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Los seres humanos somos iguales Las personas somos fundamentalmente iguales por nuestro origen y por nuestro destino. Esto significa que todos somos iguales en nuestra naturaleza humana: so- mos libres, pensamos, amamos, creamos y construimos Ja historia. Estos elementos —que nos igualan a todos los seres humanos, nos distinguen de las plantas, los animales y el resto de la naturaleza— constituyen nues- tra dignidad humana. Pero la dignidad no es un atributo que ca- da persona tenga por sf sola, sino una expre- sidn de su ser en relacién con los demas. Esto quiere decir que una persona adquiere su dimensién humana al encontrarse con los dems en una relacién de igualdad y pierde su dignidad cuando degrada o es degradado por los otros. La nocién de dignidad humana estuvo siempre presente en la historia de los distin- tos pueblos y en las distintas culturas dei mundo. A medida que fue pasando el tiempo, va- rones y mujeres fueron descubriendo que “ser digno” significaba cada vez més cosas. Por ejemplo, en la Edad Media, sélo re- yes y guerreros aparecian como “dignos”, por el honor que les era conferido. Artesa- nos y campesinos, mientras tanto, eran con- siderados inferiores y vivian en condiciones de maxima pobreza. En la Edad Moderna, al estallar la Revo- lucién Francesa con sus ideales de “libertad, igualdad y fraternidad”, recibié un innega- ble impulso la idea de que todos los varones y mujeres del mundo tenfan la misma digni- dad por el s6lo hecho de ser parte de la gran familia humana. Sin embargo, esto no impidi6 que, a pocos afios de finalizar el siglo Xx, se sigan produciendo numerosos ataques a la dignidad humana. Ser libres, ser dignos Cada persona tiene sus propias necesida- des y maneras de satisfacerlas. Sin embargo, todos los seres humanos necesitamos de un bien que resulta fundamental para desarro- lar nuestra dignidad como personas. Este bien es la libertad, que nos da la posibilidad de elegir aquello que queremos y considera- mos bueno y conveniente para nuestra vida. Es cierto que, al vivir en una sociedad, no podemos hacer todo lo que se nos ocu- Ira; pero esto no significa que estemos obli- gados a realizar siempre las mismas accio- nes, como sucede con los animales, cuyos actos estan determinados genéticamente. Muchas cosas limitan nuestra libertad. No somos libres de elegir lo que nos pasa, por ejemplo, no elegimos el nombre, ni los padres, ni la nacionalidad, ni el ser lindos 0 feos. Pero si somos libres para responder a Jo que nos pasa, de tal o cual forma. Intentar algo no es sinénimo de lograrlo. Elegimos dentro de lo posible y, aun asi, podemos equivocaros. De cualquier mane- Ta, tenemos que saber que no todo depende de nuestra voluntad porque en el mundo vi- ven muchas otras personas que también tienen derecho a ejercer su libertad. Las perso- nas adquieren su calidad de tales al formar parte de una sociedad y compartir su cultu- ra. Al vivir en sociedad, los seres humanos incorporan ciertas pautas sociales que regu- Jan sus relaciones con otras personas y los orientan en la realizacién de sus acciones individuales. E] conjunto de estas pautas 0 teglas morales conforman la ética de una sociedad. Aunque permiten a las personas adquirir y desarrollar, en el transcurso de la vida, su propia capacidad de elegir, tam- bién marcan un limite: nadie puede desen- tenderse completamente de las normas éti- cas de la sociedad en la que vive.

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