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perdonaría. Son ellas mismas las que critican a “promiscuas” y
“solteronas”, mientras ellos salen impunes de los mismos “críme-
nes”. Teniendo en cuenta que los avisos del Día de la Madre
promocionan descuentos en lavarropas, cocinas o heladeras,
y los del Día del Padre presentan teléfonos, autos y equipos
de sonido, queda claro que la lucha por la igualdad de géneros
continúa hasta la fecha y dentro de nuestras propias casas.
En Uruguay, por ejemplo, se celebra el Día del Hombre desde
hace unos años, pero es más para aplaudir su existencia que
recordar una lucha, como lo es con el Día Internacional de la
Mujer. Ese día lleva consigo el peso de una súplica interminable
por la igualdad y me niego a reconocer que debería existir cierta
lucha, por el simple hecho de que somos y siempre fuimos
iguales. No debería haber existido el movimiento feminista,
porque ser feminista, de alguna forma, es ser machista. Al
reconocer que la mujer tiene que luchar por sus derechos, se
reconoce que hay una diferencia entre los géneros y se asume
una posición de defensa ante los machistas. Al defenderse, las
feministas dan validez a los ataques contra ellas y ya que esa
discriminación no tiene peso alguno, no debería ser reconocida.
Quiero que dejen de existir las fechas especiales, así celebramos
el Día de la Mujer así como todos los otros días que rinden
homenaje a la madre, los amigos y tantos otros acontecimientos
cada uno de los días que hace al año. Me gustaría que le demos a
nuestro género, y sobre todas las cosas, a la humanidad, la impor-
tancia que se merecen y que no sólo en marzo recordemos esas
batallas debieron, pero lastimosamente tuvieron que ser peleadas.
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