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Oscar
Hahn
Ciudad en llamas y otros
poemas
BIBLIOTECA
DIGITAL DE
AQUILES
JULIÁN
Muestrario de
Poesía 62
Biblioteca Digital
Coeditores:
MÉXICO
Fernando Ruiz Granados
2
José Solórzano
José Eugenio Sánchez
ARGENTINA
Mario Alberto Manuel Vásquez
Francisco A. Chiroleu
Patricia del Carmen Oroño
Ciudad en llamas y otros
Ángel Balzarino
Fernando Sorrentino
Claudia Martin Trazar
poemas
ESTADOS UNIDOS
José Acosta
Aníbal Rosario
Oscar Hahn, Chile
José Alejandro Peña
César Sánchez Beras
ESPAÑA
Henriette Wiese
Edición Digital Gratuita
Giulia De Sarlo
María Caballero
Elena Guichot
Teresa Sánchez Carmona
distribuida por Internet
Losu Moracho
Rocío Parada
HONDURAS
Muestrario de Poesía 62
Dardo Justino Rodríguez
VENEZUELA
Milagros Hernández Chiliberti Editor:
Tony Rivera Chávez
URUGUAY Aquiles Julián, República Dominicana.
Marta de Arévalo
APLA Uruguay
COLOMBIA Primera edición: Julio 2010
Ernesto Franco Gómez Santo Domingo, República Dominicana
Julio Cuervo Escobar
PERU
Luis Daniel Gutiérrez
Nicolás Hidrogo Navarro
Juan C. Paredes Azañero Muestrario de Poesía es una colección digital gratuita que se envía por la
REPÚBLICA DOMINICANA Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes creadores,
Ernesto Franco Gómez difundiéndola y fomentando nuevos lectores para ella. Los derechos de autor de
Eduardo Gautreau de Windt cada libro pertenecen a quienes han escrito los textos publicados o sus
Félix Villalona
Ángela Yanet Ferreira
herederos, así como a los traductores y quienes calzan con su firma los
Cándida Figuereo artículos. Agradecemos la benevolencia de permitirnos reproducir estos textos
Enrique Eusebio para promover e interesar a un mayor número de lectores en la riqueza de la
Julio Enrique Ledenborg obra del autor al que homenajeamos en la edición.
Vaugn González
Efraím Castillo
Oscar Holguín-Veras Tabar
Edgar Omar Ramírez
Carmen Rosa Estrada
Roberto Adames Este e-libro es cortesía de:
Valentín Amaro
Alexis Méndez
Juan Freddy Armando
Sélvido Candelaria
NICARAGUA
Radhamés Reyes-Vásquez
CHILE
Libros de
Claudio Vidal
Eliana Segura Vega
Astrid Fugellie Gezan
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PUERTO RICO
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ECUADOR
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EL SALVADOR
Manuel Sigarán
COSTA RICA
Ramón Mena Moya
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Contenido
Cuando conocí a Oscar Hahn / Aquiles Julián 5
La muerte está sentada a los pies de mi cama 8
Invocación al lenguaje 8
Reencarnación de los carniceros 9
Con pasión sin compasión 10
Sábana de arriba 10
A mi bella enemiga 11
Adolfo Hitler medita en el problema judío 11
Aerolito 12
Fragmento de Heráclito al estrellarse contra el cielo 12
Anotaciones en el diario de Rimbaud 14
Nirvana 17
Halcones 18
La muerte tiene un diente de oro 19
Cafiche de la muerte 20
Torres gemelas 21
El viviente 22
Fuego fatuo 22
Hueso 23
Canis familiaris 24
El doliente 24
Los jinetes del Pentágono 25
Ciudad en llamas 26
Sociedad de consumo 27
De cirios y de lirios 27
Consejo de ancianos 28
A la una mi fortuna a las dos tu reloj 28
A una lavandera de Santiago 29
Los fantasmas de Lisboa 30
El hombre 30
En una estación del metro 31
Misterio gozoso 31
Escrito con tiza 32
Hilo 32
4
Álbum de matrimonio 33
Arte poética 34
Meditación al atardecer 34
Adán postrero 36
El emborrachado 37
Estrellas fijas en un cielo blanco… 38
Nacimiento del fantasma 39
La muerte es una buena maestra 40
Lugar común 43
¿Y ahora qué? 43
Televidente 44
Gladiolos junto al mar 44
Buenas noches hermosa 45
Hipótesis celeste 46
Fantasma en forma de camisa 48
Hotel de las nostalgias 49
Lolitas 50
Fantasma en forma de toalla 51
Lee, Señor, mis versos defectuosos… 51
Mal de amor 52
Ningún lugar está aquí o está ahí… 52
Sóplame este ojo 53
Paisaje ocular 53
El encuentro 54
Para darle cuerda a la muerte 54
¿Por qué escribe usted? 55
Sociedad de consumo 56
Una hoche en el café Berlioz 57
Eso sería todo 58
Bárbara azul 59
Silla mecedora 60
Corazón mío 60
John Lennon (1940-1980) 61
Higiene bucal 61
Viajando conmigo 62
Rulfo en la hora de la muerte 63
En la playa nudista del inconsciente 64
Sigmund Freud bajo hipnosis 65
Visión de Hiroshima 66
Cuerpo presente 68
Retrato de familia iraquí 69
El perfeccionista 70
Soy una piedra lanzada de canto 70
La sociedad de los poetas muertos 71
Sobre los hemisferios 72
Fábula nocturna 72
El púber pálido 74
5
Entrevistas
Entrevista a Oscar Hahn / Niki Tito 77
Oscar Hahn: Invocación al lenguaje / Miguel Ángel Zapata 85
De la poesía del Medioevo al fin de siglo / Ricardo Gómez López 98
Conversación con Oscar Hahn / Luis García Montero 103
Entrevista al poeta Oscar Hahn 111
Los censores de ayer están en el Senado / Alejandro Lavquen 119
Los críticos tienden a usar conceptos muy vagos / Augusto Rodríguez 127
El apocalipsis de Oscar Hahn / Javier García 130
Esa fiesta mortal del lenguaje / Miguel Ángel Zapata 134
Cruzo la frontera del amor… /Mario Casasús 142
Para mí, viajar ya no es un agrado / Jaime Albornoz 146
La voz pública de lo más íntimo / Carlos Javier Morales 152
Oscar Hahn, para ese tiempo, vivía en el exilio. A raíz del golpe militar encabezado por
Augusto Pinochet al gobierno de la llamada Unidad Popular, en Chile, fue detenido. Y
luego marchó al exilio. En 1974 se radicó en los Estados Unidos y se naturalizó
posteriormente ciudadano norteamericano. Y allá volvió a la docencia.
La poesía de Oscar Hahn está marcada por la ironía y por la confluencia de las cuatro
grandes escuelas de la poesía chilena, frente a las cuales reacciona tanto apropiándose
como distanciándose, mezclándolas, desafiándolas.
Al salir de Chile y radicarse en los Estados Unidos, Oscar Hahn ya era un poeta maduro.
Tenía 36 años. Y Hahn había comenzado a escribir desde los 16 años. Eran 20 años ya
de trato asiduo con la poesía. Fue una época sombría. Los excesos de la ultraizquierda
chilena, la injerencia cubana y el temor de los sectores de poder económico y militar
sudamericanos ante lo que se tildó de “vía chilena al socialismo”, junto a las conductas
abiertamente delincuenciales de Richard Nixon y Henry Kissinger que orquestaron el
derrocamiento del presidente Salvador Allende, torpedeándolo de diversas maneras y,
7
sobre todo, aprovechando las delirantes conductas de los grupos ultraizquierdistas que
desbordaron al régimen.
Allende era un hombre en lo esencial sano. Tenía una sensibilidad social muy viva.
Simultáneamente, era un ingenuo a nivel político. Y un incompetente a nivel de
dirección política, económica y financiera. Su idea bucólica del socialismo era un
utopía. Se negó siempre a reconocer la horrendidad de los sistemas reales, los únicos
que han existido y existen. Es un viejo mal de los que pertenecen a la clase media urbana
radical, de la que Allende era parte: el creerse de que ellos sí pueden realizar la utopía,
de que tienen la clave de llevar a realidad el paraíso del proletariado en la tierra. Su
delirante utopía condujo a aquel atolladero del golpe de Pinochet y a su secuela trágica.
Y como parte de esa secuela Oscar Hahn fue atropellado y encarcelado. Pudo salir del
país y se radicó en los Estados Unidos, donde prácticamente ha hecho la mayor parte de
su vida.
Desde allá nos llegó al país. Era para muchos de nosotros la voz de un Chile que
defendimos con más buena voluntad que conciencia real, con más pasión que razón. Y
de aquellos poetas que arribaron con su bagaje de versos al país y que leyeron y
compartieron con estudiantes, escritores y funcionarios universitarios en la capital y en
Santiago de los Caballeros (si no me equivoco, fue en los dos lugares en donde se
realizaron actividades en esa época), su voz leyendo, melodiosamente, con ese dejo
chileno peculiar, esa línea deslumbrante: “por respeto me callo que sé su mala fama”,
aquel trato casi familiar con la muerte, personaje atroz que ahora deviene risible,
doméstica, pervivió en mí durante años.
He escrito antes que la poesía chilena es una de las cuatro grandes tradiciones poéticas
latinoamericanas, junto a la mexicana, la argentina y la brasileña. Y eso sin menoscabo o
subestimación de las tradiciones poéticas de los demás países latinoamericanos. Cada
país tiene mucho que mostrar en su poesía y su literatura. Pero esas cuatro tradiciones,
esos cuatro surtidores son singularmente ricos, esplendorosos, con una diversidad de
escuelas, autores y obras que impactan en la lengua y cultura de la región.
Invocación al lenguaje
Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.
Ya me tienes cansado
de tanta esquividad y apartamiento,
con tus significantes y tus significados
y tu látigo húmedo
9
Sábana de arriba
Me instalé cuidadosamente doblado
entre la ropa blanca del closet
Sacaste las sábanas de tu cama
y me pusiste de sábana de arriba
Te deslizaste debajo de las tapas
11
A mi bella enemiga
Aerolito
La velocidad del amor rompe la barrera de lo real
Y el mundo estalla en astillas de fuego
Sin la menor consideración para los despiertos
Nirvana
y mi heroína es la heroína
Se metió
la pistola
en la boca
y disparó
18
Halcones
te espían y no lo sabes
te despiertas en la cama
y adentro de tu cabeza
Tratado de sortilegio
En el jardín había unas magnolias curiosísimas, oye,
unas rosas re-raras, oh,
y había un tremendo olor a incesto, a violetas macho,
y un semen volando de picaflor en picaflor.
Entonces entraron las niñas en el jardín,
llenas de lluvia, de cucarachas blancas,
y la mayonesa se cortó en la cocina
y sus muñecas empezaron a menstruar.
Te pillamos in fraganti limpiándote el polen
de la enagua, el néctar de los senos, ves tú?
Alguien viene en puntas de pie, un rumor de pájaros
pisoteados, un esqueleto naciendo entre organzas,
20
Cafiche de la muerte
Cómo carne de cóndores hirvientes
o de tordos quemados como cresta
del rojo al negro se cambió la fiesta
y en silencio se fueron los clientes.
Se nos vació no más todo el prostíbulo
se vaciaron las camas y los bares
21
Torres gemelas
El viviente
Allí estaba el Viviente, dando vueltas
la rueda del molino.
Sangre, sudor y lágrimas brotaban
de los sacos de harina.
Y negros sacerdotes con canastos
llenos de pan salieron, y volvieron
con monedas de plata, y entonaron
los cánticos gloriosos.
Y el Hombre tristemente los miraba
desde lo Alto de las aspas en cruz,
mientras el sol, violentamente rojo,
quemaba los trigales.
Fuego fatuo
Es el instante de morir.
Ahora,
cuando la noche desmadeja
constelado
rocío de silencio;
cuando se me acurruca el esqueleto
al fondo de la médula,
hecho un feto fosforecente
y asustado,
es el instante de morir;
23
Hueso
Curiosa es la persistencia del hueso
su obstinación en luchar contra el polvo
su resistencia a convertirse en ceniza
La carne es pusilánime
Recurre al bisturí a ungüentos y a otras máscaras
que tan sólo maquillan el rostro de la muerte
Canis familiaris
El doliente
Pasarán estos días como pasan
todos los días malos de la vida
Amainarán los vientos que te arrasan
Se estancará la sangre de tu herida
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Ciudad en llamas
Sociedad de consumo
Caminamos de la mano por el supermercado
entre las filas de cereales y detergentes
y nos consumimos
De cirios y de lirios
Consejo de ancianos
El hombre
y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos
Misterio gozoso
Pongo la punta de mi lengua golosa en el centro mismo
del misterio gozoso que ocultas entre tus piernas
32
Hilo
Álbum de matrimonio
Arte poética
Meditación al atardecer
Adán postrero
El emborrachado
Saltan los saltimbanquis
sobre los oros y los orines,
saltan los timbaleros
sobre timbales de puercoespines,
saltan titiritando
los borrachines titiriteros.
La mesa que sube a tu altura
bebiendo y bebiendo madera
es tabla de tu sepultura
y es ángel de tu borrachera.
Gotearon del techo las brujas
que están chapoteando en tu vaso:
no bebas sus negras burbujas,
te irás al cajón paso a paso.
Alzaron los duendes el vuelo
y van a empezar su trabajo,
tú quieres pisarlos, y el suelo
no está, siempre está más abajo.
Ya giran en círculos rojos
38
y empecé a delirar
-
41
-
42
Lugar común
Vuelves a mí
Porque el asesino
Siempre vuelve al lugar del crimen
¿Y ahora qué?
Y ahora
qué haremos tu y yo
tomados de esa mano
que termina en un cuerpo
que no es el nuestro?
44
Televidente
Aquí estoy otra vez de vuelta
a nadie.
Hipótesis celeste
I
Las catedrales azules del cielo esplenden en la noche
sin fin
y sus vitrales de colores dejan pasar la luz de otros
mundos
II
Tu cuerpo parecía moverse hacia cualquier lugar del
espacio
III
Ahora somos la luz
que se difunde en todas direcciones
y atraviesa los cuerpos opacos
Nosotros
los adolescentes de los años 50
los del jopo en la frente
y el pucho en la comisura
enterrados
en qué cementerio clandestino
Nada
sino perros
Lolitas
Mal de amor
Paisaje ocular
Si tus miradas
salen a vagar por las noches
54
El encuentro
Anoche soñé con mi padre muerto
venía caminando por un largo sendero
y traía una flor en la mano
Nos abrazamos en el umbral
que separa la vida de la muerte
Me preguntó
que cómo había llegado hasta ahí
que si había cruzado el Aqueronte
Te he esperado toda la muerte dijo mi padre
y te seguiré esperando
Y se alejó por el largo sendero
con su flor en la mano
Sociedad de consumo
y nos consumimos
57
Muriel Muriel
¿por qué me has abandonado?
Bárbara azul
Silla mecedora
Me duelen las piernas dijo la silla
Están llenas de várices
Corazón mío
Higiene bucal
Viajando conmigo
El duerme
No lo despierten
No hagan ruido
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Y se fue desmoronando
Como un montón de piedras
Visión de Hiroshima
Arrojó sobre la triple ciudad un proyectil
único, cargado con la potencia del universo.
Mamsala Purva
(Texto sánscrito milenario)
Cuerpo presente
Tampoco
el que metieron en el nicho
era él
69
El padre de turbante
y denso bigote negro
con los brazos cruzados
A la izquierda su esposa
con abaya bordada
y velo blanco
Ahmad y Zainab
los dos hijos pequeños
tomados de la mano
Los abuelos sentados
en una sillón de mimbre
Todos ellos sonriendo
desde una foto a medio chamuscar
hallada entre los escombros
de su casa
después del bombardeo
70
El perfeccionista
Yo arruiné este poema
Eliminé palabras
y le torcí el cuello a la sintaxis
hasta dejarla sin habla
Ahora
no es ni la sombra
de lo que era
De tanto castigarlo
quedó reducido a nada
Fábula nocturna
El púber pálido
Septiembre de 1973
La caída
Fotografía
En la pieza contigua
Ya no estás en el lecho:
SU OBRA
Así es. Mira: yo últimamente estuve leyendo las poesías completas de Walt Whitman,
Había leído antes poemas sueltos como el “Canto a mí mismo”, pero las poesías
completas no las había leído y me di el trabajo de leerlas. Y ahí me quedó una cosa clara:
que toda la poesía chilena o hispanoamericana que utiliza ese lenguaje ampuloso y
exuberante proviene de Whitman. Me encontré con poemas de Whitman que eran muy
parecidos a poemas de Neruda, hasta frases muy semejantes… Así que yo diría que esa
es la fuente: la poesía whitmaniana. Y Whitman es un gran poeta, sin duda. Pero no es el
tipo de poesía que tenga que ver con mi carácter ni con mi manera de ser ni con mi
forma de concebir la poesía. Puede sonar un poco raro, pero yo estoy convencido de que
la poesía tiene mucho que ver con el carácter de la persona. Porque yo soy una persona
más bien retraída, parco en palabras, estoy poco tiempo al aire libre, paso mucho tiempo
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encerrado en casa. No soy nada sociable. Entonces mi poesía tiene que ver con eso: una
poesía que utiliza la menor cantidad de palabras para expresar lo que quiere decir. Y que
lo dice también en un tono introspectivo. Y aunque sea el caso de hablar sobre
Hiroshima, –tema que desde luego no es introspectivo–, de alguna manera ese hecho
externo, histórico, está como interiorizado en mi poesía: el hecho objetivo se transforma
en una serie de visiones personales, inconscientes, que hay dentro de mi cabeza.
En un ensayo suyo sobre Carlos Germán Belli, dice del hablante de sus
poemas que el refugiarse en un sistema poético codificado desde hace siglos
le ofrece la seguridad de pertenecer a un orden inmutable, a una edad
dorada de la humanidad. Su caso es distinto: su hablante va y viene de las
formas tradicionales al verso libre como si el tiempo no existiera, o como si
todo fuera presente…
Claro. El uso de la métrica tradicional en mi caso, como sabes, no es único. Tengo una
gran cantidad de poemas en verso libre. Y eso tiene que ver con que yo no considero
ninguna forma particular como única. Es decir, ni privilegio completamente el verso
libre ni el verso tradicional sino que utilizo los dos. Tengo una idea pluralista acerca de
la poesía: pienso que las distintas formas –antiguas, modernas y las del siglo XXI–
tienen que integrarse. Por ejemplo, en mi último libro, Pena de vida, hay dos poemas
que podrían ser el ejemplo perfecto: hay un soneto sobre el Marqués de Sade y hay un
rap. Y los dos conviven perfectamente en el libro.
Mi primer libro, Esta rosa negra, fue escrito a los diecisiete, diecinueve años, con
temática total de la muerte. Pero yo en ningún momento decidí hacer eso. La muerte no
era una preocupación mía en ese momento como joven. Para nada. Y cuando empezaron
a surgir esos poemas salieron solos, tal cual. Surgieron espontáneamente, sin que
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signifique escritura automática, surrealista ni nada de eso. Son, como les digo,
apariciones, y a partir de ahí yo trabajo el poema: altero algunas cosas y decido el título.
Pero básicamente el poema ya está.
LA CRÍTICA
Claro, y es que la crítica tiene estos lugares comunes permanentes, está como
precondicionada. Para la crítica, inconsciente significa surrealismo y surrealismo
significa inconsciente. De manera que cuando yo escribo un poema que se llama, por
ejemplo, “En la playa nudista del inconsciente” lo primero que se les ocurre es:
“inconsciente igual surrealismo”, en vez de pensar “bueno, ¿en realidad es un poema
surrealista? ¿O soy yo quien está haciendo la asociación?” Porque resulta que ese poema
no es surrealista. Y eso pasa frecuentemente. Yo siempre le reclamo a la crítica que suele
partir de los mismos esquemas en vez de ir al poema, leerlo y recién entonces
determinar qué tipo de poema es. No ir con el prejuicio de que si leen un poema mío que
se llama “Los heraldos negros”, tiene que ver con Vallejo, aunque el poema no guarde
ninguna relación con Vallejo salvo en el título. Porque entonces si yo le cambio el título y
le pongo el de un poema de Belli, dirán “ah! Belli”, y si le pongo un título de Cisneros,
“ah! Cisneros”. Es el poema mismo el que tiene que decir qué poema es y no los
estereotipos que tiene la crítica en la cabeza.
EL CINE, EL ROCK
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Sí, han dicho que en mis poemas hay como mucha influencia del cine, que si alguien
quisiera filmarlos lo único que tendría que hacer es seguir las imágenes en el orden en el
que están en el poema. Como si fuera un guion hecho ya.
Me preguntaron hace un rato por el asunto del rock and roll, y les expliqué que yo soy de
una generación en la que hubo un momento en que no existía el rock and roll. De igual
manera que le digo a mis hijos, que son más o menos de tu edad, que hubo una época en
que no existía la televisión. Es una cosa increíble. La televisión era como de otro mundo,
era como ciencia ficción. Con el rock pasó lo mismo. Hasta que de repente, en la década
del cincuenta, yo escucho una canción de Elvis Presley, que traducida al español se
llama “Hotel de las nostalgias”, y en ese momento me di cuenta de que era algo
completamente distinto a la música que se tocaba en esa época, que eran boleros y cosas
así. Era como una revolución. Y a partir de ahí yo me hice muy admirador de los
cantantes de rock, asistí a muchos conciertos allá. Viviendo treinta y cuatro años en
Estados Unidos, imagínate: he visto a todo el mundo en persona, a los Rolling Stones,
Beatles, Nirvana, entre otros, por lo que forman parte de mi cultura personal sobre
música popular. Entonces no es raro que aparezca un poema a Kurt Cobain, ya que
forma parte de mi repertorio.
Sí. Yo decidí apoyar a Obama desde el principio, cuando anunció su candidatura y nadie
daba un centavo por él. Estaba bajísimo en las encuestas, y se suponía que Hillary
Clinton iba a ganar tranquilamente. Pero a mí me pareció que el mensaje de él era muy
novedoso, distinto. Además de que estuvo siempre en contra de la guerra de Irak desde
el principio. Eso era fundamental. Así que decidí que era mi candidato. Y resulta que la
primera sorpresa que se da es en Iowa, que es donde yo vivo y que tiene una población
negra del cuatro por ciento. O sea: noventa y seis por ciento de población blanca, y gana
Obama. Yo dije: “sí se puede”. Luego ya comenzó a ganar en otros lugares e hizo lo que
nadie creía que fuera posible: derrotar a Hillary Clinton, con toda la maquinaria con que
cuenta el Partido Demócrata. Y ahora hay toda una campaña sucia que intenta
desprestigiarlo… Veremos qué pasa.
Yo tuve esa conciencia de la barbaridad, del salvajismo que significa la guerra. Es que
siempre, desde muy joven, me he preguntado: ¿cómo es posible que personas civilizadas
–supuestamente civilizadas– validen algo que se llama la guerra, que consiste en matar
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a otras personas? Es algo que no me cabe en la cabeza. Y lo peor es que ahora la gente lo
toma como algo normal.
Exacto. Pero la guerra podría borrarse de la faz de la tierra sin muchos problemas.
CHILE
Sí. Yo siento que mi poesía es mucho mejor apreciada fuera de Chile que en Chile. O sea,
tengo mejores lectores peruanos, mexicanos, españoles, incluso norteamericanos, que
chilenos. Los chilenos pareciera que tuvieran una especie de anteojeras hacia mi poesía.
Seguro. Una vez usted dijo que en Chile conocían únicamente Arte de
morir y Mal de amor, sus dos primeros poemarios, y que al parecer lo
demás no existía para ellos. ¿Considera que hay cierta mezquindad en la
crítica de su país o cree que su obra no ha sido comprendida cabalmente?
Yo diría que las dos cosas: hay mezquindad por una parte, y por otra, la crítica chilena es
incapaz de leer nada sin que tengan encima a Neruda o a Nicanor Parra. Si tú los sacas
de ahí no saben qué hacer con los poemas. En cambio, un español o un peruano que lee
un poema mío, no va a estar pensando en Neruda. Lee el poema y punto. La crítica
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chilena no sale del prejuicio. Entonces allá es como “si no es como Neruda, no vale la
pena” o “si es como Neruda, no vale la pena”. Se lee a través de Neruda. Y con Parra es
igual. Un lector de ambos podría encontrar las diferencias con Parra; para empezar,
Parra jamás ha escrito un soneto como lo hago yo. El tema de la guerra, que está
presente en mi poesía, está completamente ausente en Parra, no existe. El tema del
amor, que es muy gravitante en mi poesía, es casi inexistente en Parra. Tendrá un par de
poemitas sueltos y punto. El uso de las formas clásicas, etcétera. O sea: un crítico
inteligente podría encontrar más diferencias que similitudes mías con Parra.
BOLAÑO
también. Entonces uno dice: “bueno, algo tiene que haber aquí, no puede ser
coincidencia”. Y sin embargo, hay otros que opinan diferente: piensan que es un escritor
sobrevalorado, dicen que Bolaño solo representa un momento de la historia de la
literatura. Eso solo se verá más adelante, no ahora.
—La forma que el poema tiene, según yo, mirándolo, como profesor, no como autor,
es la forma de la invocación. Es una invocación al lenguaje, tal como lo dice en el título.
Pero invocación en este caso no es simplemente un título cualquiera que el poema tiene.
Podría llamarse oda al lenguaje o algo así. Invocación implica el deseo de utilizar una
forma determinada. Pero esa forma determinada en general tiene un tono solemne y
muy respetuoso: invocación a Dios, invocación al amor, invocación a las musas. Se
supone que es un objeto superior. En este caso lo que yo veo es lo siguiente: el poeta le
habla al lenguaje de una manera completamente familiar. Casi como si el lenguaje fuera
un compañero de escuela. Tal como el compañero me dice, "Oye, Óscar, con vos quería
hablar " Es una combinación.
—No me sé todo este poema de Garcilaso de memoria. Justamente eso prueba lo que
te estoy diciendo. Hay cierto versos que a mí se me quedaron pero que se integraron al
sistema de mi lengua; como los lugares comunes.
—Claro, pero yo no lo arreglé como una cosa puramente literaria sino lo hice como
se alimenta la mente de un individuo para formar su lenguaje. Se alimenta
evidentemente de lo que escucha y de lo que lee, no de todo lo que lee pues la memoria
es selectiva. En este caso mi memoria ha seleccionado ese verso para retenerlo.
Entonces, cuando yo estoy citando o mencionando el verso dentro del poema no estoy
citándolo ya desde el libro en el cual leí el poema, sino desde algo que forma parte de mí,
que es mi memoria; mi memoria como algo interno mío.
—Sí, claro, Sor Juana practicó ese tipo de intertextualidad, pero yo creo que no tanto
con versos específicos, palabra por palabra, es decir, con formas verbales, sino con
formas de pensamiento que vienen del conceptismo español.
—En el soneto que habla de los retratos usa los mismos versos de
Góngora "por competir con tu cabello" pero se cambia el contexto del
poema.
—En primer lugar lo que hay es que Sor Juana era una autora muy cercana al tiempo
de Góngora. Y de Garcilaso, menos, pero en todo caso no había tanta distancia de
tiempo como entre Garcilaso y yo. Pero es que hay otro problema que ya no depende de
mí, que tiene que ver con la teoría de la recepción, con el lector que recibe el texto. Hay
tipos de lectores; hay un lector que conoce perfectamente esos versos porque los ha visto
antes, y otro que no los conoce. Yo creo que en los dos casos se va producir una situación
diferente. El primero va a reconocer los versos de Garcilaso; entonces le va a sonar como
una incrustación arcaica dentro del poema. El que no los conoce y no sabe que son de
otra persona, puede pensar que usé un lenguaje un poco afectado. Hay gente que no
podría reconocer los versos de Garcilaso, y las reacciones van a ser otras. Yo creo que de
todas maneras los versos suenan antiguos por la forma que tienen.
—No creo que lo haya aprendido de Garcilaso, creo que es una condición innata mía,
como poeta. Tu puedes leer toda clase de poemas míos de los más distintos y todos
tienen esa precisión, concisión que tú llamas, creo que no es algo que se aprende sino
algo que se tiene.
—La verdad es que esos poemas no los eliminé yo. Esos poemas los eliminó Enrique
Lihn.
—Lo que pasó fue lo siguiente. Enrique estuvo invitado por la Universidad de
Maryland y estaba hospedado en mi casa. Me preguntó si tenía algo inédito. Entonces yo
le dije que sí, que tenía algunos poemas inéditos. El quería verlos. Le pasé yo una buena
cantidad de poemas inéditos. Al día siguiente yo entré a la pieza de él y había puesto
todas las hojas en fila a través de todo el cuarto. Entonces me dijo —"Aquí tu tienes un
libro"— Sí, le dije, efectivamente creo que es un libro. No estaba muy seguro pero ahora
89
que me lo dices me convenzo que es un libro. Y me dijo "Yo sacaría este poema, este
poema, y este poema." Y separó las hojas. De todos esos poemas que estaban en el suelo
que incluían poemas inéditos y poemas que habían aparecido en Esta rosa
negra y Agua Final , los únicos libros que había publicado hasta ese momento como
plaquette, y que ni siquiera eran libros para mí sino simplemente adelantos. Después
de Agua Final yo seguí escribiendo otras cosas. Entonces lo que hice fue copiar
también en hojas todos los poemas que estaban en los otros libros. Y los sumé a los
inéditos. Entonces sacó ciertos poemas que consideró no eran de la suficiente calidad
como para estar en un libro. Y me los mostró, y me consultó sobre qué opinaba de eso. Y
yo dije sí, que estaba de acuerdo con él. Así fue como esos poemas salieron del libro por
una sugerencia de Lihn que yo acepté como válida. No es que él me haya impuesto
nada.
—No lo había pensado porque no había pensado armar el libro todavía. Yo creo que
eventualmente iba a releer todo e iba a decidir cuáles se iban a quedar o iban a salir.
Nunca pensé ponerlos todos para empezar. El, en cierto modo me facilitó el trabajo, me
puso en una situación de tener que hacerlo yo mismo. Me dijo que los poemas que salían
estaban por debajo en nivel y yo estuve de acuerdo. Luego acordamos que el libro estaba
listo. Después hablamos de varios nombres. Le di varios y me preguntó cuál me gustaba
y de ahí nació el título de Arte de morir.
—Como tú sabes, Pablo Neruda era una verdadera peste dentro de la poesía chilena
ya que contagiaba a todo el mundo. Pero a mí me pasó una cosa por suerte, natural. Yo
no me quise nunca deshacer de la influencia de Neruda porque simplemente no me
influía. Y no me influía por una razón muy simple: porque el tipo de poesía que él hace,
la estética que tiene, es completamente distinta de la mía. Yo no me habría sentido
cómodo usando formas nerudianas o hablando a la manera de Neruda en los poemas
simplemente porque no era yo, esa es la única explicación.
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Tanto así que tengo una anécdota sobre Neruda que te puede interesar. Neruda fue
un par de veces a Arica donde yo vivía cuando era muy joven. Tuve la ocasión de hablar
con él a solas lo cual es muy extraño porque en Santiago estaba siempre rodeado por
gente del partido y de muchos amigos. Pero como estaba en Arica, yo estaba favorecido
porque esa gente no estaba con él, y en segundo lugar los de Arica siendo gente de
provincia es gente muy tímida. No se le acercaron. Entonces aquí pasó lo más cómico, ya
que él andaba prácticamente solo. Fue muy fácil que yo le hablara. Resulta que Neruda
me invitó al departamento donde se estaba alojando y me preguntó qué estaba
escribiendo yo en ese tiempo. Le dije que tenía algunos poemas inéditos, y me dijo que
quería verlos. Entonces me citó para las nueve de la mañana en su departamento.
Estaban Matilde y él, nadie más. Matilde andaba haciendo otras cosas en la casa. Y nos
sentamos los dos solos. Estuvo un rato leyendo los poemas que ahora están en Arte de
morir. En un momento me dijo que debería escribir un poema diario. Yo le respondí
que para mí era absolutamente imposible hacer un poema diario. Me dijo que él
escribía, por lo menos, un poema diario. Yo le dije que para mí era imposible. Yo no
puedo hacer eso. No tengo la capacidad para hacer eso. Y no tengo la capacidad porque
en general, como dices tú, Miguel Angel, mis poemas son bastante minuciosos, cuidados
y trabajados, afinados diría yo, ambiciosos. La voz de Neruda es torrencial, es como la
llave de las mangueras para incendio. Y aunque yo quisiera ser así, no podría
simplemente.
Esta conversación con Óscar Hahn tuvo lugar durante su visita a Colorado Springs
Colorado, el 25 de abril de 1994. En esa ocasión llevé al poeta al "Jardín de los dioses",
lugar fascinante por las formaciones rocallosas de color rojizo, que están allí desde hace
varios millones de años. Estas formaciones son espectaculares debido a que las piedras
dan la impresión de representar aves en pleno vuelo o camellos dialogando en el aire de
la nieve. La nieve en este templo adquiere colores inusitados, tonos que se confunden
con el cielo luminoso de las montañas. El Jardín de los dioses (Garden of The Gods) es
una de las atracciones más fascinantes de los Estados Unidos. Caminando y observando
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—Colorado Springs un lugar muy estimulante para mí. El paisaje mismo me mueve a
escribir poesía cosa que me sucede en muy pocos sitios. Hemos visitado esta mañana un
lugar que se llama el "Jardín de los dioses." Esa serie de rocas descomunales, como
catedrales góticas de piedra, de piedra roja, me dicen algo. Me afectan estéticamente de
una cierta manera; lo que no me sucede con el entorno donde yo vivo en Iowa City, que
más bien atrae imágenes grises o incoloras, mientras que el entorno del estado de
Colorado (Colorado Springs, Boulder, Denver) por alguna razón apela intensamente a
mis sentidos y me provoca sensaciones muy inquietantes. Entonces, es como si este
"Jardín de los dioses", y en particular el color de esas grandes piedras, ese color rojizo,
indescriptible, porque la palabra "rojo" o "rojizo" se queda corta, despierta en mí
elementos que están en mi inconsciente y que posiblemente tienen que ver con mi niñez.
Algo me dice que yo vi esa misma tonalidad de rojo cuando niño, en alguna parte, pero
no consigo recordar exactamente ni dónde ni cuándo.
—No sé en realidad cómo llego al poema. Solamente estoy dando cuenta del efecto
inicial de esas rocas en mí, que no se basa en el tamaño (quizás no es tanto la forma, que
es una forma muy bella), sino en el color. Hay algo con el color, hay algo con ese tipo de
rojo que quizás tiene que ver un poco con el rojo que aparece en mi poema "Visión de
Hiroshima." Puede ser. Claro, los colores de la poesía de Góngora son muy importantes,
pero para mí los colores son importantes en la poesía y también en la vida diaria. Como
sabes, he titulado un soneto mío con el verso de Góngora "o púrpura nevada o nieve
roja". Me gusta el mundo de los colores. No me gusta el mundo en blanco y negro. Por
eso los pintores favoritos míos son siempre aquellos que utilizan una cierta gama
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cromática que hace juego con ciertas zonas de mi imaginación, supongo: los pre-
rafaelistas ingleses, los simbolistas europeos y Henry Matisse. Ahora se me vienen a la
mente ciertos azules que he visto en la pintura medieval, y un azul maravilloso que vi en
las murallas del Monasterio de Santa Catalina, en Arequipa, Perú. Me fascinan los
pintores florentinos del siglo XV: Masaccio, Fra Angelico, Paolo Uccello, Piero de la
Francesca, Mantegna. Hay un cuadro atribuido a Domenico Veneziano, "Retrato de una
niña", que tiene unos colores muy hermosos. También "Caza de noche", de Paolo
Uccelo, que aunque ocurre en la oscuridad, se las arregla para que vibren algunos
colores muy nítidos. Uno de mis sonetos, "La expulsión del Paraíso", está inspirado en
un cuadro de Masaccio. El problema es que hablar de los colores es muy difícil. No se
puede describir un color. Porque si tú dices "rojo", "rojo" ya es una abstracción; "verde"
es otra abstracción. Lo que yo estoy buscando es una relación de luminosidad entre
estos colores primarios y secundarios y mi mundo interior. Quizás los colores, tal como
los percibimos, son estados del alma de cada uno.
—Claro, pero por otra parte el color blanco se conmueve ante la presencia del rojo,
independientemente de que sea sangre o no. En el "Jardín de los dioses" yo veía las
rocas rojas y detrás unas montañas blancas, debido a la nieve que las cubría, y podía
visualizar un contraste entre ese fondo blanco y lejano, y el rojo de las piedras que
estaban en primer plano . Así que en cierto modo era una relación semejante a la del
verso "o púrpura nevada o nieve roja".
—Tu primer libro, Esta rosa negra (1961), sugiere una preferencia tuya
por el color negro, o es tal vez para establecer su relación con la muerte.
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—Sí, claro, en este caso la flor, la rosa negra, y el negro, que no es un color en sentido
estricto, se asocian con la muerte. Pero quizás en los versos del libro llamado "Esta
rosa negra" yo quería que la impresión general del lector fuera lo negro, pero sobre un
fondo rosa o rosado, que no es el rosado suave que les ponen a los bebés, sino un rosado
más oscuro y ominoso. Lo mismo me ocurrió con el poema "Gladiolos junto al mar". El
poema fue motivado por una experiencia real con los colores. Yo iba en un bus, por la
costa de San Francisco, en California, y vi una casa en la que había un jardín lleno de
largos gladiolos rojos; pero lo que vi también, al mismo tiempo, fue el mar azul como
trasfondo de los gladiolos, y esa imagen: lo rojo contra lo azul, se me quedó grabada, y
muchos años después fue a parar al poema.
—Es posible, aunque yo no estoy consciente de eso. Pero es posible que fuera así. Ese
poema, "Ciudad en llamas", ha sido asociado por más de un crítico con la poesía de San
Juan de la Cruz, guardando las distancias, naturalmente. Así que no me parece excesivo
lo que tú dices. La referencia a "alto" en varias ocasiones: "alta mar, "alto amor", "alta
luz" yo creo que está indicando que el sujeto que habla en el poema está entrando en
otra dimensión de la realidad, en una dimensión superior, que ha sido puesta en
evidencia por la experiencia del fuego, experiencia dolorosa y purificadora al mismo
tiempo, y que lo pone en contacto con esferas remotas.
—Yo cuando pequeño, cuando niño, sentía una gran atracción hacia el fuego. Vivía
en Iquique. Nací en Iquique, que es una ciudad en el norte de Chile que tiene muchas
casas de madera. En esos años, frecuentemente había incendios en la ciudad. Yo me
levantaba en la noche, a cualquier hora, y me iba corriendo al lugar del incendio, a
contemplar ese espectáculo dantesco. Sentía una gran atracción por el fuego. No porque
yo quisiera trasformarme en pirómano, sino porque había algo dentro de esa especie de
conflagración, que quizás despertaba ciertos sentidos míos que no forman parte de los
cinco sentidos tradicionales.
La realidad es que sueño mucho. Sueño toda la noche y veo imágenes y entonces
esto me produce agotamiento. Despierto en la mañana cansado. Para mí la frase "el
sueño reparador" no tiene ningún sentido. Para mí el sueño no es reparador, sino que el
sueño es algo perturbador. Tengo imágenes muy vívidas durante el sueño, visiones de
grandes incendios, por ejemplo, y eso impide que me relaje y que pueda descansar. Mi
vida de durmiente, de soñante, es muy intensa. Yo diría que es más intensa que mi vida
de la vigilia. Las imágenes que yo veo en los sueños no son imágenes de la muerte, sino
que son como signos de otra vida, una vida que está adentro de lo que normalmente
llamamos vida. Para mí la vida no es sueño, pero sí el sueño es vida.
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—Mi reacción fue muy positiva porque la descripción que hace Jung de las
"imágenes visionarias" me pareció que era muy aplicable a las visiones que aparecen en
muchos de los poemas míos. Fue una reacción espontánea porque siento que hay una
relación entre las imágenes que trabajo y lo que él llama "el inconsciente colectivo".
Aunque eso no me corresponde decirlo, tú ya has dado en el clavo relacionando estas
imágenes con la teoría de Jung. Ahora recuerdo que el primero que hizo esa asociación,
hace muchos años, fue Pedro Lastra. Incluso hasta me proporcionó una copia del
artículo de Jung y comprobé que la descripción de Jung calzaba muy bien con el tipo de
imágenes o visiones que hay en mis poemas. Veo que, por otro camino, tú has llegado a
la misma conclusión.
—Voy a hablar ahora como profesor no como poeta. "Ciudad en llamas" no es una
ciudad en el sentido estricto de la palabra. Incluso la Hiroshima de mi poema quizás no
es ya la Hiroshima histórica. Es otra cosa que yo no puedo determinar. No como poeta,
sino como lector, tengo la intuición de que es otra cosa. Y cuando pienso en el poema
donde menciono a Iowa City, también tengo la impresión de que quizás no es la lowa
City a la cual tú puedes llegar manejando por la carretera ochenta. O mejor dicho, es una
Iowa City que existe, pero no en el lugar donde está lowa City.
—Así es. Creo que fue Carlos Fuentes el que dijo que la narrativa hispanoamericana
del llamado boom, no le debía nada a la novela hispanoamericana anterior, pero que sí
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—A mí el realismo mágico no me atrae para nada. Hay una entrevista que se publicó
en una revista norteamericana donde yo aparezco diciendo que mis poemas son como el
realismo mágico. No dije eso. Yo creo que la persona que me hizo la entrevista, una
periodista norteamericana, anotó mal lo que dije. La entrevista fue en inglés. Lo que dije
fue que tenían algo de realismo fantástico, no de realismo mágico. Dije que mis poemas
tenían un pie firmemente asentado en la realidad y el otro en lo fantástico, y que trataba
de que no cojearan.
—Claro, y ahí incluyo a cuentistas como Leopoldo Lugones, Alfonso Reyes, Borges,
Cortázar, entre otros. He descubierto, a posteriori, que el origen de muchos de mis
poemas puede encontrarse en situaciones o en fragmentos de esos textos.
—Ahora que venía a Colorado Springs traje la novena sinfonía de Mahler y la vine
escuchando en el avión, con audífono. Para mí la música clásica es lo máximo. Yo
escucho música clásica todo el día y toda la noche. Porque en realidad en la noche no
puedo dormirme si no me pongo los audífonos y escucho alguna sinfonía, algún
concierto o alguna sonata.
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—No tengo favoritos a priori. Escucho lo que me pide mi estado de ánimo. A veces
me pide Mozart, otras veces me pide Beethoven, otras veces Mahler y otras Chopin.
Chopin me ha acompañado mucho últimamente. Es curioso el caso de Chopin. Es un
compositor desprestigiado en los círculos intelectuales. Es visto como músico de
señoritas o de personas sentimentaloides. Pero lo que he descubierto en Chopin es que
más allá de la belleza de sus melodías, y de su espiritualidad, en el buen sentido de la
palabra, la estructura que tiene cada uno de sus "Nocturnos" o de sus "Estudios" es
brillante. Y cada estructura es una organización independiente. Lo que quiero decir es
que nunca repite la misma estructura. Es lo contrario de lo que suele hacer un poeta
como Neruda. Neruda inventa la estructura de la oda y puede repetirla en serie,
infinitamente. Ya ves tú: Odas elementales, Nuevas odas elementales, Tercer
libro de las odas. Lo único que cambia es el tema de cada composición. Eso no ocurre
con los nocturnos de Chopin. Los nocturnos son 19, si no me equivoco, y eso significa 19
construcciones distintas. Mi apreciación por la música no tiene nada que ver con
asuntos teóricos. No sé si tengo oído musical o no. Quizás no tengo. Lo que pasa es que a
la música yo quiero escucharla desde la perspectiva de un simple aficionado. No quiero
ser un experto en música. No quiero que me pase lo que me pasa con la literatura, con la
que tengo una relación profesional por el hecho de ser profesor. También debo admitir
que me gusta cierta música popular, como el rock, el reggae, el tango y los boleros
clásicos, pero lo que más escucho ahora es jazz. El jazz ha sido un descubrimiento
reciente para mí. Tiene mucho en común con la música clásica. ¿Sabes tú?, Elvis Presley
fue un cantante y compositor que me marcó mucho a mí como muchacho. Yo recuerdo
perfectamente bien la primera vez que escuché "Hotel de las Nostalgias" (Heartbreak
Hotel). Recuerdo la extraordinaria impresión que me causó, porque era una nueva
sensibilidad musical, una nueva visión del ritmo y de la interpretación, algo
completamente ruptural, como de otro planeta. El problema es que después Elvis fue
devorado por el mal cine, la música comercial y la televisión, y dejó de ser Elvis. Aunque
Elvis Presley murió en 1977, la verdad es que ya había muerto mucho antes.
98
pedí a un amigo que me hiciera el acróstico y se lo presenté a ella como mío, pero esta
dama lo leyó y me dijo "no lo hiciste tú". Le insistí que lo había hecho yo, así que me
pidió que le hiciese uno allí mismo. Bueno, traté y lo hice. En ese momento descubrí que
podía hacer este arte llamado poesía. No sé cómo ni por qué pero yo podía hacerlo. Si en
ese momento ella me pide una sonata, ahí sí que hubiese estado fregado (risas).
-Como muchas cosas que me han pasado relacionada con la poesía, fue por azar, por
casualidad, igual que cuando empecé a escribir. Yo estaba caminando por la biblioteca,
de la Universidad de Iowa, a eso de las doce de la noche. Aunque parezca un poco
extraño, la biblioteca de la Universidad abre desde las seis de la mañana hasta las dos de
la mañana del día siguiente. A mí me gusta ir después de las doce de la noche porque
adentro hay un ambiente muy especial, muy extraño. Estar tan tarde dentro de una
biblioteca es como ir a un cementerio, es una cosa mágica. Además anda poca gente.
Entonces, cuando estaba paseando y mirando algunos libros de literatura española -
pues uno tiene acceso directo a los libros y puede sacar los que quiera-, de repente vi el
títuloFlor de enamorados. Lo encontré curioso y lo saqué pues me había llamado la
atención. Allí descubrí que era un cancionero medieval que había sido publicado por
primera vez en 1562, pero los poemas eran de la Edad Media. Lo abrí y no pude leerlo
porque estaba escrito en castellano antiguo. Luego me conseguí un diccionario medieval
y con esa ayuda empecé a leer los poemas. Y después, como una especie de ejercicio, me
puse a traducirlos al español moderno, y una vez que los tuve traducidos empecé a
tratarlos como si fuesen borradores de poemas míos. Después empecé a cambiar
estrofas de lugar, a eliminar otras, a intercambiar versos y a meterles cosas de mi
cosecha. Entonces se produjo una transformación de los originales a partir de ahí.
Hace falta una buena antología de Rubén Darío. El tiene unos poemas magistrales, pues
tienen la actualidad de los clásicos que es una actualidad permanente y no la actualidad
puramente del momento, esa de la que al día siguiente ya nadie se acuerda.
puesto que la poesía chilena se mira el ombligo todo el tiempo y da vueltas en torno a
eso, sin darse cuenta de que hay cientos de otros ombligos interesantes por ahí también.
ÓSCAR Hahn es un poeta sin miedos. No le importa arriesgar, trata con impertinencia
los asuntos más graves, viaja por el amor y por la muerte sin dejar que los equipajes de
la solemnidad pesen demasiado, pierde el respeto a los grandes sentimientos que el
vocabulario tímido de las convenciones escribe con mayúsculas. Pero, no nos
engañemos, en la poesía contemporánea existen otros miedos menos reconocidos, otras
convenciones que no suelen presentarse ventidas de santidad, aunque hayan creado su
propio tradicionalismo. Me refiero al miedo a ser impertinente con las impertinencias, a
ser rebelde con la rebeldía. Ningún convencionalismo es más rotundo que el de los
anticonvencionalistas de profesión, el de los rupturistas que no se atreven a romper
nunca con las rupturas, el de los vanguardistas que se refugian en la vanguardia y
sienten pavor ante las tradiciones. En la medida en que renuncian a la erosión
ideológica, se atrincheran en su desprecio de la memoria cultural. Este tradicionalismo
está llenos de miedos, Óscar Hahn lo sabe, y decidió renunciar a ese miedo desde sus
primeros poemas, que se acabaron publicando en Arte de morir (1977), un libro que
dialoga con las formas y los temas de la poesía medieval.
Nacido en Iquique, en 1938, es una de las voces más importantes de la poesía Chilena.
Cuando tuvo que huir de su país después del golpe de Pinochet, se hizo porfesor de
104
Óscar Hahn, sin embargo, no pierde ni un grado de su fuerza lírica por negarse a jugar
las partidas del poeta maldito. Vive y elabora su escritura sin miedos en la tensión de las
contradicciones, en la frontera que une o separa la gravedad y la ironía, el vitalismo y la
conciencia de la muerte, la extrañeza y el sentimiento de la cotidianidad, el gusto por la
tradición y la impertinencia vanguardista. Su soledad, tan particular como una cena de
sopa Campbell ante un televisor apagado en un cuarto de Iowa City, acaba
representanto por vigilancia y autoconocimiento la soledad de todos los seres humanos.
Sus preocupaciones, tan colectivas como el acecho doloroso y moderno de una guerra
nuclear o de las barbaries de los dictadores, acaban comunicando la intimidad de un
insomnio privado. La muerte es una tradición perpetuamente actualizada, igual que la
poesía, igual que las palabras del ser humano que se heredan, se rompen y vuelven a
recomponerse. Entre sus libros de poesía, además de Arte de morir, destacan Mal de
amor (1981), Estrellas fijas en un cielo blanco (1989), Versos robados (1995)
y Apariciones profanas (2002). Óscar Hahn no cree que haya motivos para temer por la
vitalidad de la experiencia lírica. Su poesía, que acaba de reunirse bajo el título de Obras
selectas (Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 2003), es un buen argumento para
reafirmarse en una fe laica, que apuesta por las apariciones y por la meditación.
necesita convivir con la lucidez del ensayista? ¿El buen salvaje ha sido
desplazado por el autor meditativo, que reflexiona en su oficio? ¿O siguen
abriendo caminos los grandes poetas temperamentales?
Oscar Hahn: Tengo la impresión de que los escritores nacen programados para
un determinado género y que sólo algunos pueden dominar un género adicional.
Paul Valéry, T. S. Eliot y Octavio Paz eran grandes poetas, pero también tenían
condiciones naturales de ensayistas. El caso opuesto es el de Pablo Neruda. García Lorca
lo entendió cabalmente cuando afirmó que Neruda estaba “más cerca de la muerte
que de la filosofía, más cerca del dolor que de la inteligencia”. Yo no diría que el
autor que reflexiona sobre la literatura ha reemplazado al “buen salvaje”, sino más
bien que que a veces el salvaje y el meditativo coexisten en un mismo poeta y que en
otros casos uno de ellos ni siquiera existe.
La verdad es que todo buen verso es una forma de lucidez. Pero empecemos
por el principio. La enseñanza de la poesía es también un recuerdo, y toda
escritura surge como respuesta de alguien que se ha ido definiendo como
lector. Siempre siento curiosiad por los inicios. ¿Te animaron a escribir las
clases del colegio? ¿Algún profesor? ¿Tu madre?
Es triste decirlo, pero no descubrí la poesía ni en las clases del colegio ni a través
de algún profesor. Ellos, sin quererlo, quizás por un error metodológico, nos
hacían sentir que la poesía era un asunto anticuado, ajeno a los jóvenes. El
descubrimiento ocurrió fuera de las aulas, de manera azarosa, mientras miraba los
lomos de los libros de la biblioteca del colegio. Tomé uno de esos volúmenes sólo porque
me llamó la atención el empaste, y terminé fascinado con unos poemas medievales sobre
el tema de la muerte. En cambio, mi madre sí que fue importante. Algo que se me quedó
grabado en la memoria desde muy pequeño fue la imagen de mi madre con sus
gafas, leyendo un libro tras otro.
Yo creo que esto viene de una idea que tuve desde muy temprano. Siempre pensé
que todas las obras literarias, aunque hubieran sido escritas hace siglos, eran
coetáneas. El lector actual no regresa al siglo XVII para le er el Quijote. Puede leerlo, por
ejemplo, el año 2004, paralelamente a su lectura de Cien años de soledad. Como los
libros antiguos y modernos estaban, por así decirlo, en la misma mesa del tiempo, yo no
veía mayor diferencia entre un soneto de Góngora, los “Cuatro Cuartetos” de Eliot o
las letras de los Rolling Stones. Además, a mí no me interesaba romper con nada. Lo
que yo quería era integrar.
Y Neruda. Hay que ser muy buen poeta para resistir los usos oficiales, los
eventos, las salvas estatales de un centenario. Claro que más peligrosos son
los olvidos. ¿Qué opinión tienes de la celebración del centenario del
nacimiento de Pablo Neruda? ¿Qué conclusiones puden sacarse?
Qué duda cabe de que Neruda merece todos los homenajes que se le puedan
rendir, sobre todo durante el año de su centenario. El problema es que hay amores que
matan, y en Chile se están acercando peligrosamente al punto de saturaciónYo he
escuchado a muchos alumnos decir que ya están hartos de Neruda y que detestan hasta
su manera de hablar. La cantidad abusiva de homenajes está produciendo un efecto
negativo. Hay gente que los perciben como un desaforado culto a la personalidad que
raya en la canonización, y eso no está bien.
La ironía, como conciencia de los límites, ¿forma parte del peso que la
muerte tiene en tu obra? ¿A qué se debe tu relación con la poesía medieval?
¿Con la Danza de la muerte?
La preocupación por la muerte estaba adentro mío, pero no encontraba el modo
de expresarse hasta que me topé con los poemas medievales de tema fúnebre, entre
ellos la “Danza de la muerte”. Me llamó la atención la forma en que combinaban la
seriedad y el terror con el humor y la irreverencia. Pero también he pensado que
nuestra época es como una nueva Edad Media... Un ejemplo sería el tema de la peste
negra, que en la Edad Media se asociaba a la destrucción del mundo. En mis poemas
esa peste es la radiactividad producto de la guerra nuclear, a lo que habría que
agregar las imágenes apocalípticas que hay en muchos de mis poemas.
inconsciente. Todo esto bordea o cae de plano en el tema de la locura, que está como
soterrado en muchos de mis poemas. También es posible que esos personajes sean
“personae”, en el sentido de Ezra Pound, o máscaras que ocultan el rostro del que las
mira.
Óscar Hahn, recordando una anécdota, hace mención a un concierto de Frank Sinatra en
EE.UU. el cual se realizó en una pequeña sala. Hahn quedó bastante cerca del cantante,
el cual en la mitad del concierto se acercó al piano y bebió de una copa que allí estaba,
la gente comenzó a reír creyendo que era Whisky , -¡No sean mal pensados¡ -
señaló Sinatra - esto es “Té con Miel”, yo lo recomiendo a todas las personas
que trabajan con la voz ; profesores, cantantes, etc".
Cuando tengan un problema con la garganta, como es mi caso, tomen “Té con Miel”,
sentenció el poeta.
De visita en Chile, Oscar Hahn realizó varias presentaciones en Santiago, además asistió
al lanzamiento de su último libro “Obras Selectas” de la Editorial Andrés Bello.
Recientemente Galardonado con el premio Altazor, con “Apariciones Profanas”, Oscar
Hahn está nominado al Premio Nacional de poesía.
Después, ya cuando dejé la niñez esos sueños desaparecieron y fueron remplazados por
sueños el fin del mundo, por ejemplo, veía un planeta que chocaba contra la tierra. En
fin los sueños siempre eran así, los personajes eran los mismo para distintas historias,
112
pero historias muy angustiantes y en que yo estaba muy indefenso, porque yo veía estas
cosas terribles que le pasaban a otras personas y no podía hacer nada.
No nunca se me ocurrió escribirlo, aunque una vez un médico me dijo, que debería
hacerlo, porque era una manera de liberarse, nunca traté de hacer eso.
La verdad es que hubo un tiempo, en que tenía miedo de que fueran premonitores, pero
después la realidad me iba mostrando, que esas cosas que estaban en mi sueños, no
pasaban en mi vida real, quedaban como pesadillas y afortunadamente sin que se
manifestaran en el mundo real.
Los sueños son parte de la vida de uno, aunque uno este despierto piensa que esa es la
realidad, lo cierto es que siempre es una realidad filtrada por la mente.
Los sueños para mí son vida. La frase “la vida es sueño”, no la podría invertir por el
sueño es vida, es curioso he pensado, que quizás estos sueños tienen un origen
ancestral, me refiero a vidas anteriores o situaciones que sucedieron, pero ahora en vez
de darse como recuerdos se dan como sueños, es una posibilidad en la que yo he
reflexionado.
En todas partes es igual, lo que sucede, que siendo EE.UU., un país muy grande con más
de 250.000.000 de habitantes, evidentemente hay más gente que compra libros de
poesía, hay un buen ejemplo, cuando salió mi libro “Versos Robados” en inglés, a los dos
meses el editor me mandó un balance de las ventas, que se habían vendido 800
ejemplares, yo no lo podía creer, porque aquí 800 ejemplares se venden en 3 años o
nunca.
A mí me ha costado mucho para que mi poesía sea realmente entendida en este país y
en su verdadera dimensión. Yo creo que siempre ha habido una mala lectura de mi
poesía, sin embargo en los últimos dos años, he notado que los lectores están como
entendiendo que es lo que quiero hacer y en que sentido mi poesía es distinta a la de los
otros poetas chilenos, pero hasta el momento era como que no supieran que hacer con
ella.
Recuerdo que en el año 1970, hubo un encuentro de poetas jóvenes en Valparaíso y uno
de los presentes leyó un trabajo sobre “la nueva poesía chilena” y hablaba de todos los
poetas que estaban ahí, entonces el poeta Eduardo Rojas intervino y le dijo - Mira tu
trabajo me parece muy bien, pero no has tomado en cuenta la poesía de Oscar
114
Hahn para nada - y él respondió - efectivamente y hago mi "mea culpa", lo que pasa es
que no supe que hacer con esa poesía - y ese "no supe" o “no sé que hacer con esa
poesía" es algo que ha sucedido por varias décadas. Creo yo que han habidolecturas
equivocadas de mi poesía hasta ahora en que algunos críticos jóvenes libres de una serie
de prejuicios han empezado a calibrar mi poesía en su verdadera dimensión, problema
que no ocurrió fuera de Chile; eso es lo curioso, porque en Venezuela, México,
Colombia, España, EE.UU. entienden perfectamente bien lo que yo quiero hacer, pero
aquí es como si hubiera una especie de muralla mental.
-Mal de Amor ha tenido gran éxito en Chile. ¿A qué crees que se debe?
Mal de Amor ha tenido suerte en ese sentido. Por el hecho de ser poemas de
amor tiene una llegada más fácil al público no literario, me refiero a que no son
profesores de literatura u otros escritores, sino jóvenes de liceo. El otro día en la
SECh se me acercaron por lo menos diez hombres y mujeres y me mostraron poemas
de “Mal de Amor” copiados en sus cuadernos escolares. Eso es muy gratificante.
-Este año está marcado por un acontecimiento muy trágico para todos, me
refiero a la guerra contra Irak. ¿Qué te preocupa del mundo actual?
La violencia que hay en todo el mundo y las distintas formas que ella adquiere, ya sea
bajo la forma del terrorismo o del terrorismo de estado. Quizás me preocupa más el
terrorismo en el sentido clásico. Todo el mundo lo entiende y todo el mundo está en
contra de eso, no hay nadie que este a favor, pero también existe el terrorismo con
uniforme que consiste en lanzar bombas desde un avión sobre un determinado país
como Irak, y uno piensa: caen sobre poblaciones inocentes, matan a miles de personas,
pero son aceptadas por la comunidad, porque se supone que son actos militares.
Yo creo que ha llegado el momento de sobrepasar esa coartada y entender que cualquier
acto violento, cualquier acto destructivo que termine con la vida de inocentes es
115
repudiable, no importa en el nombre de que se haga y como digo, esta violencia que
podríamos llamar institucionalizada ,es algo que todavía se acepta. Si los EE.UU. o
cualquier otro país tiran bombas en una ciudad nadie dice nada y mueren ahí
tranquilamente diez mil personas, pero si los terroristas ponen una bomba con la mano
y mueren veinte personas aparece en primera página del diario como algo muy terrible y
lo otro ni lo mencionan, lo encuentran de lo más natural, por eso insisto que debe llegar
el momento en que la humanidad comprenda que todo acto destinado a matar gente, a
destruir propiedades, es condenable, no importa quién o por qué lo haga y esa
conciencia todavía no se ha despertado.
Bueno, escribir es una forma de liberación, porque mientras uno está haciendo el
poema, está en completo control de lo que está diciendo, desde cierto punto de vista,
pero por otra parte no está en control, porque hay muchos elementos del inconsciente,
que empiezan ha surgir durante la escritura. Entonces, este encuentro de lo consciente
y lo inconsciente es muy interesante, son las dos facetas principales del ser humano y
creo que el poeta nunca tiene que inclinarse a uno de esos lados, ni hacer el poema
completamente inconsciente ni completamente consiente, sino buscar una línea en que
se produzca casi una confusión entre estas dos caras de la poesía.
Por otra parte, creo hemos estado demasiado tiempo haciendo una poesía mal hecha,
descuidada, simplemente con la coartada de que "yo escribo lo que quiero, la poesía es
libre y no me ciño a ninguna regla". Está bien no ceñirse a ninguna regla, pero resulta
que hay que recuperar la idea del poema como obra de arte. El poema es una obra de
arte como una pintura, una composición musical, una película artística y creo que ha
empezado a quedarse de lado, especialmente porque el horizonte de expectativas del
lector es muy bajo en este momento y me parece que además la televisión juega un papel
negativo con respecto a esto, porque la gente ha terminado por conformarse con poco,
con la ley del menor esfuerzo; y el poema no tiene que claudicar en ese punto ni hacerle
la vida fácil a la gente. El poema simplemente tiene que ser lo que es no más, el lector
116
tiene que entender que un poema no es un artículo periodístico sobre el último triunfo
de Colocolo, aunque utilice un lenguaje sencillo o con fuerza comunicativa. Esta fuerza
comunicativa tiene que surgir de una forma estéticamente válida y eso es lo que creo que
hay que recuperar en este momento, el poema como obra de arte, sin significar que nos
vamos a transformar todos en delitantes o en formalistas sino en pensar que cada
poema pide una cierta forma, para lo que quiere decir y esa forma específica, concreta,
uno tiene que ser capaz de descubrirla, porque hay un alma del poema, pero también
hay un cuerpo, poner un alma en el cuerpo que no corresponda creo que trae
consecuencias negativas.
No necesariamente, los poemas surgen como apariciones, así como se puede aparecer
un fantasma o una figura religiosa se me aparecen estos poemas.
Ninguna persona dice: quiero que hoy se me aparezca un fantasma a las tres de la tarde,
el fantasma aparece sin que uno se lo proponga, en este sentido los poemas surgen así,
de modo que puedo estar en el cine mirando una película, en el metro, en la sala de
clases y me surge esta aparición, y como son dentro de mi cabeza crean un espacio
propicio en que yo empiezo a pensar o a imaginar cuál es la forma que yo tengo que
crear para que esa aparición, que es puramente espectral, tenga un cuerpo y ese cuerpo
son las palabras.
Desde mi primer libro que se llama “Esta rosa negra”, publicado 1961, el tema de la
muerte ha aparecido permanentemente en mis poemas. Hasta cierta edad era
simplemente un tema literario, pero a partir de esa edad he pensado mucho en ella,
sobre todo a raíz de un infarto que tuve el año 95 y estuve a punto de conocer la muerte
como realidad. Afortunadamente no pasó nada, pero quedé con la sensación de que en
cualquier momento podría morirme .La vida es muy frágil, muy efímera, y hay que vivir
intensamente cada momento, porque puede no haber la posibilidad mañana de vivirla
117
Así que ahora lo que hago es sacar lo mejor de cada día y esperar que al día siguiente,
cuando abra los ojos en la mañana, todavía esté vivo. Creo que el tema de la muerte
viene fundamentalmente del hecho de no tener creencias religiosas y de pensar que
cuando uno se muere se acaba todo y es cierto que, si se acaba todo, uno no tiene de
que preocuparse, pero el problema es que la vivencia del miedo es muy fuerte y se siente
mientras se está vivo. Con el tiempo he llegado a pensar que es mejor no preocuparse del
tema y que no se puede actuar cada día como si fuera el último , más bien hay que actuar
como si se fuera un inmortal. Yo pensaba que tenía que actuar como si fuera el último
día, pero ahora creo que no es una buena filosofía, es mejor decir mientras esté vivo soy
inmortal y luego no tengo de que preocuparme.
Me gustan dos tipos de música: la música clásica, que escucho de adolescente, y el Jazz
que he descubierto en los últimos años. A pesar de vivir casi treinta años en EE.UU.,
pienso que el jazz es la verdadera música clásica del siglo veinte.
Creo que la música clásica propiamente tal hasta la década de 1940, produjo obras que
valen la pena y que podrían compararse a grandes obras musicales del pasado; de ahí,
en la segunda mitad del siglo XX, no se han producido obras que estén a la altura.
Sin embargo, el jazz tiene como virtud representar todo el rango de la emoción humana
desde la más simple hasta la más compleja: alegría, pena, muerte, el amor, el dolor.
Todas las facetas del ser humano son expresadas por el jazz.
Las obras clásicas que más me gustan dependen de mi estado de ánimo. Puedo pasarme
horas escuchando a Beethoven o a Mozart. Puedo pasarme un día entero oyendo a
varios autores sinfónicos, uno tras otro. Pero, me he dado cuenta que la música que más
118
me llega es la llamada música de cámara, vale decir, la que usa pocos instrumentos,
cuartetos, quintetos, sonatas. Las grandes sinfonías con enormes orquestas y coros han
terminado por abrumarme, tengo una relación más íntima con la música de cámara,
Schubert, Chopin, y me parece que eso es también por el jazz. El jazz tiende también a
grupos chicos. Son los grupos pequeños los que más me atraen como el quinteto de
Miles Davis; con una sola excepción que es Duke Ellington que usa una orquesta grande,
pero es un innovador.
Bueno, hay dos películas en blanco y negro que yo veo todo el tiempo que son: "El
ciudadano Kane", de Orson Welles y "Casablanca", una historia romántica con
Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Aunque sepa lo que va a pasar siempre me
conmueven. Tienen esa virtud de las verdaderas obras de arte.
Después, hay películas que me marcaron, por ejemplo "Hiroshima mi amor", de Alain
Resnais. Últimamente, una película bastante extraña, “Terciopelo Azul” de David Lynh,
película que a algunas personas le produjo disgusto, no sé por qué me atrajo, desde la
primera vez que la vi quedé atónito, y la he visto muchas veces, y siempre es como si
fuera la primera vez. Esa es la prueba del arte.
El arte no es algo que se ve o escucha y se consume, por eso no es un producto de la
sociedad de consumo, sino que permanece, revive, se descubren nuevas dimensiones,
siempre son nuevas las obras, eso es un clásico: una obra que tiene vigencia
permanente.
119
ÓSCAR HAHN
"Los censores de ayer están en el Senado"
Este siglo a partido bastante mal, a partido con guerras, con problemas
económicos, más miseria, recalentamiento de la tierra y devastación de
recursos naturales. Bajo estas circunstancias ¿Qué compromiso piensa que
tiene el poeta con el nuevo siglo?
El problema es que el hombre nunca creyó que el daño que le estaba causando a la
humanidad era real, siempre pensó que era una especie de metáfora o una cosa
simbólica, y no un hecho que se iba a producir efectivamente en la capa de ozono, en la
devastación de los bosques, en el hecho de poludir al agua, el aire, etc, por lo que ahora
120
estamos pagando las consecuencias. Además de eso, hay un hecho que he podido notar
viviendo en Estados Unidos, y es que la nueva generación que asumió el poder encabeza
por George Busch hijo, no es realmente una nueva generación, porque Busch es una
persona joven, detrás de él están las generaciones antiguas, conducidas por su padre y
que tienen la mentalidad de la Segunda Guerra Mundial, de la Guerra Fría, y que creen
que todos los problemas se solucionan tirando bombas. Entonces, uno esperaría que el
hijo, por pertenecer a generaciones más recientes, tuviera otra visión del mundo, sin
embargo parece que él es simplemente una especie de títere de todos los grupos de
poder que están detrás de él, especialmente los que están detrás del petróleo.
Absolutamente, además esta obsesión que tiene Busch de derrocar al gobierno de Iraq
suena mucho como el cumplir una tarea que su padre dejó inconclusa.
Lo extraño en mi evolución poética, pienso yo, fue que, aunque los poemas que están en
mi primer libro fueron escritos a los diecisiete años, todos ellos son sobre el tema de la
muerte, y cada vez que los leía siempre la pregunta del público era: ¿Cómo un poeta tan
joven está escribiendo estos poemas sobre la muerte?. Yo nunca tuve una respuesta a
eso. Está esa teoría de que mi padre murió cuando tenía cuatro años de edad y
posiblemente eso me dejó marcado para siempre, pero después este tema ha recurrido
de distintas maneras, ya sea bajo la forma de la muerte personal, de la muerte de un
individuo cualquiera, pero también de la muerte colectiva a través de la guerra y
especialmente a través de la guerra nuclear. Esto queda de alguna manera reflejado en el
poema "Hiroshima".
Bueno, primero estaba en varios libros el tema de la muerte como una abstracción. Es
decir como algo que le pasaba a los demás y que uno nunca piensa que le puede pasar a
uno mismo. Pero en algún momento tuve un problema al corazón, un infarto que casi
me cuesta la vida, entonces la visión de la muerte que tuve en ese momento cambio
radicalmente, y escribí ese poema que encabeza "Apariciones profanas" y que se llama
"La muerte es una buena maestra". En una experiencia real tan cercana a la muerte uno
aprende muchas cosas acerca de la vida.
Claro, esto tiene dos facetas, por un parte que yo por carácter tengo una tendencia al
aislamiento, a refugiarme en mi departamento y encerrarme allí por mucho tiempo, sólo
salgo cuando voy a trabajar. Otras veces estoy ahí como una especie de lobo estepario.
Ese es un aspecto del poeta isla. Por otra parte también yo planteaba que dentro de la
poesía chilena hay dos o tres nombres que siempre circulan y dejan la impresión de que
no hubiera poetas en otras partes, o que sólo hubiese dos o tres islas que se llaman
Neruda, Huidobro o Parra, en circunstancias que la poesía es un archipiélago que está
compuesto de muchas islas, de muchos lugares, de muchos países, de muchas regiones,
incluso de lugares muy lejanos y poco conocidos.
No es que me sienta distante, sino que estoy distante, porque siempre he estado distante
de las personas de mi generación. Cuando vivía en Chile lo hacía en Arica y estaba sujeto
a otro tipo de influencias, a otro tipo de lecturas, a otro tipo de experiencias que no eran
las mismas que compartían ellos que vivían principalmente en el sur de Chile, entre
Concepción y Valdivia. Estaban sujetos más o menos a las mismas experiencias y a un
diálogo entre ellos que hacía que tuvieran cierta afinidad, pero si un poeta está
escribiendo a miles de kilómetros de distancia es evidente que la poesía como
122
Pero, dejando fuera el tema de los escritores ¿Por qué piensa que pasan
este tipo de cosas en Chile?
Yo creo que más que un poeta es un sicólogo el que debería responder eso, porque este
es un problema casi de sicología social o de patología social. En algunas de las opiniones
que yo he leído realmente me parece que no son opiniones equilibradas, sino que ya
forman francamente parte de la sicopatología literaria que de repente es tan abundante
en este país. Ahora ¿Por qué sucede eso? Yo le echo mucho la culpa a la televisión, ésta
ha alterado completamente la escala de valores de las personas, actualmente lo que más
importa es aquello que causa escándalo, chismes y comentarios, y ha hecho que se
considere, por ejemplo, un valor supremo la fama y la publicidad, en vez de enseñarle a
la gente que el verdadero valor de una obra literaria es la calidad de la obra y no la fama
ni la obtención de premios.
123
Eso tiene una explicación bastante simple, y es que nunca rechazo una forma a priori,
creo que uno tiene que utilizar la forma que el poema le pide. Y si me pide un soneto yo
no voy a decir no porque los sonetos están pasados de moda y todo eso. Pienso que si un
poema me pide un soneto, hago un soneto y me importa bien poco la opinión de los
demás. Esa es la razón, la tradición en lengua española a la cual nosotros pertenecemos
existe desde la Edad Media y acarrea una serie de formas de todo tipo que incluye
sonetos, pero también otras formas que también he trabajado.
Yo sólo escribí los versos y los que censuraron fueron otros, es a ellos a quienes habría
que preguntarles. Seguramente en alguna parte están actualmente, quizá abogando
ahora mismo por la libertad de expresión, como hemos visto en esa gran hipocresía
nacional en que los mismos que no admitían que personas exiliadas vinieran a los
funerales de sus padres son los mismos que están sentados en el Senado con sus cargos
designados o vitalicios, propiciando la democracia, la libertad y una serie de otras cosas
semejantes. Por eso no me extrañaría que alguno de los grandes impulsores de la
libertad de expresión sea uno de los que censuró mi libro.
Hay que entender que Estados Unidos es un país muy grande y que tiene relaciones con
cientos de países en el mundo, donde Chile es un país más y del cual no están muy
informados de lo que está pasando, a menos que sea algo que los toque directamente.
124
Muy poco, sólo a través de los diarios que puedo leer en Internet, pero creo que están en
mucho mejores condiciones de saber lo que está pasando los que viven aquí, no los que
viven allá.
En otro tema ¿Qué cosa piensa que deberíamos tomar de las actividades
literarias que se efectúan en otros países?
Lo del archipiélago otra vez, mostrar que la poesía no está compuesta por dos o tres
islitas, sino que es un inmenso archipiélago que representan muchas culturas y formas
de expresión.
Yo creo que nunca hubo deslumbramiento por Huidobro en realidad, lo que hubo fue
más bien un interés mío como estudioso, por ver qué es lo que había hecho él
exactamente por el desarrollo de la poesía Hispanoamericana. Porque evidentemente su
libro "Ecuatorial", que fue publicado en 1918, es el que inaugura la poesía de vanguardia
en lengua española, entonces más que admiración hacia ese texto, lo que sentía era una
curiosidad científica acerca de esa obra y de cómo había influido en la poesía
Hispanoamericana a partir de ese momento. Lo mismo pasa con "Altazor".
Muy poco, casi no llegan libros. Generalmente son autoediciones que son difícil de
conseguir. Falta la distribución, entonces, si el mismo poeta no le envía a uno su libro no
se puede saber qué se está escribiendo.
Aquí hay que entender una cosa, allá la gente no está preocupada de Chile, para ellos el
espacio que se maneja no especifica un país tal o cuál, sino que hablan de Latinoamérica
como un conjunto. Se habla de un continente, que por lo demás no está mal ¿No era ese
el sueño de Bolívar?.
¿Qué diferencia existe entre ser un poeta chileno en USA y serlo acá en
Chile?
Siempre está el problema de la enorme diferencia de tamaño, de país. Y eso hace que el
ámbito de la poesía sea muy diferente al de acá. Por ejemplo, no existe la idea esa, que es
tan frecuente aquí, del poeta de Chile o el poeta nacional, en fin, con cuyo nombre
habría que bautizar todo, las calles, las plazas, el aeropuerto, etc. Allá hay muchos
poetas, algunos más importantes que otros, pero no existe esa idea de El Poeta como
ocurre acá. Y obviamente, por el mismo tamaño del país, hay una gran cantidad de
editoriales importantes que publican libros de poesía. Cuando se publicó mi libro
"Versos robados" y me llegó el balance de los libros vendidos en dos meses y leí que
habían vendido ochocientos ejemplares, pensé que se trataba de un error, en Chile quizá
en diez años habré vendido quinientos. Esos son los volúmenes que se manejan allá. Si
en Chile un novelista vende diez mil libros hace una fiesta, en los Estados Unidos lo
echan de la editorial, ellos están acostumbrados a ediciones de ochocientos mil o un
millón de ejemplares. Es la diferencia de tamaño, por lo tanto hacer una comparación es
imposible. Lo que sí he notado es que allá los poetas leen en los cafés y les pagan tal cual
acá le pagan a un cantante.
¿Qué consejo les daría usted a los poetas que se están iniciando en la
poesía, se lo pregunto desde el punto de vista de estar insertos en un mundo
globalizado?
Creo que el mejor consejo que se pueda dar en este momento es que los poetas
concentren todo el capital de energía que tienen en hacer sus poemas de la manera más
intensa y mejor posible, y que no gasten sus energías en andar pensando en premios, en
salir en el diario, en la publicidad ni en la fama. Muchas veces los premios lo único que
consiguen son los famosos "quince minutos de gloria". En cambio los poetas que se
126
sostienen en la calidad de su obra, con o sin premios la obra sale adelante exactamente
igual, perdura. Siempre he pensado que si uno tiene un capital de creatividad no lo
puede malgastar, no lo puede dilapidar en cosas que no tengan que ver directamente
con poner todo lo de uno en la hechura del poema, en hacer el poema, en pensar el
poema como obra de arte. Por que a fin de cuentas lo que se ha perdido es que el poema
es una obra de arte, como un cuadro, como una escultura, como una obra musical o una
película.
Tengo muy claro lo que quiero. No deseo ser una persona que se pare frente a la clase a
decir un monólogo, no, lo que quiero es que exista una intercomunicación. Es decir,
ellos pueden aprender algo de mí pero yo también aprendo mucho de ellos. Trato de
plantear siempre ciertos valores sobre la vida, sobre la sociedad, sobre la literatura. Los
valores son esenciales. También plantearles problemas y obligarlos a pensar sobre esos
problemas, ponerlos entre la espada y la pared, por decirlo de algún modo. Otro asunto
es plantearles la solidaridad, estamos entrando a un mundo de un yoísmo excesivo,
debemos ser mucho más solidarios cada día. La solidaridad es un valor que debemos
restablecer, porque la sociedad globalizada ha llegado demasiado alto con respecto al
egoísmo.
127
Óscar Hahn nació en 1938 en la ciudad de Iquique, Chile. Reconocido como uno de los
escritores de la Generación del 60 en Chile, también llamada Generación Trilce. En 1959
obtuvo el Premio Poesía de la Federación de Estudiantes de Chile. El año 1961 obtuvo el
Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile por la obra Esta rosa negra. En
1967 obtuvo el Premio Único del Primer Certamen Zonal de Poesía Nortina de la
Universidad de Chile, ex sede Antofagasta. Estudió y ejerció la carrera de Pedagogía en
Literatura en la Universidad de Chile, sede Arica. En 1972 obtuvo el grado de Master of
Arts en la Universidad de Iowa. Volvió a Chile, donde ejerció el cargo de docente en la
Universidad de Chile sede Arica. Fue Doctor en Filosofía en la Universidad de Maryland,
Estados Unidos. Entre 1978 y 1988 fue colaborador de Handbook of Latin American
Studies de la Biblioteca del Congreso de Washington D.C. Es miembro de la Academia
Chilena de la Lengua. Obtuvo el Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile, el
Premio Municipal de Santiago y el Premio Altazor (2003). Premio Casa de América de
Poesía Americana, por su obra En un abrir y cerrar de ojos. Actualmente es profesor de
literatura hispanoamericana en la Universidad de Iowa.
—Óscar, ¿cuándo y por qué empiezas a escribir poesía? ¿Qué poetas son tus
referentes o tus autores de cabecera?
—Empecé a escribir poemas a los 16 años, pero no me gustaron, así que literalmente los
tiré a un río que pasaba cerca de mi casa y empecé de nuevo. Desde el principio le di
prioridad a la poesía escrita en nuestra lengua. Recuerdo que discutía con mis amigos
sobre este asunto. Ellos preferían a los poetas de otros idiomas, pero yo les decía: “Si yo
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leo a Vallejo, leo a Vallejo; pero si leo a Cavafis, en realidad leo al traductor de Cavafis, a
menos que ustedes sepan griego, cosa que dudo”. Sólo he podido leer plenamente a los
poetas de idiomas que entiendo: Rimbaud, T. S. Eliot, Apollinaire, Eluard, Ungaretti,
Pessoa. Lo bueno de leer en la lengua materna es que uno puede ver las diferentes
técnicas y estrategias que usa el poeta. Esto es casi imposible de hacer en poemas
traducidos. Por eso leía poesía medieval española, barroca, modernista, del siglo XX; es
decir, todo lo que caía en mis manos escrito en castellano, más los poetas de las lenguas
que conozco.
—Ese es un libro muy especial para mí, por las circunstancias en que fue escrito. Me
operaron del ojo derecho y por milagro no quedé ciego de ese ojo. La convalecencia duró
seis meses. Me pusieron una burbuja adentro del ojo, más un parche encima que se
llenaba de sangre de vez en cuando. En esas penosas circunstancias, en las que apenas
podía ver las letras, fueron surgiendo los poemas. Después, en condiciones normales,
escribí un libro que se llama Pena de vida. Son reflexiones sobre la muerte, el amor y la
naturaleza, con algunas incursiones en la literatura fantástica.
—Tu poesía circula en las aguas del humor y la ironía, ¿qué es para ti el
humor?
—Uno de los problemas de los críticos es que tienden a usar conceptos, como el humor,
en términos demasiado vagos y generales. No es lo mismo el humor de Quevedo que el
de Cantinflas, creo yo. No se ha determinado todavía qué clase de humor es el que hay
en mis poemas y no me corresponde a mí hacerlo. Lo mismo con respecto a la ironía. En
todo caso, no es algo que yo me proponga realizar conscientemente. Lo que sí me queda
claro es que se ha exagerado la presencia del humor o de la ironía en mi poesía. Por
ejemplo, mis poemas contra la guerra no tienen nada de humorístico.
—Se ha beneficiado en lo obvio. Uno está inmerso en otra cultura, en otro idioma y hasta
en otro paisaje. Imagínate, yo pasé del desierto del norte de Chile a las nieves de Iowa.
Lo interesante es que este hecho provoca un distanciamiento, y entonces hay ciertas
cosas de tu país que las puedes ver desde otra perspectiva. Yo percibo mejor los matices
y rasgos distintivos del español de Chile y puedo incorporarlos a mi poesía.
—En realidad lo que hay son proyectos terminados, que se están concretando en estos
mismos momentos. Por ejemplo, mi antología Poemas de la era nuclear acaba de ser
publicada por Bartleby de España, y mis poesías completas están por salir en Visor de
Madrid, con el título de Archivo expiatorio.Además, mi libro inédito Pena de vida esté
en prensa en LOM Ediciones de Santiago. También hay unas obras completas que van a
aparecer en Lima. Preparar todo esto ha sido muy agotador, así que ahora me dedico
solamente a escuchar música clásica y jazz, y a ver películas de los años 40.
130
Óscar Hahn vivió en Estados Unidos 36 años. La mayor parte del tiempo en Iowa,
dedicado a la literatura, hasta que lo nombraron profesor emérito y se instaló en la
capital hace más de un año, en el piso 15 de un edificio a pasos de Providencia, donde en
menos de una cuadra se pueden ver cuatro farmacias de diferentes empresas.
Pero ya prepara otra vez las maletas. Lo hace por lo menos una vez al año para “ordenar
la casa” en Iowa donde viven dos de sus hijos. Esta vez los pasajes son a España. El 27 de
septiembre viaja a Madrid invitado por la Residencia de Estudiantes.
A los 17 años Hahn compraba sagradamente libros de la Editorial Losada. Una colección
que en la solapa decía que el autor había estado en la Residencia de Estudiantes de
Madrid, como Miguel Hernández, Rafael Alberti, García Lorca, Unamuno, Alfonso
Reyes y Ortega y Gasset.
La residencia, fundada en 1910, nació con el objetivo de propiciar un diálogo entre las
vanguardias internacionales, y recibió como conferencistas a Einstein, Henri Bergson,
Paul Valéry, Pablo Neruda, Le Corbusier, Paul Claudel, entre muchos otros.
Un planeta lejano para un joven de 17 años, que ahora tiene 71. “Soy invitado como
poeta en residencia ¡y todo pagado! Salió ese niño de 17 años a recoger la invitación”,
dice con los ojos brillosos, que ven a lo lejos la nevada Cordillera de los Andes. El autor
de “Versos robados” cumplirá con varias lecturas, dictará un taller y dará un par de
charlas. Además, fue invitado por la Universidad de Salamanca a una lectura.
131
Las noticias siguen. En la próxima Feria del Libro de Santiago se presentará una
antología poética por Fondo de Cultura Económica, titulada “Señales de vida”, en una
nueva colección y actualizada, a la publicada anteriormente por el mismo sello,
“Antología virtual”. Y por si fuera poco, el sitio web www.librosdementira.org pondrá en
la red una antología de su poesía amorosa.
EL EVANGELIO Y LA MAMÁ
A meses del 2010, Hahn fue invitado a escribir en un proyecto Bicentenario nacido del
Episcopado, llamado “El evangelio de Chile”, en el que participarán otros poetas como
Gonzalo Rojas, Armando Uribe y Raúl Zurita. El trabajo además incluye pintura y
música.
Especie de ópera, donde Hahn eligió los versículos del Apocalipsis. “A partir de ese pre-
texto uno tiene que hacer lo que quiera, un comentario, prosa poética, un poema nuevo,
lo que uno desee. Yo he leído el Apocalipsis desde los 14 años, y ahora cuando volví a
leerlo salió inmediatamente un poema”.
Las imágenes apocalípticas están en la poesía de Hahn desde sus primeros textos, como
“Reencarnación de los carniceros” y “Visión de Hiroshima”.
Luego sus pesadillas fueron la continuación del desastre. “Una de ellas era una ola
gigante que sumergía por completo a Iquique. Ya en Santiago, a los 11 años, soñaba que
132
de la Cordillera de los Andes se levantaba un hongo atómico”, dice abriendo los ojos
como si la imagen volviera a repetirse.
Pero a la vez la relación con su madre se fortaleció. Uno de sus últimos poemas
publicados se titula “Muerte de mi madre”, donde le dice “El hecho de que me esté
dirigiendo a usted/ aunque no pueda responderme/ me dice que usted no está muerta/
que está en alguna parte del universo escuchándome…”.
“Siempre fuimos muy cercanos hasta que falleció a los 93 años. Cuando yo estaba en
Estados Unidos hablábamos por teléfono todos los días, de política, actualidad, le
gustaba leer el diario, era muy informada. Una relación no sólo maternal, sino fraternal.
Ese poema lo escribí en Filadelfia. Estaba alojado en un hotel, era muy tarde, no me
podía quedar dormido y prendí la televisión y estaban dando el funeral del Papa, y es ahí
donde se me produce ese contraste enorme entre el llanto de millones de católicos que
lloraban su muerte y el dolor mío por mi madre”.
EL CAOS DE LA PALABRA
“Archivo expiatorio” incluirá toda su producción poética. Desde “Esta rosa negra” (1961)
hasta “Pena de vida” (2008). Sin embargo hay un libro de Hahn que nunca aparece
antologado. Es “Agua final”, y no sólo porque incluye parte de los poemas que luego se
publicaron en “Arte de morir”, sino porque el libro desapareció del mapa.
El volumen, su segundo poemario, se publicó en Perú con una tirada de 500 ejemplares.
Hahn vivía en Arica y un poeta peruano le propuso la edición del libro. “Un año después
me llamó de Tacna y me dijo que me tenía una caja. Eran los 500 ejemplares, regalé
como 50, pero me quedé con el resto que desaparecieron para el golpe militar”.
-Creo que la obra de un escritor tiene que ver con su carácter. Su expresión, explícita o
implícita. Yo no me considero tímido, pero sí retraído. Me incómoda estar con mucha
gente. Y la brevedad en mi obra quizá se ejemplifica cuando he pasado un año sin
escribir ni un poema. Yo no siento que la poesía sea un acto de la voluntad. Ese acto
mecánico no me funciona.
-Usted ha dicho que en poesía “lo nuevo es lo primero que se pone viejo”.
¿Qué opina de la poesía joven y sus asociaciones entre palabras, imágenes,
performances?
-Cada poeta tiene que hacer lo que mejor le acomode, pero como se dice “Por sus obras
los conoceréis”. Si sus obras son logradas me parece bien, pero quedarse en el puro
método no es suficiente. En lo personal, yo creo que la palabra es un instrumento muy
potente, que está en vías de extinción, y hay que tener cuidado, porque nosotros
pensamos como hablamos. Y la desarticulación de la palabra es un síntoma que alude a
la capacidad de pensar.
134
Voy a comenzar con la pregunta ritual. ¿Cómo y cuándo fue que empezaste a
escribir poemas? ¿Recuerdas las circunstancias?
Las recuerdo bastante bien porque tuvieron que ver con un hecho puntual. Yo nací en
Iquique, un puerto que está en el extremo norte de Chile. Después, mi familia se trasladó
a Rancagua, cerca de Santiago. Tendría unos 16 años. Allí, a la salida del colegio, mi
novia me exigió que le escribiera un acróstico. Yo ni siquiera sabía qué cosa era un
acróstico y mi trato con la poesía era nulo. Entonces, como no quería quedar mal con
ella, me fui donde un amigo que era poeta y le pedí que escribiera el acróstico para
presentarlo como mío. Al día siguiente se lo mostré, pero ella no me creyó y me conminó
a que le escribiera otro ahí mismo. No me quedó más que intentarlo. Lo leyó y me dijo:
“Está bien, te creo”. Lo que más me sorprendió de todo este episodio es que escribir el
acróstico no me costó nada. Sentí que había descubierto algo nuevo. Escribí poco más de
20 poemas en un cuaderno. Al regresar del colegio a mi casa, tenía que pasar por un
puente que está sobre un pequeño río. Un día, mientras caminaba, me fui releyendo los
poemas. Los encontré malos. Cuando llegué al puente, tiré el cuaderno al agua. Empecé
otra vez desde cero. Los poemas que escribí después son los que están en Esta rosa
negra, mi primer libro.
Has nombrado a poetas de los siglos XVI y XVII. Y la Edad Media, ¿qué papel
juega en todo esto? Hay una cita que tengo a mano y que me gustaría
reproducir. Es del crítico chileno Ricardo Latcham, ya desaparecido.
Comentando Esta rosa negra dice que “tiene ese equilibrio entre lenguaje
oral y lenguaje escrito, característico de los poetas medievales”.
Yo me inicié como lector de poesía un día que estaba esperando a un amigo en una
biblioteca y saqué por azar una antología de poetas españoles medievales. Estaban desde
luego las Coplas de Jorge Manrique, la Danza de la Muerte y otros poemas funerarios
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que me llamaron mucho la atención. Además, siempre tuve esa idea de que el siglo XX
era como una nueva Edad Media. Muchos años después vi un libro de Umberto Eco en el
que desarrollaba la misma idea. Lo que me atrajo de esos textos antiguos fue
exactamente lo que dice Latcham.
Podemos decir que Arte de morir tuvo una larga gestación si consideramos
que incluye poemas escritos a lo largo de unos 20 años. En cambio tu libro
siguiente, Mal de amor, te tomó sólo unos meses. Hay una gran diferencia,
¿no es cierto?
Desde luego. Ahora, déjame decirte algo. La presencia de la muerte me inquietaba, pero
me inquietaba aún más la ausencia del amor, a una edad en la que este sentimiento es
tan importante en la vida de las personas. Hasta que en 1980 ocurrió un hecho
inesperado en mi evolución poética. Mientras Arte de morir había tenido una lenta y
larga maduración, Mal de amor surgió en apenas cinco meses. El tema amoroso
irrumpió un día de agosto y los poemas empezaron a surgir casi sin pausa. Pero debo
reconocer que ni siquiera en este nuevo escenario la muerte le cedió todo el espacio al
amor. Cuando el amante del libro es abandonado por la mujer, pierde su forma física y se
transforma en un fantasma que utiliza sábanas, fundas de almohada y toallas para
materializarse subrepticiamente frente a ella.
bastante aguda, porque hasta ese momento yo había publicado solamente Arte de moriry
mis nexos con lo fantástico son más evidentes en mis libros posteriores. Desde luego,
como te decía, en Mal de amor, con la figura del fantasma erótico, y después con la
entrada en escena de los prefantasmas.
¿Es posible que esto tuviera algo que ver con el hecho de que a raíz del golpe
militar estuviste preso y después tuviste que salir al exilio?
Es una posibilidad. A mí me tomaron preso en Arica la misma noche del golpe militar, es
decir, el 11 de septiembre del 73. Estuve un corto tiempo en la cárcel y al año siguiente
me fui a Estados Unidos. Lo de la censura ocurrió en 1981, así que no veo un vínculo
inmediato. Tiene que haber sido algo que sucedió cerca de la publicación del libro.
Bastante perturbador por cierto. En ese mismo libro hay un poema que es
muy emblemático en Chile: “Hueso”.
Sí, es un homenaje a los detenidos-desaparecidos. Te confieso que me cuesta mucho
leerlo en público. Se forma una atmósfera tan especial que cuesta controlar la emoción.
Tienes fama de ser un eximio autor de sonetos. ¿Qué te atrae en este tipo de
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composición tradicional?
En Chile se ha exagerado mi supuesta condición de sonetista. Lo cierto es que en mis más
de 50 años de poesía he escrito sólo 30 sonetos. Aunque parezca raro, yo no elijo utilizar
esta forma. Surge la aparición, que puede estar compuesta de uno o dos versos, y yo no sé
si va a terminar siendo un poema en versos libres o una composición clásica. Pero en
algún punto de su desarrollo empieza a tomar la configuración de soneto y yo
simplemente me dejo arrastrar por la estructura que se va insinuando.
Enrique Lihn describió tu poesía como “esa fiesta mortal del lenguaje”, frase
que he elegido como título de esta entrevista. También se refirió a ti como
“el vero artista de la palabra”. En este caso, ¿estaba pensando en tus
sonetos?
Yo creo que se refería específicamente a los poemas de Arte de morir, fueran sonetos o
no. Él escribió varios ensayos sobre ese libro. A excepción de Mal de amor, Enrique no
conoció mis publicaciones siguientes. Cuando aparecieron ya había fallecido. Él sabía,
eso sí, que para mí el poema es una obra de arte, como la pintura o la música o el cine. Y
esto no tiene nada que ver con esteticismos o con la doctrina del arte por el arte.
En tus dos últimos libros, En un abrir y cerrar de ojos y Pena de vida, el tema
de la guerra reaparece de una manera muy impactante. Poemas como “Los
jinetes del Pentágono”, “En la tumba del soldado desconocido” o “Retrato de
familia iraquí” remecen hasta al lector más insensible.
Lo que ocurre es que viviendo en Estados Unidos me vi enfrentado al problema de la
guerra de una manera cotidiana. Los dos libros que mencionas fueron escritos durante el
período de las Torres Gemelas y las guerras de Irak y de Afganistán. Yo veía a mis
propios estudiantes de la Universidad de Iowa partir a la guerra y a algunos de ellos
regresar adentro de un ataúd. Además pensaba en los miles de iraquíes y afganos que
morían en sus respectivos países. Antes de vivir en Estados Unidos yo ya tenía una
sensibilidad muy acusada con respecto a la barbarie que representa la guerra. Pero otra
cosa es vivir bajo un gobierno que está lanzando bombas y misiles a cada rato contra
otros países.
Como hemos dicho, hay diversos temas o aspectos muy definidos dentro de
tu poesía: el erotismo, la muerte individual, la guerra convencional o
nuclear, lo fantástico, la convivencia de tradición y modernidad, pero hay
una línea que se insinúa en el poema “Invocación al lenguaje” de Arte de
morir, pero que sólo cristaliza en tus últimos libros. Es lo que podríamos
llamar la de poemas que hablan sobre el arte de la poesía. ¿A qué atribuyes
la irrupción de este tema?
No lo sé. Puede ser a una deformación profesional, ya que he sido profesor de literatura
por muchos años. Lo que sí puedo decirte es que nunca me propuse introducir esa línea.
Aún más, ni siquiera estaba consciente de ella hasta que el crítico venezolano Miguel
141
Gomes la puso en evidencia. Pero me parece que en poemas como “¿Por qué escribe
usted?” o “Arte poética” lo único que queda claro es que no sé por qué escribo, ni cuál es
mi arte poética.
Conocí a Oscar Hahn junto al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal en las fiestas del
Centenario de Neruda (2004); desde entonces nos hemos escrito varios correos hasta
considerarnos buenos amigos. Oscar Hahn es uno de los poetas chilenos más
distinguidos internacionalmente, junto a Gonzalo Rojas, Nicanor Parra y Pablo Neruda,
entre ellos hay algo en común, más allá de la poesía, estudiaron en el Instituto
Pedagógico de la Universidad de Chile.
―Aunque nací en Iquique, en el norte de Chile, mis años de adolescencia los viví en el
sur, en Rancagua. Mis primeros poemas los escribí en esa ciudad, a los 16 años, pero no
quedé conforme y me deshice de ellos. A los 17 empecé a escribir los poemas que
después incluiría en mi primer libro, Esta rosa negra. Cuando llegó el momento de ir a
la universidad, ya tenía claro que quería estudiar literatura, y en esa época el mejor lugar
para hacerlo era el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.
―Se ha dicho que mis temas centrales son el amor y la muerte. Mi primer libro se
llama Arte de morir y el segundo Mal de amor. Sin embargo, hay críticos que postulan
que Mal de amor es un libro sobre la muerte y que Arte de morir es un libro sobre el
amor. Digamos entonces que cruzo la frontera del amor para llegar a la muerte, y la
frontera de la muerte para llegar al amor.
―Cuando Jorge Edwards hablaba de la tradición castellana clásica se refería más que
nada a Arte de morir. Con respecto a Huidobro, si mal no recuerdo, Edwards lo
relaciona con el poema Hipótesis celeste. El problema es que algunos críticos siguen
hablando de la tradición castellana en mi poesía como si después de Arte de morir no
hubiera escrito otros poemas. Mis cuatro libros siguientes tienen poco o nada que ver
con esa tradición.
―En esos años te podías topar con Nicanor Parra en los jardines del Pedagógico.
Muchas veces nos invitaba a almorzar a su casa. Nicanor Parra era profesor, no en el
Departamento de Castellano, sino en el de Matemáticas. Los cinco años que pasé en el
Pedagógico fueron muy importantes en mi formación, pero más que en las aulas, fuera
de ellas, en los diálogos con los otros estudiantes.
“En el Pedagógico había una gran efervescencia, típica de los años sesenta, tanto en lo
cultural como en lo político. Pasábamos alegremente de la Revolución Cubana a los
Beatles, y de los Beatles a la canción de protesta latinoamericana. Muchas de las ideas
de la Unidad Popular se incubaron ahí.”
Has caído preso en dos ocasiones, la primera cuando eras estudiante del
Pedagógico, la segunda, durante la dictadura de Pinochet. ¿Cuál encierro te
obligó a escribir?
―No estuve en la cárcel mientras era alumno del Pedagógico, sino después. Lo que pasó
fue que una vez nos “tomamos” el Pedagógico en apoyo a los maestros de secundaria
que llevaban mucho tiempo en huelga. Los carabineros (policía militarizada) rodearon
el establecimiento y estuvieron a punto de retomarlo por asalto, pero nos mantuvimos
145
firmes y se retiraron. A algunos nos tomaron presos a la salida, pero tuvieron que
soltarnos ahí en la calle, debido a la presión de cientos de estudiantes que exigían a
gritos que nos soltaran.
“La segunda vez fue en Arica, en la noche del 11 de septiembre de 1973, como
consecuencia del golpe militar. Fue una experiencia muy traumática, porque aunque
permanecí en la cárcel un tiempo breve, estuve a punto de que me fusilaran. A la salida
de la cárcel escribí el poema La muerte tiene un diente de oro.”
―Yo partí al exilio a mediados de 1974. Durante varios años, como muchos exiliados,
viví con las maletas listas, esperando la inminente caída del régimen, pero el tiempo
pasaba y pasaba y el dictador no caía. A esas alturas uno ya tiene una familia, una casa,
un trabajo estable, hijos chicos que cuidar, y no es fácil tirar todo por la borda y partir a
la aventura. Sin embargo, traté de volver, pero todo se quedó en promesas de trabajo
que nunca se cumplieron. Muchos exiliados que regresaron a Chile y ocuparon
posiciones de poder en los gobiernos democráticos, se olvidaron de los que seguían
afuera, así que decidí aferrarme a lo que tenía y que me había ganado yo solo, y darles
estabilidad a mis hijos, que por lo demás eran nacidos y criados en Iowa.
¿Qué te significa ahora, que tu libro Mal de amor fuera censurado por la
dictadura de Pinochet?, y ¿hace 25 años? ¿Pensaste en hacerlo llegar a Chile
de manera clandestina?
―Mal de amor fue el único libro de poesía censurado por el régimen de Pinochet,
estando ya impreso y distribuido. Se le ordenó al editor que retirara todos los ejemplares
de las librerías. Pero el libro circuló clandestinamente, en fotocopias o copias
manuscritas de los poemas. Esto ocurrió en 1981, es decir, hace 25 años. Y en unos
meses más, para recordar este hecho, Lom Ediciones va a publicar una edición especial
del libro, con acuarelas de Mario Toral. Que Toral participe en esto es muy significativo
para mí, porque él fue el ilustrador, a petición de Pablo Neruda, de la famosa edición de
146
¿50 años de poesía?, o ¿50 años como poeta? ¿Cómo se mira el tiempo a tu
edad? ¿Y la muerte?
―Se mira el tiempo para atrás, y se ve muy corto. Se mira el tiempo para adelante, y se
ve más corto todavía. La inmortalidad no es uno de los atributos del ser humano, así que
no queda más que resignarse.
―Tuve una relación de amistad y un diálogo casi diario con José Donoso, con Carlos
Germán Belli, con José Agustín y con el poeta rumano Marin Sorescu, pero también me
gustaría mencionar a Raymond Carver, con quien solíamos tomarnos un café y
conversar de vez en cuando en Iowa City. Hablo de 1978. En esos años, para mí él era
solamente Ray, un escritor que recién estaba empezando a ser reconocido y no el
legendario Raymond Carver que conocemos ahora. Recuerdo que bromeaba conmigo
porque habíamos nacido el mismo año.
―Yo había llegado a Chile invitado por el Ministro de Cultura José Weinstein, para
participar en un proyecto de difusión cultural. Cuando Juan Gelman supo que me
encontraba en Santiago, tuvo la amabilidad de llamarme y de invitarme a la entrega del
Premio Iberoamericano Pablo Neruda, que le habían otorgado con tanta justicia. Y,
claro, ahí se juntan dos grandes nombres de nuestra poesía: Neruda y Gelman. Uno, un
poeta torrencial, que deja que el torrente fluya sin diques que lo contengan, y el otro, un
poeta que quisiera decir más, pero que tiene que luchar cuerpo a cuerpo con las
147
limitaciones del lenguaje. Y también, claro, dos grandes combatientes por la dignidad de
nuestros pueblos.
―La población latina ha crecido muchísimo en los Estados Unidos. En estos momentos
hay unos 45 millones de hispanos, incluyendo los indocumentados. Es decir, más
habitantes que en la mayoría de los países latinoamericanos. Las nuevas leyes que se
han presentado en beneficio de los inmigrantes no son un gesto de altruismo, sino una
prueba clara de que los hispanos son un poder político, económico y cultural del cual no
se puede prescindir. Muchas editoriales hispanas ya se están instalando aquí, e incluso
hay editoriales norteamericanas, que antes solamente publicaban libros en inglés, que
ahora están incorporando colecciones de libros en castellano. El impacto de los hispanos
se está dejando ver, pero todavía hay abusos, prejuicios y estereotipos que esta sociedad
debe superar.
―Espero reencontrarme con algunos amigos como Piedad Bonnett, Antonio Gamoneda,
Eugenio Montejo y Tomás Segovia, y poder dialogar informalmente con los otros poetas
invitados. En estas citas internacionales siempre se aprende algo en las sesiones
oficiales, pero muchas veces los nuevos vínculos o amistades que uno hace, incluso con
personas del público, terminan siendo muy gratificantes.
―La Editorial Andrés Bello de Santiago tiene en prensa ahora mismo un libro mío que
148
se llama Obra poética. Incluye todos los poemas que he publicado hasta el año 2006 y
algunos inéditos. En realidad no fue difícil hacer esto porque yo no he escrito ni he
publicado mucho. Y, claro, acabo de corregir las pruebas de imprenta de una antología
que va a publicar la Editorial Visor de Madrid con el título de Archivo expiatorio. En
cuanto a la alianza Lom-Era, no estaba informado, pero me parece estupendo, porque la
literatura mexicana va a circular mejor en Chile, y la chilena en México. Espero ser uno
de los favorecidos.
¿Cómo fue para ti el primer viaje que hiciste a Estados Unidos cuando te
tuviste que ir del país?
149
No es algo que uno decida, así de repente. Lo años van pasando, uno forma una familia,
tiene una casa, un trabajo estable, y entonces ya no es fácil tirar todo por la borda y partir
a la aventura. Además, la dictadura seguía vigente en los primeros años de democracia.
Cuando la situación empezó a mejorar, hice planes para regresar, pero ninguna de las
posibilidades de trabajo que me ofrecieron se concretó y yo no soy de los que parten con
la familia sin tener algo seguro para todos.
Sin duda ha influido en aspectos sutiles que yo no percibo, pero también hay un impacto
en poemas que tienen que ver expresamente con el paisaje y el clima de Iowa, como por
ejemplo “Paisajes de invierno”, “Almendros”, “Grado cero” o “Noche y niebla”. En estos
poemas, y en otros, la nieve y el hielo tienen un rol fundamental. Lo cual no deja de ser
irónico, porque nací y viví muchos años en los desiertos del Norte Grande.
Es evidente que la cultura pop de Estados Unidos ha penetrado en todo el mundo y forma
parte de la vida diaria de las personas. Es lo que los expertos llaman “educación refleja”.
Es decir, todos esos conocimientos que lo nutren a uno y que no forman parte del sistema
educacional de un país. Por ejemplo, la música popular, el cine, la televisión, y hasta la
ropa y la comida chatarra. Esos elementos están presentes en mis poemas. Es inevitable
porque viviendo en Estados Unidos los recibo de primera mano. Hace poco apareció en
España una antología mía que se llama Poemas de la era nuclear. se libro está centrado
en todo esto.
Lo que más falta me hace es el calor humano de la gente común y corriente. Y también la
comida. Echo de menos la comida chilena. Lo que uno come diariamente no es sólo un
alimento físico, también es un alimento espiritual. Y si falta, es una carencia que afecta a
la identidad cultural de uno.
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Yo nombraría dos de muy distinta naturaleza. Uno fue un viaje a Lisboa que hice en el
verano europeo de 2001. Fue un visita romántica, lo que hizo que el mundo exterior: las
calles, las casas, los cafés, el paisaje, se impregnaran de esa relación. Pero el que recuerdo
con más nostalgia y alegría es un viaje que hice con mis niños a las Bahamas en 1997.
Una de las cosas que más detesto en la vida son los aeropuertos. Después del ataque a las
Torres Gemelas todo cambió para peor. Para mí, viajar ya no es un agrado, sino una
tortura. Cuando llego a mi lugar de destino me siento mejor, pero de sólo pensar que para
volver tengo que pasar de nuevo por toda esa burocracia y por los humillantes controles
de los aeropuertos, me deprimo. De hecho, he rechazado invitaciones a otras ciudades,
simplemente porque me sentía mejor quedándome tranquilo en mi casa.
El Caribe a mí me gusta mucho: el mar, los colores del paisaje, las frutas, el clima. No los
típicos “resorts” que están llenos de turistas, sino esas islas pequeñas, casi despobladas,
que no aparecen en los mapas y que escoden historias de piratas y de tesoros enterrados.
Muy poca, creo yo. No soy un “viajero” en el sentido clásico del término. Más bien soy
alguien que se traslada accidentalmente de un lugar a otro. Soy una persona muy
sedentaria y reservada y tiendo a sentirme mejor adentro de mi casa.
¿Qué significa para ti volver a Chile, que destacas de tu última visita al país?
Volver después de 34 años de ausencia, aunque haya estado aquí de visita muchas veces,
es complicado. Cuando salía al extranjero antes del golpe y regresaba, sentía que volvía al
mismo país. Ahora siento que sólo en parte es el mismo país y en gran parte es un país
extranjero para mí, un país que no está en ningún mapa geográfico y tampoco está en mi
mapa mental.
¿Al ser un poeta que vive en el extranjero cual es tu relación con la escena
literaria de acá y la relación con tus lectores?
-Nunca me atrajo la llamada escena literaria. Esa “escena” tiene muy poco o nada que
ver con la literatura. La literatura está en los libros, no en las reuniones sociales.
Tampoco me gusta hacer presentaciones públicas. Cuando las hago, es por obligaciones
que contraigo con alguna editorial o con algún amigo. A otros escritores les encanta todo
eso, y está bien. No estoy criticando a nadie. Que cada cual haga lo que le gusta hacer. En
151
cuanto a los lectores, me interesan mucho los lectores corrientes, aquellos que no son ni
profesores de literatura ni escritores, porque tienen una relación con los libros menos
contaminada.
Casi no leo. Tuve una operación grave a un ojo y eso me arruinó la visión. El acto físico de
leer es muy agotador para mí, más aun arriba de un avión. Lo que hago es escuchar
música en mi iPod. Tengo una verdadera antología de composiciones favoritas,
principalmente jazz y música clásica, que escucho durante el vuelo, y a veces también
“escucho” algún libro.
No creo que surjan de una posición intelectual, sino más bien de aquello que Vallejo
llamaba los "golpes de la vida". Desde luego siempre el intelecto juega algún rol, pero si
esas inquietudes provinieran solamente de la razón, quizás se habrían manifestado bajo
la forma de ensayos y no de poemas. Entonces, claro, hay también una cierta
espontaneidad en todo esto, en el sentido de que no son el producto de una agenda
consciente o de algún programa literario.
Lo que ocurre es que, cuando hay una crítica a la realidad actual, se parte de la
contingencia, pero el poema tiene que ser capaz de trascenderla y de abrirse hacia
dimensiones universales. Entonces no es tanto el hecho específico lo que permanece,
sino cierta posición ética, válida en cualquier tiempo y en cualquier lugar. Esta es una de
153
las varias líneas que hay dentro de mi poesía. Otra es la que tiene que ver con lo
fantástico. Como mi poesía es pluralista, distintos temas y diversas formas de
expresarlos pueden correr por líneas paralelas y hasta converger de vez en cuando. Esto
último es lo que ocurre en "Visión de Hiroshima". En ese poema están las imágenes
visionarias a las que usted alude, pero también hay un llamado de alerta hacia el peligro
de una guerra nuclear.
Quizás eso tiene que ver con mi manera de ser en la vida diaria. Usted puede llegar a mi
casa en un momento determinado y ver que estoy escuchando una sinfonía de Mozart.
Puede regresar más tarde y verá que estoy oyendo "Smells Like Teen Spirit" de Nirvana.
Mi poesía simplemente refleja lo que soy. Me gusta la llamada alta cultura y también la
baja cultura. De modo que pasar de un extremo al otro, por ejemplo del campo realista
al fantástico, para mí no constituye ningún problema. Los dos existen al mismo tiempo.
No veo por qué tendría que actuar como si fueran hechos excluyentes.
Me gusta la llamada alta cultura y también la baja cultura. De modo que pasar de un
extremo al otro, por ejemplo del campo realista al fantástico, para mí no constituye
ningún problema. Los dos existen al mismo tiempo
Su devoción por Huidobro es bien conocida. ¿A qué otros poetas chilenos
aprecia especialmente?
Dentro de mi estética personal sería una incoherencia privilegiar sólo a poetas que
corresponden al mismo canon. He dicho muchas veces que lo que a mí me atrae no son
154
las semejanzas, sino las diferencias. Prefiero los contrastes, la variedad de estilos y
visiones, y no la monótona uniformidad. Yo puedo valorar la tradición, la vanguardia y
la postvanguardia sin ningún prejuicio. La diversidad es central en mi poética. Si yo
hiciera lo que usted dice, sería traicionar mi manera de ver el mundo. Mi poesía es
coherente, pero su coherencia se basa en otras premisas.
Una de ellas es que el universo posee una gran riqueza y una gran complejidad. Esa
riqueza y esa complejidad no pueden ser captadas por una sola poética, única y
excluyente. Yo necesito recurrir a distintas formas de poetizar, incorporando sobre todo
a aquellas que entran en conflicto unas con otras, y aún así es insuficiente.
¿De dónde nace ese pesimismo sobre el futuro del hombre en el mundo, como se revela
en varios libros suyos, especialmente Arte de morir e Imágenes nucleares?
Nace de los porfiados hechos. Bastaría con reflexionar sobre el tema de la guerra. La
guerra es una aberración. La sociedad condena el incesto, la pedofilia o el canibalismo,
pero acepta la guerra con una naturalidad absoluta. Como si resolver los conflictos
políticos o religiosos aniquilando ciudades y matando a miles de seres humanos fuera
algo aceptable e inevitable. Antiguamente había Ministerios de Guerra. Ahora,
hipócritamente, se cambiaron el nombre y se llaman Ministerios de Defensa. Eso
demuestra que saben muy bien lo que están haciendo. El progreso tecnológico es
irrelevante si no lleva aparejado un progreso ético.
Todos mis poemas de amor han surgido de experiencias personales. Ahora bien, es
indudable que esas vivencias y los tópicos que las acompañan se expresan mediante
155
formas que proceden de la tradición literaria, y esa tradición se transmite a través de los
libros. Nadie escribe en el vacío. Además, hay toda una cultura amorosa, extraliteraria,
que determina el comportamiento de los amantes y que se refleja en los poemas. No
creo, sin embargo, que el amor tenga mucho ver con la felicidad. Por ejemplo, alguien
puede sentirse muy feliz porque se sacó la lotería. ¿Pero qué significa ser feliz en el
amor? Si uno usa esa palabra para hablar del amor, sin duda se trata de una felicidad de
otra naturaleza. Yo creo que el amor es un sentimiento muy complejo y muy intenso y
que, además, tiene rasgos completamente contradictorios. Lo dijo Lope de Vega de
manera inmejorable: es "creer que un cielo en un infierno cabe".
No creo que tenga que ver con religiones o filosofías institucionalizadas. Lo que sí puedo
asegurarle es que para mí esas experiencias de lo invisible o de lo fantástico son reales.
Yo pienso que el mundo está lleno de ausencias, y esas ausencias, aunque parezca una
contradicción, son otra forma de presencia. Además, aquí es donde hace crisis el
concepto de realismo. Porque si todo eso es real, quiere decir que los poemas que dan
cuenta de ello son realistas, ¿no? Por ejemplo, eso que yo llamo "la primera oscuridad".
Hay un aforismo que dice: "La vida es un resplandor entre dos oscuridades". Sobre la
segunda oscuridad, que es la muerte, hay toneladas de textos escritos. En cambio, sobre
"la primera oscuridad", que tiene que ver con el modo de existencia anterior al momento
en que fuimos engendrados, se habla y se escribe muy poco. Es un tema que a mí me
perturba. También he incorporado a mis poemas unos personajes que llamo
"prefantasmas". Ellos son los habitantes de la primera oscuridad. Siento que a veces nos
visitan y que deambulan por este mundo, aunque la gente cree que son los fantasmas
tradicionales.
Cualquier persona que pasa más de 30 años fuera de su patria, de algún modo deja de
pertenecer a ella. A la larga uno termina siendo un extraño en el lugar donde está
exiliado, pero también es un extraño en su país de origen
¿Cómo ha influido en su obra la experiencia del exilio durante la dictadura
chilena? ¿Cree que hubiera evolucionado de otra manera si no hubiera
sufrido estos hechos tan dramáticos?
Yo he estado más de tres décadas viviendo fuera de Chile y eso marca a cualquiera. Al
principio todo era como provisorio, a la espera de que cayera el dictador y llegara el
momento de regresar. Pero, mientras tanto, había que sobrevivir, hablando otro idioma,
en medio de otra cultura, y para mí, hasta con un paisaje y un clima que eran totalmente
opuestos al de la región donde residía en Chile. Pasar del calor y del desierto al frío y la
nieve no es un cambio insignificante. Todo esto afecta no sólo la vida de las personas,
sino también lo que escriben. Pero también sucede que vivir tan lejos del país natal te da
una distancia para ver tu idioma de otra manera. Todo esto hizo que captara mejor
156
ciertas peculiaridades del castellano y del español de Chile que no notaba antes, y que
las trasladara a mis poemas. ¿Habría evolucionado de otra manera sin el exilio?
Absolutamente. Cualquier persona que pasa más de 30 años fuera de su patria, de algún
modo deja de pertenecer a ella. A la larga uno termina siendo un extraño en el lugar
donde está exiliado, pero también es un extraño en su país de origen. El sentimiento de
inquietante extrañeza que hay en un sector de mi poesía, ¿viene de ahí? Es posible.
Esta es una pregunta que yo mismo me he hecho, sobre todo en este último año, porque
he dejado de hacer clases y de realizar actividades académicas. Y he llegado a la
siguiente conclusión. Todos los escritores trabajan con sus vivencias personales y con las
circunstancias individuales y sociales que los rodean. Pero también son "alimentados"
por los libros, el arte, el cine, la música, la televisión, etc. Por lo tanto, no creo que mi
labor de ensayista o de profesor de literatura haya enriquecido o empobrecido mi poesía
ni más ni menos que los otros componentes que acabo de nombrar. Lo que importa es lo
que uno hace o deja de hacer con ellos.
Hace poco leí en una revista norteamericana lo mismo que usted plantea sobre el alto
nivel de la poesía chilena. "¿Es el agua, el aire, el mar o la cordillera?", se preguntaba el
articulista. Un crítico español del siglo XIX, Marcelino Menéndez Pelayo, sostenía que
Chile no era un país de poetas, sino de historiadores, y que jamás produciría grandes
157
Es difícil saberlo con certeza. Todo esto es muy relativo y muy cambiante, porque
también está el problema de la desvalorización. En Chile hubo un tiempo en el que se
consideraba que las dos grandes figuras de la poesía nacional eran Pablo Neruda y
Humberto Díaz Casanueva. En la actualidad, yo me he topado con muchos poetas y
lectores chilenos, que ni siquiera saben quién es Díaz Casanueva. Sin embargo, en
Venezuela, Díaz Casanueva sigue siendo muy admirado. El caso de Rosamel es curioso.
El siempre se comportó como si Díaz Casanueva, que era muy amigo suyo, fuera el gran
poeta, y él una figura secundaria. Pero ahora escucho a gente que sostiene que es
exactamente al revés.
Bueno, sucede que en Chile ahora mismo hay una verdadera obsesión por rescatar a
escritores muertos que en su época no fueron reconocidos. Pero también hubo un
virulento artículo del novelista Rafael Gumucio en el cual decía que todo ese culto a los
muertos le parecía desatinado y sin verdadera justificación. Como sea, por lo menos en
Chile, esos escritores sí están teniendo una segunda oportunidad, a través de cuidadas
reediciones de sus libros. Es bueno que así sea. Pero sólo el tiempo dirá si esos rescates
eran merecidos o si sólo obedecían a una moda del momento.
158
Reconocido como uno de los escritores de la Generación del 60' en Chile, también
llamada Generación Trilce.
Mal de Amor, publicado en Santiago de Chile en 1981, fue el único libro de poemas
prohibido durante la dictadura militar, después de estar impreso y distribuido.
Según The Washington Post, «uno de los poemas tenía un verso que, por decisión del
gobierno, era irrespetuoso hacia la Virgen María, y el editor fue notificado de que no
podría distribuir el libro».
El 31 de mayo de 2006, el Jurado Calificador integrado por José Manuel Caballero, Luis
García, Jesús García, Benjamín Prado, Imma Turbau y Anna María Rodríguez-Arias, le
concedió Hahn el VI Premio Casa de América de Poesía Americana , por su obra En un
abrir y cerrar de ojos.1
Poesía
Ensayo
Tomado de Wikipedia
161
Muestrario de Poesía
1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto Sosa 32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas / Czeslaw Milosz
2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo 33. El barco en llamas y otros poemas / Jaroslav Seifert
3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / Joaquín 34. Uno escribe en el viento y otros poemas / Gonzalo
Pasos Rojas
4. Habitante del milagro y otros poemas / Eduardo 35. El animal que llora y otros poemas / Antonio
Carranza Gamoneda
5. Propiedad del recuerdo y otros poemas / Franklin Mieses 36. Los andamios del mundo y otros poemas / Ledo Ivo
Burgos 37. Dominican Style y otros poemas / Alexis Gómez Rosa
6. Poesía vertical (selección) / Roberto Juarroz 38. Poesía francesa actual / Muestra de 40 autores
7. Para vivir mañana y otros poemas / Washington 39. Número equivocado y otros poemas / Wislawa
Delgado. Szymborska
8. Haikus / Matsuo Basho 40. Desde la república de la conciencia y otros poemas /
9. La última tarde en esta tierra y otros poemas / Mahmud Seamus Heaney
Darwish 41. La tierra giró para acercarnos y otros poemas /
10. Elegía sin nombre y otros poemas / Emilio Ballagas Eugenio Montejo
11. Carta del exiliado y otros poemas / Ezra Pound 42. Secreto de familia y otros poemas / Blanca Varela
12. Unidos por las manos y otros poemas / Carlos 43. Tal vez no era pensar y otros poemas / Idea Vilariño
Drummond de Andrade 44. Bajo la alta luz inmerso y otros poemas / Mariano
13. Oda a nadie y otros poemas / Hans Magnus Brull
Enzersberger 45. Las ocupaciones nocturnas / Jorge Enrique Adoum
14. Entender el rugido del tigre / Aimé Césaire 46. La gruta de las palabras y otros poemas / Vladimir
15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas árabes Holan
contemporáneos 47. La vida nada más, la sola vida y otros poemas /
16. Voy a nombrar las cosas y otros poemas / Eliseo Diego Gastón Baquero
17. Muero de sed ante la fuente y otros poemas / Tom 48. El futuro empezó ayer / Luis Cardoza y Aragón
Raworth 49. Los errores necesarios y otros poemas / Joaquín
18. Estoy de pie en un sueño y otros poemas / Ana Istarú Giannuzzi
19. Señal de identidad y otros poemas / Norberto James 50. Jardín de Piedra / Fernando Ruiz Granados
Rawlings 51. Hablar desde la inseguridad / Rafael Cadenas
20. Puedo sentirla viniendo de lejos / Derek Walcott 52. El hombre acorralado y otros poemas / Luis Alfredo
21. Epístola a los poetas que vendrán / Manuel Scorza Torres
22. Antología de Spoon River / Edgar Lee Masters 53. Territorios Extraños /José Acosta
23. Beso para la Mujer de Lot y otros poemas / Carlos 54. Cuadernos de Voronezh / Osip Mandelstam
Martínez Rivas 55. La traición de los sueños / Francisco de Asís
24. Antología esencial / Joseph Brodsky Fernández
25. El hombre al margen y otros poemas / Heberto Padilla 56. Quemaremos los días por venir / Radhamés Reyes-
26. Réquiem y otros poemas / Ana Ajmátova Vásquez
27. La novia mecánica y otros poemas / Jerome 57. Sobre toda palabra / Rafael Guillén
Rothenberg 58. Días de Carne / César Sánchez Beras
28. La lengua de las cosas y otros poemas / José Emilio 59. Bajo la noche enemiga y otros poemas / Ulises
Pacheco Varsovia
29. La tierra baldía y otros poemas / T.S. Eliot 60. La imperfección es la cima / Yves Bonnefoy
30. El adivinador de hojas y otros poemas / Odysseas 61. Voluntad de la luz / Luis Armenta Malpica
Elytis 62. Ciudad en llamas y otros poemas / Oscar Hahn
31. Las ventajas de aprender y otros poemas / Kenneth
Rexroth
162
Colección
Muestrario de
Poesía
2010