese. La ley de Solén, posterior en siete u ocho generaciones ala de Fidén de Corinto, ya no prohibia al hombre el vender su pro- piedad, pero castigaba al vendedor con severa pena: la pérdida de los derechos de ciudadania.”* En fin, Aristoteles nos advierte de una manera ‘general que en muchas ciudades las antiguas legislaciones prohibian la venta de las tierras.* Tales leyes no deben sorprendemnos. Fundad la propiedad en el de- recho del trabajo, y el hombre podra desasirse de ella. Fundadla en la religién, y ya no podrd un lazo més fuerte que la voluntad humana une la tierra‘al hombre. Adem, ese campo donde esté la tumba, donde viven los antepasados divinos, donde la familia debe por siempre rea lizar un culto, no es la propiedad de un solo hombre, sino de una fami- lia, No es el individuo viviente en la actualidad quien ha establecido ‘su derecho sobre la tierra: es el dios doméstico. El individuo s6lo la tiene en depésito; pertenece a los que han muerto y a los que han de acer, Forma un cuerpo con esta familia, y no puede separarse de ella, Disasociad uno de otra, y alterdis un culto y ofendéis a una religion fislvaba con Ia dpi. Esquino, in Timarchwn, 30, Didgenes Laetcio, Solén, 1, 55. Esta cee ‘cierlamente ya no s¢ observaba en tiempo de Esquino, subsistia por la forma, como ieee ees ristételes, Polit, VI, 2, 5: Hy %0 7" dpxaiov ev nohAai’s nOAEI veypoBernpEvov i uattrococodniio 62 FUSTEL DE COULANGES Entre los indos, la propiedad, fundada también en el culto, era iguay ‘mente inalienable.” Sélo conocemos el derecho romano a contar de las Doce Tablay es evidente que en esta época estaba permitida la venta de la propie, dad, Pero hay razones para creer que en los primeros tiempos de Romy y en Italia antes de la fundacién de Roma— la tierra era inalicnabje_ como en Grecia, Si no queda ningtin testimonio de esa antigua ley, sg advierten al menos las suaves transiciones porque ha pasado. La Ley de las Doce Tablas, dejando a ta tumba su cardcter de inalienable, x. lo quit6 al campo. En seguida se permitié dividir la propiedad si habig varios hermanos, pero a condicién de que se celebrase una nueva cers. monia religiosa: s6lo la religién podria distribuir lo que la religion ha. bia declarado antaio indivisible. En fin, se permitié vender el domi. rio; pero también para eso se necesitaron formalidades de carécte religioso. La venta s6lo podia realizarse en presencia del libripens y con todos los ritos simbélicos de la mancipatio. Algo parecido se ve en Grecia: la venta de una casa o de un fundo de tierra estaba acom. pafiada de un sacrificio a los dioses.* Parece ser que cualquier muta- cién de la propiedad tenia que estar autorizada por la religin. Si el hombre no podia, o dificilmente podia desasirse de la tiera menos atin se le podia despojar contra su voluntad. La expropiaciéa por motivo de utilidad pablica se desconocia entre los antiguos. La con fiscacién sélo se practicaba como consecuencia de una sentencia de destierro,” es decir, cuando el hombre, despojado de su cardcter de cite dadano, ya no podia ejercer ningiin derecho en el territorio de la ciudad La expropiacién por deudas tampoco se encuentra jamas en el dereche antiguo de las ciudades."® Cierto que la Ley de las Doce Tablas no es complaciente con el deudor, pero no permite, con todo, que su pro- piedad se confisque en provecho del acreedor. El cuerpo del hombre, responde de la deuda, no su tierra, pues la tierra es inseparable de It familia, Mas facil es someter al hombre a servidumbre que arrancatlt Mitakchara, wad. Orianne, pig. 50. Esta ropa desaparceié poco a poco, a medi ‘que el beahmanisme adguirs pecpandorania ‘ Fragmento de Teoftasto, citado por Estobeo, Senn, 42. a repla desaparccp en In edad democrtica de las civdades © Una ley de Elen prohibia ls hipoteca sobe la ira: Avsttles, Pott. VI, 2.8 hipoteca era desconocida en el antique derecho de Roma, Lo que se dice de la hipoteca cl derecho ateicnse anterior a Sold, Se sustenta en una palabra mal comprendida & Plutarco. Bl término Gpos, que signfieé més adelante un limite hipoteario,signfieaba & tiempos de Solin el limite santo que sehalaba el derecho de propiedad. Véase mis adelante 1b TV. cap. VL La hipotoca apareid mis tard en el darech Stoo, y sso bajo Ia fom de venta con la condicion de reat LA CIUDAD ANTIGUA.-LIBRO IL-CAP. VIL 63 fe propiedad, perteneciente a la familia mas que a él mismo; unger afte i manos del acreedor; la tierra le sigue en al deudor on esta servidumbre, El amo que usa en su provecho de cierto set isicas del hombre, goza también de los frutos de la tierra, las fuerze converte en propietari de és, ;Tan por encima de todo itpa y tan inviolable era el derecho de propiedad! °* Caviruo VIE EL DERECHO DE SUCESION 18 Naturaleza y principio del derecho de sucesién ‘enire los antiguos Habiéndose establecido el derecho de propiedad para la realizacién de un culto hereditario, no era posible que ese derecho se extinguiese tras la breve existencia de un individuo. El hombre muerte; el culto per- rmanece; el hogar no debe extinguirse, ni la tumba abandonarse. Prosi- guiendo la religion doméstica, el derecho de propiedad debe continuar ton ella os cosas estan ligadas estrechamente en las ereencias como en las leyes de los antiguos: el culto de una familia y la propiedad de la mis- ma. Por eso era regla sin excepcién en el derecho griego y en el roma- to que no se pudiese adquirir la propiedad sin el culto, ni el culto sin 'a propiedad. “La religién prescribe, dice Cicerén, que los bienes y el-eulto de cada familia sean inseparables, y que el cuidado de los sa~ Ctificios corresponda siempre a aquél a quien le toque la herencia.”"* ol aniulo de fa ey de faz Doce Tablas que concern al deutor insolvent Iss 5 wr so iit: Ingo el deuer, casi converido en exlavo, an conserva ago 530; one alguna propiedad, no se le achat. Los aregls conocides en derecho amano cons nombres de emancipactén con deca y de pignas ean antes e a accion {e Seri, recs para asegura al Seoedor el pago J a eda, y demuesan indirect "eue quel expan por deula no exist. Mis tre, cuando se suspend a se Vitunbre corporal, Toe precio buscar medio pars poder apodrarse de fos bienes del ‘esi so no ea fe pero la dstncdn que e aca entre Ta propiedad y a posesion ei neuro, El aeeedor tu dl pore derecho de hace vender, la propi= ‘dominio los ence del deur, bon. Sol enonces, median na expropiagia isizad of deudor perio el disrae desu propida "© Ciexé, De legs Il, 19-20. Ta er la importancia de los saera, que el juris Seto Gay esrb ste crioso passe: Qure autem tam improba posses et uscapio etait arto ext quod vlueantvleres mars herediates ad lesen ql o FUSTEL DE COULANGES He aqui los términos en que un litigante de Atenas reclama una sign: “"Reflexionad bien, jueces, y decid quién debe hereda los bie de Filoctemén y hacer los sacrificios sobre su tumba, si mi adye ‘0 yo." ¢Es posible decir mas claramente que el cuidado del cuts inseparable de la sucesién? Lo mismo ocurre en Ia India: “La per que hereda, sea quien sea, esté encargada de hacer las ofrendas sly fa tumba.”"™ De este principio han emanado todas las reglas del derecho de x ccesidn entre los antiguos. La primera es que, siendo la religién dong, tica como ya hemos visto, hereditaria de varén en varén, la propie también lo es. Como el hijo es continuador natural y obligado del cu también hereda los bienes. Asi encontramos la regulacién sobre la he rencia, regulacién que no es el resultado de una mera convencién eng los hombres, sino que se deriva de sus creencias, de su religién, del, ‘que hay de mas poderoso en las almas. La razén de que el hijo herede no es la voluntad personal del padre. El padre no necesita hacer te tamento: el hijo hereda con pleno derecho, ipso jure heres existi, die el jurisconsulto. Es también heredero necesario, heres mecessarius!® No tiene que aceptar ni rechazar la herencia. La continuacién de k propiedad, como la del culto, es para él tanto una obligacién como uy derecho, Quigralo o no, la sucesin le ineumbe, sea la que sea, aun coy sus cargas y sus deudas. El beneficio de inventario y el bencticio de abstencién no se admiten para el hijo en el derecho griego, y sélo mis adelante se introdujeron en el derecho romano. La lengua juridica de Roma llama al hijo heres suus, como sis dijese heres sui ipsius. En efecto, solo hereda de si mismo. Entre & padre y él no existe ni donacién, ni legado, ni mutacién de propiedad Hay simplemente continuacién morte parentis continuatur dominiun Ya en vida del padre, el hijo era copropietario del campo y de la cas vivo quogue paire dominus existimatur." Para forjarse exacta idea de la herencia entre los antiguos, # hay que representarse una fortuna como pasando de una mano a otf La fortuna es inmévil, como el hogar y In tumba a que esta asociadé Es el hombre quien pasa, Es el hombre quien, a medida que la familé sacra faceremt, quorum ils temporibus sunma observatio fuit (Gayo, I, 55), Festo ¥ Everrieor (etic. Mule, pig. 77), Everriator vocatur gui, acceptaherediate, usta fact Aefimcio debet: si non feert, suo capite lat. | 1 Igeo, Vi. 51, Platén llama al heredero BxéBoxos Ge v, Leyes, V, plgina 740. ™ Leyes de Mani, 1X, 186 © Digest, lib. XXXVI, ti, 16, 14 " dnstamas, 1M, Ay 3; Ml, 957 LA CIUDAD ANTIGUA.“LIBRO IL-CAP. VIL 65 onga en sus generaciones, llega a la hora marcada para prose- re eulto y tomar posesion del dominio. guar el eullo Y pg hijo hereda, la hija no { es cuando las leyes antiguas, a primera vista, parecen extra- Te —_ Se experiments alguna sorpresa cuando se ve en el dere- 6 romano que Ia hija no hereda del padre si se casa, y en el derecho yo que no hereda en ningin caso. Y lo que concieme a los colate- £Bs, aun parece, ala primera inspeccién, mas distante de la naturaleza ie a justicia. Y es que todas estas leyes se derivan, no del sentimien- Age equidad, sino de las creencias y de la religién que reinaban en ls iegla para el culto es que se transmita de varén en varén; la regla para la herencia, que siga al culto. La hija no es apta para con- tinuar la religién paterna, pues que se casa, y al casarse renuncia al calto del padre para adoptar el del esposo; no posee, pues, ningan titu- Joa la herencia, Si un padre dejase sus bienes a la hija, la propie- dad se separaria del culto, y esto es inadmisible. La hija ni siquiera podria cumplir el primer deber del heredero, que consiste en continuar laserie de las comidas fiinebres, pues a quien ofrece los sacrificios es ‘los antepasados de su marido. Luego, Ia religion le prohibe heredar de su padre, Tal es el antiguo principio que se impone igualmente a los legis- ladores de los indos que a los de Grecia y de Roma. Los tres pueblos tien las mismas leyes, no porque se las hayan prestado, sino porque las han derivado de las mismas creencias. “Tras la muerte del padre, dice el cédigo de Mani, que los her- ‘manos se repartan el patrimonio”; y el legislador afiade que recomienda los hermanos el cuidado de dotar a sus hermanas, lo cual acaba de demostrar que éstas no tienen por si mismas ningiin derecho a la sucesién Paterna Lo mismo en Atenas. Los oradores fticos tienen frecuente ocasién fn sus alegatos de mostrar que las hijas no heredan.!" E] mismo "En eco, in Nenanetm, 4 vemos a. pare que dja un hj, dos hij yar hijo eanciad soe primer fj heeds, En Liss, pro Manteo, 1, vemos a dos herma- "os que se disribuyen el pirionioy se cmtentan con dolar asus dos hermanas. Por ofa Pans dow no ery eegun Lor ufo de Atenas, mls que una dbl pare de la frtuns Petern Demstenes,n Baotum, de dot, 22-24, muss también que as ise mo heredan, ‘Astin, Aves, 1653-1654, indica claramete quo una hijo no heed si Gene % oy Quattrococodnio

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