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D.

RINDOS (1993): LOS ORIGENES DE LA AGRICULTURA: UNA PERSPECTIVA


EVOLUCIONISTA. ED. BELLATERRA

Sinapsis

Este autor se basa en el evolucionismo neodarwinista para explicar los orígenes de la


agricultura, por lo tanto conceptos como variación, selección y transmisión son claves en
su modelo. En realidad es la aplicación del seleccionismo natural a un problema cultural.

En primer lugar, Rindos critica fuertemente a todos los planteamientos, especialmente a


la ecología cultural por haber dado lugar a lo que ha llamado el “paradigma de la
consciencia”. La ecología cultural ha planteado un modelo evolucionista mecanicista y
lamarckiano, pues la agricultura es la consecuencia de una variación dirigida y consciente
que surgió como efecto de un desequilibrio entre el sistema cultural y el medioambiente;
es decir, se trata de una variación dirigida automáticamente hacia la adaptación. Esto
quiere decir que el hombre cuando actuó tenía una especie de conciencia evolutiva en
cuanto tuvo la capacidad de predecir los efectos positivos. Esta es la crítica que le hace a
Binford, para quien la domesticación es una respuesta adaptativa a un desequilibrio entre
población y recursos. La respuesta a una crisis ambiental es incrementar la producción a
través del cultivo y la domesticación de animales. Rindos critica a Binford que su modelo
como el de otros autores como Flannery, es tautológico en cuanto, primero se considera a
la domesticación como la única opción posible y, por lo tanto, la más adaptada y,
segundo, porque realmente no hay un análisis de la naturaleza de la relación del hombre
con las plantas.

Contrario a los modelos mecanicistas de estímulo respuesta, Rindos plantea que la


agricultura es la culminación de un proceso de selección de relaciones entre las plantas y
el ser humano. Este planteamiento aunque a primera vista nos puede parecer simple
tienes implicaciones importantes.

1. La evolución cultural al igual que la evolución natural no tiene dirección


simplemente es el resultado de un proceso selectivo entre los agentes
involucrados que no requiere una fuerza mayor para explicar el cambio. Es decir,
la variación es independiente de las presiones selectivas. El cambio se da por la
selección de determinadas conductas que tuvieron una aptitud favorable para ser
transmitidas.

2. En el caso concreto de la agricultura, niega que sea el resultado de una respuesta


rápida, consciente y previsible ante un desequilibrio entre el hombre y la
naturaleza. De esta manera rompe con la mayoría de los modelos que se apoyan
en algún tipo de estímulo que despertó la conciencia adaptativa y evolutiva de los
seres humanos. Simplemente fue el resultado de cambios en la relaciones entre el
hombre y las plantas que derivó en un proceso de co-evolución que no estuvo
dirigido por ninguna meta adaptativa.

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D. Rindos para sustentar su modelo seleccionista en contra de los modelos inmediatos de
estímulo respuesta hace un análisis de la relación entre el hombre y las plantas, plantea
que si bien el hombre obviamente debió seleccionar los mejores individuos, la respuesta
de las plantas en cuanto a su modificación morfológica y genética es tan lenta que es
imposible que el hombre pudiera hacer predicho los efectos y los resultados de la
domesticación. Esto simplemente quiere decir que los rendimientos de los primeros
cultivos no fueron mejores que los de las plantas silvestres incluso en algunos casos el
rendimiento podría ser menor. Esto que puede parecer obvio, tiene sus consecuencias
pues significa que ante una crisis ambiental de alto impacto, el cultivo de plantas no
debió ser una respuesta adaptativa con un éxito asegurado. Es decir, Rindos haciendo un
análisis minucioso de la naturaleza de las plantas duda de que los rendimientos de las
primeras cosechas fuera tal para hacer frente a una verdadera crisis demográfica como la
que arguyen los ecologistas.

Otro argumento que utiliza este autor en contra del concepto de intencionalidad y de
adaptación es el caso de plantas que no fueron domesticadas y que fueron manipuladas
intensamente por grupos prehistóricos. Esto quiere decir que la interacción se dio con un
grupo amplio de plantas pero no todas respondieron igualmente a la presión antrópica, lo
que indica claramente que la agricultura no fue un proceso intencional, pues de lo
contrario el proceso hubiera excluido un amplio número de plantas que sabemos por los
restos arqueológicos que formaron parte del proceso pero que con el tiempo no sufrieron
las transformaciones consecuentes. Todo lo anterior no significa que el hombre no
seleccionase los mejores individuos, pero el hecho de no poder predecir los resultados a
largo plazo niega cualquier clase de precognición.

Si bien el planteamiento de Rindos, su determinismo seleccionista es muy atractivo, por


qué si el rendimiento de los primeros cultivos no era mayor a la recolección de especies
silvestres dicha conducta fue seleccionada. En un esquema de este tipo, se puede
presumir que dicha conducta pudo tener ventajas para quien la practicara, pues aquí hay
que tener en cuenta la relación entre la unidad de selección y la unidad de evolución, es
decir, en una región determinadas los individuos con una relación más estrecha con las
plantas se vieron favorecidos por la selección. Tales circunstancias pudieron estar
marcadas por ejemplo por territorios más reducidos o una necesidad de mayor
producción.

1. Domesticación incidental: inicio de la relación simbiótica y de la codependencia,


por ejemplo la relación con plantas abandonadas en el campamento.
2. Domesticación especializada: la relación hombre-planta se vuelve más estrecha y
se ejerce una mayor protección hacia determinadas plantas. Se establece un mayor
grado de dependencia entre el hombre y las plantas.
3. Domesticación agrícola: se trata de una relación con plantas que han respondido
favorablemente a la presión selectiva presentando rasgos altamente beneficiosos
para los grupos humanos.

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