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I. Dentro del primer orden de aspiraciones que la ley desea encauzar y proteger puede
señalarse: la regulación amplia y matizada de la donación en los arts. 618 y ss. (tanto
que en algunos artículos puede apreciarse cierta contradicción, así en cuanto al
momento de perfección de la donación según se observa comparando el 623 con el
629, lo que puede interpretarse -en sentido más favorable al donatario- entendiendo
que hasta que la aceptación no se pone en conocimiento del donante éste puede
revocarla, pero con la aceptación ya la donación existe y produce sus efectos
normales e incluso si fallece el donante, sin conocer la aceptación, queda irrevocable;
en este sentido, ley 161 Navarra) y en relación con esto la consideración favorable a la
donación obligatoria -en un principio negada por el T.S. ante la dicción de los artículos
609, (al separar la donación como modo adquisitivo de la propiedad de los «ciertos
contratos mediante la tradición») y 618, regulador de la donación traditoria y a la
donación liberatoria o de condonación de deuda (cuyo prototipo es la remisión o
condonación, V.); el derecho de aquél a quien se pide la devolución de lo cobrado de
no hacerlo si prueba que la entrega se hizo «a título de liberalidad o por otra causa
justa» (art. 1.901); la alegación del «oficio de piedad y sin ánimo de reclamarlos»
cuando el pago se exige por el no obligado legalmente a prestar alimentos al
alimentista que los recibió de aquél (art. 1.894); el criterio legal respecto a la donación
a una persona por sus méritos o por los servicios prestados al donante que no
constituyen deudas exigibles al mismo (arts. 1.274 y 619), o el de la donación con
carga o gravamen impuesto al donatario: ha de ser inferior al valor de lo donado (arts.
619 y 622); el enfoque dado a las donaciones ofrecidas al menor o al pupilo (art. 166
en patria potestad, art. 272.1, en tutela); así como la permisión de las donaciones con
cláusula de reversión a favor de personas distintas del donante con el límite de las
sustituciones fideicomisarias (art. 781), la posibilidad de que sean favorecidos quienes
ni siquiera se hallan concebidos a la muerte del donante (art. 641) y posiblemente
cabe considerar factible -a pesar del argumento a contrario del artículo 627- la
donación directa al nasciturus, que puede ser aceptada inmediatamente por sus
futuros padres (en este sentido, ley 154.1.ª, Compilación Navarra), y en otro orden, la
consideración de la donación de inmuebles encubierta bajo el manto de compraventa
en escritura pública como válida (criterio no unánime con todo).
II. Dentro del segundo orden de cuestiones expuesto cabe poner de relieve aspectos
como los siguientes:
4. Medidas legales protectoras de los derechos de los acreedores del donante en base
al artículo 1.911 (nemo liberalis nisi liberatur): también basta con recordar la existencia
de la acción revocatoria o pauliana (arts. 1.291.3 y 1.111, con la presunción de fraude
a los acreedores de toda enajenación de bienes a título gratuito del art. 1.297), luego
reafirmada por el legislador caso de quiebra por el C. de C., o con el criterio de la
antigua «presunción Murciana», de la que asoma una atisbo en la presunción, en
beneficio de los acreedores, caso de concurso o quiebra de un cónyuge casado en
régimen de participación (art. 1.442 C.C.). Además, la protección del cobro de las
deudas del donante se trata de completar con medidas como la del artículo 642; no
perjudicarán a los acreedores, del donante las donaciones que éste otorgue con
posterioridad a la fecha del hecho o acto del que nazca el crédito de aquéllos, siempre
que carezcan de otros recursos legales para su cobro, dice en tal sentido el art. 340 C.
Cataluña) o la del no perjuicio a los acreedores por la confesión de privatividad hecha
por el cónyuge deudor a favor de su consorte del artículo 1.324.
Para evitar perjuicio al que lucha damno vitando, se le prefiere frente al adquirente
gratuito (lucro captando) y así se establece la protección más débil de la fe pública a
los adquirentes a título gratuito del titular registral (arts. 34 y 37 L.H.).
5. Medidas protectoras del orden social y del interés público: en un mundo donde
prevalece el interés, el do ut res, minorar el patrimonio sin nada a cambio puede
infundir sospecha de móviles ilícitos, a veces en contra del interés público -piénsese
en las limitaciones que la ley de 1964 impone a las asociaciones en cuanto a la
capacidad para recibir donaciones si no son asociaciones de «utilidad pública» (art. 9
ley y 16 R). o el criterio jurisprudencial ante el principio nemo auditur propriam
turpitudinem allegans (arts. 1.305 y 6) respecto a las donaciones con el fin de tener,
prolongar o terminar relaciones inmorales (aplicando el principio general de devolución
de lo donado del 1.303)-. En otros casos se trata de frenar la amortización de los
bienes en contra del principio de libre tráfico de los mismos (así en la donación con
cláusula de reversión a favor de personar distintas al donante, la aplicación del límite
de las sustituciones fideicomisarias del art. 641, al igual que si la donación es de la
ruda propiedad a una persona y el usufructo a otra u otras del artículo anterior, tiene el
fundamento apuntado).
Ello aparte del interés público en que nadie por donar quede en la indigencia.
¿Qué negocio es éste que por una parte el donante ha de respetar lo dispuesto sin
correspectivo (no hay quid pro quo), pero no responde caso de evicción o de vicios
ocultos y el donatario adquiere una propiedad que es revocable por causa legalmente
establecidas, entre ellas su misma ingratitud para con el donante?
Veamos:
Ahora bien, aunque en puridad se considera que en supuestos como los citados no
hay donación, si en el caso concreto se demuestra la eadem ratio, se aplicarán por
analogía normas propias de aquélla, para evitar consecuencias injustas (así, las
cautelas que protegen en la donación a legitimarios o a los acreedores del donante). Y
en otros supuestos ha de profundizarse más para precisar si -en todo o en parte-
existe realmente donación y por tanto es aplicable -total o parcialmente- el régimen
concreto y restrictivo que la ley establece para este instituto.
4. Donaciones indirectas.
Por lo expuesto, en fin, las normas que en el C.C. tratan de proteger a los terceros sí
deben ser de aplicación al negocio que indirectamente produzca el resultado práctico
de donación y en cuanto lo produce, así: las establecidas a favor de legitimarios y de
acreedores (en ocasiones la ley habla de «donación u otro título lucrativo» para que no
escape en definitiva ningún supuesto atributivo que en puridad deba comprenderse
conforme a la ratio normativa, así en el 1.035), o las que protegen intereses de
terceros muy cualificados (la revocación del 644), e incluso -por la razón íntima del
deber de gratitud ínsito en la doni-datio, aun indirecta- la revocación por causa de
ingratitud del donatario del artículo 648. Con lo que intereses en juego, técnica jurídica
y realismo se tratan de armonizar, sin que justicia y seguridad a la vez padezcan
detrimento injustificado.