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Capítulo 3 11

Lo que nos separa

3._______________________________
Eucaristía

E l decreto conciliar dice “que Jesús, instituyó en su


Iglesia, el Sacramento de la Eucaristía. por el cual se
significa y se realiza la unidad de la misma”.
Eucaristía es un término griego equivalente a “acción de
gracias” y es utilizado para indicar el nombre del sacramento o
rito de la Comunión o Cena del Señor, por ser ésta una oración
solemne, en la cual de manera especial, damos gracias al Padre
celestial, por el inefable don de su amado hijo.
A este acto de acción de gracias, la Iglesia Católica, ha
transformado la cena del Señor, en un sacrificio de expiación,
cambiando la forma y el significado de la misma (18),
transformando este mandamiento de Jesús, en un dogma, cuando
el sacerdote Católico pronuncia las palabras “HOC EST CORPUS
MEUM”, haciendo que el pan de la hostia eucarística sea
transformado en el cuerpo y sangre del Señor (19).
Con la aprobación de este dogma por la Iglesia Católica,
se presentan varías situaciones que se analizarán según sus
implicancias, porque: es contrario a lo que manifiesta el
Evangelio; se opone a lo que con su fe practicaban los cristianos
de los primeros siglos; contraria con ciertos acontecimientos que
se presentaron durante la comunión, a los órganos de los sentidos
del cuerpo y al buen sentido, está en pugna con la piedad
cristiana; dentro de la misma Iglesia Católica, hay expresiones
contradictorias en el misal Romano y finalmente, agrega otras
ofrendas al memorial de Cristo.
1. Es contrario a lo que manifiesta el Evangelio.
a) Las palabras pronunciadas por Jesús, en la última cena
(20), “tomó pan y habiendo dado gracias, lo
partió y dijo: tomad, comed; esto es mi
cuerpo que por vosotros he partido” no
pueden significar “este pan ahora es transmutado
en la carne de mi cuerpo”, porque hubiera habido

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en ese momento dos cuerpos de Cristo y uno de
ellos en las manos del otro. Luego Cristo añadió
enseguida: “haced esto en memoria de mi”,
para hacerles comprender a los discípulos, que el
pan debía “recordarles” a Jesús y no que El
estuviese realmente en el pan, El mismo Jesús,
cuando les dijo a los judíos (21); “Yo soy el pan
vivo que descendió del cielo; si alguno
comiere de este pan, vivirá para siempre; y
el pan que yo daré es mi carne, la cual yo
daré por la vida del mundo”, advirtiéndoles
que sus palabras deben ser interpretadas
espiritualmente (22) “el espíritu es el que da
vida; la carne para nada aprovecha; las
palabras que yo os he hablado, son espíritu
y son vida”.
b) El apóstol Pedro al decir (23), “a quien de cierto es
necesario que el cielo reciba hasta los
tiempos de la restauración de las cosas”, se
entiende claramente, que por ahora Cristo está en el
cielo, a la diestra del Padre y que no descenderá de
allí, sino el último día.
De acuerdo con las palabras mencionadas en las
Sagradas Escrituras ¿puede alguien afirmar que
repitiendo las palabras que Jesús instituyó en su
última cena, lo harán descender todas las veces que
se las repita, como si fuera un conjuro milagroso?.

Los discípulos primitivos “partían el pan” en la


Santa Cena, lo hacían en memoria de Jesús y no
consideraban a este pan, como si fuera el cuerpo de
Jesús.
El apóstol Pablo, más tarde (24), llama
simplemente pan y vino a los elementos empleados
en la Santa cena.
2. Se opone a la fe de los cristianos primitivos
Son muchos los padres de la Iglesia que no creían en
la transubstanciación:
Tertuliano (25), escribe: “Cristo habiendo tomado el

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pan y habiendolo distribuido a sus discípulos lo hizo
su cuerpo al decir: este es mi cuerpo, a saber, la
figura de mi cuerpo.
Teodoreto (26), dice: “después de la consagración, el
símbolo místico no cambia su propia naturaleza, pues
permanece en su primitiva substancia, figura y
forma”.
Efren (27), dice: “El Señor, tomando en sus manos el
pan, dio gracias y lo partió, en figura de su cuerpo
inmolado, y bendijo el cáliz, en figura de su sangre
preciosa.”
Crisóstomo (28), dice: “el pan, después de la
consagración, es digno de ser llamado el cuerpo del
Señor, aún cuando la naturaleza del pan permanece en
la hostia”. Contrariamente la Iglesia Católica (29)
mencionándolo en forma incompleta, lo hace parecer
como si apoyara la transubstanciación diciendo “esto
es mi cuerpo dice Jesús. Estas palabras transforman
las cosas ofrecidas.”
Agustín (30), dice: el Señor no tuvo dificultad en
decir “este es mi cuerpo” cuando el daba la señal de su
cuerpo y de su sangre.
Eusebio (31), dice: “hemos sido enseñados a celebrar
sobre la mesa, de conformidad con la ley del Nuevo
Testamento, con los →símbolos↓ del cuerpo y de la
sangre de Cristo, la →memoria↓ de aquel sacrificio.”
El papa Gelasio (32), dice: “el sacramento del cuerpo
y de la sangre de Cristo es verdaderamente cosa
divina, pero el pan y el vino permanecen en su
substancia y naturaleza de un pan y vino cualquiera”.

El papa Virgilio (33), dice: “la carne de Cristo,


cuando estaba en la tierra no estaba en el cielo, y ahora
porque está en el cielo, no está en la tierra”.
Es tan verdadero, que los padres de la Iglesia pensaban
sobre este especial tema, como los cristianos
evangélicos de antes y de siempre, que el Jesuita
Maldonado (34) escribió: “si San Agustín, viviese en
nuestro días, sería de opinión distinta de aquella que el
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tenía, porque vería que la interpretación de los
Calvinistas, es casi la misma, que la suya en su
época”.
A pesar de la opinión sobre la naturaleza y substancia
del pan y del vino que ya mencionamos, la primera
vez que en la Iglesia se habla de la transubstanciación,
se remonta al siglo noveno, cuando el teólogo
Pascasio Radoberto, presenta su propuesta, idea que
fue combatida firmemente hasta el siglo XIII.
3. Contraria con ciertos acontecimientos que se
presentaron durante la comunión
Fue público y notorio que a pesar de estar el pan y el
vino consagrados, esto no evitó, que muchas personas
fueron asesinadas durante la comunión, Enrique VIII
murió por haber comido una hostia envenenada, entre
otros el papa Víctor III, murió por haber bebido
durante la misa, de un cáliz con vino envenenado.
4. Contraria a los sentidos orgánicos específicos
La vista, el gusto y el tacto, nos han sido dados por
Dios, para que los usemos con propiedad y
reconozcamos las cosas que El ha creado. Cuando
hacía un milagro, lo hacía de tal manera, que cada uno
por medio de los órganos de los sentidos podría
asegurarse y cerciorarse de que era, lo que uno estaba
confrontando con toda seguridad. Por ejemplo, cuando
Jesús convirtió el agua en vino (36) los concurrentes a
la boda estaban seguros que estaban degustando un
vino de la mejor calidad. De acuerdo con este
principio, si Dios lo quisiera, podría cambiar el pan en
el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre, pero lo
haría en tal forma que aquel pan y vino estarían
transformados de tal manera que no quedarían rastros
de lo que habían originalmente sido, pero esto en la
realidad no es así, antes y después de la consagración,
nuestros sentidos específicos nos informa que se trata
del mismo pan y vino.
5. Contraria al sentido común
El sentido común nos indica que un cuerpo es una
cosa tangible, que no puede en forma simultánea

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hallarse en distintos lugares ¿podemos aceptar y creer,
que en un momento dado, existen millones de hostias
o cuerpos de Cristo, enteros, esparcidos en el mundo?.

¿Qué es lo que forma un pan? Tiene cualidades como


pan o sea su “substancia” y por otro lado su color,
sabor, dimensión, etc. que se los denomina
→características o accidentes↓. Estos no podrían
existir, sin la presencia de lo que son específicamente
sus cualidades.
El dogma, es creer por fe, que en la comunión lo que
tomamos es al cuerpo de Cristo y no la substancia pan,
con la conservación de las características u accidentes
de lo que antes de ser consagrada la hostia era un pan.
6. En pugna con la piedad cristiana
Al repetir el sacrificio de Cristo en el sacramento de la
eucaristía (38), no obstante lo especificado en la
Sagrada Escritura en (1 Co. 11:23) que era un acto en
su memoria, hoy se le quiere dar un nuevo sentido a
este memorial (39), donde el sacrificio de Cristo y el
sacrificio de la eucaristía, son un único sacrificio, solo
diferente por ser realizado en forma incruenta (40).
Consideramos los cristianos evangélicos que este es
un acto innecesario, porque Cristo ya lo hizo una vez
y para siempre en la cruz del calvario (He. 7:27), y no
debe ser la obra de nuestra redención todas las veces
que se celebra en el altar, el sacrificio de la Cruz,
porque Cristo que es nuestra pascua, ya ha sido
inmolado.(41)
7. Los antiguos paganos, entre ellos Cicerón decía: “ningún
hombre es tan bárbaro que pretende comerse a su
Dios”.
8. En el misal Romano no se garantiza la efectividad del
sacramento
En el capítulo del misal que trata sobre los efectos de
la misa, se exige, para que la transubstanciación se
concrete, el cumplir con varias condiciones, que nunca
se puede llegar a conocer con certeza, si se han

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cumplido o no.
En consecuencia, no tenemos la seguridad, que en la
hostia, se ha transformado la substancia o permanece
con la substancia del pan sin consagrar, si hemos
comulgado o no y si estamos adorando a Cristo o a
nada.
1. A la ofrenda memorial a Cristo le agrega otras
ofrendas
La eucaristía, además de la unidad de los miembros de la
Iglesia Terrenal, asegura la comunión con la Virgen
María, haciendo memoria de ella y de todos los santos y
santas que nos precedieron (42) como así también por los
fieles difuntos que han muerto en Cristo y no están
plenamente purificados, esperando en el purgatorio, de
acuerdo a lo dispuesto en el concilio Trento, para que
estos puedan entrar en la luz y la paz de Cristo (43).
Los cristianos evangélicos, afirmamos, que nosotros, no
solo en la vida, sino, también en la muerte, pertenecemos
a nuestro salvador Jesucristo, cuando nos libró de todo
poder del diablo, satisfaciendo plenamente con su
preciosa sangre, todos nuestros pecados, y asegurándonos
por medio del Espíritu Santo, la vida eterna (44).
Finalmente, la eucaristía, nos preservaría de futuros
pecados mortales, manifestando la Iglesia Católica,
que cuando más participamos en la vida de Cristo y más
progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará
romper con El, por el pecado mortal (45), sin tener en
cuenta que la Biblia dice: “menospreciando la

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presencia suficiente en nosotros del Espíritu
Santo, cuando vivimos en el Espíritu Santo” (46),
no necesitamos participar en la eucaristía, para
permanecer en el camino de la salvación.

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