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CAMERON, NORMAN

Desarrollo y Psicopatología de la personalidad


Un enfoque dinámico
Editorial Trillas, México, 1982
Capítulo 17. p. 562-608

REACCIONES ESQUIZOFRÉNICAS

Las reacciones esquizofrénicas son la parte más fascinante de toda la patología de la conducta.
Acerca de ellas se han escrito quince mil artículos y libros. Más clínicos e investigadores están
interesados en ellas hoy día que antes; y la esquizofrenia es el tema de intensas controversias,
surgidas de todo ángulo posible. En este capítulo nos limitaremos a las características más
sobresalientes de las reacciones esquizofrénicas. El lector puede completar los detalles por medio
de la literatura sobre el tema, que es muy fácil de conseguir.1

Para comenzar, las reacciones esquizofrénicas muestran una sorprendente riqueza de síntomas.
Algunos, superficialmente, parecen muy contradictorios, pero, como veremos, no lo son en
realidad. La clasificación oficial sigue enumerando los tipos que Kraepelin aceptó hace más de
medio siglo, como si se tratara de formas distintas de esta enfermedad. Pero la experiencia ha
demostrado claramente que muchísimos pacientes, tal vez la mayoría, pertenecen a más de uno
de esos tipos y que muchos otros pasan de un tipo a otro. No podemos considerarlos ya sino como
grupos intercambiables de síntomas y divisiones convenientes que no se excluyen unas otras.
Desde luego, no se trata de enfermedades distintas; ni siquiera de diferentes tipos de una
enfermedad.

El mejor modo de abordar las reacciones esquizofrénicas es reconocer que todos los síntomas son
señales de irrupciones provenientes de los procesos primarios del inconsciente. En la
esquizofrenia nada hay que no tenga su origen en la intrusión de material del proceso primario,
que debió haberse mantenido fuera de las organizaciones conscientes y preconscientes del
proceso secundario. La intrusión ocurre a lo largo de un amplio frente y proviene simultáneamente,
o en rápida sucesión, de varios niveles diferentes. Esta multiplicidad de orígenes contribuye a esa
apariencia de desorganización que caracteriza a la esquizofrenia.

En los últimos años la esquizofrenia ha ocupado un lugar junto a los sueños como la vía fácil para
llegar al inconsciente. Esto no quiere decir que ambos sean iguales aunque se haya afirmado tal
cosa más de una vez en el pasado. A diferencia del soñador, el esquizofrénico está despierto y
suele responder a su medio circundante inmediato, por extrañas que puedan parecer sus
respuestas. Si se vive entre esquizofrénicos, después de que oscurece así como durante el día,
durante los periodos de tranquilidad y durante los de excitación, se tiene una impresión muy
diferente de la derivada de los informes indirectos y de los contactos formales ocasionales.
Muchas de las descripciones clásicas hechas de la esquizofrenia proceden de personas que

1
1 Véase la revisión total que, en forma de libro, se ha dado de toda la bibliografía publicada de 1946 a 1956. En dicha
obra se estudian las referencias de acuerdo con el tema, de modo que el lector pueda seguir cualquier línea que desee.
Betlak, L. (dir.), Schizophrenia: A Revíew of the Syndrome, Nueva York, Logos Press, 1958. La literatura reciente, cada
vez más abundante, aparece en Psychological Abstraen, que bimestralmente publica la Américan Psychological
Association (director, C. T. Morgan). También, de Grinstein, puede recurrirse a Grinstein, A., The Índex of Psychoanalytic
Writings, Nueva York, Internat. Univ. Preis, vol. 6,Subject Índex, 1960.
derivaron su información, ante todo, de sesiones y pruebas clínicas formales. Todas ellas suelen
ser engañosas.

La esquizofrenia no sólo parece destinada a volverse la vía fácil para llegar al inconsciente, a la
naturaleza de los procesos primarios, sino la vía fácil para obtener una información fundamental
acerca de la infancia y de la primera niñez normales. Muchas de las hipótesis más fructíferas
respecto a las relaciones de objeto infantiles primeras y a las primeras diferenciaciones de ego,
derivaron en un principio de estudios sobre esquizofrénicos adultos víctimas de una regresión
profunda. Hoy en día al reconocer los inicios de autismo en los niños ha permitido el estudio
directo de la esquizofrenia infantil; estudio que está arrojando nueva e inesperada luz sobre la
infancia normal, así como sobre la esquizofrenia en los adultos. El rápido incremento de estudios
directos de infantes y niños normales ha permitido completar, verificar y enriquecer, al mismo
tiempo, nuestra comprensión de los comienzos de la organización mental.

Es necesario mencionar otro punto, antes de que pasemos al estudio clínico de la esquizofrenia. Si
no ha ido muy lejos o no ha durado demasiado, por lo general se puede aliviar en mucho la
reacción esquizofrénica mediante una psicoterapia experta. A veces se puede reconocer pronto a
la esquizofrenia y detenerla. A menudo se puede curar.2 Subrayamos estos hechos desde el
principio mismo porque se ha diseminado mucho la creencia de que no hay remedio para la
esquizofrenia, que casi siempre provoca el deterioro y que sólo se puede tratar mediante drogas o
choques eléctricos. Ninguna de esas creencias tiene justificación. No obstante, vale la pena repetir
que la esquizofrenia es uno de los desórdenes más serios y que incapacitan más de la patología
conductual y que, en especial cuando se ha desarrollado insidiosamente o no se la ha tratado
durante largo tiempo, son muy escasas las posibilidades de una mejora sustancial. 3

En lugar de comenzar de modo convencional, explicando cada tipo o grupo de síntomas oficial,
con un recital de cómo se originaron históricamente tales tipos comenzaremos con un caso clínico
real, que tiene el mérito, además, de dar respuesta a una situación que todos podemos
comprender. Por consiguiente, así será mucho más inteligible saber que las reacciones
esquizofrénicas surgieron debido a modos extraños de pensar -algunos de ellos de toda la vida- o
debido a situaciones desconocidas.

La reacción esquizofrénica que estamos por describir comenzó y termina rápidamente. Podemos
atribuir, sin riesgo alguno, el súbito comienzo a la naturaleza personalmente catastrófica de la
situación. Dos explicaciones pueden dar por lo menos, sobre la rápida recuperación. Una, que
incuestionablemente el paciente tenía un sistema defensivo y adaptativo fuerte, aunque
defectuoso, no haber sido básicamente fuerte dicho sistema, la paciente nunca habría logrado
reorganizar su sistema de personalidad después de la amplia regresión sufrida. Si el sistema
defensivo y adaptativo no hubiera sido de base defectuoso, la experiencia de sufrir una operación
quirúrgica menor nunca la habría hecho caer en la regresión que cayó. En esa rápida recuperación
participó otro factor importante la paciente y experta comprensión de sus terapeutas. Como pronto
veremos, la paciente era en un principio una paciente que iban a someter a cirugía y fue personal
quirúrgico, en especial de las enfermeras, que obtuvimos la información primera que nos permitió
proceder con conocimiento de causa. Debido al miedo que la paciente le tenía al personal del
2
2. Cfi. Bychowski, G., Psychotherapy of Psychosis, Nueva York, Grune & Stratton, 1952; Brody, E. B. y Redlich, F.C.
(dirs.), Psychotherapy with Schizophrenics, Nueva York, Internat. Univ. Press, 1952; Hill, L., Psychotherapeutíc
Intervention in Schizophrenia, Chicago, Univ. of Chicago Press, 1955;Bellak, L. (dir.)Schtzophrenla: Á Review of the
Syndrome, Nueva York, Logos Press, 1958; Fromm-Reichmann, F.,Psychoanalysís and Psychotherapy, Chicago, Univ.
of Chicago Press, 1959. Se presenta un estudio detallado de un adolescente situado en la frontera misma en Parker, B.,
My lenguaje is Me: Psychotherapy with a Disturbed Adolescent. Nueva York, Basic Books, 1962.
3
Freeman, T., Cameron, J. L. Y McGhie, A., Chronic Schizophrenia, Nueva York, Internat Univ. Press, 1958; Topping, G.
y O’Connor, N., “The response of chronic sxhizophrenics to incentives”, Brit. J. Me Psychol., 1960, 33, 211-214.

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hospital, recibió psicoterapia. Además, no se la medicinó. No obstante, no sólo se recuperó con
prontitud, sino que volvió a un medio hogareño esencialmente igual.
Un caso de inicio súbito y de recuperación rápida.
Mabel T., soltera de treinta años, era dueña y administradora de una tienda de vestidos. Desde
siempre había tenido un miedo terrible a los hospitales e incluso cambiaba de calle para evitar
pasar frente a uno. Cuando un paciente o un amigo iba al sanatorio, a ella le era imposible
visitarlo. Se limitaba a enviarle flores y una disculpa.

Dos semanas antes de su súbita hospitalización, Mabel comenzó a sufrir dolores abdominales y
vómitos constantes. Su médico diagnosticó una apendicitis y recomendó una operación. Durante
quince días Mabel rechazó la recomendación. Sin embargo, una noche se sintió tan aterrada por
uno de los ataques sufridos, que permitió que la llevaran al hospital, donde casi de inmediato la
operaron. Cuando se le extrajo el apéndice, sólo se notó una inflamación crónica y no hubo
complicaciones en la recuperación.

Los cirujanos solicitaron asesoría psiquiátrica poco después de la operación porque Mabel se
comportaba extrañamente. Parecía encontrarse en un aturdimiento. Hablaba vagamente de tener
cáncer, de estar muriendo, de estar a punto de dar a luz y de estar viendo ángeles y flores.
Cuando el psiquiatra la vió, Mabel se encontraba en cama, casi inmóvil. La mayor parte del tiempo
mantenía los ojos cerrados y en blanco. Tenía los miembros flácidos, movía los labios
ocasionalmente y de vez en cuando le iluminaba el rostro una sonrisa serena.

Era difícil comunicarse con Mabel dado ese estado de semiestupor. Gran parte del tiempo a nada
respondía. Al hablar, lo hacia de forma fragmentada y a menudo lo que decía no venia al caso.
Hablaba con lentitud e incoherentemente de ángeles y música, de "el jardín", de cáncer y de morir.
Varias veces dijo "las hermosas flores". En otra ocasión comentó que pudo haber sido bautista o
haber ido a un jardín de niños metodista. (En realidad, su familia era católica y la habían criado
como católica).

Tras haber hablado, miraba fijamente al cielo raso, con mirada tranquila y sonrisa leve. Después,
cerraba los ojos otra vez. Mabel estaba bien orientada, cosa que no habría sucedido de estar
sufriendo una intoxicación sistemática severa. Se equivocó en dar la fecha sólo por das; el mes y
el año los dio correctamente; o el nombre del hospital y de la ciudad en que se encontraba; sabía
que eran enfermeras, doctores y pacientes las personas que la rodeaban.

Acompañada por la bendición de los cirujanos, Mabel fue transferida al ala psiquiátrica; no hubo
necesidad de encamarla y se le aplicó un régimen de actividad total bien planeada, sujeta a la
vigilancia constante de un médico y de la jefa de enfermeras. Durante el día era necesario
presionarla constantemente para evitar que cayera en preocupaciones profundas y en la
inmovilidad. Cuando la dejaban sola por unos minutos, se derrumbaba en su silla y a veces caía al
piso. Vale la pena indicar que, en ese periodo, Mabel trataba obviamente de escapar de la calidad
aterrorizante refugiándose en la inacción y la falta de respuesta total. De no habérsele prestado
atención, indudablemente hubiera caído en un estupor. La habrían diagnosticado entonces como
un caso de esquizofrenia catatónica y muy posiblemente su falta de respuesta se habría vuelto
crónica. (Será necesario recordar esto cuando identifiquemos los tipos de esquizofrenia clásica.)
Pero la pudieron mantener lo suficientemente activa para que no cayera en un estupor.

Mabel rehusaba comer o beber espontáneamente. Debido a su terrible miedo por los hospitales y
los procedimientos médicos, no se le aplicó alimentación intravenosa. A base de mucha paciencia
y persistencia, las enfermeras la alimentaban como un bebé. Se suspendieron por completo los

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enemas cuando se descubrió que le producían una ansiedad aguda. Mabel se quejaba de que se
le introducían serpientes en el cuerpo y le mordían las entrañas.

A la semana de estar en el ala psiquiátrica, Mabel pudo contar retrospectivamente el desarrollo de


su enfermedad psiquiátrica. Los datos objetivos así obtenidos fueron verificados con las
observaciones hechas por cirujanos, enfermeras y parientes. Esa explicación retrospectiva revela
más de una fuente de ansiedad intensa, algunas desconocidas para el personal y la familia.

Cuando Mabel quedó sujeta a los efectos de un anestésico general, dos miedos la dominaban:
uno, el de morir; otro, el de revelarle a todo el mundo una torpeza que había cometido en la
adolescencia, que pesaba sobre su conciencia. Al salir de la anestesia, le atemorizaba el estar en
el ala de cirugía. Creía estar muriendo y repetía: "Cuiden de mi padre y de mi madre". Al día
siguiente de la operación el doctor, acompañado de algunas enfermeras, discutió el caso junto a la
cama de Mabel. Esta no comprendió todo lo que se dijo, pero en el de temor que se encontraba
creyó entender que algo terrible le pasaba. Preguntó sobre su apéndice y se le dijo que no lo
habían encontrado excesivamente inflamado.

Esta información pudo haber reconfortado a Mabel de no haber sido por la visita a escondidas
hecha por otra paciente, la que se mostró resentida por lo que le habían hecho en una operación.
Esa paciente agudizó la ansiedad -ya de por sí intensa- de Mabel, pues le aconsejó no fiarse ni de
médicos ni de enfermeras. Agrego que le habían dicho que Mabel no había sufrido apendicitis,
sino cáncer, y que le habían estado mintiendo y haciéndola tonta. "Mira lo que hicieron conmigo",
exclamó, mostrándole a Mabel la herida de su colostomia, todavía vendada. Aunque esta brutal
visitante no lo dijo claramente, dejó insinuando que los médicos habían engañado a Mabel con
mentiras acerca de una supuesta apendicitis.

Presa de una inevitable ansiedad, Mabel llegó a las siguientes conclusiones aterrorizantes: había
una conspiración para tenerla engañada; en el hospital iban a ocurrirle cosas peores; estaba
muriendo; los médicos y las enfermeras estaban contra ella; cuando la anestesia, había
descubierto su secreto y ahora todos la rechazarían; sufría de cáncer o "de alguna enfermedad";
había dado a luz; algo siniestro estaba ocurriendo a su alrededor; un "gas seco" la estaba
matando; se había quedado sin sangre o ésta estaba mal.

Si en aquel momento Mabel le hubiera comunicado esas convicciones a alguna persona, sin duda
se hubiera diagnosticado en la chica un caso de esquizofrenia paranoica. Este cambio indica un
hecho importante: los así llamados tipos son simplemente grupos de síntomas. Revelan la
presencia de una regresión psicótica y algunas de las defensas existentes en ese momento. Como
este caso muestra, no es necesario que se vuelvan fijas ni la regresión ni las defensas psicóticas
en especial si el paciente se ve protegido por un medio circundante comprensiva y si se le da una
estimulación normal adecuada.

Al día siguiente de la visita de aquella paciente colostómica, resentida y deseosa de mostrar su


extraña herida, la familia de Mabel quedó perpleja al escucharla pedir que la sacaran de allí, pues
las enfermeras no la cuidaban y querían deshacerse de ella. Le pidió a su hermana que rogara
por su alma, pues sufría cáncer o “una enfermedad”. Dichas quejas resultaron del todo
sorpresivas, pues nunca antes había confiado Mabel en nadie y rara vez criticaba a persona
alguna.

A la noche siguiente Mabel escucho la voz de su madre, que decía: “Hagan lo que puedan por ella.
Ahora no tiene caso llevárnosla”. Otra voz hablaba de matar a su hermana y de lanzar una piedra
a través de la ventana. Esas voces pudieron ser parte de un sueño, pero Mabel las aceptó como

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cosas reales sucedidas fuera de su mente. Al día siguiente se mostró abiertamente desconfiada de
todos y se negó a comer y beber.

A partir de allí Mabel comenzó a ver y a escuchar ángeles durante el día. Estaban en el aire, a su
alrededor, y la invitaban constantemente: “Ven al jardín”, lo que significaba morir. Había flores
hermosas y música. Mabel le dijo a las enfermeras: “Siento que voy a ascender y a escaparme”.
Todo suena como una experiencia de muerte, de resurrección y de ascensión, durante la cual la
paciente parece haber sufrido un trance parcial. La creencia de que estaba muriendo o ya estaba
muerta –sobre la que diremos más posteriormente- es producto de sus miedos incontrolados. Los
ángeles y el “jardín” parecen reconstrucciones delirantes y alucinatorias con función defensiva o
tranquilizadora. Desde luego, flores y música pueden ser parte de un funeral, pero la reacción casi
estática de Mabel ante esos elementos los hace un refugio donde esconderse de la realidad
externa que la estaba atemorizando.

Mabel abundó más tarde en la descripción de sus experiencias. "Comenzaba a vagar por el aire, a
remontarme y saltar... para despertar en la cama... Me sentía somnolienta todo el tiempo, desde la
mañana hasta la noche; siempre somnolienta. No podía despertar. He estado soñando por dos
días. (¿Está saliendo de eso ya?) Así lo espero. (¿Lo gozó?) ¡Oh, no! Todos estaban en mis
sueños y había ángeles y flores a mí alrededor. Creían que debía subir con ellos. Creí haberlo
hecho. Creí tener cáncer. (¿Antes de la operación?) No, después."

Se ve claramente la inestabilidad de la organización de Mabel en esos momentos. Se le preguntó


cuándo había sufrido su operación y respondió correctamente “El lunes". Pero como esto
probablemente volvió a poner en primer plano los miedos, de inmediato cerró los ojos y quedó
fláccida, en lo que pudo haberse vuelto un episodio de catatonia. Cuando despertó, de inmediato
preguntó:¿Por qué se me escapó la sangre? Estoy esperando que el gas me penetre y toque mi
corazón. Cuando me llene, dormiré. Me pondrán en la morgue. No temo morir ahora". El contenido
se diferencia mucho ahora de ángeles y de flores bellas, y el nivel de comunicación es
definitivamente más bajo que en la charla superior.

En el ala psiquiátrica, dos días más tarde, cuando Mabel estaba prácticamente libre de síntomas,
sufrió otra regresión súbita y volvieron a presentarse delirios y alucinaciones. Por fortuna, duraron
poco. Comenzaron cuando otra paciente creyendo a Mabel casada, le preguntó cuántos hijos
tenía, Mabel se perturbó enormemente. A poco, dijo al médico residente que sus miedos de haber
revelado su secreto cuando estaba bajo la anestesia habían sido confirmados. Aquella noche oyó
en la radio noticias sobre sí e insistió en que los periódicos habían sacado un extra para contar la
historia de su vida. Interpretó los llantos oídos en el pabellón como señales de que los otros la
sabían condenada. Se mostró temerosa, suspicaz y perpleja. Dijo: "Estoy por lanzar mi último
suspiro. Ruego que se me envíe a casa, de modo que puedan llevarme al camposanto. Es
demasiado tarde para pensar en nada." Más tarde: "Supongo que ahora sólo soy un espíritu y
estas enfermeras, ángeles que me rodean. Demasiado bueno para ser verdad. Son reales. Lo sé,
Moriré y ustedes me echarán a un horno". No es difícil ver que esas experiencias, si bien
delirantes, expresan mucha más incertidumbre acerca de la muerte y de los ángeles que las
anteriores.

Al día siguiente Mabel pareció muy mejorada. Dijo: "No sé si todo fue una pesadilla o alguna otra
cosa", lo que claramente expresa la capacidad de tolerar dudas. No se presentaron ya episodios
de miedo y confusión. A las tres semanas de la operación la dieron de alta; por considerarla
clínicamente bien. Debido al miedo que le tenía a los hospitales, no volvió para el chequeo. Un
pariente, que la veía a menudo, nos fue informando a lo largo de los dos años siguientes que

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Mabel parecía haberse recuperado por completo. A partir de aquí, se perdió toda huella de la
paciente.

Discusión del caso. Aunque poco sabemos acerca de la niñez de Mabel, hemos elegido su caso
como punto de partida porque en él parecen presentarse factores precipitantes fáciles de
comprender, así como una sintomatología esquizofrénica clara y una recuperación sin
complicaciones. Sigue existiendo hoy un temor muy diseminado a los hospitales pese a que son
más a menudo vía de recuperación que de lo contrario. El miedo a descubrir secretos cuando sé
esta anestesiado no es sólo una creencia muy diseminada, sino muy justificada. También cabe
tomar como una reacción normal la ansiedad sentida antes y después de una operación, si bien no
al extremo que Mabel la manifestó. De hecho, estudios psicológicos cuidadosos de pacientes
sujetos a operaciones quirúrgicas indican que una ansiedad preoperativa moderada ayuda a
preparar a la persona para el inevitable choque fisiológico de la operación y sus consecuencias
inmediatas.4 Las quejas de los pacientes de que no se les está prestando suficiente atención
después de la operación, suelen expresar simplemente necesidades de dependencia que la
emergencia y la impotencia habían traído a la superficie.

Aún así, Mabel reaccionó al estrés con síntomas francamente psicóticos. Sus delirios y sus
alucinaciones no encajan dentro de los límites normales como reacciones posoperatorias. Lo
mismo ocurre con su tendencia a caer en estupores, injustificables desde un punto de vista
fisiológico. En su conjunto, esos síntomas constituyen una reacción esquizofrénica. Mabel negó las
realidades sencillas de su situación, debido al miedo y a la regresión, y las reemplazó con
experiencias ajenas a las de una persona normal o neurótica cuando está despierta. Mabel
proyectó su miedo a morir como delirios de ya estar muerta o de verse deliberadamente
asesinada. Proyectó su miedo de traicionar un secreto, en forma de delirios y alucinaciones, de
que todos lo conocieran ya y de que fueran a difundirlo al público a través del radio y la prensa.
También proyectó sus miedos y deseos de muerte y resurrección en sus experiencias sobre
ángeles que volaban por encima de ella y en su idea de estarse elevando al cielo o en su imagen
"del jardín". Pero, además, los proyectó en su creencia de estar muriendo, de que se le había
escapado toda la sangre y de que la enviarían al depósito de cadáveres o la echarían en un horno.

Los ataques de relajación extrema, cuando Mabel se derrumbaba en la silla y caía al piso, tal vez
representaban para ella su propia muerte. Al igual que anteriores estados de trance, quizás sólo
representan una huida de esa situación atemorizante y una caída en la inmovilidad y en la falta de
respuesta. Pero sí tenemos modo de saber cuáles de esas responsabilidades expresan sus
síntomas catatónicos de inmovilidad y de falta de respuesta. Pero sí tenemos una enorme cantidad
de información, proporcionada por otros pacientes, de que cualquiera de esos significados pudo
haber estado dominando.

Es obvio, desde un punto de vista clínico que incluye delirios y alucinaciones francos, que Mabel
era psicótica. También es obvia la imposibilidad de llamar a su psicosis manía o depresión
psicótica. El poco éxtasis que experimentó estaba al servicio exclusivo de su defensa contra el
delirio de que estaba muriendo o de que estaba muerta. Tuvo visiones infantiles de ángeles y
flores sin sufrís una elación o una agresión genuina. Sus experiencias depresivas fueron de
carácter macabro, mezcladas con el miedo de padecer cáncer, de haber dado a luz un bebé y de
estar siendo asesinada con un gas. Todos esos variados delirios tienen como núcleo los temas del
nacimiento y la muerte, pero organizados de modo extraño, como si cada delirio careciera de
relación con los demás. No hubo señales de un superego acosador del tipo que tenemos en las
depresiones psicóticas.

4
4. Janis. I., Psychological Stress, Nueva York, Wiley. 1958.

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No podemos considerar a la psicosis de Mabel como una reacción paranoica, porque los delirios
estaban mal organizados, eran vagos, carecían de foco, cambiaban y eran como sueños. Además,
Mabel presentaba alucinaciones francas, ausentes en las reacciones paranoicas, aparte de que
intermitentemente perdía su contacto eficaz con la realidad extrema. De hecho, si la hubieran
dejado sola, habría abandonado la realidad externa y se habría refugiado en un estupor catatónico.
Vale la pena mencionar que cuando una vez dada de alta Mabel- se pidió a los médicos residentes
un diagnóstico final, no pudieron decidir si considerarla una esquizofrénica que sufría episodios
catatónicos o una esquizofrénica catatónica que sufría delirios paranoicos. Con esto quedan
ilustrados los defectos y las dificultades que presenta nuestra actual conceptualización de
esquizofrenia.

Definición. Las reacciones esquizofrénicas son intentos regresivos de escapar de la tensión y la


ansiedad mediante el abandono de las relaciones de objeto interpersonales realistas y la
construcción de delirios y alucinaciones. Como dijimos al comienzo del capítulo, las reacciones
esquizofrénicas muestran una notable riqueza de síntomas. Algunos parecen ser los opuestos de
los otros, pero todos provienen de la irrupción del material perteneciente al proceso primario, a lo
largo de un amplio frente. Por ello, los síntomas manifiestos de la esquizofrenia son tan variados y
complejos como los sueños manifiestos. Algunos alcanzan una profundidad de regresión
inigualada con el resto de la psicopatología.5 Cuando la regresión profunda domina por completo al
paciente, como casi lo hizo con Mabel, tenemos el cuadro externo relativamente sencillo de un
estupor psicogénico. Pero tal resultado es relativamente raro. Como regla, el esquizofrénico sufre
una regresión gradual y, mientras la va sufriendo, sigue intentando recuperar el contacto perdido
con la realidad objetiva, buscándolo a distintos niveles de organización y por distintos métodos.6

Los resultados clínicos de tales oscilaciones dejan perplejos al paciente y a quienes tratan de
comprenderlo. En la esquizofrenia la conducta manifiesta, a menudo es conglomerado de
productos regresivos, de intentos reconstructivos de los contactos con la realidad y los residuos y
experiencias normales que todavía pueda presentar el paciente. Incluso síntomas tan francamente
patológicos como los delirios y las alucinaciones no sólo expresan la regresión, sino un intento
nuevo de manejar constructivamente el medio ambiente social que se comporte. En este sentido
pueden ser tanto señales de mejoría, como señales de enfermedad. Dejaremos para una sección
posterior la descripción de la sintomatología esquizofrénica.

Adaptación. Se puede considerar a las reacciones esquizofrénicas adaptativas en el sentido


limitado de que la regresión y el aislamiento pueden proteger a una persona de una realidad social
atemorizante. El aislamiento tiene la virtud de disminuir la complejidad y la presión de la realidad
externa; pero deja al paciente indefenso. Los delirios y las alucinaciones son adaptativas si
proporcionan sustitutos satisfactorios para aquello que el paciente haya perdido en sus relaciones
de objeto. Se pierden las ventajas de tales intentos adaptativos si el paciente esquizofrénico,
cuando sufre la regresión y se refugia en la fantasía, se encuentra en un mundo sin objetos cosa
ya de por sí atemorizante o se topa con el tipo de experiencias primitivas que tienen en sueños los
adultos normales. Como el esquizofrénico no está dormido, no puede escapar de esas fantasías
desoladoras o atemorizantes despertando. Además, como veremos más tarde, en la persona
potencialmente esquizofrénica la inestabilidad de la organización ego-superego hace de la
regresión y el aislamiento dos procedimientos peligrosos. Tales maniobras pueden provocar un
desastre en lugar de una adaptación.
5
5. Pious llama nadir al punto más profundo de la regresión esquizofrénica. Vease Pious, W. L., “A hypotheuis about the nature of
schizophrenic behavior" en Burton A.(dir), Psychotherapy of the Psychoses, Nueva York, Basis Books, 1961, págs. 43-68.
6
6. Klaf, F. S. y Hamilton, J. G. indican la consistencia de la sintomatología por mas de un sigo en “Schizophrenia: a hundred years
ago and today”,J. ment Sci. 107, 819-827.

249
VARIEDADES DE LAS REACCIONES ESQUIZOFRÉNICAS

En la actual clasificación oficial parecen distinguirse ocho variedades de esquizofrenia adulta. Sin
embargo, a tres de ellas las podemos eliminar de inmediato. El tipo indiferenciado agudo y el tipo
indiferenciado crónico son simplemente etiquetas convenientes con que atender a casos difíciles
de clasificar. Lo mismo ocurre con el tipo residuo. Ello nos deja las cuatro variedades clásicas: la
sencilla, la hebefrénica, la catatónica y la paranoica, a parte de una quinta –el tipo esquizo-
afectivo-, que permite el compromiso inevitable entre esquizofrenia y reacciones maníacas o
depresivas que se tiene en la práctica.

El unir a los cuatro tipos clásicos, como variedades de una enfermedad única, es algo que
debemos al talento para clasificar de Kraepelin. Antes de sus conceptualizaciones, se consideraba
a cada una de esas cuatro variedades una enfermedad más o menos independiente. Incluso a una
de ellas, la catatonia, la considera un síndrome neurológico, comparable por su especificidad a la
aprecia general. Con base en su amplia experiencia clínica y en su don de la organización,
Kraepelin reconoció que esos cuadros o síntomas aparentemente diversos iban juntos.
Ateniéndose a los prejuicios entonces existentes de que se trataba de psicosis incurables, las tomo
como variaciones de un deterioro anterior. Por consiguiente, les aplico a todas un término ya en
uso: demencia precoz, para oponerlas a la demencia que se presentaba en los jóvenes y antes de
tiempo. De hecho, no es necesario que esté presente la demencia.

Los tipos propuestos por Kraepelin han estado sujetos a critica desde que los formuló, pero hasta
la fecha nadie ha propuesto un esquema mejor. 7 En su voluminosa y clásica monografía, Bleuler
ayudó a que se eliminara el engañoso termino de demencia precoz, lo que fue un progreso, pues
la enfermedad descrita por Kraepelin no es necesariamente ni demencia ni precoz. Bleuler acuñó
él término esquizofrenia para hacer hincapié en la fragmentación que es evidente incluso a nivel
descriptivo. Además reinterpretó ampliamente la sintomatología a partir de la psicodinámica, ya
que en aquellos tiempos, estaba sujeto a la influencia de Freud y sus discípulos, como claramente
lo indica en su prefacio.8 Sin embargo, al final, - si bien expresó abiertamente su renuncia al
hacerlo -, Bleuler conservó los tipos Kraepelinianos, pues no supo como mejorarlos.

Lo mismo nos ocurre hoy día. Nadie esta satisfecho con los tipos Kraepelianianos, en parte porque
son puramente descriptivos y en parte porque las personas esquizofrénicas manifiestan
demasiado a menudo síntomas que pertenecen a más de un tipo – como en el caso de Mabel T.,
ya visto, y en otros que describiremos posteriormente. No obstante, los síntomas de la
esquizofrenia son tan numerosos y complejos que necesitamos algún tipo de subdivisión, para,
simplemente, tenerlos controlados y poderlos examinar.9 Seguiremos ateniéndonos, pues, a los
tipos Kraepelinianos, que tiene la ventaja de haber sido establecidos hace mucho tiempo, y a partir
de los cuales hay un acuerdo. Veamos en que consisten

Tipo sencillo

7
. Carneron. N., The tunctional psychoses" en Hunt, J. (dir). Personality and the Behavior disorders. Nueva York. Ronald, 1944, págs.
861-921.
8
Bleuler E, Dementia Praecox of the Group of Schizophrnias (trad. Por J. Zinkin), Nueva York, Internat Univ. Press, 1950.
9
El autor ha intentado subdividir las reacciones esquizofrénicas en agresivas, sumisas y apartadas. Vease Cameron, N., The
Psychology of Behavior Disorders, Boston, Houghton, Mifflin, 1947, págs.468-484.

250
Lo que se llama tipo sencillo se asemeja mucho al viejo concepto de demencia precoz. Hace casi
300 años que reconoció y describió esta forma un hombre llamado Willis, famoso por su
descripción de la distribución de las arterias en la base del cerebro (polígono de Willis). En 1674
escribió sobre “jóvenes vivaces y llenos de espíritu, y a veces incluso brillantes durante la niñez,
que en la adolescencia caen en el embotamiento y la estupidez”. En el tipo sencillo de
esquizofrenia subrayamos actualmente un comienzo lento e insidioso y un curso de deterioro poco
notable. Todo el proceso parece el lento desaparecer de una mente que prometía durante la niñez,
una detención gradual del crecimiento de la personalidad, seguido por una declinación monótona
e inexorable. Sin embargo, es necesario decir que en pocos de esos casos el paciente ha sido
una persona en especial vivaz, llena de espíritu o brillante. Es interesante, e incluso importante, en
el aspecto psicodinámico, que en el tipo sencillo no se presentan ni delirios ni alucinaciones, los
que a menudo son intentos activos por recuperar las relaciones de objeto perdidas.

Tras un avance constante del deterioro, tal vez la declinación cese en un nivel de adaptación
relativamente bajo. El paciente llevará una vida entonces ociosa, improductiva y al parecer
carente de significado. Si el nivel de adaptación es muy bajo o la conducta del paciente demasiado
impredecible, tal vez convenga hospitalización permanente. De no requerirse tal, el paciente
deambulará por la casa o por el barrio como ocioso irresponsable o irá de un lugar a otro como un
vagabundo. Algunos pacientes de este grupo logran realizar trabajos temporales, pero
generalmente muy por debajo del nivel al que su mente parecía pertenecer. Es fácil diferenciarlos
de los retardados mentales, cuando desean cooperar, porque en las pruebas de inteligencia
obtienen puntuaciones sorprendentemente buenas. En pocas palabras, lo que parece simplemente
un deterioro es, en realidad, algo mucho más complicado. Una disminución general del nivel de
adaptación no se opone siempre a un nivel de creatividad elevado en algún campo especial, es
decir, a veces una persona incapaz o desinteresada en mantener relaciones sociales ordinarias
manifiesta un talento excepcional en alguna labor artística propia.

Tipo hebefrénico

La esquizofrenia hebefrénica es una caricatura de la primera adolescencia normal, a la que a


menudo sustituye. Él termino hebefrenia significa, en realidad, mente de joven. El comienzo puede
ser lento e insidioso, pero también puede ser rápido, cuando se ha sufrido una perdida o un
fracaso personal. Es común aquí una conducta tonta y desorganizada. Se presentan sonrisas,
risillas y risas, que al observador le parecen vacías y carentes de sentido. Por otra parte, si hay
tristeza, será superficial; si hay llanto, carecerá de explicación. Tal vez haya explosiones de enojo.

Por ejemplo, una joven – recién admitida en un hospital – paso varios días sollozando, llorando y,
al parecer, víctima de una aflicción terrible. Sin embargo no podía explicar su llanto, ni siquiera así
misma. Simplemente afirmaba que había perdido algo; y resulto que había perdido el mundo de
relaciones de objeto y nunca logro reorganizarse lo suficiente para recuperarlo.

Esas expresiones emocionales vienen acompañadas de gestos, posturas y amaneramientos,


aparentemente simbólicos, pero por lo común extraños, más o menos fragmentarios y a menudo
grotescos. El habla se vuelve amanerada, incluso al punto de la incoherencia y la invención de
palabras (neologismos). Los delirios que se presentan pueden ser grotescos e incoherentes e
incluyen a menudo nociones extrañas sobre cambios en el cuerpo. Suelen sobresalir
alucinaciones, aunque tal vez sea necesario deducirlas de la conducta del paciente, cuando este
no responde.

Con el tiempo el hebefrénico se va refugiando cada vez más en su mundo interior de fantasías
privadas, hasta que se desocializa y se hace inaccesible casi por completo. Incluso tal vez se orine

251
y ensucie como un bebé. Acaso sea necesario ayudarlo a comer o coma ansiosamente, como una
persona muerta de hambre. En ocasiones un paciente hebefrénico que ha regresado a un nivel
casi vegetativo se las arregla para reorganizar y recuperar sus relaciones de objeto perdidas, con
ayuda por lo general de un psicoterapeuta dedicado y dotado. Pero por lo general, no hay
recuperación total.

Tipo catatónico

En este tipo de esquizofrenia se subrayan las perturbaciones motoras. En un extremo el paciente


puede experimentar una excitación desorganizada; en el otro, mostrarse mudo e inmóvil, como es
estupor. Pueden darse en la misma persona todo tipo de combinaciones de tales síntomas. En la
excitación catatónica puede haber el mismo grado de actividad incesante que en las manías, junto
con la misma incapacidad de dormir, el mismo desanimo para comer o beber. Sin embargo, y a
diferencia de las manías, lo catatónico es grotesco, poco realista e incoherente. En el estupor
catatónico la conducta parece restringida; a veces es negativa y a veces excesivamente sumisa.
Tal vez el paciente yazca rígido, con los ojos cerrados y la cara como una mascara, como si
estuviera representando su muerte. O por horas, sin parar, estará sentado o de pie mirando
fijamente al piso.

Tanto el paciente catatónico excitado como en el inmóvil hay delirios, de carácter persecutorios,
místicos y milagrosos. También se presentan casi siempre alucinaciones, que suelen consistir en
visiones aterrorizantes, en apariciones ininteligibles, en experiencias religiosas, en voces y otros
sonidos misteriosos o espantosos. A veces se aprende algo sobre el carácter de esos delirios y
alucinaciones durante las fases relativamente claras de la enfermedad; pero la principal fuente de
información esta en las explicaciones retrospectivas que muchos pacientes pueden y están de
acuerdo en dar, tras una recuperación parcial. En mayor medida que los otros tipos de
esquizofrenia, la catatónica surge de súbito y también de súbito desaparece. Sin embargo, es
necesario atemperar tal afirmación diciendo que en esta enfermedad rara vez se presentan tipos
puros.

Tipo paranoico

En este grupo los delirios dominan el escenario. El esquizofrénico paranoico por lo general ha
tenido durante muchos años dificultades interpersonales serias, antes de que aparezca la
enfermedad. Por lo general se muestra tenso, incomodo y desconfiado, tiene la tendencia a darle
significados hostiles y de menosprecio a los comentarios de los demás, comentarios que suele
aplicarse. Tal vez haya intentado equilibrar su desconfianza manteniendo un ojo vigilante y
suspicaz en todo lo que alrededor sucede, de modo que siempre este listo para lo que pueda
ocurrir. O tal vez por años se haya manifestado defensivamente apartado, poco sociable y altivo,
de modo que nada pueda tocarlo. Su costumbre inveterada es cavilar a solas, buscando
explicaciones que al le parezcan plausibles. Claro esta, sus miedos, necesidades, deseos e
incertidumbres personales mucho influyen en esas cavilaciones solitarias.

La esquizofrenia paranoica se inicia cuando una persona comienza a perder su contacto con la
realidad, sustituye las realidades de las funciones sociales compartidas con interpretaciones
erróneas y en fantasías y actúa conforme a esas últimas, como si fueran hechos públicamente
aceptados. Cuando sucede esto, el esquizofrénico paranoico sufre una regresión más rápida y
profunda que una persona con reacción paranoica. Probablemente sus delirios resulten vagos,
grotescos y poco convincentes, como veremos en los dos casos clínicos que vamos a presentar.
La estructura varia completamente, desde ser una verdadera sucesión de fragmentos desunidos

252
hasta ser laberintos de los más florido e imaginativo. Algunos están llenos de contradicciones,
condensaciones y desplazamientos, así como de símbolos arcaicos de los que solemos encontrar
en el sueño ordinario. Son comunes los delirios de persecución, así como los de influencia y los de
grandeza, acompañados por ideas de referencia. se presentan mezclas de lo mágico, lo místico, lo
religioso y lo sexual, a menudo en muy extrañas combinaciones. Los delirios somáticos
generalmente son grotescos. En ocasiones se tienen delirios muy vividos de catástrofes,
destrucción del mundo, salvación y reconstrucción del mundo, etc. 10 Dejaremos los detalles y los
ejemplos para la siguiente sección, cuando presentemos el material de los casos.

Casi siempre se presentan alucinaciones – y en mayor cantidad que en cualquier otro de los
síndromes importantes, excepción hecha de los estados de intoxicación e infecciosos. Las
alucinaciones por lo general dan apoyo y enriquecen las creencias tenidas durante los delirios. Las
más comunes son las auditivas; después le siguen las visuales. Las alucinaciones olfativas,
gustativas, de equilibrio corporal y de la piel pueden aparecer, asimismo como expresiones
importantes de la dinámica del paciente.

En la esquizofrenia paranoica es usual la participación de lo emocional, por lo menos mientras la


enfermedad esta activa. El paciente acosado se muestra aterrado, indignado, beligerante. Tal vez
intente un desquite furioso o planee una venganza inmisericorde por un supuesto daño recibido.
Incluso cuando el paciente responde con sumisión y obediencia, manifiesta adecuadamente sus
emociones. De igual manera, quienes sufren delirios de grandeza se comportan dé acuerdo con
esto; aquellos que sufren delirios de lealtad se muestran orgullosos y altivos; el paciente
transfigurado actúa tal y como se siente. Sin embargo, sigue siendo cierto que los esquizofrénicos
manifiestan más incongruencias que otros pacientes, aunque toda vía no sabemos por qué.

Es probable que el paciente se recupere de la esquizofrenia paranoica durante el primero o los dos
primeros años de psicosis franca. Tal recuperación no significa que el paciente creara una
personalidad nueva. La meta de que el paciente descompensado vuelva a tener un buen equilibrio,
como antes de sufrir el ataque psicótico, es muy realista. A veces es posible protegerse de un
segundo ataque ayudando al paciente a comprender en cuales aspectos es vulnerable, de modo
que intente evitar el tipo de situaciones que ayudaron a propiciar el primer ataque. La experiencia
de haber podido confiar en un terapeuta puede resultar novedosa y vigorizante, a lo cual el
paciente puede recurrir posteriormente en momentos de estrés.

Si el esquizofrénico paranoico no mejora, lo probable es que sufra una desorganización más seria.
Los delirios se hacen cada vez más vagos e inteligibles, o bien se vuelven fijos y estereotipados. El
paciente deja de tratar de explicárselos. Su forma de hablar puede volverse menos organizada, de
alcance limitado, estereotipada y caótica, se establecen amaneramientos. Las respuestas
emocionales pierden su flexibilidad y pueden volverse impredecibles. Finalmente los pacientes que
permanecen enfermos tienden, como los pacientes de los otros subtipos, a llevar una vida cada
vez más pobre y desocializada. Si no se enojan, pueden llevar una vida sin propósito y apartada,
en que se muestran desafiantemente silenciosos y ariscos. No es desusado que aparezcan
características catatónicas o hebefrénicas o que la persona sufra una declinación general como la
que ocurre en el tipo sencillo.

Tipo esquizo-afectivo
10
. Se presentan explicaciones detalladas sobre los delirios esquizofrénicos en Cameron, The Psychology of Behavior Disorders,
Boston, Houghton, Mifflin, 1947, capítulos 13 y 15, Cameron, N. y Magaret, A., Behavior Pathology. Boston. Houghton Mifflin,
1951, capítulos 13, 14 y 16. Se presenta un caso autobiográfico en Schreber. P., Memoirs of My Nervous Illness (1903) (trad. Por I.
Macalpine y R. A. Hunter) Londres, Dawson, 1955.

253
El tipo esquizo-afectivo es justamente lo que su nombre dice, una mezcla de síntomas
esquizofrénicos con maníacos o depresivos. Se considera como una clasificación conveniente y
necesaria, aunque pudiera tener algunos aspectos dinámicos. El cuadro clínico presenta, en
esencia, elación o depresión y los delirios resultan más grotescos, vagos o peor organizados que
lo usual. Son comunes las alucinaciones, cosa que no ocurre en las manías y en las depresiones.
Abundan los extrañamientos, la despersonalización y los delirios somáticos grotescos. Por otra
parte, el componente de elación o de depresión es más estable, se encuentra mejor organizado y
es más profundo que en gran parte de las otras enfermedades esquizofrénicas. El comienzo, el
transcurso y el resultado de la enfermedad son tan variables como en otros tipos, pero las
oportunidades de recuperación tal vez son mejores. Si después de la recuperación, hay recaídas,
ganan terreno los rasgos esquizofrénicos y se empobrecen las oportunidades de recuperación.

ILUSTRACIONES CLÍNICAS DE REACCIONES ESQUIZOFRÉNICAS.

Ya describimos los subtipos clásicos de la reacción esquizofrénica, daremos en cierto detalle una
explicación de dos casos que ilustrarán muchos de los síntomas típicos. Sé vera que en cada uno
de esos casos entran características de más de uno de los llamados tipos, como suele ocurrir con
gran parte de los esquizofrénicos en la vida real. Por ejemplo, la chica de preparatoria manifiesta
delirios paranoicos casi típicos, lleva acabo rituales extraños y semimágicos y en ocasiones se
vuelve súbitamente catatónica. El hombre que sufre extraños delirios somáticos y, más tarde,
parece empeorar y volverse, a la vez que hebefrénico, mudo. Ambos pacientes escuchaban voces
y ninguno de ellos se recupero. Los dos habían perdido a una persona importante, por causa de
muerte, dichas personas probablemente los estaban ayudando a contener una personalidad
inadecuada básicamente defectuosa. Los tres años anteriores a su hospitalización, la chica estuvo
enredada en un conflicto edípico indistinto. En el caso del hombre, éste se encontraba tan unido a
la madre, que era incapaz de casarse. Además daba señales de una seria confusión respecto a su
identidad sexual.

Una reacción esquizofrénica en una chica adolescente

Joan R., una estudiante de preparatoria de Kansas City, fue admitida en una clínica psiquiátrica
tras un intento de suicidio por ingestión de yodo. Comenzaremos con su infancia. La muerte le
había dejado sin dos importantes figuras maternas: una cuando Joan tenia dos años; y la otra,
cuando tenia catorce. Se trata de edades criticas en el desarrollo de la personalidad, pues en ellas
la figura materna tiene un papel muy importante. La madre de Joan estuvo enferma tiempo antes
de morir, de modo que la pequeña careció del apoyo de ego del que debió de haber dispuesto
para estructurar su personalidad. A los catorce años cuando los adolescentes normalmente viven
de forma alterada los conflictos edípicos de la primera niñez, murió la madre adoptiva de Joan – y
esta quedo una vez más sin ayuda ninguna para estructurar su personalidad adolescente. Para
que las cosas se complicaran aún más para Joan, la madre adoptiva era hermana de su padre,
una viuda dominante que tenía una hija propia. Será más sencillo sí presentamos brevemente la
vida del paciente.

Como ya hemos dicho, Joan tenia dos años cuando murió su madre. La hermana del padre
vino de inmediato a la casa y ocupo el lugar de la madre de Joan; con ella vino Peggy , su hija de
ocho años. Pronto veremos como Joan trato de repetir lo que su madre adoptiva había hecho en
cuanto la muerte dejó vacante el puesto. La madre de Peggy era una mujer ansiosa y
probablemente supersticiosa, que fomentaba en Joan el exceso de dependencia. Al parecer, las

254
dos chicas se odiaban. Al morir la madre de Peggy, Joan tenia catorce años y su prima era una
mujer de veinte. Formaban la familia de Joan, Peggy y el padre de Joan, un intelectual de escasos
recursos psicológicos.

Para sorpresa de su padre, Joan no mostró tristeza cuando murió su madre adoptiva. Antes
bien, trato de inmediato de ocupar su lugar en la casa, tal y como aquella lo había hecho al morir la
madre de Joan. Ésta se volvió segura de sí misma, arrogante y exigente. Dijo que ahora el hogar
le pertenecía y que Peggy la iba a obedecer de allí en adelante. Los dos años siguientes el padre
de Joan trato sin éxito alguno de mantener la paz entre las dos chicas, que rivalizaban por dominar
en la casa.

Sin figura materna y sin personalidad estable propia, Joan perdió pronto el control. Por un
tiempo siguió mostrándose afectuosa con el padre, pero a la vez comportándose como una esposa
regañona que como una hija adolescente. Joan abiertamente criticaba la apariencia de su padre,
aunque hubiera visitas. Exigía que el hombre le diera más atención y más dinero. Le recordaba
que su madre adoptiva, hermana de él, había tenido miedo de la casa y que a menudo reafirmaba
que estaba maldita. Joan protestaba violentamente cuando su padre salía de noche y dejaba la
llave bajo el tapete de entrada, donde cualquier extraño podía encontrarla. Como veremos, Joan
comenzaba a desarrollar miedos delirantes respecto a esta situación nocturna. Hacia Peggy, su
prima, se mostró inflexiblemente hostil. En una ocasión, durante una discusión surgido sobre quien
tenia derecho a usar la radio, Joan golpeo a Peggy tan duramente, que la herida tardo dos
semanas en sanar. Otras pruebas dejan claro que los problemas emocionales de Joan, en los que
nadie la ayudaba, estaban precipitando una desorganización de la personalidad general.

Peggy se casó cuando Joan tenia dieciséis años. Así, su rival desapareció de casa. Pero a la
vez Joan quedo en un estado de caos emocional, sola con su padre. Su actitud hacia este cambio
abruptamente. Ya no aceptaba ni daba señales de afecto y el odio que había sentido hacia la
prima ahora lo dirigía contra el padre. Se conducía con él insolentemente, acusándolo de matarla,
incluso frente a visitas. Esas acusaciones, que dejaban totalmente perplejo al padre, eran producto
de experiencias delirantes que Joan tenía, experiencias en que los miedos y los deseos
pertenecientes al proceso primario habían escapado de la represión y se mezclaban a la
organización preconsciente y consciente. Pronto veremos lo que eran. Cuando Joan tenia sueños
atemorizantes, hacia que el padre viniera a la cama de ella, tal t como la tía lo había hecho en su
tiempo, para luego volverse contra él por tal acto y acusarlo de maltratarla. El hombre se mostraba
sumamente desconcertado por esas contradicciones y confusiones, sin saber que hacer al
respecto. Pensaba que la chica saldría de todo aquello. Una noche llegó a casa tarde y encontró a
la hija golpeándolo todo con un bastón: mataba serpientes, según le dijo. Joan solí mantener su luz
prendida toda la noche, porque tenia “sueños aterrorizadores”, probablemente experiencias
delirantes y alucinaciones más que sueños.

Como era de esperar, tras la muerte de su tía, cuando Joan tenia catorce años el
rendimiento escolar de ésta fue empeorando. Parecía aburrida irritada e incapaz de atender. A los
quince años y medio necesito un profesor particular para poder continuar con sus estudios. Con el
tiempo, ni esa ayuda bastó. A los dieciséis años expulsaron a Joan de la escuela y se le aconsejo
al padre que la llevara con un psiquiatra. Este recomendó de inmediato un tratamiento, pero no
atendieron a su consejo, y Joan simplemente se quedo en casa.11

Joan mostró un deterioro consecuente en sus relaciones sociales. Debido a los defectos de
su personalidad y a que dependía en exceso de su madre adoptiva, Joan no pudo nunca lograr un
11. Bower, E. M.. Shcellhamer, T. A. y DaiLy, J. M. “School characteristics of male adolescents
11

who later became schizophrenic” ,Amer. J. Orthopsychiat., 1961. 30,712-739.

255
nivel adecuado de habilidad social. Con sus rabietas y con sus exigencias rechazaba y asustaba a
los niños del barrio. De adolescente, estuvo demasiado ocupada con la rivalidad con su prima por
dominarla en casa, en sus conflictos de Edipo reavivados y en sus preocupaciones con sus
experiencias aterrorizadoras para poder relacionarse normalmente con personas de su edad, con
las chicas y los chicos que la rodeaban.

El clímax ocurrió cuando Joan tenia dieciséis años, un año antes de que viniera al hospital.
Se compro un vestido nuevo para un baile escolar, pero cuando su acompañante vino a recogerla,
de principio se negó a verlo, tras muchos convencimientos, consintió en ir con él; a la media hora
regreso a casa sin el chico. Tal vez descubrió que su padre le había conseguido un acompañante,
al notar que nadie la había invitado al baile. De cualquier manera, se trato de su ultimo
compromiso social. A raíz de que Joan se retirara de la escuela, su padre preparó algunas
reuniones, “para que se pusiera bien”, más la chica se encerraba en su cuarto hasta que los
visitantes se hubieran ido. Lo más que el padre pudo hacer fue contratar un ama de llaves.

Durante los meses transcurridos desde que dejo la escuela hasta que entró al hospital, Joan
vivió una pesadilla. Temía dormir de noche, debido a todo lo que parecía estar pasando. En el día
vagaba por la casa, preocupada, cansada y sin hacer prácticamente nada. Su conducta se fue
volviendo obviamente extraña y reflejaba la irremediable confusión de pensamiento de la
muchacha. Por ejemplo, el padre le dio cuarenta dólares para que se comprara ropa y ella los
gastó en cuentos que nunca leyó. En otra ocasión gasto doce dólares en cosméticos, para
destruirlos todos a los pocos días. Una mañana se levanto temprano, reunió todas las barajas
existentes en la casa y las quemó, diciendo que eran pecaminosas. Comenzó a hablar de religión,
da la iglesia, del pecado, de la caridad y del más allá. Dio al ama de llaves cinco dólares, porque
tenia que ser caritativa para “llegar al cielo”.

Joan afirmaba que todos sus problemas venían de la masturbación. A los quince años llego
a la conclusión de que tal acto la estaba volviendo loca, tal idea vino a aumentarle su ya intolerable
culpa, ansiedad y confusión y contribuyo a convencerla que ardería en el infierno a causa de los
pecados cometidos. Se creía enferma de las manos, “¡tengo lepra!”, gritaba en el hospital,
“¡mírenme las manos! pero esto no es castigo suficiente para mis pecados. Fausto se entregó al
diablo. Yo también lo he hecho. ¡No me toquen! ¡Se arrepentirán, pues les contagiare la lepra!”. 12

El material inconsciente de la chica, que finalmente se presento y la dominó, parece haber


surgido primero en los sueños de ansiedad y en las fantasías nocturnas atemorizadoras: de
serpientes, de ataques, de extraños que entraban en la casa y asesinaban. “Solía leer cuentos y
cosas por el estilo”, decía, “y luego me iba a la cama y estaba despierta y las meditaba. temía
estar en el cuarto sola. La casa me parecía estar tan llena de fantasmas.” Esta ultima afirmación
era lo que la madre adoptiva había hecho siempre. Cuando Joan cerraba los ojos e intentaba
dormir, tenia visiones horribles y veía rostros que parecían crecer enormemente.13 Creía que por
el techo – todos los techos eran planos y se comunicaban entre sí – caminaban hombres, que
intentaban entrar por las ventanas. Con el tiempo llego a creer que un hombre visto en la calle de

12
12. Compárese esto con la reacción neurótica compulsiva de las manos sucias, como en el
caso de Sally J., quien se lavaba y restregaba las manos cuando tenía malos pensamientos.
13
13. Adultos normales que han informado de sus visiones en el momento de dormirse,
describen este tipo de cambios en el tamaño. Cfr. Silberer, H., “Report on a method of eliciting
and observing certain symbolic hallucination-phenomena” en Rapaport, D. (dir), Organization
and Pathology of Thought, Nueva York, Columbia Univ. Press, 1951;Isakower, O., “A contribution
to the pathopsychology of phenomena associated with falling asleep”, Internat. J. Psychoanal.,
1938, 19, 331-345

256
enfrente controlaba la casa, y comenzó a escuchar voces. Finalmente la voz de un hombre terminó
dominándola y diciéndole lo que tenía que hacer.

Joan cayo entonces en delirios extraños que le permitieran reconstruir la realidad que había
perdido en su regresión y en su desorganización constante, delirios que le ayudaban a explicarse
sus fantasías hasta ese momento inconscientes, pero a partir de allí plenamente conscientes.
Comenzó a decir que la casa era cuartel de una banda de traficantes de drogas, quienes habían
asesinado al padre y puesto a un impostor en su lugar. “Mí padre no me trataría como este hombre
me trata. Mí padre y yo éramos amigos. Este hombre quiere acostarse conmigo. Se me ha negado
amor y se me ha hecho de lado. Alguien está trayendo opio a la casa.” El parecido de este cuento
con historias acerca de traficantes es obvia y su atractivo se encuentra probablemente en que toca
las mismas necesidades inconscientes.

En sus fantasías, que Joan consideraba reales, la gente parecía golpearla y atarla. Parecían
capaces de leerle la mente, de controlarla leyéndole los pensamientos. Trató entonces de no
pensar, pero el esfuerzo le producían dolores en la nuca. 14
Joan comenzó a tener sueños y fantasías terribles, en los que mataba al padre y otras
personas, los cortaba y se los comía, en los que creía ser dios y la mataban en un sacrificio. 15 A
veces pensaba que era otra persona, que su cuerpo le estaba cambiando, que tal vez iba a tener
un hijo, que sufría un tumor cerebral y que se estaba volviendo loca.

En el hospital cuando la oían hablar, hacia obvias algunas de sus fantasías


sadomasoquistas. Joan decía que su intento de suicidio había sido autocastigo, y afirmaba que iría
al infierno a causa de sus pecados; así pues, cuanto antes mejor. “Pense que me haría sufrir. Si no
me hubiera endurecido tanto me habría herido terriblemente.” En ocasiones estaba segura de que
la ejecutarían por sus crímenes, que a ella le parecían reales, o que la encarcelarían de por vida.
Deseaba enfermarse de “viruela negra o alguna otra cosa”. Agregaba que: “Me obsesione por la
cuestión del cristianismo. Pensé en torturarme… Y comencé a idear modos de torturar a la gente.
Me parecía haber sufrido mucho y quería que los otros sufrieran igual”.

Joan tenía muchas expresiones de rabia. Cierta noche una enfermera la encontró temblando
y retorciéndose las manos. “Me parece que le estoy hundiendo los ojos a la gente. Soy muy
mala… Tienen la culpa esos pensamientos que me cruzan la cabeza.” Un día le grito a un grupo
de pacientes: “Si tuviera la fuerza de Cristo, ¡los mataría a todos! ¡Sí a todos, pues les espera una
suerte peor que la muerte!” En esta afirmación histriónica hay señales de confusión entre sí y los
demás, Otro día Joan se enojo y golpeo en el rostro a un paciente deprimido e inofensivo. “Esto
no es nada comparado con lo que voy a hacer”, grito. Voy a cortarle la cabeza a todos. Mejor
váyanse a casa y córtenle la cabeza a su familia… ¡No lograran tenerme aquí y obligarme a tener
hijos!” En esta atmósfera del hospital, más flexible que la de la casa, Joan daba escape a la
agresión violenta que por años había sentido en su hogar.16 Tras expresarla, se excuso alegando
que iba a salvar a los pacientes de algo peor matándolos.

14
14. Cuando los adultos anticipan los actos de los niños, a éste debe parecerle que aquellos
conocen sus pensamientos. Tales experiencias de la niñez probablemente son el origen de esta
forma común de delirio esquizofrénico.
15
15. Entre los neuróticos no son raros los sueños de canibalismo. Tales sueños y las fantasías
de este paciente reavivaron probablemente fantasías de alimentación de la niñez que, en el
adulto, adoptan una forma más definida.
16
16. En Gero. G., “Sadism, masochism y agresión”, Psychoanal. Quan, 1962,31, 31-42,
tenemos un estudio del sadomasoquismo en relación con la agresión.

257
También tuvo delirios de grandeza, Joan afirma que sentía tener una influencia poderosa
sobre las personas y que era responsable de todo lo que pasaba. Pensaba que podía tener ideas
sobrehumanas, “como descubrir el modo en que Cristo volvía el agua vino… tengo que descubrir
como lo hacía.” Por ser dios, quería sufrir para ayudar a los otros, y, debido a sus pecados, tenía
que matarse. Pero fallo en su intento. “Por ello”, dijo, “llegue a la conclusión que era mejor
olvidarlo. Según pase el tiempo, me olvidare de todos mis problemas, mis experiencias y lo
demás.” Tal parecía que Joan lo estaba logrando. Expresó, en una conversación bien organizada
perteneciente al proceso secundario, la desintegración que estaba experimentando y a la cual se
resignaba.

Años antes, cuando la muerte de su madre adoptiva, Joan comenzó a pelear - en su casa –
contra la complicada situación personal en la que participaban seres reales: su padre, se prima y
ella misma. La organización de la personalidad de Joan no estaba preparada para tal lucha, y
ninguno de quienes la rodeaban podía comprenderla. A medida que pasa el tiempo, esa
comunidad social compartida se vio remplazada gradualmente por los elementos incluso más
complejos de la pseudocomunidad delirante de Joan, donde se mezclaban personas reales e
imaginarias, hechos y delirios reconstruidos. Ahora parecía que llevaba a cabo un retroceso
definitivo. Se estaba apartando a una comunidad autista, compuesta ante todo de personas y
actos inventados, cuyos antecedentes estaban en sus fantasías privadas. 17

Hubo dos episodios francamente catatónicos. Un día, mientras le informaba a su terapeuta


que gustaba de los estados de sueño, Joan cayó en un estupor. Cerro los ojos, se le pusieron en
blanco y relajo los miembros. Sin embargo sus párpados oponían resistencia cuando se intento
abrirlos, y mandíbulas y miembros fueron adquiriendo mayor rigidez según se trataba de moverlos.
Cuando la dejaron sola, la chica se recupero muy pronto. Otro día que se encontraba en cama,
yaciendo de lado y justo antes del almuerzo, se oyó de pronto un trueno. Joan quedo rígida al
instante; tanto, que las enfermeras la tomaron en brazos y la sentaron sin que hubiera cambio
ninguno en su postura. Parecía que se trataba de una estatua. A continuación llevaron las
bandejas de la comida y una enfermera experta comenzó a convencer a la chica de que comiera;
lo hizo con toda gentileza y ella misma la alimentó. Al cabo de unos diez minutos la chica se puso
de píe; se froto los ojos como si acabara de despertar y comió con los demás, como si nada
hubiera sucedido.

La terapia no tuvo éxito con Joan, de noche dormía bien, sin ayuda de medicamentos, a
pesar de ocasionales sueños perturbadores. Pasaba gran parte del día perdida en ensoñaciones.
Cada vez era menos comunicativa y su comunicación se volvió gradualmente más desorganizada.
Con frecuencia la observaban hablándose excitadamente. A veces sonreía y reía como si tuviera
alucinaciones. Otras, ponía la espalda contra una pared y las manos por encima de la cabeza, sin
dar explicación alguna acerca de esta postura.

Discusión. En este caso vemos la desorganización progresiva de un adolescente durante un


periodo de tres años. Joan sufrió dos perdidas severamente traumáticas. La madre enfermo y
murió cuando Joan tenía dos años, antes de que hubiera podido establecer su personalidad de
niña. La madre adoptiva le causo confusiones al ocupar de inmediato el lugar de la madre muerta y
al introducir una rival en casa. El que la mujer vino a ocupar el lugar de la madre fuera hermana del
padre de Joan debe haber hecho más confuso todo, aunque se carece de información al respecto.
Sin embargo, sí sabemos que ninguna de las chicas parecía adecuadamente protegida contra la
hostilidad de la otra; al menos, tal era la situación después de morir la madre adoptiva. El segundo
17. Se Presenta una comparación de la seudocomunidad con la comunidad autista en
17

Cameron, N. Y Margaret, A., Behavior Pathology, Boston, Houghton Mifflin, 1951, capítulos 13 y
14.

258
trauma severo para Joan fue la muerte de la dominante madre adoptiva, cuando la chica tenia
catorce años. Complicó el cuadro la ineptitud del padre para manejar las situaciones emocionales
surgidas.

La situación afectiva se complicó de súbito al morir la madre adoptiva, Si Joan hubiera sido
cuatro años mayor o menor, tal vez habría podido capear la situación, a pesar de haber estado
siempre protegida en exceso y de su sobredependencia. Hemos visto cuan torpemente intento
Joan identificarse con la madre adoptiva muerta, y ocuparse de los quehaceres hogareños, como
aquella lo había hecho. La creciente confusión se puede atribuir, en parte, a los conflictos y las
contradicciones, al tumulto creado por el primer amor y el primer odio adolescentes, que los
intentos ineficaces de Joan deben haber estimulado. Una chica de catorce años con tales
antecedentes difícilmente ocupara el lugar de una madre dominante respecto a la primera de
veinte años; tampoco podía transformar su papel de hija dependiente en el de la mujer de la casa
respecto al padre. Joan había sido creada como una niña ansiosa y socialmente inmadura, sin
oportunidades adecuadas de desarrollar una organización ego-superego madura. Como tal, se le
dejo que por sí sola se enfrentara a sus múltiples conflictos, incluyendo la culpa claramente
expresada respecto al sexo y a la hostilidad; y todo esto en una casa donde había un hombre que
no la comprendía y una mujer a quien odiaba.

Otro factor importante que ayudo a estimular la desorganización de Joan fue la intrusión
progresiva en el pensamiento diurno y nocturno de fantasías pertenecientes al proceso primario,
una vez que la chica quedó abandonada a la compleja situación hogareña creada a raíz de la
muerte de la madre adoptiva. Mucho antes de la muerte de la tía, tal vez a lo largo de toda su vida,
Joan encontró difícil diferenciar entre sueño e imaginación. Para satisfacer sus necesidades, Joan
había recurrido libremente a al fantasía y, además, había experimentado sueños aterradores y
visiones hipnagógicas que la hacían buscar protección en la cama de la tía. Hemos visto como
Joan llevo sus conflictos, sus deseos, sus miedos y sus furias a su vida fantasiosa diurna y
nocturna; esto ocurrió tras la muerte de la tía.

Tal procedimiento en nada ayudo. Al contrario, la confusión existente entre fantasías y


realidad simplemente aumentó la ansiedad de Joan y complico sus problemas. No tenia ya adulto
alguno al que pudiera acudir de noche, buscando consuelo; ningún adulto que fungiera como ego
sustituto en apoyo del inadecuado ego de Joan. Las fantasías infantiles se desprendieron de la
represión, a través de los limites defensivos defectuosos, y llegaron al pensamiento diurno de
Joan. Esta pudo detener su regresión recurriendo a delirios fantásticos, que parecían cuantos
policíacos; pero tal barrera no perduró. Incluso antes de que la metieran en el hospital, Joan había
regresada a las selvas del pensamiento perteneciente al proceso primario. La terapia no logro
rescatarla. La chica siguió sumiéndose en un mundo autista de fantasías en el que olvidó tanto del
medio circundante como pudo.

Una reacción esquizofrénica en un soltero de treinta años

Donald J, había estudiado ingeniería eléctrica. En parte, debido a condiciones adversas y, en


parte, a su propia torpeza e inmadurez, nunca había logrado establecerse por su propia cuenta. En
cambio, había sido en sucesión delineador, inventor aficionado y ayudante de mecánico. La
primera etapa de su vida nos permite ver que no consiguió desarrollar su ego.

La madre de Donald murió a los pocos días de nacer esté. El chico se sintió siempre un tanto
responsable de aquella muerte. Casi de inmediato lo adoptó una familia sin niños y lo separaron de
sus hermanos. Sus padres adoptivos eran sumamente complacientes. La madre era dominante y

259
posesiva y Donald no tuvo niños con quienes jugar sino cuando fue a la escuela, a los ocho años.
Dijo que siempre había sido feliz dedicado a juegos solitarios, inventados por él. Donald
consideraba a su madre adoptiva perfecta, opinión que no compartían sus familiares, quienes la
describían como exigente, enojona y regañona.

A los catorce años Donald comenzó a masturbarse, y se sintió muy preocupado por esto.
Cuando tenía quince años Había desarrollado lo que podría considerarse una racha esquizofrénica
adolescente. Se sentía sumamente ansioso. Imaginaba que le ocurrían cosas terribles debido a
sus pecados; entre otras creía que la sangre se le volvía una serpiente que le rodeaba el cuerpo.
Esta enfermedad duro unos seis meses, pero no le impidió ir a la escuela, excepto por unos
cuantos días de vez en cuando. En la escuela de ingeniería sufrió de dos ataques similares, de
corta duración, ambos surgidos en momentos de estrés, fatiga y malos resultados en los
exámenes. A los veintidós años Donald se graduó de ingeniero y obtuvo empleo como dibujante;
su tarea consistía en trazar y verificar circuitos eléctricos. Vivía con su madre adoptiva, que había
quedado viuda.

Aunque el paciente habla de esta fase de su vida como “aquellos días felices”, tuvo que
resultarle difícil. A poco la madre adoptiva se vio paralizada por un ataque y, según dicen los
parientes, se volvió una invalida terrible avejentada, avinagrada e “imposible”. Donald tuvo que
encargarse de la casa y de la economía, cuidar de la madre adoptiva y, al mismo tiempo atender
un empleo sumamente exigente. A pesar de todo ello, en su tiempo libre se las arreglo para
inventar y patentar un nuevo tipo de silla de ruedas.

Por aquellos tiempos Donald se enamoró de una chica y le pidió que se casara con él. Ella
acepto, pero a condición de que Donald se separara de la madre. Él decidió quedarse con esta y
renunciar a la chica. A los veintiocho años Donald perdió su empleo y, debido a que no lograba
tener otro, comenzó a fabricar y vender sillas de ruedas, pero con ello no pasaba de ganar
doscientos dólares al año. Enfermó de gripa y, según afirmaba, se la contagió a la madre, quien
murió de súbito. Donald se levantó enfermo, para encargarse de todo lo relacionado con el
entierro. Esto le recordó su creencia de que él había sido causa de la muerte de su madre natural.

Cuando terminó todo, Donald vendió la casa y se fue a vivir con unos conocidos, seguía
sintiéndose enfermo y triste. Durante la vida de su madre adoptiva hizo pocos amigos íntimos y
ahora su existencia era solitaria y vacía. Trato empeñosamente de establecer relaciones
afectuosas con sus hermanos y se comportaba como sí se hubieran criado juntos, pero ellos se
mostraban fríos; y el que no lo aceptaran lo hirió en sus sentimientos y lo dejó perplejo. Su único
consuelo era la amistad de una chica a la que había conocido por entonces. No se le declaró sino
tiempo después, pero lo hizo suponiendo de antemano que ella lo aceptaría.

Al año de haber muerto la madre adoptiva y ocho meses antes de que lo admitieran en la
clínica, Donald consiguió empleo en otra ciudad, como ayudante de mecánico. Tabajo allí con un
grupo de hombres de buen corazón, pero muy mundanos. Dada su torpeza y su inexperiencia
social, Donald se volvió pronto blanco de todos los chistes de sus compañeros. Un día confeso
que nunca había tenido relaciones sexuales, y de allí en adelante lo llamaron virgen. En su
presencia misma los otros comentaban y discutían su virginidad y todas sus posibles
consecuencias. Como las bromas al respecto solían involucrar referencias ambiguas al sexo de la
persona objeto de la burla, es sumamente probable que estas burlas contribuyeran a la confusión
que Donald sentía respecto a su identidad sexual, cosa que de inmediato quedó clara en cuanto se
sintió enfermo.

260
La diversión de Donald era pasar los fines de semana en su ciudad natal, donde visitaba a
sus conocidos y salía con su chica. Durante la semana asistía ocasionalmente a bailes públicos,
en los que los organizadores llevaban a las muchachas. Una noche se descubrió que tenía
erosiones en el órgano genital; había estado acariciándose en el baile con una chica. Pocos días
después le apareció en el cuerpo una erosión y de inmediato Donald se lanzó a la conclusión de
que padecía sífilis, lo que tomo como un castigo por sus jugueteos sexuales. Pero nada hizo al
respecto, fuera de preocuparse.

Dos meses antes de que lo admitieran él la clínica, Donald comenzó a sufrir dolores en la
espalda tras de que lo cambiaran a un trabajo más duro. Por la misma época su novia le dijo que
estaba enamorada de otra persona y que él no le interesaba. Los dolores empeoraron y, además,
incluyeron ahora el abdomen y las ingles. El miedo a la sífilis hizo que Donald buscara ayuda
médica. En el transcurso del diagnostico lo médicos le hicieron una cistoscopia, que no sólo
resulto dolorosa, sino que le produjo parestesias genitales y, con ello, le incremento una ansiedad
– ya de por sí intensa.

Según Donald los médicos le dijeron que padecía una infección renal; le dieron una medicina
y agregaron que no se preocupara, pues le habían limpiado los riñones. Por desgracia, Donald
creía en la superstición popular de que el meterse con los riñones hacia cambiar el poder sexual
de un hombre. Más tarde informa: “Todo comenzó después de que me limpiaron los riñones… Las
medicinas me limpiaron por detrás y por delante y allí estaba prácticamente vacío.” Volvió al
trabajo, “pero todo me parecía un sueño”. Veía borroso y tenia constantemente manchas frente a
los ojos. Regreso con el medico dos veces, para ver que estaba pasando”, pero las medicinas
que le recetaron lo dejaron más perturbado que nunca. Con esto como foco, Donald tuvo pronto
delirios somáticos extraños, algunos experimentados en sueños y otros mientras estaba despierto.

A Donald le parecía que los dos lados de su cuerpo no trabajaban ya unidos. El derecho
parecía más fuerte que el izquierdo. Una noche, al despertar, se descubrió un pecho de mujer en
la parte izquierda y genitales del tamaño de un niño, que no le correspondían a él. Creía poder
elegir cual de esas tres personas iba a ser: el hombre, la mujer o el niño. Dijo que las medicinas le
dieron la victoria al niño. La voz se le adelgazó, las manos se le suavizaron, se sentía débil el
corazón, solo un lado de los intestinos le estaba trabajando y pareció volverle una hernia que le
habían curado cuando adolescente. En un momento dado estuvo seguro de tener tres corazones,
uno a la izquierda, otro a la derecha y otro en los genitales. Pensaba que la sangre del padre
estaba en lado derecho y la de la madre en el izquierdo. 18 La sangre pasaba de uno a otro de los
lados sin cesar.

Donald escuchaba una voz que le ordenaba beber mucha más leche, pues ello lo curaría. No
estaba seguro sí era la voz de dios o del diablo. De noche tenía sueños horribles. En el día
comenzó a pasear por las calles sólo, sintiendo que le estaban sucediendo cosas terribles. Por
ejemplo, soñó que había dado a luz una camada de gatos, que lo mordían y arañaban. En otra
ocasión, tras un sueño de ansiedad, prendió la luz y descubrió que su cuerpo se había puesto
blanco. Cierta noche soñó que su cuerpo había encogido, y despertó esperando la muerte.
Llevado por el miedo, escribió su testamento y se sentó en una silla, dispuesto a morir. El cuerpo
se le puso rígido y supo que estaba muerto; pero luego comenzó a sentirse mejor y salió a comer.
A la mañana siguiente se encontraba tan débil, que apenas podía caminar. La comida lo
atravesaba como una piedra y entonces descubrió que dentro de sí tenia una serpiente.
18
18. En el pensamiento esquizofrénico es común identificar el lado derecho con la
masculinidad y el izquierdo con la femineidad. Probablemente se trate de un producto de la
identificación hecha en el proceso primario, donde la fuerza esta con la derecha y la debilidad
con la izquierda.

261
Sobre este ultimo episodio dijo: “Me preocupaba el verme adoptar todo tipo de figuras
después de haber tomado la medicina… El cuerpo se me encogía y la muerte caminaba por mí
interior. Comí fruta verde. a la mañana siguiente la serpiente había entrado en mi estomago y
luego se paso a mi espalda, y desde entonces ha venido moviéndose por todos los sitios de mi
cuerpo… Cuando camino, lo hago como una serpiente”. Se trata de la misma queja que expresa
de adolescente, cuando el estarse masturbando lo preocupaba.

Desesperado, Donald fue a su ciudad natal en busca de ayuda. El viejo medico de la familia
le aconsejo que se internara en una clínica psiquiátrica. Los amigos e dijeron que los ponía
nerviosos. Le telefoneo a su antigua novia pero ella se limitó a contestarle: “tienes que
arreglártelas como puedas”. Donald se dijo: “No hay nadie en el mundo que pueda ayudarme.” De
regreso a la ciudad en la que trabajaba, de principio se dedico a vagar sin propósito, pero a fin de
cuentas se presento en el servicio externo de una clínica psiquiátrica. Se quejo allí de tener una
serpiente en el vientre y que eran tres personas en una: un hombre, una mujer y un niño. De
inmediato lo admitieron, como paciente.

Tras unos cuantos días de confusión, Donald pareció mejorar rápidamente. Hizo de lado sus
viejas quejas, considerándolas “cosas de loco” y afirmando que “debí estar zafado”. . Al cabo de
cuatro semanas, y como estaba en el hospital voluntariamente, se le dio de alta por así pedirlo él,
pues deseaba volver al trabajo. Se dispuso que se le diera psicoterapia adicional en la clínica
externa.

Donald desapareció once días. Cuando volvió, lo admitieron otra vez como paciente. Venia
sucio y desarreglado, lleno de sospechas y confusiones. No pudo informar donde había estado. Se
quejaba de “estarse deshaciendo en pedazos”, queja que su conducta parecía justificar. En los
siguientes cinco meses su mejoría fue superficial. Luego, algunos parientes lo llevaron a un
hospital más cercano a la casa. Según informes recibidos de dicho hospital un año más tarde, los
intentos de terapia no habían tenido fortuna. Donald se había vuelto mudo y se apartaba en sí
mismo. Pasaba el tiempo solo, sentado y riendo bobamente, obviamente preso de alucinaciones.
Era claro que estaba viviendo en una comunidad autista, es decir, en un mundo privado lleno de
cosas, personas y situaciones inventadas y a un nivel de regresión profunda. 19

Discusión. Hemos presentado este caso debido a los delirios somáticos que en él hay y
debido a los intentos frenéticos, pero ineficaces, que el paciente hizo por mantener relaciones de
objeto con otras personas tras morir su madre adoptiva. Los síntomas son sumamente extraños;
se ve en ellos que el pensamiento ha sido invadido por interpretaciones concretas provenientes del
proceso primario. Al igual que en el caso de Joan R., el paciente era incapaz de diferencias
claramente entre sueño, fantasía y hecho, una vez que se vio seriamente perturbado. Cuando en
una persona que no esta intoxicada se presentan este tipo de confusión, significa la presencia de
defectos serios en la organización, en la defensa y en la adaptación del ego. Indica que nunca
estuvieron establecidos los limites normales entre ego, id, superego, realidad somática y realidad
externa.

Sí examinamos la niñez de Donald, veremos que le negaron las oportunidades ordinarias de


interactuar con otros niños o – ya que de esto hablamos – con otras personas que no fueran su
tiránica madre adoptiva y tal vez su padre adoptivo, hasta que tuvo ocho años. Parece haber vivido
casi toda su vida sujeto a una persona que exigía obediencia y afecto, sin dar nada a cambio.

19. Se presenta un estudio más detallado de la comunidad autista en Cameron, N. y Magaret,


19

A., Behavior Pathology, Boston, Houghton Mifflin, 1951, capítulos 13 y 14.

262
Sus juegos se limitaban a fantasías solitarias. Nada en su vida hace pensar que hubiera una
independencia de acción o pensamiento normal.

Donald sufrió en su adolescencia tres enfermedades, en las que los síntomas somáticos
tenían un carácter extraño. Es posible que las superara porque podía confiar en la fortaleza de su
tiránica madre adoptiva. Durante su adolescencia tuvo en el trasfondo una figura materna que le
daba apoyo para el ego cuando estaba a punto de “deshacerse en pedazos”. Cuando enfermo
seriamente, fue a raíz de morir la madre adoptiva, trato en ese periodo de encontrar, donde fuera,
alguien que lo salvara de desintegrarse.

No sabemos en que parte de la niñez de Donald se originó su confusión respecto a la


identidad sexual, un síntoma común entre los esquizofrénicos. Sabemos que en las bromas de sus
compañeros de trabajo, llenas de ambigüedad, parecen haberlas dejado claramente en la extrañas
quejas somáticas de Donald.20 Agréguese a todas las confusiones provocadoras de ansiedad que
Donald tenia su creencia de que había asesinado a su propia madre y a su madre adoptiva.

Con tres casos clínicos como apoyo, pasemos a resumir los principales síntomas
esquizofrénicos, antes de atender a su dinámica.21

RESUMEN SOBRE LOS SÍNTOMAS ESQUIZOFRÉNICOS

Con la presentación de los tres casos y con el examen de los cinco subtipos de
esquizofrenia, hemos descrito muchos síntomas, pero sin hallar la ocasión de examinarlos
organizadamente. Al presentar cinco subtipos poco hicimos fuera de enumerar síntomas y decir
que los tipos se traslapan. En la presentación de los casos describimos cómo incluso los síntomas
más extraños surgen de una historia comprensible o, por lo menos, de una situación lógica. No
obstante, la sintomatología de las reacciones esquizofrénicas es mucho más rica de lo que nos
hacen ver las explicaciones dadas; es necesario descomponerlas en algunas de las agrupaciones
tradicionales de las funciones humanas, como son pensar,, sentir y actuar. Lo que haremos ahora
será presentar brevemente los síntomas de la esquizofrenia, de modo que el lector pueda retener
una imagen organizada, útil cuando pase más tarde a los antecedentes dinámicos y del desarrollo
de las reacciones esquizofrénicas.22

20
20. Se presenta un estudio de la dinámica de la burla y el burlarse en Brenman, M., "Qn
teasing and being teased", The Psychoanalytic Study of the Child, Nueva York, Internat. Univ.
Press, 1952, vol. 7, págs. 264-285.
21
21. En Cameron. N., The Psychology of Behavior Disorders, Boston, Houghton Mifflin, 1947,
capítulo 15, se presentan otras descripciones de casos de reacciones esquizofrénicas, en los
que se hace hincapié en otros aspectos de la enfermedad. Véase también Cameron, N.
Margaret, A., Behavior Pathology, Boston, Houghton Mifflin, 1951, capítulo 16; Arieti, S.,
Interpretation of Schizophrenia, Nueva York, Brunner, 1955.
22
22. En una revisión de la literatura existente, Dastur no encuentra pruebas de un cambio
específico en los tejidos o en los sistemas del cuerpo que expliquen las reacciones
esquizofrénicas. Dastur, D. K., “The pathology of schizophrenia: a histodoal review”. Arch.
Neurol. Psichiat., 1959, 81, 601-614. De igual manera, Herron no encuentra pruebas
importantes en apoyo de la antigua diferencia entre una formulación “proceso-orgánica” y una
“reactivo psicogénica" en la etiología de la esquizofrenia. Herron, W. G., “The process-reactive
classification of schizophrenia”, Psychol. Bull., 1962, 59, 329-343. Goldman concuerda con
Werner y presenta una etiologia ontogénica. Véase Goldman, A, E., "A
comparativedevelopmental approach to schizophrenia” Psychol Bull, 1962,59, 57-69.

263
Factores precipitantes

Si bien los factores precipitantes no son síntomas, suele ser necesario reconocerlos, para
poder comprender el comienzo y el carácter de los síntomas. Esto ocurrió en cada uno de nuestros
casos presentados. Se ha dicho a menudo que todo aquello que precipita una reacción neurótica
puede precipitar una reacción esquizofrénica en la persona cuya infancia y niñez la predispongan,
cuando sufre estrés, a una desintegración general del ego. Probablemente sea cierto. No obstante,
al igual que otras personalidades prepsicóticas con defectos del ego, fundamentales, parece en
especial vulnerable a cinco situaciones: 1. Pérdida o amenaza de pérdida de una fuente de
satisfacción importante; 2. Pérdida o amenaza de pérdida de la seguridad básica; 3. Surgimiento
de impulsos eróticos u hostiles; 4. Súbito incremento de la sensación de culpa, sea consciente,
preconsciente o inconsciente, y 5. Reducción de la eficacia general de la adaptación o la defensa
del ego.23

Mabel T., nuestro primer caso, sufrió una avasalladora regresión esquizofrénica cuando se
vió expuesta a una situación que la aterrorizaba. Perdió su seguridad básica. Tal vez el choque
fisiológico de la intervención quirúrgica, para el que no estaba preparada, redujo en Mabel la
eficacia general de su adaptación y defensa de ego. Sabemos que cuando las funciones
cerebrales se ven disminuidas por la embriaguez, una infección, fiebre, o lesiones cerebrales,
puede aparecer un cuadro esquizofrénico.

Joan R. La estudiante de Kansas City, ejemplifica los efectos desintegradores de la pérdida


de seguridad y amor, el surgimiento de impulsos eróticos y hostiles y el súbito incremento de la
sensación de culpa. Es posible que, de haber recibido tres años antes una activa psicoterapia,
habría sido muy diferente el resultado de su enfermedad.

Donald J., nuestro tercer caso, no parece haber alcanzado nunca un nivel adecuado en su
desarrollo de la personalidad. Vimos que en sus ocho primeros años de vida se vio privado
severamente de relaciones humanas esenciales. Es de dudar que halla logrado desarrollar una
organización ego-superego viable, capaz de sobrevivir al estrés ordinario sin el apoyo continuo de
la madre adoptiva, que dirigía la vida de Donald. En tal caso no debe sorprendernos que el sistema
de personalidad de Donald se “haya vuelto pedazos”, como el mismo lo describió, en condiciones
que en otras personas simplemente habrían sido causa de un período de duelo.

Comienzo

El modo como se inicia una enfermedad es parte de la sintomatología. Un comienzo súbito y


una recuperación pronta, como en el caso de Mabel T., indican una personalidad que, pese a su
fragilidad, permite relaciones de objeto básicamente sanas. Los delirios y las alucinaciones de
Mabel no tienen como única explicación el verse sometida a una intervención quirúrgica. Millones
de personas pasan por una apendicectomía como la de Mabel sin desarrollar tales síntomas. Es
necesario suponer que la estructura de personalidad de Mabel facilitó la regresión a puntos de
fijación infantiles, profundos y dispersos y la hizo inevitable cuando la muchacha sufrió miedo
extremo.

23
23. En el capítulo 13, “formación de síntomas" se estudiaron esas cinco situaciones hacia el
final, en la sección Factores precipitantes. Véase también Abrahams, J. y Varon, M., Maternal
Dependency and Schizophrenia, Nueva York, lnternat. Univ. Press, 1953.

264
En la esquizofrenia es común un inicio lento, indefinido e insidioso. Hay paciente que
parecen nunca haber sido incapaces de enfrentarse a las demandas ordinarias de la rutina diaria;
que nunca desarrollan relaciones de objeto o un sentido de la realidad razonablemente buenos, y
que más bien parecen toda su niñez y adolescencia socialmente incompetentes o progresan un
tanto en el desarrollo de su personalidad hasta llegar a la pubertad, y allí sucumben al peso de los
problemas de la adolescencia. Hay otros que, a pesar de una organización del ego básicamente
defectuosa, logran evitar las señales de regresión psicótica hasta que sufren una crisis personal
severa, sufren una pérdida, una lesión somática o una enfermedad seria.

En la esquizofrenia un inicio súbito, a menudo es más aparente que real. El intento de


suicidio de Joan R., que obligó a su internación de emergencia, es ejemplo de ello. Joan había
estado dando señales de angustia psicótica durante un período de tres años. Incluso el
empobrecimiento d su rendimiento escolar y sus ensueños en clase debieron haber alertado a
quienes la rodeaban que algo le sucedía a la chica. Así acabaron entendiéndolo las autoridades
escolares. El que no se quiera reconocer un desarrollo psicótico en una persona suele tener como
causa el miedo a lo que significa la esquizofrenia. Al igual que el miedo al cáncer, el miedo a la
esquizofrenia puede impedir que el paciente reciba ayuda a tiempo. Es esencial que los
terapeutas, y los parientes del enfermo, actúen en función de una posible mejora antes que en
función de la cura, pues de otro modo no tendrán el optimismo necesario para intentar una terapia
a tiempo. Este meta de mejorar al paciente, antes que curarlo ha prevalecido por siglos en el
tratamiento de muchas enfermedades de la humanidad. En las reacciones esquizofrénicas sólo en
tiempos recientes se ha reconocido como válida.

24
1. Alteraciones en relación con la realidad.

Entre los pacientes esquizofrénicos suele presentarse una perturbación en la capacidad


adaptativa general,, lo que da como resultado una conducta desadaptativa e incluso inadecuada
en la situación social que se comparte. Tal vez esto impida adaptarse a las rutinas normales o a
los cambios ordinarios, tanto respecto a las relaciones sociales como a las impersonales. Hemos
encontrado esas perturbaciones de la capacidad de adaptación en los tres casos vistos, en el
momento de mayor enfermedad, y en especial en el apartamiento final de Joan R., y de Donald J.
La aceptación normal de un papel se vuelve imposible cuando la falta de adaptación social alcanza
tales grados.

Delirios y alucinaciones. Las perturbaciones en la verificación de la realidad, producen


distorsiones en la realidad que se experimenta e intentos por reconstruirla, con ayuda de delirios y
alucinaciones. Cuando se presentan estos es los pacientes esquizofrénicos, encontramos
productos pertenecientes al pensamiento del proceso primario, hasta ese momento inconscientes,
que han escapado de la represión de modo masivo y a lo largo de un amplio frente, invadiendo las
organizaciones preconscientes y conscientes. Para intentar enfrentarse a esas invasiones
caóticas, extrañas y a menudo atemorizantes, los pacientes esquizofrénicos recurren al método de
negarlas y proyectarlas, volverlas elementos externos, que ocurren en la realidad de fuera o en el
cuerpo. Como los límites del ego o del yo son siempre inadecuados, muchos esquizofrénicos
24. La organización de ésta y las cuatro secciones siguientes siguen el esquema dado en las
24

págs. 7-8 de Bellak, L. (dir.), Schizophrenia: A Review of the Syndrome. Se basa en el articulo
de Beres, D., "Ego deviation and the cencept of schizophrenia”. The Psychoanalitic Study of the
Child,. Nueva York, Internat Univ. Press, 1956. vol. II. págs. 164-235.

265
sufren la duda perpetua de sí lo que están negando o proyectando se encuentra fuera o dentro de
ellos. También pueden sufrir dudas y confusiones graves respecto a sí las cosas, los sucesos e
incluso las personas son elementos separados o parte de ellos. Se trata de una situación muy
diferente a la que vimos en las reacciones paranoicas y en las manías y depresiones. Un resultado
de que haya límites defectuosos y una regresión fluctuante, es que en la esquizofrenia los delirios
y las alucinaciones por lo general son caóticas y están pobremente organizadas. A veces cambian,
se mezclan y se separan tal y como lo hacen los sueños manifiestos. El comprender tales cambios
ayuda a hacer más inteligibles la conducta extraña de los esquizofrénicos.

En la esquizofrenia los delirios de persecución se parecen a los de las reacciones


paranoicas, de modo que es innecesario estudiarlos por separado. Tienden a mostrarse vagos e
inciertos debido a la desintegración general del pensamiento. Tal vez el paciente no pase de
suponer que algo está mal, que algo desconcertante y pavoroso está sucediendo. Quizá nada
haya que parezca a una argumentación coherente. A menudo los delirios vagos son como los
miedos y las sospechas caóticos de los sueños manifiestos.

También los delirios son como sueños, fantásticos, románticos o sumisos, a diferencia de los
presentes en las manías. Algunos pacientes se describen como presidentes o dictadores, como
Dios o como un personaje histórico y buscan que quienes los rodean los reconozcan como tales.
Otros afirman que se les ha encomendado una misión importante que cumplir, escuchan voces y
tienen visiones, pero son incapaces de formular claramente en qué consiste dicha misión o en
organizarse activamente para cumplirla. A veces los delirios de grandeza vienen tras un fracaso
humillante.

En los pacientes esquizofrénicos los delirios de persecución y los de grandeza suelen ir de la


mano. Los pacientes explican las persecuciones imaginarias mediante los delirios de grandeza,
pues están convencidos de que la grandeza provoca envidia; y ésta, hostilidad. En el caso de Joan
R. Los delirios de grandeza causaban a menudo sentimientos de culpa y miedo a un castigo; éstos
hacían a su vez que se construyera una seudocomunidad acusadora, que hubiera reacciones de
autocastigo e incluso que se intentara el suicidio. Los delirios en que se destruye, se salva o se
reconstruye el mundo suelen ser de grandeza. Como regla, representan la proyección hacia el
mundo externo de lo que el paciente piensa que le está sucediendo. A veces significan reacciones
ante una culpa enorme.

Los delirios somáticos son a menudo intentos que hacen los esquizofrénicos por explicarse
experiencias que no pueden comprender y que han conseguido proyectar de modo imperfecto. Es
decir, se proyectan como cambios corporales y no como sucesos completamente externos, las
experiencias que provienen de las fantasías y los conflictos inconscientes que han escapado de la
represión. Los extraños delirios de Donald J. Son ejemplo de este proceso. Obviamente, venían
unidos a la confusión que Donald tenía respecto a su identidad sexual y a su sensación de
inmadurez. Donald expresaba ambas confusiones en la terminología concreta característica de la
esquizofrenia. No afirmaba que estuviera afeminado o fuera como un niño, sino que parte de su
cuerpo era femenino y que sus manos se estaban volviendo las que un chico. En la esquizofrenia
se encuentran delirios somáticos más extraños incluso que los de Donald J.. 25

Las alucinaciones son más comunes en las reacciones esquizofrénicas que en cualquier otro
campo de la patología conductual, excepción hecha en las psicosis tóxicas. El rasgo que las
25. Se presenta un estudio detallado de las variedades de delirios y alucinaciones en
25

Cameron, N., The Psychology of Behavior Disorders. Boston, Houghton Mifflin, 1947, capítulo
13. Véase tambien Cleveland, S. E., “Judgments of body size in a schizophrenia and a control
group", Psychol. Rep., 1960, 1, 304.

266
distingue es que el paciente se encuentra libre de la desorganización y de las perturbaciones de la
memoria características de las psicosis tóxicas y orgánicas. Por lo común son de carácter auditivo;
en menos medida de carácter visual, y sólo ocasionalmente participan en ellas el gusto, el olfato y
la sensibilidad cutánea.26 La organización de las alucinaciones esquizofrénicas varia desde una
corriente continua, hasta los sonidos más fragmentarios: una palabra o una frase fuera de
contexto, un grito, una risa, un gruñido o un susurro. A los pacientes, a veces, los atemorizan y
sobresaltan sus alucinaciones. A veces las aceptan contentos y las utilizan como un medio de
“comunicación” con amigos y parientes, cuando no con personas de otro mundo.

Al igual que los delirios, las alucinaciones son el resultado de la negación y la proyección.
Algo que ocurre dentro del esquizofrénico mismo, tras la penetración a nivel preconsciente o
consciente, parece provenir de fuera. Ese algo puede representar una necesidad insatisfecha, un
miedo o un deseo. En cierta medida, las alucinaciones son producto del aislamiento perceptual de
la persona, tal y como ocurre con los adultos normales sujetos a privación sensorial. La gran
diferencia está en que en la esquizofrenia el aislamiento, o la privación, no se encuentra impuesto
abiertamente desde afuera, sino que es producto del apartamiento y de la desintegración del ego
del paciente, que surge a pesa de que las condiciones externas permiten un insumo perceptual
normal. Es de esperar que estudios sobre la privación sensorial (aislamiento perceptual)27 y sobre
las psicosis tóxicas experimentalmente inducidas, 28 permitan comprender mejor la producción y
las funciones de las alucinaciones.

Extrañamiento y despersonalización. Estas experiencias, que examinamos en el capítulo


10, dedicado a las reacciones disociativas, son de lo más común en las esquizofrenias. A menudo
son las primeras quejas en aparecer. Son afirmaciones de que algo extraño le ha sucedido al
paciente o a su interacción con el medio circundante. A menudo se expresan esos cambios como
perceptuales o emocionales; es decir, las cosas parecen o se sientes un tanto distintas de como
las sentía o veía. Al así describir el cambio en sus reacciones, que por lo común niega y proyecta
como cambios inexplicables ocurridos en el medio circundante, el paciente describe, sin
proponérselo, su propia desintegración del ego, su propia incapacidad para describir o sentir lo que
antes era capaz de percibir o sentir. También podemos atribuir dicho cambio a la descomposición
de los procesos defensivos, como resultado usualmente de un estrés personal, y el alterado
sentido de la realidad que producen las invasiones de material procedente del proceso primario.

En las reacciones esquizofrénicas son también síntomas sobresalientes las dificultades para
diferenciar el ego, el yo o el cuerpo de otros objetos y de otras personas. Algunos pacientes
sienten que todo lo que está sucediendo a su alrededor ocurre en realidad dentro de ellos, o que
todo lo hecho por los demás lo hicieron ellos. Es obvia la incapacidad de estas personas para
distinguir entre sí y los otros, distinción que se encuentra entre las señales primeras y más
importantes del desarrollo de la personalidad. Otros esquizofrénicos sienten que nada es real, que
nada de lo que pasa a su alrededor ha sucedido en realidad. Todas esas perturbaciones tienen
sus raíces en límites del ego o límites del yo defectuosos. 29

Vale la pena indicar que muchas personas con perturbaciones relativamente severas en su
relación con la realidad pueden, no obstante ello, realizar actividades normales dentro de una
sociedad competitiva. En parte, esto es resultado de algo característico de la regresión
esquizofrénica, a saber, que va de lo superficial a lo sumamente profundo, incluso en cuestión de
26
26. Estas últimas son difíciles de diferenciar de las distorsiones perceptivas.
27
27. Solomon, P. (dir), Sensory Deprivation, Cambridge, Mass., Harvard Univ. Press. 1961.
28
28. Uhr, L. y Miller, J. G. (dirs.), Drugs and Behavior, Nueva York, Wiley, 1960.
29
29. Davie, J. y Freeman, T., “Disturbances of perception and consciousness in schizophrenia
states”, Brit. J. Med. Psychol., 34-41.

267
minutos. Estudiaremos este fenómeno cuando veamos los antecedentes dinámicos de la
esquizofrenia.

Se recordará que las fijaciones se encuentran más dispersas en la esquizofrenia que en


cualquier otro síndrome. Los pacientes sujetos a tratamiento causan confusiones a sus terapeutas,
igual que a sí mismos, al pasar de un material primitivo profundamente regresivo a algo muy
maduro y, después regresar a lo arcaico, y todo en una misma sesión terapéutica.30 El llamado
“intervalo lúcido”, visto en pacientes que sufren una regresión profunda, y muchas de las
“recuperaciones espontáneas” súbitas e inexplicables son manifestaciones de esta amplia
fluctuación regresiva. Si un paciente pierde la capacidad de fluctuar de un nivel a otro y se queda
fijo en un nivel muy primitivo, tenemos el cuadro de lo que parece un deterioro crónico. Pero
incluso cuando aparece tal sensibilidad, no es imposible que el paciente se recupere, incluso tras
años de hospitalización.

2. Alteraciones en el control emocional y pulsional

Las explosiones de enojo, como las manifestadas por Joan R., no son raras en las
reacciones esquizofrénicas. Son menos comunes las fases de conducta francamente erótica, en
las que el paciente, por lo general una mujer, se conduce como si la amaran mucho, incluso los
extraños.31

A este grupo de perturbaciones pertenecen las excitaciones catatónicas, la mudez y la


inmovilidad catatónica, todas ellas pruebas de un ego en desintegración. Muchas de ellas tienen
importancia simbólica, a la vez que como desintegración. Así el paciente puede expresar los
rasgos sobresalientes de una creencia delirante en alguna perturbación de la motilidad, tal y como
vimos que sucedía en las reacciones de conversión sin delirios. Como resultado de su
desintegración del ego, algunos pacientes se vuelven impulsivos y difíciles de predecir y otros
pierden el control de esfínteres, como parte de su regresión.

En el pasado se dio mucha importancia en la esquizofrenia a la incongruencia emocional y


al aplanamiento afectivo. Algunos escritores llegaron a afirmar que era esencial para este
desorden la existencia de un cisma entre las supuestas facultades del intelecto y las emociones.
De hecho, rara vez tenemos falta de respuesta emocional al iniciarse la enfermedad. Ésta por lo
general toma la forma de ansiedad32 que, tomando en cuenta la irrupción de material del proceso
primario, difícilmente puede ser considerada injustificada. Es cierto que los pacientes
esquizofrénicos a menudo hablan de algo terrible que les está sucediendo o de algo terrible que
idearon, planearon o hicieron, sin manifestar nada que se aproxime a la participación emocional
que espera una persona normal. No tenemos una explicación completa respecto a este extraño
vacío emocional, pero sí sabemos que en buen número de casos aparece ya tarde en la
enfermedad y que por lo general viene tras una fase de expresión emocional adecuada.

En los tres casos presentados en este capítulo el componente emocional fue adecuado y
pertinente en un principio. Mabel T. Se sintió aterrorizada por algo que siempre la había
atemorizado, y sus experiencias delirantes y alucinatorias se mantenían al paso de ansiedades
30
30. Pious, W. L., “A hypothesis about the nature of schizophrenia behavior” en Burton, Arthur
(dir.), Psychotherapy of the Psychoses, Nueva York, Basic Books, 1961.
31
31. Arey, L. B., “The indirect representation of sexual stimuli by schizophrenic and normal
subjects”, J. Abnorm. Soc. Psychol., 1960,61,424-431.
32
32. Véase Bellak. L., "The schizophrenic syndrome” en Bellak, L. (dir.), Schizopnrenia. A
Review of the syndrome. Nueva York, Logos Press 1958, págs. 3-63.

268
identificables que estaba sufriendo. Joan R. Estuvo atemorizada y enojada por años, antes que
finalmente se derrumbara e intentara suicidarse. Donald J., pese a su extrañamiento, se
encontraba obviamente atemorizado pro delirios somáticos hipocondríacos. La apatía emocional
de los dos pacientes que no se recuperaron apareció ya avanzada la enfermedad, e incluso
entonces más parecía apatía hacía los acontecimientos externos que hacia su mundo interno
privado.

Muchos pacientes, como las víctimas de los campos de concentración, desarrollan apatía
emocional como defensa secundaria contra la angustia. Otros, como Donald J., no parecen querer
decir lo que están diciendo, en el mismo sentido que quien escucha lo diría, de decirlo (por
ejemplo, que una serpiente dentro del abdomen le está devorando los intestinos).

3. Alteraciones en las relaciones de objeto

Ya hemos mencionado algunas en este capítulo, en especial las confusiones del ego, o del
yo, con otra persona y la proyección de delirios y alucinaciones mediante la negación y la
proyección. Se examinarán otras más tarde, en la sección dedicada a los antecedentes infantiles
de los adultos esquizofrénicos. Dichas perturbaciones traen a la memoria las fases autista y
simbiótica de la infancia, descritas en el capítulo 2.

En uno de nuestros casos, Donald J., había una íntima relación patológica entre el paciente y
su madre adoptiva y casarse, renunció a esto último. Cuando Donald tuvo que elegir entre
quedarse con la madre adoptiva y casarse, renunció a esto último. Cuando, más tarde, su madre
adoptiva murió de súbito, Donald trató desesperadamente de crear alguna relación nueva que
viniera a reemplazar a la que había perdido. Se cayó a pedazos cuando esta maniobra fracasó.

Entre los esquizofrénicos adultos a menudo se puede encontrar un miedo a la cercanía con
cualquier persona. Tan permeables son los límites del ego o del yo de tales individuos, que la
cercanía amenaza con absorberlos. Por consiguiente, necesitan mantener cierto grado de
separación física y emocional, que les permite evitar el ser devorados. Lo malo de tal solución es
que también lo impide al paciente tener nexos emocionales íntimos y, a menudo, tener en su vida
adulta experiencias emocionalmente significativas.

Junto con el miedo a la cercanía, o como opción a esto, tenemos en los esquizofrénicos la
idea de que se les excluye, de que se encuentran en el exterior, mientras que el resto del mundo
parece estar teniendo experiencias importantes. En cierta medida esto se basa en el hecho de que
no desarrollaron funciones importantes en la adopción de un papel. Entonces, el paciente no se
encuentra adecuadamente integrado a su comunidad social. Pertenece siempre al margen, como
un extraño que observa una fiesta a la que no ha sido invitado.

4. Alteraciones en la función defensiva

Aunque el estudio de este tema corresponde más a los antecedentes dinámicos de la


esquizofrenia, y allí se examinará específicamente, viene al caso en este momento lo que se dijo
antes: que prácticamente todos los síntomas de la esquizofrenia son resultado de haber surgido
material del proceso primario en el pensamiento del proceso secundario. La invasión ocurre a lo
largo de una amplia frontera y a muchos niveles diferentes, de pulsiones, conflictos y fantasías que

269
anteriormente habían sido inconscientes, o al menos parcialmente inconscientes, ahora penetran a
escala masiva en las organizaciones preconscientes y conscientes y las desbaratan.

En el caso de Joan R.,33 vimos que la paciente siempre había experimentado dificultades en
separar sus fantasías de los hechos socialmente objetivos, sus sueños de la realidad y las
fantasías diurnas. Cuando Joan descubrió que estaba emocionalmente sola, debido a la muerte de
su madre adoptiva y a la incapacidad del padre por comprender el estado en el que ella se
encontraba, cuando por sí sola tuvo que batallar con su prima y, más tarde, cuando se enfrentó a
su multiplicidad de miedos y deseos, comenzó a desintegrarse. Primero tuvo experiencias terribles
cuando dormías; luego cayó en el delirio de creerse en poder de una banda de traficantes de
drogas y, finalmente, terminó por creer que le leían los pensamientos y que alguien ajeno a casa,
quien había asesinado a su padre, la controlaba. Vimos como Donald J. Perdió los últimos
vestigios de sus funciones defensivas cuando se le permitió abandonar el hospital y regresar al
trabajo sin nadie que le diera el apoyo que tanto necesitaba. Incluso Mabel t., relativamente
madura y afortunada, cuando se vio en aquel aterrador pabellón quirúrgico, sufrió un dramático
desmoronamiento, que dejó al descubierto la inestabilidad de su organización defensiva.

5. Alteraciones del lenguaje y del pensamiento

Como el hombre es, ante todo, un ser pensante, ha sido imposible evitar el estudio de las
reacciones esquizofrénicas sin incluir un examen de las perturbaciones del pensamiento. Cuando
veíamos la capacidad adaptativa del hombre, su capacidad de verificar y su sentido de la realidad,
estábamos pensando en procesos que, por tanto en las personas normales como en las
esquizofrénicas, exigen pensar mucho. Desde luego, lo mismo ocurre cuando se estudian los
delirios y las alucinaciones. Incluso cuando se trataba de perturbaciones emocionales tuvimos que
aceptar una distinción arbitraria, para pretender que los aspectos emocionales de la actividad
humana estaban separados del pensamiento. En la vida real, como todos sabemos, ambos
elementos son parte de una unidad unitaria.

En esta sección nos dedicaremos específicamente al pensamiento en su relación con el


lenguaje, relación que incluye funciones básicas tales como la expresión social, la comunicación
social y la fantasía particular socialmente organizada. En los últimos cincuenta años las
peculiaridades del lenguaje y del
pensamiento esquizofrénicos han atraído mucho la atención. 34 Su estudio directo ha sido
complementado por investigadores hechas en los patrones normales del pensamiento de los
niños, en especial en la obra de Piaget.35 Tales investigaciones han dejado claro que los seres
33
33. En el índice analítico, en la entrada casos, aparecen todos enumerados alfabéticamente.
34
34. Véanse, por ejemplo, Bleuler, E., Dementia Praecox or the Group of Schizophrenias (1911)
(trad. Por J. Zinkin), Nueva York, Internat Univ. Press. 1950; Cameron, N.,Reasoning and
Communicatio in Schizophrenics, Psychol. Monogr., 1938, num. 221; Cameron, N.,
“Schizophrenic thinking in a problem-solving situation”, J. ment Sci., 1939, 85, 1012-1035.
Cameron, N., “Experimental analysis of schizophrenic thinking" en Kasanin J. (dir.), Language
and Thought in Schizophrenia, Berkeley, Calif., Univ. of Calif. Press, 1944, págs. 50-64;
Hanfmann, E. y Kasanin. J,, Conceptual Thinking in Schizoprenia. Nerv. ment. dis. Monogr.,
1942, núm. 68; Cameron, N. y Magaret, A., Experimental studies in thinking", J. expert. Pschol,
1949.39, 617 627; Arieti, S,Interpretation of Schizophrenia, Nueva York, Brunner, 1955; Arieti,
S. (dir,), American Handbook of Psychiatry, Nueva York, Basic Books, 1959,
35
35. Piaget ha publicado más de una veintena de libros sobre sus estudios del pensamiento
infantil. Casi de todos ellos hay traducción al inglés. Véase en especial Originis of Intelilgence in
Children (trad, por M. Cook), Nveva York, lnternat Univ. Press, 1952, Construction of Reality in
the Child (trad. Por M. Cook), Nueva York, Norton, 1951.

270
humanos no logran una justificación lógica sino hacía el décimo año de vida; esto significa que el
niño debe organizar su mundo de realidad mucho antes de que pueda razonar como lo hacen los
adultos. Hoy en día damos por sentado que los infantes y los niños pequeños comienzan por
concebir su mundo en formas que se parecen a lo que hemos venido llamando el proceso
primario. En la esquizofrenia infantil ésta parece ser la forma de pensamiento dominante.

La situación es distinta en las reacciones esquizofrénicas de los adultos, pues éstos han
adquirido habilidad respecto de su pensamiento de proceso secundario; es decir, han aprendido a
pensar lógicamente cuando así lo necesitan. Solamente cuando sufre una regresión pierde esta
habilidad; e incluso entonces vendrá a complicar el cuadro de síntomas. Los intentos de lograr un
pensamiento lógico hechos por los esquizofrénicos adultos no son iguales a los intentos lógicos de
un niño.36

La conversación y el pensamiento de un paciente puede no mostrar mayor cambio que una


cierta vaguedad indefinible, y tal vez aquél se queje de no poder pensar claramente. Por ejemplo,
una maestra de escuela dijo: “No puedo hablar con tanta exactitud. Daría lo que fuera por hablar
como lo deseo, o que la gente notara que estoy hablando cuando lo hago”. Esta joven
esquizofrénica dijo acerca de su pensamiento: “Se cometen errores porque se habla y se imaginan
cosas y se trata de lograr otras y todo parece rebotar”. En una prueba experimental, un
preparatoriano de dieciséis años completó la oración: Mi cabello es rubio porque..., con la oración:
“hay otras razones, porque está en mi cabeza, porque viene de mi madre”. Tras una recuperación
parcial completó la misma oración con: “porque lo heredé de mis padres”. A la oración de prueba:
El viento sopla porque..., contestó cuando estaba enfermo: “Simplemente polvo cósmico”, pero
después de la mencionada recuperación parcial, su respuesta fue: “porque cambian las corrientes
atmosféricas”. Apenas vale la pena repetir que estas distorsiones del lenguaje incluyen tanto el
pensamiento como el habla del paciente.37

En la desorganización del lenguaje severa los esquizofrénicos pueden llegar a un nivel de


discontinuidad verbal tal, que su habla resulta inútil como instrumento de comunicación. Las
secuencias convencionales de palabras y las conjunciones adecuadas desaparecen y la fluidez de
la conversión se interrumpe. El resultado no es igual al de un habla afásica, pero para el paciente
resulta igual de entorpecedor. Al comienzo de una esquizofrenia esa discontinuidad verbal, por lo
común llamada dispersión, puede ser evidente únicamente respecto a los conflictos personales, de
modo muy parecido a como ocurre con los adolescentes cuando se avergüenzan. Pero si la
enfermedad avanza, podría incluirlo todo, excepto unas cuantas respuestas estereotipadas dadas
a preguntas estereotipadas. En el habla de algunos pacientes aparecen palabras nuevas
(neologismos). A veces se trata de condensaciones típicas del proceso primario; otras,
representan el desarrollo de un lenguaje expresivo sumamente individualizado, que poco comunica
a los demás.38

36
36. En un artículo de título engañoso escrito por N. Cameron, se incluye una comparación
entre la lógica de los niños normales y la de los adultos esquizofrénicos. Se trata de “A study in
thinking in senile deterioration and schizophrenic disorganization”, AMER. J.Psichol., of 1938.
51, 650-665.
37
37. 5e presentan otros ejemplos en Cameron. N.,Reasoning, Regression and Communication
in Schizophrenics, Psychlt Monogr., 1938, núm. 221; Cameron, N., ”Experimental analisys of
schizophrenia” Kasanin, J. (dir.) Language and Though in Schizophrenia, Berkeley, Calif.,
Univ.of Calif. Press, 1944. págs. 50-64.
38
38. Véanse, porejemplo, Searles, H. F., “Schizopbrenic communication", Psychoanal. Rev.,
1961, 48, 3-50; Lorenz, M., “Problems posed by schizophrenic language”, Arch. gen. Psychiatr.,
1961, 4, 603-610; Gottschalk, L. A., Gleser, G. C., Magliocci, E. B. Y D’Zmura, T. L., “Further
studies on the speech patterns of schzophrenic patients”, J. nerv. ment. Dis, 1961, 132, 101-

271
Con la última afirmación se relaciona la aparición en la esquizofrenia de una forma de
lenguaje que emplea palabras y oraciones que más o menos expresan su significado usual, pero
con apariencia que puede producir confusiones en el oyente normal, confusiones parecidas a las
que causa un idioma extranjero al que no se denomina. Ese idioma particular que algunos
pacientes crean y emplean como habla, resultará en ocasiones incomprensibles mientras no lo
traduzcan. Para lograr esa traducción, por lo común es necesario estudiar el habla del paciente en
relación con sus dificultades personales, sus hábitos verbales, sus delirios e incluso su historia. He
aquí un ejemplo:

Un paciente afirma que está vivo “porque realmente se vive físicamente porque se tiene un
menú tres veces al día. Eso es lo físico”. (¿Qué otras cosas ha, aparte de lo físico?) “Se está vivo
más que nada para cumplir un trabajo desde el punto de vista de un negocio metódico”. Cuando se
conoce el idioma habitual de este paciente y sus preocupaciones de servir al mundo, la traducción
es posible: “Se vive físicamente porque se come tres veces al día, y se vive para realizar un
servicio en las rutinas cumplidas diariamente”. El empleo de un idioma tan personal, incluso
aunque no se presentes otras desorganizaciones, hace que el paciente quede separado de las
relaciones personales que tanto necesita. Ni la familia ni los otros pacientes muestran deseos de
hacer el esfuerzo constante necesario para comunicarse con este hombre. Él mismo daba la
impresión de no preocuparse por esa falta de comunicación. Había estado hospitalizado por varios
años.

En las reacciones esquizofrénicas no es raro el mutismo. Sus características más


sobresalientes son lo súbito de su inicio y de su terminación y su relación a menudo obvia con el
resto de la conducta del paciente. Lo súbito del inicio y de la terminación puede estar relacionado
con la fluctuación en el nivel de fijación que define la esquizofrenia. También puede ser un
producto directo de la situación. He aquí unos ejemplos:

Una esquizofrénica se vio sujeto a demasiada presión por parte del terapeuta para que le
contara sus problemas. Tras cumplir con la petición, la paciente dijo: “He hablado demasiado” y se
quedó muda por casi todo un año. Otra paciente, que había estado muda varios meses, despertó
una noche y pidió ver a su terapeuta. Cuando este llegó, conversó con él casi una hora. Sus
acciones eran un tanto vagas y a veces arrastraba las oraciones sin llegar a terminarlas, pero por
lo demás su plática fue normal y coherente. Habló como una persona que hubiera estado en otro
mundo y acabara de regresar. –lo que además, era una de sus creencias -, y preguntaba cosas
acerca del hospital, de las enfermeras, de los afanadores, de los otros pacientes y de su propia
familia. Finalmente dijo que deseaba volver a la cama. A la mañana siguiente estaba muda otra
vez. Al mes comenzó a hablar de día y, con el tiempo, se recuperó socialmente. Una tercera
paciente, muda incluso antes de su admisión en el sanatorio, recibió la visita inesperada de unos
parientes. De inmediato se levantó de su silla y comenzó a platicar con ellos libre y naturalmente.
Cuando su terapeuta apareció en escena, la paciente se quedo muda, pero volvió a hablar cuando
él se fue. En cuanto los visitantes partieron, volvió a su mudez. A los pocos meses se recobró.
113; Brunch, H. y Palombo, S., “Conceptual problems in Schizophrenia”, J. nerv. ment. Dis.
1961, 132, 114-117; Lothrop, W. W.,”A critical review of research on the
conceptual thinking of schizophrenícs", J. nerv. Ment. Dis., 1961, 132, 118-126; Burstein. A.
G. “Sorne verbal aspects of verbal primary process thought in schizophrenia", J. nerv. ment.
Dis., 1961, 62, 155-157; Hall. G. C., “Conceptual attaiment in schizophrenics and non-psychotics
as a function of task structure”, J. Psichol., 1962, 53, 3-13; Chapman, L. J., “A reinterpretration
of some pathological disturbances in conceptual breadth”, J. abnorm. Soc. Psichol., 1961, 62,
514-519.

272
Ninguno de estos pacientes explicó su largo silencio. En cada uno de ellos la razón pudo haber
sido distinta.

6. Superinclusión en la esquizofrenia

Es obvio que la organización del ego, en sus funciones perceptivas y cognoscitivas, así
como en las autónomas, depende por igual de lo que se mantiene fuera de lo que se incluye.
Desde luego, tiene sus ventajas el permitir cierto grado de inestabilidad, y en inclusión en
diferentes situaciones sin estructura y en desarrollo, pues la organización del ego es lo bastante
flexible para permitir adaptarse a cambios imprevistos ocurridos en el campo. Cuando se trata de
situaciones estructuradas, donde se necesita la precisión en las secuencias relacionadas, se
requiere una organización del ego estable que incluya impulsos antagónicos y contradictorios.
Caracteriza a la superinclusión la incapacidad de excluir impulsos antagónicos, contradictorios e
incluso que no vienen al caso. Claro está, dicha incapacidad se relaciona con los defectos
existentes en las funciones defensivas y en las adaptativas; esto aparece muy claramente en las
reacciones esquizofrénicas, donde los límites del ego defectuosos permiten la confusión perceptiva
y la invasión de las organizaciones cognoscitivas por parte del material del proceso primario.

Podemos definir la superinclusión como el resultado de una organización de ego inestable


que no logra limitar a unos cuantos el número y el tipo de excitantes simultáneamente eficaces
coherentes. Se elaboró primero en concepto de superinclusión de modo funcional, a partir de
estudios de clasificación hechos con base en los tipos de esquizofrénicos.39 Desde entonces su
empleo se ha ampliado y ahora incluye una amplia gama de desorganizaciones de la conducta,40
pero es en las reacciones esquizofrénicas donde se las ve más claramente. Esto se puede
relacionar con el hecho de que los pacientes esquizofrénicos intentan interactuar con su medio
circundante de acuerdo con sus propias fantasías privadas.

Los siguientes enunciados, que se presentan al pie de la letra, ejemplifican la confusión que
puede traer una desorganización regresiva. Los hizo un paciente que estaba realizando la tarea de
clasificar bloques de colores de distinta forma en un número específico de grupos. A lo largo de la
tarea este joven esquizofrénico se mostró formal y cooperador. Como veremos, manifestó una
tendencia irresistible a incluir en la tarea todo tipo de objetos realmente inoportunos: la carpeta del
escritorio, partes del cuarto, cosas que extraía de sus bolsillos, problemas raciales, un hombre que
estaba fuera del cuarto e incluso al experimentador mismo. He aquí algunos de los comentarios de
este paciente, en los que se ve la desorganización producida por la superinclusión.

“Tengo que elegirlo en todo el cuarto. No puedo limitarme al juego... Tres azules... ¡y qué tal
la carpeta verde del escritorio? Inclúyala. Chícharos (verdes) para comer; no se los puede comer a
menos que se escriba en ella (la carpeta verde).41 Como ese reloj de pulsera (el del
experimentador). No veo que de él salgan tres comidas... (Bloques) blancos y azules en la mezcla
de Duke. Esto (sacando un papel para hacer cigarrillos) es blanco. Toda esa madera y Japón
(sacando una caja de cerillos). Allí afuera hay un hombre con una corbata blanca; eso tiene que
ver con trajes blancos... Para hacer este truco es necesario esta hecho de madera. Usted lleva una
39
39. Cameron, N., Schizophrenic thinking in a problem-solving situation", J. ment. Sci., 1939,
85, 1012-1035.
40
40. Véase una revisión de esta literatura en Payne, R. W., “Cognitive abnormalities” en
Eysenck, H. J. (dir.), Handbook of Abnornal Psychology. Nneva York, Basic Books, 1961, págs.
193-261; Payne, R. W., Mattusek, P. y George, E. I, "An experimental study of schizophrenic
though disorder”, J. ment. Sci., 1959,105, 627-652.
41
41. El paciente acababa de regresar de una comida en la que le sirvieron chícharos.

273
camisa blanca y los bloques blancos... ¡Es necesario fabricarlos de usted! Lleva una camisa
blanca. Este (bloque blanco) lo detendrá y nunca lo dejará ir. Yo llevo una camisa azul, pero no se
puede tener una camisa azul y coincidir en colores. Y el cuarto tiene que ser “igual”. Al ver un
grupo de bloque blancos y amarillos similares, preguntó: “¿Trabaja aquí algún chino? (No). Ah,
sólo blancos, entonces no puedo ponerlos juntos”.

ANTECEDENTES DINÁMICOS Y DE DESARROLLO

Dijimos al comienzo de este capítulo que las reacciones esquizofrénicas muestran una
impresionante riqueza de síntomas y que todos ellos tienen su origen en la intrusión masiva de
material perteneciente al proceso primario. Dijimos que tal intrusión procede de niveles distintos de
fijación inicial y que esos niveles encuentran expresión bien simultáneamente, bien en rápida
sucesión. La clara aparición de la desorganización en la esquizofrenia es producto, en parte, de
esa multiplicidad de orígenes. Pero, en parte, también refleja la presencia de la función del proceso
primario junto con residuos de la función normal del proceso secundario. En algunos pacientes, los
procesos primarios se encuentran modificados considerablemente por las defensas del ego, que
siguen funcionando, aunque por lo común. A niveles primitivos. En otros pacientes la modificación
defensiva es moderada. En otros más, el grado e incluso el tipo de acción defensiva del ego
fluctúa entre limites muy amplios.

El cuadro clínico que un paciente esquizofrénico dado presenta en cualquier momento


dependerá, desde luego, del tipo de defensas que se estén usando y de lo eficaces que resulten
para proteger a las organizaciones preconscientes y conscientes de las invasiones llevadas a cabo
por el proceso primario. En los consultorios se tropieza con muchas básicamente esquizofrénicas
que son capaces de desenvolverse bastante bien en un medio ambiente normal de competencia –
algunas lo hacen excepcionalmente bien, incluso comparadas con sus compañeros normales -, a
pesar de que las tendencias regresivas que persisten en ocasiones pueden producir delirios y
alucinaciones. Sólo algunas personas, en ocasiones sólo el terapeuta y el paciente, saben de las
tendencias psicóticas presentes. Para el resto del mundo la persona es normal o, cuando mucho,
neurótica. Muy frecuentemente se ha sugerido llamar a este tipo de enfermos esquizofrénicos
neuróticos; pero, como quiera que se los llame, la estructura de la personalidad es básicamente
prepsicótica; es decir, depende, en forma fundamental, de las defensas del ego primitivas, que son
sumamente defectuosas en los limites del ego y del yo y vulnerables a la regresión ego-superego
profunda y variada.

A partir de la monografía de Bleuer sobre el grupo de esquizofrenias, publicada hace más de


cincuenta años, se ha reconocido por lo general que las hoy llamadas reacciones esquizofrenias
consisten de muchas enfermedades manifiestas, y no sólo de una o incluso de cuatro o cinco.
Como hemos visto en nuestros casos clínicos, los esquizofrénicos rara vez corresponden a un tipo
kraepeliano único y con frecuencia cambian de uno a otro. Por ejemplo, Joan R. Comenzó con una
esquizofrenia paranoica, pero poco a poco de ser hospitalizada desarrolló claros episodios
catatónicos. De principio fue difícil asignar a Donald J., a algunos de los tipos kraepelianos
secundarios, pero con el tiempo presentó un cuadro clínico definitivamente hebefrénico. Muchos
pacientes esquizofrénicos entran y salen de los diferentes tipos o nunca encajan en ninguno de
ellos.42 De aquí que en la clasificación oficial tengamos tres subclases diferentes para pacientes
que de otra manera serían inclasificables.

42
42. Se presenta una lúcida explicación psicodinámica de cambios súbitos en los síntomas mas
esquizofrénicos en Jacobson, E., “Contribution, to the metapsichology of psychotic
identifications", J. Amer.Fsychoanal. Ass. 1954, 2, 239-262.

274
La gran diversificación de las manifestaciones clínicas de las reacciones esquizofrénicas
vuelve casi imposible la tarea de describir sus antecedentes dinámicos y de desarrollo. El incluir
todas las variedades comunes significaría una exposición tan compleja, al grado de ser casi
inteligible. En lugar de eso enfocaremos nuestra atención en ciertas características nucleares de la
personalidad esquizofrénica y preesquizofrénica, características que describen los defectos de
aquellos que han estado o están seriamente enfermos de regresión y que han sufrido episodios de
delirios y alucinaciones. A este grupo nuclear es fácil diferenciarlo de los neuróticos y de quienes
padecen reacciones psicóticas paranoicas organizadas, así como de los maníacos, de los
psicóticos depresivos y de los psicóticos tóxicos. El grupo incluirá pacientes que nunca mejoran y
pacientes que, pese a una regresión profunda, alcanzan a recuperarse y vuelven a su nivel
anterior.

1. La fijación y la regresión en las reacciones esquizofrénicas

En las reacciones esquizofrénicas el adulto regresa a puntos de fijación más profunda y


mucho más dispersos que en cualquier otra forma de patología conductual. En cuanto sufre la
regresión, el paciente esquizofrénico reaviva miedos, deseos, conflictos y fantasías que
pertenecen a las fases primeras del desarrollo de la personalidad, fases en las que no existen
relaciones de objeto genuinas. Tal vez viva entonces en una especie de mundo de sueños en el
que el mismo y los objetos que lo rodean, incluyendo personas y cosas, parecen perder su
identidad y mezclarse. Él mismo y los otros pueden sufrir modificaciones de objeto a sujeto. Lo que
esta sucediendo fuera del paciente puede ocurrir dentro y lo que esta pasando en el pensamiento
de una persona puede suceder fuera. Gran parte de nosotros hemos experimentado este tipo de
cambio caleidoscópico e intrincado, en nuestros sueños manifiestos. En un momento dado
estamos observando algo que sucede; en otro, nosotros lo estamos haciendo o sufrimos que se
nos haga. En un momento dado se es el sujeto y en el otro, el objeto. En muchos pacientes
esquizofrénicos la regresión alcanza tales niveles, comparables por su confusión y su profundidad
a la regresión sufrida en sueños y a la privación sensorial (aislamiento perceptual). 43

Hemos dicho que los puntos de fijación a los que la regresión lleva a una persona en las
reacciones esquizofrénicas se encuentran muy dispersos y son muy profundos. Tal dispersión
aumenta la confusión del paciente. El efecto de tal situación es que él fluctúa de un nivel a otro,
incluso en una sola hora. En un momento dado la regresión lleva al paciente a un nivel donde se
encuentra fuera de contacto con las personas y las cosas; al siguiente, tal vez emerja de este
mundo sin objetos y recupere sus relaciones o fusiones a un nivel intermedio entre el de un mundo
sin objetos y un mundo totalmente separable de personas, cosas y el yo.

Por lo común el proceso llamado verificación de la realidad nos ayuda a establecer y a


mantener una diferenciación entre una experiencia y una conducta orientados a las fantasías y
otras orientadas a la realidad. Ayuda el diferenciar entre lo que de afuera se aporta a la
percepción y a la cognición, y lo que a ellas contribuyen la necesidad, el deseo, la fantasía o la
pulsión emocional internos. Bien sabemos que tales distinciones rara vez son absolutas, incluso en
la persona más normal. Siempre se tiene la contribución de un deseo o un miedo, una fantasía o
una pulsión emocional internos que modifique a la percepción y a la cognición realistas. Además,
la realidad externa está modificando siempre nuestras fantasías privadas, incluso en nuestro
sueño nocturno.

43
43. Sedman, G., “Brain-washing’and `sensory deprivation’ as factors in the production of
psychiatric states: the relation between such states and schizophrenia”, Conf. Psychiat., 1961,
4, 28-44.

275
No obstante las distinciones que solemos llevar a cabo son suficientemente completas para
la tarea práctica de enfrentarnos de manera realista a nuestro ambiente externo y socialmente
organizado y para la actividad placentera o provocadora de ansiedad de fingir, crear historias o
soñar despierto. Tal vez nos dediquemos de todo corazón a fantasías de fingimiento o a un juego,
incluso al punto de sentirnos parte de ellos; pero eso no nos impide pasar a la realidad durante el
intercambio y cuando caiga el telón. Gran parte del goce emocional – el calor, la profundidad y la
devoción de la vida – es posible debido a nuestra habilidad para mezclar la fantasía con la realidad
cuando así lo deseamos y para emplear los procesos primarios para ayudar al yo maduro.

Fracaso en la verificación de la realidad hace mezclar la fantasía con los hechos

Gran parte de las personas distingue claramente entre fantasía y hecho cuando así lo exigen
las circunstancias. Una minoría no logra hacer tal diferenciación. En esa minoría tenemos
personas que, como Joan R., siempre ha creído en las fantasías en mayor grado que en las
normales. Sujetas a estrés, es probable que caigan en alguna enfermedad esquizofrénica.

En la regresión esquizofrénica, es una fuente fundamental de confusiones entre realidad y


fantasía el no haber desarrollado una clara imagen del yo, diferenciada del medio circundante.
Tenemos razones para creer que este defecto en la verificación de la realidad tiene sus raíces más
profundas en el hecho de que no se resolvió la relación simbiótica entre la madre y el infante.
Debido a tal fracaso, el niño nunca logra establecerse como persona independiente y nunca logra
verse como una persona realmente separada. Queda más o menos fijado a un nivel indiferenciado
y, en cuanto sufre una regresión, comienza a perder sus diferenciaciones inestables entre el yo y
el no yo, y entre el yo y los otros.

Como veremos en un momento, en esos niveles de regresión profunda la represión termina


por ser inútil. Las defensas y los métodos de enfrentamiento dominante vuelven a ser los infantiles:
la identificación primaria, la introyección y la proyección. No existe ya una separación clara entre lo
que fue preconsciente y consciente. Las representaciones del yo se mezclan a las
representaciones de otras personas. Cruzan fácilmente las fronteras que debieran separarlas,
porque esos limites se han vuelto vagos y patológicamente permeables. Se mezclan e
intercambian posiciones, tal como ocurre en lo sueños de toda persona. En la regresión
esquizofrénica profunda aumentan las contribuciones de la fantasía arcaica y primitiva y de los
procesos primarios a la percepción y a la cognición, mientras que disminuyen
correspondientemente las contribuciones de la realidad externa.

Intentos por volver a establecer los contactos con la realidad

Cuando, en tales condiciones, un esquizofrénico que sufre regresión intenta volver a


establecer relaciones con la realidad externa, es de comprender que llegue a experimentar un
extrañamiento y una desorganización intensos.44 Esas experiencias suelen generar suficiente
ansiedad para conducir a la persona, una vez más a una regresión y un aislamiento profundos.
Además, la aparición de material primitivo y anteriormente inconsciente en el pensamiento
preconsciente y consciente del paciente incrementa tal ansiedad. Se ve empujado una vez más a
intentar escapar procurándose de nuevo contactos eficaces con la realidad externa. Constituye
ello una esperanza de escapar de las fantasías surgidas de su realidad interna y anteriormente
inconsciente. Es el tipo de acción que las personas llevan a cabo cuando se siente
44. En el capítulo lO, dedicado a las reacciones disociativas, se presentó un estudio del
44

extrañamiento y de la despersonalización.

276
intolerablemente ansiosas en los experimentos de privación sensorial, y piden que se las libere de
continuar. Es el tipo de acciones que todos realizamos cuando despertamos de una pesadilla. No
puede liberarse al paciente esquizofrénico que sufre una regresión, porque sus experiencias no
tienen un origen experimental. No puede escapar despertando, pues ya se encuentra despierto.

Las sucesiones de regresiones profundas y de intentos por volver a tener relaciones eficaces
con la realidad externa, nos dan la clave de lo que ocurre durante las fluctuaciones en el nivel de
regresión, que observamos en los pacientes esquizofrénicos clínicamente activos. Cuando el
paciente renuncia a tratar de recuperar un contacto eficaz con la realidad externa, sólo escapará
de la ansiedad que sus experiencias primitivas tienden a provocarle cayendo en la apatía o
permitiéndose una vida de fantasías primitivas, sin dejar que la realidad externa penetre en su
pensamiento.

Esto último es lo que se observa clínicamente en los pacientes esquizofrénicos llamados


deteriorados o vegetativos. Donald J. presento ese cuadro clínico tras rendirse; lo mismo hizo Joan
R. La “deterioración” que entonces se desarrolla es una maniobra defensiva, un modo de mantener
alejado aquello que el paciente no puede manejar. Por irremediable que pueda parecer, tenemos
el hecho de que muchos esquizofrénicos “deteriorados” se pueden rehabilitar tras años de
apartamiento, de modo que se muestran deseosos y capaces de llevar una vida bastante normal.

Funciones constructivas de los delirios y las alucinaciones

Hemos indicado anteriormente – tanto en esta capitulo45 como en el catorce, dedicado a las
reacciones paranoicas – que los delirios y las alucinaciones no son solo señales de enfermedad,
sino también, y a menudo, señales de que un paciente esta intentando activamente resolver su
regresión, de curarse. El mayor problema del paciente esta en su necesidad de incluir las
erupciones de un material anteriormente inconsciente en su percepción y cognición consciente y
preconsciente.

En primer lugar, el paciente psicótico no puede excluir este material, porque la represión le
ha fallado a escala masiva. no puede pasar por alto esas intrusiones, tal y como quien sueña no
puede hacerlo con sus sueños cuando está soñando. A menudo son experiencias vívidas que
vigorosamente buscan lo consciente y al paciente le parecen tan reales como la realidad externa.
Esto se debe a que, al sufrir la regresión, ha perdido las funciones de verificación de la realidad
necesarias para diferenciar entre la realidad externa y la fantasía. Los delirios y las alucinaciones a
menudo representan intentos de sintetizar esos productos de una necesidad, deseo, miedo,
conflicto y fantasía anteriormente inconscientes, con la realidad externa que el paciente esta
intentando manejar.

Como ya hemos indicado, el delirio es un intento por incluir en las representaciones de la


realidad externa material de fantasía generado internamente. El material negado, y proyectado que
ha escapado de la regresión está mezclado con los productos de la realidad externa por igual. Los
deseos, miedos, necesidades, conflictos y fantasías internamente generados se atribuyen en parte
a personas reales y, en parte, a personas imaginarias. 46 Por ejemplo, Joan R. atribuía sus miedos
y fantasías a actividades de personas reales, como su padre, así como a “mentes dominadoras”.
45. En la sección “1.Alteraciones en relación con la realidad”, de este capítulo.
45

46. Cameron, N., “The paranoid pseudocomunity", Amer. J. Sociol., 1943, 49, 32-38;
46

Cameron, N., ”The paranoid pseudocomunity revisited", Amer. J. Sociol., 1959, 65, 52-59;
Cameron, N., “Paranoid aud paranoid states” en Arieti, S. (dir.), American Handbook of
Psychiatry, Nueva York, Basic Books, 1959, págs. 508-539.

277
La supuesta comunidad de conspiradores que surge de esa negación y esa proyección – en
presencia de una realidad externa todavía eficaz – es una forma de seudocomunidad.

Debido a que en la esquizofrenia la represión es mayor, y como los pacientes


esquizofrénicos tienden a fluctuar de un nivel de fijación a otro, sus delirios por lo general se
encuentran menos organizados y son menos realistas que los delirios de los pacientes paranoicos.
Esa penetración relativamente mayor llevada a cabo por los productos del proceso primario dan a
las reconstrucciones delirantes de los esquizofrénicos cierta vaguedad, aportan componentes
extraños y a menudo contradictorios, y suelen hacerlos incomunicables.

A veces, sin razón aparente, desaparecen de súbito los delirios y las alucinaciones
esquizofrénicas floridas. De alguna manera, el paciente se las ha arreglado para volver a
establecer de súbito una represión eficaz, cerrar la escotilla y una vez más “contener” sus
actividades arcaicas inconscientes. Incluso aquellos de nosotros que hemos presenciado un
cambio tan extraordinario no hemos podido comprender como se logró. Por la visto, ni el paciente
lo comprende o, por lo menos, no siente inclinación a comentarlo. Tenemos que recordar que la
represión es en sí una defensa inconsciente que funciona sin que la persona se dé cuenta de ella.

Las alucinaciones son más misteriosas que los delirios, tal vez porque se presentan durante
las regresiones profundas. Los pacientes deseosos y dispuestos a comunicarse mientras están
teniendo alucinaciones afirman que estas son vívidas y reales como cualquier percepción de una
realidad socialmente compartida. A menudo expresan francamente que la única manera de
diferenciar entre las dos es que el terapeuta les diga la verdad acerca de lo que él percibe o no
está percibiendo. Sabemos hoy día – de experimentos con la privación sensorial, con las drogas
alucinantes y las perturbaciones metabólicas – que las alucinaciones aunque difíciles de explicar,
se encuentran al alcance de casi cualquier persona. 47

2. Defensas en las reacciones esquizofrénicas

La amplia dispersión de los puntos de fijación en los desordenes esquizofrénicos y la


fluctuación por lo común rápida de un nivel a otro en las regresiones de los casos activos, dificultan
dar conclusiones definitivas acerca de las maniobras defensivas esquizofrénicas que pudieran
servir en todos los casos, o incluso en uno solo, por un largo periodo. Cuando la regresión es
relativamente ligera y no provoca el aislamiento del paciente respecto a su medio circundante, tal
vez ayude a las funciones defensivas, porque simplifica el mundo del paciente esquizofrénico
reduciendo él numero y la complejidad de las estimulaciones afectivas. El paciente se vuelve
menos eficiente, pero no se desintegra. En el otro extremo cuando el paciente se aísla y cae en un
estupor, puede conservar también alguna interacción ego – superego al superar casi por completo
la confusión de la estimulación externa. Se vuelve entonces insuficiente e indefenso; pero mientras
no se desintegre puede protegerse contra la destrucción de su estructura de la personalidad
dejando fuera tanto la realidad externa como la interna, que lo amenazan. 48

47
47. Los niños pueden experimentar alucinaciones sin volverse psicóticos. Véase Weiner, M. F.,
“Hallucinations in children”, Arch. gen. Psychiat., 1961, 5, 544-553. Se presenta una
comparación de las alucinaciones con las imágenes eidéticas en Berber, T.X., “The ‘eidetic
image’ and ‘hallucinatory’ behavior: a sugestión for further research”, Psychol. Bull., 1959, 236-
239.
48
48. M. Katan considera a las aluocinaciones defensas contra los delitos. Véase “The non-
psychotic part of the personality in schizophrenia”, Internat. J. Psychoanal, 1954, 35, 119-128.

278
Esas dos condiciones, la regresión ligera y el aislamiento por estupor sin desintegración, no
son los resultados más comunes en las regresiones esquizofrénicas. No importa cuán importantes
sean para lograr un éxito terapéutico, lo mejor es eliminarlas de nuestro estudio de las defensas
esquizofrénicas, de modo que podamos dedicarnos al núcleo de casos esquizofrénicos que
componen la gran mayoría o el promedio.

Dentro del promedio tenemos la mayoría de las reacciones esquizofrénicas psicóticas, que
son aquellas en que la regresión varia de ligera a subtotal y en las que la regresión suele alcanzar
profundidades a las que no se llega en las manías, en las depresiones o en las reacciones
paranoicas. Tal regresión, acompañada de fluctuaciones impredecibles y de profundidades
abismales, aceptará el nombre de defensiva en un sentido muy limitado, en el sentido de que
puede proteger al paciente de “deshacerse en pedazos” - por usar las palabras con que los
propios esquizofrénicos describen espontáneamente su experiencia. Lo que ocurre en la regresión
esquizofrénica profunda es la mayor perdida de diferenciación de la personalidad o de la estructura
psíquica que se ve; una perdida de diferenciación que permite la fusión y la separación de la
imagen del yo y de las imágenes de objeto, que reemplaza incluso al superego arcaico mediante
objetos introyectados en la primera infancia, por lo común “objetos malos”. Las luchas del ego
regresivo infantil contra esos objetos introyectados reciben a menudo la ayuda de la proyección –
como veremos -, lo que, por lo menos, permite al paciente luchar contra ellos como si se tratara de
perseguidores externos. Cuando ocurre una regresión esquizofrénica sucede en una persona que
se las ha arreglado para pasarla razonablemente bien hasta el momento en que se inicia su
enfermedad, esto sucede debido a una falta de la represión.

Represión defectuosa

Entre quienes reaccionan al estrés con una regresión esquizofrénica, aparentemente


siempre ha habido una represión inadecuada. Probablemente se relaciona esto con los puntos de
fijación múltiples de las personalidades preesquizofrénicas. Su multiplicidad indica que casi desde
el principio de la vida el paciente se ha visto expuesto repentinamente a una tensión y una
ansiedad excesivas, que nunca ha recibido protección adecuada contra el estrés interno y externo
inevitable. Las pruebas de que se dispone indican la presencia de experiencias sadomasoquistas
en relación con la madre o con la madre sustituta del paciente. En pocas palabras, las personas en
especial vulnerables a las reacciones esquizofrénicas son personas que nunca tuvieron la
oportunidad de establecer su confianza básica; 49 no importa si esto es “culpa" de la madre o del
infante en sí. Dados nuestros propósitos, basta reconocer que el adulto caído en la esquizofrenia
tiene dichas experiencias como antecedente.

Damos por hecho, como lo hicimos respecto a las reacciones paranoicas, que la persona
vulnerable a la regresión esquizofrénica estuvo expuesta a una tensión y una ansiedad excesivas
antes de que la represión hubiera madurado como defensa del ego. La madre o la figura materna
de tal persona no tuvo éxito en proporcionarle un ego sustituto en un momento en que el ego de
dicha persona estaba mal diferenciado. Esto explica el desarrollo excesivo de la negación y la
proyección que regularmente se ve en las reacciones esquizofrénicas. Como hemos visto ese
desarrollo excesivo ocurrido a principios de la vida interfiere con el desarrollo normal de una
organización defensiva en la cual una barrera represiva fuerte es la piedra angular.

49. Decimos en especial vulnerable porque pruebas recientes obtenidas en experimentos de


49

privación sensorial y con drogas alucinógenas indican que para toda persona está dentro del
campo de lo posible el sufrir una desintegración tipo esquizofrénica. Véase, por ejemplo,
Solomon. P. et al. (dirs.), Sensory Deprivation, Cambridge, Mass., Harvard Univ. Press, 1961.

279
Sin embargo, en las reacciones esquizofrénicas también tenemos algunas de las formas más
primitivas de identificación, introyección e incorporación. No se trata de una mera teoría. Los
pacientes mismos, sin presciencia, se quejan de sus fantasías arcaicas de incorporación. Joan R.
de ninguna manera es singular por sus experiencias de masticar y tragarse a la gente. Tales
fantasías, sin duda derivadas de experiencias de crianza y de comentarios comunes entre los
adultos, como: ”¡Te comería de lo rico que estás!", aparecen en un buen porcentaje de las
experiencias esquizofrénicas. Podemos aceptarlas como pruebas de fijación en fases iniciales,
cuando la identificación seguía equivaliendo a incorporar a una persona mediante la boca. Aquí, al
igual que en la depresión psicótica, hay pruebas de que fue necesario recurrir a la introyección
demasiado a menudo y en exceso, antes de que la represión hubiera madurado y mientras se
seguía tomando o experimentando a la introyección como una incorporación. Ese empleo
temprano y excesivo de la introyección (y de la identificación arcaica) interferiría con el crecimiento
de un sistema defensivo norma], en el que la represión madura habría sido la clave.

Al estudiar las reacciones paranoicas indicamos ya que las defensas represivas maduras
son las responsables directas de que se mantenga una barrera funcional, que separa los procesos
inconscientes de las organizaciones preconscientes y conscientes. El que los esquizofrénicos
adultos no logren desarrollar defensas represivas adecuadas durante la primera parte de su niñez
los deja susceptibles a las invasiones provenientes del material del proceso primario, de las
fantasías inconscientes, etc. Por consiguiente, presentan defectos en su subordinación de las
pulsiones y las necesidades primitivas a las demandas hechas por la realidad social. Están sujetos
a las interferencias, con intentos de pensamiento lógico realista. Toleran menos la ambigüedad
que las personas normales, porque son incapaces de controlar y canalizar sus pulsiones
emocionales. Tienen serias dificultades en desarrollar una conducta del papel recíproca y en
estructurar un yo coherente que resista las intromisiones de la realidad externa.

En las reacciones esquizofrénicas esas dificultades se ven complicadas por una regresión a
fases en las cuales no había un ego o un superego estable, sino tan solo objetos internos que
estaban en proceso de cristalizar un ego diferenciado del Id y un superego -no importa cuán
arcaico- diferenciado del ego. Esos objetos internos son originalmente resultado de la
introyección, al principio con su significado de incorporación, y de la identificación, al principio
aparentemente total. Por incomprensible que nos parezca esta introyección de toda persona,
incluso a nivel simbólico, parece suceder durante la primera infancia. Lo menos que podemos decir
es que parece haber ocurrido en personas que se volvieron esquizofrénicas. Esas personas, si
pueden o tienen deseos de comunicarse, nos cuentan acerca de sus objetos internos si se los
permitimos. Además, algunas proyectan lo que en un principio introyectaron; y, cuando lo hacen, el
objeto vuelto a proyectar parece haber conservado todas las características de una figura materna
infantil. Se lo incluye en alucinaciones y se habla de él como se hacía cuando el paciente era niño,
con las mismas entonaciones y admoniciones. El paciente esquizofrénico, cuando sufre una
regresión profunda, trata de defenderse contra los objetos internos que lo acusan y reconocen,
negando que es cierto o justo lo que le están diciendo.

Negación y proyección

Los pacientes esquizofrénicos dependen sobremanera de los mecanismos de negación y


proyección primitivos. Aunque ante todo se emplea la negación contra partes de la realidad
externa, que lograron irrumpir en la percepción infantil preconsciente, con el tiempo se la emplea
también contra las intromisiones del proceso primario que provienen de la realidad interna

280
inconsciente.50 Cuando los pacientes esquizofrénicos sufren una regresión severa y cuando su
siempre inadecuada represión les falla casi por completo, utilizan la negación y la proyección para
liberarse del material del proceso primario y de las fantasías inconscientes que amenazan con
dominarlos. Como ante todo los amenazan los brotes de pulsiones primitivas agresivas, lo que
niegan y proyectan es mas que nada agresivo y hostil por su carácter. Aunque no exclusivamente.

Como dijimos antes, la negación y la proyección llevan al esquizofrénico a tener delirios y


alucinaciones, en las que pulsiones emocionales irreprimibles e incontrolables y las fantasías del
paciente le parecen a éste estar encarnadas en existencias externas. El grado de regresión ego-
superego presente por lo común determinará el grado de comunicabilidad e inteligibilidad de los
delirios y las alucinaciones, así como su carácter primitivo. En ocasiones encontramos un paciente
que sufre experiencias profundamente regresivas y arcaicas que desea y puede comunicarlas. De
tales personas obtenemos información que nos permite comprender e interpretar la comunicación
mucho más común, extraña y fragmentaria del material arcaico.

Vale la pena repetir en este momento, ya que tan a menudo se pasa por alto, que los delirios
y las alucinaciones no son únicamente síntomas de una profunda regresión patológica, y por lo
mismo señales de enfermedad, sino intentos que hace el paciente por comprender lo que está
sucediendo y, dado eso, señales de recuperación. Tal vez no se logre la recuperación, porque el
paciente no pueda reprimir otra vez el material del proceso primario y sus fantasías inconscientes.
Pero los delirios y las alucinaciones son intentos de reconstruir la realidad externa de tal modo que
incluya las partes de la realidad interna a las que es necesario enfrentarse de alguna manera, pues
han escapado de la represión.

En algunos pacientes esquizofrénicos la regresión reaviva situaciones en las que,


virtualmente, no hay límites del ego o del yo. Cuando tal ocurre, la proyección resulta un proceso
muy primitivo y los delirios y las alucinaciones que se desarrollan sólo consiguen confundir la
realidad externa con la interna, de modo muy parecido a como ocurre en los sueños manifiestos.
Las cosas y los sucesos que debieran ser experimentados como internos parecen externos, o
fluctúan entre parecer internos y parecer externos. Al mismo tiempo, debido a los limites
fluctuantes y permeables, ciertas partes del mundo externo parecen internas y ciertas partes del yo
parecen externas de éste. Es probable que en aquellos pacientes con una regresión profunda, y
que no mejoran, los representantes del yo y del mundo externo, incluyendo las partes somáticas,
naden en un mundo de sueños casi indiferenciado y sin objetos.

Introyección e identificación

Ya las estudiamos en la represión, puesto que se originan antes de la maduración de ésta, y


las emplean en exceso en sus formas primitivas personas que en la infancia se vieron expuestas a
una tensión y una ansiedad excesivas. No necesitaremos, pues, sino agregar algunas palabras. La
introyección es una incorporación simbólica, es decir, un acto simbólico modelado de acuerdo con
el acto de tragar. Beber con los ojos y los oídos, probar el bien y el mal, morderse los nervios
mientras se espera, tragarse una mentira, la propaganda o las propias palabras, absorber con los
brazos, son unos cuantos ejemplos entre las miles de expresiones introyectivas relacionadas con
50
50. Véase el estudio de la negación hecho por Lewin, B. en The Psychoanalysis of Elation,
Nueva York, Norton, 1950; Jacobson, E., "Denial and repression", J. Amer, Psichoanal. Ass.,
1957.5, 61-92. Los infantes y los niños normales niegan abiertamente la existencia de
realidades externas que los atemorizan. Por ejemplo un niño al que se introduce en un cuarto
lleno de extraños puede mirar al frente, como si nadie estuviera en el recinto. Un niño de mayor
edad cierra los ojos o dice claramente que ese algo atemorizante no existe.

281
la incorporación y comunes y corrientes en el habla de hoy día. En la regresión esquizofrénica
aparecen fantasías de introyecciones que expresan abiertamente incorporaciones arcaicas.

Una chica esquizofrénica, que expresaba muchas otras fantasías de incorporación, se


asustó al perder el estuche de su violín. De inmediato dedujo que se lo había tragado, y persistió
en tal creencia hasta que apareció el estuche, a pesar de que las enfermeras intentaron
convencerla de que era imposible tragarse tal objeto. Para la chica esas afirmaciones eran
probablemente tan impertinentes como decirle a quien está bebiendo un paisaje con los ojos que
tal cosa es imposible.

La identificación se puede derivar de la introyección y de la imitación. Esto es en especial


obvio en los procesos de duelo normal y en la depresión psicótica. En la regresión esquizofrénica
la identificación puede volverse imitadora e introyectiva, pero en formas arcaicas infantiles. Un
paciente puede imitar la conducta de otra persona, pero no por jugar o por ambición, sino
simplemente para incrementar el autocontrol o para tener dentro de sí los poderes que en la otra
persona supone. Se trata de una variedad de magia por afinidad. Un paciente se puede identificar
con otra persona pensando que se está fusionando con ella,51 lo que probablemente constituye un
regreso a la identificación primaria, es decir, a fases de desarrollo infantil en las que las imágenes
del yo y Las imágenes del objeto carecían de límites claros y se mezclaban entre sí, se separaban
y se volvían a mezclar. Una vez más, se trataba de algo que todos experimentamos en los sueños.
Experimentarlo mientras se está despierto debe causar tanta confusión como el delirio.

Otras defensas

Durante las fluctuaciones ocurridas en la regresión, mientras una persona está comenzando
a desintegrarse, y cuando está recuperando su salud, en las reacciones esquizofrénicas aparecen
casi todas las otras defensas del ego de uso común. Así, por ejemplo, las defensas más
características de las reacciones obsesivo compulsivas -la formación de reacción, la anulación, el
desplazamiento, el aislamiento- son precursoras comunes de un avance esquizofrénico. No hay
duda de que muchas personas evitan la esquizofrenia adhiriéndose rígidamente a las defensas
obsesivo compulsivas. Hemos señalado ya la similitud existente entre la duda obsesiva y las
relaciones esquizofrénicas; de hecho, una puede llevar a las otras, y viceversa. Se ha reconocido
hace ya bastante tiempo que hay una relación entre las reacciones histéricas, es decir, en las
reacciones de conversión y las disociativas. Tal vez se parezcan las alteraciones somáticas
aparecidas en ambas. El aislamiento o la división del ego que caracteriza a la disociación también
aparece en las reacciones esquizofrénicas. Finalmente, sabemos que la esquizofrenia por lo
general implica una ansiedad severa en alguna fase y que las defensas fóbicas pueden ser las
principales defensas de una persona vulnerable contra la psicosis esquizofrénica.
Desde hace mucho tiempo los terapeutas saben que siempre conviene echar un vistazo
detrás de una fachada neurótica, por ver, de ser posible, si se ocultan o no tendencias psicóticas.
De igual manera, y aunque no suele comentarse a menudo, cuando se trata a una persona
esquizofrénica se buscan señales indicadoras de que se están construyendo defensas neuróticas.
Es un triunfo lograr que un esquizofrénico psicótico se vuelva neurótico, aunque no pase de ser
esto último. Una persona neurótica corre meros peligro de desintegrarse que una psicótica. Una
persona esquizofrénica que sufre regresión está en peligro de sufrir la más profunda de las
desintegraciones, fuera de las producidas por las intoxicaciones y las lesiones cerebrales.

51. Véase el caso presentado en Jacobson, E., “Contribution to the metapsychology of


51

psychotic identification”, J. Amer. Psychoanal. Ass., 1954,2, 239-262.

282
3. La regresión ego-superego en las reacciones esquizofrénicas activas52

Al igual que en las otras psicosis, en la esquizofrenia la regresión ego-superego es subtotal,


y no meramente parcial, como en las neurosis. Por mucho tiempo, la mayor parte de la función
ego-superego trabaja a niveles infantiles, en ocasiones a niveles regresivos tan profundos que
desaparecen las distinciones entre el yo y los otros.

A lo largo de este capítulo hemos venido subrayando la inestabilidad de la regresión


esquizofrénica activa, cómo fluctúa de relaciones de objeto bastante buenas hasta la pérdida de
las mismas a veces en un periodo de semanas, otras en una hora de terapia. Hemos dicho que
esa fluctuación extraordinaria en el nivel de regresión revela puntos de fijación múltiples, muchos
de los cuales parecen más primitivos que, incluso, las fijaciones psicótico depresivas más
profundas. Además, hemos afirmado que la proporción de la organización ego-superego que
participa en la regresión esquizofrénica también fluctúa enormemente: variando de un aislamiento
psicótico total, como al presente en los estupores catatónicos, hasta una pérdida mínima de
contacto, es decir, una perturbación mínima de la organización ego-superego.53

Esas enormes fluctuaciones tienen doble significado. Nos ayudan a comprender los súbitos
cambios ocurridos en la capacidad de adaptación y en la habilidad de comunicarse e interactuar
adecuadamente con otras personas. Una participación mayor súbita de la organización ego-
superego explicaría esos repentinos aislamientos masivos que se observan en el trabajo clínico.
Una participación menor súbita explicaría los buenos contactos repentinos que, también, se han
visto. Conocer esas grandes fluctuaciones le ayuda al psicoterapeuta a estar preparado cuando
aumente repentinamente la cooperación del paciente y a estar listo para aprovecharla. De igual
manera, el terapeuta puede reconciliarse con una regresión súbita inesperada y consolarse con la
esperanza de que puede terminar de pronto.

Nunca antes el interés por la regresión esquizofrénica ego-superego había sido mayor o más
productiva en el campo clínico y en el teórico. La complejidad del cuadro clínico y las fogosas
controversias respecto a las interpretaciones teóricas existentes se combina para darnos una
literatura estimulante y provocadora, casi toda ella basada en una participación activa en la
investigación teórica de los pacientes esquizofrénicos activos. También provoca confusiones la
literatura, esto se debe al confuso cuadro clínico que los esquizofrénicos presentan, lleno de
material arcaico expresado en símbolos poco familiares, y a las controversias básicas que con
respecto a la teoría psicodinámica fundamental prevalecen en el campo. No nos referimos tan sólo
al polémico grupo británico centrado alrededor de la obra realizada por Melanie Klein, cuyos
puntos de vista no logran ni aceptar ni rechazar del todo sus oponentes, sino también al grupo
sulliviano e incluso a la oposición de los investigadores más conservadores, quienes dan énfasis a
las pulsiones agresivas en lugar de a las libidinosas. Pos supuesto, hay quienes hacen hincapié en
las dos. Finalmente, tenemos las investigaciones de Federn, con las que está brecha, en las que
se subraya la importancia de los limites del ego y del sentimiento de ego en los esquizofrénicos. 54

52
52. Por esquizofrenia activa queremos decir simplemente reacciones en las que el paciente
intenta activamente encontrar una solución, sin rendirse y sin caer en un aislamiento
persistente.
53
53. Moriarty, D. M., “Observations of the superego in a schizophrenic patient”, Psychoanalisis
& Psychoanal. Rev., 1961. 48. 3-18.
54
54. Federn, P., Ego Psychology and the Pschoses, Nueva York, Basic Books, 1952.J. Piaget
aporta abundantes protocolos, donde se indica esta fluidez de la percepción y la cognición en
los infantes, así como pruebas de que estos parecen aceptar la desaparición y la reaparición de
objetos como sí se tratara de fenómenos o de milagros sin conexión alguna. Véanse Origins of
Intelligence, Nueva York. Internat. Univ. Press, 1952; Construction of Reality in the Child, (trad.

283
No intentaremos aquí presentar toda la literatura sobre la esquizofrenia. La simple lista de lo
aparecido entre l946 y 1956 cubre más de mil páginas e incluye unas 4000 referencias. 55 No hay
señal ninguna de que vaya disminuyendo la tasa de publicaciones sobre el tema.

Antecedentes infantiles de las reacciones esquizofrénicas

En un grupo de cuadros clínicos tan variados como el que tenemos en la esquizofrenia es


mucho lo que podemos espetar acerca de los antecedentes infantiles probables de los
esquizofrénicos adultos. A partir de la obra pionera de Lidz y Lidz,56 se ha prestado muchísima
atención al problema de si los esquizofrénicos tienen o no antecedentes familiares diferentes a los
de las personas no esquizofrénicas. Lidz, Fleck y sus colegas están llevando a cabo en este
momento uno de los estudios más ambiciosos y completos sobre el tema.57

Al parecer, existen muchas pruebas de que bastantes esquizofrénicos han vivido, cuando
niños, en una organización familiar patológica. En algunas de esas familias todos los niños han
sufrido esquizofrenia o han resultado esquizoides cuando adultos. En algunas familias, un niño
parece haber sido "elegido" inconscientemente por los otros para que sufra la carga de una
enfermedad esquizofrénica, como si se tratara de un chivo expiatorio, de modo que los otros niños
y los padres se ven protegidos de volverse psicóticos francos. No es raro hoy día descubrir que un
padre potencialmente psicótico se las arregla para mantenerse clínicamente bien fomentando
inconscientemente que un niño o un adolescente se vuelva psicótico. Cuando se estudian a fondo
las familias de esos esquizofrénicos, se encuentran anormalidades que un contacto breve o el
expediente tradicional no permite captar.

Una vez más nos enfrentamos a la cuestión de la responsabilidad moral. ¿A quién culpar en
una familia patológica en la cual tal vez, haya un padre potencialmente psicótico, por el desarrollo
de la esquizofrenia en algunos de los miembros? Se podrá responder a la pregunta en aquellos
casos en que el padre se ha mostrado obviamente sádico, descuidado o indiferente, de modo que
el niño no haya tenido oportunidad de desarrollar relaciones interpersonales normales, ni de
interiorizar una imagen estable de los padres.

Es mucho más difícil responder a la pregunta anterior cuando un padre potencialmente


psicótico, que ni cuenta se da de que lo es, se defiende inconscientemente fomentando el
desarrollo psicótico en un niño, sin comprender en lo más mínimo qué está haciendo o por qué lo
hace. Igual de difícil es responder en relación con aquellas familias que parecen haber "elegido"
inconscientemente a un niño para que sea el chivo expiatorio psicótico y lleve la carga de la
psicosis liberando con ello al resto de la familia de tal amenaza. Esas maniobras, al igual que las
maniobras defensivas inconscientes individuales, pasan desapercibidas simplemente porque son

Por M. Cook), Nueva York, Basic Books, 1954.


55
55. Bellak. L. (dir.), Schizophrenia: A Review of the Syndrome, Nueva York, Logos Press, 1958.
56
56. Lidz. R. W. y Lidz, T., “The family environment of schizophrenic patients", Amer. J.
Psychiat., 1949, 106, 332-345.
57
57. Lidz T., Cornelison, A., Fleck, S. y Terry, D., “The interfamilial environment of the
schizophrenic patient: the father”, Psychiatry, 1957, 20, 239-342; Fleck S., Cornelison, A.,
Norton, N. y Lidz, T., “Interaction between hospital staff and families”, Psychiatry, 1957, 20,
343-350; Lidz, T. Y Fleck S., “Schizophrenia, human integration and the role of the family” en
Jackson, D. D. (dir.), The Etiology of Schizophrenia, Nueva York, Basic Books, 1960, págs. 323-
345. Véase también Bowen, M., “A family concept of schizophrenia” en Jackson, D. D. (dir.), The
Etiology of Schizophrenia, Nueva York, Basic Books, 1960, págs. 346-372.

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inconscientes. Si se vuelven conscientes, causarían a las personas a la defensiva aquella psicosis
contra la que se están defendiendo. Estamos hablando de personas, de padres y, de
organizaciones familiares a menudo enfermas, y no de personas, padres o familias
conscientemente malas. Hay la promesa, en el futuro de que los estudios que hoy se están
llevando a cabo acerca de las familias de los esquizofrénicos permitirán eliminar el tipo de
situaciones que crean niños vulnerables a la esquizofrenia adulta. 58

Pasaremos ahora a considerar brevemente las “reacciones psicóticas involuntarias",para


después presentar el grupo de desórdenes de la personalidad, muchos de los cuales se parecen a
las reacciones esquizofrénicas; algunos tienen orígenes claros en una patología familiar.

58. Se presentan otros estudios de familias de esquizofrénicos en Bellak, L. (dir.),


58

Schizophrenia: A Review of the Síndrome, Nueva York, Logos Press, 1958. Véase también
Rosenthal D., "Familial concordance by sex with respect to schizophrenia" Psychol, Bull. 1962,
59, 401-421; Sanua, V. D., “Sociocultural factors in families of schizophrenics”, Psychiatry,
1961, 24, 246-265; Garmezy, N., Clarke A. R. y Stockner, C., “Child-rearing attitudes of mothers
and fathers as reported by schizophrenic and normal patients”, J.abnorm. soc. Psychol., 1961,
63, 176-182; Horowitz, F. D. y Lowell, L., “Attitudes of mothers of female schizophrenics”, Child
Develpm., 1960, 31, 299-305; Wolman, B. B., “The fothers of schizophrenic patients". acta
Psychother. Psychosom., 1961,9, 193-210; Foudranie, J., “Schizophrenia and the family: a
survey of the literature 1956-1960 on the etiology of schizophrenia”, Acta Psychosom., 1961, 9,
82-110; Rosenmaum, C. P., “Patient-family similirities in schizophrenia”, Arch. Gen. Psychiat.,
1961, 5, 120-126.

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