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Raquel M. Barthe
Se llamaba Pompón porque era chiquito, peludo, tibio y suave como un copo de algodón.
Y si Pompón hubiera nacido conejo, su mamá habría estado muy orgullosa.
Pero Pompón... ¡era un sapito! Y cada vez que se metía en la laguna, había que secarle el
pelo con pétalos de margarita silvestre.
Y, a medida que fue creciendo, también el pelo le creció.
Y fue el único sapo con trenzas.
Y también fue el único sapo que nadaba con gorra de baño.
Pompón es un cuento que apenas tiene seis párrafos y sólo ochenta y dos palabras,
contando el título, y entonces, ¡el desafío! de dejar hablar a los chicos y recoger sus
preguntas y sus respuestas y también las reflexiones y los comentarios. ¿Cuánto puede
prolongarse el tiempo posterior a la lectura? Y lo más sorprendente: ¿qué podemos
aprender de ellos?
Un texto dice muchas cosas, más allá de las palabras escritas y los niños tienen la habilidad
de descubrir estos significados ocultos. Ellos pueden interrogar al texto en lo que no está
expresado con palabras, pero que sin embargo está implícito.
Seguramente que esta experiencia será la mejor "receta" para continuar trabajando de la
mano de la literatura infantil.
Es posible que al escuchar a los nenes nos sorprenda descubrir que se pueden establecer
paralelos con otros cuentos que ellos conocen. Por ejemplo con El patito feo, de Hans
Christian Andersen, donde no se acepta la diversidad y se considera que el patito es "feo"
porque no se ajusta al modelo de normalidad dado por los patos. El paradigma es único y el
patito es rechazado e infeliz.
Sin embargo Pompón no es "diferente" porque pertenezca a otro género, sino que es
distinto a todos los de su misma naturaleza. No obstante, y pese a esa particularidad de ser
"chiquito, peludo, tibio y suave como un copo de algodón", no parece que se sintiera infeliz
o rechazado. El cuento dice que, "si Pompón hubiera nacido conejo, su mamá habría estado
muy orgullosa", pero no parece haber rechazo, puesto que le secaba el pelo con pétalos de
margarita silvestre, le hacía trenzas y solucionó el problema de su hijo con un gorro de
baño. Los hechos narrados muestran a una madre amorosa y dedicada. Es evidente,
además, que todos los sapos de la laguna aceptaban su alteridad y, aunque en ningún
momento el cuento dice que había otros sapos, al decir que "...fue el único sapo que nadaba
con gorra de baño", se puede entender que había otros.
Es posible que la maestra pueda guiar a los chicos a buscar los puntos en común entre los
dos cuentos y también sus diferencias. Y probablemente, llevarlos hacia el plano personal
para que cada uno pueda expresar verbalmente sus sentimientos hacia sí mismos y en
relación a los otros.
Quizá puedan vivenciar, y ver con mayor claridad, los problemas de discriminación,
marginación o exclusión que se plantean a diario dentro y fuera de la escuela.
En este tipo de trabajo el maestro puede llegar a sorprenderse ante la diversidad de temas
que pueden surgir. A modo de ejemplo mencionaré las reflexiones que hicieron unos niños
de Nivel Inicial en una escuela de Villa Lugano: ellos le dijeron a la maestra que, "también
Pompón era el único sapito capaz de tener piojos".
Esta práctica de "cuento-debate" entrenará a los nenes en la escucha atenta porque ellos
mismos se sentirán escuchados y, no sólo aprenderán a escuchar a la maestra, sino a
escuchar al Otro, a respetar el turno para hablar sin interrumpir y, en definitiva, a dialogar.
Por otro lado, y de manera placentera, se irá potenciando su capacidad lectora y se irá
formando (de adentro hacia fuera) como lector competente, con "libertad para leer y leer
para ser libre".