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Derrumbe de paradigmas Gonzalo Aguirre Beltran fines del pasado sexenio gubernamental el licenciado Miguel Limon Rojas, entonces director del Instituto Nacional Indigenista, invité a sus predecesores en el cargo a exponer, con la amplitud que estim4semos pertinente, la cuantfa e importancia de las contribuciones realizadas por cada uno de nosotros, en la configuracién de la tarea indigenista. En tal ocasién aproveché la oportunidad para relatar, no sélo lo hecho durante el perfodo de mi incumbencia, sino también la parte que me tocé desempeiiar en la fragua de una teorfa y una practica indigenistas. Me excedi en mi exposicién al arrancar mi discurso del momento en que asumi el puesto de director de Asuntos Indigenas, en diciembre de 1946 hasta el mes de marzo de 1977, fecha de la entrega que hice de la direccién del INT, dos y medio meses después del término de mi nombramiento. A lapso tan prolongado correspondié una actuacién por demés dilatada de la cual es preciso restar los afios en que fungi como rector de la Universidad Veracruzana, 1956 a 1961, y los de mi cometido como diputado al Congreso de la Uni6n, 1961 a 1963. Al finalizar mi responsabilidad en el INI, pasé al Instituto de Inves- tigaciones Antropolégicas de la UNAM donde Jaime Litvak, su director, me asigné plaza de Investigador Asociado. Durante mi estancia en el IIA fui invitado a participar en una serie de conferencias intituladas “Vidas en la Antropologia Mexicana” en la que los maestros de edad provecta fuimos requeridos a evaluar la propia obra, como docentes e investigadores. Me au- toanalicé en una conferencia que ha permanecido inédita y al poco tiempo hice un resumen critico del estado de la antropologia en el cap{tulo desti- nado ala antropologia social, en la obra Las humanidades en México, 1950- 1975 publicado en 1978". En tal ensayo intenté, por vez primera, demarcar las fronteras de las distintas vertientes de lo que, a poco andar, habria de lamarse el paradigma indigenista. Fue corta mi residencia en TIA, en abril de 1978 volvi a la administracién publica llamado por Fernando Solana, Secretario de Educacién, para ocupar el cargo de Delegado de la SEP en el estado de Veracruz, donde permanect tres afios y medio. En 1982 retorné, una vez més a la inyestigacién en el CIESAS, Centro de Investigaciones * Gonzalo Aguirre Beltrén. “La Antropologia Social” en Las humanidadles en México 1950-1975. UNAM, México (1978). pp. 545-644. 5 y Estudios Superiores en Antropologfa Social, comandado por Henrique Gonzalez Casanova, quien unos dfas antes de concluir su desempeiio, gene- rosamente me nombré Investigador Titular, con planta de base definitiva. iLoteria! Por ultimo, en julio de 1984, el Sistema Nacional de Investiga- dores me acogié en su santo seno como investigador Nacional, lo que me hace sentir la obligacién de mantener la definitividad con mi participacién en reuniones de jévenes generaciones, amantes de la filosofia, en tanto me llega la hora de rendir cuentas ante los dioses ancestrales Tlalocan Tata- Tlalocan Nana. Lo que antecede viene al caso porque al convocar el INI, hoy dirigido por Arturo Warman, a un Seminario Permanente sobre Indigenismo 1990- 1994, me pareci6, de primera intencién, que sus propésitos ya habian sido satisfechos, con detalle y buen juicio, en obras por mi escritas, particularmente en mi colaboracién -Formacién de una teorfa y una prdctica indigenistas- al volumen conmemorativo INI, 40 artos, publicado ‘en noviembre de 1988, esto es, hace un afio y dias?. Por tanto, lo que hoy pudiera decir, en respuesta a la solicitud en que se me invita a participar como ponente, mucho me temfa que no fuese otra cosa sino repetir, en refrito frustrdneo, lo que antes dije con original transparencia. Pero al punto advert{ que el intervalo de un afio bien puede cobijar acontecimientos trascendentes en México y més alld de sus confines, como los que de hecho se manifestaron ayer y hoy siguen produciéndose con inusitada velocidad. A quienes vivimos este tiempo, el cambio sociocultural constriiie a reflexionar y a poner en prictica nuestras voliciones, con permanencia y premura. Entre los sucesos que merecen un cuidadoso comentario se encuentra la publicacién, a fines de 1988, del excelente ensayo de Cynthia Hewitt de Alcantara en su primera edicién castellana intitulado Imagenes del campo, La interpretacién antropoldgica del México rural, En ella la autora pro- pone el enfoque paradigmatico de la antropologia en México y analiza con gran extensién y hondura, como niicleo de la disciplina en nuestro pais, el paradigma indigenista; paradigma miltiple con alternativas diferentes. El mismo afio de 1988, y también a fines del pasado sexenio gubernamental, el Instituto Nacional de Antropologia e Historia culminé una obra monu- mental en 15 volimenes, todos ellos voluminosos, que salié a la luz publica con el titulo de La Antropologfa en México, Panorama Histérico*. Un gran 2 Gonzalo Aguirre Beltrin, “Formacién de una teoria y una préctica indigenista” en INIAQ Afos, INI, México (1988) pp. 11-14 7” Cynthia Hewitt de Alcntara, Imagenes del campo. La interpretacién antropologica del Mexico rural. El Colegio de México, Méxi00 (1988). Pre-edicion en inglée 1982; edieion primera on ingle Anthropological perpectives on rural México. (1984.) joss Lameiras, “La antropologia en México. Panorama de su desarro! tiger ‘en Ciencias Sociales en Mexico. Desarrollo y perspectiva, El siege de Stace Masco ), PP. 107-180. 6 esfuerzo editorial digno de los mayores elogios y un buen trabajo de coordi- nacién. La periodizaci6n del pasado, sigue, en lo esencial, el ordenamiento de tiempos fijado por José Lameiras®. A ruego de Carlos Garcia Mora, co- ordinador general, Esteban Krotz y Luis Vazquez Leén, sefialan rumbos a la historiografia antropolégica en México y usan, al menos uno de ellos con largueza, el enfoque paradigmatico de la filosofia de la ciencia propuesta por Thomas S. Kuhn® einnovado en México, si no me equivoco por Cynthia Hewitt. De esta nueva corriente filoséfica se advierte contaminada también la Comisién Organizadora del Seminario que adopta en su programacién la perspectiva paradigmatica y la postula como normaen la discusién filoséfica del indigenismo y sus distintas vertientes. En adicién a las novedades editoriales y a sus secuencias, en el transcurso del afio, y no sabemos por cuanto tiempo mas, asistimos perplejos a una revolucién de alcances impredecibles que afecta, no sdlo a los paises gobernados por regimenes socialistas, involucrados directos en el cambio sorpresivo del modo de produccién, de la estructura social, econémica y, consecuentemente, ideoldgica, sino de una u otra manera al mundo entero. El marxismo oriental, terrificamente construido por Stalin, procuré presentar, ms all4 de sus fronteras, un modelo de seguir idflico en cuanto hace a las relaciones interétnicas, como paradigma ad hoc para solventar los problemas emanados de la convivencia de nacionalidades miltiples, minorias raciales y pueblos étnicos, con culturas opuestas, De pronto estalla el paradigma en luchas fraternas que ponen en peligro por desgajamiento la existencia misma de la Unién de Republicas Soviéticas. Como consecuencia de tales eventos, en el mundo occidental el marxismo en su conjunto, pero en lo particular, el marxismo ortodoxo han sufrido grave quebranto. Si alguna vez se llegé a pensar que el marxismo, en su condicién de ciencia totalizadora podria subsumir a la antropologia, a la sociologia y otras ciencias sociales, a las que los estructuralistas althuserianos negaban esferas legitimas de su particular incumbencia, hoy dificilmente habra quien sostenga la proposicién triunfalista’. Examinemos las novedades recién introducidas comenzando por las propuestas de Cynthia Hewitt, para evaluar su efecto sobre la corriente de ideas y hechos que bien podemos llamar indigenismo tradicional. La velocidad del cambio, digamos una vez més, hace menester repensar y corregir permanentemente los esquemas tedricos que construimos en el pasado inmediato y que alcanzaron a mantener vigencia en la préctica indigenista al institucionalizarse en programas de desarrollo cuya gINAH, La antropologta en México. Panorama hist6rico, 15 vols. México (1987-1988). 7 Thomas S. Kuhn, La estructura de las revoluciones cientificas. FCE. México, (1971) Louis Althusser, Posiciones. Grijalbo, México, (1977) pp. 91-98. 7 infraestructura e ideologia, con modificaciones y correcciones en forma y discurso, continuan siendo vélidas como bases de donde parte y se distribuye la accién. Sin demérito de Jas ventajas contenidas en la reflexion filoséfica sobre la ciencia antropolégica y del enfoque paradigmético con tanta inteligencia expuesto por Cynthia Hewitt bueno es hacer algunas observaciones, 0 disquisiciones, en derredor de su concepcién respecto a la realidad dominante, durante el presente siglo, en cuanto hace a la teorfa y prictica indigenistas en el consenso de las regiones de refugio: La complejidad del asunto me Ilev6 a formular una concepeién de la realidad donde la interaccién de indios y mestizos en el espacio de una region intercultural es el nticleo de ideas y propésitos que hacen del indigenismo un paradigma dotado de la suficiente vitalidad para sobrevivir a rupturas epistemoldgicas o coyunturas que, a corto plazo, pugnan por reemplazarlo. Hewitt estima que cuando un paradigma no puede resolver los retos que le impone, en un momento dado, la confrontacién con problemas sociales, no previstos en su esquema te6rico, 0 para los cuales no tiene respuesta adecuada es de inmediato substituido por paradigmas alternativos. Tal es, su juicio, el destino que sufre el indigenismo integrativo, paradigma cuya incapacidad para resolver las demandas de grupos étnicos inconformes con el bajo status en que lo ubica una estratificacion social asimétrica 0 con el rol subordinado que juega en una sociedad capitalista que le despoja del trabajo excedente, da por agotada su misin hist6rica y, condignamente, es substituido por un nuevo paradigma alternativo. Cynthia identifica siete categorias discretas 0 modos de entender la vida rural en México. La primera es el particularismo etnografico boasiano que limita su accion fa la descripcién de rasgos y complejos culturales; deja para un futuro el descubrimiento de leyes o regularidades, una vez aleanzado el conocimiento de las comunidades étnicas por acumulacion de los estudios etnogréficos. Manuel Gamio es el exponente mayor de este paradigma.® El segundo paradigma est constituido por el funcionalismo estructural que analiza la interaccién y el cambio sociales en término de reciprocidades equilibradas, hace caso omiso de la dimensién temporal y contempla a la comunidad ind{gena como un universo corporado sin relaciones significativas con el exterior. Su més consp{cuo promotor es Robert Redfield.® El estructuralismo histérico. Designacién disyuntiva del materialismo histérico, tercera categoria, da particular importancia al andlisis macroes- tructural, examina el cambio en perfodos de tiempo largos y pone énfasis en el intercambio desigual sustentado en la dominacién; origina tres tra- diciones, a saber: el evolucionismo multilineal, el marxismo ortodoxo y el 8 Manuel Gamio, Forjando patria. (Pronacionalismo), Porria, México, (1916). oo Redfield, Tepoztlan: A Mexican Village. University of Chicago Press, Chicago, 8 marxismo revisionista. De estas tres tradiciones la primera construye el paradigma de la ecologta cultural que salva las fronteras del indigenismo integrativo limitado a las regiones de refugio y niega que las diferencias culturales determinadas por la participacién en culturas diversas sea lo im- portante, sino la manera como se ubican los campesinos, indios y no indios, en una relacién estructural histéricamente sustentada respecto a la socie- dad mayor, esto es, al sistema socioeconémico y politico més vasto del cual necesariamente forma parte. Eric Worlf utiliza el paradigma para desarro- Har una amplia teoria del campesinado y Angel Palerm, a su vera, ambos apoyados en Julian Steward y Karl Wittfogel, trasladan a Mesoamérica el modo de produccién asiatico y el evolucionismo multilineal, mientras tanto, en el curso de elaboraci6n de la teoria, el indio es subsumido en la magnitud del campesinado.!° Cynthia Hewitt es vehemente campesinista; llega a México cuando sociélogos y economistas se ocupan en dar forma al paradigma de la dependencia que arranca del concepto leninista de imperialismo y de la proposicién de Rosa de Luxemburgo sobre la expansién del capitalismo, Este requiere para consumarse la sujecién permanente de las colonias y de los paises sub-desarrollados que, siendo formalmente libres, de hecho son dependientes al quedar atrapados en la red financiera y diplomatica que les tienden los paises industriales Rail Prebisch,! director de la CEPAL y un grupo de socidlogos y economistas sudamericanos -Celso Furtado, Fernando Henrique Cardoso, Anibal Quijano, Theotonio dos Santos- al considerar el intercambio comercial desigual advierten que el desarrollo latinoamericano esta regido por relaciones comerciales siempre favorables para las naciones de mayor crecimiento técnico, riqueza y poder, a tal punto que las economfas industriales de los pafses en vias de desarrollo tienen siempre una posicién subordinada, dependiente, respecto de las econom{as capitalistas avanzadas.!? E] subdesarrollo, se concluy6, es consecuencia de la constante contribucién al desarrollo de Europa y Estados Unidos. El paradigma de la dependencia es reforzado, en México, por Rodolfo Stavenhagen', con el concepto de “situacién colonial” elaborado por Georges Balandier' y da origen a la teoria del colonialismo interno, esta vez, aplicado a los grupos étnicos indios y a la poblacién marginal de las 10 Julian H. Steward, Teorfa y prictica del estudio de dreas, Union Panamericana, Washington, (1955). 1 Raul Prebisch, The economic development of Latin America, United Nations. New York, (1950), Ivar Oxaal et al. Beyond the sociology of development, Routledge and Kegan Paul, Londop, (1975). (agegy, Roaete Stavenhagen, Les classes sociales dans les socielés agraires. Anthropos, Pais, +4 Georges Balandier, Sociologie actuelle de I’Afrique noir. PUF, Paris, (1969). 9 zonas rurales de México por Pablo Gonzélez Casanova, quien salvando los limites paradigmsticos de las regiones de refugio, formula, de hecho, la tesis de la explotaci6n de indios y marginados como requerimiento del desarrollo capitalista en México. . it) Los paradigmas de marxismo ortodoxo y del marxismo circulacionista destinados a interpretar la realidad del campo difieren en cuanto a los pardmetros que utilizan para fundamentar su argumentacién. El primero siguiendo a Marx estima las relaciones de produccién como elemento esencial para definir la naturaleza de la posicin del campesino en la estructura de la sociedad; el segundo, desvidndose del pensamiento marxista ortodoxo, acepta como concepto definitorio la presencia o ausencia de vinculos con la esfera del mercado, con el intercambio de mercancias. La diferencia de enfoque entre uno y otro paradigma marxista se hace ostensible cuando se confrontan las predicciones respectivas sobre el futuro de la poblacién rural; entonces, el conflicto se manifiesta en oposiciones irreductibles que separan a campesinistas y descampesinistas en bandos discordantes. Mientras los ortodoxos, entre ellos Roger Bartra!®, asumiendo una postura de extremo fatalismo, pronostican la inevitable desaparicién del campesinado; los heterodoxos, entre ellos Arturo Warman, contemplando al lugaretio desde su interioridad, desde el punto de vista del propio campesino, de su manera de ver e interpretar el mundo, advierten una salida en la contienda por sobrevivir al sistema capitalista y al modo de vida industrial. El macroestructuralismo de los marxistas ortodoxos, afirma Warman’®, debe abandonarse en favor del enfoque regional y comunal, sin perder de vista, por ello los condicionantes nacionales y extranacionales. Hewitt anota como séptimo y tltimo paradigma, el indigenismo que, a su juicio, representa una posicién situada a medio camino entre el funcionalismo y el estructuralismo histérico; més cerca del primero que del segundo, Se descompone en dos etapas: a) la incorporacionista, puesta en operacién por la generacién fundadora del movimiento, 1920 a 1940 y b) la integracionista, regulada por el relativismo cultural, se propone integrar al indio en la sociedad nacional preservando su personalidad y bagaje cultural como etnia histéricamente determinada en la pluralidad de la nacién, lo que la distingue de la anterior; cubre el periodo 1940- 1968, Ambas, la tradicién incorporacionista y la tradicién integracionista destacan como uno de sus elementos basicos el nacionalismo. Es acuerdo comiin asignarle a Gamio la paternidad de la tesis de la incorporacién del indio a la civilizacién y al Primer Congreso Indigenista Interamericano el cambio al concepto de integracién. Este fue sometido a prueba por s Roger Bartra, Estructura agraria y clases sociales en México. Era, México, (1974). ‘Hewitt, (1988) p. 227. 10 Alfonso Caso al fundar en la condicién de proyectos piloto los Centros Coordinadores del Instituto Nacional Indigenista. Definido en la teorfa y en la prictica, por quien esto escribe, es mas tarde levado a verificacién en el Ambito nacional de 1970 a 1976. Otras agencias gubernamentales, en lo particular, la Secretaria de la Reforma Agraria, la Secretarfa de Educacién y la Secretaria de Comunicaciones también tienen evidente ingerencia en el proceso integracionista; pero éste, a decir verdad, corre y ha corrido siempre a cargo del pensamiento y la accién que despliega la sociedad nacional envolvente de las regiones interculturales de refugio. Refiriéndose a las creencias, prdcticas y valores descritos por los folkloristas europeos durante las primeras décadas del presente siglo, Antonio Gramsci, genial politico italiano, hace notar que su engarce configura la Weltanschauung de las clases subalternas de los paises capitalistas del viejo mundo!”. Esta cosmovisién procede por linea recta de paradigmas cuya misién histérica ha concluido y que en su tiempo sustentaron las clases dominantes de los paises aludidos. En situaciones de casta, caracteristica de las regiones de refugio, el paradigma fundado en el evolucionismo spenceriano del siglo decimonénico persiste y se perpetua en la sociedad intercultural envolvente y al desempefiarse como marco te6rico rige el proceso de contacto racial y sociocultural con los pueblos 6tnicos subordinados. Este indigenismo sin indigenistas que, Gloria Artis y Manuel Coello"®, reprochan al INI fue observado, no sin cierta sorpresa, en Tila donde pueblos choles experimentan la penetracién del capitalismo cafetalero y sus consecuencias. De una o de otra manera el mestizaje de razas, sociedades y culturas se produce inevitablemente en las regiones de refugio del pais sin la presencia necesaria de instituciones oficiales indigenistas. En el plano nacional el INI actiia como catalizador del proceso de integracién, no como su directo y obligado ejecutor. Debido a un condicionamiento profesional dificil de echar por la borda, Cynthia Hewitt tiende a contemplar los paradigmas que delimitan en México desde denominacién y perspectiva de los esquemas de ideas y actos primeramente desarrollados en Ultramar. Se advierte con toda claridad esta tendencia en la valoracién que hace de las ideas y trabajo de Gamio, antropélogo mexicano, primero en doctorarse en la disciplina antropolégica. Discipulo de Boas, como es bien sabido, Gamio toma en préstamo del maestro algunos conceptos basicos como el de la integralidad en los estudios sociales; la nocién de la antropologia como ciencia de amplio espectro que contiene como disciplinas correlacionadas a la arqueologia, la {Antonio Gramsci, Literatura y vida nacional, Juan Pablos, México, (1976) p. 239. Gloria Artis y Manuel Coello, “iIndigenismo sin indigenistas?” en éExiste una antropologta marxista?. UNAM, México, (1982) pp. 67-82. 11 etnografia, la lingUfstica y la historia; ciertas técnicas como laestratigrafia en la exploracién arqueolégica y algo mas; pero también conserva una posicién diserepante en aspectos importantes de la teoriay prictica del gran maestro judio-alem4n. Gamio, contrariamente a Boas es un evolucionista positivo; ubica al indio y lo indio en los peldafios mas bajos del progreso, ‘unos pasos arriba sitda al mestizo y a la cultura de mezcla, y en la ciispide al hombre y a la civilizaci6n europeos'?. A diferencia de Boas concibe la antropologia como una ciencia aplicada al servicio del Estado. Comprometido con el gobierno revolucionario, durante la década de los aiios diez y veinte del presente siglo, cree firmemente en las posibilidades del cambio generado por el movimiento nacionalista y considera a la antropologia como ciencia del buen gobierno en un momento de la vida del pafs en que hay carencia casi absoluta de conocimiento sobre la poblacin rural. Gamio, indigenista, al establecer en Teotihuacan su proyecto de investigacién-accién advierte, una vez en marcha el programa, que sdlo ‘el 5% de los habitantes del valle son nahua-hablantes; el resto mestizos. ‘A diferencia de Boas, no llega a convertirse en prominente etnégrafo; al respecto las pesquisas que dirige no pasan de la descripcién folklérica; pero, a cambio, su orientacién social lo conduce a poner la mirada en la situacién agraria del campesinado mestizo e intenta corregirla. Boas, involucrado en los problemas emanados de la cuestién nacional es militante antirracista implacable. Gamio manifiesta, en ocasiones, solidaridad con, © reminiscencias del pensamiento evolucionista spenceriano. No es, pues, congruente llamar a Gamio un particularista etnografico. Séenz”, a pesar desu contacto con Boas cuando estudia el postgrado en la Universidad de Columbia, no es un particularista cultural; tampoco es, como lo quiere Hewitt un precursor del indigenismo anti-incorporacionista. Embebe el pragmatismo de John Dewey y durante toda su actuacién en la Secretaria de Educacién como oficial mayor 0 como subsecretario, en tiempos de Calles, se dedica a implementar programas educacionales de gran envergadura, en unién de otros célebres maestros, a quienes debemos Ja realizacién en el campo mexicano, de la pedagogia de la accién en la forma de escuela rural mexicana. La exaltacién mistica del espfritu rural le leva propalar esa misma mistica y ese mismo espfritu en la comunidad indigena para alcanzar la integracién de México, por la incorporacién de indios y campesinos mestizos, en la tarea titdnica de hacer con el disefio cultural mexicano, una civilizacién. De cuando en cuando, asoman en el curso del relato algunas afirma- 19 Gonzalo Aguirre Beltrén, Lenguas verndculas. Su uso y desuso en la ensefanza: La experiencia de México, Ediciones Casa Chata No. 20, (1983), caps. 6 y 7. 0 Moisés Saenz, Antologta. Prélogo y seleccién de Gonzalo Aguirre Beltran. Oasis, México, (1970). 12 ciones y juicios de valor de Hewitt que no son juiciosos, afortunadamente siendo de poca monta no afectan la esencia de la obra; sin embargo, por acumulacién bien pueden confundir al lector. Sélo anoto aqui, por via de ejemplo, unos cuantos: 1) Nada hay en Gamio que permita afiliarlo al rela- tivismo cultural, excepcién hecha de la valoracién del arte indfgena con base en términos de la propia cultura, que atinadamente propone*!; 2) Luis Chavez Orozco no fue el primer director del departamento de Asun- tos Indigenas; si lo es al inaugurarse el Congreso de Patzcuaro de 1940°?, 8) Saenz es designado director del Instituto Indigenista Interamericano, pero muere antes de ocupar el cargo*S; 4) Fui amigo de Julio de la Fuente y gran admirador de su preclara inteligencia; més no su colaborador; uno y otro trabajamos por nuestra cuenta y riesgo. Como partes de un grupo de cientfficos sociales dirigidos por Alfonso Caso nuestras vidas coinciden un momento en el INI; pero se separan pronto. En 1956 parto rumbo a Veracruz, Julio hacia el Mezquital. Cuando a principio de los afios sesenta regresamos a México y el trabajo nos vuelve a reunir; de inmediato, lo ad- vierto tocado por el Parkinson. Me apresuro, entonces, a recoger lo mas de sus articulos y ensayos, los ordeno y edito en dos volimenes de la serie An- tropologia Social del INI. En los prélogos que preceden ambas recopilacio- nes intento recapitular sus andanzas por Estados Unidos durante los afios veinte y treinta; sin embargo, Julio no esta ya en condiciones de recordar nombres, fechas y eventos. Su unica descendiente, una hija, que al fallecer de la Fuente reside en el puerto de Veracruz, apenas conserva memoria de las pocas ocasiones en que convive con su padre*4, En cierta reunién de antropélogos donde uno de los concurrentes hace acerba critica de mi postura culturalista, Andrés Fabregas, ante mi asombro, toma mi defensa y dice al opugnador que si no ha lefdo, cuando menos, tres de mis obras -Formas de gobierno indigena (1953), El proceso de aculturacién (1957) y Regiones de refugio... (1967)- mejor es que calle. El oponente callé. Lamento que Cynthia Hewitt no hubfese escuchado la advertencia pues estoy seguro de que, cuando menos, no leyé la obra tercera antes de dar cima al esquema que esboza mi contribucién en la fabrica del paradigma indigenista en México. Andrés Fabregas tiene toda la raz6n; en Formas de gobierno... describi la dinémica del cambio socio- cultural en tres grupos étnicos distintos para fundar en el conocimiento y la prdctica, producidos por tales gentes, los conceptos de aculturacién e integracién, contemplados siempre como inseparables y dandoles a uno 21 Hewitt, (1988) p. 28. ‘Hewitt, (1988) p. 37. 3e Hewitt, (1988) p. 51. Julio de la Fuente, “Prélogo de Gonzalo Aguirre Beltrén” en Educacién, Antropologta -y Desarrollo de la comunidad. INI, México, (1964). 18 y a otro el mismo peso especifico.?® Con ellos elaboré El proceso de aculturacién donde creo haber realizado la sintesis dialéctica, entre una y otra nociones, al tiempo que también lograba la explicitacién del modo como histéricamente llegé a constituirse una cultura y una sociedad mestizas en México. Desafortunadamente, uno de mis recensores se va tras la novedad implicada en el vocablo aculturacién y luego de acusarme, una vez més, de culturalista me hace notar que el contenido de El proceso... refiere s6lo a México, Debido a tal circunstancia, y a sugestién de Pierre van den Berghe, la segunda edicién de esta obra sale con un afiadido; El proceso de aculturacién y el cambio socio-cultural en México.”® Sin embargo, una vez tildado de culturalista quedo marcado por la afrenta infamante, precisamente en los momentos en que el marxismo ortodoxo sataniza el concepto de cultura como producto despreciable de la ciencia burguesa; al igual que el de funcionalista, conceptuado por razones semejantes, como réprobo y censurable. Me decido entonces a redactar Regiones de refugio,2” desde la perspectiva socio-estructural y para mi fortuna, en el capitulo 1. “Proceso dominical”, doy amplio tratamiento a la coyuntura colonial y a los mecanismos de dominio pensando que con ello me salvaria de un estigma que me ponia al borde de ser juzgado por traicién a la patria; por el delito ignominioso de difundir en el pafs la antropologfa cultural norteamericana. En otro capitulo que llamo “Esferas de la actividad econdmica” y lleva el nimero 7, chicome, signo de buena suerte, al referirme a la economia ladina apunto con claridad axiomatica la conexién que ésta guarda con la econom{a nacional y con el capitalismo internacional para poner de manifiesto el carécter dependiente de la explotacién colonial. Bueno es transcribir, como evidencia demostrativa, el parrafo a que aludo y dice: La economfa ladina, ademés, es dependiente de la economia nacional y extranjera. Se funda en un capitaliemo comercial y especulativo que desvia los recursos humanos y financieros regionales a la actividad industrial. Orientada hacia afuera, menoscaba el mercado interno, distribuye hacia el exterior los ingresos y limita el ntimero y monto de Jos salarios. Mediante tales procesos las regiones de pefugio son mantenidas en estado permanente de explotacién, pobreza y sub-desarrollo. ‘Tomando como base, sin duda, Ia mala lectura del alguno de mis trabajos, Hewitt caracteriza el paradigma indigenista y los limites paradigmaticos 75 Gonzalo Aguirre Beltrén, Formas de Gobierno Indigena, Imprenta Universitaria México, (1953). ‘ene: imprenta Uae 2° Gonzalo Aguirre Beltrin, Et proceso de aculturacién y el cambio socio-cultural en Méxigg, Universidad Ibero-Americana, México, (1970). Gonzalo Aguirre Beltrin, Regiones de refugio. El desarrollo de la comunidad y et process dominical en Mestizo América, Instituto Indigenista Interamericano, México, (1967). Aguirre Beltran, (1967), p. 151. 14 que impone el concepto de regién de refugio a quienes contribuimos a formularlo. Por esto, ignorando las proposiciones enunciadas en Regiones de refugio..., a la letra dice: En esta formulacién de la aceién recfproca rural-urbana, Aguirre Beltrén estaba mucho més cerca del enfoque marxista que del modo funcionalista de ver la historia de México... Hasta aqui, el andlisis de Aguirre Beltrén se apartaba claramente de la cosmovisién funcionalista prevaleciente, pero en cuanto desvié su atencién del nivel regional hacia el nacional, se de manifiesto una afinidad subyacente con el funcionalismo tradicional aplicado... {Por qué Aguirre Beltrén y a otros miembros de la escuela indigenista de la posguerra no les interesaba tomar en consideracién el hecho de que hubiera impedimentos estructurales al desarrollo rural, tanto en el contextodeun sistema socioeconémico capitalista en vias de modernizacién y nacido de una revoluci6n nacionalista, como en el contexto de los restos periféricos (capitalistas mercantiles) del colonialismo??®, La respuesta la encuentra Cynthia en Regiones de refugio..., especifica- mente en la pagina citada en el pérrafo proximo anterior. Como a menudo sucede un desliz arrastra otros deslices. Luis Vazquez Leén, teérico de la antropologia, en el brillante trabajo con el que contribuye al tomo I. de La antropologta en México, da un paso en falso al tomar como bueno el juicio emitido por Hewitt y lo eleva a la categoria de elemento constitutivo del paradigma indigenista parafraseado como ‘una actitud t4ctica consistente en no rebasar el nivel regional del andlisis, en vista del conservadurismo politico que acompaié a la politica del desarrollo estabilizador °° Bueno es decir, como colofén, que Hewitt olvida un paradigma antro- pol6gico cuyos enunciados han producido honda huella en la juventud que integra la tercera generacién indigenista, Me refiero al indigenismo ut6pico cuyo principal promotor es Guillermo Bonfil Batalla y su kajualtik, libro sagrado, la obra titulada México Profundo: Una civilizacin negada, pri- meramente publicada en 1987, vuelta a imprimir en 1988 y, en ocasién tercera en 1989, en ediciones de 10,000 a 40,000 ejemplares que se han agotado*!, La concepcién utépica del indigenismo nace a principios de siglo con Ricardo Flores Magén, lider del pensamiento Acrata en el pais; renace en los afios treinta durante la gestin presidencial de Lazaro Cérdenas. Toma cuerpo e impulso en 1970 inmediatamente después del movimiento anarco-estudiantil de 1968 y de entonces a la fecha se consolida luego de la aparicién de la obra critica que lleva como titulo De eso que aman. la antro- 29 Hewitt, (1988) pp. 82-85. 30 Luis Vazquez Leén, “La historiografia antropolégica contemporinea en México”, en La antropotogta en México, (1987), tomo I, p. 164. Guillermo Bonfil Batalla, México profundo: Una civilizacién negada, Foro 2,000, SEP- CIESAS, México, (1987), = 15 pologta mexicana*, En ella defiende Guillermo el derecho que tienen los pueblos étnicos a plantear su realizacién futura al margen de la sociedad nacional por ser participes de historia, cultura y lengua propias y distin- tas de las correspondientes nacionales. En su ultima obra incide sobre el punto y sostiene que el indio y el mestizo recuperado forma la mayoria de la poblacién en México y encuentra en el reconocimiento de la civilizacién negada una salida viable para la nacién, si ésta ha de vivir la autenticidad de una cultura genuina. El marxismo ortodoxo, siguiendo a Lenin, califica despectivamente de populista esta tradicién cultural; pero Esteban Krotz reclama la necesidad de un poco de utopia, y otro poco de mfstica, para el trabajo indigenista y su paradigma miltiple. En el magnifico ensayo, Los grandes momentos del indigenismo en México, 1949, Luis Villoro*? realiza valiosa y singular contribucién al conocimiento antropolégico al enfocar, desde la perspectiva de la filosoffa existencial y de la dialéctica hegeliana, la historia dilatada de la formacién de la conciencia indigenista desde los tiempos en que Hernén Cortés consuma la invasién de Mesoamérica y la implantacién de una colonia de explotacién llamada Nueva Espafia, hasta aquellos otros que preceden la Segunda Guerra Mundial, saturados de nacionalismo y mfstica revolucionaria. La recuperacién del indio es el resultado al que eondujo el andlisis y la reflexién sobre la identidad de la naci6n en su proceso de fragua y ordenamiento. E] periodo de la postguerra que comprende de 1948, fecha de fundacién del INI, a 1968, aiio de mal fario ocupado por el movimiento de liberacién anarco-estudiantil violentamente reprimido por el Estado, lo lena por entero la actividad sobresaliente de la segunda generacién indigenista y su paradigma integrativo, a favor de la constitucién de una comunidad de creencias, valores y pricticas que encuentra asilo, patrocinio y estimulo en el Instituto dirigido por Alfonso Caso. En todo ese lapso no hay interpretacién filoséfica a excepcidn de Villoro, sobre la teoria y praxis antropol6gica; no es sino después del 68 cuando se desata la polémica y se pone en duda la legitimidad de la integracién. Villoro, en 1978, diez afios después del momento critico expresa su juicio y dice: Arduo, diffeil, por generoso, es el dilema del indigenismo. Tal vez la sintesis sea imposible de alcanzar en pureza; pero permanece como ideal regulativo de un esfuerzo constante 34 En 1982, ya lo he dicho, la filosofia de la ciencia, con Cynthia Hewitt y en la 3? Arturo Warman et al, De eso que llaman la antropologta Mexicana. Nuestro ‘Tiempo, Minige, (1970). Luis Villoro, Los grandes momentos del indigenismo en México. FCE-El Colegi México, México, (1949) feat ae, ae Luis Villoro, “subsiste la necesidad que creé el Instituto, urge que cumpla el fin 1o juustifica”, en INI, 30 artos después. Revisidn erttica. INI, México, C978) p. _ ae 16 formacomo la concibe Thomas S, Kuhn, enfoca el pensamiento indigenista, lo analiza e interpreta. La generacién que hoy se llama a si misma Nueva Antropologta ha retomado, con seriedad, la tarea de fundar la acci6n y la especulacién en premisas légicas fuertemente enraizadas en la realidad que construye la disciplina antropologia al delimitar su esfera de estudio en las regiones interculturales de refugio o al ampliar su universo de andlisis a plantaciones, fabricas o urbes a donde migran los indios en busca de recursos para revitalizar su cultura amenazada. Lourdes Arizpe es la primera en evaluar las posibilidades inductivas del método antropolégico para el estudio especifico de las migraciones*®. En 1983 Esteban Krotz inicia una serie de contribuciones a la filosofia de la ciencia y a la historia e historiografia de las ciencias antropoldgicas. Por una parte se encarga de probar que la antropologia existe como campo de conocimiento, como tradicién académica y como disciplina cientffica cuya membrecfa opera un proceso de produccién cultural. La antropologia, como disciplina, cuenta con un método 0 conjunto de métodos interrelacionados que le caracteriza. Tomando en cuenta la vinculacion estrecha que hay entre perspectiva teérica y método, Krotz afirma que el trabajo de campo bien puede ser considerado como método, es mas como el método central de la antropologia. El mismo procedimiento en la produccién de conocimientos dice algo sobre la realidad por conocer. Afirmacién trascendente si recordamos que el trabajo indigenista es trabajo de campo, y consecuentemente, método para adquirir conocimiento antropolégico. El trabajo de campo y el trabajo indigenista son imprescindibles por necesarios en la formacién del antropélogo. Krotz, por otra parte, se encuentra involucrado en dar cimiento cientifico “a los universos simbélicos asociados a los ejercicios y las estructuras de poder” a los que llama cultura politica”. Otro antropélogo mexicano, recién afiliado a la filosofia de la ciencia y Ia historiografia antropolégica, es Luis Vazquez Leén, arriba mencionado, quien a fines de la década de los setenta todavia se considera parte conjunta de los antropélogos comprometidos. En colaboracién con Ruth Arboleyda publican un ensayo -“En torno a la crisis de la antropologia nacional y su superacién” (1979),- donde proponen una nueva antropologia nacional “de 35 Lourdes Arizpe, “Migracién indigena, problemas analiticos” en Nueva Antropologta, no. 5.1976) pp. 63-89. Esteban Krotz, “Cerca del grado cero: consideraciones sobre la problemética en la antropologia mexicana actual” en Iztapalapa, no. 15, (1988) pp. 7-18. Esteban Krotz, “Hacia la cuarta dimensi6n de la cultura politica” en Iztapalapa, no. 12y 13, (1985), pp. 121-127, 17 contenido materialista histérico y crecientemente aplicado a la transfor- maci6n de la realidad nacional”, cuyas fuentes de conocimiento serian la antropologia social inglesa, la antropologia soviética y el indigenismo revo- lucionario latino-americano*®. En 1987, sin mayor explicacién, esto es, sin necesidad de que una ruptura epistemolégica hiciera “entrar gloriosamente en la Historia” el preparadigma propuesto y superado, Vazquez Leén, con honestidad que mucho le honra, escribe: Hoy, esta proposicién normativa me resulta ingenua y esquemdtica, y no la subscribirfa més. De esta manera pasa, sorpresivamente, de la antropologia comprometida a la antropologia arrepentida. Hizo bien porque la influencia de Thomas S. Kuhn, agregada al saludable ascendiente de Gastén Bachelar (1981), ilustre fil6sofo francés, le permite en la actualidad recensar criticamente el paradigma indigenista, de Manuel Gamio a Gonzalo Aguirre Beltran®®. No podria yo, en esta ocasién comentar muchos de los juicios emitidos por Vazquez Leén en la contribucién que hace a La Antropologta en México. Panorama hist6rico, intitulada “La historiografia antropolégica contempordnea en México” (1987), 73 paginas tupidas de filosofia erudita, en varias de las cuales me alude. Habré mas tarde, seguramente, oportunidad de referir a ellas mi contestacién; mientras tanto véamos cémo en el andar de su discurso, llega finalmente a una proposicién constructiva. Los filésofos comtianos, desde el pasado siglo, dejaron por sentado que el conocimiento se adquiere de diversas maneras, de las cuales la principal es por medio del razonamiento. Secundariamente, se obtiene también por el sentimiento o la emocién a través de las creencias y valores que, como el arte y la religién, se consideran peculiares de estos estados afectivos, Claudio Bernard, fisidlogo francés, agrega a los anteriores los conocimientos ganados por la experimentacién y nos hace saber que razén, emocién y técnica no se presentan aislados en el proceso de adquirir juicio recto, con exclusién uno de otros, sino en armoniosa combinacién*. La filosofia positiva, sin embargo ubica el razonamiento en la posicién més alta de la escala de valores; a la técnica experimental la pone inmediatamente abajo de la precedente y a la emocién Ia sitta al fondo. En el proceso de producci6n cultural que implementa la ciencia no todo es razén; en las ciencias sociales més que en las naturales, el condicionamiento del investigador a su entorno fisico y socio-cultural es tan poderoso que no z ‘Vasquez Leon, (1987) tomo I, p. 175, Vazquez Leén, (1987) p. 197. 40 wit Pedro Leén Entralgo, El cuerpo humano, Teorfa actual, Espasa-Calpe, Madrid, (1989) 18 hay modo de evitar la influencia de esta calidad en los resultados de dicho proceso. No existe, pues, ciencia quimicamente pura, ciento por ciento objetiva, sin contaminacién por juicio axiol6gico ajeno. Hace ya tres lustros, la destacada antropéloga marxista Bridget O’Laughlin, con buen seso afirmé: Si hemos de entender a los otros, debemos primero entendernos a nosotros mismos ‘en nuestro mundo social donde, en el contexto de una sociedad capitalista avanzada, producimos tanto ciencia cuanto ideologia. Asi podemos explicarnos por qué la antropologia mexicana, sin dejar de ser cientifica, contiene como uno de sus elementos constitutivos el nacionalismo y, en consecuencia por qué Ralph Beals puede asegurar, sin incurrir en impostura que Ja més relevante aportacién de la antropologia mexicana fue el haber contribuido a forjar ung pueva imagen nacional, la de una nacién mestiza orgullosa de su herencia indigena. Por no tomar en cuenta el carcter asociativo del conocimiento cientifico, Vazquez Le6n condena enérgicamente la “relacién confusa de ciencia y politica que acarreé la atrofia teérica denunciada por los antropélogos criticos” y advierte, en lo particular a los marxistas, que la antropologia indigenista es pieza angular del aparato ideolégico de Estado, tal y como la concibe Althusser*’, Por negarse a reconocer la complejidad del conocimiento cientifico, Vazquez Len asevera que la imbricacién de ciencia y técnica en la actividad docente promovida por el INI con el fin de formar, entre los antropélogos, técnicos indigenistas provocé, en la ENAH “una reaccién contra el indigenismo teérico y politico”, Por las mismas razones incide en anatematizar la conjuncién de ciencia, politica e ideologia; textualmente dice: la antropologia social critica, como puntal de un esfuerzo por precipitar un rompimiento ‘con el paradigma indigenista dominante en las instituciones, remares también la relacién entre ciencia e ideolpgfa, haciendo provenir la escuela mexicana de antropologia de la Revolucién de 1910, Pero hay un momento en que la postura intransigente de Vazquez Leén ‘1 Bridget O'Laughlin, “Marxist approaches in anthropology” en Annual review Anthropology, Palo Alto, California, (1975) no. 4p. 368. mx Vazquez Le6n, (1987), t. I, p. 139. 2Véequer Le6n, (1987), t. L, p. 140. 45 Wazauer Lesn, (1987), t. 1, p. 166. ‘Vazquez Leén, (1987), t. I, p. 154. 19 inicia el cambio: ‘La relacién entre el nacionalismo y la antropologia nacional -dice- se torna complicada ‘desde la perspectiva de la historia de las ideas politicas. Necesariamente -afirma- debemos preguntar... dla antropologia ha coadyuvado a cimentar la nacio- hal?.. dlas representaciones colectivas son las que han condicionado el desarrollo antro- pologico? Pierre Raymond le contesta hay una: “doble intervencién materialista de Jas ciencias en las ideologias y de las ideologias en las ciencias”. Llobera confirma la idea de que se ha dado una relacién histéricamente necesaria entre ciencia e ideologia*® A partir de este punto Vazquez Ledn acepta y adopta cambios mayores en aspectos de la teoria de la ciencia que antes parecian irreductibles. Thomas S. Kuhn, en su obra La tension esencial (1982), capitulo V. “La historia de la ciencia”4”, califica a ésta como disciplina profesional independiente; campo nuevo de reflexién en plena emergencia y nos hace saber que los historiadores de la ciencia, apenas en los afios de este siglo estén paso a paso aprendiendo a contemplar su materia de estudio como algo diferente de una mera cronologia de logros positivos y acumulados. Recién asume un interés en ascenso, procedente de la sociologia alemana y In historiografia marxista, por el rol que desempefian los factores no intelectuales -en lo particular los institucionales y los socio-econémicos- en el desarrollo de las ciencias; interés que contrasta con la atencién antes dominante en la evolucién de las ideas cientificas y en el menosprecio de los aspectos no intelectuales de la cultura en cuanto hace a los acontecimientos hist6ricos sujetos a andlisis. Como resulta de lo anterior se hacen aparentes dos modos distintos de aproximarse al estudio de la historia de la ciencia, a saber, el enfoque interno que se ocupa de la substancia de la ciencia como conocimiento y, el enfoque externo que trata de las actividades de los cientificos como grupo social dentro de una cultura determinada. A juicio de Kuhn uniformar ambos enfoques es la gran tarea a que se enfrenta la profesién, y hay signos de una buena respuesta.48 A decir verdad los enfoques en conflicto son regidos por la nocién de cultura {8 Vazquez Leén, (1987), t.1, p. 154. 4{{ Thomas 8. Kuhn, La tensidn esencial. CONACYT-FCE, México, (1982). Kuhn, (1982), p. 134 20 en la aproximaci6n interna y por el concepto de relaciones sociales en la sociologia y en el materialismo histdrico, Vazquez Leén advierte la necesidad de combinar los enfoques interno y externo en la historiografia puesto que ésta es externalista por excelencia. Ubica la actividad cognoscitiva en grupos sociales que, aunque a su vez tienen intereses politicos y econémicos concretos, también participan de ideologias y representaciones de la sociedad global a la que pertenecen Comparado con la historia externa, la aproximacién internalista posee, si se le puede decir asi, el don de la empatia, es decir, de emular a su objeto En ello, dice Vazquez Len: ‘1 estudioso debe encarar la teoria, recurriendo a su légica interna, atendiendo a las interconexiones que se estabjecon entre las ideas-ocurrencia y las ideas-creencia, esto es, entre ciencia ¢ ideologia. En el ojo de la tormenta paradigmatica, dice Vazquez Leén, comenzaron a manifestarse tendencias crecientes de aproximacién entre teorias en pugna. Los paradigmas marxistas establecieron sélidas posiciones en las escuelas de antropologia, cuando menos en México y Xalapa. Bn los planes de estudio se suprimieron las catedras de etnologia y etnografia, substituyéndolas por la ensefianza de la teoria marxista de Carlos Marx a Luis Althusser y durante la década de los setentas los paradigmas marxistas ensefiorean en la docencia y atin intentan competir en la investigacion y en la préctica indigenista a favor del movimiento étnico continental que en tal década y en la siguiente sacuden a Mestizoamérica.®° Grande es el influjo marxista y en buena medida provechoso para la antropologia en un pafs de escaso desarrollo tesrico como el nuestro. Eleva al plano de la conciencia la necesidad de asociar, a la perspectiva cultural dominante, el acercamiento externalista al objeto de estudio que, hasta ahora, no habia sido tomado en cuenta con debida relevancia, Cuando en 1932 Moisés Séenz define lo que llama antropologia social, la concibe como una ciencia prescriptiva donde el enfoque etnolégico, internalista, y el enfoque sociolégico, externalista, debfan combinarse para resolver la situacién problemitica observada en la cafiada de los Once Pueblos®! Angel Palerm, en 1967, se percata que la historia de la teoria etnol6gica estaba henchida de transformaciones cualitativas, verdaderos procesos dialécticos en el sentido hegeliano de la palabra y que, por tanto, era permisible una nueva sintesis en la,gue los pensamientos divergentes quedasen resumidos en una nueva totalidad tedrica.® < ‘Vézquez Le6n, (1987), t. I., p. 159. £9 Manuel Uribe, “La facultad de Antropologta ayer” en Diario Xalapa, 28 marzo 1990, £) Moisés Saenz, Carupan. Gobierno del Estado, Morelia, (1969), p. 193): Vézquez Le6n, (1987), t.1, p. 175. 21 Vazquez Le6n, segin se habré advertido, también la propone; sin em- Dargo, no todos los antropélogos agrupados en la fraccién de la comunidad cientifica que se denomina a si misma como antropologia comprometida estén de acuerdo en que llegé la hora de pensar como él piensa. Andrés Medina llama simplemente eclecticismo la procuracién de sintesis dialécti- cas entre la antropologia social en su version mexicana y el cuadro tedrico marxista; en tanto que Carlos Garcia Mora niega a la misma antropologfa la condicion de ciencia estanca, El estructuralismo francés althusseriano, por boca de Mauricio Godelier asume igual impostura. Garcia Mora concede a la antropologfa la categoria de un enfoque o método més del conocimiento comprendido en la ciencia de la historia. Concebida asi -nos dice- est condenada de antemano en cualquier confrontacién con el materialismo histérico, pues frente a éste no tiene razén alguna de ser como ciencia auténoma. La btisqueda e incorporacién de aportes marxistas a la antropologfa plantea, a su juicio, una proposicién engafiosa, ya que se da por sentado la existencia y raz6n de ser de la antropologfa como tal.53 * Hoy en dia damos por sentado, como hecho incontrovertible, el de- rrumbe del paradigma indigenista sin haber llegado previamente a vislum- brar cual de sus paradigmas alternativos ha alcanzado ya a constituirse en una interpretacién vigorosa de la realidad, capaz de acumular durante un tiempo substancial de la historia una configuracién de conocimientos, creencias, ideologias, valores e instituciones, métodos, practicas y técnicas de investigacién que cuenten con el consenso de una comunidad académica unificada en torno a tal concepcién antropolégica. El paradigma indige- nista, desde su incepcién como doctrina al servicio del Estado nacida de Ja Revolucién de 1910, ha sufrido el impacto de rupturas epistemolégicas ‘més o menos severas que, si bien producen cambios manifiestos en su Wel- fanschauung 0 imago mundi, no rompen con la tradicién cultural que la identifica como indigenista. Las revoluciones cientfficas que se suceden en el curso del siglo lo sacuden violentamente, pero no lo bastante para hacer tabla rasa de su fundamento. Parafraseando a José Carlos Mariategui bien puede decirse que el indigenismo atin no agota su misién histdrica y, por tanto, continuara vigente mientras el capitalismo no integre las regiones de refugio en la convivencia nacional. EI indigenismo incorporativo tuvo como nticleo de su conformacién te6rica el particularismo cultural; nace en 1910, con Franz Boas y la Es- cuela Internacional de Arqueologia y Etnografia Americanas y adquiere 83 Carlos Garcia Mora, *La antropologia en México: Presentacién y preliminares” antropologta en México, (1987), t. I., p. 32 a ola 22 desarrollo aplicado en 1917 con Manuel Gamio y su proyecto de Teotihua- can. E] paradigma permanece como teoria y practica dominante hasta 1940, afio en que Daniel Rubin de la Borbolla®, en su discurso magistral pro- nunciado ante la Asamblea de Filélogos y Lingiiistas, como vocero de la co- munidad antropol6gica, lo desautoriza proponiendo como nuevo paradigma una abigarrada conceptualizacién constituida por la sintesis dialéctica del estructuralismo de A. R. Radcliffe-Brown, el funcionalismo de Bronislaw Malinowsky y el relativismo cultural de Franz Boas. Sobre tales cimien- tos Robert Redfield, por una parte, y Ralph Beals, George Foster, Mauricio Swadesh y otros més, por otra parte, implementan proyectos de desarrollo de la comunidad en las zonas maya y tarasca, del procurrente yucateco y Michoacdn, respectivamente. En 1957 el concepto de integracién regional que Gonzalo Aguirre Beltran expone en El proceso de aculturacién... y ex- plicita en Regiones de refugio..., 1967, salva las fronteras paradigmaticas de los estudios de comunidad y da base teérica y practica al indigenismo integrativo. En 1968 estalla en Europa el movimiento acrata estudiantil cuyos principios contradicen la necesidad de una dictadura del proletariado en los paises socialistas, al tiempo que ponen de manifiesto la falsa ideologia de los paises capitalistas imperiales o dependientes, en la prictica de una democracia de fachada. La agitacién repercute en México y produce, particularmente en los centros universitarios, técnicos y de educacién superior, una general insurgencia y en la sociedad entera un profundo estremecimiento estructural. Entran en juego las fuerzas represivas gubernamentales y escenifican condigno castigo. La antropologia aplicada al servicio del Estado sufre, tanto en la teorfa cuando en la praxis, descrédito, anatema, condenacién. El Instituto Nacional Indigenista es degradado y envilecido al equipararlo al ministerio de las colonias de los paises imperiales del Viejo Mundo. No hubo atrofia teérica como lo quiere Vazquez Le6n, ni ruptura epistemoldgica cuando los antropélogos criticos publican en 1970, De eso que llaman antropologta mexicana, A decir verdad la ruptura la inicia Pablo Gonzdlez Casanova en su obra La democracia ‘en México, 1965, donde propone el concepto de colonialismo interno, como parte de una concepcién socio-econémica de més dilatada comprensién, a saber, la teoria de la dependencia®®, Este paradigma en 1976, al terminar el sexenio del presidente Echeverria, domina el consenso en la comunidad cientffica social-antropoldgica y se prolonga hasta 1982, momento en que explota la crisis econémica cuyas consecuencias todavia nos conmueven. Los sucesos que en el mundo socialista alteran hoy en dia las $4 Aguirre Beltran, (1983), p. 315. Pablo Gonzdlez Casanova, La democracia en México. Era, México, (1965). 23 bases fundamentales del marxismo-leninismo, hasta ayer monumento inconmovible, son aleccionadores; poco es lo que puede esperarse en cuanto a las posibilidades de que los paradigmas marxistas reemplacen el paradigma indigenista o alguna de sus variantes. CQué suerte habra de correr el evolucionismo multilineal de Julian Steward y su ecologia cultural; cudl el camino que habran de seguir el marxismo ortodoxo y el heterodoxo ante el desplome de la doctrina y de la praxis a los setenta afios escasos de haber sido gloriosamente implantadas? Dificil es predecir el destino que les depara el curso infausto de los acontecimientos y no seré yo quien lo haga por carecer de capacidad para tratar un asunto de tal entidad Mientras tanto, ser preciso rescatar mucho de lo que en el marxismo pueda favorecer el enfoque tradicional internalista de la antropologia. En cuanto hace al paradigma o preparadigma ut6pico, me parece justo repetir aqui lo que Luis Villoro piensa del indigenismo en general: Arduo, dificil, por generoso, es el dilema del indigenismo. Tal vez la sintesis sea imposible de alcanzar en pureza; pero permanece como ideal regulativo de un esfuerzo constante. El encumbramiento y derrumbe del paradigma indigenista y sus variadas alternativas estan determinados por las revoluciones tedricas que genera el desarrollo constante del conocimiento cientifico y se explica en términos de su légica interna; pero en la mudanza influyen también factores externos como los producidos por la orientacién, que imprimen a su politica administrativa los regimenes presidencialistas que en nuestro pais se relevan cada seis afios y, en cuyo disefio y actualizacién deja profunda huella el estilo personal de gobernar de quien asume el més alto mando; a juicio de Daniel Cosfo Villegas. Alvaro Obregon y su secretario de educacién, José Vasconcelos interpretan la practica indigenista como un movimiento de concientizacién de la poblacién rural que hace uso de la pedagogia de la accién para mover a los campesinos recien liberados por Ia Revolucién de 1910. Las escuelas, las casas del pueblo, las misiones culturales, las regionales agricolas y las procuradurias de pueblo se establecen, no tanto para impartir destrezas y conocimientos académicos, sino para poner en manos de la gente el discernimiento necesario que les permita reclamar derechos conculeados, reivindicar bienes y prerrogativas usurpados y defender la carta constitutiva promulgada durante la lucha armada. Mediante tales arbitrios un niimero incontable de gente de campo, conocidos comiinmente como indios, pasan a integrarse en la sociedad y economfa nacionales. Lazaro Cardenas concibe la accién indigenista como un movimiento de redistribucién agraria y pone en marcha un programa agresivo de desesta. bilizacién del statu quo ante que conmueve profundamente la tranquilidad 24 rural y la pax porfiriana. Mediante repetidas convocatorias a juntas, asam- bleas, congresos, dotaciones, proclamas, manifestaciones y otras formas de movilizacién logra transformar la imagen del agro e integra a la sociedad y ala economia nacionales a grupos numerosos de campesinos tenidos por indios. Treinta afios después de Cardenas la poblacién campesina de con- dicién étnica y la de filiacién mestiza se encuentran basicamente definidas; la primera, por participar en comunidades de habla y formas de cultura lo suficientemente distintas aquéllas que son propias de la sociedad nacional y lengua castellana; la segunda, por ser parte indiscutible de la sociedad, economia y lengua nacionales. Agrupados los pueblos étnicos en regiones de refugio siguen padeciendo las desventajas que les acarrea su condicién de menorvalia y discriminacién por la sociedad envolvente que contintia considerandolos como indios. Luis Echeverria fortalece la institucién, INT, encargada de la atencién de los pueblos étnicos mediante la expansién de los centros coordinadores indigenistas de accién integral a la totalidad de las regiones de refugio del pais; pero ademés, pone en movimiento nuevo programa de movilizacién y concientizacién politica y encomienda, a la CNC y a la Secretaria de la Reforma Agraria, SRA, la organizacién del Consejo Nacional de Pueblos Indios, de consejos estatales, regionales y municipales que dan acceso a los pueblos étnicos a los cargos ptiblicos y al gobierno de las comunidades donde son mayoria. Debido a tales circunstancias, segin se advierte, el derrumbamiento de los paradigmas estd sujeto en cierta medida a factores externos, como también es el caso de los que han puesto en movimiento los cambios sorpresivos acaecidos en la Unién de Reptblicas Soviéticas que estan ubicando fuera de juego a las alternativas marxistas tan cuidadosamente disefiadas por Cynthia Hewitt. En un tiltimo parrafo quisiera hacer notar que teoria y filosofia, hasta aqui enfatizadas, son parte importante de la tarea indigenista, pero también lo son la préctica y el trabajo de campo. Gran parte de la teoria por mi elaborada para configurar el paradigma indigenista, en su variedad integracionista, deriva, tanto de mi participaci6n como funcionario en el estudio y resolucién de los problemas de poca o gruesa monta que plantean los pueblos étnicos, cuanto de mi aproximacién empitica a la investigacién de las culturas y sociedades indias. Para mi, los conocimientos adquiridos desde las perspectivas externalista e internalista complementarias anteceden a las formulaciones paradigmaticas. En otras Palabras, el trabajo de campo y el trabajo indigenista deben ser, con la teorfa, motivo permanente de nuestras preocupaciones. Xalapa, Ver, 30 de marzo de 1990. 25 GONZALO_ AGUIRRE BELTRAN

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