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FUNDAMENTOS CATEGORIALES DE
UNA TEORÍA CURRICULAR
(Documento entregado a la UBV como aporte a los debates)
Presentación
Para poder aclarar esto necesitamos acercar a la discusión una noción auxiliar.
Mencionamos arriba que la historia son más que hechos, más que la organización
temporal de los mismos. La Historia debe poder aproximarse desde la noción de
posibilidad, vinculada a la de totalidad. La posibilidad debe entenderse desde la
perspectiva material, real, y la totalidad en relación a sus múltiples y complejas
conexiones; dice Marx en la Ideología Alemana:
1
Marx, fragmento de la tercera Tesis sobre Feuerbach.
sino desde concebirse como un factor de apoyo a las luchas concretas y a las clases en
proceso de lucha, si logra conciencia de su papel histórico.
Las categorías tienen un fin específico: al ser las más amplias concepciones
desde donde se construirán los conceptos centrales, su objeto es el de dar
direccionalidad y coherencia a nuestra teoría curricular. Dichas categorías enmarcan
en su alcance a conceptos, comprensiones de lo teórico y lo práctico, perfiles y sujetos
concretos, líneas de acción e investigación, en fin, son el basamento del aparato
mediador para dar forma a la diversidad epistemológica desde donde abordar la
realidad.
Una forma de abordarlas es a través de sus determinaciones. Con este concepto
no debemos confundir un determinismo, es, más bien, un desarrollo de las categorías
desde el privilegio de sus “lugares” y “posiciones” históricas. Tales determinaciones, en
su unidad, concretan la amplitud conceptual de las categorías. Es necesario dejar claro
que en torno a las definiciones, como muchas veces son comprendidas las categorías,
existen actuales debates; de lo que se trata, es de señalar conceptos con la amplitud
necesaria, no sólo para construir, sino para el desarrollo de los debates propios de una
universidad.
Al cabo de las discusiones hemos llegado a un acuerdo en torno a las categorías
principales. Las cuales son desarrolladas a continuación.
La Realidad2
Dicha categoría presenta una tremenda dificultad. No sólo es la más amplia
referencia de los discursos y amplio campo de los “objetos”, “lugares”, “momentos”,
sino que, además, en ella se centran los debates sobre la ciencia, el conocimiento, lo
verdadero y, lo concreto de nuestras transformaciones, objetivaciones y avances. Varias
tensiones abarcan variadas formas de concebirla, entre ellas, la existente entre objeto y
sujetos, materia e idea; las que se consideran entre lo cambiante y lo permanente, lo
universal y lo particular.
Sin embargo, en un plano distinto al planteado por los antagonismos que
“determinan” internamente al problema de caracterizar a la realidad como categoría
principal, se destaca el desarrollo histórico del conflicto político-económico, que a
2
En esta categoría se desarrolla una postura crítica a un aporte del profesor José Romero. La referencia se
hace en la bibliografía.
través de la imposición de un concepto de realidad, se concreta en el dominio sobre “lo
real”.
Aquí pueden plantearse diferencias en torno a la manera de entender este
conflicto. Sin embargo, es necesario sumar a este pequeño sistema de “contradicciones”,
la constatable realidad de una categoría nada ingenua: el problema de la “realidad” debe
incorporarse al problema político-ideológico de la concepción de mundo, problema que
no puede desligarse de las visiones que pretender “naturalizar” un orden, banalizar
procesos de explotación y dominio, sobre los que, es necesario actuar, no sólo desde el
debate de las diversas corrientes, sino a partir de la acción de la universidad como factor
concreto.
Es necesario considerar algo, en la dirección de proponer los debates necesarios.
La comprensión de la realidad desde el conflicto materialismo-idealismo como la
exhaustiva toma de partido por la materia, o, la idea, tiene sus peligros. Desde tal
comprensión, el acto de superar tal conflicto, supone sólo dos posibilidades: 1) se
renuncia a tales conceptos como formas de entender la realidad; o 2) se incorporan
ambos en una suerte de comprensión “amplia”. La primera opción tiene dos necesarias
vías: una, se arriesga un agnosticismo casi místico, al renunciar sin opciones a dos
conceptos, que, en su más simple comprensión dan cuenta de “realidades”, o, dos, se
hace urgente una propuesta alterna. Los fracasos en este caso llevan, irremisiblemente, a
la opción anterior.
La segunda opción, a pesar de sonar “única”, tiene también dos compromisos:
dada la comprensión amplia, existe la necesidad de dar el “acento”, el “sesgo”, que no
es sino la necesidad de dar cuenta de la prioridad, o al menos de una relación de
consecuencia entre idea y materia, esto debido a que, la realidad, no sólo cambia, sino
que debe poder ser cambiada por la acción en alguno de los ámbitos. Lo referente al
fundamentalismo, es parte de los compromisos con nuestras posturas.
Algunos planteamientos que buscan romper, con los reduccionismos
materialistas e idealistas, buscan el abordaje de la realidad desde las mediaciones, esto
es, desde los signos y las representaciones (la prioridad, como sesgo, la tiene una
construcción ideal de origen empírico particular). Tales planteamientos se enmarcan en
una comprensión –en clave de tensión- entre lo óntico y lo ontológico como un
problema de perspectivas semióticas particulares. En función de tales semióticas, se
construyen criterios sobre lo real desde la comprensión de lo concreto-concretizado
como acción significativa, es decir, como el “valor” de realidad desde el valor de la
significación dada por la experiencia material/simbólica.
Una crítica a tales esfuerzos retoma el problema de la totalidad histórica y sus
alcances. Una semiótica, un sistema de signos, de representaciones, es un contenido
histórico que tiene compromisos genéticos, estructurales y coyunturales, con relaciones
sociales y desarrollos de fuerzas productivas específicas. Por ejemplo, un sistema
semiótico de amplísimo alcance es la ciencia como es concebida en la sociedad
capitalista, leemos al respecto:
La Sociedad3
Feuerbach no ve, por tanto, que el
«sentimiento religioso» es también un producto
social y que el individuo abstracto que él
analiza pertenece, en realidad, a una
determinada forma de sociedad
Marx, Séptima Tesis sobre Feuerbach. 1845
3
En este desarrollo se toma una postura crítica respecto a dos aportes importantes, uno, de la profesora
Larissa Slibe, en torno al concepto de “Comuna” y otro, respecto a un artículo del profesor Alex Osuna,
sobre el concepto de “Institución”. Todos estos escritos están al alcance como parte de las
sistematizaciones.
4
Para la comprensión del término “superestructura” seguimos la advertencia de Ludovico Silva en (Silva,
2006, pág. 10).
sólo se percibe en la infinidad de trabajo humano que nos rodea en forma de
mercancías, sino también en el alcance que dichas relaciones y fuerzas sobre nuestras
comprensiones y concepciones. Marx señala en el tomo I de El Capital “La forma de
mercancía que adopta el producto del trabajo o la forma de valor que reviste la
mercancía es la célula económica de la sociedad burguesa” (Marx C. , 1975 I, pág.
XIII).
La cuestión relacionada a cómo esta singular actividad encausada en el tiempo
es acción que construye no sólo la realidad y sociedad de nuestro tiempo, sino que a su
vez, estructura las mediaciones y comprensiones de dicha realidad, es la dinámica de
unidad que, en el sentido de la totalidad y la posibilidad, dan cuenta de la historia como
escenario vivo:
Ser histórico-social5
Esta categoría tiene una relación con las dos anteriores que va más allá de la
simple complementariedad. La principal determinación de su referente inmediato:
el trabajo, la hacen portadora de la principal actividad transformadora, actividad que no
sólo transforma la materia, la realidad, la sociedad misma, sino que además es factor
constante de auto-transformación. Es en la actividad del Ser histórico-social donde se
cifra la transformación constante del escenario real y de su espacio social, a la par de sí
mismo.
Dicha determinación –la principal- del Ser histórico-social plantea no sólo un
hecho común a todas las formaciones sociales, es, también un factor de movimiento de
lo real y lo social. No debe confundirse tal actividad con una “condición” de carácter
esencial, no nos referimos a una “esencia” explicable en términos de “castigo divino” –
el trabajo es un castigo divino- o a una condición genética, la cual nos pondría en el
mismo status activo que una abeja o una hormiga. El carácter específico de la
transformación de la naturaleza bajo la actividad del ser humano podemos abordarlo
desde lo que plantean José Paulo Netto y Marcelo Braz:
5
En esta categoría se hace referencia a aportes de las profesoras Begoña Anchústegui y Maritza Capote.
al cabo de un larguísimo decurso temporal, el trabajo rompe con un
patrón natural propio de aquellas actividades:
• en primer lugar, porque el trabajo no se realiza como una acción
inmediata sobre la materia natural; al contrario, se exige
instrumentos que, en su desarrollo, se van interponiendo entre los
sujetos y la materia;
• en segundo lugar, porque el trabajo no se realiza cumpliendo
determinaciones genéticas; al contrario, pasa a exigir habilidades
y conocimientos que se adquieren inicialmente por repetición y
experimentación y son transmitidos mediante la educación;
• en tercer lugar, porque el trabajo no atiende a un escenario
limitado e invariable de necesidades, ni son satisfechas bajo
formas fijas; si es cierto que existe un conjunto de necesidades
que siempre debe ser atendido (…), las formas de dicha
satisfacción varían muchísimo y, sobre todo, implican el
desarrollo, casi sin límites, de nuevas necesidades. (Netto &
Braz, 2007, págs. 30-31).
Bibliografía
Althusser, L. (1970). La Revolución Teórica de Marx. México: Siglo XXI.
Amin, S. (1973). Categoría y Leyes Fundamentales del Capitalismo. México: Nuestro Tiempo.
Figueroa, F. B. (1979). Historia Económica y Social de Venezuela (Vol. I). Caracas: Ediciones de
la Biblioteca UCV.
Marx, C. (1975 I). El Capital. Crítica de la Economía Política (Vol. I). México: Fondo de Cultura
Económica.
Marx, C. (1975 II). El Capital. Crítica de la Economía Política (Vol. II). México: Fondo de Cultura
Económica.
Marx, C. (1975). Teorías sobre la Plusvalía. (Libro IV de El Capital) (Vol. II). Buenos Aires:
Cartago.
Marx, C., & Engels, F. (2006). El manifiesto Comunista. La Habana: Ocean Sur.
Marx, C., & Engels, F. (1973). Obras Escogidas (Vol. I). Moscú: Editorial Progreso.
Netto, J. P., & Braz, M. (2007). Economía Política. Uma Introducao Crítica. Sao Paulo: Editora
Cortez.
Silva, L. (1975). Anti-manual para uso de Marxistas, Marxólogos y Marxianos. Caracas: Monte
Ávila Editores.