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En las primeras décadas del siglo XX, otros arquitectos norteamericanos se dedicaban a
seguir los estilos Europeos, mientras que Wright creía que el diseño arquitectónico debía
responder a su entorno y a la naturaleza. Su obra arquitectónica abarca diversos géneros
que van desde los edificios para oficinas, edificios públicos, iglesias, museos e inclusive el
diseño urbano; sin embargo, su trabajo dentro del género habitacional se considera el
más destacado ya que logró la más evidente redefinición del espacio habitacional. Sus
“Casas de la Pradera” (Praire Houses) marcaron una influencia definitiva en la forma de
hacer arquitectura habitacional a lo largo de todo Estados Unidos.
Así, hablando en específico del espacio habitacional, Wright concibe a la casa como un
todo, donde el edificio en sí mismo, sus accesorios y equipo, así como su emplazamiento y
entorno forman un conjunto bien articulado. “La iluminación, la calefacción y la
ventilación se encuentran incorporadas (o excluidas). Incluso las propias sillas y mesas, los
armarios y aun los instrumentos musicales -donde puedan llevarse a la práctica- forman
parte del edificio en sí, jamás son accesorios metidos simplemente dentro de él […]”.3
Esta búsqueda de una arquitectura orgánica, de una vivienda que se conformara como
un todo en conjunto con la naturaleza llevó a Wright a deshacerse de todas las barreras
que se interponían entre las habitaciones dando lugar a lo que se conoce como “planta
abierta”. También, en esta búsqueda, Wright comenzó a relacionar sus espacios interiores
con el exterior de manera que la casa ya no fuera un elemento compacto impuesto
sobre el terreno, sino que diese la impresión de que se fundía en él.4 Aunque la unidad
principal de la casa seguía siendo la habitación, comenzaron a abrirse los espacios, sobre
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todo los espacios públicos, y las relaciones entre estos espacios empezaron a variar dando
pie a nuevas formas de habitar el espacio doméstico.
La utilización de materiales naturales fue sumamente importante para Wright, quien creía
que de esta manera no sería necesario añadir al edificio alguna decoración u
ornamentación para realzar su apariencia, además del respeto y la integración al entorno
que tanto buscaba. Sin embargo, aún cuando le otorgaba a sus viviendas un aspecto
más bien rústico debido al uso de estos materiales, Wright no se oponía a los procesos
industrializados; más bien, estaba a favor de ellos y abogaba por lograr la unificación
entre estos y el arte y la arquitectura.
5 Sigfried Giedion, Space, Time and Architecture, Cambridge, Yale University Press, 1941, p. 415.