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Elc¡ NIco¡,tÁeu¡¡

LIBRO I

SoERE LA FELICIDAD

Intrcduccióflr toda actiriala¿l humana tiene un fin

Todo alte y toda investigación €, igualm€nte, toda roe.¡


acción y libre elección parccen tender a algún bien; por
esto se ha manifestado, con razón, que el bien es aque-
llo hacia lo que todas las cosas tienden1. Sin emba¡-
go, es evidente que hay algunas diferencias entre los
fines, pues unos son actividades y los otrcs obms apar-
te de las actividades; en los casos en que hay algunos s
fines aparte de las acciones, las obras son naturalmente
preferibles a las actividades '. Pero como hay muchas
acciones, artes y ciencias, muchos son también los fi-
nes; en efecto, el fin de la medicina es la salud; el de
la construcción naval, el navío; el de la estmtegia, Ia
victo a; el d€ la economla, la riqüeza. Pero cua¡tas de
ellas están subordinadas a una sola facultad 3 (como la ro
I Cono * c@tumbrc .n A.ist&el€s, €l autor.mpi.a éste tr¡ta'
do dereminando, anr. rodo, .l obj€ro de su inv€rriSEión, ApoyÁndose
.n rrxros de Pl¿ron, .$¿b¡.c. una <lasific{Dn d. las accion€s mora.
l.s, párá llegar á lá áfimáción general d€ un fin sup¡eno de la vida

: 3. cafu.rza d .slárc.r qu. úa cos¿ es la áeióú,


olra Ia^ri3tótel$
áctividad y otra la produeión. En g6.r.l, .l produto.s né
lor qú€ ¡a acdvidad, pu$ ésta ricne @mo fitr a áquéI,
! O c¿pacidád de acruar referido, quizá, ñ& bi.¡ a la ci€ncia
130 131

fabricación de frenos y todos los otros a¡reos dc lol fiomta, la retórica. Y puesto que la política se sirve de
caballos se subordinan a la equitación, y, a su vez, éat¡ ¡ac demás ciencias y prcscribe, además, qué se debe ha- s
y toda actividad guer¡em se subordinan a la estrato¡h, ccr y qué se debe evitar, el fin de ella incluirá los fines
y del mismo modo otras artes se subordinan a oti¡t dc las demás ciencias, de modo que constituirá el bien
diferentes), en todas ellas los fines de las principalcr. dcl hoñbre. Pr¡es aünque sea el úismo el bien del indi
rs son preferibles a los de las subordinadas, ya qu. aa vlduo y el de Ia ciudad, es evidente que es mucho más
con vistas a los primeros como se persiguen los scgl¡¡t ¡r¡nde y más perfecto alcanzar v salvagua¡dar el de la
dos. Y no importa que los fines de las acciones 3a¡n eiudad; porque procurar el bien de una persona es algo
las actividades mismas o algo diferente de €llas, como dcseable, pero es más hermoso y divino cons€guirlo pa-
ocurre en las ciencias mencionadas. trun pueblo y para ciudades.
A esto, pues, tiende nuestra investigación, que es lo
2. La ehca loma pa e de Ia politica una cierta disciplina política.
Si, pues, de las cosas que hacemos hay algún fin qur
queramos por si mismo, y las demás cosas por caurr 3, La ciencia pollüca fto es ura ciencia eaacta
de é1, y lo que eleeimos no está determinado por ot!¡ Nuestra exposición será suficientemente satisfactoria,
20 cosa
-pu€s asl el proceso seguiría hasta el infinlto,
de suerte que el deseo sefia vaclo y vano-, es evid€nl¡
rl cs presentada tan claramente como lo permite la ma-
lcria; porque no se ha de buscar el mismo rigor en todos
que €ste fin será lo bueno y lo mejor. ¿No es verdrd, los razonamientos, como tampoco en todos los trabajos
entonc€s, que el conocimiento de este bien tend¡á Un manuales. Las cosas nobles y justas que son objeto ts
gran peso en nuestra vida y que, como aquellos qu! dc la polltica presenta¡ tantas diferencias y desviacio.
apuntan a un blanco, alcanzarlarnos mejor el qur t¡cs, que parecen existir sólo por conv€nción y no por
2s debemos alcanzar? Si es asl, debemos intentar datat( noturaleza. Una inestabilidad asl la tienen también los
minar, esquemáiicamente al menos, cuál es estc blan blcnes a causa de los perjuicios qu€ causan a muchos;
y a cuál de las ciencias o facultad€s pertenece. paraca. pu€s algunos han perecido a causa de su riqueza, y otros
rla qu€ ha de ser la suprema y directiva en grado sumo. por su coraje. Hablando, pues, de tales cosas y partien- 20
roe4b Esta es, manifiestamente, la polltica !. En efecto, cll¡ do de tales premisas, hemos de contentamos con mos-
es la que regula qué ciencias son necesarias €n lá3 clu. l¡ar la verdad de un modo tosco y esquemático. Y cuan'
dades y cuáles ha de apr€nder cada uno y hasta quó do tratamos de cosas que ocur¡en generalmente y se
extr€mo. Vemos, además, qu€ las facultades más cstl parte de tales premisas, es bastarte con llegar a conclu-
madas le están subordinadas, como la estntegia, la cce il¡¡nes s€m€jantes. Del mismo modo se ha de aceptar
¡ En ei t€xto (ciencias arqujrecróni€as,, úel¿fo.a iomad¡ d.t ¡¡ e¡¡da uno de nuestros razonamienrosi porque es propio
te de lá @nsrruccióú, en que i6 ci€nciá det arquil.clo sc dbt¡n¡ü. rlel hombre instruido buscar la exactitud en cada mate-
del á.t€ müual de los obreros. rlo en la medida en que la admite la naturaleza del
5 En el senrido nÁs ¡oble y élér¡do d.l rémino, €s d€.i¡, tA ci6.
€ia que riere como fin fijar l.s no¡nas s.n rat* d. lc acc¡ón qú.
üiunto; evidentemente, tan absurdo s€ría aceptar qu€ un 2s
as€8uren el bie. de los ciudada¡os y, €n defi¡itiya, .1. la ciuüd, fr¡rtcñático emplea¡a la pe¡suasión como exigi¡ de un
Iclórico demostracion€s.
I32 ÉTrc^ McoMÁouE^ L¡BRO I 133

roer. Por otra parte, cada uno juzga bi€n aquello qr¡a ricnen conciencia de su ignorancia adrniran a los que
conoce, y de estas cosas es t¡.n buen juez; pues, en c¡ü clicen algo grande y que está por encima de ellos. Pero
rnateria, jüzga bien el instruido en ella, y de una ñar¡ rlgunos €reen que, apafe d€ toda esta multitud de bie-
¡a absoluta, el instruido en todo. Ast, cuando se tra¡ n.s, existe otro bien en sí y qüe es la causa de que to
de la polí¡ica, el joven no es un discípulo apropl.dü, dos aquéllos sean bienes ó. P€ro quizá es inútil exami-
ya que no tien€ expe¡iencia de las acciones de la üü; nar a fondo todas las op¡niones, y basla con examinar
y los ¡azonamientos parten de €llas y versan sobrc clltai las predominaÍtes o que parecen ¡ene¡ alguna razón,
s además, siendo dócil a sus pasiones, ap¡enderá et¡ vano No olvidemos, sin embargo, que los razonamientos ro
y sin prcvecho, puesto que el fin d€ la politica no 6a que paÍen de los principios difieren de los que condu-
el conocimiento, sino la acción. y poco importa sl al ccn a ellos. En efecto, también Platón süscitaba, con
joven en edad o de carácrer jr¡venil; pues el defecto no
razón, este p¡oblema e inqüirla si la investigación ha
radica en el dempo, sino en vivir y procurar tode3 h dc pa¡tir de los principios o remontarse hacia ellos,
cosas de acuerdo con Ia pasión. para tales personas, !l .sl como, en el estadio, uno ha de co¡rer desd€ los lo$b
conocimiento ¡esulta inrltll, como para los incontinc& jucc€s hacia la meta o al revés. No hay duda de que
ro tes; en cambio, pa¡a los que orientan sus afan.r y rc ha de empezar por las cosas más fáciles de conocer;
acciones según la razón, el saber acerca de estas coll¡ pcro éstas lo soü en dos sentidos: unas, para nosotros;
será muy provechoso. lrs otras, en absoluto. Debemos, pues¡ quiza, empezar
Y baste esro como jnrroducción sobre el discfpulo, por las más fáciles de conocer Para nosotros. Por esto,
el modo de recibi¡ las enseñanzas y eI objero de nuirtrr para ser capaz de ser un competente disclpulo de las
investigacion. cosas buenas y jüstas y, en suma, de la política, €s s
mcnester que haya sido bien conducido por süs costum-
4. Dieergencias acerca de Ia naturaleza. de la lelicidad brcs. Pues el pünto de partida es el qué, y si esto está
Puesto que lodo conocimien¡o y toda elección tlan. ¡uficientemente claro no hab¡á ninguna necesidad del
den a algun bien, volvamos de nr¡evo a ptanreamor lr porqué. Un hombrc asl tiene ya o puede fácilmente ad-
ls cuestióni cuál es la meta de la polltica y cuál cs cl qu¡rir los principros. Pero aquel que no posee ninguna
bien supremo entre todos los qu€ pueden realizarsc, S(> dc estas cosas, escuch€ las palabras d€ Hesiodo':
brc su nombre, casi todo €l mundo está de acuerdo, puG¡ EI meior de todos los ho/nbres es el que por sí tflismo to
tanto €l vulgo como los cultos dicen que es la felicldad, Íamprende todas las cosas;
y piensan que vivir bien y obmr bien es lo mismo
$¡€ ,a¡ $ bueno, asimisno, eI que hace caso al que bien Ie acon'
20 feliz. Pero sobre lo que es la felicidad discut€n y no
fseja;
lo explican del mismo modo €l vülgo y los sabios. pua¡ el que ni comptende pot s{ misffio ni Io que escu'
unos creen que es alguna de las cosas tangibles y msnl,
fro
fiestas como el placer, o la riqueza, o los honorei; otror, r(tiene en su mente, ¿st¿, en cambio, es un hombre ifttltil
otra cosa: muchas veces, incluso, una misma person¡
opina cosas distintas: si está enferma, piensa quc le . Alusión a las ¡deas de Plátón qu€ €xist€n por sl ñ¡súas y sir.
2s felicidad es la salud; si es pobre, la riqueza; los quc
v.r il¿ modelos a lás cosas p..ticuláres,
t Tttbojos ! Dhs 293 ss.
134 135

rá fcliz al que viva así, a no ser pa¡a defe¡d€r €sa tesis.


5. Pincipales modos de t'¡da :1' Y basta sobrc esto, pues ya hemos hablado st¡ficien.
t.mcnte de ello en nuestrcs esc¡itos enciclopédicos '.
rs Pero sigamos hablando desde p,:n,o qu" n! El t€rcer modo de vida es el cont€mplativo, que exami- 5
desviamos. No es sin razón el que "t "n pa¡coa!
los hombres narcmos más adelante. En cuanto a la vida de negocios,
entender el bien y la feticidad paÍi€ndo d€ los div.rq .. algo violento, y es evidente qu€ la dqueza no es el
géneros de vida. Ast el r'L¡lgo y los más groseroB lor ldít! bi.n que buscamos, pues es útil en orden a otro. Por
tifican con el placer, y, por eso, aman la vida volupt¡¡g cllo, uno podía considerar como fines los antes men-
sa
-los principales modos de vida son, en efecto, trlat
la que acabamos de decir, Ia poltica y, en tercér lu¡li
cionados, pues éstos se quie¡en por sl mismos, pero es lo
cv¡dente que tampoco lo son, aunque muchos a¡gumen-
la contemplativa-. La gene¡alidad de tos hombrcj ¡¡ tos han sido formulados sob¡e ellos. Dejémoslos, pues.
muestran del todo serviles al prefe r una vidá dc tl.}
20 tias, pero su actitud tiene algún fundámento po¡qua
muchos de los qu€ están en puestos el€vados coñ¡r¡tr 6, Relutación de la idea platónica del Bien
ten los gustos de Sardanápalo 3. En cambio, los rrarot
Quizá sea mejor examinar lh noción del bien univer-
dotados y los activos creen que el bien son los honotttl
pues tal es o¡dina amente el fin de ta vida politicr. F}
ral y preguntarnos qué quiere deci¡ este concepto, aun-
que esra invesligac¡on nos resulte difrcil por ser amigos
¡o, sin duda, este bien es más supedicial que lo qr..
nucst¡os los qu€ han introducido las ideas. Parece, sin
2s buscamos, ya que parece que radica más en los qr¡
.mbargo, que es mejor y que debemos sacrifica¡ inclu-
conceden los hono¡es que en el honrado, y adivin¡rnot
que el bien es algo propio y difícit de arIebatar. pot ,o lo que nos es propio, cuando se trata de salvr la
vcrdad, esp€cialm€nte siendo filósofos: pues, siendo ls
otm parte, esos hoñbres parecen persegui¡ los honoFa
para pemuadirse a sí mismos de que son buenos, pr¡at lmbas cosas queridas, es justo preferir la ve¡dad'o.
Los qu€ introdujeron esta doctrina no formularon
buscan ser honrados por los hombres s€nsatos y pot
ldéas sobre las cosas en las que se establecia un orden
los que los conocen, y por su virtud; es evidente, puor,
dc prioridad y posterioridad (y, por eso, no crearon una
que, en opinión de estos hombres, la.viÍud es sup€rlor,
ldca de los nrlme¡os); pero el bien se dice en la sus-
lo Tal vez se podrla suponer que ésta sea el fin de la vlü
politica; pero salta a la vista que es incompleta, ya quc
luñcia y en la cualidad y en la relación; ahora bien, zo
puede suceder que el que posee la virtud esté dormido b que existe por sí mismo y es sustancia es anterio¡
por naturaleza a la relación (que parec€ una mmifica-
roe6¡ o inactivo durante toda su vida, y, además, pad.zca
clón y accidente del ente), de modo que no podrá habe¡
grandes males y los mayores infortunios; y nadi€ juzt¡.
una idea común a ambas.
, No €stÁ clárc si se refiere a $criios d. vulSarizáción, o bien
¡ Mo¡arcá .sir¡o, fánoso por ll.var uná vid¡ d. plac.¡é! an.ur. r v.rd¡d€ros debat€t filosófi@s, Quiz&, Ia erp¡esión ti.n. u¡ alcance
l*. La AúoloEía Palatind (VI¡ 325) n6 ha coús.nado un .pit¡flo .o. € indic¡, siñpleñenr€, que $iaba .n cir.uláción.
b¡e Ia rumb¿ de .r¡e rey que h¿ce Eterencia a iu gén.ro d. vtd¡ .ttlt. 'núir08.n..al
Es d. rodos conocido €l famoso prcyerbio que se e¡.ue¡t¡a cn
p¿da. Qui¿ !€ rrare de Aturbanipal. ¡ey de \tnive (ó6?-ó¿?J.
r¡¡ y¡d¿ de A¡3úteles: ¡Di.6 Plato, s¿d maqis amia *ntut,
l3ó 137

"bienr se emplcr {t
Además, puesto que la palabra S€ puede süscitar una duda acerca de lo dicho, Por'
2s tantos sentidos como la palabra (ser' (pues se dic..! que los argumentos (de los platónicos ) no incluyen
la categoría de sustancia, como Dios y el intelectoi an todos los bienes, sino que se dicen según una sola €spe' ¡o
la de cualidad, las virtudes; en la de cantidad, la Juatt cie los que se buscan y aman por sí mismos, mientras
medida; en la de ¡elación, lo útil; en la de tiempo, h que los bienes que los producen o los d€fienden de al_
oportunidad; en la de lugar, el hábitat, y asf sucollv] gún modo o impiden sus contrarios se dicen por refe_
ment€), es claro que no podía haber una noción comút¡ rcncia a éstos y de otra manera Es evidente, pues, que
univ€rsal y única; porqüe no podrfa ser usada qt los bienes pueden decirse de dos modos: unos po¡ sl 15

30 todas las categorías, sino sólo en una. Por otra partlr mismos y los otros por éstos. Separando, pues, de los
puesto que de las cosas que son según una sola idaa bienes útiles los qu€ son bienes por sí mismos, conside-
hay una sola ciencia, rambién habrla una ciencia da to rcmos si éstos se dicen según una sola idea. Pero ¿qué
dos los bienes. Ahora, en cambio, hay muchas cicncl¡r, bicnes hay que colocar en la clase de bienes po¡ sf mis-
incluso de los bienes que ca€n bajo una sola categorl* mos? ¿Acaso cuantos buscaños, incluso aislados, como
asi, la ciencia de la oportunidad, en la guer¡a .r la cl pensar y el ver y algunos placeres y honorcs? Pues
3s estrat€gia, y en la enfermedad, la medicina; y l¡ da h todos éstos, aunque los busqueños por otra cosa, pc
justa medida, en el alimento es la medicina, y cn ¡9r drlan considera¡se, con todo, como bien€s por sl mismos
ejercicios fisicos Ia gimnasia. ¿O sólo se ha de considerar como bien en si Ia Idea 20
Uno podría también pr€günta-rse qué quiere decir oon ( del bien ) ? En este caso las especies de bienes exisli
toeóú (cada cosa e¡ sí misma,; si, por ejemplo, Ia defintcld¡ rlan en vano. Si, por otra pafe, aquéllos son bienes por
de hombre es una y la misma, ya se aplique al hombrt El mismos, aparecerá por necesidad en todos ellos la
en sí rnismo ya a un homb¡e individual; pues en cu¡r¡lo misma noción del bien, como Ia noción d€ la blancura
homb¡e, en nada difier€n; y si es así, tampoco en cut¡¡r cn la nieve y en la c€rusa. Pero las nociones de honor,
to a bien, Ni tampoco trtor ser €temo sería más blrr¡ prudencia y placer son olras v dif€renles. precisamen'
pues un blanco qu€ dura mucho tiernpo no lo es í!¡¡ rc, €n tanto que bienes; por lo tanto, no es el bien 2s
s que el que dura un solo dla. algo común en virtud de una id€a Entonces, ¿en qué
Los pitagóricos parece que dan una opinión már ra, mane¡a estas cosas son llamadas bienes? Porque no se
roslmil sobre esta cuestión, al colocar lo uno en la so¡la parecen a las cosas que son homónimas por azar. ¿Aca-
de los bienes, y Espeusipo parece seguirlos '1. pero do. so por proceder d€ un solo bien o por tender todas al
jemos esta mate¡ia para otra discusión. mismo fin, o más bien por analosía?'1 Como la vista

1r Alsunos pjlagóricos reonoclan que hábla diez p¡¡.s dc plrrll, dolu.ión del mundo. D. áhi qu€, rú1o los pitasó¡icos coDo EsP€usi'
pios conlra¡ios que col@aban en dos columas: e¡ u¡a la3 cos..on. Fo, esrabd más cerca del pünb de vish de A¡isóEles que del de P¡aión
sideradás como bueras y en la ot¡a las no rm bu€nd o m¡l¡., El 1, Después de esrablecer que la n@ió¡ del Bien no es u rérmi_
Uno s€ .ncuenra er la mismá columná qu€ el Bi.n, perc d d¡rt¡ro no univoco, se pregunla si no será u¡ lérmino equ¡voco, es decir, 6
de él y terior, Espeusipo, sobrino .te Plárón y suc.so¡ dc él .n l. ré.mino qúe, bajo un mismo nombre, desisna ¡ealidades distiúl8 Pre'
A.ad.miá, s6teni. qu€ los p¡iheros principlos &r ind.t.rm¡n.dor .isando más $te co¡cepto expue3ro ya en los lóp¡.ot disriDsue A¡is'
e imp.rfcctos, y que €l Bi€n y la Bell€z¡ ap{.cta¡ e¡ cl curs d. l. róteles 1res tipo3 de equíoco que enumerá sumaridenle Po¡ (úále
138 ET¡C^ NICOMÁQUEA 119

en el cuerpo, la inteligencia en el alma, y asl succalvt,


30 ñente. Pero acaso debemos dejar esto por aho¡¡, po¡r 7. EI bien del hoñbrc es un lin efl sl mismo, perÍecto
que una detallada investigación de esta cuestión ¡oú
más pmpio de otra disciplita filosófica.
Y lo úismo pod¡lamos decir acerca de la ldea, puat Pero volvamos de nuevo al bien obj€to de nuestra
si el bien predicado en común de varias cosas eg É¡ü investi8ación e indaguemos qué es. Porque parece ser
menre uno, o algo separado que exisre po¡ st miaúo, distinto en cada actividad y en cada a¡te: uno es, en
¡s el hombre no podrta reatizarlo nt adquririrlo; y lo qur
' buscamos cfecto, en la medicina, otro en la estrat€gia, y asl suce-
aho¡a es algo de esta naturaleza, sivamenle. ¿Cuál es, por tanto, el bien de cada una? ¿No
P€ro, quizás, algui€n podna pensar que conoc.r al
-
roer¡ bien. serla muy úril para alcanzar los bien€s quc
cs aquetlo a causa de lo cual se hacen las demás cosas?
at Esto es, en Ia medicina, la salud; en la estrategia, la 20
pueden adquirir y realizar, porque poseyendo esic r¡(} lictoria; en la arquitectura, la casai en otros casos, otras
deio_conoceremoj tambien mejor nuesrros bi€nes, y atrF cosas, y en toda acción y decisión es el fin, pues es con
nociéndolos los lograremos. Esre argumento ticnc, tln vlstas al fin como todos hacen las derrxís cosas. De suerte
ctuda, cieía verosimilitud: pero parec€ estar en d.Í¡ que, si hay algún fin de todos los actos, éste será el
r cuerdo con las ciencias; rodas. en ef€cto, aspi¡an
a al¡ü¡ bien realizable, y si hay varios, serán éstos Nuestrc ra'
bi€n, y buscando lo que les falta descuidan el co¡iJ. zonamiento, a pesar de las digrcsiones, vuelve al mis_
miedro del bi€n mismo. y, cjeÍamente, no es razonabla rno punto; pero d€bemos intentar aclarar más esto 2s
que todos los técnicos descono;can una ayuda tan Irr¡
Pu€sto que parece que los fines son varios y algunos
porrante y ni siquie¡a la busquen. Además, no es floll dc éstos los elegimos por ot¡os, como la ¡iqueza, Ias
ver qué provecho sacarán pa¡a su arte el teiedor o .l flautas y, en general, los instrumentos, €s evidente que
carpintero de conocer el Bien en sr, o cOmo no son todos perfectos, pero lo mejor parcce ser algo
iodrfa ror
mejormedico o mejor general el que haya conrempledo pcrfecto. Por consiguient€, si hay sólo un bien perfecto,
ro esra id€a. Es evid€nte que el médico no consideia
¡¡t ése s€rá el que buscaños, y si hay \'arios, el más 30
la salud, sino la satud det hombre, o. mas bien aún, l¡ perfecto de ellos.
de este hombre, ya que cura a cada individuo,,. y b¡a. Ahora bien, al que se bt¡sca Por sí rnismo 1€ llama'
te con lo dicho sob¡e estas cosas. mos más perfecto qu€ al que se busca por otra cosa,
y al que nunca se elige por causa de otm cosa, Io consi
deramos más perfecto que a los que s€ elieen, ya po¡
sl mismos, ya por otra cosa. Sencillarnente, llamamos
g¡a' éntiende igúáldad d€ r.iación. (Sobre era cuesrión, véálc É. t perlecro lo que s¡empre se elige por sl mismo y nunca
I8, y VII 2.)
'r Sin resar la necesid¡d para el médico d€l co¡cepro untvd.¡l
de salud, Aristótetes cree, con rodo, nás n€c$aria l. expe¡i.¡ct. qu. Tal parece ser, sobre todo, la felicidad r', pu€s la roeTb
l€ proporciona .l estudio de los caes parliculáres. po. orrá D.rr., clesimos por ella misma y nun(a Por otra (osa mien-
no nieea Aristóieles él Bi€n rrmsenden!., sino que *¡ ésr. um td..
Petu, ¿en qué consisr€ la feli.id^á 1" ¿rtlaiño¡la? 'lal es, 4

rl8or,.l renadela ética arislotéli4 Todos, nos di.e el auto¡, erúos
140 LIBRO r l4l
tras que los honores, €l placer, la intelig€ncia y ,od¡ hace deseable la vida y no necesita nada, y creernos que
virtud, los deseamos en verdad. por sr mismos (pr¡csro tal es la felicidad. Es lo más deseable de todo, sin nece- rs
que deseariamos lodas €slas cosas, aunqu€ ninguna vcn. Bldad de añadi¡le nada; pero es evidente que resulta más
taja resultara de €llas), pero también los deseamos ¡ dcseable, si se Ie añade eI más pequeño de los bienes,
causa de la felicidad, pues pensamos que Sracias a.llo¡ pues la adición origina una superabundancia d€ bienes,
s se¡emos felic€s. En cambio, nadie busca Ia felicidad por y, entre los bienes, el mayor es siempre más deseable.
estas cosas, ni €n geneml por ninguna otmr5. Es manifiesto, pues, que la felicidad es algo perfecto uo
Parece qu€ también ocure lo mismo con la aut¡r. y suficiente, ya que es el fin de los actos.
quía'ó, pues el bi€n pe ecto pa¡ece ser suficient€. D.. Decir que la felicidad es lo mejor pa¡€ce ser algo
cimos suficienr€ no en relación con uno mismo, con Gl unánim€mente reconocido, pero, con todo, es deseable
ser que vive una vida solitaria, sino también en relaclón cxponer aún con ñás claridad lo que es. Acaso se con-
con los padres, hiios y mujer, y, €n general, con lo. segui¡ía esto, si se lograra captar la función del hom-
,o amigos y concir¡dadanos, puesto que el hombre es por bre. Bn ef€cto, como en el caso de un flautista, de un 2s
naturatera Lrn ser social , . No obsranre, ha) que c!l¡. éscultor y de todo artesano, y en general de los que rea-
blecer un hmi¡e en estas relaciones, pues extendiénde ¡izan alguna tunción o actividad parece que lo bueno
las.a los padres. d-escendientes y amigos de los ami8o., y el bien están en la tuncion, asr rambien ocurre, sin
se iÍa hasta el infinito. pe¡o €sta cuestión ta examinr. duda, en el caso del hombre, si hay alguna función que
remos luego. Consideramos suficiente lo que por sl solo ¡e es prcpia. ¿Acaso existen funciones y actividades pro-
pias del carpintero, del zapatero, pero ninguna del hom.
de a.uerdo€n que naertamos ta relicrd¿d, p€¡o diqcrermos .n .um. bre, sino que éste es por naturaleza inactivo? ¿O no es 30
lo ¿l conceDro ) en.uál e! €l mFjo¡ cánino par¿ ál( /árta. t¡¡ rl¡. mejor admittu que así como parece que hay alguna fun.
gos más inpo¡t res d€l co¡e¡ro de fetjcidad son qu. ta .l.gtñoa ción propia del ojo y de la mano y del pie, y en general
liempF po¡ elh mism¿ ) nunla por orra cos ) qu€ consid.r¡¡no¡
de cada uno de los miembros, así también pertenece¡ia
a la telic'dad lomo álgo que s. balra ¿ sr ftmo que incluy. dl
-i rodo lo deseable €n lá \ ida Seg'jm el auror, Ia feth idad es um úttvt. al homb¡e alguna función aparte d€ éstas? ¿Y cuál, pre-
' cisamente, será esta función? El vivir, en efecto, parece
dad d.l álma de a(uerdo co¡ tá vinud p.rfec¡a lE. v I lo24{r L, @..
lrcn rr¿ analirada d. nuero .n et tjb¡o X ps¡a t¡.grr a ¡. conclu.t&r también común a las plantas, y aqul buscamos lo pro-
d. que la f.lic¡ded sup¡ema rddcq en ¡a vidá (onr€mpt¿rira, k cu¡l pio. D€beúos, pues, dejar de lado la vida de nut ción
rie¡e po¡ óbjeto las realidad$ nás subtim.s.
rs El p.oblema que se 3uscira aqui €s e¡ de si hay y crecimiento. Seguiría después la s€nsitiva, pero pa' roes.
un fin qut ú
pe.sisa lbr si mismo y no esré $bordi¡ado a olro. En si;;;.d, rece qu€ también ésta es común al caballo, aI buey y
*ria un fi¡ lompl.to hen¡e a tos o¡ros, ,ncompt.ro3 a todos los animales. Resta, pues, ci€rta actividad pro'
ró I na de l& &c'one3cenrr¿te, de t. morat arúloré¡,cr. r¡ fclt. pia del ente que tiene razón. Pero aquéI, po¡ üna parte,
cidad *
€l bien que, cuando lo pos€€m6, ,os hace in.tépedie¡r.r, y
obedece a la razón, y por otra, la posee y piensa. Y cc
el homb¡e.q cu¿ndo po3ee Lodo Io n*3ar¡o p.n N
féli.idad 'ndependien.€ mo esta vida racional tiene dos significados, hay que
I Prcpimmre. .annal potro.o. rcf. pol,ria I 2. 1251.2.3), d.tó tomarla en sentido activo, pues parece que primo¡dial- s
\rr. hecho para !i\ir.n uoa po¡r, en uná ciud.d. Bl sotirario.c, p¡r. mente se dice en esta acepción. Si, entonces, la función
Arisióteles, u¡ desgrac jado. propia del hombr€ es una actividad del alma según la
\42 t43
ra¿ón, o que implica la razón, y si, por o¡ra parlc,
mos que esta tLrncion es especificamenre propia dcl
dÉl busca qué es o qué propiedades ti€n€, pues aspira a con-
hoD t.mplar la verdad. Lo mismo se ha de hacer en las de.
Dre v de¡ hombre bueno, como el tocar la citara e3 pno¡L
mÁs cosas y no permitir que lo accesorio domine lo prin-
d€ un cirarira y de u¡ buen crrarisra, y asi en todl
Jll
r0 dlendos€ a ta obra la excelencia queda la virrud (pr¡{
clpal. Tampoco se ha de exigtu la causa por igual en roe6ü
lodas las cuestiones; pues en algunos casos es suficien-
es propro de un cilarisra rocar la citara y del bucn cto. tc indicar bien el hecho, como cuando se t¡ata de los
rista tocarla_bi€n), si€ndo €sto así, decimos que la fui principios, ya que el hecho es p¡imero y principio. Y
cion del hombre es una c¡erta v¡da, y ésra es ;na acrtvl dc los principios, unos se contemplan po¡ inducción,
oao oet alma y unas acc¡ones razonables, y la del lnrn otros por percepción, ot¡os mediante cierto hábito, y
rs br€ bueno estas mismas cosas bien y t.".*o"r,n"¡il
otros de diversa man€m. Po¡ tanto, deb€ños intentar s
y. cada uno se realiza bien según su propia virtud; prcsentar cada üno según su prcpia naturaleza y se ha
y
si esto es así, ¡esulta qu€ el bien del ¡"-tr" cs úni de poner la mayor diligencia en d€finirlos bien, pues
actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si lrt tlcnen gmn importancia para lo que sigue. Parcce, pues,
virtudes son varias, de acu€rdo con Ia mejor y más part quc el principio es más de la mitad del todo,o, y que
fecta, y además en una vida entera,¡. porque uná por él se hacen evidentes muchas de las cuestiones que
londrina no hace verano, ni un solo día, y asl tampo,-co ¡o|
20 ni un solo dia ni un instante ( bastan
venturoso y feli¿.
¡ para hacrr
Sirva lo preced€ para describi¡ el bien, ya quq, 8. La lelicídad es una actirid.a.d de acuerdo con la ltittu¡l
. _que
tal vez, se debe hacer su bosquejo artes de describirló
con detalle. Parece que todos podrian conrinuar y coú,
S€ ha de considerar, por tanto, la definición (de la r0
pletar,lo que €rrá bien bosquejado. pues el rieápo lclicidad, ) no sólo desd€ la conclusión y las premisas,
I cr
buen descubridor v coad¡uvanre en tales mareria¡. D¡ ilno también a partir de lo que se dice acerca de ella,
anf han surgido los progresos de las artes, pues cadt pucs con Ia verdad concuerdan todos los datos, pero
zs uJlo pr¡ede añadi¡ lo que falta. pero debemoi
tambió¡ ron lo falso pronto discrepan. Divididos, pu€s, los bie-
recordar lo que llevamos dicho ) no buscar del mi¡mo n€s en tres clases'1, los llamados exteriores, Ios del al-
modo el rigor en rodas las cuesriones. sino, en cada un¡ ma y los del cuerpo, decimos que los del alma son los
según.la ma&ria qu€ sr¡byazga a ellas y en un grado más importantes y los bienes por excelencia, y las ac-
apropiadoa la pa¡ricular invesrigacjón. Asr, el car;intc. eloncs y las actividades anímicas las referimos al alma.
ro y €t geOmetra buscan de disrinra manera el á¡gulo Asl nuestn definición debe ser cor¡ecta, al menos en ls
30 recto Ie: uno, en cuanto es útil para su obra;
el ót¡o I
)tr H.stoDo, Tlabajos , Aas 40.
,,. rL Esla división ¿€ los bi€úes se en uentra rdbién muchas ve
. FI 1,1.,€x,tu\€ de tc ret¡idad at nióov¿t adoteeenr.. Sólo
lá edád eduhá e,.ap¿ d. polert, con €t eje¡Licro de las vj¡ludcr, ,.i rn PL^tóN (cf. ¿¿)¿r III ó97b1 Eutidetuo 279*b| Por otra pafte,
i' fn .fecro. al cárprnre,o Ie bá(r¿ €¡ uso (oRlo det egülo ¡l dltid¡r los bienes en bi€nes d€l álña y bicn€s del cúerPo, .l aubr
ro, I ra.lá añade a s oricio el @¡ociniento .le la
G.
definición ; prcp¡o .. $p¡ra de la derrin¡ hil.m'tlic ¿el rraraü Ac¿tcd de! almd, e
dades d.l ánsulo r€c!o. ¡"n¿. habla s6ló de bienes del aloa.
144 ÉTrca NrcoMÁouE^ 145

relación con esta doctrina que es antigua y aceptada éstos es por sí misma agradable. Porqu€ el placer es
por los filósofos. Es también correcto decir que eI fin algo qüe pertenece aI alma, y para cada uno es placen-
consiste en ciertas acciones y actividades, pues asl se tero aquello de lo que se dice aficionado, como el caba-
desprende de los bienes del alma y no de los exterio¡es. llo para el que l€ gustan los caballos, el €spectáculo ro
20 Concuerda también con nuestro razonamiento el que el para el amante de los espectáculos, y del misúo modo
hombre feliz vive bien y obra bien, pues a esto es, poco también las cosas justas para el que ama la justicia,
más o menos, a lo que s€ llama buena vida y buena y en general las cosas virtuosas gustan al qu€ ama la
conducta. Es evidente, además, que todas las condicie virtud. Ahora bien, para la mayoría de los hombres los
nes requ€údas pa¡a Ia felicidad se encuent¡an en nuest¡a placeres son objeto de disputa, po¡qu€ no lo son por
25 definición. En efecto, a unos les parece que es la virtud, natr¡raleza, mientras que Ias cosas que son por natura-
a ot¡os Ia prudencia, a otros una cierta sabiduria, a otros leza agradables son agradables a los que aman las ce
estas mismas cosas o algunas de ellas, acompañadas de sas nobles. Tales son las acciones de acuerdo con la 15
plac€r o sin él; otros incluy€n, además, la prosperidad virtud, de sueÍe que son ag¡adabl€s para ellos y por
material. De estas opiniones, unas son sustentadas por sl mismas. Asl Ia vida de estos hombres no necesita del \.
rnuchos y antiguos; otras, por pocos, pero ilüstrcs; y es placer como de una especie de aladidum, sino que tie.
poco razonable suponer que unos y otros se han equivo" ne el placer en sf misma. Añadamos que ni siquiera es
cado del todo, ya que al úenos en algún punto o en bueno el que no se complace €n las acciones buenas,
la mayor parte de ellos han acertado. y nadie llamará justo al que no se complace en la prác-
30 Nuestro mzonamiento está de acuerdo con los que tica de la justicia, ni libre al que no se goza en las ac"
dicen que la felicidad es la virtud o alguna clase de vir- ciones liberales, e igualmente en todo lo demás. Si esto 20
tud, pues la actividad conform€ a la virtud es una acti- es asl, las acciones de acue¡do con la viÍud serán por
vidad propia de ella. Pero quizás hay no pequeña dife- sí mismas ag¡adables. Y también serán buenas y her-
rencia en poner el bien supremo en una posesión o en mosas, y ambas cosas en sumo grado, si el hoñbre vir-
roee¡ un uso, en un modo de ser o en t¡na actividad. Porqu€ tuoso juzga rectamente acerca de todo esto, y juzga co-
el modo de ser puede estar pr€sente sin producfu nin' mo ya hemos dicho. La felicidad, por consiguiente, es
gún bien, como en el que duerme o está inactivo por lo mejor, lo más hermoso y lo más agradable, y €stas 2s
cualquie¡ otra razón, pero con la actividad esto no es cosas no están separadas como en la inscripción de
posible, ya que ésta actüará necesariament€ y actuará Delosi
bien. Y así como en los Juegos Olímpicos no son los Lo t ás hemoso es lo lnás iusto; lo mejor, la salud;
s más hermosos ni los más fueÍes los que son co¡ona- pero lo tnás aqru¿lable es lograr Io que uío 4ma2t,
nados, sino los que compiten (pues algunos de éstos ven-
cen), asl también €n Ia vida los que actúan ¡ectamente sino que todas ellas pertenec€n a las actividades me 30
alcanzan las cosas buenas y hermosas'::; y la vida de iores; y la mejor de todas éstas decimos que es la felici-
dad.
2r L¿ vi.¡á hunaná es, prcfer€nteúente, acción, y son nu$r¡a3 ac, ,r ¡mcnpción qu. sé enconhba en los ptupilee del t.mplo de
ciones las qu. nos hacen felices o desgraciados.
tito d D.los, y qu. * in*rta tmbién al pnncipio de lá E¡t a Erd¿ui¿

i
i
t46 147

Pero es evidente que la felicidad necesita también tu¡oso. Además, es compartido por muchos hombres,
roeebde los bienes exterioreq, como diiimos: pues es impo- pues por medio de cierto aprcndizaje y diligencia lo pue-
sible o no es fácil hace¡ el bien cuando no se cuenta den alcanzar todos los que no están incapacitados pa¡a
con recursos, Muchas cosas, €n efecto, se h3c€n po¡ me- la virtud. P€ro si es ñejor que la felicidad sea alcanza- 20
dio de los amigos o de la riqueza o el poder polttico, da de este modo que por m€dio de la fortuna, es razo-
como si se tratase de instrumentosj pero la carencia de nable que sea asl, ya que las cosas que €xist€n por natu-
algunas cosas, como la nobleza de linaje, buenos hijos ¡aleza se realizan siempre del mejor modo posibl€, €
y belleza, empañan la dicha; pues uno que fuera de sem- igualmente las cosas que proceden de un arte, o de cual-
blante felsimo o mal nacido o solo y sin hijos, no pod a quier causa y, principalmente, de la mejo¡. Pero confiar
s se¡ feliz del todo, y quizá menos aún aquel cuyos hijos lo más grande y lo más hermoso a la fortuna sería una 25
o amigos fueran completamente malos, o, siendo bue. gran incongn¡encia,
, nos, hubiesen muerto. Entonces, como hemos dicho, la La respuesta a nuestra búsqr¡eda también es €viden-
f€licidad parece necesitar también de tal prosperidad, te por nuestra definición: pues hemos dicho que ( la
y por esta razón algunos id€ntifican la f€licidad con la felicidad ) es una cie¡ta actividad del alma de acuerdo
buena suerte, mientras que otros ( la identifican ) con con la virtud. De los demas bienes, unos son necesarios,
i la vi¡tud. ot¡os son por naturaleza auxilia¡es y útiles como ins-
trumentos. Todo esto también está de acue¡do con Io
9. La telicidad y Ia buena suerte que dijimos al principio, pues establecimos que el fin
d€ la política es el mejor bien, y la polltica pone el 30
De ahí surg€ la dificultad d€ si la felicidad €s algo mayor cuidado en hace¡ a los ciudadanos de una cie¡ta
10 que pued€ adquirirse por €l estudio o por la costumbre cualidad, esto es, buenos y capaces de acciones nobles.
o po¡ algún otro ejercicio, o si sobreviene por algin des, De acue¡do con esto, es razonable que no llamemos
tino divino o incluso po¡ suert€ :a. Pues si hay alguna feliz al buey, ni al caballo ni a ningún otro animal, pues
otra dádiva que los hombres r€ciban ae los dios€s, es ninguno de ellos es capaz de participar de tal actividad.
razonable pensar que la felicidad sea un don de los dio- Por Ia misma causa, tampoco el nifro €s feliz, pues no rrooa
ses, especialmente por ser la mejor de las cosas huma, es capaz todavia de tales acciones por sü edad; pero
nas. Pe¡o quizás este problema s€a más p¡opio de otIa algunos de ellos son llamados felices porque se espera
Is investigación. Con todo, aun cuando la felicidad no sea que lo sean en €l futuro. Pues la felicidad requiere. co-
enviada por los dioses, sino que sobrevenga mediante mo dijimos, una vi¡tud perfecta y una vida entera,
la virtud y cierto aprendizaje o €j€rcicio, parece ser el ya que muchos cambios y azares de todo géne¡o ocu- s
, ¡nás divino de los bien€s, pues el premio y el fin d€ la r¡en a Io largo de la vida, y es posible que el más prós-
virtud es lo m€jor y, evid€nt€menre, algo divino y ven- pero sufra grardes calamidades en su vejez, como se
cuenta de Priamo en los po€mas troyanos:r, y nadi€
,a En d€finiliva, Arisrótelés suscita el problena de si ¡a f€licidad ,5 El legendario rey de Trcya, que iuvo que ver ¡a muené de mu-
rádicB €n no$lrcs o procede d€ uá fuente exterior qu. lo mismo
pu€den s.r los dioses que el üár. ch6 m
dé 3us hijos y los sufrini€nlos de su pueblo y qu€ murió o os
d€ Nepiólemo, hiio d€ Aquil.s.

lr.
t48 ÉrrcA N¡coMÁouEA t49

considera feliz al que ha sido vlctirna de tales percan- bién es absurdo suponer que las cosas de los hijos en
ces y ha acabado miserablemente. nada ni en ningún momento int€resa¡ a los padres.
Pero volvamos a la primera dificultad, ya que qüizá 3o
por aquello podamos comprende¡ también lo que ahora
10. I,a felicidad t los bienes etteiores indagamos. Pues si debemos ver el fin y, entonces, con-
sidera¡ a cada uno venturoso no por serlo ahora, sino
Io Entonc€s, ¿no hemos de considerar feliz a nin$ln porque Io fue antes, ¿cómo no es absurdo decir Aue,
hombre mienrras viva, sino que sera n€cesario. como cuando üno es feliz, en realidad, de verdad, no lo es
dice Solón, ver el fin de su vida? 26. Y si hemos de es- por no querer declarar felices a los que viven, a cáusa
tablecer tal condición, ¿es acaso feliz después de su de Ia mudanza de las cosas, y por no cree¡ que la 35
muerte? Peru ¿no es esto completament€ absurdo, sob¡e felicidad es algo €stable, que de ninguna manera cam_
todo para nosotros que decimos que la felicidad consiste bia fácilmente, sino que las vicisitudes de la fortuna gi-
15 en algunna especie d€ actividad? Pero si no llamaños ran sin cesar en torno a ellos? Porque está clato que, lroob
feliz al hombre muerto Solón quiere decir si seguimos las vicisitudes de la fortuna, Ilamaremos
-tampoco al mismo hombre tan pronto feliz como desgraciado,
esto, sino qüe sólo entonces se podría considerar ventu.
roso un hombre por estar libre ya de los males y de representando al homb¡e feliz como una especie de ca-
los infortunios-, también eso seria objeto de discusión; maleón y sin fundamentos sólidos- Pero €n modo algu- s
pues parece que pa.a el hombre muerto existen tam- no serla correcto seguir las vicisitudes de la fortuna,
20 bién un mal y un bien, como existen, asimismo. para el porque Ia bondad o maldad de un homb¡e no dep€nden
que viv€, pero no es consciente de ello, por ejemplo, de ellas, aunque, como dijimos, la vida humana las ne-
honores, deshonras, prosperidad e infortunio de sus hi- cesita; pero las actividades de acuerdo con la virtud de- lo
jos y de sus descendientes en general. Sin embargo, es- sempeñan eI papel principal en Ia felicidad, y las con'
to presenta también una dificultad, pues si un hombre trarias, el contrario.
ha vivido una vida venturosa hasta Ia vejez y ha muerto Este ¡azonami€nto viene confirmado por Io que aho-
en consonancia con ello, muchos cambios pueden ocu- ra discutlamos. En efecto, €n ninguna obm humana hay
¡rir a sus d€scendient€s, y así algunos de ellos pueden tanta estabilidad como en las actividad€s i'irtuosas, que
ser buenos y alca¡zar la vida que merecen, y otros al pa¡ecen más firmes, incluso, que las ciencias; y las más ls
2s contrario; porque es evidente que a los que se apartan valiosas de ellas son más firmes, porque los hombres
de sus padres les puede pasar cualquier cosa. Serla, sin virtuosos viven sobr€ todo y más continuaúente de
duda, absurdo si el muefo cambiara también con sus acuerdo con €llas. Y ésta parcce ser la razón por la cual
descendientes y fuera, ya feliz, ya desgraciado; pero tam- no las olvidamos. Lo que buscamos, entonces, pertene-
cerá al hombre feliz, y seú feliz toda su vidai pues si€m-
p¡e o prcferentemente hará y contemplará lo que es con'
,ó HERóDom (I 3C33) adbuy€ esta frás€ a Solón, cuárdo .s1. sa- fo¡me a la virtud, y soportatá las vicisitudes de la 20
bio visitó áCr€s, rey d. Lidia, €l cual, ap.sarde sG fabulosas ¡ique- vida lo más noblemente y con moderación en toda
za", no .r¿ (onqd.rádó f.liz por el les'slado' ar€nien:e circunstancia €l que €s ve¡daderamente bueno y (cua_
150 l5l
drilátero, sin tacha,?. Pero, como hay muchos aconte- visto de bienes ext€rnos no por algún p€ríodo fortuito,
cimieritos que ocurren po¡ azares de fortuna y se dis- sino duÉnte toda la vida? ¿o hay que añadir que ha
tinguen por su grandeza o pequeñez, es eüdente que de continuar viviendo de esta man€ra y acabar su vida
los de pequefra importancia, favorables o adversos, no de modo análogo, pueslo que el futuro no nos es mani-
2s tienen mucha influencia en la vida, mientras que los fiesto, y establecemos que la felicidad es fin y en todo
grandes y numerosos harián la vida más venturosa (pues absolutañente perfecta? Si esto es así, llamaremos:o
por su naturaleza añaden orden y belleza y su uso es venturosos entr€ los vivientes a los que poseen y posee-
noble y bueno); en cambio, si acontece lo contrario, opri- rán Io que hemos dicho, o sea, venturosos €n cuanto
' men y corrompen
la felicidad, porque traen penas e im- hombres. Y sobre estas cuestiones baste con lo dicho.
30 piden muchas acrividades. Sin embaryo, también en
éstos b lla la nobleza, cuando uno sopofa con calma
muchos y grandes infoÍunios, no por insensibilidad, si- ll. Ia lelicidad de los muertos y Ia bueña o ftala suer
no por ser noble y magnánimo. te de los descefidiefltes
Así, si las actividades. rigen la vida, como dijimos,
ningln hombre venturoso llegará a ser d€sgraciado, pues En cuanto a que la suerte de los descendientes y de
i5 nunca hará lo que es odioso y vil. Nosotros creemos, todos los amigos no contribuya en nada a la situación
pues, que el hombre ve¡daderamente bueno y prudente de los muertos, parece demasiado hoatil y contra o a
soporta dignamente todas las vicisitudes de la fo¡tuna las opiniones de los homb¡es ". Pero, puesto que son 2s
rror¡ y actúa siempre de la mejor manera posible, en cual- muchas y de muy diversas maneras las cosas qu€ suce-
quier circunstancia, como un buen general empl€a el den, y unas nos tocan más de cerca que ot¡as, discutir
ejé¡cito de que dispon€ Io más eficazmente posibl€ para cada una de ellas serla üna tarea larga e intermi¡able,
Ia guerra, y un buen zapaterc hace el m€jor calzado con y quizá sea suficiente tratarlo en gen€ml y esquemáti-
el cuero que se le da, y de la misma manera que todos camente. Ahora bien, de la misma man€ra que de los 30
s los ot¡os artífices. Y si esto es así, el homb¡e feliz infortunios propios unos tienen peso e influencia en la
jamás será desgraciado, aunque tampoco venruroso, si vida, mient¡as qu€ otros parecen más ligeros, así tarn"
cae €n los infortunios de Príamo. Perc no s€rá incons, bién ocurrc con los de todos los amigos. Pero ya que
I tante ni tornadizo, pues no se apartará fácilmente de los sufriñientos que afectan a los vivos difieren de los
la felicidad, ni por los infoflunios qu€ sobrevengan, que afectan a los muertos, mucho más que los delitos
10 a no ser grandes y muchos, d€spués de tos cuales no y terribles acciones que suceden en Ia escena difieren
volverá a ser feliz en breve riempo, sino, en todo caso, de los que se presuponen en las tragedias, se ha de con- is
lras un período la¡go y duradero, en el que se haya he- cluir que €xist€ esta diferencia, o quizá, más bien, que
cho dueño de grandes y hermosos bienes.
,! Como pu€d€ ¡pÉia¡ el lector, Aristót.les no quiere opo¡erce
¿Qué nos iñpide, pues, llamar feliz al que acrúa de
abiertdcnte a lár cre.ncias popúlares acer€ de lá su€¡l€ d€ los muer'
ts acuerdo con la vida perfecta y está suficienremeate pro-
los, Con todo, Él pásaj. €stá teñido de u¡ gran cscepticismo, y la con'
:t Expresión sscada de un lo€ma de S¡MóñroEs (fr. 4, DEELI ano. clusión qu. sé sea del úismo .s qu. l¡s accio¡és de los úigos ¿Ie.
1an en .s¡sá m€dida 6 la felicidad o d€sR.rc¡a del ñueno.
táda y dis.utid¿ por PuróN .¡ p/otáCo.6 339a347^.
fl"'

t52 153

no se sabe si los muertos participan de algún bi€n o Y asi también ¡especto de los bienes, porque nadie elo' 25
¡¡orü de los contrarios. Parece, pu€s, s€gln esto, que si algún gia la felicidad como elogia Io justo, sino que la ensalza
bien o su contrario llega hasta ellos €s débil o pequeño, como algo más divino Y mejor.
sea absolutamente sea con relación a ellos; y si no, es Y pa¡ece que Eudoxo !', con mzón, sostuvo la exce-
de tal magnitud e índole, que ni puede hac€¡ felices a lencia del plac€r, pu€s pensaba que el hecho de no ser
loB que no lo son ¡i privar de su ventura a los que son elogiado, siendo un bien, indicaba que era superior a 30
s felices. Parcce, pues, que la prosperidad de los amigos Ias cosas elogiables, del mismo modo que Dios v el bien,
afecta de algrtn modo a los muertos, e igualúente sus pues las otras cosas están rcfe¡idas también a éstas Por'
desgracias, ¡,e¡o en tal grado y medida que ni pueden que el elogio pertenece a la vi¡tüd, ya que por ella los
hacer que los felices no lo sean ni otra cosa semejante. hombres realizan Ias nobles acciones, úi€ntras que el
encomio pefenece a las obras tanto corpo¡al€s como
anímicas. P€ro, quizá, Ia precisión en estas materias 3s
t2. es más prcpia de los que se dedican a los encomios;
La lelicida.d, obieto de honot r no de alabanza pe¡o, para nosotros, es evidente, por lo que s€ ha dicho,
que Ia felicidad es cosa perfecta y digna de ser alabada.
lo Examinadas estas cuestion;s, consideremos si la feli"
Y pa¡ece que es así también por ser princiPio, ya que, rr02.
cidad es una cosa elogiable o, más bien, digna de honor;
pues esta claro que no es una s¡mple facul¡ad. parece,
a causa de ella, todos hacemos todas las deúás cosas,
y el p¡incipio y la causa de los bi€nes lo conside¡amos
en efecto, que todo lo elogiable se elogia por ser de ciena
algo digno de honor y divino.
lndole y por rener cierra refe¡encia a algor y asf €¡ogia-
mos al justo y al viril, y en general al bueno y a la vir-
tud po¡ sus accion€s y sus ob&s, y al robusto y al ágil,
rs y a cada uno de los demás por tener cieta cualidad
13. EI alma, sus partes t sus virtudes
narural y servir para algo bueno y vifluoso. Esto es evi-
Puesto que la felicidad es una actividad del alma s
dente también cuando elogiamos a los dioses, pues apa-
de acuerdo con la virtud perfecta, debemos ocuparnos
rece como ridiculo asimilarlos a nosotrcs, y esto sucede
porque las alabanzas se refieren a algo, como dijimos. de la virtud, pues tal vez inv€stigaremos mejor lo refe-
rente a la felicidad. Y parece también que el verdadero
20 Y si la alabanza es de tat índote, es claro que áe bs
polltico se esfuerza en ocuparse, sobre todo, de la vir-
cosas mejores no hay alabanza, sino algo mayor y me-
jor ". Y éste parece ser el caso, pues de los dioses de- rud, pues quiere hacer a los ciudadanos buenos ) sumi
sos a las leyes. Como eiemplo de éstos tenemos a los lo
cimos qu€ son bienaventurados y felices. y a los mas
legisladores de Creta y de Lacedemonia y los otros se-
ditinos de los hombres los llamamos bi€navenrurados.
mejantes qüe puedan haber €xistido. Y si esta investiga'
a t¡ay dos clases dé bi€nes. Unos qu. so¡ fin en 3r ñismos, y
olrcs que qón bien€i es decir que bu3cáóos a cau"a
30 Discipulo de ?latón qu. coñsideráb¿ el plac€r @úo un fit en
d. oua¡.osa3 A esrG 'nsltumenráles.
lo\ álab¿nor, a tos primercs tos hon¡amo", si nisno y ;l ñás el€vado bien p¡¡a el ¡ombre hac€ una
cooo a los dioses qu€ son fin en sr milnos, c.iric¿ de su hedonismo, s¿¡ra, lib¡o x. ^ssrótElEs
154 LIBRO ¡ 155

ción pertenece a la política, es evidente que nuestro exa- la razón pero naturalmenie inseparables, como en la cir-
men estará de acuerdo con nuestra intención original. cunfercncia lo convexo y lo cóncavo. De Io irracional,
15 Claramente es la virtud humana } que debemos inves-
una part€ pa¡ece comtln y vegetativa, es decir, Ia causa
tigar, ya que también buscáb?rmos eI bien humano v la de lJ nutricion y el crecimiento; pues esta facultad del
felicidad humana. Llamamos virrud huma¡a no a la del alma pucde admitirse en todos los se¡es que se nutren
cuerpo, sino a la del alma; y d€cimos que la felicidad y en los embrion€s, y ésta misma también en los orga'
es una actividad del alma. Y si esto es así, es evidenÉ nismos perfectos, pr¡es es más razonable que (admi-
que el político deb€ conoc€r, en cierto modo, los atribu- tir) cualquier otra. Es evidente, pues, que su virtud rr02b
2d tos d€l a¡ma, como el docror que cura tos ojos debe co- es común y no hümana; parece, en efecto, que en los
noc€r también rodo el cuerpo, y tanto más cuarrto que sueños actua principalment€ esta parte y esta facultad,
la política es más estimable y mejor que la m€dicin; v el bueno v el malo no se dislinguen durante el sueño
".
Aho¡a bien, los médicos distinguidos se afanan por co- i'o, ..o, di". que los felices y los d€sgraciados no r
noc€r muchas cosas acerca del cuerpo; asi tambien el ".
se diferencian dunnte media vida. Esto es normal que
po¡Iico ha de consid€rar et alma. pero la ha de cons¡de_ ocurra, pues el sueño es una inactividad del alma en
Ér con vistas a esras cosas y en la medida pertinent€ cuanto se dic€ buena o mala, excepto cuando ciertos
2s a lo que buscamos, pues una mayor p.ecisión en nues. movünientos penetran un poco y, en este caso, los sue'
t¡o examen es acaso demasiado penoso para lo que nos ños de los hombres superiores son mejores que los de
los hombres ordinarios. Pero basta de estas cosas, y de' lo
Algunos punto{ acerca del alma han sido también iemos rambi¿n de lado la pa¡re nutriliva ya que su na_
suficientemente estudiados en los rratados exoté;cos ri, i,rral.ru no penenece a la virlud humana.
y hay que servirse de ellos; por ejemplo, que una parte P€ro parece que hay también otra naturaleza d€l al-
30 del alma es irracional y la ot¡a ti€ne razón. Nada im-
ma que es irracional, pe¡o qu€ participa, de alguna ma'
porta pam esta cuestión si éstas se distinguen como las nera. d€ la razón. Pues elogiamos la Ézón y la parte ls
partes del cuerpo y rodo 1o divisible, o si son dos para del alma que tiene razón, tanto en el hombre continente
!' De esro s€ deduce que hay oirás ctáses de virrud, además como en el incontinente, ya qu€ le exhorta rectamente
de
lá huna¡a. Asi, por ejemplo, hay virrudes d€l cueeo y vi¡rud€s de
a hac€r lo qu€ es mejor. Perc también apár€ce en estos
Ios ánimales, como l¿s d€l cabatto. Más ad€lante (t¡Oóá19-2t),,os dirá hombres algo que por su naturaleza viola la razón, y
Ar¡stórEc5, sisuiendo a !la!ón, qu€ el cab¿¡lo, como cualquie¡ otrc esLa Darre lucha v resisle a la razón Pues deIamisma20
animal, riene su tunción propia y su viriú<l prcpia. No obstúte, háy
que t€ner en cue¡la qué el Émino
man;ra cue los miembros paralitkos del cuerpo cuan-
s¡i.go ¿/er4 €n ouchas aasioúes,
no s€ coÍesponde con nuesr.a (viriud", sino nás bi€n con Ia (€xce- do queremos moverlos hacia la de¡echa se van en senti-
l€nciár en tal o cual acrividád. do contra o hacia la izquierda, asl ocurr€ también con
r, As¡ como él oculrisla .t€b€ conocer no sólo et ojo hunáno sino el alma; pues los impulsos de los incontinentes se mu€-
también €l cuerpo enl.ro, asi lambién el mora¡jsta que esrudia ia feli ven en sentido contrario r¡ Pe¡o, mientras qu€ €n los
cidád, áclividad .t. úa p¿¡re del álma, debe conoce. €t alma entera.
r3 Esta fráse par€cé indicár álso asr como ..rlraños . la
es¿u€ta
I R. A, G^ursEr y J. Y. Jo!¡! @menta¡ asi esre pasaj.: .El Ér-
peripaiét¡cÉr; en alsunos casos, cono aqui, Dar* r€fenrce a {€scri- ñi¡o ¡¡¿u4 que pe.lé¡e€ al v@abulario ac.démi@, e3 ráro e¡ la
tos dé Ia escuela acadénicá¡. Etica N¡con¿qu.ay no tiene valor tenico, sino que Posee un significa'
156 157

cuerpos vemos lo que se desvía, en el alma no lo ve¡nos; del


ración son éticas De este ñodo, cuando hablamos
mas, quizá, tañbién en el alma debemos conside¡a¡ no
carácte¡ de un hombre, no d€cimos que es sabio o inie'
menos la existencia de algo contrario a la razón, que ii*."t., "ino qu. es manso o moderado; y tambiénvirtu-
elo_
se le opone y rcsiste. (En qué sentido es distirito noln-
niLo. al "a¡io pot su modo de ser' y llamamos
25 teresa.) Pero esta parte tañbién parec€ participar de la
á." los modos de ser elogiables
razón, como dijimos, pues al menos obedece a la razón "
en el hombre continente, y es, además, probablemente
más dócil en €l hombre ñodemdo y va¡onil, pues todo
concu€¡da con la razón. Asl también lo i¡racional pare-
ce ser doble, pues lo veSetarivo no parricipa en absolu-
to de la razón, mientras que lo apetitivo, y en general
Io desiderativo, participa de algún modo, en cuanto que
30 la €scuche y obedece; y, así, cuando se trata del paáre
y de los amigos. empleamos la expresion .¡ener en cuen-
ta,, pero no €n el senrido de las maremáricas',. eue
lL la parte irracional es, en cierto modo, persuadida por
la razón, lo indica tañbién la advert€ncia v toda censu-
ra v exhoíación. Y si hay que decir que esia parre tiene
¡azón, será la parle irracional la que habrá que dividir
3s en dos: una, primariamente y en sí misma; otra, cap^z
sólo de escucha¡ ( al^ razón ), como s€ escucha a un
padr€.
También la virtud se divide de acuerdo con esta¿i-
ferencia, pues decimos que unas son dianoéticas y orras
éticas, y, asi, la sabiduría, la inteligencia y la prudencia
son dianoéticas, mieritras que la liberalidad y la mode-

do ouy amplio: p¡incipio i¡lemo de c¡mbjo, re¡d.Dcia o inclinación


in¡ah, la ¡¿u¿ s€ €ncue¡tm tanro en to3 se..s i¡an¡mados como é¡
16 úimal€s. tlay en el alña dos class de tat.s impúlsos: un6 qúe
prcc€dé¡ tlel pensam¡e¡ro racio¡al, otros de¡ dew inacionalj h;ro
en €l co¡ridente.omo én el inco¡dnente e3tas dos.lá.es de impulrcs
sú¡ en muruá @n¡¡adic'bn, tLEthqú ¿ Nionaque. I rcdrcdóa,
rr En mateñáticas, la e¡presión sie¡ifica s.r .rac¡otuI, ;n d sen-
tido d€ conme¡surabl€. Él auror ju€ga aqui €on 16 diye¡so5 s.¡tidos
qué pu€dé te¡e. €n griego lá €xprcsiór ¡¿so¿ l¿¿¿in; (p€nsar, obe<le
c€¡, se. capaz de da¡ cuen¡a de also'.

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