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Sobredosis, recopilación de cuentos de Alberto Fuguet publicada en 1990, es una obra con que la literatura chilena
despertó de un profundo letargo, además de poner en jaque a más de un crítico circunspecto: exceso de marihuana y
garabatos para los jóvenes de un Chile neoliberal de fines de los ’80.
Cinco impactantes cuentos en los cuales se refleja la indiferencia de los adolescentes chilenos con respecto al gobierno
militar de la época, además de hacer una crítica singular al incipiente consumismo y los problemas económicos del país,
y las ganas de divertirse sin ser reprimidos.
Deambulando por la orilla oscura: Dada la brevedad del cuento, éste transcurre en un mall de Apoquindo, en Santiago,
en donde Macana, un joven de 13 años acaba de matar a Yoko, su enemigo. Sintiéndose culpable de cometer un crimen
a tan corta edad, se dirige a lo alto de los estacionamientos para lanzarse al vacío y morir, creyendo que sólo así podría
liberarse de todas las trancas que tenía en su corta vida.
Amor sobre ruedas: Una noche de martes, dos amigas se juntan en un restaurante de Apoquindo en busca de hombres
atractivos y seductores para ellas. En medio de avenida Apoquindo, un auto negro repleto de hombres comienza a
perseguirlas y chocarlas, haciéndole gestos obscenos.
Los Muertos Vivos: Un grupo de jóvenes se juntan para asistir a un recital de rock del grupo Los Muertos Vivos, con
cierto miedo a que se los lleven a la cárcel por violar el toque de queda en esa noche. Los jóvenes sólo quieren pasarla
bien, sin que los padres los molesten, y con mucho alcohol y drogas.
Pelando a Rocío: Dos amigas (una de las cuales es la narradora) se sientan en la mesa de un pub a conversar sobre Rocío
Patiño, amiga de la narradora, quien piensa que la traicionó con su mejor amigo.
No hay nadie allá afuera: Dos amigos se encuentran en un aeropuerto de EE.UU. El narrador protagonista pierde el
rastro de su amigo Miguelo, en un intento desesperado por saber sus pasos, quedando sorprendido por el deceso de su
amigo.
En Sobredosis podemos apreciar muchísimos cambios en la sociedad chilena de fines de los ’80, entre los cuales se
resaltan éstos: menor tolerancia a los abusos de poder del gobierno militar, cambio de la forma de vida: de una vida
reducida al círculo familiar a otra en que el exceso de alcohol y drogas, sumado a la concurrencia a centros comerciales
y fiestas es la tónica de la noche santiaguina, sobre todo del sector oriente de la capital.
Sin embargo, también se puede apreciar que el chileno común comienza a cambiar sus costumbres de manera radical:
es más ‘parrandero’, más tolerante con sus pares y directo en su forma de ser, entre otros aspectos.
Otro factor evidente en los personajes de Sobredosis es que ellos mismos se sienten oprimidos por el régimen militar,
encontrando escasas posibilidades de surgir o de salir del país, siempre en busca de mejores expectativas personales.
Necesariamente, los chilenos buscábamos expulsar la rabia que nos provocaba al represión gubernamental, por la
restricción de libertades personales (sean de diversión o de expresión, etc.).
Finalmente, hacia el término del régimen militar, la sociedad comienza a tener más ganas de proyectarse a futuro (a
pesar de todos los problemas nacionales tras el retorno a la democracia) y comienza a forjar su estilo de vida tan
característico, que ya he mencionado a lo largo de este informe.
ARGUMENTACIÓN A FAVOR O EN CONTRA DEL ESTILO DE VIDA DE LOS PROTAGONISTAS DE CADA CUENTO
En primer lugar, debo confesar que tengo algunas características de los personajes con respecto a estilo de vida: me
gusta beber alcohol (pero con moderación), fumar y vestirme un tanto desordenado.
Sin embargo, creo conveniente expresar mi opinión sobre la forma de vida de los protagonistas de cada cuento. En la
medida que las personas nos libramos de ciertas ataduras, sacamos a relucir muchos aspectos de nuestra personalidad,
teniendo mucho cuidado de nuestra imagen y la imagen que los demás tienen de nosotros. El cambiar de actitud frente
a la vida lo demostramos de varias maneras: la vestimenta, el pensamiento, la forma de decir las cosas y de enfrentar
las adversidades, etc.
Pero, en más de una ocasión, nos ha pasado que nos faltan muchas cosas que aprender: a enfrentar nuestros problemas
con humor (según el humorista Coco Legrand, nuestro país es bastante serio y ‘cartucho’), a ser más tolerantes e
ingeniosos, entre otras cosas.
Retomando el hilo de este espacio, me alzo a favor de que los adolescentes podamos tener espacios públicos en los que
poder recrearnos y hacer valer nuestros derechos, aunque hay padres que sobre controlan a sus hijos. Sin embargo, la
gran mayoría de los jóvenes nos vemos propensos al estrés, la drogadicción y la depresión, etc. Si buscamos respuestas
de esto, la respuesta puede ser la sobrecarga de trabajo, estudios, responsabilidades familiares, etc.
Otro punto importante que critico de la vida de los personajes es el punto de encuentro en el cual se reúnen con sus
amigos o primos. En mi caso, yo no acostumbro ir muy seguido a centros comerciales, pubs, restaurantes o
discotheques. Pienso que uno puede aprovechar mejor su tiempo libre estando en casa y haciendo actividades de
interés personal.
Para finalizar, las expectativas de vida de los personajes de Sobredosis parecían algo mediocres: casarse, tener hijos,
tener una buena casa y tener un buen empleo. En los dos primeros puntos no estoy de acuerdo, porque creo que es
como hacer un mal negocio. No tengo nada en contra de pololear por un par de meses, pero comprometerse
seriamente con una sola mujer en mi vida, jamás. En los dos últimos puntos sí concuerdo, porque las demandas
laborales se hacen cada vez más exiguas y las remuneraciones son cada vez menores.
Pienso seriamente que uno siempre puede aspirar a más cosas, a viajar por el mundo, a tener mejores expectativas de
vida: a tener, como dije, un mejor empleo; a ser un gran personaje, en fin. Hay muchas cosas que uno puede hacer y
que, sin embargo, no nos damos el tiempo de descubrir.
Quién sabe si me voy a Europa cuando tenga 30 años. A lo mejor me quedo, a lo mejor me voy. Sólo el tiempo me dará
la razón.