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DEL MERCADO DE ABASTO AL

CABARET ARMENONVILLE, UN
RECORRIDO POR LA CIUDAD QUE
LO VIO CRECER.

ien años atrás, Garlitos columnas de manipostería, el techo


Cardes empezaba a lleno de tragaluces para trabajar a la
darse a conocer como luz del día.
cantor. No había myspace, ni casetes, Gardel deja Buenos Aires por
ni radios. La posibilidad de mostrarse última vez a fines de 1933. El edificio
estaba en el café del barrio. Es sabido del Mercado de Abasto que todavía
que el café centralizaba la vida social existe será inaugurado al año siguien-
de aquellos tiempos. Garlitos era te. En ese año de 1934 están en plena
vecino por entonces del barrio de ejecución las obras del ensanche de la
San Nicolás, pero había elegido tener calle Corrientes. En febrero de 1936,
sus amistades en el barrio próximo desde el flamante Luna Park hasta la
de Balvanera, más exactamente en Chacarita, el cortejo fúnebre que lleva
la zona conocida como el Abasto, los restos de Gardel recorre esa calle
que era casi campo. ¿Por qué no en Corrientes, llena de andamies, barro
su barrio? Quién sabe. Se dice que, y escombros, con edificios en demoli-
distanciado de su madre, hacia fines ción en la vereda sur. Una ciudad que
de la década del 900 habría vivido en dolorosamente se transforma. Pocos
Valentín Gómez entre Agüero y Ga- meses después se construye el obe-
llo, a la vuelta del Mercado de Abasto. lisco y en 1937 se termina el ensanche
La cosa es que allí tenía sus amigos. de la avenida Corrientes. Ya es otro
Peinado con raya al medio, sin Buenos Aires, es el de D Arienzo y
gomina y con sombrero, desde la Troilo, es la década del 40.
piecita del fondo Garlitos caminaba el Es, por lo tanto, iconográfica-
largo pasillo del conventillo. Salía a la mente inexacto representar a Gardel
calle Corrientes. Calle y no avenida. con el fondo del actual Mercado de
Una callecita porteña, estrecha y Abasto y mucho menos ante el obelis-
colonial como cualquier otra calle de co (inexacto, pero no inexcusable, por-
Buenos Aires. Por esa calle Corrien- que el arte tiene sus propias reglas).
tes iba caminando hasta el Mercado El Buenos Aires que vio crecer a
de Abasto Proveedor, que tampoco Garlitos Cardes era un Buenos Aires
era el majestuoso edificio que vemos del siglo XIX. La cuestión casi se defi-
ahora, sino un enorme pero sencillo ne a sí misma: si no había Carlos Gar-
galpón de estructura de hierro sobre del, es porque todavía no era el siglo

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