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CAPITULO 6. CRISIS ECONOMICAS Y TASA DECRECIENTE DE GANANCI NIRODUCCION Marx pensaba que el capitalismo estaba caracterizado en forma muy defini- 4 por una acumulacién turbulentamente dindmica (Wéase el Capitulo 5), {geen épocas normales toma la forma de ciclos econémicos y diversas fluc- tuaciones que oscilan alrededor de una tendencia de crecimiento interna aente generado. Pero crefa también que tales perfodos de acumuilaci6n nor- mal inevitablemente abren el camino a perfodos correspondi tlancamiento econémico y crisis, debido a que existen fuerzas en el interior dela acumulacién normal que socavan en forma progresiva su solidez y que tventualmente dan origen a crisis. Marx crefa que el factor central, en cuanto testo se refiere, era la tendencia de la acumulaci6n normal a erosionar la tusa media de ganancia. Consideraba este mecanismo de tanta importancia, «pelo denominé “la ley mis importante de la economfa politica’; séalo ono Sempre, se ha constitucién en la ley de la economia politica que ha generado suyor controversia tanto en la economia maraista como en la ortodoxa, La explicacién de los ritmos largos dle acumulacién capitalista, en los veel normal crecimiento turbulento da via al estancamiento y la crisis, es tra de las tareas més importantes de la econom{a politica. Toda escuela de yensamiento tiene alguna explicacién de este fenémeno y la economia po- lca marxista tiene varias (desde luego), Lasecci6n que sucede a esta introduccién hace un recuento dela historia dela teorias de la crisis, poniendo particular énfasis en su logica interna y sus implicaciones sociales. La tercera seecién se dedica a examinar la influyente (pero err6nea) in- tepretacién que Dobb hace del argumento de Marx, en la cual la tendencia dela tasa de ganancia a caer es reducida a una simple posibilidad, que in- dso sélo se presenta cuando los salarios de los trabajadores crecen “dema- siado” rapido. Lo importante aqui no es que los salarios de los trabajadores puedan “estrangulae” las ganancias ocasionalmente, puesto que siempre es tes de 22 ALOR, ACUMULACION ¥ CRS posible que lo hagan. Mis bien, la cuesti6n es si puede afirmarse o no que la rentabilidad decreciente se debe por Io general a cierto tipo de “presi salarial” a de tal argumento es la basada en el teorema de Oki 1e se sostiene que ef cambio téenico nunca podra hacer bajar ta sal de ganancia porque los eapit vis adoplarin tuna tecnologia que lenga tales efectos. Para ponerlo en términos de Marx, Okishio sostiene que los: '§ que se comportan de acuerdo con las reglas de la competeneia perfecta siempre escogerin los métodos de pro ducci6n que terminen elevando la tasa de plusvalfa en mayor proporcin que la composici6n orgénica de capital, de suerte que para cualquier salario real dado el cambio técnico eleva la tasa media de ganancia, Lo anterior significa que solamente un aumento de los salaries reales lo suficientemen- te grande como para contrarrestar los efectos positivos del cambio técnico sobre la tasa de gananeia, puede expliear una cafda general de ésta. En la tercera secci6n, por consiguiente, también se examina criticamente el argu- mento de la “eleceién de téenica”, mientras en Ia siguiente se detalla el de- bale resultante sobre este t6pico. La quinta seccién vuelve sobre la teoria le Ia tasa decreciente de ganan- el propio Marx, esbocando, en primer Ingar, la estructura general del rgumento, coneretanilo luego y formalizando las conexiones entre cambio téenico y rentabilidad, para lesarrollar finalmente, algunos aspects de 1 inherente al argumento, Por iltimo, en la sexta seccién nos des mos hacia Ia investigacién empirica cle estas cuestiones realizada para Estados Unidos durante el perfodo de posguerra, Como veremos, el argumento de Marx provee na sélida explicacién de los patrones de acu mulacién de este periodo, HISTORIA DE LAS TEORIAS DE LA CRISIS. Esta seccidn desarrolla el tema de la historia de las teorfas de la crisis. Enun sentido amplio, el término “crisis” se referiré a un conjunto de fallas gene- ralizadas en fas relaciones econdmicas y politicas de reproduccién capi lista, En particular, las crisis que tratamos de examinar son aquéllas hacia las cuales se ve llevado internamente el sistema por sus propios principios de operacién. Como veremos, una caracteristia de la naturaleza de la pro duccién capitalista es la de verse expuesta constantemente a una diversi- dad de perturbaciones y dislocaciones generadas interna y externamente Pero esas “conmociones” s6lo de vez en cuando hacen estallar crisis gene- rales, Cuando el sistema goza de buena salud se recupera répidamente de {BS ECONOMICAS YTASA DE GANANCIA, 253 toda clase de tropiezos; cuando no, pricticamente cualquier cosa puede provocar su postracién. En lo que sigue tratamos de examinar las distintas explicaciones de cémo y por qué el sistema periédicamente se enferma. Reproduceién y crisis Considérese hasta qué punto es peculiar la sociedad capitalista. Se trata de ana red social compleja e interdependiente, cuya reproduccién exige un pa- ttén preciso de complementariedad entre diferentes actividades product vas que son emprendidas por cientos de miles de capitalistas individuales a uienes s6lo les preocupa su avidez. personal de ganancias, Es una estructtt- ‘ade clases en la que la permanencia de la clase capitalista necesita la per- tmanencia de la clase trabajadora; con todo, ninguna ascendencia, ninguna tradicién, ningiin principio religioso indica quién ha de dominar y quién ha de ser dominado. Es una comunidad humana cooperativa y, sin embargo, constantemente enfrenta al uno contra el otro: capitalista contra trabajador, ero también capitalista contra capitalista y trabajador contra trabajador. La pregunta verdaderamente dificil de contestar respecto a esta sociedad wes por qué llega a desintegrarse, sino por qué contintia operando. A este rspecto, es importante comprender que cualquier explicacién dela forma co- 10 @ reproduce el capitalismo es al mismo tiempo (implicitao explicitamen- ‘e)una respuesta ala cuesti6n sobre c6mo y por qué ocurre la no reproduccién } Viceversa: en otras palabras, el andlisis de la reproduceién y el anslisis de luatisis son inseparables. Lo anterior es vilido independientemente de que a teoria particular haga o no explicta esta relacion, Enla historia del pensamiento econémico podemos distinguir tres lineas bisicas de andlisis en torno a la reproduccién capitalista. La primera, y la tis popular, es la nocién de que el capitalismo es capaz de reproducirse a mismo autométicamente. La reproduccién puede ser facil y eficiente (1e0- tianeoclésica) 0 puede ser erritica y derrochadora (Keynes), pero se equili- ‘kaa sf misma, Sobre todo, no existen necesariamente Iimites al sistema apitalista ni a su existencia hist6rica: abandonado a s{ mismo (leorfa neo- disica) 0 dirigido adecuadamente (Keynes) puede sobrevivir por siempre. Desde luego, esa ha sido la idea dominante en la teorfa burguesa. La segunda posicién sigue el rumbo opuesto: afirma que, por sf mismo, sistema capitalista es incapaz. de ampliarse. Debe crecer para sobrevivit, eto requiere alguna fuente externa de demanda (como el mundo no capi- lulista) para sostener su crecimiento. Lo cual significa que, en Giltima instan- a, su reproduccién esté regulada por factores externos al sistema: os limi- 24 VALOR, ACUMULACION Y CR tes al sistema son ajenos a él. Las diferentes escuelas del subconsumo, snen origen en esa linea de pensamiento, ual, aunque el capitalismo sea capaz de auto-expandise, e1 proceso de acumuilacién ahonda las contradicciones internas en que se basa hasta que estallan en una crisis: los limites del cap smo son inherentes a é1. Esta linea de pensamiento es casi exclusivamen- te marxistae ineluye los enor “estrangulamiento de las ganancias” como explicaciones de las crisis, Cada una de Las posiciones anteriores supone una correspondiente ne- cin de las crisis, de poryué se producen y de lo que implican. Por conse guiente, las examinaremos, ina cle manera sucesiva. EL capitalisme visto como sistema que se autorreproduce en forma automstica A continuacién examinaremos, en secciones separadas, la tradi luissee-faire y la tradici6n keynesinna de la teorfa ortodoxa. La tradlici6n del taisse2-faire Desafortunadlamente todos estamos demasiado familiarizados con la no ‘cin del capitalismo como sistema autorregulado, uniforme, eficiente yar ménico. Esa idea ha dominado la teor‘a burguesa desde su nacimiento enka de Adam Smith hasta la impotente elegancia del andlsis moderne del equilibrio general. Se dice que la contradicei6n fundamental de toda existencia humana surge de la insaciabilidad de las necesidades Ihumanas ante la fimitada disponibilidad de los recursos fisicos?. La insaci ble codicia del capitalismo se transforma asf en un atributo de la naturaleza humana; su insensato pillaje de nuestro planeta es tan s6lo “natural”, resi tado inevitable de una batalla dentro de la naturaleza misma. La naturaleza uumana se enfrenta ala naturaleza fisica. De este modo, la avaricia la com petencia y el egoismo son eternos: nada podemos hacer ante ellos, no hay modo alguno de erradicarlos. De hecho, sobre esa base el capitalismo se presenta como el conjunto de normas sociales que automaticamente permi- te 1a més libre expresién de esos impulsos humanos “intrinsecos”. Mas ain 1 Tysnuna proentsin ate sont dela compen tsk se AA Akan y WR Aly Ey onl Proction Theory in Use, Bent, Cai, Wadsworth Pubs Co, 199,14 de la“tasa decreciente de ganancia” yd QBS ECONOMICAS Y TASA DEGANANCIA, 255 representa la soluci6n institucional 6ptima del eterno conflicto “natu- capitalismo sigue siendo eternamente éptimo. No tiene més limite pe alguna inimaginable mutacin de la naturaleza humana o alguna ini- saginable destruccién de la naturaleza fisica. Abandénesele a sf mismo y dapilalismo se reproduciré por sf solo, uniforme, eficiente y probable- senle para siempre. Asi transcurre la historia, Puesto que el sistema se considera como autorregulado, se es proclive a aur por alto el proceso de regulacién, De ese modo, aanteen esta problemitica es concentrarse en los eq ‘uno estéticos, como balanceados. Con esto se da la impresién de que el griceso de ajuste carece de importancia. A decir verdad, esa estrategia es su necesaria, daclo que la idea dle un proceso de ajuste prolongado cons- ttuye una amenaza para el concepto de equilibrio y, por tanto, para el en- ‘aluble cardcter 6ptimo del sistema, Tero, a pesar de todo, las crisis se siguten produciendo, lo que suele tener rsentidos a los economistas; a veces, bastante malhumorados. Sin embar- psi funci6n ideol6gica les exige enfrentarse (periédicamente, por lo me- #23) al problema de las crisis, Los economistas que estudian In histori ‘evitablemente se sienten impresionados no s6lo por la frecuencia de las ‘isis sino también por su evidente regularidad. Por ejemplo, en los Estados Unidos, Wesley Clair Mitchell contabiliza quince “crisis” en los 110 aftos quevan desde 1810 a 1920, en tanto que Paul Samuelson enumera siete “re- ‘eiones” en los treinta afios que van de 1945 a 1975? Entre ella, la Gran Depresién que duré casi diez afios! Bisicamente, sélo hay dos modos de absorber esas prucbas en el cuerpo jrncipal de la teorfa sin afectarla seriamente. En primer lugar, y antes que tuda, se puede argumentar que, en principio, las crisis no tienen porqué pro- ducirse necesariamente; el hecho de que ocurran puede entonces atribuirse a fciores externos al furcionamiento normal de la reproduccién capitalista. Aunque no sea por su propia culpa, el sistema se ve peri6dicamente resqquc- {njado por las crisis. De acuerdo con esta tradicién, encontramos que las cris seachacan a la naturaleza fisica (manchas solares, malas cosechas en general, ¢&) 0a la naturaleza humana (cclos psicol6gicos de optimismo y de desespe- ‘aa, guerras, revoluciones y errores politicos), 0 a ambas a la vez", 1 Wesley Chir Mit Busines Cycles” en Realings in Business Cyc Try. American Eeonomi ‘Asoution, Landes, Gorge Alen and Unwin, 161 p43; Pl Samuelao, Pam, Nowa {ako Me Graw Hilstook Cay 1976, pp 50251, 1 BSumuetion opi p27. 256 VALOR, ACUMULACION YCHES jf ISIS ECONOMICAS YTASA DE-GANANCIA = Pero la regularidad de las crisis ha probado que dificilmente concuerdan con las manchas solares 0 con el bioritmo de los consumidores, y las explr caciones que recurren a las guerras y a los errores politicos simplemente no son adecuadas para explicar fenémenos aparentemente ciclicos. En conse cuencia, tenemos el concepto de ciclo econdmico, que representa el segue do modo bisico de introducir los fenémenos de las crisis en la teoria oro- doxa, Dentro de este concepto, el sistema sigue siendo visto como autorre gulado: s6lo que esta vez se considera ciclico y no uniforme. Diversos fx- {ores internos al funcionamiento del sistema dan lugar a ciclos autogener dos, raz6n por la cual Ia autorreproduccién pose un ritmo interno. Es importante seitalar que en la teorfa ortodoxa un ciclo no es wna crisis A fin de ser consecuentes con la estructura teérica general, los ciclos deben con- siderarse esencialmente “ pequefias fluctuaciones", variaciones de segundo or den que, en una primera aproxinacién, justificadamente pueden dejarse de lado, De esta manera, la naturaleza celica del proceso de ajuste no represenia ‘apacidad del sistema de reproducirse a si mismo. La rama de Ia economfa ortodoxa conocida como teorfa de los ciclos e<>- ‘némicos es una combinacién de esos dos enfoques bisicos. Las fluctuacio nes reguilares y no viol iscontracciones ys expansiones son parte de los ciclos econémicos normales. No obstante, las expansions y las contracciones violentas o prolongadas surgen de factors dos en las naturalezas fisica y humana, factores que pueden jo en crisis, o provocarla por s{ mismos. Consecuentemente, bs crisis permanecen ajenas al proceso normal de reproduccién capitalista, Pese a su efectivo servicio para atender las necesidades de la ortodoxia la teorfa de los ciclos econémicos siempre ha desempefiado un papel menot en la economfa del laissez-faire. La materia de que trata era demasiado pelr igrosa, su historia estaba demasiado contaminada por sentimientos antica Pialistas, como para que fuera integrada eémodamente al cuerpo principal de la teorfa, Sin embargo, eso cambié con el advenimiento de la economs keynesiana, En breve veremos porqué. similares a la descrita con anterioridad: lo inexplicable era el hecho de que ‘sistema no mostrara ninguna tendencia a volver rSpidamente al equili- brio de pleno empleo “normal”. Incluso, de acuerdo con célculos oficiales (conservadores), el desempleo en los Estados Unidos alcanzaba alrededor de diez millones de personas en 1939, diez aftos después del “Gran Crash”. ‘A medida que la depresién se prolongaba, a medida que la intranquili. dad social se hacia més profunda, la teorfa del laissez faire se desacredité ‘cada vez més, y répidamente fue sustituida por la teor‘a keynesiana. Keynes atacé la nocién ortodoxa de que “la oferta determina su propia demand”, porque esa nocién era la que llevaba a la conclusién de que, mis. © menos, el capitalismo tendfa automaticamente a utilizar plenamente la fuerza de trabajo y los medios de produccién disponibles, En cambio, en su andliss, el factor decisivo en la determinacién del nivel de produccién y de empleo es el nivel de gasto de inversién planeado por los capitalistas. Pero los planes de inversién dependen en grado considerable de la previsi6n de ganancias, de las “expectativas" y los “espfritus animales” de los capitalis- lus, De lo anterior se desprenden dos conclusiones principales. En primer lugar, dado que las “expectativas” son notoriamente volitiles, ez probable que la reproduccién capitalista resulte enteramente erritica. En segundo lugar, y como conclusién més importante, dentro del capitalismo no existe mecanismo automitico que haga a los capitalistas planear la cantidad nece- saria de inversi6n para garantizar el pleno empleo. Sin embargo, debe sefia- lare que se astume que el sistema es equilibrado por s{ mismo automstica- ‘mente; ocurre simplemente que el equilibrio no excluye desempleo o infla- «ién persistentes, La Hamada "revolucién keynesiana” fue, no obstante, una revolucién ambivalente. Gran parte de la “profunda” estructura del andlisis de Key- nes era igual a la ortodoxia que é! atacabat: la divisiOn de la sociedad en productores y consumidores (no en clases), el mismo concepto bisico de la naturaleza humana, la importancia decisiva de las “propensiones” y prefe- rencias psicolégicas, el papel de la oferta y la demanda y, sobre todo, la confianza general en el andlisis de equilibrio. No es sorprendente que una parte de la ortodoxia haya podido asimilar a Keynes en una nueva version dela teorfa burguesa. Aceptando que ciertamente no habla mecanismo au- tomético alguno que hiciera la reproduccién capitalista uniforme, eficiente ylibre de crisis, los keynesianos neoclésicos (keynesianos bastardos, como losllam6 Joan Robinson) se volvieron hacia el Estado como mecanismo que La (correcta) tradicion keynesiana Hasta ahora hemos venido hablando de la tradici6n del laissez-faire dent de la teoria burguesa, pues ésta casi siempre ha sido la teorfa dominant Pero el derrumbe mundial generalizado del capitalismo durante la Gras {6 a esa tradiciOn un golpe contundente. El propio colapse “fGcilmente” por sus adeptos en una diversidad de maners 4 Robert Leachman, istry of Cem lias, Nuova York, McGrail 1976 7.38, 258 VALOR, ACUMULACION Y CRS, daria vida ala lad imaginada en las parSbolas del lassez-fire, Sie Estado cumplia adecuadamente su funcién, manipularta la demanda agre- gada para mantener la eco 1a inflaciSn;con esta moi nas de la ortodoxia” Puesto que as fluctuaciones econémicas constituyen una parte admisi bie de la teoria keynesiana, la teorfa del ciclo econémico pasa a ser una 'ma mucho menos peligeosa de la economia. En realidad, como en principio. 1 Estado puede eliminar las fluctuaciones, es imperativo estudiar en deta Ue los ciclos y las crisis, a fin de saber eémo contrarrestarlos. Por ello, parti de la Hamada revolucién keynesiana ha surgido un gran caudal de informacién acerca de las crisis. wk Nos sorprendente que los keynesianostiendan a consicerar ta historia ie gulary violontade la actnulacén captalisa como una serie de erores depo ltica”*, Sus puntos de vista con respecto a la crisis actual no son la excepeién. Keynes también dio higae a otra rama de seguidores, Ios llamados key- nesianos de izquierda, entre los cuales la figura més destacada es Joan Ro- Dinson, Sus idens, junto con las de Michel Kalecki y Joseph Steindl, serin abordackas en la siguiente sein cerca del pleno empleo, con poca o ning jcacién “se podfa resueitar el resto de las doctii- El capitalismo visto como un sis sma ineapaz de ampliarse por sf mismo Desde sus origenes, la imagen del lisse faire de un capitalismo arménico y sin crisis Ia sufrido el maleficio de otra noci6n igualmente antigua e siralmente persistente de un capitalismo inherentemente ineapaz de ac muulacién. En el mejor de los casos, se afirma, las fuerzas internas del sist 1a pueden reproducirlo a cierto nivel estacionario: pero un cap tancado degenera pronto. La competencia lanza a unos contra otros, pero como no hay crecimiento, ninguno puede ganar como no sea a expensas de alguien ms, Se lanza al capital contra el capital, al obrero contra el obrero y a una clase contra otra, O los antagonismos se intensifican demasiado ye Bislema hace explosign, 0 bien éste cegenera en una sociedad (como en la China antigua) en la que una reducidisima élite dirigente descansa sobre base de la pobreza de las masas y la miseria humana, En cualquier caso, un capilalismo sin acumulacién no puede durar mucho. 5 fun Ratnam Lama emi ai Boks, Nowe ik 371, 9% 6 Retakathnan oc pr Sean Enns pre de Keyes yc ite ‘ngs enn su spon (CRSIS ECONOMICAS Y TASA DEGANANCIA 259 interesante que ese argumento opuesto parta de la misma concepcién inicial que ta teorfa que ataca. La teoria ortodoxa siempre ha insistido en que la meta fundamental de toda produccién capitalista es proveer para el constumo: lo que no se consume en un momento dado vuelve a canalizarse la producciéna fin de proveer para un consumo futuro. De cualquier ‘manera el consumo manda, Segtin el cristal oscuro de la teor‘a del subcon- sumo, esa misma idea es un arma para el ataque al capitalismo. En la larga y compleja historia de esa rama de la teorfa de la crisis, el siguiente argu- ‘mento aparece una y otra vez: sf, el regulador final de toda produccién es

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