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Pepe Pereza
Roberto Ferrer
ci Lucia Fraga
Franco DiMerda
Enrique Fuentes-Guerra
Elena Ortiz
Ana Vega
Gema Serrano
Tomas Illescas
Emilio Arjona
Silvia Loustau
Patxi Irurzun
Luis Sevilla
José Ángel
2 Conde
Ana Patricia Moya
P ep e P e rez a ( Lo g roñ o) . Ex – a ct or , gu i on is t a , po eta , es cr it or y d ir e cto r . S u s r e l at os h an a p are c i d o en
d i v e rs as r ev i st as y fan z in es com o “Na r rat ivas ”, “La fanz in e ”, “A l ot r o lad o d el E sp e jo”, “Ag itad oras ”, “C r uc e
d e Ca mi n os”, así como en diversos blogs: “Cr ón ica s para d ec ora r un vac í o” (de Xen Rabanal), “Hank Over \
Resaca” (V ic en te Muñoz Á lva r ez y P atx i Irutzun ), “Est o n o es una p e lí cu la , am ig o” (David González ), etc. Ha
p u b l i c a d o e l l i b r o de r e l a t o s “Puta s ” ( E d ic i o n e s G r o en la n d i a ; s eg u n da e d ición , próx im am ent e). En breve,
publicará: “ A mor e s B re v e s ” ( E d it o r ia l B a i le d e l S o l ) P u b l i c ó , h a c e t i e m p o , u n po em a r io e n u n a e d i t o r ia l d e
p r o v in c ia s .

EL PSIQUIATRA

En la consulta, un hombre de mediana edad descansaba


tumbado en el diván. A la cabecera, el psiquiatra permanecía
sentado en un butacón de cuero negro, portando en sus manos
un bloc y un bolígrafo. El hombre del sofá guardaba silencio
mientras analizaba sus pensamientos en busca de una respuesta.
El psiquiatra se estaba impacientando y para distraerse dibujó
una guillotina en su bloc... Por fin, el paciente se decidió a
hablar:

- Supongo que miento porque no tengo verdades que contar.

- Explíquese – se interesó el psiquiatra.

- Usted sabe que me paso el día solo, sin salir, ni hablar con
nadie. Por suerte o por desgracia, trabajo desde casa y eso hace
que mi vida social sea casi nula – aclaró el hombre.

- ¿Y cómo se siente por eso?

- Pues como un envase vacío.

- Explíquese, por favor.

- Bueno… creo que está muy claro. No hay nada en mi vida que
sea de interés. Nada. Por eso, cuando establezco algún tipo de
relación personal, miento sobre cómo soy o cómo vivo. Supongo

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que prefiero ser un recipiente lleno de mentiras que un envase
vacío. ¿Comprende?

El psiquiatra miró aburrido al reloj y dijo:

- Vamos a dejarlo aquí. La próxima semana seguimos con este


tema.

Al hombre no le gustó nada que el psiquiatra diese por


terminada la sesión justo cuando había encontrado las palabras
para expresarse.

- Antes de irme me gustaría hacerle una pregunta – dijo


chasqueando la lengua.

- Usted dirá - dijo el psiquiatra volviendo a mirar de soslayo el


reloj.

El hombre se tomó unos segundos antes de formular la


pregunta.

- ¿Es normal que piense continuamente en rebanarle el


pescuezo?

La contundencia de aquella macabra interrogante le cogió tan


por sorpresa que el psiquiatra estuvo a punto de perder su
característica templanza. Aún así, logró mantener la calma.

- ¿Cómo dice? – replicó el profesional con un hilillo de voz.

- Digo… ¿qué si le parece normal que yo tenga unos deseos


incontenibles de rebanarle el pescuezo? - contestó el hombre
sonriendo inocente.

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Al psiquiatra se le hizo un nudo en la garganta. Finalmente,
tragó saliva.

- No… no creo que sea normal – consiguió decir con poco


empaque.

- ¿Y qué me aconseja?

- Lo primero… lo primero, que evite esos siniestros pensamientos


y lo segundo… le voy a pedir que por favor deje de acudir a mi
consulta... ahora… si me disculpa tengo… que atender a otros
pacientes.

El psiquiatra intentó aparentar normalidad aunque realmente


estaba aterrorizado. Creía que en cuanto aquel tipo oliese su
miedo se le echaría encima. Pero no. El hombre le miró como
una fiera que calcula la distancia a su presa, chasqueó de nuevo
la lengua y dijo:

- Intentaré hacer lo que me dice.

El hombre le tendió la mano para despedirse. El psiquiatra dudó


pero terminó aceptándola.

- Muchas gracias por su ayuda. Le estaré siempre agradecido -


dijo el hombre sin dejar de mirarle fijamente ni soltar su mano.

- De nada – añadió el psiquiatra con frialdad.

Después el hombre salió de la consulta. En cuanto lo hizo, el


psiquiatra abandonó su fingida pose. Se recostó en la pared
para no desfallecer. Al poco, el hombre volvió a entrar en la
consulta sorprendiendo al psiquiatra que pegó un pequeño
respingo y estuvo a punto de echarse a gritar. Pero antes de que
reaccionara el hombre formuló una segunda pregunta:

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- ¿Cómo se evita un pensamiento siniestro?

- Expulsándolo de su cabeza – acertó a decir el psiquiatra.

- Expulsándolo de mi cabeza – repitió el hombre sopesando


cada palabra – Es un buen consejo. Lo seguiré…

Y sin más, el hombre volvió a abandonar la consulta. Esta vez, el


psiquiatra se apresuró a echar el seguro a la puerta. Respiró
aliviado. Sus piernas aún temblaban tras tan inquietante y
absurda conversación.

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Pepe Pereza
Rob er to Ferrer ( Cá diz , 19 85) . J o v en po eta a n d a luz q u e c o m i enz a s u ro da je lírico con su primera obra
“G r i ma y Escombr os ” (2 01 0 ). Ejerc e como educado r en su lo ca lidad nata l, sir v iéndose de la música como
recu r so p eda gó gico . Es licen c iado en Educa c ión So c ial. Anter iorm ente h a pu b licado en p er ió dic os de t irada
e s tata l c o m o D i a go n a l y Rebel i ó n .o rg. D e s de e l p e r io d o de 2 0 05 a 2 0 09 fu e fun dado r y e d i to r d el
p e r ió d i co d i g i ta l y an da luz “GAS ” ( Gru po d e A cc i ón S oc i a l ). A ctu a lm ente publica su poes ía en diver sas
re v is tas digita les y de pa pel.

TECNOLOGÍA

Por muchas resonancias magnéticas,

radiografías y escáner que apliquen a mi cuerpo desnudo,

nunca podrán encontrar mi esencia.

Por muchos aceleradores de partículas que construyan,

nunca podrán resolver el misterio.

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HORIZONTE DE PLATA

Cuando nos hayamos en ese limbo incierto,

un puente de espuma se cierne sobre nosotros

y nos sumerge en nuestro onírico castillo.

Empieza el simulacro,

nos dejamos llevar por la suave corriente del ensueño,

a la deriva, sin rumbo preciso.

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Roberto Ferrer
L u c ia F r aga ( A Cor u ña , 1 979 ) . T ra du ct o r a y ase s or a l in gü ís t ic a. A ct u a lm en t e, e st u d i a p s i co lo g í a.
Lic enci ada en F ilo lo gía H is pá n i ca por la Universidade da Cor u ñ a. E s p ec i al ist a en e l ár e a d e Teo r ía de la
L it e r a t u r a ; p o s e e d ip l o m a d e E s t u d ios A v a n z ad o s y u n c u r s o d e e s p ec ia liz ac ión en “ Teat ro , Cin e y
A u d io v isu al e s ” . H a e la bo ra d o d iv e rs os t ra ba j os so br e e s c r i t o r e s d e l e n gu a g a l l e ga y c i n e . H a r es i d i d o en
A lem an ia , don de im pa rt ió c las es de lit er atu ra cont em po rán ea y lit er atur a a ur is ecu lar . M iem br o f un da do r
del grupo poét ico “Los Vá nda los ”, y de su rev ist a “Mé s t er d e Vanda l ía ”. S u s po ema s h an a pa r ec i d o en
div ers as pu blicacion es : “C oolc ult u ra l Ga li c ia , “La B e l la Va rs ov ia”, “P i ed ra d e M ol in o”, etc. H a part icipado
en antologías po ét ic as. Ha publicado el po emario “Nos ta lg ia d e l ac e r o”. A dm in i str a e l b lo g
w w w . lu c ia fr a ga . b lo gsp ot . com.

STREEP-TEASE

Me voy a desnudar para ti


Como si fuera un rito ancestral y mítico,
Lenta,
Suavemente.
Dejando que se despiertan mis sentidos
Y que mi cuerpo hable y mi boca calle.

Acaricio mi cuerpo por encima del vestido,


Mientras mi piel ya se encarga de erizarse.
Paso las manos de los pechos a las caderas
Y siento un temblor dentro de mí que quiere continuar.

Me suelto el pelo que llevaba atado en una coleta


Y me agito para que mi melena caiga sobre mis hombros.
Sigo tocándome a través de la ropa
Y tú, hipnotizado, me ayudas con la cremallera.

Ya está en el suelo el velo encantado

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Que cubría mi carne de tu mirada lasciva,
Pero ahora, aún queda lo más delicado
Y tú ya clavado en la silla ardiendo en deseo.

Mi sujetador de tul negro te niega parte de mis pezones,


Tapados por medio raso negro envidioso y egoísta
Que se lo quieres comer a fuerza de tela y encaje.
Los corchetes ya están sueltos...pero mis pechos siguen cubiertos.

El escaso vello de mi pubis parece una pradera


A la que un cielo primaveral se ha vuelto negro.
Negro tul que todo lo oscureces y hasta los muslos enlutas.
He dejado sólo una lámpara en el suelo.

Cierro los ojos y me aprieto los pechos


Rezando una letanía de lenguaje corporal,
Repitiendo entre dientes “eres mío, no soy tuya”
Mientras me bajo las tiras del sujetador.

Las pongo bajo las axilas frescas y sensuales


Y,
Poco
A
Poco,
Me siento entre tus piernas prestas a saltar.

Me vas quitando la braga al besar mi espalda inmaculada.


Al suelo la tiraste.

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Un triste pedazo de tul ensalivado.
Y agarras mis nalgas como dos esferas celestiales.

Me giras y hundes en mi escote tu cara de sátiro;


Con los dientes vas quitando aquello que yo dejé.
Y mis pechos al aire te enloquecen,
Con su llana redondez y esa flor en el centro que es de rosa y jazmín.

Mis rosados pezones brillan con tu saliva


Y yo siento la rapidez de tu lengua sobre mis rosas claras.
Soy de mármol en un cuarto oscuro y tus manos morenas
Que no se cansan de acariciar mis pechos hasta hacerte llorar.

Bautizas con tus lágrimas mis senos,


Das sentido a la ceremonia ritual.
Me coges en brazos como si fuera una niña
Y me empiezas a lavar el maquillaje.

Despiertos mis sentidos,


Desnuda sacerdotisa soy.
Yo, dura como la roca
Y tú, un sacrificio al dios del Metal.
Muere, con mi afilado cuchillo
Oculto entre mis piernas.

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Lucia Fraga
F r an co D iM e r da ( L im a , P e rú , 1 9 73) . G an ó en su t ier r a n at a l va r io s c on cu rso s d e có m ic y h a p u b l i ca d o e n
distin tos fanzin es y revistas del medio. En el 2000 logró refugiarse en Es paña, pa ís en el qu e vive desde
entonces . En la actualidad, es cribe diversos r e la t os c o rtos pa ra l as re v ist as mus i c al e s “Hea vy Rock” y
“Kerrang ”. M a n t i en e el b lo g p e rso n a l w w w . fr a n co d im erd a . b lo gs pot . com.

LA MONA Y LA GENTE

Una mona perezosa paraba durmiendo todo el día. Al verla


flojear, mientras todos se rompían el lomo trabajando, la
gente le dijo:

—A quien madruga Dios le ayuda.

Pero un día, mientras la mona dormía, un programa


concurso tocó a su puerta y como la encontraron la
premiaron con lindos vestidos. La gente al verla pasear tan
elegante le dijo:

—La mona aunque se vista de seda, mona se queda.

Poco tiempo después, como la mona vestía bonito, se le


acercó un rico y le propuso matrimonio. Siendo ya
millonaria la gente le dijo:

—No por mucho dinero tener, la gente te va a querer.

Mas la mona, haciendo oídos sordos, fundó muchos


colegios y hospitales para los pobres siendo recordada
incluso después de muerta. La gente dijo entonces:

—Es más fácil que entre un camello por el ojo de una


aguja que un rico al reino de los cielos.

Años después, mientras el Papa la canonizaba, la gente ya


no dijo nada.

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EL QUINTO MÚSICO

Poco después, pasaron los cuatro músicos; el asno, el


perro, el gato y el gallo, al lado de una vieja casa. Allí, en
el portal, estaba un anciano en silla de ruedas y sollozaba
hasta las lágrimas:

— Tus plañidos le llegan a uno al alma — dijo el asno—.


¿Qué te pasa?

- ¡Ay! — dijo el anciano — He trabajado para mis hijos


como un burro para darles la mejor educación; he sido fiel
a mi mujer como un perro, y como un gato la
independencia les di; incluso como un gallo de todos los
enemigos los defendí. Pero como me hago viejo y mis
fuerzas me abandonan, mi familia me quiere botar. ¿Qué
voy hacer en el asilo? A causa de todo ésto, lloraré hasta
que alguien me ayude.

—Nosotros vamos a Bremen — dijo el asno— a hacernos


músicos municipales. Deja de chillar y acompáñanos que
un cantante más vamos a necesitar.

— ¿Un cantante? — preguntó el anciano consternado—


¿Cómo voy a ser cantante? Ellos son jóvenes y llevan vidas
muy distintas a nosotros. Los cantantes nunca tienen
problemas de dinero y viven en el extranjero, como ése que
sale siempre en las revistas. Sus vidas sentimentales son
intensas con miles de hijos no reconocidos por todo el
mundo, como sale en los periódicos. Y tienen problemas
con drogas y esas cosas, como ese último caso de la
televisión. ¿Cantante? ¿Cómo se les ocurre? Antes prefiero
la muerte.

Al asno, al perro, al gato y al gallo les gustó la propuesta,


y así, se fueron los cinco juntos directo a las vías del tren.

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Franco Dimerda
Enrique Fuentes-Guerra (Córdo ba, 1958). P oe ta . Ha pu b lic ado “Lo q ue a rd e \ El s u eñ o d el h e r id o”
(fot ogra fía de J uan Jo s é R om ero y p r ó l o go d e J es ú s A l c a i d e ) y “ E l lab erin to S en tim enta l” ( c on pr ó lo go d e
A l b ert a d e l a P oz a ). A c t u a lm en t e, v iv e en B e l a l cáz a r y p r e pa ra su p r óx imo p oe ma r io .

CHARLANDO CON ALGUIEN QUE PASABA POR AHÍ

¿Quién eres?
La muerte
Y, ¿qué quieres?
Sólo te observo
Hace tiempo que camino a tu lado
¿Y eso por qué?
Se acaba tu tiempo
Mi tiempo nunca acabará
Todo lo más empezará otra etapa
Todo sucede a todo
Pero nada carece de atractivo
¿Buscas garantías?
Llámalo como quieras
Pero nadie puede vivir caminando hacia la nada
Triste eres pero más dulce la vida
¿Pero no sientes miedo?
¿Miedo yo? Mal me conoces
Sólo eres una realidad intentando burlarse de nosotros
¿Y supones que pasaré a tu lado sin rozarte?
No es esa mi preocupación
¿Cuál entonces?
Amar la vida, mientras vivo
Pero yo soy parte de la vida
Claro, y te amaré, pero no te desearé
No malgasto mis fuerzas en problemas sin solución
Ni me volveré loco de miedo mientras tanto
Obsérvame cuanto quieras
Camina a mi lado mientras desees
Es tu trabajo, no el mío

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Que yo viviré mientras espero
¿Pero es que no me temes?
Y dale, ¿temerte yo?, ¿por qué?
¿Acaso temes al águila porque vuela
O al barco porque flota?
Las cosas son como son
Te respeto pero no te temo

Simplemente si no hay solución no hay problema

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Enrique Fuentes-Guerra
E l e n a O r t iz ( M é x ic o ) . L ic en c ia da en Ciencia s de la Comun ica c ión , e gr es ad a en la Un ive rs id ad F ran co -
M ex ican a . M iem b ro de la R ed Mun dia l de Es c r ito r es en Esp año l (R EM ES ), de la Un ión de Es c r ito r es
H is p anoamer i c an os y d e E sc r itor es Lat in oam e r ic anos . Pa rt ic ip ó e n la an to lo g ía “M e j or e s T e x t o s ” ( 2 00 8 ) ,
editada por el Rincón de los Escritores y en la antología “Iwith” ( B u bo k , 2 0 0 9 ) . S u s poe ma s h an ap a r ec i do
e n d iv e r s a s pu b l ic a c ion e s l it er a r i a s . R ec i b ió a c c és it y mención de honor en el I Concurso de Relatos
C o n vo ca do s p o r la R ev i s t a L it e rar i a “Ka tha rsis” y finalista del II Concurso de M ic ro rr e l at o s pa ra a bo g ad os .

RESURECCIÓN

Generalmente comienzo mis cartas señalando la fecha; sin embargo,


en esta ocasión, y contrario a mis propias normas, lo obviaré porque
resulta un dato intrascendente. Hace mucho que no hay días, meses u
horas que valgan la pena, por lo tanto, perdí el sentido del tiempo. No
iniciaré la misiva con el tradicional “Querida, estimada, amada…”
porque tampoco eres algo de eso, mejor dicho: no eres nada.

Y no, no hablo así porque esté dejándome llevar por el rencor pues ni
siquiera eso me queda. No me queda nada, no hay dignidad, fe,
esperanza o cariño posible en ningún rincón del alma, ni del corazón,
ni dentro de las cuatro paredes que han atestiguado estos 19 años de
tortura continua desde el primer hasta el último día, que es hoy.

Sí, te dejo. Me marcho a cualquier parte. No tengo dinero, ni planes


formulados, ni destino establecido. Simplemente abriré la puerta y
caminaré hasta donde mis pies me lleven. Porque en todo este tiempo,
traté inútilmente de cambiarlo todo, de hacerte entender, pero contigo,
nada tenía sentido jamás. De tu boca no salieron las palabras tan
esperadas a pesar de que nunca te dijo un te quiero ni mencionó un
perdón. Sólo gritos, ofensas e injurias. Mientras el cuerpo anhelaba
caricias recibía golpes y maltratos. Nunca dormí tan sola como lo hice
a lo largo de todos estos años en que llorar por los rincones era el único
consuelo posible.

Además, aún queda lo otro. Es algo que hay que enfrentar de una
buena vez. Él entraba como una maldición a casa, lo sabes bien, para
someter con la violencia acostumbrada y profanar el cuerpo de manera
grotesca… sus amigos espiaban del otro lado de la puerta satisfaciendo

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sus deseos mezquinos y animales, haciendo que el abuso se
transformara en una violación masiva. Porque si bien es cierto que
nunca participaron y permanecieron cobardemente ocultos entre las
sombras, la lascivia de su mirada sobre el cuerpo desnudo y lacerado
dolía más que la saña del que un día juró amor y protección por
siempre.

¿Qué me hizo entonces tomar esta decisión precisamente hoy y no hace


19 años, o cinco meses, o dos días antes? No sabría contestarte.
Simplemente, me desperté y miré en el espejo el reflejo de las manos
marchitas y viejas, el rostro ajado y sombrío, el cuerpo deforme por los
kilos de angustia acumulados en este tiempo. Me sentí como un cadáver
a la intemperie, maloliente y putrefacto, sin alma, sin identidad, sin
nada.

Me di cuenta entonces que todo lo que tengo soy yo misma, y no quiero


tenerme así, no me reconozco. Tampoco es mi idea seguir llorando
eternamente. Ya no soy esa niña tonta y enamorada que lo dejó todo
creyendo estúpidamente que mi gran amor lograría transformarlo, ni
siquiera soy ya una mujer hermosa. Soy un pobre desecho, pero aún
tengo dos manos útiles, dos piernas fuertes y una vida fuera de esta
cárcel en donde aún quedará algo de aire puro, un espacio verde y
rebosante en el que pueda correr libremente y un refugio en donde no
reine el dolor y la desesperación.

Esta carta es una carta de despedida. Pero no es para él, es para ti, es
decir, para mí. Estoy alejándome de la mujer débil y sumisa que soportó
tantos años de esclavitud e injusticias. De esa sorda que hizo caso
omiso a mi voz gritando rebeldía ante lo incomprensible. Al mismo
tiempo, es también una carta de amor, un testimonio de que aunque
tarde, supe encarar con valentía mi situación marchándome sin mirar
atrás porque me amo y deseo rescatar lo que algún día fui. Como ves,
no me tiembla la mano al escribir, las letras han sido plasmadas con
seguridad, calma y precisión. Tampoco está húmedo el papel, no hay
lágrimas, al contrario: hay una sonrisa plena que me ha destensado los
músculos en cuanto fue esbozada.

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Si alguna pena siento, esa sí es por ti. Por la mujer sumisa y cobarde
que me acompañó en todos estos años de tortura infinita. Me llevo los
moretones en el cuerpo y las cicatrices en la piel como un recuerdo de
lo que no debo volver a permitir por ningún motivo aunque la soledad
me castigue. Dejo las gafas oscuras, aquellas que de tanto me sirvieron
cuando debía salir de casa para ocultar mi infeliz realidad en forma de
derrames en los ojos y párpados morados. Quiero que todos miren el
precio que pagamos los que no sabemos valorarnos y por ello somos
pisoteados.

Me despido pues de este infierno para siempre. Te dejo aquí con él


para que no dudes si lo ves llegar un día cargado de flores rojas y
e enterrado
promesas falsas.

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Elena Ortiz
A n a V e ga ( O v i e do , Ast u r ia s , 1 97 7) . Es cr ito ra , c r ít ica lit era r ia . M iem b ro de la Asociación de Es critores de
A s t u r i as . H a co l ab o r ad o en d i ver s a s r ev i s t a s l it er ar i as . A u t o r a d e l l i b ro “El c ua d e rn o g ri eg o ” . O btu vo e l
a c c és it d e l X X V I P r em io N a c io n a l d e P o e s ía H er n á n E s quío ( 2 0 0 8 ). P o s e e v a r ia s o b r a s iné d i t a s ( d e p o es í a y
relatos). Ha part icipado en recit a les y en distin t as ant o l o g ías ( l a ú lt ima , ed i t a d a p or B art e b ly , “La man era
d e r ec og e rs e el p e l o: G en e rac i ón B l oggu e r”) . H a s i d o t r adu c i da al i n g l és . A c t u al men t e , o r ganiza e ve ntos
c u ltu r a l es y c o o rd in a t a l le r es l it er a r io s .

LA MENTIRA

No saben.

No entienden.

Ellos. Los que gritan fuera,


los que no escuchan.
Aquéllos que se empeñan
en cerrar los ojos
ante la mentira.

La verdad del hombre


duele demasiado.

El hombre se convierte
en hombre
cuando decide

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seguir sus propias normas.
Ningún dios
puso sus manos
sobre ningún
niño herido
nunca.

La peste de este siglo


es la ceguera
que todos
nos imponemos
cada día
para salvarnos.

No hay dignidad
en eso.
No hay dignidad
en tragar saliva
y seguir caminando
como si nada.

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HOGAR, DULCE HOGAR

Las ratas, el gato y yo, nadie más. Ellos se habían


marchado a sus respectivos hogares, con sus propios
animales de compañía – nada que ver con nosotros que
estábamos aquí por desesperación absoluta - y con sus
maridos, mujeres, novias, novios, amantes, hijos, hijos
bastardos y con sus neveras repletas de comida, sus baños
limpios y su cama grande con colchón de los que no dejan
marca en el costado izquierdo. Y yo junto a las ratas. Ellos
las atraparon en el callejón de al lado. El gato tuvo mala
suerte, no suelen usar gatos para este tipo de experimentos,
pero ese día, justo en ese instante, el gato perseguía a las
dichosas ratas. Le lanzaron la red sobre las cajas de cartón
donde el pobre intentó esconderse al verlos con sus batas
blancas. Y yo junto a las ratas. El anuncio decía lo siguiente:
“gane usted mil euros y ahórrese el alquiler, abstenerse
mayores de treinta y cinco”. Con el sueldo de becario y el de
repartidor de pizzas no me alcanzaba ni para ir al concierto
de mi adorado Bruce Springsteen, concierto que sufrí en
silencio fuera del estadio, empapado por la lluvia: me
faltaban veinte euros para la entrada. Cuando vi el anuncio
llamé enseguida. Ellos no me dijeron nada de las ratas.
Tampoco de la jaula.

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Ana Vega
G em a S erra no (Có rdo ba , 1 9 81). E s t u d ia n t e d e F i l o log í a H ispán ica . A pas iona da del teatro (desde hace
ocho añ os, part icipa dentro d e l p a n o r a m a t ea t r a l d e a f i c ion a dos ) y la lectura. Sus poem as y relatos h an
a p a r e c id o e n d iv e r s a s pu b l ic a c i o n es .

LA ROSA

Entre los recuerdos de mi infancia hay un jardín en


primavera.

Yo estoy asomada de puntillas en la ventana de la cocina


observando durante horas las rosas, esos alegres seres que
nos endulzan los sentidos, que allí había. Eran de todos los
colores y tamaños, cada una con su propia fragancia, con
su propia virtud.

Una de esas mañanas pude ver, casi por casualidad, que


había nacido una hermosa rosa roja, la más joven y bella
de todas. A medida que pasaban los días pude comprobar
su coquetería tornando sus aterciopelados pétalos hacia el
suave sol. Sabía que yo la observaba, escondida para no
asustarla, y ella se mostraba aún más espléndida. Cómo
admiraba su frescura, su descaro, su placidez. Había
estado esperando un año entero y, por fin, llegaba el
momento de mostrar sus más íntimos encantos. Éramos
felices dedicándonos un fugaz saludo matutino.

Al finalizar cada primavera nos despedíamos sabiendo que


aquél era un viaje con retorno. Esa rosa generosa siempre

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me regalaba su recuerdo y yo, una de mis lágrimas. Es
cierto que ella volvía, volvía y volvía tan hermosa como
siempre. Yo esperaba su regreso como el de una fiel
amiga, mi compañera.

Hasta que una de esas mañanas, cuando salí a saludarla,


vi horrorizada que no estaba. Seguro que se trataba de un
mal sueño. Un horrible escalofrío recorrió cada rincón de
mi cuerpo, salí corriendo a buscarla y descubrí que un niño
cualquiera me la había arrebatado (para colocarla en su
estúpida Cruz de Mayo).

Nunca más volvió. Aún hoy recuerdo aquella extraña


complicidad. Aún hoy le sigo regalando una de mis
lágrimas. Aún hoy, veinte años más tarde, no he
conseguido encontrar una compañera igual.

23
Gema Serrano
To m á s Ill escas Ferrez u e lo (C ó rdo b a). P ert en ec e a la G en era c ión X co rdo b es a. Com pa rt e a fic ion es t an
dis pa r es y p o co comun es com o la p oes ía y la m ico logía . A c t u a lm en t e r es id e e n la pr o v in c i a d e S e v i l la .
C om o m i em br o d e l a As oc i a c ión C u ltu r a l Soñ an do Cam in os h a pa rt i c i pa do e n r e c it a l es d e p o es ía, p or cuy a
l a bo r d i v u lg a do r a h a s i d o r e c i ent em en t e p r e m i a d a. A lgunos de sus p oema s a p ar ecen en w ebs .

FERIA DEL LIBRO

Esta tarde hemos ido


a la Feria del Libro.

Hemos ido girando varias veces


alrededor del circo romano
de La Victoria, buscando aparcamiento
(conoces mi torpeza en estos casos),
hasta que me has soltado
que he arruinado tu vida
y has bajado del coche.

Y me he puesto a mirar las novedades,


como ignorando que estabas allí,
y me he puesto a girar en el recinto
buscando, vanamente,
un libro que ofreciera algo nuevo a mi vida,
mientras Gala firmaba en un stand.

Me ha desasosegado encontrarme con una


antigua profesora de instituto,
y comprobar cómo ella sigue igual

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de juvenil, y yo, en cambio,
muchos años más viejo.

Después, ya reencontrados
mas no reconciliados,
hemos ido a tomar una copa
a un viejo bar donde íbamos de novios,
ignorando los versos de Sabina
sobre la conveniencia de nunca volver
a un escenario de felicidad.

Hemos terminado
girando lentamente
en torno a Las Tendillas
sin historia de amor entre los dos,
como dos vagabundos que están juntos
solamente para protegerse,
y hemos vuelto a casa
con nuevos libros
pero menos libres.

25
Tomás Illescas
E m ilio Arjo na Crespo (Có rdoba , 19 71) . Estudiante de Derecho de la Une d ; act u a l m en t e t ra b a ja c omo
funcionario de la Universidad de Córdoba. Autor de la novela “La pu e rt a ha cia el t i e mp o Per did o ”
( A l d ev a r a , M a dr i d , 2 0 0 9 ) . H a s i do f in a l is t a e n e l c e rtam en de r e la to c onv oca d o por el laboratorio Wyett
(2009). Ha cola bo rado en diversas r e v is t a s (Có r do ba , la r e v is t a v e c in a l d e la b a r r i a d a d e F á t im a , e t c ). S u s
p o ema s a pa r e cen en lo s l ib ro s “P oetas 20 08 ” ( e d it a do p o r la A s o c i a c ió n A i r e s d e Có r do ba ) , “Tintas pa ra la
vida II” (2010), así como en distint as Webs. Est á a pu n t o d e e d it a r s u p r ime r po em a r io , “La es tac i ón d e la
e sp e ranza ”. H a s id o par t ic i p a n t e d e Cos m o po ét i c a 2 0 0 8 .

VERDAD

He de nacer en mis deseos,


desprovista de amuletos
que desvirguen el vértigo
que produce la secular semilla
del polvo original.

Sangraré cien soles cada día,


y convertiré cada caño de esperanza
en una fuente de deseos y mentiras
en la que saciar la sed de los desesperados.

Anidaré, tétrica y lasciva


entre gárgolas de plomo,
sobre las que el viento
tumbe su mitra de plagio antiguo
revestida de ambigüedad.

Soñaré cada beso de mis manos,


en el que se reflejen mis ojos un sola vez
para ser admirados por la luna ecuestre

26
que habita en Andalucía.

Reiré, de sangre y lodo vestido cada verbo,


y en él nacerán
mil árboles de estrategias consumadas
en carátulas espermáticas.

Lloraré en cada gota de aire


el viento de venenosa factura
que en los sueños se aloja,
y que cada noche visita
tu cabeza de púgil mutilado.

Sentiré cada susurro de tu aliento,


y cada lengua rozará mi recuerdo
y en el túmulo de mis huesos
brotaré cual venero desbocado.

Partiré cada día en mil espejos,


y haré de toda noche
el cuévano de una maldición
en la que sólo girará
un ejército de inalcanzables lunas.

Cumbres y abismos desprovistos de vuestro regio asombro,


vosotros que aposentáis los recuerdos
sobre cada piedra,
haced un nido en cada casa,
y en él engendrad remordimientos.

27
Habré de lanzar cada mañana
un sinfín de raudas saetas
que clavarán las carnes trágicas
y atravesarán corazones e ilusiones,
porque yo soy la verdad,
desprovista de mi cuerpo etéreo,
y en mí nada vive para nunca,
excepto la propia mentira
de esta certeza precoz.

28
Emilio Arjona Crespo
S i lv i a L oust au ( M a r d e P l at a , A r g e n t ina ) . E s cr it or a , p o et a , t rad u c t o ra . H a g a n a d o d i v e r s o s pre m io s po r
su s po em as y cu ent os . Ha pu blica do “Manda la ”, “El metab olismo de la lágrima ” y “Esp ej o d e los día s ”. H a
a p a r e c id o e n d is t int a s a n t o l o g í a s l i te ra r i as y h a es cr ito d i vers os e n s ayo s. Sus po em as h an s i do t r a du c idos
a l c at a l án , r u m an o y s a rdo . Col a bo r a en r e v is t as literarias, n acionales e int ernacionales, así como en
d i st in t os s it io s W eb s . C o rr e sp on sa l y m iem br o de la S ec r et ar ia de R eda cc ión de la Revista Anual Art esan ías
L it era r ia s (Is ra el). M iem br o de Po et as del Mun do . Su ú lt im o po em ar io es “D e Mar y Mad res”.

107

se descubrieron en el Pozo de Arana


10.000 trozos de huesos calcinados.

la pared herida no alberga


ni raíz ni llanto.
sólo bocas moldeadas en silencio
sólo manos dejando escapar el último recuerdo.
heridas de tinta turbulenta
un río esperando.
tierra ávida.
diez mil caracolas hay
no.
diez mil trocitos de marfil hay
no.
diez mil desgarros en la niebla
diez mil huesecitos
luminosos
afligidos
desolados.
diez mil hijitos
compañeritos
encontrados
murmuran
en la luz.

29
XXV

blanca cigüeña
atraviesa la niebla de la noche.
tacos de charol
pisan la oscuridad del puerto.
un marinero se sostiene
en el perfume del alcohol
mientras mata la lejanía.

tras las ventanas encendidas


sombras ovilladas
suspiran el último ardor.

Silvia Loustau 30
P a t x i I r u rzu n ( P a mp lo na , 19 69). Autor de los libros: “Cuentos de color g r is”, “C uent os sa nfermineros ”, “La
p olla más g rand e de l m und o”, “A ju st e d e c u en t os ” (relat os y cu ento s ); “Od i o enamorad o”, “Cuestión d e
S up e rv i ve nc ia ”, “C i udad R et r et e ” ( n o v e la s ). H a p art i c i pa d o en d i ver sa s ant o lo g í as (“G o lp es , F i cc i on e s d e la
R ea l idad Soc ia l ”, “T r ip ula nt e s ”, e t c ), h a c o o r d in a do a l g u n a s (c o m o “Ha nk O v er \ Resaca ”) y también ha
cola bo rado en diferentes medios (“El Pa ís”, “ADN”, “Vina l ia Trippers”, “Fáb ula ”, et c ). Ha o bt en ido d iv e rso s
prem ios literarios.

ANGELES EN EL INFIERNO

A aquella mujer no le gustaban los hospitales. A nadie le gustan los


hospitales. La vida y la muerte se agarran en ellos por las solapas y
a menudo todos miramos para otro lado, como si fuera una pelea
entre desconocidos. En cierto modo lo es: sabemos tan poco sobre
nosotros mismos, somos tan incapaces de responder a preguntas tan
elementales (¿quiénes somos, a dónde vamos?) que las clases de
filosofía deberían impartirse en un hospital, alrededor de un
quirófano o un paritorio.

- Quizás la vida sólo sea una escupidera debajo de la cama, una


bolsa de orina turbia al final de una sonda, el aliento de un dios con
las muelas picadas - pensó la mujer, quien no es que fuera una
escritora existencialista, ni tampoco que tocara en un grupo grunge:
aquella mujer, simplemente, la estaba palmando. Daba igual que sus
amigos y familiares rodearan su cama, sonrieran o hablaran como
si no vieran toda aquella enredadera de goteros convertida en una
prolongación de sus arterias. La mujer lo sabía: lo veía al fondo de
los ojos de su hija, limpios y temblorosos, como dos agónicos
moscardones removiendo con sus patas peludas sendos cuencos de
agua cristalina; aquellos ojos que le miraban sin comprender qué
hacía tendida en una cama, en lugar de persiguiéndole por el pasillo

31
de casa, haciéndole cosquillas una vez que la atrapaba, llevándole a
borriquito a la cama... Ella lo sabía: la estaba palmando.

- Lucky man, lucky man, lucky man...- entonó alegremente, sin


embargo.

Aquella canción, la preferida de su marido, era una contraseña entre


ellas dos. Deseaba que la carita de la niña se iluminara como un sol
que le alumbrara por dentro y reflejara en el lado oscuro de su
corazón el vivo retrato de su padre, el chico más extraño de todo el
manicomio. Incluso su belleza era extraña, tan perfecta que parecía
irreal, de otro planeta. La niña, por el contrario, había heredado
junto con aquella belleza de su padre todas las imperfecciones de la
madre, sus cejas espesas, sus dientes amontonados, y todo ello
particularizaba aquella belleza, la hacía más real que la de su
padre, un ángel reducido a cenizas.

Durante varias semanas, en el comedor del manicomio, enredó su


mirada con la de aquel hombre, hasta hacer de ella algo necesario,
la única manera de olvidar todo, aquellas salas en las que dejaban
encerrados y sentados sobre su propia mierda a algunos internos, o
el olor del yodo cuando les ataban con las correas y les frotaban
muñecas y tobillos... Necesitaba los ojazos grandes y negros como
sartenes de aquel ángel, pasaba noches enteras en blanco dejando
que le frieran despacito el corazón, imaginando que se posaba sobre
su cama, que se besaban y hacían el amor. Allá en el psiquiátrico
una se sentía tan sola, tan olvidada que cuando alguien le prestaba
atención era como si se rompiera por dentro una presa en mitad del

32
pecho y la riada arramblara con todo. Y un día él también la
necesitó. Se amaron con desesperación. Como si estuvieran locos.
Después a él los electrochoques lo redujeron a aquel remolino de
semillas y cenizas dentro de su vientre: aquella niña que ahora le
miraba con sus ojos limpios y temblorosos, aquellos ojos que no
sabían mirar para otro lado cuando la vida y la muerte se agarraban
de las solapas; aquellos dos ojos como moscardones que, a pesar de
todo, la niña sabía como espantar.

- Lucky man for you- canturreó ella también, y aunque aquello bastó
para alumbrar el corazón sombrío y moribundo de la mujer, sintió
también un escalofrío, porque aquella luz era la misma que le
iluminara sus noches blancas en el manicomio, la luz de otro ángel,
y ella sabía que los ángeles no pueden vivir en este infierno, que el
mundo nunca les perdonará que tengan alas.

33
Patxi Irurzun
L u i s S ev i l la ( M a d r i d) . P o et a , n a r ra do r , fot ó gr af o , c r ít i co , m is án t ro po . H a ap ar e c ido en d iver sa s
an to lo gías .

Hasta ahora
No ha habido nada: sólo la ciudad,
Las carreteras, los cambiantes semáforos,
Las putas del polígono, las fotografías
Cayendo cataratas,
Un par de cigarrillos de liar
Con las mesas de arena y dunas,
Unas cervezas
Rancias como una boca de lija,
Y un vacío que ni tú
Podrías comprender.

34
2

No puedo evitarlo,
Llegar a casa y abrir una cerveza
Por mucho que dije que no bebería más
Y que dejaría de leer poesía obscena y todo lo que me haga reír aunque los
puristas y melancólicos de lo que nunca serán no lo llamen arte.
Supongo que soy como los demás:
Me paso el día fingiendo que soy normal,
Ya sabes, un trabajo que no me gusta,
Conversaciones que no me interesan ni aunque se desnudara y me hiciera
una mamada,
Sonreír tratando de no herir a los bienpensantes
Que también son bienhallados,
Y cuando me quito las botas y la camisa
Me transformo en tantos que hacen coloquios y copulan entre ellos.
Es increíble lo que hace una cerveza
En la cabeza de un hombre encantadoramente intolerable:
Debería echar raíces, mujer, hijos, ir al fútbol los domingos,
Pagar religiosamente todos los meses todas las cuotas,
Y perderme los insultos cuando toco pianos que pocos saben tocar,
Escupirle a la cara a una mujer
Porque estoy tan borracho que no sé como decirle que no la soporto,
De hecho, estoy tan borracho que no puedo ni hablar: por eso la escupo,
Una señal de protesta.
Me perdería las noches en vela, buscándote a tientas
O tratando de olvidarte, o masturbándome buscando en la oscuridad tu pelo

35
Como una fragancia secreta.
Evitaría los exabruptos y sería de un partido político con la misma idiotez con
que se es de un equipo de fútbol,
Porque importaría poco lo que dicen,
Sólo importa que sería el único que tuviera razón aunque siguiera sin saber
qué razón es la que llevo.
No me crecerían las orejas como a Rhett Butler
Ni jugaría al póquer con el diablo aunque fuera del maldito sur.
Es más que posible que me quede sin nada,
Que incluso pierda mi ventana con el mundo,
Sin una sola moneda con la que echarle mano a una cerveza donde la den
más barata.
Pero no puedo evitarlo
Aunque digas que tengo un problema y que debería ir a un especialista,
Porque lo más probable es que yo sepa más de la oscuridad
Que ese especialista,
Y si fuera una mujer trataría de seducirla y llevarla a la cama
Advirtiéndola que la primera noche me pongo nervioso, me corro pronto, soy
un desastre.
Pero tengo manos, y sirven para algo más que escribir o mecanografiar
albaranes.
Me lo perdería todo,
Los desvelos y el insomnio,
Todo lo que me prestan, todo lo que pierdo por el camino,
Cuántos me quieren y cuántos me envidian,
Porque la envidia es la verdadera cara de los que detestan.
No vería
Los libros que acaban devorados en un contenedor,

36
Y tu boca
O tu otra boca,
Tu nombre
Y tu otro nombre,
Los pendientes que te dejas,
El cepillo de dientes que abandonas como si eso fuera a traerte de vuelta
mañana,
Los olores que dejas en las sábanas,
Los días que no regresas, que no te llamo, que no protestas, que te reclamo,
que me olvidas.
No puedo evitar saber que me perdería
Leer un poema en el retrete
Y languidecer,
Incluso vivir como un cobarde
Mientras espero a que regreses de un lugar en el que nunca hemos estado.

37
Luis Sevilla
L ic enc ia do en Comun ica c ión Au dio v isua l, a ctua lmen t e t r a b a ja en e l m e d i o t e le v is i v o , t a m bi é n c o m o
i l u s t r a d o r y d i s eñ a dor f r e e la n c e. H a a pa r ec i d o en l as a n t o l og í as “Ma ñana L u m in osa ” (Centro de Estudios
Poét icos), “ C u en t o s S e l e c t o s V o lu m en V I ” (Edito r ia l Jam a is ) y “ E l t a ma ñ o d e l t i e mp o ” (An roart Ed icion es).
Obtu vo un accésit en el V Certamen de L iteratu ra A en i gma. H a part icip ado, con su s ilustraciones y t extos,
en diversas revistas. En el 2 0 0 9 p u b l i có e l p o ema r io “Fieb res Galantes” ( S h ib o l et h ) . En b r e v e, pub l i c a r á en
G ro en lan dia su próx im o po ema rio , “Ma t eria Os cu ra ”.

LA CARTA CONCRETA

Te quiero concreta,

no lo dudes mientras no estés aquí y estés en todos los momentos,

no en el espacio sino en el tiempo,

pues de esperanza y de recuerdo me alimento,

cuando antes me alimentaba al abrazar tu cuerpo y tus ojos castaños.

Pero puedes también acusarme de vampirismo, de succionar tus ilusiones.

Aún las tengo aquí, esperando que las recojas,

y, por otra parte,

mecanografiándotelas en una carta certificada escrita en el aire

porque no sé si quieres recibirla en papel.

Te quiero concreta,

como volver a encontrarte a la vuelta de la esquina.

Sí, ya lo sé, te ruborizas;

sé que hay muchos sueños por aquí,

38
sé que puedes estar besándote con hombres que a mí me gustaría ser,

o que podrías estarme marcando el alma si dejas arrastrar tu esperanza

deambulando por un laberinto minoico de alcohol.

No bebas ese azufre de tedio

si es para estropear tu cara y olvidarte de cómo se sonríe.

Ni todos los años que tengas conseguirán eso,

así que prefiero que lo llores,

ojalá fuera junto a mí,

abrazados desnudos y sin conciencia

en la cama de cualquier habitación del mundo

39
José Ángel Conde
A n a P a t r ic i a M oy a ( Có r d ob a , 1 9 82) . P lu r iempleada. Licenciada en Hum a n id a d es . M a s t e r en T ex t o s ,
Docu mentación e Intervención Cu ltu ral (espec ialidad Edición ). H a public ado “Bocad itos d e Rea l idad ”
(primera edición , del 2008, la segun da, para el 2010 ) . Su s t ex t o s h an ap a r ec i do en d iv er sa s r e v ist as
literaria s, digitales e impr esas, de Espa ña e H i s p an o amé r ic a. En b r e v e pu b lic ará su prim er libro de relatos,
“Cuentos de la Ca rne”. Sus po em as han sido t ra du c ido s a l inglés , cat a lán , ita liano , a lem án , fr an c és y
p o r t u gu é s . T i e n e s u e s pa c io en l a s A f in i da d es N a r r a t ivas y Elec tivas. En breve, sus relatos y poem as
a p a r e c e r á n en d i s t int a s a n t o lo g ía s y p la qu et t es .

LOS RETALES DE MIS ALAS

Quiero ser libre,


enclaustrar mi ser entre cuatro paredes
y escribir hasta que se me partan los dedos,
enjaular mi corazón en una historia verdadera,
sumergirme en las melodías de mis discos
sin preocuparme por la responsabilidad de mañana,
tener la maleta descosida por mil destinos,
buscar consuelo en tus hombros
en esos infernales días de lágrimas y furia,
golpear las dos mejillas sin sentir culpabilidad,
recordar los intensos aromas de la soledad
- a pavimento mojado, a fruta roja -,
gritar a pleno pulmón que ya no hay secretos,
que, en mis manos, respuestas, sólo respuestas…

Pero yo sólo soy libre


para t r a b a j a r , t r a b a j a r , t r a b a j a r

y trabajar.

40
PASEO

Te espero en el portal de casa, mientras me enciendo un cigarrillo y


dejo la bolsa con tu regalo en la acera sucia de hojas secas,
envoltorios de bocadillos y bollería industrial, botellas rotas y
condones aplastados. Se nota que la fiesta de adolescentes del
instituto se ha vuelto a trasladar al barrio todas las noches de
sábado. Te avisto, a lo lejos, al final de la calle, caminando
apresurada. Miro el reloj: eres puntual, como siempre. Cuando te
acercas a mi lado, te disculpas, jadeando, yo te tranquilizo pues has
llegado a la hora convenida. Te acerco tu caja de tabaco que te
habías dejado en el escritorio de mi cuarto, te coloco bien al cuello
la bufanda que también olvidaste en casa (hace mucho frío) y
rebusco en el fondo de la bolsa de plástico del Mercadona un
pequeño paquete envuelto en papel de regalo. Te lo acerco. Tú lo
abres: el último libro del autor que te encanta. Lo vi en una tienda y
no me pude resistir. Decides, por la ofrenda, invitarme a comer, yo
sonrío y acepto, imponiendo la condición de que el lugar escogido
fuese barato porque no quiero que malgastes tu dinero. Tú aseveras
y así nos disponemos a emprender el paseo hacía la Avenida
Principal, porque está cerca y no podemos recogernos tarde ya que
toca, por desgracia, madrugar. Transcurren cinco minutos y siento
como acercas tu mano a la mía; yo, que noto como, por un lado,
cada célula de mi cuerpo se revoluciona con el ligero roce y, por
otro, como me invade un temor irracional e instintivo, la aparto. No
vuelves a insistir hasta que estamos a punto de cruzar el parque – no
puedes evitar embobarte con los perros que juguetean en el césped y
con los críos torpes que se caen del columpio y el tobogán – y otra
vez, tus deditos que se me arriman sigilosos a los míos que, nada

41
más percatarse de su cercanía, se retiran al instante. Con la mosca
detrás de la oreja, te paras. Te colocas frente a mí, con el ceño
fruncido, el gesto serio. Yo suspiro: vamos a discutir. Yo odio los
enfrentamientos verbales, pero me resigno, somos seres adultos y las
cosas se resuelven así, discutiendo. Agacho la cabeza y te escucho.
No. No tengo ningún problema. Ninguno. Te lo digo en serio. Mis
sentimientos son firmes. Ya me conoces: a pesar de la mala fama de
mi condición, no soy una ridícula e inmadura abeja picaflores. Eres
la única persona de mi vida. Sí, Sí. Por supuesto. Perdona. Lo siento.
De corazón. Estoy segura de ti. Muy segura. No. Tus manos no me
dan asco, al contrario. Si fuera así, ni me dejaría acariciar. Claro
que hay motivo para no dártela. Cálmate. El motivo no eres tú.
Cuando llevas años dándole la mano a cobardes Peter Panes adictos
a la libertad y a tristes princesas con dos máscaras a juego, cuesta
trabajo, mi amor. Cuesta mucho trabajo.

42
Ana Patricia Moya
Pepe Pereza
El psiquiatra (relato) 3

Roberto Ferrer
Tecnología (poema) 7
Horizonte de plata (poema) 8

Lucia Fraga
Streep-tease (poema) 9

Franco Dimerda
La mona y la gente (relato) 12
El quinto músico (relato) 13

Enrique Fuentes Guerra


Charlando con alguien que pasaba por ahí (poema) 14

Elena Ortíz
Resurrección (relato) 16

Ana Vega
La mentira (poema) 19

Gema Serrano
La rosa (relato) 22

Tomás Illescas
Feria del libro (poema) 24

Emilio Arjona Crespo


Verdad (poema) 26

Silvia Loustau
107 (poema) 29
XXV (poema) 30

Patxi Irurzun
Ángeles en el infierno (relato) 31

Luis Sevilla
Dos poemas 34

José Ángel Conde


La carta concreta (poema) 38

Ana Patricia Moya


Los relates de mis alas (poema) 43 40
Paseo (relato) 41
SUPLEMENTO DE GROENLANDIA NÚMERO NUEVE (Septiembre \ Diciembre 2010)

Diseño: Ana Patricia Moya Rodríguez


Directora: Ana Patricia Moya Rodríguez
Edita: Revista Groenlandia

Han participado en este número: Ana Patricia Moya Rodríguez, Pepe Pereza, Patxi
Irurzun, Luis Sevilla, Roberto Ferrer, Lucia Fraga, Franco Dimerda, Enrique Fuentes-
Guerra, Elena Ortiz, Ana Vega, Gema Serrano, Tomás Illescas, Emilio Arjona,
Silvia Loustau, José Ángel Conde, Felipe Solano (página 11), Amarande Guzmán
(portada, contraportada, páginas 2, 6, 28, 42 y 44), Carmen Guillén (páginas 25 y
30) y Ángel Muñoz Rodríguez (páginas 8, 13, 15, 18, 21, 23, 33, 37 y 39).

Todas las obras – relatos, poemas y fotografías – pertenecen a sus respectivos


autores. Todos los contenidos de esta publicación, desde el número cero, están
protegidos. Este suplemento \ especial se presenta junto a la revista de número
correspondiente. Groenlandia expresa que, para proteger nuestra cultura, es
esencial proteger las ideas originales de sus autores porque las mismas son un
trabajo de imaginación y esfuerzo únicos. Groenlandia aboga por la total libertad
de expresión sin censuras. Groenlandia es una publicación gratuita que no busca
lucro: defiende la cultura gratuita. Todas las publicaciones son de descarga
gratuita desde las distintas plataformas disponibles (página Web, ISSUU, SCRIBD).

44
ISSN: 1989-7405
DEPÓSITO LEGAL: CO-686-2008
SUPLEMENTOS \ ESPECIALES DE GROENLANDIA

Cada número de Groenlandia va acompañado de


un suplemento o especial (temático). En estas
publicaciones encontraréis poemas, relatos,
aforismos, fotografías, ilustraciones, etc, de Rafael
Infantes, David González, Gustavo M. Galliano,
Ana Patricia Moya, Luna Miguel, David Morán, Ana
Pérez Cañamares, Escandar Algeet, Manuel
Guerrero Cabrera, Luis Sevilla, Alejandro Serna
Rodríguez, Patxi Irurzun, Juan José Romero, Luna
Miguel, Yamila Greco, Silvia Loustau, Javier Das,
Pepe Pereza, Andrés Ramón Pérez Blanco, Adolfo
Marchena, Raúlo Cáceres, Ulises Varsovia,
Amarande Guzmán, Antonio J. Rodríguez, Ángel
Muñoz Rodríguez, Pablo Morales de los Ríos,
Carmen Guillen, Óscar Varona, Rolando
Revagliatti, Luis Amézaga, María del Carmen
Serrano, Roberto Arévalo, Jorge Santana, Luisa
Fernández, José Ángel Conde, Felipe Solano,
Juarma López, Francisco Parra, Jesús Suárez
Fernández, etc. Los podéis descargar en:

www.revistagroenlandia.com
http://www.scribd.com/RevistaGroenlandia

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PUBLICACIONES DE GROENLANDIA

Libros

Poesía

La reconstrucción de la memoria (Adolfo Marchena)


Bocaditos de Realidad, primera edición (Ana Patricia Moya)
El Gotero (Luis Amézaga)
Las Aguas y las Horas (Saúl Ariza)
La conspiración de la sirena (David Morán)
Ya no leo tebeos de Wonderwoman (Ángel Muñoz)
Transeúntes del olvido (Velpister)
Cosas que nunca te diré (Eva Márquez)
Te lo verso a la cara (Ada Menéndez)
Autorretrato sin óleo (Pablo Morales de los Ríos)

Narrativa

Putas (Pepe Pereza)

Antologías

Los rincones más oscuros: antología del miedo


Des-amor: antología literaria groenlandesa
Un poema siempre será nada más que un poema

Próximamente:

Poesía

No hay prosa (Andrés Ramón Pérez y Carmen Contreras)


Apología de la muñeca de Bellmer (Jorge Heras)
Materia Oscura (José Ángel Conde)
Escupiré sangre (Isaac Contreras)

Narrativa

Realidad Paralela (Ana Vega)


Putas, segunda edición (Pepe Pereza)
Cuentos de la Carne (Ana Patricia Moya)

Antologías
46
Poetas Guerreros (antología jóvenes poetas mexicanos)
47

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