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| ARTE Y ARQUITECTURA DEL MODERNISMO BRASILENO ARTE Y ARQUITECTURA DEL ‘ MODERNISMO BRASILENO (1917-1930) BIBLIOTECA AYACUCHO A PROPOSITO DE LA EXPOSICION MALFATTI: PARANOIA O MIXTIFICACION Monteiro Lobato Hay pos oLasEs de artistas. Una, compuesta por quienes yen normal- mente las cosas y como consecuencia de esto hacen arte puro, conservando Jos eternos ritmos de la vida, adoptando, para coneretar las emociones estéticas, los procesos clasicos de los grandes maestros. Quien recorre este camino, si tiene genio, es Praxiteles en Grecia, Rafael en Italia, Rembrandt en Holanda, Rubens en Flandes, Reynolds en Inglaterra, Leubach en Alemania, Iorn en Suecia, Rodin en Francia, Zuloaga en Espana. Si apenas tiene talento engrosard la pléyade de satélites que gravitan en torno de aquellos soles inmortales. La otra especie esta for- mada por los que ven anormalmente la naturaleza y la interpretan a la luz de las teorias efimeras, bajo la sugestién estrabica de escuelas rebel- des, surgidas aqui y all4 como fortinculos de cultura excesiva. Son pro- duetos del cansancio y del sadismo de todos los periodos de decadencia: son frutos de fin de estacién, dafiados de nacimiento. Estrellas fugaces, brillan por un instante, la mayoria de las veces con la luz del escdndalo y se hunden luego en las tinieblas del olvido. Aunque se presentan como hechos nuevos, precursores de un arte del futuro, nada es més viejo que el arte anormal 0 teratolégico; nace con Ja paranoia y con la mixtifi- cacién. Hace mucho que los psiquiatras lo estudian en sus tratados, do- cumentandose en los innumerables diseiios que adornan las paredes in- ternas de los manicomios. La tinica diferencia reside en que en los ma- nicomios este arte es sincero, producto ilégico de cerebros trastornados Por las mds extranas psicosis: fuera de estos sitios, en exposiciones pti- blicas ampliadas por la prensa y absorbidas por americanos locos, no hay sinceridad ninguna ni légica ninguna, siendo mixtificacién pura. Todas las artes estén regidas por principios inmutables, leyes funda- mentales que no dependen de la época ni de la latitud. Las medidas de Proporcién y equilibrio, en la forma y en el color, derivan del senti- miento. Cuando las sensaciones del mundo externo se transforman en 177 i : erebrales, nosotros “sentimos’: para que sintamos de my. imPretecente, sea cuibica o futurista, es necesario o bien que la ae del universo sufra una completa alteracién, o bien que nuestro cerebro esté en panne por culpa de una lesién grave. Mientras la pe sensorial se haga sentir normalmente en el hombre, a trayés de la puerta comin de los cinco sentidos, un artista delante de un gato no odrd “Sentix” sino un gato y es falsa la “interpretacién” que lo content en un cachorrito, un escarabajo 0 un montén de cubos transparentes, Estas consideraciones son provocadas por la exposicién de la Sra, Malfatti, donde se advierten acentuadisimas tendencias hacia una actitud estética dirigida en el sentido de las extravagancias de Picasso y com. panfa. Esa artista posee un talento vigoroso, fuera de lo comin, Pocas veces, en una obra distorsionada, pueden notarse tantas y tan preciosas cualidades latentes. Cualquiera de esos cuadritos deja entrever cudn inde- pendiente es su autora, qué original, qué inventiva, en qué alto grado posee un sinntimero de cualidades innatas y adquiridas, de las més fe- cundas para construir una sélida individualidad artistica. Entre tanto, seducida por las teorias que ella llama “arte moderno”, penetré en los dominios de un impresionismo muy discutible, y puso todo su talento al servicio de una nueva especie de caricatura. Seamos sinceros: futurismo, cubismo, impresionismo, tutti quanti no pasan de ser otros tantos variantes del arte caricaturesco. Es la difusién de Ja caricatura hasta regiones donde, hasta ahora, no habia penetrado. Caricatura del color, caricatura de Ja forma, caricatura que no persigue, como la primitiva, resaltar una idea cémica, sino desconcertar y apabullar al espectador. La cara de los que salen de estas exposiciones es por demés sugestiva. Las caras no denuncian ninguna impresién de placer o de belleza; en todas, no obstante, se lee el desasosiego de quien est4 inse- guro, dudando de st mismo y de los demas, incapaz de razonar y muy desconfiado de que lo mixtifiquen habilmente. Otros, sobre todo ciertos criticos, aprovechan el vacio para épater les bourgeois. Teorizan aquello con gran dispendio de palabreria técnica, descubren en las telas inten~ ciones y subintenciones inaccesibles al vulgo, las justifican con Ia auto- nomia de interpretacién del artista y concluyen que el publico es una bestia y ellos, los entendidos, un genial grupo de iniciados de la Estética Oculta. En el fondo se rien los unos de los otros; el artista del critico, el exitico del pintor y el piblico de ambos. EL arte moderno es el escudo, la suprema justificacién. También ap? recen en la poesia, a veces, tales fortinculos, provenientes de Ja ceguer® hata de ciertos poetas elegantes, a pesar de ser gordos, y Ia justificacién Rata Ja misma: arte moderno, Como si no fuese modernisimo tae que acaba de fallecer dejando tras de si una estela luminosa de He oe divinos; ese André Zorn, maravilloso “virtuoso” del ra Pintura, ese Brangwyn, genio rembrandesco de 1a Babilonia in 178 trial que €s Ponies: oe ee eae dulce Be de las mafianas, de las mansas y de los cuerpos femeninos en flor. Como si Seay modernisima, toda Ia legién actual de incontables ua pincel, de la pluma, del agua fuerte, del dry point, que hacen de nues- tra época una de las mas fecundas en obras maestras, de cuantas dejaran huellas luminosas en la historia de la humanidad. En la exposicién Malfatti figura también como justificacién de su escuela, el trabajo de un maestro americano, el cubista Bolynson. Es un carboncillo representando (se sabe por la nota explicativa) una figura en movimiento. Estd alli entre los trabajos de Ja Sra. Malfatti en actitud de quien dice: yo soy el ideal, soy la obra maestra, el piblico debe juzgar el resto toméndome a mi como punto de referencia. Tengamos el valor de no ser pedantes; aquellos garabatos no son una a en movimiento; son, eso si, un pedazo de carboncillo en movi- miento. El Sr. Bolynson lo tomé entre los dedos de las manos o de los pies, cerr6 los ojos y lo refregé por Ja tela a tontas y a locas, de derecha a izquierda y de arriba abajo. Y si no Io hizo asf, perdié una hora de su yida empujando lineas de un lado para otro, pasé por tonto y perdié su tiempo, puesto que el resultado es exactamente el mismo. En Paris se ha Tlevado a cabo ya una curiosa experiencia: se até una brocha a la cola de un burro y se lo colocé de espaldas a una tela. Con los movimientos de la cola del animal, la brocha fue borrando lo pintado en la tela. La cosa fantasmagérica resultante fue expuesta como prueba del supremo atrevimiento de la escuela cubista, y proclamada por los mixtificadores como verdadera obra maestra que sdlo uno que otro espiritu privilegiado podria comprender. Resultado: el publico afluyé, se maravilld, los ini- ciados exultaron y ya habia compradores cuando el truco fue desenmas- carado. La pintura de la Sra. Malfatti no es cubista, de manera que esto no va dirigido a ella en linea recta; pero como agregé un cubista a su exposicién, nos inclinamos a pensar que tiende hacia él como hacia un ideal supremo. Que nos perdone la talentosa artista, pero planteamos aqui un dilema: 0 el Sr. Bolynson es un genio y permanecen en csa clasifi- cacién, como asnos insignes, la corte entera de maestros inmortales, de Leonardo a Stevens, de Velazquez a Sorolla, de Rembrandt a Whistler, 0... viceversa. Porque es completamente imposible dar el nombre de obra de arte a dos cosas diametralmente opuestas como, por ejemplo, la majfiana de septiembre, de Chavas y el carbén cubista del Sr. Bolynson. Si no fuera por la profunda simpatia que nos inspira el bello talento de la Sra. Malfatti, no estarfamos aqui haciendo estas desagradables consideraciones. Seguramente esta artista ha recibido numerosos elogios por su nueva actitud estética. . Esta voz sincera que viene a alterar la armonia de un o @ irritar sus ofdos, como una descortés impertinencia. oro de lisonjas Pero si refle- 179 xiona un momento, veré que la lisonja mata y la sinceridad salva, } Yerdadero amigo de un artista no es aquel que lo atonta a fuerza de ala- Janzas, sino aquel que le da una opinion sincera, hasta dura, y le traduce claramente, sin reservas, Jo que todos piensan de él a sus espaldas, Los hombres tienen el vicio de no tomar en serio a las mujeres. Ese es ¢] motivo por Jo que siempre reparten amabilidades cuando ellas le piden opinién. Tal caballerosidad es falsa y, ademés, nociva. Cuéntos talentos de primera clase no se yicron arrastrados por malos caminos por culpa ae Prtogio incondicional y mentiroso? Si viésemos en la Sra. Malfait apenas una “joven pintora”, como hay por montones, sin denunciar ni un destello de talento, nos habriamos callado 0 quiz4s le hubiéramos endosado media docena de esos adjetivos bombons, que la critica azu- carada siempre tiene a mano tratandose de muchachas. La juzgamos, sin embargo, merecedora del alto homenaje que es tomar en serio su talento, dando una opinién sincerisima respecto a su arte; y valiosa por el hecho de reflejar el punto de vista del publico sensato, de los criticos, de los entendidos, de sus colegas artistas y... de sus apologistas. Si, de sus apologistas; porque también ellos piensan de esta manera a sus espaldas. © Estado de Séo Paulo, edicién vespertina, Séo Paul Oe ie ee a, coe ee 180

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