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Introducción
Nombres comunes:
Mono ardilla, Titi (generalizado), Vizcaino (piedemonte del Caquetá, Meta, y alto
Magdalena), Tití fraile, Frailecito (Putumayo y Amazonas), Macaco de cheiro, Saimiri
(región de Leticia), Chichico (Mirití-Paraná y bajo Caquetá), Mico soldado (Piedemonte
amazónico del Departamento del Cauca).
Taxonomía:
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Mamalia
Subclase: Theria
Infraclase: Eutheria
Orden: Primates
Suborden: Haplorrhini
Infraorden: Simiiformes-Anthropoidea
Parvorden: Platyrrhini
Superfamilia: Ceboidea
Familia: Cebidae
Subfamilia: Cebinae-Saimiriinae
Género: Saimiri
Especie: S. sciureus
Descripción general:
El cuerpo es de pelaje corto; el dorso de coloración gris-oliva; el pecho y el abdomen de
color amarillo a naranja pálido; la barbilla y el cuello son blancos; los brazos, manos y
pies de colores que van desde dorados a amarillos o naranja pálidos; el hocico es negro
y la máscara alrededor de los ojos blanca; las orejas son peludas, blancas con algunos
mechones; la coronilla es negra o gris; su cola no es prensil, es de color oliva y con la
punta negra. Los machos son más grandes que las hembras. Se alimentan de insectos,
pequeños vertebrados, frutos maduros pequeños y néctar. Son diurnos y arborícolas.
Forman grandes grupos hasta de 100 individuos. Los monos ardilla pasan la mayor
parte del tiempo recorriendo el bosque en busca de insectos. Son muy ruidosos y viajan
haciendo ruidos semejantes a chillidos o a trinos de tonos muy agudos.
A raíz de los organismos presentes a finales del Triásico muy similares a los mamíferos,
animales que compartían características como el hueso dentario que es el único que
forma la mandíbula inferior, los demás huesos (articular y angular) forman, junto al
cuadrado del cráneo la cadena de huesecillos del oído medio; entre otros, se dio origen a
un Clado, los mamaliaformes (Mammaliaformes). Los primeros mamaliaformes, los
morgunacodóntidos (Morganucodontidae) aparecieron en el Triásico tardío, hace
aproximadamente 205 millones de años, sus fósiles muestran las uniones óseas de la
mandíbula entre el escamoso y el dentario y el articular y el cuadrado. Dentro de los
ejemplares de estos primeros mamaliaformes está el Morganucodon, un género extinto
que está muy relacionado con el Megazostrodon. Por el registro fósil, sabemos que
Megazostrodon fue un animal pequeño, quizá no más de 10 a 12 cm de longitud, que
probablemente se alimentaba de insectos, lagartos y otra pequeña microfauna. Se piensa
que quizá estos animales fueran nocturnos, debido a que sus cerebros eran más grandes
que los de los cinodontos y las áreas del olfato y del oído estaban muy desarrolladas.
Esta característica es lo que les daría cierta ventaja a la hora de no ser alcanzados por
los pequeños terópodos con los que convivía, o para poder cazar sus presas.
Los multituberculados (Multituberculata), son un orden extinto de mamíferos
ancestrales de los cuales se conocen más de 200 especies fósiles datadas entre el
Jurásico medio y el Oligoceno temprano, lo que representa un lapso de más de 100
millones de años. Los multituberculados tenían un aspecto
que recuerda al de los modernos roedores. La estructura de los
molares presenta muchas cúspides (tubérculos), pero la
dentadura se caracteriza además por un par de incisivos en la
mandíbula inferior y ausencia de caninos. Fueron los primeros
mamíferos conocidos con hábitos arborícolas como las
actuales ardillas.
La forma estrecha de la pelvis sugiere que, como los marsupiales, los multituberculados
parían crías en un temprano estado de gestación que dependían de su madre durante un
período muy largo de tiempo. Los multituberculados
estuvieron ampliamente distribuidos por el hemisferio
norte a lo largo del Cretácico, y aunque algunas líneas
comenzaron su extinción durante este periodo,
sobrevivieron a la Extinción masiva del Cretácico-
Terciario y su diversidad alcanzó un máximo durante el
Paleoceno. Es por esto que son considerados uno de los
grupos de mamíferos más exitosos a lo largo de la
evolución.
Terios primitivos
Hay dos rasgos derivados exclusivos que aislarían a los estrepsirrinos como un grupo
natural o monofilético, el peine dental y la garra de aseo. Los lémures y loris tienen una
disposición muy peculiar de los cuatro incisivos y de los dos caninos inferiores, que se
alargan, estrechan y proyectan horizontalmente para formar lo que se denomina el peine
dental, usado tanto para el aseo como para la alimentación. Sin embargo, los adápidos
carecen de esa especialización. Los estrepsirrinos también tienen una especialización en
la uña del segundo dedo del pie, que forma la llamada garra de aseo (en los tarseros hay
garras de aseo en los dedos segundo y tercero). En el yacimiento alemán de Messel,
donde se han conservado muchos animales del Eoceno, se ha encontrado la parte
posterior de un esqueleto de un
adápido que consiste en la cadera y las
dos patas. Al parecer el segundo dedo
del pie portaba una garra de aseo. Éste
es un rasgo que sugiere una relación
evolutiva entre los adápidos del
Eoceno y los estrepsirrinos modernos,
pero sigue sin estar nada claro cómo
del grupo fósil surgieron las formas
actuales con peine dental.
Aunque la mayoría de los omomíidos tenían una fórmula dentaria con 2 incisivos, 1
canino, 3 premolares y 3 molares en cada lado del maxilar y de la mandíbula, algunos
portaban todavía cuatro premolares. Los estrepsirrinos, el rinario que es el área de piel
desnuda que rodea las aberturas nasales, se asocia a la presencia de un espacio entre los
incisivos centrales superiores. En cambio, en los haplorrinos (Haplorrhini) como los
tarseros y catarrinos, no existen ni el rinario ni el espacio entre los incisivos. Los
omomíidos aún presentan ese espacio entre los incisivos, por lo que en principio no se
les puede considerar haplorrinos, de esta forma presenta un carácter que puede estar
sugiriendo un origen ligado a los estrepsirrinos. Aunque es posible que la pérdida del
rinario ya se hubiese producido y la desaparición del espacio entre los incisivos
centrales superiores se produjera más adelante. Una característica muy importante de los
tarseros es que presentan un tabique postorbitario, que hace que la órbita sólo se abra
por delante; este rasgo es, por otro lado, común a todos los haplorrinos.
Además, los omomíidos tenían unas órbitas muy grandes, aunque no tanto como los
tarseros actuales, y, a diferencia de los adápidos, hocicos cortos. Las enormes órbitas de
los tarseros se deben a que, como todos los haplorrinos, carecen de tapetum lucidum
(una adaptación de la retina a la visión de noche que presentan muchos mamíferos), y
sin embargo llevan vida nocturna, por lo que han agrandado enormemente el tamaño de
sus globos oculares para maximizar sus posibilidades de captar una luz que es muy
escasa. La pérdida del tapetum lucidum es una especialización de los haplorrinos. El
tamaño de las órbitas de los adápidos no es tan grande como en los tarseros, y se
aproxima al de los estrepsirrinos vivientes de vida nocturna. Así es que quizás los
omomíidos tuvieran tapetum lucidum, como los estrepsirrinos.
El origen de los antropoideos es totalmente oscuro, pero si entre los omomíidos estaban
los antepasados más antiguos de los tarseros, entonces los primeros antropoideos
deberían de ser formas más o menos próximas a los omomíidos. Hay algunos fósiles del
norte de África, de hace entre 55 y 40 Ma., que algunos autores consideran antepasados
directos de los antropoideos, si no ya propiamente
antropoideos (aunque otros los ven simplemente
como omomíidos). Altiatlasius es un primitivo
primate del Paleoceno de Marruecos, representado
por escasos dientes aislados y considerado como un
primitivo Omomyidae cercano al origen de los
antropoideos. Es prematuro atribuirlo a algún grupo
de primates en particular, como fuera señalado por
Gingerich (1990), aunque de hecho constituye un
valioso aporte.
A. moustafai con 900 gramos, más antiguo; sus dientes con corona baja y poco relieve
en las cúspides, sugiriendo una dieta folívora (que se alimentan de hojas y brotes). A.
phiomense era mayor, con 1600 gramos; con considerable dimorfismo sexual y tamaño
de caninos y molares; también folívoros; sus dientes yugales con esmalte espeso, lo que
indica que los frutos duros hacían parte de su
dieta.
Características geográficas
Para considerar, factores como es la dirección de las paleocorrientes del Atlántico, que
al norte de Sudamérica tenían sentido este-oeste imposibilitando la migración desde
Centroamérica por cualquier medio pasivo. En tanto, estas paleocorrientes
predominaron en el Atlántico ecuatorial, permitiendo eventualmente una migración
desde Africa hacia Sudamérica. Para el Eoceno Sudamérica era equidistante tanto de
Norteamérica como de Africa.
Procedencia geográfica
Se distinguen dos regiones alternativas desde donde pudieron ingresar los platirrinos,
Norteamérica y Africa. Dando origen a tres hipótesis acerca del ingreso a Suramérica:
Origen Africano
Si los platirrinos ancestrales inmigraron desde Africa se habrían visto favorecidos por
las condiciones geológicas expuestas, siendo las paleocorrientes con dirección este-
oeste el factor determinante para salvar las distancias marinas entre islas. De todas las
maneras, la migración debió realizarse en forma pasiva, mediante algún tipo de objeto
flotante que actuara en forma de balsa natural. En las costas occidentales de Africa
seguramente se dieron condiciones para la formación de balsas naturales o pequeñas
islas flotantes originadas en la desembocadura de ríos o lagos hacia el mar, lo que sería
complementado por la acción de las paleocorrientes, permitiendo que estas balsas fueran
transportadas entre las cadenas de islas o directamente hacia Sudamérica. Sin embargo,
hay ciertas objeciones al considerar el potencial traslado de animales sobre este tipo de
balsas flotantes; los inconvenientes fisiológicos que podrían sufrir los primates durante
una prolongada estadía en aislamiento, que incluyen la deshidratación como el principal
obstáculo imposible de superar en tales circunstancias, sumado a los ambientes salinos y
exposiciones solares intensas, escasez de alimentos y otros factores que los primates no
tolerarían por bastante tiempo. También, se presentaría una colonización no demasiado
exitosa, estimando que pocos individuos habrían migrado con organización social de
pequeños grupos y baja tasa de nacimientos, acarreando serios problemas al enfrentarse
a nuevos depredadores en ambientes totalmente desconocidos.
Platirrinos
Tabla 1
Dolichocebus gaimanensis
Es de la localidad Gaiman, Argentina; Antigüedad Colhuehuapense (Mioceno inferior
20 Ma). El foramen interorbitario, cráneo dolicocéfalo y la dentición lo relaciona
directamente con Saimiri.
Laventiana annectens
Se encontró en la localidad La Venta, Colombia; Antigüedad Laventense (Mioceno
medio 12-13 Ma). Muy similar a Saimiri y Neosaimiri según rasgos morfológicos. Muy
cerca de Cebus pero a la vez mostrando una posible relación con los Callitrichinos en
morfología de los molares inferiores, mandíbula y talus. Se ha sugerido que Laventiana
sería una especie diferente de Neosaimiri; Neosaimiri laventiana.
Neosaimiri fieldsi
Hallado en la localidad de La Venta, Colombia; Antigüedad Laventense (Mioceno
medio 12-13 Ma). Es menor que Stirtonia y el más relacionado con Saimiri.
Rosenberger propuso ubicarlo como Género Saimiri, mientras que Takai lo distancia
con individualmente como Neosaimiri.
Bibliografía
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