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ESPECIAL DÍA DE LA MUJER

“El hombre reina y


la mujer gobierna” Ponson du Terrail

Por: Eliana González

En el mes de marzo recordamos el Día Internacional de la Mujer


Trabajadora, una imagen que hasta hace unas décadas, no era más
que un oxímoron. Es decir, mujer y trabajo no podían combinarse
con sensatez de la misma forma que océano árido o grito silencioso.
Ojalá esa frase nunca haya sido una contradicción, y que el 8 de
marzo no sea el único día del año en que conmemoramos la historia
de las mujeres que lucharon por sus derechos, los mismos que hoy
nosotras disfrutamos y muchas veces, incluso, damos por sentado.

Siempre me causa cierta gracia la importancia que se da a las


fechas internacionales que homenajean a una causa ambiental,
profesión o etnia. ¿Solamente porque es el día de alguien hay
que recordarlo? ¿Qué pasa el resto del año? ¿Esos mismos
homenajeados pasan a un segundo plano? Me sucede lo mismo
con los cumpleaños, no encuentro cómo sentirme especial por
el solo hecho de haber nacido ese día. Ni qué decir cuando
nos vemos obligados a regalar cosas a miembros de la familia,
novios o amigos sólo porque una fecha nos dice que es su día
especial. El Día de la Mujer me causa una sensación similar,
pues –pensándolo bien–, los avances de la mujer dentro de
nuestra sociedad deberían ser aplaudidos los 365 días del año.
Desde hace 93 años, el Día Internacional de la Mujer se
celebra el 8 de marzo, recordando aquel día en que se legali-
zó el voto femenino. Aunque no se sabe a ciencia cierta de
dónde surgió la fecha, muchos sostienen que surgió en 1917 en
Rusia, cuando las mujeres se amotinaron contra el gobierno
demandando comida, dando inicio a la Revolución bolchevi-
que. El gobierno provisorio, que fue instaurado después de
derrocar al zar Alexander, otorgó a las mujeres el derecho
legal de votar y de participar en las decisiones populares.
Este día se reconoce no sólo a esas mujeres rusas, sino a todas las
que pelearon por sus derechos a lo largo de los siglos. Un ejemplo
remoto de valor y lucha en nuestra patria son Las Residentas,

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perdonaría. Son ellas mismas las que critican a “promiscuas” y
“solteronas”, mientras ellos salen impunes de los mismos “críme-
nes”. Teniendo en cuenta que los avisos del Día de la Madre
promocionan descuentos en lavarropas, cocinas o heladeras,
y los del Día del Padre presentan teléfonos, autos y equipos
de sonido, queda claro que la lucha por la igualdad de géneros
continúa hasta la fecha y dentro de nuestras propias casas.
En Uruguay, por ejemplo, se celebra el Día del Hombre desde
hace unos años, pero es más para aplaudir su existencia que
recordar una lucha, como lo es con el Día Internacional de la
Mujer. Ese día lleva consigo el peso de una súplica interminable
por la igualdad y me niego a reconocer que debería existir cierta
lucha, por el simple hecho de que somos y siempre fuimos
iguales. No debería haber existido el movimiento feminista,
porque ser feminista, de alguna forma, es ser machista. Al
reconocer que la mujer tiene que luchar por sus derechos, se
reconoce que hay una diferencia entre los géneros y se asume
una posición de defensa ante los machistas. Al defenderse, las
feministas dan validez a los ataques contra ellas y ya que esa
discriminación no tiene peso alguno, no debería ser reconocida.
Quiero que dejen de existir las fechas especiales, así celebramos
el Día de la Mujer así como todos los otros días que rinden
homenaje a la madre, los amigos y tantos otros acontecimientos
cada uno de los días que hace al año. Me gustaría que le demos a
nuestro género, y sobre todas las cosas, a la humanidad, la impor-
tancia que se merecen y que no sólo en marzo recordemos esas
batallas debieron, pero lastimosamente tuvieron que ser peleadas.

increíbles mujeres que trabajaron las tierras devastadas y recons-


truyeron Paraguay después de la Guerra contra la Triple Alianza;
las que como Juana de Arco pelearon guerras y marcharon por
las calles exigiendo justicia; igual que hoy, mujeres que salen a
buscar el sustento para sus hijos aun cuando no sea socialmente
aceptable verlas en otras labores que no correspondan a las
del hogar; muchas de ellas, mujeres solas que deben enfrentar
un mundo manejado por hombres, sí, ellas, mujeres, pilar de
familias enteras. Ayer como hoy, mujeres trabajadoras y únicas:
maestras, secretarias, profesionales que luchan por el día a día.
En esa fecha también se conmemora la batalla por los derechos
de la mujer en el ámbito social, político y laboral, y si no fuese
por el conformismo típico de la sociedad y las instituciones que
condenaban a la mujer al hogar, esas batallas nunca habrían sido
peleadas. Es fácil mirar atrás y pensar “yo hubiera actuado diferen-
te, yo no hubiera aceptado que me discriminen por ser mujer”.
Pero la realidad muchas veces se desmaterializa en la imaginación.
Todos sabemos que en cuanto a capacidad intelectual, no existe
diferencia entre sexos. Hoy en día, prácticamente todo el mundo
reconoce esa igualdad, a excepción de algunos países musulmanes
donde las mujeres son privadas de los mismos derechos que
los hombres. Sin embargo, en nuestro país aún hoy existe una
marcada diferencia asumida incluso por mujeres independientes
económica y socialmente. Esta diferencia se evidencia en parejas
en las cuales ambos trabajan y a veces hasta la mujer trabaja
más que el hombre, donde siempre es ella quien se encarga de
todas las tareas del hogar y la crianza de los hijos. Y peor aún,
sigo viendo en las noticias a mujeres víctimas de sus matrimonios,
que toleran maltratos y engaños, cuando un hombre jamás los

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