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Todos saben lo que es la simetría. Pero en este artículo, Mario Livio, del Instituto
Científico del Telescopio Espacial (STScI en inglés), Baltimore, USA, explica cómo pueden
ser simétricas no solo las figuras, sino también las leyes naturales.
Todos se darán cuenta de que la mancha de tinta de la parte inferior izquierda es simétrica,
pero pocos saben que la figura de la parte inferior derecha también se considera simétrica
desde el preciso punto de vista matemático. ¿Qué es entonces realmente la simetría? ¿Y por
qué ese concepto ha resultado tan fundamental que muchos científicos creen que es la base
de las leyes naturales?
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leída de atrás adelante. La misma propiedad tiene el título de la película Amor a Roma. Las
frases con ese tipo de simetría se denominan palíndromos. Pues bien, los palíndromos
juegan un importante papel en la estructura del cromosoma Y, que define el sexo de los
machos. Hasta el 2003, los biólogos especialistas en el genoma creían que, dado que el
cromosoma Y carece de compañero con el que intercambiar sus genes, su carga genética
tendería a perderse debido a mutaciones que la dañaran. Mas para su sorpresa, los
investigadores que secuenciaron el cromosoma Y descubrieron que ese cromosoma
combate su destrucción usando palíndromos. Unos 6 millones de letras de su DNA (de un
total de 50 millones) forman secuencias en forma de palíndromos. Estas copias-espejo
proporcionan una copia de seguridad ante mutaciones perjudiciales y permiten que, en
cierto sentido, ese cromosoma haga el sexo consigo mismo, pues ambas hileras pueden
intercambiar su posición.
Para las figuras y formas bidimensionales, como las que se dibujan en un trozo de papel,
existen exactamente 4 tipos de simetría "rígida" (o sea, sin permitir estiramientos ni
distorsiones). Se conocen por los nombres de: reflexión, rotación, traslación y reflexión con
deslizamiento.
Muchas letras del alfabeto tienen también esa propiedad; por eso, si en un folio colocamos
en columna (una debajo de otra) las letras AHIMTWX y ponemos un espejo al lado de ella,
la imagen reflejada es idéntica a la columna original.
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La simetría rotacional domina también mucho en la naturaleza. Un copo de nieve girado
60, 120, 180, 240, 300 ó 360 grados (en torno al eje que pasa por su centro y es
perpendicular a su plano) conduce a una configuración indistinguible de la original.
También permanecerá inalterado un círculo girado un ángulo arbitrario entorno a su eje
central perpendicular.
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Las marcas de los pies se conservan por una reflexión con deslizamiento
Todas las simetrías discutidas hasta ahora son simetrías de formas y figuras: aquellas que
de hecho podemos ver con nuestros propios ojos. Las simetrías que subyacen a las leyes
fundamentales de la naturaleza están íntimamente relacionadas con ellas; pero en lugar de
centrarse en la forma o la figura, tienen que ver con una cuestión diferente: ¿qué
transformaciones pueden realizarse en el mundo que nos rodea que dejen inalteradas las
leyes que describen todos los fenómenos que observamos?
Reglas de simetría
Las "leyes naturales" en su conjunto describen un cuerpo de reglas que se supone que
explican al pie de la letra todo lo que observamos en el universo. Que semejante enorme
conjunto de reglas existiera era inconcebible antes del siglo XVII. Sólo gracias a las obras
de gigantes de la ciencia como Galileo Galilei (1564-1642), René Descartes (1596-1650) y,
en especial, Isaac Newton (1642-1727) resultó claro que un simple puñado de leyes podía
explicar un extenso campo de fenómenos. De pronto, cosas tan diversas como la caída de
las manzanas, las mareas en la playa y el movimiento planetario, todo quedaba cubierto por
el paraguas de la ley de la gravitación de Newton.
Esas leyes naturales se vio que obedecían algunas de las mismas simetrías que acabamos de
encontrar y algunas otras pocas simetrías, algo más esotéricas. Ante todo, esas leyes son
simétricas por traslaciones. La forma en que esa propiedad se manifiesta es muy sencilla:
independientemente de que un experimento se realice en Nueva York o Los Ángeles, en el
otro extremo de la Vía Láctea o en una galaxia a más de mil millones de años luz, los
resultados podremos describirlos usando las mismas leyes. ¿Cómo sabemos que eso es
verdad? Porque las observaciones sobre galaxias diseminadas por todo el universo
muestran no sólo que la ley de la gravitación es la misma aquí y allí; también que los
átomos de hidrógeno en los confines del universo obedecen con exactitud las mismas leyes
del electromagnetismo y la mecánica cuántica que en la Tierra.
Las leyes naturales también son simétricas respecto a las rotaciones: esas leyes presentan
exactamente la misma forma, tanto si medimos en dirección norte como en dirección a la
cafetería más cercana. Es decir, la física no tiene direcciones preferentes en el espacio.
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Si no fuera por esa notable simetría de las leyes por traslaciones y rotaciones, no habría
esperanza de entender nunca las diferentes partes del cosmos. Más aún, incluso aquí en la
Tierra, si esas leyes no fueran simétricas los experimentos habrían de repetirse en cada
laboratorio por todo el globo.
Una palabra de cautela es necesaria para distinguir entre las simetrías de las figuras y las de
las leyes. Los antiguos griegos pensaban que las órbitas de los planetas alrededor del sol
eran simétricas respecto a las rotaciones: o sea, circulares. En realidad, esa no es la forma
de las órbitas; sin embargo la ley de la gravitación de Newton sí es simétrica respecto a las
rotaciones. Eso significa que las órbitas pueden ser (¡de hecho lo son!) elípticas, aunque sí
pueden tener cualquier orientación en el espacio (ver arriba).
En el primer párrafo afirmé algo que es más fuerte que decir simplemente que las leyes
obedecen ciertas simetrías. Dije que la simetría puede ser el origen de las leyes. ¿Qué
significa eso?
Imagina que nunca antes habías oído hablar de los copos de nieve y que alguien te pide que
lances una hipótesis sobre la forma de uno de ellos. Claramente se trata de un empeño
imposible. Por lo que tú conoces, el copo de nieve lo mismo puede parecerse a una tetera
que a la letra S que a Bugs Bunny.
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Incluso si te dieran la forma de uno de los rayos del copo de nieve (arriba, a) y te dijeran
que es una parte de la figura completa, ello no te ayudaría mucho. El copo de nieve podría
tener el aspecto de la configuración b (arriba). Por otra parte, si te dijeran que el copo de
nieve es simétrico por rotaciones de 60 grados en torno a su centro, esa información sí
podría usarse de forma muy eficiente. Esa simetría limita inmediatamente las posibles
configuraciones a copos de nieve de seis, doce, dieciocho, etc., esquinas. Asumiendo por
experiencia que la naturaleza tiende a optar por la solución más simple y económica, una
suposición muy razonable sería la del copo de nieve de seis esquinas (arriba, c). En otras
palabras, la exigencia de simetría en la figura nos ha puesto en la dirección correcta.
En esa misma línea, la exigencia de que las leyes naturales sean simétricas respecto a
ciertas transformaciones, no sólo dicta la forma de estas leyes; en ciertos casos, además,
hace necesaria la existencia de fuerzas o nuevas partículas elementales. Dejad que me
explique usando dos ejemplos de interés.
Uno de las principales metas de Einstein para su explicación de la relatividad general fue
formular una teoría dentro de la cual las leyes naturales se presentaran exactamente igual
para todos los observadores. Es decir, las leyes debían ser simétricas respecto a cualquier
cambio de nuestro punto de vista espacio-temporal (en Física, esto se denomina
"covarianza general"). Un observador sentado sobre la espalda de una tortuga gigante
debería deducir las mismas leyes que uno montado en un tiovivo o en un cohete en plena
aceleración. De hecho, si las leyes han de ser universales ¿por qué iban a depender de si el
observador está o no acelerando?
Aunque la exigencia de simetría por parte de Einstein era ciertamente razonable, no era en
absoluto trivial. Después de todo, un millón de traumatismos cervicales al año, sólo en
Estados Unidos, prueba que sí notamos la aceleración. Y cada vez que un avión entra en un
bache de aire, sentimos cómo el estómago se nos sube a la garganta. Parece pues haber una
clara distinción entre movimiento uniforme y acelerado. ¿Cómo entonces las leyes
naturales pueden ser las mismas para observadores en movimiento acelerado, cuando estos
observadores parecen experimentar fuerzas adicionales?
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Control de peso, estilo "ascensor": ganando peso cuando el ascensor acelera hacia
arriba (a), perdiéndolo cuando acelera hacia abajo (b) y consiguiendo pérdida total de
peso en caída libre (c)
En una conferencia impartida en Kyoto en 1922, Einstein describió así ese momento de
revelación que tuvo en 1907: "Estaba sentado en la oficina de patentes, en Berna, cuando de
repente se me ocurrió el siguiente pensamiento: si una persona está en caída libre ya no
sentirá su propio peso. Estaba impresionado. Ese simple pensamiento me hizo una profunda
impresión. Ello me impulsó a la teoría de la gravitación.”
Reseña
El Dr. Mario Livio, un Astrofísico Numerario del Instituto Científico del Telescopio
Espacial, ofrece una explicación muy interesante de la simetría de las leyes naturales. Para
las formas y figuras trazadas sobre un trozo de papel existen cuatro tipos de simetría:
reflexión, rotación, traslación y reflexión con desplazamiento. ¿Cómo pueden aplicarse
estas simetrías a las leyes naturales? ¿Las leyes naturales son simétricas? ¿Qué
transformaciones pueden hacerse sobre ellas de forma que las leyes queden invariantes?
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Aunque no está directamente relacionado con el curriculum de materias escolares, este
artículo será seguramente de interés para todos los profesores de ciencias a los que les
gustaría mejorar su comprensión de las leyes que gobiernan el universo. Los profesores de
matemáticas podrían encontrar este artículo de especial interés.
Elton Micallef, Malta
El doctor Mario Livio es un Astrofísico Numerario del Instituto Científico del Telescopio
Espacial (STScI; Baltimore, MD, USA), el instituto que lleva el programa científico del
telescopio espacial Hubble.
Este artículo se publicó primero en una forma más larga en Plus, una revista online gratuita
que pretende introducir a los lectores en la belleza y aplicaciones de las matemáticas. El
artículo original puede leerse aquí: www.plus.maths.org/issue38/features/livio/index.html
http://www.plus.maths.org/issue38/features/livio/index.html
Symmetry rules
by Mario Livio
Everybody will recognise the inkblot in figure 1 as being symmetric, but few know that
figure 2 is also considered symmetric in the precise mathematical sense. So, what is
symmetry, really? And why has this concept become so pivotal that many scientists believe
it to be the source from which the laws of nature originate?
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Figure 1: This inkblot is obviously symmetric...
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For figures and shapes drawn on a flat piece of paper, there are
precisely four types of "rigid" symmetries (when stretching and
distortions are not allowed), known as: reflection, rotation, translation,
and glide reflection.
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Figure 4: A snow flake is symmetric under rotation
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Symmetry rules
The laws of nature were found to obey some of the same symmetries we
have already encountered, as well as a few other, more esoteric, ones.
To begin with, the laws are symmetric under translations. The
manifestation of this property is simple: whether you perform an
experiment in New York, in Los Angeles, at the other edge of the Milky
Way galaxy, or in a galaxy a billion light-years from here, you will be
able to describe the results using the same laws. How do we know this
to be true? Because observations of galaxies all across the universe
show that not only is the law of gravity there the same as here, but also
that hydrogen atoms at the edge of the observable universe obey
precisely the same laws of electromagnetism and quantum mechanics
that they obey here on Earth.
The laws of nature are also symmetric with respect to rotations — the
laws look precisely the same whether we measure directions with
respect to north, the nearest Starbucks, or the party line — physics has
no preferred direction in space. Nature has been kind to us in being
governed by truly universal laws, rather than by parochial bylaws.
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Unlike in the real estate business — where everything is location,
location, location — neither our location in space nor our orientation
with respect to distant stars makes any difference for the laws of nature
we deduce.
Figure 6: Newton's law of gravity may be symmetric under rotations, but this doesn't
mean the orbits are.
If not for this remarkable symmetry of the laws under translations and
rotations, any hope of ever understanding different parts of the cosmos
would be forever lost. Furthermore, even here on Earth, if the laws were
not symmetrical, experiments would have to be repeated in every
laboratory across the globe.
Imagine that you have never heard of snowflakes before, and someone
asks you to guess the shape of a snowflake. Clearly, this is an
impossible task. For all you know, the snowflake may look like a teapot,
like the letter S, or like Bugs Bunny.
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Figure 7: Trying to reconstruct a snowflake
Even if you are given the shape of one ray of the snowflake (figure 7a)
and are told that this is part of the shape, this is not much help, since
the snowflake could still look, for instance, like the configuration in
figure 7b. If you are told, on the other hand, that the snowflake is
symmetric under rotations through 60 degrees about its centre, this
information can be used very effectively. The symmetry immediately
limits the possible configurations to six-cornered, twelve-cornered,
eighteen-cornered, and so on, snowflakes. Assuming, based on
experience, that nature would opt for the simplest, most economical
solution, a six-cornered snowflake (figure 7c) would be a very
reasonable guess. In other words, the requirement of the symmetry of
the shape has guided us to the right path.
In the same way, the requirement that the laws of nature would be
symmetric under certain transformations not only dictates the form of
these laws, but also, in some cases, necessitates the existence of forces
or of yet undiscovered elementary particles. Let me explain, using two
interesting examples.
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While Einstein's symmetry requirement was certainly reasonable, it was
by no means trivial. After all, a million whiplash injuries per year in the
United States alone demonstrate that we do feel accelerations. Every
time an aeroplane hits an air pocket, we feel our stomachs physically
leap into our throats [garganta]— there appears to be an unmistakable
distinction between uniform and accelerating motion. So how can the
laws of nature be the same for accelerating observers, when these
observers appear to experience additional forces?
Figure 8: Weight control, elevator style - gaining weight when the elevator accelerates
up (a), losing weight when it accelerates down (b) and achieving weightlessness when
it free falls (c).
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he won't feel his own weight. I was startled. This simple thought made a
deep impression on me. It impelled me toward a theory of gravitation."
Quantum symmetry
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The electromagnetic force acts on particles that have an electrical
charge, and is responsible for many phenomena we experience in
everyday life, including electrostatic forces and magnetic forces. The
weak nuclear force is about a hundred thousand times weaker within the
nucleus than the electromagnetic force and is responsible, for example,
for the radioactive decay of uranium, and plays an important role in the
energy-producing reactions in the core of our Sun. The force transforms
a neutron into a proton, while creating in the process an electron and an
antineutrino (the "antiparticle" of a neutrino). The theory of the
unification of these two forces (the unified force was subsequently
dubbed the electroweak force) was one of symmetry's most dramatic
success stories.
Figure 9: The messenger particles for the electromagnetic force are photons.
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Figure 10: Symmetry dictated the existence of equivalent messenger particles for the
weak nuclear force.
The symmetry between the two forces is perfect — the laws of nature
take the same form if electrons are interchanged with neutrinos or with
any mixture of the two. The same is true if photons are interchanged
with the W and Z force-messengers. Just as the symmetry of the laws of
nature under any change in the spacetime coordinates requires the
existence of gravity, the symmetry between electrons and neutrinos
dictates the existence of the photon and the W and Z messenger
particles. Once again, it appears that when one starts with the
symmetry, the laws practically write themselves. So, is symmetry truly
fundamental in the universe, or is the human brain somehow [de alguna
manera] tuned [sintonizado] only latch [como un pestillo] onto [en
relación a los aspectos simétricos del universo] the symmetric aspects of
the universe?
Imagine what would have happened if the human eye were sensitive
only to a very narrow range [muy estrecho rango de ondas de longitude
de ondas] of wavelengths, say, in the red part of the electromagnetic
spectrum. Early scientists would have naturally concentrated on
explaining why everything in the observable cosmos was red. Similarly,
a fisherman using a net with holes that are 10 inches by 10 inches in
size might conclude that all fish are longer than 10 inches. These are
very simple examples of what are known as observational selection
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effects — filterings of the physical reality introduced by unrecognised
biases either in the observational tools or the methods of observation.
Could it be that our symmetry-based theories reflect a similar bias?
There is no question that, much like in the animal kingdom, the human
mind does have a preference for symmetry. Suffice it to note that
looking at someone who wears his glasses as in figure 11 tends to
disturb most people. Walking into a museum where the paintings display
an "arrangement" as in figure 12 has a similarly disconcerting effect.
Numerous experiments have shown that symmetry (and especially
bilateral symmetry about a vertical axis) is the fastest to be recognised,
and the easiest to reproduce from memory.
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Figure 12: A disconcerting experience for even the harshest critic.
Symmetry also plays a key role in the selection of mates [pareja] (both
for animals and humans). Biologist Randy Thornhill, psychologist Steve
Gangestad and their colleagues measured symmetry on different facial
and body features in about a thousand students. When they correlated
these data with independent ratings for attractiveness, they found that
less symmetrical people (in either face or body) were considered less
attractive. More surprisingly, in a study with 86 heterosexual couples,
Thornhill and Gangestad discovered that women whose partners were
most symmetrical experienced a significantly higher frequency of
orgasms.
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